Por Luis E. Sabin Fernández.
Ya sabemos que la sociedad argentina tiene, como todo tejido humano fuertes paradojas. Muchos tendemos a pensar que la Argentina en particular las tiene exacerbadas. Por su fundación colonial y por lo tanto esquizoide como toda sociedad, convertida en nación “libre y soberana” tras su pasado colonial.
El destino buscado por sus élites (algunas de ellas, al menos) de construir unos EE.UU. del Sur con el hegemonismo consecuente en tanto otros acentuaron la lucha por ‘verdaderas y definitivas’ liberaciones, el mismísimo peronismo encarnando ambos proyectos; el miniimperial y autoritario y el emancipador e inclusivo… todos esos rasgos perfilan una serie de paradojas. La cuestión de las Malvinas, también; despiertan los mejores sentimientos de dignidad ante el ultraje y a la vez una obsesión tan emparentada con el chovinismo que muchos entendemos resulta más peligrosa que saludable…
Menem fue el pícaro Viejo Vizcacha que le dio a la sociedad lo que ésta tenía en su imaginario y entregó hasta los tuétanos de “la patria” invocándola como lo más sagrado…
Pero siempre hay un plus. Humberto Tumini, el dueño de una empresa política, que se suele designar Movimiento Libres del Sur y de la cual suele figurar como “secretario general”, advirtió a través de los medios de incomunicación de masas, que siempre lo atienden que <“no es que estuvo todo mal con el menemismo” y destacó que la “explosión productiva” del campo se inició durante ese período.> (Ag. Télam, 23 abr 2014).
Veamos la frase, el pensamiento, lo que subyace en los comentarios de Tumini. Destaca “la explosión productiva” que decidiera entonces el Ministerio de Agricultura de EE.UU. en su plan de dominio mundial a través de la teoría de las ventajas comparativas. Con ese armazón la craneoteca del gobierno estadounidense entonces (lo que se suele llamar en neocastellano básico actual los think tanks), siguiendo la línea del Hudson Institute y tantas otras ONGs diseñaban un mundo provisto de alimentos básicos “por las praderas norteamericanas y las pampas argentinas” (ese plan se mostrará pronto insuficiente y la misma dirección estadounidense incorporará como bases de apoyo agroindustrial a Australia y a Canadá; Brasil jugaba entonces en otra cancha).
El papel privilegiado, pero absolutamente dependiente que quienes aspiraban a la “gobernanza global” le asignaron a Argentina es una de las grandes vergüenzas nacionales del menemato. Pero que ha regado de dólares al país. A mi modo de ver, envileciéndolo. Pero para muchos, enalteciendo esta sociedad ‘que crece a tasas chinas’, que se inunda de autos importados (y de helicópteros y de aviones para los sojeros y no sólo para ellos, sino para algún otro gremio…).
Estamos cobrando todo lo que nos “brinda” “la explosión productiva” que pregona su sacerdote mayor, Héctor Huergo, y también pagando, con una contaminación generalizada, con un estado sanitario absolutamente escamoteado, con niños nacidos con malformaciones congénitas por toda el área sojera, con una crisis de la biodiversidad tan espléndida en este país…
Pero, bueno, a Humberto Tumini le interesa la explosión productiva, no la concentración territorial como bestial contrarreforma agraria, ni la explosión ambiental, sanitaria, social que vienen todas ellos con efecto algo diferido… es su elección.
Pero lo que establece una marca difícil de superar es que Tumini haya bautizado su tenderete político de “Libres del Sur”. Los del Ministerio de Agricultura de EE.UU., el tristemente conocido USDA y sus aterrizadores en el país durante el reinado de Menem, es decir la empresa que configuró el sistema agroindustrial argentino entonces, Monsanto, deben estar todavía carcajeándose.