por Luis E. Sabini Fernández
Estoy jubilado desde hace unos diez años en la Caja de Jubilaciones de Suecia (por el corto período laboral que tuviera en ese país). Se trata de una jubilación que no alcanza a los 5 mil pesos argentinos, que he cobrado regularmente desde entonces.
Dado que los gastos por tarjeta eran tan altos, al cabo de pocos meses decidí tramitar giros semestrales achicando los gastos bancarios. Eso estamos haciendo, están haciendo los bancos, desde hace una década o casi.
El banco (sueco) receptor de mi jubilación y eslabón necesario para yo recibir en Buenos Aires mis monedas me envía por correo postal resúmenes de cuenta trimestrales.
Siempre ha sido farragoso cobrar estos giros en Argentina. Porque el BNA tiene duda de la procedencia de los giros; se me ha hecho firmar cartas de intención en que aclaro que no muevo más de tres millones de dólares (mensuales o anuales; ya no recuerdo y me resulta totalmente irrelevante la frecuencia); he tenido que responder al interrogatorio de porqué los papeles del banco sueco se refieren a dos números de cuenta relacionadas conmigo (tengo una sola cuenta y los movimientos contables del banco sueco ─o de cualquier país─ me resultan desconocidos, pero sé que muchos bancos tienen una cuenta para direccionar los fondos al receptor y otra, con otro número, para moverlos a un banco corresponsal); jamás han resultado suficientes los papeles propios de la operación de giro, junto a mi identificación; a menudo he tenido que agregar cartas testimoniales sobre el carácter de esos “fondos”.
Una especie de rendición de cuentas permanente, perpetua. Siempre tratado como reo pero sin el in dubbio pro.
Esto es propio de un país sin la más mínima confianza. Al menos respecto de los titulares de cuentas bajísimas, de muy poca estofa, del chiquitaje. Otro gallo canta cuando se trata de cuentas que mueven realmente varios millones de dólares (anuales o mensuales o, claro, semanales). En ese plano, sí existe confianza o al menos planificadores y asesores de gestiones y declaraciones.
Por vigésima vez recibo el aviso de una “orden de pago simple” a mi favor. La semestral de la primera mitad de 2016. Los resúmenes de cuenta enviados por “mi banco” sueco presentan las seis mensualidades acreditadas (la última, el 17 de junio) con las cuales, de rutina, proceden al giro. El giro le llega al BNA el 6 de julio.
El BNA quiere saber qué ha pasado entre el 17 de junio y el 6 de julio. Una funcionaria me explica que yo bien podría haber retirado los fondos acreditados y antes del 6 de julio, podría haberlos repuesto para habilitar el giro. Pero si tal hipotética operación se hubiese llevado a cabo luego del 26 de junio, los fondos ahora girados no tendrían necesariamente la garantía de depósito de 10 días con los cuales en Argentina se combate la especulación financiera. Porque la ley dice que giros de fondos con menos de 10 días depositados podrían ser fruto de especulación. Depósitos de 11, 13 o 25 días, por ejemplo, no son sospechables de manejos especulativos [sic]: conmovido por el freno a la especulación.
Los resúmenes de cuenta expedidos en Suecia nos revelan que una parte (el monto mensual de mi jubilación) estuvo “descansando” en la cuenta 6 meses, otra sexta parte del giro unos 150 días, otro sexto más aparece depositado desde hace unos 4 meses… y así sucesivamente hasta que hay un sexto depósito (la última sexta parte) del 17 de junio. Con el cual el banco vio “completado” el monto acordado para efectuar el giro…. se demoran un poco, con ritmo sueco, y lo envían el 6 de julio.
Y allí la ventana del horror, de la sospecha insondable, del 17 de junio al 6 de julio.
No tengo pruebas materiales para demostrar que los fondos siguieron descansando. Aparecerán con el próximo resumen de cuenta, en setiembre. No tengo acceso desde hace un año a home banking porque se me ha trabado el PIN.
Traté de aclararle a la funcionaria con poder de decisión que si mira, hurga, estudia, se toma el trabajo de verificar las órdenes de pago efectuadas hasta la fecha, siempre semestralmente, va a ver siempre el mismo modus operandi: con rigor nórdico, al llegar a seis mensualidades se gira un monto dejando apenas un saldo para no cerrar la cuenta. En ningún caso hubo una extracción de coronas entre la sexta mensualidad acumulada y el giro.
La réplica ha sido: cada operación es ella por sí misma. Lo cual nadie niega.
Pero la relación basada en la desconfianza más radical, aparte de lesiva porque te está diciendo que no te creen nada, en los hechos es paralizante. Para el movimiento del capital, para la circulación económica. Tales circuitos trabajan y operan sobre la base de la confianza. Claro que así pasa que alguna vez sobreviene una trapisonda. Como dicen Les Luthiers… el exceso de confianza embaraza a la mujer.
Entonces se extreman, allí sí, los recaudos. O deberían. Pero ninguna circulación económica se basa en la radical falta de confianza. No se podría actuar, sería paralizante.
Es sistémicamente inaceptable. Inapropiada. Solo explicable porque con estas trabas se lesiona a agente económicos que no tenemos importancia.
Si durante veinte veces se ha repetido el mismo esquema de giro y cobro, ¿por qué suponer que en éste se va a producir un misterioso desvío de fondos (que sin embargo, muy pronto habría que reponer)?
Es afortunado para el sistema bancario argentino y para la economía y la cordura nacional que haya muy pocos jubilados en el exterior… porque si hubiera un porcentaje apreciable (digamos un 15 % o un 35 %) entonces, todo el andamiaje oficinesco estallaría.