MALCORRA-KOMPASS-MEDIOS DE INCOMUNICACIÓN DE MASAS
por Luis E. Sabini Fernández
En Clarín,[1] Natasha Niebieskikwiat nos brinda un perfecto ejemplo de cómo hablar de un episodio borrando su núcleo, y haciendo lucir como perseguida a una de las más señaladas perseguidores en el episodio, Susana Malcorra.
NN excluye de culpa y cargo a Malcorra a partir de su ”informe al Congreso”, porque, como dice el acápite de su nota, “el informe [es] independiente [sic] y la libera de culpa.” Habría entrado en los anales judiciales que el informe de alguien lo autocuestionara. Pero el papel resiste expresiones tan falaces como la transripta.
NN explicita, empero, que se acusa a la actual canciller de la presidencia argentina, de que siendo jefa del gabinete de nada menos que el secretario general de la ONU, Ban Ki moon, “ocultó las denuncias” de los abusos sexuales que cometen “tropas de paz”, internacionales, estacionadas en la República Centroafricana.
Los descargos de Malcorra, que enumera NN sin tomar posición, son que los soldados impugnados no eran “cascos azules” (jurisdicción ONU) sino franceses (jurisdicción… ¿francesa o centroafricama?) y que “un director de operaciones en el terreno de la ONU” fue descuidado en su denuncia al identificar a las víctimas.
En su nota no sabemos siquiera quién es el descuidado director operativo. Ni qué pito toca. Tal vez “por razones de espacio”, como alega la prensa cuando optan por no publicar algo y no quieren explicitar la razón del escamoteo.
El omitido personaje es nada menos que Anders Kompass. Y me permito repetir un pasaje de la nota que escribí en enero de este año cuando “el episodio” se convirtió en un escándalo internacional que únicamente pasó inadvertido en países como Argentina con la flamante bizquera del gobierno recién instaurado o en sitios donde la info que importa suele brillar por su ausencia, aunque estemos plagados de tittentertainment:[2] “Hollande obtuvo de la ONU “el permiso” para intervenir en su patio trasero [en África, en la República Centroafricana]. Y bien: luego de dos años con las tropas francesas “pacificando” el país ─que sigue tan inseguro como antes─ Anders Kompass, oficial principal de la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU, recibió informes de trabajadores de campo acerca de las actuaciones de los «defensores de derechos humanos» en la devastada República Centroafricana. Anders Kompass, sueco, con tres décadas abocado a este tipo de control itinerante y con una foja de servicios impecable, verifica la existencia de una serie de aberraciones ─sodomización de niños, sobre todo huérfanos, de 8 a 13 años a manos de las tropas francesas, es decir de la culta, occidental y democrática Francia─ y ante la inopia de meses dentro del ámbito de la ONU, efectúa la denuncia a la policía francesa.”[3]
Ante esta estremecedora denuncia de un funcionario plenipotenciario, con experiencia reconocida de 30 años de trabajo en el ámbito en el que hiciera la denuncia, la comisión presidida por Malcorra decidió hacer caso omiso de la denuncia y reconvenir al denunciante por haberla presentado.
Y Kompass, presentó la misma denuncia entonces ante la policía francesa, identificando víctimas. Cuando es sabido, tratándose de población pobre, negra o sin recursos, toda denuncia anónima es archivada. Pero aun concediendo que existiera un defecto en el proceder de Kompass, su descuido no justifica ni anula ni compensa el mucho más grave de la comisión presidida por Malcorra de ignorar deliberadamente los hechos. Malcorra y acólitos optaron no sólo por ignorar las atrocidades denunciadas sino que pusieron en tela de juicio el proceder de Kompass al punto de sopesar su separación o despido. Algo que se concretó bajo la forma de renuncia de Kompass.
Estos tejemanejes habían insumido prácticamente todo el año 2015. Pero esa renuncia de un funcionario del nivel del de Kompass trajo cola. Ban Ki moon decidió nombrar una comisión investigadora. Y entonces, la sorpresa: dicho panel independiente “determinó que varios funcionarios de alto rango, entre ellos Malcorra, habrían estado más preocupados en silenciar y perseguir al denunciante del escándalo, Anders Kompass, que en proteger a los niños que se encontraban en peligro o de sancionar a los abusadores.” (Polìtica argentina, 27 dic. 2015).
La ola se dio vuelta. Y sólo un funcionario con impunidad desde sus mandantes políticos, como Malcorra, pudo salir indemne. La comisión investigadora procedió a despedir a dos miembros de la comisión presidida por Malcorra, en el preciso momento en que Malcorra conseguía la tabla de salvación de la cancillería.
«La ONU raramente le pide explicaciones a sus empleados por acciones anti éticas, especialmente a quienes están en posición de poder. Y cuando lo hace no hay castigos significativos posteriormente. El sistema de rendición de cuentas de la ONU está roto. Simplemente no funciona”, había escrito Kompass en su carta de renuncia. (cit. p. Noticias urbanas, 21 jun. 2016)
En esa misma carta, Kompass reseña: “Cólera en Haití, corrupción en Kosovo, asesinatos en Ruanda, cobertura de crímenes de guerra en Darfur: en muchas ocasiones la ONU falló” (Política argentina, 21 jun 2016).
Observe el lector en qué medida esta cruda descripción nos atañe a quienes vivimos en Argentina, Brasil, Uruguay, países (junto con otros) participantes de las “misiones de paz” de la ONU, como la vergonzosa MINUSTAH en Haití.
La ONU, pese a esporádicas reacciones de Ban Ki moon, opera como otro ejército de ocupación, aprovechando países arrasados, estructurado sobre un fuerte esprit de corps del que dan “testimonio” personajes como Susana Malcorra.
[1] Bs As., 22 julio 2016.
[2] Designación del ideólogo estadounidense Zbigniew Brzezinski del tipo de televisión y “periodismo” que entiende es el más apropiado para no politizar a la población: espectáculo con tetas.
[3] “¿Amor a la verdad o apego a la organización?”, www.rebelion.org/noticia.php?id=207871.