Skip to content

revista futuros

del planeta, la sociedad y cada uno…

  • Inicio
  • Revista Futuros
  • Otros escritos
  • Sobre el autor
  • Contacto

Categoría: Medios de incomunicación de masas

Conspirar, disuadir, desertar 

Posted on 25/12/2022 - 25/12/2022 by raas

Por Amador Fernández-Savater
LoboSuelto
11 de diciembre de 2022

Hemos atravesado, con la pandemia, una época extraña. Yo diría: sin pensamiento y sin política. Es decir, sin verdades colectivas, ni transformación de la situación dada. Pero que ha roto aún más nuestras vidas. Ahora, aliviados, volvemos a la normalidad, allí donde cada cual se siente seguro. Rutinas vitales, mentales, políticas. Pero lo que nos ha pasado sigue pasando, es decir, ha dejado marcas en el mundo y en nuestros cuerpos. Marcas de tristeza y despotencia si no somos capaces de pensarlas y hacer algo con ellas. 

Este libro*, estemos más o menos de acuerdo con él, es una tentativa de elaboración de esas marcas, de lo que nos ha pasado. Quiero compartir algunos comentarios a partir del libro, tomando tres palabras, tres verbos: conspirar, disuadir, desertar.

Conspirar

Los últimos años hemos conocido directamente, por experiencia, algunas figuras de lo político: el par calle-manifestación, plaza-asamblea, elecciones-partido, derecho-denuncia, hoy se discute sobre organización política.

Todas estas figuras remiten, me parece, a la idea de “espacio público” (a ocupar, a conquistar, a reformar, a reivindicar). La conspiración, por el contrario, no remite a espacio público, sino a la zona de sombra. Se conspira en las sombras.

Supone tomarse en serio que no hay espacio público, sino sólo relación de fuerzas. Que no hay alternativa política, sólo luchas de poder. Que no hay democracia, sino gestión de la excepción.

Y que la fuerza de los débiles se pierde si pensamos en términos de opinión pública, de comunicación, de batalla cultural, de visibilidad, de mayorías sociales, de consenso, etc. La lógica del espacio público hoy es la lógica de la virtualización, la virtualización del otro considerada como eficacia política.

¿Y cuáles son las sombras en las que la conspiración puede prosperar? Son justamente las intensidades, las vitalidades. Las intensidades de los cuerpos, de las palabras cuando prolongan los cuerpos, de las formas de vida, de los mundos que habitamos y amamos. Sólo esas intensidades pueden desafiar la virtualización del mundo.

Conspirar es hacer desde la amistad y las ganas. Las ganas -cómo activarlas, cuidarlas, recuperarlas- es hoy un problema político mayor. Conspirar dinamita la distinción público-privado. Es lo íntimo que se hace común y desafía. Podemos desplegar esta imagen de la política que nos propone el libro para ver hasta dónde nos lleva.

Si conspirar es “soplar juntos”, ¿quiénes son los que conspiran? ¿Qué experiencia del nosotros es la suya? ¿Cuál es el tempo de la conspiración, su ritmo, su respiración, su inspirar y expirar? ¿Cómo hacemos que pase el aire en situaciones bloqueadas como la actual? ¿Cómo evitamos que se degrade en el aire viciado de los guetos políticos?

Disuadir

Una tesis fuerte del libro es que nuestro mundo está configurado por la experiencia de la Guerra Fría. Sin embargo, echo en falta más reflexión justamente sobre la estrategia de gobierno por excelencia de la Guerra Fría: la disuasión.

¿Qué dice la disuasión? Si atacas, contraataco y el mundo desaparecerá en un apocalipsis nuclear. Ese mensaje no se lo dirige tanto una super-potencia a otra, como ambas a las poblaciones del planeta: “obediencia o fin del mundo”.

La disuasión es un gobierno de la incertidumbre, en la incertidumbre. Y con varios actores. Encuentro útil traer ese término aquí porque hay formulaciones en el libro que llevan a pensar en el poder como “crimen perfecto”. Como el plan de la película Crimen perfecto.

Durante años se simula la gestión de la crisis sanitaria, el plan se ejecuta cuando “alguien” decide que las revueltas de 2019 han ido demasiado lejos, etc. Pandemia-confinamientos-restricciones-reestructuración global. Crimen perfecto. Un poder que sabe, que puede y que quiere.

La disuasión, por el contrario, es una estrategia negativa: no sabe, no puede y no promete nada, improvisa, trabaja por ensayo-error, no argumenta, sólo amenaza con la muerte como alternativa. Gestiona un pueblo de víctimas que sólo piden protección.

La disuasión suprime las preguntas que se abren en toda crisis, las preguntas que pueden llevar a un cuestionamiento colectivo del sistema y las formas de vida. Suprime el pensamiento, que nunca es sólo un “yo pienso”, sino un “yo hablo y tú respondes”, un encuentro. Pretende congelar, bloquear una situación de crisis.

La disuasión es en primer lugar física, a través del terror inscrito en los cuerpos. Ese terror ha provocado la gran parálisis que hemos conocido en la pandemia, la atomización social. ¿Cómo nos sacamos el terror de los cuerpos? Porque la valentía es en primer lugar un problema colectivo.

Desertar

Nunca hay crimen perfecto. Siempre hay error del sistema, fallo, síntoma. El fallo en este caso, al menos uno de ellos, es esa extraña deserción que llamamos “Gran Dimisión” o “Gran Renuncia”.

Es toda la gente que no ha vuelto a su trabajo tras la pandemia. Más aún: es la gente que da la espalda a la política, que no enciende ya la tele. Que desconecta, que no quiere saber nada, que no participa.

Me parece que no es un fenómeno fácil de leer. No es lo mismo que la deserción de los años 60: una secesión política, organizada, contracultural. El Gran Rechazo del que se hablaba en los 60 no es la Gran Dimisión actual. Esta deserción es sin afuera, sin horizonte alternativo, sin utopía.

Es una deserción muchas veces por apagón libidinal: la retirada del deseo de los lugares donde estaba puesto (consumo, éxito, competitividad). Deserción por depresión. Deserción como long covid: prolongar la quietud del confinamiento, no ir a trabajar, I would prefer not to.

¿Cómo escucharla? La política clásica, también la militante, piensa en términos de “movilización”. Pero esta deserción es desmovilización. No pasa por el activismo, sino por el “desactivismo”, por el gesto de desactivar.

Podemos nombrarla tal vez como “abandono” o “retirada” mejor que “deserción”. Entonces, ¿cómo pasar del abandono a la deserción? ¿De la retirada a la secesión? Una teoría, un libro, son entre otras cosas instrumentos de escucha. ¿Qué nos permite escuchar este libro de este fenómeno de retirada del deseo, de deserción inmóvil?

Notas compartidas en el encuentro en torno al Manifiesto Conspiracionista en La Maliciosa, Madrid 9 de diciembre de 2022.

* Libro Conspiración, disuasión, deserción: tres propuestas para repensar lo político, el poder y el malestar social.

fuente: https://lobosuelto.com/conspirar-disuadir-desertar-amador-fernandez-savater

texto en PDF

Posted in Argentina, Ciencia, Destrozando el sentido común, General, Globocolonización, Medios de incomunicación de masas, Narrativa, Poder, Poder mundializado, Política, Salud. Y enfermedadTagged Amador Fernández-Savater, confinamiento estricto, confinamiento masivo, crisis sanitaria, El Gran Rechazo, el miedo como herramienta, gobierno de la incertidumbre, incolulación del terror, medios de incomunicación, opinión pública, pandemia del Covid-19

Israel con su solución final de la cuestión palestina

Posted on 14/10/2022 by ulises

por Luis E. Sabini Fernández –

El sionismo entronizado oficialmente en Israel y oficiosamente en gobiernos claves en el mundo, como el de EE.UU., ha encarado la “solución del problema palestino” de diversas maneras.

Llegamos al siglo XXI con la teoría “Sharon” de “hacerles la vida imposible”, así no tienen que ser los israelíes quienes resuelvan activamente la cuestión sino que los propios palestinos  parezcan ser quienes tomen decisiones. Como las de irse, por ejemplo.

Esa política; como no dejarles agregar ni siquiera una habitación de 3 x 3 a una ancestral vivienda palestina, no permitirles acumular ni agua de lluvia y venderles el agua (que en la región es un bien escaso, a 4 o 5 veces su valor comercial para judíos, que, además, tienen en promedio mucho más altos ingresos; no permitir la reedificación de viviendas destruidas mediante bombardeos y artillería en sucesivos ataques que el ejército “de defensa” israelí  ha acometido, no contra inexistentes ejércitos o cuarteles palestinos, sino contra las viviendas, escuelas, hospitales, mezquitas, instalaciones sanitarias o industriales que hay, por ejemplo en la Franja de Gaza. Balear, a veces con artillería pesada botes pescadores, que se alejen apenas de la costa en sus trajines pesqueros, a veces incluso baleados botes y pescadores directamente en la costa.

Llevar hasta la desesperación el tratamiento médico de palestinos, a veces enfermos, a veces parturientas. Aprovechar justamente las necesidades médicas de población palestina, con sus propios hospitales maltrechos y bombardeados, para coaccionarlos con darles asistencia médica si tales pacientes o sus familiares les brindan a cambio informes a la “seguridad israelí”. Este espurio método de envilecer las relaciones y los comportamientos debilita palestinos y fortalece a Israel porque el delator queda prisionero de las dos partes.

El remate de la política de “hacerles la vida invivible” se alcanzó finalmente con el “Acuerdo del Siglo” de 2020. Ya no los juegos escénicos de un Yaser Arafat con un Iszak Rabin más Bill Clinton (Oslo, 1993); o los de Taba (Sinaí, 2000) entre Barak y Arafat o el minuet totalmente inconducente entre Abbas y Sharon (Jerusalén, 2005).

El Acuerdo del Siglo se firmaba entre los jefes ejecutivos de EE.UU. e Israel; Donald Trump, Jared Kushner (su yerno judío y “ministro de todo”, como se lo conociera en la Casa Blanca trumpiana) y Beniamin Netanyahu: era sobre Palestina/Israel, pero sin palestinos; en todo caso, con la perspectiva de “verlos” desaparecer.

Pero la realidad es terca. Además de la enorme población que mediante el terror los sionistas lograron arrancar de cuajo de Palestina (grosso modo, la mitad de su población), otros millones de palestinos se han negado al abandono de su tierra. Han contado con la experiencia de las expulsiones y matanzas anteriores (algo que los primeros expulsados, los del 48, no pudieron hacer por falta total de precedentes).

Las cifras mortuorias jamás han cedido.[1]  La muerte de palestinos ha sido una constante en la vida cotidiana, tanto en los territorios ocupados como en lo que la ONU reconoce como Estado de Israel.

Se estima que en 2021, ha habido 317 muertos, 71 menores (muchos más que en años anteriores, salvo en aquellos con invasiones o represión generalizada (como 1987, 2000, 2005, 2008/2009, 2014…)

En 2022, algunas fuentes revelan que ha aumentado la violencia y la muerte de palestinos a manos israelíes y por ejemplo la comisionada general de la ONU, Michelle Bachelet, expresa su alarma por el número de niños palestinos matados por militares israelíes y el 11 de agosto pidió una rendición de cuentas.

Este aspecto del conflicto entre Israel y los palestinos implica “muchos niños palestinos, víctimas inocentes asesinadas por error -pero también algunas veces fríamente y sin motivo alguno- a manos de militares israelíes.” [2]

“Muchas veces los ataques se dirigen contra lugares públicos que suelen convertirse en refugios para civiles, como escuelas, hospitales, etc. Además de las vidas perdidas, decenas de miles de niños son heridos y algunos de ellos se convierten en discapacitados de por vida.” (ibíd.)

“Hamas tampoco duda en utilizar a los niños palestinos de la Franja de Gaza […] para luchar contra Israel. […] glorifica el martirio e incita a los niños a suicidarse para defender la causa palestina. Con el eslogan «morir por Dios es la victoria», se anima a los niños a comprometerse activamente en el conflicto.” (ibíd.)

Por su parte, B’Tselem,  una organización judía de derechos humanos aclara: “La política letal, gratuita e ilegal de fuego abierto de Israel provocó la muerte de cientos de palestinos el año pasado. Alrededor del 70% murieron en la Franja de Gaza cuando se aplicó la política criminal de bombardear zonas densamente pobladas” (4 ene 2022). Sólo falta agregar que esa “política criminal de bombardear zonas densamente pobladas” no es reciente; tiene antecedentes atroces,  traducidos en matanzas de miles de vecinos palestinos, como por ejemplo en 2008 y 2009 (operativo que Israel bautizó con atroz sinceridad “Plomo fundido”).

El 1º. julio de 2022, la oficina de DD.HH. de la ONU, señaló la muerte de sesenta palestinos muertos por Israel […], un «impacto alarmante», aunque no señala el periodo o el momento de tales muertes. Agrega que “en muchos de los incidentes mortales investigados”, Naciones Unidas encontró que Israel habría usado «fuerza letal de una manera que parece totalmente contraria a la ley internacional«. Como bien señaló Amnistía Internacional en su informe 2022 sobre Palestina, “Israel considera y trata a los palestinos como un grupo racial inferior no judío”.[3] Resulta claro que Israel no considera a los palestinos seres con derechos civiles sino enemigos de guerra con los cuales ni se esmeran en cumplir convenciones militares para momentos de guerra (no ultimar caídos, no matar niños…).

Y este mes, tuvimos el informe de Tor Wennesland, coordinador especialmente designado por la ONU para atender el proceso “de paz” del Cercano Oriente.

Tor Wennesland es noruego. Es decir, proviene de la sociedad que fue sacudida hasta sus raíces cuando su compatriota Anders Behring-Breivik, en 2011, en un operativo, al que no se le conoce otros participantes, asesinó mediante un coche-bomba en la capital, Oslo a 8 habitantes, y con fusil y ametralladora a 69  más en la isla Utöya, casi todos jóvenes y árabes, en un campamento de la socialdemocracia…

Cuando se le preguntó por lo acontecido, visto el cariz totalmente político de las matanzas, se le preguntó por sus simpatías nazis, las negó vehementemente, aclarando que era un ferviente admirador de Israel y de su política.

Wennesland conoce o debería conocer el odio señorial que ha sembrado Israel.

“Estoy alarmado por el deterioro de la seguridad, incluyendo el aumento de choques armados entre palestinos y fuerzas de seguridad israelíes en la Ribera Occidental que abarca el este de Jerusalén. Desde el comienzo de 2022, han sido matados al menos un centenar de palestinos, incluyendo niños, en medio de un aumento marcado de operaciones militares israelíes llevadas adelante en la Ribera Occidental ocupada por Israel, incluyendo el Área A [que se supone de administración exclusiva palestina, fuera de jurisdicción israelí]. En el mismo período han sido matados 16 israelíes dentro de  Israel en una ola de ataques por parte de palestinos y árabes israelíes [Wennesland concede aquí una distinción históricamente falaz, puesto que en ambos casos se trata de habitantes de la Palestina histórica, que fueron separados jurisdiccionalmente, pero no social o culturalmente]. La violencia creciente en la Ribera Occidental está generando un clima de miedo, odio e ira. Hay que reducir tensiones inmediatamente para abrir espacio a iniciativas enfiladas a establecer un horizonte político viable.” [4]

Las seguramente buenas intenciones de Wennesland chocan con el proyecto bíblico-sionista de Israel. Y resulta difícil imaginar una senda superadora desde la ONU, la red política mundial creada por EE.UU. para definir el mundo desde 1945.

La ONU, como toda obra humana, incorpora gente con las mejores intenciones y procederes en consonancia; pienso hoy en Bachelet o Wennesland o el excelente Richard Falk, pero si sus afanes chocan “demasiado” con los poderes consolidados el designado es retirado o, como pasó con el comisionado de la ONU para atender el diferendo palestino-sionista en 1947, Folke Bernadotte, sueco, es eliminado.

Entretanto, Israel sigue profundizando la represión: acaba de ser detenida una periodista palestina, madre de dos críos de 4 y 5 años, allanada en la mitad de la noche, aterrorizando a las criaturas; interrogada durante diez horas continuas, con requisa corporal incluida, desnudándola por completo para aumentar la humillación. Su delito: entrevistar a dos presos políticos palestinos que acababan de ser liberados en un canje de prisioneros.[5]

Cuando finalmente, pese al intento inicial de Israel de negar la autoría de la muerte de la periodista Shireen Abu Aqleh, quedó demostrado que francotiradores israelíes eran los reales asesinos de la periodista haciendo su trabajo,  y aunque el Dpto. de Estado de EE.UU. declarara  que “no ve razones para creer que haya sido intencional sino más bien el resultado de circunstancias trágicas” [6] (un bello parloteo que nada dice), la reacción de la dirigencia israelí ha sido proclamar su derecho irrestricto a matar a quienes quieran. Aclaró Benny Gantz, actual ministro de Defensa: Es el jefe de estado mayor y sólo él quien decide  y continuará siendo quien decida la política de abrir fuego”. Y como “refuerzo de vacuna”, el premier Yair Lapid (dirigiéndose a los mandatarios estadounidenses) dictaminará: “nadie  va a dictarnos a nosotros contra quienes abrimos fuego.”

Tanta soberbia después de la atrocidad acontecida con una periodista que sin duda irritaba a la jefatura israelí, como Abu Aqleh, lleva  a la pregunta ¿para qué está Israel en la ONU si sigue sólo su propia ley?

Alguien con una mínima lógica y coraje civil tendría que preguntárselo.

[1]  Baste un par de ejemplos en momentos críticos: 1) en el 2000, en la llamada Intifada Al Aqsa, que se originó con Ariel Sharon avasallando con mil policías al recinto de la mezquita Al Aqsa, la reacción y la represión consiguiente acabó, por ejemplo, en Ramallah con la vida de cien palestinos, incluyendo muchos niños,  generando reacciones desesperadas entre los sobrevivientes, como matar con las manos a soldados israelíes  o dar lugar a numerosas inmolaciones. Y 2) cuando guerrilleros palestinos secuestran  a un soldado israelí, hacia 2005  –que finalmente canjearán sano y salvo por presos palestinos en cárceles israelíes (algunos encarcelados muchos años)– las fuerzas de seguridad israelí allanan una serie de lugares o sitios “sospechosos” con la consigna pública de rescatar al soldado, Gilad Shalit. En  dichos “procedimientos” los israelíes asesinaron a unos doscientos palestinos de toda edad: un claro índice de los métodos policiales de búsqueda: en rigor, la búsqueda fue una coartada para descargar la furia y mostrar la potencia del mandamás, desafiado por el secuestro.

[2]  https://www.humanium.org/es/palestina/.

[3]  BBC News, 1/2/2022.

[4]  https://reliefweb.int/report/occupied-palestinian-territory/.

[5]  https://www.pressenza.com/it/2022/09/palestina-occupata-arrestata-giornalista-a-sheikh-jarrah/

[6]   https://www.middleeasteye.net/news/us-asked-israel-review-israels-rules-engagement-west-bank-report-says, 18 ago 2022.

Posted in Centro / periferia, EE.UU., Medios de incomunicación de masas, Palestinos / israelíes, Poder mundializado

El palestino: homo sacer de la biblia sionista

Posted on 24/09/2022 - 24/09/2022 by ulises

El palestino: homo sacer de la biblia sionista

por Luis E. Sabini Fernández

Cuando se llevó a cabo el “Acuerdo del siglo”, en 2020, atendido y firmado por Donald Trump, Jared Kushner, Beniamin Netanyahu y David Friedman, buscando una “solución final” a la cuestión palestina, los palestinos fueron, oh paradoja, los grandes ausentes. No se les invitó: Expresamente no se los invitó. Reafirmando que las negociaciones se hacen entre “gente como uno”.

Esta decidida ignorancia o vacío diplomático revela que pasado ya casi siglo y medio (tiempo del conflicto de tierras en Palestina entre sionistas ocupando y palestinos oriundos resistiendo el despojo), el conflicto no ha variado un ápice el papel y el significado de los “actores” en juego: los palestinos no existen.

En el siglo XV, los “conquistadores” les otorgaron a los oriundos del “Nuevo Mundo”, a lo sumo el papel de infantes. Totalmente negada la posibilidad de reconocer igualdades o equivalencias en la capacidad y el derecho de tomar decisiones. Ésa fue la política que llevaron adelante los europeos en las Américas o África con su tarea de “rescatar” [1] prisioneros con un destino preacordado: esclavitud.

Las definiciones eran claras: oriundos del Nuevo Mundo así como los habitantes de África no eran personas, seres humanos; ese dibujo de humanidad resultó no sólo necesario sino muy conveniente, edificando un racismo que le iba  a los europeos permitir “justificar” la labor colonial. Situarses por encima de indios y negros. Es decir, con indios y negros “debajo”. Y asiáticos, malayos; en suma, con la raza blanca como entidad, vértice superior.

Pero con los palestinos ha sido algo más radical, se emparienta más bien con lo que los europeos les hicieron a los taínos en la isla La Española en el Caribe (actual territorio de las repúblicas de Haití  y Dominicana) en los primeros tramos de “La Conquista” (1511), o con el tratamiento dispensado por los conquistadores españoles a los refractarios quilmes en 1666, extirpándolos de los valles calchaquíes en el norte de lo que ahora es territorio argentino, convirtiendo una marcha forzada en una suerte de exterminio escalonado.

Los palestinos no son deseados siquiera como mano de obra esclava;  se los quiere alejar… geográfica o biológicamente.

Por eso, aunque con toda la parsimonia de un estado, el sionista, que se presenta y pretende una democracia y de primera calidad,  a los palestinos se los puede matar, no recibiendo condena en los tribunales israelíes, como lo han, por ejemplo, testimoniado conscriptos judíos.

Semejante fenómeno social –el que socializó un referente significativo de la dirigencia israelí, Naftalí Bennet, vanagloriándose de haber matado a muchos palestinos sin arrostrar consecuencia alguna–[2]  nos retrotrae a una figura del derecho romano, que repuso Giorgio Agamben en nuestro convulsionado mundo actual, postsoviético o de restauración de un núcleo geopolítico principal en el mundo entero basado  en el eje anglo-norteamericano: la de homo sacer, la vieja figura del humano sacrificable:

“[…] figura del derecho romano arcaico, que incluye a la vida humana en el orden jurídico sólo en forma de exclusión (es decir, en la posibilidad de darle muerte sin sanción)».[3]

En el derecho romano, ningún ciudadano constituía delito por matar a sus esclavos, por ejemplo. O a sus hijos (ese  mismo señor, amo romano, se hacía pasible de juicio y condena en caso de lo que hoy se llama feminicidio).

A quien se le enrostraba la calidad de homo  sacer se lo calificaba como “abominable, detestable”.

Pregúntesele a ciudadanos israelíes qué opinan, cómo ven a los palestinos y la inmensa, la inmensa mayoría dirá: repudiables, despreciables, sucios, malos, traicioneros, detestables. Abominables. La opinión pública israelí (por suerte, con excepciones) responde a la idea de homo sacer para los palestinos.

Una indecible, infinita necesidad de “sacárselos de encima”. Psicológica. Porque en los hechos desnudos, son ellos, los ahora ciudadanos israelíes, quienes están literalmente encima de la población palestina. Desgajada, reprimida, despojada, abusada.

¿Por qué semejante inversión de lo real?

Porque es una forma de sacarse de encima una pesadilla. Porque el judío sionista no acepta, tal vez ni alcance a percibir, que ha sido el sionismo, con su colonialismo de asentamiento racista, el que ha generado esa figura. A la que le ha llegado la hora de despreciar, aborrecer, maltratar, insultar y finalmente como viéramos con Naftalí Bennet, de matar.

 

Se puede hablar de un territorio palestino, de costumbres palestinas, de rasgos culturales  palestinos, manifestación  de un perfil cultural mayor, árabe, religiosidad islámica, con asentamientos milenarios de población.

Pensamos que es difícil no captar rasgos específicos aunque más no fuera los que se fueron constituyendo en la forja de una sociedad nacional, que debió defenderse durante décadas (en lo que va, siglo y medio) ante la instauración en el mismo territorio de otro tejido social aspirante a constituirse como sociedad o nación; aunque fuera eso sólo le fue dando un perfil propio y exclusivo.

Pese a que se sabe su tamaño poblacional, sus asentamientos, la cantidad de exiliados que han constituido el destino de tantos palestinos, al hablar de su destino nacional, sobreviene una escotomización  mediante la cual no se ven palestinos. Ni se escuchan.

Alejandro de Oto y María Marta Quintana, autores de una reflexión sobre la condición colonial nos hablan de: “esa incómoda figura que constituye el «sujeto colonial», a quien cualquiera prima facie puede ocasionar la muerte en el sentido más literal de la expresión.” [4]

Señalan que “[…]  el lugar por excelencia de la biopolítica moderna es el espacio colonial (insoslayable para comprender a «Europa» desde el siglo XV en adelante), como estado de excepción.” Esa biopolítica que vemos, por ejemplo en “el campo de concentración”. Y agregan de Oto y Quintana:  “en todo caso, también cabría hipotetizar acerca de que estos últimos [el campo de concentración y la estructura totalitaria de los estados del siglo XX] fueron las «novedosas» expresiones que el colonialismo adquirió en los confines intra-europeos.”

Otro filósofo que nos aproxima a la problemática del poder racista ha sido Michel Foucault. Veamos esta observación que recogen de Oto y Quintana: “[…] el racismo está ligado al funcionamiento de un estado obligado a servirse de la raza, de la eliminación de las razas y de la purificación de la raza, para ejercer su poder soberano.”[5]  Parecería, que Foucault está refiriéndose a Israel, tan ajustada es la cita a la realidad (aunque por la fecha nos consta que no).

En la Edad Media se llamaba forajido a quien no era amparado por derecho alguno, los jueces lo expulsaban de toda juridicidad; cualquiera podía matarlo. Otra vía para encontrarnos con la misma figura, de homo sacer. Los palestinos “son” forajidos. Otra vez, pregúntenle al ciudadano israelí normal, es decir, como nos lo recuerda Norman Finkelstein, al de franca derecha, por no decir de extrema derecha.

NO le preguntemos al puñado de bravos que se resistió a incursiones sobre la descuartizada, desmantelada Franja de Gaza; los refuseñik. Fueron un puñado, decenas, pero para entrever por dónde anda la justicia o el abuso, alcanza. No le preguntemos a los judíos viejos, ahora nonagenarios e israelíes, que  recuerdan como una pesadilla los abusos y atrocidades que cometieran contra seres humanos cualquiera en 1948; no les preguntemos a los judíos con dignidad moral que acompañaron a los palestinos perseguidos hasta donde les fue posible y se convirtieron ellos mismos en refugiados; entre los famosos, Felicia Langer e Ilan Pappé.

Porque estos últimos nos sabrán decir de la enorme dignidad, paciencia, valor de tantos y tantos palestinos enfrentados a esta política de borramiento político, policial, mediático, de persecución y abuso.

La formidable periodista mizraji Orly Noy revisa la política de su gobierno y el silencio cómplice, nada novedoso,  de la ONU. Cuando finalmente queda claro que la periodista palestina Shirin Abu Aqleh fue asesinada con balas israelíes y algún personero de EE.UU. se ve obligado, al menos de boca para afuera, a condenar tamaña acción  contra una ciudadana estadounidense, Noy recoge el latigazo de primer ministro Yair Lapid: “nadie va a dictarnos regulaciones sobre cómo y cuándo baleamos”. Brutalidad típica, nos recuerda Noy. Y Gantz,  el namberguán del ejército israelí, remató: “El jefe militar, únicamente determina y seguirá determinando la política de abrir fuego.” Resume Noy: “Nadie le va a decir a Israel cuántos, quiénes, cuándo, dónde y cómo vamos a matar.”

A ver si entendemos qué es el poder omnímodo. Sin tanta verba democrática, sin tantos cortinados onusianos.

Por eso, el periodista palestino Janan Abdu resume el estado mediático pero también en el terreno, de la situación palestino-israelí: “La ley ‘antiterrorista’ israelí está aplastando, haciendo trizas a la sociedad civil palestina”. Porque sencillamente todo lo palestino es terrorista; un pañuelo palestino, un reclamo, una bandera palestina: una visión cómoda, radical y falsa.

Por eso es escena cotidiana ver a colonos israelíes destrozando frutales de palestinos, protegidos por ‘fuerzas israelíes del orden’; ver colonos apedreando campesinos palestinos con protección de soldados de la “defensa” israelí.

Para Israel, nos recuerda Abdu, no hay movimiento de resistencia que valga.  ¡Todo es terrorismo! Esto es formidable, casi una inversión de la realidad.

Porque todos los recursos de Israel, ésos sí, son terroristas: que la población sufra bombardeos en sus viviendas, por ejemplo, eso es terrorismo (de estado); que se destrocen, mediante artillería y bombardeos fuentes de energía, de saneamiento, de potabilización, eso es terrorismo. Que lo que queda del territorio palestino no deglutido por Israel esté sembrado de puestos de control, que su población sea allanada a cualquier hora del día o de la noche; que sean arrestados niños e internados en jaulones a la intemperie, que el estado sionista decline investigar las muertes que sus fuerzas represiva especiales (el cuerpo de francotiradores, por ejemplo) han llevado, llevan a cabo, eso sí, es terrorista.

[1]  Lo del “rescate” de esclavos era una exquisitez semántica: los negreros, sobre todo europeos, pagaban por afros de tierra adentro aprisionados en los reinos africanos costeros, para subirlos a barcos que transportarlos “dicha mercadería” al otro lado del océano “entregarla en destino” en las Américas, mediante muy jugosos cobros. Todo ese tráfico humano se incrementó para mantener la matriz de extracción de bienes en América cuando la mano de obra esclava local, “los indios”, aniquiladas sus sociedades, fueron raleados…

[2]  https://www.aa.com.tr/es/pol%C3%ADtica/-qui%C3%A9n-es-naftali-bennett-el-futuro-primer-ministro-de-israel/2263267.

[3]   Lluís Bassets, «Homo sacer», El País, Madrid, 4 oct. 2006.

[4]   “Biopolítica y colonialidad. Una lectura crítica de Homo sacer.”, Tabula Rasa  no.12, Bogotá, 2010.

[5]   La voluntad de saber, «Derecho de muerte y poder sobre la vida» (ùltimo capítulo), cit. p. Alejandro de Oto y María Marta Quintana,

ob. cit.

Posted in Medios de incomunicación de masas, Palestinos / israelíes, Poder

Uruguay. VACUNAS COVID: ¿CIENCIA O NEGOCIO?

Posted on 25/08/2022 by ulises

por Luis E. Sabini Fernández

El estilo que hemos denominado de “rey sol”, del presidente de nuestro país, Luis Lacalle Pou, ha hecho otro round ante una resolución judicial  reciente, del juez Alejandro Recarey, disponiendo suspender la “vacunación” antiCovid19 para menores de 6 años.

En rigor, lo que hizo Recarey fue introducir en el tema de la vacunación contra el Covid19 los diversos resortes de información propios de toda actividad democrática; Recarey procuraba que se aplicara en Uruguay un  método democrático de investigación, verificación y crítica. Se basó para su resolución en la serie de investigaciones, de muy diversa procedencia, que registra daños biológicos asociados a estas vacunaciones.[1] Y con sensatez, aplicando lo que se llama en medicina preventiva y en ciencias ambientales, “principio precautorio”, se limitaba a una suspensión  para mejor observar el estado científico de la situación. Por eso, la acusación del Poder Ejecutivo de que ‘cuestionaba el rol de la ciencia’ es inicua.

En cuanto al contenido material de las inoculaciones, Recarey solicitó un informe antes de seguir inoculando en la ignorancia. O en la fe. Porque el poder político parece creer lo que los laboratorios han informado sobre las inoculaciones.[2] Aunque en rigor, frecuentemente los laboratorios borran la info que no los benefician; no practican ciencia sino celo comercial. Confundir al Big Pharma con la ciencia es conceptualmente penoso. Confundir incluso a un científico con la ciencia es también penoso: ¡cuántas veces un científico ha tenido que criticar una verdad oficial sostenida por otros científicos para acercarnos más seriamente a la verdad!

Nos parece temerario o excesiva confianza creer a pie juntillas las declaraciones empresarias.[3] Primero y principal, porque históricamente se conoce que muchísimas empresas falsean los contenidos reales y efectivos de sus declaraciones (al fisco, a la competencia, al público, etcétera): es buena parte de la historia de las comercializaciones.[4]

Pero además, porque varias investigaciones, con métodos rigurosos, han encontrado partículas y elementos no declarados en la composición de estas vacunas, y por último –tal vez lo principal–, porque diversas autoridades médicas en demasiado países  –como para conside-rarlo pura coincidencia– han encontrado una cantidad de reacciones y secuelas imprevistas tras las dosificaciones de vacunas (de distintos laboratorios) contra Covid19; como las que repasamos en n. 1, incluso desencadenando enfermedades autoinmunes y muertes súbitas.

«La actuación del juez constituyó una clara violación a la separación de poderes, invadiendo potestades sanitarias, a cargo del Poder Ejecutivo», remata un comunicado del Ministerio de Salud Pública (5 jul. 2022). No se entiende. ¿No son precisamente las interacciones entre los diversos poderes del estado lo que asegura el devenir democrático? El Poder Ejecutivo debería alegrarse al ver funcionar al Poder Judicial como instancia de control.

El mismo comunicado alega que “la vacuna no solo es eficaz, sino también segura, aprobada por el Ministerio de Salud Pública y por las principales agencias sanitarias del mundo». Una petición de principio, que intelectualmente avergüenza porque obligaría a un maestro como Carlos Vaz Ferreira tener que pedirle otro fundamento al ministro, que no se fundamente en sí mismo… para evitar, incluso que se note que andamos tan flojos de lógica. Nos tiene que explicar, más bien, cómo fue aprobada, siguiendo qué protocolos, ¿o sólo se confió en los informes dados por la suministradora de vacunas?

 

A las vueltas con la lógica

Acabamos de ver un penoso discurrir. Por lo visto es contagioso. Tres médicos argentinos expresaron su preocupación: a partir de sus prácticas médicas se preguntaron si no habían aumentado las muertes súbitas.[5] Pero tenemos el aporte de otro colega  (en el mismo sitio) que nos tranquiliza… Pablo Andrés Álvarez, también médico, nos aclara: “La miocarditis leve sí es un efecto secundario de las vacunas Covid19, y la miocarditis grave causa muerte súbita. En esa frase ya hay dos matices: es leve la miocarditis provocada por las vacunas y es grave la que causa muerte súbita.”

Lógica impecable la de Álvarez: si es leve la provoca la inocluación, si es grave la provoca, no sé qué. Así es fácil, ¿no? Como explicaba una Ley de Murphy: “Los problemas complejos, tienen soluciones erróneas sencillas y fáciles de entender.”

Por ejemplo, y para darle mayor seguridad a los inoculados, nos dice otra viróloga uruguaya: «La epidemia pasa a ser ahora un problema de los no vacunados y, dentro de los no vacunados, tenemos a los niños», explicó Pilar Moreno, investigadora del Instituto Pasteur de Montevideo.[6] Moreno no ha escuchado de inoculados con recaídas en Covid19. ¿En qué planeta vive?

Ya hemos visto ejemplos de criterios y actuación médica en Argentina y Uruguay. Veamos en Colombia. La Universidad Javeriana ilustra un cálculo probabilístico sobre lo que pueda pasar con el suministro de las vacunas de los laboratorios que en el país se han contratado: “es más probable que te caiga un rayo o que te ganes la lotería de Navidad a que hagas trombos por efecto de la vacuna.” [sic]

” […] en esta emergencia es que las farmacéuticas, especialmente Pfizer y Moderna, han exigido a los países la cláusula de indemnidad, una condición que exime de responsabilidad a las compañías farmacéuticas en caso de que haya efectos adversos de gravedad […]”.[7]

Es decir, que para este centro médico colombiano son muchísimo menos frecuentes complicaciones con estas inoculaciones que con el virus, por ejemplo.

Uruguay tiene estadísticas bien disímiles: durante el primer año (largo) de pandemia oficial, hasta marzo de 2021, en que comienzan las inoculaciones, Uruguay tuvo menos de 400 muertos oficiales por Covid19. Sin embargo, desde que se inicia la vacunación oficial en esa fecha, el primer año registra la friolera de 6000 muertes. Se conoció una causa de muerte coasociada a las inoculaciones: cuando quien va a recibir la inyección está incubando la enfermedad, estos vectores se refuerzan mutuamente y agravan el cuadro sanitario, que puede así llegar a ser mortal. Ese fenómeno se tradujo en una política restrictiva para inocular: no hacerlo hasta estar totalmente curado, abrir una ventana de por lo menos dos semanas.

Esa inesperada, anómala situación, fue precisamente otro de los elementos que amparó la petición del juez: el aumento de fallecimientos por Covid19 a partir de marzo de 2021 en relación al año anterior, en el que no se habían aplicado las dosis.[8]

Me voy a permitir citar in extenso al médico Medardo Ávila Vázquez, cofundador de la formidable Red de Pueblos Fumigados en Argentina:

“Las vacunas son las preferidas de la Big Pharma, sus consumidores son los sanos, muchos más numerosos que los enfermos que sólo en esa condición necesitan un medicamento. La historia está llena de dolorosas y trágicas experiencias. En la Argentina los médicos Héctor Abate y Miguel Tregnaghi fueron condenados por la muerte de 16 bebes de familias de bajos recursos vacunados en pruebas de un laboratorio que hoy es Pfizer.

”Las vacunas han generado una controversia mundial entre defensores y detractores sobre todo desde que la Big Pharma y Bill Gates lograron controlar los comités claves de la OMS y la FDA norteamericana. Un tufillo a negocios poco éticos rodea todo el tema, y una de las más preciadas herramientas de la medicina moderna es puesta en duda, muchísimas veces con razón, porque ha sido absolutamente prostituida. Los médicos, sobre todo los pediatras honestos (que somos la inmensa mayoría) necesitamos construir una Vacunología Crítica que pueda separar la paja del trigo en un campo muy revuelto.

”Vacunas maravillosas pararon la poliomielitis, la viruela y el tétanos. Otras mataron miles de personas. La tragedia reciente de SANOFI es esclarecedora y no queremos que se repita frente a las vacunas para coronavirus. La empresa de origen francés desarrolló una vacuna para el Dengue, la Dengvaxia°, que logró autorizaciones en EE.UU. y en la OMS de la mano del doctor Antony Fauci, el epidemiólogo jefe en el gabinete de Trump y uno de los más fuertes lobistas de la Big Pharma. Esa vacuna, cuya patente parece estar también a nombre del doctor Fauci, se aplicó en 600.000 filipinos entre 2016 y 2017; el problema fue que en la epidemia que sufrieron en 2018 y 2019 muchas de las personas previamente vacunadas desarrollaron la forma grave del Dengue, y recién cuando los niños muertos llegaron a 600 el derechista presidente filipino Rodrigo Duterte prohibió la vacuna.” [9] Ávila Vázquez ilustra dolorosamente el alcance a menudo trágico de anteponer el negocio a la salud.

Los informes respecto de las estafas criminales del Big Pharma abundan, aunque los medios de incomunicación de masas los ignoren. Naomi Wolf, médica, ejemplifica con el logro de arrancarle el secreto a material de análisis y estudio que Pfizer había prometido exponer al público tras por lo menos tres generaciones humanas: “[…] los 55.000 documentos internos de Pfizer que la FDA había pedido a un tribunal mantener en secreto durante 75 años. Por orden judicial, estos documentos fueron revelados a la fuerza. Los editores,[10] Daily Clout.io [han] abierto al público por decisión judicial esos secretos de Pfizer. El equipo que “traduce” tales documentos en “términos sencillos” está constituido por unos 3.000 médicos, enfermeras, bioestadísticos, clínicos de laboratorio e investigadores de fraude médico y científicos.

Parece que en nuestras latitudes, a diferencia de lo actuado en EE.UU. por Daily.Clout.io la ley o el  gobierno se empeñan en proteger a los laboratorios que expiden su producción, con cláusulas de confidencialidad y disposiciones de indemnidad…

Vivimos mundos paralelos. El gobierno de nuestro país así como el argentino y hemos visto algo del colombiano, se afanan por proteger los intereses del Big Pharma. Escuchemos lo que nos dice un médico estadounidense, Peter McCullough, y estamos recogiendo declaraciones relativamente recientes, noviembre 2021: “Los estadounidenses están muertos de miedo…. La gente está abandonando el trabajo, no porque quieran perder sus trabajos, ¡pero no quieren morir a causa de la vacuna!… Dicen: ‘Escucha, no quiero morir. Por eso, no me voy a poner la vacuna. . Es así de claro.” [11]

En Israel, hacia fines de 2021: “[…] un brote nosocomial de la enfermedad entre un grupo de individuos, 96.2% totalmente vacunados; catorce de los totalmente vacunados desarrollaron enfermedad severa o murieron, mientras que los únicos dos pacientes no vacunados sólo tuvieron síntomas leves.” [12]

”No se ha cumplido la expectativa de que en poblaciones con altas tasas de vacunación fuesen a reducirse los contagios de la enfermedad.” El tema de contraer Covid19 aun estando vacunado se acrecienta.

Veamos una nota reciente en La Prensa de Buenos Aires:[13]  “El negacionismo se ha convertido en uno de los signos de estos tiempos, en especial entre médicos e investigadores que pretenden ignorar por completo, o hacerse los distraídos, ante fenómenos que ponen en entredicho el discurso que la mayoría de ellos ha repetido en los últimos casi tres años.

”Un ejemplo de esto son los casos bien documentados de personas que presentan síntomas de ‘covid largo’ sin siquiera haber contraído la enfermedad.

”Lo que es imposible de soslayar es que estos cuadros se presentan en aquellos que se han vacunado contra el Covid19. El hecho de que ‘muchos médicos e investigadores evitan cuidadosamente hablar de esta cuestión’ fue reconocido hasta por la revista Science en enero último, según lo hace notar la doctora Yuhong Dong, en un artículo que titula «¿Por qué se parecen tanto el covid largo y las lesiones por vacunas?”

Aunque los datos, objetivos, sobre la poca “limpieza” en “los efectos maravillosos de las vacunas” se acumulan sospechosa y peligrosamente, tenemos siempre la versión optimista del gran triunfo sobre el Covid19 que nos prodiga Bill Gates, quien opina como primus inter pares en la OMS aunque no es ni médico ni infectólogo, ni enfermero, ni biólogo, ni microbiólogo. Sencillamente por su condición de mecenas, un título, llamémosle nobiliario medieval…

 

Volvamos al paisito. Y al esforzado capítulo que procuró atender el juez Recarey.

Pidió estudios que demuestren la «inocuidad» de «la sustancia llamada ARN mensajero», y a su vez que se revelen los términos de los contratos firmados entre el gobierno y Pfizer para comprobar si contienen cláusulas «de indemnidad civil o impunidad penal de los proveedores» respecto a eventuales efectos adversos.

Este otro recaudo del juez  en términos puramente democráticos y de funcionamiento no requiere explicación alguna; es una potestad del poder judicial ante otro poder estatal. Pero se puede complementar o reforzar la demanda en que se sabe que laboratorios transnacionales como Pfizer han exigido firmar contratos secretos para su propia preservación ante eventuales reclamos por secuelas inesperadas de las vacunaciones, dejando toda responsabilidad penal a cargo del estado anfitrión.

Los requisitos y pedidos del juez pudieron ser un magnífico ejemplo de democracia funcionando. Pero el PE consideró que se trataba de planteos deleznables y anticientíficos. Y perdimos una oportunidad de ejercer instancias verdaderamente democráticas.

Como las que se necesitan, por ejemplo, para abordar la lucha contra el narcotráfico y evitar las complacencias y las complicidades.

¿Estuvimos ante una demasía judicial o estamos ante una demasía del Ejecutivo?

 

[1]  https://espanol.cdc.gov/coronavirus/2019-ncov/vaccines/safety/adverse-events.html:

“La anafilaxia posterior a la vacunación contra el Covid19 es muy poco frecuente, y el índice de casos es de aproximadamente 5 por cada millón de dosis administradas.[…]

”El síndrome de trombosis con trombocitopenia (TTS, por sus siglas en inglés) posterior a la vacunación contra el Covid19 con J&J/Janssen es poco frecuente, con aproximadamente 4 casos por cada millón de dosis administradas.[…]

”El síndrome de Guillain-Barré (SGB) en personas que recibieron la vacuna contra el Covid19 J&J/Janssen es poco frecuente. El SGB es un trastorno poco frecuente [¡hay que insistir en la baja frecuencia!] en el cual el propio sistema inmunitario de la persona daña las neuronas y causa debilidad muscular y a veces parálisis. Se han notificado casos de SGB principalmente en hombres de 50 años de edad o más […]

”Miocarditis y pericarditis: los casos de miocarditis y pericarditis después de la vacunación contra el Covid19 son poco frecuentes. La mayoría de los casos notificados fueron después de recibir las vacunas contra el Covid19 de Pfizer-BioNTech o Moderna (vacunas de ARNm), particularmente en varones adolescentes y adultos jóvenes.

”De 12 a 15 años (70.7 casos por cada millón de dosis de Pfizer-BioNTech)

”De 16 a 17 años (105.9 casos por cada millón de dosis de Pfizer-BioNTech)

”De 18 a 24 años (52.4 y 56.3 casos por cada millón de dosis de las vacunas de Pfizer-BioNTech y Moderna, respectivamente).[…]

”Los informes de muertes después de la vacunación contra el COVID-19 son poco frecuentes. La FDA exige a los proveedores de atención médica que notifiquen al VAERS cualquier fallecimiento posterior a la vacunación contra el Covid19, incluso si no se sabe con certeza si se debió a la vacuna. […] para 606 millones de vacunaciones, se registran 15930 muertes.” Hasta aquí, la información médica claramente inclinada a aprobar los pasos dados por la medicina oficial y el BigPharma.

Mi observación: casi tres muertes cada diez mil vacunaciones. Entiendo que no son cifras desechables. Son más altas que con alteraciones y reacciones, y aquí se trata de muertes. Pero además, el CDC que presenta este informe dice que de las 15930 muertes, «se identifican 9 muertes con una relación de causalidad con la vacuna.” ¿Tenemos que entender que hay 15921 muertes que NO tienen que ver con la vacuna? ¿Con qué tienen que ver, ¿mera simultaneidad?

[2]   https://www.cronista.com/informacion-gral/alerta-covid-las-vacunas-de-pfizer-moderna-y-astrazeneca-que-se-aplican-en-argentina-aceleran-la-aparicion-de-nuevos-efectos-secundarios/Recibidos

[3]  Siguiendo la teoría de María Julia Alsogaray, ministra argentina menemista que defendía la calidad moral de las declaraciones empresarias que tomaba por verdaderas. En rigor, no se trataba ni siquiera de credulidad; era complicidad pura y simple con los intereses empresarios. Si era puramente ideológica o le reportaba un beneficio material lo dejamos al margen.

[4]  Véase n. 4 de mi artículo “Uruguay al galope hacia el pasado: la restauración de la monarquía absoluta”.

[5]   https://www.lanueva.com/nota/2022-6-12-6-30-56-las-vacunas-contra-el-covid-pueden-causar-muerte-subita-la-opinion-de-3-especialistas-bahienses. Los cardiólogos en cuestión: Nadia Budassi, Rubén Rodríguez Vidal y Walter Zukerman.

[6]   https://www.elpais.com.uy/informacion/salud/pilar-moreno-epidemia-pasa-problema-vacunados-ahi-ninos.html.

[7]  https://saludconlupa.com/comprueba/vacunas-covid-19-las-razones-que-exoneran-a-las-farmaceuticas-de-pagar-indemnizaciones/.

[8]  https://www.telesurtv.net/news/uruguay-justicia-exige-gobierno-acuerdos-pfizer-20220704-0028.html.

[9]  https://www.elcohetealaluna.com/vacuna-para-coronavirus/, 19 jul. 2020.

[10] https://mail.google.com/mail/u/0/?pli=1#inbox/FMfcgzGpGTGCFttHkQcQKlpdJVwMDKlh

[11]  Mike Whitney,  https://www.unz.com/mwhitney/lethal-injection-frontline-e-r-doctor-gives-chilling-account-of-unusual-vaccine-induced-illness/20 de noviembre de 2021.

[12]  Günter Kampf,  eXtramuros, Montevideo, 7/12/21.

[13]  Agustina Sucri, https://infoposta.com.ar/notas/12599/covid-largo-sin-haber-padecido-covid-el-tema-del-que-evitan-hablar-investigadores-y-m%C3%A9dicos/.

Posted in Ciencia, Medios de incomunicación de masas, Poder mundializado, Salud. Y enfermedad, Uruguay

PANDEMIA 2020: ¿CAMINO DEL OLVIDO O DE SU RESTABLECIMIENTO?

Posted on 12/07/2022 by ulises

por Luis E. Sabini Fernández –

La pandemia de la OMS, no ha concluido y si escucháramos a sus “sacerdotes”, Bill Gates, Klaus Schwab, tenemos otra en puerta, peor.

Entretanto, nos aconsejan ir por la cuarta y la quinta dosis de la vacuna experimental que precisamente por su nivel (insuficiente)  de verificación no pudo hacerse obligatoria, aunque muchas autoridades administrativas nacionales y sanitarias la han promovido e inoculado como si lo fuera.

Por eso ha resultado tan preciso el dictamen del juez uruguayo Alejandro Recarey que acaba de exigirle a los laboratorios del Big Pharma que declaren finalmente de qué están compuestas las muy secretas vacunas e informen de las secuelas que, con preocupación creciente se han ido acumulando (si es que se han preocupado en registrar  tales secuelas) y entretanto dispensar de toda vacuna, «desconocida» en sus efectos, a menores de 13 años. En buen romance, negarse a emplear a nuestros niños como conejillos de Indias.

Un diálogo, apócrifo, tan bien actuado que nos parece estar reviviendo la vieja serie del Chavo del Ocho, es muy ilustrativo del estado actual de situación: a nuestro protagonista, una suerte de Tin tin del subdesarrollo, el Flaco Don Ramón y Doña Florinda lo acosan a preguntas:

DR – A ver, ¿cuáles son las órdenes del gobierno?

DF – ¿Para los vacunados?

DR – ¿Y para los no vacunados?

Ch – Mandaron a que los no vacunados tienen que usar máscaras de ahora en adelante…

DF – ¿Y los vacunados?

Ch – También.

DR – Oye, oye, quiere decir que ahora también se contagian?

Ch – ¿Los vacunados o los no vacunados?

DR – ¡los no vacunados!

Ch – Los no vacunados, si no se cuidan, pueden contagiarse…

DF – ¿Y los vacunados?

Ch – También.

DF – Oye, pues, entonces los no vacunados pueden contagiar a otros…

DF – ¡Y los vacunados?

Ch – También.

DF – Entonces se pueden enfermar y hasta morir…

Ch – ¿los vacunados o los no vacunados?

DR – Bueno…

DF – Un momento, ¿pero no le pasa lo mismo a ambos?

Ch – Sí…

DF – Entonces [con aire de ganadora], ¿por qué entonces dices vacunados y no vacunados?

Ch – Porque aunque pueden enfermarse y morirse, los vacunados tienen hasta un 98% de posibilidad de sobrevivir al covid…

DF – [mira extasiada y suspira aliviada]  Ahhhhh…

DR – ¿Y los no vacunados?

Ch – También…

Al mismo tiempo, la sociedad ha entrado en una suerte de hastío o cansancio magistralmente registrado en el sketch que transcribimos textualmente. Y tanto la población como la prensa han ido desinteresándose del significado, la trascendencia, y sobre todo, las causas, del tratamiento a que hemos sido sometidos.

El investigador, conocido en países del Primer Mundo (aunque muchos menos entre nos) Nicholas Wade lo dijo hace más de un año: no se puede creer que el brote del Covid-19 se deba a algo espontáneo o natural, interpretación promovida no sólo por quienes podían tener interés en oscurecer la etiología del Covid-19, como el Big Pharma, sino también por parte de algunos muy críticos del mundo de los negocios transnacionales, pero que –no sabemos si para evitar que les endilgaran el sambenito de conspiranoicos– insistieron en el desencadenamiento espontáneo de un contagio mediante murciélagos, civetas, pangolines y otros eslabones naturales y casuales que, a causa de la invasión permanente –ésa sí real y progresiva de la sociedad humana, básicamente depredadora, sobre los entornos naturales y silvestres, vegetales y animales, habría provocado la epidemia generalizada, decretada por la OMS como pandemia.

La tesis del origen fortuito, casual, del Covid19 fue convenientemente fogoneada a comienzos de la “era covid” –más oportuna imposible– con una carta firmada el 19 de febrero de 2020, por 27 científicos en la prestigiosa revista médica The Lancet que afirmaron rotundamente, con aire de “cruzados”, que se unían “para condenar enérgicamente las teorías de la conspiración que sugieren que COVID-19 no tiene un origen natural” y concluían sin ninguna duda, ni metódica ni científica, que “este coronavirus se originó en la vida silvestre».

 

REAPARECE EL BIOWARFARE

Han pasado más de dos años. Ahora, mediados de 2022, con la pandemia aparentemente en nítida regresión, tenemos el testimonio de Jeffrey Sachs, que preside, precisamente la comisión editorial  de  la misma The Lancet que está a cargo del asunto pandemia y que es probablemente la principal revista científica del mundo (y no precisamente por su edad cuasi bicentenaria), quien califica a la pandemia como “un error garrafal de la biotecnología”, “no un accidente de un desbordamiento natural”. Con semejante calificación, reaparecen en escena los laboratorios estadounidenses dedicados al biowarfare, la continuación de la guerra por medio de la biología sintética, elaboración de formas de vida con diseño a cargo de humanos, que varios autores habían entrevisto desde el mismísimo comienzo tan peculiar de la pandemia,[1] y ratificara en su momento el referente Wade.

En rigor, Sachs verifica lo que ya entendíamos como más plausible los que no quisimos confiar en los dictámenes de la ciencia oficial, cuyos muy interesados malpasos vienen desde hace mucho. El comercio siempre fue mal consejero de la salud, pero los intereses y la perspectiva de poder, aumentaron con botas de siete leguas con la biología sintética; elaboración de formas de vida manipulada y diseñada por el hombre.

El biowarfare no fue invento de los yanquis, por más que hayan sido sus principales cultores tras la 2GM; en realidad responde a todo sistema de poder, para acompañar ese ejercicio desde los laboratorios, con la ciencia aplicada. La “Gran Guerra” (como se llamó a la de 1914-1918) se hizo mucho desde la química; tras la 2GM, HAARP fue un intento de aplicar meteorología y física a la guerra y a la lucha contra “enemigos”.

El virus mortal, “no se produjo de forma natural” (véase mi vetusta nota  “COVID-19: miedo, calidad de vida, pánico, profilaxis… extraño bamboleo”, 20 marzo 2021).

Hemos vivido este tiempo, advirtiendo la enorme concentración de poder, desde el Big Pharma en medio de una lógica ignorancia generalizada (de cómo actuar ante un problema nuevo) y desde la OMS, con un mecenazgo medieval remozado en pleno siglo XXI, y cómo los mensajes de estos emisores investidos del papel de “la ciencia”, han estado modelando a través de copiosos medios de incomunicación de masas, las imágenes habituales y más trilladas, basándose en el miedo y en nombre de la ciencia.

Aunque los medios de incomunicación de masas han optado sistemáticamente por acallar las voces discordantes o escépticas a la política establecida con la pandemia decretada por la OMS, la sospecha de motivos crematísticos para impulsar una rápida y extendida vacunación ha subsistido como una sombra a la apuesta casi exclusiva a la vacunación para recuperar salud ante el Covid 19.

 

CIENCIA Y CREENCIA

Nuestra cultura actual se caracteriza por un alto desarrollo científico y, a la vez, por una alta confianza y creencia en la ciencia. El primer rasgo abre las mentes; el segundo las cierra. En nuestro presente existen ambas actitudes; la de investigación y duda ante problemas nuevos y sobre todo sus soluciones (necesariamente nuevas), y la creencia ciega en la ciencia. Esto último, realmente no es ciencia; incluso esa creencia puede ser penosamente anticientífica. Y es sobre estas creencias que organizaciones con poder ideológico conquistan “las almas”, la confianza en amplios sectores sociales.

Y la combinación de creencia en la ciencia y miedo se ha demostrado decisiva y muy difícil de apelar.

VOLVAMOS AL CAPÍTULO URUGUAY

Ante la extraordinaria intimación dispuesta en nuestro país por el juez Alejandro Recarey, dado el cúmulo de factores sociales e ideológicos que hemos sucintamente reseñado, la  reacción no se ha hecho esperar. Una Santa Alianza de frenteamplistas y multicolores se ha lanzado, proclamando la defensa de la ciencia (en rigor, la defensa de la creencia en la ciencia).

Ciencia que en ningún momento el juez ha cuestionado en sus actos. Más bien al contrario, el juez está, con su veredicto, reclamando más ciencia, no menos, en el peculiar trámite de esta pandemia con tantos interesados.

“Un juez de Uruguay decidió este jueves ‘la suspensión inmediata’ de la vacunación contra el coronavirus a niños menores de 13 años, hasta que se conozcan los contratos entre el Estado y la farmacéutica Pfizer y la ‘composición de las sustancias’ contenidas en el medicamento.” (Montevideo, AFP, 7 jul. 2022)

Recarey tomó la determinación tras un pedido de amparo para “suspender la vacunación a niños”.

Obsérvese el lenguaje con que había sido aprobado por el gobierno, con el presidente Lacalle y su ministro Salinas al frente, la vacunación para menores: habían dispuesto “la inoculación de la vacuna a niños, prevista en el país a partir de los 5 años de edad, aunque de forma voluntaria.”

Lenguaje melifluo, si cabe. Se dice al final que es voluntaria pero con el peso de todos los condicionamientos mediáticos, ideológicos, profesionales, médicos, sanitarios, se le hace muy difícil a la población supuestamente en riesgo declinar el uso de una vacuna prácticamente legitimada por el apuro.

Nos tenemos que alegrar que el presidente, con su profesión de fe liberal no pretenda inoculaciones obligatorias o forzosas, pero sabemos que en nuestro país, el apego a la legalidad, cierta confianza en las autoridades y la ignorancia que campea ante algo inesperado y desconocido (al menos para la generalidad de la población planetaria, aunque haya habido sectores selectos, muy minoritarios, que parecían estar muy al tanto de lo por venir.[2]

La suspensión en nuestro país, dispuesta Recarey, comunicada en su fallo emitido el 7 de julio, estará vigente hasta que «se publique o publiquen íntegros […] todos los contratos de compra de estas vacunas» y los documentos que «detallen la composición de las sustancias a inocular«, reza la resolución.

Chocante es tener que recordar, una vez más que las trajinadas vacunas fueron aprobadas sin tener en cuenta tales recaudos.

Sin embargo, la precautoria decisión del juez sigue siendo impugnada. Uno de los cuestionamientos gubernamentales es que no ha sido imparcial. Como si se tratara de un arbitraje futbolístico, ¿a qué viene lo de imparcial en la cuestión de vacunar con vacunas que ni siquiera la OMS considera aprobadas y al menos por ahora ni siquiera aprobables? Como con los embarazos, no se puede estar “un poco con embarazo y un poco no”; no se puede plantear que no se sabe qué ingredientes tiene la vacuna, pero son un poco aprobados y otro poco no.

De todos modos, el juez tuvo que salir a defender su conducta, expresando que  “no se involucra en discutir aspectos científicos” ni en “la necesidad o conveniencia de la vacunación a menores”. Algo que ya podía leerse así en su dictamen.

El juez ha alterado la tranquilidad burocrática del gobierno, cierta impunidad en sus actos. Nos parece saludable.

Recarey nos recordó que “ningún gobierno puede firmar contratos secretos, en el desconocimiento de la opinión pública”, con lo cual su dictamen excede, políticamente, y con acierto, el estilo de los gobiernos que ha tenido este país firmando a espaldas de la población convenios y acuerdos que llaman la atención por la hipoteca que significan para el futuro de los orientales o uruguayos. [3]

También destaca que no atender el principio precautorio, atenta contra el futuro de individuos, muchos hoy menores de edad. Y establece, o mejor dicho nos recuerda un saludable principio, de no estar atado a la versión del fabricante comercial, bajo el especioso argumento de la confianza científica (Pfizer, por ejemplo, está incurso en una serie de delitos  en su producción farmacéutica, que han sido conocidos gracias a escándalos sanitarios y a periodismo de investigación, lo que nos obliga a desconfiar de todos sus “aportes”, de todos sus compromisos, programados para escamotear todo control público de sus  acciones, como, por ejemplo, el uso despiadado de conejillos de Indias humanos pertenecientes a la periferia planetaria, a “los nadies” (práctica generalizada en grandes laboratorios, no es monopolio de Pfizer, que conocemos por haberse judicializado).

Tenemos que alegrarnos que en nuestro pequeño país haya surgido una conciencia crítica y actuante al respecto.

[1]   La primera noticia mundial de Covid 19 se registró, ya con varios casos en Wuhan, ciudad multimillonaria china; un segundo brote, semanas después, en Teherán, la capital de Irán y un tercer brote poco después, en el norte de Italia. ¿Continuidad geográfica que habilte la hipótesis de contagios en cruces fronterizos? Igual a cero. Lo único común que a fines de 2019 y principios del 20 alcancé a ver, buscando unir semejantes casos fue el itinerario diseñado por China para su proyecto de Ruta de la Seda; una globalización terrestre de origen chino de este a oeste, con destino final en Europa Occidental. Otro aspecto que lleva a pensar en causas humanas, demasiado humanas, de la peripecia china con Covid 19 es que precisamente en años previos, China sufrió una seguidilla de trastornos con enfermedades de origen desconocido en sus enormes planteles de pollos, cerdos y otros animales domésticos que constituyen alimentos básicos de la dieta del país. Cuesta creer en casualidades, y menos si son permanentes…

[2]  Pocos meses antes de declarada la pandemia con alcance universal, estos advertidos habían hecho un simulacro para ver cómo actuar ante la ”inminente” pandemia, que, efectivamente la OMS declarara muy poco después (el simulacro de OMS fue de octubre 2019; la pandemia se oficializó en marzo 2020, pero los primeros rastreos de casos la llevaron a diciembre 2019). Llama poderosamente la atención la contigüidad.

[3]  Apenas un par de ejemplos, amén del firmado por el actual presidente con Pfizer, para advertir que se trata de un estilo gerencial en que nuestros gobiernos no se deben a la población sino a los consorcios transnacionales en cuyo beneficio se dictan convenios y acuerdos totalmente inaceptables desde el punto de vista de la vida de la población y de las formas democráticas: acuerdo de presidencia (Lacalle) con Katoen Natie para el uso de nuestro puerto principal por 60 años asegurados de antemano; acuerdo de presidencia (Vázquez) con UPM por 30 años implantándose en una superficie cada vez mayor de un territorio escaso, como el nuestro; resoluciones todas ellas tomadas al margen de sentires y conocimientos de la población.

 

Posted in Destrozando el sentido común, Medios de incomunicación de masas, Salud. Y enfermedad, Sociedad e ideología, Uruguay

Navegación de entradas

Entradas anteriores

Entradas recientes

  • Conspirar, disuadir, desertar 
  • Estado de situación presente: ¿ASPIRAMOS A UN GOBIERNO MUNDIAL MEDICALIZADO?
  • Fútbol y automovilismo en la cultura uruguaya ¿PELIGROS DEL AUTISMO?
  • Neptuno: ¿dios de agua dulce o de agua salada?
  • El estado mundial: lo que nos ofrecen los dueños del mundo
  • URUGUAY: UNA POLÍTICA AMBIENTAL AL SERVICIO DEL PROGRESO… EMPRESARIAL
  • Israel con su solución final de la cuestión palestina
  • URUGUAY: ¡TODO IMPECABLE!… ¿O QUERÉS QUE TE CUENTE?
  • El palestino: homo sacer de la biblia sionista
  • COVID19: ¿VIRUS NOVEDOSO Y NATURAL O GUERRA BACTERIOLÓGICA [BIOWARFARE]?
  • Time is money… y la vida ¿qué es?
  • CONSTELACIÓN OMINOSA
  • Uruguay. VACUNAS COVID: ¿CIENCIA O NEGOCIO?
  • URUGUAY AL GALOPE HACIA EL PASADO: la restauración de la monarquía absoluta
  • Nueva definición de antisemitismo: una mosqueta ideológica
  • PANDEMIA 2020: ¿CAMINO DEL OLVIDO O DE SU RESTABLECIMIENTO?
  • El mundo empresario abandonando el diálogo humano
  • MUERTE DE SHIRIN ABU AQLEH – De versiones mediáticas y sus objetivos político-ideológicos
  • La indignación de los ofensores
  • URUGUAY: La peculiar muerte de Yamandú Rodríguez
  • Transnacionalización rampante: la globocolonización y el despeñadero planetario
  • La ANTI-DEFAMATION LEAGUE sale a construir la realidad perfecta (¿o ferpecta?)
  • Catástrofe alimentaria: ¿indeseada o ansiada?
  • Brutalización y escamoteo; dos momentos de un único comportamiento israelí
  • El “Acuerdo del Siglo” sigue siendo un arreglo entre pueblos señoriales

Archivos

  • diciembre 2022 (3)
  • noviembre 2022 (3)
  • octubre 2022 (2)
  • septiembre 2022 (4)
  • agosto 2022 (2)
  • julio 2022 (3)
  • junio 2022 (6)
  • mayo 2022 (3)
  • marzo 2022 (2)
  • enero 2022 (1)
  • noviembre 2021 (3)
  • octubre 2021 (2)
  • septiembre 2021 (1)
  • agosto 2021 (3)
  • julio 2021 (1)
  • junio 2021 (5)
  • mayo 2021 (1)
  • abril 2021 (1)
  • diciembre 2020 (1)
  • agosto 2020 (2)
  • julio 2020 (3)
  • junio 2020 (2)
  • mayo 2020 (3)
  • abril 2020 (2)
  • febrero 2020 (5)
  • enero 2020 (1)
  • diciembre 2019 (4)
  • noviembre 2019 (1)
  • octubre 2019 (2)
  • agosto 2019 (3)
  • julio 2019 (2)
  • junio 2019 (3)
  • mayo 2019 (1)
  • abril 2019 (2)
  • marzo 2019 (3)
  • febrero 2019 (2)
  • enero 2019 (1)
  • diciembre 2018 (3)
  • noviembre 2018 (5)
  • octubre 2018 (2)
  • septiembre 2018 (2)
  • agosto 2018 (4)
  • julio 2018 (2)
  • junio 2018 (4)
  • mayo 2018 (1)
  • abril 2018 (2)
  • marzo 2018 (3)
  • febrero 2018 (1)
  • enero 2018 (2)
  • diciembre 2017 (5)
  • noviembre 2017 (2)
  • octubre 2017 (5)
  • septiembre 2017 (4)
  • julio 2017 (1)
  • junio 2017 (2)
  • abril 2017 (3)
  • marzo 2017 (2)
  • febrero 2017 (3)
  • enero 2017 (1)
  • diciembre 2016 (2)
  • noviembre 2016 (2)
  • octubre 2016 (2)
  • septiembre 2016 (4)
  • julio 2016 (2)
  • abril 2016 (1)
  • marzo 2016 (2)
  • febrero 2016 (3)
  • enero 2016 (3)
  • diciembre 2015 (2)
  • noviembre 2015 (1)
  • octubre 2015 (1)
  • septiembre 2015 (1)
  • agosto 2015 (3)
  • julio 2015 (1)
  • abril 2015 (1)
  • febrero 2015 (1)
  • diciembre 2014 (1)
  • noviembre 2014 (1)
  • agosto 2014 (1)
  • julio 2014 (1)
  • junio 2014 (1)
  • mayo 2014 (4)
  • abril 2014 (1)
  • marzo 2014 (3)
  • enero 2014 (1)
  • diciembre 2013 (1)
  • noviembre 2013 (1)
  • octubre 2013 (2)

Ultimos comentarios

  • Imagen: la clave teledirigida del poder actual – CUARTA POSICIÓN en Imagen: la clave teledirigida del poder actual
  • Nuestro insensible camino hacia un totalitarismo | Revista SIC - Centro Gumilla en Nuestro insensible camino hacia un totalitarismo

Etiquetas

Amador Fernández-Savater Banco Mundial biowarfare catástrofe alimentaria confinamiento estricto confinamiento masivo Consejo de Derechos Humanos de ONU Covid-19 crisis sanitaria EE.UU. El Gran Rechazo El gran reinici el miedo como herramienta Elon Musk el sionismo Estados Unidos familia Rothschild Federación Rusa Franja de Gaza George Soros gobierno de la incertidumbre guerreristas hambruna Hijos de la Alianza Hijos del Pacto Holodomor la Caída del Muro Luis E. Sabini Fernández matanza de palestinos matanzas selectivas medios de incomunicación menor calidad alimentaria Naciones Unidas OMS opinión pública OTAN pandemia del Covid-19 periodistas asesinados poder sionista poderío israelí Project for the New American Century sars-cov2 territorio ucraniano Ucrania Vladimir Putin

Meta

  • Registro
  • Acceder
  • Feed de entradas
  • Feed de comentarios
  • WordPress.org
Proudly powered by WordPress | Theme: micro, developed by DevriX.