por Luis E. Sabini Fernández
El sionismo pertenece a ese tipo de movimientos ideológicos de redención humana que promete a sus acólitos un universo luminoso, inmaculado, celestial, a conseguir con su prédica y acción.
Es un tipo de movimientos que floreció particularmente a lo largo del siglo XIX y en rigor es como una vieja aspiración religiosa a un paraíso que, laicizada, es “bajada” a tierra.
Su fórmula más extendida fue la del nacionalismo. Pero adquirió sus tonos ideológicos más fuertes, de utopía deseable, con el socialismo.
Antecedentes de esa ebullición conceptual, ideológica y política, se pueden rastrear en el desarrollo de la modernidad, en el jusnaturalismo y en la crisis de las relaciones de esclavitud y el consiguiente movimiento de manumisión de los esclavos.
En la estela del socialismo decimonónico, cuando ya el espectro político era ampliamente cubierto por él en la Europa de entonces, luego del descalabro material, anímico, de la Gran Guerra (1914-1918), y vinculado a las atroces condiciones impuestas por las naciones victoriosas a los estados vencidos, sobre todo a Alemania y Turquía, con el Pacto de Versalles, apareció un socialismo nacional. Luego de las gestas internacionalistas experimentadas a lo largo del siglo XIX y comienzos del s XX, resultaba una incongruencia, una anomalía, una negación radical del universalismo hasta entonces concebido, al menos doctrinariamente.
Pero el nationalsozialismus, que simplificada y propagandísticamente conoceremos como nazismo, se abrió entonces paso como otra alternativa política.
La vigencia del nazismo fue, empero, corta, afortunadamente. Doce años de despiadado poder, porque enfrentó enemigos más fuertes que sencillamente acabaron con sus pretensiones de dominar el mundo.
Es muy ilustrativo lo que nos recuerda Noam Chomsky sobre el plan estratégico nazi antes de la llamada 2ª. GM. Adolf Hitler envía a un personero suyo, Rudolf Hess, en misión secreta a Inglaterra a hablar con la cúpula británica; el premier Winston Churchill. Hess sobrevuela el Mar del Norte y se tira en paracaídas en el norte de Inglaterra. Si los ingleses no pudieron impedir el vuelo ‒estamos en 1940, guerra declarada‒ sí detectaron al paracaidista, que fue inmediatamente detenido.
Todo hace suponer que Hess presentó sus credenciales y el sentido de su misión; tener una reunión secreta con el gobierno británico. Jamás fue recibido, fue en cambio tomado prisionero y pasará casi medio siglo en esas condiciones, primero en el Reino Unido, luego, extraditado, seguirá preso en la Alemania de posguerra.[1]
Lo que Hess, es decir Hitler, quería proponer era un acuerdo entre amos. El nazismo se había inspirado para su vertebración supremacista en los ideólogos racistas anglonorteamericanos, a quienes admiraban. Al visualizar la división de la humanidad entre razas de amos y razas de siervos, los nazis ubicaban a los anglonorteamericanos entre los herrenvolk. Como se ubicaban a sí mismos, como alemanes. Y consecuentemente proponían una alianza de herrenvolk, pueblos señoriales, para seguir el reparto colonial del “mundo”, para enfrentar el surgir de masas eslavas, como se veía en la vieja Rusia devenida Unión Soviética; con los latinos, los nazis también postulaban una relación amo-siervo[2] pero, ¿cómo explicitar tal idea del mundo con un Mussolini que se pretendía a su vez imperial? Y con los pueblos africanos una política siempre bordeando el exterminio.[3]
Se trató de una propuesta geopolítica casi ingenua, por cuanto pocos años antes, los personeros de los colonialismos británico y francés se habían repartido las colonias alemanas en África, como fruto de la victoria de 1918, revelando otra concepción del poder y de los privilegios. Donde lo racial contaba algo menos que lo comercial…
El desarrollo de una próspera geopolítica racista tuvo un brusco final con el colapso nazi. Desde entonces, el racismo pasó a ser mala palabra y los nuevos diseños geopolíticos se anclaron en otros puntos de referencia.
Llamaba la atención que políticos o intelectuales hasta hace pocos años racistas confesos, se convirtieran en fulgurantes defensores de la igualdad racial.
Con el advenimiento del poder imperial de EE.UU., devenido en 1945 primera potencia mundial, se dejó de hablar incluso de imperio. Los críticos hablaban de “imperialismo yanqui”, pero la autodesignación era Democracia Americana; expansión de la democracia en el mundo. Compárese con los tiempos idos: British Empire era el nombre oficial que los colonialistas ingleses asumían para sí, con orgullo.
Ante el surgimiento del (mal) llamado Primer estado socialista, la URSS, y la efervescencia ideológica que sobreviniera en 1917 (ya preanunciada con la Comuna de París, en 1871), el debate político-ideológico había tomado mucho vuelo.
En el período que resultó ser de entreguerras, a la Rusia comunista, a la Italia fascista y a la Alemania nazi, se los llamaba “estados ideológicos”. Y muchos consideraban superiores estas formaciones políticas, por su diseño, su empeño, su pujanza, su conciencia de sí.
Con el resultado final de la 2ª.GM, el triunfo de EE.UU. fue universal o, si se quiere, con la URSS en pie, casi universal. Y con Pax Americana la democracia pasó a ser el buen gobierno por excelencia.
Sionismo
Vayamos un paso atrás, para reencontrarnos con un “hermano menor” de las ideologías de emancipación.
El sionismo encaró su prédica mediante la “solución” nacional, aspecto este que el principal movimiento emancipatorio del siglo XIX, el socialismo, rechazara con la mayor vehemencia, por considerar al chauvinismo reproductor de rasgos de lo que quería combatir. Pero también vimos que el nazismo se enancó exactamente en el mismo fundamento.
Muy a fines del s XIX, en 1897, termina por constituirse el Primer Congreso Mundial Sionista, un movimiento judío que postulaba una renovación radical de la condición judía, un rechazo a la pasividad y a la autoexclusión judía tradicional. [4]
Manumitir lo judío. Reencontrarse con el trabajo de la tierra, reaprender a vivir con ella. No depender de otros, ni para comer, ni para defenderse, camino de dignidad y protagonismo.
El sionismo cuajó como un nacionalismo de origen europeo, pero asumiendo un territorio ajeno a Europa, a los territorios que fácticamente habitaban los judíos.
Así se establece la primera mixtura. Algunos lo verán como renacimiento judío, aunque el sionismo se presenta inicialmente como prescindente en materia religiosa. No solo eso, sino que muchos rabinos se apartan del sionismo recién constituido. Pero a la vez, en la búsqueda de un anclaje territorial ‒porque hay acuerdo en que una entidad nacional debe contar con un territorio‒ el sionismo, que anduvo especulando si podía asentarse en Argentina, si en un territorio cedido por algún imperio como el británico (caso Uganda), entendió prontamente que era Palestina el asiento físico que más anclaje podía darle en el sentir de los judíos. Con lo cual, la idea de un resurgimiento nacional se conjugó de inmediato con la de un reimplante religioso y que así el sionismo pasara a ser una reafirmación religiosa. Para otros, como el mismo Herzl, el sionismo constituía una pieza valiosa en la geopolítica occidental de colonización y penetración en territorios adversos, como el asiático (como lo trasluce en su libro clave, El estado judío). Herzl iniciará gestiones para procurar recibir la tierra bíblica del imperio turco que la ocupaba. Sin resultados.
Para otros, finalmente, provenientes de la izquierda marxista, el sionismo constituía un movimiento de liberación nacional (aunque paradójicamente colonialista); la historia nos muestra que todos los tales movimientos lucharon por expulsar de sus tierras a colonialistas, no por cierto a aborígenes.[5]
Con el sionismo, entonces, tenemos una combinación que resultará explosiva: judíos oprimidos en lucha por acabar con el abuso y la discriminación religiosa, empeñados en recuperar el trabajo con sudor (aunque sin abandonar otras ocupaciones que la sociedad europea, cristiana, les había asignado, incluso con ciertos privilegios; el comercio y la banca), y a la vez empeñados en una tarea de amos, bien clásica: adueñarse de tierras pobladas por nativos.
El fondo racista del sionismo, común con el de los imperios colonizadores ‒triunfantes como los dirigidos por anglonorteamericanos o derrotados, como los de los alemanes‒ está presente en todos los pasos del implante judeo-sionista en Palestina.
Al fin de la guerra mundial el flujo de judíos azkenazíes, europeos, a Palestina, se hace imparable. La invasión (que en términos sionistas se caracteriza como “reconquista”) ejerce una violenta, cuasi genocida [6] expulsión “exitosa” de la mayoría de árabes palestinos. El flamante Israel empieza entonces a recibir judíos árabes, los llamados mizrahim. Algunos venían “por fin” a la “tierra de Israel”, otros fueron inducidos a venir a Israel por las organizaciones sionistas, interesadas en el flujo de judíos y para reemplazar el trabajo, la mano de obra árabe.
Los azkenazíes se encontraron con lo que ellos llamaban “la calidad étnica” de los mizrahim. Fueron inmediatamente tratados como inferiores (“human rubbish”, basura humana, al decir de Levy Eshkhol, uno de la cúpula histórica sionista y tercer primer ministro del Estado de Israel).[7]
Eso fue el sionismo en Palestina. Eso sigue siendo el sionismo, y desde 1948, el Estado de Israel en Palestina. Los natives, terminología genérica que el colonialismo británico ha usado para mencionar a los oriundos de cualquier lugar señalando “apenas” que son los que nacieron allí, en Tanganika, en Ceylán, en el Caribe, en un territorio sin especificidad alguna (salvo la que le otorgue, con la colonización, el imperio); son el otro, negado.
Los natives de Palestina eran en un 99 % árabes. En su gran mayoría musulmanes, con una minoría cristiana. En Palestina coexistía además, una pequeñísima población judía, ortodoxa, afincada en “tierras sagradas”, ajena al sionismo; el Antiguo Yishuv (del que surgirán las primeras víctimas mortales del sionismo). También habían residido allí, durante siglos, pequeñísimas congregaciones cristianas (templarios, por ejemplo). Porque en esas tierras coinciden las llamadas tres grandes religiones monoteístas: judaísmo, cristianismo, Islam.
La política de asentamiento sionista en Palestina es algo totalmente distinto a todos los esfuerzos de poblaciones despojadas para recuperar sus territorios.
Validos del enorme potencial financiero de las redes judías, el sionismo va gestando toda una trama de apropiación, inicialmente subrepticia, de territorio palestino.
Siempre, eso sí, abundantemente fundamentada: bíblicamente es “la tierra de Israel” y tiene como objetivo la ‘restauración del templo’. La pretensión de convertir a la Biblia en un libro de historia ha llevado a sionistas a re-crear una arqueología coherente, que reafirme los hallazgos bíblicos. De más está decir que amén de esa arqueología “de partido” existen muchas otras investigaciones arqueológicas que la desmienten.[8] Historiadores, incluso judíos, han demostrado falacias en la mitología judía.[9]
La secuencia de la colonización, en sus tramos iniciales, se repetirá: sionistas compran a propietarios ausentes, rentistas, generalmente turcos, tierras palestinas. Pobladas por campesinos que las trabajan. Pero que “jurídicamente” son apenas “campesinos sin tierras”. Cuando el emprendimiento sionista adquiere “legalmente” una tierra, tiene a su servicio a la policía turca que procederá a “limpiar el lugar” de residentes devenidos ahora ilegales. Que podían haber vivido allí por generaciones. Décadas, siglos.
Con el tiempo, la policía turca cederá sus funciones a la policía británica (cuando Turquía pierde la 1ª. GM e Inglaterra “recibe” esa tierra para tutelar).
Este modus operandi despierta resistencia. Espontánea. Una vez cada tanto, surgirán estallidos de violencia de campesinos despojados, de una sociedad tan trastornada.
Violencia que acabará con la vida de judíos (y de los sublevados; “la ley colonial” es implacable al respecto). Vida de judíos particularmente sionistas. En dichos estallidos, la violencia no es tan “ciega” por cuanto no se dirigirá, al menos siempre, contra todos los judíos sino en varias ocasiones sólo contra los sionistas. Estos estallidos se repetirán en 1910, 1921, 1927, 1928, 1932 y finalmente, cuando la población palestina adquiere conciencia de que la apropiación sionista es la anulación de ellos, ya no parcial, sino de “todo”, de que les va la vida en ello; que están siendo despojados de su sociedad, en 1936, estalla lo que podríamos llamar la primera intifada palestina del s XX, que durará tres años y que ingleses y sionistas, unidos, ahogarán en un baño de sangre que postrará a la sociedad palestina por décadas.
En 1947 tenemos una vuelta de tuerca sobre la situación palestina. La flamante ONU interviene descaradamente a favor de una solución “occidental” y “civilizatoria” contra una población aborigen que será ignorada al mejor estilo señorial. Pero con una diferencia sustancial: ahora, el dominio despótico tradicional pasa a ser, bajo dirección estadounidense, un dominio democrático. Se mantendrá la estructura de dominio pero la modalidad será distinta; el racismo será mala palabra, lo mismo que la explicitación imperial. EE.UU. pasa a ser árbitro, juez y garante del caso palestino. Será el tiempo de las votaciones. Pero eso sí, cuidando la construcción de mayorías.[10]
¿Acaso un pueblo?
El sionismo como movimiento de emancipación tiene características exclusivas. Las menos significativas se emparientan con el socialismo decimonónico; la revalorización del trabajo como fuente de socialización, por ejemplo; otras, como reivindicar la condición nacional como decisiva, lo liga, paradójicamente, al socialismo nacional alemán, el nazismo.
Sin embargo, la asunción del carácter nacional como primordial presenta a su vez graves escollos: primero la enorme diversidad étnica: los nazis se asumían como los dirigentes de la nación alemana, partida en diversos territorios, producto sobre todo de guerras perdidas; había alemanes rusos (los del Volga); alemanes que son austríacos (por diferencias dinásticas); los que vivían en Polonia en la zona de Danzig, otrora Prusia; en los Sudetes que el tratado de Versalles dejó bajo soberanía checa y polaca. Todos ellos hablaban alemán y étnicamente tenían cierta tipología común. Con los judíos, la diversidad étnica y lingüística adquiere tales dimensiones que se hace imposible hablar de un solo pueblo, aun con todas las definiciones, ponderaciones y limitaciones que uno pueda atender; hay judíos europeos, caucásicos, los hay alojados milenariamente en el mundo árabe ‒y tales judíos son étnicamente similares o confundibles con árabes‒, hay judíos de tez muy blanca, los hay de tez oscura, los hay afros de raza negra, como los falashas. El humor judío lo aborda risueñamente diciendo que hay rubios, morochos, pelirrojos, de pelo lacio, superenrrulados…
Segundo, la confluencia de socialismo y nacionalismo hará que en el sionismo lo nacional se imponga convirtiendo los aspectos socialistas en meros instrumentos de la finalidad nacional; será lo que explicará que “células socialistas”, como se presentaban los kibutzim, no permitirán el ingreso de árabes, una limitación o segregación inimaginable desde el punto de vista socialista.
Muy conectado con la cuestión nacional, tenemos la lengua. Las lenguas suelen ser las del lugar de nacimiento; judíos del este europeo tenían la lengua del lugar como los otros habitantes, pero a su vez tenían una lengua propia común, el yiddish, así como los judíos del sur europeo tenían el ladino como su lingua franca. Que les otorgaba cierta diferencia respecto de las sociedades que habitaban. Y una suerte de poder; hablar una lengua que no entiende el resto de la población. Un poder que a su vez genera mucho malestar, resentimiento, porque patentiza una libertad ajena, la de quienes “hablan entre ellos”.
Es de destacar que entre los mizrahim no existió sino el idioma árabe.
(aparte, en todos los casos, tenemos el uso ritual del hebreo).
Lo que había ligado a lo judío hasta la aparición del sionismo, era la religión. Como a la vez hay un debilitamiento generalizado de lo religioso en Occidente, y ese fenómeno atañe tanto al cristianismo como al judaísmo, los judíos, al menos los europeos, habían ido conservando su identidad judía sobre la base de valores, costumbres y tradiciones culturales, no tanto a través de la observancia religiosa.[11] Esta situación cambia con la aparición del Estado de Israel.
El sionismo con el Estado de Israel
Con el Estado de Israel, el sionismo se adueña del alma judía. Y la reencarna.[12]
El nazismo le entrega al sionismo el “derecho” a usurpar la representativiclad de lo judío, que los sionistas por cierto han aprovechado al máximo. El nazismo le ha asegurado a lo judío su excepcionalidad. La industrialización de la muerte, los asesinatos masivos, genéricos, basada en un odio que todo lo cubre, explica la reacción judía de reafirmar una identidad tan cuestionada pero no justifica la pretensión de exclusividad. Se ha montado toda una “industria del holocausto”, como bien define un judío lúcido y sin pelos en la lengua, Norman Finkelstein,[13] que le asegure a los judíos y al mundo entero que lo vivido por los judíos es único en la historia de la humanidad, que jamás se vivió otro tamaño genocidio. Aunque haya tantos judíos que vivan para contarlo y en cambio queden tan, pero tan pocos yaquis, quilmes, charrúas, hereros, maoríes, pilagás murris, palawah, para poder testimoniar los exterminios respectivos de sus pueblos. O, como pasó con los congoleses, que de los 20 millones que se estima había a fines del siglo XIX, haya sobrevivido apenas la mitad al terminar la primera década del siglo XX, obra de unas tres décadas de “colonización” del rey belga, Leopoldo II. El Congo, llamado entonces Congo Belga.
Característico de movimientos implantando una nueva verdad ha sido su pujanza, su inflexibilidad, su dogmatismo. Un autoritarismo adverso a la pluralidad, a la diversidad.
Lo conocemos en la intolerancia religiosa, por ejemplo, tan característica en buena parte de las iglesias llamadas protestantes (pentecostales, universales, nazarenos, neoapostólicos, así como en las tendencias católicas fundamentalistas).
También ha sido característico de las principales formaciones políticas “ideológicas” (comunismo soviético, fascismo, nazismo, siguiendo un grosero orden cronológico, cada uno con su modalidad y con enormes diferencias entre sí) y de aquellas formaciones políticas que se reclaman no ideológicas (siéndolo), como el liberalismo y particularmente el neoliberalismo (“momento” financiero del capitalismo).
A todas ellas les cabe la observación de Blas Pascal, de varios siglos antes, sin duda atendiendo a los reclamos de otros milenarismos entonces de raigambre religiosa: ‘el hombre es medio ángel y medio bestia y cada vez que procura convertirse en solo ángel deviene totalmente bestia’.
Una diferencia fundamental es la que da lugar a calificar al fascismo y al nazismo, por su intención restauracionista, como reaccionarios, en tanto el comunismo, postulando un futuro emancipado, como revolucionario. Como se ve, posiciones opuestas respecto de la temporalidad (solo que la pretensión de conocer lo futuro hizo al comunismo también opresor).
Hay otra diferencia igualmente fundamental entre comunismo y nazismo: el comunismo postula un universalismo del cual excluye a los propietarios. Pero se trata de una exclusión de clase, no étnica ni nacional. Propietarios, proletarizados, van a pertenecer al universo de la nueva sociedad. En el caso del nazismo no existe universalidad semejante (no nos importa aquí si es verdadera o falsa). El mundo deseable, “el nuevo mundo” es para los herrenvolk, no para negros, chinos o judíos, por ejemplo. Esa carencia de universalidad, siquiera virtual, tiene que expresarse en algo. Separa radicalmente a humanos de humanos. Lo hace a través del odio. El odio como relación hacia ese mundo inferior. Leyendo Mein Kampf, eso se respira. También lo puede expresar el desprecio. O negando la condición de humanidad al otro.
Si punteamos estos nudos éticos, políticos en el sionismo, vemos cuán separado está de todo universalismo, cristiano o socialista y, en cambio, cuánta coincidencia verificamos con el nazismo.
Pero no se trata sólo de coincidencias teóricas, como la idea de pueblo o nación elegida, por ejemplo. Y la de los odios o desprecios consiguientes.
Si revisamos la relación entre nazismo y sionismo, veremos, en los inicios nazis, en la década del ’30, particularmente en su primera mitad, cuánto se proyectó y trabajó en común.
“Seis meses después de que Hitler llegara al poder, la Federación sionista de Alemania (por lejos el grupo sionista más grande de aquel país) emitió un detallado memorándum al nuevo gobierno que revisaba las relaciones judío-alemanas y formalmente ofrecía el apoyo sionista para ‘resolver’ la molesta ‘cuestión Judía’. [14]
˝[…] Creemos que precisamente es la nueva Alemania [Nacional Socialista] que puede, a través de una determinación audaz en el manejo de la cuestión judía, dar un paso decisivo hacia la superación del problema, el cual, en verdad, tendrá que ser tratado por la mayoría de los pueblos europeos… Nuestro reconocimiento de la nacionalidad judía mantiene una relación clara y sincera con el pueblo alemán y sus realidades nacional y racial, porque estamos también nosotros contra los matrimonios mixtos y por la pureza del grupo judío […] La propaganda del Boicot [15] ‒tal como se está llevando a cabo actualmente, de muchas maneras contra Alemania‒ es en esencia no-sionista.”[16] Los sionistas alemanes criticaban la política de boicot contra el 3er. Reich y aceptarán, bien que arrinconados, una asociación con el nazismo, como el convenio Haavara.[17]
En el memo citado se advierten los denominadores comunes, el parentesco ideológico que une al sionismo con el nazismo. No podemos borrar la historia, so pena de no entender la cuestión.
Ese parentesco, histórico, persiste a lo largo del tiempo. No se trata de confundir nazismo y sionismo ni de ignorar diferencias vertebrales, como el antisemitismo nazi o la visión sobre las discapacidades, por ejemplo.
Hay muchísimos informes de época que apuntan cómo el nazismo empezó tempranamente a perseguir judíos, al principio por medios sociales, administrativos y judiciales, como las leyes de Núremberg, prohibiendo casamientos mixtos, negando acceso a centros de enseñanza, boicoteando servicios judíos y promoviendo su emigración… ¿adónde? A Palestina.
Esto fue in crescendo; obligar a judíos a lavar arrodillados las calles, por ejemplo, expresa el odio y el desprecio acumulado y direccionado… hasta llegar a un clímax de violencia con la Noche de los Cristales Rotos (1938, se estimó en cien los judíos asesinados… con toda la violencia conexa).
Sin embargo, durante los primeros años del 3er. Reich, 1933, 1934, hasta 1937, aproximadamente, los sionistas declaraban coincidir con las leyes de Núremberg y otras disposiciones del gobierno nazi, que permitieron, transitoriamente, a los sionistas estar exceptuados de la persecución, creciente, contra los judíos.
La política nazi entonces era la de separar a los judíos de la nación alemana. Y la sionista, la de separar a los judíos de cualquier otra nación no judía.
Los nazis supieron aprovechar las diferencias entre judíos sionistas y judíos no sionistas. Y los sionistas supieron aprovechar la política nazi para favorecer sus propios planes de colonización en Palestina.
Facilitar la llegada de judíos alemanes a Palestina fue una política nazi entonces. El que incluso Inglaterra, para “equilibrar” su política imperial con los árabes, quisieran restringir el ingreso de judíos a Palestina, sirvió únicamente para estimular la “alianza” de la Alemania nazi con la colonización sionista de Palestina.
Aparte de esa coincidencia geopolítica, existía otro factor ideológico que hermanaba al sionismo con lo nazifascista, que es un aspecto celosamente escamoteado desde el desenlace de la 2ª. GM.
El sionismo primigenio reconoce en David Ben Gurion su figura liminar. Que apostó siempre al padrinazgo, primero británico, luego estadounidense. En 1935, al calor de las ideas nacionalistas plebeyas toma nuevos bríos dentro del sionismo una rama o variante llamada “revisionista”, liderada por Zeev Jabotinski, francamente identificada con el fascismo. Desde su ascenso al poder, el fascismo, a diferencia del nazismo, no era antisemita, al contrario, la muy pequeña colectividad judía italiana abrazó la causa fascista. Mussolini guardaba mucha estima por Jabotinski, que llegó a contar con campo de entrenamiento en las afuera de Roma para sus milicias del Betar.[18]
La colaboración nazisionista fue tal que permitió escaramuzas como la siguiente: en 1936, redes “socialistas” de kibutzim invitan a Adolf Eichmann a Palestina. Eichmann era un nazi que tenía cierto nivel en la organización del 3er. Reich, interesado en promover la colonización judía de Palestina. Se había puesto incluso a aprender hebreo. Cuando el “invitado” llega a Palestina, las autoridades británicas le niegan la entrada puesto que era “el enemigo” (alemán o nazi, elija el lector). Los sionistas ven naufragar la instancia y acuerdan improvisadamente recibirlo de todos modos, en El Cairo. [19]
En la fundación del Estado de Israel el sionismo revisionista perdió la pulseada ‒incluso violentamente‒ con el sionismo occidentalista y “socialdemócrata” liderado por Ben Gurion. Queda por ver si no fue nada más y nada menos que el reflejo del resultado de la 2ª. GM, precisamente.
Porque el sionismo fascista no desapareció, al contrario goza de excelente salud. Solo cambió de denominación.
Ha pasado como con el término racismo. Dejó de servir; al contrario, pasó a ser un lastre.
Y lo más importante; luego de unas tres décadas de gobierno llamado “socialdemócrata”, en 1977 gana las elecciones israelíes el partido de los fascistas de no tan antaño. Con el nombre de Likud. Menagem Begin será el líder entonces. Terrorista que recibirá el Premio Nobel de la Paz, monstruosidad sin par, y característica de tantos premios Nobel, porque Begin seguirá manteniendo la misma política de usurpación territorial más o menos violenta y de estrangulamiento progresivo de la sociedad palestina (compárese apenas con Nelson Mandela que, tras 27 años encarcelado tuvo la disposición para sembrar paz en la otrora Unión Sudafricana, devenida República de Sudáfrica).
Desde 1977, el Likud ejercerá el gobierno de Israel. Con Itzjak Shamir, Ariel Sharon, Ehud Olmert o Beniamin Netanyahu.[20] Pero nuestros medios de incomunicación de masas jamás caracterizarán al gobierno de Netanyahu y a los gobiernos que rigen Israel desde los ’70 como lo que son: coalición de partidos que tiene por partido principal uno fascista. Decimos fascismo no como insulto sino como fuente ideológica.
Por eso, cuando en tiempos nuestros algunos políticos como los laboristas Ken Livingstone[21] o Jeremy Corbyn han puesto en claro esas relaciones, han enfurecido a los sionistas, que suelen mencionar el “antisemitismo” de Livingstone o Corbyn.[22]
Valga precisar que el enfurecimiento no es por faltar a la verdad sino por recordar incómodas verdades.
Otro rasgo de los movimientos que hemos estado glosando ha sido el desprecio por la vida humana del ajeno, del contradictor. Como si fueran apenas escollos, que hay que sacar de la sagrada ruta de salvación.
Tales rasgos los podemos rastrear, igualmente, en el sionismo. Es significativo que el sionismo haya cometido su primer asesinato político sobre un judío.[23] La condena de muerte fue porque el condenado, Jacob de Haan, dialogaba con árabes. Es todo un diseño de sociedad el que está detrás de semejante condena.
Los movimientos dedicados a llegar a la salvación, la plenitud de un mundo nuevo no reparan en obstáculos. Al contrario, encuentran regocijo en borrarlos del mapa.
Es un rasgo característico, y consecuente, el de la escasísima valía de la vida ajena. Basta leer algunas afirmaciones de rabinos sionistas para darse cuenta.[24] Dov Lior, rabino jefe a cargo de un puesto clave en el Estado de Israel ha declarado, refiriéndose a Baruch Goldstein: “es más sagrado que todos los mártires del Holocausto”.[25] Y en 2013 no tuvo nada mejor que sostener que la Torah otorga a los judíos permiso para matar inocentes no judíos, niños incluidos (una forma de “amparar” los delitos de lesa humanidad de los militares israelíes).[26]
Pero un sionista no tiene porque ser rabino ni religioso para tener esa forma de pensar (y actuar) que combina racismo y desprecio. Veamos una pequeña “galería” del gobierno de la era de Beniamin Netanyahu:
Declara Ayelet Shaked, ministra de Justicia (¡!): los palestinos “tienen que morir y sus casas ser demolidas. (…) Son todos enemigos nuestros y deberíamos tener su sangre en nuestras manos. Y eso se aplica a las madres de los terroristas”.[27] Advirtamos el lenguaje de “libro sagrado”.
Naftali Bennett, ministro de Educación: “He matado a muchísimos árabes en mi vida, y no he tenido ningún problema por ello”. [28] Al contrario, podríamos agregar.
Avigdor Lieberman, ministro de lo que con lenguaje orweliano se llama de Defensa, justifica los brutales ataques de los militares israelíes contra la población palestina, así: “En Gaza no hay inocentes”. Un millón setecientos mil habitantes de los cuales algunos cientos de miles oriundos de esa región (el resto, abrumadora mayoría de refugiados) condenados a muerte por Lieberman. Hombres, mujeres, niños… otra vez, lenguaje de la Torah.
El sionismo tiene así ‒en su desprecio por la vida de “los otros”‒ una estrecha vinculación ideológica, aunque no asumida, con el nazismo; es como si se hubiera identificado. Habiendo sufrido los judíos tanto daño del nazismo, sentirse impelidos a actuar de modo similar para destruir algo que se considera enemigo, así como el nazismo consideró enemigo a lo judío. ¿Retorcido y anacrónico síndrome de Estocolmo o clara coincidencia de hermanos-enemigos?
El sionismo adopta del nazismo la dureza, la pretensión de pureza, la inflexibilidad. El nazismo fue un movimiento audaz y soberbio. Hizo de la fuerza un culto. El sionismo también ha hecho de la fuerza un culto, pero con otra modalidad. No de ostentación sino más soterrada. Foucaultianamente, podríamos decir que el nazismo hizo gala de un poder tradicional, de ostentación y, el sionismo, modernizándose, lo ha ocultado. Por eso los servicios secretos se han hecho tan importantes. El papel de los mistarviim,[29] por ejemplo; el del MOSSAD.[30]
Pero hay pensadores, judíos, que han rastreado parentescos. Reflexionado sobre el destino del experimento sionista, Avraham Burg, abordando cuestiones tan hondas como la
piedad, mejor dicho la impiedad, que él ve generada en la sociedad israelí ha afirmado: “Israel es un gueto sionista, un nido de violencia.”
“En una entrevista al diario Haaretz traducida y publicada por Courrier International explica porqué compara Israel con Hitler y señala especialmente que la ‘Ley del Retorno’, que concede la ciudadanía israelí a cualquier persona nacida en la diáspora y considerada como judía según la tradición religiosa ortodoxa, es el reflejo de la doctrina de Hitler y la definición recogida literalmente por las leyes de Núremberg. ‘La dimensión israelí de mi identidad amputa mis otras dos dimensiones, la humana y la judía’, indica para explicar su antisionismo (que data de 2003) […].” [31]
He aquí la observación de Wikipedia sobre este autor, que fuera presidente de la Knesset: “Ha afirmado también que la presión que observa en Israel contra los árabes tiene paralelismos con la que sufrieron los judíos en los regímenes nacionalsocialistas antes de la Segunda Guerra Mundial.”
El caso israelí es todavía más complejo que los muy estudiados comunismo, fascismo y nazismo. Porque su enorme peso político, organizativo, ideológico, militar, ético, trasciende y con mucho las estrechas fronteras del pequeño territorio palestino devenido israelí.
Su complejidad viene desde muy atrás. Ab ovo. Ya vimos como el sionismo se iba implantando con asistencia primero turca y luego británica en el objetivo calculadamente elegido, la bíblicamente llamada “tierra de Israel”.
La asistencia principal ha sido, precisamente, la Biblia. Paradoja de un movimiento político como el sionismo, que se inicia laico y abraza casi de inmediato la ligazón religiosa como el más (o el único) factor aglutinante. Lo dice en un párrafo el analista Pablo Jofré Leal: “[…] explicar la política de ocupación de Palestina, bajo el supuesto mitológico de un dios, que dotado de cierta simpatía hacia un solo pueblo le entrega un título de propiedad de una tierra que no le pertenecía. En ese marco, [con] la narrativa sionista se impone la idea que instalarse en Palestina, colonizarla y pasar por encima de sus habitantes es un derecho indiscutible en función de ser un ‘pueblo elegido’. Bajo esa perspectiva, para ese imaginario no es posible hablar de ‘usurpadores’ sino de alguien que recupera una tierra que habían dejado hace dos mil años. Dios mismo les hizo ese regalo e incluso la leyenda alcanza a la propia Al Quds sosteniendo que ella es su capital eterna e indivisible.” [32]
Significativo maridaje el de Israel y EE.UU.
No es nuestra intención hacer una historia del sionismo sino apenas alcanzar a tener una noción del abismo en que esta ideología salvacionista, mesiánica, ombliguista, y consecuentemente racista, ha arrojado a víctimas pero también a verdugos. Un abismo que se ha ido ahondando con el tiempo.
Para su trayectoria el sionismo ha contado con el auxilio de la dirección política, económica e ideológica de EE.UU. (con pequeñas interrupciones, como el “cortocircuito” con J. Carter)
Que es lo que le ha permitido alcanzar la increíble influencia actual. Israel cuenta con quien “le hace los mandados”. AIPAC, el lobby judío estadounidense tan ligado al estado sionista entre otras redes de apoyo.
Israel ha desarrollado una fuerza de seguridad, una mezcla de lo militar y lo policíaco, con alcance local y global que le ha permitido estar presente articulando o asistiendo cambios de mano o golpes de estado, por empezar entre los palestinos y sobre toda el área árabe; llevar adelante el plan Yinon,[33] ser así decisivo en la escisión del Sudán en dos estados; asistir con técnicas y armas a las más atroces dictaduras centroamericanas de los ’80, asistir en la acción deletérea del ISIS en países como Irak o Siria, ligarse con partidos de extrema derecha que campean en Europa oriental (¡a menudo antisemitas!), articulando o asistiendo a la reiniciación de golpes de estado en América al sur del río Bravo, ya en pleno siglo XXI (Honduras) y tener relaciones político-militares cada vez más estrechas con países claves en la neocolonización violenta sudamericana, como Colombia, Paraguay o Brasil ahora con Bolsonaro…
Israel, como producto del sionismo y, cada vez más como realidad política en sí, ha mantenido una relación absolutamente preferencial y única con EE.UU. desde la segunda posguerra.[34] Lo que le ha asegurado impunidad en su proceso de brutalización y desprecio hacia los natives de “su” país. Como éstos son muchos, tantos aproximadamente como la población judía en Israel [35] la “liquidación” de “lo viejo” al estilo colonial o imperial clásico ha resultado más difícil (aparte de lo inaceptable de la pretensión en sí).
Veamos la semblanza que desde los mismos EE.UU. representantes del establishment de ese país, nos dicen. Por ejemplo, Philip Giraldi, especialista en lucha contra el terrorismo, conocido, que se presenta como exoficial de inteligencia de la CIA, columnista y comentarista de TV y director del Consejo para el Interés Nacional, glosando el análisis de Andrew Sullivan, un bloguero británico radicado en EE.UU. (“How Should We Talk About the Israel Lobby’s Power?”, NYT, 8 mar 2019).
Plantea Giraldi que “el dinero judío es lo que ha corrompido a la política y los medios de comunicación estadounidenses para reprimir cualquier discusión honesta sobre Israel-Palestina y para sesgar la actividad del gobierno de EE.UU. en el Medio Oriente para que favorezca lo que Israel percibe que son sus propios intereses. Este proceso se lleva a cabo a la intemperie con los multimillonarios judíos de Israel, Sheldon Adelson y Haim Saban, respectivamente, como donantes principales para los partidos Republicano y Demócrata.” [36]
Giraldi parece ajeno a la influencia judía en el centro imperial del planeta, pero no ajeno al conocimiento de sus influencias.
“Esta inundación de dinero judío en la generación de la política exterior ha hecho un daño incalculable a los intereses reales de los EE.UU., como lo demuestra Sullivan” (ibíd.).
Más adelante Giraldi da una significativa razón de la curiosa relación que existe en el Congreso de EE.UU. entre sus miembros y la AIPAC (se supone que por lo menos unos 300 diputados de los 435 existentes están fuertemente ligados a la defensa del Estado de Israel y una proporción similar también entre senadores): “La mayoría de los atornillados a los sillones del Congreso no aman a Israel […]. De hecho, muchos de ellos se quejan en privado de la presión, pero les encantan las donaciones para las campañas y las lucrativas prebendas de empleos en la industria de servicios financieros que vienen con sus jubilaciones. Y también saben que si se oponen a los intereses israelíes mientras ocupan el cargo, pronto estarán desempleados.” Descarnada descripción que deja entrever el poder tras bambalinas de sionistas en los centros del poder de EE.UU., es decir en los centros de poder del imperio mayor.
Encarando las relaciones de lealtad de ciudadanos estadounidenses respecto de Israel, Giraldi pregunta: “Y en cuanto a la ‘lealtad a un país extranjero’, ¿de qué otra manera se describe cómo hacer todo lo posible para favorecer a un estado extranjero a expensas de la nación donde uno vive? El mismo Sullivan proporciona pruebas en su artículo de que la relación unidireccional con Israel inflige un daño importante a Estados Unidos y que la habilitación de ese proceso proviene del esfuerzo de un disciplinado y bien financiado lobby que opera en todos los niveles del gobierno y también a través de los medios de comunicación. ¿No es eso lealtad a un país extranjero?” (ibíd.) Obviamente, un delito.
Giraldi nos recuerda una vez más la “ayuda” que EE.UU. da cada año a Israel (la mayor de todas las ayudas brindadas por EE.UU. a naciones “en estado de necesidad”), resumiendo a Sullivan: “Discute los 3.800 millones de dólares que recibe anualmente a pesar del hecho de que es un país rico, su incapacidad para respaldar los objetivos de la política exterior de los EE.UU., su falta de voluntad para reducir una ocupación brutal de Cisjordania, su humillación hacia el presidente Obama porque entró en un acuerdo con Irán y la subyugación casi completa del Congreso, los líderes del Congreso y la Casa Blanca.” (ibíd.) Aquí percibimos la ideología de Sullivan y probablemente la de Giraldi, quejándose de que Israel en lugar de apoyar la política de EE.UU. en el planeta, procura que EE.UU. atienda y asista la propia israelí. Pero la idea que tengan Giraldi o Sullivan sobre el papel de EE.UU. ‒que probablemente no coincida con la nuestra‒ no invalida la lucidez y la crudeza con que exponen la política de Israel (en y sobre EE.UU.).
La presentación de Giraldi es implacable y sin desperdicios: “Sullivan no menciona cómo Israel también espía en Estados Unidos, roba tecnología desarrollada por Estados Unidos y se beneficia enormemente de los acuerdos comerciales beneficiosos que destruyen los empleos estadounidenses.” (ibíd.)
Sullivan repasa incluso otros aspectos y episodios; “asuntos ‘sospechosos pero no probados’, como el papel de Israel el 11 de setiembre, su aparente manipulación de los funcionarios judíos estadounidenses en el Pentágono para iniciar la desastrosa guerra de 2003 con Irak y su actual agitación bajo cuerda para que Washington ataque a Irán.” (ibíd.)
Giraldi sigue enumerando los diversos instrumentos de que se valen los sionistas para generar su propio cuadro de situación. Destaca, por ejemplo, que “Friedman [David], en particular, ha tratado de eliminar la palabra ‘ocupación’ de las descripciones oficiales del gobierno estadounidense de la actividad israelí en las áreas palestinas.” (ibíd.)
Y apuntando al deterioro psíquico, político, ético de los estadounidenses señala lo que acontece ahora: “la predilección israelí de usar a manifestantes palestinos desarmados para la práctica de blancos de francotiradores y para bombardear escuelas e infraestructura vital en Gaza, actos que alguna vez la mayoría de los estadounidenses consideraron crímenes de guerra o crímenes de lesa humanidad.” (ibíd.)
La penetración sionista es honda en el cuerpo social de EE.UU. Giraldi nos recuerda que “Sullivan menciona cómo el Congreso está dispuesto a aprobar leyes para restringir la libertad de expresión si dicho discurso implica críticas a Israel, señalando que el primer proyecto de ley que surgió en el Senado después del reciente cierre fue apoyar el castigo de quienes abogan por el boicot [BDS] no violento de Israel.” (ibíd.). La libertad de expresión, recordemos, es constitucionalmente sagrada. Se refiere a la política de ahogo legal del BDS palestino (campaña de Boicot, Desinversión y Sanciones). Ahogo que también estamos viendo en Europa, procurando criminalizar esas actividades absolutamente no violentas.
Como frutilla de la torta tenemos el manejo de la estructura educacional y pedagógica del país, de EE.UU: “[…] el estudio del holocausto se está volviendo obligatorio en muchos sistemas escolares de los EE.UU. sin ninguna sugerencia de que la narrativa oficial pueda ser en gran parte falsa.” (ibíd.)
Después de este recorrido sobrecogedor por el manejo israelí de la sociedad norteamericana podríamos creer que hay poco que agregar.
Pero la acción y la penetración israelí van mucho más allá. Por ejemplo, evaluemos la cuestión del valor de la vida humana. Sin duda para los sionistas las vidas no judías valen muy poco: “La agencia francesa AFP aseguró que al menos 204 palestinos y sólo un militar israelí murieron durante las operaciones militares lanzadas por Israel el 28 de junio en Gaza para recuperar a un soldado israelí secuestrado, Gilad Shalit […].” [37]
Ese soldado será liberado, sano y salvo tiempo después, y declarará que fue bien tratado durante su tiempo en cautiverio. Muy poco después dejará de aparecer mediáticamente y ser entrevistado. Indudablemente su experiencia, su testimonio, no coincidía con lo que el gobierno israelí quería transmitir. Pero que la recuperación, fallida, del soldado hecho prisionero significara la muerte, el asesinato violento de dos centenares de palestinos, la inmensa mayoría seguramente inocente y ajena al secuestro, nos revela algo: que el Ejército de “Defensa” [sic] de Israel, irritado, aprovechó el secuestro de un soldado para acabar con unas cuantas vidas palestinas… Es indudable que la vida no judía ‒con “fundamento” bíblico o sin él‒ importa muy, muy poco.[38]
Acabamos de repasar la impunidad con que la “diplomacia” israelí se mueve en EE.UU. (y en Europa, podríamos agregar).
Volvamos al azotado suelo palestino y su población históricamente existente hasta la irrupción sionista.
Episodios tomados al azar:
“Israel entrega órdenes de demolición para hogares de 15.000 palestinos de Jerusalén […] Los residentes de los barrios ya habían sido desalojados de sus hogares en Jerusalén, por lo que se trasladaron a los barrios más cercanos al campo de refugiados de Shuafat. […] Los barrios que serán demolidos se encuentran dentro de los Territorios Palestinos reconocidos por Naciones Unidas y ocupados por Israel desde 1967.” Información de los diarios. 11 mar 2013.
Pero sucede año a año y varias veces por año.
“Israel va ocupando manu militari terrenos y territorios palestinos fuera de las fronteras mal ganadas por Israel en 1948: “En las últimas horas el Ejército israelí entregó a los beduinos palestinos que residen en Yabal al Baba, a las afueras de Jerusalén, en la Cisjordania ocupada, órdenes para que abandonen sus viviendas ante la inminente demolición de las estructuras que habitan.” 17 de noviembre de 2017.
“Israel demuele una escuela palestina en Jerusalén.” 19 mar 2019.
2013, 2017, 2019, todo el tiempo el despojo, el mismo despojo desde 1948.
Ronen Bergman es un periodista israelí que ha saltado a la fama con su Rise and Kill First (Levántate y mata primero).
“Crema dental con veneno, neumáticos y móviles con explosivos o drones armados. Éstas y otras tácticas han sido utilizadas por Israel a lo largo de sus 70 años de existencia como estado independiente para completar 2.700 operaciones letales, según se desprende del libro Rise and Kill First.” [39]
Bergman titula su recopilación de atentados invocando un consejo talmúdico: si viene alguien a matarte, ‘levántate y mátalo antes’. La invocación no es errada ni éticamente deleznable. Lo que sí es deleznable es que el sionismo ‒y el título de Bergman‒ se hayan creído y quieran hacernos creer que alguien los quiere matar a ellos, y ellos, replicando, quieran aventajar a dichos atacantes, cuando históricamente han sido ellos, los sionistas, quienes han ido generando las situaciones de violencia, adueñándose de algo que entienden bíblicamente como propio pero que histórica y materialmente era de otros, es decir que son los sionistas los que iniciaron su acción procediendo como usurpadores y disparadores de violencia. Y de ese modo y con esos métodos vienen desquiciando, a la sociedad palestina desde hace un siglo.
En 1936, los mistarviim se presentaban, por ejemplo, “espontáneamente” en un taller de reparación de autos, con una camioneta averiada, a ver si se la reparaban. Los del taller asentían, los “dueños” se retiraban y a los 20 minutos volaban por el aire, los del taller, la camioneta y paredes linderas. Con los muertos consiguientes. Era el terrorismo sionista dedicado a destrozar y enloquecer a la sociedad palestina entonces resistiendo los avances de la colonización sionista.[40]
Se trata de un terrorismo callado, diferido, cerebral, basado en la acumulación de datos. Por ejemplo, la Franja de Gaza está soportando un sitio feroz, pese a las limitaciones físicas del lugar (unos 45 km costeros por 6 u 8 km de ancho, unos 300 km2). Viven allí concentrados alrededor de 1 700 000 humanos casi sin energía eléctrica, casi sin alimentos, casi sin elementos de higiene, casi sin asistencia médica. Con calles bombardeadas y miles de viviendas destruidas.
Mezclando terrorismo y torniquete, los israelíes han bombardeado sistemáticamente usinas potabilizadoras, puertos, aeropuertos, hospitales, escuelas.
El ingreso de alimentos (muy poco más que alimentos se permite) está regulado por una cantidad de calorías por habitante, la mínima para sobrevivir. Esto significa en los hechos hambre y muertes prematuras. Pero no directa; si un médico la registra pondrá “muerte por paro cardiorrespiratorio” (confundiendo aviesamente, causa con consecuencia). Porque todos sabemos que el transporte masivo de alimentos conlleva pérdidas a veces cuantiosas.
“[…] en los últimos 42 años [desde 1967] Israel ha utilizado de hecho los territorios palestinos como vertedero donde arrojar sus desechos, estableciendo en todos ellos basureros sin revestimiento, en los que se dejan sustancias peligrosas, incluidos desechos industriales nocivos, que impregnan el suelo y contaminan el acuífero.» [41]
“Palestina contaminada por desechos israelíes”[42]
“El bloqueo a Gaza es peor que nunca con cada vez más cortes de electricidad […] y rumores de una inminente ofensiva israelí.”
”Para quienes no lo sepan, el debate actual entre los gazatíes es si un ataque militar directo […] es una manera mejor de morir que por medio de un genocidio progresivo, la intensificación del bloqueo que se impone desde hace diez años […] ¿hay ciudadanos en alguna otra parte del mundo que debatan acerca de cuál es para ellos la mejor manera de morir? ˝
Así resume Haidar Eid la pregunta principal: “A Gaza le queda una pregunta: ¿morir debido a una masacre o por falta de electricidad?” [43]
Un pequeñísimo ejemplo que se repite: “350 vecinos de Mnaizel saben que en cualquier momento llegarán los soldados israelíes con los bulldozers y destruirán la pequeña planta fotovoltaica que supone su única fuente de energía.”
˝Fue construida en 2009 por la ONG catalana Seba, con cerca de 300.000 euros de financiación de la Agencia Española de Cooperación (AECID). Su instalación cambió la vida del pueblo y devolvió a sus habitantes al siglo al que pertenecen.”
˝El Ejército israelí alega que la planta no cuenta con los permisos necesarios.”
˝Quieren tirar las placas porque dicen que no tenemos permiso, pero los israelíes nunca conceden los permisos”, se queja a Público ”esta mujer de avanzada edad, madre de ocho hijas y tres hijos.”
˝[…] Su aspecto destartalado, con precarias estructuras levantadas con restos de furgonetas y material de construcción donde las gallinas pasean […] por el polvoriento camino, está a años luz de cualquiera de las colonias judías vecinas, provistas de suministro de agua potable y electricidad.
˝[…] quieren demoler el baño de la escuela y otras diez estructuras, tres de ellas de viviendas ocupadas por gente. También han prohibido a los vecinos asfaltar la carretera. Lo intentaron hace cuatro meses y llegaron los soldados de inmediato para impedirlo.”
Observemos la puntillosidad, más bien sádica, en el maltrato; no permitirles siquiera asfaltar una calle, para que sigan en la tierra, en el barro.
˝[…] Otra vecina, Mariam Rashid, dice que sin la planta, ‘los niños no pueden estudiar por la noche (en invierno, a partir de las cuatro de la tarde)’ y no podrán usar la nevera ni la mezcladora para elaborar queso y yogurt, una de las pocas actividades productivas de esta comunidad de pastores.”
˝Hace décadas que pedimos la electricidad, pero no nos la dan porque los israelíes se quieren quedar con todo esto.” [44]
Por eso no podemos sorprendernos de “confesiones” que se rastrean cada tanto, como la de un soldado israelí: “Tratamos a los palestinos como animales”.[45] Una expresión que recoge conscientemente la negativa a conceder humanidad a los palestinos. Que pinta de cuerpo entero la ideología sionista. Que en declaraciones de soldados hemos leído incontables veces.
El ejército sionista ha usado en las sucesivas invasiones a la Franja de Gaza, balas con tungsteno, cancerígenas. Han usado radioactividad como arma. Ya está probado que Yaser Arafat, sitiado en su Mukata, murió sufriendo fuertes dosis de radiación.[46]
Ahora, fuentes palestinas insisten en que los presos palestinos en cárceles israelíes son sometidos a radiaciones, dañinas para su salud.
Recordemos: cuando el golpe de estado contra Manuel Zelaya en Honduras, 2009, de resultas del cual el nuevo “presidente” de facto, Porfirio Lobo, contrató o recibió una guardia presidencial a cargo del MOSSAD, el presidente depuesto buscó refugio en la embajada de Brasil en Tegucigalpa. Pudimos entonces ver en programas abiertos y masivos de televisión un episodio de enorme desfachatez, que habla del descaro, la impunidad con que se mueve el golpismo en la América afro-indo-latinoamericana (y en él, Israel): desde fuera de la embajada de Brasil soldados hondureños con el asesoramiento de un técnico israelí, que estaba allí, de cuerpo presente, apuntaban unos cañones que despedían radiactividad contra las ventanas “brasileñas” donde estaba hospedado, bajo protección, Zelaya. Se trataba de radiación con efecto emético. Y hubo quienes se descompusieron.
¡Como no se veían (las ondas) no se reputaba agresión!
Se trataba de “un arma” de las tantas que Israel ha “probado” en las masas humanas que tiene a su disposición, con la tolerancia cómplice de buena parte del mundo. Incluso en sus folletos de propaganda de tal vez su industria principal, la armamentística, realzan la calidad de su armamento porque “ha sido probado” previamente. Lo cual hace muy verosímil la denuncia del uso de radiación en las cárceles con presos palestinos. Y a la vez, nos muestra el brazo largo israelí.
Un judío lúcido y premonitorio, aunque sensible al llamado sionista, no pudo dejar de advertir su peligro bien a principios del siglo XX. Isaac Leib Peretz no podía aceptar, decía, al gato que asesina estrangulando, sin dejar sangre. Estamos en 1906. ¡Y ya conocía el monstruo que se había montado! [47]
El sionismo y su fruto, Israel; una pesadilla de las tantas que algunos humanos han emprendido para su propia salvación, a costa de otros humanos.
notas:
[1] Murió en 1987, con 93 años, en la antigua cárcel de Spandau, rediseñada para “albergar” nazis.
[2] Consigna muy conocida durante la 2ª. GM: “soldati italiani, ufficiale tedeschi”.
[3] Algunos ya exterminados por el colonialismo alemán anterior al nazismo, como los hereros.
[4] Hay que señalar que en 1897, mientras en Basilea, Suiza, se funda institucionalmente el sionismo, en Riga, entonces Polonia, se funda el BUND, socialistas judíos que ponían el acento en el socialismo, no en la judeidad. Su lingua franca: yiddish. Medio siglo después, sionistas y bundistas serán protagonistas del levantamiento del gueto de Varsovia, en 1943.
[5] Se trata de movimientos desarrollados en África y en Asia. En América al sur del río Bravo, en el siglo XX, la situación es diferente y en general, no hubo tales movimientos porque el acento recayó en el retiro de la ocupación militar o política, generalmente estadounidense. Los países allí establecidos presentan rasgos distintos a los de los afroasiáticos: algunos son mayoritariamente “latinos”, es decir mestizos del tronco colonial inicial español que se unió a la población femenina aborigen (condenando sin medias tintas el cruzamiento de nativos con españolas); otros, como Guatemala o Bolivia con mayorías indias, pero igualmente gobernados por los colonialistas de la primera hora; otros, finalmente, con población aborigen escasa como Argentina y sobre todo Uruguay, constituyendo sociedades “blancas” o “europeas”. En este último caso, la presencia en los convulsionados sesenta de un “movimiento de liberación nacional”, los tupamaros, no es sino una expresión puramente política puesto que el país no estaba bajo dominio colonial sino bajo la influencia imperial estadounidense; se trataba de luchar por la liberación de los europeos e hijos de europeos que habían erigido una sociedad, un estado como los restantes “latinoamericanos”, periférico, en un territorio con poblaciones aborígenes muy escasas (y por consiguiente fácilmente “borradas”).
[6] Siempre se habla de la expulsión de 700 mil u 800 mil palestinos, pero no se mencionan las violaciones y asesinatos ─miles, a veces colectivos─ llevados a cabo por las fuerzas armadas sionistas y que le permitieron arrear a una población civil, sin armas, con más facilidad.
[7] Cit. p. J. Cook, “Israel’s very own history of eugenics”, 26 set. 2014.
[8] Véase, p. ej., Bernardo Gandulla, Los hebreos en el Gran Canaán, Editorial Canaán, Bs. As., 2009.
[9] Entre otros, Shlomo Sand, La invención del pueblo judío, Akal, Madrid, 2008, La invención de la Tierra de Israel, Akal, Madrid, 2012.
[10] Véase mi “ONU-UNSCOP: padres putativos de Israel.” I (Guatemala) y II (Uruguay).
[11] Carecemos de datos para saber si hay, y si hay cuántos son los judíos que abandonan la “cofradía”, laicizándose por entero. Tenemos el caso de Gilad Atzmon, pero se trata de un “famoso” (y por eso lo conocemos).
[12] Se estima que a principios del s XX el sionismo alcanzaba apenas a un 10% de la comunidad judía total. A fines del siglo, se consideraba que ese porcentaje alcanzaba el 90%. Diversas mediciones últimas señalan que el apoyo judío al sionismo está disminuyendo un tanto. Fenómeno particularmente notorio en la comunidad judía estadounidense. Hay que destacar el enorme coraje civil de esa minoría de judíos, que resistieron “el éxito” de Israel a lo largo de las décadas.
[13] The Holocaust Industry, Verso Books, EE.UU., 2000.
[14] Memo of June 21, 1933, en: L. Dawidowicz, A Holocaust Reader (New York: Behrman, 1976).
[15] El boicot al que se refiere el pasaje es el intentado en Occidente contra las mercancías del 3er. Reich organizado por redes judías en Inglaterra y EE.UU.
[16] Mark Weber, “Zionism and the Third Reich”, 1993.
[17] El gobierno nazi diseñó una suerte de enroque para retener las fortunas judías en Alemania sin expropiar a los judíos que optaban por colonizar Palestina: se le retenían los fondos en las cuentas y se les entregaba el equivalente en mercancías del 3er. Reich que los emigrantes podrían llevar consigo para colocar en los mercados del Cercano Oriente. A medida que colocaban sus ventas se extinguían sus acreencias en Alemania. La Alemania nazi lograba así colocar su producción pese a la política de aislamiento del Reino Unido y EE.UU., y adueñarse a la vez del capital de los judíos emigrantes.
[18] En 1938, con un régimen ya muy condicionado por la alianza con Hitler, se elaboran leyes de restricción y persecución a los judíos. Habían pasado más de 15 años.
[19] Véase, p. ej., The National Library of Israel, informando de dicha visita y su desvío hacia Egipto. <http://web.nli.org.il/sites/NLI/English/library/reading_corner/Pages/eichmann_secret_visit.aspx>
[20] El padre de Beniamin Netanyahu, Benzion Netanyahu, fue, justamente, secretario de Z. Jabotinski.
[21] “Ken Livingstone has refused to apologise for breaking party rules by claiming that Hitler supported Zionism”, The Times, Londres, 6 abr 2017 (Livingstone se ha negado a pedir disculpas por romper “la línea” partidaria sosteniendo que Hitler apoyó al sionismo).
[22] La última perla de este largo rosario de fake news acerca del “líder Jeremy Corbyn” la leo en una nota cargada de manía persecutoria que empieza planteando una certera disyuntiva entre globalización y nacionalismo y deriva en la búsqueda selenita de antisemitismo: Hebert Abimorad, “Globalización contra nacionalismo y rebrote del antisemitismo”, uy.press, 2 mar 2019.
[23] También es significativo el momento. Fue en 1924, desplegando su dominio.
[24] Porque hay que recordar que sigue habiendo rabinos no sionistas, incluso antisionistas.
[25] Sefi Rachlevsky, Haaretz, 1 jul 2011. En la cita Lior se refiere a un médico, Baruch Goldstein, que con armas de repetición produjo una matanza en una mezquita palestina, decenas de muertos, antes que los sobrevivientes lo mataran en el mismo lugar. 1994.
[26] The King’s Torah, en Haaretz, 5 nov 2013.
[27] La Vanguardia, Barcelona, 19 mar 2019.
[28] Yediot Ahronot, periódico israelí. Traducido y puesto en internet por http://www.palestinalibre.org.
[29] Agentes secretos camuflados de SHABAK (policía interior), entrenados para confundirse con árabes.
[30] Dedicados a destrozar al “enemigo” valiéndose de delaciones, vejámenes a menores encarcelados, a menudo niños de diez o quince años. Logrando a veces vencer batallas sin tener que emprenderlas. Al mejor estilo Sun Tzu. Pappe relata que el MOSSAD estuvo controlando las vidas privadas de aviadores egipcios y en un momento ‘adecuado’ enviaron a sus respectivas esposas informes sobre las andanzas sexuales de sus maridos, lo que trastornó la capacidad operativa de todo el destacamento.
[31] http://www.europalestine.com/article.php3?id_article=2729, glosando su último libro titulado Lenatzea’ h èt Hitler (Derrotando a Hitler).
[32] «El victimismo como política en Israel», 5 ene 2018.
[33] Oded Yinon, analista israelí, esbozó a principios de los ’80 un plan para la expansión israelí basado en el “divide y vencerás”, programando escisiones en Líbano, Libia, Siria, Irak, Egipto, Sudán, Irán, Arabia Saudita, siguiendo fracturas idiomáticas, religiosas o de otro orden. Muchas peripecias y fracturas de estados árabes y musulmanes se pueden entender desde allí. “Una estrategia para Israel en la década del ‘80”, Kivunim, no. 14, Jerusalén, feb. 1982. Traducción al inglés de Israel Shahak. En El Estado de Israel armó las dictaduras en América Latina, Editorial Canaán, Buenos Aires, 2007.
[34] En 1942, en el Congreso Mundial del sionismo en el Biltmore Hotel de Nueva York, la cúpula sionista decide abandonar la “protección” del British Empire, agotado entonces por la guerra contra el nazismo, y designar a EE.UU. como su nuevo protector, sin duda amparado en los lazos que una grande e influyente presencia judía en EE.UU. facilitaba. Una jugada maestra además de Ben Gurion porque borraba de un plumazo al competidor revisionista por su colaboración con el fascismo, al quedar estos últimos en el bando de los perdedores.
Podría llamar la atención que sea el protegido el que decida quien lo apadrina o dejará de hacerlo.
[35] La densidad sigue siendo un problema para la expansión colonial o neocolonial, aun con todos los tecnodesarrollos imaginables. Se estima que lo que ahora es Canadá, EE.UU, Alaska incluida, estaba poblada en el s XIX por un millón de habitantes originarios. En muy pocas décadas el arribo europeo superó ampliamente ese número. Análogamente, la Banda Oriental, germen (aunque con territorio mayor) del actual Uruguay, se estima que tenía, a comienzo del s XIX, muy pocos miles de nativos. ¿Tres mil tal vez? El arribo europeo sobrepasó rápidamente ese número. Y se forjaron las “nuevas” sociedades. En cambio, la India, con cientos de millones de habitantes ancestrales nunca fue colonizada por más de unos pocos miles de ingleses, y con su retiro y la independencia habrá un gobierno de indios (aunque la huella colonial persista en el idioma…).
[36] “Hablando de Israel. La relación con Israel es veneno para los Estados Unidos”,
https://ahtribune.com/us/israelgate/2944-talking-about-israel.html.
[37] Agencia Walsh, 30 ago 2006.
[38] Podríamos aquí recordar la expedición “Rumbo a Gaza”, 2010, que procuraba llevar medicamentos y alimentos a la ya muy sitiada Franja de Gaza. La Marina de Guerra israelí decidió abordar el barco insignia en alta mar, violando todos los derechos a la navegación. El abordaje fue resistido por la tripulación con algunos palos y los militares israelíes no trepidaron, aquí tampoco, en matar a mansalva una decena de navegantes que no tenían armas de fuego y ni siquiera cuchillos. No aceptar ni la menor resistencia, ni la menor diferencia: una “magnífica” definición de totalitarismo. Claro que en el caso israelí, muy “democrático” y “defensivo”.
[39] Ethan Bronner, Independent, Reino Unido, 28 ene 2018.
[40] Véase Ilan Pappe, La limpieza étnica de Palestina, Editorial Crítica, Barcelona, 2008.
[41] https://www.amnesty.org/download/Documents/48000/mde150272009es.pdf.
[42] https://paginasarabes.com/2015/07/21/palestina-contaminada-por-desechos-israelies/
[43] Resumen Latinoamericano, 23 jun 2017.
[44] Raquel García, Mnaizel, publico.es, 17 nov 2011.
[45] Miembro de “Breaking the Silence”, una red de soldados que no pueden soportar en silencio el atropello institucionalizado de Israel sobre los palestinos. Lamentablemente, pequeña. 26 jul. 2006.
[46] El Mundo, Madrid, 6 jun 2013. En su exhumación se halló fuertes dosis de polonio.
[47] Esperanza y temor, Asociación Racionalista Judía, Buenos Aires, 1906.