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Categoría: General

Publicada el 19/06/2025 - 19/06/2025 por ulises

ENTREVISTA DE ALEXIS RASFTOPOLO A LUIS E. SABINI FERNÁNDEZ SOBRE EL CONFLICTO PALESTINO-ISRAELÍ / 15 JUNIO 2025

a) Desde tu condición de analista experto sobre esta problemática: ¿cuál es el abordaje que, a tu criterio,  conviene efectuar en términos históricos-políticos y que elementos sugerís considerar y analizar de modo de comprenderla en su complejidad?

Analista vaya y pase, experto de ninguna manera.

En la pregunta está la punta de una respuesta: abordar la historia y reconocer las tonalidades políticas que a lo largo de más de un siglo –que es lo que lleva esta situación– han variado sustancialmente.

b) ¿Cómo interpretás la Declaración de Balfour y su impacto en la población palestina?

Un típico “acuerdo de caballeros”, tan usuales todavía a principios del s xx. El canciller del principal imperio de la época, el British Empire, le otorga en documento para la posteridad, público, un “hogar” al judío más rico de la época. Suena un poco bizarro, ¿no?

Y están hablando de un territorio que, gracias al giro de la guerra, los vencedores (ingleses, franceses) le están arrebatando a alemanes y turcos.

De imperios vencedores a imperios perdedores. Y los nuevos poseedores le tiran un cacho de territorio al hombre más rico del mundo de entonces, al parecer como una dádiva pensada para habilitar un presunto regreso (con las investigaciones históricas posteriores, se sabría que no fue estrictamente un regreso de la tribu o la nación invocada).

c) ¿Cuál es tu mirada en torno del papel del sionismo como movimiento nacionalista judío en la configuración del conflicto?

Decisivo.

d) ¿Cuál es tu análisis sobre la Nakba y cómo ha afectado al pueblo palestino?

El pueblo palestino, que no habitaba nación soberana alguna, habitaba precisamente el territorio que el sionismo convirtió en propio, en su hogar, en su propio hogar, primero a partir de fragmentos históricos  que permitían ubicar huellas judías en ese territorio, y luego, ya materialmente, mediante campañas de apropiación territorial, basadas en una enorme disponibilidad financiera. En las últimas décadas del s xix y primeras del xx, la triangulación funcionó grosso modo así: 1. un efendi, dueño latifundista turco radicado en Angora o en Estambul era propietario de tierras en Palestina trabajadas por campesinos sin papeles y por lo tanto, sin tierras. Un fondo judío para la compra de tierras le ofrecía al latifundista ausente (ausentista) una suma de dinero más que “generosa”. El efendi vendía contento la tierra para convertirse en rentista ahora financiero.  Unos sionistas generalmente jóvenes recibían la tierra para moshav o kibutz previo desalojo de los trabajadores agrícolas palestinos que le trabajaban al effendi.

Si los campesinos palestinos, comprensiblemente, no querían abandonar la tierra que laboraban inmemorialmente, el grupete sionista llamaba a la policía (turca, hasta 1918; inglesa desde 1918) y los desalojaba.

Estas situaciones empezaron a enervar la relación entre palestinos islámicos (había también cristianos) y sionistas. No con judíos en general, porque la población judía tradicional (el llamado Antiguo Yishuv) mantuvo por décadas buenas relaciones con los campesinos no judíos.

Hubo así conatos de violencia y violencia generalizada en diversos momentos; 1920, 1929, hasta que en 1936, habiendo así advertido claramente la población palestina que estaba siendo desplazada, organizaciones de diverso tipo lanzan una huelga violenta con toma de lugares de trabajo y represión consiguiente de ingleses y sionistas unidos. Que tienen centenares de muertos. Pero la población palestina cosechará miles, varios miles de muertos. Y ya entonces, en 1939, la sociedad palestina quedará muy dañada y disminuida.

La Nakba de 1948 no será sino el broche mortuorio a la sociedad palestina, totalmente satelizada por una presentación abrumadora de fuerzas judeosionistas, económicas, financieras, educacionales, militares, policiales.

Pero la sociedad palestina, como bien ha descrito el médico noruego Mads Gilbert, ha demostrado una capacidad de resistencia excepcional. La franja de Gaza está registrada como unos de los territorios agrícolas más antiguos que se conocen. No sabemos si esa enorme tenacidad cultural de lo palestino proviene de tales raíces históricas, si hay un aporte religioso u otros factores; si hasta la misma modalidad de penetración judeosionista puede tener alguna significación, pero el juicio de Gilbert es pertinente.

e) ¿Cómo evalúas el papel de las potencias occidentales en la creación del Estado de Israel y el desplazamiento de los palestinos?

Un papel deplorable. Hay que recordar que el EdI fue “creado” bajo las auspicios de la flamante ONU, y que la ONU –que borraba de un plumazo a la Sociedad de Naciones bajo la égida británica– conservaba, empero, pese a la fraseología modernizadora la concepción colonialista; hay que recordar que el reglamento de la flamante ONU fue redactado por el representante sudafricano, Jan Smuts, a su vez patrocinador del apartheid sudafricano, fundado precisamente en el mismo año, 1948, en que se funda Israel (Israel y la Unión Sudafricana mantendrán una estrecha relación económica y militar, durante décadas, hasta el crac de la Unión Sudafricana). El colonialismo no molestaba entonces; era el origen de muchísimas naciones “modernas”, como EE.UU.

EE.UU. como “patrón de la vereda”, elegirá celosamente la composición de la comisión internacional que abordará y resolverá la cuestión “palestina”. Habiendo a la sazón diez estados árabes en la ONU, ni uno formará parte de la comisión. Y siendo veinte los estados “latinoamericanos”, tres constituirán la comisión… ¿Hay sesgo o no?

f) ¿Por qué fracasó el Proceso de Paz de Oslo y qué lecciones se pueden derivar de esa experiencia?

Los procesos de paz han fracasado primero y principal porque el “llamado” al retorno no admite medias tintas; Israel “necesita” todo el territorio (y en rigor, algo más que esa minúscula superficie, como ya lo ha apuntado la semiocupación de Siria y la reiterada ocupación del sur libanés).

Así como en su momento los palestinos no quisieron ceder lo que los mandos imperiales entregaban al sionismo, el sionismo tampoco tiene el menor interés de abandonar tierras sagradas, que luchan por “redimir”, no perderlas.  Los abordajes místicos, absolutizadores, sagrados, tampoco facilitan el tratamiento de la cuestión.

g) ¿Cómo pueden los palestinos superar sus divisiones internas para presentar un frente unido en las negociaciones con Israel?

Sería una cuestión que compete a las diversas organizaciones. Si conseguir coincidencias entre religiosos y escépticos o laicos, ya es un problema en cualquier situación (como lo demuestra el mismo Estado de Israel), la traba principal en Palestina es la omnipresencia avasallante del Estado de Israel y sus redes dedicadas a “usar” todos los factores en juego en su propio beneficio (entregar fondos a Hamás  para perjudicar el papel de Al Fatah, entregar fondos a la ANP para instrumentalizarla a su servicio de modo tal que, p. ej., la policía palestina funcione regulando las acciones palestinas y no moderando las incursiones israelíes). No es con frentes unidos que se vence una ocupación indigna e injusta. Se vence cuando esa ocupación de debilita. Cuando pierde legitimidad.

h) ¿Cuál es  el papel que ha venido teniendo y tiene la comunidad internacional en  torno del conflicto?

En primer lugar no hay “comunidad internacional”. En todo caso, comunidades, más o menos ligadas entre sí. Hay un “mundo occidental” que engloba a países europeooccidentales y países americanos, norte, centro y sudamericanos y los de la región australiana; están los países del sur asiático que no son un único mundo, y lo mismo los africanos. Los europeos en general, como los americanos, han acompañado a Israel; los asiáticos han  mostrado más bien afinidad con lo palestino.  Eso tiene que ver con el grado de colonización que han sufrido en sus respectivas historias nacionales o regionales; los países americanos han sido casi todos ellos “rematrizados” desde la Europa colonial y expansiva y se nota esa impronta. Y de tales regiones tal vez provenga la mayor complicidad con  Israel, pero aun en ese caso, el genocidio en marcha, a cara descubierta, ha despertado reacciones solidarias bastante netas en, algunos casos desde los gobiernos y los estados, por ejemplo, Colombia, Chile, y los previsibles, Cuba o Venezuela. Pero aunque no se cuente con apoyo estatal ni político, en países como Uruguay o en los mismos EE.UU. se verifica el apoyo a palestinos. Lo mismo se ha observado en sociedades europeas, como la noruega.

i) ¿Cómo evalúas el papel de las Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales en la búsqueda de una solución pacífica?

Papel mojado. Desde su fundación,  la ONU expresó una nueva constelación de poder. A diferencia de lo acontecido en  la modernidad reciente, Europa perdió el protagonismo y sus formaciones nacionales imperiales fueron desplazadas por una nueva constelación con eje en EE.UU. La ONU data de 1945. Y sus primeros escritos fundacionales, hablan en contra del concepto de soberanía nacional. La dirección política estadounidense se sentía llamada a orientar y dirigir al mundo entero.

Tuvo algunas dificultades que desdibujaron ese diseño inicial: a) URSS fue el primer convidado de piedra. Pero había un nudo interior de la propia sociedad estadounidense. Su élite fundacional, autodenominada WASP, durante la década del ’30 al menos, venía siendo desafiada, cuestionada, por otro poder interior, menos visible racialmente, pero muy nítido y neto comunicacionalmente: la dirigencia judía.

Alguna recién llegada, como el caso paradigmático de Ayn Rand, pero otros de sus conspicuos integrantes, establecidos de larga data. Con un rasgo característico: eran judíos, pero no sionistas (al menos mayoritariamente).

De las siete empresas cinematográficas que constituían una herramienta cultural y configuradora fundamental, seis eran  de propiedad judía. El  principal diario de todo el país: el New York Times era editado y propiedad un judío.

En la banca había una enorme sobrerrepresentación judía. Cuando finalmente en 1913, se establece una suerte de banca o banco central de EE.UU.; la Reserva Federal, fue constituida por los diez bancos mayores de ese país, ya enorme. La capacidad de decisión de la comunidad judía será insoslayable, propietarios de buena parte de los grandes bancos.

Desde 1945, se observa un desplazamiento creciente en la comunidad judía hacia el sionismo. Resortes fundamentales del estado federal norteamericano irán a las manos de la comunidad judía, cada vez más crecientemente sionista.

Los judíos referentes ya no serán intelectuales como David Freedman o Adolph Ochs.

Y el peso de los lobbies judíos empieza a ser decisivo. Por ejemplo, cuando se decide organizar un juicio a los perdedores de la IIGM, en Nurenberg (la misma ciudad desde la que, diez años antes, el nazismo había establecido el corpus legal para proceder a la separación de sangres entre “arios” y “semitas”) [1]

j)  ¿Qué escenarios vislumbrás para el futuro del conflicto palestino-israelí?

Siempre he sido francamente refractario a toda profecía. Y no me refiero sólo a las bíblicas, deificadas. Me refiero incluso y más bien, a las formuladas con pretensiones científicas. Que han sido las más de las veces, penosamente falsas. Las presuntuosas tesis del marxismo, por ejemplo. Es particularmente difícil desentrañar claves de nuestro tiempo, porque la realidad, junto con la tecnología, se ha ido complejizando y el juego de espejos se ha desarrollado de un modo diría, monstruoso, carente de crecimiento “armónico”.

‘Dios nos salve de los salvadores que aquí los salvados son los únicos sacrificados y los salvadores los únicos que se salvan’.

Nuestras visiones del mundo, sobrepuestas o en conflicto con visiones trascendentes, inficionadas desde dios o un ser “superior” o ajeno, complican aun más el cuadro.

Pero algunas cosas vamos teniendo claras. Israel, tal vez como toda configuración de poder absoluto, establece todo su discurso, todo discurso, sobre la mentira. Mienten en todo. Y no me refiero a cosas incomprobables como algunas “verdades bíblicas”. Me refiero a que los bebes horneados no existen, las mujeres con pechos arrancados no existen, pero sí existen rateros en el Ejército más moral del mundo. Y no sólo rateros. Sádicos, aprovechadores, asesinos a sangre fría., perjuros, mentirosos contumaces…

Mientras no generemos una masa crítica, a nivel internacional, mundial, que resista con coraje cívico, los atropellos, que llame a las cosas por su nombre, que genere una conciencia judicial para poner en vereda a los múltiples delincuentes que ni siquiera hace falta comprobar los delitos porque están tan “sobrados” que se confiesan solos. Como Ben Gvir, que cuando se la pregunta por la (pésima) comida para presos palestinos, exclama totalmente poseído: ‘¡Qué comida ni desayuno ni pan; bala, hay que darles bala.’

k) ¿Qué condiciones son necesarias para lograr una paz justa y duradera?

Condiciones que no se pueden ver más remotas. Psíquicas, políticas, éticas. Tengo para mí, que antes bien, estamos alejándonos de ese tipo de condiciones; el éxito de Mileis y Trumps, de Netanyahus y Starmers, no nos permite ser optimistas.

l) ¿Qué papel pueden jugar la sociedad civil, los movimientos sociales y la solidaridad internacional en la búsqueda de una solución pacífica?

En  rigor, es sólo desde esos sitios  o lugares que podría surgir algo. Lo que estamos viendo con las marchas solidarias por Gaza, condenando la política, fría, asesina, genocida, de varios conspicuos representantes políticos, es que ni siquiera cuando estas solidaridades se encarnan en mayorías, logran torcer el rumbo. Recordemos en 2003 cuando decenas de millones de ciudadanos y habitantes de varios países europeos y probablemente americanos, africanos y asiáticos, repudiaron el intervencionismo de EE.UU y sus dilectos aliados. La intervención, mortal, arrasadora, se hizo igual, aunque se demostrara entonces que no había “armas de destrucción masiva” y que las pruebas respectivas estaban fraguadas.  

Es  una relación muy desigual la del enfrentamiento  con los aparatos institucionales.

m) En uno de tus últimos artículos “Normalización de lo inormalizable” nos recordás que “el conflicto palestino-israelí es el más largo de nuestro presente, de nuestra contemporaneidad; tiene casi siglo y medio…”. A tu juicio: ¿qué implicancias tiene la concepción “supremacista” enarbolada por elementos sionistas principalmente, con apoyos políticos a escala global y de sectores de la población israelí, en la dilatación y exacerbación de las hostilidades hacia la población palestina?

Es precisamente la ideología supremacista la que mueve y mantiene este tipo de proyectos. Como en su momento los del British Empire, que lograron imperar en los siete mares. Pero no fueron sólo de los británicos, aunque ése fue el más extendido. Fue el de los europeos en general, derramándose y adueñándose de territorios y población en otros continentes. Cuando los hereros, en la actual Namibia, no aceptaron “aminorarse” ante los imperiales del Káiser, los militares alemanes produjeron lo que se considera el primer genocidio del s XX; 1902.

La actitud ante los “locatarios”, revela supremacismo, que siempre contiene desprecio hacia tales habitantes y consiguientemente autoindulgencia para tratarlos “como sea necesario”. La muerte, así, es la educación suprema del “civilizador”. No cualquier muerte; que todos somos mortales. Muerte a palos, a tiros, a golpes, o mediante privaciones. La Franja es Gaza es ejemplo paradigmático.

n) Otro elemento casi siempre omitido en los análisis políticos o geopolíticos del asunto que nos ocupa  es la dimensión colonial. No obstante hay un ejercicio recurrente de tu parte en reponer esta arista crucial ¿Podrías explayarte al respecto?

Ya lo hice en páginas precedentes. Es EL aspecto histórico, esto de la condiciòn colonial, que me resulta clave.

ñ) Y sumado a lo anterior: en tu último artículo “Panorama planetario y foco en Gaza”, expresás “…cuando el sionismo inicia el despojo por apropiación del territorio palestino, encontrará resistencia. Social. Pero no militar ni política. Pero Israel irá reconfigurando la resistencia como escenario de combate, inventa un adversario, mejor dicho un enemigo ideológico y político a quien trata como enemigo de guerra”.  ¿Cómo es posible concretar tamaña  operación sin reparar en las consecuencias ético-políticas que esto implicó e implica, sin recurrir a patrañas, exégesis político-religiosas u apoyos políticos que soslayan los más fundamentales acuerdos internacionales en materia de DDHH y el  sentido común más elemental de comprender que cuando se daña a otro me daño a mí?

Para el proyecto colonial todas tus preguntas están de más. A lo sumo, se definirán por “el progreso”, las “virtudes del desarrollo” e incluso adoptarán una posición de sacrificio voluntario; aquello de “la carga del hombre blanco”, dedicada a portar la luz (del jardín) a las tinieblas (de la selva).

Cuando lo ideológico otorga ventajas, a veces enormes, se hace particularmente más arduo desembarazarse de ese “escudo” tan gratificador…

o) ¿Qué mensaje te parece importante compartir, desde tu postura de analista crítico y sistemático del conflicto, sobre la posibilidad y necesidad de bregar por una solución justa y duradera?

Aprender a ver cómo el mal institucional se presenta tan a menudo travestido en bien. Rechazar las falsas soluciones del supremacismo (desprecio incluido), del racismo, de la “misión-civilizadora-del-colonialismo -y-el-progreso.

Y aprender a pensar. Y a discernir. Y a ver. Si ves prisioneros macilentos, inducís cómo han sido tratados; si ves prisioneros en buen estado de salud, contentos, también inducís cómo han sido tratados; si saludan afectuosamente a sus custodios, también podés inducir algo. Y no dejarte llevar del hocico. □


[1]  Una separación que también le interesaba particularmente a los judíos, que distará de ser tan radical como se propagaba. Por ejemplo, respecto de la condición de militar, se rechazarán alemanes con 4 o 3 abuelos judíos; se incorporarán al ejército aquellos que no tengan abuelos judíos o quienes tengan uno o hasta dos. El ejército del Tercer Reich contará así durante la IIGM con una considerable cantidad de soldados con dos abuelos judíos y hasta oficiales de alta graduación y relevantes en la lucha, con un abuelo judío. Compárese estas “purezas” de sangre con la vigente en Israel.

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Panorama… planetario y foco en Gaza

Publicada el 06/06/2025 - 06/06/2025 por ulises

2025 06 05

Luis E. Sabini Fernández
 
Hay una sensación, un desasosiego como cuando uno está cerca del mar y ve venir una tormenta; el cielo oscureciéndose, la brisa cediendo a vientos con rachas hasta desde diversos ángulos, el cielo encapotándose…
Así estamos viendo el panorama político, ya no (sólo) local sino generalizado.
(por supuesto que no tenemos ni la menor idea si tal acontece en Mongolia, en Costa Rica o en Hungría, pero es una situación que trasciende de todos modos nuestras particularidades)
Donald Trump ha sido, a mi ver, definido con acierto como el monarca que está cada  vez más desnudo (y algunos vamos intuyendo quiénes le han tejido el costoso traje invisible).
¿Cómo es posible que ante la selva que tanto rodea al (único) jardín de la no tan casta Europa, sea precisamente Europa la que bata los tambores de guerra? Desasosiego.
¿Y que tengamos algún otro monarca, surgido de elecciones democráticas, que consulte a su perro, muerto? Desasosiego.
¿Y que la teocracia judía (de la cual se desmarcan algunos, pocos, judíos) lleve adelante, −brutalidad y franqueza, inopinadamente entrelazadas− un genocidio “en vivo y en directo”?
¿Y que Ucrania, aparezca cada vez más claramente como el “chirolita” de servicios secretos israelo-británico-estadounidenses?
Tales políticas, recurrentes desde poderes dictatoriales, generalmente se escamoteaban, se “calafateaban”.
 
Pero parece que hemos entrado en zona ideológica, psíquica, sin calafateos.
Podríamos alegrarnos, hasta enorgullecernos del lenguaje directo, sin tapujos, pero resulta que tales sinceramientos se llevan adelante con descaro para reclamar aun mayor brutalidad, eliminación de barreras para desplegar sevicias, descaro para ejercer un despotismo sangriento  y resulta el “adecuado” para ajustar poblaciones a una voluntad omnímoda.
El excelente Francisco Claramunt viene revelando esos procederes en sus notas sobre el genocidio palestino y particularmente gazatí en Brecha.[1] En su última nota desenvuelve la trama de exportación de armas de control y muerte, de Israel y sus pingües ganancias.
Pero no es seguramente la ganancia su principal aporte. Porque el poder que da dichos despliegues es todavía más significativo.
El tratamiento que Israel dispensa a palestinos, adueñándose de sus tierras  –un proceso que lleva un siglo–, despierta el interés de muchas constelaciones de poder, igualmente deseosas de reafirmar sus reales en tierras mal habidas.
El “caballito de batalla” de las exitosas exportaciones mílitopoliciales de Israel se caracteriza por un santo y seña  que usan sus exportadores: ‘testeadas y probadas en combate’.
Y ése es el “aporte” israelí, el invento de Israel; el de un enemigo (y el consiguiente combate).
Porque cuando el sionismo inicia el despojo por apropiación del territorio palestino, encontrará resistencia. Social. Pero no militar ni política. Pero Israel irá reconfigurando la resistencia como escenario de combate, inventa un adversario, mejor dicho un enemigo ideológico y político a quien trata como enemigo de guerra.
Es una tarea militar bastante fácil; los trata como enemigos en tanto las poblaciones refractarias a gatas si tienen una escopeta cazadora para enfrentarlos. Los resultados en número de “bajas” lo ilustran: los huelguistas durante la huelga general insurreccional de 1936 pagarán su levantamiento contra la ocupación sionista con miles de muertos; en 1948, los campesinos serán expulsados de sus tierras y labrantíos y de sus viviendas (los pelotones sionistas acabarán con unas 500 o 600 aldeas palestinas) y tras matar a refractarios (miles) expulsarán a varios cientos de miles de palestinos de su hábitat milenario. En enfrentamientos posteriores de vecinos embravecidos contra el ejército israelí,  como en las intifadas, incluso de guerrilleros palestinos en los ’60 armados a guerra, mueren centenares de palestinos (hombres, mujeres, niños) por cada soldado israelí caído “en acción”.
 
¿Cómo se explica que judíos despojados hasta de sus vidas a comienzos de la década del ’40 en Alemania, Polonia, países bálticos, etcétera, escasísimos años después, no más de los que se cuentan con una sola mano,  hayan despojado a palestinos de sus tierras, sus enseres, sus viviendas con mobiliario, ropa y vajilla (hasta las tazas de té humeantes, de casas precipitadamente abandonadas ante la amenazante requisa sionista)?
No se trató exactamente de la misma gente. Muchos de los despojados por el nazismo se refugiaron en EE.UU. Y muchos de los judíos sionistas que iban ocupando Palestina y desplazando palestinos no venían de los shtetl saqueados de Rusia y Europa oriental ni del terror nazi; a menudo provenían de Inglaterra y de otros países europeos occidentales, y de países americanos (EE.UU., Argentina).[2]
Tan enojosa comparación no se sostiene, entonces, por la diversidad de destinos particulares, a veces familiares.
 
¿Refugiados o colonizadores?
Lo que acabamos de reseñar es en el nivel de los destinos personales. Pero además, porque al “destino judío”  se le solapó la cuestión colonial. La colonización propiamente dicha: adueñarse del territorio de un “otro”.
Cuestión que para colonialistas es inexistente. Irrelevante. Porque referirnos a  la cuestión colonial abriría la puerta a los derechos de los colonizados. Y para el colonialismo, el derecho es por antonomasia el derecho de los colonizadores. No hay otro.
¿De qué otro derecho, pues, se puede hablar? Porque el derecho colonial se elabora y se plasma como el derecho de los colonizadores.
Con el mismo fundamento con el que se han elaborado en la ONU de 1945 los derechos humanos. El senador estadounidense de AIPAC, Lindsey Graham, lo explica, mejor dicho lo desnudará el 21 nov. 2024: “El Estatuto de Roma no se aplica a Israel, ni a EE.UU., ni a Francia, ni a Alemania, ni a Gran Bretaña,  porque no fue concebido para actuar sobre nosotros.”
Veamos el estatuto: el Estatuto del Roma de la Corte Penal Internacional, establecido desde la ONU en 1998 y con complementos en 1999 y 2002 tiene presente “que, en este siglo, millones de niños, mujeres y hombres han sido víctimas de atrocidades”, y “que los crímenes más graves de trascendencia para la comunidad internacional en su conjunto no deben quedar sin castigo”, […y] decididos, a los efectos de la consecución de esos fines y en interés de las generaciones presentes y futuras, a establecer una Corte Penal Internacional de carácter permanente, independiente  […].” “La Corte […] estará facultada para ejercer su jurisdicción sobre personas respecto de los crímenes más graves de trascendencia internacional.”
¿Aparece en algún pasaje que estas disposiciones son para magrebíes, salvadoreños, portugueses o tunecinos y no para ingleses, israelíes, estadounidenses o franceses?
Viene bien confrontar las excepciones autoasignadas por los poderosos del planeta  con  el capítulo 6 del estatuto de la CPI que versa sobre lo genocida:
“Artículo 6
”Genocidio
”A los efectos del presente Estatuto, se entenderá por “genocidio” cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal:
”a) Matanza de miembros del grupo;
”b) Lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo;
”c) Sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de
acarrear su destrucción física, total o parcial;
”d) Medidas destinadas a impedir nacimientos en el seno del grupo;
”e) Traslado por la fuerza de niños del grupo a otro grupo.”
¡Los cinco elementos constituyentes de un genocidio están cumplidos hasta con exceso por Israel en Palestina y particularmente en la Franja de Gaza!
Y nos preguntamos de dónde podría provenir una exoneración a Israel al estilo del que pretende el senador  auspiciado por AIPAC para ciertos ciudadanos del mundo de primera categoría.
No hemos podido dar con tan peculiares razones; tal vez sea nuestra ceguera…
No hay más remedio que concluir, siguiendo los criterios de la CPI, que todo lo actuado por el “ejército más moral del mundo” cumple acabadamente con lo que es un genocidio.
 
Tal vez a caballo de semejante excepcionalidad “grahamiana”, Israel se permite  propagar sus productos de guerra, doblegamiento  y tortura como “testeados y probados en combate”. Ya vimos que lo de combate suena a falso porque  convierte en guerra lo que es sencilla y brutalmente una ocupación militar (no existen dos ejércitos enfrentados).
Israel arma “los escenarios de combate”. Juega a la guerra con muchos “enemigos”. Muchísimos. Toda una población. En realidad, esa población victimada, con ancianos, mujeres, niños y bebes ha sido, es, apenas el punching ball del ejército israelí.
Claramunt repasa el enorme éxito que esa propaganda, ese testeo de armas israelíes tiene entre compradores: indudablemente, porque les quieren dar un uso análogo….
 
Un momento de la “colonización”: fabricando mutilados
Hasta octubre 2023, además del despojo, de sembrar la muerte, de sacar administrativamente a pobladores de la sociedad y mantenerlos detenidos, aislados, a veces durante décadas, Israel tuvo una política deliberada de mutilación, lo que hizo que éstas cobraran un papel importante. Mostrando una lógica colonial de mutilación, restringiendo las posibilidades de que el pueblo palestino se cure de sus heridas, ya que palestinos y palestinas pierden un ojo, una pierna, les queda de por vida un  tobillo deshecho […]
A octubre de 2023, cuando el copamiento palestino del cuartel local israelí en Gaza y la toma de rehenes, Gaza contaba con 440.000 personas discapacitadas, según Danila Zizi, directora de Handicap international para Palestina; es decir 21% de la población total. Escuchó bien. Uno de cada cinco… Desde el 8 de octubre 2023, se contaba en un mes cerca de 100.000 personas heridas de donde se puede deducir que una gran parte de ellas serán desde entonces discapacitadas (muertos adultos e infantes al margen).
La discapacidad no es un efecto conectado con la masacre, sino una finalidad de la política colonial.[3] Claro que, con las masacres también aumentan las mutilaciones y por consiguiente los discapacitados.
 
Test de ignorancia supina
Cuando alguien no sabe nada de esta tragedia, ni de derechos humanos y se ve precisado a referirse a palestinos, Gaza, Israel, se aferra a dos puntos y se siente a salvo: 1) es-una-guerra (desatada aviesamente el 7 de octubre de 2023; tal vez en cielo sereno, en el mejor-de-los-mundos), y 2) tenemos que lidiar con “la-red-terrorista-Hamás”.
Ni es una guerra, ni hubo nunca dos ejércitos. Es una colonización mediante despojo.
Y Hamás no es terrorista como se puede decir del ISIS, de la Mano guatemalteca o del Irgún sionista.
Hamás se forjó para asistir a palestinos en estado de necesidad, abrigos, alimentos  y preservarles su integridad cultural (que para Hamás es religiosa). Muchas acciones de Hamás fueron no sólo no violentas sino decididamente pacíficas, como las Marchas por la Tierra (2019 y 2020) que fueron liquidadas por Israel con  saña y un saldo de centenares de tullidos y muertos.[4]
Pero no son pacifistas. Son islámicos e invocan la “       guerra santa”. Y como fieles de un monoteísmo absoluto (y absolutista) –al igual que los monoteísmos verticalistas judío y cristiano–, admiten violencia y hasta la pueden glorificar. Pero hasta desde la misma ONU se reconoce que contra el colonialismo que auspicia el proyecto israelí, la violencia es legítima.
 
Se dice que Hamás ha sido promovido, financiado por el estado sionista. No habría que descartarlo. Israel ha usado, como todo poder establecido, unas resistencias contra otras para quedar mejor librado (de ambas). En algún momento, Israel puede haber facilitado a islámicos para torcerles el brazo a palestinos laicos liderados por Arafat; en algún otro momento puede haberse servido de la Autoridad Nacional Palestina para desplazar la oposición menos domesticable de Hamás.
Pero tales avatares no desmienten el afán emancipatorio de los palestinos despojados y cada vez más matados a mansalva.
Y tampoco borra el nervio motor de esta situación, que tan concisamente presenta Francesca Albanese: el genocidio en curso es “consecuencia de la condición excepcional y la prolongada impunidad que se le ha concedido a Israel.”  □


[1]  Véase p. ej., “Gaza un genocidio de exportación”, 30 mayo 2025.
[2]  Hay testimonios de judíos que no pudieron trivializar “el cambiazo” de víctima a usufructuario.  Al menos, les costó psicológicamente: tal el caso de la familia judía Peled, del antiguo Yishuv. Pero fueron extrema minoría al momento de adueñarse de Palestina.
[3]  Véase Iñaki Urdanibia, https://redlatinasinfronteras.wordpress.com/2024/10/11/
palestina-la-estrategia-colonialista-de-mutilacion-de-los-cuerpos/.
[4]   Expresión del desprecio absoluto por todo prójimo que rige los pasos de la dirección israelí.

Publicado en General

Palestinos                                                                                                                   25 05 06

Publicada el 07/05/2025 por luissabini

NORMALIZACIÓN DE LO INORMALIZABLE

Luis E. Sabini Fernández

Un curioso alineamiento se está gestando ante el descaro de la operación genocida israelí sobre la población palestina.

Por un lado, aun en medio de un “bostezo del mundo”, como muy gráficamente pintara Jonathan Cook nuestro presente planetario, bostezo al menos institucionalmente indiferente ante el escándalo de la matanza programada −no de individuos o grupos, lo cual ya sería gravísimo, sino de millones de habitantes en proceso de exterminio− que el sionismo ha decretado como judío y sagrado.[1] 

Empiezan a aparecer, en proporciones cualitativamente diferentes, judíos que rechazan esa “limpieza étnica”, o al menos rechazan que se la haga en su nombre.

Siempre hubo judíos, desde el origen mismo del conflicto que rechazaron este tipo de “soluciones”. Judíos lúcidos, valientes, respetuosos ante la población radicada en Palestina; recuerdo el mensaje de un socialrevolucionario ruso, narodniki judío, a fines del s xix, criticando a los sionistas que procuraban engañar a los natives y de ese modo, robarles la tierra, o al poeta judío palestino Jakob de Haan, que se negó a dejar de dialogar con los árabes y los sionistas lo asesinaron como escarmiento (1924), o a Marek Edelman, del Gueto de Varsovia, que no aceptó plegarse al suicidio colectivo de los sionistas dirigidos por Mordejai Anilevich, escapó por las cloacas varsovianas, al año siguiente debió enfrentar otra vez a los nazis, ahora bombardeando toda Varsovia, se restituyó a la vida civil tras la derrota nazi, recibiéndose de médico, y cuando el flamante Estado de Israel que capitalizaba los resultados de la lucha antinazi lo invitó a “la patria judía” como héroe de guerra, declinó semejante “honor” rechazando de plano la actuación sionista y el engendro israelí.

Podríamos recordar también a los refuseñik, los 52 osados militares israelíes que en la primera década del s xxi, se negaron a seguir matando civiles palestinos en los territorios que Israel reclamaba para sí (o en territorios conexos… como con la guerra contra Egipto, o contra Líbano). Pero advirtamos que los 52 valiosos objetores formaban parte de un ejército con más de cien mil miembros. 52/100000….5/10000, 0,5 /1000: uno cada dos mil soldados resiste la masacre racista e imperial. Es mucho para el objetor, es poquísimo  en términos de resistencia social al abuso.

En este presente psíquica y culturalmente insportable de 2023 en adelante, son más los judíos ahora que se desmarcan de la banda enloquecida de Ben Gvir, Bibi Netanyahu y Bezalel Smotrich.

Pero el desmarque tiene valor si advierte la hondura del genocidio en acción, y si la reacción llega a donde tiene que llegar: a dar con la causa de la situación.

El conflicto palestino-israelí es el más largo de nuestro presente, de nuestra contemporaneidad; tiene casi siglo y medio de “edad”: arranca cuando el yishuv –la colonia judía en Palestina− que se supone está allí desde tiempo inmemorial; experimenta un cambio que lleva a una doble designación: el viejo yishuv y el nuevo yishuv; este último con la llegada de sionistas de “nuevo cuño”, europeos, askenazíes. A finales del s xix.

El sionismo no se confundió nunca con toda la colectividad judía en país alguno. Pero el avance a veces arrollador de los sectores sionistas dentro de las colectividades judías siempre fue en ascenso, sobre todo a partir de 1948, con el establecimiento del Estado de Israel. Y sobre todo, muchos judíos, aun sin adherir a las tesis sionistas (retorno al presunto país original), tendieron a aceptarse como parte del mismo mundo, del mismo etnos, del mismo origen. Aunque el origen de las diversas manifestaciones judías a lo largo de la historia sean o hayan sido tan disímiles. Tanto es así, que el proyecto sionista que busca asentarse en Palestina proviene de judíos askenazíes, fundamentalmente descendientes de jázaros que, étnicamente, poco y nada tienen que ver con los judíos del Mediterráneo Oriental, de las presuntas tierras bíblicas (algo que le constaba al mismísimo David Ben Gurión, fundador del Estado de Israel).

La pregunta que nos hacemos es: ¿de dónde proviene este descaro psíquico, esta suficiencia que le permite  a la dirección sionista, y con inmenso apoyo de la población israelí, este comportamiento tan pero tan poco humano?

Tanta ausencia de diálogo, tanto orgullo de sí, tanta chutzpah.

Lo grafica la instantánea que una decena de soldados femeninos se sacaron, festivas, en medio del derrumbe generalizado de edificios de diez pisos en Gaza, con o sin gente (palestina) entre sus escombros.

Entendemos que lo que está en cuestión no son sólo las personas tan depravadas como parecen ser los del elenco gobernante israelí. Primero y principal, porque esto no comenzó el 7 de octubre de 2023. Si uno rastrea la historia, tanto la reciente; el tratamiento de las manifestaciones por la tierra de 2019 y 2020, como las invasiones sistemáticas a la Franja de Gaza luego de las elecciones palestinas de 2006, con veedores internacionales confiables que verificaran que la población no aceptaba ni la ocupación israelí ni la dirección de la Autoridad Nacional Palestina (bueno es recordarlo); una supuesta dirección política revolucionaria cada vez más conciliadora con la ocupación, que lo hacía a cambio de un poco de dinero, marginal, algún título o cargo y una cuotita de poder.

O antes todavía, cómo Israel ahogó en sangre las intifadas, o en 1948, con qué frialdad el ejército israelí llevó adelante el Plan Dalet para adueñarse por la fuerza de todo el territorio palestino (lo que los palestinos recuerdan como la Nakba), o antes todavía, cómo el sionismo con sus organizaciones militares y clandestinas junto con el poder colonial británico ahogaron en sangre la huelga general con tomas de lugares de trabajo, de 1936 a 1939 (la sangre de miles de hombres y mujeres palestinas).

Porque frente al ansia de tener una tierra propia, que los palestinos empezaron a sentir cada vez más en espejo a la demanda sionista y en consonancia con el surgimiento −que viene del s xix−, del panarabismo reclamando el autogobierno de la tierra que pisaban, el sionismo sintió, desde el primer momento, que lo suyo era “distinto”.

No era esa ansia de terruño lo que estaba en juego; era su “singularidad”; que lo lleva a odiar el “concepto de ‘normalidad’, que infiera que los judíos “son similares a otros pueblos y tienen el mismo deseo de estabilidad que otras naciones”.[2] Porque “la derecha israelí entera está unida en su resentimiento a la idea de normalidad y su creencia [está], en línea con la religión judía, en que los judios son excepcionales, distintos de otros pueblos y naciones.” (ibíd., p. 67).

Sentirse diferentes, en rigor, exclusivos, tiende “naturalmente” a sentirse por encima. E Israel Shahak ilustra esta penosa cuestión con el testimonio de un rabino, Ovadia Joseph, “renombrado por su erudición halajática [se refiere a derecho de familia y de personas]” que aclara en un escrito anterior a 1996:  “El gobierno israelí está obligado por la ley internacional a custodiar las iglesias cristianas en la tierra de Israel, aun cuando esas iglesias son definitivamente sitios y lugares de culto de idolatría [pese a que] nuestra ley [religiosa] nos ordena destruir toda la idolatría y a sus servidores hasta que la desarraiguemos de todos los sitios de nuestra tierra y de todas las áreas  que seamos capaces de conquistar.” ¡Un strip-tease de los designios de universalización y de imperio de la fe judía que no estamos acostrumbrados a presenciar!

Shahak y Mezvinski no escatiman la mirada a la intolerancia y el dogmatismo del universo judaico. Dov Albaum, un religiólogo judío,  consideraba que la libertad de prensa es un asunto desconocido en la prensa haredi [judíos extremistas o radicales; sionistas y antisionistas], proclamando, en cambio, “el derecho de nuestra gente a no conocer ciertas cosas”  (ibíd). Shahak concluye: “los rabinos censores deciden que es lo que el público no debe saber”.

Los haredim gozan de enorme predicamento entre judíos, religiosos o no. No deja de ser penoso el “razonamiento” que eleva a estos religiosos a la cumbre de la humanidad: Yitzhak Ginsburgh, rabino, explicaba desde la prensa (Haaretz), en 1996: “Si cada célula particular de un cuerpo judío entraña divinidad y en consecuencia es parte de Dios, entonces cada hebra de ADN es una parte de Dios. Por lo tanto, algo es especial respecto al ADN judío.” (ibíd.) Una inferencia gratuita pero presuntuosa…

Más allá de la tautología, interesa su trascendencia práctica. Ginsburgh está hablando de transplantes de órganos (y cuando uno dice transplantes, dice tráfico… como se ha comprobado reiteradamente en clínicas religiosas judías). Ginsburgh prosigue: ”Si un judío necesita un hígado, puede tomar el hígado de un no judío inocente para salvarse […] la vida judía tiene un valor inifinito. Hay algo más sagrado y único respecto a la vida judía.”  ¡Nos está diciendo que la vida y los órganos de no-judíos no importan! (salvo si son de utilidad para judíos).

Shahak y Mezvinski contextualizan tanta religiosidad espiritual, acercándonos a algo más material: “Es digno de señalarse que el rabino Ginsburgh es uno de los autores de un libro alabando a  Baruch Goldstein,[3] el asesino de la Caverna de los Patriarcas.” (p. 116) Ginsburgh aclara en ese libro que: “la muerte de no judíos por parte de judíos [asesinar en nuestro lenguaje] no constituye un crimen y que la muerte de árabes inocentes por razones de venganza es una virtud judía.”

¿Una virtud judía? Equiparable, en el “mejor” de los casos a las vendettas de los más conspicuos grupos mafiosos. Shahak y Mezvinski aclaran que ninguna autoridad religiosa israelí ha contradicho las afirmaciones de Ginzburgh y que prácticamente todos los políticos israelíes guardan silencio o incluso algunos lo han apoyado.

En el sionismo religioso, otra voz fuerte es la de Lubovich. Un rabino de tal cofradía es quien está “elevando” al actual presidente argentino Javier Milei a las regiones judías de mayor espiritualidad. El rabino Lubovitcher, conocido con el nombre de Menagem Mendel Schneerson, cabeza visible del movimiento Chabad, tiene enorme influencia en EE.UU. y ha caracterizado la línea hared desde las últimas décadas del s xx hasta nuestro presente. Schneerson nos dice, por ejemplo: “la halajá estipulada por el Talmud muestra que un no judío debe ser castigado con la muerte si mata un embrión, aún si ese embrión es no judío, en tanto que un judío no debe serlo aun si ese embrión es judío.” ¡Radical desigualdad de tratamiento! Una desigualdad reforzada como para que quede clara la diferencia de estatuto humano. Nos orienta (sin querer, puesto que él escribe y prescribe en hebreo, que no conozco, y yo puedo leerlo gracias al trabajo esclarecedor de nuestros autores, Shahak y Mezvinski).

Recapitulan al rabino Lubovitcher: “La diferencia entre una persona judía y una no judía surge de la expresión común ‘Diferenciémonos’.  Así, no tenemos un caso de cambio profundo en el que una persona está meramente a un nivel superior. Más bien, tenemos el caso de ‘diferenciémonos’ entre dos especies totalmente diferentes. Esto es lo que necesita decirse respecto al cuerpo: el cuerpo de una persona judía es de una cualidad totalmente diferente a la del cuerpo de [los integrantes de] todas las naciones del mundo.” ¡Acabáramos! Los nazis eran aprendices…

Entiendo que esto explica diáfanamente el desprecio por la vida humana palestina,  no judía. Y el desprecio por las vidas árabes en general.

Por eso, algunos judíos tan orgullosos de su excepcionalidad, como por ejemplo Gabriela Balkey,[4] aun condenando las atrocidades de la banda facinerosa comandada por Beniamin Netanyahu, no llegan a la raíz del problema. Del origen del problema; una ideología, religiosa, que tanto ha identificado un pueblo, una etnia, con un dios (propio, exclusivo). Balkey despliega, con naturalidad y modestia, ante el lector, la cantidad de “lumbreras” que el pueblo judío ha brindado en proporción incomparablemente mayor a la de cualquier otra etnia. Y defiende al Talmud como “escuela de debate, duda y reflexión”, pasando por alto las exclusivistas, atroces afirmaciones de la fe judía que Shahak y Mezvinski han puesto a nuestro alcance, para tener al menos un atisbo de la “superioridad” moral, la impudicia que sustenta la ética judía ortodoxa.

El aporte de Shahak y Mezvinski completan el cuadro de enorme desconfianza que tenemos hacia las teocracias verticalistas, en este caso ante el judaísmo (como con el Islam y buena parte de las iglesias cristianas), todas ellas dedicadas a interpretar y obedecer a algún dios).

El abordaje de Shahak y Mezvinski patentiza la situación absurda del “orden penal internacional”, totalmente inerme ante la política israelí. Los representantes de la ONU, ante Israel, actúan como los tres monos sabios.  

Pero esto no es nada nuevo. En 2004, antes de convertir a la Franja de Gaza en un campo de muerte “a fuego lento”, antes de las invasiones mortales a la Franja, rabinos pidieron en una carta elevada al ministro de defensa israelí de entonces, Shaul Mofaz,[5] que el ejército israelí no vacile en matar civiles palestinos: “Los rabinos citaron un mandato talmúdico, manifestando que ‘nuestras vidas están en primer lugar’.”

La carta fue firmada por un número de rabinos israelíes incluyendo a Haim Druckman, un ex miembro del Knesset que dirige el gran movimiento fundamentalista; Eliezer Melamed, director de una universidad religiosa y Youval Sharlo, director de otra universidad talmúdica en Petah Tikva que combina estudios talmúdicos y servicio militar activo.

Los firmantes son ortodoxos, son los que influyen en filas militares.

Otro rabino, famoso, Dov Lior, argumentó que las vidas no-Judías no tienen santidad, especialmente en tiempos de guerra. Lior es otro de los que ha elogiado y alabado públicamente a  Baruch Goldstein. Lior no se va con chiquitas; consideró a Goldstein un «gran santo», y remató:  «miles de vidas de no-judías no valen ni una uña de un judío».

Lior apoyó entusiastamente el asesinato de civiles palestinos en Rafah, diciendo que  «es muy claro a la luz del  Torah que las vidas judías son más importantes que las vidas no-judías». Lior pertenece a los más altos sitiales del rabinato israelí.

Si a ello sumamos la enorme cantidad de judíos progresistas omnipresentes, a menudo críticos del estado de cosas, pero con un resguardo PEP (progresistas excepto Palestina), empezamos a entender por qué la ONU se encuentra en semejante pantano de irresolución, pese a los esfuerzos de su secretario general, el portugués António Guterres, porque resulta imposible de legislar entre naciones y países con tan divergentes presupuestos. Y con tan poco coraje civil para enfrentar el poder de los subsidios.

Todas las exhortaciones, casi súplicas onusianas, caen en el saco roto israelí. Por eso, con total desparpajo y sinceridad, Israel, su dirección, anuncia, por ejemplo, «la conquista de Gaza» –expresamente prohibida por los estatutos onusianos−, pero de inmediato declara mentirosamente que programan el desplazamieinto de sus pobladores “para su protección”. En realidad, una propuesta propalada casi simultáneamente nos devuevle a la realidad: Israel quiere desalojar a los gazatíes y enviarlos, empaquetados, a Jordania y a Egipto.

Desgazatizarlos, deshistorizarlos. Y si los matan en el camino, no   les   importa. □


[1]   Una de las tantas incongruencias y saltos mortales ideológicos a los que las grandes potencias (incluida la judía) nos tiene acostumbrados: el sionismo se pretende laico, no religioso y a la vez recurre a textos que supone ”sagrados” para legitimar sus acciones. Como apunta ácidamente el historiador Laurent Guyénot: ‘no creemos en dios, pero él nos dio esta tierra.’

[2]  Israel Shahak y Norton Mezvinski, El fundamentalismo judío en Israel, Ed. Canaán, Buenos Aires, 2015.

[3]  Un médico judío que ametralló a  musulmanes orantes, asesinó a algunas decenas, siendo ajusticiado por los sobrevivientes.

[4]  “No hablan en mi nombre”,  Brecha, 2 mayo 2025.

[5]  Carta de rabinos al ministro de Defensa, 7 set. 2004.

Publicado en General

BASURA NUESTRA DE CADA DÍA

Publicada el 20/04/2025 - 25/04/2025 por luissabini

por Luis E. Sabini Fernánez / 16 abril 2025

Uruguay se acerca a elecciones departamentales y municipales. De intendentes, alcaldes y juntas locales.

Es el tiempo para enfrentar, una vez más, incontables problemas y aspectos deficientes y en particular enfrentar, una vez más, “la basura”.

Hasta su denominación es problemática y no ayuda a resolver el problema que todos percibimos.

Cuando los vecinos de Villa Olmos (relativamente cerca de Soca) se nuclean para resistir la instalación en sus inmediaciones de un basurero gigante y central, que se supone para todo Canelones, tal reacción nos resulta totalmente comprensible.

Porque “la basura” así dispuesta no es sino fuente de contaminación callada, subterránea a medio plazo (que mal gestionada, producirá contaminación de inmediato).

Porque intentar resolver “la cuestión de la  basura” mediante recursos técnicos es un error serio, incluso grave, porque es una cuestión cultural.

Es decir, que nos atañe a todos los que vivimos en una sociedad.

Y las soluciones técnicas son las cómodas, las que nos simplifican, nos facilitan, etcétera. Pero nosotros, como integrantes de una sociedad, como consumidores, como productores, generamos “basura” de un modo tan permanente, continuo y tan heteróclito, que forma parte de nuestro estar-en-el-mundo; en una palabra, forma parte de nosotros.

Los famosos y hoy omnipresentes contenedorcitos, tan primorosos y  bien proporcionados, que fueron “presentados en sociedad” como una solución a la misma cuestión, hace ya décadas, por el entonces intendente de Montevideo, arquitecto y paisajista Mariano Arana, nos alejaron de la solución. Por ser precisamente una solución meramente técnica, de aparatos.

Cuando vemos un contenedor casi vacío, con todos sus dispositivos aptos, y alrededor desparramados a muy corta distancia, desechos varios, bolsas de desperdicios, advertimos que la población, que un sector de la población, no entiende ni atiende lo de “la basura”. Ese contenedorcito nos está diciendo que hay gente que no “dialoga” con ese aspecto, problema, rasgo constitutivo de nuestras sociedades presentes, consumistas pero irresponsables.

Uruguay ha sido estragado, culturalmente, por el awol. American Way of Life. Sobre todo, desde 1945, con la hegemonía cultural de EE.UU. en aquella posguerra. Uruguay, como “todo el mundo”, aceptó alegremente aquella “revolución de la vida cotidiana”, el use y tire, la plastificación de nuestros utensilios y recursos, el lavilisto, que además coincidió con un período de “vacas gordas”. Cuando tales vacas enflaquecen (en 1957 se suspenden las importaciones por falta de dólares en el BROU, Banco de la República Oriental del Uruguay, entonces la institución a cargo de la regulación cambiaria del país), y “los orientales”, por lo menos los de a pie, empezamos a apretarnos el cinturón, aquello del use y tire… pervivió.

Nuestra sociedad aceptó gustosa la comodidad. No avisaron que venía con venenos nuevos, desconocidos.

Los más memoriosos tal  vez recuerden, en mi infancia estaba “el hombre de la bolsa”, no sólo para asustar niños que macaqueaban con la comida, sino también, y en serio, para retirar botellas, entonces de vidrio. Era “el botellero”. Se refundían.

Y mi padre, cada tantas semanas me daba una pila de diarios viejos que yo iba a cambiar por unos vintenes para mí, es decir a venderlos. Tenía dos “clientes”: el verdulero de la esquina o, caminando unas cuadras más, el depósito de diarios; se procesaban industrialmente como cartón gris.

Y luego del horario escolar, algunos “adultizados” salíamos a recoger metales por la calle y revenderlos: desde pomos de pasta dental hasta latas de alimentos en conserva, pasando por tapas metálicas de botellas y un montón de etcéteras.

Era el tiempo en que el sobretodo ya gastado de papá trasmutaba en saco de señora y, con una nueva metamorfosis, en chaqueta del nene…

Y los perros y gatos, que todavía no se habían transfigurado en perrhijos o gathijos, eran, de facto, omnívoros. Porque comían los restos de las comidas de sus dueños. Pero no sólo del asado dominguero, sino de los guisos, las pastas, de todas las comidas que ya los humanos de la casa no ingerían.

No existía esa comida para perros, de primera calidad, que viene en avión desde EE.UU. especialmente fletada para que tu perro goce al parecer manjares (aunque también hay que registrar que los perros antes no presentaban tumores y hoy en día, suelen formar a menudo varios,  un solo perro…).

Hasta 1945 existía, por cierto, el desperdicio. Pero el fuego reducía al final  toneladas a gramos de ceniza. Hasta la difusión de los plásticos. Una difusión que fue como un reguero de pólvora. Y que impide “la quema” (que por ignorancia o tozudez se prolongó un tanto, pero la quema de plásticos es tan pero tan tóxica que hasta el menos avisado la rehúye).

Y así ahora, “la basura” son toneladas. De plástico en primer lugar, pero también de todo lo que no se reúsa ni se recicla, ni se rehace.

“La basura” ahora es además un conglomerado tóxico, cuyos lixiviados son fuertemente venenosos (y que por la ley de la gravedad van hacia las aguas fluviales o subterráneas).

Y es una cuestión cultural porque nos atañe a todos. Incluso a los idiotas.[1]

Si advertimos que lo de la basura es lo que nos sobra a todos nosotros (a menudo después de haber hecho uso de algo, a veces ni siquiera), el camino a seguir, el partido a tomar, tiene que ser qué hacer con ello.

Con el plástico, dadas todas sus toxicidades (hoy tenemos microplásticos en los tejidos de nuestros cuerpos, hasta en las placentas), negarnos a usarlo en la medida de lo posible o reducir, ir reduciedndo sus usos.

“Las bolsas de plástico” llegaron a ser tan invasivas, en los ríos, arroyos, en los “basureros” y muy especialmente en los órganos digestivos de todos los animales que las ingieren creyéndolas alimentos[2] que han sido finalmente sustituidas por bolsas de papel en los comercios de alimentos.[3]

CUÁNDO SE SUPRIMIERON LAS BOLSAS DE PLÁSTICO EN ALMACENES Y COMERCIOS DE VÍVERES

BanglaDesh, 2002.

Rwanda, China, 2008.

Italia y el DF mexicano, 2010.

Senegal, 2014.

Dinamarca, Francia, Suiza, Taiwán, Irlanda, Israel, Canadá, 2015.  En ese año también se establece la prohibición de tales bolsas en algunos estados de EE.UU. y de Australia.

En ese mismo año, Ingaterra y Alemania establecen pagos para poder usarlas.

Puerto Rico  y Colombia, 2017. En ese mismo año se establece dicha prohibición en Buenos Aires [no sabemos si en la provincia de ese nombre o en la capital federal argentina, homónima] y en otras dos provincias argentinas: Neuquén, Chubut.

Uruguay, España, 2018.

Costa Rica, Chile, 2019

México, 2020

Extraído de internet, diversas fuentes  sobre “bolsas de plástico y su prohibición”.

Los materiales plásticos, con su toxicidad, tanto tiempo escamoteada, pero ya indisimulable, no son el único aspecto de “la basura nuestra de cada día.”

Otro aspecto de los desechos cotidianos son los orgánicos propiamente dichos. Los restos alimentarios  (y otro capítulo son los productos tóxicos que manejamos a diario; desde medicamentos hasta productos químicos de uso doméstico).

Los restos alimentarios, mediante una selección primaria y no complicada, son compostables (excluyendo cárnicos y cítricos).  Existen  las limitaciones materiales que pueden ser decisivas y están en proporción directa a la densidad poblacional.

En tiempos “premodernos”, digamos hasta mediados del s. xx, las viviendas, incluso modestas, solían tener jardín y/o fondo. El compostado y la recuperación energética era tarea cotidiana; había muchos vecinos con plantitas, cosechando albahacas, tomates, morrones, lechugas. Y frutales. Los desechos alimentarios iban a “las gallinas”.

En nuestro presente, la población “de apartamentos” ha aumentado considerablemente. No hay fondo, no hay gallinas (ni los quiere haber). No es sólo es cuestión de densidades; es también de formas de vida.  El eje de nuestro comportamiento social pasa hoy por el celular y su presunta información (en rigor, dispersión), por la conectividad (ésa sí bien real), la modernización, la tercerización…

LAS COMPARACIONES SON ODIOSAS: ALEMANIA

Alemania, 60 millones de habitantes en un territorio equivalente a un Uruguay y medio, tuvo que resolver el “apretujamiento”. Luego de diversas tentativas, algunas penosamente modernas, como el quemado de toda la basura para su recuperación energética que le significó un deterioro de la calidad del aire (pese al enorme desarrollo de los filtros industriales), encararon un sistema denominado incialmente DUALESS (hoy DUAL), por el cual fueron recuperando diversas áreas del consumo, escalonadamente.

En 1986, ya habían llegado a recuperar el 86% de los envases y embalajes utilizados en el país. Aspiran a llegar al 96% de los materiales que llegan a cada hogar. Debieron comprometer a la pobación con,  por ejemplo, variados recipientes para alojar en ellos vidrios, plásticos (PE, PES, PVC, PET) diferenciados, metales, papeles blancos o impresos, etcétera. Encarar  así la reducción de “basura” no es una cuestión meramente técnica. Es algo que desafía nuestras pautas culturales y de comportamiento.

Como sociedad  tendremos que ir buscando las mejores soluciones. O las menos malas.

Nuestra idiosincrasia no es como la germana. Pero el problema que tenemos con “la basura” es del mismo orden. Sabemos que recuperar no es tarea sencilla. Uruguay, que hace unas décadas tenía hornos de fundición de vidrio a escala industrial, los ha perdido todos. Por miopía de gobernantes que se dejaron apabullar por la invasión literal de la petroquímica y sus señuelos, imaginando un futuro paradisíaco.

Algo similar sucede con los artefactos electrónicos. ¿Por qué dejarle sólo a las sociedades del sudeste asiático la tarea de recuperar los materiales y metales de los artefactos  y artilugios que ya no funcionan (porque su vida últil es corta, y cada vez más corta).

¿Qué es mejor?, ¿sustraer cables eléctricos en desuso (o a veces en uso), fundirlos para desembarazarse de los forros plásticos, contaminando el aire y terminar exportando el cobre? (Uruguay es país exportador de cobre… sin yacimientos propios). ¿O desmontar la aparatologíìa electrónica caduca u obsoleta y recuperar sus partes, por ejemplo, metálicas?

Tenemos mucho para elegir u optar para seguir viviendo en, del y con el planeta.□


notas:

[1] Uso la palabreja en su sentido etimológico, original: en griego se llamaba idiota a quien sólo se preocupaba de su esposa o de sus hijos o su perro, y no atendían “la cosa pública”, la convivencia.

[2] En Costa de Marfil se las prohibió tras verificar que la mayoría de las muertes de ganado doméstico se produce por su ingestión.

[3] Algo que no nos resulta muy honroso es que dicha sustitución se haya concretado en nuestro país cuando era ya “cola de perro” en el concierto internacional de sustitución y rechazo de tales bolsas.

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URUGUAY: DESTINO DE PAÍS

Publicada el 20/04/2025 por luissabini

5 abril 2025

por Luis E. Sabini Fernández

Vivimos una sociedad amansada. Pero nos está meciendo un viento de resistencia a tanto despojo hasta ahora impune.

Con el paso del tiempo, la presión de diversos inversionistas ha crecido en nuestro país, pero ya no somos tan inocentes o cómplices.

La forestación y el agua  parecen ser dos atractores fundamentales.[1]

El papel de productores de celulosa asignado en los diseños globales al Uruguay hoy está no sólo a la vista sino reconfigurando toda nuestra realidad territorial, económica y productiva: UPM-exBotnia en el río Uruguay, Montes del Plata en Conchillas sobre el Plata, UPM en Pueblo Centenario sobre el río Negro, ya construidas y en funcionamiento, y con intenciones de establecerse otra planta en Laguna Merim, al este de nuestro país y hasta se habla de una quinta en el litoral atlántico, al sureste. Con lo cual convertirían al Uruguay en el atendedor del P.H. de buena parte del mundo…

La escala es relevante y la gran escala deshace a las economías medianas y pequeñas.

Desde 1984, el accionar de las multinacionales no ha hecho sino acentuarse. Con el auspicio de la ideología progresista, empeñada en confundir el progreso tecnológico y capitalista con el despliegue  saludable de las potencialidades humanas, los consorcios transnacionales tuvieron el campo de acción más despojado, si cabe.

Más allá del optimismo inicial por “las grandes inversiones multinacionales”, la total indefensión del país, recubierta de optimismo gracias a  un “excelente grado inversor”, con los años, las décadas, vamos viendo el revés de esa trama. No se protege al país, se protege a los inversores y emprendimientos que esas mismas corporaciones transnacionales establecen en el país.

Hay aspectos valiosos también en esas inversiones, como el desarrollo de energía eólica (en un país, el nuestro, que cuenta desde hace un siglo con otra energía renovable de enorme valor ambiental; la hidroeléctrica). Pero el costo de inversión de estas energías renovables, de baja toxicidad, no le ha permitido al país poner a disposición de sus habitantes energía a bajo precio.

La crisis del agua, la acumulación de residuos y su escasa recuperación,[2] el deterioro de la infraestructura vial (que también, a la vez, ha mejorado en los últimos años), constituyen diversos gravámenes a nuestra calidad de vida.

Que de un tren que le ha costado al país miles de millones de dólares, solo veamos la impecable vía nueva  que traslada celulosa y productos químicos tóxicos que eventualmente se irán desperdigando por nuestras tierras y suelos, es un dato adverso. Porque en el país se asientan tecnologías nuevas −favorables o desfavorables− pero entre nosotros, su población, aumenta la cantidad de los “sin casa” o sin techo.

Ha aumentado la tasa nacional de mortalidad,[3] y aunque ni las estadísticas ni los analistas alcancen a discernir las causas, es evidente que ése es un signo de deterioro humano y de que no vivimos mejor.

Lo mismo tenemos que decir ante las progresivamente  menguadas tasas de natalidad.

Solo los animales en cautiverio, las especies en peligro de extinción, la fauna afectada por diversas zoonosis, presentan disminución poblacional.

Y nosotros, sociedad humana, ¿somos tan distintos?

Llegamos al siglo xxi y nos acosan propuestas, todas ellas “tentadoras” y “formidables” de enormes beneficios… para sus inversores. Refrigeración de archivos-e, elaboración de metanol, hidrógeno verde (una estimación para este último producto habla del insumo de 4400 m3 de agua por día para su plan de producción estimado en 84 000 ton. de combustible anual). ¿Podemos permitírnoslo? Segunda pregunta: ¿desde el acuífero Guaraní?

La pandemia Covid nos dejó un sabor amargo con la obligatoriedad de hecho de vacunas que eran expresamente voluntarias, y para colmo, ingresadas al país como material secreto (comercial), como si los dividendos fueran más importantes que la salud.

Conceder la administración del puerto de Montevideo (el principal por no decir único del país) por más de medio siglo a una empresa belga. 60 años. 12 presidencias. Constituye un abandono de soberanía…

O el “regalo” del país (no elegido por el país) de más de 120 millones de litros diarios a UPM  (12000 m3 de agua por día) en el río Negro. Agua que devuelven “enriquecida” con un número innegable de sustancias tóxicas.

Si se hace una compulsa, estoy seguro que mucha gente no va a aplaudir a los agricultores hipermodernos que implantaran en 2021 trigos transgénicos en Uruguay (y en Argentina), únicos países del mundo que han optado por tales granos.[4]

Y en este panorama, cuando más población advierte la jugada de esa u.t.e., unión transitoria de empresas, compuesta por SACEEM, Berkes, CIEMSA y Fast, de haberse “inventado” una gran tarea, un gran negocio, de muchos cientos de millones de dólares, a la vista de la crisis de agua corriente que ha ido carcomiendo a OSE, a sus cañerías mal mantenidas y a la confianza excesiva en las bondades de nuestra agua potable, al novel presidente Yamandú Orsi sólo se le ocurre apelar al valor de la palabra empeñada por el estado uruguayo. Una palabra dada por un presidente, Lacalle Pou, que ha mostrado las más de las veces afinidad con los titulares de la sartén “y del mango también”.

Orsi acaba de concurrir al Latin Annual Meeting, de Punta del Este, para señalar que así  “se demostró la certeza jurídica de Uruguay”.

¿Qué es la tan invocada certeza? Es aquella consigna que cuando alguien consigue, “por la razón o la fuerza”, por contactos y fuera de toda evaluación objetiva, algo, “arranco un pelito y lo tiro al campito” y ese negoción queda prendido como garrapata. No importa que, consultados quienes saben, sean todos ellos escépticos o críticos.

Con esa alusión, Orsi le acaba de decir a quienes pergeniaron el proyecto Neptuno o Poseidón, que está en pie, en orden. Que podríamos llegar a cambiar en algunos km la distancia de la toma, o del pólder. Pero que la ideota de extraer agua para potabilizar del Río de la Plata, por más salobre o contaminada que esté, quedará en pie. Ya habrá segundas etapas donde, agregando costos, se podrá depurar mejor o desalinizar (ya tenemos empresas en ristre esperando tales momentos).

Orsi tendría que explicar qué es lo errado del partido tomado hasta ahora de considerar al Santa Lucía, la mejor opción.

Claro que la cuenca del Santa Lucía no pudo aguantar la combinación de sequía y varios cientos de suministros a agroindustriales que ahorraban costos recibiendo agua de OSE en lugar de forjar sus propias fuentes de suministro (todo eso, legalizado por la dudosa Ley de Riego de 2017).

El presidente Orsi estuvo en el encuentro anual latino, en rigor denominado Latin Annual Meeting, con sede en Punta del Este.

Aunque nos resulte arduo saber encuentro de qué. Porque reunirse por ser latinos y comunicarse en inglés, no resulta del todo… ¿no? Un Latin Annual Meeting, que por los videos que han dejado traslucir −con bailes, juvenilia y casamiento por iglesia− parece muy festivo, no me resulta el ámbito más adecuado para encarar y valorar decisiones, como el suministro de agua potable a la población de todo un país, nada menos.

Orsi aparece flanqueado por los expresidentes Julio M. Sanguinetti y Vicente Fox. Al perfil ideológico del Latin Annual Meeting parece quedarle a la derecha, sólo la pared.

¡Quién te ha visto y quién te ve! ¿A qué responde tamaña conversión ideológica?

En ese encuentro, Orsi resaltó el recurso a la palabra empeñada… por otros. Como si el poder ejecutivo de un país fuera un continuum.

“La palabra vale y los compromisos que el Estado[sic] asume se cumplen”, dijo.

¿Cómo entender que la palabra de un Sanguinetti, de un Lacalle Pou, de un Orsi son todas continuas y por lo tanto intercambiables?

En otros tiempos, la palabra de alguien tenía que ser coherente en primer lugar consigo mismo, en segundo lugar con sus compañeros, pero no necesariemente con quien ocupara el mismo lugar, digamos el presidencial. Se podía coincidir, o no. Si se coincidía, se seguía la misma política. Si no se coincidía, se trataba de instrumentar otra.

El pasado otorga muchas lecciones. Con mucha precisión, Adriana Cabrera Esteve nos recuerda que el plebiscito de 2004 estableció que el servicio de agua potable a la población del Uruguay debía ser público y que eso obligó a cancelar las concesiones a empresas privadas en Maldonado. Que ya estaban concedidas. ¡Que ya estaban “con certeza jurídica”! usando la expresión del actual presidente.

Con lógica impecable, Cabrera se pregunta por qué si Vázquez lo hizo no debería hacerlo Orsi.

La idea del ‘hilo jurídico intocable’ no es sino una humorada de mal gusto para cubrir con presunta legalidad aspectos cruciales que, como tales, deberían ser discutibles.

El actual presidente convoca, para encarar el proyecto de la u.t.e., a la Corporación Nacional para el Desarrollo, a los ministerios de Ambiente y Economìa y Finanzas y a OSE. No convoca a los diversos organismos, universitarios, por ejemplo, o redes sociales de cuidado ambiental que justamente conocen del tema y (pero) se han opuesto al proyecto.

Orsi inclina deliberadamente la cancha a favor de la u.t.e. encabezada por el ing. Alejandro Ruibal. El gobierno opta así contra el conocimiento y por el interés crematístico.

Cierta insistencia en reclamar cambios renegociando el contrato firmado primariamentre por el gobierno anterior, para modificar, por ejemplo, el sitio de la toma sobre el río, resultan cambios cosméticos a los cuales los empresarios de la u.t.e. se avendrán con regocijo.

Pero, ¿qué significaría rescindir un contrato tan peculiarmente firmado, como se dice habitualmente, entre gallos y medianoche?

No soy jurista pero entiendo que se trata de un contrato apenas firmado (aunque la u.t.e. ha procurado acumular hechos consumados para afianzar el compromiso). Una rescisión sería prácticamente ab ovo; no se afectarán grandes obras ni, consiguientemente grandes inversiones. Pondrá apenas sobre el tapete la inconducta del gobierno anterior, que tiró la piedra y escondió la mano. Sabemos que los proyectistas frustrados podrán llevar el asunto al ámbito internacional; un juez del país podría laudar la anulación de tan peculiar resolución tomada por un gobierno que ya no “gobernaba”. Pero aun en el ámbito internacional podrá haber factores políticos en juego no todos a favor del proyecto Ruibal.

 Como bien remata Hoenir Sarthou una nota sobre este mismo tema: “Una parte [cada vez más] importante de la población empieza a percibir la gravedad de esos contratos, que entregan nuestra agua, nuestra tierra, nuestros puertos, nuestra salud, nuestro dinero.”

Y Adriana Cabrera Esteves remata su nota advirtiendo “sobre qué tipo de desarrollo apostamos. Uno que jerarquice las inversiones extranjeras [o privadas] a costa de nuestra soberanía para mantener los equilibrios macroeconomicos, o un desarrollo que asegure la sustentabilidad.”

Romper entonces el cerco que estos diferentes actores trasnsnacionales nos han estado tendiendo, deliberada o espontáneamente, achicándonos lenta pero sostenidamente: con las zonas francas, con la extracción “graciosa” de agua, con contratos secretos e inapelables. Con la dictadura del capital, en suma.

¿Seguimos “cinco siglos igual”?□ 


[1]   En los ’70 leí una presentación de un cónclave internacional de la rama de producción de celulosa (y fabricación de papel), del que no retuve ni su nombre ni la fuente (apenas el lugar donde estaba; la sede de la WRF, con su secretario general, inolvidable, Ricardo Carrere), que analizaba exhaustivamente la situación de la producción de celulosa en el mundo,  los proyectos de expansión y la consiguente necesidad de implantar más “ejércitos de árboles”, como los decribía Carrere. El informe analizaba y señalaba ocho estados nacionales para incorporar a los productores de celulosa en el mundo. Apenas retuve el nombre de dos: Filipinas y Uruguay.

[2]  Alemania, con su sistema DUALESS  procura llegar a 96% de recuperación; en nuestro país (aún) no hemos podido siquiera conservar un horno, para refabricar vidrio.

[3]  El país tenía en las últimas décadas un promedio de 32 mil muertes anuales. Año 2020 incluido. Con pandemia declarada, pero sin vacunas. Las vacunaciones se inician en 2021 y ese año y el siguiente, 2022, la mortalidad alcanza un promedio de 42 mil muertes anuales. En 2023 baja a cifras promedio a mitad de camino entre las de 2020 y años previos, y las de 2021 y 2022.

[4]  El pretexto es siempre el mismo: combatir plagas. En una suerte de “armisticio” entre organizaciones y redes campesinas de casi todo el mundo y los grandes consorcios transnacionales que manejan semillas, fertilizantes y agrocidas, alrededor del 2000, se aceptó el hecho consumado de la implantación de variantes transgénicas de soja y maíz y simultáneamente se preservó del instrumental transgénico a los dos alimentos más extendidos del planeta: trigo y arroz. Eso es lo que no se atendió desde Argentina y Uruguay.

Al día de hoy, empiezan a ser los agroindustriales de los mismos EE.UU., los que iniciaran el uso de ingeniería genética, en soja y maíz Bt para “vencer” a diversas plagas, los que están abandonando esa costosa solución que (ya) no soluciona: los gusanitos se van haciendo, cada vez más, resistentes.

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