por Luis E. Sabini Fernández
Como no podía ser de otra manera, las autoridades políticas argentinas, con su presidente al frente, reciben con los brazos abiertos a un gobernante, Beniamin Netanyahu, que no cumple con ningún requisito de los que se consideran democráticos, al menos públicamente, al menos con la escala proclamada por las Naciones Unidas.
Netanyahu será además recibido y declarado “visitante ilustre” en los recintos del Legislativo porteño, motorizado el nombramiento por otra integrante de Cambiemos.
Netanyahu constituyó gobierno en 2015 con un gabinete que pasará a la historia de la ferocidad, el racismo y el desprecio. Ya era veterano en la cúpula israelí porque había sido premier tres veces antes. Pero el gabinete que constituyó hace un par de años es realmente el termómetro de la situación actual, de la relación de fuerzas que goza la derecha y del racismo estructural del Estado de Israel. Un ligero recuento: el ministro de Defensa Moshe Yaalon definió a los palestinos como “un cáncer”.
Su vice, Ben Dahan, que seguramente se considera un alma sensible y ortodoxa declaró: “nuestro pueblo tiene almas más elevadas, incluso si son gays.» ¿A qué se refiere Ben Dahan cuando entiende que las almas de lo que llama “pueblo judío” “son más elevadas”; no sabemos si se refiere respecto de las de los palestinos o a las del resto de la humanidad, un poco más nazísticamente pensado… tampoco captamos la referencia a lo gay…
De todos modos, con Naftali Bennet, ministro de Educación, nada menos, volvemos a los “puros y duros”: “He matado a muchos palestinos en mi vida. No hay problema con eso.”[1] Reafirma lo que han dicho varios soldados israelíes; se puede matar palestinos sin riesgo judicial alguno.
La ministra de Justicia, Ayelet Shaked, pica alto y llamativamente con su rostro hermoso, ovalado, rodeado por gruesas trenzas: aboga por el ‘asesinato [sic] de las madres palestinas’ porque “paren ofidios que atacan su patria” [sic].[2]
La simpática ministra de Deportes, Miri Regev, refiriéndose a manifestaciones callejeras “no autorizadas” de población negra, los trató de “cáncer”.
Como vemos en este somero repaso, los calificativos “médicos” tienen cierto predicamento en el gabinete del gobierno israelí.
Entre los restantes ministros, están los infaltables que consideran que el pueblo palestino ni existe.
Con estos personajes, supremacistas y procaces, no resulta muy difícil imaginar políticas. Pero repasemos algunas.
En el campo tan elogiado por Macri del emprendedurismo: “Compañías israelíes ofrecen campos de entrenamiento turístico en los cuales familias, incluso con sus niños pequeños, practiquen tiro con armas de fuego cargadas con balas de plomo sobre blancos que semejen palestinos.” [3]
Seguramente al presidente M. Macri lo tiene sin cuidado este tipo de monstruosidad cultural tan israelí, y en cambio sí le interesan las posibilidades comerciales que brinde el trato con el Estado de Israel, que, usando a los palestinos como cobayos, ha desarrollado una serie de dispositivos de seguridad que promociona con descaro como “probados experimentalmente”. A eso fue la ministra de Seguridad Patricia Bullrich en su reciente visita a Israel, donde con ropa de fajina militar recorrió el espinel de los “adelantos militares”.
Israel ha logrado ser aceptado como miembro observador de la OEA desde 1972. En época no demasiado democrática para los estados americanos… Es además el único socio de MERCOSUR que no pertenece a la región. Estas inserciones revelan el grado de penetración israelí en políticas locales. Como explicara el secretario de la OEA Luis Almagro, Israel es “amigo y socio estratégico para las Américas”.
La Argentina europea y blanca del nuevo tiempo con Cambiemos busca estrechar vínculos con sus fuentes inspiradoras; ¿qué mejor que un estado como el israelí que, como bien dice el historiador (de origen judío) Ilan Pappé,[4] “no es una democracia”. Ha arrebatado tierras palestinas sistemáticamente y con crueldad (p. ej., jugar al blanco, matando, a campesinos expulsados por el ejército en 1948 que volvían en la noche con sus azadas o rastrillos a querer seguir cuidando sus cultivos…).
Pappé nos recuerda que: “destruir casas palestinas no es democrático”, que “encarcelar palestinos sin juicio no es democrático”, que “doscientos métodos para torturar palestinos (puestos a la luz pública por el Middle East Monitor) no es democrático…[5] Ahora, este año, han inaugurado el derribo de escuelas palestinas.[6] Tampoco es democrático.
Por si hacía falta para enhebrar esta alianza, M. Macri se ha encontrado con B. Netanyahu recientemente en el Foro de Davos; la caja planetaria de resonancia de la vanguardia del gran capital.
El nuevo gobierno argentino ha dado ya numerosas pruebas de su identificación con lo más “granado” de la derecha mundial europeizada y globalifílica: desde el apoyo a los forjadores de la guarimbas venezolanas hasta el coqueteo con el colega estadounidense Donald Trump en ese oficio no tan nuevo de empresario metido a político.
Ahora, la alianza que procura este gobierno con la dictadura supremacista israelí, multiplica el entretejido de alianzas (puesto que EE.UU. e Israel ya constituyen una suerte de entidad política en sí misma).
Al gobierno de Cambiemos ya ni le interesa la mascarada seudodemocrática de “la teoría de los dos estados” donde al menos de palabra se hablaba de cierta entidad política palestina. Netanyahu puede estar contento: la hostilidad hacia los mapuches (como hacia los wichíes en el norte, p. ej.) le revela que este gobierno tiene profundas coincidencias con su concepción del mundo.
La derecha afirma sus conquistas.
Para la sociedad oficial argentina, Netanyahu es “el visitante ilustre”.
Para la resistencia, persona non grata.
[1] http://www.palestinalibre.org/articulo.php?a=46297.
[2] https://www.telesurtv.net/news/Israeli-que-pidio-matar-a-madres-palestinas-es-ahora-Ministra-20150512-0151.html
[3] Richard Falk, exrelator de la ONU para Palestina, que ha denunciado incansablemente los atropellos del Estado de Israel sobre la población palestina: Middle East Monitor, cit. p. Palestinalibre.org.
[4] Autor de La limpieza étnica de Palestina, Crítica, Barcelona, 2008.
[5] “No, Israel no es una democracia”, http://www.jacobinmag.com/2017/05/israel-palestine-democracy-apartheid-discrimination-settler-colonialism. Traducción de Resumen Latinoamericano.
[6] Chloé Benoist, Middle East Eye, reeditado por www.rebelion.org, 31/8/2017.