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Categoría: Globocolonización

Conspirar, disuadir, desertar 

Posted on 25/12/2022 - 25/12/2022 by raas

Por Amador Fernández-Savater
LoboSuelto
11 de diciembre de 2022

Hemos atravesado, con la pandemia, una época extraña. Yo diría: sin pensamiento y sin política. Es decir, sin verdades colectivas, ni transformación de la situación dada. Pero que ha roto aún más nuestras vidas. Ahora, aliviados, volvemos a la normalidad, allí donde cada cual se siente seguro. Rutinas vitales, mentales, políticas. Pero lo que nos ha pasado sigue pasando, es decir, ha dejado marcas en el mundo y en nuestros cuerpos. Marcas de tristeza y despotencia si no somos capaces de pensarlas y hacer algo con ellas. 

Este libro*, estemos más o menos de acuerdo con él, es una tentativa de elaboración de esas marcas, de lo que nos ha pasado. Quiero compartir algunos comentarios a partir del libro, tomando tres palabras, tres verbos: conspirar, disuadir, desertar.

Conspirar

Los últimos años hemos conocido directamente, por experiencia, algunas figuras de lo político: el par calle-manifestación, plaza-asamblea, elecciones-partido, derecho-denuncia, hoy se discute sobre organización política.

Todas estas figuras remiten, me parece, a la idea de “espacio público” (a ocupar, a conquistar, a reformar, a reivindicar). La conspiración, por el contrario, no remite a espacio público, sino a la zona de sombra. Se conspira en las sombras.

Supone tomarse en serio que no hay espacio público, sino sólo relación de fuerzas. Que no hay alternativa política, sólo luchas de poder. Que no hay democracia, sino gestión de la excepción.

Y que la fuerza de los débiles se pierde si pensamos en términos de opinión pública, de comunicación, de batalla cultural, de visibilidad, de mayorías sociales, de consenso, etc. La lógica del espacio público hoy es la lógica de la virtualización, la virtualización del otro considerada como eficacia política.

¿Y cuáles son las sombras en las que la conspiración puede prosperar? Son justamente las intensidades, las vitalidades. Las intensidades de los cuerpos, de las palabras cuando prolongan los cuerpos, de las formas de vida, de los mundos que habitamos y amamos. Sólo esas intensidades pueden desafiar la virtualización del mundo.

Conspirar es hacer desde la amistad y las ganas. Las ganas -cómo activarlas, cuidarlas, recuperarlas- es hoy un problema político mayor. Conspirar dinamita la distinción público-privado. Es lo íntimo que se hace común y desafía. Podemos desplegar esta imagen de la política que nos propone el libro para ver hasta dónde nos lleva.

Si conspirar es “soplar juntos”, ¿quiénes son los que conspiran? ¿Qué experiencia del nosotros es la suya? ¿Cuál es el tempo de la conspiración, su ritmo, su respiración, su inspirar y expirar? ¿Cómo hacemos que pase el aire en situaciones bloqueadas como la actual? ¿Cómo evitamos que se degrade en el aire viciado de los guetos políticos?

Disuadir

Una tesis fuerte del libro es que nuestro mundo está configurado por la experiencia de la Guerra Fría. Sin embargo, echo en falta más reflexión justamente sobre la estrategia de gobierno por excelencia de la Guerra Fría: la disuasión.

¿Qué dice la disuasión? Si atacas, contraataco y el mundo desaparecerá en un apocalipsis nuclear. Ese mensaje no se lo dirige tanto una super-potencia a otra, como ambas a las poblaciones del planeta: “obediencia o fin del mundo”.

La disuasión es un gobierno de la incertidumbre, en la incertidumbre. Y con varios actores. Encuentro útil traer ese término aquí porque hay formulaciones en el libro que llevan a pensar en el poder como “crimen perfecto”. Como el plan de la película Crimen perfecto.

Durante años se simula la gestión de la crisis sanitaria, el plan se ejecuta cuando “alguien” decide que las revueltas de 2019 han ido demasiado lejos, etc. Pandemia-confinamientos-restricciones-reestructuración global. Crimen perfecto. Un poder que sabe, que puede y que quiere.

La disuasión, por el contrario, es una estrategia negativa: no sabe, no puede y no promete nada, improvisa, trabaja por ensayo-error, no argumenta, sólo amenaza con la muerte como alternativa. Gestiona un pueblo de víctimas que sólo piden protección.

La disuasión suprime las preguntas que se abren en toda crisis, las preguntas que pueden llevar a un cuestionamiento colectivo del sistema y las formas de vida. Suprime el pensamiento, que nunca es sólo un “yo pienso”, sino un “yo hablo y tú respondes”, un encuentro. Pretende congelar, bloquear una situación de crisis.

La disuasión es en primer lugar física, a través del terror inscrito en los cuerpos. Ese terror ha provocado la gran parálisis que hemos conocido en la pandemia, la atomización social. ¿Cómo nos sacamos el terror de los cuerpos? Porque la valentía es en primer lugar un problema colectivo.

Desertar

Nunca hay crimen perfecto. Siempre hay error del sistema, fallo, síntoma. El fallo en este caso, al menos uno de ellos, es esa extraña deserción que llamamos “Gran Dimisión” o “Gran Renuncia”.

Es toda la gente que no ha vuelto a su trabajo tras la pandemia. Más aún: es la gente que da la espalda a la política, que no enciende ya la tele. Que desconecta, que no quiere saber nada, que no participa.

Me parece que no es un fenómeno fácil de leer. No es lo mismo que la deserción de los años 60: una secesión política, organizada, contracultural. El Gran Rechazo del que se hablaba en los 60 no es la Gran Dimisión actual. Esta deserción es sin afuera, sin horizonte alternativo, sin utopía.

Es una deserción muchas veces por apagón libidinal: la retirada del deseo de los lugares donde estaba puesto (consumo, éxito, competitividad). Deserción por depresión. Deserción como long covid: prolongar la quietud del confinamiento, no ir a trabajar, I would prefer not to.

¿Cómo escucharla? La política clásica, también la militante, piensa en términos de “movilización”. Pero esta deserción es desmovilización. No pasa por el activismo, sino por el “desactivismo”, por el gesto de desactivar.

Podemos nombrarla tal vez como “abandono” o “retirada” mejor que “deserción”. Entonces, ¿cómo pasar del abandono a la deserción? ¿De la retirada a la secesión? Una teoría, un libro, son entre otras cosas instrumentos de escucha. ¿Qué nos permite escuchar este libro de este fenómeno de retirada del deseo, de deserción inmóvil?

Notas compartidas en el encuentro en torno al Manifiesto Conspiracionista en La Maliciosa, Madrid 9 de diciembre de 2022.

* Libro Conspiración, disuasión, deserción: tres propuestas para repensar lo político, el poder y el malestar social.

fuente: https://lobosuelto.com/conspirar-disuadir-desertar-amador-fernandez-savater

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Posted in Argentina, Ciencia, Destrozando el sentido común, General, Globocolonización, Medios de incomunicación de masas, Narrativa, Poder, Poder mundializado, Política, Salud. Y enfermedadTagged Amador Fernández-Savater, confinamiento estricto, confinamiento masivo, crisis sanitaria, El Gran Rechazo, el miedo como herramienta, gobierno de la incertidumbre, incolulación del terror, medios de incomunicación, opinión pública, pandemia del Covid-19

Neptuno: ¿dios de agua dulce o de agua salada?

Posted on 20/11/2022 - 25/12/2022 by ulises

por Luis E. Sabini Fernández –

Nuestro territorio, como todo territorio periférico, en la arrebatiña de bienes materiales, que ya lleva siglos, percibidos cada vez más como escasos, está sufriendo tarascones,  cada cual más impresionante y lesivo que el anterior, que se consuman siempre con las mejores argumentaciones del “desarrollo”, de la tecnificación, de la erección de infraestructuras que no resultan sino las herramientas más idóneas para que las redes transnacionales,  que cada vez más manejan los bienes del planeta, sigan apropiándose de tales bienes y consiguientemente de nosotros, los humanos cualquiera que habitemos estas tierras.

Algunos “tarascones” han forjado nuestro destino como sociedad colonial; algunos han naufragado, como el proyecto del “Uruguay minero” de la década del ’80; otros, diseñados a largo plazo, como fue la integración de nuestro país a los suministros papeleros del planeta (junto a otras sociedades periféricas, fundamentalmente Brasil, Indonesia, Filipinas) han logrado asentarse y propagarse, adueñándose de territorios que una colonización previa había ido asentando como ganaderos.

Katoen-Natie, un consorcio de transporte marítimo con sede en Bélgica, apreció las condiciones del puerto de Montevideo y su bahía y entendió seguramente que podía tener un papel clave en el Cono sur americano y se apropió de su administración durante 60 años, es decir durante una docena de presidencias que quedan así embretadas para encarar cualquier política nacional, uruguaya;  portuaria, impositiva, ambiental que necesite contar con disponer de los recintos portuarios.

El contrato con Katoen-Natie es un recorte, otro, a nuestra soberanía. Territorial y consiguientemente cultural.

El contrato que firmó el presidente uruguayo con el laboratorio Pfizer concediéndole carácter secreto a su producción de medicamentos es otra abdicación de soberanía que deja librada a nuestra población al saber discrecional de un laboratorio y su comportamiento empresarial, tratándose de un laboratorio que pertenece al conocido grupo financiero Black Rock, que ha recibido demandas por cientos de millones de dólares por sus “medicamentos” Neurontin y Celebrex por los ingentes daños que ha producido en miles de pacientes-víctimas.

Hace muy pocos años se apreció el papel de las aguas superficiales de nuestro país. Que encerraban un valor creciente. Y se diseñó una ley, de riego, que puso en la esfera financiera, mercantilizó, las aguas superficiales del territorio.

Hubo resistencia, pero no la suficiente (se procuró un referendo para decidir el asunto, pero no constituimos la “masa crítica” suficiente).

Con la desertificación inevitable a causa del desmantelamiento creciente del Mato Groso, la Amazonia que es, o era, “a mais grande selva tropical do mundo”  (la segunda, la de Borneo, en Indonesia, de cerca de un millón de km2 fue arrasada hace pocas décadas); América del Sur, el subcontinente mejor regado del planeta, empezará su penuria acuática. Y las aguas superficiales, como las financierizadas por la ley de riego en nuestro territorio, aumentarán su valor en proporción directa a su escasez.

OSE administra el agua potable, la de consumo humano de nuestro país. La cuenca mayor es  la del Santa Lucía, distribuyendo el agua a cerca de dos tercios de la población del país. En previsión de mayor consumo de agua, pero también para atender crisis potenciales, desde hace tiempo, se ha ido buscando como ampliar el suministro o proteger el existente. Durante el gobierno frenteamplista se encaró un suministro complementario para OSE mediante la instalación de otra toma de agua en el arroyo Casupá, en la misma cuenca del Santa Lucía.

Aunque ese proyecto aumenta considerablemente la provisión de agua para  el sistema administrado por OSE, no diversifica su procedencia, lo cual debilita estructuralmente el sistema de agua potable. Y tampoco amplía el proceso de potabilización propiamente dicho.

Atendiendo esa debilidad estructural una UTE−unión transitoria de empresas− SACEEM, Berkes, CIMSA y FAST, presentaron hace ya meses, un diseño de obra para  erigir una nueva fuente potabilizadora.

Cuando la limosna es grande, hasta el santo desconfía. Escuchando a un directivo de OSE, que estos cuatro consorcios financiarán todo el emprendimiento y no van a cobrar un peso hasta tanto no tengan todo montado, edificado y resuelto, y que luego se tratará de un pago que no va a llegar ni a los 20 años (17 para ser más preciso),[1] el habitante común y corriente de estas comarcas tiene todo el derecho a preguntarse cómo se paga eso, cuánto se paga por eso y cuáles serán las condiciones a las que nuestro país va a quedar sujeto.

Por un lado, el gobierno nos asegura, con llamativa invocación a una fuente “infinita» de agua (un sonsonete que se repite en cada mensaje), que el proyecto Neptuno es una panacea ante la perspectiva de los límites que se ciernen sobre los actuales servicios de OSE para casi dos tercios de la población del país. Neptuno  resolvería dos limitantes; el de suministro de lo que se denomina “el agua bruta” y, tratamiento mediante, el de la disponibilidad de agua potable.

El del suministro del agua bruta, que el gobierno anterior había encarado con la represa en Casupá, pero que al día de hoy está suspendido, podría encararse con el polder a construir en Arazatí. Si se tratara de una mera sustitución de un proyecto por otro para una única función (suministro del agua bruta) sería insensato o un dispendio, pero el proyecto Neptuno encara el otro aspecto, también fundamental, y es la potabilización del agua para su incorporación a la red ya instalada de OSE.

Ambos aspectos del proyecto se basan en la extracción del agua de la llamada “fuente infinita”; el Río de la Plata. Surgen varias interrogantes; por empezar: nuestro río es un estuario de los ríos Uruguay y Paraná, y aunque bautizado por los primeros europeos que lo surcaron como “Mar Dulce” es una masa acuática mezcla de agua salada, oceánica, y dulce de dichos ríos. Cualquier montevideano lo reconoce, frecuentando la costa: a veces se pesca en agua salada, verdosa, peces como el bagre de mar, azul, y a veces se pesca en agua dulce, amarronada, el bagre de río, amarillo.

Gente del sindicato de OSE ha recordado la persistencia de agua salada o salobre sobre la zona de Arazatí, donde se piensa la instalación del proyecto Neptuno, durante 88 días.

La indudable existencia de agua salada en el Río de la Plata me hace pensar en que un proceso de desalinización es inescindible de todo proyecto de empleo del agua platense (y esto al margen de toda la depuración imprescindible tratándose de ríos, el Uruguay y el Paraná, que bajan por entre cultivos agroindustriales con todas sus cargas químicas que nutren, por ejemplo, a cianobacterias).

El proceso de desalinización para hacer potable el agua del mar es costosísimo, solo pensable en zonas con escasa agua dulce y muy  accesible salada. Como en Arabia Saudita, Israel, Qatar, Emiratos Árabes Unidos, Australia…

Y llama la atención la ausencia de tal consideración alrededor del proyecto que se procura asentar en Arazatí.  Que ni siquiera se roce esa posibilidad (por no decir esa futura necesidad), una eventualidad que trastornará todos los costos.

Llama particularmente la atención que para la elaboración del proyecto Neptuno, los oferentes hayan recurrido a la consultoría de Mekorot, la empresa israelí que administra el agua de Israel y Palestina (discriminando claramente las poblaciones; los caños de suministro a hogares israelíes son mayores que a hogares palestinos; las tarifas a hogares palestinos son mucho más altas que a hogares judíos),[2] y que siendo Mekorot una empresa más que ducha en la cuestión de la desalinización de agua, no aparezca ni una línea al respecto. ¿Habrá un cangrejo escondido bajo la piedra del dios de las aguas? Para acentuar dudas, Mekorot parece desechar el polder inicial de dicho proyecto como reserva de agua y postularía  gestionar ‘reservorios de agua potable en Montevideo’.[3]

Respecto de las consideraciones con que el presidente se ha dedicado a apoyar calurosamente el proyecto Neptuno, debo decir que no entiendo porqué sostiene que “este proyecto cumple estrictamente con el requisito de que el suministro de agua potable a la población corresponda a la esfera pública.” Aclara que “el proyecto está amparado en el artículo 47, numeral 3 de la Constitución de la República.

Transcribo aquí el num. 3 de dicho artículo: “El servicio público de saneamiento y el servicio público de abastecimiento de agua para el consumo humano serán prestados  exclusiva y directamente por personas jurídicas estatales.” Traduzco: OSE.

EL proyecto “Arazatí” entrega el procesamiento del agua, su potabilización, al consorcio a cargo del proyecto Neptuno. Y éste entregaría el agua ”pronta”, a OSE. Por lo tanto, OSE ya no sería el productor del agua potable del sur uruguayo, pese a la palabra presidencial; en todo  caso, su distribuidor en la población (en la red que tiene OSE desde “siempre”). Porque, como explicara el ministro del ramo, Adrián Peña, es el privado “el que diseña, construye y mantiene la infraestructura que queda al servicio de OSE”.

Nuestro país está cada vez más enredado en grandes operaciones financieras de las que se sale únicamente entregando bienes a los virtuales dueños del planeta. Es decir, a los titulares de los emporios que dictaminan las normas que rigen nuestro ordenamiento; las sanitarias, las dietéticas, cibernéticas, financieras, ambientales.

En 1919, en la entonces flamante revolución socialista, delegados campesinos al Segundo Congreso Panruso pudieron enrostrarle a los dirigentes bolcheviques: ‘Nos dicen que somos los dueños de las minas, pero ustedes disponen del carbón, nos dicen que somos los dueños del agua, pero ustedes disponen de la pesca, nos dicen que somos los dueños de la tierra, pero ustedes son los que administran sus frutos’.

Cuando se nos quiere hacer creer que OSE producirá el agua de Neptuno inevitablemente  nos acordamos de tan ominoso antecedente.

notas:

[1]   Declaraciones del gerente general de OSE, 17 nov. 2022.

[2]  Véase por ejemplo Cíntia Barenho, “Água pública sem o sangue dos povos”, 3 dic. 2012.

[3]  La diaria, Informe interno de OSE, 6 jul .2022.

Posted in Centro / periferia, Globocolonización, Nuestro planeta, Poder mundializado, Uruguay

El estado mundial: lo que nos ofrecen los dueños del mundo

Posted on 03/11/2022 - 25/12/2022 by ulises

por Luis E. Sabini Fernández –

La globocolonización es nuestra cuestión, principal y urgente (agradeceremos siempre a Frei Betto su capacidad de síntesis).

Hace apenas medio año procuré describir ese proceso,[1] y cómo incide en nuestras vidas cotidianas, intensificadas por la plétora comunicacional y diversos aspectos, atractivos como nunca antes, aunque con una carga de destructividad también sin precedentes.

Hoy vamos a tratar de rastrear este proceso históricamente, y veremos “la solución” a los problemas del poder omnímodo que nos ofrecen quienes son sus titulares.

Porque desde hace décadas, escuchamos voces intelectuales reclamando “gobierno mundial”.

No es posible exagerar el unicato estadounidense de 1945. Ya lo subrayó, premonitoriamente James Burnham desde 1941.[2]

Si ya había elementos  como los que captara Burnham, el desenlace de la 2GM despejó totalmente posibles incógnitas: poderes colonialistas hasta entonces decisivos, como el  británico, se habían agotado (para no mencionar diversos niveles de aplastamiento de otros colonialismos europeos y del derrotado asiático; el japonés).

La Sociedad de Naciones, auspiciada desde Europa se extinguía sin grandeza y sin retorno, y la minoría con el poder en EE.UU. rediseña una nueva red internacional; la ONU, ahora a su servicio (aunque albergando una incógnita desde su mismo inicio, en una entidad política relativamente nueva; la URSS).

En 1946 un emigrado húngaro, Imre Révész, anglificado Emery Reves, biógrafo de W. Churchill y por ello con puerta franca en todos los pasillos del flamante poder mundializado, escribe un ensayo, “propio de la hora”; The Anatomy of Peace (Anatomía de la paz).[3]

Reves, representativo del espíritu de la nueva cúspide política mundial, lo tiene claro: liquidar las soberanías nacionales, “causa de la anarquía en  las relaciones internacionales”, para ceder el paso a “un orden legal universal”.

Allí está el meollo: suprimir los estados nacionales, suprimir sus soberanías; que “las naciones se regulen no por tratados, sino por ley” [sic]. Reves entiende que “bajo el presente sistema de soberanía nacional todos los países están inevitablemente orientados hacia el totalitarismo” (no sabemos porqué una ley única no nos orientaría aún más decisiva y radicalmente hacia lo totalitario….).

Reves, desde el epicentro planetario conseguido en 1945 nos “ilumina”; desde la (única) luz hacia las tinieblas. Todo el lenguaje de este servidor de la nueva ideología es el de ‘la luz contra las tinieblas’. Ingredientes: religión y ciencia, por partes iguales.

Una desenfadada exhortación a seguir la única voz legítima, la de la paz; el manido recitado de la paz de los vencedores.

Tuvimos que dejar pasar “la coexistencia pacífica”, los tiempos de Nikita Jruschev y John F. Kennedy, por ejemplo, para que con el colapso soviético, ya muy a fines de los ’80, renaciera la misma aspiración al unicato estadounidense, ahora inextricablemente unido al Estado de Israel.

Este regreso de “muertos vivos”, que el pensamiento progresista con tintes antinorteamericanos (y simpatías difusas por “el socialismo”)  había prematuramente tirado “al basurero de la historia”, reaparece  con la misma inflexión de la primera hora; dogmática e imperial.

Lo hemos visto, por ejemplo, en numerosos documentos, como los redactados por los neocons, expresión prístina de este “nuevo tiempo”,  empeñados en recuperar aquel unicato de 1945.

Tal vez el más significativo sea The Project for the New American Century, que lleva por título principal, con una semántica militar o securitaria: Rebuilding America’s Defenses. Setiembre 2000.[4]

Cuando apenas habían pasado 12 meses de la exhortación de esta craneoteca  con semejante paper, a valerse de un operativo por el estilo del de Pearl Harbor [5] (que fue el que “permitió” a EE.UU. inmiscuirse en la 2GM), sobreviene el doble atentado de las Torres Gemelas y el Pentágono (11 set. 2001). Que repercute en la instauración de una “guerra global de EE.UU. al terrorismo”, ocupando más y más áreas continentales.

Pero volvamos a 1946.

Reves pasa revista a los inabarcables cambios tecnológicos de los últimos cien años: “Por miles de años las comunicaciones de pueblo a pueblo dependieron de la fuerza animal; luego, en un siglo, vinieron el ferrocarril, el automóvil y el avión de propulsión a chorro: El cambio creado por el industrialismo no tiene paralelo en la historia de la humanidad”.

Y tras esta verificación, certera, sobreviene el diseño geopolítico: “Nuestra nación [sic] es el centro inconmovible alrededor del cual gira cuanto existe.” [sic, sic]

Un sincericidio del húngaro, devenido american. El encandilamiento producido por la modernidad galopante, seguirá todavía un tiempo hasta que las mentes más lúcidas empiecen a captar los frutos envenenados del desarrollo desenfrenado, ambientalmente nefasto.

Valido de esta fe elemental, Reves no tiene recato en proponer la abolición de las soberanías nacionales: “[…] mientras todas estas naciones soberanas retengan sus soberanías […] serán inevitables los conflictos violentos entre pueblo y pueblo y no podremos contar jamás con la esperanza de ver realizada la seguridad mundial.”

Reves, adelanta en los ’40 los “regímenes de seguridad nacional”, que difundirá el imperio norteamericano en décadas posteriores.

Intenta además avanzar basándose en lo que para él es la ciencia: “debemos tratar de llegar a un método […] más científico.” Que para Reves consiste en prescindir de “los puntos fijos creados por la imaginación  para la propia conveniencia [nacional]”. Y resume: “es necesario limitar la soberanía de las naciones y establecer un gobierno mundial.” Rubrica: “No hay la menor esperanza que podamos resolver de otra manera ninguno de los problemas vitales de nuestra generación.”

En 1946, con el ascenso de EE.UU. a la condición de líder mundial (entonces único, exclusivo, aunque ese período se cortará abruptamente con el ingreso “sorpresa” de la URSS al club atómico, en 1949), la desnudez del planteo de Reves nos señala el pensamiento oculto de los cráneos de la geopolítica estadounidense.

Un sugerente detalle que apunta Reves es que no hace falta que los estados democráticos renuncien a su soberanía por la sencilla razón de que no la tienen. “Sólo un estado totalitario o fascista es soberano”, sostenía.

También en aras de la universalidad asoma la intolerancia y el margen cero a la diferencia, porque: “ningún Estado Miembro podrá retirarse de las Naciones Unidas ni ser expulsado de la Organización”.

Con el tiempo, las competencias y las complicaciones, esa estrategia –tan prístina en 1946–, irá recubriéndose de mantos suntuosos de democraticidad y coprotagonismo. Particularmente, a través de la red de organizaciones e instancias onusianas.[6]

En 1946, podíamos todavía ver al rey desnudo. O casi. Vemos desde entonces, como el norte de un “gobierno mundial” toma un sitio relevante, parcialmente eclipsado durante el período de “las (dos) superpotencias”, y se revigoriza, como vimos, desde los ’90, ante el colapso soviético, y cómo en los muy últimos años toma nuevo impulso, ahora con la meta puesta en la Agenda 2030.

En nuestro tiempo, el Foro Económico Mundial, como “liga mundial” de los think tanks, su presidente Klaus Schwab, su secretario ideológico, Yuval Harari, junto a Bill Gates y el plantel de los billonarios –que buscan a menudo convertirse ya no solo en mecenas de nuestro tiempo sino en los administradores de la soberanía humana– están postulando un (el) gobierno mundial; reeditando por enésima vez el ya señalado anhelo. El Reves de 2022 se llama Luigi Ferrajoli y con optimismo digno de mejor causa nos quiere hacer creer que un “constitucionalismo planetario”, una “Constitución de la Tierra”, nos asegurará el fin de los padecimientos, de las hambrunas, de las sequías, de la producción de desechos cada vez más incontrolables.[7]

Desde mediados del siglo XX, y significativamente, siempre articulando el “proyecto” de un gobierno mundial con la ONU, se urdieron varios diseños y propuestas.[8] En general,  tales proyectos  postulan la creación de una conciencia mundial y planetaria, y la eliminación de nacionalismos, ideologías confrontadas y creencias religiosas exclusivistas que separan a los hombres.

Siempre la misma interrogante: ¿cómo creer que las injusticias generadas con tanta desigualdad de tratamientos como existen en el mundo, desaparecerán sólo porque habrá un único agente dispensador (de justicia, de bondad)?

En los muy últimos años ha sobrevenido un cambio sustancial. Ya no se trata de proyectos políticos teóricos o de “buenas intenciones”. La instaurada pandemia de 2020 nos muestra el alcance práctico de “un gobierno mundial” y nos deja vislumbrar sus rasgos.

En primerísimo lugar, la llamada pandemia Covid 19 ha revelado nuestra ignorancia como especie para enfrentar o atender una enfermedad, un agente patógeno jamás claramente delineado.

El gobierno mundial sanitario de la OMS se hizo sentir en buena parte del mundo; y sus medidas han expresado viejos conocidos nuestros: ignorancia, reluctancia al examen crítico y pésimo manejo.

Por cierto que la ignorancia no es delito y puede explicar muchos traspiés. Pero las instituciones sanitarias oficiales, tanto nacionales como onusianas, se han negado, por ejemplo,  a discriminar o intentar discriminar al menos cuántos muertos ha generado el Covid 19 y cuántos el desfondamiento del sistema sanitario con sus falencias asistenciales, a menudo mortales. Nos tememos que los muertos resultados del miedo, de las omisiones, ignorancias y aplazamientos, son muchos más que los diagnosticados con Covid 19 propiamente dicho. Pero es apenas una impresión; nos faltas cifras para cuantificarlo.

En resumen, esta primera plasmación de un “gobierno mundial” (aunque limitado a un área, de salud, mejor dicho de enfermedad), ha dejado a los autoasumidos benefactores de la humanidad en inmejorables condiciones para avanzar. Puesto que se ha demostrado que a la humanidad se la puede mover, llevar y traer, encerrar y dosificar, con miedo. Chocolate por la noticia. Lo nuevo, empero, es el volumen sin precedentes de tales operaciones.

En el capítulo sanitario, todavía hay muchas “cuentas pendientes”: episodios tipo muerte súbita ¿han proliferado tras la pandemia?… ¿o tras las vacunaciones?; ¿porcentaje de episodios como pulmonías, a menudo bilaterales, han aumentado también tras las vacunaciones masivas? Nos faltan otra vez estadísticas. Los recuentos parecen cosecharse de acuerdo con las convicciones de quien los haga; los superadaptados a la “verdad oficial” insisten en que si bien las inoculaciones no impiden los contagios y la difusión del Covid 19 (no son realmente vacunas y por lo tanto, han mentido) atenúa sus efectos mortales; los refractarios a una inoculación de la cual mucho más se ignora de lo que se sabe, temen que una serie de síntomas y secuelas de las inoculaciones nos deje más en territorio de enfermedad que de salud.

Hay, además, muchísimas investigaciones boicoteadas que comprueban la impudicia, la angurria, la deshonestidad intelectual de grandes corporaciones farmacéuticas en demasiados rubros, y demasiadas veces…

El mundo médico parece estar sumiéndose en una esquizofrenia de mundos paralelos: las reparticiones oficiales siguen “informándonos” de los casos y las muertes Covid y de la presunta eficacia de las inoculaciones; investigadores y médicos independientes nos informan de la colusión progresiva entre las transnacionales farmacéuticas y su rendimiento crematístico y la salud de la población. Y producen informes y abordajes que cuestionan radicalmente la medicina oficial.

Por ejemplo, hace pocos días la gobernadora de Alberta, Daniella Smith, uno de los estados constituyentes de Canadá, pidió públicas disculpas a los “no vacunados”, a los que resistieron las inoculaciones, reconociendo que habían sido decisiones políticas (vale decir, no científicas ni sanitarias). Smith se desliga ahora (más vale tarde…) de la política nacional canadiense, una de las más duras obligando a las inoculaciones para poder trabajar, por ejemplo, y que por ello mismo, tuvo más resistencia desde la población.[9] Aseguró que se lamenta «por todos los que han sido ‘inapropiadamente’ sometidos a discriminación» por el Estado. Y prometió amnistiar a quienes fueron multados o arrestados.

Por nuestras latitudes, estamos esperando: cuando un juez probo en Uruguay, pidió pruebas de solvencia científica a laboratorios bajo sospecha, el gobierno cómplice a todo mandato global y corporativo y renuente al uso del sentido común, revocó autoritariamente esa decisión judicial.

Al creciente divorcio  entre la medicina oficial y la medicina crítica, hay que agregarle una crisis asistencial en general, con plazos de atención cada vez más insensatos (y literalmente patógenos).

Y esto no es un asunto local o nacional; nos suena generalizado, como la influencia del Big Pharma en todo el planeta.[10]

Lo que llamamos esquizofrenia dentro de la medicina, entre defensores de la verdad oficial del Covid 19 y sus detractores, podemos extenderla al mundo de la ideología política.

Lo científico que enarbola la ortodoxia covídea como propia (condición que también nos damos como propia los críticos a la definición de Covid19 como pandemia), se ha desplazado a otras áreas, como la política propiamente dicha.

Porque la idea de “gobierno mundial” se pretende científica, como vimos con Reves, en los ’40.

Y vemos que la OMS y sus principales referentes como Bill Gates, se pretenden científicos.

El pensamiento crítico, de izquierda, se ha considerado también científico. Y aquella izquierda que se ha plegado ahora al Big Pharma también; combaten el terraplanismo, sostienen.

Con lo cual “el gobierno mundial” adviene por vía doble; desde la derecha más consolidada y desde una cierta izquierda. Pagan tributo a un tecnooptimsimo ingenuo, pero arrasador.

Se trata de una izquierda orgullosamente cosmopolita y transnacional que reivindica incondicionalmente “el progreso científico”. Entre otros rasgos, también hace clave ideológica de la cuestión de género (planteando una merecida crítica al machismo que deriva, empero,  en algo habitual; tirar al bebito con el agua sucia). En nuestras latitudes, lo vemos en la generalidad de los movimientos políticos progresistas (frenteamplismo en Uruguay, kirchnerismo en Argentina, Apruebo Dignidad en Chile), con significativas líneas de expansión comunicacional; Le Monde diplomatique, www.rebelion.org, Viento Sur, Página 12, para nombrar apenan algunas.

Esta peculiar izquierda, que se presenta como única, es de hecho eurocentrista y enarbola esa política de género como herramienta de achique demográfico  (aunque no explícito).[11]  Procurando resolver el desborde poblacional humano, que algunos consideramos insensato, mediante una solución atroz.

Este conglomerado progre que se autocalifica “de izquierda” feminista, y más que feminista, feministe y antiheterosexual, pandémicocientificista, se separa decisivamente de otra izquierda que advierte críticamente el giro transnacionalista y megacorporativo, que siempre enfrentó.

Esta profunda división del pensamiento otrora crítico lleva a su vez a nuevas confluencias. Una izquierda antitransnacional, defensora de “la escala humana” y enemiga de los megaproyectos” postula un cierto localismo, un rasgo que hasta recientemente había caracterizado a corrientes conservadoras, y por consiguiente de derecha. Esta izquierda antitransnacional, globalifóbica, postula cierto conservacionismo (no confundir con conservadurismo). Pero las líneas se entremezclan: así como fanáticos de los privilegios económicos se autocalifican hoy de “libertarios” (un término que hasta recientemente se ligaba a cierto democratismo político, enfrentado a opciones autoritarias), en varias cuestiones se “realinean los planetas”.

La italiana Giorgia Meloni, líder del fascismo italiano actual plantea:

“¿Por qué la familia es un enemigo? ¿Por qué la familia es tan aterradora? Hay una sola respuesta a todas estas preguntas. Porque nos define. Porque es nuestra identidad. Porque todo lo que nos define es ahora enemigo de quienes quieren que ya no tengamos identidad  […]. “Entonces atacan la identidad nacional, atacan la identidad religiosa, atacan la identidad de género, atacan la identidad familiar. No me puedo definir como italiana, cristiana, mujer, madre. no.”

“Debo ser ciudadano x, género x, padre 1, padre 2. Debo ser un número. Porque cuando sea sólo un número, cuando ya no tenga identidad ni raíces, entonces seré el perfecto esclavo a merced de los especuladores financieros. El consumidor perfecto.” [12]

La defensa de la pareja humana, de la familia humana, de la heterosexualidad, del amor al terruño, recogido por una derecha también ella globalifóbica coincide, siquiera puntualmente, con postulados “izquierdistas” del pensar globalmente, actuar localmente.

Meloni se aferra a un dios, en general ajeno al pensamiento y la crítica de izquierda, más bien renuente y refractaria a las religiones institucionalizadas, monoteístas,  pero un sentimiento religioso panteísta, en cambio, es sumamente caro a ciertas actitudes vitales de lo que se considera “izquierda”, lo cual nos hace pensar que dentro del arco de la resistencia a la globalización absoluta existen abismos pero no necesariamente infranqueables.

Tenemos que barajar conceptos y  consignas y dar de nuevo: como internacionalista no me opongo a todo nacionalismo (sólo al opresor). Y sí me opongo al cosmpolitismo indiferenciado que establece un vínculo directo entre el individuo y el “gobierno mundial”.  Difícil entrever mayor arbitrariedad, mayor abismo, mayor opresión.  La transnacionalización barre toda particularidad defendiendo una ubicuidad digital que nos transforma también a nosotros, habitantes de este planeta, en algoritmos.

A medida que se profundiza “la decadencia del imperio americano”, presenciamos un empuje de la ofensiva imperial. No necesariamente bajo la bandera de las cincuenta estrellas, también bajo ropajes globales, mundialistas, o pseudotales, como la OTAN, el FMI, la OMS, el PNUD, la UNESCO. Y  no menos importante, a través del idioma.

La lengua inglesa ha cumplido un papel fundamental en el desarrollo del imperio american.

Y junto con otras ofensivas mediáticas y sensibles a lo largo del s XX, como la fábrica de hacer mundos de Hollywood, nos hemos convertido  en cierta  medida, como el resto del mundo, en espejo (claro que deformante) del American Way of Life (Awol).

La cuestión resulta entonces cómo  sustraernos a ese canto de sirenas.

Nuestra única defensa es, una vez más, aprender a pensar. Con cabeza propia, lo más propia posible. Para eso, ni la derecha recalcitrante que ligó su destino con el imperio en constante unificación, ni la izquierda progresista, que liga su destino a todos los avances con ropaje científico (aunque a menudo sean meramente tecnológicos) producidos por el poder establecido en tiempos modernos, nos convence.

Pensar localmente ha sido bastión, en general, de pensamientos de derecha. Como los de Igor Shafarevich o Alexandre Dugin en Rusia, o de la ya citada Meloni.

Sin embargo, en esa constelación, tenemos que aprender a distinguir lo que aceptamos como valioso; un pensamiento científico pero anticientificista, la defensa de la escala pequeña para preservar el ambiente (achicando los ritmos enloquecidos de cambios tecnológicos, cada vez más ajenos a nuestras dimensiones humanas, finitas). Y más en general, una conciencia crítica que esquemáticamente hemos atribuido demasiado tiempo a “la izquierda” que ha dilapidado esa potencial intelectual. Por ejemplo, Laurent Guyénot constituye un ejemplo formidable de pensamiento crítico (no de izquierda,  más bien cristiano).

“La preponderancia estadounidense” (que un intelectual orgánico del american power, George Kennan, se afanaba en preservar en favor de EE.UU, como Noam Chomsky lo ha explicado abundantemente en sus textos), ha generado mecanismos de preservación del poder propio, instaurando o apoyando sociedades “modélicas” que funcionen como escaparates ideológicos del sistema vigente. Costa Rica en América Central, Uruguay, en la del Sur, Suecia en Europa, Taiwán o Corea del Sur en Asia, Israel en el Cercano Oriente, Sierra Leona o Liberia en África…

Sabemos que pensar con cabeza propia es más fácil decirlo que hacerlo. Este largo episodio de pandemia Covid 19 lo rubrica, una vez más. Pero también sabemos que el deterioro planetario, provocado fundamentalmente por la hybris tecnocapitalista avanza, ¡y cómo!

Seremos cada vez más puestos a prueba: si concedemos mantenernos entre algodones tecnológicos, admitiendo que la globalización siga devastando nuestro entorno, hasta ir alcanzando nuestras vidas, o si el instinto de conservación nos permitirá ver riesgos para nuestra especie, y no sólo el de nuestros techos particulares.

Si entrevemos una línea de resistencia compartida, nuestra política tendría que ser luchar por la defensa de la igualdad entre seres humanos, pero no la igualdad, sin derechos, de cuartel, sino la de la igualdad de derechos.

notas:

[1]  “Transnacionalización rampante: la globocolonización y el despeñadero planetario”, jun. 2022, en www.revistafuturos.noblogs.org; https://saltograndeextra.com/; PostaPorteña, no 2292, 22 jun 2022; https://rebelion.org/transnacionalizacion-rampante-la-globocolonizacion-y-el-despenadero-planetario/, entre otros portales.

[2]  La revolución de los directores, Editorial Sudamericana, Bs. As., 1967.

[3] Harper & Brothers, N.Y., 1946. En castellano, editado en forma condensada por Selecciones del Reader’s Digest, no 11, 1946. De allí provienen las citas.

[4]  Este documento lleva la firma de más de una veintena de intelectuales como Irving Kristol, los hermanos Fred y Donald Kagan, Thomas Donnelly, Gary Schmitt, David Epstein, Eliot Cohen, Mark Lagon, James Lasswell y otros.

[5]  La sucesión de episodios de falsa bandera es tan frondosa en la historia de EE.UU. que el ataque nipón al apostadero naval estadounidense en el archipiélago de las Hawai ha sido insistentemente tratado como una celada de los mandos norteamericanos a los japoneses, una suerte de gambito naval. Incluyendo en el costo,  la vida de miles de marineros estadounidenses.

[6]  Sobre este aspecto, es muy llamativo el cambio de la ONU, es decir de EE.UU., respecto de la Unión Sudafricana; su condición de figura clave en la fundación de la ONU resultó “inconveniente”, por su cada vez más insostenible racismo explícito. Otro sincericidio.

[7]  https://elpais.com/ideas/2020-03-27/luigi-ferrajoli-filosofo-los-paises-de-la-ue-van-cada-uno-por-su-lado-defendiendo-una-soberania-insensata.html

[8]  Una superreglamentarista de los norteamericanos G. Clark y L. Sohn (1958); otra de Bertrand Russell,  Has Man a Future? [¿Tiene futuro la humanidad?] en 1961; Iniciativa de Estocolmo para la Seguridad Global y la Gobernanza, Suecia, 1991;  propuesta ante la ONU de la comunidad Baha’i en el mismo sentido, 2018, entre otras.  Gobernanza pasó a ser la voz-anhelo del gobierno mundial, de un mundo tranquilizado.

[9]  https://davidrey.com.ar/canada-comienza-a-pedir-perdon-a-los-no-vacunados/, 26 oct. 2022.

[10]  Un capítulo aparte merece el tratamiento sufrido por un país, Haití, a manos de la ONU, de la OMS y el vergonzoso papel de sus intervenciones militares, con destacamentos de diversos estados nacionales (cuya calidad no se destaca respecto de sus realidades nacionales “de origen”). Así, un destacamento de un país periférico, Nepal, generó en Haití una epidemia de cólera con decenas de miles de muertos y millones de afectados, porque ese destacamento contaminó las aguas de lugar en que se había acantonado). ONU/OMS tardó años en reconocerlo; escalofriante ejemplo de “medicina de estado mundial”. Haití es un país pequeño con pocos millones de seres humanos en condiciones muy, muy precarias. Valga recordar para vergüenza nuestra, que en ese mismo, desgraciado país, el destacamento onusiano del Uruguay llevó a cabo variados actos de corrupción (cayendo aun más bajo que otros destacamentos nacionales, tampoco estimables).

[11]  El achique demográfico no solo se escamotea sino que presenta una contradicción: en el mismo momento, muy reciente, en que la población europea occidental está disminuyendo a pasos agigantados, esta política de género no hacen sino ahondar esa tendencia, por cierto muy distinta a la presente en las zonas más empobrecidas del planeta.

[12]   ciit.p. Kevin McDonald, https://www.unz.com/article/giorgia-meloni-as-italian-pm/it.

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COVID19: ¿VIRUS NOVEDOSO Y NATURAL O GUERRA BACTERIOLÓGICA [BIOWARFARE]?

Posted on 24/09/2022 by ulises

18 SETIEMBRE 2022

por Luis E. Sabini Fernández

Hagamos una pizca de historia.

La resistencia de los organismos vivos ante enfermedades producidas por virus, hongos, bacterias; suelen vencer incluso a  las más mortíferas, como fue el caso de la “peste negra” (bubónica, siglo XIV;  de unos 75 millones de europeos entonces; resultaron muertos durante un par de años, unos 25 millones). El lógico terror sembrado por la epidemia, que aniquiló la vida de un tercio de la población constituye una de las huellas más atroces y perdurables. Semejante mortandad es, empero, excepcional (también es cierto que en poblaciones más pequeñas el destrozo de vidas puede ser proporcionalmente mayor).

Pensemos que diezmar una población, hacerla trizas, física y psíquicamente, algo que se ha ejercido militarmente, pero que también ha servido para dimensionar el daño de una epidemia, es matar o afectar a uno de cada diez. La conmoción con un 10% de “alcanzados” es altísima.

Se estima que en los países más afectados con el Covid19, como EE.UU., el trastorno producido mató a un porcentaje entre  0,2% y 1%.

Por consiguiente, no estamos ante una pandemia de las más devastadoras. La mortandad en China, por ejemplo, según datos oficiales (los únicos cognoscibles), esde unos 3000 muertos para 1500 millones de habitantes, por consiguiente, es de 2 diezmilésimas de la población (0,0002).

Sabemos además que por sí y ante sí la jefatura de la OMS, sin consultar a los países que, al menos teóricamente la constituyen, cambió la definición de “pandemia”, un término que clásicamente presuponía una mortandad considerable y que cuando se la declara  por el Covid19 a comienzos de 2020, se la redefine sin el componente de “muertos por la pandemia”. Con la nueva definición cualquier resfrío que se extienda sobre una superficie considerable puede pasar o debería pasar a ser llamado y tratado como pandemia, aunque no tenga muertos (que no es el caso del Covid19 que sí los tuvo).

De todos modos, la idea del resfrío “pandémico” nos da idea del grado de persecución anímica, de suspicacia y amedrentamiento ante contagios, de terror sanitario, que conlleva una definición de pandemia.

Porque la duda que deja el rastro del Covid19, todavía presente, al parecer difuminándose, extendiéndose aunque perdiendo letalidad, es llegar a saber cuál fue el daño del virus propiamente dicho, el Covid19 y cuál el del generado por la respuesta humana ante su aparición.

Por tratarse de un virus no reconocido, la respuesta fue necesariamente cargada de ignorancia, como aquel primer intento de respuesta procurando “dar aire” a los pulmones cuando no se trataba de un patogenia respiratoria sino circulatoria; que no le faltaba el aire al contagiado sino que le sobrevenían embolias en el sistema circulatorio.

La humanidad pudo ir acercándose al diagnóstico contrariando a la OMS que había ordenado (criminalmente) suspender y prohibir las autopsias, gracias a un médico italiano, desobediente, que realizó unas 400 autopsias fuera de la ley. Así pudo saberse más del carácter de la enfermedad en danza.

En ese primer año, de ignorancia y tanteo, todavía no habíamos llegado a las (mal) llamadas vacunas.

Se tanteaba con respiradores, con hidroxicloroquina, ivermectina, aspirina (anticoagulante).

Y se discutía mucho sobre su etiología.

 

ORIGEN

Desde la negación lisa y llana de un agente patógeno (No existe el virus; es todo un plan de “reseteo” poblacional desde la OMS y el FEM) hasta los críticos de la agroindustria y el destrozo de la naturaleza a través de la conquista progresiva de todo el planeta por el señorío humano.

Los primeros fueron rápidamente criticados y anulados como conspiranoicos y se le retiró toda tribuna (salvo las arrinconadas de los núcleos más tenaces pero con escasa resonancia social); los segundos en cambio, eludieron radicalmente el calificativo de conspiranoicos y anticientíficos, y apostaron a la zoonosis: el atropello de la agroindustria, y el mundo corporativo sobre el ambiente ha facilitado la invasión de más y más hábitats silvestres por animales domesticados y han proliferado contactos entre fauna administrada por humanos (en grandes establecimientos industriales con aves, cerdos, vacas)  y los últimos rezagos de bolsones silvestres, con pangolines, civetas, hurones, murciélagos… y un virus silvestre se ha pasado a los planteles criados por humanos y así tenemos una enfermedad inesperada para la cual no tenemos una medicación prevista.

 

VACUNACIÓN O INOCULACIÓN

Apenas un año después, de la declaración pandémica y el aislamiento  consiguiente (que no fue tan generalizado como se tiende a creer), aparece “la solución”. Shots, como se dice en inglés, inoculaciones llamadas vacunas. Que por no haber cumplido todos los pasos exigidos para la aprobación en firme de una vacuna, no adquiere la calidad de obligatoria que la OMS otorga, tras los muchos años que inevitablemente requiere su aprobación con una serie de pasos a cumplir (y que en este caso, precisamente, no se han podido emplear). Por eso, las campañas de inoculación de las llamadas vacunas Covid19 se convirtieron legalmente en voluntarias, aunque muchas administraciones locales, nacionales, deportivas, sanitarias, municipales, empresarias, se arrogaron el derecho de convertirlas en obligatorias para los humanos bajo su jurisdicción.

La vacuna antivariólica ideada por Edward Jenner a fines del siglo XVIII, y todas las que, con más o menos éxito se fueron logrando, consistían en inocular un agente patógeno altamente debilitado en  el organismo, tan pero tan debilitado que no podía poner en peligro la salud del vacunado pero suficientemente activo como para poner en marcha en el organismo receptor una red de resistencia, inmunidad contra la enfermedad en cuestión.

Lo que a partir de 2020 se pone a disposición de las autoridades médicas y la población es una terapia génica, un dispositivo que enfrenta el virus en cuestión, pero sin generar esa inmunidad biológica propia en el organismo receptor. Por eso, la persona inoculada puede contraer otra vez el Covid19 (aunque, se supone que siempre más atenuado, amén de la más supina ignorancia por secuelas de tales inoculaciones).

Lo que vemos luego de haberse inoculado a la mayoría o inmensa mayoría de muchas poblaciones nacionales, por ejemplo, en los países del Conosur, es que el Covid19 sigue entre nosotros. Entre “vacunados” y entre no “vacunados”.

Que la recaída se ha hecho común y silvestre.

 

PERO, VOLVAMOS A LO DEL ORIGEN

Tal vez por cansancio, no se ha seguido, al menos mediáticamente la búsqueda del origen, del porqué del Covid19.

La temprana medida de la OMS de declarar pandemia la presencia de Covid19 y de encontrar rápidamente su origen podría despertar suspicacia, cuando sabemos que la OMS hoy día sesiona con la presencia permanente de su principal financista, William Gates, con un peso insoslayable en sus resoluciones.  Y una llamativa vigencia de sus planteos; apenas uno o dos meses antes de desatada la cuestión del Covid19, afectando al mundo entero, Gates había organizado un simulacro de pandemia: habría que concederle al menos una  extraordinaria capacidad predictiva.

Como para que no pensáramos mal (o por el contrario,  para empezar a sospechar), casi de inmediato salió un documento firmado por connotados científicos del ramo descartando la presencia de un virus modificado genéticamente, insistiendo en el origen natural, digamos casual del evento. Al frente de esta hipótesis convertida en versión oficial de la OMS estaba un connotado investigador Peter Daszak,  de EcoHealth Alliance.

Sin embargo, a mediados de 2021, sin haber podido encontrar todavía los eslabones biológicos  necesarios para abonar la tesis del pasaje natural de virus en fauna silvestre a animales bajo crianza humana, se abrió, en cambio, camino la tesis de la guerra biológica (biowarfare). Lo que tras el final de la 2GM, muchos científicos estadounidenses calificaron test tube war (una guerra con bacterias como armas). Ésa fue la hipótesis resultante para una autoridad mundial en la materia en mayo 2021, Nicholas Wade,[1] tras comprobar la falta de indicios o eslabones para entrever origen zoonótico.

Tanto el personal médico y sanitario como la prensa supuestamente especializada guardaron silencio en toda la línea.

Si entonces fue muy llamativo la pobreza de respuesta, de análisis, cuando ahora, hace menos de un mes, Jeffrey Sachs, el biólogo, reconocido mundialmente, a cargo del análisis de esta llamada pandemia en la sección respectiva de The Lancet, tal vez la más importante revista científica del planeta, confirma una vez más el origen transgénico del Covid19, un virus de fabricación humana, el silencio se ha hecho ensordecedor.

Jeffrey Sachs es una suerte de Da Vinci redivivo; no sólo está al frente de esta investigación sobre el origen de esta pandemia; ha hecho un demoledor análisis del militarismo estadounidense en el asunto Ucrania, es asesor del papa Francisco y a la vez se ha atrevido con pronósticos económicos de un país como Argentina, uno de los más habituales viajeros de la montaña rusa económica mundial.

A la luz de tanto desierto mediático, resulta acertado el juicio del periodista estadounidense, nada de izquierda, Ron Unz, de que estamos ante una “bancarrota política de los medios”. Y Unz no se refiere a los medios de incomunicación de masas domesticados, de los cuales podemos esperar poco y nada en torno a cuestiones como la verdad; no, Unz aclara expresamente: ”bancarrota de los medios alternativos”.[2]

 

TRAS TANTO SILENCIO, LAS PREGUNTAS

Aldo Mazzuchelli en la excelente extramuros que dirige, repasa algunas explicaciones sobre muertes, que indudablemente han escapado a los ritmos y a las estadísticas de mortalidad tenidos por tradicionales.

Señala Mazzucchelli con inevitable sorna cómo la prensa tradicional, la que en lugar de tener pensamiento, procura reflejar el del poder actuante, cada vez más imposibilitada de conseguir respuesta a, por ejemplo, la cantidad de muertes súbitas entre futbolistas; “1249 paros cardíacos de deportistas, problemas graves, 847 muertos, tras la inyección de COVID” [3] recurre a los subterfugios más penosos para explicar el “plus” de muertes civiles, inesperadas; dormir con calor, sestear, dietas deficientes, bebidas heladas… Remito a la revista-e extramuros y en particular a su último número. [4]

Veamos del British Medical Journal, un título y su introducción  (se trata de otra de las revistas médicas más relevantes del mundo entero):

“Las consecuencias inesperadas de la política de vacunación del Covid19: por qué la obligatoriedad, los pasaportes y otras restricciones pueden causar más daño que beneficios.” [5]

Y un párrafo de John Ziman:[6]

“[…] las muertes y las reacciones graves continuarán hasta que mueran tantas personas que sea obvio que la vacuna es de 10 a 100 veces peor que el virus que se supone que trata. Estos atletas son los canarios en la mina que nos advierten del peligro inminente. Están siendo escondidos para que la gente que no está prestando atención no vea la advertencia.” Ziman es un científico con la cabeza suficientemente despejada para entender  que ciencia y científicos no son lo mismo, y que por lo tanto, ninguna afirmación puede validarse por el mero hecho de tener como su autor a un científico.

Luis H. Anastasía Correa, biólogo uruguayo, ya en mayo de 2020 nos advertía ante las estadísticas machaconamente difundidas, que nos aturdían con muertos por el covid: “¿Cuántos millones de muertos por miedo, por protocolos de no atender pacientes o pacientes crónicos que no quieren atenderse?” [7]

Y el mismo autor, dos años después confirma ese diagnóstico y lo actualiza en unas nota en la revista extramuros que nos alegra citar otra vez: “Basándonos en la evidencia, todo indica que las medidas implementadas para, supuestamente, detener el avance de la pandemia; provocaron un exceso de muertes. Todas las consecuencias que se observen llevan a la misma conclusión: las políticas y recomendaciones de la OMS aplicadas a nivel global están llevando a la muerte no esperada de millones de personas.” [8]

 

CONCLUSIONES PROVISORIAS QUE NO SE PRETENDEN CIENTÍFICAS PERO SÍ RACIONALES

  • Falta saber cuántos seres humanos han sufrido y hasta muerto por el Covid19 y cuántos por la declaración de pandemia que alteró tantas coberturas sanitarias, desparramó el miedo en enormes bolsones de la sociedad y reordenó las consultas, a menudo postergando sine die tratamientos hasta entonces considerados urgentes.
  • La terminología “vacuna”, que lleva en su semántica la idea de agente patógeno generando resistencia no corresponde con las inoculaciones basadas en la actividad de ácidos nucleicos. La enorme cantidad de secuelas registradas, aunque muy minoritarias respecto del total de inoculados, ha resultado muy superior a las secuelas que han acompañado a la generalidad de vacunas aprobadas hasta ahora.
  • Hay un malestar fisiológico postinoculación que despierta desconfianza.
  • ¿Qué es, finalmente, el Covid19?
  • ¿Qué penoso papel cumplen los medios de incomunicación de masas?

[1]  Aun formulado como pregunta, ya rompe la versión oficial de la OMS y Las autoridades médicas norteamericanas de entonces: ”¿Cuál es el origen de COVID? ¿La gente o la naturaleza abrieron la caja de Pandora en Wuhan?”, 2 mayo 2021. https://nicholaswade.medium.com/origin-of-covid-following-the-clues-6f03564c038.

[2]  “Covid and the Political Bankruptcy of the Alternative Media”, unz.review, 12 set. 2022.

[3]  extramuros, no. 57, set. 2022. En la misma nota se informa que el promedio de tales eventos, hasta ahora no pasaban de 60 al año.

[4]  Ibíd.

[5]  Kevin Bardosh et al., vol.7, ed. 5.

[6]  Real Science, Cambridge University Press, 2000.

[7]  https://www.uypress.net/Columnistas/Luis-Anastasia-uc104617.

[8]  extramuros, no 57, Montevideo, set. 2022.

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CONSTELACIÓN OMINOSA

Posted on 03/09/2022 by ulises

por Luis E. Sabini Fernández –

No es habitual, como panorama o perspectiva lo que vamos a enumerar:

La segunda mitad del 2022 nos permite, más bien nos obliga, a considerar:

  • CONTAMINACIÓN PLANETARIA FUERA DE CONTROL

La humanidad ha construido nuestro mundo presente, la realidad, abusando cada vez más de los poderes que hemos ido adquiriendo y atesorando. Mientras las sociedades habidas hasta hace un par de siglos se valían del sol y el agua como fuerzas y palancas del desarrollo humano, el industrialismo permitió emplear una energía acumulada en millones de años en pocos siglos (todos los cálculos sobre las existencias de petróleo no pasan los tres siglos).

Pero el uso en cantidades extraordinarias de energía fosilizada trajo consigo tam-bién la aparición de residuos cuantiosos. Para apenas señalar uno de los más recientes: los plásticos desechados han generado por ejemplo “islas” oceánicas de millones de km2.

El optimismo tecnológico que caracteriza nuestro presente diseñó navíos “tragaplásticos” con los cuales nos prometieron  salvar el error anterior de haber generado tantos desechos fuera de control. Pero la situación no ha resultado tan sencilla. Como los plásticos son un invento humano, no son naturales, no se biodegradan como todos los elementos, sólidos, líquidos o gaseosos de la naturaleza. La erosión, claro, los achica, los desmenuza hasta hacer partículas microscópicas, que siguen empero en los mares. Ya sea depositándose en los fondos marinos, obstruyendo el “almácigo” oceánico que es todo fondo marino o, “tripulado” por microorganismos que siguen así sus marchas marinas. Investigadores han comprobado que estas partículas microplásticas, tripuladas como dije por microorganismos despiertan grandes apetencias en peces, algunos peces al menos como anchoas (con los que se ha experimentado), que los engullen ávidamente. Así tenemos microplásticos incorporados a las cadenas alimentarias y por lo tanto depositados en humanos (que somos casi siempre el fin de todas las cadenas alimentarias).  Se trata de cuerpos extraños, no alimentarios, que a muchos les hace temer serán origen de tumoraciones.

 

  • ALTERACIONES PLANETARIAS… EL ANTROPOCENO ES NUESTRO

La sociedad contemporánea apenas tiene registro de la cantidad e intensidad de inundaciones, sequías, incendios  (claro que una buena cantidad, provocados por el hombre para ampliar tasas particulares de ganancia), desbordes de diques de cola (altamente tóxicos), deshielos de altas cumbres y permafrost, –crisis biológica de especies muy perseguidas y hostigadas (sobre todo por el hombre, pero también y cada vez más, por alteraciones climáticas).

¿Estamos alterando el planeta, como podemos desgraciadamente ver con la plasti-ficación de los mares o los derretimientos de glaciares y nieves otrora “eternas”, y empu-jando a la extinción a tantas especies, y a la vez, ¿no nos estamos alterando nosotros?

  • MEDICALIZACIÓN SOCIAL NO POR SABER SINO POR… MIEDO

Con la pandemia declarada por la OMS mediante una redefinición, la medicalización generalizada resultó altamente efectiva. La pregunta es para qué. El miedo fue el motor de comportamiento. Con el que se generó  una ofensiva mediática, que logró una regimentación social pocas veces vista. El saldo de este emprendimiento de alcance planetario es variado: desde el punto de vista sanitario no se sabe si ha empeorado o mejorado la salud social, aunque la reiteración de las recaídas en el Covid19 da pábulo a temer que no ha sido una jugada saludable; desde el punto de vista de la gestión empresarial la oferta de inoculaciones vendidas como vacunas aunque en casi todos los casos con técnicas médicas tan  alejadas del concepto inicial de vacunación que  debería haberse optado por una nueva denominación –terapias génicas–, en cambio, las llamadas vacunas han sido un negocio formidable de alcance mundial. Y dada la denominación buscada y aceptada por los estados bobos que integran la OMS, la calidad de vacuna de un medicamento libera al fabricante de responsabilidad penal por un perjuicio al inoculado,  que se traslada al estado donde se encuentra la población objeto de ese tratamiento, algo bien distinto por cierto a la regla, teórica, que es que el laboratorio debe responsabilizarse por daños ocasionados por su medicación. [1]

  • LA COMUNICACIÓN CADA VEZ MÁS INSTANTÁNEA Y OMNIPRESENTE

No necesita mucha demostración, porque es lo que vivimos cada día. Estamos comunicados por radios, diarios, revistas, televisión, cine, por la digitalización cada vez de mayor alcance, con el celular como compañero casi  inseparable de nuestros oídos… y hasta por relaciones entre humanos. Asunto de otro costal es su calidad o confiabilidad. Porque estamos también cada vez más habitados por fake news. Y este rasgo cada vez más vigente nos lleva directamente a otro, fundamental en nuestro mundo actual:

  • PRESENTIZACIÓN DE LA SOCIEDAD

Estamos abandonando a un ritmo vertiginoso la temporalidad; nuestra triple dimensión existencial; pasado, presente y futuro. Para nada asimétrica, la temporalidad nos arroja al tiempo para que vivamos, hagamos lo que expresa nuestra raíz, vocación, destino, norte. Hay una dificultad insalvable con la presentización de nuestras vidas: quedarnos sin historia y sin proyecto. Como cualquier animal, vivir entretenidos.

  • GLOBALIZACIÓN Y DESNACIONALIZACIÓN

Un proceso que con mucho tino Frei Betto rebautizara globocolonización, porque no es sino un reacomodo de las relaciones imperiales o de centro a periferia, donde lo global va carcomiendo toda soberanía que lo nacional o comarcal ha procurado preservar.

  • FINANCIERIZACIÓN DE LA ECONOMÍA-MUNDO

Las finanzas, el uso de monedas, trató de solucionar las dificultades e injusticias que se generaban en los intercambios económicos buscando crear denominadores comunes. Poco a poco, lo financiero fue ocupando un lugar cada vez más relevante y a principios del siglo XX, un economista excepcional, Frederick Soddy, puso en entredicho todo el proceso de financierización  basado en el préstamo a interés, que no sólo permite sino estimula a crear capital con… nada. Para Soddy, el peligro de semejante invento es ponernos en las puertas de la inflación. Con su ritmo, progresivamente acelerado.

Hoy tenemos una espiral de deudas, ya no impagas, sino impagables. Generadas por los llamados “servicios de la deuda”. Y un deterioro marcado de la calidad de vida de los humanos atrapados en tales circuitos.

 

  • LA CANCELACIÓN RACIAL TRAVESTIDA EN CANCELACIÓN NACIONAL

El racismo desapareció… institucionalmente.  Alemania y su nazismo con quien tantos alemanes se habían identificado, empujados por la abyecta “Paz  de Versalles” (1919), que constituyó la verdadera máquina de expansión nazi, fue pulverizada material y anímicamente e incluso descuartizada territorialmente. Hubo un cambio cultural y geopolítico entonces,  porque no solo los vencidos debieron abjurar de sus proyectos racistas sino que también los vencedores advirtieron lo contraproducente de todo racismo orgulloso de sí mismo, y desde 1945 tanto la proclama (ostensiblemente) racista como el concepto mismo de raza, fueron abolidos (en EE.UU. permanecerán magras minorías afines a ese racismo sincero, pero ya no será funcional en ninguna parte, ni siquiera en Sudáfrica, que también tuvo que aggiornarse…).

Con la desaparición oficial del racismo rebrota otra discriminación no menos agresiva ni menos injusta: mediante “cancelación”, se proscribe hasta la mera presencia de lo diferente; se le niega un viaje, por ejemplo, no ya a un comunista, a un racista sino, por ejemplo, a un ruso. A caballo de un concepto emparentado con la condición nacional, se genera la misma discriminación blandiendo, por ejemplo “el antisemitismo”, contra palestinos o iraníes.

La segregación resultante es muy intensa, tan potencialmente lesiva como otrora el “White only”, tan característico de sociedades de privilegiados institucionales.

  • LA SEXUALIDAD EN ENTREDICHO. O AL MENOS LA MASCULINA

El  brote LGBTTTIQ distinguiría al día de hoy 8 géneros (hace apenas un tiempo, eran 5), el espacio Tinder nos “revela” 27, y si seguimos la escrupulosa división de géneros establecida por el legislador alemán Steffen Köninger, se trataría  de 166.[2] La noción de género se ha constituido como parteaguas entre progresistas y cromagnones.

Aunque la misma labilidad del concepto de género y su inasible alcance nos revela que se trata de una orquestación, ésa sí a toda máquina, promovida desde centros planetarios con fuerte incidencia; usinas ideológicas que van haciendo, deshaciendo y rehaciendo nuestras cabezas.

El carácter de “campaña” que caracteriza la difusión de esta temática también nos revela que el motivo real debe estar en otra parte.

Eso puede explicar por qué los neogeneristas se encargaron de copar los centros de educación y orientación sexual sobre todo referidos a adolescentes, con el oculto pero indisimulable fin de persuadir e inducir a jóvenes a “elegir” cambios de sexo o género. y

  • 2022: COMIENZO DE UN INVIERNO EUROPEO DE ESCASEZ

El invierno inminente exigirá algo desacostumbrado a Europa. El subcontinente, privilegiado económico planetario, todavía disfrutando los bienes cosechados durante los siglos de expolio desde sus principales naciones al resto del mundo, este invierno conocerá la escasez. Energética, pero también de modo por ahora ceñido, alimentaria.

  • OTAN COMO BOA CONSTRICTOR DESNUDA CONTENDIENTES

El torpe ataque de Putin/Rusia a Ucrania que quiso ser respuesta a la política otanesca de “quitar el agua al pez ruso” (o de agregarle otro anillo al oso ruso), algo que vienen haciendo incansablemente desde el colapso soviético, adueñándose geopolíticamente de una serie de naciones exsatélites a la Rusia soviética, travestidas en “faros de libertad” made in NATO”, se sigue prolongando en el tiempo y en el espacio más allá de la intención inicial de Putin de frenar ese intervencionismo ajeno (con el propio). La sensación que queda es que Rusia está repitiendo la secuencia afgana; tendrá que cambiar y mucho el curso para no repetir la historia. Y su costo (que fue la URSS).

  • EUROPA AVASALLADA AHORA SATELIZADA

Europa, avasallada por EE.UU. desde 1945, cuando el poder norteamericano tiró varios bolos a la vez: su competidor principal, Alemania, pero también al Reino Unido, exhausto. Francia, el gaullismo, trató de resistir y conservar su propia esfera de influencia, pero su secundarización fue irreversible.

La dependencia material de un continente sobrepoblado o de tierras escasas, es muy marcada. Viviendo del colonialismo esas carencias no se sentían, al contrario, pero el traslado de algunas sedes de los centros neocoloniales, la siguió satelizando, aunque conservando un nivel de gastos más bien característico de centros imperiales.

Tal vez el primer cambio de relaciones entre norteamericanos, europeos y rusos se encarnaba en la instalación de los gaso- y oleoductos rusos directos a Alemania, estableciendo allí una alianza rusogermana sin precedentes, de mutuo apoyo. Eso deliró a EE.UU. que hizo todo para coartarlo. Y lo logró… sin necesidad siquiera de bombardearlos, como amenazara el presidente de los democráticos EE.UU.

  • ECHELON 1948… Y SIGUE TAN CAMPANTE

En estrecha relación con la dependencia europea tenemos la vigencia ininterrumpida del acuerdo Echelon[3] desde 1948 entre “los” cinco estados anglófonos blancos (de piel); EE.UU., R.U., Canadá, Australia y Nueva Zelandia.[4] Un control general de las comunicaciones, enormemente incrementado con la computarización y la ampliación casi al infinito de los registros. Se observó entonces, todavía más claramente, cómo los negocios en el mundo empobrecido, en el Sur, o como se quiera llamar a la multitud de represas, puentes, caminos, plantas industriales y energéticas, laboratorios, acuerdos de cooperación o capacitación militar, se han adjudicado preferentemente a empresas provenientes de los 5 Ojos. Habían tenido el recurso de conocer ofertas de empresas de todas partes y comparar, en secreto, cotizaciones y aspiraciones, y los 5 Ojos ajustaban las ofertas. No sé si empresas rusas o brasileñas se habrán quejado, pero hay constancias que sí lo han hecho francesas o alemanas…

  • EL MUNDO RICO EN EXPANSIÓN CON PETS Y SIN HIJOS: LOS PERRHIJOS

La cultura de nuestro presente ha sido profundamente influenciada por el American Way of Life; Hollywood ha sido la inconsciente escuela de niños y adultos. Su resonancia ha sido dispar; los países centroamericanos, aledaños y reducidos por su fragmentación, han sufrido mucho más esa configuración que, por ejemplo, Francia o Mongolia. Por eso lo de pet en lugar de mascotas, para los destinatarios de estas nuevas relaciones, que inicialmente se percibieron en EE.UU. El pet, como uno más en la familia. Los afanes de humanizar animales  revelan perturbaciones serias; que perros caminen como bípedos, vestidos con camisas y pantalones, que se “entretengan” con recursos concebidos por humanos; que se festejen cumpleaños en compañía de otros perros, es decir con otros dueños de perros: engendro pavoroso de una pseudocomunidad.

Y que la comida de un perro neoyorquino valga más que la de una cincuentena de africanos pobres revela el tipo de humanidad y sociedad que se promueve.

  • CÓMO ENCARAN LOS SUPERRICOS LO QUE SE VIENE: COMO SIEMPRE

Hace furor entre los más ricos del planeta diversos proyectos de salvación personal.

Elon Musk, por ejemplo, considerado el titular del monto mayor de miles de millones de dólares del mundo, ”el rey de las finanzas”, encara, más rápido que corriendo, la construcción de naves que permitan abandonar la Tierra a la búsqueda de otro suelo más prometedor. Como si eso fuera factible.

Otros construyen búnkeres en medio de selvas, o directamente bajo tierra  (como el Survival Condo; 60 m. hacia dentro de la tierra, unos 20 pisos hacia abajo…), para tenerlos como segundo hogar en caso que la situación planetaria se siga deteriorando.

Philip Alston, relator especial de la ONU sobre pobreza y derechos humanos, subrayó estas desigualdades: “Nos arriesgamos a un escenario de ‘apartheid climático’ en el que los ricos pagan para escapar del sobrecalentamiento, el hambre y los conflictos, mientras el resto del mundo sufre. […] una creciente desigualdad […].” [5] Tendríamos que decir que no es novedad, aunque podamos advertir que se agravan las condiciones.

Con un asesinato político desnudo en julio, en Brasil, y un atentado hoy contra la vicepresidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, vemos entre nosotros lo ominoso de “la violencia política”.

 

[1]  Esas disposiciones se deben a que una vacuna exige muchos controles antes de su liberación o entrada a la sociedad y al mercado, con las cuales queda el productor liberado de responsabilidad civil o comercial con la población. Pero nada de eso pudo ocurrir, por la urgencia, con Covid19.

[2]   https://www.youtube.com/watch?v=QNjRnqqW28I.

[3]  Una red de alcance planetario para el control de todas  las comunicaciones entonces existentes: teléfonos, telégrafos, teletipos, correos. Bautizada como “Los 5 Ojos”.

[4]   Sierra Leona, Liberia, India también tienen la lengua inglesa como idioma oficial. Pero jamás participaron del acuerdo Echelon.  En los ’90 se barajó el ingreso de Israel a los 5 Ojos. Dada la naturaleza de la expansión israelí, consideramos que podemos hablar de “6 ojos”.

[5]   Kenn Orphan, “El apartheid siempre ha sido el plan”, 10 set. 2019.

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