Un panorama político rioplatense ominoso
Luis E. Sabini Fernández
Hemos reseñado, muy introductoriamente, algunos aspectos de dicho panorama en Uruguay.[1] En pleno “batuque” electoral argentino, parece imprescindible referirse a la más que preocupante situación argentina.
Los candidatos del espacio Macri (que entre otros asuntos de mimetismo, que no metamorfosis, a menudo evitan identificarse como macrismo) reafirman su postura capitalista, presentada, tradicionalmente, como demócrata, que es, en rigor, postular el gobierno de los demócratas,[2] y con ello el gobierno del mundo tal cual es; el mejor de los mundos, dirían las filósofas Mirtha Legrand o Susana Giménez, hoy ligeramente asordinadas. Se trata de un pensamiento, si puede llamarse tal, que todavía no se enteró que la nave argenta está, ella también, en la cubierta del Titanic.
Pero si esto es grave y hasta indecente, el tecnooptimismo del que se nutre no es nada nuevo; es el acaecer de la modernidad en los dos últimos dos siglos. De Rivadavia a Rodríguez Larreta hay una similar estructura mental y material.
Si lo tradicional y “garca” es tan sombrío, en su estulticia, lo que pretende su opuesto –¿o par dialéctico?– el popuperonismo, con o sin letra adosada, no logra mejorar, pese a su intención transformadora, la perspectiva. El perokirchnerismo, que parece ser el caudal principal y por lo tanto lo que puede aspirar a seguir ocupando la Casa Rosada –pese al descalabro del domingo 12/9– presentándose como “carta para las masas” (sobre todo empobrecidas); como los defensores del pueblo.
Pero las PASO acaban no sólo de darle la espalda a la carta populista sino de acompañar con un cierto apoyo, inesperado, lo que llamamos genéricamente macrismo (aunque hasta los sostenedores de tal mensaje eludan apostar a la persona de M.M.). En tanto, el populismo en el gobierno, promete enmienda, reducido de manera impensable su caudal (32% ante el 42% cambiemita).
Pero ¿qué podemos esperar de un exaltado, ardiente, Leonardo Santoro, que califica como “terraplanistas” a quienes objetan la problemática vacunación santificándola? [3] Un militante que nos resulta sincero, que sin embargo no ha vacilado en acompañarse de y acompañar a la burocracia sindical con todo su reaccionarismo y parasitismo a cuestas, acompañamiento que convierte ese pas de deux de Santoro, en un tiro en los pies.
¿Y qué podemos esperar de una Tolosa Paz que considera que el destino de la Argentina es astral? No austral, que lo es, con la convención que usamos para ubicarnos en el planeta, sino astral, proveniente de los astros, que es una picarona forma de eludir toda responsabilidad por las atrocidades que como género humano, como especie, estamos cometiendo, y están cometiendo los empresarios y sus equipos de diseño tecnocientífico; los militares disfrutando de sus esferas de influencia y los políticos atendiendo el juego de todos los privilegiados del planeta?
Tolosa Paz, que además parece haber olvidado que segundas ediciones siempre tienen muchos más obstáculos para sobresalir…
Si llegamos a creer que el capitalismo está encarnado en apellidos como Alsogaray, Martínez de Hoz, Dujovne, Grobocopatel, se trata de una verdad a medias.
Porque Vaca Muerta, CFK, Felipe Solá, la agroindustria, Grobocopatel también encarnan capitalismo (si alguien se repite en equipos presuntamente opuestos, es así).
Claro que hay modalidades distintas: el macrismo encarna la globocolonización incondicional; el cipayismo más radical (aunque haya pedido prestado del populismo el asistencialismo puramente demagógico). El kirchnerismo, procurando deslastrar al peronismo de sus rasgos más verticalistas, movimientistas, postula un capitalismo nacionalista. Reinvoca una vez más la patria. Procura remalvinizar el país, ignorando que el gran capital financiero y mundializado no acepta dimensiones nacionales.
Hay sectores políticos, mediáticos, que procuran reforzar el kirchnerismo de Kirchner, dada las medias aguas en que ha navegado en los últimos años ese peronismo.. Y está brotando, ante la estampida provocada por las PASO, el nestorianismo; una reafirmación de la pureza, la crudeza ideológica, una afirmación de radicalidad política. Ante tanta navegación a medias tintas, con Massa, con Alberto…
Pero estos “radicalizados” olvidan lo que permitió que Kirchner no fuera olvidable: el gobierno K tuvo una coyuntura económica internacional de las que no se repiten, por lo menos a menudo: durante unos años, las materias primas agrícolas tuvieron tan, pero tan buenas cotizaciones, que se pudo usarlas para romper las políticas que tanto suelen favorecer a los “privilegiados de siempre”; hacer una política de atención al consumidor, y a los que no tienen ni plata ni poder. En Argentina, con lenguaje peronista, a “los grasitas”. El mérito K es haber sabido ver esa situación.
Los analistas locales jamás repararon que se trataba de una gran maniobra transnacional de los mercados financieros centrales para imponer la agroindustria y las cadenas de servicios conexas; una nueva forma de comer (que iba a generar mucho trabajo, no en el campo, ciertamente cada vez más expulsivo de campesinado, pero sí en la industrialización consiguiente, en la farmacéutica, para atender déficit alimentarios, enfermedades producidas por contaminantes, medicalización generalizada: el campesinado se retraería, pero la industria avanzaría…).
Pero el kirchnerismo no sabe separarse de esa coyuntura cada vez más mítica, como tampoco se separara el peronismo de la primera hora del distribucionismo otorgado por el Pocho gracias a la extraordinaria acumulación de divisas generadas por la 2GM. Perón supo aplicar una política de mejoras del vivir popular, rehaciendo por ejemplo a MdP, poniendo al lado de los “bienudos”, los hoteles sindicales, lo que le granjeó odio eterno de la oligarquía ante “la invasión”, y repliegue, al menos parcial, de aquellos privilegiados hacia Pinamar…
El frenazo “espiritual” de Argentina es obviamente multicausal y complejo, pero algo común a cambiemitas y peronitas es la confianza (tenemos que decir que cada vez más ciega) dentro de una Argentina de siglo XXI avanzado, en el desarrollo tecnocientífico positivista, que nos ha ido introduciendo en el berenjenal ecológico en que hemos caído; aumentando la producción, sí, pero a costa de la contaminación y el desperdicio, y convirtiendo cada vez más a cada habitante en un consumidor, cuanto más adicto y dependiente, mejor.
Tecnópolis sigue siendo la meta epistemológica de macristas y kirchneristas.
Y que, con la crisis de sociedad periférica que es al fin y al cabo la Argentina, pese a su enorme poderío económico, estamos ante un consumidor cada vez más insatisfecho, más acuciado en sus necesidades, que mal se cubre con la floración de pequeños subsidios…
Y el país cuenta con otra dificultad que trasciende a peronistas y entreguistas o nacionalistas y globalistas: dificultad común a los países de origen colonial, forjados como colonias para exclusiva ganancia de las metrópolis: se constituyeron como epicentro de contrabando y de dobleces diplomáticos; una de las causales de corrupción.
Y el sistema mundo actual no otorga respiro ni satisfacciones a la inmensa mayoría periférica; antes al contrario, el sistema mundo va “eligiendo” una población mundial cada vez más restringida para “vivir la vida”, cuya imagen sí transmiten e impulsan, al menos, mediáticamente “para que todo el mundo se identifique”.
Ese espejismo es un motor trágicamente errado del cambio social.
[1] “Uruguay: ¿modelo de què?, https://revistafuturos.noblogs.org/; https://www.uypress.net/Columnas/Luis-E-Sabini-Fernandez-uc114932.
[2] Definición de Alberto Carri, sociólogo argentino desaparecido en 1976.
[3] Acaba de salir a luz el trabajo de UCCSNAL, Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad y la Naturaleza de América Latina, alertando sobre lo que se ve cada vez más, las secuelas y trastornos entre los vacunados; la realidad con la pandemia y las inoculaciones masivas es que jamás ha habido, con vacunación alguna, tantas secuelas imprevistas, tantos casos de padecimiento y muerte entre recién inoculados, y tantas situaciones en que los no vacunados han pasado a ser el peligro para los vacunados, que siguen siendo contagiables, ahora al parecer solo por no vacunados, pese a que tantos de los contagiados están ya vacunados y uno bien puede preguntarse si los contagiadores no lo estarán también.