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Categoría: Centro / periferia

Apuntes sobre el decrecimiento y sobre las promesas del capitalismo

Posted on 03/11/2021 - 03/11/2021 by raas

El avance en precisión y fiabilidad de las previsiones ha dado vigor a una propuesta, la del decrecimiento. Si los recursos de la Tierra son finitos y si estamos cerca de sus límites o los hemos superado ya, es obligado detener el crecimiento e incluso revertirlo hasta un nivel de sostenibilidad”. Joaquim Sempere.

Por Mariana Matija
15-15-15.org
03-09-2021

A pesar de lo que se sigue repitiendo desde el discurso dominante, y aunque se siga ofreciendo como promesa de solución a todas las crisis de nuestra sociedad, el crecimiento económico no solo NO garantiza el bienestar de las mayorías ni resuelve el problema de la inequidad, sino que además es insostenible por definición: no hay manera de que siga habiendo explotación, producción y consumo ilimitado en un planeta que es finito y, por lo tanto, tiene recursos finitos.

Nuestras sociedades, sin embargo, parecen haberse obsesionado con las promesas del capitalismo y su lógica de crecimiento ilimitado, y en ese proceso estamos consumiendo los recursos del planeta a un ritmo insostenible: la biósfera no tiene tiempo para regenerarse, los ecosistemas no soportan ya el peso de esta civilización y están perdiendo vertiginosamente su resiliencia y diversidad. Estamos moviéndonos a toda velocidad hacia un colapso, en el cual no solo terminaremos siendo aplastados por nuestras propias ideas de crecimiento, sino que arrastraremos con nosotros a miles de millones de otros seres que, como nosotros, han surgido gracias a la capacidad que hasta ahora ha tenido este planeta de generar y sostener la vida.

En el contexto de ese colapso generado por la obsesión con el crecimiento ilimitado, es urgente prestarle atención a un concepto que tiene raíces que pueden rastrearse al pensamiento de diversas comunidades indígenas, al budismo o incluso a los textos de Henry David Thoreau, y que aparece como corriente de pensamiento político, económico y social en el siglo XX: el decrecimiento.

Los pensadores y activistas del decrecimiento consideran —como cualquier persona con algo de sentido común e interés en la observación crítica puede confirmar— que el consumo excesivo es la raíz de las crisis ecológicas que estamos enfrentando y, a su vez, de las crisis sociales que de ellas se derivan, y por esto proponen la contracción de las economías y la reducción del consumo, y por lo tanto la reducción de la producción y las actividades depredadoras de extracción de recursos naturales. Aquí es necesario aclarar algo esencial: reducir el consumo no implica que sacrifiquemos nuestro bienestar, sino que aprendamos a maximizarlo a través de cosas como compartir el trabajo, dedicar más tiempo al arte, la música, la naturaleza, la cultura y la comunidad de maneras que no estén relacionadas con actividades consumistas que sigan alimentando la lógica capitalista.

El economista francés Serge Latouche, uno de los más conocidos partidarios del decrecimiento, afirma que la palabra decrecimiento es una “bomba semántica” que pretende hacerle frente a la lógica del sistema actual, que busca el crecimiento por el crecimiento. Latouche aclara también que no se trata de hacer decrecer todo indiscriminadamente, sino de entender que no todo puede crecer, y que aquello que crece no puede crecer infinitamente.

En el imaginario colectivo, el concepto de desarrollo se ha relacionado usualmente con la idea de crecimiento económico, mientras en el contexto académico se ha entendido de muchas maneras, sin que su sentido sea siempre claro. Como afirman González y Camarero (1999, p. 55), el desarrollo se ha convertido en una palabra con tantos posibles sentidos que “necesita de apellidos para conservar algún significado” (por ejemplo: desarrollo local, desarrollo rural, desarrollo sostenible, desarrollo participativo…).

Es sencillo entender las relaciones y diferencias entre crecimiento y desarrollo cuando las observamos en nosotros mismos: nacemos pequeños, y a medida que pasa el tiempo vamos creciendo (aumentando cuantitativamente de tamaño, lo cual requiere un consumo cada vez mayor de recursos básicos) y nos vamos desarrollando (volviéndonos cualitativamente más complejos y más ricos en conexiones neuronales, emociones, comprensión del mundo que nos rodea, etc.); los dos procesos pasan de manera complementaria y paralela. Llega un punto en el que alcanzamos nuestro tamaño máximo —al menos en estatura—, dejamos de crecer cuantitativamente y se estabilizan nuestras necesidades básicas de consumo. Sin embargo, no dejamos de desarrollarnos cualitativamente: seguimos aprendiendo, enriqueciendo nuestra experiencia y nuestra capacidad de generar conexiones, no solo dentro de nuestro cerebro, sino también con otros humanos, con otros seres vivos y en general con nuestro entorno.

Ese desarrollo cualitativo puede ser infinito. Sin embargo, si siguiéramos creciendo cuantitativamente de manera ilimitada, llegaría un momento en el que nuestra vida sería imposible: los recursos que necesitamos para vivir se agotarían rápidamente, nuestras articulaciones no soportarían el peso de nuestros músculos, nuestro movimiento se haría cada vez más difícil y, finalmente, colapsaríamos debido a nuestro propio tamaño. ¿Suena familiar?

Nuestra civilización está colapsando bajo su propio peso. Una civilización que se tragó enteras las promesas del capitalismo, que está basada en una economía que solo tiene como objetivo el crecimiento por el crecimiento —como una célula cancerígena, como diría Edward Abbey—, y que busca el máximo beneficio económico, ganando lo máximo de la forma más rápida por todos los medios posibles, es una sociedad que inevitablemente se está poniendo en peligro a sí misma. Como dice Monbiot (2019), en sistemas como este, basados en el crecimiento perpetuo, siempre tiene que haber periferias y externalidades, zonas de extracción y zonas de eliminación. El capitalismo lo afecta todo y todo el planeta se convierte en una zona de sacrificio: terminamos todos —incluso quienes al principio parecen salir ganando— habitando la periferia de esa máquina de hacer beneficios.

Aprovechando de nuevo las palabras de Latouche: no estamos entendiendo la importancia de reconocer los límites del planeta, estamos acabando con la capacidad inherente de la biósfera de generar y sostener la vida para poder generar crecimiento económico. Como nuestras necesidades realmente básicas son limitadas, este sistema necesita inventar nuevas —e ilimitadas— necesidades de consumo, que generan cantidades ingentes de residuos que contaminan el aire, el agua y la tierra, que son necesarios para nuestra supervivencia. Esto, evidentemente, no es sostenible. De ahí la importancia no solo de considerar alternativas diferentes al crecimiento, sino de ir más allá, y entender la importancia y la urgencia del decrecimiento.

Frente a ese planteamiento es posible que muchas personas repliquen que hace falta crecimiento económico para cubrir las necesidades básicas de las comunidades más pobres, y por eso es también urgente que nos preguntemos si lo que hace falta es más crecimiento, o si lo que necesitamos realmente es hacer un replanteamiento y una redistribución.

Para poner un ejemplo concreto en el contexto colombiano: Hernández (2019) afirma que, de acuerdo al Banco Mundial, en Colombia el 20% más rico de la población acumula un 55,7% de los ingresos, mientras que el 20% más pobre sobrevive apenas con un 3,9% del ingreso total. Dicho de otra manera, mientras 9 millones de colombianos tienen más de la mitad de la riqueza, los 36 millones restantes se reparten —inequitativamente— el 44% que queda. Al contrario de lo que muchos piensan (y de lo que la mayoría de políticos prometen) el crecimiento económico no garantiza que esa situación se resuelva. En 1992 el PIB per cápita en Colombia era de aprox. 1.380 USD y en 2017 era de aprox. 6.300 USD (es decir, 4,5 veces mayor). Sin embargo, la distribución no ha cambiado: en 1992 el 20% más pobre tenía menos del 4% de los ingresos, y el 20% más rico tenía el 56,7%, que es básicamente lo mismo que sigue pasando ahora. El PIB creció, la desigualdad… se quedó igual.

Señalando otras evidencias numéricas de desigualdad: de acuerdo a OXFAM (2015), el 50% de las emisiones de carbono globales son producidas por el 10% de la población conformada por las personas más ricas. Que lo “normal” sea que tengamos ese modelo derrochador y depredador como referente de éxito es apostar por un planeta destrozado.

Si ese 10% conformado por las personas más ricas son quienes consumen más recursos (y así alimentan más la crisis ecosocial), entonces no tiene sentido que quienes no formamos parte de ese 10% tengamos que asumir los mismos estándares de decrecimiento. Necesitamos una transformación que considere las diferencias de los contextos, y que no olvide la inequidad que esa acumulación de riqueza ha generado ni cómo ha empobrecido a buena parte de la población global. En todo caso, que haya parte importante de la responsabilidad en una porción específica de la población no significa que el resto de nosotros tenga un pase libre para seguir ignorando la evidencia del colapso ecosistémico y todas las crisis sociales que con éste se relacionan. De hecho, es precisamente por eso que es tan importante que todos, desde todos los contextos, empecemos a considerar urgentemente otros caminos.

Manfred Max-Neef (en FUHEM, 2014) proponía que una nueva economía debería basarse en “cinco postulados básicos y un principio valórico irrenunciable”:

• La economía está para servir a las personas, y no las personas a la economía.
• El desarrollo tiene que ver con personas, no con objetos.
• El crecimiento no es lo mismo que el desarrollo y el desarrollo no necesariamente requiere crecimiento.
• Ninguna economía es posible al margen de los servicios que prestan los ecosistemas.
• La economía es un subsistema de un sistema mayor y finito que es la biósfera. En consecuencia, el crecimiento infinito es imposible.

Principio valórico irrenunciable: bajo ninguna circunstancia un interés económico debe estar por encima de la reverencia por la vida. En la entrevista realizada por FUHEM en la que abordaba estos puntos, Max-Neef añadía: “recorra los seis puntos. Y uno por uno, uno por uno, lo que tenemos hoy es exactamente lo contrario”.

Los ideales que abraza el concepto de decrecimiento no son nuevos, y de hecho tienen muchísimo en común con lo que desde hace tiempo defienden comunidades humanas no industrializadas, como los mapuche, los guaraníes, los kunas y los achuar. Paradójicamente, estas son comunidades que están siendo exterminadas precisamente por las promesas del capitalismo y sus ideales de crecimiento, instalados en nuestros gobiernos, nuestras instituciones y, por lo tanto, en nuestra forma de ver y relacionarnos con el mundo.

Somos víctimas de las promesas del capitalismo y la ilusión del crecimiento ilimitado, y estamos haciendo trizas los ecosistemas que nos sostienen, que hacen posible nuestra vida, que nos permiten cubrir nuestras necesidades realmente básicas: respirar, tener agua limpia y tierra fértil para alimentarnos. Vivimos como hipnotizados persiguiendo un ideal de abundancia material que sobrepasa nuestras necesidades reales. Como dice Han (2012, pos. 718) “La economía capitalista […] se nutre de la ilusión de que más capital genera más vida, mayor capacidad de vivir. […] La preocupación por la vida buena deja paso a la histeria por la supervivencia”. Este es un sistema que nos hace olvidar que abundancia también es tener tiempo libre, descansar, disfrutar tiempo con la familia y con los amigos, pasar tiempo con los hijos, con los animales, tener tiempo para salir a caminar a la naturaleza y nadar en un río que no esté contaminado por los vertimientos tóxicos de empresas cuyas prácticas promovemos con nuestros hábitos de consumo desmesurado.

Cuando delimitamos nuestras necesidades, es decir, cuando entendemos cuáles son las básicas y cuáles son las creadas e impuestas por este sistema basado en la explotación (no solo de la naturaleza, sino de nuestro tiempo, por medio de la imposición de la productividad como valor máximo y medida de vida), podemos cubrirlas más fácilmente y sin necesidad de poner en riesgo la existencia de la vida en el planeta. La naturaleza misma nos muestra la necesidad de ponerle límite al crecimiento y nos muestra también las infinitas posibilidades que aparecen cuando paramos de crecer y podemos prestarle nuestra atención y nuestra energía al desarrollo cualitativo, que no requiere que consumamos más recursos ni ocupemos más espacio (y que no nos distrae con la búsqueda del bienestar a través del consumo desmedido) sino, sencillamente, que nos hagamos preguntas y que busquemos alternativas que nos permitan un verdadero buen vivir.

El decrecimiento vendrá, querámoslo o no. Este sistema insostenible ya se está chocando de frente con los límites del planeta. Tenemos la opción de aceptarlo como parte de un proceso de transición, de inventar una manera diferente de vivir, de reinventar nuestra relación con nosotros mismos, con nuestra comunidad humana, con la naturaleza que nos da vida y nos sostiene y de la cual formamos parte. O tendremos que aceptarlo —más temprano que tarde— como imposición de supervivencia.

Mejor hacerlo de manera voluntaria, planeada y consciente y no de manera desesperada, como último recurso, cuando el sistema se nos caiga encima, tomándonos por sorpresa… incluso sabiendo que este colapso ya no tiene nada de sorpresa.

Bibliografía:

• El Portal de la Economía Solidaria (2011): Charla de Serge Latouche: ¿Decrecimiento o Barbarie?

• FUHEM (2014, 3 de julio): Manfred Max-Neef: La economía desenmascarada. Del poder y la codicia a la compasión y el bien común [Video].

• González, M. y Camarero, L.A. (1999): Reflexiones sobre el desarrollo rural: las tramoyas de la posmodernidad. Política y Sociedad, 31, 55-68.

• Han, Byung-Chul (2012): La sociedad del cansancio (2ª ed.). Herder.

• Hernández, G. (2019): “El dato de la desigualdad en Colombia“. El Espectador.

• Monbiot, George. (2019): “Dare to declare capitalism dead – before it takes us all down with it“. The Guardian.

• Oxfam (2015): Extreme carbon inequality.

• Sempere, Joaquim (2019): “El «manifiesto ecosocialista» treinta años después“. Mientras Tanto.

(Nota: Este texto surge de una adaptación de dos artículos publicados previamente por la autora en Pacifista.tv)

fuente: https://www.15-15-15.org/webzine/2021/09/03/apuntes-sobre-el-decrecimiento-y-sobre-las-promesas-del-capitalismo

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La encrucijada argentina en un productivismo decimonónico

Posted on 26/09/2021 by ulises

Un panorama político rioplatense ominoso

Luis E. Sabini Fernández

Hemos reseñado, muy introductoriamente, algunos aspectos de dicho panorama  en Uruguay.[1] En  pleno “batuque” electoral argentino, parece imprescindible referirse a la más que preocupante situación argentina.

Los candidatos del espacio Macri (que entre otros asuntos de mimetismo, que no metamorfosis, a menudo evitan identificarse como macrismo) reafirman su postura capitalista, presentada, tradicionalmente, como demócrata, que es, en rigor, postular el gobierno de los demócratas,[2] y con ello el gobierno del mundo tal cual es; el mejor de los mundos, dirían las filósofas Mirtha Legrand o Susana Giménez, hoy ligeramente asordinadas. Se trata de un pensamiento, si puede llamarse tal, que todavía no se enteró que la nave argenta está, ella también, en la cubierta del Titanic.

Pero si esto es grave y hasta indecente, el tecnooptimismo del que se nutre no es nada nuevo; es el acaecer de la modernidad en los dos últimos dos siglos. De Rivadavia a Rodríguez Larreta hay una similar estructura mental y material.

Si lo tradicional y “garca” es tan sombrío, en su estulticia, lo que pretende su opuesto –¿o par dialéctico?– el popuperonismo, con o sin letra adosada, no logra mejorar, pese a su intención transformadora, la perspectiva. El perokirchnerismo, que parece ser el caudal principal y por lo tanto lo que puede aspirar a seguir ocupando la Casa Rosada –pese al descalabro del domingo 12/9– presentándose como “carta para las masas” (sobre todo empobrecidas); como los defensores del pueblo.

Pero las PASO acaban no sólo de darle la espalda a la carta populista sino de acompañar con un cierto apoyo, inesperado, lo que llamamos genéricamente macrismo (aunque hasta los sostenedores de tal mensaje eludan apostar a la persona de M.M.). En tanto, el populismo en el gobierno, promete enmienda, reducido de manera impensable su caudal (32% ante el 42% cambiemita).

Pero ¿qué podemos esperar de un exaltado, ardiente, Leonardo Santoro, que califica como “terraplanistas” a quienes objetan la problemática vacunación santificándola? [3] Un militante que nos resulta sincero, que sin embargo no ha vacilado en acompañarse de y acompañar a la burocracia sindical con todo su reaccionarismo y parasitismo a cuestas, acompañamiento que convierte ese pas de deux de Santoro, en un tiro en los pies.

¿Y qué podemos esperar de una Tolosa Paz que considera que el destino de la Argentina es astral? No austral, que lo es, con la convención que usamos para ubicarnos en el planeta, sino astral, proveniente de los astros, que es una picarona forma de eludir toda responsabilidad por las atrocidades que como género humano, como especie, estamos cometiendo, y están  cometiendo los empresarios y sus equipos de diseño tecnocientífico; los militares disfrutando de sus esferas de influencia y los políticos atendiendo el juego de todos los privilegiados del planeta?

Tolosa Paz, que además parece haber olvidado que segundas ediciones siempre  tienen muchos más obstáculos para sobresalir…

Si llegamos a creer que el capitalismo está encarnado en apellidos como  Alsogaray, Martínez de Hoz, Dujovne, Grobocopatel, se trata de una verdad a medias.

Porque Vaca Muerta, CFK, Felipe Solá, la agroindustria, Grobocopatel también encarnan capitalismo (si alguien se repite en equipos presuntamente opuestos, es así).

Claro que hay modalidades distintas: el macrismo encarna la globocolonización incondicional; el cipayismo más radical (aunque haya pedido prestado del populismo el asistencialismo puramente demagógico). El kirchnerismo, procurando deslastrar al peronismo de sus rasgos más verticalistas,  movimientistas, postula un capitalismo nacionalista. Reinvoca una vez más la patria. Procura remalvinizar el país, ignorando que el gran capital financiero y mundializado no acepta dimensiones nacionales.

Hay sectores políticos, mediáticos, que procuran reforzar el kirchnerismo de Kirchner, dada las medias aguas en que ha navegado en los últimos años ese peronismo.. Y está brotando, ante la estampida  provocada por las PASO, el nestorianismo; una reafirmación de la pureza, la crudeza ideológica, una afirmación de radicalidad política. Ante tanta navegación a medias tintas, con Massa, con Alberto…

Pero estos “radicalizados” olvidan  lo que permitió que Kirchner no fuera olvidable: el gobierno K tuvo una coyuntura económica internacional de las que no se repiten, por lo menos a menudo: durante unos años, las materias primas agrícolas tuvieron tan, pero tan buenas cotizaciones, que se pudo usarlas para romper las políticas que tanto suelen favorecer a los “privilegiados de siempre”; hacer una política de atención al consumidor, y a los que no tienen ni plata ni poder. En Argentina, con lenguaje peronista, a “los grasitas”. El mérito K es haber sabido ver esa situación.

Los analistas locales jamás repararon que se trataba de una gran maniobra transnacional de los mercados financieros centrales para imponer la agroindustria y las cadenas de servicios conexas;  una nueva forma de comer (que iba a generar mucho trabajo, no en el campo, ciertamente cada vez más expulsivo de campesinado, pero sí en la industrialización consiguiente, en la farmacéutica, para atender déficit alimentarios, enfermedades producidas por contaminantes, medicalización generalizada: el campesinado se retraería, pero la industria avanzaría…).

Pero el kirchnerismo no sabe separarse de esa coyuntura cada vez más mítica, como tampoco se separara el peronismo de la primera hora del distribucionismo otorgado por el Pocho gracias a la extraordinaria acumulación de divisas generadas por la 2GM. Perón supo aplicar una política de mejoras del vivir popular, rehaciendo por ejemplo a MdP, poniendo al lado de los “bienudos”, los hoteles sindicales, lo que le granjeó odio eterno de la oligarquía ante “la invasión”, y repliegue, al menos parcial, de aquellos privilegiados hacia Pinamar…

El frenazo “espiritual” de Argentina es obviamente multicausal y complejo, pero algo común a cambiemitas y peronitas es la confianza (tenemos que decir que cada vez más ciega) dentro de una Argentina de siglo XXI avanzado, en el desarrollo tecnocientífico positivista, que nos ha ido introduciendo en el berenjenal ecológico en que hemos caído; aumentando la producción, sí, pero a costa de la contaminación y el desperdicio, y convirtiendo cada vez  más a cada habitante en un consumidor, cuanto más adicto y dependiente, mejor.

 

Tecnópolis sigue siendo la meta epistemológica de macristas y kirchneristas.

Y que, con la crisis de sociedad periférica que es al fin y al cabo la Argentina, pese a su enorme poderío económico, estamos ante un consumidor cada vez más insatisfecho, más acuciado en sus necesidades, que mal se cubre con la floración de pequeños subsidios…

Y el país cuenta con otra dificultad que trasciende a peronistas y entreguistas o nacionalistas y globalistas: dificultad común a los países de origen colonial, forjados como colonias para exclusiva ganancia de las metrópolis: se constituyeron como epicentro de contrabando y de dobleces diplomáticos; una de las causales de corrupción.

Y el sistema mundo actual no otorga respiro ni satisfacciones a la inmensa mayoría periférica; antes al contrario, el sistema mundo va “eligiendo” una población mundial cada vez más restringida para “vivir la vida”, cuya imagen sí transmiten e impulsan, al menos, mediáticamente “para que todo el mundo se identifique”.

Ese espejismo es un motor trágicamente errado del cambio social.

[1]   “Uruguay: ¿modelo de què?, https://revistafuturos.noblogs.org/; https://www.uypress.net/Columnas/Luis-E-Sabini-Fernandez-uc114932.

[2]   Definición de Alberto Carri, sociólogo argentino desaparecido en 1976.

[3]  Acaba de salir a luz el trabajo de UCCSNAL, Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad y la Naturaleza de América Latina, alertando sobre lo que se ve cada vez más, las secuelas y trastornos  entre los vacunados; la realidad con la pandemia y las inoculaciones masivas es que jamás ha habido, con vacunación alguna, tantas secuelas imprevistas, tantos casos de padecimiento y muerte entre recién inoculados, y tantas situaciones en que los no vacunados han pasado a ser el peligro para los vacunados, que siguen siendo  contagiables, ahora al parecer solo por no vacunados, pese a que tantos de los contagiados están ya vacunados y uno bien puede preguntarse si los contagiadores no lo estarán también.

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Uruguay: ¿modelo de qué?

Posted on 24/08/2021 - 24/08/2021 by ulises

La política es el arte de impedir que la gente se entrometa en las cuestiones que les atañen. Paul Valéry

por Luis E. Sabini Fernández –

Con una frecuencia que me resulta cada vez mayor, aparecen en “la prensa” tenida por seria grandes ditirambos al Uruguay, a su democraticidad, a su gobernanza, a su responsabilidad social, ambiental, política…

Conociendo, y ni siquiera profundamente al país, viviendo en él, pronto se capta que estas demasiadas periódicas exaltaciones de las excelencias del paisito responden a algo muy deliberado aunque no se sepa bien qué.

Que no es, ciertamente, descripción de la realidad.

Dificulta el diagnóstico a tanto elogio, cierta flaqueza de nuestra capacidad crítica. ¿A qué se debe semejante flaqueza en un país que dio muestras de tanta potencia intelectual como para haber dado formidables creadores, que no voy a enumerar para no olvidar a algunos, pero que hizo tan característico al Uruguay de fines del siglo XIX y buena parte del XX?

A mediados del s XX, con una crisis que ya no nos abandodó, luego de esfumadas “las vacas gordas” de la década del ’50, se fue configurando una corriente cada vez más pesante de “izquierda”, que deslumbrada por y apoyándose en la Revolución Cubana fue ganando peso hasta alcanzar el gobierno nacional en 2005, pero aquella conciencia crítica, que nucleó a la inmensa mayoría, no a todos, dentro de la intelectualidad uruguaya y sus elencos culturales, fue cumpliendo variaciones del llamado en Argentina  “Teorema de Baglini” (un senador radical de ese país), según el cual “a medida que un grupo se acerca al poder, va debilitando sus posiciones críticas” o, si se quiere, “que cuanto más cerca del gobierno está, más conservador se vuelve un grupo político”.

Y si el pensamiento crítico del Frente Amplio ya dejaba mucho que desear durante su proceso de formación, el abandono de la capacidad crítica cumplió con creces el mentado teorema.

Y con este panorama, el Uruguay fue empobreciendo desde hace años su “masa de pensamiento crítico”, ahora radicada a lo sumo en gente o grupos altamente politizados pero escasos de militancia e inserción, como decrecimientistas, ecologistas radicales, anarquistas, desengañados del Frente Amplio (caso Gustavo Salle), o entre quienes mantengan referencia a Guillermo Chifflet (1924-2018), cofundador del FA, pero con conciencia política propia, y algunos, a mi modo de ver militantes o críticos de la sociedad uruguaya, activos en nudos programáticos como la lucha contra la producción de alimentos con tóxicos, el enfrentamiento a la instalación de megaminería o celuloseras que recrean el país en función de intereses transnacionales, o en la brega por un referendo contra la privatización del agua o, últimamente, enfrentando la política de miedo de la OMS para tratar el Covid 19…

La enumeración de esas resistencias puede hacernos creer que la globalización galopante, tiene dificultades para adueñarse del país; nada sería más equivocado; las resistencias existen, ciertamente, pero los avances del gran capital transnacionalizado se llevan a cabo con mano bastante segura; es decir la entrega del país, de sus tierras o aguas, y de su soberanía, se hace con relativa impunidad.

La impudicia de un diario argentino, oficioso de la Embajada de EE.UU., califica al Uruguay como el sexto país del mundo por su grado de libertad y como el segundo mejor en el continente americano en “calidad de vida y oportunidad de los jóvenes uruguayos”.[1]

Sabemos que la exaltación de libertad del primer ejemplo se refiere a la libertad de los grandes privilegiados, pero una visión ingenua puede no ver nada negativo en el cuidado de esa libertad; el segundo ejemplo es un poco más indecente por cuanto la juventud uruguaya tiene que enfrentar no sólo las privaciones de la pobreza creciente y el angostamiento progresivo de los ingresos sino además la tasa de suicidio más alta del continente y de las más altas del mundo. Contra semejante trasfondo, alardear de oportunidades para jóvenes resulta otra vez impúdico.

Y nos obliga a inquirir por los autores de tamañas afirmaciones.

Los autores; –la firma es de Rosendo Fraga, la carga mediática de infobae– han extraído tales números de Freedom House, una oenegé que tiene su historia. Inmejorable. FH se dedica a medir el grado de acceso de la población a derechos políticos; allí ubicó FH al Uruguay con solo 5 estados en el mundo entero con un índice mejor.

Fraga ha recurrido a diversas instituciones, todas de EE.UU., para corroborar ese envidiable lugar de Uruguay en las tablas mundiales. Nos muestra que el Chandler Institute of Government, muy “prestigioso”, ubica a Uruguay segundo en las Américas, después de Chile en gobernanza. Es decir, en la capacidad de gobierno para que todo siga “tranqui”,  para que los inversores trasnacionales manejen sus negocios sin sobresaltos. ¿Qué más aplaude Fraga?  “Espectacular impulso del sector de los servicios financieros”.

Pero, ¿algunos de estos índices favorecen a la población local? Eso ni se menciona. Ni se observa. Se va a “lo que importa”. A las finanzas mundializadas.

La fuente que ha manejado Fraga para sus elogios generalizados no es, ciertamente, neutra. Freedom House fue fundada en 1941 para incentivar el apoyo del ingreso de EE.UU. a la 2GM. En la posguerra, con  el señorío mundial de EE.UU., que por un momento se creyó único y permanente, FH empezó a operar como polea del poder en la sombra en una creciente red de instituciones y organizaciones dedicadas al mismo fin sin formularlo nunca explícitamente: estuvo así en la fundación de la radio Free Europe y ya en los ’80 en la de la NED (National Endowment for Democracy [Fundación Nacional para la Democracia], donde “nacional” refiere a EE.UU.) y ha financiado muchas “democracias”, como con los cientos de miles de dólares regados en Ucrania tras el colapso soviético, para instaurar allí un régimen aceptable (para EE.UU., no para la gente). Luego del descalabro vietnamita, también participó en el manejo discrecional  de las maltrechas democracias centroamericanas, regadas por asesores estadounidenses con los que asesinaron a centenares de miles de habitantes, particularmente mayas en Guatemala.[2]

FH ha sido muy activo dentro de EE.UU. criticando duramente a legisladores antimonopolistas defendiendo así  “a grandes empresas de medios.” [3]

Resume Shan Jie el juicio que a China le merece: “Freedom House, una organización no gubernamental que juzga el nivel de libertad en países alrededor de todo el mundo es, en los hechos, una herramienta del gobierno de EE.UU. para interferir en los asuntos de otros gobiernos.” [4]

Si algo faltaba para medir la caradurez en la “objetividad” de FH: no se le conocen críticas a violaciones de derechos humanos dentro de EE.UU.

Uruguay recibe plácemes de diversos organismos, casi todos de la esfera de poder estadounidense, pero no son gratis.

Hace unos años, el Financial Times, el vocero principal de la City londinense, hizo “su” encuesta y “comprobó” que el entonces ministro de Economía uruguayo, Danilo Astori, era el mejor ministro del ramo del mundo. Es decir, etimológicamente, el mejor servidor del ramo en el mundo. ¿Y a qué se refería el FT para tamaño calificativo? En Uruguay, en la cofradía de don Danilo hubo una pequeña confusión: se pensó que ese título se depositaba en el país ad majorem gloriam. Pero el FT agradecía a Danilo Astori la benevolencia con que en Uruguay se trataba al capital trasnacional, al capital de cualquier parte del mundo… Uruguay era el modelo a seguir entre las economías periféricas y dependientes, rebautizadas, más eufemísticamente como “emergentes”.

Uruguay tiene desde mucho tiempo atrás una relación no conflictiva con el capital extranjero. Debemos recordar la actitud que por diccionario cabe calificar de cipaya, del batllismo, ante el capital estadounidense y su penetración y asentamiento en el país. Que se hizo pretextando un marcado anticolonialismo británico (como siglos atrás se llegara a desplazar lo que quedaba de influencia española mediante la colaboración con el nuevo colonialismo de entonces, el británico…)

Uruguay supo acompasarse a las zonas francas que el capital transnacional empezó a expandir particularmente a partir de la segunda mitad del s XX. Pero en ese tiempo inicial, el desarrollo de esos ‘islotes de desarrollo capitalista apátrida’ se aplicó a territorios que interesaban más al capital crecientemente mundializado, como regiones con excelencias mineras o mano de obra cuasiesclava (así se produce el destrozo del Sudeste asiático, las Filipinas, buena parte de África, América Central,  Ecuador). En Uruguay, entonces, apenas se erigieron zonas francas para el tráfico de vehículos o los ingredientes concentrados de Coca-Cola. Pero poco a poco fueron ingresando más y más rubros en régimen de zona franca y hoy, la producción íntegra de celulosa que se realiza en suelo uruguayo, por ejemplo, se tramita toda mediante zonas francas. Producción que, por tanto, no aporta casi nada al país, privado de su exportación y los impuestos consiguientes (aunque no de los deterioros ambientales y sociales que la producción transnacional descarga localmente).

Contrasta el laudatorio informe de FH sobre Uruguay con lo que el FMI expresara, por ejemplo, en un informe suyo sobre lavado de dinero e incluso financiación del terrorismo. En su informe de diciembre de 2006 establecía que: “Uruguay es un centro financiero offshore y un riesgo para el  lavado  de  dinero  y  la  financiación  de  terrorismo,  particularmente  a  partir  de operaciones  de  no  residentes  y trasnacionales.  Tiene […]  un significativo   componente   offshore   que   abastece   mercados  latinoamericanos, incluyendo Argentina y Brasil. [y] una  importante  concentración  de  clientes  no  residentes  y  una  economía altamente  dolarizada.”

[…] ″Jerarcas  policiales  y  judiciales  uruguayos  evalúan  que organizaciones  criminales  colombianas,  mexicanas  y  rusas  están  operando en Uruguay. Hay una sostenida preocupación sobre el crimen organizado trasnacional desde Brasil.”

[…] ″Uruguay también permite la incorporación relativamente sencilla de bancos offshore”, que se conocen localmente como “instituciones financieras externas”, o IFE. Su  capital  mínimo  es  de  500  mil  dólares.  […]  exceptuado  de  cualquier impuesto a cualquiera de sus actividades, líneas de negocio, ingresos o bienes. “Es interesante  que  no  requieran  un  agente  bancario  registrado  localmente.” Así resume Andrés Alsina la política de “manos abiertas” del Uruguay frente al capital financiero, que más que golondrina habría que llamar de rapiña.[5]

Y el puerto de Montevideo goza del triste título de ser el segundo puerto con más trasiego de pesca ilegal del mundo entero.[6]

Esta triste aseveración surge de la aplicación de la “doctrina María Julia Alsogaray”, una funcionara de la “era Menem” en Argentina que postulaba la confianza plena en las declaraciones juradas de los consorcios transnacionales.[7]

A esto hay que agregar que la empresa belga Katoen Natie acaba de recibir la prórroga de su concesión en el puerto por 60 años más –hasta 2081– a sola firma presidencial, pese a que el mismísimo Tribunal de lo Contencioso Administrativo había dictaminado en contra de la prioridad de esta empresa en el puerto.

Pero el domino del capital financiero va mucho más allá de que nos gobierne y/o exprima extramuros o dentro de nuestras fronteras.

Lo acontecido en los primeros años de gobierno del Frente Amplio con algunos titulares de las finanzas nonsanctas nos muestra que ese gobierno extranacional en las sombras se atreve incluso a desplegarse a la luz, con las debidas asistencias políticas. El caso de  Rolando Rozenblum lo ilustra.

Remitimos a los artículos de Sergio Secinaro [8] y a las esclarecedoras notas de Mónica Robaina (desde Brecha). Muy sintéticamente, un par de empresarios uruguayos, activos en Curitiba, Brasil, fueron enjuiciados por la justicia de ese país como grandes evasores fiscales y por delito de estafas reiteradas fueron llevados a la cárcel. Bajo la acusación de robo al fisco de 80 millones de dólares (en ese momento, 2006).

Allí, al mejor estilo Alec Guiness como perdulario que trasmuta mediante soborno una pena de muerte en una liberación, los Rozenblum evaden la prisión acusados de haber sobornado a los guardias. Isidoro, el padre, con un infarto masivo, no vivirá mucho para contarlo, pero Rolando, el hijo, retorna al Uruguay con los millones de dólares en resguardo, y de inmediato procede a hacer inversiones, promesas o contactos en su sitio de residencia, Punta del Este. Entra rápido al círculo áulico del gobernador local, Enrique Antía y brega, ¡oh paradojas!, por implantar una red de cámaras antidelito en las calles, ofreciendo el know how de una empresa israelí que le cobrará al gobierno fernandino (no, claro, al proponente) unos 20 millones de dólares por instalar un millar de tales cámaras. Nuestro hombre se constituye en pivot del CIPEMU, Comunidad Israelita de Punta del Este, Maldonado, Uruguay, y, a mediados de la segunda década del siglo XXI, en fundador del International College, de Punta del Este.

Rozenblum es el arquetipo, sólo que no de las virtudes sino de los defectos, de los contactos, las “gauchadas”, los sobornos, y de la ligereza con que una sociedad frívola y corrompida admite como virtuoso un verdadero círculo vicioso.[9]

Los Financial Times, los International College, los Freedom House cantan loas al Uruguay. Para mejor asentar sus privilegios.

Pero la realidad es terca y nos dice otra cosa, prácticamente su opuesto: el país se endeuda, y muchos habitantes se endeudan, los desalojos forzosos aumentan. La contaminación, cada vez más generalizada; el agua es un trágico exponente de esa situación, de ese deterioro.

La carestía es inclemente y creciente, los costos de los servicios (agua, luz) cargan a los habitantes, y con descaro exoneran a las empresas; aumenta la desocupación o la ocupación que no permite un autosustento digno, aumenta la tugurización y la población en asentamientos “informales”, aumenta la emigración, baja la tasa de natalidad, sigue la expulsión de los pobres del campo y el desmembramiento de lo rural. Ahora se proyecta hasta eliminar el ya casi fantasmal Instituto de Colonización.

Y el aumento de los suicidios nos revela, como escuché en alguna radio, “enormes falencias comunitarias”.

La situación real del Uruguay es problemática. Por cierto que tiene muchas luces, que aquí ni mencionamos, al lado de las muchas sombras que apenas hemos espigado.

Pero lo que llama la atención es la insistencia desde usinas estadounidenses en pintar al paisito como modelo. Y surge brutal la pregunta del título… y una más: ¿por qué?

notas:

[1]  Rosendo Fraga, “La nación presidida por Luis Lacalle Pou fue calificada como la sexta más libre del mundo por octavo año consecutivo”, https://www.infobae.com/america/opinion/2021/08/14/uruguay-un-pais-donde-pasan-cosas.

[2] El escándalo de los asesinatos masivos en la década de los ’80 en América Central fue tal que el Congreso de EE.UU. se vio necesitado a retirar sus interventores militares y policiales en varios de esos países (El Salvador, Guatemala, Honduras y hasta de la Nicaragua flamante neosandinista); los mandos estadounidenses delegaron en oficiales argentinos de la dictadura de entonces y en oficiales israelíes, de la democracia de entonces, la prosecución de semejante asesoramiento en represión y tortura (Noam Chomsky, La quinta libertad).

[3] Global Times, 28 oct. 2020, Freedom House. https://www.globaltimes.cn/page202010120497.sthlm.

[4]  https://www.globaltimes.cn/content/1204976.page212110120497.sthlm.

[5] “Uruguay, la Suiza de América”, http://www.rebelion.org/noticia.php?id=211619. Difundido inicialmente desde Brecha, Montevideo.

[6] https://revistapuerto.com.ar/2019/01/nadie-controla-la-pesca-en-el-atlantico-sur, Mar del Plata, ene 2019.

[7] De ese modo, Argentina llegó a recibir en los ’90 contenedores con restos inclasificables  e irreciclables, se dijo que hasta con mierda, declarados como de papel.

[8] http://cronicasdeleste.com.uy/Noticias/ex-recluso-y-profugo-de-carcel-brasil-es-el-catalizador-de-las-camaras-de-la-idm.html

[9]  La constelación del CIPEMU no se limita a lo social o económico; interviene políticamente, como verdadero lobby ideológico: dispuso que el intendente Antía negara los locales de reunión a la asociación de docentes de historia del Uruguay para su congreso, hace pocos años, alegando antisemitismo en filas docentes; un calificativo falso pero efectivo.

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Covid 19. Raíz de la regimentación sanitaria

Posted on 12/08/2021 - 23/05/2022 by ulises

por Luis E. Sabini Fernández –

Me voy a permitir citar un párrafo inicial que entiendo que se ajusta como el guante a la mano con la coyuntura presente (igual, nadie recordará haber leído ese párrafo al inicio de otra nota mía):

“Carlos Vaz Ferreira, nuestro filósofo de la primera mitad del siglo XX, calificó de «colonialismo mental» una actitud tan difundida en nuestra sociedad, de ver con ojos deslumbrados lo que proviene del centro planetario. Particularmente todos los «adelantos tecnológicos» reciben una aceptación incondicionada, que sin embargo a veces ni reciben en el mismísimo origen.”

Vayamos a la reciente resolución del gobierno que, preparando la reapertura de fronteras para incentivar el disminuido turismo proclamó: “[…] que aquellos propietarios extranjeros que estén vacunados puedan ingresar”.[1]

En el mismo  momento que países que han sido tan o más maltratados aún por las estadísticas de muertos en contagiados por el Covid 19 que Uruguay –EE.UU., Alemania– han remarcado que no la emprenderán con la obligatoriedad de la vacuna por la razón de artillero; porque son vacunas o mejor dicho inoculaciones  experimentales, que no han cumplido todos los requisitos para constituir obligatoriedad; en el mismo momento en que ni la misma OMS, eje fundamental de esta secuencia que se apresuró a definir como “pandemia” al Covid 19, quebrando usos anteriores de semejante concepto, se ha animado a declarar obligatoria la llamada vacunación (resolución del 7 dic. 2020).

Pero además, hay datos de la realidad que aconsejan cierta mesura en la administración de estas inoculaciones. No hay antecedentes de tantas reacciones adversas, incluida la muerte, con ninguna de las vacunas precedentes. Lo dijo el epidemiólogo (que por cierto no es antivacunas) Eric Caumes: «Nunca he visto una tasa tan alta de efectos adversos en una vacuna […] hay más [de tales efectos]  en gente joven que en personas mayores.»

Se trata de miles de casos adversos en millones de inoculaciones y aritméticamente se podría decir ‘son un porcentaje decimal no significativo, pero hay que saber que con las reacciones adversas en el curso de vacunas con los 4 niveles de experimentación aprobados, que se solían exigir, se registraban decenas de casos adversos por millón, no miles, como ahora.

Así que en este caso, la pretensión de obligatoriedad para las inoculaciones contra el Covid 19 carece del marco legal que siempre necesitaron las vacunaciones, y del sentido común que aconseja actuar precautoriamente. Sobre todo, cuando se sabe que existen diversas medicaciones para afrontar la patogenicidad del Covid 19 (aspirinas, ivermectina, antiinflamatorios como cortisona, dióxido de cloro, y varios otros medicamentos que desconozco).

La pregunta que surge ante la pretensión del gobierno uruguayo (que no es el único con estos afanes obligacionistas) es de dónde proviene ese presunto celo.

Entendemos que responde a una campaña de miedo.

Y que, eso sí, ha tenido éxito. Un éxito obsceno, pero bien real, confirmando, una vez más, cómo se mueve la población, mejor dicho cómo puede ser movida.

Veamos, si podemos seguir “el hilo de Ariadna” y arribar a alguna referencia o conclusión que nos resulte valiosa.

Algunos hitos:

• El papel de la OMS. Ha sido decisivo. Convertida en una red financiada por contribuciones de particulares, que cambió su naturaleza, de organización internacional sostenida burocráticamente por aportes de estados nacionales, a estructura de poder privatizado, de tipo mecenazgo, más acorde a estructuras conocidas en el Medioevo, por ejemplo.

• El del Big Pharma, estrechamente ligado por redes interempresarias con la OMS y por personajes como Bill Gates, elevado a la categoría de gurú sanador convertido en jugador primordial de la sociedad humana.

• Los medios de incomunicación de masas (que uno nunca sabe si funcionan solamente como polea de transmisión de las consignas del poder o incluso pretenden funcionar como usinas ideológicas), que revelaron su enorme, aplastante poder, cuando establecieron sus oficinas de chequeado mediante la cual controlar los flujos informativos y desechar todo planteo que les resultara “inconveniente” al mejor estilo de cualquier esquema totalitario de viejo cuño.

• Finalmente, los gobiernos nacionales, con mucha dependencia ideológica ante la filosofía del progreso y escasa tonicidad política para comportarse con independencia, pese a las consabidas declaraciones gubernamentales de soberanía, se revelaron magníficas correas de transmisión para lo política establecida en las sociedades mediante una heteronomía radical y más radical, justamente, por escamoteada: no existe el gobierno nacional que diga: “seguimos directivas que nos han lleg…”

Con este cuadro de situación, hemos llegado a que sólo “se habla” de vacunas y vacunaciones. Así nos “bombardean” por igual periodistas de “izquierda” y de “derecha”, encarnando aquel ácido aforismo de Nicanor Parra: “La izquierda y la derecha unidas jamás serán vencidas”.

Procuremos seguir buscando el hilo conductor de la situación actual, que podríamos denominar “Cama redonda de vacunas”.

Tratemos de rastrear el proceso históricamente.

1) Al inicio de lo que pronto se llamó pandemia de Covid 19, el Big Pharma y sus respectivos voceros locales, los gobiernos nacionales de casi todas partes, empezaron a “tranquilizarnos”, primero con promesas de vacunas y luego con vacunas, dos tomas (en casi todos los modelos de inoculación): una dosis, aligeraba la enfermedad que se contrajera; dos, eran la certeza absoluta de estar “salvado” .

2) Con los meses, empero, el cuadro de suministros se fue desdibujando, con cantidad de situaciones en que no se podía llegar a la segunda inoculacion. Y a la vez, la información sobre infectados y muertos en relación con la vacunación también se fue problematizando.

3) Algunos estados nacionales empezaron una arrebatiña de vacunas. La escasez de arribos hacía difícil cumplir los plazos establecidos. Y aparentemente el intento de mantener dosis consideradas adecuadas en cada tipo de inoculación exigía una coordinación que aparentemente el mercado mundializado no podía enfrentar (plazos, destinatarios…).

4) Pero el mundo empresario, ayudado por autoridades “sanitarias” como la OMS, encontró la solución: empezar a inocular la que estuviera a mano. Poco importa si es ARN mensajero, virus atenuado, ADN modificado… nuestros pastores sanitarios nos aseguran que todas se fortalecen entre sí con las combinaciones.

¿Y el cuerpo que las recibe, qué tal? Si ya habíamos verificado que las reacciones a las inoculaciones contra Covid 19 han  generado muchísimos más casos problemáticos que cualquier vacuna anterior procesada con las cuatro etapas de rigor, ¿qué podemos esperar de esta ensalada que ya no es sólo rusa?

Veamos lo que está pasando en La Plata, capital provincial argentina: “En el mes de julio [… 2021] registró alrededor de 140 fallecidos. El 71 % de ellos había recibido una dosis de la vacuna contra el COVID-19. Otro 19 %, había logrado acceder al calendario completo.” [2]

“El optimismo es más fuerte”. Véase lo que declarara la misma fuente, pocos días antes: “[…] las vacunas probaron ser altamente efectivas. El porcentaje de fallecidos en relación al de vacunados se mantiene por debajo del 40 % para aquellos con una dosis y del 16 % entre aquellos con el plan completo.” [3]

Obsérvese que la mayoría de los muertos en La Plata en julio 2021 son vacunados y que eso está naturalizado, pese al planteo inicial (vacuna como garantía contra la muerte).

Por eso, no extraña que el mismo medio, finalmente, luego del paréntesis optimista, se pregunte, lo mismo que nosotros: “El discurso sobre la eficacia de la vacunación es por lo menos cuestionable. Inicialmente nos explicaron que si te vacunabas, ibas a evitar enfermarte. Después, cuando vieron que esto no se condecía con la realidad, afirmaron que, aunque podías contagiarte, la vacunación evitaba que la enfermedad se torne grave. Cuando salió a la luz que entre los vacunados también existían casos de gravedad, comenzaron a asegurar que la importancia de la vacuna es evitar la muerte por COVID. Sin embargo, hoy lo cierto es que las cifras oficiales dicen todo lo contrario. “ [4]

Pero como si esto no bastara, han llegado a los circuitos mediáticos dos videos que nos muestran el revés de la trama que hemos tenido que soportar en este año y medio: declaraciones de senadores republicanos estadounidenses [5] desnudando la trama de intereses y colusiones que han generado entre otros desastres más de medio millón de muertes en EE.UU., casi todas ellas evitables (y análogamente, en el resto del mundo).

Uno escucha a esos senadores, todos presumiblemente wasp,[6] explicando la trama de intereses que ha desmantelado de hecho cualquier rasgo democrático y racional en  el enfrentamiento al Covid 19, acusando a la República Popular China de haber desatado la pandemia (no sabemos si por descuido o deliberadamente, pero en cualquier caso cerrando e paso al contagio dentro de la sociedad china; los muertos declarados por Covid 19 en todo el territorio no alcanzan a cuatro mil), y uno siente que algo “anda mal”, pero muy mal: a quienes se presumía que eran resortes de un poder mundializado hay que escucharlos como otras tantas víctimas de un operativo a escala planetaria.

El segundo video, ligado al anterior, pero ya no de alegatos sobre responsabilidades y culpabilidades, sino palabras del médico cardiólogo Peter McCullough, en  un sentido mucho más explícito, con claves para entender lo que ha pasado. No es que no lo supiéramos por entero. Varios estábamos siguiendo las huellas de lo que, magistralmente, despliega McCullough (pienso en primer lugar en Nicholas Wade y Ron Unz, pero, afortunadamente, somos muchos más.).

El video de McCullogh, https://www.youtube.com/watch?v=-eJnr8QdvQY, que es apenas de 14 minutos, desnuda la defección del mundo médico ante presiones extracientíficas; gracias a su despliegue del curso de la pandemia nos preguntamos acerca del desdoroso papel de los GACH que han proliferado en tantos países, abandonando con armas y bagajes el juramente hipocrático, y el de los equipos de editores de publicaciones pretendidamente serias, cientificistas, algo que nos muestra de modo insuperable McCullogh.

Su papel desnuda a los correveidiles del Big Pharma. Voluntarios o involuntarios.

NOTA. Los videos están hablados en inglés, pero hay leyendas optativas en inglés y en castellano.

notas:

[1] La Nación, Buenos Aires,  3 ago 2021.

[2] https://realpolitik.com.ar/nota/44806/covid-19-en-la-plata-el-71-por-ciento-de-los-fallecidos-en-julio-estaban-vacunados/, 7  ago 2021.

[3] https://realpolitik.com.ar/nota/44746/casi-la-mitad-de-los-muertos-por-covid-19-estaban-vacunados, 4  ago 2021.

[4] Ibíd., 7 ago 2021.

[5] https://www.youtube.com/watch?v=DU154vdUkZA

[6] White, anglo saxe, protestants

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¿Es la vacuna la solución o el mal menor necesario o más bien apenas una experimentación?

Posted on 04/07/2021 - 13/07/2021 by ulises

por Luis E. Sabini Fernández –

Todos “sabemos” que los chinos, de Wuhan,  compran murciélagos en la feria y se los comen. ¿Quién no lo sabe? Lo repiten miles de millones de comunicados e imágenes.

¿Sabemos?: en el mercado de Wuhan no se comercializan murciélagos. Nadie come murciélagos en Wuhan. No pertenece al repertorio local de comidas.

El SARS COV 2 y lo que se ha desatado con las infecciones y contagios a repetición,  tiene una versión oficial: virus introducidos desde murciélagos comprados en un mercado chino de carnes silvestres y convertidos en el agente “espontáneo” causante de la pandemia en curso en todo el planeta, ha estado durante año y medio infectándonos y no sólo nuestros cuerpos sino los modos de pensar, de tener miedo, de actuar, en casi todas partes, tanto desde la medicina institucional como desde el periodismo, y ciertamente, desde las instancias políticas que se supone nos gobiernan.

Durante este año y medio, la humanidad parece haber ingresado a una única enfermedad, omnipresente como para que prácticamente todas  o gran parte de las otras enfermedades características de la humanidad y sobre todo de nuestro estilo de vida, no digamos hayan desaparecido pero sí eclipsado. El periodismo considera cumplida su labor atosigándonos con casos covid, tests covid, vacunas covid, como si  otras enfermedades, por ejemplo respiratorias o circulatorias, hubiesen desaparecido…

No sólo eso; todo periodista, investigador que procure incursionar en esas otras áreas, periodísticamente abandonadas son casi de inmediato disuadidos de hacer  tales incursiones bajo los epítetos de negacionistas, conspiranoicos y lindezas por el estilo.

Me permito citar los párrafos iniciales de una nota de autor “maldecido”, Ron Unz, estadounidense, tenido a la vez por judío y por antisemita; por derechista, racista  y antiimperialista… citemos apenas sus palabras:[1]

“Han pasado décadas desde la última vez que leí George Orwell 1984, pero las porciones de esa novela distópica clásica se han convertido en parte de nuestra cultura política común.

Está esa famosa escena en la que un orador está dando un largo discurso en tiempo de guerra en un mitin político, alabando al heroico aliado de Eurasia y denunciando al archienemigo de Eastasia, pero se le entrega silenciosamente una nota en la mitad del discurso e invierte por completo el hilo del discurso, vilipendiando al primero y aclamando al segundo: ‘Siempre hemos estado en guerra con Eurasia’.

Durante las últimas dos semanas, hemos sido testigos en tiempo real de este tipo de cambio radical y repentino en posiciones mantenidas durante mucho tiempo con respecto a los orígenes de la epidemia mundial de Covid, que ha devastado gran parte del mundo. Desde principios de 2020 en adelante, la narrativa principal había sido que el virus era natural, y cualquiera que sugiriera que podría ser el producto artificial de un laboratorio fue denunciado como un ‘teórico de la conspiración’, muy similar a los activistas de QAnon ridiculizados sin cesar. en los medios. Esta línea oficial a menudo fue aplicada con dureza por nuestros principales monopolios de las redes sociales, y Facebook prohibió sumariamente todas las publicaciones que sugirieran lo contrario.

Pero esta situación ahora ha cambiado por completo, y en los últimos días el WSJ, el NYT y nuestros principales medios de comunicación electrónicos han publicado noticias destacadas que tratan esa antigua herejía de una manera muy respetuosa, e incluso sugieren que el peso de la evidencia podría favorecerla. El Senado [de EE.UU.] ha votado a favor de desclasificar de inmediato todos nuestros documentos de inteligencia relacionados con el origen del virus, y la presión política masiva sobre el presidente Joe Biden lo ha obligado a ordenar que se produzca y publique una revisión de inteligencia completa en un plazo de 90 días. Parece que un consenso de élite emergente pronto puede favorecer teorías que anteriormente habían sido relegadas a rincones extraños de Internet.

El evento desencadenante de este notable cambio en el sentimiento de la élite estadounidense fue un artículo de 11.000 palabras muy razonado y persuasivo del periodista Nicholas Wade. Aunque el autor había pasado más de cuatro décadas como un reportero científico de primer nivel en el NYT y otros medios líderes, su trabajo se publicó silenciosamente el 2 de mayo en el sitio de blogs Medium, sin ningún respaldo ni prestigioso sello, y luego se volvió a publicar el 5 de mayo por el sitio web de poco tráfico del Bulletin of Atomic Scientists: “Origen de Covid: siguiendo las pistas. ¿Abrieron las personas o la naturaleza la caja de Pandora en Wuhan?” (2 may 2021).

Sigue Unz:

A pesar de unos comienzos tan desfavorables y del tono cauteloso y moderado de su texto, las consecuencias fueron dramáticas. Aunque casi todos los hechos y pruebas que Wade discutió ya habían estado disponibles públicamente durante la mayor parte del año pasado, su análisis cuidadoso y su considerable credibilidad periodística transformaron rápidamente el panorama intelectual. Comenzó su largo artículo explicando que a partir de febrero de 2020 en adelante se había inflado una enorme burbuja ideológica por la propaganda política disfrazada de ciencia, una burbuja que luego se mantuvo a través de una combinación de cobardía e incompetencia periodística.”

Unz remata con este cambio de línea del Wall Street Journal, de Facebook y los principales centros de difusión de imágenes de realidad [que no son la realidad]: “Facebook pone fin a la prohibición de publicaciones que afirman que el Covid-19 fue creado por el hombre.»

¿En qué quedamos? Durante más de un año tales afirmaciones eran anticientíficas, conspiranoicas, terraplanistas… y ahora adquieren legítima carta de ciudadanía en el mundo del saber?

Nicholas Wade con su abordaje ha reubicado la cuestión, desmontando toda la ristra de verdades oficiales.[2]

Un viejo aforismo afirma que se puede mentir a algunos todo el tiempo y que se puede mentir a todos por un hecho aislado, pero que resulta a la larga imposible sostener una mentira generalizada para todos.

Parecería estar llegando este último caso con “la pandemia del virus Covid 19”.

El primer síntoma del resquebrajamiento de la verdad oficial es que algunos de sus cultores, –no los medios de incomunicación de masas siempre fieles a las verdades oficiales y al seguidismo más abyecto–, sino sitios con presunta conciencia crítica, que por otra parte aplican a muy diversas cuestiones, han registrado este cambio de frente.

En la hora de abandono de la nave oficial, de la OMS y el Big Pharma; los nuevos voceros nos empiezan a martillar con que siempre fueron independientes y críticos y que sólo querían evitar los negacionismos más absurdos y abyectos.

Hubo negación de quienes desconfiaron de toda “la puesta en escena” y por reducción al absurdo, llegaron a sostener que no existía el coronavirus, el Covid 19. Pero Gates, la OMS, los consejos asesores, rechazando ese planteo, se llevaron por delante toda crítica, toda exigencia de verdad, escamoteada por la ola del miedo.

A caballo de esa “lucha” contra los “anticientíficos”, los “antivacunas”,  lograron plasmar como pocas veces antes el apotegma de Nicanor Parra: “La izquierda y la derecha unidas jamás serán vencidas”.

Pero quienes hasta ayer nomás eran los más incondicionales de las bulas de la OMS, de las versiones propaladas por los organismos científicos “asesores”, ya sea del gobierno de EE.UU., del de Argentina, del de Uruguay (para señalar los que más llegaban a mis oídos), descalificaron toda crítica como alienígena, conspiranoica.

En rigor, la mera invocación de tales insultos daba para inferir que las verdades proclamadas eran bastante débiles. Pero amparados en un martilleo mediático permanente, la OMS, diversos gobiernos, la industria farmacéutica, los medios de incomunicación de masas, como un solo hombre (con contadísimas excepciones), lograron imponer primero el miedo, y luego, una fiebre provacunas e invistieron grupos honorarios y eminencias que apostrofaron y dictaminaron como si los designados tutores de la salud pública fueran garantía de solvencia,  de independencia, de ciencia.

Ni una cosa ni la otra. Para hablar de solvencia vale traer a colación la observación de José Ortega y Gasset: “¿Es el científico un «ignorante instruido»? […] No es un sabio porque ignora formalmente cuanto no entra en su especialidad; pero tampoco es un ignorante, porque es «un hombre de ciencia» y conoce muy bien su porciúncula de universo. Habremos de decir que es un sabio ignorante, cosa sobremanera grave, pues significa que es un señor el cual se comportará en todas las cuestiones que ignora no como un ignorante sino con toda la petulancia de quien en su cuestión especial es un sabio.” [3]

Para hablar de independencia, baste recordar que algunas figuras del establishment médico mundial tienen estrecha relación material con empresas e instituciones del universo médico que es todo menos independiente. Para no hablar del caso de Bill Gates erigido en árbitro supremo dentro de la OMS, constituido en su principal contribuyente. Un retorno a la filantropía, que desde tiempos medievales había estado –afortunadamente– retrocediendo.

El Big Pharma no se quiere perder la colocación de 16000 millones o 24000 millones de vacunas. Por más que a gatas estén probadas y se vaya advirtiendo la presencia de secuelas cada vez más graves y frecuentes.

Durante este año y medio, quienes percibimos fuerte olor a podrido en Dinamarca, fuimos filtrados, rechazados, purgados en algunos sitios-e, portales de comunicación crítica, alternativa,  desechados por gobernantes progresistas.

¿Es que acaso mencionar que en EE.UU. se lleva a cabo, desde hace décadas, en laboratorios civiles y militares, la test-tube war, o se practica biología sintética, fabricando “quimeras”, es terraplanista o extracientífico?

Lo que es anticientífico es poner todos los muertos imaginables como Covid 19. O pagar “generosamente” a los servicios hospitalarios una prima por enfermo Covid 19, una aun mayor para cada ingreso a Terapia Intensiva, como sucede en Argentina, donde los Hospitales Públicos de Gestión Descentralizada (HPGD) perciben “módulos prestacionales”, por caso y por día (nos tememos que en muchos otros sitios rige la misma dinámica).[4]

Porque, ¿qué pasa con una política tan “solidaria y atenta” a las inflexiones pandémicas? Que los servicios sanitarios registran todo lo que pueden como Covid 19. Si no lo hay, lo inventan. Para-mejor-combatir-la-enfermedad, claro.

¿Es que sospechar cierta mano en el hecho que el primer “brote” haya surgido en una zona china y el segundo, a miles de km de distancia, en Irán, es oscurantista, anticientífico, conspiranoico? ¿Acaso criticar la desaparición virtual de todas o casi todas las otras enfermedades en los listados de defunción de países enteros es anticientífico? ¿Criticar la peculiar política la OMS de abolir autopsias es acaso anticientífico?

En realidad, es todo al revés. Los que invocan la falta de ciencia de los críticos son los principales violadores del espíritu científico, aferrados a verdades oficiales, que suelen ser tan engañosas. Propulsores de verdades oficiales. Llevados por ellas. Pagados por ellas.

Muchas autoridades nacionales, bailando al compás de la OMS y el Big Pharma, pero alegando hacerlo al compás de la ciencia, han desechado toda info crítica a la campaña desatada, han omitido toda información respecto del devenir del resto de las enfermedades humanas, dando pábulo a que se “contara” equivocada, abultadamente los casos de Covid19. Y han omitido deliberadamente estadísticas que revelan una significativa cantidad de secuelas entre vacunados.

Con un efecto psicosocial inevitable y espeluznante: expandir el miedo por la sociedad más allá del que proviene de la realidad.

Porque las vacunas presentan una cantidad asombrosamente alta de trastornos. Lo que era con vacunas tradicionales aprobadas después de años de aplicación algunos casos por millón, ahora se presentan miles por millón. No son (todavía) mayoría, pero empiezan a ser una preocupante minoría… Muchos suponen que la vacunación en curso  no es sino la mentada Etapa 3 en vacunas con trámites “normales” y no acelerados.

Un ejemplo del desconcierto en que nos movemos lo brinda las declaraciones de la patóloga argentina que trabaja en el Reino Unido, tras haber recibido la distinción de la “Excelentísima Orden del Imperio Británico”, quien entrevistada por Néstor Dib[5] afirmara que ‘dos dosis de vacuna disminuyen la posibilidad de morir de Covid 19’ y a la vez (en otro pasaje) señalara que “la cuarta parte de los fallecidos tienen las dos dosis”. Si todavía suponemos que la mayoría de las muertes provienen de no vacunados, la cuarta parte de fallecidos en la franca minoría de quienes tienen las dos dosis, pasa a ser aterrorizantemente significativa…

Nunca hubo unanimidad ni mucho menos ante la incursión del coronavirus. Una enorme cantidad de médicos, virólogos, biólogos, infectólogos, con reconocida solvencia técnica y profesional  –Máximo Sandin, Michael Yeadon, María José Martínez Albarracín, Pascal Sacré, Pablo Goldschmidt, John Lee, Klaus Püschel, Gérard Krause y tantos otros–  se han desmarcado del discurso oficial y han denunciado el escandaloso papel de una OMS privatizada mediante filantropía. Mientras, hemos tenido que ver el papel de billonarios como Bill Gates participando de instancias resolutivas de la OMS con su alcance mundial, investido de facultades sanitarias por la mera cantidad de dinero en su poder.

La política catch all de la OMS, disponiendo que el diagnóstico de Covid 19 fuera el dominante por defecto ante toda muerte, prohibiendo a la vez las autopsias (que podrían revertir semejantes “diagnósticos”), no tuvo jamás la atención de los medios masivos de incomunicación de masas que se nos han presentado como los grandes comunicadores solidarios, atentos y vigilantes ante la pandemia.

El periodismo, en una palabra, dejó de ser –si alguna vez lo fue–vehículo de opiniones, y plural, como a su vez se postula, para convertirse en una obediente correa de transmisión de las “verdades” del poder establecido desde el Big Pharma, la OMS y los gobiernos nacionales convertidos en repetidoras.

La investidura acrítica, en nombre de una ciencia preestablecida ha sido la vuelta de tuerca empleada por el poder transnacional para enfrentar el SarsCov2-Covid 19.

¿Era tan extraño que el presuntuoso empeño de ampliar los ensayos de biología sintética para “fabricar” quimeras) generara una atrocidad, siquiera por error; un factor tan humano?

Porque no bien alcanzaron la técnica de “cortar y pegar” genes en las estructuras biológicas más elementales, como lo hicieran, a fines del siglo pasado, para generar algunos medicamentos (insulina) y alimentos (soja y maíz), ya estaban ansiosos por “avanzar” sobre estructuras genéticas cada vez más complejas.

Alcanzar la “cumbre científica” con quimeras, como se ilusionaba, por ejemplo, el investigador de Monsanto Esteban Hopp (en Buenos Aires) ya a fines del siglo pasado. Un exitoso operador genético entonces, que ansiaba figurar como científico en el sentido que señala JOyG; sólo que su carácter iletrado era tan vasto que nuestro investigador, no muy ducho en mitología griega, se sentía orgulloso bregando por obtener una quimera.

¡Y semejante sarta de ignorantes presuntuosos insertos en el  corporativismo sanitario (desde hace décadas; no es reciente), modelan  “el desarrollo científico” de nuestras sociedades, guían buena parte de la investigación científica hoy!

notas:

[1] Ron Unz, “George Orwell’s Virus Lab-Leak”, Unz Review, 31 mayo 2021.

[2]   https://www.infobae.com/america/mundo/2021/05/11/la-teoria-de-que-el-coronavirus-escapo-de-un-laboratorio-en-wuhan-no-solo-es-muy-plausible-es-la-mas-probable

[3]  La rebelión de las masas.

[4]   https://www.argentina.gob.ar/normativa/nacional/resoluci%C3%B3n-326-2020-336333/texto

[5]  Radio Diez, Bs. As., 4 jul 2021.

 

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