Saltar al contenido

revista futuros

del planeta, la sociedad y cada uno…

  • Inicio
  • Revista Futuros
  • Otros escritos
  • Sobre el autor
  • Contacto

Uruguay: su abundancia de agua es su escasez

Publicada el 18/07/2023 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández –

¿De qué adolecen los países con impronta colonial? De lo que disponen en abundancia.

India pasaba hambre los años de buena cosecha: era cuando los barcos ingleses se llevaban todo lo que podían. Por supuesto, sin tener la menor consideración hacia las necesidades locales. Eso era el colonialismo, precisamente. Eso no es historia. Es política, ahora designada geopolítica mundial. Y está absolutamente vigente. Con nuevos estructuras simbólicas, por ejemplo.

Un  buen capítulo de los cambios de significado de los símbolos puede percibirse con las banderas, señas de identidad de comunidades, políticas o religiosas.

Los símbolos nacionales, por ejemplo, pero las banderas son mucho más que eso.

Con  el advenimiento de más incisivas formas de navegación, abandonando la de cabotaje e iniciando las travesías más allá de la vista de las costas, las banderas eran las señas de identidad de las diversas organizaciones, públicas o privadas, que cruzaban sus itinerarios en esos mares.

Los barcos tenían su bandera distintiva del estado a que pertenecían. Los barcos colonizadores iban asentando así sus reales en costas nuevas.

El mar fue dominado por las grandes potencias que se permitían cruces transoceánicos, y establecían allende los mares, colonias.

Con el tiempo, además de las banderas distintivas del estado al que perteneciera cada embarcación, sobrevinieron las banderas piratas, que expresaban a quienes no se sentían súbditos de estado alguno y encaraban su trabajo marítimo por cuenta propia o privadamente, y también quienes como piratas en realidad trabajan no oficialmente para algún gobierno: el pasaje, la traslación de tierras americanas y sus recursos del colonialismo español al británico se logró en buena medida mediante barcos al servicio del reino británico, que saqueaban a los españoles, sin declarar su  pertenencia.

Desde 1945 con cambios estructurales del poder planetario, con  el ascenso ya indiscutible de EE.UU a imperio con aspiración de universal,[1] las formas coloniales tradicionales dieron lugar a lo que se denominó neocolonialismo. Se reconocía así que el colonialismo puro y duro de los siglos anteriores se había hecho insostenible para el estado de conciencia, concientización alcanzado.[2] Y se mantuvo la relación colonial pero no ya entre imperios y colonias sino entre estados nacionales formalmente iguales entre sí.

Entonces, las banderas pasaron a tener otro significado: todas las partes del contrato colonial, ahora neocolonial, tienen sus  banderas.

Y el carácter melifluo de las relaciones internacionales alcanzó un nuevo nivel.

 

Señalamos antes como la explotación colonial del subcontinente indio a manos de su Majestad Británica,  desde el comienzo fue rigurosamente programada. Pero no fue, obviamente, excepción.

Nigeria, un territorio africano occidental poblado ancestralmente por naciones grandes y fuertes, como hausas e ibos, por ejemplo, era considerado al despuntar el siglo XX como el país más rico del mundo entero. Naturalmente dotado.

En su millón de km2 contaba con abundantes minerales, alimentos vegetales y animales variados y nutritivos, una naturaleza exuberante. El saqueo colonial,  intensificado con la extracción de petróleo a partir del siglo XX, lo ha convertido en tierra estéril y tóxica, puesto que montes, bosques, selvas han sido atravesados por oleoductos que se han averiado (con mucha mayor frecuencia que en tierras “propias”), generando una serie atroz de lagunones de petróleo que ha ido arrasando cultivos, envenenando suelos. Algo que tras un siglo de desperfectos, averías y pinchaduras ha convertido a los campos nigerianos en una pesadilla ambiental. ¿Cómo ha sido eso posible? Porque la extracción de recursos de tipo colonial no atiende al sitio donde se extrae. Todo lo colonial es solo el asiento de un producto que le interesa a la metrópolis.

Esto es tan cierto que algunas relaciones coloniales de nuevo tipo, con actores sociales se supone “no tradicionales”, no han escapado a esa ley de hierro del desprecio hacia lo ajeno y periférico. Noruega se ha especializado en cultivar salmones en criaderos. Para incrementar su producción y consumo. Esos salmones ya no son los que los pescadores de antaño, o los osos, solían pescar en los rápidos donde tradicionalmente se los pescaba, cuando nadaban contracorriente para cumplir el impulso reproductor que los lleva a llegar agotados a los ríos donde nacieran, ahora para engendrar descendencia.

Los salmones criados mediante acuicultura no sólo están impedidos de nadar contracorriente, sino que apenas si pueden nadar en recintos cerrados. Tales emprendimientos permiten acrecentar la producción de un pescado que seguramente es de inferior calidad al natural. Así y todo, tienen que andar con cuidado para evitar pestes que fácilmente puedan arrasar todo el estanque. Y si los noruegos han procurado capear los desastres ambientales en sus estanques, noruegos, en los que implantaron en el sur chileno, por diversos motivos,  “elastificaron” los límites poblacionales de cada estanque y con ello, se ampliaron las posibilidades de infecciones generalizadas. Como la que pasó hace unos años en Chiloé, en el sur de Chile con el caligus, una especie de piojo de mar, de unos 2 o 3  mm de largo, que pica la piel del salmón, es herido en  varios lugares y el animal pierde peso y calidad. Y puede llegar a morir. Y, “lo más importante”, pierde valor para el mercado internacional (aunque en el mercado local chileno se siguió comercializando para no perderlo todo tan estrepitosamente). El desastre ambiental fue atroz; salmones atosigados de antibióticos, por ejemplo, envenenamiento generalizado del mar aledaño.

La India, Nigeria o Chile no son excepción. Es lo que ha sufrido la periferia planetaria, rica en minerales y alimentos, que pasa hambre y privaciones.

La maldición para un país colonial es tener, gozar de un bien ansiable, “necesario” para las metrópolis.

 

 

Uruguay disponía de mucha agua. País templado, húmedo, irrigado por innúmeros ríos y arroyos. Tan  bien presentados por nuestros poetas. La agroindustria y la industria en general tomaron nota.

Celulosa, soja transgénica, ganadería intensiva, arroz, se fueron convirtiendo en rubros producidos en el país. Bajo condiciones coloniales, ciertamente, es decir con deterioro de lo local.[3] La producción de celulosa arrasa y excede toda estructura local. Baste pensar que la celulosera que acaba de inaugurarse en la margen septentrional del río Negro (UPM2) exige 133 millones de litros de agua diarios, devuelve al río 107 millones pero ahora contaminados, absolutamente tóxicos para cualquier producción posterior (pesca, agricultura, turismo), reteniendo además 26 millones de litros diarios –leyó bien, 26 millones de litros diarios–, de agua que desaparecen de nuestro ecosistema.

Las dimensiones del “paisito” no se acompasan con esta escala empobrecedora. Pero lamentablemente no es solo la celulosa la que se roba el agua. Antes, el eucalipto, que será luego materia prima para hacer celulosa, ha sido el primer extractor de agua a un ritmo totalmente desquiciante para nuestras dimensiones nacionales: lo saben todos los ganaderos y agricultores que han tenido al lado plantaciones de eucaliptos: han visto bajar mucho, visiblemente, los niveles de agua disponible, la humedad ambiente.

Pero el  agua “oriental” ha atraído también otras dos variantes extractivas que terminan de arruinar “el paisito”: la soja transgénica, que no solo exige mucha agua sino que además se vale de una batería de agrotóxicos que emponzoña la tierra como pocas veces antes, y la ganadería intensiva tipo vacas estabuladas mediante feed lot o tambos “modelo” con mil vacas concentradas, que vacían de agua toda una región dejando el tendal de pequeños productores granjeros, quinteros.  Esta ganadería tipo “campos de concentración” –la misma técnica que ya vimos con la acuicultura– necesita toda una batería de antibióticos, antiparasitarios, antidiarreicos, etcétera, para que la aparición de un brote cualquiera patógeno no arrase con toda o casi toda su población. La carne de estos animales paralizados suele hacerse más blanda porque son  animales que apenas emplean su musculatura. Y la ignorancia popular  permite confundir carne más blanda con más tierna, con lo cual la carne de feed lot tiene cierta estima en el público que nada conoce.[4]

 

 

Resultado en un país colonial: tiene escasez de lo que tiene en abundancia. De lo que tuvo. Porque el exprimido es incontenible, insaciable, ilimitado. Porque las metrópolis administran aquí algo ajeno y por lo tanto lo hacen sólo en su propio beneficio, más allá de “las declaraciones” de cooperación y “buena voluntad”. Nada que ver con la producción de quien cuida su propio jardín, su propio taller, su propio hogar, sus propios hijos.

Hasta mediados del s. XX, cuando el agua era todavía abundante en todas partes (salvo en el Sahara): veíamos con pesar y dolor las ciudades mineras de Chile, como Lota, o de Bolivia, como Potosí. Porque allí veíamos claramente los males de la extracción colonial o neocolonial, al servicio de una sociedad lejana, metropolitana (a veces, capital del propio país, a veces capital de un imperio ajeno).

Pero en Uruguay, también colonial, la ganadería fue relativamente benigna con nosotros: aunque no facilitó la formación de familias rurales y alimentó la servidumbre,[5] a la vez permitió comer a los lugareños.  Carne, y a veces hasta leche. Nada menos. Y el cuero permitía vestirse, hacer muebles… y hasta ofrendas en hueso y guampa… La condición colonial se veía entonces mucho más indirectamente, en todo caso dentro de nuestro desarrollo cultural dependiente.

 

 

En el siglo XVI era la plata el botín. En el siglo XIX y con el aplauso del socialismo será el oro.[6]  Y desde su segunda mitad, el acero.

En el siglo XXI es el agua el bien apetecible, escaso y crucial. Ahora sí llega, llegó la relación imperial de modo masivo y sin contemplaciones a nuestro “paisito”.

Si no sabemos atajarnos, podremos entrar en la miseria global a la que el colonialismo, siempre expansivo, ha postrado a Haití, a Indonesia, a Bangla Desh, a Ecuador y desde los albores de la modernidad al África.

Con el ingreso de EE.UU. al sitial de líder pretendiéndose dueño y señor del planeta, con un impulso mayor a la tecnificación generalizada, con total desmedro de los equilibrios biológicos y ambientales (el emprendedurismo es lo opuesto de lo ecológico, aunque al día de hoy pululen los emprendimientos que proclaman el cuidado ambiental como su principal objetivo), la estructura material, cultural, tecnológica, sanitaria, del planeta ha entrado en una nueva dimensión, es decir en una nueva crisis.

 

 

En tanto nuestro país se siga sintiendo soberano, como en el himno, vamos a ser ciegos o indiferentes a nuestra colonialidad, condición colonial. Dependiente. Satelitaria. Que lógicamente se oculta a sí misma, porque tal es el diseño de “estado mundial” promovido por EE.UU. desde 1945. Todos con banderitas nacionales.[7]

[1]  Con el fin de la 2GM y fundamentalmente con el acceso de tecnología nuclear en la URSS, el diseño de imperio general y total de EE.UU. tuvo ciertos tropiezos.

[2]   Ése ha sido tal vez el escollo principal para la constitución del Estado de Israel: emplear el método de colonización mediante asentamientos arrasando natives, que tuvo vigencia e impunidad por lo menos un siglo antes.

[3]   No tanto la producción de arroz que parece ser la que menos absorbe y estropea agua.

[4]   Como consuelo, pero relativo, sabemos que nuestro territorio ondulado no es propicio para la generalización de feed lot, como sucede en las pampas argentinas.

[5]   Los ”rancheríos” del latifundio estaban poblados por abuelas y niños, a veces mujeres, que trabajaban esporádicamente para “el patrón”, que empleaba a “los hombres” de la localidad.

 

[6]  El oro californiano será motivo de una interesante y penosa confrontación ideológica entre el socialismo marxista y el anarquismo: Mijail Bakunin criticó las condiciones de extracción del oro y del arrebato de tierra a pobladores por el invasor yanqui, y Friedrich Engels se burló del sentimentalismo de Bakunin festejando esa apropiación, ese despojo como signo de avance del capitalismo en el mundo. Porque, según Engels, ésa era la condición para que triunfara un nuevo despojo, más adelante, a los propietarios.

[7]   Para mejor incursionar en el significado político mundial del fin de la 2GM, remito a una nota mía, anterior, “Panorámica actual del poder, la salud y la humanidad”,

27/ 6 /2023.

Compartir:

Publicado en Centro / periferia, Globocolonización, Poder mundializado, Uruguay. Qué hacer

Navegación de entradas

URUGUAY: Lacalle Pou, ¿águila o paloma? BORRANDO EL PASADO, NUBLANDO EL PRESENTE
La fábula sionista de un colonialismo esquizoide que extiende desolación sobre sus objetos de conquista

Entradas recientes

  • Palestinos                                                                                                                   25 05 06
  • BASURA NUESTRA DE CADA DÍA
  • URUGUAY: DESTINO DE PAÍS
  • EE.UU. e Israel: una cuestión de élites
  • No other land: ¿Hay que ser judío para criticar a Israel?
  • ¿REFRENDAR O NO REFRENDAR? (That’s the Question)
  • GENOCIDIO AL DESNUDO Y A LA VISTA DEL PÚBLICO
  • Contaminación omnipresente: un límite planetario olvidado
  • Aplicando el sagrado principio de desigualdad ante la ley
  • ¡La bolsa o la vida!
  • ¿QUIÉN DECIDE ACERCA DEL AGUA EN NUESTRO PAÍS?
  • Israel ataca pero declara defenderse
  • Democracia y simulacros
  • CONTAMINACIÓN: ¿RASGO PRINCIPAL DE NUESTRA CIVILIZACIÓN?
  • Vicisitudes del pensamiento crítico en Uruguay
  • Sionismo al desnudo
  • Nazismo y sionismo: un poco de historia
  • MI REENCUENTRO CON SUECIA
  • LA CONQUISTA DE PALESTINA
  • URUGUAY ANTE EL GENOCIDIO ISRAELÍ CADA VEZ MÁS “A LA VISTA DEL PÚBLICO”
  • Algunas observaciones sobre impunidad judeoisraelí
  • MODERNIDAD Y CONTAMINACIÓN PLÁSTICA DE ANIMALES Y HUMANOS EN TODO EL PLANETA
  • ANTROPOCENO, CADA VEZ MÁS PRESENTE… Y PESANTE
  • OMINOSO PRESENTE II: CLAUDICACIÓN DE HUMANIDAD
  • OMINOSO PRESENTE: UNA CLAUDICACIÓN DE HUMANIDAD

Archivos

  • mayo 2025 (1)
  • abril 2025 (3)
  • marzo 2025 (2)
  • febrero 2025 (2)
  • enero 2025 (5)
  • diciembre 2024 (5)
  • agosto 2024 (2)
  • julio 2024 (2)
  • junio 2024 (3)
  • marzo 2024 (1)
  • febrero 2024 (3)
  • enero 2024 (2)
  • diciembre 2023 (2)
  • noviembre 2023 (5)
  • octubre 2023 (1)
  • septiembre 2023 (2)
  • agosto 2023 (5)
  • julio 2023 (10)
  • abril 2023 (4)
  • febrero 2023 (7)
  • diciembre 2022 (3)
  • noviembre 2022 (3)
  • octubre 2022 (2)
  • septiembre 2022 (4)
  • agosto 2022 (2)
  • julio 2022 (3)
  • junio 2022 (6)
  • mayo 2022 (3)
  • marzo 2022 (2)
  • enero 2022 (1)
  • noviembre 2021 (3)
  • octubre 2021 (2)
  • septiembre 2021 (1)
  • agosto 2021 (3)
  • julio 2021 (1)
  • junio 2021 (5)
  • mayo 2021 (1)
  • abril 2021 (1)
  • diciembre 2020 (1)
  • agosto 2020 (2)
  • julio 2020 (3)
  • junio 2020 (2)
  • mayo 2020 (3)
  • abril 2020 (2)
  • febrero 2020 (5)
  • enero 2020 (1)
  • diciembre 2019 (4)
  • noviembre 2019 (1)
  • octubre 2019 (2)
  • agosto 2019 (3)
  • julio 2019 (2)
  • junio 2019 (3)
  • mayo 2019 (1)
  • abril 2019 (2)
  • marzo 2019 (3)
  • febrero 2019 (2)
  • enero 2019 (1)
  • diciembre 2018 (3)
  • noviembre 2018 (5)
  • octubre 2018 (2)
  • septiembre 2018 (2)
  • agosto 2018 (4)
  • julio 2018 (2)
  • junio 2018 (4)
  • mayo 2018 (1)
  • abril 2018 (2)
  • marzo 2018 (3)
  • febrero 2018 (1)
  • enero 2018 (2)
  • diciembre 2017 (5)
  • noviembre 2017 (2)
  • octubre 2017 (5)
  • septiembre 2017 (4)
  • julio 2017 (1)
  • junio 2017 (2)
  • abril 2017 (3)
  • marzo 2017 (2)
  • febrero 2017 (3)
  • enero 2017 (1)
  • diciembre 2016 (2)
  • noviembre 2016 (2)
  • octubre 2016 (2)
  • septiembre 2016 (4)
  • julio 2016 (2)
  • abril 2016 (1)
  • marzo 2016 (2)
  • febrero 2016 (3)
  • enero 2016 (3)
  • diciembre 2015 (2)
  • noviembre 2015 (1)
  • octubre 2015 (1)
  • septiembre 2015 (1)
  • agosto 2015 (3)
  • julio 2015 (1)
  • abril 2015 (1)
  • febrero 2015 (1)
  • diciembre 2014 (1)
  • noviembre 2014 (1)
  • agosto 2014 (1)
  • julio 2014 (1)
  • junio 2014 (1)
  • mayo 2014 (4)
  • abril 2014 (1)
  • marzo 2014 (3)
  • enero 2014 (1)
  • diciembre 2013 (1)
  • noviembre 2013 (1)
  • octubre 2013 (2)

Ultimos comentarios

  • Imagen: la clave teledirigida del poder actual – CUARTA POSICIÓN en Imagen: la clave teledirigida del poder actual
  • Nuestro insensible camino hacia un totalitarismo | Revista SIC - Centro Gumilla en Nuestro insensible camino hacia un totalitarismo

Etiquetas

Agatha Christie amortalidad de los humanos Antidefamation League artilugios tecnológicos biowarfare catástrofe alimentaria colonialismo complejidad económica confinamiento masivo Consejo de Derechos Humanos de ONU Covid-19 ecología EE.UU. el sionismo Estados Unidos Federación Rusa Franja de Gaza guerreristas hambruna Ian Fleming Jonathan Greenblatt la Caída del Muro Luis E. Sabini Fernández matanza de palestinos matanzas selectivas menor calidad alimentaria momento histórico Naciones Unidas ombliguismo progresivamente invasivo OMS OTAN periodistas asesinados poblaciones tradicionales poder sionista poderío israelí Project for the New American Century Ray Kurzweil Roald Dahl Samuel Huntington sars-cov2 tecnoperfeccionamiento territorio ucraniano Uruguay Vladimir Putin Yuval Noah Harari

Meta

  • Registro
  • Acceder
  • Feed de entradas
  • Feed de comentarios
  • WordPress.org
Funciona gracias a WordPress | Tema: micro, desarrollado por DevriX.