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Categoría: Sociedad e ideología

Palestina. Acerca de los partidarios de «izquierda» de la solución de dos estados

Publicada el 07/03/2017 - 13/03/2017 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández

Desde que la resistencia palestina se fue trasladando de las organizaciones políticas y políticomilitares de las décadas de los ’60 y ’70, que habían tomado la dirección de esa lucha, nuevamente hacia la sociedad, se ha expresado en múltiples manifestaciones civiles como la campaña Boicot, Desinversión y Sanciones que ha tomado vuelo internacional y nos hace acordar a la campaña contra el racismo sudafricano en la década de los ’90; los encuentros semanales en la aldea palestina de Bil’in que se han  venido sosteniendo desde hace por lo diez o quince años repudiando la permanente ocupación de tierras; estallidos llamados intifadas ─como la histórica de 1936 contra la creciente ocupación sionista y el poder político colonizador de entonces (el Reino Unido), como el ‘levantamiento de las piedras’ de 1987 o la de Al Aqsa, del 2000; los movimientos de resistencia de judíos y palestinos contra la demolición de casas palestinas y otra larga lista de actos contra el dominio absolutista y asfixiante de Israel siempre “justificado” con los más aviesos argumentos.

UN ESTADO… PARA TODOS (MÁS BIEN CASI TODOS)

Podemos repasar, muy grosso modo,  dos tipos de “solución” al “problema  palestino”: el defendido por las redes y organizaciones palestinas reclamando la recuperación de su tierra, despojada en etapas sucesivas, en 1948 y 1967, admitiendo en su seno a los judíos que, como los cristianos y los musulmanes, acuerden vivir allí; la solución de un estado laico, pluriétnico, multiconfesional.

Frente a ello, el sionismo, movimiento político en expansión, surgido a fines del s XIX, victorioso adueñándose del 78% de la Palestina histórica en 1948/1949, no ha estado nunca interesado en ceder tales “avances” y conquistas. La solución israelo-sionista ha sido siempre (salvo repliegues puramente tácticos): todo para sí; constituir Eretz Ysrael.

LA SOLUCIÓN DE DOS ESTADOS. ¿SOLUCIÓN?

Entre ciertos políticos, falsos mediadores como los de EE.UU.[1], entre progresistas de izquierda tratando de ganar algo antes de perderlo todo, e incluso entre israelíes que compartían el plan de colonización sionista pero que admitían entreparar la conquista para dar un resuello a la maltratada sociedad palestina, se fue abriendo paso otra “solución”: constituir un “estado palestino”.  El interrogante principal ha sido siempre saber si queda algo fuera de la colonizaciòn sionista para habilitar semejante proyecto. En algún momento, se lo comparó a una entelequia con el peso de una cabina telefónica. Pero el proyecto, realista o imaginario, ha tenido amplia difusión bajo la denominación “la solución de dos estados”.

Veamos cómo se ubican  diversos actores ante esta realidad en movimiento. Un artículo de Glenn Greenwald reseña como durante años el Establishment sionista estuvo saboteando “la solución de dos estados” con su política de pacman colonizando cada año, cada día, nuevos territorios palestinos, alejando así del horizonte hasta la visión de dicha “solución” (la solución de un estado como el que reseñamos es sencillamente ignorada por el sionismo; atenta contra su propio sentido). Y Greenwald registra como a esta altura de la peripecia palestina “el apoyo incondicional al apartheid de Israel es prácticamente el consenso inquebrantable entre las élites políticas de EE.UU.” [2]

Queda claro que “la solución del apartheid” implica el abandono radical de toda conversación sobre la solución de dos estados (en rigor, la posibilidad de su concreción se perdió hace décadas; lo que fue quedando con las conquistas sionistas ha sido un no-tejido de aldeas o municipios palestinos sin contigüidad, por eso denominado “archipiélago”).

La pretensión de deglutir “el archipiélago palestino” habla a las claras de los avances colonialistas y el apoyo o mejor dicho la identificación creciente de los titulares del poder económico, financiero y mediático estadounidense con las respectivas elites israelíes. Algo que con Trump parece pronunciarse.

Esta “solución”, un verdadero revés para los derechos de los pueblos en general y del palestino en particular, reverdece el sentido de lo que fue una vieja alianza entre Israel y la Sudáfrica del apartheid, que en su momento fue extraordinariamente intensa; África del Sur, racista, supremacista, fue el padrino anterior que tuvo Israel, y su dirección política la desechó con presteza y oportunismo cuando entrevió la crisis identitaria y el aislamiento internacional creciente que sufrió el esclavismo “de nuevo tipo” patentado en Sudáfrica. Israel, entonces, olvidando la estrecha alianza que había urdido con los supremacistas blancos sudafricanos, se volcó de lleno a buscar la protección de EE.UU.

Quienes se desmarcan “por izquierda” del estado sionista único, a años luz de una solución como la que mencionáramos inicialmente, parecen volcarse con renovados bríos a la averiada “solución de dos estados”.

Examinemos la presentación de Hagai El-Ad. Escribe una nota en la revista +972, fundada por escritores y periodistas atentos al drama palestino-israelí titulada “La ocupación se sostiene porque el mundo se niega a actuar” que expresa la carga crítica contra la desesperada situación provocada por la ocupación sionista.[3]

El-Ad, que es el director ejecutivo de la organización B’Tselem,[4] le ha entregado al Consejo de Seguridad de la ONU un circunstanciado escrito reclamando la instauración de “un estado palestino” al lado del Estado de Israel. Y se preocupa porque estamos a punto de cumplir medio siglo de ocupación (1967-2017).

¿Por qué dicha ocupación es  oprobiosa y la iniciada en 1948 ni se menciona, está legitimada, sacralizada? Basta preguntarle a cualquier palestino y te dirá que tiene un abuelo asesinado en 1948 o que perdió su vivienda en ese año, o que derribaron su aldea entonces y que en 1967 perdió un hermano, u otra vivienda u otra aldea. Las plurigeneracionales familias palestinas no distinguen la exacción de 1948 de la de 1967 o posteriores.

Pero para la ONU, flamante en 1948, hay una diferencia. Aquel establecimiento de Israel fue legitimado  desde la ONU. Mejor dicho, con la penosa posguerra luego de las atrocidades nazis nadie quería discutir derechos judíos. Pero, en rigor, lo que la ONU propuso en 1947 −pasando por encima de la voluntad de los habitantes históricos de Palestina− fue repartirla, un 52% para el sionismo, un 43% para “un estado árabe”, y Jerusalén como un área bajo control internacional. Cuando los judíos sionistas se adueñaron,  guerreando[5] de un 22 o 25% más de territorio del propuesto por la ONU, como botín de guerra, nadie, “en las alturas”, chistó.

El-Ad se queja que los israelíes reservan “una democracia” para sí. Y algo más: que tengan otra entre colonos “más allá de las fronteras de su país”.

El-Ad ha percibido claramente el vaciamiento de todo sentido democrático a través de argucias precisamente legales: “La ocupación ha perfeccionado muy bien el arte de diluir el derecho internacional humanitario y las leyes de derechos humanos hasta despojarlos prácticamente de sentido. Una vez que los abogados militares, los abogados del Estado y los jueces de la Corte Suprema cincelan con maestría sus opiniones legales, todo lo que queda es una cruda injusticia.” (ibíd.) Lo que no aclara El-Ad es que esos mismos artilugios son los que ha usado permanentemente el Establishment israelí para despojar y hacer la vida imposible a los palestinos, musulmanes, cristianos o agnósticos, que viven en el territorio conquistado no ya desde 1967 sino desde 1948, y que basados en la ideología sionista sus integrantes asesinaron más palestinos en 1948 que en 1967.

El-Ad pone un ejemplo de esa puntillosidad legalista que es un taparrabos de la política de negación, saqueo y consunción de la sociedad palestina: “Muéstrenme una parcela de tierra palestina que deseen tomar y la Administración Civil llegará con el mecanismo legal adecuado a la medida −¡por supuesto todo debe ser legal!− para lograr ese fin: zonas militares de entrenamiento, reservas naturales, sitios arqueológicos y, sobre todo, la declaración de miles de acres como «tierra del Estado», ¿qué «Estado» exactamente? Todo esto se utiliza con éxito para desplazar por la fuerza a los palestinos y justificar que se les niegue el acceso al agua o a la red de energía.” (ibíd.).

El-Ad describe la enorme gama de recursos empleados por el Establishment sionista para la ‘legalización sistemática de violaciones a los derechos humanos en los territorios ocupados’ con los que “encubre […] cientos de casos de asesinatos o maltrato de palestinos”. Da cifras: “Israel ha declarado el 20% de Cisjordania ‘Tierras del Estado’. Israel ‘generosamente’ permite a los palestinos construir en la mitad del 1% [¡del uno por ciento!] de la zona C, el 60% de Cisjordania está ‘temporalmente’ bajo control israelí […].” Esto último se refiere, obviamente, a una “temporalidad” permanente.

Lo grave de las certeras críticas de El-Ad es que se extienden a la historia total, permanente, sin fisuras, del Estado de Israel. No desde 1967, como alega, sino desde 1948.

“B’Tselem actúa fundamentalmente para cambiar la política del gobierno israelí en los Territorios Ocupados”, nos explica Wikipedia. Da así por sentada y legitimada la existencia del Estado de Israel. Su propósito es metamorfosear un estado étnico en un estado democrático. ¿Garantiza tal conversión algo valioso? Suena tarea ímproba a juzgar por los antecedentes. Hay que ver si con el proceso inicial de colonización, que implica, ha implicado siempre, abuso, arbitrariedad, falsificaciones y matanzas, se puede llegar a buen puerto.

Algunos términos que usa el sionismo trasuntan más de lo que preferirían explicitar; la idea de “limpieza étnica” patentiza en su mera formulación la idea de suciedad de las etnias que hay que desplazar, eliminar (hacer desaparecer). Y “transferencia” no es sino el escamoteo del robo, la apropiación de tierra de otro (bajo razones “bíblicas”, carentes de toda racionalidad y consenso y más absurdas al ser reclamadas por un movimiento que no se presenta como confesional ni de ortodoxia religiosa).[6]

En resumen, vemos que “la solución de dos estados” es impracticable y  en realidad funciona como un recurso de mínima para alguna dirección palestina que procurar conservar así una cuota, no ya de poder sino de privilegios, y para algunos judíos como un consuelo al no aceptar la acción de halcones tipo Kahane, Lieberman, Goldstein o Netanyahu (partidarios de un genocidio, pero con fundamentos bíblicos).

FALSO RETORNO: UNA NUEVA SOLUCIÓN DE UN ESTADO…

A mi modo de ver “la solución de dos estados”  siempre ha sido una “solución” teórica ─porque la colonización sionista no se ha detenido nunca, ni con palomas ni con halcones israelíes─ pero  diversos políticos, periodistas, militantes, intelectuales, han procurado impulsarla.  Evitando mirar hacia atrás, legitimando el despojo pasado y el arrasamiento de lo palestino, para que no llegue a ser total.

Los años pasan; el sionismo se afianza haciendo aun más teórica y fantasmagórica “la solución de dos estados” y forjando una realidad, alimentada con el paso del tiempo, que hace a su vez cada vez más irreal aquella vieja ‘solución de un estado’,  el “pluri”, el “multi” de las reivindicaciones sesentistas y setentistas.

Pero este mismo desarrollo; el ahogo y despedazamiento de la sociedad palestina, la impunidad con que cuenta el sionismo con sus apoyos cada vez más pesantes, parece gozar de viento en popa: a fines de 2016, el gobierno de EE.UU. obsequió, por enésima vez, 38 mil millones de dólares a desembolsar en 10 años a un estado como el israelí, que era ya desde antes el principal receptor de “las ayudas” de EE.UU. en el mundo entero y que tiene además enorme poder financiero, económico, militar propios─  y ahora, apenas iniciado 2017 con el flamante Trump, si algo se puede esperar es que aumente y mucho la “ayuda” que el reluctante Kerry brindaba. Tanto es así que se visualiza cada vez más una nueva “solución de un estado”. Que es exactamente la opuesta de la que recordáramos al inicio.

Se trata de un nuevo proceso de mímesis del Estado de Israel con EE.UU. mediante el cual se va configurando un archipiélago de miniterritorios, inspirados en las Indian Reservations.

Porque en EE.UU. luego de las matanzas y abusos constantes entre los siglos XVII y XIX, con los avances de la modernidad, la legislación social y los desarrollos democráticos, y un sentirse saciados porque The Union se había extendido a la inmensa mayoría de los territorios norteamericanos entre Canadá y México (al que había despojado la mitad; una superficie medible en millones de km2),  el sistema de poder de la Gran Democracia del Norte fue ingresando a una fase de coexistencia con los remanentes poblacionales originarios, admitiendo que los nativoamericanos tenían algún derecho a vivir. Descubrimiento significativo para una sociedad de piadosos cristianos, austeros y supremacistas raciales que desde el origen en la Constitución de EE.UU. establecieron el valor 0 para los originarios y el valor 0,6 para los afros esclavizados respecto de la unidad de valor para los blancos wasp.[7]

El destino de tales Reservations, un símil miniatura de la vieja vida en las praderas de las naciones indígenas norteamericanas, justamente por su carácter falso, teatral, mediatizado, ha resultado pavoroso para la sobrevivencia, tanto cultural como física, de sus miembros. Pese a intentos de distintas etnias norteamericanas  que han luchado por su dignidad, como fue el caso con una red “paraguas”, el AIM (American Indian Movement, Movimiento Indígena estadounidense).[8]

Para los sionistas que buscan una identificación siempre mayor con EE.UU., un Israel que funciona como quincuagésimoprimer estado de The Union, bien puede incorporar bantustanes en su seno, ensanchándose hasta los confines de la Palestina histórica. Cálculo seguro de sionistas, los bantustanes a deglutir carecen del rango de soberanía de un estado común y silvestre y se irán adaptando a las necesidades territoriales del estado patrón.

Pero aquí tenemos tres dificultades al menos:

1)  La del colonialismo, que es un enorme proceso histórico que, ciñéndonos apenas a los marcos de la globalización moderna, la que arranca con el descubrimiento europeo del “Nuevo Continente”, siglos XV y XVI, ha plasmado una serie de naciones modernas, o mejor dicho modernizadas en cuyo seno perdura la huella de aquellas infamias originarias. La inmensa mayoría de los estados y las sociedades resultantes portan la impronta de dominadores y dominados configurando naciones las más de las veces escindidas. Pensemos en México, Venezuela, Honduras, India, Nigeria y por qué no, sociedades aparentemente más o mejor “blanqueadas”, como Argentina o Uruguay…

2)  Hay otra dificultad mayor, si cabe: cuando comienza la globalización moderna, los europeos se daban el gusto de arrasar aldeas y exterminar a menudo a sus habitantes, hombres, mujeres, niños, ancianos, y sus cabras, conejos o gallinas (muchas veces inspirados en episodios bíblicos). En muchos casos, adueñarse de las mujeres jóvenes y repartírselas como botín (siguiendo también preceptos bíblicos).

Naciones “mestizas” de Abya Yala/América presentan el resultado de tales “políticas”.

Pero eran tiempos en que se proclamaba, hasta doctoralmente, la superioridad de “la raza blanca”. La idea de “reducir” indios fue una constante durante la larga noche de la Conquista y la Colonización, y las Indian Reservations constituyen la versión anglo de tales reducciones. Esos métodos perduraron hasta mediados del s XX.

Baste recordar en Argentina las masacres de Napalpí (Chaco) en 1924 o la de Rincón Bomba en pleno peronismo (1947), en que los militares ametrallan y dan muerte a hombres, mujeres y niños de una etnia de las sobrevivientes al  establecimiento del estado argentino moderno y su “Conquista del Desierto”. En 1924 los militares masacrarán a unos 200 qom y mocovíes. En 1947 Miguel Ortiz, delegado formoseño de la Dirección Nacional del Aborigen,  le contestará al jefe del escuadrón que le pidiera explicaciones sobre el mal estado de los alimentos llegados de Buenos Aires para ser distribuidos entre miembros hambreados de la etnia pilagá: “Qué tanto se preocupa si al final son indios”.

“La indiada” estaba virtualmente muerta de hambre porque los propietarios de los establecimientos rurales que aprovechaban la leva de población indígena para la zafra, los habían despedido sin paga. El pago final ante la digna reacción por comida en mal estado resultó una matanza generalizada que se estima acabó con la vida de más del 80% de la etnia (entre 700 y 800 seres humanos).

Todavía se podía escuchar una respuesta “espontánea” como la del burócrata Ortiz.

Pero tras la noche nazi, el racismo perdió el status aristocrático que había conservado en casi todas las sociedades colonizadoras. El racismo puro y duro dejó de ser de buen tono.

En la primera mitad del siglo XX, en Argentina y en Brasil, se usaba todavía “el ardid” que ya usaran los protestantes recién llegados a la América del Norte en el s XVII, de envenenar o contaminar comida o ropas para “deshacerse” de la población aborigen.

Hasta mediados del siglo XX, en los países nórdicos, Noruega, Suecia, por ejemplo,  donde el culto racial, el estado de bienestar y la confianza ciega en “la ciencia” corrían parejas, se emplearon diversos recursos tecnocientíficos para esterilizar o lobotomizar población “inferior”. Y en la Alemania nazi, esos recursos llevaron a la muerte a muchos “inferiores”.

Con la llegada de la segunda mitad del s XX y el reconocimiento de las atrocidades cometidas hasta y durante la 2ª.GM (en la Alemania nazi; hubo otros contendientes con comportamientos a su vez monstruosos que quedaron en penumbra), en la ONU se firmaron documentos como la “Convención para la Prevención y la Sanción del delito de Genocidio” (9/12/1948), haciendo difícil seguir con el mismo estilo para el tratamiento de poblaciones.

Ya no alcanza la cobertura de “la superioridad racial” para las atrocidades. Ya no se cubren de gloria, sino de oprobio.

El opresor procura hoy descargar “los muertos” sobre las espaldas del oprimido, como vemos desde hace años, bajo “la indiferencia del mundo” con la población de la Franja de Gaza, una Numancia del s XXI.

Para seguir ejerciendo el dominio racista o etnicista, se ha ido haciendo imprescindible apelar a otras armas, más sofisticadas, más indirectas. Los qom en la Argentina de comienzos del s XXI no han podido ser tratados como sus antecesores en 1924 o como los pilagás en 1947; en todo caso, en territorios del gobernador Gildo Insfrán, provincia de Formosa (actualmente argentina), asiento territorial de los qom, han sobrevenido sucesivos “accidentes” carreteros donde algunos qom han sido heridos o muertos (o matados).

Análogamente, no registramos al día de hoy linchamientos populares a manos del Ku Klux Klan en el sur de EE.UU. que campearon en la segunda mitad del s XIX y en la primera del s XX… En todo caso, la cantidad sobrecogedora de afros estadounidenses que han muerto recientemente a manos de la policía (blanca) resultan siempre fruto de algún afán de orden ligeramente excedido, de encuentros fortuitos, captados y socializados por los métodos de registro hipersensibles y omnipresentes hoy vigentes.

Tampoco resulta fácil “salir a matar” indios o palestinos en grandes batidas y en todo caso, se opta por lo que ya señalamos con Israel en la Franja de Gaza: un cerco que vaya provocando un desquicio social, nutricional, habitacional, psíquico racionando alimentos, medicamentos y hasta agua. Si en Gaza sobreviene un ataque militar del ejército de “Defensa” israelí estará “justificado” por alguna “provocación” del fanatismo islámico o similar.[9]

3) Hay además un “detalle” demográfico que echa aún más por tierra la pretensión de reeditar “la solución”: los EE.UU. de Norteamérica, con una población total de algo más de 300 millones de habitantes, no tienen ni el 1% de nativoamericanos (por supuesto que la comparativamente exigua población nativa proviene de las atroces persecuciones sufridas pero también de su propia densidad muchísima menor que la de la población europea). En Palestina/Israel los palestinos cuentan con una población aproximadamente del mismo caudal que los israelíes de origen judío, grosso modo 50% y 50%.

El-Ad trata de unir dos moscas por el rabo: “La ocupación es sostenible a nivel internacional […] porque hasta el momento el mundo se niega a tomar una acción efectiva.” Y luego de reconocer así la impunidad de Israel, prácticamente desde su inicio, siempre fijada en su rol de víctima que la exonera de sanciones al infringir tantos tratados y acuerdos internacionales (negarse a que se le revise y controle sus instalaciones militares nucleares; arrebatar suelo palestino violando acuerdos; restricciones de derecho para población milenariamente establecida en el territorio, etcétera), afirma: “Israel es un país soberano establecido a través de la legitimidad internacional otorgada por una decisión histórica de esta misma institución en 1947” (ibíd.).

Ya explicamos la delgadez extrema de esa legitimidad[10] y ya vimos cómo Israel se adueñó de un territorio mayor al acordado por la ONU (que a su vez había dispuesto del territorio contra la voluntad de sus habitantes).

Avigail Abarbanel,[11] no solo judía sino criada en Israel desde niña, explica su abandono de la comunidad que la fue configurando y da dos motivos esclarecedores: la “historia de persecución es tan inseparable de su identidad [de los judíos] que no pueden ver más allá de ella […]. En la psicología humana, una vez que has sido objeto de abuso sientes que ya no eres igual que los demás. Pero cualquiera que sufrió abusos y está traumatizado tiene el deber de ser mejor y de no permitir que el miedo y la victimización se conviertan en su identidad.” Y enfatiza: “No sólo has permitido que el trauma se convierta en tu propia identidad, sino que lo has glorificado y lo estás adorando como a un dios.”  ¡Aprecie el lector la identidad de este pasaje con el de Atzmon (n. 6)! Y si bien ésta es una crítica fuerte porque habla de la formación de un carácter social, Abarbanel avanza a otro aspecto que considera aún más significativo: “El segundo y más importante asunto que me molesta es el crimen que se ha cometido y se sigue cometiendo [… los sionistas] han optado por crear un gueto judío que lo imaginan un refugio seguro, en una tierra que estaba totalmente poblada.” Esta segunda objeción de Abarbanel focaliza en el crimen de la colonización que arrasa sociedades preexistentes. Basados en la pura fuerza.[12] Rechaza pasar de la condición de cordero a la de lobo que postula Netanyahu y cumplen tan amplios sectores de la sociedad israelí.

El imaginario social de fines del s XX y actual s XXI nos indica que no hay viabilidad para construir Palestinian Reservations como se hicieran hace siglo y medio las estadounidenses.

notas:

[1]  Véase Naseer Aruri, El mediador deshonesto, Editorial Canaán, Buenos Aires, 2006.

[2]  Greenwald, G., “EE.UU. admite que Israel marcha hacia un régimen de apartheid permanente después de darle 38.000 millones de dólares, The Intercept, octubre 2016.

[3]  http://www.rebelion.org/noticia.php?id=218113&titular=la-ocupaci%F3n-se-sostiene-porque-el-mundo-se-niega-a-actuar-

[4]  B’Tselem es una organización israelí de origen judío que procura conciliar el universalismo de la “Declaración Universal de los Derechos Humanos”, ONU, 1948, con el Estado de Israel fundado sobre bases etnicistas, de un pueblo con su dios. En su propia presentación, B’Tselem declara su empeño en  «crear una cultura de derechos humanos en Israel.» (http://www.btselem.org/about_btselem). Lo cual nos hace pensar que no debe ser mucha su existencia.

[5]  Guerra judeo-árabe de 1948.

[6]  Gilad Atzmon, quien ha roto con su origen y/o perfil judío ofrece una jugosa interpretación del judaísmo: que en Israel se ha ido gestando una nueva religión (etimológicamente, ligazón) que ya no pasa por un dios sino por el dolor judío universalizado en la figura de El Holocausto, que permite erigir al propio judío en dios.

[7]  No cualquier blanco tampoco. Latinos, irlandeses, eslavos no se incluían entre los aceptables  habitantes del nuevo estado en el Nuevo Continente. Observe el lector que el rango señalado, esa magnitud para “los indios”, el cero, expresa aritméticamente la idea de genocidio. A la población afro, en cambio, se la estimaba como servidumbre.

[8]  El AIM procuró cierta autonomía en las Indian Reservations como la de Lakota Pine Ridge; las autoridades policiales trataron de “sujetar a la tropa” como habitualmente y en una refriega hubo dos policías muertos: por tal hecho se acusó a Leonard Peltier, lakota, y ha sido encarcelado desde 1976, ininterrumpidamente, 41 años. Se le acaba de denegar, una vez más, la libertad.

[9]  I. L. Peretz, judío, visionario, a mediados del s.XX, se ponía en guardia ante el sionismo, ese “gato virtuoso” que ahoga a sus víctimas sin hacer correr la sangre…

[10]  “El establecimiento de Israel en Palestina. 1948. El testimonio de Jorge García Granados, de la comisión de la ONU”, 29 jul 2013. www.rebelion.org › Palestina y Oriente Próximo.

[11]  “Por qué abandoné el culto”, <http://www.rebelion.org/noticia.php?id=218037&titular=por-qu%E9-abandon%E9-el-culto->

[12]  Ilan Pappe, historiador de origen judío, que también ha roto con “el culto” a lo judío, ha escrito una estremecedora investigación,  La limpieza étnica de Palestina.

Publicado en Palestinos / israelíes, Sociedad e ideología

Del optimismo desarrollista a la realidad planetaria

Publicada el 17/01/2017 - 17/01/2017 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández –

Mario S. Ventrice nos ha dado una visión exultante del desarrollo material con verdades elementales como que “no hay desarrollo sin ciencia”. Su nota se publica en el suplemento Cash de Página 12, Buenos Aires, 15/1/2017.

Ya tan entrados en el s XXI entiendo importante evaluar los resultados, planetarios de los desarrollos habidos, siempre con base en la ciencia, aunque en rigor debamos hablar de desarrollos tecnocientíficos.

Ventrice nos presenta una versión del origen de ese desarrollo, radicándolo en Europa Occidental, hace unos 500 años y confrontándolo con sociedades tradicionales.

SIMPLIFICACIÓN HISTÓRICA

La historia es un poco más compleja; “la ciencia y el trabajo cotidiano” no comenzaron, como afirma, “en los siglos XV a XVII”, aunque efectivamente haya existido entonces un despegue formidable con la crisis del geocentrismo que él recuerda.

Nos habla de la “aparición” de la imprenta en esa época, por ejemplo. Pero la imprenta, el cigüeñal, la pólvora y muchos otros instrumentos y herramientas provienen de China, desde donde los ingleses los transplantan a Europa. Había entonces un desarrollo y científico, fuera de Europa. Y la misma Europa, sobre todo desde monasterios cristianos, había estado desarrollando diversas disciplinas tecnocientíficas, como la óptica, la tonelería y la conservación de alimentos, la energía eólica y acuática, sembrando de molinos el paisaje rural. De todo eso, así como del avance de la agricultura mediante nuevas técnicas, desarrollo en la roturación de tierras, en arados y cultivos, hay rastros al menos desde los siglos X y XI. Sin tales “adelantos” no habríamos tenido el empuje renacentista al que Ventrice alude en los siglos XV y posteriores.

VERSIÓN OCCIDENTALISTA DEL DESPEGUE OCCIDENTAL

Si la simplificación que he intentado señalar expresa una determinada posición que ni siquiera es asumida directamente, la relación centro/periferia agrava las carencias en el abordaje de la cuestión.

Ventrice encuentra en el siglo XIX “claramente dos tipos de sociedades; las industrializadas y las no industrializadas, lo que igualmente significa distinguir entre sociedades desarrolladas y subdesarrolladas.”  Una consecuencia al parecer inevitable de esta escisión, que ha aparecido y no sabemos ni cómo ni por qué, habría llevado a “la debacle económica y el empobrecimiento masivo de las sociedades virreinales basadas en industrias artesanales, entre las cuales se encontraban las actuales provincias argentinas […].”

Estamos en el reino de W. W. Rostow; el desarrollismo por andariveles separados de “naciones desarrolladas” y “naciones subdesarrolladas”.

Esta sesgadísima visión de la economía mundial ha sido suficientemente rebatida y demostrada su falsedad, ideológicamente condicionada, para verla reflotar en un diario que se pretende “progresista”. Pero más allá de la sorpresa del desentierro, tal vez sea precisamente un lugar adecuado para reflotar esta teoría, mejor dicho esta ideología. El periódico presenta este refrito rostowniano como “la otra mirada”. Sin comentarios.

El desarrollo de las naciones centrales y el subdesarrollo de las naciones periféricas están indisolublemente unidos, de modo tal que el despegue de las primeras se nutre del empobrecimiento de las segundas. Esto, sin negar cierta importancia de los desarrollos endógenos. Pero si algo nos ha mostrado el neocolonialismo y la neocolonialidad es que todo desarrollo está condicionado por ese fuerte lazo entre el racismo, el saqueo, las economías de enclave, y los despegues tecnocientíficos.

¿CIENCIA ÜBER ALLES O PODER TECNOCIENTÍFICO Y GLOBOCOLONIZADOR?

La tercera cereza de esta torta francamente indigesta es el papel protagónico de la ciencia. Que entiendo pertenece a la historia o a la mitología, si miramos nuestro presente planetario.

Los desarrollos científicos se asientan cada vez más en grandes consorcios tecnocientíficos, en emporios militares y en universidades, públicas o privadas.

Salvo el caso de universidades públicas donde puede haber, con crecientes limitaciones, desarrollos científicos movidos endógenamente, en todos los otros grandes centros planetarios de investigación y desarrollo de la ciencia, ésta ha sido satelizada en función de los intereses empresarios o militares (en el Pentágono, por ejemplo o en las grandes empresas transnacionales como Bayer-Monsanto o en las universidades empresarias).

Sólo esto último explica la escalofriante crisis ambiental que estamos viviendo ya en todo el planeta. Porque no se estudia científicamente el desarrollo sino que meramente se lo instrumentaliza. Al servicio de las ganancias plutocráticas o de los poderes imperiales.

La historia de Monsanto, con sus “Ciencias de la vida” es un claro ejemplo, ya suficientemente documentado.

El papel de la ciencia, hoy servilizada, no pierde, ciertamente, importancia. Solo que hay que encarar el trabajo científico fuera de esas esferas de influencia hoy mayoritarias y decisivas.

Hay que encarar una investigación científica que se deba a la realidad que existe y respetar las leyes físicas, que hoy, con los formidables desarrollos tecnológicos, tantos profesionales científicos se sienten permanentemente tentados a superar, vencer. Con por ejemplo la biología sintética: en el mismo momento en que los desarrollos tecnocientíficos han contribuido a una merma temible de la biodiversidad del planeta, tenemos “investigadores” empeñados en “enriquecer” la vida con especies animales o vegetales inventadas en laboratorio. El sueño del doktor Frankenstein no cede.

Publicado en Conocimiento, Sociedad e ideología

Y con el american way of life, ¿qué hacemos?

Publicada el 10/12/2014 - 10/12/2014 por raas

Por Luis E. Sabini Fernández

Un abordaje que procura atender a la distribuciòn o mejor dicho a la concentración del poder en el mundo. Analizando los crecientes trastornos ecológicos e incluso biológicos, el deterioro alimentario, la manipulación mediática, el despliegue transnacional, la militarización.

Cada vez queda más claro que la última década del s. XX ha traído consigo un cambio sustancial del estado político del mundo o si se quiere la consolidación de nuevos perfiles del mundo en que vivimos, cuya enumeración será necesariamente incompleta e insatisfactoria:

• avance problemático de diversos factores ambientales o ecológicos, como la contaminación aérea y acuática cada vez más generalizadas, una crisis crecientemente acelerada por pérdida de biodiversidad, tanto de ejemplares por especie (por ejemplo, de abejas, de tiburones, de micro- y macroflora y fauna arrasadas con agrotóxicos, o de especies arbóreas que no logran desplazarse lo suficientemente rápido mediante sus propias semillas ante el calentamiento global que desplaza las regiones aptas para cada especie) como de especies.

Esto último es irreversible y expresa un empobrecimiento biótico progresivo de todo nuestro mundo. Pero la lista de tenebrosos futuros es mucho mayor; “efecto invernadero”, causa del ya citado calentamiento global que implica el creciente derretimiento de los hielos (árticos, antárticos y de montaña) que se va consumando no ya a siglos o décadas de nuestro presente sino apenas a años; a una verdadera crisis climática, ante la cual la rebaja actual del precio del petróleo, bajando de su coyuntura de altos precios por perspectivas de escasez, más allá de mejorar las cuentas de quienes lo importan y ralear las de quienes lo exportan, puede facilitar un incremento en su uso que no hará sino precipitar el mencionado proceso de calentamiento, y tantos otros fenómenos ominosos que han estado surgiendo en las últimas décadas. Pongamos siquiera un ejemplo.

Colborn, Peterson Myers y Dumanovski, biólogos estadounidenses, han escrito un libro, Our Stolen Future (1) tras un prolongado y concienzudo trabajo de campo, mostrando y demostrando hasta qué grado ha sido alterada la sexualidad y la fecundidad por la contaminación ambiental, fundamentalmente alteradores endócrinos que han provocado, por ejemplo la aparición de parejas de gaviotas compuestas de hembra y hembra, una con el comportamiento de cuidado del nido y otra cumpliendo el papel proveedor; la incapacidad de machos de diversas especies de procrear, por atrofia de pene condenando a medio plazo a la desaparición de la especie; el papel devastador de la asimilación de partículas plásticas en los órganos de los seres vivos…

Uno comprende, con esta información, el penoso papel que estamos sufriendo en las sociedades humanas donde no percibimos el papel de los falsos estrógenos en la sexualidad humana y en cambio, se reivindica como “de avanzada”, políticamente correcto, el reconocimiento de nuevos sexos; tercero, cuarto, quinto…

• surgimiento de nuevas enfermedades o rebrote de antiguas pero con nuevas variedades a menudo más agresivas; y como capítulo especial dentro de este sombrío panorama, difusión del cáncer como la enfermedad de nuestro tiempo (En Suecia, en los ’90, estimaban para el 2000 que un tercio de toda la población contraería diversas variantes, aunque auspiciosamente auguraban una recuperación cierta del 50%).

Jeff Ritterman, oncólogo estadounidense, afirma que: “La agricultura transgénica (rebautizada biotecnológica y últimamente photoshopeada como “agricultura inteligente”[sic]) es el financiador [o en neocastellano básico, el sponsor] principal, o lo parece, del gobierno de EE.UU.” Y prosigue:

”A esta altura de la historia ya hay pruebas incontrovertibles de que Roundup causa malformaciones congénitas y está estrechamente vinculado con los cánceres. Si no queremos que este herbicida se siga acumulando en nuestras aguas, tierra y alimentos, tenemos que dejar de usarlo.” […]

”Los cánceres son células que se reproducen rápida y azarosamente con total falta de consideración a la preservación del organismo anfitrión. Las células cancerosas consumen enorme energía matando literalmente por hambre a las células normales. Se expanden tan salvaje y rápidamente que asfixian a sus vecinas. Envían emisarios para iniciar nuevas colonias cancerosas. Elaboran sustancias tòxicas que dañan a las células sanas. Se expanden sin pausa. Como triste ironía, cuando las células cancerosas alcanzan su máxima expansión matan con ella a su anfitrión y mueren en el proceso.”

”Como un cáncer, la agricultura transgénica ha ido expulsando sin pausa a sus vecinos y se ha ido expandiendo sin descanso. También como un cáncer, fabrica sustancias tóxicas. Roundup es una de ellas. Cuantas más hectáreas caen bajo cultivos transgénicos, más debemos contar con que Roundup aumente su producción.” Hasta aquí, Ritterman. (2)

Podríamos ejemplificar este crecimiento en Argentina –sometida desde 1996 a un ensayo “a campo abierto” en que la población del país juega, jugamos, como cobayos− con la decisión del gobierno, mejor dicho de Monsanto vía Cristina Fernández de Kirchner, de instalar la mayor fábrica de producción de Roundup en América del Sur en el país, en la provincia de Córdoba (gobernada por opositores al gobierno, valga el ejemplo de picaresca criolla) y que el gobierno provincial ha destinado a un municipio que a su vez es de otra oposición…, el de Malvinas Argentinas. Ese “juego de la mosqueta” expresa que alguna resistencia hay en el país; esa construcción está paralizada… por los vecinos y contra todas las instancias institucionales que la han prohijado.

Más allá del aumento sobrecogedor de los cánceres, los avances médicos son a la vez innegables y claros; la calidad quirúrgica y la aparatología médica de diagnóstico, han mejorado década a década, a punto tal que se puede hablar de un enorme ahorro de muertes prematuras, hoy evitables (aunque también existe una aparatología, a menudo comercial, dedicada a la sobrevida sin calidad alguna, mucho más discutible).

La pregunta que queda en pie es si tales avances compensan el despliegue de tantas enfermedades viejas o nuevas, en gran medida relacionadas con la contaminación ambiental, de tan variados órdenes, como el ejemplo sobrecogedor que nos vuelve a recordar Ritterman y que “el imaginario colectivo” o el presentismo perpetuo parecen dejar de lado en países absolutamente atrapados en el vértigo transgénico como, por ejemplo, Uruguay o Argentina. Con razón Déborah Padilla (3) ha calificado a Argentina como “enferma de progreso agrotóxico”.

• deterioro alimentario; cada vez tenemos más comida disponible pero de calidad cada vez peor. Comidas que “superan” la estacionalidad, pero que pierden sabores y olores. Como si muchos alimentos fueran meramente fotocopiados. Estamos en el reino de la comida basura. Comida cada vez más provista de elementos químicos; los meneados aditivos (conservantes, colorantes, gelificantes, saborizadores, aromatizantes, blanqueadores, antihomogeneizantes, condensadores, antioxidantes, leudantes, antimicóticos, emulsionantes, secuestradores, acidulantes, espesantes, gasificantes, antiaglomerantes, agentes de retención de agua), que en rigor vienen a sumarse, sinérgica y negativamente, a los ingredientes químicos que cada vez más suele acumular la elaboración agroindustrial de materia prima para alimentos.
La falta de comida no mató a la especie ni mucho menos, pero sí había que soportar períodos de escasez, donde la delgadez, incluso extrema, a veces era norma, amén de otro conocido de las sociedades tradicionales; el raquitismo. Hoy en día, con la misma comida durante los doce meses del año, borrada la estacionalidad, borrada la escasez, “gobernando” las góndolas, lo que generamos es obesidad y cáncer.

¿Estamos mejor?

• imparable escasez del tiempo. A medida que se desarrollan nuevos artilugios y avances tecnocientíficos aplicados al ahorro del tiempo −los medios de comunicación son cada vez más rápidos, por ejemplo, igual pasa con los de transporte− esos despliegues en aparente paradoja nos van sumiendo en la angustiosa falta de tiempo para atender tantas ventajas y presuntos ahorros que a su vez crean una dispersión de la atención hacia múltiples necesidades.

• penetración económica de las transnacionales en la periferia planetaria aun mayor que la “tradicional”. Que puede deberse a la libertad de movimiento que el quiebre soviético y el auge de la ideología del liberalismo han facilitado; también a la conciencia creciente de la finitud de nuestro mundo, el planeta. Para decirlo con palabras de Irma Oliveira, una francotiradora muy atenta a la problemática ambiental uruguaya: “La actual tendencia, en los países poderosos es la de abandonar la retórica y asegurarse el control de los escasos recursos naturales aún disponibles.” (4)

• fin de la bipolaridad que caracterizara la segunda posguerra (y se prolongara por medio siglo), y el desplazamiento de la contradicción que muchos entendiéramos alguna vez clave, de este-oeste (o viceversa) por la de norte-sur o sur-norte (todos estos puntos cardinales son tomados in toto, con la terminología vigente en la segunda mitad del s XX, con las gradaciones y excepciones de rigor).
Junto con ese fin de la bipolaridad sobrevino la puesta en duda de la “opción” que abarcara casi todo el s XX; la alternativa socialista o incluso, casi, el advenimiento socialista como etapa posterior al (y del) capitalismo; algo que encandilaba prácticamente a todo “socialista científico” y que incluso le quitaba el sueño a muchos intelectuales antisocialistas que lo veían sin embargo como proceso ineluctable (conozco varios, pero uno, famoso, de comienzos del s XX puede resultar un penoso ejemplo de tal profetismo involuntario, de ese fatalismo odiado: Gustave Lebon).

El “nuevo tiempo”, sobrepasado lo que se entendió un paréntesis socialista (aunque perduraron estados que así se declaran) se encarnó en una corriente bastante numerosa de intelectuales oportunistas que abandonaron sus bagajes “socialistas” (tanto marxistas revolucionarios como socialdemócratas), porque vieron, creyeron ver, quisieron ver, en el liberalismo o en el populismo el non plus ultra de la política, incluso en los casos más “graves”, de la perfección política. Reeditaron así, seguramente de modo involuntario, el profetismo simplista de G.W. Hegel construyendo un sistema político que iba a culminar en el estado prusiano justo en su presencia.

• proyecto de “nuevo siglo estadounidense”, ahora exclusivo, el del siglo XXI. Detengámonos en este último punto, que consideramos nodal para nuestro presente.
Antes de iniciar un mínimo punteo histórico quiero resaltar la patética confusión sistemática que los personeros del “poder global” hacen entre “los intereses globales de EE.UU” y los intereses locales o nacionales de las zonas globalizadas en donde se enseñorean aquellos interesas “globales” que son, en rigor, de los privilegiados del planeta. Obama, por ejemplo, no se cansa de explicitar esa maravillosa conjunción de intereses entre saqueadores y esquilmados. Las tercas estadísticas, empero, revelan que hoy en día ni siquiera se habla, como décadas atrás, del primer decil de afortunados o millonarios sino del 1% de multi- o milmillonarios…

Para “explicar” el ahondamiento entre dos humanidades, algo que ha resultado enormemente persistente en las sociedades humanas, me permito esta cita, extensa:
“El estadounidense medio […] devora lonjas de carne de varios centímetros de espesor, traga alcohol en vasos rebosantes, arroja a la basura buena parte de los alimentos que quedan en la mesa, conduce enormes automóviles extremadamente sofisticados, uno por miembro de la familia en la medida de sus posibilidades, mantiene la temperatura de su hogar a 20 grados centígrados en el verano y a 25 en el invierno, deja las luces encendidas en toda la casa, hace marchar todos los aparatos eléctricos al mismo tiempo, aniquila al más ínfimo animalito indeseado, utiliza el agua profusamente tanto para bañarse como para ducharse, para lavar su ropa y su vajilla, para regar su jardín o evacuar las servidas.

Algunos de estos bienes disipados con semejante ritmo no parecen próximos a agotarse, pero de otros, en cambio, ya se sabe las consecuencias nefastas de su uso, ya se trate de la recrudescencia de enfermedades cardiovasculares o de la escasez de agua […].” (5) Aunque la cita tiene casi veinte años, no sólo constituye un elocuente testimonio histórico, puesto que buena parte de los rasgos allí explicitados siguen lamentablemente vigentes; el “mundo enriquecido” sigue siendo dispendioso con los bienes terrenales, sobre todo ajenos…

Procuremos, empero, una mirada no tan presente sino más histórica.

En agosto de 2000, el think tank fundado en 1997 bajo presidencia republicana, elabora un documento, “Rebuilding America’s Defenses”, que es fuertemente crítico contra el entonces presidente Clinton, demócrata (que durará apenas unos meses más en funciones) a quien acusan de haber descuidado la faz militar. El subtítulo es explícito: Report of The Project for the New American Century (Informe del proyecto para un nuevo siglo american, es decir estadounidense).

Dicho informe, firmado por “intelectuales orgánicos” como Robert Kagan y sus hermanos Donald y Fred, William Kristol, Paul Wolfowitz, Thomas Donnelly y otros, tiene un pasaje sugestivo en su último tercio, es decir, luego de la crítica arrasadora a las deficiencias militares que estos intelectuales atribuían a la incuria “clintoniana”:
“El proceso de transformación [de los dispositivos militares] aunque con cambios revolucionarios, es probable que insuma mucho tiempo, salvo que sobrevenga algún evento catastrófico y catalizador –como un nuevo Pearl Harbor–.”

A mi modo de ver, este “anuncio” exactamente un año antes del derribo de las Torres Gemelas más la seguidilla de violentos hechos en ese día, constituye un indicio muy fuerte de ciertas implicancias con lo acontecido. Recordemos que ya en 1993, la red de seguridad de EE.UU. había rastreado un intento de derribo mediante implosión de una de las torres del World Trade Center, que en aquel momento se atribuyó a redes islamistas o al menos de ese origen.

La más que patente presencia de saudíes, por ejemplo entre quienes ejecutaran la acción con las Torres Gemelas podría revelar una estructura similar a la habida en 1941 en el archipiélago de las Hawai, en la bahía del puerto de las perlas, Pearl Harbor… donde los japoneses del Imperio del Sol descargaron un golpe que “obligó” o permitió a EE.UU. a ingresar en la 2GM. Entonces, las autoridades estadounidenses, sabedoras de los planes de ataque, dejaron hacer para legitimar ese ingreso, lo que ajedrecísticamente se denomina una celada… con sacrificio incluido, para seguir con el símil ajedrecístico. En 1941, lo acontecido arrojó más de dos mil muertos… estadounidenses. En 2001, hubo más de tres mil…

Sólo así se explica la deferencia del gobierno de G.W. Bush despachando al día siguiente un avión chárter con medio centenar de saudíes, pertenecientes a la extensa familia de Osama bin Laden, con destino a Arabia….
Sólo así se explica que el Poder Ejecutivo dirigido por G.W. Bush haya sustraído del informe del Congreso de 2002 el “Report of the Joint Congressional Inquiry into the 9/11” (Encuesta bicameral de los sucesos de 11/9/2001), 28 páginas que han sido puestas fuera del conocimiento público, con el título “Finding, Discussion and Narrative Regarding Certain Sensitive National Security Matters” (Hallazgos, discusión y relatos en relación con ciertos asuntos sensibles de la seguridad nacional).

Sólo así se explica que cuatro aviones u objetos voladores hayan podido ingresar a diversos espacios aéreos estadounidenses un mismo día sin tener respuesta alguna (cua-tro, no uno). Si EE.UU. fuera semejante “colador”, sabríamos que dilapida los cuantiosos fondos que maneja para “seguridad”… pero en tal caso, no habría llegado a cumplir el papel de sheriff planetario que ejerce ininterrumpidamente desde hace décadas. La potencia, mortífera, atrozmente potente que trasunta su seguridad es la misma con la que ha podi-do mantener la atracción que todavía imprime su american way of life, pese a que muchos consideremos que se trata realmente de un american way of… muerte, no vida.

Entendemos lo acontecido el 11/9/2001 como fruto de una política, una decisión, por otra parte, tan explícitamente anunciada un año antes por los “cráneos” veristas precitados. Existen muchísimos índices de esta pretensión imperial, lamentablemente muy bien materializada.

Nunca ha tenido EE.UU. tantas bases militares en el mundo entero como en la última década. Más de 800, ocupando más de 25 mil km2 (el equivalente a la superficie total de países como Albania, Ruanda o Haití, casi tanto como la superficie de Bélgica y un poco más que las de Qatar o El Salvador…

En ese despliegue se incluye una política de «contención» de China (como otrora de la URSS), la nueva potencia de la región. Esto significa evidentemente «salpicar» nuevas bases por toda la región, agregándolas a las más de 200 bases estadounidenses que han cercado a China durante décadas, desde Japón, Corea del Sur, Guam y Hawai.

En África, el Pentágono ha ido creado desde 2007, silenciosamente, «cerca de una docena de bases aéreas» para drones y vigilancia. Aparte de la decana en Camp Lemonnier en Djibuti (cuerno del África), sabemos que los militares han creado o crearán pronto instalaciones en Burkina Faso (con su reciente golpe de estado), Burundi, la República Centroafricana, Etiopía, Kenia, Mauritania, São Tomé y Príncipe, Senegal, Seychelles, en el escindido Sudán del Sur “protegido” de Israel, y en Uganda. El Pentágono también ha estudiado la construcción de bases en Argelia, Gabón, Ghana, Mali y Nigeria, entre otros sitios.

En América al sur del rio Bravo, después de la expulsión de los militares estadounidenses de Panamá en 1999 y de Ecuador en 2009, el Pentágono ha ido creando o actualizando nuevas bases en Aruba, Curaçao, Chile, Colombia, El Salvador y Perú. En otros sitios, el Pentágono ha financiado la creación de bases militares y policiales capaces de albergar fuerzas estadounidenses; en Belice, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá, Costa Rica, e incluso en Ecuador.
Los militares pueden desear una base en Brasil y han tratado de crear bases, supuestamente para ayuda humanitaria y de emergencia, en Paraguay, Argentina y Uruguay. ¿Lo lograron? se pregunta Vine. En el caso uruguayo, sabemos que sí, al menos algunas (como la de los Seal).

¿Qué pasa con la base militar gigante de Mariscal Estigarribia en Paraguay? Funcionó y alojó a centenares de soldados estadounidenses. Estaba concebida para albergar a miles, a principios de siglo, pero no hay constancia de su presencia actual, al margen de lo que declaran los gobiernos de EE.UU. y Paraguay, negando su existencia.

En 2008, la Armada de EE.UU. reactivó la Cuarta Flota, inactiva desde 1950, para patrullar el sur americano. Reparemos: seis décadas después… En Europa, además de los centenares de bases desplegadas en el tiempo de la “lucha contra el comunismo”, ahora EE.UU. ha extendido sus redes a Polonia, Lituania, Bulgaria y Rumania, perlas arrancadas al viejo collar soviético. Y por el mismo camino va nada menos que Ucrania, el poder regional de la Europa oriental del sur…

David Vine, (6) de quien hemos extraído y sintetizado buena parte de los elementos de los párrafos anteriores, examina un cambio de las dimensiones y los emplazamientos de las bases militares estadounidenses de cara a las nuevas estrategias y “enemigos”; ya no el “comunismo” sino el “terrorismo”, y a los nuevos despliegues tecnológicos.

Nos dice que hay una expansión: futuras bases de EE.UU. «esparcidas […] por regiones en las cuales EE.UU. no ha mantenido anteriormente una presencia militar.
”Están desapareciendo los días en los que Ramstein era la base simbólica de EE.UU., un coloso del tamaño de una ciudad repleto de miles o decenas de miles de estadounidenses, supermercados, Pizza Huts, y otras comodidades. Pero no penséis ni por un segundo que el Pentágono esté haciendo las maletas, reduciendo su misión global y volviendo a casa. En los hechos, sobre la base de los eventos de los últimos años, es posible que sea todo lo contrario. Mientras disminuye la colección de bases gigantes de la era de la Guerra Fría, la infraestructura de bases en ultramar ha estallado en tamaño y alcance.

”Sin que lo sepa la mayoría de los estadounidenses, la creación de bases en todo el planeta está aumentando, gracias a una nueva generación de bases que los militares llaman «nenúfares» (valiéndose del símil con la rana que salta a través de un estanque hacia su presa). Son pequeñas instalaciones secretas e inaccesibles con una cantidad restringida de soldados, comodidades limitadas, y armamento y suministros previamente asegurados.”

Vine nos aclara que desaparecieron muchas bases con el colapso soviético, pero inmediatamente se reconstituyeron, abandonando el gigantismo y acentuando el carácter “nenúfar”. Aunque también las hay que siguieron atadas a los viejos esquemas: en Alemania, sin URSS ni RDA, se mantuvieron 60 mil soldados yanquis, ocupando el país, aunque pareciera ser en términos cordiales… (pero no tanto, porque por ejemplo, la red Echelon (7) se hace sin Alemania, en rigor, perjudicando, al menos económicamente, a Alemania y a Francia, y cuando hubo una incorporación más allá de los “socios fundadores”, anglófonos, no fue ni Alemania ni Francia lo que entra al selecto club, sino Israel…).

El presupuesto de las bases aumentó, a precios constantes (en dólares 2007), bastante más de un 50% entre 2001 y 2008. (8) A este panorama que hemos repasado tan sucintamente tendríamos que agregar “el toque latinoamericano” que otro analista, el historiador y periodista de investigación J.P. Sottile ha hecho sobre la Escuela de las Américas (su nombre en inglés, Western Hemisphere Institute for Security Cooperation, Instituto Occidental para la Cooperaciòn en Seguridad), que luego de su cierre político, en 2009 ha sido reabierto con mucho mayor empuje del que había quedado del oleaje de los ’70 a principios de siglo…) y para la cual, una vez más Honduras se ha convertido en cabecera de playa.

Y Honduras es el lugar preciso para indicar otro rasgo saliente de nuestro tiempo: la alianza EE.UU.-Israel. Porque durante el último golpe de estado en Honduras para desplazar a su presidente elegido por elecciones, M. Zelaya, la asistencia militar israelí estuvo muy presente, y el nuevo “presidente” surgido del golpe adoptó de inmediato a los servicios secretos israelíes para su protección.

La alianza EE.UU.-Israel es tan estrecha que al menos en cierto sentido podría-mos hablar de una unidad política o político-militar. Es cierto que en EE.UU. existen fuerzas políticas, en la derecha republicana, por ejemplo, que no admiten semejante fusión, que va más allá de una mera alianza para constituir mandos unificados. Pero tanto los cristianos sionistas, en general adscritos al Partido Republicano, como la estructura del Partido Demócrata, han aceptado esa simbiosis. Por eso entiendo pertinente hablar de una única entidad EE.UU-Israel. Aceptando, en todo caso, revisar su existencia ante hechos nuevos. En el actual estado de situación es una mera trampa que EE.UU. figure, por ejemplo, como mediador entre israelíes y palestinos cuando en rigor, el estado con mayor despliegue militar (y tecnológico e incluso cultural) del planeta no es sino un socio siamés con el Estado de Israel (a lo sumo, funciona a veces como “el hermano mayor” que le tolera cualquier tropelía al hermanito…).(9)

Toda esa red, esa telaraña planetaria que los estrategos estadounidenses y que por mejor decir tendríamos que precisar como israelo-estadounidenses, están tejiendo y afinando, se coordina y asienta a través de seis grandes comandos regionales que cubren el planeta, junto con una serie de direcciones militares y navales específicas (como la de marines u otras especialidades). Aquellos comandos coordinadores están en las regiones y continentes que se supone deben “proteger” (sobre todo, de sus natives…): Comando Central (MacDill Air Force Base, Florida)-CENTCOM; Comando del Norte−NORTHCOM (Peterson, Colorado), Comando del Pacífico−PACOM (Honolulu); Comando del Sur, dedicado a la América No sajona–SOUTHCOM (Miami, Florida); EUROCOM, (Stuttgart) y AFRICOM (sin sede definitiva; durante muchos años, estuvo radicado en Stuttgart, junto con el europeo, porque la OUA primero y la UA después se negaban a concederle un territorio en el continente africano, pero tras el asesinato de Gadafi y el consiguiente desmantelamiento de Libia decidieron establecerlo en la misma África, aunque naufragó el intento de hacerlo en Libia).

Repasando tal número de bases, las hay asentadas desde el siglo XIX, como la de Guantánamo en Cuba, muchas provienen del comienzo del dominio planetario estadounidense, luego de 1945, pero una buena parte data de este tercer empuje a partir de los ’90, y muy especialmente luego de “los acontecimientos” de 2001, que hemos señalado al comienzo.

El empecinamiento estadounidense en militarizar el mundo entero revela únicamente el papel que a sus élites de poder les merece las crisis que hemos señalado inicialmente: en lugar de estar preocupados y hasta paralizados por la marcha al abismo en que estamos enfrascados, los titulares del american way of life aprietan el acelerador y avanzan raudos.

Reparemos que aquellos índices o indicadores de la crisis que reseñamos inicialmente son de muy diversa naturaleza; agotamiento de la esfera biológica, arrebatiña de los recursos “naturales” cada vez más claramente visualizados como escasos que habla a las claras de un agotamiento incluso mineral del planeta; una crisis de las alternativas políticas (con el consiguiente colapso soviético como el mojón referencial), una crisis sanitaria o médico-sanitaria, una crisis cultural o existencial vinculada con la “falta de tiempo”, una crisis de nuestra propias esferas biológica y social, carcomidas, como explica Andrew Kimbrell, por la tecnoesfera. (10)

El encuentro del Panel Internacional sobre Cambio Climático de la ONU, que se reúne el mes entrante en Lima, Perú, nos va a anunciar la insuficiencia de las más que tímidas, cómplices medidas tomadas hasta ahora y cómo la acumulación de partículas constituyentes del “efecto invernadero” aumentan incontenibles y hemos pasado desde los albores del industrialismo a nuestros días de 300 ppm a 450 ppm. Eso significa que el aumento promedio de la temperatura planetaria es inevitable y ya se lo empieza a aceptar en dos grados centígrados, pese a que con total justeza Evo Morales había propuesto en el encuentro anterior del mismo panel no sobrepasar un grado centígrado (en esa instancia la delegación boliviana quedó sola con tal planteo; ni a la argentina ni a la uruguaya −ciertamente− parecieron preocuparle el asunto, así como a las casi 200 delegaciones nacionales restantes…).(11) Una expresión de Rina Bertaccini es elocuente: “dominación de espectro completo”. (12)

Para caracterizar la situación actual del “imperio” y el panorama que tenemos por delante presentamos una “profecía” de la escuela para gerentes de empresas transnacionales asentada en Suiza, fundada por Nestlé, un puntal del “Nuevo Orden”: “Tres aspectos del mundo del año 2020 tendrán implicaciones significativas para las Fuerzas Armadas de los EEUU. Primero, los Estados Unidos continuarán teniendo intereses globales y estarán comprometidos con una serie de actores regionales” […] La fuerza conjunta 2020 debe estar preparada para ‘ganar’ [sic] en todo el espectro de las operaciones militares en cualquier parte del mundo” […]. El potencial de los enfoques asimétricos es tal vez el peligro serio que los EE.UU. enfrentan en el futuro inmediato, y este peligro incluye los misiles […] y otras amenazas directas a los ciudadanos y el territorio de EE.UU.” (IMD, VC2020).
¡Esto sí que se llama análisis legitimador de lo existente! Nestlé, una transnacional genocida, no podía ser menos.

notas:
1) Editado en EE.UU. en 1996. Traducción al castellano, Ecoespaña, Madrid, 2006.
2) http://www.truth-out.org/news/item/26614-monsanto-s-roundup-linked-to-cancer, 6 octubre 2014.
3) <http://argentina.indymedia.org/news/2014/11/868363.php>, 3 nov. 2014
4) Todo está bajo control, edición de la autora, Montevideo, 2011.
5) Robert van den Bosch y Jean-Paul Aeschlimann (L’ engrenage des pesticides, Ed. Payot, Lausana, 1996).
6) fte.: D.Vine:http://www.tomdispatch.com/post/175568/tomgram%3A_david_vine%
2C_u.s._empire_of_bases_gro>.
7) Formada en 1948 por los gobiernos de EE.UU., RU, Canadá, Australia y Nva. Zelandia para el control planetario de las comunicaciones, entonces teléfonos, telègrados y correo postal. Desde la década de los ’80 se inicia el control de la gran cantera electrónica.
8) fte.: Friends Committee of National Legislation.
9) Es semejante fusión la que permite que surjan situaciones como la descrita por Dahr Jamail, <http://www.truth-out.org/news/item/27590-tortured-and-raped-by-israel-persecuted-and-imprisoned-by-the-united-states>: “Torturada y violada en Israel; perseguida y encarcelada en EE.UU.”
10) “The Dark Side of Technology”. AK es director del Center for Food Safety y autor de “New Report: GMOs Causing Massive Pesticide Pollution”, 2009”.
11) Invito al lector a leer sobre el tema la nota “Al fin nadie es inocente”, de Gerardo Honty.
12) “Militarización imperialista: máscaras nuevas para proyectos viejos”.

fuente http://argentina.indymedia.org/news/2014/12/869578.php

Publicado en Sociedad e ideología

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