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Monsanto, los clanes Kirchner y Macri y un común denominador

Publicada el 10/12/2015 por ulises

por Luis E. Sabini Fernàndez.

En esta lucha tan ardorosa, que parece campear en nuestra América Lapobre, entre progresistas y neoliberales o, si se quiere, entre inclusionistas y promitentes demócratas made in USA, algunos puntales permanecen inamovibles.
Es el caso de Lino Barañao, actual ministro de Ciencia y Técnica.
Durante el menemato, a fines, alcanzó la jefatura de CONICET, nombramiento y premio seguramente vinculado con su pasaje como investigador por universidades en EE.UU.
Con el cambio de siglo formó parte del equipo monsantiano que logró implantar una hormona transgénica en las vacas para incrementar su “producción” de leche.
Se trató de una transgénesis que fue muy cuestionada por varias autoridades bromatológicas y alimentarias, por ejemplo en la Unión Europea y en Canadà.
Por lo cual, EE.UU y Argentina quedaron como únicos cultores de tal “adelanto” tecnocientífico. 1
La implantación de somatropina en EE.UU. su cuna, no fue hecha con facilidad. Samuel Epstein, un muy destacado oncólogo estadounidense que pusiera al desnudo la pésima política del establishment médico de EE.UU. ante los cánceres, cada vez más omnipresentes en la sociedad, dijo sobre la somatropina: “Con la complicidad de la FDA [Dirección Federal de Alimentos y Medicamentos de EE.UU.] el país entero está siendo sometido a un experimento que implica la adulteración de la dieta común establecida de antiguo, por un producto biotecnológico de pobres características y sin etiquetar… esto supone grandes riesgos potenciales para la salud de toda la población estadounidense.” 2
Pero ‘para eso están los amigos’. Argentina se convirtió en el aliado principal de EE.UU. en la implantación de dicha hormona, siendo el primer estado con producción de leche transgénica con dicha hormona. Y sin tantos cuestionamientos como los vividos “en casa”. Lo ha recordado con orgullo Lino Barañao.  3
Esa alianza iba a prosperar: durante el resto del s XX. EE.UU. y Argentina fueron los únicos estados del planeta que cultivaban soja transgénica. Una vez más, desde EE.UU. se diseñaba la política con una estrategia tecnocientífica y en Argentina se aplicaba dicho diseño. Se trataba de un proyecto de grandes proporciones puesto que con el s XXI, la soja GM pasó a extenderse por buena parte de la humanidad.
La craneoteca del USDA (United States Department of Agriculture; Ministerio de Agricultura de EE.UU.) creía que iban a alimentar al mundo con cultivos transgénicos “plantados en las praderas norteamericanas y en las pampas argentinas”.4 De allí esa exclusividad de la Argentina del menemato; una satelización integral y gozosa.
Lógicamente, para que el plan tuviera éxito, la soja GM vino con mucho dinero bajo el brazo. Fue el acuerdo fáustico que estableció el USDA con el elenco político-gremial y tecnocientífico argentino de entonces (el Poder Ejecutivo, la CONABIA y los sojeros). Se cosechaban dólares a granel apenas a cambio de “una pizca” de contaminación; difusión de agrotóxicos y de formas de vida sin antecedentes… que podían salir bien o no se sabe… genes sin experiencia alguna anterior.
La aparición de los dólares provino de la maravillosa estructura del mercado de valores agropecuarios asentado en Chicago, EE.UU., que entre otros instrumentos para valorizar la soja fomentó la venta a futuro, un mecanismo que facilita enormemente los sobreprecios. En Argentina durante años, los dólares parecían cumplir aquel adagio de que “caían de las ramas de los árboles”, en rigor de las matitas de la soja.
El ejecutor de esa política fue, en EE.UU. y en Argentina, Monsanto.
A caballo de lo que los gobiernos llaman desarrollos científicos, aunque en realidad se trata de caminos elegidos para determinado desarrollo científico totalmente contingente, la soja transgénica implantada en Argentina como país laboratorio, o mejor dicho país cobayo, se hizo permanente.
Ni la Alianza ni los gobiernos transitorios del 2001 procuraron desembarazarse de ella. ¡Cómo para perder la gallina de los huevos de oro!, justo en el momento histórico, único, en que las materias primas periféricas tenían buena cotización en el mercado de Chicago.
Si la gallinita a la vez envenenaba el aire, el agua, la tierra… era un asunto menor. Que “escapaba” a la ciencia, mejor dicho a los titulares de las empresas que se presentan como tecnocientíficas. Ahora ya sabemos: los principales afectados fueron, son, “los pobres del campo”.
En realidad, hace tiempo lo sabemos o deberíamos saberlo: la política alimentaria de EE.UU. es la que convierte a los alimentos en “arma de destrucción masiva” como tan gráficamente nos lo expresara Paul Nicholson en su momento coordinador de la región europea de la Vía Campesina. 5

Con antecedentes, como su estrecha colaboración con Monsanto, no es de extrañar que el gobierno K nombrara a Lino Barañao ministro de Ciencia y Técnica. “La década ganada” conservó celosamente la orientación tecnocientífica que había desembarcado en el país durante el menemato. 6
Lo anterior no quiere decir que el kirchnerismo haya sido la continuación del menemato; el mismo Barañao en su gestión K puso el acento en lo nacional en muchos aspectos, a diferencia de la colonización mental y satelitaria del menemato, porque el gobierno K es lo más parecido a la primera presidencia de Perón que ha vivido la Argentina en el último medio siglo.
Pero hay permanencias, como la sacralización que se invoca de lo tecnocientífico como un saber incuestionado e incuestionable.
Por eso lo abrazaron los menemistas para vehiculizar su entrega a “las relaciones carnales”; lo abrazaron los kirchneristas para reinstaurar un ciclo inclusionista de distribución (parcial, por cierto) de la riqueza; lo abraza el elenco Macri, porque esto ─pese a la frase gancho de “Cambiemos”─ NO se cambia….

Declaraciones muy recientes de Lino Barañao hacia el final del ciclo K han sido significativas: “Mi principal compromiso es más pragmático que ideológico.” 7
Esta forma de pensar, tan característica en EE.UU., presupone que se puede actuar objetivamente, sin sesgo ideológico. Que se puede actuar sin ideología. Y que los que pueden hacer eso son, claro está, los científicos. El saber científico como un saber incontaminado.
Ya vamos a ver lo que semejante pureza ha significado en el desarrollo real de la modernidad en que estamos sumidos.
Pero antes rematemos el análisis de las tan frescas declaraciones de LB. Ya vimos que NO es “ideológico”.
Nos dice que es “pragmático”. Lo que presupone un valor primordial de lo pragmático. Poniendo lo utilitario por encima… ¿de qué?, ¿de la salud?, ¿de la vida?, ¿de los seres vivos? Porque eso es precisamente lo que vemos: que el desarrollo tecnocientífico que se ostenta está volcado a la destrucción sistemática, a manos de científicos y técnicos pragmáticos, extractivistas, eficientistas, de todo el planeta, cada vez más. A la extracción y al uso, aprovechamiento inmisericorde de todo lo existente, tanto lo mineral como la biodiversidad; la flora y la fauna. Sin medir consecuencias ni secuelas, en el aire, en el agua. Y que semejante despreocupación, por todo lo que sistemática y calculadamente destruimos, constituye una curiosa irresponsabilidad que podríamos llamar infantilización mediante la cual no nos hacemos cargo de toda la caca que “producimos”, aunque en rigor es mucho más contaminante, tóxica, que la simple mierda.
Tendríamos que decir que la ciencia y la técnica que la modernidad nos ha deparado nos ha servido primordialmente para poder gastar por encima, muy por encima, de nuestros recursos. Como decía muy bien Friedrich Soddy, hace casi un siglo, consumiendo en un par de siglos la energía solar acumulada bajo la forma de petróleo (gas, carbón) que le llevó al planeta varios millones de años elaborar. Y lo que llamamos “desarrollo tecnocientífico” no nos ha servido solo para aprender a dilapidar: la ciencia y la técnica ─eso sí, bien pragmáticas─ nos han servido asimismo para desentendernos de nuestros desechos que ahora han alcanzado todos los rincones del planeta, envenenándolo. Y no cualquier rincón: los plásticos blandos ocupan superficies oceánicas de mayor tamaño que países como Argentina… y tales “islas” de ruptura radical de ciclos bióticos, es decir de muerte, se repiten ya en todos los océanos. Y sin embargo, hay algo aun peor: tal vez lo crucial es que el principal reservorio de vida de todo el planeta, ─los fondos oceánicos─ están recubiertos en un porcentaje altísimo por partículas, a veces microscópicas, de plástico, que interrumpen así toda cadena biótica.
En realidad, más que “ciencia y técnica” lo que nos ha conducido al presente callejón sin salida aparente han sido quienes se han arrogado su representatividad; los grandes consorcios, civiles y militares que motorizan la modernidad.
Además de dilapidar, y “producir” desechos, hemos aprendido entonces a desentendernos de ellos. 8 Nosotros nos desentendemos de nuestros desechos, pero ellos vuelven sobre nosotros aniquilando los circuitos vitales.
Y eso es en gran medida, porque nuestras ínfulas sobre los desarrollos tecnocientíficos no han sabido medir consecuencias o secuelas, o mejor dicho, se han despreocupado de ello.
Un ejemplo bien claro de esa ignorancia arropada en suficiencia: la “ciencia” económica. Hizo buena parte de sus desarrollos basados en la noción de externalización de costos. Sólo así las empresas más modernas no solo cubrieron sus costos sino que, detalle agravante, obtuvieron sus (fastuosas) ganancias (y los deslumbrantes avances, es cierto). Pero la externalización de costos, el pagadiós, como el boomerang australiano, está alcanzándonos. En agua degradada, en temporales más frecuentes, en aumento del nivel del mar océano, en derretimiento de las nieves y los polos, en aumento de radiactividad, en atmósfera con menos ozono, en alimentos cada vez más artificializados, en cánceres, en infecundidad. 9
Estamos forjando una humanidad a la vez más sabia y más ciega, con mejoras en la calidad de vida, en el conocimiento, y más frágil y menos potente, aunque disponga cada vez más de mejores prótesis. Para empeorar el cuadro todavía más, prolifera una pérdida generalizada de calidad de vida de muchísimos humanos que no están alcanzados por las ventajas de la modernidad; particularmente en regiones y países más castigados, como en África, Asia, el Caribe (y un poco en todas partes).
Siempre ha habido dos, varias humanidades; la de amos y esclavos, la de ricos y pobres… y aunque los desarrollos tecnocientíficos alcancen ahora a casi todo el mundo, el abismo, la grieta, que separa privilegiados y desamparados sigue abierta, ahondándose.
Cada vez son menos quienes tienen la mitad de la riqueza del mundo y controlan la economía planetaria. Una plutocleptocracia. La que nos quiere hacer creer que estamos sólo en el mejor de los mundos, que nunca hemos tenido tantos chiches, tanto tiempo libre, tantas posibilidades a nuestro alcance, con avances realmente formidables en investigación, en cirugía, en velocidad, en los medios de transporte, en los de comunicación. Nos cuesta darnos cuenta que estamos mejor y peor a la vez y el cuadro se dificulta cuando los cientificistas invocan incluso el desarrollo sustentable…
Únicamente si vemos el deterioro generalizado del planeta, la pérdida de biodiversidad, la contaminación generalizada de los mares, la expansión irrefrenable de las alteraciones hormonales; peces con ambos sexos pero atrofiados, cocodrilos de la península de Florida con penes tan empequeñecidos que no pueden aparearse; gaviotas norteamericanas que confunden funciones sexuales y constituyen parejas con dos hembras,  10 podemos darnos cuenta que no todo anda tan bien como se nos quiere hacer creer. ¿Por qué vamos a creer que lo que pasa ─y está fehacientemente comprobado─ con peces, gaviotas, cocodrilos, no nos va a pasar a nosotros? ¿Porque los humanos seamos tan creativos que una alteración hormonal sirva para forjar un movimiento de derechos cívicos de nuevo tipo?
¿Acaso los científicos como Lino Barañao no se han dado cuenta que sus “adelantos” y “progresos” van dejando, sistemáticamente, el tendal?
Hasta Karl Marx, hace siglo y medio, cuando todavía no se había llegado al grado de intoxicación ambiental generalizado de nuestra contemporaneidad, cuando todavía estábamos muy lejos de la selva química contemporánea con decenas de miles de productos de los que en el 90% de los casos se desconoce sus efectos salvo alguno bien preciso y utilitario (que es el que dio lugar a su existencia), cuando no había ingeniería genética ni agrotóxicos que “ahorran” trabajo; cuando no existía la nanotecnología que permite generar entidades fuera de los órdenes naturales (animales, vegetales), en aquella “prehistoria” que conoció Marx, hasta un cientificista como él, gracias a su percepción de la compleja realidad, se pudo dar cuenta que ‘cada progreso económico es al mismo tiempo una calamidad social’, como la sombra sigue al cuerpo.

En esto estamos ahora. Lino Barañao representa de manera estable, continua, la ciencia que nos está llevando al abismo, en todo caso, al paraíso y al abismo. Una ciencia pragmática como con perspicacia, tal vez involuntaria, lo ha expresado el mismo actual ministro de Ciencia y Técnica.
Su nombramiento, una vez más, nos muestra el hilo conductor de la sociedad que vivimos. De la sociedad que algunos cráneos nos están diseñando para vivir.
El desarrollo tecnocientífico de nuestro tiempo es el reino de la heteronomía. Cuidadosamente cultivada por las élites que disfrutan el vértice de la pirámide.
Pero si el quiebre del constructo humano, cada vez menos natural (es decir cada vez menos ligado a las reglas o constantes de la naturaleza) en que vivimos se llega a fracturar ─mediante el calentamiento global o cualquier otro factor irruptivo─ la crisis no va a ser solo nuestra, los del suelo planetario; también abarcará a los actuales privilegiados y usufructuarios del agribusiness, la nube digital, el mundo de las corporaciones y lo que ahora llamamos ─en neocastellano básico─ sus CEOS: la tecnoesfera que nos mostrara Andrew Kimbrell no puede existir sin las respectivas socioesfera y biosfera.

1  No sabemos si el desarrollo de dicha hormona, también llamada somatotropina (la versión transgénica se apocopa: somatropina) estuvo relacionado con un accidente o incidente laboral en Azul, prov. de Buenos Aires, en 1987, donde murieran dos ordeñadores. Y no lo sabemos porque esas muertes quedaron siempre en la penumbra.
2  Ecologistas en acción, no 15, Madrid, dic. 1998.
3  Diario de Río Negro, 2/10/2003.
4  Dennis Avery, Hudson Institute, Indianápolis, 1995.
5  Vìa Campesina es la internacional de trabajadores rurales a la que pertenece, p. ej., el MST brasileño. Entrevista publicada en futuros, no. 6, Río de la Plata, otoño 2004.
6  En realidad viene de lejos. Expresa sencilla y lacónicamente la relación entre el centro planetario y la periferia colonial o neocolonial; esa relación es de dependencia y hasta de deslumbramiento. Por eso en EE.UU. se pueden rastrear los Epstein y en Argentina los Barañao. Pero eso cambia. Lo probó Andrés Carrasco. Pese a lo que podría preferir el flamante gobierno de Argentina 2015: conservar la fe en una ciencia apolítica.
7  La Nación, Buenos Aires, 3/12/2015.
8  El significado del reciclado, la recuperación y otras eres que se han ensayado no cambian la estructura general de nuestra sociedad, que en términos económicos es lineal ─extracción, industrialización, consumo, desechos─ y no circular como eran las sociedades tradicionales ─elaboración, uso, reúso, recuperación, compostaje─. Los intentos, es cierto que cada vez más frecuentes e intensos para recuperar desechos, no modifican sustancialmente el cuadro, sobre todo, porque mucho de lo que se recicla es cuidado de imagen, modificaciones cosméticas. Lo cual no significa que no haya que hacerlo; sencillamente advertir que NO es la solución.
9  En EE.UU. se han hecho estadísticas sobre la calidad espermática: a lo largo de las cinco décadas de la segunda mitad del s XX, la calidad espermática de los estadounidenses ha disminuido escalón a escalón sin interrupción. Y lamentablemente como todo lo del american way of life este dato escalofriante también nos alcanza a todos, a lo sumo, apenas diferido (Our Stolen Future, hay traducción al castellano; Nuestro futuro robado; Colborn, Myers y Dumanovski, Ecoespaña, Madrid, 2001).

10  Estudios de campo relevados en el libro precitado, Our Stolen Future.

Publicado en Agronecrófilos

El racismo, nervio motor del sionismo

Publicada el 20/11/2015 - 26/11/2015 por ulises

Por Luis E. Sabini Fernández / Es el racismo como ideología gratificante la que permite tener rostros risueños entre los centenares de blanquitos sonriendo alrededor del cuerpo de un humano negro balanceándose colgado de la cuerda con la que lo han ahorcado. Esas sonrisas, de superioridad moral, son las que permitirán la popularidad del Ku-Klux-Klan en EE.UU., fundamentalmente al sur, a principios del s. XX, con millones de adherentes.

linchamiento, 1919

Es el racismo el que le permitirá al nazismo sentir con soberbia, su superioridad moral respecto de los múltiples obstáculos y enemigos de su plenitud imperial y su derecho sobre pueblos “débiles”, y el que le permitirá creer que su superioridad innata le alcanza para lanzarse a un guerra contra los que resultarán Los Aliados que sextuplicarán sus recursos humanos y materiales; su superioridad era tanta, según ellos mismos, que podían permitírselo.

Es el racismo boer y sudafricano el que le permitirá a los blancos europeos del norte instalados en el sur africano imaginar sus derechos allí como “naturales”, propios, históricos, que los autorizaba éticamente a robarle la tierra a los pobladores ancestrales, robarle la energía de sus propios cuerpos, arrinconarlos en lo que más tarde se llamarán bantustanes ─campos de concentración ligeramente ampliados para constreñir la vida de los natives allí adentro─, cuando no estaban al servicio de la sociedad blanca, la superior, la buena, la que merecía ese nombre.

Es el racismo que impera en Israel, desde su misma fundación, el que a través de un strip-tease creciente, horrendo, monstruoso, permite ahora en 2015, que un adolescente baleado, de 13 años, Ahmed Manasrah, ensangrentado, yacente, reciba insultos de los transeúntes, que gozan con su agonía, en tanto nadie hace nada por salvar su vida y que incluso hasta un guardia lo patee, como si se tratara de un perro o un fardo. Hasta Netanyahu tuvo que atenuar su versión inicial de que el niño había matado a otro niño judío (nada se sabe, ni siquiera si empleó violencia antes de ser baleado).

Estos lodos venían ínsitos en aquellos polvos “liberadores” sionistas de hace un siglo.
¿Qué vénero nutrió esta monstruosidad que es ahora la sociedad israelí que le ha permitido a Netanyahu formar un gabinete con alegres asesinos de palestinos?
– ¿La ideología supremacista wasp, que le permitió a los EE.UU. erigirse como imperio, y a la vez como presunta tierra de libertad y dignidad? 1
– ¿La ideología bíblica de los “piadosos” cristianos sudafricanos que fundaban o creían fundar su despótico dominio sobre la población sudafricana en sus
“verdades” bíblicas?, las que los llevaba a sostener sin que se les cayera la cara de vergüenza, que eran legítimos dueños de sus territorios y que los “envidiosos” negros querían invadirlos (sic) y expulsarlos (sic, sic)?
– ¿La ideología de un socialismo del cual se nutrió inicialmente el sionismo pero solo como estrategia de trabajo y táctica de enganche? El sionismo invocó reiteradamente al socialismo para su construcción de “el estado judío”, pero negando sus fundamentos universalistas (el socialismo, al menos en todas sus variantes iniciales no reconocía diferencias de valor o jerarquía entre naciones o razas ─al menos teóricamente─) y el sionismo surgió para afirmar un particularismo expreso, radical  2 (el socialismo nacional alemán de posguerra, llamado en mal castellano nacionalsocialismo, el nazismo, también tendrá ese rasgo anti-universalista, porque la dimensión nacional es una clara negación a lo que el socialismo considerara básico: el internacionalismo).

El sionismo retuvo lo instrumental del socialismo, con lo cual erigió los kibutzim, esas piezas altamente operativas para la instalación en la tierra palestina y su apropiación por parte de quienes no eran de oficio campesinos.

Con la consolidación autoritaria y verticalista la URSS tuvo una rápida metamorfosis hacia un estado policiaco, totalitario. El sionismo retuvo esa modalidad tan “soviética” de suprimir al discrepante; en 1924, el cuerpo militar judeosionista semisecreto, la Haganá ─embrión de lo que ahora llaman ejército de Israel, con el calificativo orweliano de Defensa─ asesinó a sangre fría a un judío en Palestina. El primer asesinato político ”moderno” en esa sacrificada tierra que es Palestina. Jakob de Haan, un referente judío del llamado antiguo Yishuv ─la población judía palestina anterior a la instalación sionista con sus aliah (oleadas)─. El delito “capital” de de Haan fue el mantener relaciones y diálogo con los palestinos árabes con los que convivía de tanto tiempo atrás, y por lo tanto no ser sionista ni acompañar sus campañas.
La depuraciòn sionista de comienzos de la década del ’20 no es sino el atroz anticipo de ese estilo en el “campo socialista” (así como fue siempre el habitual para el colonialismo occidental enfrentando las resistencias locales)

¿La ideología del supremacismo nazi, que era antisemita porque entendían que gran parte de la problemática del pueblo alemán provenía del control financiero de la banca judía, podía conciliarse con el sionismo? Parece difícil, porque el sionismo es judío, precisamente. Pero así y todo coincidieron inicialmente. En un aspecto bien concreto: los arios” querían que los judíos se fueran del “cuerpo alemán”, los judíos querían irse de Alemania e instalarse en “la tierra prometida”.

Esa coincidencia les permitió una cierta luna de miel, a comienzos del III Reich, que se expresó en encuentros y visitas de nazis a la Palestina sionista. Por ejemplo, Adolf Eichmann a cargo de la población judía en la invadida por los nazis Austria (Anschluss, 1938), había sido invitado ─a mediados de la década de los ‘30─ a visitar los kibutzim en Palestina, que los sionistas iban estableciendo en los territorios que ocupaban. Eichmann no pudo ingresar porque las autoridades británicas le negaron su ingreso por nazi y anfitriones frustrados y visitante debieron hacer su encuentro en El Cairo. Hubo otras actividades conjuntas entre sionistas y nazis (en el mismo momento en que otros judíos empezaban a ser muy maltratados, expulsados, perseguidos, asesinados en el Tercer Reich), por ejemplo, una suerte de alianza comercial (Ha’avara) que facilitaba la venta de productos alemanes en el Cercano Oriente a cambio de la migración de sionistas a Palestina (quienes debían viajar sin dinero, que les era girado únicamente contra la venta de productos alemanes en el Cercano Oriente). 3

¿Blancos “puros” al estilo yanqui o sudafricano, estalinistas o nazoides? El sionismo ha recogido un poco en cada vertiente. Por ejemplo, respecto de la Unión Sudafricana, hubo todo un idilio desde 1948 hasta entrada la década de los ’90 en que Israel estrechó los vínculos con la Unión Sudafricana, la del apartheid, pero no bien la élite que gobernaba Israel atisbó el derrumbe del apartheid sudafricano, abandonó prestamente esa alianza y fue de los primeros estados en reconocer a la nueva República de Sudáfrica [1994] borrando toda afinidad que habían sostenido por décadas con los devenidos apestados políticos de los ’90. 4

Desde entonces, los esfuerzos ideológicos sionistas han pasado por buscar una creciente identificación con EE.UU. Por eso, la política de quebrar la sociedad palestina, de aislar a sus integrantes, ya no pasa tanto por la “limpieza” radical de esa tierra para apropiársela por completo sino que pasa por la identificación de lo palestino con la población nativoamericana en EE.UU. reducida a Indian Reservations; las etnias aborígenes americanas fueron quedando reducidas a mano de obra aislada del mercado estadounidense; se promueve, p. ej., la minería, siempre tan contaminante en sus pequeñísimos territorios (de uranio, por ejemplo, radiactivo) o las salas de juego a las cuales pueda concurrir la sociedad mayor, la principal, la “verdadera”, convirtiendo lo indio en algo para disfrutar, un exotismo de entrecasa y, juego mediante, altamente corrompible.
Los judíos israelíes, sionistas, no quieren ni pueden ver las diferencias entre la formación social de EE.UU. y la de Israel. La identificación cada vez mayor con EE.UU., que en tan buena medida responde a las necesidades del estado sionista, seguramente ni les permite captar el peligro de pensar por analogía.

Porque así como hay rasgos comunes, entre, por ejemplo, los indians y los palestinos ─como también los hay entre paraguayos y uruguayos o entre rubios y pelirrojos─, también hay rasgos específicos que malogran toda identificación salteando el cúmulo de diferencias. Por ejemplo, una temporal, histórica: no es lo mismo ocupar la tierra colonial en el siglo XV, o incluso a finales del siglo XIX y comienzos del XX, que hacerlo en el mismo momento ─mediados del s XX─ en que se proclama el fin de todos los colonialismos (aun cuando en rigor, se haya tratado sólo de un cambio de nomenclatura, porque las relaciones de sujeción, explotación y dominio seguirán desde mediados del s XX como eran antes, y aun mejor “presentadas”, ahora en nombre de iguales). Sin embargo, el fin del ─como se dice ahora, relato colonial─ sobreviene porque la sociedad ya no admite las formas abiertas de dominio y expolio, y los poderes mayores deben esforzarse para mantener su hegemonía; ya no cuentan con la ignorancia generalizada de otrora, por ejemplo.

Tampoco es comparable la invasión europea a la América del Norte, en donde con el tiempo los invasores se convirtieron en aplastante mayoría respecto de los natives, que la invasión bíblica de Palestina a manos del sionismo gestando una ocupación en la cual hay grosso modo tantos oriundos como implantados.
Hasta aquí procuramos rastrear hilos históricos buscando identificar el fenómeno denominado sionismo. Veamos ahora la práctica de esa “conquista bíblica” que el sionismo encarna.

Los fines no han cambiado en momento alguno; el objetivo del sionismo ha sido siempre quedarse con la tierra palestina llegando al extremo de autocalificarse como “movimiento de liberación nacional” cuando el sionismo jamás enfrentó poder colonial alguno. 5  Y no ceder nunca ni un palmo, pese a proclamas confusionistas de personajes sionistas, palestinos y de mediadores privilegiados, como los de EE.UU., que han constituido negociaciones para definir alguna área de soberanía palestina que jamás se ha concretado. Nunca hemos conocido cesiòn alguna de tierras conquistadas por el sionismo.

Ni Ben Gurión, ni Meir, ni Begin, ni Barak, ni Shamir, ni Rabin, ni Sharon ni Netanyahu, obviamente, ningún dirigente sionista ha propiciado más que un retroceso de las exigencias del lado palestino, sobre la base de insinuaciones. Así se ha ido “corriendo” el mapa: insinuaciones sionistas contra cesiones palestinas.
La misma formulación, ese polvo bíblico inicial, deja entrever el festival de lodo y sangre que sobrevendrá. La misma formulación carece de toda lógica: el sionismo, inicialmente un movimiento cìvico, entre judíos preocupados con razón por el papel que cumplían los judíos en tantas sociedades cristianas (o musulmanas o laicas) decide valerse de los escritos bíblicos como si fueran históricos y documentales para reclamar las tierras cananeas.

Como bien señalaron varios autores desde el inicio de tal reclamo, ¿qué mundo tendríamos si cada etnia, cada grupo nacional, idiomático, reclamara el retorno a una tierra habitada mil años antes? El trastorno sería mayúsculo y poco y nada reconoceríamos de las fronteras estatales vigentes. Como sostenía Mahatma Gandhi, “Palestina pertenece a árabes (palestinos) así como Inglaterra a los ingleses”. Por cierto que mil años antes, podría haber estado poblada por otras etnias ligera o profundamente distintas de las actuales. Pero, agregaba, “es inhumano imponer a los árabes la aceptación de los judíos”.

Esto lo escribía Gandhi en 1938. Pero con la violencia genocida de los ataques nazis contra los judíos (y otras etnias y agrupamientos humanos, como los gitanos, homosexuales, minusválidos y comunistas), el sionismo logró una inesperada repercusiòn entre judíos y se recreó la historia haciendo creer a la gente, a través de los medios de incomunicación de masas y sobre todo a través de esa fábrica de sueños (que bien pueden ser pesadillas aunque arteramente condicionadas) que es Hollywood, que el Estado de Israel era la respuesta al nazismo…

“Respuesta” bastante anticipada puesto que nació décadas antes del surgimiento del mismo nazismo…
El rasgo que entiendo dominante del asentamiento sionista en Palestina es su brutalización, creciente y progresiva, cumpliendo una vieja ley de hierro: a medida que el estado sionista adquiere más fuerza y mejor respaldo, más acentuados devienen sus rasgos de violencia, atropello y desprecio por quienes no son, bíblicamente hablando, sus prójimos.

Esa brutalizacion que hemos señalado, ese strip-tease de la verdadera ideología, antiuniversalista, racista, supremacista del sionismo, que tanto ha halagado a tantos judíos se ha ido desplegando en el tiempo, con el éxito y la fuerza material cada vez mayor. En los comienzos del s.XX, cuando los sionistas se valían sólo de la policía turca para expulsar a los campesinos palestinos de las tierras que los sionistas les habían comprado a latifundistas casi siempre ausentes de las tierras que usufructuaban, la violencia se incubaba, pero no era tan omnipresente; ante los desalojos, los sionistas parecían caballeros prescindentes.

Esa etapa ─que comienza con el s. XX─ es formalmente democrática y terriblemente abusiva. Con la implantación protegida por el colonialismo del Estado de Israel, en 1948, entramos en otra etapa, otra modalidad: mediante la Ley de Ausentes, las organizaciones sionistas se apoderan de tierras trabajadas milenariamente, por palestinos mediante la “comprobación” de que sus dueños la habían abandonado. En rigor, habían sido expulsados violentamente, mediante asesinatos selectivos, amenazas y terror. Y a veces los campesinos despojados estaban luego de la huida, a pocos km, en campamentos “administrados” por la ONU que nunca tuvo tiempo ni ojos para observar la triquiñuela y desmontarla.

Miles de esos campesinos despojados volvían a la noche , sin armas, a lo sumo con alguna herramienta para cuidar sus cultivos: las tropas sionistas se hicieron un festín del “tiro al blanco” con ellos; historiadores dignos como Ilan Pappe registra que fueron miles los así matados.

Mediante la expulsión masiva de 1948, la Franja de Gaza pasó de ser una franja costera con algunos miles de palestinos a constituirse un territorio de refugio tolerado por Israel, con cientos de miles de palestinos amontonados que, con los años, se fue convirtiendo, mejor dicho los israelíes han ido convirtiendo, en una prisión a cielo abierto da casi un millón y medio de apretujados habitantes reclusos, extorsionados, aislados, sin asistencia judicial ni sanitaria, hambreados, intoxicados, enfermados y hasta sedientos.
Solamente una ideología que encarne un desprecio hacia “el otro” puede permitirse semejantes “soluciones”. Y una ideología que absorbe sin problemas éticos semejantes comportamientos, que al contrario, los justifica, es el racismo; ese rechazo radical de todo el resto de la humanidad…

Con las guerras expansionistas que Israel ha ido administrando, la modalidad de apropiación de tierras también se ha ido modificando; en el presente, ya adueñados de buena parte del territorio, los colonos, tapian accesos y caminos, ocupan calles, vacían aldeas e incluso campos y hasta ingresan por la fuerza a viviendas, expulsan a sus habitantes, que a veces quedan allì mismo, en la vereda con sus precarias pertenencias, en tanto colonos o soldados toman posesión de tales viviendas, siempre armados hasta los dientes y celosamente protegidos por “la única democracia de Oriente” como vocifera la propaganda oficial israelí.

El experimento sionista es una patética expresión de la inversión de la realidad, algo que George Orwell tan lúcidamente describiera precisamente en el año de la fundación del Estado de Israel: el amor es el odio, la verdad es la mentira, la democracia es la dictadura, el victimario es la víctima y la víctima el victimario, el justo es el arbitrario y el salvaje, el primitivo, el arrojador de piedras, es el más cuerdo de los humanos, el que más reclama una sociedad menos enferma; es el héroe resistente de nuestro tiempo.
Una única, y tenue, luz al final de este atroz túnel del tiempo palestino: parece haber un cierto despertar, todavía mínimo y parcial, minoritario, entre judíos que les cuesta seguir haciendo de monos sabios.
En Israel, en EE.UU., hasta en Argentina, en que se han agrupado judíos que han roto con DAIA-AMIA, las organizaciones oficiales de la comunidad judía argentina a la que estos judíos protestatarios consideran mero apéndice del Estado de Israel. Y no solo rompiendo relaciones con semejantes órganos del poder sionista: judíos asimismo se han agrupado como “los otros judíos” para tomar distancia, para denunciar su rechazo a la política etnocida israelí, de cerco y aniquilamiento de la entidad palestina. Auspicioso.

notas:

1 Véase su configuración a comienzos de este fatídico año de 2015; el ministro de Defensa Moshe Yaalon tratando al pueblo palestino de cáncer; la ministra de Justicia Ayelet Shaked proponiendo matar no sólo a los niños palestinos sino a sus madres, mediante el tropo literario de considerar ─a los niños, serpientes─; el de Educación, Naftali Bennet, explicando que ha matado multitud de palestinos y que “no hay problema con eso” (fte.: R. Silverstein, “El gobierno más racista y extremista de la historia de Israel”).
2  Lo que Gilad Atzmon denomina “la tribu”, el tribualismo.
3  Algunos autores sostienen que esa coincidencia de intereses se tradujo hasta en una medalla conmemorativa, con la esvástica a un lado y la estrella de seis puntas al otro, atribuida a un jerarca nazi, Leopold von Mildenstein. Sin embargo, otros autores cuestionan su veracidad histórica.
4  Fue una década prolífica en “apestados”…
5  Hay un corto período de hostilidades terroristas del sionismo contra las autoridades britànicas en Palestina alrededor de 1948, para forzar el retiro británico, pero el sionismo había sido estrecho aliado con Gran Bretaña durante la guerra mundial y poco antes, durante la resistencia palestina de 1936 a 1939 donde colonialistas y sionistas actuaron juntos masacrando la revuelta aborigen.
Del mismo modo que los agasajos nazis a los nórdicos le valieron el favor o la aquiescencia de muchos escandinavos a Hitler; que el culto a una Roma renacida por parte del fascismo le valió cierta indulgencia ante muchos italianos y que el culto a la Gran Rusia del estalinsimo le permitió a la URSS conseguir apoyo hasta en emigrantes rusos muy anteriores al origen soviético, porque jugaba el chovinismo, porque la pertenencia es gratificante; análogamente, muchos judíos aceptaron el sionismo que enaltece muchísimo la importancia de los judíos. Y su poder.

 

Publicado en Palestinos / israelíes

Las Fuerzas Operativas Especiales de EE.UU. desplegadas en 135 naciones

Publicada el 16/10/2015 por raas

Por Nick Turse* / TomDispatch / septiembre 2015 /

Se los puede encontrar en polvorientos paisajes achicharrados por el sol, en húmedas selvas tropicales y en los salpicados y salobres litorales del Tercer Mundo. Gozando de reputación en el juicio, sacudidos por el motor de un helicóptero o calcinados bajo el inmisericorde sol del desierto, instruyen, ordenan a los gritos, persuaden en tanto hombres flacos realizan sus aprendizajes bajo sus vigilantes ojos. En muchos lugares, su particular mezcla de camuflaje, mejor calzado y equipamiento los ubica aparte. Sus días están impregnados de olor rancio dulce y de pólvora; sus noches se gastan en rústicos locales de bares del Tercer Mundo.

Estos hombres, la mayoría son hombres, pertenecen a una fraternidad militar exclusiva que se puede rastrear hasta los mismos comienzos de la nación. Habitualmente, han pasado la mayor parte de una década como soldados, marineros, infantes de marina u hombres de la aviación convencionales, antes de hacer el pase. Probablemente han sido desplegados mar afuera unas diez veces. Los oficiales andan generalmente por la treintena de años, los que se enlistan andan por sus últimos veinte. Tienen más instrucción que la mayoría en el servicio militar.

Probablemente terminen casados y tendrán un par de hijos. Y día tras día, llevan adelante misiones en las sombras en muchas zonas del planeta; a veces se trata de desplazamientos secretos, más a menudo se trata de ejercicios ocultos que pueden tener lugar en el Chad o en Uganda, en Bahrein o en Arabia Saudí, en Albania o en Rumania, en Bangladesh o en Sri Lanka, en Belice o en Uruguay. Pertenecen a las Fuerzas de Operaciones Especiales (SOF, por su sigla en inglés, como las subsiguientes). Son las tropas de élite del más alto nivel de EE.UU.; los del Birrete Verde o los SEAL de la Armada, entre otros, y existe la probabilidad de que si usted arroja un dardo a un planisferio o si para con su dedo un globo terráqueo en movimiento, y no encuentra agua, tropezará con un territorio  en que estuvieron algunos de estos hombres en algún momento en 2015.

EL ANCHO MUNDO DE LAS OPERACIONES ESPECIALES

Este año, las Fuerzas de Operaciones Especiales ya se han desplegado en 135 estados, de acuerdo con Ken McGraw, vocero del comando SOCOM de esas fuerzas. Se trata aproximadamente del 70% de los países del planeta. En los hechos, cada día la mayor parte de las tropas de élite de EE.UU. están llevando adelante misiones en 80 o 90 estados, practicando despliegues nocturnos y a veces llevándolos a cabo en la realidad, practicando la función de francotiradores y a veces dedicándose a dispararle a enemigos desde lejos, anónimamente. Como parte del compromiso en una estrategia global de guerra no declarada y permanente llevada a cabo en todos los continentes salvo Antártida, hoy en día han superado la cantidad y el nivel de las misiones especiales llevadas a cabo cuando los conflictos en Irak y Afganistán.

En los días menguantes del gobierno de Bush, las SOF solían tener un circuito de control desplegado en unos 60 estados en el mundo entero. En 2010, de acuerdo con los datos del Wash­ington Post, ese número se había acrecentado a 75. Tres años más tarde, ha saltado a 134 esta­dos, superando los 133 de 2013 y antes de llegar a una nueva marca sin precedentes; 135 para el año entrante. El incremento de un 80% en los últimos cinco años nos muestra la exponencial expansión que empezó a tener una velocidad sin precedentes luego de los ataques del 11 de setiembre.

Los fondos para el Comando de Operaciones Especiales, por ejemplo, se han más que triplicado,  de los 3 mil millones de dólares del 2001 a los casi 10 mil millones en 2014 a dólares constantes, de acuerdo con la Oficina Contable Gubernamental (GAO). Y tales fondos no incluyen los de varias ramas de servicio, que SOCOM estima en alrededor de 8 mil millones de dólares anuales, u otros importes de monto desconocido que GAO no ha podido rastrear. El número promedio de operaciones de las Fuerzas Especiales desplegadas en ultramar se ha casi triplicado durante estos mismos años, en tanto SOCOM duplicó y algo más su personal, de unos 33 mil en 2001 hasta casi 70 mil actualmente.

De acuerdo con el general Joseph Votel, comandante de SOCOM, unos 11 mil hombres se despliegan cada día o están estacionados fuera de las fronteras de EE.UU., amén de muchos más en disponibilidad, prestos para responder ante la eventualidad de una crisis en el extranjero.»Pienso que una cantidad considerable de nuestros recursos están radicados en Irak y en el Cercano Oriente, en Siria, concretamente. Allí es precisamente donde ha estado nuestra cabeza” dijo Votel, en el Aspen Security Forum, en julio. De todos modos, Votel remarcó que sus tropas no están haciendo nada en Siria, aun cuando han llevado a cabo un raíd nocturno en ese país hace un par de meses y más tarde se supo que las fuerzas especiales llevaron adelante una campaña masiva y secreta de golpes hechos con drones en Siria.

«Pienso que estamos ahora incrementando nuestra acción en Europa del Este», agregó. «Al mismo tiempo continuamos mejorando nuestro nivel de apoyo en América del Sur, por Colombia y por otros intereses que tenemos por allí. Y por cierto, estamos comprometidos en la zona del Pacífico con una gran cantidad de nuestros socios, dándoles apoyo, elaborando esas relaciones y manteniendo nuestra presencia en esos parajes.»

En realidad, el porcentaje promedio de operaciones especiales desplegadas en el Este ha decrecido en los últimos años. En 2006, el 85% de nuestros operadores especiales estaba desplegado apoyando al Comando Central o CENTCOM, al Comando de Combate Geográfico (GCC), que supervisa las operaciones de ultramar en esa región. En el último año ese número bajó al 69% de acuerdo con los datos de GAO. En el mismo intervalo, el Comando del Norte dedicado a la defensa de la patria, se mantuvo en el 1%, el Comando Europeo (EUCOM) duplicó su porcentaje, del 3% al 6%, el Comando Pacífico (PACOM) se incrementó del 7% al 10% y el Comando del Sur, a cargo de la supervisión de América Central y del Sur así como de la zona caribe, aumentó del 3% al 4%. El aumento mayor de todos modos de los despliegues de las fuerzas especiales fue en una región patentemente ausente de la gira de Votel. En 2006, apenas el 1% de los operadores especiales desplegados fuera de fronteras fueron enviados al área de operaciones del Comando África. El año pasado, eso fue 10%.

El desfile permanente por todo el planeta es el rasgo principal de SOCOM y no es ninguna casualidad que esté dividido en una serie de «subcomandos unificados» especialmente equipados: SOCAFRICA; SOCEUR, el contingente europeo; SOCCENT, el subcomando de CENTCOM; SOCKOR, particularmente enfocado a Corea; SOCPAC, que cubre el resto de la región Asia-Pacífico; SOCSOUTH, que dirige las misiones en América Central, Sudamérica y el Caribe; SOCNORTH, que está consagrado a la «defensa de la patria» y el mundialmente itinerante Comando Unido de Operaciones Especiales o JSOC, un subcomando clandestino (formalmente dirigido por Votel) basado en personal de cada rama de servicio, incluyendo los SEAL, los aviadores tácticos de las Fuerzas Aéreas Especiales y la Fuerza Delta de la Armada que se especializa en rastrear y matar sospechosos de terrorismo.

La elite de la elite de la comunidad de operaciones especiales, JSOC, cubre las operaciones encubiertas, las clandestinas y las de baja visibilidad en los sitios de mayor riesgo y fuego. Algunas operaciones encubiertas han salido a la luz en años recientes incluyendo una cantidad de misiones de la Fuerza Delta, entre ellas, una operación en el mes de mayo en la cual miembros de la fuerza de elite mataron a un comandante del Estado Islámico conocido como Abu Sayyaf, en la noche en un raid en Siria; la liberación en 2014 de un prisionero de mucho tiempo de la Armada de EE.UU., sargento Bowe Bergdahl; la captura de Ahmed Abu Jattala, sospechoso de ataques terroristas en Bengazi, Libia en 2012 y el secuestro en 2013 del militante de Al-Qaeda Anas al-Libi, en una calle en el mismo país. Análogamente el SEAL, entre otras operaciones, llevó adelante exitosamente un rescate de rehenes en misiones en Afganistán y en Somalía en 2012; otro intento con resultado desastroso en Yemen en 2014; un secuestro malogrado en 2013 en Somalía y el mismo año, una evacuación fallida en Sudán del Sur en la cual tres miembros SEAL fueron heridos cuando su nave aérea fue baleada por armas de pequeño calibre.

LA SOPA DE LETRAS DE  SOF Y  SOCOM

La mayor parte de los despliegues han sido, de todos modos, misiones de entrenamiento diseñadas por instructores con miras a forjar vínculos más estrechos con aliados. «Las Operaciones Especiales proveen un nivel individual de entrenamiento y otro colectivo, en clase», explica Ken McGraw, del SOCOM. «El entrenamiento individual puede ser en temas tan básicos como capacitación en tiros de precisión, navegación, operaciones aéreas y primeros auxilios. Proveen de un entrenamiento específico en una unidad de combate en cuestiones tan menores como tácticas de pequeñas unidades, contraterrorismo y operaciones marítimas. SOF puede también proveer entrenamiento formal en cursos con asistencia a clases en temas como el proceso de decisiones militares y el planeamiento de estado mayor.»

Del 2012 al 2014, por ejemplo, las Fuerzas de Operaciones Especiales llevaron a cabo 500 misiones anuales pertenecientes a la Junta Combinada de Entrenamiento e Intercambio (JCET) en nada menos que 67 estados nacionales. JCET está oficialmente dedicada a entrenar fuerzas de EE.UU., pero no obstante sirven asimismo como un aspecto clave en la estrategia del compromiso global de SOCOM. Las misiones «generan socios militares claves entre militares extranjeros, realzan las capacidades de las naciones asociadas para defenderse por sí mismas, y edifican una operatividad conjunta entre la SOF de EE.UU. y las fuerzas de las naciones asociadas”, de acuerdo con la visión que tiene McGraw del SOCOM.

Y las JCET son precisamente una fracción de esa historia. SOCOM lleva a cabo muchas otras operaciones de entrenamiento fuera de fronteras. De acuerdo con los datos de la Oficina del Subsecretario de Defensa, por ejemplo, las Fuerzas de Operaciones Especiales llevaron a cabo 75 ejercicios de entrenamiento en 30 naciones a lo largo de 2014.

«SOCOM brinda un premio a los socios internacionales, contribuyendo a su capacitación. Hoy en día, SOCOM mantiene socios estables dentro de unas 60 naciones a través de nuestros equipos de conexión con nuestras Fuerzas Especiales y con la Junta de Planificación y Equipos de Asesoramiento” afirmó Votel,  en una conferencia hace poco este año, llamando la atención hacia dos de los muchos tipos de Operaciones Especiales en las sombras que operan en el extranjero. Éstas, SOFLEs y JPATs, pertenecen a una sopa de letras de un alfabeto muy peculiar de entidades para operaciones especiales actuantes en todo el globo terráqueo, una mezcolanza de siglas opacas y de abreviaturas forzadas que enmascaran un mundo secreto de tareas clandestinas a menudo conducidas desde las sombras en países empobrecidos y controlados por regímenes más que problemáticos. La proliferación de este galimatías ─SOJTFs y CJSOTFs, SOCCEs y SOLEs─ refleja la expansión permanente de este comando, con su jerga militar que resulta indescifrable para la mayoría de los estadounidenses en la misma medida en que sus misiones les resultan también secretas.

Alrededor de todo el mundo, usted puede encontrar  Fuerzas Conjuntas de Tareas en Ope-raciones Especiales (SOJTFs), Fuerzas Conjuntas Combinadas de Tareas en Operaciones Especiales (CJSOTFs), y Operaciones Especiales Conjuntas de Fuerzas de Tareas (JSOTFs), Comando para Teatro de Operaciones Especiales (TSOCs) así como Comando de Operaciones Especiales y Elementos de Control (SOCCEs) y Elementos de Conexión de Operaciones Especiales (SOLEs). Y este listado no sólo incluye a quienes pertenecen al Comando de Vanguardia de Operaciones Especiales (SOC FWD), equipos pequeños que, de acuerdo con los militares, «configuran y coordinan la cooperación de las fuerzas especiales en operaciones, comprometiéndose en el apoyo al comando en el teatro de operaciones, al comando de combate geográfico y  a los objetivos del equipo nacional.»

El comando de Operaciones Especiales no divulga sus sitios, ni siquiera brinda una idea de las dimensiones de sus SOC FWDs por “razones de seguridad”. Cuando se le pregunta en qué sentido dar únicamente el número de operaciones podría poner en peligro la seguridad, Ken McGraw es indudablemente opaco. “La información es reservada” contestó. “Y yo no soy la autoridad que establece tales reservas así que no sé la razón específica por la cual es reservada.” Información accesible, de todos modos, sugiere que están agrupadas y bajo reserva para favorecer operaciones secretas como por ejemplo SOC FWD Pakistán, SOC FWD Yemen y SOC FWD Líbano, así como SOC FWD África Oriental, SOC FWD África Central y SOC FWD África Occidental.

Lo que queda claro es que SOCOM prefiere  operar en las sombras en tanto sus misiones y personal se expanden por todo el planeta pero sin que se le preste mucha atención. “La cuestión principal es que SOCOM resulta ser una fuerza global. Apoyamos a los comandos de combate donde quiera que estén, no estamos atados a las fronteras artificiales que  habitualmente definen las áreas regionales en que actuar. Así que lo que tratamos de hacer es operar a través de tales fronteras.” Son palabras de Votel en el Aspen Security Forum.

En el borroneo de fronteras, los oficiales de enlace de Operaciones Especiales (SOLOs) están protegidos por lo menos por 14 embajadas claves para poder asistir  a fuerzas especiales en varias naciones aliadas.  Operan así en Australia, Brasil, Canadá, Colombia, El Salvador, Francia, Israel, Italia, Jordania, Kenia, Polonia, Perú, Turquía, y el Reino Unido. El programa SOLO tiene la potencia, de acuerdo con Votel, para expandirse a otras 40 naciones para 2019. El comando, y particularmente JSOC, han forjado estrechos vínculos con la CIA, el FBI, la NSA y otros servicios a través del uso de oficiales de enlace y de los equipos de apoyo a las operaciones especiales (SOSTs).

“En los marcos actuales, nuestra efectividad está directamente vinculada con nuestra habilidad para operar con asociados locales. Como fuerza conjunta, tenemos que continuar institucionalizándonos mediante operaciones conjuntas, con integración e interdependencia entre fuerzas convencionales y fuerzas de operaciones especiales, a través de la doctrina, el entrenamiento y los despliegues operacionales”, dijo Votel ante el Comité de Servicios Armados del Senado esta primavera. “Desde el trabajo con fuerzas indígenas y gobiernos locales para mejorar la seguridad local, hasta operaciones contraterroristas de alto riesgo, SOF desempeña roles vitales llevando adelante tareas esenciales.”
SOCOM no nombra las 135 naciones en las cuales las más calificadas fuerzas de elite de EE.UU.  se han desplegado este año, para ni mencionar siquiera la naturaleza de tales operaciones. La mayor parte, fueron, sin duda, labores de entrenamiento. A través del Acta Constitucional sobre Libertad de Información, de todos modos, se obtienen documentos que nos muestran el intercambio en los entrenamientos de las Fuerzas Conjuntas Combinadas en 2013 y dan una idea de lo que hacen las Fuerzas Especiales cotidianamente así como de las capacitaciones requeridas para sus misiones en el mundo real: combate mediante armas de fuego, patrullajes, entrenamiento con diversas armas, formación de pequeñas unidades tácticas, operaciones especiales en territorio urbano, combate en barrios densos, uso avanzado de armas de fuego, entrenamiento para francotiradores, disparos de larga distancia, ataques deliberados y empleo de armas pesadas, además de cuidado de heridos, comportamiento atendiendo los derechos humanos, navegación, y planificación de misiones, entre otras.
Desde el Escudo de Fuerzas Camufladas para Tareas Conjuntas en Operaciones Especiales que actúa en la región subsahariana del África y el control del Comando de Operaciones Especiales en el Cuerno de África, hasta las Fuerzas Conjuntas de Control de Operaciones Especiales en la península arábiga, el crecimiento global de las misiones de SOF ha sido arrollador. SEALs o Birretes Verdes,  operadores de la Fuerza Delta o comandos aéreos están tomando constantemente lo que Votel se complace en denominar “los desafíos más complejos, demandantes, de alto riesgo de la  nación.”

Estas fuerzas llevan adelante operaciones casi por completo desconocidas para los ciudadanos, pagadores de impuestos, estadounidenses, que las financian  ─operaciones que están muy lejos de poder ser escrutadas por los medios de comunicación─; están fuera de cualquier mirada de la sociedad civil. Cada día, en unos 80 países, o más, que el Comando de las Fuerzas Especiales ni designa, están haciendo misiones de las cuales el comando se niega terminantemente a hacer comentario alguno. Existen en un mundo secreto de siglas abstrusas actuando en las sombras, con misiones misteriosas mantenidas en secreto ante el público estadounidense, para no mencionar a la inmensa mayoría de los ciudadanos de las 135 naciones donde se han desplegado este año.

Este verano, Votel comentó que más  operaciones de fuerzas especiales se han desplegado en más sitios y que están llevando a cabo más operaciones que en  el momento del apogeo militar  en las guerras en Afganistán y en Irak, y focalizó en dos conflictos en los cuales estas fuerzas han desempeñado papeles mayores pero que no han resultado gratos a EE.UU.

“Finalmente, el mejor indicador de nuestro éxito será el éxito (de los comandos emplazados en el terreno)”, nos dice el jefe de operaciones especiales, pero con los traspiés de las Fuerzas Especiales en el área de operaciones desde Malí y Nigeria hasta Burkina Faso y Camerún, y en la jurisdicción del Comando Central desde Irak y Afganistán hasta Yemen y Siria; en el PACOM, en relación con China y tal vez hasta en el EUCOM, en el área de operaciones ocasionada por Rusia, es más que dudoso cuál puede ser el tipo de éxito que se le pueda atribuir a esta expansión permanente de operaciones secretas de los militares secretos (sic) de EE.UU.

Considere el lector qué significa el constante aumento de este comando en los últimos años.
La comandancia de las operaciones especiales parece resignada a las muy claras limitaciones de lo que sus operaciones pesadamente armadas, muy bien financiadas, muy aparatosas, pero secretas, pueden hacer.

“Podemos comprar el espacio pero no el tiempo”, dice Votel, subrayando que SOCOM puede desempeñar un papel superclave enfrentando el “extremismo violento”, pero sólo hasta cierto punto, y este punto parece estar muy lejos de algo que se parezca a una victoria o al menos un cierto éxito político. “Usted sabe, de última los problemas como los que vemos en Irak y en Siria, no van a ser resueltos por nosotros”, remata.

*El autor es historiador, periodista de investigación, docente de la Universidad de Harvard.

Traducción: Luis E. Sabini Fernández

fuente http://www.truth-out.org/news/item/32947-us-special-ops-forces-have-deployed-in-135-nations

Publicado en Política

Palestina, un país; Israel, un designio

Publicada el 23/09/2015 - 16/10/2015 por raas

Por. Luis E. Sabini Fernández /

Palestina, un territorio gobernado desde afuera, al menos en los tiempos modernos.

Con el auge de los nacionalismos, también dentro de Palestina se desarrolló un cierto independentismo en parte entretejido con el panarabismo, que no tuvo mucho vuelo, interferido sin duda por el independentismo judeosionista caracterizado por una genealogía radicalmente distinta.

Palestina era un país, con una lengua principal aunque no única, una religión igualmente dominante aunque no exclusiva, con una etnia a su vez mayoritaria aunque tampoco única.

Por ser la sede del Santo Sepulcro y otra serie de lugares sagrados para la religión judía, la cristiandad y el Islam,  Palestina era un territorio bastante viajado, explorado, visitado por europeos, sobre todo de diversas iglesias y profesiones de fe cristianas. Era también sitio de peregrinación musulmana y por ser a la vez el territorio, digamos central, del judaísmo, era asimismo destino de visitas, viajes y asentamientos judíos.

Hasta fines del s. XIX podríamos decir que se trata de un país con bases sociales tradicionales, periféricas, bañado por contactos como los que mencionamos antes.

Con el proyecto sionista, en Palestina se va perfilando un nuevo tejido social que, al menos en los primeros tiempos coexiste al lado del tejido social tradicional pero que adopta otro carácter: el de construir un territorio de un proyecto político-ideológico-religioso muy definido. El que, de acuerdo con la ideología que lo lleva adelante, constituiría la reconstitución de un presunto Estado de Israel de altri tempi. Para esa reconstrucción, el sionismo –que es el movimiento ideológico que lo vertebra− aunque en su origen laico, se vale de lo bíblico. Toma esa recolección de escritos como manual de historia documental y sagrada de ese otro tiempo; el de los judíos expulsados del templo, el del exilio judío en Babilonia, etcétera. Aun cuando cada vez más hayan surgido verdaderas investigaciones históricas que no puedan hallar las previsibles huellas históricas de tal expulsión o de tal exilio. Investigaciones históricas, arqueológicas, que le asignan a los relatos bíblicos cada vez más una función de construcción de un relato. Algo del reino de la ideología, no de la veracidad. Pero a los efectos de la construcción sionista, tales desencuentros, inexactitudes históricas, ni cuentan. Es lo que pasa con relatos ideológicos gestados con prescindencia de la realidad, sencillamente.

Ejemplificando modalidades de surgimientos sociales

Hay muchas sociedades, algunas puramente locales y subordinadas, otras constituidas hoy como estados modernos, que han seguido las pautas de formaciones sociales, como la que tuviera la palestina antes de las aliah sionistas. Tentativamente señalaría varios estados europeo-occidentales actuales, muchas veces, ciertamente, con conflictos para su establecimiento, por roces, choques de influencias, resistencias a poderes mayores e intrusivos. Pienso, desde mi ignorancia como historiador, en países nórdicos, en Irlanda, Portugal, Italia, aun con su proceso unificador de fines del s XIX; en Inglaterra incluso, aunque con el tiempo pase a ser centro imperial, cubriendo buena parte del planeta.

Las formaciones sociales que califiqué como  espontáneas se caracterizan por vínculos sociales fuertes; parentesco, vecindad, religión, tradiciones y hasta sus mismas vías de escape o descarga (como el carnaval o la commedia dell’arte). La sociedad italiana podría ser un ejemplo paradigmático de esa pluralidad social. Y todavía como formación social tradicional, pero en los antípodas de la modalidad italiana, podríamos visualizar a la sociedad sueca con el claro predominio de la acción estatal rigiendo los destinos sociales y acercándose con ello a las que calificara como de diseño. Que tienen un perfil mucho más ideológico, y suelen caracterizarse por una mayor racionalidad y funcionalidad.

Lo que califico como formaciones sociales espontáneas constituyen sin duda el basamento poblacional en todos los continentes. No ejemplifico con entidades americanas al sur del Río Bravo, porque las sociedades y comunidades entonces existentes sufrieron con la Conquista y la colonización un trastorno y reacomodo “tectónico”, y aunque en algunos casos fueron directamente a lo que llamo diseño social, en otros se produjo un entretejido entre lo establecido y lo implantado por los europeos que por empezar ha puesto en entredicho la identidad de sus habitantes (los debates sobre el particular en Argentina la ubicarían precisamente, en ese clivaje). Aun así, entiendo que en general no adquirieron los rasgos de lo que he definido como “diseño social” con sus aspiraciones de excelencia. En todo caso, si nos referimos a la fuerza del diseño, hasta donde conozco, entiendo que Uruguay y en segundo lugar la Argentina, podrían ser los estados latinoamericanos donde más se puede rastrear algún proyecto utópico.

Aquellas formaciones políticas que han seguido pasos que entiendo comparables con los del sionismo son, no sabemos si tantas, pero sí muy connotadas y visibles: sin pretender agotar la lista, seguramente mucho más extensa, vale la pena reparar en el origen ideológico fuerte, neto, de formaciones como los EE.UU., la Sudáfrica boer, la URSS y el Tercer Reich, en riguroso orden cronológico, (1) dejando aquí de lado la estremecedora experiencia de totalitarismo medieval o protomoderno de Jean Calvino en Ginebra (s. XVI).

EE.UU.

EE.UU. surgido en pleno siglo XVIII es tal vez el que más radicalmente se plantea su origen y surgimiento desde una tabula rasa.

Sus pioneros sueñan con establecer un país nuevo, puro, deslastrado de los males del Imperio Británico (del cual eran claramente sucesores). Así se ve Jefferson a sí mismo. Los males, entonces, eran “la concentración inmoral de riqueza y poder.”

Como bien explica Frank Thistlethwaite: “Los EE.UU. habían sido fundados en la creencia de que los estadounidenses tenían la ocasión única de establecer una sociedad política  en un plano moral más elevado que el permitido por las ‘monarquías corruptas’ de Europa”.(2) Esa “superioridad” pervivirá en los corazones (ya que no en la realidad).

El carácter de “refugiados religiosos” que caracterizó a muchos de los nuevos pobladores de la América del Norte, que procuraban con su emigración y establecimiento cumplir mejor con sus preceptos religiosos, como es el caso de los cuáqueros, hizo fácil  que desde la nueva sociedad se sintiera el llamado “a luchar por la causa del gran imperio del humanitarismo”.(3) Tan temprano como a principios del s. XIX ya tenemos ‘afanes imperiales’, con las mejores intenciones, claro está. Y desde entonces ya vemos que el presunto “humanitarismo para todos” está restringido a algunos.

Volveremos sobre algunos de los rasgos fundantes de EE.UU., como su apego bíblico y su salvacionismo basado en la pureza moral.

Sudáfrica

Casi en la misma época en que el Mayflower lleva hasta las costas del “Nuevo Mundo”, a los primeros misioneros “intercontinentales”, llegan al sur africano expedicionarios holandeses. Al principio se establecen en la costa, únicamente con el fin de reponer vituallas para sus expediciones, pero poco a poco van configurando un territorio dentro del enorme sur africano. Aunque el enclave holandés era de escasa magnitud e inicialmente diseñado sólo como punto de apoyo intermedio para el comercio de Europa con el Lejano Oriente, el novel “país blanco” en el África del Sur recibió aportes migratorios, significativos, de alemanes que escapaban del hambre y “la guerra de los 30 años” (1618-1648) y muy particularmente de hugonotes, protestantes franceses, que fueron expulsados de su tierra por los acuerdos de las cúpulas eclesiásticas. Los hugonotes venían con todo su celo bíblico y reforzaron así el calvinismo originario holandés.

Ese perfil ideológico acerca extraordinariamente la ideología dominante de la Sudáfrica blanca con la wasp (4) de EE.UU. Una mezcla, atroz, de autoasignada pureza moral con un racismo radical.

URSS    

Entiendo que la URSS es el caso más explícito del origen ideológico de un país, una sociedad, una red estatal que llega incluso a considerarse ‘la mitad socialista del planeta’. La URSS, a su vez, encarna un proyecto movido por otros impulsos que los del origen de EE.UU., la Sudáfrica boer o la Alemania nazi.

La URSS es el fruto, o al menos se presenta como el fruto, del anunciado socialismo. Se creyó ver su advenimiento cuando el establecimiento de la Comuna de París de 1871 y en cuanta coyuntura crítica y de conflicto con el poder vigente existiera. Así, cuando estalla una  desobediencia generalizada contra el zar y el zarismo, y sobreviene la derrota militar rusa durante la 1ª.GM, muchos ideólogos socialistas creen ver en el derrocamiento violento del zar y el establecimiento de un gobierno sustituyente, el advenimiento de la nueva era, largamente anunciada. Y el golpe de mano bolchevique, meses después, haciéndose con el gobierno casi sin disparar un tiro, se convierte mediante la mitología histórica entonces viviente, en la segunda revolución ahora sí cumpliendo el periplo; del absolutismo zarista a la revolución democrático-burguesa y de allí a la socialista.

A diferencia del impulso religioso salvacionista, que invoca una pureza moral a toda prueba, en la URSS encontramos un extraordinario afán justiciero. Pero en ambos proyectos parece existir un similar basamento de absolutismo ético, para alcanzar un universo sin mácula.

Uno de los rasgos más llamativos del proyecto soviético fue el impulso, muy materialista, propio de la modernidad burguesa (es decir, de los siglos XVII  y XVIII), de registrarlo todo, de censarlo todo.

Se partía de la base, profundamente equivocada, que conociendo el origen, íbamos a llegar a construir algo perfecto o al menos tendencialmente tal. El socialismo lo empezaba todo. Y para “empezar el mundo”, nada mejor que conocer de qué disponíamos. Censo de humanos, claro, de edificaciones, de herramientas, para programar “científicamente” las labores, pero también censo de árboles, censo de conejos, de lombrices.

Este dérive taxonomista nos muestra el grado de intoxicación ideológica, teñida de ciencia, en que el sueño bolchevique, tan rápidamente convertido en pesadilla, fue sumergiendo a ese nuevo estado, esa nueva sociedad, “bajo la influencia” cientificista.

El Tercer Reich

La Alemania nazi aun brotada de la entraña de una vieja sociedad, o de varias sociedades “naturales”, como las bárbaras del norte europeo, se constituyó como un proyecto de diseño social con un acusado perfil ideológico, propio.

Mi impresión, sin pretender con ello sentar la tesis de un cauce interpretativo sino un mero recurso para ilustrar los ejemplos que vengo presentando, es que la Alemania nazi surge de la confluencia de una gran humillación y el imaginario de la época −principios del s. XX−; el del advenimiento “inevitable” del socialismo. Humillación, la de la Paz de Versalles que las potencias europeas ganadoras le imponen a la Alemania imperial que había intentado arrebatarle tantos liderazgos a la Inglaterra industrial y a la France eternelle. Y socialismo. Será lo que los nazis asuman, diferenciándose con furia de los internacionalistas, que eran los socialistas realmente existentes y vigentes desde el s. XIX. El nazismo se constituirá como socialistas nacionales (nacionalistas). Nazionalsozialismus (en el alemán el adjetivo antecede al sustantivo). La idea limitacionista del nacionalismo chocará con el socialismo universalista que caracterizara al socialismo, al menos teóricamente, hasta la 1ª. GM. El nazismo azuzará esa tensión (como tantas otras).

La Alemania nazi  también se presenta como una regeneración de la sucia sociedad burguesa, pero no en el sentido de “superación” ética que caracterizara al socialismo primigenio, articulado en buena medida sobre el amor; el nazismo surgiendo en una constelación mucho más convulsionada, se articulará sobre el odio.

Lo que nos llega hoy –con su derrota− es la sordidez, el tratamiento atroz que el nazismo dispensara a judíos, gitanos y a tantos otros. Y el proceso mismo de la derrota, con un nazismo cada vez más privado de medios, que hemos articulado sobre todo a partir de la producción de Hollywood. Pero subsisten testimonios del nazismo optimista de mediados de la década del ’30 con su culto a la belleza, a la blancura –también ella sin mácula−, por ejemplo en los encuentros masivos de gimnastas, particularmente gráciles mujeres.

Estado de Israel

El Estado de Israel adscribe sin duda al tipo de estado que hemos descrito como de diseño y ejemplificado con los casos de EE.UU. la Sudáfrica boer, la Unión  Soviética y la Alemania nazi (con todas las diferencias que pueda haber entre ellas; por ejemplo, la pureza racial es un eje vertebral de EE.UU., la Sudáfrica boer y la Alemania nazi, pero no tiene el mismo realce en la experiencia soviética, mucho más apoyada, ideológicamente, en cuestiones de clase, no de raza).

Con el EdI volvemos a la cuestión racial. Aunque algo matizada. Se invoca al “pueblo judío”, lo cual es históricamente falaz, porque no cabe duda que los judíos no constituyen una única etnia, aunque sí se puedan reconocer entre muchos judíos rasgos étnicos comunes. En realidad, el denominador común de la judería pasaría por la religión.

Lo que complica el cuadro judaico es que en los tiempos modernos el judaísmo no ha sido proselitista, como las otras grandes religiones monoteístas, pero en otros momentos históricos sí lo fue. El cierre sobre sí mismo del judaísmo abandonando el proselitismo es lo que ha llevado al judaísmo a un antiuniversalismo filosóficamente nefasto. A un exclusivismo, a una nosística de la exclusión de todo “otro”.

Otra potente vuelta de tuerca del cuadro de situación de lo judío es la existencia de un sector muy pero muy apreciable de judíos laicos (por no decir prescindentes, agnósticos o ateos).

Fue precisamente entre tales judíos laicos que surge el sionismo que desarrollará toda su estrategia de asentamiento y expansión en lo bíblico. Logrando dar sentido al chiste: ‘somos ateos pero dios nos avisò que esta tierra es (la) nuestra’.

Como bien explica Gilad Atzmon, judío de origen emancipado de pertenencia a algún judaísmo, el sionismo es inevitablemente un particularismo, un ejercicio, temible, de egoísmo (grupal), enemigo jurado de todo universalismo: “La orientación racial,  tribual o incluso étnica no puede formar una base para un argumento étnico universal.”(5)

Algo que podemos verificar, penosamente, en el itinerario histórico del EdI. En todo el mundo, observamos a diario violaciones a seres humanos, a derechos humanos, delitos del más variado carácter. Pero difícilmente vamos a encontrar quienes justifiquen ideológicamente cómo mataron a niños, como destrozaron a una familia y se quedaron con sus pertenencias. El abusador, el asesino, el torturador, generalmente escamotea su responsabilidad, la elude, no digamos con vergüenza o arrepentimiento pero al menos con cierta reticencia.

Pero en Palestina/Israel la situación es distinta. Lo que sucede a diario y desde hace décadas con la población palestina no parece perturbar ideológicamente al grupo humano que precisamente lleva a cabo tales sucesos. Da la impresión que el Ejército de Defensa [sic] de Israel o los colonos a quienes se les otorga casi como obsequio terrenos usurpados a la población palestina, cumplen escrupulosamente con lo registrado en la Biblia, por ejemplo en el Deuteronomio (uno de varios libros judeo-cristianos): “[…] cuando el Señor tu Dios te traiga a la tierra que prometió a tus ancestros Abraham, Isaac y Jacob que te daría, una tierra con grandes y magníficas ciudades que tu no edificaste, casas llenas de riquezas que tú no acumulaste, cisternas talladas que tú no cavaste, y viñas y olivares que tú no plantaste, y comas y te hartes, entonces ten cuidado de no olvidar al Señor que te sacó de Egipto, de la casa de los siervos.”(6) Como explica Atzmon, en este pasaje Moisés retrata como dios judío a “una deidad maligna, que lleva al pueblo a saquear, al robo y al hurto.”(7) Lo llevado a cabo por el Estado de Israel y/o el sionismo (difícil distinguir responsabilidades políticas) es, sin embargo, bastante más atroz que lo del robo, el hurto y hasta el saqueo. Porque los israelíes y/o los sionistas, han estado “cumpliendo” durante años, y cada vez más intensamente, otros “mensajes bíblicos” como el “Pacto de Dios”.(8)

Seguramente son estas apoyaturas bíblicas las que le permitían a Golda Meir, figura fundante del Estado de Israel, amén de la cita al pie,(9) declarar con aparente cobertura moral que no les perdonaba a las víctimas palestinas ‘que forzaban a nuestros muchachos a matarlos’ (sic).

Con apoyaturas menos bíblicas pero mucho más humanas, Zika Katznelson, una judía del antiguo yishuv (10) que aun uniéndose al sionismo con su marido militar israelí, mantuvo su conducta de respeto por el otro, rechazando una mansión en Jerusalén, que podía recibir graciosamente cuando el estado sionista le arrebata la ciudad y sus propiedades a la población palestina. Luego de haber vivido años en Jerusalén, conociendo familias palestinas, a la sociedad palestina, no pudo aceptar el despojo a sus exvecinos. El botín se repartió entre otros sionistas menos escrupulosos y Katznelson y su familia debieron seguir en viviendas humildes hasta que el militar consiguió el dinero suficiente para obtener una vivienda cómoda.(11)

El rechazo de Zika sirve para rebatir esa argumentación tan habitual de que “era lo que se hacía entonces”(12) con que se defienden algunas “normalidades” y “acontecimientos de época” y nos muestra que la responsabilidad personal está presente mucho más de lo que las historias oficiales nos quieren hacer creer.

La Biblia parece el libreto del trato que el sionismo le otorga al pueblo palestino: “Echaré delante de ti el ángel y echarè fuera al cananeo y al amorreo y al hetheo y al pherezeo y al heveo y al jebuseo: a la tierra que fluye leche y miel […]”(13)

Tales “mandatos bíblicos” expresan atrocidades mucho peores, todavía que el despojo que antes veíamos. Atzmon cita pasajes bíblicos que le recuerdan exactamente los arrasamientos de la Franja de Gaza de los últimos años:

“Perseguiréis a vuestros enemigos y caerán a cuchillo ante vosotros. Cinco de vosotros perseguirán a cientos y cientos de vosotros harán huir a diez mil; vuestros enemigos caerán a cuchillo ante vosotros.”(14)

En el Deuteronomio, su dios le dice a los israelitas que no harán alianza con ninguna otra nación ni “te apiadarás de ellos.”(15) Que es lo que uno ve con la política de colonización: impiadosa, sin el más pequeño resquicio para la estatura humana de “los otros” (solo que cuando uno le quita humanidad al otro, la pierde él mismo; algo que judíos sionistas como Avraham Burg han intuido).

Atzmon aclara cómo están incluidos los judíos sionistas que no son religiosos: “los israelíes laicos no siguen la ley judaica, pero en cierto modo interpretan colectivamente su identidad judía como una misión bíblica, lo que quizás arroje alguna luz sobre las masacres del ejército israelí en Gaza y Líbano en los últimos años.”(16)

Los rasgos fundantes de EE.UU., como su apego bíblico, su salvacionismo basado en la pureza moral, su racismo ─corolario inevitable de tanta calidad autoasignada─ se repiten en el Estado de Israel.

Uno de los rasgos de la colonización de los puros, como los cuáqueros en EE.UU., los calvinistas en África del Sur, los nazis durante su efímero reinado, o los sionistas en Palestina, es esa capacidad orgullosa de hacer daño porque se sienten superiores, ajenos a los mandatos “comunes”, o como dice magistralmente Tikkanen, un Quino finlandés: “Mi moral es tan excelente que haga yo lo que haga, nunca se daña”.

Conclusión

Quisimos hacer un escueto recorrido por dos modalidades de configuración social; una espontánea, no racional, tradicional; la otra moderna, racionalista.

Todo lleva a pensar que a lo largo del tiempo hay una tendencia inmanente, lógica, “de lo viejo a lo nuevo”, pasar de las formas sociales tradicionales a las formas de la modernidad. Y entre modernos, a la hipermodernidad, incluso.

Sin embargo, si algo advertimos cada vez más claramente, es la problematicidad de entender a nuestras sociedades en blanco y negro. Las formas “tradicionales” tienen una pujanza y una persistencia que en determinados casos son como para tener en cuenta; y las políticas de diseño presentan a su vez algunas secuelas que antes de su plasmación no habían sido, seguramente, observadas.

Basta ver las atrocidades y los fracasos consiguientes de tantas sociedades “tan perfectamente diseñadas”, para ponernos en guardia.

Nos inclinamos a pensar en alguna combinación entre ambas modalidades, pero siempre reconociendo nuestras raíces y sus limitaciones reales, históricas. Porque es en el diseño de lo bueno, de lo excelente, que se engendran los peores resultados.

Como ejemplo de los frutos del sionismo, movido inicialmente por las más comprensibles razones, transcribo aquí un boletín de <blog.disenso>, que es un sitio-e que atiende el drama palestino-israelí. Elegido casi al azar entre los varios semanales, es del 11/8/2015 y se titula “me ha llamado la atención”:(17)

“Que sigamos sin tener claro por qué han sido puestos en libertad los israelíes arrestados en relación al atentado terrorista de Duma, que ya se ha cobrado tres víctimas (el bebé, el padre y la madre) y cuántos permanecen encerrados y por qué. Por lo demás, la vida, la infravida de los palestinos sigue igual. Los colonos siguen haciendo de las suyas. El domingo quemaron varias hectáreas de tierras palestinas cultivadas al sur de Nablus.

Es de destacar que los soldados israelíes que se encontraban en el lugar de los hechos impidieron a los palestinos apagar el fuego. Al día siguiente, muy cerca de donde se produjo el incidente anterior, varios colonos judíos arrojaron cócteles Molotov en un parque público (inglés) del pueblo de Karyut con la intención de quemarlo, algo que no consiguieron. En la Franja de Gaza, los soldados israelíes, sin previo aviso, abrieron fuego contra un niño de 13 años, que fue alcanzado en una pierna, mientras andaba a unos 500 metros de la valla fronteriza. Posteriormente, fue llevado a un hospital.

Asimismo, los ataques contra los pescadores no cesan. El lunes, la Armada israelí secuestró a dos pescadores  que se encontraban dentro de las seis millas náuticas. Desde que terminó la operación Margen Protector a finales de agosto de 2014 y se acordó un alto el fuego, las fuerzas navales israelíes han efectuado 1.312 ataques contra pescadores gazatíes, han robado 22 botes de pesca, han herido a 26 pescadores, han asesinado a uno, otros 28 botes han sido destruidos y dos barcos más grandes fueron hundidos mediante el disparo de misiles, 51 pescadores han sido secuestrados mientras estaban faenando y tres de ellos todavía están detenidos.

Estos hechos, entre otras prácticas de las fuerzas de ocupación, han causado el hundimiento de la industria pesquera de Gaza, otrora floreciente. En estos momentos, solo unos mil gazatíes siguen trabajando en la pesca, en contraste con las decenas de miles que lo hacían antes del inicio del bloqueo.

También siguen su curso las demoliciones a lo largo y ancho de Cisjordania. El domingo, las fuerzas israelíes ordenaron al ayuntamiento de Jelet al Mayeh, una localidad situada al sur de Hebrón, que detuvieran la construcción de dos cisternas  que estaba siendo financiada por la Unión Europea. Como siempre, la excusa fue que carecían de permiso. Hoy, martes, las fuerzas de ocupación han demolido tres casas en la zona central del valle del Jordán, desplazando a las familias que vivían en ellas. Otras casas e instalaciones agrícolas han sido demolidas en el norte del valle del Jordán. En el norte de Yenín, el ejército israelí demolió varias estructuras comerciales. En el norte de Jerusalén, en la zona industrial de Kalandia, las fuerzas hebreas han demolido un edificio comercial de tres plantas.

En 2014, Israel destruyó alrededor de 590 casas palestinas en Cisjordania, causando el desplazamiento de 1.777 personas, según datos de la Oficina de Coordinación Humanitaria de la ONU. En enero de 2015, las casas demolidas fueron 77. Suma y sigue la limpieza étnica.”

Nada que agregar.

notas:
1) La pervivencia de formaciones sociales más espontáneas y menos diseñadas no por ello tienen que ser más benignas; piénsese, por ejemplo, en la persistencia del racismo, una visión del prójimo (no prójimo) que parece existir en todas las formaciones sociales.
2) El gran experimento, Cambridge University Press, Londres. En castellano, Editorial Letras, México, 1959, p. 84.
3)  Ibíd., p. 152.
4) White, angle, saxe, protestant. Que es la impronta originaria de EE.UU.
5) La identidad errante, Editorial Canaán, Buenos Aires, 2013, p. 72.
6)  Cit. p. Atzmon, ob. cit., p. 150 (capítulo 6, versículos 10 a 12).
7) Ibíd.
8) Éxodo, cap. 23, vers. 23-33.
9) “No existe el pueblo palestino. Esto no es como si nosotros hubiéramos venido a ponerles en la puerta de la calle y apoderarnos de su país. Ellos no existen.” Sunday Times, 15 / 6 / l969 [dominical británico].
10) La comunidad judía en la Palestina antes de la llegada del sionismo.
11) Citado por su hijo Miko Peled, El hijo del general, Editorial Canaán, Bs. As., 2013.
12) Lo que los palestinos denominan la Nakba: arrebatarle viviendas, mobiliario y hasta las tazas de té a los expulsados, que tenían la “suerte” de haber sobrevivido: los expulsados fueron cientos de miles; los asesinados, miles.
13) Biblia, Éxodo, cap. 33.
14) Cit. p. Atzmon, ob. cit., p. 152 (Levítico, cap. 26, vers. 7 y 8).
15) Cit. p. Atzmon, ob. cit. (cap. 7, vers. 2).
16) Atzmon, ob. cit., p. 152.
17) http://blog.disenso.net/2015/08/hoy-11082015-me-ha-llamado-la-atencion

Publicado en Palestinos / israelíes

Un testigo pasa revista al temible y atroz asalto de Israel a la Franja de Gaza

Publicada el 03/08/2015 - 16/10/2015 por ulises

Por Luis E. Sabini Fernández /

Introducción a Shell-Shocked: On the Ground Under Israel’s Gaza Assault (Traumatizados por el bombardeo: en el lugar, durante el asalto de Israel a la Franja de Gaza). El libro que escribió Mohammed Omer, palestino, periodista y habitante, con su familia, en la Franja.

Ahora, un año después de la última guerra en Gaza, me encuentro a mí mismo reflexionando acerca de mi primer encuentro con Jalal Jundia. Fue durante el verano de 2014 cuando lo vi sentado encima de las ruinas de su hogar familiar, rodeado de polvo y escombros. Aunque procuraba permanecer calmo, me di cuenta que su rostro estaba surcado por líneas de sufrimiento. Como tantos en Gaza había perdido todo durante el asalto israelí, el más reciente de una serie de ataques que llegan con frecuencia predeterminable, cada 3 o 4 años. Jalal se preguntaba qué había sido de su esposa y seis hijos. ¿Adónde podría haber ido cuando se les destruyó el hogar por completo? ¿Estarían a salvo? Estaban atrapados en Gaza y no podían abandonar la franja. Todo lo que podían hacer era esperar a que los bombardeos terminen y rogar porque venga un tiempo en que los drones no ocupen màs el cielo. Tal vez para entonces habría suficiente paz como para que su familia pudiera reconstruir e intentar un retorno a alguna suerte de vida normal.

Un año después, Jalal sigue sin hogar. Su casa no ha sido reedificada y su familia sobrevive, apenas es sobreviviente. En cuanto a mí mismo, trato de permanecer optimista, lo cual no deja de ser una proeza en esta cáscara en ruinas que alguna vez fue un enclave costero hermoso y autosuficiente. Nuestra realidad depende enteramente de la determinación de Israel de desplazarnos de nuestros hogares para siempre. Despuès de la purga de 1947 y 1948, que fue una limpieza étnica de habitantes no judíos expulsados de los territorios que Israel ansiaba para sí y que no habían sido cedidos por la ONU, la Franja de Gaza se convirtió en un territorio seguro para decenas de miles que huían de las matanzas que las bandas del Irgun, del Stern y de Lehi llevaban a cabo. Eran organizaciones que se definían a sí mismas como terroristas, y fueron las antecesoras del ejército, la policía y los servicios secretos (Shin Bet) del Israel actual. Entretanto, nuestros mayores actuales, los hombres, mujeres y niños que huyeron antes de que llegaran las milicias sionistas, todavía conservan consigo las llaves de los hogares que les fueron arrebatados. Esas llaves representan una esperanza y una determinación. Tienen la esperanza de volver un día al hogar.

En las secuelas de este último ataque, la enorme mayoría de los niños de Gaza han quedado traumatizados. Continuamos viviendo bajo estado de sitio, limitados en cuanto a qué comprar, exportar, importar. No podemos ir a otros sitios y resulta muy difícil para la gente llegar a visitarnos. Escuchamos resignadamente como activistas de derechos humanos festejan el que ’nosotros los palestinos podemos resistir la agresión’, simplemente porque hemos sobrevivido hasta ahora. Esto puede ser cierto pero plantea la cuestión: ¿por què tendríamos que estar forzados a continuar soportando esta miseria? La Segunda Guerra Mundial duró seis años; el asalto del Tercer Reich y su limpieza étnica de aquellos que condenó como indeseables duró doce años. Nuestra opresión ha durado hasta ahora 67 años, haciendo de la ocupación israelí de Palestina uno de las más largas de la historia.
Cada minuto de cada día vivimos una realidad distorsionada, una catástrofe llevada a cabo por el hombre a efectos de proteger y guardar como reliquia una peculiar manifestación de racismo abierto que garantiza privilegios y vida únicamente sobre la base de religión y raza, que niega, precisamente, que existan. Su propósito es hacer insoportables las vidas de aquellos de nosotros que pertenecemos a la raza y/o a la religión no favorecida. El objetivo que tienen es forzarnos a que “voluntariamente” abandonemos nuestro propio país, los negocios, la familia, los hogares, nuestra cultura y nuestros ancestros. La herramienta para semejante persecución es sistémica e infecta todos los aspectos de la vida. Abarca desde impedirnos que reconstruyamos nuestras viviendas hasta agresiones militares, asesinato de gente marcada, encarcelamientos, dietas para hambrearnos, reforzadas por el sitio y toda una ristra de castigos que deshumanizan y nos despojan de nuestros derechos. Y, ciertamente, los obstáculos para poder movernos; los muros y los puestos de control, por la “seguridad”.

Y pese a todo eso, nosotros estamos todavía. Es verdad. En Gaza encontramos algunos recursos para ir sobreviviendo. Nuestras mujeres reciclan los desechos de los materiales que han convertido a nuestros hogares en macetas. Los estudiantes retornan a sus escuelas deshechas por los bombardeos, igualmente empeñados en terminar su educación. Los libros retorcidos y maltrechos son rehechos, a los lapiceros se los repone juntando partes no desechadas. En la noche, los estudiantes leen sus textos a la luz de velas. El corte tan frecuente de gas, agua y electricidad es otra de las realidades cotidianas en la Franja. Y así la vamos llevando, concentrándonos en lo más básico y embarrándonos con orgullosa determinación. Somos humanos, con sueños y pesadillas, tan fuertes y tan vulnerables como todos. Nos enorgullecemos de nuestra autosuficiencia y humildemente damos gracias a Dios por la ayuda de otros en tanto mantenemos la esperanza y rogamos por justicia.

Justicia que tiene que llegar. Cada vez que Jundia me ve me pregunta cuándo Occidente, que siempre está pontificando sobre democracia y existencialismo vinculado con los derechos humanos, va a actuar haciendo respetar sus ideales. ¿No escuchan acaso los ataques de Israel a la Franja de Gaza? Sus ojos buscan en mí un poco de esperanza. Sabe que yo he estado fuera de la Franja y que he hablado a menudo con gente influyente de Occidente. A menudo, me siento incapaz de encontrarme con su mirada de asombro. Soy consciente que los poderes occidentales se preocupan poco y nada de los sufrimientos humanos si acaecen en Gaza. Aquí, se siente fácilmente que los casi dos millones de habitantes de la Franja no existen. No puedo franquearle esta verdad tan perturbadora a Jundia. Màs bien, fortalezco su esperanza asegurándole que voy a continuar compartiendo este historia con el mundo. Le prometo que su voz se va a oír.

Como Jundia, soy un residente de Gaza y sufro a través de los ataques diarios, así como los ataques mayores que sobrevienen cada pocos años. Ésta ha sido mi experiencia de vida, primero como niño, luego como joven y ahora como padre y esposo; nací unos años antes de lo que resultó la primera intifada [1987]. Al día de hoy cuatro generaciones han vivido durante esta ocupación. La mayoría de nosotros en la Franja de Gaza no han conocido nada más. Ahora, el último ataque, el mayor, está un año atrás de nuestras vidas. Durante 51 días en el verano pasado, soportamos una devastación inexpresable. Con cada ataque emergíamos màs compactamente unidos, más resilientes y determinados. Estamos unidos por esta voluntad de sobrevivir y reconstruir nuestras vidas. Hay una esperanza de que tal vez este verano pasado fue el útimo ataque mayor; que nunca màs la población de Gaza tendrá que ser forzada a sucumbir con tanto sufrimiento. Esperanza, pero no mucha fe.

a Shell-Shocked: On the Ground Under Israel’s Gaza Assault (Traumatizados por el bombardeo: en el lugar, durante el asalto de Israel a la Franja de Gaza). El libro que escribió Mohammed Omer, palestino, periodista y habitante, con su familia, en la Franja.
Ahora, un año después de la última guerra en Gaza, me encuentro a mí mismo reflexionando acerca de mi primer encuentro con Jalal Jundia. Fue durante el verano de 2014 cuando lo vi sentado encima de las ruinas de su hogar familiar, rodeado de polvo y escombros. Aunque procuraba permanecer calmo, me di cuenta que su rostro estaba surcado por líneas de sufrimiento. Como tantos en Gaza había perdido todo durante el asalto israelí, el más reciente de una serie de ataques que llegan con frecuencia predeterminable, cada 3 o 4 años. Jalal se preguntaba qué había sido de su esposa y seis hijos. ¿Adónde podría haber ido cuando se les destruyó el hogar por completo? ¿Estarían a salvo? Estaban atrapados en Gaza y no podían abandonar la franja. Todo lo que podían hacer era esperar a que los bombardeos terminen y rogar porque venga un tiempo en que los drones no ocupen màs el cielo. Tal vez para entonces habría suficiente paz como para que su familia pudiera reconstruir e intentar un retorno a alguna suerte de vida normal.

Un año después, Jalal sigue sin hogar. Su casa no ha sido reedificada y su familia sobrevive, apenas es sobreviviente. En cuanto a mí mismo, trato de permanecer optimista, lo cual no deja de ser una proeza en esta cáscara en ruinas que alguna vez fue un enclave costero hermoso y autosuficiente. Nuestra realidad depende enteramente de la determinación de Israel de desplazarnos de nuestros hogares para siempre. Despuès de la purga de 1947 y 1948, que fue una limpieza étnica de habitantes no judíos expulsados de los territorios que Israel ansiaba para sí y que no habían sido cedidos por la ONU, la Franja de Gaza se convirtió en un territorio seguro para decenas de miles que huían de las matanzas que las bandas del Irgun, del Stern y de Lehi llevaban a cabo. Eran organizaciones que se definían a sí mismas como terroristas, y fueron las antecesoras del ejército, la policía y los servicios secretos (Shin Bet) del Israel actual. Entretanto, nuestros mayores actuales, los hombres, mujeres y niños que huyeron antes de que llegaran las milicias sionistas, todavía conservan consigo las llaves de los hogares que les fueron arrebatados. Esas llaves representan una esperanza y una determinación. Tienen la esperanza de volver un día al hogar.

En las secuelas de este último ataque, la enorme mayoría de los niños de Gaza han quedado traumatizados. Continuamos viviendo bajo estado de sitio, limitados en cuanto a qué comprar, exportar, importar. No podemos ir a otros sitios y resulta muy difícil para la gente llegar a visitarnos. Escuchamos resignadamente como activistas de derechos humanos festejan el que ’nosotros los palestinos podemos resistir la agresión’, simplemente porque hemos sobrevivido hasta ahora. Esto puede ser cierto pero plantea la cuestión: ¿por què tendríamos que estar forzados a continuar soportando esta miseria? La Segunda Guerra Mundial duró seis años; el asalto del Tercer Reich y su limpieza étnica de aquellos que condenó como indeseables duró doce años. Nuestra opresión ha durado hasta ahora 67 años, haciendo de la ocupación israelí de Palestina uno de las más largas de la historia.

Cada minuto de cada día vivimos una realidad distorsionada, una catástrofe llevada a cabo por el hombre a efectos de proteger y guardar como reliquia una peculiar manifestación de racismo abierto que garantiza privilegios y vida únicamente sobre la base de religión y raza, que niega, precisamente, que existan. Su propósito es hacer insoportables las vidas de aquellos de nosotros que pertenecemos a la raza y/o a la religión no favorecida. El objetivo que tienen es forzarnos a que “voluntariamente” abandonemos nuestro propio país, los negocios, la familia, los hogares, nuestra cultura y nuestros ancestros. La herramienta para semejante persecución es sistémica e infecta todos los aspectos de la vida. Abarca desde impedirnos que reconstruyamos nuestras viviendas hasta agresiones militares, asesinato de gente marcada, encarcelamientos, dietas para hambrearnos, reforzadas por el sitio y toda una ristra de castigos que deshumanizan y nos despojan de nuestros derechos. Y, ciertamente, los obstáculos para poder movernos; los muros y los puestos de control, por la “seguridad”.

Y pese a todo eso, nosotros estamos todavía. Es verdad. En Gaza encontramos algunos recursos para ir sobreviviendo. Nuestras mujeres reciclan los desechos de los materiales que han convertido a nuestros hogares en macetas. Los estudiantes retornan a sus escuelas deshechas por los bombardeos, igualmente empeñados en terminar su educación. Los libros retorcidos y maltrechos son rehechos, a los lapiceros se los repone juntando partes no desechadas. En la noche, los estudiantes leen sus textos a la luz de velas. El corte tan frecuente de gas, agua y electricidad es otra de las realidades cotidianas en la Franja. Y así la vamos llevando, concentrándonos en lo más básico y embarrándonos con orgullosa determinación. Somos humanos, con sueños y pesadillas, tan fuertes y tan vulnerables como todos. Nos enorgullecemos de nuestra autosuficiencia y humildemente damos gracias a Dios por la ayuda de otros en tanto mantenemos la esperanza y rogamos por justicia.

Justicia que tiene que llegar. Cada vez que Jundia me ve me pregunta cuándo Occidente, que siempre está pontificando sobre democracia y existencialismo vinculado con los derechos humanos, va a actuar haciendo respetar sus ideales. ¿No escuchan acaso los ataques de Israel a la Franja de Gaza? Sus ojos buscan en mí un poco de esperanza. Sabe que yo he estado fuera de la Franja y que he hablado a menudo con gente influyente de Occidente. A menudo, me siento incapaz de encontrarme con su mirada de asombro. Soy consciente que los poderes occidentales se preocupan poco y nada de los sufrimientos humanos si acaecen en Gaza. Aquí, se siente fácilmente que los casi dos millones de habitantes de la Franja no existen. No puedo franquearle esta verdad tan perturbadora a Jundia. Màs bien, fortalezco su esperanza asegurándole que voy a continuar compartiendo este historia con el mundo. Le prometo que su voz se va a oír.

Como Jundia, soy un residente de Gaza y sufro a través de los ataques diarios, así como los ataques mayores que sobrevienen cada pocos años. Ésta ha sido mi experiencia de vida, primero como niño, luego como joven y ahora como padre y esposo; nací unos años antes de lo que resultó la primera intifada [1987]. Al día de hoy cuatro generaciones han vivido durante esta ocupación. La mayoría de nosotros en la Franja de Gaza no han conocido nada más. Ahora, el último ataque, el mayor, está un año atrás de nuestras vidas. Durante 51 días en el verano pasado, soportamos una devastación inexpresable. Con cada ataque emergíamos màs compactamente unidos, más resilientes y determinados. Estamos unidos por esta voluntad de sobrevivir y reconstruir nuestras vidas. Hay una esperanza de que tal vez este verano pasado fue el último ataque mayor; que nunca màs la población de Gaza tendrá que ser forzada a sucumbir con tanto sufrimiento. Esperanza, pero no mucha fe.

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