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Categoría: Agronecrófilos

URUGUAY: UNA POLÍTICA AMBIENTAL AL SERVICIO DEL PROGRESO… EMPRESARIAL

Posted on 01/11/2022 by ulises

por Luis E. SABINI FERNÁNDEZ

Nos hemos enterado que más rápido que corriendo el MGA autorizó la mayor parte de los agrotóxicos que emplea habitualmente UPM en su vivero en Paysandú, cerca de Guichón.

Como expresaran vecinos de la asociación vecinal de la zona, ellos tardaron diez años en sensibilizar a alguna autoridad pública con el reclamo ante la contaminación de sus suelos producidos por agrotóxicos, que se sospechaba provenían de viveros forestales.

Pero cuando las instancias públicas empiezan a actuar contra los venenos usados por la agroindustria, la Dirección de Servicios Forestales del Ministerio de Agricultura logra “en tiempo récord” la habilitación de dichos tóxicos a pedido del lobby forestal (institucionalmente, la SPF), y consecuentemente amplía el uso de tales agrotóxicos.

Observemos el mecanismo marxista aplicado al episodio. Como se sabe, Groucho Marx hizo célebre aquel aforismo: “Tengo mis principios, pero si no son de su agrado, tengo otros.”

La Sociedad de Productores Forestales (SPF) goza de excelente buena conciencia. Declaran, por ejemplo: “Conservamos el suelo, el agua y la biodiversidad en áreas forestales.” Maravilla biológica puesto que se conserva todo “eso” en un monocultivo. Caso único, suponemos, en el mundo.

Declaran además que: “llevamos una gestión forestal sustentable”. No sabemos bien a qué se refiere; a si cuando se termine con el cultivo forestal y se hayan cosechado los troncos, se liberará al suelo de los tocones y sus raíces para devolverle posibilidades de recuperación biótica, de pasturas, o si cuidan los equilibrios hídricos de las plantaciones.

De todos modos, nadie se vaya a creer que los grandes consorcios transnacionales gozan de impunidad en el país. Por ejemplo, UPM, la del vivero en Guichón fue multada por el Ministerio de Ambiente en un millón de pesos.[1]

Este episodio, que nos tememos haya hecho temblar las finanzas de UPM en el mundo entero, clarifica el comportamiento ambiental de nuestro país.

Mediante el pago de multas, cualquier empresa transnacional no necesita modificar sus procesos de transformación de la materia, sean estos contaminantes o no. Sencillamente, se paga la multa para seguir contaminando libremente (el único límite a semejante estrategia podría provenir de que el monto de la multa fuera mayor que el costo de modificación del proceso industrial o agroindustrial en entredicho).

Pero por ese lado, las empresas pueden estar tranquilas: las multas son mucho menores, muchísimos menores, que dichos costos.

Y así todos contentos. Salvo, apenas, la gente y el suelo del planeta.

 

[1]   El Observador, Mtdeo., 31 octubre 2022.

Posted in Agronecrófilos, Nuestro planeta, Uruguay

Tanto gra gra para decir gro

Posted on 01/05/2022 by ulises

En la Universidad Nacional de Córdoba hubo, alrededor del 20 de abril, una mesa o panel de discusión y presentación de un proyecto, con sus oradores principales o de fondo, Juan Grabois y Gustavo Grobocopatel.

Por Luis E. Sabini Fernández

Presentándose uno como pobrista y el otro como sin tierras. Ambos encarando temas angustiantes como la situación de los desamparados, de cincuenta mil campesinos la mayoría sin tierra propia pero que, según las estimaciones de Juan Grabois, son quienes alimentan cotidianamente a los cuarenta o cuarenta y cinco millones de habitantes de Argentina.

Sorprendió sin duda el diálogo de semejantes dos voces. Uno de los asistentes al encuentro, que precisó era docente en esa misma universidad, recordó la actividad de Gustavo Grobocopatel vinculada con la cantidad de enfermos y muertos que ‘cualquiera que vive en el interior del país conoce en su cercanía’.

Recogió el señalamiento Grabois, airado: “-¿Dónde está la pistola? El interviniente no atinó con una repuesta. −¿Pistola? –Sí, ¿trajiste la pistola para matar a Grobocopatel? insistió Grabois.

Quien recordara el tendal sanitario de la soja y consiguientemente de la acción del “rey de la soja”, sentado allí en la tarima de expositores, aclaró que él no venía a matar a nadie, pero sí a preguntar y/o denunciar situaciones…

La intemperancia de Grabois −que mucho debe haber agradecido Grobocopatel para no tener que dar cuenta del daño sanitario, biológico, ambiental, hereditario que el “chavista” agropecuario argentino ha “sembrado” en este país por lo menos a lo largo de todo el siglo XXI, junto con la soja transgénica−, esa intemperancia que pretendía abrir una discusión (matar al sojero o algo así) de hecho malogró toda discusión valiosa y le permitió a Grabois “patotear” el discurso y llevarlo… a ninguna parte.

Porque si de pistola podría haberse hablado, y no en sentido psicoanalítico sino crudamente material, la pistola humeante en ese encuentro era la de Grobocopatel.

Porque la agroindustria no es Gandhi en acción o carmelitas descalzas. La agroindustria mata. Y mata en forma de exterminio masivo. Pregúntenle a abejorros, guitarreros, mariposas, langostas, grillos, cascarudos, abejas, lepidópteros en general e insectos, más en general. Y a ranas, lombrices, roedores. Y miren el atroz registro fotográfico que un investigador, sin pistola y con cámara, ha hecho del destrozo ambiental humano de la soja transgénica; Pablo Piovano, un fotógrafo que honra su producción y su sociedad.

Así que la representación de estos dos figurines ha sido solo acorde con el grado de impunidad con que el capital, destrozando el planeta, sigue “adelante”.

Grobocopatel con su progresismo a cuesta, procura preservar su negocio (negoción) sin negarle a los invocados cincuenta mil campesinos de Grabois (ésos sí que sin tierra o muy poca) un mendrugo de suelo para que sigan alimentando al país.

Y muchos parecen no darse cuenta que una industria agropecuaria en gran escala contaminante no “se casa” con una agricultura orgánica de pequeña o pequenísima escala, no contaminante. No hay coexistencia fructífera, a largo plazo. O se envenena o se cuida la salud y la vida. Porque no se trata de volúmenes estancos. Porque todos vivimos en el mismo aire.

Hace un par de décadas, cuando la revolución “agroindustrial” ya arrasaba Argentina (entonces eran apenas dos los estados ”nacionales” que habían habilitado el “ingreso” de plantaciones transgénicas en gran escala en el mundo entero; EE.UU. y Argentina, algunos otros, tentaban experimentar apenas con siembras bajo control), el MAPO, Movimiento Argentino de Producción Orgánica, viendo el ensanche arrasador de plantaciones transgénicas, que “contagiaban” fácilmente, viento mediante, a los cultivos orgánicos que perdían así la certificación, propuso ante el Congreso crear dos superficies delimitadas en el territorio nacional, una para producción con contaminantes, otra sin ellos. Y que un paralelo, latitud 36, 38 o 40, sirviera como frontera interior entre ambos espacios.

Semejante proyecto jamás fue aprobado. Creo que ni siquiera considerado. Y la producción con veneno, pero más cómoda, avanzó rauda. Permitiendo ingresar al país dentro de la modernidad más moderna.

Si una ausencia resultó atroz de ese encuentro de “titanes” en la UNC para hablar de soluciones para los pobres y de comida para los habitantes de este país, es la de la contaminación.

fuente: https://revistafuturos.noblogs.org

Posted in Agronecrófilos, Argentina, Destrozando el sentido común, Nuestros alimentos, Salud. Y enfermedad

Abuso, saqueo y crecimiento deformado

Posted on 27/06/2021 - 23/05/2022 by ulises

URUGUAY: ¿MODERNIZACIÓN O ENTREGA?

por Luis E. Sabini Fernández –

Entre los exportadores mundiales de celulosa, en 2019, cuando todavía no está produciendo UPM, que será la mayor productora de celulosa en Uruguay, es decir, apenas con las dos fábricas de celulosa ya instaladas (Montes del Plata y Botnia), Uruguay ostenta el tercer lugar de producción entre los países del mundo entero.

1o. Brasil  (c:a 15 mill. ton); 2o., Indonesia (c:a 5 mill. ton); 3o. Uruguay (c:a 3 mill. ton.).[1]

¿Honroso podio o, por el contrario, reconocimiento a una neoesclavitud rampante?

La lista de países productores de celulosa continúa (en orden decreciente de los volúmenes producidos en 2019: Chile, Portugal, Canadá, España, Finlandia, EE.UU., Holanda, Rusia, Bélgica Alemania, Eslovaquia; todos ellos con menos de 1 millón de ton. anuales (salvo Chile, con una producción similar a la de Uruguay). La lista de países productores podría ampliarse con países que producen montos aun menores (Suecia, Argentina, Marruecos, Francia, Japón, Bulgaria, etcétera).

Volvamos a los primeros puestos. Y establezcamos las necesarias proporciones por la producción indicada, con otros parámetros, como extensión del país y población general.

Brasil,       210    mill. hab.  –  8,5   mill. km2   –  15 mill. ton. celulosa

Indonesia  270    mill. hab   –  2      mill. km2   –    5 mill. ton. celulosa

Uruguay       3,3  mill. hab.  –  0,18 mill. km2    –    3 mill. ton. celulosa

Veamos las dimensiones de la producción a partir de las del  número de habitantes; producción de celulosa por habitante.

Si tomamos de base a Brasil, tenemos una producción de 15 000 000 ton. por 210 millones de habitantes, que devienen 75 k. por habitante. En el caso indonesio; el otro gran productor celulosero mundial, produciendo 5 mill. ton. de celulosa  con 270 millones de habitantes, tenemos unos 19 k por hab.

Veamos Uruguay: 3 300 000 habitantes para 3 000 000 kilos, resulta casi una tonelada por habitante; algo menos, 900 k. per capita.

Interrelacionando los datos que acabamos de presentar, podemos decir que cada uruguayo carga sobre sus ambientales espaldas 12 veces más celulosa que cada indonesio  y 47 veces que más que cada brasileño.

Si consideramos la superficie de los mismos países, tenemos: Brasil, 8 500 000 km2 para 15 mill. de ton., tiene una carga de  una tonelada por 1,76  por  km2; Indonesia, con su producción de 5 mill. de ton. en 2 mill. de km2, tiene una carga de 2,5 tonelada por  por km2.

Pero Uruguay debe acomodar sus 3 millones de toneladas de celulosa en apenas 175 000 km2; debe soportar unas 18 ton. por km2.

Diez veces más que Brasil,  unas 7 veces más que Indonesia.

Finlandia, por ejemplo, que está en “el pelotón” de productores, registra en 2019, casi 800 mil toneladas de producción. Finlandia ronda los 5 millones de habitantes y unos 440 mil km2; por ende, su producción de celulosa ronda 2 toneladas por km2 (9 veces menos que Uruguay, si lo estimamos por superficie), y si la estimamos por población, no más de 7 k por hab… contra nuestros 900 k per capita.

Si ajustamos entonces las respectivas producciones de los países celuloseros, vemos que Uruguay es por lejos el país más sobrecargado con producción de celulosa en el mundo entero.

Ese tercer puesto de la tabla de ABTCP, entonces, es engañoso porque no registra la real incidencia de la producción sobre la vida cotidiana de nuestro país, ni nos orienta sobre su peso relativo y su influencia, sobre la vida (y la muerte) de sus habitantes, nosotros, por ejemplo, a partir de los desechos industriales que quedan.

Queda así patentizado el destino ajeno que sufre en este caso nuestro país. Si no hubiera otros tantos signos de lo que es la condición de país periférico, heterónomo, esta recarga desproporcional en la producción mundial de celulosa y en las secuelas que provienen de su producción, lo atestiguaría.

No pretendemos con eso excluir la responsabilidad del propio país en su condición de enajenado a intereses ajenos. A lo sumo, ver si situamos una de tantas problemáticas que nos condicionan, deforman, configuran… Porque todo país periférico y adaptado al mercado ajeno, cuenta con sectores a veces muy minoritarios, pero claves para semejantes relaciones.

Con todas las limitaciones del pensar por analogía, me voy a permitir un par de ejemplos que espero ilustren nuestra situación; esperemos que no nuestro destino.

En tiempos medievales, algunas cortes europeas se proveían de bufones “criados” por secuestradores o compradores de niños que situaban a los pequeños en, por ejemplo, jarrones.[2] Los cuerpecitos se iban  adaptando a la forma en que estaban alojados. A medida que crecían, se rompían los jarrones, los niños era realojados en nuevos más grandes para ir configurando cuerpos suficientemente deformados. Para ser “colocados” como bufones, por ejemplo, en cortes que los adquirían para risa y solaz de los cortesanos.

Un diáfano ejemplo de crecimiento heterónomo.

Hace no muchos años EE.UU. envió como su embajador de colonias a un tal James Cheek a la Argentina.

Con su tortuga extraviada, fue la comidilla entre los súbditos que ignoraban su condición. Con su simpatía, totalmente profesional, nos transmitió una imagen que grafica elocuentemente una relación de poder, hoy en día afortunadamente alterada por el avance de los derechos femeninos.

Cheek, encargado de defender y propagar los diversos derechos de pernada del imperio sobre sus colonias, hablando geopolíticamente dijo: ‘Argentina es como una adolescente de 16 años, muuuy bonita, que debemos auxiliar y guiar hacia su vida adulta.’

El sexo, la edad y el donaire que el embajador atribuye a “la chiquilla” son diáfa-nos para intuir la relación que el Sr. Cheek buscaba al cuidar a esa adolescente.

Las relaciones centro/periferia traducen hoy las viejas relaciones imperiales; en todo caso con un ajuste expresivo; centros económica, política o militarmente dinámicos se adueñan de palancas políticas o recursos económicos, jurídicos, mílitopoliciales, para asegurarse “los suministros” desde ese ancho mundo que no les es ajeno; la periferia.

Allí estamos nosotros, creyéndonos ombligo de algún mundo, pero haciendo de niño de los mandados, para que, por ejemplo, flotas pesqueras ajenas se lleven la riqueza ictícola de nuestras aguas territoriales, la agroindustria corporativizada, extranacional se lleve de nuestros campos su humedad en forma de porotos transgénicos de soja; la industria del papel se apropie de campos otrora de excelente calidad, por su irrigación, para agricultura y ganadería, alimentos sanos, para reconvertirlos en monocultivos forestales; el puerto de Montevideo, en algún momento un sitio pivot excelente, para dinamizar nuestra economía, devenido en asiento de redes privadas poco menos que inamovibles, fagocitando toda circulación de bienes para su exclusivo provecho despojando al puerto de su función benéfica para la economía local, nuestra.

Una total indefensión ante la contaminación. Más cierta complicidad por pasiva.

Todos esto, desde corporaciones ajenas a nuestra estructura económica, política y cultural local, que cosechan los beneficios que derivan a sus entidades matrices más las pequeñas comisiones para el “personal de apoyo” local.

Para el paisito, como ley de hierro, queda sólo el empobrecimiento y el envenenamiento progresivos.

notas:

[1]  fte.: ABTCP, Associaçao  Brasileira Tecnica de Celulose e Papel, 2019.

[2] Victor Hugo en El hombre que ríe se refiere a dicha “industria”.

Posted in Agronecrófilos, Centro / periferia, Destrozando el sentido común, Nuestro planeta, Para salir del repollo, Poder mundializado, UruguayTagged contaminación ambiental, modernización, neoesclavitud

¡Menos altivez institucional y más vergüenza ecológica!

Posted on 28/07/2020 by ulises

URUGUAY ANTE LO AMBIENTAL

por Luis E. Sabini Fernández –

Destacamos las fortalezas que tiene Uruguay: transparencia institucional, promoción de la cultura de la calidad y de la competitividad mediante el impulso del desarrollo y de la sostenibilidad, con calidad institucional y eficiencia política implementando procesos de innovación y mejora continua, empleando buenas prácticas de preservación del medio ambiente [colaje de frases extraídas de documentación y papers varios]

 

Decía el formidable Mahatma Gandhi, «Más que los actos de los malos, me horroriza la indiferencia de los buenos», análogamente podríamos decir que el horror desplegado es mucho menos frecuente, siendo más repulsivo que el mal que se cuela en nuestra sociedad, como dicen los gallegos, “a la chita callando”.

El horror, entonces, no de los devastadores activos, de los asesinos seriales, sino de los que dejan hacer o de los que cómodamente  ignoran que la devastación es mucho más frecuente de lo que se asume.

Uruguay es visualizado desde la UE como un referente ambiental. Se le atribuye al actual presidente la tarea del cuidado ambiental regional.

¿De dónde sale tamaña idea? Del cuidadoso cultivo de mentiras y escamoteos que tantos uruguayos han hecho con la cuestión ambiental.

“Uruguay natural”

Para no remontarnos demasiado vayamos apenas a la consigna “Uruguay natural” que fue nada más que una “frase gancho” para promover turismo, a la que se le dio con el tiempo un nuevo significado de conciencia ambiental. Estupendo si fuera real, no oportunista.

Un ejemplo, apenas: la entonces ministra de Medio Ambiente, Eneida de León, perorando sobre la pureza del agua  corriente nuestra: “los últimos resultados de las muestras obtenidas arrojaron un porcentaje de agua potable superior al 99 %, […] [1] «más que admisible» al compararlo con Europa y América Latina, donde el promedio se sitúa en el 93 % y el 76 %, respectivamente.” Una pena que De León no hubiera revelado las fuentes de semejantes afirmaciones y comparaciones. Y lo más grave, que una visión tan sesgada tuviera oídos pueriles que lo creyeran.

Que crean eso o el discurso del año pasado de la misma “ecologista”, entonces ministra del gobierno que nos ha embretado en secreto con UPM, hipotecando tierras y aguas de nuestro país; en marzo de 2019 De León hizo su speech en Nairobi,[2] en el cónclave de la UNEA4 y manifestó que, aunque usted tal vez no esté enterado,  “Uruguay está profundamente comprometido con el cuidado del ambiente y la gestión de los ecosistemas” y que los desafíos correspondientes resultan “producto de un proceso de consulta ciudadana”, por el cual imagino al lector exprimiendo infructuosamente la memoria para ubicar dicho proceso, en algún lugar del país, en algún momento de su historia.

Agroindustria y contaminación

Jamás ingresó tanto en nuestro territorio la agroindustria como hoy, que hace que el campo se siga despoblando aceleradamente.

Como la agroindustria que se autocalifica de “agricultura inteligente” está a la vez contaminando a diestra y siniestra los campos, el aire y las aguas, no sólo se despuebla el campo sino que se afecta toda la biodiversidad; cada vez hay menos fauna y flora silvestres, naturales; nuestros arroyos ya casi no tienen peces;  nuestras colinas y bajíos ya casi no tienen mulitas o liebres y es ya “tarea imposible” salir a cazar perdices. Pero en rigor el exterminio masivo va mucho más allá, porque la fauna menuda, de insectos −la que solía estamparse en los parabrisas y radiadores a la vista de los autos de antaño− también ha disminuido enormemente su presencia.

Jamás, tampoco, se ha cedido tanto espacio a las grandes corporaciones transnacionales, particularmente a las factorías de celulosa (de las mineras, hemos zafado no por mérito propio sino por pérdida de interés empresario, por la baja cotización). La forestación se ensancha como una mancha venenosa; con los ingresos ofrecidos por las empresas transnacionales, logran que se planten eucaliptos en todos lados, arrebatando tierras aptas para otros usos y cultivos,  violentando las regulaciones públicas al respecto.

Jamás habíamos registrado tamaños índices de contaminación. Y nuestros estudios al respecto son increíblemente débiles, embrionarios.

El agua, otrora nuestro tesoro

Tenemos el agua de prácticamente todo el país comprometida con tóxicos.

El uso irrestricto, o casi, de agrotóxicos, tiene la mirada corta; su mirada comercial incluida. Toleramos “entre casa” venenos que el mercado mundial va desechando cada vez más; ¿por qué Italia rechazó naranjas uruguayas?, ¿por qué la miel, otrora orgullo de calidad uruguaya,  ha sido rechazada por las autoridades bromatológicas alemanas?

Ahora se ha obtenido una nueva línea exportadora de miel, a Arabia Saudita. No conocemos sus exigencias bromatológicas, pero sí sabemos que sus pautas de calidad son más bajas que las suecas.[3] Porque hoy también en Uruguay, se coloca azúcar al lado de las colmenas debido a la pérdida de prados naturales; ¡hasta el trabajo de las abejas ha devenido trabajo esclavo!

Y con la carne, el principal destino de los últimos años ha sido China. Pero en 2016 hubo rechazo de carne considerada no apta. Ya había pasado algo similar, el año anterior, con grasa animal, evaluada como en mal estado. Y en 2019, otra vez rechazo de  carne.

Hablamos de pérdida de mercados. Otra faceta relevante es la primarización de nuestra economía. Ya tenemos el caso, en plena expansión, de la forestación totalmente al servicio de pulpos celuloseros que se llevan la humedad del país y nos dejan los detritos, y todo ello casi sin pagar, usando el régimen de zonas francas, que es una reedición de la vieja extracción material que hicieron los imperios europeos en los siglos XVII, XVIII y XIX con las “economías de enclave”.

Pero hemos “avanzado” más todavía. En los ’80, Uruguay llegó a exportar ganado en pie, unas 80 mil cabezas. Si eso es negación de trabajo propio, este año la exportación de ese tipo sobrepasa las 400 mil cabezas. Cero valor agregado, cero trabajo en lechería, en carnicería, en conservación. Apenas la crianza la queda al país. Una radiografía del despojo. De otro despojo.

Cito resoluciones del MVOTMA:  “acordaron garantizar una vida sana y un planeta sostenible y seguro para todos; crear conciencia sobre la urgencia de actuar sobre los productos químicos y los desechos en todos los niveles […] lograr un sólido marco propicio para la gestión para ser respaldado por órganos políticos […] a unirse a la Alianza de Alta Ambición para fortalecer la aspiración […] un marco habilitador sólido que generará beneficio

[…] y un desarrollo sostenible para todos en todas partes.” [4]

Esperemos que esta Triple A no sea tan atroz como la argentina de los ’70, pero escuchemos el eco de estos versos: “[…] no pierden ocasión / de declarar públicamente su empeño / en propiciar un diálogo de franca distensión / que les permita hallar un marco previo / que garantice unas premisas mínimas / que faciliten crear los resortes / que impulsen un punto de partida sólido y capaz / de este a oeste y de sur a norte, / donde establecer las bases de un tratado de amistad / que contribuya a poner los cimientos / de una plataforma donde edificar / un hermoso futuro de amor y paz.” Joan M. Serrat, “Entre esos tipos y yo hay algo personal“. Tal cual.

[1]  Ag. EFE,  11 mayo 2015.

[2]  https://presidencia.gub.uy/comunicacion/comunicacionnoticias/eneida-interpelacion-agua-potable, 2019.

[3]  En los ’80, cadenas de comercialización suecas promovían miel uruguaya proveniente de prados, como muy superior a las mieles provenientes de apiarios que colocaban azúcar al lado de colmenas.

[4]   https://www.mvotma.gub.uy/novedades/noticias/item/10012222-uruguay-comprometido-ante-el-mundo-con-el-cuidado-del-ambiente.

Posted in Agronecrófilos, Destrozando el sentido común, Nuestros alimentos, Uruguay. Qué hacer

Comentario a pregunta de Eduardo Blasina. Forestación importada: ¿Beneficio nuestro, recíproco o del que la ha programado?

Posted on 11/06/2020 by ulises

por  Luis E. Sabini Fernández                                                                     

¿Cuántas plantas de celulosa son sostenibles en Uruguay?

                                        a Ricardo Carrere, in memoriam

El ingeniero agrónomo y consultor Eduardo Blasina hace esta pregunta (título de su nota del 24 mayo ppdo.), una interrogante que tiene un partido tomado, puesto que presupone la sostenibilidad; una pregunta menos condicionada, más radical, más pregunta, podría ser si es acaso sostenible.

Pero entiendo más fructífero que responder a la pregunta de Blasina el formularnos otra pregunta, más histórica: ¿cómo han advenido las celuloseras a nuestro país, ahora que ya se empieza a hablar de una cuarta y una quinta…

En los ’60, ’70, ’80 se inicia un proceso de deslocalización de industrias del llamado primer mundo o «países centrales»: los efectos contaminantes de la industrialización progresivamente acelerada se estaban haciendo sentir. Es el tiempo cuando la bióloga estadounidense Rachel Carson se da cuenta que no hay más pájaros, aniquilados con los biocidas de la industrialización rural (Silent Spring, Primavera silenciosa, 1962).

Larry Summers, un funcionario clave que participó de numerosas administraciones demócratas estadounidenses, dio el fundamento estratégico a las deslocalizaciones: la expectativa de vida es mucho mayor en los países del Primer Mundo que en la periferia planetaria; por eso los primeros países tienen tantos adultos mayores y los países periféricos no tantos.

Por su parte, la contaminación industrial en progresión, sostenida con la tecnologización, provoca, de acuerdo con el diseño bosquejado por Summers,  sobre todo cánceres que tienen un proceso de décadas antes del desenlace: si dejamos las industrias en los países centrales, ‘van a arrasar a nuestros viejos’; si llevamos tales industrias, es decir su contaminación, a los países periféricos, apenas se va a notar el daño puesto que por muy diversas razones, mucha población allí no llega a vieja.

Así aparecen “como grandes oportunidades” las industrias del Primer Mundo en el tercero; en zonas francas, en zonas de producción de exportación, en maquilas, en zonas libres…

En esa misma época, recordarán los memoriosos que ya son veteranos, se inició en Uruguay toda una propaganda muy persuasiva, “plante un árbol, haga un libro, tenga un hijo”, que tuvo una segunda fase: invertir pequeñas sumas en plantaciones, que, se decía, eran inversiones saludables, en pro de la natura…

Costó años ir dándose cuenta de la jugada en la cual lo ambiental era lo que menos se cuidaba…

Poco después de la implantación de las zonas francas  −un fruto posdictadura− que es en rigor un retorno, pero en otro aro de la misma espiral, a las economías de enclave del colonialismo puro y duro de altri tempi, llegamos a las primeras pasteras.

Luego de este sucinto recorrido, regresemos a la pregunta de Blasina.

Blasina se confiesa un tecnooptimista. Sería bueno que mantenga la precisión en el lenguaje porque la frase: “Mantener buena calidad de aguas” para nuestro Uruguay, para nuestro presente, es casi indecente. Si algo hemos perdido con la agroindustrialización galopante es la calidad de las aguas. En prácticamente todo el país. El Santa Lucía es mudo testimonio de esa pérdida. Pero el río Negro, también y todavía falta la descarga monumental criminalmente proyectada con UPM 2 (no paso cifras, acojonantes, porque estimo que ya son públicas y Blasina las conoce).

Para Blasina: “Es bueno que el Uruguay agregue a sus exportaciones nuevos rubros de gran escala […].” Esta pretensión de jugar “entre los cuadros grandes”, que es un gran mérito del fútbol uruguayo, no funciona igual, si pasamos del deporte a la economía. Uruguay no puede apostar, aunque lo hace y lo ha hecho, a usar los suelos como Argentina o Brasil, Canadá, Australia o EE.UU. por la sencilla razón que muestra un mapa. No hacemos mella en el mercado de la commodities.

Pero algo más grave y ya no táctico: la apuesta a la “gran escala” tiene otros inconvenientes, graves: 1) la gran escala contamina también a gran escala; la contaminación repercute mucho peor en territorios chicos que en grandes territorios despoblados, como tienen, con sus millones de km2, los grandes países mencionados, Australia, Canadá, Brasil.

La actividad agropecuaria en escala mediana o pequeña permite mejor cuidado ambiental. Y da más empleos. Trabajada inteligentemente, puede dar mucho mayor rinde que el de los commodities (a un país de las dimensiones del nuestro, reitero). Argentina, por ejemplo, el segundo estado en cultivar transgénicos luego de EE.UU en el siglo XX, logró, mediante la producción bruta a principios de este siglo de unos 50 millones de toneladas anuales, “cosechar” como pocas veces antes una montaña de dólares que explican la adhesión (o falta de) al kirchnerismo (dejamos al margen el costo en salud).

Porque un país de grandes superficies se puede dar el lujo de aplicar gran escala para alguna producción y le queda superficie para otro tipo de producción más intensiva o artesanal; como ser frutales, viñas, diversos granos, huerta. Y el daño ambiental que pueda producirse con el empuje agroindustrial no tiene porque abarcar a todo el estado. Pero un país de dimensiones pequeñas recibe un posible daño ambiental en “todos lados” y puede, al contrario, agrandar su superficie dando variedad biológica a sus suelos; el clásico modelo granjero, por ejemplo.

¿Qué nos falta gente? Ciertamente. La gran producción, el latifundio, el monocultivo, si algo han hecho es despoblar el campo. Un operario alcanza para cubrir varios cientos de hectáreas tanto de soja transgénica como de árboles plantados en  hilera. Cualquier cultivo, por ejemplo, agrícola demanda muchísimo más mano de obra. Y las specialities son muy bien pagadas en diversos mercados, cada vez más atentos a la cuestión alimentaria.

El tecnooptimismo de Blasina lo lleva a abrigar expectativas a mi modo de ver meramente especulativas, sobre el papel del desarrollo tecnológico de países “centrales” sobre la periferia planetaria.

No conozco hechos reales que abonen ese optimismo, que calificaría de ingenuo. Veamos un ejemplo de esas aplicaciones tecnológicas del primero al tercer mundo, y dejando a un lado la repugnante actitud Summers: los noruegos cultivaron durante décadas “escaleras” para facilitar a los salmones su desove que, como se conoce, es enormemente esforzado, río arriba. Ese ciclo biológico natural sin duda les otorga a los salmones una extraordinaria fuerza vital. Pero el interés económico de los humanos, “es más fuerte”, y por eso se construyen esas escaleras para salmones, visibles en varios ríos de montaña noruegos.

Más tarde, Noruega encaró la producción de salmones mediante estanques. Alimentados. Feed lot de peces. E inmediatamente, empezaron a poner en los estanques antiparasitarios, antibióticos, y toda una seria de “antis” para evitar que los planteles fueran arrasados por pestes.

Eso, en Noruega. Pero los noruegos instalaron en el sur chileno el mismo tipo de producción, y si ya era alarmante la toxicidad hallada en los salmones de criaderos noruegos, la toxicidad en los chilenos, denunciada en diversas investigaciones, resultó aún peor. Y los noruegos, como los finlandeses, no tienen ninguna tradición imperial que forja una psicología potencialmente más abusiva, invasora. Al contrario, finlandeses y noruegos han sido siempre “hermanitos menores” de las potencias de la región; Suecia, Rusia, Alemania, Gran Bretaña…  Pero su historia no imperial al parecer no ha sido suficiente para establecer relaciones igualitarias con ”el tercer o cuarto mundo”.

RECUADRO


Comentario de un cuidador del Dique Laviña en la provincia de Córdoba: “−las truchas del río se quedan chiquitas; las de los jaulones, en cambio, crecen hasta mucho más del doble… eso sí, las del criadero mueren jóvenes y las silvestres son mucho más longevas.” El hombre registraba las diferencias más bien asombrado sin atinar siquiera una explicación. Pero registraba una realidad, indudablemente ligada a una dosis de sobrealimentos, engordar sacrificando salud…


Volviendo a UPM 2, la cuestión no es sólo decidir si quienes se presentan como “aportantes de capital” no procuran exactamente lo opuesto a lo predicado. Hay otra aspecto, y ése es nuestro: el proceso por el cual se aprueban esas megainversiones. En total secreto, so pretexto de “cuidarse de la competencia”. Más allá de un posible daño a “los dividendos empresariales”, para nuestra sociedad el secreto en estas negociaciones y contratos significa lisa y llanamente que la gente, la población, no importa un ápice.

No le importa ni a los gobernantes ni a los inversionistas. Con lo cual aquella expectativa de Blasina de encontrarse con “la cultura finlandesa” tal vez no resulte lo que él imagina.

Blasina plantea algo correcto, precautorio, hablando de los proyectos de gran escala  y las inversiones correspondientes: “Estos emprendimientos suponen un fuerte desafío ambiental. El ecosistema soporta cierta presión, pero no más que una determinada presión. Si cruzamos el umbral de carga soportable el sistema colapsa.”

Su optimismo le permite creer que estamos todavía lejos, pero que con las posibles 4ª. y 5ª, podríamos estar peligrosamente cerca.

Lamento comunicarle que ya estamos  allí. Usted, Blasina, lo debería saber mejor que yo: los ganaderos que se quejan de reses muertas luego de beber el agua del Río Negro; la cantidad de cianobacterias que arrecian en nuestro país y ya no solo en verano. El Río de la Plata está contaminadísimo. Aunque contemos con el viento y las corrientes marinas como aliados que nos sacan cada tanto la presión y el escarnio…

La contaminación del agua en nuestro país es uno −junto con la plombemia en su momento; la plastificación de campos y aguas que tiende un futuro ominoso para nuestra pesca; la bomba de aditivos para mejorar el rendimiento empresario o abaratar la comercialización− de los serios problemas que tenemos y que tendremos que afrontar.

Tenemos puntos a favor, a veces ni siquiera elaborados por nosotros: el carácter ondulado de nuestro suelo, sus colinas, que tanto difieren de la pampa del centro argentino, no ha permitido prosperar feed-lot que tanto habrían deseado algunos. Ese mismo rasgo permite al Uruguay tener de las mejores carnes. Gracias Hernandarias.

Tenemos uno de los suelos más irrigados de la tierra, y consiguientemente un porcentaje de suelo cultivable de los más altos del mundo.  Cultivable, que no cultivados. Y hoy se halla comprometido, como dijimos, por la contaminación química y agroquímica- ¿Recuperable? No con pasteras que tragan ingentes cantidad de m3 de agua y devuelven un efluente a mayor temperatura y contaminado.

Tenemos una franja climática envidiable. Y es insensato que si el promedio de áreas protegidas anda internacionalmente en el 17% y Argentina tiene un 8%, Cuba un 30%, Venezuela un 55%, Chile un 20%, Uruguay tenga 1% y fracción. Y esos tristes números hablan de nuestro estado cultural.

Y de la ofensiva de la agroindustria.

Y explica cómo no hemos aprendido a ser autónomos. Penosa confusión porque nos sentimos autónomos. Y en cierto sentido sí lo somos. Pero en las grandes líneas somos heterónomos, y la celulosa es un penoso ejemplo.

Posted in Agronecrófilos, Centro / periferia, Globocolonización, Nuestro planeta, Nuestros alimentos, Uruguay

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