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Categoría: Poder

Majfud invoca los 50 años del asesinato del Che desde EE.UU.

Publicada el 13/10/2017 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández –

Jorge Majfud ha hecho una recordatoria del Ché a los 50 años de su asesinato.

Viviendo en EE.UU. ha hecho una comprensible recordatoria comparando, como él dice “el carácter radical y violento” del Che aclarando con precisión y justicia que “lo fue mil veces menos que la CIA, que el gobierno estadounidense de la época.”

Majfud pasa revista, inevitablemente incompleta, de los atropellos, abusos, saqueos a los que EE.UU. ha sometido al resto del Nuevo Continente “en nombre de Dios, la Patria, la Familia y la Libertad”. Es tal vez una pizca demasiado optimista cuando se refiere al gobierno de Arbenz y antes Arévalo, como “una de las pocas democracias en América Latina en 1954.” [1] EE.UU. arrasa Guatemala con la CIA y una banda de mercenarios como grupo de tareas de la United Fruit ─una empresa transnacional de origen norteamericano─ porque el gobierno nacionalista guatemalteco se atrevió a cuestionar las ganancias ilimitadas de los esclavistas estadounidenses (Arbenz propuso expropiar, nos lo recuerda Majfud, a la compañía por su valor de aforo, ridículamente bajo para no pagar impuestos, y eso les colmó la paciencia, no los pujos democráticos que cuando son dentro del establishment, bienvenidos).

Majfud nos recuerda cómo reaccionó Guevara contra semejante estado de cosas.

Y repasa el bajísimo umbral de tolerancia de la “American Democracy” a cualquier atisbo de resistencia como el guatemalteco ya señalado o, más tarde, el chileno, con Allende o incluso, recientemente, el hondureño con Zelaya.

Todo esto es entendible y constituye una verdadera lección de historia política para el universo madeinUSA,  para el lector medio estadounidense, con su nivel de ignorancia supina. Para la sociedad que habita y conoce Majfud.

Pero el universo al sur del río Bravo necesita, necesitamos, otra cosa. Al cabo de 50 años, más reflexión y menos pleitesía.

Aquí nosotros vivimos, convivimos, con las tesis de Guevara, con su prédica y su acción. Los que vivimos al sur del Río Bravo, incluso algunos al norte, y humanos en todos los continentes, no necesitamos [2] este memorial para estadounidenses cuidadosamente infantilizados gozando sus privilegios “eternos”.

Aquí estuvieron las guerrillas guevaristas, los asesinados y los desaparecidos, las sociedades truncas y los sufrimientos.

Entre nosotros, necesitamos entender a Guevara no desde los atropellos yanquis sino desde las rebeliones y responsabilidades propias en nuestras sociedades. En ese sentido, Majfud se la hizo fácil con  semejante “biografía”. Aparecida en info/alai, en comcosur (y no sé en cuántas otras publicaciones “del sur”).

¿Ayudó Guevara a forjar un nuevo mundo sin el capital como mando supremo?

Mi respuesta inicial es que no. Que al contrario. Contra su voluntad, claro. Con un heroísmo y un idealismo que nadie discute, pagó con su vida… ¿lo qué? ¿la obtención de una sociedad mejor? En todo caso, su sacrificio no permitió la liberación, pero tras su asesinato, las redes imperiales represivas tendieron a consolidarse.

Con vaivenes históricos, como siempre. Ya entrado el siglo XXI, con Chávez al frente, la constelación del poder transnacional con eje en EE.UU., pareció si no trastabillar, al menos retroceder; el ALCA no se concreta. Pero ya estábamos lejos de la estela guevarista.

De lo que se trata, a cincuenta años de su muerte, es examinar qué pasó con sus pasos políticos, con su programa y con la oleada guerrillera que lo tuvo como norte.

Entiendo que una anécdota que ha contado Osvaldo Bayer, un contemporáneo del Che (incluso una pizca mayor), es muy ilustrativa: triunfante la Revolución Cubana con su levantamiento y consiguiente “guerrita” ─como bien la denomina Jorge Masetti (hijo de un lugarteniente dilecto de Guevara)─ Guevara recibe una (de las tantas) delegación de argentinos más o menos deslumbrados (y deslumbradas, acota Bayer). Guevara entonces, ofrece una pequeña clase magistral: de pie entre sentados pasa a explicar los pasos a dar para alcanzar la revolución: que hay que disponerse, un par digamos, a desarmar un policía aquí, otro allí, que en posesión de un puñado de armas hay que decidir entre una media docena de bravos, el copamiento de una comisaría y así, ir acumulando fuerzas, hasta sentirse en condiciones de copar un cuartel luego de elegir y sopesar cuidadosamente el más vulnerable… e cosi via.

Bayer recordaba que en una pequeña pausa, le preguntó a Guevara, extrañado por su monólogo “armado”, si acaso “los contrarios” no jugaban. Guevara se dio vuelta ante tan inoportuna pregunta y desde su altura, le contestó con desdén: “son todos mercenarios”. 1960.

Bayer no lo dice, pero la contestación revela una profunda ignorancia del alma humana. No eran todos mercenarios, o en todo caso, si lo eran, ni lo sabían. Puesto que muchos militares, y hasta policías, se hicieron matar “defendiendo las instituciones”.

Dejando la anécdota con Bayer y los deslumbramientos de delegaciones con progresiva guerrillodependencia, lo cierto es que en Cuba fue relativamente fácil (se ganaron batallas incluso sobornando a jefes del corrupto régimen de Batista), al menos en comparación con el resto de América Latina, con la trágica gesta de sacrificios heroicos que se llevaron decenas de miles de muertos, sobre todo jóvenes, en América Central [3] y en el sur americano.

Toda, casi toda esa lucha cumpliendo cabalmente los preceptos guerrilleros terminó, ya sabemos cómo terminó. De eso tendríamos que rendir cuentas.

Pero cuesta muchísimo hacerlo. Porque Guevara dio la vida por sus ideas. Y cada uno, comprometido, militante, se pregunta sobre dar su propia vida o que no la dio. Y eso menosca-ba. Hace incriticable al sacrificado. Aunque él haya contribuido con su intemperancia, con su dogmatismo fácil, con su pretensión de mando político y militar, con su consigna sencilla y segura (como la Ley de Murhpy que nos recuerda que “los problemas complejos tienen solucio-nes falsas que son sencillas de aplicar”) a la derrota que le costara su vida. Cuesta entonces reconocer que su “camino” era irreal,  con dosis fuerte de delirio. Se mezcla ese juicio de reali-dad con el hecho indudable que no era nada fácil de seguir por la dosis de valor requerido. La imitación a Cuba que Guevara y sus adláteres postularan fue finalmente abandonada luego de que miles, decenas de miles de militantes, guerrilleros, abnegados seres humanos, fueran destrozados por la represión en casi todos los estados de la mal llamada América Latina.

¿Tuvo sentido? Me permito dudarlo. Y eso sin entrar al fin perseguido: el hipotético mundo socialista, celosamente construido por la vanguardia que “a todos nos guía”. Que en vida del Che conservaba su presencia fáctica, que era una pesadilla en la mayoría de los “estados socialistas”, aunque para muchos era todavía un sueño.

Hoy estamos más desnudos, más en harapos. Pero también con menos velos.

¿Cuánto tiempo necesitaremos para abordar esta problemática? ¿O el sistema cleptocorporocrático globocolonizado se saldrá con la suya construyendo zoológicos humanos bioingenieriles? “Felices” en el centro planetario; adormecidos y hundidos en la periferia?

[1]  Omite decir que se trataba de una democracia “blanca”, eurocentrada, ajena y hostil a la población aborigen, mayoritaria en el país.

[2]  Nunca hay cortes absolutos entre sociedades; EE.UU. tuvo también sus “desaparecidos” a causa de la política genocida de la dirección norteamericana en el sur; me viene a la memoria el periodista Charles Horman (The Nation) que encaró su trabajo con responsabilidad y veracidad, pecados mortales para los invasores estadounidenses.

[3]  Hubo, sí, una excepción: veinte años de lucha guerrillera en Nicaragua, con el país destrozado, logró acabar con la dictadura títere de los Somoza.

Publicado en Centro / periferia, Poder, Política

¿Necesitamos Fideles Castros?

Publicada el 09/12/2016 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández.

La muerte de Fidel Castro ha dado pie a una extraordinaria aunque previsible oleada de pésames, oraciones funerarias, emociones fuertes y doloridas por su muerte, despedidas combativas, desconocimiento militante de su muerte para que siempre siga vivo. Aunque también a la sarta previsible de festejos y revanchas del bando anticomunista, anticastrista y/o similares.

Ni se me había ocurrido mezclar mi mínima voz ante lo acontecido (y menos todavía porque no acepto alinearme con ninguno de tales coros)[1], pero una nota de Marcelo Marchese, sensata como lo que este escribidor escribe, me ha impulsado a poner en letras que apenas serán leídas mi contacto con ese hombre, mejor dicho la única vez que lo vi en mi vida.

En abril de 1959, la FEUU, la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay organizó la venida del flamante líder guerrillero y cubano que pocos meses antes había puesto en fuga al titular de la hipercorrupta dictadura cubana, Fulgencio Batista. La FEUU fue la única organización (gremial, política, institucional) que optò por brindarle tal recepción. La FEUU había estado librando diversas actividades contra dictaduras latinoamericanas, en el tiempo en que el Uruguay se creía libre de ellas, y entre ésas, la de Cuba había recibido la repulsa de los estudiantes universitarios organizados que reclamaban, reclamábamos, que Uruguay acabara con la dictadura de Batista o al menos rompiera relaciones con ella.

El secretario general de la FEUU era entonces Alfredo Errandonea, anarquista, y los anarquistas eran, éramos muy celosos  de los métodos federalistas con el que se llevaba adelante la actividad de nuestra gremial universitaria. Aunque minoritarios, la dirección de la FEUU había sido sostenidamente orientada por “los anarcos” jugando con una política de equilibrios y denominadores comunes que ninguna otra tendencia podía ofrecer (comunistas, socialistas, nacionalistas, católicos, batllistas y hasta algún monár-quico). Hasta entonces: desde la instauración del nuevo gobierno revolucionario en Cuba, cambiará la correlación de fuerzas internas en la FEUU adquiriendo poco a poco el mayor peso el campo de “los unitarios”; defensores incondicionales de la Nueva Cuba.)

La FEUU invita a Castro. Castro acepta. La FEUU organiza un acto en la Explanada Municipal de Montevideo. Su Consejo Federal resuelve que el orador inicial será Alfredo Errandonea y el de fondo Fidel Castro. Cuando se va a iniciar la parte oratoria y el secretario general va a subir los dos escalones de la tarima emplazada al efecto es trabado por los brazos por dos de los guardaespaldas de Fidel. Pese a su masa corporal (AE no era menudo) queda inmovilizado y Fidel pasa a su lado, sube en dos zancadas y le sonríe diciéndole: “–Otra vez tú, chico!” El pase no debe haber durado ni dos segundos. Ovaciones, etcétera.

Para FC habrá sido apenas una anécdota, jocosa. Para los cuidadosos federalistas de la FEUU, del mandato imperativo, de las resoluciones desde las bases, del respeto a la lista de oradores, lo de Castro fue una trastada que expresa una forma de ver el mundo (y de verse a sí mismo).

Tengo otro miniepisodio vinculado a FC, aunque no con él personalmente, sino más bien con el culto a su persona.

Vuelto del exilio, con total “naturalidad” fui incorporado al flamante sindicato de periodistas porteños, la UTPBA, que se reclamaba sucesor de la APBA, de la que yo había sido socio a principios de los ‘70.

Por eso (y sólo por eso) fui invitado sin más trámite a un encuentro reservado de la dirección o más bien del núcleo militante de la UTPBA entonces, mediados de los ’80, con el secretario del sindicato de periodistas cubano, revolucionario.

El visitante hizo su exposición y en el intercambio de preguntas hice la inevitablemente incorrecta: –Dijiste que a FC no se le discute. ¿No hay, no puede haber alguna cuestión, algún tema en que alguien tenga algo distinto qué decir?

Silencio y consternación. El cubano, armándose de paciencia magisterial me mirò y me aclarò: –No. No existe tal tema, tal situación. A Fidel no se le discute, ¿está claro?

Acepté la info. Nunca más fui invitado a esos cónclaves reservados. Ya no estábamos en el estalinismo, así que ni siquiera me depuraron de los archivos.

 

No puedo menos que unir estos mínimos apuntes personales con otros datos y “perlas”:

  • Fidel cambió su segundo nombre por el de Alejandro. Su identificación con Alejandro Magno es expresa, sostenida. Muchos de sus hijos se llaman Alejandro o han recibido nombres que empiezan con A.
  • Su primer hijo (al menos legal) recibió el nombre de Fidel, aunque se lo conoció como Fidelio. En 1955 la pareja de Fidel Castro y Mirta Díaz Balart se rompe. Se dijo que la mujer estaba cansada de “infidelidades” (Fidel no hacía mucho caso de su nombre…). Estando FC en el exilio le pide a la madre, en Cuba, que le deje ver y estar con su hijo “por 15 días”. La ex estaba vinculada con dirigentes del gobierno (la dictadura de Batista). Ella accede y él se lo queda; de “los 15 dìas” ni hablar. Tiempo después, un comando de tres militares, presuntamente batistianos, le arrebata el niño a FC y lo devuelve a su madre, en Cuba.

Cuando en 1959 FC se apodera del gobierno de la isla (y su exesposa emprende el exilio con su nuevo hombre y dos hijas), Fidelio queda en la isla. Retenido por su padre. Aunque jamás se supo que lo atendiera; el niño se fue haciendo grande junto a tíos, como Raúl).

 

La oratoria exclusiva de la Explanada Municipal, el culto absolutizado al líder, el arrebato de un hijo de pareja desavenida (aunque en ese  caso, la madre le pagó con la misma moneda), la identificación con Alejandro Magno, revelan una personalidad absoluta, monopólica, avasalladora.

Juan del Sur,[2] comentando el mismo tema agrega otra “perla”:

«El día que ustedes se sientan solos, el día en que ya yo no esté entre ustedes, solo les pido una cosa, sean comandantes de ustedes mismos.» Es una cita del Granma (3/12/2016) y completa Juan: «mientras viva él, impera él, y además no se priva de prolongar su tutela aun después de muerto, pues les indica a los inferiores qué cambios de conducta deberán efectuar en ese caso: ni más ni menos, ser personas que se autogobiernen.”

El “diálogo” de Fidel Castro con otros es tan desigual, tan egocentrado, que no parece diálogo. El que lleva consigo mismo, apropiándose del mundo, es también problemático. Y el de sus seguidores con ese mismo mundo, todavía más.

Al respecto, podría ser todo un tema, el papel de las mujeres ante hombres así (como bien podría ser el de hombres ante mujeres de este tipo).

Y queda abierto, por cierto, qué habría pasado sin semejante liderazgo.

 

[1]  Una nota sobre el tema es la de Ignacio Ramonet, que se queja amargamente de la pérdida de 2 o 3 lugares de trabajo periodístico que se le cerraron luego de hacerle un extenso reportaje a FC. Se queja del retaceo a la libertad de expresión (suya). Su sensibilidad al respecto es llamativa porque IR tiene libertad de expresión en prácticamente todo el mundo, en una enorme cantidad de sitios donde se ejerce “libertad de expresión”. Me pregunto cómo reaccionaría si le estuviera vedada dicha libertad en la generalidad de las tribunas periodísticas, que es lo que nos pasa a mortales más comunes.

[2]  https://mail.google.com/mail/u/0/?tab=wm#label/socialismos/158d70815b914fbc.

Publicado en Poder, Política

Acercamiento político-ideológico entre EE.UU. e Israel

Publicada el 27/11/2016 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández

A LEONARD PELTIER, SIUX-CHIPPEWA, PRESO POLÍTICO EN EE.UU. DESDE HACE 40 AÑOS

El autoasumido quincuagésimoprimer estado de la Union (lo que llamamos en castellano EE.UU.) está de parabienes.

Mediante la penetración ideológica y el éxito práctico de su actividad psicópata, Israel encuentra ahora en EE.UU. una resonancia como nunca antes.

Con los efluvios democráticos; igualdad de los seres humanos, lucha contra el racismo y otras banderas que los Obama y los Clinton han  enarbolado, bien que mesuradamente (siempre dejando “libre” el bracito que tiende a moverse hacia la derecha y hacia arriba, como es proverbial con los policías blancos en procedimientos contra población negra), la política práctica estadounidense engañaba y se autoengañaba. Por eso surgieron tiranteces entre, por ejemplo, John Kerry y los dirigentes sionistas cuando el honesto norteamericano verificaba una vez más la política de los hechos consumados borrando los penosos esfuerzos para alguna tratativa que concediera siquiera una migaja a los palestinos (que era todo lo que Kerry estaba dispuesto a otorgar a un pueblo no-blanco o periférico).

EE.UU. procuraba figurar como mediador, cuando era evidente su parcialidad en favor de Israel,[1] pero las reglas universalistas proclamadas y prácticamente jamás ejercidas por la dirección política de EE.UU. inhabilitaban a sus representantes para una franca coincidencia con la política rapaz, neocolonial, racista, violenta, asfixiante del Estado de Israel sobre sus despojados, la población oriunda palestina.

Es que los fundamentos filosóficos de la “democracia” estadounidense y el estado tribual israelí chocaban entre sí.

No había cómo ligarlos, sin conflicto lógico y ético.

Por cierto la AIPAC y la geopolítica imperial, las coartadas ideológicas made in Huntington, etcétera, facilitaban el trabajo conjunto. Pero siempre con el hiato que marcamos; lógico, ético…

 

Trumpazo mediante, la ambivalencia de entonces parece totalmente superada. El afianzamiento de la “derecha alternativa”, alt-right, crea la comunidad ideológica faltante. Se venía gestando al menos desde 2007, pero hasta ahora no había tomado tanto estado público y, sobre todo, no había sido tan puesta a la luz, como “orden del día”. Asimismo, no estaba todavía, tan desarrollada.

En habla inglesa un modismo entiende que el perro mueve la cola porque es más inteligente que ella, pero que si la cola fuera más inteligente, entonces movería al perro. Tenemos entonces que el perro yanqui ha logrado la “proeza” de ser movido por su cola israelí.

Lo cual nos llevaría a investigar qué órgano tiene la cola para lograr semejante control corporal del inmenso mastín planetario.

 

El actual gabinete israelí (constituido hace un par de años) mostró unos acentos ideológicos de extrema derecha, de racismo, racialismo o etnicismo (elija el lector lo que corresponda) manifiesto. Remito a la rápida recorrida que hiciéramos de tales políticos-funcionarios y sus ideas-fuerza.[2] La realidad del etnicismo sionista siempre estuvo presente y configuró toda su actividad política desde su mismo comienzo, pero algún bando de palomas de los comienzos del Estado de Israel o la alusión a lo socialdemócrata, tan en boga durante la segunda posguerra, llevaba a menudo a pensar que había profundizaciones y debilitamientos en el hecho colonial,[3] que ha sido, empero, la impronta principal del asentamiento judeosionista en Palestina.

Con el último gabinete de Beniamin Netanyahu se cortó esa duplicidad, que era más táctica que real, y entramos en una era de sinceramientos (que quien escribe preferiría fueran sincericidios): la ministra de Justicia (repare el lector el área ministerial) Ayelet Shaked, aboga por el asesinato de las madres palestinas [sic] porque “paren ofidios que atacan su patria”; Naftali Bennet, ministro de Deportes, ha declarado, deportivamente: “He matado a muchos palestinos en mi vida. No hay problema con eso.” Y así por el estilo son las declaraciones de miembros de este flamante gabinete o cofradía de juramentados…

Es que el etnicismo del estado sionista no solo es innegable y patente en los hechos; no sólo matrizò el proyecto sionista desde su origen; empieza a haber quienes lo formulan y reconocen como “lo normal”. Ya no es lo militante; es “lo normal”. Por eso hablan así, “naturalmente”, Shaked, Lieberman, Netanyahu…

 

Y bien, veamos que empieza a pasar en EE.UU. tras el trumpazo.

Que sostiene, por ejemplo, Richard Spencer, CEO del NATIONAL POLICY INSTITUTE, un think tank de la derecha-derecha, la que ahora se está aglutinando en la alt right. Quiere crear un etno-estado que aparte a las minorías…[4] Lissardy le pregunta si piensa plasmar ese etno-estado ahora, en “el crisol de razas” [una de las tantas mentiras, mejor dicho semiverdades y por lo mismo semimentiras, acerca de EE.UU.].

Spencer contesta con cierto realismo:

“Lo que espero para el futuro sería la creación de un etno-estado que sirva para toda la gente europea que protegería a su civilización, sí.

¿Y cómo haría eso?

No lo sé, no sé cómo va a desplegarse la historia. Es un ideal que espero que tengamos, que nos motive.”

El CEO del Instituto de Política Nacional distingue el movimiento del que se conside-ra expresión o vehículo (el de la recuperación del poder perdido de la raza blanca) de Trump y su triunfo.

Cuando Lissardy le pone varios ejemplos de coincidencia de la política del NPI con el nazismo, no exento de lógica aclara que las ideas de reafirmación de la raza blanca no son exclusivas del nazismo.[5]

Spencer aclara a lo largo de la entrevista: “La victoria de Trump no era el objetivo final del alt-right”.

Spencer abunda en su racialismo, etnicismo o racismo… “La raza es un concepto coherente. No es un problema determinar la realidad biológica de la raza.

Lissardy tercia: ¿Y si un hispano o afroestadounidense quisiera ser parte de ese estado, lo aceptaría?

Simplemente no puede.”

Sin aventurarnos, por ahora, en incursiones orgánicas o anatómicas, empieza a ser referencial conocer el ímpetu de la alt-right estadounidense, y su matriz.

Procuremos enhebrar la ideología hoy triunfante en EE.UU. con la vigente desde hace tiempo pero hoy más que nunca a la ofensiva en Israel, y que se expresa en el gabinete actual que glosáramos al principio de esta nota.

El concepto de etno-sociedad es lo principal. Fundante y común.

Tiene, empero, algunas dificultades, que a mi modo de ver son menores: 1) la pretensión no-satelitaria de Spencer y su alt right respecto del nuevo presidente; 2) el dérive nazi que es precisamente el origen del largo reportaje de la BBC a Richard Spencer, por su estentóreo grito de “Heil Trump!” [6]

Pero veamos un poco más el origen de la Alt Right. Este movimiento de reciente y creciente protagonismo  se inicia a mediados de 2007, en el verano israelí cuando Andrew Breitbart y Larry Solov, dos judíos estadounidenses (¿o tal vez estadounidenses judíos?) fundan un sitio-e “a favor de la libertad y pro-israelí sin tener que andar pidiendo disculpas (por ello).” [7] Estamos hablando de Breitbart News, el sitio-e a cargo de Stephen Bannon, el brazo derecho del presidente Trump.

Que el invento comunicacional de Solov y Breitbart no sea una cadena de transmisión de la campaña presidencial de Trump habla en favor de un interés propio. Que no nació como una máquina electoral; viene a reforzarla.

El inconveniente de la confusión con lo nazi es sorteable; en pura lógica, la derecha, la derecha más radical no tiene por qué ser nazi… por la sencilla razón que lo antecedió… y lo sobrevivió.  Es el nazismo lo accidental. Esta precisión, rigurosamente histórica, choca con la versión judeosionista que entiende que el nazismo es el non plus ultra del mal en la Tierra; el Mal absoluto, incomparable.[8] Como podría haber sido en su momento, el Ku-Klux-Klan (desde donde Trump tiene también algunos apoyos). Para desfacer este entuerto, consideramos que la alianza EE.UU.-Israel puede operar milagros…

La forma en que Breitbart dice desmarcarse del racismo es peculiar: “Facts aren’t racist. Censorship is oppression.” Los hechos no son racistas. La censura [sí] es opresión. Una falsa oposición en donde el primer término no expresa nada. Porque los hechos pueden expresar actos racistas (o no). Pero la formulación deja ver la incomodidad que sienten los racistas ante el reconocimiento de serlo. El racismo tiene, como verticalismo, autoritario, burocracia, burócrata, mala prensa. Aunque esos rasgos estén presentes en enorme cantidad de individuos, sobre todo con poder.

De este análisis comparativo, lo que me parece medular es el abordaje o la llegada, ahora explícita, gozosa, a la noción de etnoestado por parte de la creaneoteca yanqui (no todos, claro y afortunadamente, pero parece que sí un sector significativo), concepto liminar del sionismo con el cual ha procurado presentarse este movimiento político-ideológico que instrumenta su nosística como si fuera religioso y que, ha formado, históricamente el grueso, amplio grosor, de la población judía en Israel.

El mismo Ariel Sharon decía décadas atrás: “Dejen que yo haga el trabajo sucio; dejen que con mi cañón y mi napalm quite a los indios las ganas de arrancar las cabelleras de nuestros hijos” (Ariel, 1982). Repare el lector que esos “pensamientos” son del mismo año en que Israel dispone el asesinato masivo, el genocidio en suma, de palestinos (miles de asesinados) en los campamentos de Sabra y Shatila, en El Líbano.[9]

Es patente la identificación de Israel con EE.UU. que campea en la odiosa imagen.[10] Sharon, además, siempre insistía en el papel decisivo de Israel y su dirección en el gobierno efectivo de EE.UU. Solía decir: –‘hacen lo que nosotros queremos.’ Y mirado históricamente, no se puede negar su verismo.

Estos dos elementos, la identificación con EE.UU. y la relación de dependencia de los dirigentes (mayoritarios) de EE.UU. para con Israel son el humus sobre el cual se ha forjado ahora la alt-right en Israel para actuar en EE.UU.

¿Seguirá tolerando la ONU la excepcionalidad israelí (que no hace sino confirmar la excepcionalidad bíblica, basada en la confusión entre relatos míticos e históricos)?; ¿podrá sobrevenir un rechazo de la poblac¡ón estadounidense laica y racional que haga saltar el tablero vigente con el libreto en manos de sionistas (ya sea judíos o cristianos)?, ¿asumirá el Reino Unido su responsabilidad histórica por la dosis de maltrato, represión y muerte que ha arrojado sobre la población palestina desde hace prácticamente un siglo? (Corbyn y un ala laborista parecen haber entendido este horror histórico, pero no se ve cercano el momento de una revisión más nacional); o por el contrario ¿la ofensiva racista (pero bienpensante) seguirá acumulando poder luego del colapso soviético, la crisis de los “estados de bienestar” y la profundización de las dificultades ecológicas planetarias?

Difícil pronosticar, por no decir absurdo, cuando nos consta que lo futuro es incognoscible.

Pero registramos la tensión. Porque al mismo tiempo que la globocleptocolonización avanza rauda y financierizadamente destruyendo conocimientos ancestrales de la humanidad, también es cierto que nosotros los humanos no paramos de pensar y de conocer.

Y que, por ejemplo, el genocidio de las naciones de Abya Yala es cada vez más inocultable y difícil de llevar adelante (aunque se sigue haciendo, amparado en odiosas inercias). Y el despojo de la población palestina, que sigue a pasos agigantados, resulta por su parte, cada vez más inocultable.

Cada vez hay más estudiosos, aquí y allá, que están develando estos procesos.

Así que la derecha estará de parabienes. Pero las verdades son tercas.

[1]  Nasser Aruri, palestino y docente de Ciencias Políticas en la Universidad  de Massachusetts, EE.UU., califica a la mediación norteamericana en las “mesas de negociación” palestino-israelíes con el título de un libro suyo, “El mediador deshonesto” (editado en castellano, Editorial Canaán, Buenos Aires).

[2]  “¿Sensibilidad repentina o cómo esquivar responsabilidad ante lo indefendible?”, difundido en wordpress.revistafuturos.noblogs, rebelión.org, kaosenlared, entre otros.

[3]  Los esquematismos periodísticos nos “enseñaron” que David Ben Gurion era socialdemócrata y que Shimon Peres era “paloma”. Léase sobre  sus verdaderas actuaciones con historiadores veraces, como I. Pappe…

[4] Entrevista de Gerardo Lissardy, “Un momento de exuberancia, BBC Mundo, NY, 24/11/2016.

[5]  Más bien al contrario: en los comienzos del  nazismo, Hitler se consideró alumno, seguidor, admirador de los racistas anglonorteamericanos. Habría que investigar si el intento de coincidir con el Reino Unido, todavía en pie con el frustrado desembarco de Rudolf Hess en Inglaterra, en 1940, no expresaba todavía esa sed de alianza con “los otros amos” del mundo…

[6]  Trump salió de inmediato a desmarcarse de semejante socio.

[7]   https://en.wikipedia.org/wiki/Breitbart_News.

[8]  Al respecto Zygmunt Bauman, judío, ha escrito: “El Holocausto no fue la antítesis de la civilización moderna y de todo lo que ésta representa […] el Holocausto podría haber descubierto un rostro oculto de la sociedad moderna, un rostro distinto del que ya conocemos y admiramos […]”, Modernidad y holocausto, 2006.

[9]  Que la mano de obra haya sido “cristiana” no le quita responsabilidad al Estado de Israel.

[10] Con un remate falso, además, como era previsible dados los clisés usados. Porque los principales “coleccionistas” de cabelleras no eran “los indios”, como se suele presentar en la literatura del Far West, sino los blancos que cobraban recompensas por la cantidad de cabelleras indias presentadas. En una sociedad de largas distancias y medios precarios, la cabellera arrancada era garantía de nativo asesinado.

Publicado en Palestinos / israelíes, Poder, Poder mundializado

El totalitarismo democrático supera los obsoletos primos artesanales

Publicada el 04/10/2016 - 17/01/2017 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández

¿GUERRA AL TERRORISMO O TERRORISMO PARA PRESERVAR LA PREPONDERANCIA?

Cuando sobreviene el colapso soviético y con ello el derrumbe casi generalizado del “mundo socialista” (aunque sobrevivan algunos estados, algunas formaciones que se autodefinen socialistas como Cuba o Corea del Norte y otras que se postulan tales como Venezuela), hay una crisis, consecuente del andamiaje ideológico marxista que durante siglo y medio amparó, nutrió, orientó, estructuró lo que se consideraba “El futuro de la humanidad”, el mundo que heredaría al del capital y el mercado.

Y a la vez, un reverdecimiento de la ideología que había ido configurando la modernidad: el liberalismo, con sus atributos “naturales”; el racionalismo, la cientificidad.

Sin embargo, más rápido que corriendo los ideólogos del viejo-nuevo mundo ─inicialmente Francis Fukuyama, y con él una serie de ideólogos─ a menudo autoconsiderados científicos, por ejemplo en el campo de la economía ─el caso paradigmático de Milton Friedman─, desplegarán sus saberes (más bien poderes).

Con el crac soviético se han procesado una serie de strip-teases: el proyecto de control total (y benéfico, según sus mentores) del socialismo iba empalideciendo, la represión iba ablandándose; el desvencijamiento de órganos represivos como la STASI alemana o la Cheka-GPU-NKVD-KGB rusosoviéticas eran cada más notorios… y a la vez, el libérrimo campo liberal iba incursionando en más y más ámbitos de la vida civil, de las vidas privadas, sus organismos de “seguridad democrática” ganaban autonomía y se ampliaban sin tregua…

LA ERA DISTÓPICA

Si a alguien hay que reconocer en este asunto es a Yevgeni Zamyatin, un escritor ruso que en 1920 ─repare bien el lector en la fecha─ escribió su novela de “anticipación” científica o, como se dice hoy día, la distopía Nosotros.

Una novela, muy bien escrita, sobre el mundo nuevo, edificado con casas de vidrio para facilitar el control y la omnipresencia de los que saben, guían, pueden, y el relato de la resistencia y su peripecia. Un relato asfixiante, sombrío.

Después de Zamyatin no sobrevienen casi utopías de signo positivo, como habían sido casi todas, hasta entonces (si el lector aceptaba sin chistar esos universos presentados como buenos y a la vez carentes de la más elemental libertad,  como la Utopía de Thomas Moro ─1516─  o El año 2000 de Edward  Bellamy ─1892─ , es otro cantar).

El universo soviético inspiró si no la primera distopía sí un torrente de ellas pensadas sobre el trasfondo de estados totales  (Kallocaín, mezclando horrores del universo soviético y del nazi sería una destacada, con personajes de enorme complejidad, Karin Boye, 1928).

Henos aquí situados en el dramático entrecruzamiento de arte y política.[1] Pero ahora estamos situados en el terreno del arte, de la imaginación, no en el de la política. En la política en “Occidente”,  vivimos prácticamente todo el siglo XX con la cómoda división de libertad y tiranía, de autonomía vs.  heteronomía. Que muchos intelectuales occidentales procuraban hacer coincidir con la geografía: Occidente vs. Oriente…. (allí estaba lo ruso, lo chino, lo árabe, etcétera).

Sin embargo, las cosas no son tan sencillas ni lineales como pretendieron quienes se salieran con la suya ante el colapso soviético: la sociedad de control occidental recubría su democraticidad aparente con un trasfondo heterónomo cada vez menos disimulable.

ECHELON: PRIMER ANILLO CONSTRICTOR

El acuerdo entre naciones anglófonas de 1948 ─al año justamente en que Orwell escribió su pesadilla 1984─ según el cual EE.UU., Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelandia establecieron una red mundial de control de las comunicaciones planetarias ─’la red de espionaje mundial que todo lo ve y todo lo oye’─, llamada Echelon, podría habernos dicho que no todo el control era soviético ni todo el universo totalitario nazi y menos todavía que todo margen de libertad era “occidental”.

En rigor ─como le pasó a Orwell─ la pesadilla soviética era tan manifiesta y taxativa,[2] que desdibujó, dejó en la penumbra el otro lado del mundo (el mundo occidental, u ombliguismo mediante, “el mundo”) en que también la heteronomía se afirmaba. A ese quinteto desde el que se supervisaba todas nuestras comunicaciones se lo denomina UKUSA, aunque  informalmente también se lo ha bautizado como “los cinco ojos”.

El llamado “cuarto poder” iba quedando poco a poco, cada vez más, al servicio de algún poder previo, ni siquiera enumerado. Como fue la guerra contra España y “liberación” de Cuba por parte de EE.UU. , 1898, luego que la prensa de ese país culpara a España de un atentado con muertos en el puerto de La Habana, atentado generado desde los mismos “hilos” que hicieran la denuncia. ¿La prensa revelaba aquí un carácter cómplice del poder que al menos teóricamente jamás se había atribuido? ¿Quedaba la posibilidad de un periodismo crítico al poder?  Quedaba, sí, pero en coexistencia agónica con medios de comunicación, de incomunicación, del poder.

Con la llegada de la “era digital” aquel acuerdo anglófono se remozó y aunque el control telegráfico se fue extinguiendo y se mantuvo el control y espionaje telefónico, de teletipos y postal,  junto a tales medios de comunicación tradicionales, la computación fue abriendo todo un océano de intercomunicación que las redes de espionaje de Echelon se apresuraron a cubrir. A los efectos, en la década de los ’90 Echelon se había multiplicado de modo radical y cubría con macroprocesadores cientos de miles de millones de operaciones por segundo mediante un sistema de búsqueda de palabras clave (de frases y hasta de sonidos). Para lo cual se había adaptado totalmente la legislación sobre interceptaciones de telecomunicaciones, faltaba más. La “cabeza” de esa legislación y de la construcción de los macroprocesadores estaba en EE.UU. de modo tal que todo el universo empresario ciberrnético se fue adaptando sin dificultades ni roces a las exigencias policiales y de control y espionaje madeinUSA.  Toda esa parafernalia denominada «Control estratégico de las telecomunicaciones».

Pero hay que tener en cuenta que, fundado en 1948, se supo de su existencia por primera vez en 1971, gracias a las investigaciones de Perry Fellwock (que publicó su denuncia bajo el seudónimo de Winslow Peck). Había un cuarto de siglo casi en secreto. Fellwock, considerado hoy el decano de los whistleblowers no sólo destapó la presencia de Echelon sino que mostró que el presupuesto de la NSA era varias veces superior al de la CIA, dos de los principales servicios secretos de EE.UU.

En el origen Echelon parece haber sido motorizada por ”la lucha contra el comunismo”, es decir, traduciendo debidamente, por la preservación de “nuestro” sistema de vida. Poco a poco, los alcances y las finalidades se fueron ampliando. Y el control fue adquiriendo su cada vez más desnudo rostro.

El Parlamento Europeo siguió el proceso como pudo. Proviniendo de un semicontinente semivencido, semiocupado y financiado desde EE.UU. fue acoplán-dose a lo establecido en el “quinteto echelónico”, acompañando el control de datos con Enfopol, la “sucursal” europea de control comunicacional que en lugar de optar por un instrumento propio, aceptó convertirlo en auxiliar del ya establecido.

Un informe de dicho parlamento reveló que Amnistía Internacional, Greenpeace y Ayuda Cristiana constituían objetivos de control de Echelon. Y los gobiernos de Francia y Alemania se quejaron del fracaso en negocios y en algunas licitaciones en el Tercer Mundo porque inopinadamente otras ofertas provenientes de “echelónicos” les habían escupido el asado.  Con lo cual aquella predicada finalidad de control ideológico y de “lucha contra el comunismo” al parecer se fue extendiendo… guerra de mercados (no declarada), luego “peligro musulmán”…

La UE ha protestado reiteradamente por estar sometida al espionaje de Israel, directamente usufructuaria de la red Echelon.

Porque no se sabe cuándo pero en algún momento Israel fue incorporado al quinteto UKUSA. Algo llamativo por cuanto se ha sobrepasado el recinto anglófono con un estado cuya lengua oficial es el hebreo (aunque “todo el mundo” aprenda y hable inglés). Evidentemente, las coincidencias pasan por otro lado.

SEGUNDO ANILLO: LIBERALISMO Y SIONISMO

¿EXCELENCIA QUE NO NECESITA DEMOSTRACIÒN?

Israel Shamir, un cristiano ortodoxo converso (de origen judío) ha señalado  la estrecha identidad entre liberalismo y sionismo: “El liberalismo es la ideología que niega ser ideología; pregúntale a un liberal, y te dirá que él está en contra de la dominación de cualquier ideología y cualquier religión.” [3]

En el mismo trabajo Shamir, rastrea las opiniones de Yehuda Bauer, “máximo sacerdote del culto holocáustico” expuestas en una conferencia: “Hay grandes diferencias entre el nacional socialismo, el comunismo soviético y el Islam radical, pero también hay algunos paralelos importantes. Los tres son o han sido movimientos religiosos o casi religiosos. La fe incondicional, casi religiosa, en la ideología nazi era central para la existencia y las opciones políticas del régimen, y fue la ideología nazi el factor central que produjo el holocausto; el marxismo leninismo fue el dogma cuasi religioso por el cual todos tenían que jurar, en el imperio estalinista. Lo mismo vale para el Islam radical. Los tres apuntan a los judíos como su enemigo principal, o inmediato: los nazis los masacraron, los soviéticos planearon en 1932 deportar a todos los judíos soviéticos a Liberia, con la intención obvia de que la mayoría pereciera allá. El mensaje genocida del Islam radical con respecto a los judíos está sonando muy alto y muy claro.”

Shamir observa la enumeración de Bauer y la ausencia del liberalismo. Y se pregunta porqué. Porque: “Un liberal coloca al liberalismo por encima de las religiones ‘corrientes’ y las ideologías; incluso en un plano más elevado que cualquier construcción religiosa o ideológica. Los adeptos de cualquier ideología que no sea el liberalismo son ‘totalitarios’ o ‘fanáticos’, a los ojos del liberal.”

Y aquí viene una observación de Shamir que invita a la reflexión; identifica  esa “actitud arrogante de los únicos dueños de la verdad” con  “la narración judaica del antiguo Testamento, donde se exalta a los devotos del dios Único, situados en un nivel más alto que los ‘paganos’.”

Shamir explica que esa actitud “de superioridad” fue heredada por las tres grandes religiones monoteístas, pero que fue internalizada de muy distinto modo en cada caso y sostiene, por ejemplo, que: “Un cristiano ortodoxo no se consideraba a sí mismo por encima de los musulmanes y los católicos.” En cambio, “el judaísmo moderno (que diverge en gran medida del judaísmo bíblico en otros aspectos) sigue manteniendo esta pretensión insoportable  a la superioridad.”

Con lo cual, remata Shamir, “Bauer está condenando cualquier movimiento moderno basado en la solidaridad, la catolicidad y la comunidad en tanto ‘antijudío’, mientras que el liberalismo le sabe tan judío como el pescado gefilte.” Por eso concluye que la doctrina de ‘la democracia liberal y los derechos humanos’, aquella que los marines anglo-usamericanos  llevan más allá del Tigris  y el  Éufrates  es una forma de judaísmo secularizado.”

La tesis de Shamir es particularmente sustentable porque nos parece nodal que lo que se llama liberalismo, lo que se fue configurando como ideología liberal se constituyó alrededor de derechos señoriales. Pero no de cualesquiera señores. Sino de los señores de la modernidad que rompían ideológica y culturalmente con los viejos señores de horca y cuchillo, con los “mejores” dueños de la espada y/o la toga. Se trata de la nueva capa señorial forjada junto con el desarrollo del capital(ismo) y  la industrialización.

Y ese ascenso señorial es el actualmente naturalizado, al menos en el plano ideológico, cuando se entiende sus derechos como naturales y no condicionados.

Shamir, no sólo atento a cuestiones ideológicas sino a circunstancias bien reales y cotidianas, entiende que la ideología liberal se suelda con el sentido común de la época por “la predominancia de los judíos en los medios masivos y especialmente entre los amos que poseen esos  medios […].”

“El ‘carácter único’ de Israel es un capítulo de esta escuela ‘no religiosa’, bien sea en forma de Holocausto ‘único’ o vínculo  ‘único’ con Palestina, o de amor ‘único’ a la libertad y la diversidad.

”Por cierto, mientras las mezquitas arden en Holanda y las iglesias se derrumban en Israel, ello no despierta ninguna emoción comparable a las que los judíos  echan a andar cuando aparece un graffiti en la pared de una sinagoga. EE.UU. clasifica a sus aliados según su actitud con los judíos. El Templo del Holocausto [llamado ‘Museo’] está edificado junto a la Casa Blanca. El apoyo al estado judío es obligatorio, sine qua non,  para un  político Usamericano.”

“¿Cómo se puede establecer tanta diferencia entre, por ejemplo, las tres religiones monoteístas principales?”,  pregunta Shamir. “Estas grandes creencias [cristianismo, Islam, budismo] no le piden nada a los no adeptos, salvo que se sumen a su unidad. Lo único que la iglesia le pide a un no cristiano es que se vuelva cristiano. Pero el judaísmo no quiere transformar un goi en un judío; eso es algo casi imposible, casi prohibido. […]. El judaísmo tiene exigencias precisas para los no judíos que tienen la desgracia de caer bajo su autoridad. No deberían imitar a los judíos, y por eso mismo al goi se le prohíbe que tenga religión, él no deberá celebrar sus propias fiestas religiosas, ni tampoco ayudar a sus hermanos, debería ser un mero animal económico.” El ejemplo histórico que parece dar toda la razón a Shamir es el trato que dispensa el régimen sionista a sus invadidos y desplazados; la población palestina: atroces políticas de hambre y control, confiscación de tierras, derribo de viviendas, encarcelamientos extrajudiciales, manoseo de derechos judiciales, arbitrariedades en traslados, encarcelamientos sin causa y mudanzas forzosas y violencias varias hasta asesinatos a veces colectivos y tantas otras medidas abusivas que ejerce Israel sobre palestinos.

Algo que adquiere toda su monstruosidad si reparamos en la ilación de la violencia: Mazin Qumsiyeh, un historiador palestino que recopila cronológicamente los atentados  habidos en Palestina a lo largo del s XX,[4] verifica que en todos los casos fueron sionistas los que primero (y a menudo los únicos) que hicieron cartas bombas, sabotaje de instalaciones industriales, hacer saltar en pedazos un edificio o un vehículo (con gente adentro), secuestrar una avión, un barco, atentados contra vidas humanas, asesinatos selectivos y colectivos (como varias aldeas palestinas arrasadas y exterminadas su población), matanzas de prisioneros. Siempre los sionistas primero. A veces, únicos autores de tales atrocidades. Con una excepción: los atentados con inmolación. Ésos, sólo llevados a cabo por palestinos. Una especie de suicidio desesperado, oneroso. El palestino que mata se sacrifica. Veo en ello un parentesco con la filosofía narodniki. Los socialrevolucionarios rusos a menudo cumplían un atentado y morían en el acto o se dejaban detener (vale decir, una muerte lenta). Consideraban que matar a un torturador, por ejemplo, era correcto. Había que hacerlo. Pero que tronchar una vida era atroz. Había que compensarla o, cristianamente, expiarlo.

TERCERO: LA GLOBOCOLONIZACIÓN

Hemos hecho este circunstanciado recorrido por las posiciones de  Israel Shamir porque nos ha llamado mucho la atención la consustanciación que sobre todo en el último medio siglo se ha operado entre las capas dirigentes de EE.UU. y el núcleo sionista asentado en Israel. No podemos olvidar la fanfarronería del asesino Ariel Sharon tranquilizando a sus adeptos temerosos de alguna crítica desde EE.UU. a causa de las atroces políticas del Estado de Israel sobre Palestina y los palestinos  enumeradas sucintamente en el capítulo anterior diciéndoles: ─’No se preocupen, hacen lo que queremos. Somos nosotros los que le marcamos el compás’.

Conociendo a la AIPAC y a que las tres cuartas partes de los diputados y senadores de EE.UU. están fuertemente vinculados  a y/o dependientes de los apoyos del lobby judío, se podría calificar las fanfarronadas de Sharon como altamente certeras (para no insultar en la comparación a los sabios).

Igualmente golpea a mi memoria las observaciones del suequijudío Johannes Wahlström explicitando las posiciones y conclusiones de una suerte de seminario en la Universidad de Jerusalén. En dicho encuentro, Kenneth Jakobson, de la Liga contra la Difamación (ADL por su sigla en inglés), una organización de lobby de judíos en EE.UU. declara: “La única potencia planetaria tiene una posición muy pro-israelí lo cual obedece a que los judíos tienen una posición particularmente prominente en la élite de los medios de comunicación de masas. [a confesión de parte, relevo…] Es algo de lo que podemos estar orgullosos.[…] hasta en EE.UU. sobreviene el antisemitismo que se basa justamente en la afirmación de que los judíos  tienen demasiado poder en los medios.” ¡Epa! La crítica o la queja no parece tan descaminada. Pero Kenneth Jakobson parece de amianto, inmune a la realidad. Remata: “Hay que luchar contra este antisemitismo por todos los medios concebibles; no menos a través de una actividad de lobby para conseguir un mejor control sobre lo que los medios emiten.” [5]

Esta “simplicidad” o linealidad del “razonamiento” de Jakobson  nos explicita algo que en otros casos está un poco más oculto. La Iglesia Universal del Reino de Dios (IURD) tiene una estrecha relación con el Estado de Israel. Hacia el territorio dominado por éste la IURD envía a sus prosélitos para que hagan sus sanaciones bíblicas y su encuentro con “Dios”. Lo cual revela que así como en el terreno militar el ISIS es una organización ampliamente ligada al Estado de Israel,[6] la IURD en el terreno ideológico o espiritual constituye otro “brazo largo” de los intereses sionistas.

Con lo cual anudamos otro enlace, en este caso entre los mass media, la religión e Israel: Moisés, el teleteatro que hace furor en 2016 en Argentina y apasiona[7] a tantos teleespectadores es  un engendro del IURD. Con lo cual, como Monsieur Jourdan,  los televidentes  hacen política sin saberlo.

LIBERALISMO, LIBERTAD DE… ¿QUÈ?

Ya vimos la intranquilizadora omnipresencia de Echelon, las significativas relaciones de sionismo y liberalismo y tenemos a la vista lo que Noam Chomsky designa  ”El estado de vigilancia en los países libres”.[8]

Chomsky describe el alcance del sistema de intrusión y vigilancia,  imposible e impensable apenas décadas atrás. Lo cual nos lleva a advertir qué es lo significativo; si las invocadas libertades o ese generalizado control  que trasmuta tales libertades en sendas sujeciones.

Sin embargo, un rasgo clave le da a este “reino de la heteronomía”  su carácter más preocupante: el que le permite a cada uno sentirse uno mismo, mediante una conformación mental que logra que cada uno haga lo que quiera aunque la inmensa mayoría coincida en hacer exactamente lo mismo; beber el mismo brebaje, usar la misma ropa, cortarse el pelo o pintárselo hasta ser legión de iguales o mejor dicho parecidos, haciendo coincidir en cada uno la necesidad de autoafirmación individual y la de pertenencia gregaria: esta “sensación de libertad” totalmente ilusoria en sociedades globocolonizadas es el gran invento de los dueños, más bien ocultos, del poder.

Chomsky sostiene que la emancipación de lo que resultó ser EE.UU. respecto de su metrópolis británica tuvo mucho que ver con la reivindicación de privacidad de sus habitantes, que el gobierno británico pretendía ignorar. Curiosa y significativamente  ─dice─  es ahora el gobierno de EE.UU. el que “ingresa” en los hogares, rompe la privacidad y lo hace de un modo mucho más insidioso y total que la vieja metrópolis colonialista. Pero no nos chupemos el dedo: la reivindicación de privacidad en los flamantes EE.UU. contra la monarquía británica era el reclamo de señores, propietarios, blancos, libres, varones, alfabetizados. La nueva sociedad no era tan igualitaria como predicaba; preguntémosle a los esclavos y a los nativoamericanos, por ejemplo.

Podemos, empero, coincidir con Chomsky en un aspecto: la invasión a la privacidad ahora, modelo s XXI, se hace abrogando el principio de inocencia (in dubio pro reo): “cada cosa que cualquiera de nosotros escribe en un teclado de computadora podría estar siendo enviado en este mismo instante a las cada vez más enormes bases de datos del presidente Obama en Utah.”

En “el reino de libertad” que es EE.UU., Chomsky pone otro ejemplo: las tribulaciones de un juez por si lesiona algún derecho de un individuo en huelga de hambre al decidir alimentarlo por la fuerza. El “detalle”, previo, es que ese hombre que con huelga de hambre protesta contra su encarcelamiento, lleva doce años en Guantánamo, en calidad de preso sin juicio, sin derecho a defensa (no sabe de qué se lo acusa) y sin tener en consideración la tortura verdadera, sostenida, sistemática, a que ha sido y está siendo sometido. Uno se pregunta: ¿de qué sirve la duda moral de ese juez en lo alimentario si todo el resto de este infame témpano guantanamero se considera ejercicio de libertad, está exonerado de cualquier corpus legal que se supone para humanos (¿o lo legal es solo para hombres libres?).

Defendiendo las libertades básicas y propias del liberalismo se cometen atropellos que sobrepasan muchos de los ejercidos por dictaduras y regímenes “iliberales”, como les gusta a los liberales llamar a quienes no comparten su misma luz.

Chomsky da otro ejemplo histórico, bien material: “En 1981, el gobierno de Ronald Reagan emprendía su guerra contra el terror, que pronto se convirtió en una guerra terrorista, asesina y brutal, primero en América Central, [9] la que se extendió luego mucho más allá del sur de África, Asia y Medio Oriente.”

Otra vez tenemos la trasmutación de libertad y libertades en los más atroces atropellos a seres humanos. Pero santificados porque se invoca la defensa de los derechos humanos y la lucha contra “ogros, que, se nos dice una y otra vez, quieren atacarnos y destruirnos” remata Chomsky.

Tantos los marines, la NSA, la CIA, el MOSSAD como en su momento la KGB soviética o la STASI alemana y hasta la AVH húngara, procuran, procuraban  protegernos. Con todos los horrores y atrocidades propias de toda represión, la STASI o la KGB declaraban hacerlo por tu bien, para volverte al redil.[10]

Pero en el caso de los cuerpos represivos de EE.UU. o Israel los prójimos están apenas entre  “ellos”; existe un principio de separación radical con los que son objetos de examen, acusación, desprecio. Algo que se ve claramente en la forma que trata EE.UU. a quienes considera no-prójimos; en la guerra declarada a Serbia por EE.UU. y adláteres, la aviación norteamericana usó “generosamente” uranio empobrecido, que se sabe es cancerígeno. Hay informes que revelan que los aviadores norteamericanos apenas hacían el picado al descargar las bombas radiactivas para escapar de la radiación resultante. Hubo reiteradas denuncias de enfermedades producidas por radiactividad en la población “objeto” pero también entre “aliados” de la coalición antiserbia; soldados españoles, italianos. No prójimos. Tampoco ellos. Pensemos en el destrozo que ha sufrido Irak, primero antes de la invasión de 2003 y más tarde en la misma invasión.  El elenco de Bush se propuso iniciar un nuevo país, un nuevo estado, una nueva sociedad con lo que quedaba. Ese saldo ha dejado centenares de miles, millones de niños matados, asesinados, despedazados, familias destrozadas, bienes culturales deshechos. Recordemos cómo trata el régimen sionista a Palestina y a los palestinos.[11]

Esta omnipresencia intrusiva, que facilita tantas acciones terroristas para ─se proclama─ luchar contra el terrorismo, es la que ha dado lugar a un tipo de coraje civil, conciencia heroica de nuestro presente que adquiere resonancia en, por ejemplo, las personas de Chelsea Manning,  Julian Assange, Barret Brown, Edward Snowden,  Jeremy Hammond, escritores que se han autovomitado del vientre del monstruo como John Perkins y tantos otros (como en su momento Perry Fellwock, Bill y Kathleen Christison, Philip Agee, y varios más, agentes de seguridad de EE.UU., que se atrevieron a actuar con justicia y no siguiendo a “la justicia” invocada por la organización que los había conchabado).

Porque tuvieron la dignidad de ver lo concreto y no los abstractos atributos que los ideólogos liberales atribuyen a su sistema de ideas (desgajado de las acciones que, sin embargo, acaecen):  “Porque el liberalismo [constituye] como  dijo Ortega «la tendencia a limitar la intervención del poder público [político o religioso]» un principio fuerza que en su abstracción e indeterminación […] permite trascender todas las épocas y convertirse en un referente universal de la vida colectiva de  hombres y mujeres […] uno de los pocos principios transhistóricos presentes  con mayor o menor vigencia en todos los períodos y civilizaciones.”[12]

Este concepto de liberalismo, tan genérico y universal se puede unir a las máximas morales de tantas culturas; querer y respetar a niños y ancianos, obrar rectamente sobre la base de la verdad, p. ej. Pero su nivel de abstracción no nos permite ─tanto las referencias al respeto generacional o los criterios de verdad como aquellas referencias a limitar el poder público─  encarnarlas en fenómenos y acciones concretas. Son aceptables, claro, pero inofensivas para el poder.

notas:

[1] A Zamyatin la novela la costó 6 años de cárcel y el exilio: inesperada clemencia la de Stalin, se dijo.

[2]  El cotidiano Pravda [Verdad] era la fábrica cotidiana de mentiras.

[3] “La tiranía del liberalismo”, futuros, no 11, Río de la Plata, primavera/verano 2007/2008. En este capítulo, todas las citas son de este autor (salvo indicación en contrario).

[4]  Compartir la tierra de Canaán, Pluto Press, Editorial Canaán, Buenos Aires, 2007.

[5] Johannes Wahlström, “Israel styr svenska medier” [El régimen israelí controla la prensa sueca], Ordfront, Estocolmo, 12/2005.

[6] Hay al día de hoy ya no indicios sino abundantes pruebas que dimanan de la ONU y hasta del mismo Estado de Israel (v. http://21stcenturywire.com/2015/02/19/un-report-reveals-how-israel-is-coordinating-with-isis-militants-inside-syria/; http://www.timesofisrael.com/yaalon-syrian-rebels-keeping-druze-safe-in-exchange-for-israeli-aid/.

[7] “Apasiona” en su sentido literal: la pasión es lo contrario de la acción; lo activo es lo contrario de lo pasivo y estar apasionado es estar en modo pasivo ante algo que lo atrae, lo determina, lo esclaviza.

[8] Editado en Página12, 24 /9/ 2016. Las citas en este capítulo son de este trabajo, salvo indicación en contrario.

[9] Poco después, durante 1982 y 1983, EE.UU. le cedió “el honor” de esa “guerra contra el terror” en América Central; en Guatemala, El Salvador y Nicaragua, a los mandos militares de la dictadura argentina y de la “democracia” israelí. Chomsky ha investigado el período: La quinta libertad, cap. Apuntes sobre el mundo libre, Edit. Crítica, Barcelona, 1988.

[10] La vida de los otros, filme alemán ideado por Florian Christian Graf Henckel von Donnersmarck, en 2006, puede constituir un ejemplo de ese pretensión pastoral alojada en algunos escaños policiales del universo socialista.

[11] Avraham Burg, un sionista de la dirección de ese movimiento, ya retirado, recapacitaba sobre la sociedad construida y reparaba que se había quedado sin compasión. Un atributo, una falta de, que se suele atribuir a la sociedad nazi, por ejemplo (“El sionismo está muerto”, futuros, no 8, Río de la Plata, invierno 2005).

[12] Hebert Gatto, “Liberalismo y teoría de las ideologías”, Cuadernos de Marcha, no 129, Montevideo, jul. 1997.

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