URUGUAY: ¿MODERNIZACIÓN O ENTREGA?
por Luis E. Sabini Fernández –
Entre los exportadores mundiales de celulosa, en 2019, cuando todavía no está produciendo UPM, que será la mayor productora de celulosa en Uruguay, es decir, apenas con las dos fábricas de celulosa ya instaladas (Montes del Plata y Botnia), Uruguay ostenta el tercer lugar de producción entre los países del mundo entero.
1o. Brasil (c:a 15 mill. ton); 2o., Indonesia (c:a 5 mill. ton); 3o. Uruguay (c:a 3 mill. ton.).[1]
¿Honroso podio o, por el contrario, reconocimiento a una neoesclavitud rampante?
La lista de países productores de celulosa continúa (en orden decreciente de los volúmenes producidos en 2019: Chile, Portugal, Canadá, España, Finlandia, EE.UU., Holanda, Rusia, Bélgica Alemania, Eslovaquia; todos ellos con menos de 1 millón de ton. anuales (salvo Chile, con una producción similar a la de Uruguay). La lista de países productores podría ampliarse con países que producen montos aun menores (Suecia, Argentina, Marruecos, Francia, Japón, Bulgaria, etcétera).
Volvamos a los primeros puestos. Y establezcamos las necesarias proporciones por la producción indicada, con otros parámetros, como extensión del país y población general.
Brasil, 210 mill. hab. – 8,5 mill. km2 – 15 mill. ton. celulosa
Indonesia 270 mill. hab – 2 mill. km2 – 5 mill. ton. celulosa
Uruguay 3,3 mill. hab. – 0,18 mill. km2 – 3 mill. ton. celulosa
Veamos las dimensiones de la producción a partir de las del número de habitantes; producción de celulosa por habitante.
Si tomamos de base a Brasil, tenemos una producción de 15 000 000 ton. por 210 millones de habitantes, que devienen 75 k. por habitante. En el caso indonesio; el otro gran productor celulosero mundial, produciendo 5 mill. ton. de celulosa con 270 millones de habitantes, tenemos unos 19 k por hab.
Veamos Uruguay: 3 300 000 habitantes para 3 000 000 kilos, resulta casi una tonelada por habitante; algo menos, 900 k. per capita.
Interrelacionando los datos que acabamos de presentar, podemos decir que cada uruguayo carga sobre sus ambientales espaldas 12 veces más celulosa que cada indonesio y 47 veces que más que cada brasileño.
Si consideramos la superficie de los mismos países, tenemos: Brasil, 8 500 000 km2 para 15 mill. de ton., tiene una carga de una tonelada por 1,76 por km2; Indonesia, con su producción de 5 mill. de ton. en 2 mill. de km2, tiene una carga de 2,5 tonelada por por km2.
Pero Uruguay debe acomodar sus 3 millones de toneladas de celulosa en apenas 175 000 km2; debe soportar unas 18 ton. por km2.
Diez veces más que Brasil, unas 7 veces más que Indonesia.
Finlandia, por ejemplo, que está en “el pelotón” de productores, registra en 2019, casi 800 mil toneladas de producción. Finlandia ronda los 5 millones de habitantes y unos 440 mil km2; por ende, su producción de celulosa ronda 2 toneladas por km2 (9 veces menos que Uruguay, si lo estimamos por superficie), y si la estimamos por población, no más de 7 k por hab… contra nuestros 900 k per capita.
Si ajustamos entonces las respectivas producciones de los países celuloseros, vemos que Uruguay es por lejos el país más sobrecargado con producción de celulosa en el mundo entero.
Ese tercer puesto de la tabla de ABTCP, entonces, es engañoso porque no registra la real incidencia de la producción sobre la vida cotidiana de nuestro país, ni nos orienta sobre su peso relativo y su influencia, sobre la vida (y la muerte) de sus habitantes, nosotros, por ejemplo, a partir de los desechos industriales que quedan.
Queda así patentizado el destino ajeno que sufre en este caso nuestro país. Si no hubiera otros tantos signos de lo que es la condición de país periférico, heterónomo, esta recarga desproporcional en la producción mundial de celulosa y en las secuelas que provienen de su producción, lo atestiguaría.
No pretendemos con eso excluir la responsabilidad del propio país en su condición de enajenado a intereses ajenos. A lo sumo, ver si situamos una de tantas problemáticas que nos condicionan, deforman, configuran… Porque todo país periférico y adaptado al mercado ajeno, cuenta con sectores a veces muy minoritarios, pero claves para semejantes relaciones.
Con todas las limitaciones del pensar por analogía, me voy a permitir un par de ejemplos que espero ilustren nuestra situación; esperemos que no nuestro destino.
En tiempos medievales, algunas cortes europeas se proveían de bufones “criados” por secuestradores o compradores de niños que situaban a los pequeños en, por ejemplo, jarrones.[2] Los cuerpecitos se iban adaptando a la forma en que estaban alojados. A medida que crecían, se rompían los jarrones, los niños era realojados en nuevos más grandes para ir configurando cuerpos suficientemente deformados. Para ser “colocados” como bufones, por ejemplo, en cortes que los adquirían para risa y solaz de los cortesanos.
Un diáfano ejemplo de crecimiento heterónomo.
Hace no muchos años EE.UU. envió como su embajador de colonias a un tal James Cheek a la Argentina.
Con su tortuga extraviada, fue la comidilla entre los súbditos que ignoraban su condición. Con su simpatía, totalmente profesional, nos transmitió una imagen que grafica elocuentemente una relación de poder, hoy en día afortunadamente alterada por el avance de los derechos femeninos.
Cheek, encargado de defender y propagar los diversos derechos de pernada del imperio sobre sus colonias, hablando geopolíticamente dijo: ‘Argentina es como una adolescente de 16 años, muuuy bonita, que debemos auxiliar y guiar hacia su vida adulta.’
El sexo, la edad y el donaire que el embajador atribuye a “la chiquilla” son diáfa-nos para intuir la relación que el Sr. Cheek buscaba al cuidar a esa adolescente.
Las relaciones centro/periferia traducen hoy las viejas relaciones imperiales; en todo caso con un ajuste expresivo; centros económica, política o militarmente dinámicos se adueñan de palancas políticas o recursos económicos, jurídicos, mílitopoliciales, para asegurarse “los suministros” desde ese ancho mundo que no les es ajeno; la periferia.
Allí estamos nosotros, creyéndonos ombligo de algún mundo, pero haciendo de niño de los mandados, para que, por ejemplo, flotas pesqueras ajenas se lleven la riqueza ictícola de nuestras aguas territoriales, la agroindustria corporativizada, extranacional se lleve de nuestros campos su humedad en forma de porotos transgénicos de soja; la industria del papel se apropie de campos otrora de excelente calidad, por su irrigación, para agricultura y ganadería, alimentos sanos, para reconvertirlos en monocultivos forestales; el puerto de Montevideo, en algún momento un sitio pivot excelente, para dinamizar nuestra economía, devenido en asiento de redes privadas poco menos que inamovibles, fagocitando toda circulación de bienes para su exclusivo provecho despojando al puerto de su función benéfica para la economía local, nuestra.
Una total indefensión ante la contaminación. Más cierta complicidad por pasiva.
Todos esto, desde corporaciones ajenas a nuestra estructura económica, política y cultural local, que cosechan los beneficios que derivan a sus entidades matrices más las pequeñas comisiones para el “personal de apoyo” local.
Para el paisito, como ley de hierro, queda sólo el empobrecimiento y el envenenamiento progresivos.
notas:
[1] fte.: ABTCP, Associaçao Brasileira Tecnica de Celulose e Papel, 2019.
[2] Victor Hugo en El hombre que ríe se refiere a dicha “industria”.