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Palestinos                                                                                                                   25 05 06

Publicada el 07/05/2025 por luissabini

NORMALIZACIÓN DE LO INORMALIZABLE

Luis E. Sabini Fernández

Un curioso alineamiento se está gestando ante el descaro de la operación genocida israelí sobre la población palestina.

Por un lado, aun en medio de un “bostezo del mundo”, como muy gráficamente pintara Jonathan Cook nuestro presente planetario, bostezo al menos institucionalmente indiferente ante el escándalo de la matanza programada −no de individuos o grupos, lo cual ya sería gravísimo, sino de millones de habitantes en proceso de exterminio− que el sionismo ha decretado como judío y sagrado.[1] 

Empiezan a aparecer, en proporciones cualitativamente diferentes, judíos que rechazan esa “limpieza étnica”, o al menos rechazan que se la haga en su nombre.

Siempre hubo judíos, desde el origen mismo del conflicto que rechazaron este tipo de “soluciones”. Judíos lúcidos, valientes, respetuosos ante la población radicada en Palestina; recuerdo el mensaje de un socialrevolucionario ruso, narodniki judío, a fines del s xix, criticando a los sionistas que procuraban engañar a los natives y de ese modo, robarles la tierra, o al poeta judío palestino Jakob de Haan, que se negó a dejar de dialogar con los árabes y los sionistas lo asesinaron como escarmiento (1924), o a Marek Edelman, del Gueto de Varsovia, que no aceptó plegarse al suicidio colectivo de los sionistas dirigidos por Mordejai Anilevich, escapó por las cloacas varsovianas, al año siguiente debió enfrentar otra vez a los nazis, ahora bombardeando toda Varsovia, se restituyó a la vida civil tras la derrota nazi, recibiéndose de médico, y cuando el flamante Estado de Israel que capitalizaba los resultados de la lucha antinazi lo invitó a “la patria judía” como héroe de guerra, declinó semejante “honor” rechazando de plano la actuación sionista y el engendro israelí.

Podríamos recordar también a los refuseñik, los 52 osados militares israelíes que en la primera década del s xxi, se negaron a seguir matando civiles palestinos en los territorios que Israel reclamaba para sí (o en territorios conexos… como con la guerra contra Egipto, o contra Líbano). Pero advirtamos que los 52 valiosos objetores formaban parte de un ejército con más de cien mil miembros. 52/100000….5/10000, 0,5 /1000: uno cada dos mil soldados resiste la masacre racista e imperial. Es mucho para el objetor, es poquísimo  en términos de resistencia social al abuso.

En este presente psíquica y culturalmente insportable de 2023 en adelante, son más los judíos ahora que se desmarcan de la banda enloquecida de Ben Gvir, Bibi Netanyahu y Bezalel Smotrich.

Pero el desmarque tiene valor si advierte la hondura del genocidio en acción, y si la reacción llega a donde tiene que llegar: a dar con la causa de la situación.

El conflicto palestino-israelí es el más largo de nuestro presente, de nuestra contemporaneidad; tiene casi siglo y medio de “edad”: arranca cuando el yishuv –la colonia judía en Palestina− que se supone está allí desde tiempo inmemorial; experimenta un cambio que lleva a una doble designación: el viejo yishuv y el nuevo yishuv; este último con la llegada de sionistas de “nuevo cuño”, europeos, askenazíes. A finales del s xix.

El sionismo no se confundió nunca con toda la colectividad judía en país alguno. Pero el avance a veces arrollador de los sectores sionistas dentro de las colectividades judías siempre fue en ascenso, sobre todo a partir de 1948, con el establecimiento del Estado de Israel. Y sobre todo, muchos judíos, aun sin adherir a las tesis sionistas (retorno al presunto país original), tendieron a aceptarse como parte del mismo mundo, del mismo etnos, del mismo origen. Aunque el origen de las diversas manifestaciones judías a lo largo de la historia sean o hayan sido tan disímiles. Tanto es así, que el proyecto sionista que busca asentarse en Palestina proviene de judíos askenazíes, fundamentalmente descendientes de jázaros que, étnicamente, poco y nada tienen que ver con los judíos del Mediterráneo Oriental, de las presuntas tierras bíblicas (algo que le constaba al mismísimo David Ben Gurión, fundador del Estado de Israel).

La pregunta que nos hacemos es: ¿de dónde proviene este descaro psíquico, esta suficiencia que le permite  a la dirección sionista, y con inmenso apoyo de la población israelí, este comportamiento tan pero tan poco humano?

Tanta ausencia de diálogo, tanto orgullo de sí, tanta chutzpah.

Lo grafica la instantánea que una decena de soldados femeninos se sacaron, festivas, en medio del derrumbe generalizado de edificios de diez pisos en Gaza, con o sin gente (palestina) entre sus escombros.

Entendemos que lo que está en cuestión no son sólo las personas tan depravadas como parecen ser los del elenco gobernante israelí. Primero y principal, porque esto no comenzó el 7 de octubre de 2023. Si uno rastrea la historia, tanto la reciente; el tratamiento de las manifestaciones por la tierra de 2019 y 2020, como las invasiones sistemáticas a la Franja de Gaza luego de las elecciones palestinas de 2006, con veedores internacionales confiables que verificaran que la población no aceptaba ni la ocupación israelí ni la dirección de la Autoridad Nacional Palestina (bueno es recordarlo); una supuesta dirección política revolucionaria cada vez más conciliadora con la ocupación, que lo hacía a cambio de un poco de dinero, marginal, algún título o cargo y una cuotita de poder.

O antes todavía, cómo Israel ahogó en sangre las intifadas, o en 1948, con qué frialdad el ejército israelí llevó adelante el Plan Dalet para adueñarse por la fuerza de todo el territorio palestino (lo que los palestinos recuerdan como la Nakba), o antes todavía, cómo el sionismo con sus organizaciones militares y clandestinas junto con el poder colonial británico ahogaron en sangre la huelga general con tomas de lugares de trabajo, de 1936 a 1939 (la sangre de miles de hombres y mujeres palestinas).

Porque frente al ansia de tener una tierra propia, que los palestinos empezaron a sentir cada vez más en espejo a la demanda sionista y en consonancia con el surgimiento −que viene del s xix−, del panarabismo reclamando el autogobierno de la tierra que pisaban, el sionismo sintió, desde el primer momento, que lo suyo era “distinto”.

No era esa ansia de terruño lo que estaba en juego; era su “singularidad”; que lo lleva a odiar el “concepto de ‘normalidad’, que infiera que los judíos “son similares a otros pueblos y tienen el mismo deseo de estabilidad que otras naciones”.[2] Porque “la derecha israelí entera está unida en su resentimiento a la idea de normalidad y su creencia [está], en línea con la religión judía, en que los judios son excepcionales, distintos de otros pueblos y naciones.” (ibíd., p. 67).

Sentirse diferentes, en rigor, exclusivos, tiende “naturalmente” a sentirse por encima. E Israel Shahak ilustra esta penosa cuestión con el testimonio de un rabino, Ovadia Joseph, “renombrado por su erudición halajática [se refiere a derecho de familia y de personas]” que aclara en un escrito anterior a 1996:  “El gobierno israelí está obligado por la ley internacional a custodiar las iglesias cristianas en la tierra de Israel, aun cuando esas iglesias son definitivamente sitios y lugares de culto de idolatría [pese a que] nuestra ley [religiosa] nos ordena destruir toda la idolatría y a sus servidores hasta que la desarraiguemos de todos los sitios de nuestra tierra y de todas las áreas  que seamos capaces de conquistar.” ¡Un strip-tease de los designios de universalización y de imperio de la fe judía que no estamos acostrumbrados a presenciar!

Shahak y Mezvinski no escatiman la mirada a la intolerancia y el dogmatismo del universo judaico. Dov Albaum, un religiólogo judío,  consideraba que la libertad de prensa es un asunto desconocido en la prensa haredi [judíos extremistas o radicales; sionistas y antisionistas], proclamando, en cambio, “el derecho de nuestra gente a no conocer ciertas cosas”  (ibíd). Shahak concluye: “los rabinos censores deciden que es lo que el público no debe saber”.

Los haredim gozan de enorme predicamento entre judíos, religiosos o no. No deja de ser penoso el “razonamiento” que eleva a estos religiosos a la cumbre de la humanidad: Yitzhak Ginsburgh, rabino, explicaba desde la prensa (Haaretz), en 1996: “Si cada célula particular de un cuerpo judío entraña divinidad y en consecuencia es parte de Dios, entonces cada hebra de ADN es una parte de Dios. Por lo tanto, algo es especial respecto al ADN judío.” (ibíd.) Una inferencia gratuita pero presuntuosa…

Más allá de la tautología, interesa su trascendencia práctica. Ginsburgh está hablando de transplantes de órganos (y cuando uno dice transplantes, dice tráfico… como se ha comprobado reiteradamente en clínicas religiosas judías). Ginsburgh prosigue: ”Si un judío necesita un hígado, puede tomar el hígado de un no judío inocente para salvarse […] la vida judía tiene un valor inifinito. Hay algo más sagrado y único respecto a la vida judía.”  ¡Nos está diciendo que la vida y los órganos de no-judíos no importan! (salvo si son de utilidad para judíos).

Shahak y Mezvinski contextualizan tanta religiosidad espiritual, acercándonos a algo más material: “Es digno de señalarse que el rabino Ginsburgh es uno de los autores de un libro alabando a  Baruch Goldstein,[3] el asesino de la Caverna de los Patriarcas.” (p. 116) Ginsburgh aclara en ese libro que: “la muerte de no judíos por parte de judíos [asesinar en nuestro lenguaje] no constituye un crimen y que la muerte de árabes inocentes por razones de venganza es una virtud judía.”

¿Una virtud judía? Equiparable, en el “mejor” de los casos a las vendettas de los más conspicuos grupos mafiosos. Shahak y Mezvinski aclaran que ninguna autoridad religiosa israelí ha contradicho las afirmaciones de Ginzburgh y que prácticamente todos los políticos israelíes guardan silencio o incluso algunos lo han apoyado.

En el sionismo religioso, otra voz fuerte es la de Lubovich. Un rabino de tal cofradía es quien está “elevando” al actual presidente argentino Javier Milei a las regiones judías de mayor espiritualidad. El rabino Lubovitcher, conocido con el nombre de Menagem Mendel Schneerson, cabeza visible del movimiento Chabad, tiene enorme influencia en EE.UU. y ha caracterizado la línea hared desde las últimas décadas del s xx hasta nuestro presente. Schneerson nos dice, por ejemplo: “la halajá estipulada por el Talmud muestra que un no judío debe ser castigado con la muerte si mata un embrión, aún si ese embrión es no judío, en tanto que un judío no debe serlo aun si ese embrión es judío.” ¡Radical desigualdad de tratamiento! Una desigualdad reforzada como para que quede clara la diferencia de estatuto humano. Nos orienta (sin querer, puesto que él escribe y prescribe en hebreo, que no conozco, y yo puedo leerlo gracias al trabajo esclarecedor de nuestros autores, Shahak y Mezvinski).

Recapitulan al rabino Lubovitcher: “La diferencia entre una persona judía y una no judía surge de la expresión común ‘Diferenciémonos’.  Así, no tenemos un caso de cambio profundo en el que una persona está meramente a un nivel superior. Más bien, tenemos el caso de ‘diferenciémonos’ entre dos especies totalmente diferentes. Esto es lo que necesita decirse respecto al cuerpo: el cuerpo de una persona judía es de una cualidad totalmente diferente a la del cuerpo de [los integrantes de] todas las naciones del mundo.” ¡Acabáramos! Los nazis eran aprendices…

Entiendo que esto explica diáfanamente el desprecio por la vida humana palestina,  no judía. Y el desprecio por las vidas árabes en general.

Por eso, algunos judíos tan orgullosos de su excepcionalidad, como por ejemplo Gabriela Balkey,[4] aun condenando las atrocidades de la banda facinerosa comandada por Beniamin Netanyahu, no llegan a la raíz del problema. Del origen del problema; una ideología, religiosa, que tanto ha identificado un pueblo, una etnia, con un dios (propio, exclusivo). Balkey despliega, con naturalidad y modestia, ante el lector, la cantidad de “lumbreras” que el pueblo judío ha brindado en proporción incomparablemente mayor a la de cualquier otra etnia. Y defiende al Talmud como “escuela de debate, duda y reflexión”, pasando por alto las exclusivistas, atroces afirmaciones de la fe judía que Shahak y Mezvinski han puesto a nuestro alcance, para tener al menos un atisbo de la “superioridad” moral, la impudicia que sustenta la ética judía ortodoxa.

El aporte de Shahak y Mezvinski completan el cuadro de enorme desconfianza que tenemos hacia las teocracias verticalistas, en este caso ante el judaísmo (como con el Islam y buena parte de las iglesias cristianas), todas ellas dedicadas a interpretar y obedecer a algún dios).

El abordaje de Shahak y Mezvinski patentiza la situación absurda del “orden penal internacional”, totalmente inerme ante la política israelí. Los representantes de la ONU, ante Israel, actúan como los tres monos sabios.  

Pero esto no es nada nuevo. En 2004, antes de convertir a la Franja de Gaza en un campo de muerte “a fuego lento”, antes de las invasiones mortales a la Franja, rabinos pidieron en una carta elevada al ministro de defensa israelí de entonces, Shaul Mofaz,[5] que el ejército israelí no vacile en matar civiles palestinos: “Los rabinos citaron un mandato talmúdico, manifestando que ‘nuestras vidas están en primer lugar’.”

La carta fue firmada por un número de rabinos israelíes incluyendo a Haim Druckman, un ex miembro del Knesset que dirige el gran movimiento fundamentalista; Eliezer Melamed, director de una universidad religiosa y Youval Sharlo, director de otra universidad talmúdica en Petah Tikva que combina estudios talmúdicos y servicio militar activo.

Los firmantes son ortodoxos, son los que influyen en filas militares.

Otro rabino, famoso, Dov Lior, argumentó que las vidas no-Judías no tienen santidad, especialmente en tiempos de guerra. Lior es otro de los que ha elogiado y alabado públicamente a  Baruch Goldstein. Lior no se va con chiquitas; consideró a Goldstein un «gran santo», y remató:  «miles de vidas de no-judías no valen ni una uña de un judío».

Lior apoyó entusiastamente el asesinato de civiles palestinos en Rafah, diciendo que  «es muy claro a la luz del  Torah que las vidas judías son más importantes que las vidas no-judías». Lior pertenece a los más altos sitiales del rabinato israelí.

Si a ello sumamos la enorme cantidad de judíos progresistas omnipresentes, a menudo críticos del estado de cosas, pero con un resguardo PEP (progresistas excepto Palestina), empezamos a entender por qué la ONU se encuentra en semejante pantano de irresolución, pese a los esfuerzos de su secretario general, el portugués António Guterres, porque resulta imposible de legislar entre naciones y países con tan divergentes presupuestos. Y con tan poco coraje civil para enfrentar el poder de los subsidios.

Todas las exhortaciones, casi súplicas onusianas, caen en el saco roto israelí. Por eso, con total desparpajo y sinceridad, Israel, su dirección, anuncia, por ejemplo, «la conquista de Gaza» –expresamente prohibida por los estatutos onusianos−, pero de inmediato declara mentirosamente que programan el desplazamieinto de sus pobladores “para su protección”. En realidad, una propuesta propalada casi simultáneamente nos devuevle a la realidad: Israel quiere desalojar a los gazatíes y enviarlos, empaquetados, a Jordania y a Egipto.

Desgazatizarlos, deshistorizarlos. Y si los matan en el camino, no   les   importa. □


[1]   Una de las tantas incongruencias y saltos mortales ideológicos a los que las grandes potencias (incluida la judía) nos tiene acostumbrados: el sionismo se pretende laico, no religioso y a la vez recurre a textos que supone ”sagrados” para legitimar sus acciones. Como apunta ácidamente el historiador Laurent Guyénot: ‘no creemos en dios, pero él nos dio esta tierra.’

[2]  Israel Shahak y Norton Mezvinski, El fundamentalismo judío en Israel, Ed. Canaán, Buenos Aires, 2015.

[3]  Un médico judío que ametralló a  musulmanes orantes, asesinó a algunas decenas, siendo ajusticiado por los sobrevivientes.

[4]  “No hablan en mi nombre”,  Brecha, 2 mayo 2025.

[5]  Carta de rabinos al ministro de Defensa, 7 set. 2004.

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BASURA NUESTRA DE CADA DÍA

Publicada el 20/04/2025 - 25/04/2025 por luissabini

por Luis E. Sabini Fernánez / 16 abril 2025

Uruguay se acerca a elecciones departamentales y municipales. De intendentes, alcaldes y juntas locales.

Es el tiempo para enfrentar, una vez más, incontables problemas y aspectos deficientes y en particular enfrentar, una vez más, “la basura”.

Hasta su denominación es problemática y no ayuda a resolver el problema que todos percibimos.

Cuando los vecinos de Villa Olmos (relativamente cerca de Soca) se nuclean para resistir la instalación en sus inmediaciones de un basurero gigante y central, que se supone para todo Canelones, tal reacción nos resulta totalmente comprensible.

Porque “la basura” así dispuesta no es sino fuente de contaminación callada, subterránea a medio plazo (que mal gestionada, producirá contaminación de inmediato).

Porque intentar resolver “la cuestión de la  basura” mediante recursos técnicos es un error serio, incluso grave, porque es una cuestión cultural.

Es decir, que nos atañe a todos los que vivimos en una sociedad.

Y las soluciones técnicas son las cómodas, las que nos simplifican, nos facilitan, etcétera. Pero nosotros, como integrantes de una sociedad, como consumidores, como productores, generamos “basura” de un modo tan permanente, continuo y tan heteróclito, que forma parte de nuestro estar-en-el-mundo; en una palabra, forma parte de nosotros.

Los famosos y hoy omnipresentes contenedorcitos, tan primorosos y  bien proporcionados, que fueron “presentados en sociedad” como una solución a la misma cuestión, hace ya décadas, por el entonces intendente de Montevideo, arquitecto y paisajista Mariano Arana, nos alejaron de la solución. Por ser precisamente una solución meramente técnica, de aparatos.

Cuando vemos un contenedor casi vacío, con todos sus dispositivos aptos, y alrededor desparramados a muy corta distancia, desechos varios, bolsas de desperdicios, advertimos que la población, que un sector de la población, no entiende ni atiende lo de “la basura”. Ese contenedorcito nos está diciendo que hay gente que no “dialoga” con ese aspecto, problema, rasgo constitutivo de nuestras sociedades presentes, consumistas pero irresponsables.

Uruguay ha sido estragado, culturalmente, por el awol. American Way of Life. Sobre todo, desde 1945, con la hegemonía cultural de EE.UU. en aquella posguerra. Uruguay, como “todo el mundo”, aceptó alegremente aquella “revolución de la vida cotidiana”, el use y tire, la plastificación de nuestros utensilios y recursos, el lavilisto, que además coincidió con un período de “vacas gordas”. Cuando tales vacas enflaquecen (en 1957 se suspenden las importaciones por falta de dólares en el BROU, Banco de la República Oriental del Uruguay, entonces la institución a cargo de la regulación cambiaria del país), y “los orientales”, por lo menos los de a pie, empezamos a apretarnos el cinturón, aquello del use y tire… pervivió.

Nuestra sociedad aceptó gustosa la comodidad. No avisaron que venía con venenos nuevos, desconocidos.

Los más memoriosos tal  vez recuerden, en mi infancia estaba “el hombre de la bolsa”, no sólo para asustar niños que macaqueaban con la comida, sino también, y en serio, para retirar botellas, entonces de vidrio. Era “el botellero”. Se refundían.

Y mi padre, cada tantas semanas me daba una pila de diarios viejos que yo iba a cambiar por unos vintenes para mí, es decir a venderlos. Tenía dos “clientes”: el verdulero de la esquina o, caminando unas cuadras más, el depósito de diarios; se procesaban industrialmente como cartón gris.

Y luego del horario escolar, algunos “adultizados” salíamos a recoger metales por la calle y revenderlos: desde pomos de pasta dental hasta latas de alimentos en conserva, pasando por tapas metálicas de botellas y un montón de etcéteras.

Era el tiempo en que el sobretodo ya gastado de papá trasmutaba en saco de señora y, con una nueva metamorfosis, en chaqueta del nene…

Y los perros y gatos, que todavía no se habían transfigurado en perrhijos o gathijos, eran, de facto, omnívoros. Porque comían los restos de las comidas de sus dueños. Pero no sólo del asado dominguero, sino de los guisos, las pastas, de todas las comidas que ya los humanos de la casa no ingerían.

No existía esa comida para perros, de primera calidad, que viene en avión desde EE.UU. especialmente fletada para que tu perro goce al parecer manjares (aunque también hay que registrar que los perros antes no presentaban tumores y hoy en día, suelen formar a menudo varios,  un solo perro…).

Hasta 1945 existía, por cierto, el desperdicio. Pero el fuego reducía al final  toneladas a gramos de ceniza. Hasta la difusión de los plásticos. Una difusión que fue como un reguero de pólvora. Y que impide “la quema” (que por ignorancia o tozudez se prolongó un tanto, pero la quema de plásticos es tan pero tan tóxica que hasta el menos avisado la rehúye).

Y así ahora, “la basura” son toneladas. De plástico en primer lugar, pero también de todo lo que no se reúsa ni se recicla, ni se rehace.

“La basura” ahora es además un conglomerado tóxico, cuyos lixiviados son fuertemente venenosos (y que por la ley de la gravedad van hacia las aguas fluviales o subterráneas).

Y es una cuestión cultural porque nos atañe a todos. Incluso a los idiotas.[1]

Si advertimos que lo de la basura es lo que nos sobra a todos nosotros (a menudo después de haber hecho uso de algo, a veces ni siquiera), el camino a seguir, el partido a tomar, tiene que ser qué hacer con ello.

Con el plástico, dadas todas sus toxicidades (hoy tenemos microplásticos en los tejidos de nuestros cuerpos, hasta en las placentas), negarnos a usarlo en la medida de lo posible o reducir, ir reduciedndo sus usos.

“Las bolsas de plástico” llegaron a ser tan invasivas, en los ríos, arroyos, en los “basureros” y muy especialmente en los órganos digestivos de todos los animales que las ingieren creyéndolas alimentos[2] que han sido finalmente sustituidas por bolsas de papel en los comercios de alimentos.[3]

CUÁNDO SE SUPRIMIERON LAS BOLSAS DE PLÁSTICO EN ALMACENES Y COMERCIOS DE VÍVERES

BanglaDesh, 2002.

Rwanda, China, 2008.

Italia y el DF mexicano, 2010.

Senegal, 2014.

Dinamarca, Francia, Suiza, Taiwán, Irlanda, Israel, Canadá, 2015.  En ese año también se establece la prohibición de tales bolsas en algunos estados de EE.UU. y de Australia.

En ese mismo año, Ingaterra y Alemania establecen pagos para poder usarlas.

Puerto Rico  y Colombia, 2017. En ese mismo año se establece dicha prohibición en Buenos Aires [no sabemos si en la provincia de ese nombre o en la capital federal argentina, homónima] y en otras dos provincias argentinas: Neuquén, Chubut.

Uruguay, España, 2018.

Costa Rica, Chile, 2019

México, 2020

Extraído de internet, diversas fuentes  sobre “bolsas de plástico y su prohibición”.

Los materiales plásticos, con su toxicidad, tanto tiempo escamoteada, pero ya indisimulable, no son el único aspecto de “la basura nuestra de cada día.”

Otro aspecto de los desechos cotidianos son los orgánicos propiamente dichos. Los restos alimentarios  (y otro capítulo son los productos tóxicos que manejamos a diario; desde medicamentos hasta productos químicos de uso doméstico).

Los restos alimentarios, mediante una selección primaria y no complicada, son compostables (excluyendo cárnicos y cítricos).  Existen  las limitaciones materiales que pueden ser decisivas y están en proporción directa a la densidad poblacional.

En tiempos “premodernos”, digamos hasta mediados del s. xx, las viviendas, incluso modestas, solían tener jardín y/o fondo. El compostado y la recuperación energética era tarea cotidiana; había muchos vecinos con plantitas, cosechando albahacas, tomates, morrones, lechugas. Y frutales. Los desechos alimentarios iban a “las gallinas”.

En nuestro presente, la población “de apartamentos” ha aumentado considerablemente. No hay fondo, no hay gallinas (ni los quiere haber). No es sólo es cuestión de densidades; es también de formas de vida.  El eje de nuestro comportamiento social pasa hoy por el celular y su presunta información (en rigor, dispersión), por la conectividad (ésa sí bien real), la modernización, la tercerización…

LAS COMPARACIONES SON ODIOSAS: ALEMANIA

Alemania, 60 millones de habitantes en un territorio equivalente a un Uruguay y medio, tuvo que resolver el “apretujamiento”. Luego de diversas tentativas, algunas penosamente modernas, como el quemado de toda la basura para su recuperación energética que le significó un deterioro de la calidad del aire (pese al enorme desarrollo de los filtros industriales), encararon un sistema denominado incialmente DUALESS (hoy DUAL), por el cual fueron recuperando diversas áreas del consumo, escalonadamente.

En 1986, ya habían llegado a recuperar el 86% de los envases y embalajes utilizados en el país. Aspiran a llegar al 96% de los materiales que llegan a cada hogar. Debieron comprometer a la pobación con,  por ejemplo, variados recipientes para alojar en ellos vidrios, plásticos (PE, PES, PVC, PET) diferenciados, metales, papeles blancos o impresos, etcétera. Encarar  así la reducción de “basura” no es una cuestión meramente técnica. Es algo que desafía nuestras pautas culturales y de comportamiento.

Como sociedad  tendremos que ir buscando las mejores soluciones. O las menos malas.

Nuestra idiosincrasia no es como la germana. Pero el problema que tenemos con “la basura” es del mismo orden. Sabemos que recuperar no es tarea sencilla. Uruguay, que hace unas décadas tenía hornos de fundición de vidrio a escala industrial, los ha perdido todos. Por miopía de gobernantes que se dejaron apabullar por la invasión literal de la petroquímica y sus señuelos, imaginando un futuro paradisíaco.

Algo similar sucede con los artefactos electrónicos. ¿Por qué dejarle sólo a las sociedades del sudeste asiático la tarea de recuperar los materiales y metales de los artefactos  y artilugios que ya no funcionan (porque su vida últil es corta, y cada vez más corta).

¿Qué es mejor?, ¿sustraer cables eléctricos en desuso (o a veces en uso), fundirlos para desembarazarse de los forros plásticos, contaminando el aire y terminar exportando el cobre? (Uruguay es país exportador de cobre… sin yacimientos propios). ¿O desmontar la aparatologíìa electrónica caduca u obsoleta y recuperar sus partes, por ejemplo, metálicas?

Tenemos mucho para elegir u optar para seguir viviendo en, del y con el planeta.□


notas:

[1] Uso la palabreja en su sentido etimológico, original: en griego se llamaba idiota a quien sólo se preocupaba de su esposa o de sus hijos o su perro, y no atendían “la cosa pública”, la convivencia.

[2] En Costa de Marfil se las prohibió tras verificar que la mayoría de las muertes de ganado doméstico se produce por su ingestión.

[3] Algo que no nos resulta muy honroso es que dicha sustitución se haya concretado en nuestro país cuando era ya “cola de perro” en el concierto internacional de sustitución y rechazo de tales bolsas.

Publicado en GeneralEtiquetado como ambiente, ecología, Uruguay

URUGUAY: DESTINO DE PAÍS

Publicada el 20/04/2025 por luissabini

5 abril 2025

por Luis E. Sabini Fernández

Vivimos una sociedad amansada. Pero nos está meciendo un viento de resistencia a tanto despojo hasta ahora impune.

Con el paso del tiempo, la presión de diversos inversionistas ha crecido en nuestro país, pero ya no somos tan inocentes o cómplices.

La forestación y el agua  parecen ser dos atractores fundamentales.[1]

El papel de productores de celulosa asignado en los diseños globales al Uruguay hoy está no sólo a la vista sino reconfigurando toda nuestra realidad territorial, económica y productiva: UPM-exBotnia en el río Uruguay, Montes del Plata en Conchillas sobre el Plata, UPM en Pueblo Centenario sobre el río Negro, ya construidas y en funcionamiento, y con intenciones de establecerse otra planta en Laguna Merim, al este de nuestro país y hasta se habla de una quinta en el litoral atlántico, al sureste. Con lo cual convertirían al Uruguay en el atendedor del P.H. de buena parte del mundo…

La escala es relevante y la gran escala deshace a las economías medianas y pequeñas.

Desde 1984, el accionar de las multinacionales no ha hecho sino acentuarse. Con el auspicio de la ideología progresista, empeñada en confundir el progreso tecnológico y capitalista con el despliegue  saludable de las potencialidades humanas, los consorcios transnacionales tuvieron el campo de acción más despojado, si cabe.

Más allá del optimismo inicial por “las grandes inversiones multinacionales”, la total indefensión del país, recubierta de optimismo gracias a  un “excelente grado inversor”, con los años, las décadas, vamos viendo el revés de esa trama. No se protege al país, se protege a los inversores y emprendimientos que esas mismas corporaciones transnacionales establecen en el país.

Hay aspectos valiosos también en esas inversiones, como el desarrollo de energía eólica (en un país, el nuestro, que cuenta desde hace un siglo con otra energía renovable de enorme valor ambiental; la hidroeléctrica). Pero el costo de inversión de estas energías renovables, de baja toxicidad, no le ha permitido al país poner a disposición de sus habitantes energía a bajo precio.

La crisis del agua, la acumulación de residuos y su escasa recuperación,[2] el deterioro de la infraestructura vial (que también, a la vez, ha mejorado en los últimos años), constituyen diversos gravámenes a nuestra calidad de vida.

Que de un tren que le ha costado al país miles de millones de dólares, solo veamos la impecable vía nueva  que traslada celulosa y productos químicos tóxicos que eventualmente se irán desperdigando por nuestras tierras y suelos, es un dato adverso. Porque en el país se asientan tecnologías nuevas −favorables o desfavorables− pero entre nosotros, su población, aumenta la cantidad de los “sin casa” o sin techo.

Ha aumentado la tasa nacional de mortalidad,[3] y aunque ni las estadísticas ni los analistas alcancen a discernir las causas, es evidente que ése es un signo de deterioro humano y de que no vivimos mejor.

Lo mismo tenemos que decir ante las progresivamente  menguadas tasas de natalidad.

Solo los animales en cautiverio, las especies en peligro de extinción, la fauna afectada por diversas zoonosis, presentan disminución poblacional.

Y nosotros, sociedad humana, ¿somos tan distintos?

Llegamos al siglo xxi y nos acosan propuestas, todas ellas “tentadoras” y “formidables” de enormes beneficios… para sus inversores. Refrigeración de archivos-e, elaboración de metanol, hidrógeno verde (una estimación para este último producto habla del insumo de 4400 m3 de agua por día para su plan de producción estimado en 84 000 ton. de combustible anual). ¿Podemos permitírnoslo? Segunda pregunta: ¿desde el acuífero Guaraní?

La pandemia Covid nos dejó un sabor amargo con la obligatoriedad de hecho de vacunas que eran expresamente voluntarias, y para colmo, ingresadas al país como material secreto (comercial), como si los dividendos fueran más importantes que la salud.

Conceder la administración del puerto de Montevideo (el principal por no decir único del país) por más de medio siglo a una empresa belga. 60 años. 12 presidencias. Constituye un abandono de soberanía…

O el “regalo” del país (no elegido por el país) de más de 120 millones de litros diarios a UPM  (12000 m3 de agua por día) en el río Negro. Agua que devuelven “enriquecida” con un número innegable de sustancias tóxicas.

Si se hace una compulsa, estoy seguro que mucha gente no va a aplaudir a los agricultores hipermodernos que implantaran en 2021 trigos transgénicos en Uruguay (y en Argentina), únicos países del mundo que han optado por tales granos.[4]

Y en este panorama, cuando más población advierte la jugada de esa u.t.e., unión transitoria de empresas, compuesta por SACEEM, Berkes, CIEMSA y Fast, de haberse “inventado” una gran tarea, un gran negocio, de muchos cientos de millones de dólares, a la vista de la crisis de agua corriente que ha ido carcomiendo a OSE, a sus cañerías mal mantenidas y a la confianza excesiva en las bondades de nuestra agua potable, al novel presidente Yamandú Orsi sólo se le ocurre apelar al valor de la palabra empeñada por el estado uruguayo. Una palabra dada por un presidente, Lacalle Pou, que ha mostrado las más de las veces afinidad con los titulares de la sartén “y del mango también”.

Orsi acaba de concurrir al Latin Annual Meeting, de Punta del Este, para señalar que así  “se demostró la certeza jurídica de Uruguay”.

¿Qué es la tan invocada certeza? Es aquella consigna que cuando alguien consigue, “por la razón o la fuerza”, por contactos y fuera de toda evaluación objetiva, algo, “arranco un pelito y lo tiro al campito” y ese negoción queda prendido como garrapata. No importa que, consultados quienes saben, sean todos ellos escépticos o críticos.

Con esa alusión, Orsi le acaba de decir a quienes pergeniaron el proyecto Neptuno o Poseidón, que está en pie, en orden. Que podríamos llegar a cambiar en algunos km la distancia de la toma, o del pólder. Pero que la ideota de extraer agua para potabilizar del Río de la Plata, por más salobre o contaminada que esté, quedará en pie. Ya habrá segundas etapas donde, agregando costos, se podrá depurar mejor o desalinizar (ya tenemos empresas en ristre esperando tales momentos).

Orsi tendría que explicar qué es lo errado del partido tomado hasta ahora de considerar al Santa Lucía, la mejor opción.

Claro que la cuenca del Santa Lucía no pudo aguantar la combinación de sequía y varios cientos de suministros a agroindustriales que ahorraban costos recibiendo agua de OSE en lugar de forjar sus propias fuentes de suministro (todo eso, legalizado por la dudosa Ley de Riego de 2017).

El presidente Orsi estuvo en el encuentro anual latino, en rigor denominado Latin Annual Meeting, con sede en Punta del Este.

Aunque nos resulte arduo saber encuentro de qué. Porque reunirse por ser latinos y comunicarse en inglés, no resulta del todo… ¿no? Un Latin Annual Meeting, que por los videos que han dejado traslucir −con bailes, juvenilia y casamiento por iglesia− parece muy festivo, no me resulta el ámbito más adecuado para encarar y valorar decisiones, como el suministro de agua potable a la población de todo un país, nada menos.

Orsi aparece flanqueado por los expresidentes Julio M. Sanguinetti y Vicente Fox. Al perfil ideológico del Latin Annual Meeting parece quedarle a la derecha, sólo la pared.

¡Quién te ha visto y quién te ve! ¿A qué responde tamaña conversión ideológica?

En ese encuentro, Orsi resaltó el recurso a la palabra empeñada… por otros. Como si el poder ejecutivo de un país fuera un continuum.

“La palabra vale y los compromisos que el Estado[sic] asume se cumplen”, dijo.

¿Cómo entender que la palabra de un Sanguinetti, de un Lacalle Pou, de un Orsi son todas continuas y por lo tanto intercambiables?

En otros tiempos, la palabra de alguien tenía que ser coherente en primer lugar consigo mismo, en segundo lugar con sus compañeros, pero no necesariemente con quien ocupara el mismo lugar, digamos el presidencial. Se podía coincidir, o no. Si se coincidía, se seguía la misma política. Si no se coincidía, se trataba de instrumentar otra.

El pasado otorga muchas lecciones. Con mucha precisión, Adriana Cabrera Esteve nos recuerda que el plebiscito de 2004 estableció que el servicio de agua potable a la población del Uruguay debía ser público y que eso obligó a cancelar las concesiones a empresas privadas en Maldonado. Que ya estaban concedidas. ¡Que ya estaban “con certeza jurídica”! usando la expresión del actual presidente.

Con lógica impecable, Cabrera se pregunta por qué si Vázquez lo hizo no debería hacerlo Orsi.

La idea del ‘hilo jurídico intocable’ no es sino una humorada de mal gusto para cubrir con presunta legalidad aspectos cruciales que, como tales, deberían ser discutibles.

El actual presidente convoca, para encarar el proyecto de la u.t.e., a la Corporación Nacional para el Desarrollo, a los ministerios de Ambiente y Economìa y Finanzas y a OSE. No convoca a los diversos organismos, universitarios, por ejemplo, o redes sociales de cuidado ambiental que justamente conocen del tema y (pero) se han opuesto al proyecto.

Orsi inclina deliberadamente la cancha a favor de la u.t.e. encabezada por el ing. Alejandro Ruibal. El gobierno opta así contra el conocimiento y por el interés crematístico.

Cierta insistencia en reclamar cambios renegociando el contrato firmado primariamentre por el gobierno anterior, para modificar, por ejemplo, el sitio de la toma sobre el río, resultan cambios cosméticos a los cuales los empresarios de la u.t.e. se avendrán con regocijo.

Pero, ¿qué significaría rescindir un contrato tan peculiarmente firmado, como se dice habitualmente, entre gallos y medianoche?

No soy jurista pero entiendo que se trata de un contrato apenas firmado (aunque la u.t.e. ha procurado acumular hechos consumados para afianzar el compromiso). Una rescisión sería prácticamente ab ovo; no se afectarán grandes obras ni, consiguientemente grandes inversiones. Pondrá apenas sobre el tapete la inconducta del gobierno anterior, que tiró la piedra y escondió la mano. Sabemos que los proyectistas frustrados podrán llevar el asunto al ámbito internacional; un juez del país podría laudar la anulación de tan peculiar resolución tomada por un gobierno que ya no “gobernaba”. Pero aun en el ámbito internacional podrá haber factores políticos en juego no todos a favor del proyecto Ruibal.

 Como bien remata Hoenir Sarthou una nota sobre este mismo tema: “Una parte [cada vez más] importante de la población empieza a percibir la gravedad de esos contratos, que entregan nuestra agua, nuestra tierra, nuestros puertos, nuestra salud, nuestro dinero.”

Y Adriana Cabrera Esteves remata su nota advirtiendo “sobre qué tipo de desarrollo apostamos. Uno que jerarquice las inversiones extranjeras [o privadas] a costa de nuestra soberanía para mantener los equilibrios macroeconomicos, o un desarrollo que asegure la sustentabilidad.”

Romper entonces el cerco que estos diferentes actores trasnsnacionales nos han estado tendiendo, deliberada o espontáneamente, achicándonos lenta pero sostenidamente: con las zonas francas, con la extracción “graciosa” de agua, con contratos secretos e inapelables. Con la dictadura del capital, en suma.

¿Seguimos “cinco siglos igual”?□ 


[1]   En los ’70 leí una presentación de un cónclave internacional de la rama de producción de celulosa (y fabricación de papel), del que no retuve ni su nombre ni la fuente (apenas el lugar donde estaba; la sede de la WRF, con su secretario general, inolvidable, Ricardo Carrere), que analizaba exhaustivamente la situación de la producción de celulosa en el mundo,  los proyectos de expansión y la consiguente necesidad de implantar más “ejércitos de árboles”, como los decribía Carrere. El informe analizaba y señalaba ocho estados nacionales para incorporar a los productores de celulosa en el mundo. Apenas retuve el nombre de dos: Filipinas y Uruguay.

[2]  Alemania, con su sistema DUALESS  procura llegar a 96% de recuperación; en nuestro país (aún) no hemos podido siquiera conservar un horno, para refabricar vidrio.

[3]  El país tenía en las últimas décadas un promedio de 32 mil muertes anuales. Año 2020 incluido. Con pandemia declarada, pero sin vacunas. Las vacunaciones se inician en 2021 y ese año y el siguiente, 2022, la mortalidad alcanza un promedio de 42 mil muertes anuales. En 2023 baja a cifras promedio a mitad de camino entre las de 2020 y años previos, y las de 2021 y 2022.

[4]  El pretexto es siempre el mismo: combatir plagas. En una suerte de “armisticio” entre organizaciones y redes campesinas de casi todo el mundo y los grandes consorcios transnacionales que manejan semillas, fertilizantes y agrocidas, alrededor del 2000, se aceptó el hecho consumado de la implantación de variantes transgénicas de soja y maíz y simultáneamente se preservó del instrumental transgénico a los dos alimentos más extendidos del planeta: trigo y arroz. Eso es lo que no se atendió desde Argentina y Uruguay.

Al día de hoy, empiezan a ser los agroindustriales de los mismos EE.UU., los que iniciaran el uso de ingeniería genética, en soja y maíz Bt para “vencer” a diversas plagas, los que están abandonando esa costosa solución que (ya) no soluciona: los gusanitos se van haciendo, cada vez más, resistentes.

Publicado en General

EE.UU. e Israel: una cuestión de élites

Publicada el 17/04/2025 - 18/04/2025 por luissabini

¿Flacuras del pensamiento progresista o flaquezas morales de la comodidad?

Por Luis Sabini E. Fernández / 25 marzo 2025

Si uno recorre el espinel del pensamiento crítico, cuestionador, digamos en el universo de habla hispana, seguimos viendo la crítica radical al “imperialismo estadounidense”, al papel nefasto de la OTAN y su jefe indiscutido, EE.UU. Y más en general, cómo EE.UU. sigue ejerciendo su nefasta dictadura mediática, financiera e incluso militar.

Una sociedad, como la de EE.UU. fue configurándose como sociedad nueva, distinguiéndose de las formaciones sociales precedentes que de algún modo la prohijaron. En primer lugar, del imperio británico del  cual los EE.UU. fueron inicialmente colonia.

El surgimiento fue tan radical y explosivo, con tal cantidad de suelos y riquezas a su servicio que la pequeña hilera de colonias inglesas sobre el Atlántico generó una sociedad de dinamismo y desarrollo sin precedentes.

Y sus rasgos, por lo menos proclamados: anticolonial y emancipadora.

Los protagonistas de tamaña gesta: un incontestado dominio noreuropeo. Inglés y escocés  en primer lugar, pero también holandés (los fundadores de Nueva York, 1624, por ejemplo), flamenco, alemán, nórdico.

Francia colonizó la Louisiana (y otras vastas regiones de América del Norte, como Quebec). Louisiana, un enorme territorio del centro actual de EE.UU., finalmente vendido por Francia a los colonizadores principales (que ya habían fundado EE.UU.)   

Y ya muy posteriormente, siglo xix, nuevos aportes europeos llegaron a ese nuevo imán; inmigración irlandesa, italiana. Y judía.

 Entretanto, EE.UU. había empezado a expandirse también territorialmente.

No sólo el robo directo y despiadado de los territorios de las nativonorteamercianos sino también, la rapiña a mediados del s xix de medio México. Y poco después el gran ”negocio” de comprar un millón de km2 de hielo, nieve, morsas, oro y minerales −Alaska− a costa de la miopía geopolítica zarista, por un puñado de dólares.

A todo lo largo del siglo xix, un gran negocio, otro gran negocio, corrió a la par de los asentamientos coloniales; el robo de tierras, el expansionismo, la industrialización artesanal y el desarrollo granjero: la esclavitud. Y el tráfico consiguiente. La economía esclavista fue decisiva en el asentamiento y “engrandecimiento”· de la nueva nación.

LO WASP Y EL ROBO DE LAS TIERRAS

La importancia de la estirpe fue constitutiva en el despliegue y asentamientos de la nueva sociedad. El jus sanguinis fue el estandarte racial del nuevo estado. Afros, esclavizados y oriundos, eliminados o arrinconados no formaban parte de la nueva nación.

La elite que se fue configurando recibió en un momento el calificativo de WASP: White, Anglo, Saxon, Protestant. Por el cuarto atributo fue que “se colaron” en la consolidación de EE.UU., holandeses, alemanes, daneses. Noreuropeos.

“Tras la muerte de Toro Sentado,[1] en Aberdeen, el 29 diciembre 1890, el diario Saturday Pîoneer escribió: ‘Los blancos por la ley de la conquista, por la justicia de la civilización, son los

amos del continente americano […] y la mejor seguridad para los colonizadores será garantizada mediante la aniquilación total de los pocos indios remanentes’.” [2]

El editor de este diario era L. Frank Baum, autor de The Wonderful Wizard of Oz” (El mago de Oz).[3]

Veamos otro testimonio; lo que les dijera Tecumseh, casi un siglo antes; un guerrero nativoamericano de la etnia shawnee, respetadísimo por su conocimiento y su capacidad para enfrentar la invasión europea; un “discurso” a miembros de la nación osage (invierno 1811-1812): “[…] la sangre de muchos de nuestros padres y hermanos ha corrido como agua por el terreno para satisfacer la avaricia de los hombres blancos. Nosotros mismos estamos amenazados con un enorme daño, nada los va a pacificar a ellos hasta vernos a todos nosotros, los hombres rojos, destruidos. Los blancos son  como las serpientes venenosas: cuando están enfriadas son débiles e inofensivas pero el calor las vigoriza y entonces atacan mortalmente a sus benefactores.”  La referencia a “benefactores” es estrictamente veraz, “los indios” jamás atacaron a los recién llegados y, por el contrario, los ayudaron a sobrevivir en el nuevo hábitat.

A Tecumseh le consta que hay una asimetría y cuál es su motor psìquico: “[…] los blancos desprecian  y mienten a los indios, abusan e insultan porque no creen que los hombres rojos seamos suficientemente buenos para vivir.” [4]

Tecumseh advierte que los piadosísimos cristianos que han arribado al continente no quieren confraternizar, ni compartir el mundo, la realidad, lo que tenemos a mano: quieren todo para sí. Es decir: no quieren que existan los originarios. Y están dispuestos a borrarlos de la existencia.

Un siglo después las certeras impresiones de Tecumseh y otros “sabios de la tribu” tendrán amarga verificación: cuando el territorio osage (el que les había quedado, luego de los grandes despojos) se reveló rico en petróleo, principiando el siglo xx, muchas indias osage fueron cortejadas por estadounidenses WASP que no sólo llevaron adelante “casamientos de conveniencia”, sino que además “aceitaron” el plan de despojo envenenándolas. Tecumseh supo ver hasta lo que aún no había pasado.

El genocidio, siempre presente: materia prima en la configuración de EE.UU.

Desde un primer momento, la dirección de la flamante colonia británica no sólo se empeñó en adueñarse del territorio de las etnias allí aposentadas sino que inició el tráfico de esclavos africanos para asignarles las tareas más pesadas que los pioneros se querían ahorrar.

Apenas un ejemplo; lo que le escribe Benjamin Banneker, 19 ago 1791, en carta a Thomas Jefferson (seguramente considerado el dirigente estadounidense más “humano”; a George Washington, por ejemplo, se lo vinculaba con la trata de esclavos):

“[…] supongo que es una verdad que usted conoce tanto que no necesito probársela, que somos una raza de seres que ha tenido que trabajar duramente bajo el abuso, que hemos tenido que soportar durante mucho tiempo el desprecio y que hemos sido considerados más brutos que humanos y a gatas capaces de dotes mentales.”

Banner le dirige esta carta a un prohombre de los flamantes EE.UU. que tiene como amante a una mujer esclava negra (en rigor, dos, según documentos de la época).

Cartas como ésta fueron escritas muchas por seres desgajados de su tierra y esclavizados;  enviadas no solo a personalidades de la época, como Jefferson, sino a diversas autoridades políticas, estaduales o condales. En vano.

Cuando el movimiento abolicionista cobra fuerza, mediando el siglo xix, un movimiento compuesto por blancos contrarios a la esclavitud y negros, a menudo exesclavos, fueron extendiendo su apoyo a esclavos fugitivos mediante redes clandestinas bautizadas “el Tren Subterráneo”.

El gobierno federal entonces procuró enfrentar las deserciones defendiendo los intereses de los “amos” y volver los esclavos al redil, lo cual se convirtió habitualmente en una suerte de contrato de servidumbre, en el cual los negros en rebeldía capturados ya no eran esclavos del antiguo amo, pero sí sus siervos.

“Aunque la decimocuarta y la decimoquinta enmienda constitucional prometió la igualdad de derechos y el derecho al voto, estos derechos desaparecieron cuando los políticos norteños hicieron un acuerdo con los dueños de las plantaciones del sur. Los representantes que ya habían sido electos fueron forzados a abandonar los recintos legislativos. Hubo violencia callejera y miles de afrodescendientes debieron “escurrirse” hacia zonas “del Sur profundo”.[5]

El expansionismo WASP no llegó a tiempo al Pacífico para enfrentar al colonialismo hispano. Porque en las primeras décadas del s xix los Estados Unidos Mexicanos se habían emancipado de España. Pero cuando los WASP en su marcha triunfal al oeste, sienten que el Pacífico está al alcance, encaran la invasión de México en plan directo de rapiña, como ya lo hicieran varias veces antes, con los siux, los osage, los cheyennes, apaches, pies negros, cheroquis, dakotas, navajos…

Es el momento de la “fiebre del oro”. Pero no es la única fiebre. Liberales y racionales, algunos dirigentes diseñan un plan: México tiene 8 millones de habitantes y 4 millones de km2.

La mitad norte, con oro, tiene 1 millón de habitantes. La mitad sur, también tiene oro, pero 7 millones de mexicanos. Ese caudal de sangre ahogará nuestra pureza. Quedémonos nomás con la mitad norte. Ésos serán con el tiempo llamados “chicanos”.

Deglutiendo enormes territorios, una máquina militar de ocupación de tierras, un territorio de conquista, se fue consolidando una nueva y moderna  nación. La más moderna…

Con colonos, muy piadosos casi todos ellos, que de acuerdo con sus convicciones bíblicas, lograban milagrosamente preservar no ya sólo su buena conciencia sino su excelente moral de máxima exigencia. ¿Qué más les puede dar la deidad que los cobija?

Claro que si observamos el tratamiento dado a las naciones aborígenes, verificamos que nuestros bíblicos lectores no eran muy confiables ante la palabra empeñada. Porque los colonizadores europeos fueron descartando cada tratado de límites que habían acordado oleadas anteriores de colonizadores, reduciendo cada vez  los espacios indios hasta finalmente arrebatarles toda la tierra (y la vida), confinarlos a espacios cuasisimbólicos (las Indian Reservations) o expulsándolos del territorio definido como EE.UU. (hay ejemplos históricos, de etnias huyendo a Canadá o a México).[6]

De todo ese magma de tierras fértiles, perseguidos religiosos y consiguiente aspiración a perfecciones bíblicas, se configura una sociedad nueva que aspira a ser total. Y única. Todavía en 1776 y en todo el siglo xix, quedaba prístino que era un nuevo estado (aunque constituido por varios nuevos estados).

Por eso Roxanne Dunbar-Ortiz (Monthly Review, 2017) llegará a mostrar su rechazo a tanta falsedad histórica: “¡Basta de decir que EE.UU. es una nación de inmigrantes!”

La cuestión racial siempre ha resultado decisiva dentro de EE.UU. Los elencos de gobierno siempre han tenido estrecha relación con la racialidad imperante. Por eso, durante cerca de dos siglos, se puede hablar de una élite WASP.

El orgullo racial y racista se encarna, por ejemplo con mucha intensidad en un poeta clave del American Way of Life, como Walt Whitman.

Todavía en pleno siglo XX, se expone, “científicamente”, a un pigmeo africano para que los “humanos” en EE.UU. confirmen su superioridad y para acentuar la exclusividad de los mirones, el prisionero está enjaulado.[7]

1945

Antes del fin de la 2GM, EE.UU. adquiere objetivamente la condición de primera nación en poder del planeta. Y por un instante su vanguardia, su élite, imagina que puede alcanzarse un planeta unido, regido por la ley que EE.UU. ha alcanzado (ese instante es inesperadamente fugaz, porque en la misma década, con la llegada de la bomba H soviética, 1949, se desmorona todo unicato).

Pero en 1945 ya no gobernaba EE.UU. la élite que lo había forjado. Allí hay ya gato encerrado. La realidad es diferente a lo proclamado.

Hay indicios de esa nueva realidad no aparente pero sí subyacente; por ejemplo, cuando en 1942 el congreso sionista mundial de ese año, en Nueva York, conocido como el de Biltmore (por el hotel que albergara a sus participantes)[8] decide, por sí y ante sí, abandonar la protección del Reino Unido, postulando un acercamiento a EE.UU. –el sionismo cambia de líder probritánico a líder pronorteamericano−, con lo cual en rigor el sionismo, apostando ahora a los “5 millones de judíos” que habitan EE.UU., tejerá los contactos e influencias necesarias para que EE.UU. se convierta en su protector (aun cuando el sionismo era  a la sazón notoriamente débil dentro de la población judía estadounidense).

Algo peculiar en el enroque: no suelen ser los protegidos los que deciden. En general, uno tiende a suponer que deciden los protectores. El diseño “biltmoriano” deja entrever otro juego de fuerzas, menos expreso, más subyacente. Entramos de lleno al universo de los lobbies.

El sionismo podía entonces ser insignificante, pero los judíos tenían ya mucho peso en la no tan novel nación. Y en sitios y enclaves que se revelarán decisivos.  

Y el señorío que en plena guerra mundial mantiene el sionismo se refleja en su lenguaje desenfadado: en las instancias de Biltmore se analizan “las circunstancias políticas, jurídicas y administrativas bajo las cuales entraremos y colonizaremos.”[9]

No hubo robo. Es casi como un descenso divino.

Lo que hay que desechar no son prácticamente humanos (en todo caso si lo son, son de otra categoría; por eso, los nativoamericanos no tienen historia… y los palestinos tampoco).

El Consejo de Delegados israelitas en EE.UU. se organizó en 1861. Todavía no teníamos una organización sionista, pero los cabildeos ya eran decisivos, como que esta novel organización logra frustrar el intento −cuando el estallido de la Guerra Civil norteamericana−, de que se califique a la Unión, embrión de EE.UU., de ”cristiana”.

El desenlace de la llamada 1GM es decisivo. Más allá de las sesgadas y falsas historias oficiales con que nos han “llenado la cabeza” durante décadas, cada vez queda más claro que ‘la historia la escriben los que ganan y eso quiere decir que ni siquiera es historia’: la Primera Guerra Mundial, también llamada “la Guerra Europea” fue un ardid británico ante el avance germano en el concierto de las naciones europeas, cuando todavía Europa se consideraba y era considerada centro político mundial.

La Alemania del Káiser, que no quería la guerra porque precisamente sin ella se estaba afianzando (investigación, industria química, bélica, náutica), como lo revela, por ejemplo, su cantidad de premios nóbeles de la época, es juzgada por las naciones vencedoras, colonialistas, imperialistas, como la culpable de la 1GM y se le hace pagar “los platos rotos”. Todos los platos rotos. Tanta indecencia, tanta inversión de la verdad, tanto ultraje, desató una tormenta psíquica entre los alemanes que preparó sus ánimos para el nazismo, inicialmente un movimiento justiciero.[10]

El conflicto “inicial” en 1933 es entre la Declaración de Guerra del judaísmo internacional o mundial al nazismo y la política nazi de juden aus! (¡judíos afuera!).[11]

El aporte judío a EE.UU. y particularmente a su vida intelectual es fuerte.

Los principales diarios de “la gran nación del norte” están dirigidos por judíos. El NYT, por la familia Ochs-Sulzberger, por ejemplo. Y en la década del ’30 queda claro que seis de las siete grandes compañías cinematográficas tienen dueños y directores de origen judío. Y Hollywood era ya ojos y oídos de la población. Característica que ha ido incrementándose con los desarrollos tecnoculturales de la modernidad y de la posmodernidad.

Pensemos en el triunfo mediático de la imagen sobre la palabra (pero recordemos que es la palabra la que nos revela nuestra condición humana, y pensante).

De la influencia judía al dominio sionista

Aunque el sionismo no era dominante hasta entonces, con el establecimiento del Estado de Israel, en muy poco tiempo, pasa a ser clave dentro de la comunidad judía norteamericana.[12]

Otro momento, tan decisivo para el ascenso de una élite norteamericana judía, como el congreso mundial sionista de Biltmore que ya hemos señalado, fue el Tribunal de Nurenberg de 1945. En la misma ciudad en que el nazismo había hecho el suyo en 1935, para definir pureza de sangre.[13] Al fin de la 2GM, los autodesignados Cuatro Vencedores, los que ocupan militar (y sexualmente) Alemania −EE.UU., URSS, Reino Unido y Francia− establecen un tribunal para juzgar a los derrotados alemanes. Es un golpe propagandístico, porque se acusará a soldados alemanes de haberse empeñado en ganar la guerra, como si militarmente pudiese haber habido otra secuencia sensata. Eso ya habla del sesgo político del tribunal. Que será un golpe propagandístico en defensa de lo judío porque toda la estructura administrativa del tribunal será cedida, por parte de  EE.UU. a la organización y la estructura llevada adelante por judíos (son cuatro los vencedores, pero EE.UU. era el primus inter pares, su voto era decisivo).

Y eso que todavía ni asomaba el relato del Holocausto (con mayúscula) inaugurado luego de una producción hollywoodense (década de los ’70) y la instauración del IHRA (Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto), que es de 1998.

El dominio judeosionista es progresivo, escalonado, en los órganos de dirección de EE.UU. Se puede ver, por ejemplo, cómo EE.UU. responde con una guerra multinacional a la ocupación iraquí de Kuwait, despedazando al ejército iraquí, pero dejando en pie a Hussein, enemigo jurado de Israel. La influencia israelí, empero, es decisiva. Israel no acepta sólo la derrota de Hussein. Con info falsa, logra que EE.UU. actúe una vez más contra Irak y su líder, derribándolo y dándole muerte (2003).

Siglo XXI

Y así entramos al siglo que vivimos. Un Israel plantado como potencia mundial, con una red de control no expreso que puede ser la mayor del mundo entero.

Pensemos, por ejemplo, en “los 5 Ojos”, 1948; una red de control de “toda” la información planetaria (entonces telefonía, telegrafía, teletipos, correspondencia, ediciones, todo ello pasando por grandes instalaciones en todo el mundo,  a cargo de oficinas de supervisión, detección, lectura y escucha ensambladas de EE.UU., Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelandia: las cinco naciones anglo.[14] En las últimas décadas del siglo xx con el desarrollo técnico de la computación, los 5 Ojos ampliaron en progresión geométrica el cúmulo de información que supervisan. El volumen mundial es tal que no hay forma de control expreso y toda detección de sospecha se basa en que mensajes presenten palabras claves; únicamente ante ellas se avanza en el espionaje).

Algunos estados que se han considerado beneficiados por el resultado de la 2GM y las disputas geopolíticas mundiales, caso Francia, se han quejado de perder grandes negocios de índole internacional, porque los 5 Ojos mediante, empresas anglo se los han arrebatado.  Alemania, que desde 1945 pasó a formar parte del “mundo libre”, también ha reclamado por enterarse tarde.

Porque adueñarse de la info circulante no es sólo un tema de control ideológico, sino que también puede ser comercial.

Si hay hoy un sexto ojo, es Israel, al que se le ha concedido tan envidiable ingreso.[15]

La situación de la comunidad judía en EE.UU. y la relación de EE.UU. con Israel

Dejemos a un lado la relevancia del MOSSAD, la CIA y el M6, que parece enorme. Ciñámonos apenas a la promulgación de leyes, convenios y disposiciones, a la acción legislativa del Congreso de EE.UU.

De los 435 diputados electos, más de 300 reciben suculentos aportes del American Israel Public Affairs Committee (Comité de Asuntos Públicos Estados Unidos-Israel), AIPAC. El AIPAC de hecho hace funcionar la labor legislativa de EE.UU., con sus viajes, con sus cuerpos de asesores. ¿Cuántos de tales representantes estarían dispuestos a prescindir de esos dinerillos? La historia parece encontrar escasísimos ejemplos.

Porque no se trata solo de recibir auxilio monetario. Se trata también de no ser catalogado como antisemita por entender que matar población civil desarmada, infantil, es asesinato y que hacerlo colectiva, sistemática y reiteradamente constituye genocidio.

Entre ser genocida entre muchos, casi anónimamente, y ser estampillado antisemita e individualizado… ya sabemos qué elige la enorme mayoría de representantes de EE.UU.

Cuando Beniamin Netanyahu llevó al Congreso de EE.UU. un dibujo infantil de bomba con la mecha encendida, del tipo de la que vimos en la inolvidable Cops de Buster Keaton, y con semejante ilustración hizo su discurso, a lo largo de casi 30 minutos recibió más de 30 aplausos cerrados. A razón de un apoyo estentóreo cada 50 o 55 segundos. Pero Netanyahu no había viajado con claque. La tuvo, allí, en el Congreso, “espontáneamente”.

Remito al paciente lector a mi nota anterior “Aplicando el sagrado principio de desigualdad ante la ley”, donde revelo la mentira soez de tanto democratismo declamado desde las usinas “democráticas”: cuando Lindsey Graham, senador norteamericano, impugnó airadamente las “órdenes” de arresto de la Corte Internacional de Justicia del 21 de noviembre [2024] contra los dirigentes israelíes, Beniamin Netanyahu y Yoav Gallant, afirmó: “El Estatuto de Roma no se aplica a Israel, ni a EE.UU., ni a Francia, ni a Alemania, ni a Gran Bretaña,  porque no fue concebido para actuar sobre nosotros.” ¡Ah!   Somos todos iguales ante la ley, pero algunos son más iguales. ¡Honor a George Orwell!

Vale la pena otro buen ejemplo, que nos brinda David W. Pear.[16] Cómo Cecil Rhodes “constructor de imperios”, William Stead, periodista y Reginald Baliol Brett, consejero real británico, arman una sociedad secreta, “La Sociedad de los Elegidos”, cuyo mero nombre ya los califica. Que dedicarán buena parte de sus conciliábulos a menoscabar y destruir Alemania, entrevista (bien entrevista) como la nación que podía desbancarlos del poder mundializado que gozaban…

Así que uno no tiene más remedio que creer en brujas. Transcribo un tramo del abordaje de Pear:

“La Sociedad de los Elegidos se organizó en círculos dentro de círculos. En el círculo interno estaban Cecil Rhodes, Alfred Milner, WT Stead, el vizconde Esher, el marqués Salsbury, Lord Rosebery y Nathaniel Rothschild. El rey Eduardo VII fue un miembro central, y después de su muerte en 1910, le sucedió en su lugar el rey Jorge V. La Historia Oculta. Los orígenes secretos de la Primera Guerra Mundial dice:

“Stead estaba allí para influir en la opinión pública, y Esher actuó como la voz del Rey. Salisbury y Rosebery proporcionaron las redes políticas, mientras que Rothschild representó el poder monetario internacional. Milner fue el maestro manipulador, el intelectual asertivo y de voluntad férrea que ofreció ese factor esencial: un liderazgo fuerte».

La Sociedad de los Elegidos tenía un círculo exterior, al que llamaron «Asociación de Auxiliares». Los Auxiliares eran élites afines. Eran realeza, imperialistas, financieros, codiciosos especuladores, guerreros y políticos egoístas y corruptos. Los Auxiliares fueron manipulados voluntariamente, a menudo sin saberlo, por el círculo interno.

Algunos reclutas de los Auxiliares fueron Jan Christian Smuts, Arthur Balfour, Edward Gray, Richard Haldane, HH Asquith, Lord Roberts, David Lloyd George, Sir Edward Carson, Frederick Sleigh Roberts, Alfred Harmsworth y Winston Churchill.

Durante la Primera Guerra Mundial, Churchill fue uno de los imperialistas y belicistas más despiadados.”

Tenemos algunos conocidos del círculo auxiliar: Smuts fue el designado por la flamante ONU,  es decir por EE.UU., como el redactor del estatuto. Smuts es definido por Mark Mazower −intelectual de origen judío pero totalmente enfrentado al experimento sionista− como alguien que: “recurría a una retórica humanista y democrática al mismo tiempo que pensaba que la ONU  podía ser el mecanismo perfecto para adaptar el dominio mundial blanco”; Balfour, el autor del “enroque” para legitimar el ingreso sionista a Palestina ya milenariamente poblada; Churchill, el conservador furibundo empeñado en preservar el dominio racial blanco pero anglo, exclusivo o casi exclusivamente (en todo caso, jamás compartido con germanos).

Philip Giraldi un investigador estadounidense, con formación en el área de la seguridad de su país, tiene un título concluyente: “El lobby israelí domina y pervierte las elecciones norteamericanas” [17]

Analizando el grado de corrupción en que se encuentra sumido su país, continúa: ”El Estados Unidos de hoy, que se proclama a la vez una democracia y el emisor y ejecutor de las normas internacionales, es posiblemente uno de los países más corruptos y menospreciados del planeta.” Da como ejemplo: “Si se miden las consecuencias derivadas de toda la corrupción, no hay mejor ejemplo que la desequilibrada relación con Israel, producto de la inyección de cientos de miles de millones de dólares provenientes principalmente de multimillonarios judíos y fuentes corporativas. El magnate de casinos Sheldon Adelson regaló a Donald Trump 100 millones de dólares y, a cambio, recibió lo que exigía: la decisión de EE.UU. de trasladar la embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalén.” (Ibíd.)

Me queda la impresión que desde hace unas décadas EE.UU. es un gigante, un gigante monstruoso, pero no sin cabeza, sino con cabeza ajena. Y que tal vez eso explique la cantidad de golpes fallidos que como superpotencia ha tenido.

Porque un poder monstruoso, engendrado desde sí mismo, puede tener enormes yerros –la historia nos lo muestra−, pero un poder monstruoso heterónomo va a cometer inevitablemente muchos más errores. Y horrores.

Que se multiplican por doquier, dentro y fuera de EE.UU. Las zonas habitadas por desechos humanos que se han multiplicado; los subterráneos en San Francisco, de km de largo sin luz, habitados por sobrevivientes, las tasas de suicidio, la expansión de la droga, la reiteración de justicieros o enloquecidos dedicados a matar por mano propia, los atentados en la vía pública, en los centros de enseñanza, la cantidad de desperdicios de una sociedad que presupone la abundancia; una quimera más…

Aunque la sociedad estadounidense, como cualquier otra, es –al menos todavía− mucho más que esa suma de atributos problemáticos. En nuestro pequeño Uruguay, con sus 3 millones de seres humamos,  para hablar solo de cualidades individuales, hay gente noble, egoísta, solidaria, inflexible, cobarde, auténtica, dogmática, idealista, idiota, inteligente, supremacista, estúpida, generosa, roñosa, seguidista, imaginativa, brutal,  perseverante, oportunista, abnegada, racista, crédula, sensata, irracional, afectiva, efectiva, mordaz, imbécil, ingeniosa, mentirosa, creativa, tenaz, solidaria, y tantas, tantas otras variantes del espíritu humano; imaginen lo que puede existir entre los 300 millones de estadounidenses.□


notas:

[1]  Fue el nombre que recibió un cacique que unificó la resistencia de algunas naciones indias contra el avasallamiento constante que las poblaciones amerindias sufrían por la toma de tierras de los europeos durante dos largos siglos. Toro Sentado (1831-1890), también conocido como Tatanka Iyotanka o Sitting Bull, fue un jefe guerrero de la tribu siux. Fue un líder espiritual, político y militar que luchó por defender las tierras ancestrales de su pueblo.

[2]  ¡Howard Zinn, Voices of a people’s history of the U S, Seven Stories Press, 2004.

[3]  ibíd.

[4] Discurso de Tecumseh a los osage, 1811/1812 en Zinn…

[5] Zinn, ob. cit.

[6] La etnia yaqui, literal y oficialmente exterminada en EE.UU. −1911−, logró escapar parcialmente del territorio que había morado; en México se los reconoció como etnia, conservando allí su existencia, identidad e idioma.

[7] Ota Benga era originario de la etnia batwa, pigmeo. Sin reconocerle idioma, se lo exhibe con un chimpancé. 1906. El “trofeo” medía 1,40 y pesaba 46 k.

[8] Algo para destacar que en esa fecha, 1942, los sionistas ya hablen de las “Naciones Unidas”, la organización promovida desde EE.UU.  fundada en octubre de 1945, con ese nombre.

[9] https://israeled.org/el-plan-biltmore-david-ben-gurion

[10] Entre sus atributos es inevitable reconocer amén del ultraje originario, su apodicticidad, su  soberbia, su racismo expreso y ostensible…  y tal vez su candor.               

[11] Una política la del nazismo, con sus matices. Que hará que a mediados de esa década, las únicas organizaciones políticas legales en la Alemania del 3r. Reich sean los nazis… y los sionistas. Comunistas, socialdemócratas, anarcosindicalistas, cristianos demócratas, quedan todos fuera de la ley (o en campos de concentración). Entre tales sionistas algunos se definirán como nazisionistas.

[12] Una secuenciación muy rápida y que se repite. Tenemos el ejemplo argentino más a mano de esa “rotación de poderes” dentro de las comunidades judías nacionales. Argentina cuenta con una comundiad judía de las mayores del mundo (la quinta, tras las de Israel, EE.UU., Francia y Reino Unido). Hasta 1947, la comunidad judía argentina tenía una fuerte representación de judíos de diversa índole y extracción. Estaban, por ejemplo, los racionalistas, con sus escuelas, que desconfiaban de cierta “fiebre” ideológica del sionismo. Decía Isaac Leib Peretz (polaco): digiéndose a los sionistas: “No decís acaso que la humanidad, cual ejército hacia el frente, deberá marchar al compás que marquen vuestros tambores? Pero la humanidad no es un ejército.” (“Esperanza y temor”, Bs. As., 1906). El Estado de Israel sí ha resultado un ejército. Y desde 1948, las escuelas judías tradicionales o las racionalistas pierden prácticamente todos sus alumnos (que por cierto no eran todos los judíos, porque muchos concurrían a escuelas públicas), los padres judíos presurosamente ven reubicando a sus hijos en escuelas judías orientadas por el flamante estado israelí.

[13] A la luz de las intensificaciones raciales violentas posteriores, lo de 1935 resulta casi tierno. Se limita, por ejemplo, el ingreso de judíos al ejército. El nazismo, militarista, se enfocaba en este punto. Se investigaba la estirpe de los abuelos del candidato. Si tenía tres  o cuatro abuelos judíos, se lo rechazaba; si tenía uno o hasta dos abuelos judíos, se lo aceptaba. El ejército nazi contó con miles de soldados con dos abuelos judíos y hasta varios oficiales de alta graduación e incidencia militar durante la 2GM con un abuelo judío (Ron Unz, “The Hidden History of the 1930s and 1940s”, 6 ago 2018).

[14] Otros países o estados tienen inglés como idioma oficial; India, Jamaica, Guyana, por ejemplo, pero no fueron invitadas al cónclave de los 5 Ojos.

[15] El diario alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung publicó en 2004 un artículo informando que las agencias de “inteligencia” de EE.UU. e Israel recibieron advertencias sobre un ataque “con aviones” contra  “símbolos culturales” de EE.UU., en agosto de 2001, en forma automática. Estaban en árabe y el trabajo de traducción que emplea los 5 Ojos, sobrecargado, se atrasó. La interrogante que surgió de la info del Frankfurter fue desde cuándo y cómo Israel también pasó a formar parte de los 5 Ojos. Al revés de los 5 ácidos fuertes que son 4; el clorhídrico, el sulfúrico y el nítrico, parece que los 5 Ojos son 6…

[16] https://www.veteranstoday.com/2021/05/25/the-first-world-war-cecile-rhodes-and-conspiracy-facts 

[17] “Israel Lobby Cash Dominates and Perverts American Elections, Unz Review, 28 jun 2024.

Publicado en General

No other land: ¿Hay que ser judío para criticar a Israel?

Publicada el 12/03/2025 - 21/03/2025 por luissabini

por Luis E. Sabini Fernández

Como con la pipa de René Magritte que no es una pipa, lo que usted va a leer no es una recensión cinematográfica; es, procura ser, un abordaje geopolítico, escudriñando los aventajados y los perjudicados, por el emprendimiento.

Las escaramuzas ideológicas que han sobrevenido con la premiación hollywoodense a No other land (No hay otro país),[1] una documental elaborada por dos palestinos (no judíos) y dos judíos israelíes, nos revela, una vez más, las múltiples vías de legitimación sionista en nuestro polifacético universo, en el cual −pese a la enorme diversidad comunicacional y al extraordinario aporte que significa la filmación y difusión en vivo de muchos de nuestros presentes; los de la humanidad (al menos la digitalizada)− y que las usinas ideológicas de la sociedad contemporánea; la del sionismo judío en primer lugar, conservan su predominio mediático.

El episodio No other land tiene varias capas superpuestas de interpretación: en primer lugar, la película premiada con un Oscar ha sido presentada como fruto de dos jóvenes que no exceden la treintena de años; uno palestino –Basel Adra− y uno judío israelí –Yuval Abraham−, como si para facilitar la captación mediática se hubiera simpificado la autoría. Poniendo bajo las candilejas a Yuval y a Basel, los jovencitos bien vestidos e igualados con los trajes negros ad usum para Óscares.

La propaganda nos omite así la existencia de un equipo compuesto además por Hamdan Ballal, otro palestino, no tan joven, documentalista de profesión, dedicado precisamente a documentar los despojos de su tierra a manos de un sionismo hipermilitarizado, y por Rachel Szor, otra cineasta jovencita, israelí.

Sin duda, la intención mediática ha sido igualar figuras. Basta verlos con los óscares en la mano para darse cuenta. Y si no hay nada igual ni igualable es, precisamente, el conflicto generado con la llegada del sionismo a Palestina a fines del s xix.

Poco a poco, se fue procesando el abismo que hoy separa a judíos israelíes y palestinos (palestinos de cualquier credo, salvo tal vez, judío). Porque en el mismo territorio pervivió una sociedad histórica –la de los palestinos−, digamos espontáneamente, con sus problemas, crisis, desafíos y condición geopolítica (Palestina era una provincia dentro del imperio turco y carecía de una capa de propietarios fuerte y propia), y una sociedad, nueva, la sionista, no histórica sino de diseño, proyectada para implantar en el mismo territorio mediante usurpación, debidamente calificada con lenguaje bíblico, como “redención”.

Con un diseño señorial de progresivo asentamiento. Lo de “la redención” es crucial porque el sionismo se permitirá los mayores abusos mediante la santificación de sus fines: redención de la tierra es quitársela a “infieles” para que, adueñada por judíos, la tierra se sienta bien: una mistificación ideológica que irá labrando su huella psicológica en los judíos, ellos mismos santificados, haciendo posible cualquier comportamiento; es decir, cualquier abuso o delito.

A lo largo de las décadas, lentamente, al estilo constrictor, el sionismo irá ahogando la vida social, espontánea, de la sociedad palestina que alberga en su seno esta otra formación social no clandestina, pero reservada. Esta nueva entidad irá tomando más y más funciones e instancias de la sociedad general. En la década de 1920, el sionismo inaugura una universidad hebrea. Palestina todavía no contaba con universidad propia. El carácter satélite de la sociedad palestina dentro del universo musulmán la hacía sociedad periférica. El Islam disponía de otros centros culturales, religiosos y universitarios (aunque sí, contaba y cuenta con un epicentro islámico de primer orden en Palestina; la mezquita Al Aqsa; una de las más intensas expresiones de la crisis porque el judaísmo tiene en el vecino a la mezquita Muro de los Lamentos, un sitio privilegiado propio, que coliden inevitablemente.

El estado forjado paso a paso por el sionismo dentro de la sociedad palestina, de impronta musulmana, ha crecido tanto que a la llegada del siglo xxi, lo que queda de la sociedad palestina son vecindarios seccionados y aislados entre sí, caminos de interconexión sin mantenimiento alguno, progresivamente bloqueados o interceptados por los múltipes checkpoints, carreteras destrozadas que apenas permiten el  paso de un carro con ruedas grandes tiradas por burros y de algún vehículo destartalado, en tanto autos y camiones se despliegan raudos en las carreteras que unen las ciudades,  pueblos y barrios israelíes.

Palestina ha sido así fragmentada, aislada, despedazada.  Desde 2006, por haber votado “mal” de acuerdo con los intereses de los dueños del poder, Gaza pasa a ser considerada “irrecuperable” e Israel decreta su pena de muerte (el resto de Palestina es “recuperado” mediante fraude y violencia por “las autoridades”). Dado el volumen de la población, la pena de muerte se efectuará escalonadamente…

Desde esas elecciones, únicas veraces y confiables desde mucho tiempo atrás, la franja será aislada por completo: no hay acceso ni por mar –ni una sola de las Flotas de la Libertad, que buscaban acercarse solidariamente logrará su cometido−, ni por aire –el aeropuerto financiado generosamente por la asistencia española será bombardeado e inutilizado todo su instrumental por Israel; tampoco por tierra. Allí, los pasos son todos controlados por Israel, salvo los que hay con Egipto, que serán a su vez celosamente controlados (mediante el condicionamiento financiero israelí del gobierno egipcio).

Desde 2006, entonces, comienza la agonía gazatí, más acentuada todavía que la generalizada de todo el maltratado territorio palestino.

Control absoluto de los alimentos, del agua, de los medicamentos, mobiliarios, libros.

Todo este proceso genocida, lo puede ver quien quiera dirigir su mirada a Palestina. Y a Gaza. Y lo hemos visto desde cualquier continente; desde Asia, o América, o incluso desde Israel. Así lo ha visto Yuval Abraham, el periodista hoy laureado con este Oscar. En abril 2024 escribe un artículo que publican la revista-e +972 Magazine, de EE.UU. y Viento Sur, de España: ”«Lavender» la máquina de IA que dirige los bombardeos israelíes en Gaza”.

Parco de juicios, generoso de información, el joven exhibe la monstruosa máquina de matar que los mandos israelíes han dejado librada a puros mecanismos: echar bombas a sospechosos de listas infinitas de hogares palestinos que podrían, pudieron, pudieran estar vinculados con alguien que alguna vez tiró una piedra o hizo una protesta. Echar tales bombas, si son “bobas” contra todo tipo de  blanco; si son “inteligentes” a cuadros sindicados como organizadores de la resistencia. “Un dispositivo especial que pueda procesar con rapidez cantidades masivas de datos para generar miles de potenciales ‘objetivos’ de ataques militares”, tratando tales listados “como si de decisiones humanas se tratase”.

Por ejemplo, se dispuso que: “que por cada agente subalterno de Hamás señalado por Lavender se permitía matar hasta 15 o 20 civiles […] Las fuentes añaden que cuando el objetivo ha sido un alto cargo de Hamás, el ejército ha autorizado en varias ocasiones la muerte de más de 100 civiles en el curso del asesinato de un solo mando.”[2]

Abraham nos muestra que el objetivo en todos los casos es el exterminio de los palestinos. Porque ¿qué son los 15 o 100 civiles sacrificados en cada asesinato que les resulta atractivo? Población, seres humanos, niños, esposas, abuelos.

Abraham es un judío de buen corazón. Como fueron los refuseñik que se negaron a participar en las matanzas colectivas de Israel en 2008 y 2009 (“Operación Plomo fundido”) o en la sangrienta incursión, también a Gaza, en 2014. Como lo fueron conscriptos encarcelados que han generado otro grupo refractario a la rapiña sionista; “Anarquistas contra el muro”. Pero atenti: estos últimos se autocalifican como “un puñado” y las cartas de los refuseñik han sido firmadas por 52: el ejército israelí ronda entre 150 mil y 200 mil combatientes. Que además se valen de todas una serie de tecnodispositivos, como la Cúpula de Hierro, el ya citado Lavender o el programa “¿Dónde está papá?”[3] para “extender” sus brazos y sus dedos en gatillos.

Lo que importa con películas y realizaciones como No Other Land, es el significado político que nos aporte. La peli nos muestra diálogos ásperos, escasos, pero la realidad israelí actual es otra cosa. Israel tiene, por ejemplo, un ministro a cargo de las cárceles (Ben Gvir) que postula la matanza de presos; el Lavender que desnuda Abraham (en 2024, luego del 7 oct.) está diseñado para matanzas colectivas, impersonales y evitar que algún soldado del “Ejército de Defensa” de Israel cargue sobre su conciencia alguna perturbación.

La máquina de exterminio de lo palestino avanza imperturbable y tan alejada de manos humanas, que satisface a los mandos, a los políticos… y a los mismos soldados.

Y mientras un ministro de la horda de Netanyahu, Miki Zohar, se queja que No Other Land ‘distorsiona la imagen de Israel ante el público internacional, difama a Israel en el escenario mundial’, ni advierte ni quiere advertir que la difamación no es sino verismo; ahora superados por la expansión de atrocidades, cada vez más anónimas del ejército.

Abraham traiciona, sin querer, obviamente, la gravedad de su mismo mensaje y su labor periodística cuando reclama “el fin de la destrucción de Gaza y la liberación de rehenes israelíes”. Es afectivamente comprensible su reclamo. Pero no podemos hablar de los rehenes israelíes (tomados como tales cuando la incursión palestina del 7 oct. 2023) como un fenómeno en sí, como un generador del conflicto, como lo asienta Abraham: Israel ejerce desde hace décadas la politica de tomar rehenes: miles de rehenes (en condiciones infinitamente peores) que Israel levanta, sistemáticamente, en las calles, en los stiios de trabajo, en hogares, y son internados, sin juicio, “administrativamente”, por meses, años o décadas. Por décadas. ¿Acaso los judíos tienen “coronita”? ¿Cómo podemos reclamar el (justo) fin de tan odioso método sólo para judíos?

Todo el valiente y esclarecedor documental No Other Land, con toda la violencia que desnuda, la indiferencia sistemática de supremacistas militares israelíes destrozando baños, cocinas, techos, dormitorios; el uso de armas de fuego contra dueños de casa sin armas,  atropellados y robados, el impedir hacer una escuela para los 600 niños de las aldeas vecinas,[4]  el discurso mismo de Basel Adra: “película escrita por un colectivo palestino-israelí […] mi esperanza para mi hija [tiene 2 meses] es que no tenga que vivir la misma vida que estoy viviendo yo ahora,  siempre con miedo, siempre temiendo la violencia de los colonos, las demoliciones de los hogares y el desplazamiento forzado que mi comunidad Masafer Yatta vive y enfrenta cada día bajo la ocupación israelí que hemos soportado durante décadas mientras pedimos al mundo que tome medidas serias para detener la injusticia y frenar la lmpieza étnica del pueblo palestino”.

Los militares se burlan de Adra y Abraham y su periodismo.

Este alegato ha sido históricamente a lo largo de años y décadas, persistente y valerosamente asumido por incontables palestinos, igualmente valerosos, como Emat Burnat (Cinco cámaras rotas), Ahed Tamimi e incluso otros humanos solidarios, no palestinos como Rachel Corrie, asesinada precisamente por ello.

Pero desde el 7 octubre 2023, la hybris sionista perdió la paciencia, mediante la cual, la “redención” de la tierra les estaba demandando décadas (y costo político, porque los humanos generalmente resistimos la injusticia flagrante por más  de señorial que se la invista) e Israel ha optado por: 1) el modelo “Conquista del Oeste” estadounidense;[5] 2) la doctrina Hannibal (exclusividad racista del propio pueblo) y 3) el control mediático de “la” verdad. Así, ante el copamiento de Hamás y otras organizaciones de resistencia al sionismo, del 7 de octubre 2023,  “justa indignación”, como si “el artero ataque” proviniera en cielo sereno, tratando a sus protagonistas como de violadores de no sabemos qué paz.

Ya no estamos ante muertes puntuales, como en No Other Land sino ante muertes masivas y por doquier.

La situación de los gazatíes, y cada vez más de los palestinos en los territorios disputados, es ahora muchísimo peor que lo que traslauce el alegato de Adra que hemos espigado: ya no se trata de casas derribadas, de gente viviendo en cuevas  sin siquiera agua corriente…. en Gaza, el bombardeo masificado no produce ya desalojos sino muertes, no de combatientes sino de población civil en medio de los escombros de una artillería que deshace ciudades… Y ya no sólo en Gaza sino en Cisjordania o en Jerusalén.

En el momento actual, la documental palestinoisraelí sustrae de las candilejas la monstruosidad que está pasando allí nomás a pocos km de Masafer Yatta. Allí, entre vecinos vemos un cartel: “Palestinians lives matter”. Se entiende la intención; adueñarse de la consigna que los afroamericans difundieron contra la violencia policial estaodunidense. Me pregunto, empero, porqué la consigna no está en árabe, al menos en las tomas locales, las que no son for export.

−“Te llevan [detenido] y es una suerte de tortura emocional”, dice Adra a propósito de la detenciòn de su padre; el documental ilustra la coexistencia (forzosa) entre autos “amarillos”, de israelíes y autos “verdes” (palestinos).

−Ante un ataque pide un palestino: “Dame una cebolla por los gases lacrimógenos”.

−Una madre, desesperada por el hijo que fue baleado porque trataba de evitar que los soldados le robaran  un generador,  y ahora esta parapléjico, se pregunta qué hacer y si lo mejor no es que Allah se lleve a su hijo…

−Adra les grita, indignado: “Soldado: estoy filmando todo esto.” [6]

Pensemos estas situaciones, en los territorios gazatíes luego del 7 oct. 2023. Cuando los militares derriban todas o casi todas las edificaciones de las poblaciones gazatíes a veces con gente adentro, enterrada viva (a ese grado de degradación ha llegado el ejército “más moral del mundo”).

Estamos mucho peor de lo que nos muestra No other land. Como cultura humana. Como red mundial. La impunidad de Israel es manifiesta. Siempre hay gente, humanos de buen corazón y coraje civil. Hasta en la ONU. Honor a UNRWA, a Francesca Albanese, italiana, a Richard Falk, judío estadounidense (de la estirpe de los  Benjamin Freedman, ayer y Max Blummenthal hoy), a Folke Bernadotte, sueco, el primer mediador del conflicto palestino-israelí, asesinado −por quien será guardaespaldas de Ben Gurión−, “gracias” a sus esfuerzos para lograr una solución justa dentro de la ONU.

Israel no rinde cuentas. Nadie −significativo− se las pide. Como explica un periodista lúcido: “Informes concluyen que Israel comete genocidio. Occidente bosteza”.[7]

Mientras las atrocidades cometidas antes por el sionismo ahora por Israel se ventilen en Óscares, Israel seguirá impune.□

notas:

[1] Ceremonia del Óscar, Hollywood, 3 mar 2025.

[2] Estas aplicaciones siempre tienen desvíos para peor: cuando el soldado israelí Gilad Shalit es capturado en 2006, las fuerzas israelíes procuran rescatarlo mediante sucesivos allanamientos a diversos locales palestinos presumiblemente de Hamás o no. Durante muchos meses, más de un año. A lo largo de esos presuntos rescates, jamás exitosos, se estima entre cien y doscientos los palestinos asesinados. Shalit fue canjeado varios años después por más de mil presos palestinos y fue visto públicamente una sola vez. Al declarar que había sido siempre bien tratado, nunca se lo volvió a presentar.

El episodio nos permite corroborar que sin «Lavender» ya se cometían “excesos”…

[3] Escalofriante programa para matar junto con “el blanco”, esposa, padres, hijos…

[4] https://es.wikipedia.org/wiki/Masafer_Yatta

[5]  Genocidio de los pueblos nativoamericanos o su reducción a campos de concentración denominadas “reservas indígenas”.

[6] En el documental se aclara que la invocación militar a desplazar a los pobladores palestinos de la región por necesidades logísticas, se reveló finalmente, sólo una excusa.

[7] Jonathan Cook, https://www.middleeasteye.net/opinion/gaza-israel-another-expert-report-committing-genocide-west-yawns. Middle East Eye, 25 dic. 2024.

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