por Luis E. Sabini Fernández –
Élisabeth Roudinesco, psicoanalista e historiadora, famosa y muy bien conceptuada por la opinión progresista que estima su matizada posición sobre la cuestión israelo-sionista, ha incursionado en cuestiones como la ética, la política, la ideología, territorios en los que ha abordado el concepto que desarrollara la extraordinaria filósofa, de pensamiento independiente, Hanna Arendt, de “la banalidad del mal”.
Roudinesco no ha apelado ni una sola vez, hasta donde conozco,[1] para ejemplificar el asunto, al soldado israelí.
Ver sus rostros, generalmente muy jóvenes, impávidos, y tan faltos de decisión y energía, revela cuerpos regimentados, instruidos, instrumentalizados, pero sin fuerza interior. Uno podría alegrarse al ver que no son cuerpos fanatizados, ésos que arrasan lo que tienen orden de arrasar sin atender “lateralidades”.
Sin embargo, hacen el mal con total desaprensión. ¿Con qué “fundamentos”?
Pasemos revista a algunos videos que se ven a partir de acceder a Haaretz, diario israelí ligeramente crítico, aunque sionista. En un procedimiento, que filma o fotografía un varón de media edad que luce una remera con la leyenda “Palestina, no Israel”, probablemente judío, tal vez israelí, porque parecen hablar fluidamente el mismo idioma con el soldado con el que discute; el soldado israelí que parece llevar la voz cantante –uno imagina que es cabo o sargento− manotea el celular del manifestante protestatario, y éste con redoblada energía, sin soltar el celular que tenía a medias en su mano, se lo queda. El soldado acepta. El soldado parece sin fuerzas.
El manifestante es poco a poco rodeado por cuatro o cinco soldados, muy pertrechados y, entre empujones, finalmente se lo llevan arrestado.
En otro video, también filmado por palestinos, vemos a un manifestante, presumiblemente palestino, muy enojado y cuando un soldado blande el fusil para golpearlo, él desvía el golpe. El soldado acepta el desvío. No hay reintento. Parecería que toda su fuerza alcanzaba solo para ese intento frustrado. El manifestante, robusto, cincuentón, esquiva otros golpes, y puntualiza, índice en alto, sin ceder un palmo de terreno. Cuando algún soldado le tira un golpe, más de una vez lo para con las manos y se le acerca al cuerpo en actitud muy desafiante, amenazando a su vez golpearlo. Este presumible palestino −como el anterior presumible judío− enfrentan con mucha decisión y poniendo puntos sobre íes, algo que la cámara y el audio no develan. En esta secuencia también, el número de soldados se acrecienta, y cuando lo rodean alrededor de media docena, alguien desde afuera del círculo lo golpea duramente en la cabeza. Allí vemos que el resistente pierde su gorra de visera, se agacha, lo aplastan y es tumbado con la fuerza del número. Menudean los golpes y alguno patea el cuerpo caído.
Una típica escena de patoterismo. Más brutal que la anterior. La diferencia de trato hacia judíos y no judíos. En rigor revela un desánimo radical o una profunda cobardía puesto que estos soldados no pudieron/supieron/quisieron resolver algo mano a mano, pero amparados en la condición militar, las armas y el número no tuvieron reparos en usar la violencia, una violencia tìpicamente represiva. El palestino queda mordiendo literalmente el polvo del camino, con las manos atadas a la espalda con precintos, totalmente indefenso. Todo lo cual nos revela que no eran gandhianos, como cierta tranquilidad o aquella impavidez inicial podría habernos inducido a pensar.
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RECUADRO
Israeli Army arrests Palestinian Teenager Girl who slapped soldie…
https://www.haaretz.com/opinion/.premium-1.830229
[El ejército israelí arresta adolescente palestina que abofeteó soldad…]
[mi traducción]
Una chica adolescente de 16 años fue arrestada en mitad de la noche por el ejército de Israel. Ahed Tamimi, conocida militante palestina que en un video viralizado muestra como cachetea y patea a dos soldados.
Los militares afirman que antes de que se filmara ese video, un palestino le tiró piedras a soldados desde dentro de una casa, que allanaron para llevárselo.
Pero el padre de Ahed tiene otra versión de lo acontecido. En un mensaje de Facebook dijo que su hija frenó en la puerta de su casa a un soldado cuando un soldado [¿el mismo?] le disparó a un jovencito a quemarropa en la cabeza.
(ibídem)
Tras el arresto, el ministro de Educación [sic] israelí Naftali Bennet dijo −con una sonrisa que no puede menos que calificarse de malévola, sádica o de placer por la desgracia ajena− que: “las mujeres mostradas cuando asaltaban a los soldados habrán de pasar el resto de sus días en prisión«.
La explicación del padre permite entender la indignación que trasunta la conducta de Ahed. El baleado en la cabeza es hermano o primo. En los últimos días de diciembre de 2017, los soldados sionistas han matado con balazos en la cabeza a por lo menos tres palestinos –uno de ellos lisiado en silla de ruedas y como los demás desarmado−; no sabemos si este chico no resultará el cuarto…
Vale completar a Haaretz aclarando que el ejército volvió en la madrugada y se llevó prisioneras a la adolescente y a su madre.
Con ese procedimiento realizado, quien ocupa la cartera Israelí de Educación se ha permitido condenar y fijar la pena no sólo a las perseguidas y maltratadas palestinas sino al mismo aparato judicial israelí, que ya sabemos carece por completo de independencia [2] por la razón del artillero; que el EdI constituye un estado de guerra.
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Otro diálogo (ibídem) captado durante un enfrentamiento en los caminos en disputa, nos muestra otro aspecto de la configuración mental del Ejército orweliano de “Defensa” de Israel.
Vemos a un soldado que les pide –“please, que abandonen este sitio, porque estar aquí es ilegal”. Se trata de una pequeña manifestación de palestinos con banderas a lo largo de un camino, donde hay apostados varios militares y vehículos del mismo tipo.
Y oímos la voz de un veterano palestino que replica: “−Pero es que esto no es Israel, es Palestina”.
Pocas veces resuena tan claramente la diferencia entre la enseñanza del estado sionista y la cruda verdad histórica.
Se trata de un territorio, Cisjordania, que ni siquiera fue el asignado por la ONU al estado sionista, cuando la ONU cedió al interés geopolítico de EE.UU.
Los militares israelíes están entrenados para operar en un mundo de amos y esclavos. Ellos, por supuesto, los amos. Ese comportamiento tiene que estar fuertemente ideologizado.[3] Y banalizado.
[1] A las vueltas con la cuestión judía, Editorial Anagrama, Barcelona, 2011.
[2] Nafatli Bennet forma parte del gabinete de Benyamin Netanyahu, caracterizado por estar compuesto por alegres asesinos de palestinos, expresamente asumidos como tales y obviamente impunes. Bennet, por ejemplo, ha explicado que ha matado a multitud de palestinos y que “no hay problema con eso” (fte.: R. Silverstein, “El gobierno más racista y extremista de la historia de Israel”).
[3] Nurit Peled, docente judía, ha examinado los textos de las escuelas israelíes, Palestina en los textos escolares de Israel, y queda clara la diferencia de humanidad entre judíos y el resto, visualizado como falto de tal (Editorial Canaán, Buenos Aires, 2017).