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Mes: julio 2022

Nueva definición de antisemitismo: una mosqueta ideológica

Publicada el 21/07/2022 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández –

‘El antisemitismo es […] odio a los judíos. Sus manifestaciones físicas

y retóricas se dirigen a judíos o no judíos.

Y tales manifestaciones pueden incluir ataques contra el Estado de Israel.’

Una vez más, Argentina  se hace asiento de potencialidades opuestas.

El abuso feudal en pleno siglo XX contra “peones de campo” generó una resistencia que a su vez llegó a ser ahogada con fusilamientos masivos por parte del ejército y enterramientos sumarios en la Patagonia argentina…

Las dictadura de 1976, con el despiadado trato a perseguidos y el negocio generado con sus vástagos, dio lugar al formidable reclamos de madres y abuelas de desaparecidos y esa resistencia social ha tomado tal empuje como para alcanzar a hijos de desaparecidos y, en una nueva expansión de la conciencia social y moral, a hijos de desaparecedores. Y un reclamo chovinista, por ejemplo, sirvió para finalmente desnudar una dictadura más atroz todavía que anteriores y, a contrario sensu, realzar la conciencia por los derechos humanos y contra los atropellos (por ejemplo, de la oficialidad militar contra los soldados rasos).

 

En Argentina jamás se avanzó con la investigación de dos acontecimientos atroces; la voladura de la Embajada de Israel (1992) y la de la AMIA (1994); las pistas que tendrían que haberse colectado in situ por la policía local al parecer fueron escasas y poco confiables, y la llegada inmediata de otros organismos de seguridad, israelí, estadounidense, no parece haber aclarado el panorama, antes al contrario…

Conmemorando el vigesimooctavo aniversario de la voladura de AMIA y la muerte de 85 seres humanos en el derrumbe, fue anunciado un “Foro Latinoamericano de combate al antisemitismo” el 17 y el 18 de julio ppdo. en Buenos Aires, en la sede de AMIA. “Para trabajar juntos contra los discursos de odio”, remarcó Claudio Epelman, uno de los organizadores.

En dicho encuentro, una enviada de EE.UU., Deborah Lipstadt, funcionaria de su Dpto. de Estado, que se presenta como especialista en antisemitismo, definió: “Si el antisemitismo solo afectase judíos […P]ero el antisemitismo es mucho más que eso.” (tal vez este comentario explique el inexplicable “o no judíos” de la definición de antisemitismo de IHRA que pusimos como epígrafe).

Junto a Lipstadt, se ha presentado su colega temático en  la OEA, Fernando Lottenberg. Invitado de primera línea, Jimmy Morales, ex presidente de Guatemala.  También concurrirá la vicecanciller salvadoreña, Adriana Mira, y una jueza de la Corte Constitucional de Colombia, Cristina Pardo. Roy Cortina y Victoria Donda lo harán entre los adherentes locales.

El foro fue iniciativa del Congreso Judío Latinoamericano y el Ministerio de Asuntos Exteriores del Estado de Israel, junto con la Latino Coalition for Israel [sic] y Combat Antisemitism Movement (CAM).

La realización de dicho evento nos permite auscultar sus líneas ideológicas más basales; una identificación entre antisemitismo y la defensa del Estado de Israel.

La escasez de datos sobre la atrocidad sufrida en AMIA no nos permite siquiera conocer su naturaleza, si se trató de un acto terrorista y antisemita o fue fruto (podrido) de una geopolítica; un acto antiisraelí (o “todo en uno”).

Mientras se anunciaba este Foro, en esa misma segunda semana de julio, el 14 y el 15, tuvo lugar  en Buenos Aires y por zoom un encuentro; “Foro Internacional por Palestina” poniendo sobre el tapete el conflicto más largo de nuestra contemporaneidad –que arranca a fines del s XIX y se continúa, arrastrando al pueblo palestino a una peripecia de casi siglo y medio- a manos del sionismo.

Ambos encuentros, de alcance claramente internacional, fueron paralelos, no hubo cruce, o diríamos geométricamente, se cruzarán en el infinito.

¿Hay motivos para semejante cruce?

Claro que lo hay.

Porque el Foro Latinoamericano contra el Antisemitismo “guarda un muerto en el armario”.

Galit Ronen, embajadora de Israel en Argentina, remarcó la enorme relevancia que tiene para el estado sionista abordar la cuestión del antisemitismo desde una perspectiva multifocal: “este flagelo no es patrimonio de un país […]. Israel trabaja activamente para promover un lenguaje de encuentro sin espacio para la irracionalidad que aun hoy en día la judeofobia expone.”

Ronen procura hacernos creer –ella misma lo cree sin duda–  que la racionalidad guía el comportamiento israelí: pero basta un somero repaso de las acciones del terrorismo sionista durante buena parte de la primera mitad del siglo XX, aplicado para “limpiar la tierra sagrada”: voladura de buses, de hoteles, de vehiculos abandonados estratégicamente con explosivos, de mercados con sus pacíficos compradores y vendedores, de negocios palestinos en barrios, siempre con población directamente victimada.

Como el terrorismo sionista se desarrolla bajo la administración británica del territorio palestino, pendiente su destino político (porque árabes palestinos, musulmanes y cristianos, por un lado, y judíos sionistas por otro, reclamaban esa tierra), tales atentados, mortíferos, solían descargarse contra una mayoría enorme de población oriunda, pero también podía alcanzar –a veces con intención–, como pasó con la voladura del Hotel Rey David en Jerusalén, a ingleses, extranjeros e incluso judíos. Cuando el British Empire decide deslastrarse de una ”administración” colonial tan conflictiva, los judíos sionistas instalados en Palestina (no confundir con los judíos no sionistas, instalados desde mucho antes, sin pretensiones territoriales, relacionados desde tiempo inmemorial con las otras poblaciones del lugar), férreamente organizados, pasarán a ser juez y parte del orden interno y allí, las violaciones a los derechos humanos de la población palestina alcanzarán nuevas cotas de abusos, secuestros y asesinatos colectivos.

Ronen procura suprimir la irracionalidad (que con razón liga con el antisemitismo, y que genéricamente se liga con todo racismo). Pero no lo podrá hacer ignorando o escamoteando ese pasado imborrable, que está en la matriz del Estado de Israel. Porque  tan en su matriz está, que el trato dado a los palestinos en la segunda mitad del siglo XX (y que  continúa, hasta hoy) sigue siendo de la mayor irracionalidad, falta de ecuanimidad, abuso, desprecio, y en dosis tan elevadas, que ese sesgo, privado de toda democraticidad, ha ido gangrenando la propia conciencia israelí (aunque brote, ocasionalmente, a través de israelíes refractarios a semejante historia, el digno aunque impotente rechazo al atropello y matanza de palestinos).

Uno bien podría preguntarse cómo combatir la irracionalidad, cuando el sionismo, precisamente, ha fusionado un redentorismo bíblico, y por lo tanto ahistórico, con un puño de hierro que lo ha hermanado –en el trato al ajeno– con el nazismo, nada menos.[1]

Ésa es la llaga abierta que ningún foro contra el antisemitismo puede salvar.

Por eso, pese a intentos de liquidar la cuestión palestina mediante un desconocimiento radical, lubricado en todo caso con montañas de dinero a empresarios palestinos, como fue el minuet diplomático del Acuerdo del Siglo de 2020, la lacerante realidad que sufren los palestinos desde hace tantas generaciones sigue con su cosecha de miedo, dolor y muerte.

Y esa lacerante realidad es la que explica  “el otro”, foro internacional “por Palestina”, en Buenos Aires, el 14 y 15 de este mismo mes.

Este encuentro concitó la participación de diversas expresiones solidarias con el pueblo palestino, de historiadores, como Jorge Ramos Tolosa, Miguel Ibarlucía, de organizaciones y militantes palestinos como Sahar Francis, Yamal Yuma, académicos como Silvana Rabinovich, docentes como Andrés Piqueras, intelectuales como Iñaki Gil de San Vicente, activistas del BDS (Boicot, Desinversión y Sanciones contra Israel) y tantos otros ligados a la resistencia al abuso y la violencia, oriundos de Colombia, México, redes en  lucha contra el muro levantado por Israel sajando al territorio palestino aún más para facilitar su deglución; miembros de la Federación de Entidades Argentino-Palestinas, el portavoz de la Red Internacional Judía Antisionista (IJAN), David Comedi, y tantos otros representativos de la resistencia y por el derecho de pueblos avasallados, como el historiador indio Vijay Prashad y críticos provenientes  hasta de la propia Israel y ciertamente de Brasil, Argentina, Uruguay, Chile, México, España.

El Foro por Palestina procura recordarnos lo que sufre la población palestina; como la contracara que el Foro contra el Antisemitismo procura obviar con el culto al Estado de Israel, personificado bíblicamente como ejercicio de respeto. De hecho, funciona como justificación de las atrocidades de la política de estrangulamiento a la población palestina. Estrangulamiento tácitamente negado mediante dos recursos: ignorándolo y desplegando el velo victimista.

Incursionemos un poco.

Dani Dayan, uno de los participantes, es el presidente de Yad Vashem (que en Israel encarna la recordación de las acciones nazis contra los judíos que han recibido el nombre bíblico de “holocausto”).

Desde el fin de la 2GM y por iniciativa de judíos, las persecuciones criminales nazis contra judíos, con su cosecha de millones de muertos, ha recibido el nombre de genocidio (shoá en hebreo). Pero llamativamente, las organizaciones que, mucho después, se han ido montando para conservar la documentación de lo acontecido, han optado por la palabra holocausto. Así figura en la asociación IHRA (International Holocaust Remembrance Alliance, Alianza Internacional en Recuerdo del Holocausto). ¿Cómo explicar esta disonancia?

Si se acepta el término genocidio la política nazi se vincula con las tantas atrocidades que han llevado a cabo humanos contra otros humanos; como el cuasiexterminio de poblaciones nativoamericanas a manos de los colonizadores europeos, la “civilización”, con sus millones de muertos y mutilados, descargada por los belgas en el Congo, o la de la Alemania del Káiser exterminando casi totalmente a los hereros en lo que hoy se llama Namibia, los diversos arrasamientos poblacionales del África negra; el exterminio que llegó a un tercio de la población en Timor Leste a manos de la Indonesia dirigida por un títere de EE.UU., Haji Suharto, y un largo, atroz, etcétera. En cambio, calificado de holocausto y dándole alcance mundial, se lo convierte en un genocidio único en su clase provisto de un trasfondo religioso. Porque bíblicamente “holocausto” es un sacrificio brindado a dioses o a algún dios.  La razón es obvia: si las persecuciones nazis a los judíos se consideran genocidio, será más o menos equiparable con los tantos genocidios habidos. Tipificado como “holocausto” (su origen mediático podría estar en la película de Hollywood –homónima–), será único, exclusivo, y por ello mismo, incomparable.

Si “bajamos” la feroz persecución nazi contra los judíos a la historia, queda así emparentada con la también terrible persecución y muerte de gitanos por el nazismo, y de polacos y hasta de africanos por el nazismo, pero también con la estremecedora saga histórica de los otros genocidios –algunos de los cuales hemos apenas enumerado– y tendríamos que señalar, en términos puramente sociológicos, que las muertes sufridas por los palestinos también son fruto de una política genocida (o etnocida, como algunos autores sostienen, porque la implantación sionista, aunque ha matado a miles de palestinos sin juicio alguno, parecería más interesada en adueñarse de la tierra, y los crímenes contra palestinos son “apenas” una herramienta para apropiarse de aquella).

Por eso, no podemos dar por buenas las aseveraciones de IHRA y esas otras estructuras consagradas al “holocausto” de que propagan la racionalidad y la objetividad en sus designios. Porque la historia real y concreta los desmiente.

¿Cómo vamos a admitir que los irracionalistas nos den clase de racionalidad? ¿Cómo podemos admitir que fuera de Palestina el aparato de poder israelí pretenda presentarse como democrático, dialoguista, en franca lucha contra el terrorismo cuando han perfeccionado una de las máquinas terroristas más influyentes del planeta?

Para decirlo con las elocuentes palabras de una investigadora, psiquiatra y luchadora palestina, Samah Jabr, citada por Gil de San Vicente: «¿Cómo puede ser que la palabra “terrorismo” se aplique tan fácilmente a los individuos o grupos que usan bombas artesanales, y no a los estados que emplean armas nucleares y otras armas prohibidas internacionalmente, para asegurar la sumisión al opresor? Israel, Estados Unidos y Reino Unido deberían estar a la cabeza en las listas de estados exportadores de terrorismo por recurrir a ataques armados contra la población civil en Palestina, Iraq, Sudán y otros lugares. Sin embargo, “terrorismo” es el término político que el colonizador utiliza para desprestigiar a las que resisten, de la misma manera que los afrikáners y los nazis califican de terroristas a los combatientes negros y franceses por la libertad […] la violencia puede ser el medio que un ser humano racional use para defenderse. Cuando una mujer reacciona violentamente ante una amenaza de violación, es una forma de yihad […] Tanto el derecho internacional como los precedentes históricos de muchas naciones reconocen a la población el derecho a tomar las armas para liberarse, cuando se encuentran bajo el yugo de la opresión nacional. ¿Por qué sería diferente en el caso de Palestina? ¿Las leyes del derecho internacional no pretenden ser universales?» [2]

Basta reparar en las políticas con las que Israel ha encarado “la cuestión palestina”,  para que toda la monserga sionista por la racionalidad y contra el antisemitismo como una forma de lucha contra la injusticia se derrumbe o se sienta inauténtica.

Enumerando una cortísima e incompleta lista de procederes: 300 litros de agua por israelí de alta calidad que usan hasta para lavar el auto, 60 litros de agua de bajísima o inexistente potabilidad por palestino; carreteras excelentes para israelíes para cubrir, por ejemplo, un tramo en 20 minutos, en tanto la misma distancia tiene que ser cubierta por un vehículo palestino en 4 o 5 horas, por pésimos caminos destartalados y sucesivos puestos de control policiaco-militares que prolongan intencionalmente la espera para franquear el paso; electricidad en la Franja de Gaza de 2 a 4 horas diarias, con lo cual se pone en peligro toda función alimentaria, sanitaria, intelectual y hasta deportiva; los barrios reiteradamente bombardeados mantienen las ruinas porque Israel no permite reedificaciones estrangulando toda provisión de materiales de construcción, por lo cual un considerable sector de la población vive entre ruinas, en verano y en invierno (y con nieve); en la Franja de Gaza han volado por los aires plantas potabilizadoras, escuelas, mezquitas, puertos, aeropuertos… y viviendas.

Nos lo recuerda Jabr: “en Palestina no existe estrés postraumático porque el trauma es repetitivo, continuo, sin solución de continuidad.”

La FdG está sitiada desde 2006: los israelíes limitan las calorías máximas de los alimentos que entran a la Franja (si no llegan a la boca de palestinos impedidos de acceder a ellos, si algunas partidas se pierden por falta de refrigeración, choques o accidentes… paciencia: las calorías ya están contadas. A la situación resultante; pésima alimentación de la población palestina allí sobreviviente, se llega sin esfuerzo, «naturalmente».

Cuadro éste, realzado” por bombardeos de artillería y de aviación que se han sucedido,  al menos cuatro veces con enorme alcance y destrucción generalizada.

Con razón el médico noruego Mads Gilbert, presente en hospitales de campaña en más de una de las invasiones israelíes a la Franja, ha declarado: “El pueblo palestino tiene una resistencia que entiendo sin par, incomparable en el género humano.”

Es odioso y fácilmente errado todo juicio del tipo “el pueblo más… hermoso, inteligente, probo”. Sin embargo, este médico es muy remiso a los elogios. Gilbert es consciente de la  temeridad de su juicio, que es como el reverso de otros juicios, igualmente dolidos, de quienes consideran visible un deterioro psicológico, ético, que vive la inmensa mayoría de la población israelí. Jahr nos recuerda que, por ejemplo, la población israelí ‘se ha hecho indiferente al asesinato de niños palestinos, como se ha comprobado en su complicidad activa o pasiva durante la masacre de Gaza en la que Israel utilizó bombas yanquis de fósforo blanco.’ [3]

El establecimiento del Estado de Israel entonces, no ha creado un problema (palestino) sino dos.

 

[1]  “El secuestro de Eichmann es un acto de ilegalidad de exactamente la misma clase de la que los mismos nazis… han sido culpables.” Lo expresa Erich Fromm, judío y lo recuerda en La industria del holocausto, Norman Finkelstein, también judío. Nos lo plantea Iván Gómez Avilés en Nazismo y Sionismo. La colonización sionista de Palestina, recordando negociaciones entre sionistas y nazis cuando ya había empezado la represión directa y violenta de judíos (no sionistas) por parte de los nazis. (Ha’avarah). Lo advierten muchos judíos actuantes dentro del Estado de Israel, como hace pocos años, Yair Golán, subjefe militar israelí, refiriéndose a la nazificación de la modalidad represiva israelí. “No hay nada más fácil y simple que odiar al extraño, […] bestializarse y [después] justificarse, y no hay nada más fácil que instaurar el miedo.” Tales palabras, sabias, fueron dichas ante el entonces ministro de Educación Naftalí Bennett, quien “educa” a sus alumnos con sentencias como: “He matado a muchos palestinos… ¿y qué problema hay?” Golán y Bennett grafican esos dos momentos del alma judía en Israel.

[2]  “Tras los frentes. Crónica de una psiquiatra […] bajo ocupación. Hojas Monfíes”, Granada 2022.

[3]  Jabr se refiere a la invasión a la FdG de 2008-2009 a la que los mandos militares (¿o civiles?) de Israel no tuvieron mejor nombre que ponerle “Plomo Fundido”.

 

Publicado en Palestinos / israelíes, Poder, Sociedad e ideología

PANDEMIA 2020: ¿CAMINO DEL OLVIDO O DE SU RESTABLECIMIENTO?

Publicada el 12/07/2022 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández –

La pandemia de la OMS, no ha concluido y si escucháramos a sus “sacerdotes”, Bill Gates, Klaus Schwab, tenemos otra en puerta, peor.

Entretanto, nos aconsejan ir por la cuarta y la quinta dosis de la vacuna experimental que precisamente por su nivel (insuficiente)  de verificación no pudo hacerse obligatoria, aunque muchas autoridades administrativas nacionales y sanitarias la han promovido e inoculado como si lo fuera.

Por eso ha resultado tan preciso el dictamen del juez uruguayo Alejandro Recarey que acaba de exigirle a los laboratorios del Big Pharma que declaren finalmente de qué están compuestas las muy secretas vacunas e informen de las secuelas que, con preocupación creciente se han ido acumulando (si es que se han preocupado en registrar  tales secuelas) y entretanto dispensar de toda vacuna, «desconocida» en sus efectos, a menores de 13 años. En buen romance, negarse a emplear a nuestros niños como conejillos de Indias.

Un diálogo, apócrifo, tan bien actuado que nos parece estar reviviendo la vieja serie del Chavo del Ocho, es muy ilustrativo del estado actual de situación: a nuestro protagonista, una suerte de Tin tin del subdesarrollo, el Flaco Don Ramón y Doña Florinda lo acosan a preguntas:

DR – A ver, ¿cuáles son las órdenes del gobierno?

DF – ¿Para los vacunados?

DR – ¿Y para los no vacunados?

Ch – Mandaron a que los no vacunados tienen que usar máscaras de ahora en adelante…

DF – ¿Y los vacunados?

Ch – También.

DR – Oye, oye, quiere decir que ahora también se contagian?

Ch – ¿Los vacunados o los no vacunados?

DR – ¡los no vacunados!

Ch – Los no vacunados, si no se cuidan, pueden contagiarse…

DF – ¿Y los vacunados?

Ch – También.

DF – Oye, pues, entonces los no vacunados pueden contagiar a otros…

DF – ¡Y los vacunados?

Ch – También.

DF – Entonces se pueden enfermar y hasta morir…

Ch – ¿los vacunados o los no vacunados?

DR – Bueno…

DF – Un momento, ¿pero no le pasa lo mismo a ambos?

Ch – Sí…

DF – Entonces [con aire de ganadora], ¿por qué entonces dices vacunados y no vacunados?

Ch – Porque aunque pueden enfermarse y morirse, los vacunados tienen hasta un 98% de posibilidad de sobrevivir al covid…

DF – [mira extasiada y suspira aliviada]  Ahhhhh…

DR – ¿Y los no vacunados?

Ch – También…

Al mismo tiempo, la sociedad ha entrado en una suerte de hastío o cansancio magistralmente registrado en el sketch que transcribimos textualmente. Y tanto la población como la prensa han ido desinteresándose del significado, la trascendencia, y sobre todo, las causas, del tratamiento a que hemos sido sometidos.

El investigador, conocido en países del Primer Mundo (aunque muchos menos entre nos) Nicholas Wade lo dijo hace más de un año: no se puede creer que el brote del Covid-19 se deba a algo espontáneo o natural, interpretación promovida no sólo por quienes podían tener interés en oscurecer la etiología del Covid-19, como el Big Pharma, sino también por parte de algunos muy críticos del mundo de los negocios transnacionales, pero que –no sabemos si para evitar que les endilgaran el sambenito de conspiranoicos– insistieron en el desencadenamiento espontáneo de un contagio mediante murciélagos, civetas, pangolines y otros eslabones naturales y casuales que, a causa de la invasión permanente –ésa sí real y progresiva de la sociedad humana, básicamente depredadora, sobre los entornos naturales y silvestres, vegetales y animales, habría provocado la epidemia generalizada, decretada por la OMS como pandemia.

La tesis del origen fortuito, casual, del Covid19 fue convenientemente fogoneada a comienzos de la “era covid” –más oportuna imposible– con una carta firmada el 19 de febrero de 2020, por 27 científicos en la prestigiosa revista médica The Lancet que afirmaron rotundamente, con aire de “cruzados”, que se unían “para condenar enérgicamente las teorías de la conspiración que sugieren que COVID-19 no tiene un origen natural” y concluían sin ninguna duda, ni metódica ni científica, que “este coronavirus se originó en la vida silvestre».

 

REAPARECE EL BIOWARFARE

Han pasado más de dos años. Ahora, mediados de 2022, con la pandemia aparentemente en nítida regresión, tenemos el testimonio de Jeffrey Sachs, que preside, precisamente la comisión editorial  de  la misma The Lancet que está a cargo del asunto pandemia y que es probablemente la principal revista científica del mundo (y no precisamente por su edad cuasi bicentenaria), quien califica a la pandemia como “un error garrafal de la biotecnología”, “no un accidente de un desbordamiento natural”. Con semejante calificación, reaparecen en escena los laboratorios estadounidenses dedicados al biowarfare, la continuación de la guerra por medio de la biología sintética, elaboración de formas de vida con diseño a cargo de humanos, que varios autores habían entrevisto desde el mismísimo comienzo tan peculiar de la pandemia,[1] y ratificara en su momento el referente Wade.

En rigor, Sachs verifica lo que ya entendíamos como más plausible los que no quisimos confiar en los dictámenes de la ciencia oficial, cuyos muy interesados malpasos vienen desde hace mucho. El comercio siempre fue mal consejero de la salud, pero los intereses y la perspectiva de poder, aumentaron con botas de siete leguas con la biología sintética; elaboración de formas de vida manipulada y diseñada por el hombre.

El biowarfare no fue invento de los yanquis, por más que hayan sido sus principales cultores tras la 2GM; en realidad responde a todo sistema de poder, para acompañar ese ejercicio desde los laboratorios, con la ciencia aplicada. La “Gran Guerra” (como se llamó a la de 1914-1918) se hizo mucho desde la química; tras la 2GM, HAARP fue un intento de aplicar meteorología y física a la guerra y a la lucha contra “enemigos”.

El virus mortal, “no se produjo de forma natural” (véase mi vetusta nota  “COVID-19: miedo, calidad de vida, pánico, profilaxis… extraño bamboleo”, 20 marzo 2021).

Hemos vivido este tiempo, advirtiendo la enorme concentración de poder, desde el Big Pharma en medio de una lógica ignorancia generalizada (de cómo actuar ante un problema nuevo) y desde la OMS, con un mecenazgo medieval remozado en pleno siglo XXI, y cómo los mensajes de estos emisores investidos del papel de “la ciencia”, han estado modelando a través de copiosos medios de incomunicación de masas, las imágenes habituales y más trilladas, basándose en el miedo y en nombre de la ciencia.

Aunque los medios de incomunicación de masas han optado sistemáticamente por acallar las voces discordantes o escépticas a la política establecida con la pandemia decretada por la OMS, la sospecha de motivos crematísticos para impulsar una rápida y extendida vacunación ha subsistido como una sombra a la apuesta casi exclusiva a la vacunación para recuperar salud ante el Covid 19.

 

CIENCIA Y CREENCIA

Nuestra cultura actual se caracteriza por un alto desarrollo científico y, a la vez, por una alta confianza y creencia en la ciencia. El primer rasgo abre las mentes; el segundo las cierra. En nuestro presente existen ambas actitudes; la de investigación y duda ante problemas nuevos y sobre todo sus soluciones (necesariamente nuevas), y la creencia ciega en la ciencia. Esto último, realmente no es ciencia; incluso esa creencia puede ser penosamente anticientífica. Y es sobre estas creencias que organizaciones con poder ideológico conquistan “las almas”, la confianza en amplios sectores sociales.

Y la combinación de creencia en la ciencia y miedo se ha demostrado decisiva y muy difícil de apelar.

VOLVAMOS AL CAPÍTULO URUGUAY

Ante la extraordinaria intimación dispuesta en nuestro país por el juez Alejandro Recarey, dado el cúmulo de factores sociales e ideológicos que hemos sucintamente reseñado, la  reacción no se ha hecho esperar. Una Santa Alianza de frenteamplistas y multicolores se ha lanzado, proclamando la defensa de la ciencia (en rigor, la defensa de la creencia en la ciencia).

Ciencia que en ningún momento el juez ha cuestionado en sus actos. Más bien al contrario, el juez está, con su veredicto, reclamando más ciencia, no menos, en el peculiar trámite de esta pandemia con tantos interesados.

“Un juez de Uruguay decidió este jueves ‘la suspensión inmediata’ de la vacunación contra el coronavirus a niños menores de 13 años, hasta que se conozcan los contratos entre el Estado y la farmacéutica Pfizer y la ‘composición de las sustancias’ contenidas en el medicamento.” (Montevideo, AFP, 7 jul. 2022)

Recarey tomó la determinación tras un pedido de amparo para “suspender la vacunación a niños”.

Obsérvese el lenguaje con que había sido aprobado por el gobierno, con el presidente Lacalle y su ministro Salinas al frente, la vacunación para menores: habían dispuesto “la inoculación de la vacuna a niños, prevista en el país a partir de los 5 años de edad, aunque de forma voluntaria.”

Lenguaje melifluo, si cabe. Se dice al final que es voluntaria pero con el peso de todos los condicionamientos mediáticos, ideológicos, profesionales, médicos, sanitarios, se le hace muy difícil a la población supuestamente en riesgo declinar el uso de una vacuna prácticamente legitimada por el apuro.

Nos tenemos que alegrar que el presidente, con su profesión de fe liberal no pretenda inoculaciones obligatorias o forzosas, pero sabemos que en nuestro país, el apego a la legalidad, cierta confianza en las autoridades y la ignorancia que campea ante algo inesperado y desconocido (al menos para la generalidad de la población planetaria, aunque haya habido sectores selectos, muy minoritarios, que parecían estar muy al tanto de lo por venir.[2]

La suspensión en nuestro país, dispuesta Recarey, comunicada en su fallo emitido el 7 de julio, estará vigente hasta que «se publique o publiquen íntegros […] todos los contratos de compra de estas vacunas» y los documentos que «detallen la composición de las sustancias a inocular«, reza la resolución.

Chocante es tener que recordar, una vez más que las trajinadas vacunas fueron aprobadas sin tener en cuenta tales recaudos.

Sin embargo, la precautoria decisión del juez sigue siendo impugnada. Uno de los cuestionamientos gubernamentales es que no ha sido imparcial. Como si se tratara de un arbitraje futbolístico, ¿a qué viene lo de imparcial en la cuestión de vacunar con vacunas que ni siquiera la OMS considera aprobadas y al menos por ahora ni siquiera aprobables? Como con los embarazos, no se puede estar “un poco con embarazo y un poco no”; no se puede plantear que no se sabe qué ingredientes tiene la vacuna, pero son un poco aprobados y otro poco no.

De todos modos, el juez tuvo que salir a defender su conducta, expresando que  “no se involucra en discutir aspectos científicos” ni en “la necesidad o conveniencia de la vacunación a menores”. Algo que ya podía leerse así en su dictamen.

El juez ha alterado la tranquilidad burocrática del gobierno, cierta impunidad en sus actos. Nos parece saludable.

Recarey nos recordó que “ningún gobierno puede firmar contratos secretos, en el desconocimiento de la opinión pública”, con lo cual su dictamen excede, políticamente, y con acierto, el estilo de los gobiernos que ha tenido este país firmando a espaldas de la población convenios y acuerdos que llaman la atención por la hipoteca que significan para el futuro de los orientales o uruguayos. [3]

También destaca que no atender el principio precautorio, atenta contra el futuro de individuos, muchos hoy menores de edad. Y establece, o mejor dicho nos recuerda un saludable principio, de no estar atado a la versión del fabricante comercial, bajo el especioso argumento de la confianza científica (Pfizer, por ejemplo, está incurso en una serie de delitos  en su producción farmacéutica, que han sido conocidos gracias a escándalos sanitarios y a periodismo de investigación, lo que nos obliga a desconfiar de todos sus “aportes”, de todos sus compromisos, programados para escamotear todo control público de sus  acciones, como, por ejemplo, el uso despiadado de conejillos de Indias humanos pertenecientes a la periferia planetaria, a “los nadies” (práctica generalizada en grandes laboratorios, no es monopolio de Pfizer, que conocemos por haberse judicializado).

Tenemos que alegrarnos que en nuestro pequeño país haya surgido una conciencia crítica y actuante al respecto.

[1]   La primera noticia mundial de Covid 19 se registró, ya con varios casos en Wuhan, ciudad multimillonaria china; un segundo brote, semanas después, en Teherán, la capital de Irán y un tercer brote poco después, en el norte de Italia. ¿Continuidad geográfica que habilte la hipótesis de contagios en cruces fronterizos? Igual a cero. Lo único común que a fines de 2019 y principios del 20 alcancé a ver, buscando unir semejantes casos fue el itinerario diseñado por China para su proyecto de Ruta de la Seda; una globalización terrestre de origen chino de este a oeste, con destino final en Europa Occidental. Otro aspecto que lleva a pensar en causas humanas, demasiado humanas, de la peripecia china con Covid 19 es que precisamente en años previos, China sufrió una seguidilla de trastornos con enfermedades de origen desconocido en sus enormes planteles de pollos, cerdos y otros animales domésticos que constituyen alimentos básicos de la dieta del país. Cuesta creer en casualidades, y menos si son permanentes…

[2]  Pocos meses antes de declarada la pandemia con alcance universal, estos advertidos habían hecho un simulacro para ver cómo actuar ante la ”inminente” pandemia, que, efectivamente la OMS declarara muy poco después (el simulacro de OMS fue de octubre 2019; la pandemia se oficializó en marzo 2020, pero los primeros rastreos de casos la llevaron a diciembre 2019). Llama poderosamente la atención la contigüidad.

[3]  Apenas un par de ejemplos, amén del firmado por el actual presidente con Pfizer, para advertir que se trata de un estilo gerencial en que nuestros gobiernos no se deben a la población sino a los consorcios transnacionales en cuyo beneficio se dictan convenios y acuerdos totalmente inaceptables desde el punto de vista de la vida de la población y de las formas democráticas: acuerdo de presidencia (Lacalle) con Katoen Natie para el uso de nuestro puerto principal por 60 años asegurados de antemano; acuerdo de presidencia (Vázquez) con UPM por 30 años implantándose en una superficie cada vez mayor de un territorio escaso, como el nuestro; resoluciones todas ellas tomadas al margen de sentires y conocimientos de la población.

 

Publicado en Destrozando el sentido común, Medios de incomunicación de masas, Salud. Y enfermedad, Sociedad e ideología, Uruguay

El mundo empresario abandonando el diálogo humano

Publicada el 12/07/2022 por ulises

UN FENÓMENO DE NUESTRO TIEMPO

por Luis E. Sabini Fernández

  1. Toca la campanilla del teléfono fijo. Levanto el auricular y oigo una cantinela repetida innumerables veces: (mensaje de la empresa que gestiona los que adeudan a EDENOR: ofrecen un número telefónico 5296 3230, pero no responde voz humana viva).

Los titulares y habitantes que habitamos con este número de teléfono no tenemos deuda alguna con EDENOR.  Lo afirma EDENOR por internet. Luego de reiterados avisos, todos iguales, grabados, caímos en la cuenta que quien tuviera antes este número de teléfono o este domicilio debía tener una deuda con EDENOR.

Pero los cobradores no rastrean; solo de limitan a dejar la recordatoria, por lo visto sin preocuparse en recoger ni un dato siquiera.

Una falta de diálogo ensordecedor.

Tiempo insumido para atender algo inconducente: un par de minutos cada vez, unas veinte veces: alguna hora, y al comienzo, un buen devaneo procurando dar con la deuda; porque estos mensajes siempre apuntan a un remiso, un culpable, un deudor, un incapaz, un ineficiente…

 

  1. He intentado ingresar al sitio-e VTV innumerables veces. Perdí la cuenta. Quince, tal vez diecisiete…

Cuando me pregunta –la pantalla inteligente– si tengo un código, como se trata de una revisita y me entregaron todo un relevamiento con código, digo que sí. Lo pongo y la pantalla –inteligente– me informa que ese código no coindice con los datos precedentes que acabo de dejar.

Como tengo un único auto, ya con décadas y hasta ahora siempre habían sido los mismos datos, bastante sencillos, tres letras, tres cifras, abandono el código y procuro entrar como si fuera por primera vez.

Este minuet y pasos similares es lo que llevo haciendo más de una docena de veces.

En otro de esos embates no reconoce mi corr-e, la pantalla me hace ir atrás, vuelta a empezar. Cuando transcribo el código recibido en otro artefacto-e (porque si cometo el “error” de abrir otra pantalla en el mismo monitor –el de mi corr-e– para extraer el código clave recién enviado, la pantalla VTV hace mutis… y no vuelve más, la pantalla entonces incorpora el dato que traigo del celular, ¡aleluya!; sin embargo al avanzar un par de casilleros, bruscamente se borra todo lo consignado… y vuelta a empezar.

Tiempo insumido a quien esto escribe: varias horas, tal vez una o dos jornadas de trabajo. 8 o 16 horas.

Tiempo multiplicado de los solicitantes a los que les pasa algo similar. Una sobrecogedora  cantidad de tiempo perdido. No solo tiempo perdido. Nervios ganados, tensiones intensificadas…

 

Como dice Byug-Chul Han nos hallamos en “la sociedad del cansancio”: todo el mundo agotado de gestiones para el teléfono, el auto, la administración de la vivienda, de los dinerillos, poco contante, que debemos llevar a adelante ante nosotros mismos… y el asistente-e, es decir, ante nosotros mismos.

¿Qué significa?

Dimensionemos e invoquemos los escamoteados costos.

El mundo empresario ha suprimido seres humanos que hasta hace relativamente poco dialogaban con la clientela para llevar adelante las diversas gestiones. Así se han ahorrado un costo laboral alto.

Y a los particulares, esos átomos del mercado que ocupamos el lado comprador, consumidor, dependiente, han tomado, se le ha asignado la tarea de avanzar trámites, situaciones, necesidades, problemas, sin diálogo alguno con la otra parte del “mercado” en un curioso, perturbador avance “a solas”, pero digitalizado.

El diálogo, entre humanos  en relación con las corporaciones y grandes unidades económicas, ha sido reducido a su mínima expresión (y algunas empresas parecen haber logrado “el éxito” de eliminarlo completamente) lo cual redunda en una gigantesca transferencia de costos de la empresa a la sociedad donde dicha empresa “brinda” sus servicios.

Todo ello aderezado de una campaña de brainwashing para persuadirnos que todo es ganar-ganar y que ello ayuda a mejorar la sociedad.

La lesión, el menoscabo producidos al tiempo de “la gente” se ignora (porque generalmente no se valúa; no se lo estima, dicho esto último en sentido literal).

Vale la pena comparar estos adelantos tecnoideológicos generalmente presentados como bendición digital, propios de las empresas “más avanzadas”, con aquellos servicios que han mantenido o han tenido que reponer el diálogo entre las dos partes, como los CGP de CABA en Buenos Aires, no sabemos si por la sobrecarga de población de la tercera edad en ese territorio u otro motivo– pero los trámites allí funcionan con envidiable fluidez.

¿El método? Sencillamente llega el habitante, sin cita previa, ni conseguida por celular, ni por computadora o ni siquiera por haber venido a buscar un numerito, la recepción le pregunta el motivo de la visita, recibe un número del  área acorde, aguarda y quien lo atiende toma sobre sí la tarea de conseguir lo que el “vecino” solicita.  Como los operarios de los distintos servicios municipales están entrenados y duchos, en minutos se consigue la fecha de casamiento, la renovación del carné de conducir, el permiso solicitado.

¿Por qué el mundo empresario se desvincula de un servicio al cliente en pleno proceso de computarización forzosa? Una situación impensable hace pocos años, porque habría ido en detrimento de la empresa. Pero no es el caso ahora. Enancados en la marea de adelantos tecnológicos, el ciudadano común se siente débil al no poder satisfacer la demanda. Prefiere gastar, malgastar su tiempo, para “salir del papel de primitivo”.

Los cálculos e intereses empresarios pueden desatender el tiempo y la calidad del tiempo de “la gente”, pero la sociedad no debería dilapidar ese tiempo social, cientos o miles de veces mayor que el que tendría que insumir una atención eficiente de “los trámites”·.

Para mover esta situación de frustración, tendría que actuar una masa crítica, que exprese el daño, el malestar, la resistencia a las estrategias dominantes y normalizadas, “por la razón o la fuerza”.

Pero si aguantamos dócilmente las decisiones como si fueran de Su Majestad, que rigen nuestra vida cotidiana, seguiremos “en el mejor de los mundos” (a lo sumo esperando que el sobrino gamba te dé una mano, que la hija que vive en otra ciudad (a veces en otro país, en otro continente) pueda arrimarse y ayude a desentrañar vericuetos digitales aunque sea a fin de año…

 

Publicado en Cultura dominante, Destrozando el sentido común, Uruguay, Vida cotidiana

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