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Carta abierta. Peripecias bancarias para cobrar chirolas del exterior

Publicada el 28/07/2016 - 19/09/2016 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández

Estoy jubilado desde hace unos diez años en la Caja de Jubilaciones de Suecia (por el corto período laboral que tuviera en ese país). Se trata de una jubilación que no alcanza a los 5 mil pesos argentinos, que he cobrado regularmente desde entonces.

Dado que los gastos por tarjeta eran tan altos, al cabo de pocos meses decidí tramitar giros semestrales achicando los gastos bancarios. Eso estamos haciendo, están haciendo los bancos, desde hace una década o casi.

El banco (sueco) receptor de mi jubilación y eslabón necesario para yo recibir en Buenos Aires mis monedas me envía por correo postal resúmenes de cuenta trimestrales.

Siempre ha sido farragoso cobrar estos giros en Argentina. Porque el BNA tiene duda de la procedencia de los giros; se me ha hecho firmar cartas de intención en que aclaro que no muevo más de tres millones de dólares (mensuales o anuales; ya no recuerdo y me resulta totalmente irrelevante la frecuencia); he tenido que responder al interrogatorio de porqué los papeles del banco sueco se refieren a dos números de cuenta relacionadas conmigo (tengo una sola cuenta y los movimientos contables del banco sueco ─o de cualquier país─ me resultan desconocidos, pero sé que muchos bancos tienen una cuenta para direccionar los fondos al receptor y otra, con otro número, para moverlos a un banco corresponsal); jamás han resultado suficientes los papeles propios de la operación de giro, junto a mi identificación; a menudo he tenido que agregar cartas testimoniales sobre el carácter de esos “fondos”.

Una especie de rendición de cuentas permanente, perpetua.  Siempre tratado como reo pero sin el in dubbio pro.

Esto es propio de un país sin la más mínima confianza. Al menos respecto de los titulares de cuentas bajísimas, de muy poca estofa, del chiquitaje. Otro gallo canta cuando se trata de cuentas que mueven realmente varios millones de dólares (anuales o mensuales o, claro, semanales). En ese plano, sí existe confianza o al menos planificadores y asesores de gestiones y declaraciones.

 

Por vigésima vez recibo el aviso de una “orden de pago simple” a mi favor. La semestral de la primera mitad de 2016. Los  resúmenes de cuenta enviados por “mi banco” sueco presentan las seis mensualidades acreditadas (la última, el 17 de junio) con las cuales, de rutina, proceden al giro. El giro le llega al BNA el 6 de julio.

El BNA quiere saber qué ha pasado entre el 17 de junio y el 6 de julio. Una funcionaria me explica que yo bien podría haber retirado los fondos acreditados y antes del 6 de julio, podría haberlos repuesto para habilitar el giro. Pero si tal hipotética operación se hubiese llevado a cabo luego del 26 de junio, los fondos ahora girados no tendrían necesariamente la garantía de depósito de 10 días con los cuales en Argentina se combate la especulación financiera. Porque la ley dice que giros de fondos con menos de 10 días depositados podrían ser fruto de especulación. Depósitos de 11, 13 o 25 días, por ejemplo, no son sospechables de manejos especulativos [sic]: conmovido por el freno a la especulación.

Los resúmenes de cuenta expedidos en Suecia nos revelan que una parte (el monto mensual de mi jubilación) estuvo “descansando” en la cuenta 6 meses, otra sexta parte del giro unos 150 días, otro  sexto más aparece depositado desde hace unos 4 meses… y así sucesivamente hasta que hay un sexto depósito (la última sexta parte) del 17 de junio. Con el cual el banco vio “completado” el monto acordado para efectuar el giro…. se demoran un poco, con ritmo sueco, y lo envían el 6 de julio.

Y allí la ventana del horror, de la sospecha insondable, del 17 de junio al 6 de julio.

No tengo pruebas materiales para demostrar que los fondos siguieron descansando. Aparecerán con el próximo resumen de cuenta, en setiembre. No tengo acceso desde hace un año a home banking porque se me ha trabado el PIN.

Traté de aclararle a la funcionaria con poder de decisión que si mira, hurga, estudia, se toma el trabajo de verificar las órdenes de pago efectuadas hasta la fecha, siempre semestralmente, va a ver siempre el mismo modus operandi: con rigor nórdico, al llegar a seis mensualidades se gira un monto dejando apenas un saldo para no cerrar la cuenta. En ningún caso hubo una extracción de coronas entre la sexta mensualidad acumulada y el giro.

La réplica ha sido: cada operación es ella por sí misma. Lo cual nadie niega.

Pero la relación basada en la desconfianza más radical, aparte de lesiva porque te está diciendo que no te creen nada, en los hechos es paralizante. Para el movimiento del  capital, para la circulación económica. Tales circuitos trabajan y operan sobre la base de la confianza. Claro que así  pasa que alguna vez sobreviene una trapisonda. Como dicen Les Luthiers… el exceso de confianza embaraza a la mujer.

Entonces  se extreman, allí sí,  los recaudos. O deberían. Pero ninguna circulación económica se basa en la radical falta de confianza. No se podría actuar, sería paralizante.

Es sistémicamente inaceptable.  Inapropiada. Solo explicable porque con estas trabas se lesiona a agente económicos  que no tenemos importancia.

Si durante veinte veces se ha repetido el mismo esquema de giro y cobro, ¿por qué suponer que en éste se va a producir un misterioso desvío de fondos (que sin embargo, muy pronto habría que reponer)?

Es afortunado para el sistema bancario argentino y para la economía y la cordura nacional que haya muy pocos jubilados en el exterior… porque si hubiera un porcentaje apreciable (digamos un 15 % o un 35 %) entonces, todo el andamiaje oficinesco estallaría.

Publicado en Destrozando el sentido común

«Un informe al Congreso» que no aclara el escándalo

Publicada el 27/07/2016 por ulises

MALCORRA-KOMPASS-MEDIOS DE INCOMUNICACIÓN DE MASAS

por Luis E. Sabini Fernández

En Clarín,[1] Natasha Niebieskikwiat nos brinda un perfecto ejemplo de cómo hablar de un episodio borrando su núcleo, y haciendo lucir como perseguida a una de las más señaladas perseguidores en el episodio, Susana Malcorra.

NN excluye de culpa y cargo a Malcorra a partir de su ”informe al Congreso”, porque, como dice el acápite de su nota, “el informe [es] independiente [sic] y la libera de culpa.”  Habría entrado en los anales judiciales que el informe de alguien lo autocuestionara. Pero el papel resiste expresiones tan falaces como la transripta.

NN explicita, empero, que se acusa a la actual canciller de la presidencia argentina, de que siendo jefa del gabinete de nada menos que el secretario general de la ONU, Ban Ki moon, “ocultó las denuncias” de los abusos sexuales que cometen “tropas de paz”, internacionales, estacionadas en la República Centroafricana.

Los descargos de Malcorra, que enumera NN sin tomar posición, son que los soldados impugnados no eran “cascos azules” (jurisdicción ONU) sino franceses (jurisdicción… ¿francesa o centroafricama?) y que “un director de operaciones en el terreno de la ONU” fue descuidado en su denuncia al identificar a las víctimas.

En su nota no sabemos siquiera quién es el descuidado director operativo. Ni qué pito toca. Tal vez “por razones de espacio”, como alega la prensa cuando optan por no publicar algo y no quieren explicitar la razón del escamoteo.

El omitido personaje es nada menos que Anders Kompass. Y me permito repetir un pasaje de la nota que escribí en enero de este año cuando “el episodio” se convirtió en un escándalo internacional que únicamente pasó inadvertido en países como Argentina con la flamante bizquera del gobierno recién instaurado o en sitios donde la info que importa suele brillar por su ausencia, aunque estemos plagados de tittentertainment:[2] “Hollande obtuvo de la ONU “el permiso” para intervenir en su patio trasero [en África, en la República Centroafricana]. Y bien: luego de dos años con las tropas francesas “pacificando” el país ─que sigue tan inseguro como antes─ Anders Kompass, oficial principal de la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU, recibió informes de trabajadores de campo acerca de las actuaciones de los  «defensores de derechos humanos» en la devastada República Centroafricana. Anders Kompass, sueco, con tres décadas abocado a este tipo de control itinerante y con una foja de servicios impecable, verifica la existencia de una serie de aberraciones ─sodomización de niños, sobre todo huérfanos, de 8 a 13 años a manos de las tropas francesas, es decir de la culta, occidental y democrática Francia─  y ante la inopia de meses dentro del ámbito de la ONU, efectúa la denuncia a la policía francesa.”[3]

Ante esta estremecedora denuncia de un funcionario plenipotenciario, con experiencia reconocida de 30 años de trabajo en el ámbito en el que hiciera la denuncia, la comisión presidida por Malcorra decidió hacer caso omiso de la denuncia y reconvenir al denunciante  por haberla presentado.

Y Kompass, presentó la misma denuncia  entonces ante la policía francesa, identificando víctimas. Cuando es sabido, tratándose de población pobre, negra o sin recursos, toda denuncia anónima es archivada. Pero aun concediendo que existiera un defecto en el proceder de Kompass, su descuido no justifica ni anula ni compensa el mucho más grave de la comisión presidida por Malcorra de ignorar deliberadamente los hechos. Malcorra y acólitos optaron no sólo por ignorar las atrocidades denunciadas sino que pusieron en tela de juicio el proceder de Kompass al punto de sopesar su separación o despido. Algo que se concretó bajo la forma de renuncia de Kompass.

Estos tejemanejes habían insumido prácticamente todo el año 2015. Pero esa renuncia de un funcionario del nivel del de Kompass trajo cola. Ban Ki moon decidió nombrar una comisión investigadora. Y entonces, la sorpresa: dicho panel independiente “determinó que varios funcionarios de alto rango, entre ellos Malcorra, habrían estado más preocupados en silenciar y perseguir al denunciante del escándalo, Anders Kompass, que en proteger a los niños que se encontraban en peligro o de sancionar a los abusadores.” (Polìtica argentina, 27 dic. 2015).

La ola se dio vuelta. Y sólo un funcionario con impunidad desde sus mandantes políticos, como Malcorra, pudo salir indemne. La comisión investigadora procedió a despedir a dos miembros de la comisión presidida por Malcorra, en el preciso momento en que Malcorra conseguía la tabla de salvación de la cancillería.

«La ONU raramente le pide explicaciones a sus empleados por acciones anti éticas, especialmente a quienes están en posición de poder. Y cuando lo hace no hay castigos significativos posteriormente. El sistema de rendición de cuentas de la ONU está roto. Simplemente no funciona”, había escrito Kompass en su carta de renuncia. (cit. p. Noticias urbanas, 21 jun. 2016)

En esa misma carta, Kompass reseña: “Cólera en Haití, corrupción en Kosovo, asesinatos en Ruanda, cobertura de crímenes de guerra en Darfur: en muchas ocasiones la ONU falló” (Política argentina, 21 jun 2016).

Observe el lector en qué medida esta cruda descripción nos atañe a quienes vivimos en Argentina, Brasil, Uruguay, países (junto con otros) participantes de las “misiones de paz” de la ONU, como la vergonzosa MINUSTAH en Haití.

La ONU, pese a esporádicas reacciones de Ban Ki moon, opera como otro ejército de ocupación, aprovechando países arrasados, estructurado sobre un fuerte esprit de corps del que dan “testimonio” personajes como Susana Malcorra.

 

[1]  Bs As., 22 julio 2016.

[2]  Designación del ideólogo estadounidense Zbigniew Brzezinski del tipo de televisión y “periodismo” que entiende es el más apropiado para no politizar a la población: espectáculo con tetas.

[3]   “¿Amor a la verdad o apego a la organización?”, www.rebelion.org/noticia.php?id=207871.

Publicado en Medios de incomunicación de masas, Política

Nuestro insensible camino hacia un totalitarismo

Publicada el 26/04/2016 - 17/01/2017 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández

Poder de excepción, normalizándose, normalizándonos

«Quien decide el estado de excepción es quien tiene el poder.» Carl Schmitt

Si echamos una rana a una olla con agua hirviendo, ésta escapa inmediatamente; salta hacia afuera. En cambio, si ponemos en la olla agua a temperatura ambiente y echamos una rana, ésta se queda tranquila dentro de la olla. Y cuando comenzamos a calentar el agua poco a poco, la rana no reacciona sino que se va acomodando a la nueva temperatura del agua hasta perder el sentido y, finalmente, morir literalmente cocinada.

¿Somos todos homo sacer?[1]  Giorgio Agamben consideraba que el estado de excepción, que se supone provisorio, se está convirtiendo en la forma paradigmática del gobierno del s. XX. (wikipedia). Y entonces, ¿del s. XXI?

Los fascistas del futuro se llamarán a sí mismos antifascistas. Winston  Churchill

Primero, algunas precisiones y algunos datos. El estado de excepción borra la diferencia entre la sociedad civil y la militar. Es decir, instaura el terror. Diferencia sustancial en todo tejido democrático. Cualquier conosureño que haya pasado por una (o varias) dictaduras lo sabe con su piel, su memoria, su psiquis. Y hasta con el humor, éste montevideano:

En el bus, repleto, alguien en tiempos de dictadura, pregunta a quien tiene a su lado, con mucha amabilidad: ─¿Es usted militar? ─No. ─¿Y policía? ─Tampoco… ─¿Pero tiene usted un hermano militar? ─Nnnooo…  ─¿Y un hijo cadete, algún familiar?  ─¡No!, ¡Mire señor, ni tengo en la familia ni conozco algún militar o policía!  Entonces, el “preguntón” cambia el tono: ─Bueno, ¡sacáme el zapato de encima, que me estás pisando!

¿Qué elementos vemos en la sociedad contemporánea? ¿Algunos que nos lleven a pensar que el concepto de excepción planteado por Schmitt o por Agamben tiene andadura?

En Uruguay, también en Argentina, ha prosperado un debate sobre si, a la vista de la creciente “inseguridad” no hay que “poner a los milicos en la calle”. Periodistas y referentes que en otras cuestiones expresan cierta conciencia crítica, en este punto, acuciados por la expansión del delito, auspician esa inserción, ignorando que la policial, al menos teórica-mente, es una profesión civil, entre civiles, y que al militarizar el cuidado de la calle, nos militarizan a todos, que pasamos de ser ciudadanos (con derechos) a ser objetos (de control).

La policía, con sus fueros, con sus privilegios, con sus armas, excepcionalizan a menudo las funciones a su cargo y nos excepcionalizan a menudo de las nuestras, aunque teóricamente no deberían, pero la acción militar arranca de un plumazo todo vestigio de civilidad y de solución civil a cuestiones de la sociedad, borra toda noción de prójimo y nos introduce en su opuesto, la  de enemigo. En nuestra propia tierra, en nuestro propio hábitat.

Es lo que han vivido tanto tiempo los pueblos aborígenes en sus propios territorios, despojados. Es lo que viven hoy los palestinos, los libios, los sirios y tantos otros.

Recurrir a los militares para solucionar “la seguridad”, por ejemplo aquí, en el Río de la Plata, se ha visto como intentos de corrientes de derecha o de críticos que tan poca experiencia han cosechado de nuestra historia reciente. Pero antes ha sido el a b c de regímenes como el fascismo y el nazismo; recordemos a Mussolini proclamando al soldado  por encima del maestro.

Pero no tenemos que remontarnos a la década del ‘30 porque la idea de que todos estamos en libertad condicional, que todos vivimos bajo estado de excepción, que todos somos homo sacer, se está consolidando en nuestro presente mundial. En algunas sociedades esa idea y su funcionamiento se presenta de una manera más radical y abarcativa, como puede ser en EE.UU. donde podríamos tener como mojón la promulgación de la Patriot Act. Por el peso geopolítico mundial de EE.UU. es objeto primordial de análisis. Otro ejemplo, también a su modo excepcional, es el Estado de Israel. El carácter paradigmático de este último ejemplo pasa por la constitución expresamente racista (aunque no asumida) de ese estado.

Aunque estos dos abordajes merecen prelación, la gravedad de la cuestión estriba en su generalización. Prácticamente todos los estados con pena de muerte legal se valen de excepciones. Pero lo hacen de modo mucho más devastador las sociedades donde la pena de muerte se ejerce ilegalmente, fuera de todo marco teórico. Pensemos en el caso argentino, cuando el 24 de marzo de 1976 una junta militar toma el gobierno ignorando la institucionalidad entonces maltrecha pero vigente. La primera medida de la entente militar, autobautizada como Proceso de Reorganización Nacional es establecer la pena de muerte. En su primer día de gobierno. Jamás fue aplicada… la pena de muerte aprobada. Pero la pena de muerte de facto se convirtió en el pan nuestro de cada día para una sociedad crecientemente aterrorizada.

A modo de ejemplo, rozaremos siquiera algunos otros casos.

EE.UU.

Este estado, o mejor dicho, macro-múltiple estado ya no es solamente el constituido por los 48, o 50 estados de la bandera estrellada; muy especialmente luego del colapso soviético, ha quedado como el superestado planetario.

En rigor, esto se remonta a 1945, cuando EE.UU. se queda con los principales núcleos industriales de todo el planeta, entre los propios y los ocupados como vencedores de la 2ª.GM; la costa atlántica de EE.UU., la cuenca del Ruhr y el archipiélago japonés. Al margen de su control directo queda el incipiente eje industrial soviético, comparativamente pequeño pero ya mayor que el de potencias occidentales medianas como Francia o Italia.

URSS: IRRUMPE UN NUEVO ACTOR

Sin embargo, ese monopolio del poder resultó efímero por cuanto la URSS con sus  bombas de atómicas y de hidrógeno de principios de los ’50 “equilibró la partida”. Y hubo durante cuatro décadas una situación de poder inevitablemente dividido.

Por eso el colapso soviético es tan importante. Irreversible. Sin embargo, el dominio ideológico y cultural de los ’90, aun con todos los destrozos ideológicos, políticos y económicos de “la competencia”, aun con el auge neoliberal, no llegaba a ser completo.

La izquierda oficial, marxo-leninista, no podía constituir un polo alternativo, pero la diversidad y multitud de movimientos refractarios, globalifóbicos y protestatarios, no cedió. Baste pensar en los altermundialistas, en las movidas de los Foros Sociales con asiento inicial en Porto Alegre; en el afianzamiento de los reclamos de los pueblos originarios que venían al menos desde 1992 pero que con el nuevo siglo se expandían y fortalecían; Seattle, Génova…

Un estado como el argentino, por ejemplo, europeizado como pocos, forjado con la educación sarmientina (Sarmiento encargó a maestras estadounidenses la tarea educacional del país en el s. XIX), con el cambio de siglo, a fines de 2001, tenía en sus plazas públicas a militantes haciendo sus planteos y reivindicaciones en… quechua, lengua hasta entonces oficialmente desconocida en todo el territorio nacional… Eso hablaba de una insurgencia cultural, un desafío al dominio eurocentrista.

PERO EE.UU. RETORNA AL PODIO…

Con el comienzo del nuevo siglo, la craneoteca estadounidense más conservadora, conocida como neocon, emite un trabajo premonitorio: “Rebuilding America’s Defenses”. Incluido en el Project for the New American Century. Es el “producto”  más connotado del Establishment. En dicho paper, se le enrostra a Bill Clinton, presidente a pocos meses del momento en que  iba a abandonar necesariamente el cargo, el haber descuidado el poder militar de la nación.[2]  Y en ese material de evaluación y prospectiva, publicado en setiembre de 2000 ─obsérvese la fecha─ , suscrito por los intelectuales orgánicos de mayor renombre, p. ej., William Kristol y Robert Kagan,  se considera que el siglo XXI será un siglo american, ahora sí, exclusivamente propio. Para compensar el debilitamiento militar que creen ver, se preguntan por la aparición de un nuevo Pearl Harbor que dinamice y dé tonicidad al esfuerzo militar. Ya se sabe que el ataque japonés fue conocido de antemano y la dirección estadounidense “dejó hacer”, para “lubricar” el patriotismo que le permitiera al gobierno ingresar en la guerra en diciembre de 1941. Esto significó que la dirección político-militar estadounidense dejó morir a más de dos mil miembros de la Armada con el ataque “sorpresa” japonés.

Exactamente un año después, setiembre 2001, se produce una extraña invasión al territorio de EE.UU.: en un solo día los controles aéreos y antiaéreos habrían tenido cuatro fallos  u omisiones; los dos aviones estrellados contra las dos torres principales del World Trade Center en Nueva York, el avión estrellado contra el Pentágono del que prácticamente no quedaron huellas y un cuarto avión que también burló todos los controles estrellándose en Kentucky al parecer por la lucha trabada a bordo entre asaltantes y pasajeros y probablemente tripulantes.

Si EE.UU. hubiera tenido tal nivel de control aéreo durante su último medio siglo, nos tememos que no habría seguido en pie tanto tiempo. Cuatro omisiones de ese calibre ─por sus consecuencias, tres─  en un día es un poco mucho. Aunque también sabemos que EE.UU. hasta ese momento se había perfeccionado en desatar conflictos o combatir “enemigos”, en prácticamente los cuatro puntos cardinales del planeta pero siempre  fuera de fronteras. Tal vez esto último explique la oportunidad que pueda haber tenido Al-Qaeda, el responsable oficial del desastre en cadena del 11/9.

Lo cierto es que luego de las atrocidades de setiembre de 2001, con ayuda o sin ella, sobreviene una seguidilla de medidas restrictivas a las libertades políticas y personales, tanto en la vida cotidiana como en las disposiciones de los derechos civiles, como la ya mencionada  Patriot  Act. Más grave aún fue el avance de políticas de justicia por mano propia que el elenco de poder que domina los resortes de la mal llamada democracia estadounidense descargó sobre sociedades ya victimadas, como Afganistán primero e Irak después.

Las disposiciones que acompañaron estas invocadas vindictas dejan ver otros asuntos. Así por ejemplo, cuando EE.UU. ocupa militarmente todo Irak se emite una orden, obligatoria para sus campesinos (entre paréntesis, pertenecientes a la agricultura más antigua de la humanidad): deben adquirir todas sus semillas con Monsanto. Mataban dos o tres pájaros de un tiro: luego de quebrar al estado y a la sociedad iraquí, EE.UU. quebraba una agricultura tradicional y refractaria a los “avances” de los emporios tecnológicos impulsados sobre todo desde EE.UU. A la vez, la invasiòn le daba una mano a la “patriótica” Monsanto para hacer obligatoria la adquisición de sus semillas (en gran medida transgénicas, y por lo tanto vendibles a través de “un paquete tecnológico” que incluye por lo menos biocidas que permiten (exclusivamente) la sobrevida del cultivo transgénico.

Otro buen ejemplo de que la devastación primero y la ocupación después de Irak tenían otras motivaciones lo expresa claramente la disolución de casi todos los ministerios del Irak laico y dictatorial del BAAS, como por ejemplo los relacionados con la educación o con la cultura del país. Casi todos, porque la intervención de EE.UU. preserva dos ministerios que consideran claves: el de Seguridad y el del petróleo. Obviamente, no para Irak, despedazado, sino para EE.UU.

Algunas de estas medidas del ocupante resultaron, como bien explica Naomi Klein,[3] contraproducentes para los mismos invasores. El jefe de la ocupación, el encargado de implantar “la utopía empresaria” según la definición de Klein, Paul Bremer, despidió con asco, sin preaviso ni indemnización,  a los 400 000 soldados del ejército iraquí. Fue de entre ellos que brotó con fuerza la resistencia militar. Porque los despedidos abandonaron los cuarteles pero se llevaron las armas, pequeño detalle.

Resistencia creciente que demostró que el paseo militar inicial, devastador y todo, no borró el país, el viejo Irak para rehacer uno al gusto de los mandos estadounidenses; Klein nos recuerda que tras 900 empresarios matados y 12 000 heridos, EE.UU. cedió en sus pretensiones de renacimiento iraquí à la american (ibíd.).

La invasión a Irak no fue algo aislado ni único sino apenas un eslabón en la virtual  militarización de enormes zonas, que vemos en constante ampliación. Tenemos el despliegue cada vez más planetario de las fuerzas militares de EE.UU.

Nick Turse,[4] investigador y periodista estadounidense, ha hecho un relevamiento de las bases militares yanquis en los cinco continentes verificando que en 2015 han llegado a estar en 135 estados (en 2010 estaban en unos 75, claro aumento respecto de principios de siglo, en que tenían tropas en unos 60 estados). Los fondos para tales despliegues  ─política de “nenúfares”  incluida (bases pequeñas, múltiples y móviles)─, son cuantiosos (en miles de millones de dólares anuales).

Turse revela el pensamiento de Joseph Votel, comandante del SOCOM (Comando de Operaciones Especiales, por su sigla en inglés); transcribimos a Turse citando a Votel: “Lo que queda claro es que SOCOM prefiere operar en las sombras en tanto sus misiones y su personal se expanden por todo el planeta pero sin que se le preste mucha atención. ‘La cuestión principal es que SOCOM resulta ser una fuerza global. Apoyamos a los comandos de combate donde quiera que estén, no estamos atados a las fronteras artificiales que habitualmente definen las áreas regionales en que actuar. Así que lo que tratamos de hacer es operar a través de tales fronteras’.” (Votel en el Aspen Security Forum). Como se desprende de la cita, las fronteras “ajenas” los tienen sin cuidado.

La cantidad de estados “transitados” e inspeccionados por “las fuerzas especiales” de EE.UU., el monto multimillonario en dólares de tales movimientos, tienen que  ver con un desarrollo cuantitativo. Veamos algo, si cabe, más grave; el desarrollo cualitativo de la militarización planetaria.

En junio de 2015 el Ministerio de Defensa de EE.UU. sacó a luz un Manual de Leyes de Guerra en el cual el Pentágono establece la ominosa categoría de “beligerantes no privilegiados”.

La terminología de “beligerantes no privilegiados” alude  a la presencia en los “teatros de conflicto” de periodistas que no vienen acreditados por el ejército de EE.UU. Una forma de afirmar que sólo la historia oficial es la valiosa o, al menos, la posible, la aceptable para quienes trazan las pautas de dominación. Con lo cual se combate toda actividad periodística independiente. Es el adiós a los free-lance  (para ni hablar de los periodistas que pertenezcan a otro bando).

Las atribuciones que los militares estadounidenses se otorgan son imperiales: “Esto significa que periodistas pueden ser matados como cualquier soldado enemigo en tiempo de guerra.” (ibíd.).

Las eventualidades que despliega el parte militar son llamativas. Se califica a periodistas no llevados al “teatro de operaciones” por ellos mismos como “sujetos a detención”. Al parecer ni falta hace tipificarle un delito, como sería espionaje. “Una vez calificado como beligerante no privilegiado puede ser detenido, si se lo captura. Y si la captura no es posible, podrá matársele con drones, tal vez, en otro estado.” (ibíd.)

Estamos todavía esperando que la SIP o alguna de esas corporaciones que dicen defender la libertad de expresión, comenten algo…

Antes de este sinceramiento ya habían pasado hechos sumamente anormales, como cuando los militares estadounidenses balearon y/o cañonearon el hotel Palestina en Bagdad, en el cual, en abril de 2003, residían decenas de periodistas extranjeros. El fuego graneado y lógicamente no contestado acabó con las vidas de José Couso y Taras Protsyuk, camaró-grafos español y ucraniano que únicamente filmaban.  Pareció ya entonces que se había tratado de una acción deliberada, una suerte de pena de muerte por no estar embedded.

Ése es un aspecto. El otro es plantearse si la noción de “beligerante no privilegiado”, como vimos en relación con periodistas, no se puede hacer extensiva a otros participantes en una guerra, como por ejemplo al cuerpo médico y de enfermería o, en zonas de combate, aunque no se trate de “el campo de batalla” a, por ejemplo, maestros y personal asistencial atendiendo a civiles afectados.

Sobran antecedentes que hacen pensar que las fuerzas estadounidenses eliminan, por ejemplo, la asistencia médica que no esté previamente aceptada o acreditada por ellos. Baste pensar en el último episodio trágico a este respecto; el bombardeo aéreo del hospital de Kundus, también en Afganistán, a cargo de Médicos sin Fronteras. El ataque aéreo reiterado en varias pasadas sobre un hospital, que no arrojó “terroristas” muertos, ni siquiera combatientes muertos, pero sí más de una decena de médicos de dicha asociación voluntaria asesinados, y otros tantos pacientes. Todo ello pese a que Médicos sin Fronteras informa cada pocas semanas de la ubicación de sus emplazamientos asistenciales a todas las fuerzas beligerantes, incluso al Ejército de EE.UU.

Hasta aquí hemos reseñado sucintamente algunos despliegues militares desde EE.UU. Pero la elite planetaria que articula buena parte de las relaciones de nuestro presente se apoya en lo policiaco-militar como lo ha hecho siempre el poder; como ultima ratio. Hay otros mecanismos de poder que se ejercen antes y más regularmente que el recurso de la fuerza. Como explica Naomi Klein[5]  el neoliberalismo fue entrando en las sociedades periféricas de la mano de los más fuertes despliegues de lo que llama política de shock; en los casos menos traumáticos, se trata de la privatización y extranjerización de servicios sociales esenciales y cotidianos como el agua, la electricidad, las jubilaciones; medidas “puramente” económicas, que se han descargado sobre los países menos empobrecidos de Europa oriental, de la América mal llamada Latina. En algunos casos, esas mismas medidas han sido enfrentadas en la calle y han debido retroceder, como fue con el intento de privatizar el agua en Bolivia.

En el mundo árabe y en África así como en algunos estados sud- y centroamerica-nos y de la Europa Oriental más devastados, la implantación de tales recetas ha sido manu militari, como se ha visto en Egipto, Libia, Siria, Nigeria, Malí, Haití, Honduras, Ucrania y tantos otros sitios. Y la receta aquí viene con asesinatos, a menudo colectivos, implantación del terror sobre toda una sociedad, saqueo a precio vil y otras lindezas de la globocolonización. En todos los casos, con una financierización de las economías.

El señorío del dólar, con su expansión teniendo a los marines como brokers, resulta lógicamente fortalecido. En realidad, más que fortalecimiento del dólar, que es una moneda sin respaldo (perdió el anclaje oro hace casi medio siglo), lo que vemos es un debilitamiento generalizado de otras monedas o el curso forzoso de la moneda de facto sin fronteras.

Hay un aspecto digno de tomar en cuenta con el curso, la omnivalencia del dólar. En tanto todas las restantes monedas nacionales son emitidas por sus respectivos estados (con solvencia o sin ella, es otra historia), el dólar, la moneda “nacional” de EE.UU., es acuñada y puesta en circulación por un organismo público-privado. Como si fuera el último grito en materia económica (pe-pé). Pero dicho organismo, la Reserva Federal, fue fundada, o mejor dicho refundada, en 1913, hace más de un siglo, bastante antes de esta última moda público-privado.

La Reserva Federal es una suerte de ONG con representantes del estado pero fundamentalmente de bancos privados. Los doce bancos principales de EE.UU.

En un tiempo, esa dirección banquera correspondía al dominio político que las capas wasp ejercían en EE.UU. Pero desde mediados del s. XX y durante estos primeros años del s. XXI se han ido produciendo diversos desplazamientos.  De acuerdo con Wolfgang  Freisleben,[6] que nos aclara que “corre el rumor pero no está comprobado oficialmente”,  unos dos tercios de las acciones de la Reserva Federal pertenecen a lo que podríamos llamar genéricamente la banca judía (Rotschild, p. ej.). La UE detenta,  según esta esti-mación, una sexta parte de dichas acciones, la banca nacional japonesa la mitad que la europea (8%) y queda un 13 % aproximadamente de las acciones a las cuales Freisleben no le ubica titularidad. Al menos expresamente, en la R.F. no se le reconoce titularidad accionaria a capitales africanos, asiáticos (salvo Japón), “latinos” o “hispanos” (en la acepción estadounidense, los habitantes de la América al sur del Río Bravo, como por ejemplo Evo Morales).

La presencia judía en la cúspide económica del estado más poderoso del orbe es significativa, y como todo el mundo la reconoce y nunca se la menciona, es, propiamente, un secreto a voces. Que, por ejemplo, le da un sentido especial al hecho de  que en el ya citado “Rebuilding America’s Defenses”, aproximadamente la mitad de las 27 firmas de los  intelectuales sean judíos (La población de origen judío de EE.UU. se estima en un 2%…)

La condición de judío en este caso merece otra precisión: se trata de miembros de la élite estadounidense muy vinculados a Israel; son o funcionan como  sionistas.[7]

Todos estos datos, cuantitativos están íntimamente relacionados con la enorme influencia del Estado de Israel en el gobierno de  EE.UU. y la fortísima correspondencia entre decisiones políticas estadounidenses y la voluntad política israelí. Ariel Sharon[8] solía decir que tenía al gobierno de EE.UU. en un puño y no era una baladronada.

Veamos entonces este otro ejemplo de estado de excepción permanentizado, que consideramos característico de nuestro tiempo, junto al sheriff mundial que acabamos de reseñar: Israel constituye todo un modelo de neomilitarización generalizada. Con enorme incidencia planetaria. Su diminuto territorio y escasa población hace su relevancia mucho más significativa.

Israel

Si examinamos el desarrollo de su industria militar y de los servicios policiales, todos englobados en un único rubro; la seguridad (que ha dado lugar a que Jeff Halper[9] califique al EdI como una “sociedad segurocrática”), resulta muy significativo que un estado comparativamente tan pequeño ocupe semejante protagonismo en la producción legal y reconocida de armas en el mundo (aparte del tráfico ilegal, que en muchos casos puede ser aun mayor). Respecto del tráfico legal,  SIPRI,[10] de Estocolmo, revela: “El número de estados que informan al instrumento normalizado de la ONU para la presentación de informes sobre gastos militares ha caído de la cifra récord de 81 en 2002 a 49 en 2012.”  Y que si bien los informes desde Europa tienen una tasa algo más alta de presentación de tales informes, no existen los de “Oriente Próximo (0 de 14 estados).”  En este último listado brilla Israel por su ausencia.

Las precisiones de SIPRI nos hacen pensar que sus propias tablas sobre participación de los diversos estados en el tráfico de armas son inseguras. De todos modos, aun con el faltante de las operaciones encubiertas, el EdI figura como décimo productor mundial de armas detrás de nueve estados muchísimo mayores y más poblados que el EdI con sus 6 millones de judíos (no tenemos en cuenta a la población árabe porque en este rubro, precisamente, Israel no la tiene en cuenta ─impedida de hacer hasta el servicio militar, tan obligatorio en el país─). En rigor, la población árabe que vive o sobrevive en el EdI es más  bien considerada blanco de las prácticas militares y segurocráticas israelíes; cobayos.

Pero además del comercio legal de armas que estima SIPRI, y del inestimable tráfico ilegal de armas, Israel ha desarrollado una “industria de la seguridad”; prisiones a cielo abierto,  una suerte de industria de la población concentracionaria que suele promocionar, como en el caso de las armas, con certificados de “probado experimentalmente”.  Una ingeniería de muros, empalizadas, bloqueos de ruta, alambres de púas, embretamiento de población enlenteciendo sus desplazamientos cotidianos, retenes, pasos bajo control, disuasivos químicos y mecánicos para aherrojar y humillar poblaciones. Los sistemas de control y seguridad así ofrecidos se valorizan a los ojos de ciertos dirigentes y poderosos del mundo entero (no es ninguna casualidad que un estado teocrático islámico, como Arabia Saudí, con la cimitarra degolladora de su escudo e intolerancia acorde, mantenga tan buenas relaciones con Israel).

Al respecto es revelador el lenguaje. Volvamos a Halper: observa que los palestinos están depositados en los territorios que habitan. Es decir, bajo el control absoluto de las fuerzas de ocupación israelíes. No disponen por sí ni del territorio, ni de sus edificaciones, ni de sus medios de subsistencia, ni siquiera del agua. Hasta el minigobierno que los rige cotidianamente, la Autoridad Nacional Palestina, es una red tejida por el Estado de Israel para reprimir la resistencia palestina con personal palestino (la ANP recibe fondos de la UE y de Israel, e instrucción policiaco-militar del ejército de EE.UU.). No es una casualidad semántica que el calificativo de que están depositados sea exactamente el mismo que usaban las fuerzas militares y policiales en las dictaduras del Cono Sur para con sus secuestrados. Como pasó durante  la pesadilla argentina desde mediados de 1975…

Israel ha confundido total y deliberadamente las funciones policiales y militares aunque conserve formalmente reparticiones públicas diferenciadas.[11]  Por eso la policía allana de noche, de madrugada, de manera habitual hogares palestinos, para llevarse, por ejemplo, detenidos-secuestrados a niños  (que no estaban in fraganti que es el único momento en que la policía civil en sociedades civiles podría detener).

Esa modalidad acerca los procederes de la seguridad israelí a los que caracterizaran el régimen soviético con su pretendida omnipresencia.

El aire militarista de la sociedad israelí ha llevado a algunos analistas a considerar su semejanza con la sociedad espartana. Sin embargo, si además del perfil militarista y castrense atendemos también a los rasgos segurocráticos, entendemos que hay un parentesco mucho más actual con el nazismo (tiene también marcadas diferencias además del obvio rechazo por la persecución nazi y los asesinatos  a los judíos). Un rasgo común, empero, es la consideración de “los otros” como enemigos; una desconfianza radical hacia lo ajeno. Y el desprecio consiguiente.[12]

Israel ha convertido su proyecto de asentarse en las bíblicas tierras de Sion en una enorme “ventaja comparativa” al comercializar su know how sobre cómo dominar, aplastar y/o administrar poblaciones consideradas ajenas (en la vieja terminología nazi se distinguía los herrenvolk ─sociedades de amos─ del resto, esclavizable).

Este diseño social se ha ido profundizando con el tiempo, aunque algunos de sus rasgos eran visibles desde ”la más tierna infancia”, como algunos kibutzianos llegaron a darse cuenta al descubrir, en “tiempos pioneros”, que la ayuda que recibían de los natives no era por simpatía ni por apoyo mutuo sino por temor…

Una de las vías de profundización de este racismo programado pasa por la educación imperante en la sociedad israelí.

Volvemos a Jonathan Cook, periodista británico asentado en Nazareth (Cisjordania) que acaba de publicar un análisis de la penetración militar en el estado sionista: “En Israel el ejército y las escuelas trabajan mano a mano, dicen los maestros”.

“Los militares son parte integrante del sistema educativo”, afirma. Y cita a  Amit Shilo, activista de New Profile: «El militarismo está en todos los aspectos de nuestra sociedad, por lo que no es sorprendente que sea predominante en las escuelas también» (…) «Nos enseñan que la violencia es la primera y la mejor solución para cada problema y que es la manera de resolver nuestro conflicto con nuestros vecinos«.[13]

Respecto de “los vecinos” (es decir, los habitantes de esa tierra, Palestina, en los últimos mil años que incluye todo el actual Estado de Israel), resulta altamente significativa la relación del estado sionista con el idioma árabe.

Dentro de lo que los israelíes llaman Israel, el idioma árabe es la segunda lengua, cuantitativamente hablando.  Cook explicita que unas 300 escuelas están siendo utilizadas como experiencia piloto para la presencia militar en la educación primaria. Con ejercicios como: “tarea para los alumnos israelíes: frustrar un ataque terrorista inminente en su escuela. Pero si quieren tener éxito primero deben encontrar las pistas que utilizan palabras claves que han aprendido en árabe.” Un investigador, Yonatan Mendel, citado por Cook, aclara: “la enseñanza de la lengua árabe en las escuelas judías de Israel está determinada casi exclusivamente por las necesidades del ejército israelí.”

Por eso mismo, la inteligencia militar (Telem) diseña “gran parte del plan de estudios en árabe.”

Porque “el objetivo de la enseñanza de árabe es educar a los niños para que sean útiles en el sistema militar, capacitarlos para convertirlos en oficiales de inteligencia«.  Ésa es “la razón por la cual el ámbito de los estudios árabes se hizo «libre de árabes»”, nos aclara Mendel.

“Libre de árabes” es una traducción literal, equivalente a la alemana judenrein; “libre de judíos”, consigna nazi por excelencia, tristemente famosa. Una traducción al castellano semánticamente más neutra sería sin árabes, sin judíos. Pero “libre de árabes” es la expresión cotidiana en Israel, que revela el perfil ideológico de la sociedad israelí, que va ciertamente más allá de lo apartheid hacia una presunta pureza.[14] Análogamente, el proyecto nazi excluía de la sociedad a los judíos pero contaba con eslavos y latinos como razas al servicio del herrenfolk.[15]

En los planes de estudio de árabe, nos aclara Cook, citando a Mendel, son tareas habituales “hurgar en la vida sexual, problemas de dinero y enfermedades de los palestinos.”

Afortunadamente fueron cartas de algunos militares judíos, las que denunciaron tales contenidos y sus motivos, lo cual revela que hasta los sistemas de dominación más sofisticados cuentan con la objeción de conciencia de sus integrantes más sensibles e íntegros: “La información ayudaba a la ‘persecución política’, ‘reclutamiento de colaboradores’ y ‘empujar a partes de la sociedad palestina contra sí misma’.

Pocas veces podemos registrar  sistemas de poder más distorsionadores, humillantes y exactistas; con pretensiones político-ideológicas, que dejarían verdes de envidia a Calvino, por ejemplo, o en tiempos modernos a cualquier Stroessner, Suharto, Mussolini, Massera, Pinochet o Franco.

Vale la pena acotar que desde 2014 se han llevado “los estudios obligatorios” del “Holocausto”  a los jardines preescolares.[16] Dado el devenir de la cuestión nos consta que cuando las autoridades mencionan al “Holocausto” no se refieren al conocimiento de las atrocidades cometidas por los nazis contra judíos (y otras minorías étnicas, sexuales, biológicas), sino a la definición de “Holocausto”, con mayúscula,  que con enorme conoci-miento de causa establece Norman Finkelstein, “como representación ideológica del holo-causto nazi […con] una conexión, si bien tenue, con la realidad […en] su mayor parte inservible; no constituye un tributo al sufrimiento judío sino al engreimiento judío.” [17] Vale la pena precisar que esta nueva versión de “El Holocausto” arranca en EE.UU. en 1967, impregnada de espectacularidad hollywoodense y es eje nodal de la política israelí.

Otra pequeña perversión semántica acerca del plan escolar que citáramos, con el ejército en las escuelas es su nombre: “Ruta de Valores”.

El análisis de Cook da pie a la interrogante, que se ha formulado más de una vez, sobre si Israel es una sociedad que tiene un ejército o un ejército (“de Defensa”, sic) que tiene una sociedad.

Analizando los rasgos del daño que las fuerzas de EE.UU. ejercen con sus “nuevas leyes de guerra” (pos 2001), vimos el tratamiento que dispensan a periodistas no embedded, a maestros y elencos sanitarios. Israel tiene exactamente el mismo comportamiento que EE.UU.

Con respecto a maestros y personal que atiende niños en situación de peligro bélico, baste recordar las veces que el ejército sionista ha descargado sus bombas sobre escuelas de la ONU en la Franja de Gaza, por ejemplo, matando alumnos y maestros (y refugiados en el edificio). Tanto en las escuelas como en los hospitales la excusa ha sido: tiraban tiros desde allí.

Y la pregunta que uno se hace es si aquellos humanos que vivían en la tierra que Yahvé les habría entregado en exclusividad a quienes tendrían los títulos de propiedad de una inmobiliaria celestial, que se aferran a seguir viviendo en esa tierra porque han vivido en ella “apenas” unos mil años, no han devenido homo sacer de nuestro tiempo. Junto con los periodistas que se han dedicado a informar del despojo de tales humanos, y con los maestros (algunos designados por la ONU) que han asumido su profesión entre “los condenados de la tierra”, y con aquellos médicos que han decidido que es más importante aliviar el dolor que acomodarse a prescripciones del poder. “Gracias” a la prescindencia de la ONU, la indiferencia mediática y los “mediadores deshonestos”.[18]

BRASIL, MÉXICO, COLOMBIA, HONDURAS… todo el mundo

Que hayamos abordado con cierto detenimiento la situación y el destino de seres humanos  bajo las banderas de EE.UU. e Israel, expresa únicamente el peso aplastante, transnacional, que consideramos tienen las elites de poder de tales estados; la discrecionalidad del poder en todo el mundo convierte los estados de derecho en estados de excepción con demasiada frecuencia y prontitud.

Estadísticas que grupos de derechos humanos se han tomado el triste trabajo de llevar nos revelan que en Brasil, por ejemplo, racismo policial mediante, mientras que los llamados negros y pardos (es decir, no blancos) constituyen menos de la mitad de la población y los varones a su vez constituyen también algo menos de la mitad de la población del país, los jóvenes varones negros son el 77% de las víctimas de las balas policiales (de la policía militar en primer lugar; un cuerpo represivo compuesto mayoritaria-mente por blancos). Tendríamos así identificado una suerte de homo sacer brasiliensis.

Esa condición está vigente en Honduras para activistas ambientales, referentes de pueblos originarios y periodistas, por ejemplo.

Los asesinatos masivos de campesinos refractarios a los paramilitares, los “falsos positivos” y toda la gama represiva de la “Israel de América Latina” ─según la definición de Colombia del extinto Hugo Chávez─  explica que alrededor de un octavo de toda la población haya abandonado sus lugares de residencia, huyendo tras los devastadores ataques de los “asistidos técnicamente” por los ejércitos de EE.UU. e Israel.

México tiene el triste  “privilegio” de tener 27000 (¡veintisiete mil!) seres humanos “sin paradero”.[19] Brasil, México, Colombia, Honduras, son apenas exponentes de esa impunidad que nos convierte a todos en víctimas potenciales, a todos porque el poder de nuestro tiempo deviene sin transición en estado de excepción aun invocando su carácter democrático. Por eso, la mención de ejemplos es apenas eso, porque no nos referimos a estados en particular, ni a sus habitantes, sino a todos en cualesquiera estados en que vivamos… sólo que en algunos casos y situaciones, la excepcionalidad se da con mayor frecuencia.

Por eso, extraemos apenas algún otro pasaje del informe anual de Amnistía Internacional (23/2/2016): “En Nigeria y Camerún, las operaciones militares y de seguridad se caracterizaron por detenciones arbitrarias masivas, reclusiones en régimen de incomunicación, ejecuciones extrajudiciales y tortura […].”

Entendemos que un rasgo de nuestro presente es que la excepción es la norma, como lo ejemplifica un pasaje del mismo informe apenas más abajo, aunque lo haga referido al África (por cuyo motivo suprimimos el listado particular): “La rendición de cuentas por los crímenes de derecho internacional cometidos por las fuerzas de seguridad y los grupos armados fue escasa o inexistente en países tan dispares […].”

En resumen

La  discrecionalidad con que cuentan los poderosos del planeta  traduce lo que formuláramos inicialmente, de que todos estamos siendo llamados a la condición de homo sacer, porque el poder en otro tiempo limitado por la geografía, la escasez de recursos y las limitaciones tecnológicas, hoy nos alcanza a todos, en todo el planeta.

Y la globocolonización en curso nos enfrenta a una brutalización, de la cual sus responsables no están eximidos mediante el ardid de considerar al nazismo como el non plus ultra del mal y el maniqueo recurso de que si no es nazi no es malo. Winston. Churchill, conservador, colonialista y racista, fue lúcido al respecto.

Sin anteojeras tendríamos que ver lo que realmente está en juego. E ir haciendo lo que podamos para enfrentar este futuro pesadillesco.

notas:

[1]  Figura del derecho romano según la cual alguien era condenado y podía ser matado por cualquiera sin constituir delito, pero a la vez, no era pasible de ser sacrificado en rituales religiosos.

[2]  Bill Clinton habría descuidado muchos flancos, al parecer hasta de su cuerpo. El affaire Monica Lewinski resultó para algunos una celada.

[3]  The Shock Doctrine, 2007.

[4]  “US Special Ops Forces have deployed in 135  nations”, Tom Dispatch. Hay traducción al castellano, mía, “Las Fuerzas Operativas Especiales de EE.UU. desplegadas en 135 naciones”, <www.rebelion.org>, set. 2015.

[5]  Ob. cit.

[6] “Los secretos del sistema de Reserva Federal de EE.UU.”, Horizons et Débats, no 12, Zurich, 14/1/2008.

[7] La condición de judío como la de cristiano, protestante, musulmán, chiíta, no califica a toda una comunidad humana. Porque hay toda una gama dentro de la población judía, p. ej., que va desde cierta prescindencia respecto del poder financiero hasta la ajenidad y el rechazo radical. Hay judíos que han decidido desmarcarse por entero del sionismo, de Israel, de la religión judía, como tantos nos hemos desmarcado  de lo cristiano que nos alberga “tradicionalmente” (y que muchos confunden con “naturalmente”).

[8] Con su sobrenombre o nombre de guerra, “el carnicero de Sabra y Shatila”.

[9] War Against the People (Guerra contra la gente) cit. p. Jonathan Cook: “En la guerra sin fin contra el terrorismo, todas las personas estamos condenadas a volvernos palestinas”, 6 set. 2015. Halper, judío norteamericano residente en Israel, es, desde fines del s XX, director del Israeli Committee Against House Demolitions, una organización de resistencia a la política de atropello y abuso del régimen sionista contra la población palestina.

[10] Instituto Internacional de Estudios para la paz de Estocolmo (por su sigla en inglés).

[11]  En todo caso, la diferencia se conserva para judíos, pero no para palestinos, la mitad de la población que gobierna el Estado de Israel.

[12]  Sólo el desprecio explica comportamientos que han sido reiteradamente denunciados de cómo, por ejemplo, cuando los militares israelíes ocupan viviendas “por razones de seguridad”, viviendas que si retornan a sus moradores, éstos suelen recibirlas totalmente desvencijadas, con roturas varias, con estropicios en el equipamiento y con una “firma”, altamente significativa: dejar excrementos en alfombras o cajones de la cocina o el dormitorio.

[13] Observe el lector si esto no es una clase magistral de nazismo.

[14] Como toda sociedad capitalista y de clase, Israel necesita subalternos, asalariados y siervos, pero no quiere los “de entrecasa”; en todo caso, como cualquier sociedad central, prefiere proveerse de la periferia planetaria; allí están filipinos, camboyanos, vietnamitas para complementar las necesidades del mercado de mano de obra de  Israel.

[15] Otro rasgo en común perceptible en los ceremoniales nazi y sionista: un cierto culto a la belleza, a la pureza, identificada con la blancura.

[16] J. Cook, Inside Israel, 1/10/2015.

[17] The Holocaust Industry [La industria del Holocausto], Verso, N.Y., 2000. El autor tuvo a casi todos sus parientes vivos durante el 3er. Reich, asesinados en guetos y campos de trabajo devenidos de exterminio.

[18] El calificativo para EE.UU. y sus sucesivos gobiernos matrizado por Naseer Aruri definiendo “El rol de EE.UU. en[tre] Israel y Palestina”, Editorial Canaán, Buenos Aires, 2003.

[19] Amnistía Internacional, Informe anual 2016. Sabemos que entre ellos se incluye, p. ej., los 43 asesinados de Ayotzinapa y que existen muchísimas fosas comunes, es decir de N.N.

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El significado subyacente en la defensa del FAEPNM de Raúl Sendic con o sin títulos

Publicada el 10/03/2016 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández. – El candidato, tantas veces presentado como  licenciado Raúl Sendic resultó no ser licenciado.

Como el profesor Luis Hierro López resultó no ser profe.

Como tanto licenciado en México, resultan no ser licenciados.

Como tantos comendadores en Italia resultan no ser comendadores.

O algún doctor en Uruguay lo es en proyecto…

La inexistencia de un título expresamente admitido y hasta entonces proclamado es, como muchos han dicho, peccata minuta. No es algo que hable muy bien de alguien, lo deja más bien malparado en caso de que se llegue al examen de los títulos, pero en la medida en que no se haya ejercido una profesión que exige titularidad, como en el caso de escribanos, médicos, la usurpación no es grave, o por lo menos, no es tan grave. Si alguien invoca una condición de licenciado o profesor para ejercer el cargo de político, me inclino a pensar que esa “picardía” es una de las tantas que usa el fulano en cuestión para adornarse. Con plumas ajenas, concedido, pero sin matar ningún ave.

El Sr. Sendic prometió sus títulos de Cuba. Sonó un poco raro, esto de haber venido de Cuba hace ya varios años y no haber traído consigo tales certificaciones. Pero concedamos que en el fragor de sus actividades, como él cuenta las tenía entonces en Cuba, atendiendo varios frentes o, como se dice en idiomas germanos, con muchos hierros en la fragua, es factible, admisible que se le haya escapado traerlos consigo.

Pero al parecer, se trataba de un curso corto, màs bien de adiestramiento.  Tal vez por ello, pensamos, no recibía título alguno…

La duda sobre si era licenciado o no se fue espesando. Y “la contra” empezó a hacer su banquete. Tanto desde adentro del FAEPNM, seguramente por problemas de delfinato, como en tiendas ajenas, como los del P. Nacional, del P. Colorado, del P. Independiente, la Asamblea Popular… en general, hay que decirlo, con mucha mesura  (indudablemente “ganaban la mano” sin esfuerzo).

A la dirección frentista se le redujeron las opciones. Hubo amagos de despegarse, como en el caso del Sr. Mujica. Hubo sin duda, debate, conciliábulos, y el Plenario nacional del Frente Amplio, “habiendo recibido al compañero vicepresidente de la República Raúl Sendic” declaró un rechazo frontal (aunque no unánime, detalle que puede traer “cola”)  a “la campaña desplegada por la oposición y diferentes medios de comunicación destinada a menoscabar” al actual vicepresidente así como  “también debilitar la institucionalidad democrática del país”. Con lo cual, la declaración procura poner al F.A. en el papel de víctima: “Denunciar como injusta y discriminadora la desacreditación, de la cual permanentemente son objeto nuestras compañeras y compañeros en funciones políticas y de gobierno.” Suena exagerado.

Mi impresión es que todo el episodio o incidente fue algo menor, agrandado por adversarios políticos siempre dispuestos a “sacarle el jugo” a una flaqueza, pero sobre todo por la incapacidad autocrítica en primer lugar de Raúl Sendic que no aceptó que la licenciatura invocada era en rigor un curso de adiestramiento, que probablemente se denominaba en Cuba “licenciatura” con cierta licencia en el vocabulario curricular, y no se dispuso a dar explicaciones a la sociedad en general, aunque con el episodio ya empantanado, sí las dio ante los “suyos” en la interna orgánica, ya citada, del F.A. (5/3/2016).

El propio Sendic se habría ahorrado dolores de cabeza, explicitando a la sociedad abierta lo que explicitó al Plenario del F.A.

Pero para asumir este tipo de comportamiento, se necesita entender, y compartir, que el compromiso mayor es con la sociedad, en este caso la uruguaya, y no con la pertenencia política, que es, justamente, la que da “la carrera”, los cargos, los ingresos…

Y el F.A. en su interna orgánica mantuvo ese mismo ombliguismo que ve toda crítica como menoscabando su excelencia.

Pero la excelencia no es algo dado y para siempre. Todavía peor, ni existe. Hay que luchar por ella día a día. Caso por caso.

 

Publicado en Política

¿Qué agua bebemos?

Publicada el 04/03/2016 por ulises

ANALIZANDO LAS DECLARACIONES DE LA «MINISTRA DE AGUAS» DEL URUGUAY, ENEIDA DE LEÓN

por Luis E. Sabini Fernández

La oralidad no es el mejor medio para fijar conceptos, para deslindarlos y es saludable por eso, tener una cierta indulgencia frente a inexactitudes, muchas veces más propias del medio empleado que del pensamiento propiamente dicho.

Sin embargo, la oralidad también nos puede orientar, si no la tomamos letrìsticamente  sino como estado general de una forma de pensar.

 

La ministra del MVOTMA (Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente) Eneida de León, en un reportaje radial en El Espectador (21/2/2016),[1] ha hecho una serie de afirmaciones “combativas”, como los mismos entrevistadores han calificado con olfato el tono de la entrevista.

Lamentablemente, los entrevistadores no incursionaron en la superposición de áreas temáticas que deja ver la reciente creación de una secretaría presidencial, de Ambiente, Agua y Cambio Climático, con las áreas de competencia del ministerio del cual Eneida de León es titular.

La ministra presentó su preocupación principal; la de asegurar la imagen de potabilidad del agua corriente, la del agua de OSE. Nos queda la ardua cuestión de si tal imagen coincide con la realidad o no.

Las inexactitudes flagrantes de la ministra y cierta falta de rigurosidad en el tratamiento de las cuestiones abordadas nos llevan, lamentablemente, en el sentido opuesto, a desconfiar de la potabilidad; no sistemáticamente, no en todos los casos, pero sí atendiendo a la alta falibilidad registrada.

La ministra a lo largo del reportaje nos asegura que el agua de suministro de OSE, en todo el país, es mucho más segura que la que se suministra en Europa y en el resto de América del Sur.

“−El agua que tomamos hoy es muy superior a la que tomábamos hace 20 o 30 años.” –“No le diga eso a quien siente gusto feo y ve color turbio en el agua…” responde un entrevistador.

 

Mi hipótesis es que el deterioro del agua corriente en Uruguay es flagrante por una tijera que le ha aplicado la situación y la historia, el espacio y el tiempo: por un lado, las fuentes de agua corriente (y no sólo ella) se han deteriorado; hasta la ministra, bien que a regañadientes, ha aceptado que el “agua bruta” (la que ingresa al circuito del agua corriente) es de peor calidad que otrora; por el otro, el país ha sufrido con la larga crisis (1957-2002) de casi medio siglo un cimbronazo estructural, demográfico, ambiental, de mantenimiento de servicios y calidades, muy difícil de sobrellevar y más difícil de remontar.

Si tantas baldosas de las veredas están rotas, si tantas calles apenas tienen iluminación nocturna, si tantas viviendas no reconocen una mejora en décadas, si tantos barrios carecen de los servicios más básicos, ¿por qué las redes de agua iban a conservarse ajenas a ese desgaste generalizado?

En algunas ciudades la rotura de caños, por límites de su vida útil son tan frecuentes, que se tendría que proceder a la reinstalación integral de la red… pero por otro lado, cuando uno ve las reparaciones puntuales de dichas roturas prefiere que se siga manteniendo, aguantando, la red vieja, porque el material de la reposición de tramos rotos empeora el cuadro (es decir, salva la rotura pero con un empeoramiento de la calidad del material).

 

Su lectura preferida, nos cuenta EdL, es la policial negra nórdica: “Leo también sobre cianobacterias porque no tengo más remedio. Ya de veterana, en este cargo, empecé a aprender lo que eran las cianobacterias, la eutrofización […] la química, la biología, la genética se han convertido en cosas muy importantes […].”

Nunca es tarde para empezar a aprender. Pero cuando uno arranca “ya veterano”, para entender algo hay que empeñarse; si uno lo va a hacer “porque no tiene más remedio”, le aseguro que va a aprender poco y mal…

El periodista dice que el agua que recibe OSE para procesar está mucho más contaminada que antes. «El agua está cada vez peor”…

-“¿Por qué dice eso?” increpa la ministra. –“Porque el origen del agua está cada vez peor.”

−“¿Por qué?”, insiste. –“Porque está más contaminada…”  se defiende el interrogador interrogado. –“Pero la tecnología que se aplica es cada vez mejor”, replica la ministra, lo cual puede ser cierto, aunque no necesariamente.[2]

La ministra avanza con “precisiones”. Habla de la contaminación del Santa Lucía. Que está rodeado de tambos, de sojo [la oralidad nos juega una mala pasada; pensamos en soja y sorgo…],  que «toda la vida se plantó ahí hace 60, 70 años…”  Aquí una corrección histórica. Lo que podía contaminar a mediados del s. XX era algo radicalmente distinto a lo que puede contaminar en los campos hoy en día. En ese ínterin, hemos tenido la “revolución verde” sagaz nombre puesto por los laboratorios a sus cambios tecnológicos, y la ingeniería genética, rebautizada por sus cultores como biotecnología o, más sintéticamente, biotech.

El periodista, que se ve tiene algunas nociones, replica diciendo que hay ahora fertilizantes nuevos.

La ministra aclara, y atendamos con precisión a sus palabras:  −»es que no es la fertilización […] se eutrofiza el agua mucho más por la erosión… es decir, los nutrientes de la tierra que acaban en el agua la contaminan mucho más… la gente piensa en los agroquímicos como algo espantoso; bueno, no es tan así…”

Evitemos a Cantinflas: EdL nos dice que no son los fertilizantes sino los nutrientes. ¿Qué son los nutrientes? Los fertilizantes son nutrientes, tal vez no todos, no los mejores, pero son nutrientes. ¿Dónde acaban los fertilizantes que no son absorbidos por las plantas? Acaban en el agua. ¿y qué le pasa al agua con exceso de nutrientes? Se eutrofiza. ¿Acaso con este cambio de designaciones avanzamos algo?

Remata EdL desoyendo voces que hablan de agroquímicos como “algo espantoso“. Presentamos apenas algunas enfermedades producidas por agroquímicos, que los laboratorios denominan “fitosanitarios” y los ecologistas “agrotóxicos”: “pérdida de embarazos, malformaciones genéticas, mutaciones, cáncer, leucemia, afecciones respiratorias severas.”[3] Y ojalá fueran apenas éstas, que ya son una carga. La lista, sin ser exhaustiva, se extiende: anencefalia, defectos congénitos como anos no perforados, hipospadias o micro pene, defectos en el corazón, espina bífida, son algunas de las atroces consecuencias de la expansión de agrotóxicos en el norte y el litoral argentino que los médicos argentinos Darío Gianfelici y Hugo Gómez Demaio, por ejemplo, han investigado y denunciado.[4] En muchas otras enfermedades se ha identificado a agrotóxicos como factores de riesgo, al estar presente con mayor frecuencia en las personas que padecen, por ejemplo,  linfoma no Hodgkins[5] o enfermedad renal crónica.[6]  Investigaciones han revelado una fuerte correspondencia entre diversas enfermedades y presencia de agroquimicos.[7]

Biólogos estadounidenses, Theo Colborn, Dianne Dumanovski y Peter Myers han revelado la pesada presencia de los plaguicidas (junto con otra increíble cantidad de productos químicos con “personalidad” desconocida, largados al mercado porque se les conoce una única propiedad, ventajosa) en las alteraciones endócrinas, que trastorna todo el desarrollo sexual (incluida la mal llamada reproducción) de los seres vivos. Han producido un testimonio estremecedor: Nuestro futuro robado.[8]

Existen muchas otras investigaciones que señalan un mayor correlación entre la exposición a agroquímicos y la incidencia de Parkinson, infertilidad, aborto espontáneo, obesidad, retraso de la pubertad.[9]

Los agrotóxicos están envenenando a la humanidad, mientras engordan los bolsillos de sus titulares. En Argentina con apenas media docena de años más de ingeniería genética que en Uruguay, ya se rastrea que las tasas de enfermedades tradicionales se han multiplicado por 3 o por 4 (según regiones), es decir en una población que, p. ej., hace 20 años registraba un caso de cáncer anual, ahora registra cuatro.[10]

 

“Estoy aquí porque enterré a cuatro familiares”, dice Raquel en un tono casi inaudible. “Mi papá, mi primo y un hermano de mi papá que trabajaban fumigando, además de mi hermano que trabajaba en una escuela rural”. Raquel es maestra y vive en Elortondo, un pequeño pueblo de seis mil habitantes a 300 kilómetros al sur de Santa Fe, donde reinan la soja y las enfermedades provocadas por las fumigaciones.[11]

Daniel Verzeñassi (ibíd.), bioquímico e integrante del Foro Ecologista de Paraná, Entre Ríos, Argentina, advierte que “no sólo nos fumigan a través del aire sino del agua contaminada”. Explica que el agua de lluvia arrastra los tóxicos hasta las capas subterráneas de las que se saca el agua para consumo humano. “Los 800 o mil metros que exige el movimiento[12] de distancia de las fumigaciones del lugar de residencia, es necesario pero insuficiente. Somos todos pueblos fumigados”, concluye.

 

Es llamativo el punto de vista de EdL: «A nosotros no nos gusta decir si estamos mejor o peor, si estamos más contaminados o menos, porque no existe eso”.

“No existe eso”. Nuestra ministra ha llegado al solipsismo mayor. No opinemos de nada. Porque nada podemos saber…  La ciencia y los científicos, preocupados, que acabamos de enumerar muy incompletamente, no dicen eso.

Así y todo conserva su optimismo: “se hacen estudios, unos 50 000 análisis […] estamos en lucha para lograr revertir la situación de contaminación del agua bruta que es el agua que toma OSE para potabilizar […] cuando sobreviene un evento así [agua oscurita o con gusto a barro] es doloroso y decimos el agua no es potable, pero no es tóxica.” Pero no es tóxica. Amén.

Para alegrarnos, y coincidir, nos alegramos que hable de “revertir” algo.

El periodista, tal vez viendo la impermeabilidad de la ministra a la cuestión de la contaminación agroquímica, toma otra vía, también atendible: −¿Qué pasa tomando agua clorada durante 20 años? Recuerda que hay investigaciones que revelan que el cloro es tóxico y causante de enfermedades.

La voz, el tono de EdL revela que siente la lógica pregunta como una puñalada trapera: y advierte: −“Si queremos hacer terrorismo…”

Y en lugar de responder al arduo problema de la ingestión de cloro, cancerígeno, toma el ejemplo de “las tierras contaminadas con plomo. Si nosotros dejamos a un niño 15, 20 años contaminándose con plomo…”

−Pasó en Uruguay, pasó en la Teja… la interrumpe un entrevistador. La ministra replica:

−“¡Pasó en el mundo! Porque hace 40 años nadie sabía que si se enterraban pilas que contaminaban […].” Hay que aclararle a la aprendiz de cianobacterias que no hace falta “15 o 20 años” para  empezar a contaminarse y que hace 40 años se sabía, sí, acerca de la contaminación de las pilas, causada fundamentalmente por mercurio, cadmio, zinc y también plomo (entre paréntesis, la contaminación por plomo se conoce desde hace miles de años, quiero decir, alguna civilización la conoció, aunque no se haya difundido en las sociedades europeo-occidentales modernas hasta recientemente).

La ministra tiene unos umbrales de tolerancia llamativos: “−Si usted toma un agua que tienen gusto a kerosén, Salud Pública le dice: −no le va a pasar nada (porque usted no va a tomar 20 litros). Es una pena que no ejemplificara con el cloro, que en varios años, seguramente uno toma bastante más de 20 litros…

Esa generosidad ante los límites se percibe también con la presencia de colis en el agua: −“Si en Europa el 87, el 85 %, no me acuerdo bien, de los análisis dan bien, entonces el agua es potable.; en Brasil si el 73 % da bien, entonces el agua es potable, nosotros tenemos [de frontera o límite de seguridad] un 98, un 97% que da bien […] si en esos análisis [ya nos aclaró que son miles] hay uno que da mal, se investiga [se clora, se purga]… que pueda haber coli en un análisis, no va a matar a nadie […].”  Habría que preguntarle a esos pequeñines desnutridos que pueblan los aledaños de Montevideo, a ver si una descompostura se supera sin esfuerzo, o si por el contrario…

EdL sigue “explicando”: −“Por ejemplo, hace unos años no se sabía que ciertos pescados [peces] contenían mercurio… los médicos le dicen a las embarazadas que ciertos pescados grandes no los coman porque tienen mercurio. Y eso es de la naturaleza. ¡De la naturaleza! No es de la contaminación del hombre.”

¡Esto sí que es un notición! Que ignoran los investigadores japoneses que descubrieron, hace medio siglo, en la bahía de Minamata la enfermedad itai-itai,[13] por envenenamiento de los peces por metilmercurio y transitivamente de los humanos que ingerían tales peces… una vez pescados. Tampoco lo deben saber los investigadores que han rastreado trazas de cadmio, plomo, mercurio en peces, sobre todo de criadero (hoy en día, la mayor cantidad de peces para consumo humano).

Es cierto que nuevas y más afinadas mediciones han ido descubriendo en nuestros cuerpos y en general en los del reino animal (y vegetal) más y más componentes con trazas cada vez más mínimas.

Algunas fuentes dan como componentes de nuestros cuerpos a: oxígeno, carbono, hidrógeno, nitrógeno, más los oligoelementos, en primer lugar calcio y fósforo y otra serie de elementos aun en menor cuantía; potasio, azufre, sodio, cloro, magnesio, hierro, cobre, zinc, selenio, molibdeno, flúor, yodo. Y con trazas apenas perceptibles de aun otros metales y metaloides; manganeso, cobalto, litio, estroncio, aluminio, silicio, plomo, vanadio, arsénico.[14]

Algunos de estos minerales son muy tóxicos en algunas de sus combinaciones; el plomo, el vanadio, el arsénico, el estroncio…

No hemos podido rastrear en sitio-e alguno la presencia de cadmio y mercurio como naturales en nuestros cuerpos. Al contrario, el académico  D. B. Jiménez Soto nos dice del cadmio: “No existe evidencia de que sea biológicamente esencial o benéfico.”[15] Pero volvamos a la afirmación de EdL, de que el plomo existe naturalmente en peces (sobre todo grandes peces).

EdL dice una verdad a medias, que suele ser de las falsedades más difíciles de desentrañar: los grandes peces (y los pequeños) tienen plomo en sus cuerpos, pero cuando un médico aconseja no ingerir tales peces a una mujer embarazada lo hace no por las trazas ínfimas de plomo en el tejido cárnico del pez pescado sino porque los grandes peces en mares contaminados suelen presentar por procesos de bioacumulación y biomagnificación una cantidad absolutamente tóxica de minerales como plomo, cadmio, mercurio, cromo, etcétera.

En Chile, por ejemplo, algunos establecimientos de acuicultura sobrepasan la cantidad “máxima” de cadmio y mercurio que las autoridades bromatológicas han establecido como seguras.[16] En Ecuador, el ya citado Jiménez Verdesoto en su tesis cuantificando los metales pesados en agua, en el caso del ostión (Crassostrea columbiensis) en Guayaquil, 2012,[17] verifica la presencia de plomo en 0,5 ppm cuando los límites llamados de seguridad fijan un máximo de 0,1 ppm. En cadmio, la situación es más grave: los límites de seguridad establecen 0,005 ppm o, en términos más “redondos”, 5 ppmm. En agua, en el área investigada se rastrea 20 ppmm, es decir cuadruplica los límites.  Pero lo más relevante, a causa de la propiedad de los moluscos, que son organismos filtradores por lo cual tienden a acumular metales en sus tejidos, es que se halló en ellos, en alguno de los sitios de recogida de muestras, 2970 ppm de cadmio, es decir que si seguimos midiendo en ppmm, ¡tenemos que hablar de casi 3 millones de ppmm! Según Jiménez Verdesoto esos valores totalmente desmedidos obedecen a “los desechos de baterías y pilas encontradas”.

Una cosa es detectar trazas casi imperceptibles de plomo, cromo o arsénico en combinaciones que los organismos vivos han incorporado para cumplir sus funciones vitales, y muy otra es detectar la presencia de tales metales, en peces por ejemplo,  con un grado de bioacumulación  que nada tiene que ver con su vida “natural” y sí con los desechos que la sociedad humana descarga en aire, mar y suelos

 

En resumen, volviendo a la cuestión de las aguas, luego del pasaje de la ministra por el cloro y el plomo, nos queda la impresión que la situación de nuestra “agua de OSE” está lejos de la idea que teníamos de nuestras aguas corrientes, de nuestra agua potable (idea que de pronto era más fruto de una autocreencia que de la realidad).

De todos modos, la situación actual del Uruguay, y del mundo, es mucho más problemática que la de medio siglo atrás. En términos sanitarios, demográficos, y sobre todo de contaminación ambiental. La “industrialización” del campo es un ejemplo patético de la irresponsabilidad ética y médica recubierta de la hoja de parra del “progreso”, como si todo se tratara de “ir mejorando”.

No hay peor política que naturalizar los resultados contingentes de los pasos de la sociedad humana, y sobre todo los de sus aventajados empresarios.

La condición elemental y previa para resolver un problema es planteárselo. Y eso es lo que me parece que falta en este caso.

 

[1]  http://www.espectador.com/sociedad/331588/eneida-de-leon-la-ministra-de-vivienda-que-devino-en-ministra-del-agua.

[2]  Hace más de un siglo, las instrucciones para extraer agua mineral incluían el uso de espitas, −a la salida del agua a envases− de cerámica. Horneada a mil grados, aprox. Para evitar materiales, metálicos, por ejemplo, que tuvieran desprendimientos que afectaran la pureza del agua. ¡Y no existían los materiales plásticos!

[3]  Sandra V. Miguez, RAP-AL.

[4] Darìo Gianfelici, “El impacto del monocultivo de soja y los agroquímicos sobre la salud”, futuros, no 12, Río de la Plata, primavera 2008; Hugo Gómez Demaio, “Agrotóxicos, niños con retraso mental grave y malformaciones”, futuros, no 13, verano 2010.

[5]  https://es.wikipedia.org/wiki/Linfoma_no_hodgkiniano.

[6]  Epidemiología de Enfermedad Renal Crónica en Nicaragua, CAO Compliance Advisor Ombudsman, dic. 2009.

[7]  Experiencia médica, Centro Médico de Córdoba, vol. 28, S.A., Córdoba, 2010.

[8] Our Stolen Future, 1a. edic., 1996. La versión en castellano es de 2006.

[9]  Alexis Baden-Mayer, Organic Consumers Fund, www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=7722.

[10]  Vèase p.ej., 3er Congreso de Médicos de Pueblos Fumigados, dic. 2015.

[11] «La guerra química contra los pueblos», R. Zibechi, 20/4/2015 en Programa de las Américas, http://www.cipamericas.org/es/archives/14958.

[12]  Un movimiento que ha surgido en las poblaciones rurales  argentinas, “Paren de fumigarnos”.

[13]  En japonés, literalmente “duele muchísimo”. No es para menos: la presencia de mercurio en el sistema óseo va quebrando los huesos.

[14]  http://www.batanga.com/curiosidades/2009/07/22/los-12-elementos-quimicos-del-cuerpo-humano.  Pese al número señalado en el título nos brindan casi 30 elementos constitutivos. Otras fuentes nos hablan de unos 60 elementos…

[15] Jiménez Verdesoto, D.B., Cuantificación de metales pesados en agua superficial, sedimentos y en el ostión de mangle (Puente Portete del Estero Salado, Guayaquil, 2012. Ponemos en n.17 su enlace-e.

[16]  Y el concepto de “límites de seguridad” suele ser muy discutible por la sencilla razón de que las autoridades públicas suelen acompasar tales “límites” a las condicionantes tecnológicas cuando no lo hacen directamente a las necesidades industriales.

[17]  http://repositorio.ug.edu.ec/bitstream/redug/1683/1/Cuantificaci%C3%B3n%20de%20metales%20

pesados%20(Cadmio,%20cromo,%20n%C3%ADquel%20y%20plomo)%20en%20agua%20superficial,%20

sedimentos%20y%20organismos…%20Jim%C3%A9nez,%20David.pdf

 

 

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