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Categoría: EE.UU.

Matemática imperial: Israel x Trump = Acabar con la cuestión palestina

Publicada el 03/06/2019 - 08/06/2019 por ulises

Por Luis E. Sabini Fernández –

Ofensiva mundial de la extrema derecha liberal

Hasta el menos avezado en política internacional advierte el endurecimiento de EE.UU. y en general del eje geopolítico planetario que pasa por EE.UU., el Reino Unido (cada vez más entre paréntesis) e Israel.

Mi impresión es que los palestinos han iniciado la esforzada Marcha del Retorno (desde 30 mar 2018) como respuesta a la política que el tándem Trump-Netanyahu ha decidido llevar adelante y que es, sencilla y brutalmente, “la solución final” a la cuestión palestina. Bajo el ominoso nombre de “Plan de Paz” que, al desconocer toda especificidad palestina, se lo debe llamar Plan de Paz de los cementerios. Porque se trata de un plan para borrar la cuestión palestina. Para Netanyahu-Trump, no hay palestinos. Como en “los primeros tiempos”, con Israel flamante, su canciller Golda Meir sostenía con desenfado y desprecio: “los palestinos no existen”, y por lo tanto no corresponde ningún reclamo al respecto; ni de tierras, ni de territorios, ni de soberanía, ni de rendición de cuentas,  de nada.

Lo que empezó con pequeñas usurpaciones legales (mediante compras comerciales, a precios tentadores, a propietarios turcos latifundistas ausentes) a fines del siglo XIX; siguió diezmando la rebelión de Palestina en 1936, cuando ya sectores considerables de su población advirtieron el proceso de implantación y usurpación crecientes, ante el que se levantaron en una suerte de huelga insurreccional, que le  costó a la sociedad palestina miles de ejecutados, y poco después, el sionismo, valiéndose del triunfo de Los Aliados en 1945, generando “hechos en el terreno”, que la ONU jamás fue capaz de desandar, porque tras la feroz represión nazi generalizada a judíos, sobre todo con la II Guerra Mundial, los sionistas en particular ‒y los judíos en general‒ obtuvieron una suerte de salvoconducto moral que los puso a salvo de cualquier crítica.

Pero el victimismo que prosperó en la posguerra ha ido trasmutando, con el tiempo, en algo cada vez más prepotente y menos democrático.

La brutalización

Veamos al azar, apenas unos episodios “termómetro”:

  • Mujeres judías y árabes se juntan en una plaza de Tel Aviv (“Mujeres de negro”) para reclamar algunos derechos (mínimos) y contra la política agresiva israelí. La extrema derecha hace contramanifestaciones, con varones, que no sólo vocean en contra sino que las prepotean, las empujan…
  • Los israelíes que matan, mediante incendio, por ejemplo, a población palestina han sido festejados, sobre todo desde las colonias que agrupan a los más cobardemente violentos, y tolerados ‒¿pasividad, impotencia?‒  por el resto de la población judía israelí. Cuando en la ciudad de Lod se hizo el año pasado el juicio contra colonos que perpetraron la muerte de casi toda una familia palestina (padres y bebe de 18 meses quemados vivos en la vivienda de madrugada; el primogénito, 4 años, sobrevivió con grandes daños en su cuerpo y secuelas de por vida), se cambió la carátula inicial de asesinato por el de incendio provocado. Las tres muertes resultantes y el herido de por vida pasaron a un segundo plano; el que realizó materialmente el incendio, aunque dentro de un grupo antiárabe (jurídicamente cómplices), recibió así una condena que podrá cumplir con arresto domiciliario.[1] A mi modo de ver lo más espeluznante es la actitud ante las víctimas: los que acompañaban al incendiario asesino tarareaban; “Todos quemados y no está Alí, ¿dónde está Alí?; Alí no está, Alí quedó a la parrilla.” Alí era el pequeñín  de la pareja, quemado vivo.

Saña, sádica, abusiva, burlona, una pervertida forma de chutzpah.[2]

  • La tripulación turca que no aceptó de buen grado el abordaje a su barco de auxilio a Gaza: sin armas de fuego ni cuchillos, resistieron con algún palo el abordaje ilegal en alta mar desde barcos piratas israelíes: los comandos “de Defensa” israelí ametrallaron y mataron así, en el copamiento, alrededor de una decena de tripulantes.[3]

Veamos algunas declaraciones que entiendo abonan esta atrocidad que ha ido  creciendo junto con la brutalización y el despojo, fríamente calculado, de la ocupación israelí.

A los “ocupacionistas” les gusta llevar adelante una comparación/identificación: en Israel se estima muy apropiada la “solución” de las Indian Reservations,[4]  el modelo madeinUSA.

Inevitablemente, la base del plan Trump-Netanyahu es la mentira y el escamoteo. El embajador de EE.UU. en Israel, David Friedman, un modélico anarcocapitalista, según sus propias palabras, declaró con total descaro que: “Israel ocupa apenas el 2% de Cisjordania”.[5] En Cisjordania, la región más grande de la Palestina histórica que hasta 1967 no estaba dentro del mapa israelí, asiento de una población palestina de aproximadamente dos millones y medio de habitantes  y lugar de las principales ciudades palestinas (Ramallah, Tulkarem, Qualquilia, Nablus, Jericó, Belén, Hebrón) fue “descuartizada” por los vergonzantes Acuerdos de Oslo (1993) en tres niveles de gobierno (administración militar israelí, administración compartida y administración palestina). 2% es más bien lo que los “acuerdos” de Oslo dejaron a los inermes  palestinos y una enorme parte de ese territorio quedó bajo la administración militar israelí, con las consecuencias fáciles de prever en 1993 y visibles en 2019: los colonos se han ido adueñando de las mejores tierras, las alturas y las vías de comunicación, manejando política y militarmente la inmensa mayoría del territorio cisjordano. Hablar de 2%, cuando está hablando de más del 90% nos muestra su total desprecio por la realidad, por la verdad.

Con el período de Friedman embajador coincide el incremento de las colonias israelíes en territorio palestino, ¡qué casualidad!

El triunvirato designado por Donald Trump; Jason Greenblatt, el mencionado Friedman y el yerno, Jared Kushner, jaranean con la cuestión y con ellos el escarnio ha tomado vuelo.

Chutzpah en ristre

Por ejemplo, Greenblatt, procura echar culpas a Hamas, la organización armada musulmana palestina con mayor apoyo en la Franja de Gaza. Ha dicho: “Hamas ha dejado a Gaza en ruinas.” Una perversa versión del origen de los escombros en Gaza. Giraldi, luego de la cita, aclara que Greenblatt prosigue con una bastante certera descripción del lamentable estado de la Franja: “La vida en la Franja es ardua, triste y anormal. Sólo edificios con generador propio mantienen electricidad. La falta de corriente afecta todo, como preservar comidas o hacer el tratamiento de los desechos. […] Las estanterías de los grandes comercios están vacías. La costa, que en muchos  otros lugares del Mediterráneo suelen ofrecer balnearios, está en Gaza cubierta con desechos cloacales e industriales sin tratamiento alguno y con los escombros de múltiples guerras […].”

Y como bien destaca Giraldi, la desfachatez de Greenblatt estriba en que llega a atribuir este estado de situación de la FdG a Hamas, negando de hecho el papel que ha tenido el intento de ocupación israelí. La resistencia lo ha pagado con el desesperante estado actual de la FdG. En 2005, quien iba a ser al año siguiente el Carnicero de Sabra y Shatila, Ariel Sharon, entonces premier, dispuso abandonar el territorio pero para devastarlo. Algo que hicieron de inmediato los colonos convirtiendo en escombro todas sus costosas y lujosas instalaciones y abandonando los escombros en el terreno, y en la primera noche tras la evacuación, ensordeciendo a todos los habitantes con vuelos rasantes imitando bombardeos y rompiendo la barrera del sonido, que se tradujo en una epidemia de enuresis infantil. Y los desechos industriales y cloacales que señala Greenblatt son, sobre todo, los que echan “camino al mar” los israelíes que están tierra adentro de la Franja. Se cuidan por cierto de tratarlos porque cumplen otra misión: martirizar la vida de palestinos.[6]

Con buen olfato Marwan Bishara,[7] periodista de Al Jazira, considera que los tres emisarios del poder imperial occidental, el triunvirato citado, con “una chutzpah  inigualable”, se han dedicado a denostar a referentes palestinos, pretendiéndose, claro, superiores.

Bishara asocia, con buen tino, tales argumentaciones, con The Israel Project`s 2009, una significativa  edición “ideológica” diseñada por comunicólogos sionistas y que apareció de modo sintomático,  inmediatamente después de la atroz embestida por aire, mar y tierra con el calificativo de “Plomo fundido” ‒una designación oficial que es un sincericidio‒, que Israel llevó a cabo a partir de diciembre de 2008 contra la FdG y su aprisionada población.

Se trata de una elaboración de cientos de páginas (si sumamos a la edición principal, algunas otras complementarias) de las cuales tomaremos aquí apenas algunos ejemplos.

El capítulo 1 establece “25 reglas para una comunicación efectiva”. Y el primer punto de este primer capítulo establece: “A los convencibles no les importa cuánto sabes hasta que se dan cuenta cuánto te importa. ¡Mostrá empatía para AMBOS lados!”

En una frasecita, ya lo dice todo: no se trata de si te importa o no; se trata de que muestres que te importa (te importe o no).

Este penoso ejemplo resume todo The Israel Project’s 2009 (en adelante TIP) que viene a ser, en términos literarios o ideológicos, sobre el papel, lo que fue la descarga de plomo, fundido o no, sobre la población gazatí y su maltrecho territorio ese mismísimo año.

Cientos de muertos, miles de heridos. En una población de algo más de un millón y medio de habitantes. Del 27 diciembre al 17 de enero.  El Centro Palestino para los Derechos Humanos, en su informe sobre la operación registra 1417  palestinos asesinados durante el conflicto. De ellos 926 habrían sido civiles (313 niños y 116 mujeres); 255, oficiales de la policía civil de Gaza y los 236 muertos restantes,  milicianos de las Brigadas de Ezzeldin Al-Qassam, Yihad Islámica y otros grupos armados palestinos.

Ponderemos estas cifras pensando en población uruguaya: tendríamos casi tres mil muertos y unos once mil heridos. Y si lo hiciéramos con población argentina, este ataque durante 3 semanas arrojaría un equivalente de algo más de 38 mil muertos y unos 146 mil heridos… Las cifras de víctimas de las últimas dictaduras en estos dos países (de 7 años en Argentina y 12 años en Uruguay) ni con las estimaciones más subidas, se aproximan al infierno concentrado en apenas 3 semanas palestinas.

Esta brutalidad del ataque, que se caracterizó por producir heridas con fósforo blanco o con tungsteno (imposibles de cauterizar o limitar ni siquiera quirúrgicamente; las bolitas de tungsteno, cancerígenas,  se esparcen por los tejidos y son miles); ataques y bombardeos dedicados  a inutilizar las instalaciones de potabilización de agua, de generación eléctrica, sanitarias y en general sobre viviendas, escuelas y hasta hospitales; inutilizar puerto y aeropuerto del pequeño territorio, estrangulado con un sitio que para entonces ya llevaba más de dos años (y que hoy lleva más de doce), necesitaba una coartada, un descargo ideológico.

Allí hizo su entrada en la escena cibernética, en las app, en los portales, en la multitud de correos y celulares particulares, los trolls, el TIP.

“El primer paso para ganar confianza y amigos para Israel es mostrar que te importa la paz tanto para israelíes como para palestinos y, en particular, que alientas un futuro mejor para cada niño.”

Afirmar esto a semanas de haber aniquilado a centenares de niños y estropeado la vida de otros varios miles, resulta francamente indigerible y nos revela el grado de manipulación mental que este “diccionario” de “buenas intenciones” encarna.

“Use la empatía. Hasta las cuestiones más arduas pueden sortearse si te apresuras a aceptar la idea de que la otra parte tiene al menos alguna validez. Si empiezas de respuesta declarando “Entiendo y simpatizo con aquellos que…”  “ya estás construyendo la credibilidad que vas a necesitar para tu audiencia.”

”Al contrario, si el núcleo de tus planteos es un coro de dedos en alto puntualizando que Israel tiene razón y los demás están equivocados, entonces vas a perder más apoyo del que vas a obtener. Alguna gente que apoya Israel puede decir: ‘es hora de marcharse’, pero gente que no apoyaba antes a Israel, entonces se alejarán definitivamente.”

El quid del asunto es que cuanto más draconiana son las medidas de despojo, cuanto más se lleve por delante los derechos de seres humanos palestinos (porque los palestinos, pese al sentir del sionismo militante y de ciertos mensajes bíblicos, son humanos), más deben envolver esta política racista, supremacista, en envoltorios de empatía, comprensión  y palabras que funcionen (o rindan: “WORDS THAT WORK”). Y más por el estilo (“MORE WORDS THAT WORK”).  Los diversos capítulos del peculiar diccionario de argumentaciones suelen rematarse con tales “palabras que funcionan”.

Estos lavadores de conciencia nos dicen, mejor dicho les dicen a sus acólitos: “El modo más efectivo de obtener apoyo para Israel es hablar de que ‘estamos trabajando por una paz duradera’, que ‘respete los derechos de todos en la región’. Fíjese bien que no haya mención ni de Israel ni de los palestinos.”

E insisten para desprolijos: ”Y no hay ninguna justificación, bajo ningún aspecto para la matanza deliberada de inocentes, mujeres y niños. NUNCA.”

En el numeral siguiente advierte al seguidor o futuro troll: “No pretenda que Israel no tiene errores o no comete faltas. No es verdad y nadie lo creería.”

Hay que reconocerle al menos lucidez y sinceridad: “Pretender que Israel no comete errores no resulta creíble. Únicamente hará que sus preguntantes cuestionen todo lo que usted afirme. Admitir que Israel hace y continúa haciendo errores no cuestiona la justicia final de los objetivos israelíes: paz y seguridad y mejor calidad de vida para las dos partes.” Aquí, al final, sustituyeron la lucidez por la demagogia.

“Use la humildad”. Se agradece la franqueza de este argumentario: use la humildad, que no significa,  por cierto, que hay que ser humildes. Apenas blandirla.

A continuación de tan “sabio” consejo nos dice TIP: “Sé que tratando de defender niños y ciudadanos de los terroristas, Israel ha lastimado accidentalmente alguna gente inocente. Lo sé y me entristece.”

La magnitud de los ataques israelíes a los palestinos dice crudamente otra cosa.

La apropiación del territorio palestino en 1948 no significó  solo la expulsión y el despojo a unos 700 mil u 800 mil palestinos; también hubo miles de muertos, dato jamás relevado porque no fue revelado en su momento, lo mismo que violaciones. El ataque a la Franja de Gaza que antecede este argumentario para trolls dejó el tendal que ya hemos reseñado. Pero poco antes,  en 2006, los israelíes habían incursionado en la FdG y matado a medio millar de seres humanos. Un operativo para rescatar, se dijo, a un soldado prisionero (que fue finalmente liberado, sin un rasguño, por los palestinos; Gilad Shalit).  Mi impresión es que la suerte de Shalit fue una “magnífica” excusa para asesinar palestinos, incluso como algún soldado poco ducho en demografía  ha dicho, ‘para ir reduciendo la población palestina’.

¿Eso es ‘lastimar accidentalmente alguna gente inocente’? ¿O perversión de lenguaje?

El libelo ingresa a los razonamientos por analogía, que ya sabemos son más manipuladores que certeros. Nos pregunta: “Si EE.UU. hubiera renunciado a tierra por paz y ese territorio fuera usado para despegar desde allí cohetes contra EE.UU., ¿qué haría EE.UU.?”

La desfachatez y la desfiguración histórica en la pregunta son llamativas. ¿Es, ha sido alguna vez, israelí la Franja de Gaza? En rigor, ha sido ocupada militarmente por Israel en 1967 como el resto del territorio palestino que no había sido ocupado  por el sionismo en 1948, pero el planteo de los despojados palestinos ha sido no aceptar semejante despojo.

Colonización anacrónica, por brutal… y por colonial

El sionismo con Trump como su mascarón de proa está procurando acabar la construcción de un estado por asentamientos al estilo de EE.UU., Australia, Nueva Zelandia y otros, en una época, la segunda mitad del siglo XX y nuestro presente,  donde el colonialismo ha perdido toda su pretendido lustre racista y su famosa “carga del hombre blanco” (que venía a resolverle cómo hacer una sociedad a “los primitivos”).

Para seguir en semejante intento, sus personeros no tienen más remedio que falsificar la realidad, hacer escarnio de la verdad, promover el discurso irreal. Funcionarios yanquis, por ejemplo, ya no nombran a las colonias sionistas como colonias. Ni a los colonos como tales. Pero el escamoteo semántico tiene patas cortas.

El modelo USA con su “solución india” es increíblemente falaz para la realidad palestino-israelí. Dijimos que ‒por cierto que con matanzas mediante‒ la población aborigen ahora en EE.UU. ronda el medio millón de habitantes (más aproximadamente un millón en Alaska). No llega ni al 0,5 % de la población general de EE.UU. En Palestina/Israel, grosso modo se puede hablar de dos poblaciones equivalentes,  5, 7 u 8 millones de judíos y otros tantos palestinos no judíos. El símil es insostenible.

La cruda realidad del momento es que la derecha radicalizada está con mucho “viento en la camiseta”. Europa se está enderechando  a un ritmo crecientemente acelerado, la bizquera es tanta como para seguir considerando a Alexis Tsipras “de izquierda” siendo amigo de Israel, y como un contagio liberticida se suman países que entienden delito toda crítica a Israel (caso Francia y Alemania) con lo cual, adiós a cualquier democracia; China empieza a participar del festín imperial (solo que llega un poco tarde, con las porciones de la torta planetaria ya bastante carcomidas…). En la América no sajona también los vientos de la derecha (ilustrada, como la de Mario Vargas Llosa; gerencial, como la de Mauricio Macri, o francamente militarista y fascista, como la de Jair Bolsonaro) parecen propicios para los afianzamientos de un Israel con mandato divino.[8]

Es triste comprobar que la resistencia a la ocupación que supieron encarnar tantos judíos israelíes, como con Paz Ahora, Mujeres de negro e incluso grupos radicales como Anarquistas contra el Muro o el Comité Israelí contra el Derribo de Viviendas Palestinas, han palidecido políticamente hasta apenas vérselos en el desierto ideológico israelí.

Israel cuenta a su favor el desgaste de palestinos que llevaron adelante violencia contra violencia para vencer al sionismo, que han sido derrotados y peor aun, “recuperados” mediante el invento de una Autoridad Nacional Palestina al servicio de Israel.

Quedan apenas algunos escollos. Como la creciente decepción de tantos jóvenes judíos estadounidenses, adoctrinados en el culto al Holocausto y a su presunta creatura, Israel, que van descubriendo con sus visitas a “La Tierra Prometida” que no todo era como le contaron, que en rigor casi nada es así… Y el otro gran escollo es la increíble fortaleza, tesón, entereza de los palestinos que ha arrancado del deslumbrado médico noruego Mads Gilbert esa frase siempre tan riesgosa: “Los palestinos son probablemente el pueblo más fuerte del mundo”.[9] Gilbert ha trabajado varias veces en los hospitales de campaña, primero en El Líbano y luego en la Franja de Gaza. Conoce mucho del dolor y la desesperación humana… y palestina.

notas:

[1]  Philip Giraldi, “Feeding the Monster”,  https://www.unz.com/pgiraldi/feeding-the-monster/, 3 jul. 2018.

[2]    El término, del yiddish, alude al desparpajo, a la hispana “frescura”, con la cual judíos pueden burlarse. A medida que el poder de la comunidad judía en el mundo ha ido afianzándose, con eje en Israel, ha habido una metamorfosis semántica, por la cual se la traduce cada vez más como “temple”.

[3]  Véase mi “Palabras insultantes contra hechos incontrastables”, www.rebelion.org, 1 jul. 2010.

[4]  Pasando por alto, claro, las matanzas de nativoamericanos que los europeos instalándose en El Nuevo Mundo hicieron… Se estima que al día de hoy los indios norteamericanos andan por el medio millón en una población de EE.UU. de 300 millones. Ya volveremos con esta relación, para abordar el plan de “indianizar” a los palestinos…

[5]  The Guardian, Londres, “Israel only occupies 2% of West Bank, says US ambassador”, 28 set. 2017.

[6]  Las citas de Greenblatt están recogidas de Philip Giraldi, https://www.unz.com/pgiraldi/blame-palestinians-for-gaza/, 30 abr 2019.

[7]   “La lógica detrás de la humillación estadounidense a Palestina”, Al Jazira, traducido y publicado en www.rebelion.org, 2 mayo 2019.

[8]  Se acaba de producir un episodio en Argentina, con el embajador macrista en Haití, Pedro von Eyken, que saludó al Ejército argentino recordando su propia prosapia, hijo de un oficial del Ejército alemán durante la IIGM, ante lo cual dos colegas, Natalio M. Jamer y Carlos Cherniak, salieron públicamente a increparlo invocando los seis millones de judíos matados por el nazismo. Von Eyken se limitó a recordar la diferencia entre lo alemán y lo nazi. El afán de asimilar lo nazi y lo alemán prolonga “la culpa” y las indemnizaciones… Alemania es el más fiel aliado europeo de Israel.

[9]  Arbetaren Zenit, no 21, Estocolmo,22 may 2009. Traducción: futuros, no. 13, Río de la Plata, verano 2010.

Publicado en EE.UU., Palestinos / israelíes

El asesinato pedagógico de Jamal Khashoggi

Publicada el 07/11/2018 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández – 

Analizando el asesinato de Jamal Khashoggi, recuerda Daniel Shapiro[1]  cómo fue considerado otro asesinato político ordenado a su vez por Napoleón Bonaparte: “Algo peor que un crimen; un error”.

Shapiro  analiza las consecuencias de lo acontecido por orden del príncipe heredero saudí Mohammed bin Salman, sobre la política de EE.UU. e Israel.

Y nos muestra cómo funciona la estrecha alianza entre la dirección político-militar estadounidense y la saudí (y la israelí, jugando en todas las bazas).

Shapiro se alarma acerca de la infiltración, imparable, de los detalles del asesinato, digno de una novela nórdica de los últimos tiempos con lesiones previas a la muerte, atrocidades varias, dedos seccionados estando todavía vivo y corte final de cabeza para darle otro destino que al tronco de lo que fuera Khashoggi, al parecer competidor en el marco de la realeza, periodista, espía y/o contraespía, vaya uno a saber al servicio de qué servicio.

Sabemos que lo acontecido en territorio turco no contó con la complicidad de las autoridades anfitrionas que, por el contrario, hicieron todo lo posible para desnudar el “affaire”.

Shapiro nos dice que este strip-tease macabro malogra una provechosa alianza de décadas entre EE.UU. y Arabia saudí por un lado e Israel y EE.UU. por otro (y por encima o por debajo, la misma curiosa alianza entre dos estados hiperconfesionales; Israel y Arabia saudí).

Shapiro entiende que “Mohammad bin Salman no calibró el efecto de este tipo de asesinato haciendo trizas todo margen de aceptabilidad para el público estadounidense y para todo el elenco de ambos partidos en el Congreso”.[2] Pone como ejemplo que congresales tan de derecha como Marco Rubio hayan puesto el grito en el cielo.

Estamos entonces −cada vez importa menos la muerte por asesinato− ante la atención a brindar a la pudorosa opinión pública estadounidense. El alma del ciudadano norteamericano no puede oír, sin estremecerse, la peripecia vivida por Khashoggi.

Shapiro lo dice sin pelos en la lengua: “La represión saudí no es algo nuevo y probablemente el sistema político de EE.UU. podría acomodarse si mantenemos un cierto nivel bajo de visibilidad.” [sic]

Bin Salman no advirtió el efecto en el alma norteamericana de hacer lo que se le hizo a un periodista del establishment (Khashoggi era redactor habitual de Washington Post).

Shapiro, abundando sobre el efecto devastador de la imagen de tamaño asesinato sobre el público norteamericano y transitivamente sobre las decisiones políticas, nos confiesa que el terremoto obligará… −observe el lector el abismo que se abre− a vender algunas menos armas a Arabia saudí, que generalmente se ha provisto más que generosamente de los avances de la industria militar estadounidense.

Shapiro considera que “tal vez el fallo mayor del asesinato de Khashoggi proviene de la obsesión de ben Salman por silenciar a sus críticos, con lo cual se pierde fuerza en el intento de construir un consenso internacional para presionar a Irán.”

Es decir, a Shapiro le preocupa no el método empleado para eliminar a Khashoggi, y menos todavía la cuestión misma de la eliminación de competidores; apenas los dólares (millones) que no pasarán de las arcas saudíes a las estadounidenses o que debilita la presión para desmantelar a Irán.

Todo se instrumentaliza. En rigor, volviendo a la anécdota con Napoleón, no se trata de asesinar menos, se trata de que se note menos. La opinión pública, en tal caso, no ofrecerá dificultades y las correas de transmisión funcionarán fluidamente.

No hay que herir los oídos de gente sensible. Hay que hacer las cosas “a la chita callando”. ¿Por qué esa obsesión por deshacer un ser humano en vida y registrarlo? Hay un aspecto, fabril, de dejar constancia y confirmar la calidad de un “trabajo”, es cierto, pero si eso llega a manos indebidas, “nos” perjudica.

 

Shapiro replantea, sin decirlo, lo que pasó con E. Snowden, con B. Manning, con J. Assange, para mencionar apenas a los tres más famosos violadores de “obediencia debida” más recientes. Ellos revelaron consciente y voluntariamente lo que el cuerpo mutilado de Khashoggi una vez más nos muestra. Por eso, lo que tememos con Snowden, Manning, Assange, y ellos también,  es que quieran matarlos (o pudrirlos en la cárcel).

Porque lo malo no es hacer algo malo.  Lo malo es que se sepa. Y cierto estilo sádico, afiebrado, patoteril, grupal –como por lo visto es el de MBS (el apodo o sigla con que se conoce a Mohammad bin Salman−, tiene mayor riesgo de filtraciones.

La mezcla en Shapiro de lucidez y amoralidad, de pragmatismo, en suma, es tal vez más aterradora que el terrorismo expreso (que a veces es torpe).

Bueno es advertir que esto es lo que tenemos como diseño de la cosa política hoy enfrente nuestro (y por encima y a nuestras espaldas… por doquier).

Tendremos que agradecer a la patota sagrada e imbécil de los sunnitas más fanáticos de ese estado que es de una familia, llegar a otear la sordidez de nuestro presente.

La búsqueda de la verdad era el viejo motto de periodistas, y antes, de filósofos.

Aunque cueste pensarlo o se sienta uno pasado de moda, sigue siendo la cuestión clave, ardua, casi inalcanzable.

Podríamos transformar la vieja consigna que se atribuye a Pompeyo para arengar a los marineros temerosos ante la tormenta, “navigare necesse est, afirmando: veritas necesse est.

[1]  Daniel B. Shapiro, “Why Khashoggi Murder is a Disaster for Israel”, Haaretz, Tel-Aviv, 21 oct. 2018. Como puede advertir el lector, ya en el título Shapiro expresa lo que le importa; no la vida sino los perjuicios (para Israel).

[2]  Ibíd.

Publicado en Destrozando el sentido común, EE.UU., Poder mundializado, Política

ONU, UNSCOP, padres putativos de Israel – I

Publicada el 04/11/2018 - 02/03/2019 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández – 

GUATEMALA, EL PRIMER ESTADO MUNDIAL QUE SIGUE LA «PROPUESTA» DE EE.UU. DE INSTALAR SU EMBAJADA EN JERUSALÉN

El presidente Donald Trump ha procurado un jaque demoledor a la resistencia palestina trasladando la capital sionista a Jerusalén, la ciudad “de las tres religiones monoteístas” que ONU procurara en su momento internacionalizar y preservar de la avidez territorial judía.

Las declaraciones y los pasos dados por la dirigencia guatemalteca, con oídos tan receptivos a la mudanza estadounidense fueron llamativos. Con orgullo se proclamaron los primeros en seguir a EE.UU., es decir, los segundos.

Guatemala (así como Uruguay) tuvo un sitial peculiar en la comisión de la ONU diseñada para atender el diferendo judeo-palestino; UNSCOP (por su sigla en inglés), Comisión Especial de las Naciones Unidas para Palestina, y en el surgimiento del Estado de Israel.

Antes de entrar al caso particular, una ojeada histórica al surgimiento de la UNSCOP, 1947.  Y antes, todavía, al surgimiento de la ONU, 1945. Como se ve,  “nacen” casi simultáneamente, aunque una sea “hija” de la otra. Esto quiere decir que surgieron en la misma coyuntura histórica.

El fin de la 2GM dejó un único vencedor neto: EE.UU. Esto cambiaría notoriamente a principios de la década de los ’50, cuando la URSS detona su primera bomba de hidrógeno (una especie de atómica, recargada). Allí queda establecido lo que se ve como “las dos superpotencias”; EE.UU. (1945) y URSS (1952). Poco antes, ya se había acabado el idilio de posguerra (entre los 4 Grandes; EE.UU., URSS, Reino Unido y Francia), con el comienzo de la Guerra Frìa, alrededor de 1949.

Hay un período entonces, de incontrastable poder único mundial, estadounidense, aproximadamente del 45 al 50.[1]

De la Sociedad de las Naciones a la Organización de las Naciones Unidas

La disolución de la malograda Sociedad de las Naciones, creada sobre la base del oprobioso Tratado de Versalles (cuna del nazismo) en 1919 fue cumplimentada en 1946, pero ya se había agotado con la misma guerra. Tanto es así que a fines de 1945 se crea la ONU que hasta en el sitio de la sede −Nueva York− reconoce al nuevo amo. Y como resultado de la guerra, se crea el Consejo de Seguridad con cinco miembros permanentes, los Big Five: EE.UU., URSS, Reino Unido, China, Francia.

Estamos acostumbrados a asociar a la ONU con los cinco continentes, con conferencias afroasiáticas, a ver secretarios de la ONU de origen asiático o africano. La ONU de nuestro tiempo dista mucho de la inicial. Aquel Consejo de Seguridad tenía otra China en su Consejo Permanente de Seguridad; polo opuesto a la que hoy ocupa ese sitio. El redactor del Preámbulo de aquella ONU fue Jan Smuts, el dirigente máximo de la Unión Sudafricana, supremacista blanco y partidario del apartheid. Que contaba con toda la confianza de la dirigencia política estadounidense.

Smuts tenía una estrecha relación con Chaim Weizman, el primer presidente del Estado de Israel y que antes había sido su diplomático más encumbrado.

Ambos compartían una ideología racista y se sentían compenetrados con la labor colonialista de asentamiento [settlercolonialism]. En ambos casos, sin considerar en absoluto los derechos de las poblaciones desplazadas. Para ambos contaban los derechos de los blancos, únicamente. La relación Sudáfrica-Israel será privilegiada durante prácticamente toda la segunda mitad del s XX hasta que, ante el quiebre político del apartheid sudafricano, su inviabilidad, Israel le retirará prestamente su apoyo.

Smuts y Weizman se conocieron en 1917 en Londres, ‘la capital del mundo’, adonde Smuts concurrió como delegado sudafricano en el asunto de la guerra y Weizman, químico, habiendo logrado fabricar acetona sintética en cantidades industriales, material escaso para la fabricación de explosivos –tan necesaria para la expansión colonial−, ya era el presidente de una red sionista inglesa también muy comprometida con la victoria militar británica. Smuts y Weizman consolidaron una relación de gran camaradería que durará 30 años (hasta la muerte de Smuts, en 1950).[2] Weizman consideraba al sionismo como avanzada civilizatoria, como ya lo afirmara Theodor Herzl en su libro clave, El estado judío (1896), estrategia que compartía Arthur James Balfour, el supremacista blanco a cargo de la cancillería británica y autor de la Declaración de  noviembre de 1917 conocida por su nombre.

Para  calibrar el espíritu de época y confrontarlo con las ideas hoy en día de recibo, una cita apenas de Smuts, que expresaba su estrategia:

“Si se concediera igualdad de sufragio a todos los humanos, los blancos quedarían anegados en toda Sudáfrica por los negros y habría que renunciar a toda posición  por la cual los blancos han bregado durante doscientos años o más.” (de la Conferencia Imperial, Londres, agosto 1921)

Comparemos la idea de este forjador ideológico de la ONU con la de Nelson Mandela, otro sudafricano, contemporáneo de Smuts, que a la vez se nos hizo contemporáneo nuestro: “Detesto el racismo, porque lo veo como algo barbárico, venga de un hombre negro o un hombre blanco”.

El contraste entre aquella ONU de los ’40 y nuestro presente se agiganta si lo referimos a la cuestión palestino-israelí.

Ya vimos a Smuts preocupado por “la marea negra” en África y en su hermandad con Weizman, a su vez otro confeso racista; aquí una cita de Mandela: “Sabemos muy bien que nuestra libertad está incompleta sin la libertad del pueblo palestino” (en alocución, noviembre 1997).

El unicato de EE.UU., 1945-1950

En resumen, la ONU en esos primerísimos años estaba impregnada de un triunfalismo eurocéntrico muy alejado del espíritu “democrático” que al menos se predica hoy en las labores de la ONU.

El historiador británico Mark Mazower, por ejemplo, rememora que cuando la Conferencia de San Francisco [preparatoria de la ONU], 1945, muchos de los presentes advirtieron “que la nueva institución estaba marcada por la hipocresía. Para ellos, detrás de la retórica internacionalista de libertad y de derechos se escondía una alianza de los grandes poderes inserta en una organización universal.” Incluso, en palabras del historiador británico, este discurso enmascaraba “la consolidación de un directorio de grandes potencias que no era tan diferente del poder del Eje”, sobre todo en aspectos como “su imperiosa actitud de determinar cómo los débiles y los pobres del mundo debían ser gobernados.” [3]

Luego de la orgía de racismo explícito del nazismo, aunque los mismos ideólogos nazis se habían reconocido discípulos de los teóricos racistas anglosajones (y franceses), los racistas dominantes en las direcciones políticas victoriosas aprendieron  un nuevo estilo; no predicar lo que se ejerciera, cuando se tocaban zonas sensibles de los imaginarios colectivos. El apartheid, por ejemplo, era profundamente racista, pero hasta su designación señalaba una idea de separación, no de segregación, encarnada en aquella consigna, falsa, de “iguales pero separados”.

Jorge Ramos Tolosa[4] lo resume, citando al ya mencionado Mazower: “Todo encajaba: los colonos blancos requerían la protección del imperio, mientras que los sujetos colonizados se beneficiaban de su ‘tarea civilizadora’. Mazower relaciona este factor con el hecho de que la Carta de las Naciones Unidas omitió cualquier mención a los derechos de los pueblos colonizados, algo que escandalizó en San Francisco al intelectual estadounidense William Edward Burghardt Du Bois: “Hemos conquistado Alemania […] pero no sus ideas. Todavía creemos en la supremacía blanca, manteniendo a los negros ‘donde deben estar’ y mintiendo sobre la democracia cuando nos referimos al control imperial de setecientos cincuenta millones de personas en las colonias”. (ibíd.)

Vemos que la ONU no es lo que aparenta ni expresa; las relaciones de poder subsisten por debajo de lo expresado. Por ejemplo, ¿cuál fue el norte de la actividad política de Smuts para Mazower? […] “recurría a una retórica ‘humanista’ y ‘democrática’ al mismo tiempo que pensaba que la institución internacional podía ser el mecanismo perfecto para adaptar el dominio mundial blanco. El medio pasaba por reforzar la alianza entre las potencias euroamericanas e intentar prolongar la vida del imperio a través de la ‘cooperación internacional’. Según el autor británico, el pensamiento de Smuts representaba una metáfora de la Organización de las Naciones Unidas.” (ibíd.)

Otro dato clave para entender el interés de EE.UU. en la cuestión palestina surge del cónclave sionista mundial de 1942, en Nueva York, en el Hotel Biltmore,[5] donde expresamente la dirección sionista decide abandonar la protección de que gozaba hasta entonces de Inglaterra, ahora exhausta por la guerra, y adoptar por decisión propia el padrinazgo de EE.UU. Tamaña capacidad de maniobra se explica porque la minoría judía radicada en EE.UU. era significativa, numéricamente, pero sobre todo económicamente.[6]

El papel protagónico de EE.UU. en la ONU será asordinado por la composición que ya vimos del equipo permanente del Consejo de Seguridad.

Cuando se aborda la cuestión palestino-israelí, EE.UU. aludiendo neutralidad, logrará una serie significativa de avances. Así describe el ya citado historiador valenciano Ramos Tolosa [7]  el proceso de nombramientos de UNSCOP:[8]

“Ninguno de ellos era miembro del Consejo de Seguridad. La Administración Truman […] insistió en que el UNSCOP debía estar formado por representantes de países ‘neutrales’ que no tuvieran ‘intereses vitales’ en Oriente próximo […]. El deseo estadounidense de neutralidad en el UNSCOP debe entenderse en dos claves.”

Por un lado, EE.UU. quería evitar el peso ruso-soviético contactando directamente con representaciones latinoamericanas que EE.UU. tenía “en gatera”. La URSS presentaba un problema porque El Vaticano rechazaba con vehemencia toda presencia ‘comunista en Tierra Santa’. Pero Ramos Tolosa nos habla de dos razones y la segunda se refiere a nosotros, sudacas: proteger “la propia capacidad de influencia de Washington […] las dinámicas internas de la ONU favorables a EE.UU, puesto que su delegación había conseguido que la mayor parte de los países elegidos para tener representantes en la UNSCOP perteneciera al ámbito occidental o tuviera más vínculos con el país norteamericano que con los estados de influencia soviética. […] Veinte de los cincuenta miembros fundadores de la ONU en 1945 eran latinoamericanos. En UNSCOP, tres delegados pertenecían a ese ámbito, pero si se suman los representantes americanos a los de Europa Occidental y a los del Commonwealth, su número ascendía a 8 de los 11 totales.” [9]

Ya vamos viendo los quilates, ausentes, de UNSCOP: la tarea para la que fue designado; no para atender “objetivamente” la cuestión, sino para aplicar una política.       

EL  INFORME DE MAYORÍA DE UNSCOP, SETIEMBRE 1947

Los representantes nacionales de Canadá, Checoeslovaquia, Suecia, Holanda, Perú, Uruguay y Guatemala plantearán una partición del territorio palestino. proponiendo adjudicarle a la minoría judeosionista el 55% del territorio y a la mayoría árabe-palestina el 43% (leyó bien: a la minoría una porción mayor de “la torta” y a la mayoría, oriunda, la porción más chica (un 2% en el área jerosolimitana quedaría internacionalizado y bajo control de la ONU).

La sola presentación de estos porcentajes revela el sesgo que estos comisionados tenían. Como señala Ramos Tolosa los miembros del Commonwealth británico más los países europeos occidentales más los mal llamados latinoamericanos (continente indoafrolatino) eran mayoría absoluta en UNSCOP. Reforzada por el voto del único representante comunista soviético; Australia termina absteniéndose.

Es interesante de dónde, de qué situación, proviene el voto de los otros tres miembros de UNSCOP; India, Yugoeslavia e Irán, que no aceptaron el informe de mayoría, que hicieron uno de minoría  (que fue rápidamente soslayado).

La India era un país, casi un continente, que había conseguido la independencia el año anterior, tras la brega y el asesinato de Mahatma Gandhi quien se había opuesto tenazmente a la colonización europea de Palestina;[10] Yugoeslavia era el único país socialista que NO se alineó con la política de EE.UU. ni con los estados comunistas;  era el único país socialista fuera de la férula estaliniana; Irán también había conseguido cierta independencia –también en su caso, recientemente al igual que la India, como expresión de la descomposición aunque no absoluta del British Empire−. Desde mucho tiempo atrás había estado sometido a presiones de Inglaterra y Rusia. Esa reciente independencia le permitió decidir no renovar las concesiones petrolíferas a la Anglo-Iranian Co., en un proceso de nacionalización llevado adelante por el ministro del Sha, Mohammad Mossadegh. El Sha, entonces, 1949, decidió darlo de baja pero la reacción popular fue tan mayúscula que el Sha terminó abandonando el país y refugiándose… en EE.UU. Fue durante la corta primavera nacionalista que el representante iraní optó  en UNSCOP por defender la sociedad palestina establecida y rechazar el proyecto colonial, antes británico, ahora sionista. [11]

Son tres estados fuera de la influencia norteamericana los que procuraron preservar la sociedad palestina.

LA RESOLUCIÓN no 181 DE LA ONU, NOVIEMBRE 1947

Sobre el futuro gobierno de Palestina.

No faltarán las palabras, tan ajenas a la realidad, como nos recuerda Mazower.

De ese modo podemos leer una serie de buenos propósitos: ‘No serán denegados ni vulnerados los derechos existentes respecto a los lugares sagrados y a los santuarios o edificios religiosos… en lo que respeta a los lugares sagrados, se garantizarán las libertades de acceso, visita y tránsito, de conformidad con los derechos existentes, a todos los residentes o ciudadanos del otro Estado y de la Ciudad de Jerusalén, como también [a] los extranjeros, sin distinción de nacionalidad, sin perjuicio de las exigencias de la seguridad nacional, del orden público y del decoro.’

Otras disposiciones: ‘se garantizará a todos la libertad de conciencia y el libre ejercicio de todas las formas de culto, compatibles con el mantenimiento del orden público y de la moral.’

‘No se hará discriminación de ninguna clase entre los habitantes por motivos de raza, religión, idioma o sexo’…

Hay una de estas disposiciones que contrastará con lo que deparó el futuro inmediato: ‘no se permitirá ninguna expropiación de tierras poseídas por un árabe en el Estado judío (o por un judío en el Estado árabe), excepto para fines de utilidad pública. En todos los casos de expropiación, se pagará totalmente la indemnización que haya fijado la Corte Suprema con anterioridad al desposeimiento.’  (la Corte Suprema no sabemos si Internacional, palestina, israelí, británica o qué, brillará por su ausencia). Porque muy pocos meses después, las fuerzas militares sionistas desencadenarán una campaña de terror, con propaganda, violaciones y asesinatos incluso colectivos, que les permitirá apropiarse de buena parte de las tierras palestinas, quebrando además el tejido social palestino. Mayo 1948.

La resolución no 181  fue aprobada en la Asamblea General de la ONU por 33 estados y votada en contra por 13.

Los 33 países (58% de la composición de entonces) que votaron a favor de la resolución 181 fueron: Australia, Bélgica, Bielorrusia, Bolivia, Brasil, Canadá, Checoslovaquia, Costa Rica, Dinamarca, República Dominicana, Ecuador, Estados Unidos, Filipinas, Francia, Guatemala, Haití, Holanda, Islandia, Liberia, Luxemburgo, Nueva Zelanda, Nicaragua, Noruega, Panamá, Paraguay, Perú, Polonia, Suecia, Sudáfrica, URSS, Ucrania, Uruguay y Venezuela.

En resumen: todos los países de impronta eurocentrada (europeos, EE.UU., Canadá, Australia, N. Zelandia), 12; más dos tercios de los países centro- y sudamericanos, 13; más el bloque soviético, 5. Completaron los votos afirmativos Filipinas, Sudáfrica y un estado que está en la órbita de EE.UU, aunque no sea eurocentrado; su vástago racial, Liberia.

Los 13 países (23%) que votaron contra la Resolución 181 fueron: Afganistán, Arabia Saudí, Cuba, Egipto, Grecia, India, Irán, Irak, Líbano, Pakistán, Siria, Turquía y Yemen. Solo un estado iberoamericano, Cuba, más los 10 países islámicos que por entonces integraban la ONU y Grecia e India.

Los países que se abstuvieron fueron 10 (el 18%): Argentina, Colombia, Chile, China, El Salvador, Etiopía, Honduras, México, Reino Unido y Yugoslavia.

Tailandia estuvo ausente en la sesión plenaria.

Los estados geográficamente cercanos votaron TODOS en contra, lo que auguraba conflicto; los conflictos que efectivamente se desencadenaron.

Por entonces, apenas había comenzado el fin de la colonización formal de África (la real parece mucho más dura de erradicar), y apenas 57 estados eran miembros de las Naciones Unidas (actualmente son 193). El mayor bloque lo constituían los veinte estados iberoamericanos, seguido de los países árabes e islámicos (diez), los de Europa Occidental (ocho) y los comunistas (seis).

Fue, en resumen, un enfrentamiento entre el bloque eurocéntrico y el comunista por un lado, y por el otro, el islámico (árabe o no). Anticipo impensable de lo que iba a sobrevenir luego del colapso soviético, desde los ’90.

Las disposiciones de la resolución son muy extensas y detalladas. Se ve allí un diseño de dos estados paralelos con una cierta cantidad de áreas y tareas de coordinación. Buena parte de las disposiciones son transitorias como para que el Mandato [británico] sobre Palestina terminara lo antes posible, “en ningún caso después del 1º de agosto de 1948”. Eso incluía el retiro de tropas con la misma fecha.

El presunto estado independiente palestino y el Régimen Internacional especial para la Ciudad de Jerusalén, establecido en la Parte III de este Plan, se proyecta que empezarán a existir en Palestina, dos meses después de concluida la retirada de las fuerzas armadas de la Potencia Mandataria, en ningún caso después del 1º de octubre de 1948. Los límites del estado árabe-palestino, del estado judío y de la Ciudad de Jerusalén son los señalados en las Partes II y III de la resolución.

Observemos que durante un largo medio año, ni los palestinos ni el régimen administrativo internacional para Jerusalén serán establecidos, pero ahora sabemos que el Estado de Israel resultará proclamado bastante antes; el 14 de mayo de 1948. Desde esa fecha no queda ni policía ni militares británicos, ni ciertamente autoridad alguna de la ONU, pero sí habrá en Palestina, policía y ejército israelí. Con todas las tensiones ya sufridas, los rechazos, huelgas, represiones sangrientas (como la de 1936-1939 con diez mil palestinos matados), la ONU deja al zorro a cuidar a las gallinas…

Ni el presunto estado palestino ni la jurisdicción internacional jerosolimitana tendrán concreción.

Papel tutorial de EE.UU. en la Europa de posguerra y en los países “latinoamericanos”

Guatemala

Para Julio Castro, maestro e historiador, asesinado por la dictadura militar uruguaya (1973-1984), Jorge Ubico fue el dictador prototípico, el peor, si así puede medirse, que tuvo América  al sur del río Bravo durante todo el siglo XX.

Modernizó el país con obras de infraestructura y terror político y policial (aunque con fuerte apoyo social, bueno es tenerlo en cuenta, dándole al país su materialidad vigente: Palacio Nacional (del ejecutivo), el Legislativo, el de la Policía Nacional, todos palacios, como se ve. Entregó el país a la United Fruit, construía carreteras con “vagos”, es decir con cualquiera, y aplicó “ley de fugas” a disidentes…

En 1944, Ubico debe renunciar; como si sectores ahora significativos no aguantaran más tanta tiranía. Ante movilizaciones, otra presidencia fuerte pasa a ser ejercida por otro general, Federico Ponce Valdez. Fugazmente. Entre los apoyos militares que respaldan a este último, figura un capitán, Jacobo Arbenz.

Con la movilidad política no cuaja el estilo ni la continuidad del nuevo general-presidente y una movilización civil, unida a militares decepcionados del “nuevo curso” (que era tan idéntico al anterior de Ubico), entraron en desobediencia directa contra el gobierno. Algunos destacamentos o regimientos guatemaltecos todavía bajo las órdenes oficiales de Ponce, se “dieron vuelta” y el 20 de noviembre de 1944, sectores universitarios  y de las capas adineradas desconocen los mandos militares. Entre los que cuestionan al nuevo general está el ya mencionado  Arbenz, inicialmente de la constelación golpista. En noviembre de 1944 se vota y sale elegido Juan J. Arévalo.

Así como Ubico fue el hombre de los EE.UU. de Teddy Roosevelt, su garrote y su empresa United Fruit, Juan J. Arévalo fue el hombre de Franklin D. Roosevelt y su política de buena vecindad. Apostó a la educación y a una autonomía ante los tonos más cerriles del EE.UU.; trató de que la United Fruit no se llevara el 100% de las ganancias sino que dejara un porcentaje para el país del que se llevaban tanta riqueza. Era una demanda hasta amistosa con el Gran Hermano (aunque quebrándole la costumbre de “llevarse “todo”).

Observe el paciente lector que en “la aldea” centroamericana se produce una suavización del saqueo y el verticalismo tradicional así como en “el mundo” el fin de la 2GM produjo una dulcificación de los modos de dominación.  Nadie sería tan pueril para decir que se habían abolido, pero sí que habían cambiado las modalidades del dominio.

Así, Guatemala siguió ligada al Gran Hermano, en tanto que los sectores locales más recalcitrantes tildaban al país de comunista. El período “nacionalista”, basado en la política  “de buena vecindad”, con Arévalo, Arbenz, resultó demasiado para la política de coloniaje y saqueo directo de EE.UU. y en 1954 termina, con el desembarco de Castillo Armas, que con pocos cientos de mercenarios derriban y clausuran el paréntesis “democrático”.

Observemos que es en ese corto período, 1944-1954, que se crea UNSCOP, 1947.

Durante lo que llamamos  “paréntesis”, el país siguió siendo eurocéntrico,  aunque adueñado del “espíritu de época” dejó de negar toda importancia a lo indígena (Guatemala es, junto con Bolivia, los dos estados americanos que cuentan con mayoría absoluta indígena en el siglo XX).

Por su contextura sociopolítica, Guatemala era un candidato “excelente” para encarar el diferendo judeo-palestino. Es sugerido en la ONU y se designa representante a una de sus figuras mayores, Jorge García Granados (con genealogía presidencial) que no conoce un átimo de la cuestión judeo-palestina, como él mismo reconoce.[12]

Un claro exponente de la dependencia de Guatemala respecto del líder planetario en los ‘40 es la mismísima edición del libro recién mencionado, muy famoso en su momento, que Jorge García Granados redactó con motivo de su participación en UNSCOP. No hemos podido saber si su autor lo escribió directamente en inglés, pero su primera edición de cualquier modo fue hecha en EE.UU. y en inglés. A cargo de la casa editora Knopf, en Nueva York en 1948, bajo el título The Birth of Israel. Al año siguiente se edita en castellano, en Buenos Aires, a través de un ignoto sello, Ediciones Oriente, que aparece gestionado por una firma gerencial estadounidense. Se trata de una traducción directa del original inglés antes señalado. No deja de ser peculiar el trámite: indudablemente la edición y la geopolítica estadounidense tenían prioridad sobre otras pertenencias.

En su libro, JGG comenta el sinsentido que a alguien se le pueda ocurrir consultar a los aborígenes, a los indígenas, a los que mantienen un asentamiento inmemorial en una tierra, para definir a quién le corresponde… dicha tierra:

“[…] los árabes sostenían que Palestina fue cedida a la parte interesada: la población del país para ellos.[13] Pero el artículo 1 del Tratado de Lausana establecía la renuncia de los turcos a todos sus derechos. No existe ninguna referencia que sugiera la cesión en favor de los habitantes, ni en parte alguna se establece que ellos son la parte interesada; ni se especifica tampoco quién es la parte interesada.[…] en los principios generales del derecho internacional nos hallamos con que sólo los estados soberanos pueden ser sujetos en el derecho internacional [sic]. Los individuos y los pueblos que no gozan del estatuto legal de gobierno soberano sólo pueden ser objetos del derecho internacional.” [14]

Con verba jurídica impecable, ni Stalin, ni Churchill, ni Hitler podrían haberlo dicho mejor.

Los Arévalo, los Arbenz, los García Giménez podían discutir el saqueo de los empresarios (y los ejércitos yanquis) sobre las tierras centroamericanas, pero de ninguna manera plantearse de quiénes eran las tierras usurpadas por las empresas norteamerica-nas. “Ellos”, los titulares de la patria guatemalteca, se bastaban a sí mismos para decidir.

Y si así pensaban en América Central, en ese país con mayoría maya políticamente ignorada, ¿por qué iban a pensar de otro modo cuando son convocados al caso palestino-israelí? Al contrario, son convocados porque pensaban y actuaban como pensaban y actuaban, como piensan y actúan.

Guatemala hoy

Israel ha sabido retribuir aquellos favores. Cuando la represión arreció a principios de la década de los ’80 en América Central y países como Guatemala, Honduras, El Salvador tenían dictaduras directamente asesinas sustentadas en “asesoramiento” estadounidense, esa agresión, tan violatoria de los derechos humanos, fue encontrando resistencia dentro de EE.UU. cuyo gobierno finalmente tuvo que abandonar su “protección y asesoramiento” a esas dictaduras, delegando en regímenes de su confianza esa tarea. Fue la Argentina de los desaparecedores (dictadura Galtieri) y el colonialista Estado de Israel quienes tomaron la posta.[15] Hay así una liga ideológica entre Israel y Guatemala.

Y llegamos al día de hoy. Nos cuenta Jimmy [sic] Morales, el evangélico presidente actual de Guatemala, con motivo de la instalación de la embajada guatemalteca en Jerusalén, que han dado “un paso hacia el amor, la prosperidad, la paz”… Lo de prosperidad tiene un retintín menos espiritual que los otros anuncios. De cualquier modo, el remate de sus “buenos deseos” nos da una orientación precisa: “[…] y puedo afirmar que traerá un legado de enormes beneficios para nosotros”. No especifica el monto del legado, pero bien podríamos decir en este caso, sin temor a equivocarnos, en lugar del tradicional “Cherchez la femme”, un “Cherchez l’argent.” 

Un catedrático israelí, comentando esto de las instalaciones diplomáticas en Jerusalén, en particular la de Guatemala, que no se trata solamente de la tan invocada amistad guatemalteco-israelí sino de “su gran dependencia de EE. UU.”  Se agradece la franqueza, aunque era ya totalmente innecesaria.

Parte II ONU-UNSCOP, padres putativos de Israel – II Uruguay

notas:

[1]  Así lo resume James Burnham (La revolución de los directores, Editorial Sudamericana, Bs. As.,1967, originalmente The Managerial Revolution, 1941), analista del pasaje de la sociedad capitalista tradicional (que tuviera en el British Empire su árbitro mundial) a la corporativo-gerencial al estallar la 2GM: “Si miramos el mapa económico  indicando las ocupaciones de la humanidad de inmediato salta a la vista un hecho decisivo. La industrialización avanzada se concentra en tres regiones y sólo en tres, relativamente pequeñas: EE.UU. y en especial sus zonas nordeste y centroseptentrional; Europa, especialmente en la zona central norte (Alemania, Holanda, Bélgica, el norte de Francia, Inglaterra), y las islas del Japón, con parte del este de China, […] que el sistema político mundial cristalice en tres superestados [… no] implica necesariamente que esos tres superestados  sean EE.UU., Alemania y el Japón tales como hoy los conocemos.” 

Burnham describió ese estado de situación en 1940. En 1945, Japón y Alemania no eran los que habían sido, estaban devastados y ocupados por Los Aliados, básicamente por EE.UU. Que no sólo se había consolidado regionalmente, poniendo a su servicio al resto del continente americano sino que disponía del control militar e industrial de la Cuenca del Ruhr y del Extremo Oriente. Aquellos “tres superestados”, como la Santísima Trinidad, eran uno solo…

Está el incipiente poder industrial ruso-soviético que Burnham no mencionara. Pero este último, el único que no está bajo control estadounidense, dista mucho por sus dimensiones de poder competir o aminorar el dominio norteamericano mundial.

[2]  Datos extraídos de Richard P. Stevens, “South Africa, Zionism and Israel. Smuts and Weizman”, Israel & SouthAfrica. The progression of a Relationship, Richard Stevens & Abdelwahab Elmessiri (comp.), New World Press, N.Y., 1976.

[3]  Mark Mazower, No Enchanted Palace: The End of Empire and the Ideological Origins of the United Nations, cit. p. Ramos Tolosa, Jorge, ¿“Las Naciones Unidas no son nada”? Pablo de azcárate y el fracaso de la onu en palestina (1947-1952), Universidad de Valencia, Valencia, 2016.

[4]  Jorge Ramos Tolosa, ob. cit.

[5]  Biltmore, 1942. En la Conferencia declaran que Palestina debía constituirse como una “Commonwealth judía”. Significativa identificación con una experiencia colonial.

[6]  La presencia judía en EE.UU. era tan significativa que dio lugar a la elección de EE.UU. como aliado y protector, y a la vez a una fuerte oposición de eminentes judíos neoyorquinos antisionistas, entre ellos el dueño del Washington Post y el editor del New York Times, que fundan entonces la ACJ (American Council on Judaism) para oponerse al proyecto de crear un estado judío en Palestina. Su tesis era que lo judío, el judaísmo es una religión, no una política.

[7]  Ramos Tolosa, ob. cit.

[8]  Australia, Canadá, Checoeslovaquia, Guatemala, Holanda, Honduras, India, Perú, Suecia, Uruguay, Yugoeslavia.

[9]  Ibíd., p. 192.

[10]  “Palestina pertenece a los árabes en el mismo sentido que Inglaterra a los ingleses… es inhumano imponer a los árabes la aceptación de los judíos. Sería un crimen contra la humanidad someter a los orgullosos árabes con la finalidad que Palestina pueda ser restaurada como hogar nacional judío. […] Los judíos nacidos en Francia son franceses, en el mismo sentido que los cristianos nacidos en Francia son franceses. Si los judíos tienen como hogar sólo a Palestina, ¿les gustará la idea de ser forzados a abandonar las otras regiones del mundo en las que se han establecido? Harijan, India, nov. 1938.

[11] En 1953 recordemos que EE.UU. invade Irán, encarcela, previa humillación pública a Mossadegh y restaura en el trono a su chirolita el Sha quien se hará tristemente famoso por haber convertido a Irán en asiento de una de las más temibles policías políticas del planeta: la SAVAK.

[12]  Lo cual no le impide escribir un libro donde jamás logra distinguir los conceptos de judío y sionista; Así nació Israel.

[13]  Suponemos, no hay referencia, que alude a las promesas de Lawrence (de Arabia).

[14]  Así nació Israel, Biblioteca Oriente, Bs. As, 1949, p. 76.

[15]  Chomsky, Noam, La quinta libertad, Editorial Crítica, Barcelona, 1988, p. 250.

Publicado en EE.UU., Globocolonización, Palestinos / israelíes, Poder mundializado

La jugada de Israel y EE.UU. con la embajada a Jerusalén

Publicada el 19/08/2018 - 10/09/2018 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández –

La Gran Marcha del Retorno de los palestinos que conmemoraba los 70 años de la Nakba, la operación de despojo y saqueo del movimiento sionista sobre el territorio palestino, 14 de mayo de 1948, que consistió en manifestaciones a lo largo de varios viernes hasta los lindes entre la Franja de Gaza y el Estado de Israel, agrupó a decenas de miles de pobladores palestinos, sobre todo los virtualmente sitiados y puestos bajo un régimen de escasas calorías, casi sin luz ni calefacción y sobreviviendo en un mar de viviendas destruidas. La marcha se hacía cada viernes sin armas ni piedras, a lo sumo banderas palestinas y carteles.

Ese collar de manifestaciones de los viernes de abril y mayo (empezó el 30 de marzo de 2018) recibió viernes a viernes la balacera de centenares de soldados israelíes, entre ellos un centenar de francotiradores que les permitió “cosechar” cientos de asesinados y miles de heridos.

Pero no sólo eso. EE.UU. decidió a impulsos de Trump la mudanza de su embajada a Jerusalén el 14 de mayo, precisamente. Para lo cual Trump y su equipo ha ignorado deliberada y olímpicamente el status de ciudad internacional que la ONU otorgara a Jerusalén, en 1948, para disminuir siquiera simbólicamente el despojo, basándose en el carácter de asiento de las tres religiones monoteístas más grandes del mundo, y que por lo tanto no quedara dentro del estado sionista ni del inexistente estado palestino.

Israel se adueña en 1967 de Jerusalén por las armas, y la ONU, como habitualmente,  calla.  Ahora, en 2018, EE.UU. respalda a Israel y lo ejemplifica con la mudanza de su embajada desde Tel-Aviv.

Poniendo sal en la herida.

Obviamente, en esta fecha la Gran Marcha del Retorno sufrió todavía más víctimas de las que estuvo sufriendo viernes a viernes.

Si bien la matanza de cientos de palestinos y las lesiones a veces graves de otros miles de seres humanos,[1]  no parecen necesitar, en el concierto internacional, de condena alguna, la violación de Jerusalén apropiado por Israel no ha sido tan bien recibida.

Israel ha invitado a los estados que tienen representación diplomática en Israel a mudar las embajadas y apenas uno, Guatemala, lo ha hecho y dos más, Honduras y Paraguay,  lo proyectan.

Esos estados tienen una muy significativa relación con Israel que les ha aportado armas, técnicos en represión y tortura y/o guardias de corps: Guatemala ha mudado de inmediato su embajada, cumpliendo con la exhortación. Fue “asesorado” por Israel a principios de la década de los ‘80.[2]

Honduras tiene una doble relación, un doble agradecimiento (o una doble dependencia) hacia Israel; fue uno de los estados “asesorados” cuando las matanzas de los paramilitares en América Central en los ’80, como Guatemala, y a la vez es uno de los estados que en los últimos años ha ingresado a la ola de golpes de estado  blandos, de América al sur del río Bravo., junto con Paraguay.[3] “Golpes de palacio” más bien. Con “amparos” legislativos. Estos dos últimos han sido asesorados desde Israel, al punto que Israel “brindó” en el caso de Honduras no sólo armas sino incluso aparatos con radiación emética. Y guardias presidenciales. Y en el de Paraguay, personal en la guardia presidencial.

La escasa resonancia que hasta el momento caracteriza el enroque de las embajadas en Israel parece ser, sin embargo, el máximo de crítica a la acción absolutamente abusiva, prepotente, que ejerce Israel en su plan de adueñarse de todo el territorio palestino (y algunos otros; pensemos en los Altos de Golan, un territorio sirio, anexado por Israel en los ’80, en la ocupación por décadas del territorio libanés al sur del río Litani o las periódicas ocupaciones de la península de Sinaí, otra vieja aspiración territorial sionista).

Sin embargo, y aunque a nivel institucional, Israel sigue contando con el aval de EE.UU. y la mayor parte de Europa  amén del mundo anglófono (Canadá y Australia fundamentalmente), existe un runrún, apenas audible pero ya perceptible en muchos tejidos sociales, que repudian la política de matón de Israel.

La verdad, junto con la sabiduría, tienen un vuelo tardío, pero a la larga se abren paso ante las fulgurantes llamaradas de la mentira oficial. Claro que el costo es altísimo. En las vidas de las víctimas. Y tan menguado, suele ser, en la de los violadores. Pero hay que seguir siendo empecinadamente resistentes.

notas:

[1]  Tenemos que recordar lo obvio; que parece olvidado por la llamada comunidad internacional: los palestinos son seres humanos, algo sistemáticamente negado por el Estado de Israel al desconocer derechos tan elementales como el de movimiento, de protesta, de salud, parto asistido… el derecho a beber agua, incluso. Y a no morir en ninguna de esas acciones vitales, mínimas.

[2]  La coyuntura política “obligó” entonces a EE.UU. a abandonar su “protección” en América Central y delegó en regímenes de su confianza la tarea de mantener la represión ─genocidio maya incluido─ con miras a la Tercera Guerra Mundial, como se decía entonces. Los estrategos yanquis encontraron en la Argentina del dictador L. F. Galtieri y en los colonialistas agresivos de Israel los mejores candidatos (v. N. Chomsky, La quinta libertad, Editorial Crítica, Barcelona, 1988, p. 250).

[3]  Así como la llegada al gobierno de Cuba de Fidel Castro generó una oleada de movimientos guerrilleros en América del Sur y Central y sobrevino después una de dictaduras militares o cívicomilitares que asoló el subcontinente durante los ’70, nuestro subcontinente sigue experimentando nuevas oleadas. Las dictaduras poco a poco fueron sustituidas por un “sarampión” democrático con el que vimos el cambio de siglo. Poco después ha ido asomando una nueva generación de golpes de estado, menos sangrientos que los del ’70, más administrativos. Algunos fracasados como el realizado en Ecuador en 2010 o en Venezuela en 2011. Otros exitosos, como contra F. Lugo en Paraguay y M. Zelaya en Honduras.

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