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Category: EE.UU.

Corte Penal Internacional: ¿enjuiciar crímenes de lesa humanidad o programar acuerdos interestatales?

Posted on 06/07/2020 by ulises

DERECHOS DE LOS PUEBLOS, SOBERANÍAS DE LOS ESTADOS

por Luis E. Sabini Fernández –

La CPI fundada en el cambio de siglo (se inician instancias en 1998 y se concreta un estatuto de funcionamiento en 2002) vino a resolver zonas de derecho que la ONU no había logrado despejar.

El mundo vio que a lo largo de la segunda mitad del s XX, con la ONU, una serie de violaciones se escabulleron de los marcos de la organización internacional que en 1945 se suponía iba a evitarlos. Pensemos en la atroz Operación Djakarta (1965), en la campaña del gobierno argelino contra el FIS (1995), en la limpieza étnica de la etnia hutu contra la de los tutsis en Rwanda (1994),…

La CPI se concibe entonces como el instrumento adecuado para tratar de juzgar a personas acusadas de cometer ‘crímenes de genocidio, de guerra, de agresión y de lesa humanidad’.

Sin embargo, pese a las expectativas, el decurso de la CPI durante estos años del s XXI ha sido más bien deslucido.

Mejor dicho, había sido más bien deslucido. Hasta que en enero del corriente año la CPI decidió considerar los crímenes de lesa humanidad habidos  desde principios de siglo en Afganistán (invasión militar de EE.UU., en 2001), devastando al país, generando, por ejemplo, una emigración desesperada que se estimó en 4 millones de habitantes, la cuarta parte de su población, imagínese la magnitud del arrasamiento), y , a la vez, considerar lo acaecido  en territorio palestino, su población despojada, diezmada y asesinada inmisericordemente por el Estado de Israel.

Estos dos pasos significan “meterse” con EE.UU. e Israel, nada menos.

Desde entonces, han sobrevenido una serie de advertencias, amenazas, desplantes.[1]

Buena parte de las fricciones con apenas los comienzos de investigaciones, tanto en el caso afgano como en el palestino; ponen a prueba el sentido y existencia de la CPI.

 

ONU, CPI cuidan la justicia, pero ¿para quiénes?

Procuremos aproximarnos al estado llamemos filosófico de la cuestión.

La discusión para otorgar o negar jurisdicción a la CPI gira alrededor de si, por ejemplo, en el caso palestino, existe un país, un estado, demandante y por lo mismo potencial receptor de una sentencia reparatoria de lo que la CPI juzgue apropiado.

Los argumentos así van y vienen; sobre la existencia presunta, virtual, real, ficticia de un estado palestino (y si, p. ej., tal no existe porque precisamente la política del EdI coarta todo esfuerzo de reconocimiento de tal).

Cabe recordar que cuando en 1947 la flamante ONU, orquestada desde EE.UU. con la victoria “aliada” en la Segunda Guerra Mundial, encara el destino de Palestina (cuatro siglos bajo domino otomano y con la inminente derrota turca, desde 1917 “administrada” por el Reino Unido, que  con la Declaración Balfour revelará el proyecto de entregar dicho territorio a la entidad judía sionista a través del  Barón de Rothschild, pese a la resistencia encarnizada  −con miles de muertos sacrificados en esa resistencia− de la población palestina que sentía así cómo era despojada de su territorio, de su país.

Entonces, se planteó la misma discusión en la UNSCOP (Comité de la ONU para la cuestión palestina, por su sigla en inglés) en 1947 que ahora con la CPI. Jorge García Granados, jurisconsulto “de abolengo jurídico” guatemalteco, y figura clave entre los elegidos por EE.UU. para orientar el destino de Palestina, fijó nítidamente la línea. Valido de su nombradía se permitió escribir todo un libro The Birth of Israel [2] en idioma inglés sin siquiera en un pasaje distinguir, conceptualmente, judeidad, sionismo e israelidad.

Ese penoso hándicap intelectual, como era previsible, no enriqueció ni matizó su visión, antes bien lo confirmó en su incondicionalidad al servicio del sionismo. Por ejemplo, contemporizando con los terroristas judíos, que llegó a entrevistar reiteradamente, tanto era su embeleso.

JGG, en la UNSCOP, examinando qué hacer con las tierras que el Imperio Otomano derrotado, cedía, apostrofa: “Los árabes sostenían que Palestina fue cedida a la parte interesada: la población del país, para ellos. Pero el artículo 1 del Tratado de Lausana [el del reparto de los territorios turcos despojados] establecía la renuncia de los turcos a todos sus derechos. No existe ninguna referencia que sugiera la cesión  en favor de los habitantes […] Si buscamos una interpretación en los principios generales del derecho internacional, nos hallamos con que solo los estados soberanos pueden ser sujetos de derecho internacional. Los individuos y los pueblos que no gozan del estatuto legal de gobierno soberano sólo pueden ser objetos del derecho internacional.” [3]

Observe el lector que es una magnífica defensa del colonialismo y el imperialismo: bantúes, mayas, rohingya, zulúes, cheyenes, navajos, charrúas, mapuches, muor, nung, cheroquis, kalakalpacos, inuit, saharauis, yanomamis, jíbaros, arawak, abjasios, osetios, los habitantes ancestrales de todas las tierras del planeta carecen de derechos propios; son transportables, negociables, y ‘si no hay más remedio’, sacrificables.

El doctor en leyes, guatemalteco, latinoamericano, sabía bien de qué hablaba, particularmente en un país con mayoría absoluta indígena, es decir en un país donde la condición de ocupante de los europeos era más patente…

El universo jurídico que expresa este autor, que es el que le importa a EE.UU. al Reino Unido y a Israel, es el de las figuras jurídicas.  Lo que considere “la población árabe” respecto de su propio destino lo tiene sin cuidado; los seres humanos somos objetos del derecho internacional; son los estados los sujetos.

Por eso, el interés de Trump de no aceptar la personería jurídica a un (más presunto que real) estado palestino que la ONU finalmente concediera.

Con la aprobación de la ONU, la CPI entendió legítimo encarar estas violaciones a los derechos humanos. Tanto las violaciones palestinas sobre Israel e israelíes, como las violaciones de israelíes a palestinos y a Palestina. Es por esto que “ardió Troya” cuando la fiscal de la CPI, Fatou Bensouda, habilitó ese procedimiento (el caso afgano es más sencillo, porque lisa y llanamente EE.UU. invadió un estado constituido).

Mirado con mínima ecuanimidad se ve que el daño israelí sobre la sociedad palestina es devastador y el daño palestino sobre Israel es incomparablemente menor.[4]

La CPI ingresa entonces  a la liza con el punto de la estatalidad palestina. Discusión entre estados. Que Israel procura rehuir, negándole ese estatuto a los palestinos.

Eso significa de todos modos, que no sólo la ONU no es sede para reclamo de pueblos del tercer y cuarto mundo, tan a menudo despojados; tampoco la CPI se arroga ese ámbito.

Los palestinos han tenido un calvario de bastante más de un siglo y, como dice Mads Gilbert, el médico noruego que los ha asistido en algunos campamentos y está maravillado por su enorme capacidad de resistencia, Palestina existe y la CPI podría significar un paso hacia su reconocimiento como entidad, eso que la prensa occidental en general les ha negado durante décadas.

Pero a la vez, nos queda la pregunta de cómo la civilización dominante en el planeta, la que concierta encuentros planetarios, la que propala derechos humanos urbi et orbi, podrá atender a los seres humanos ya mencionados en el comienzo de este escrito… y tantos otros centenares de etnias despojadas…

Parece por lo tanto que el ordenamiento internacional, el derecho internacional en el siglo XXI sigue tan eurocentrado, moderno, democrático formal como en el siglo XIX, cuando con total descaro los blancos europeos no  reconocían derecho alguno a las poblaciones de las tierras que les interesaba conquistar; así la tradicional hospitalidad de pueblos primitivos ante recién llegados, a menudo con penurias tras agotadores viajes oceánicos, era “retribuida” como lo hicieron los anglos en la América del Norte con la consigna “acaben con los bosques y los indios”, mediante mantas contagiadas con virus de viruela, destrucción de cultivos, matanza de “cultores del diablo” y otros ardides que, nos recuerda Noam Chomsky, que los anglos ya habían cultivado arrasando la vecina isla de Irlanda.[5] Lo mismo pasó con la llegada del latino, genovés, Cristoforo Columbus, a la isla que bautizó La Española (hoy asiento de República Dominicana y Haití). Un siglo antes. En busca de oro. Por el oro, obligó a los habitantes arawak a trabajar, deslomándose en minas buscando lo que lo obsesionaba.  Sabía que corría con ventaja. Había advertido que los oriundos no manejaban armas metálicas y por lo tanto no podían competir con la parafernalia de lanzas de hierro y trabucos con que contaban los exploradores, muy pronto devenidos conquistadores.

 

Los siglos han pasado. Pero no las asimetrías ni las desigualdades

Las formaciones especiales de la seguridad sionista, los grupos de tareas, los mistarviim,[6] los destacamentos militares dedicados a la represión y los militares israelíes en general dedicados a sembrar la muerte entre palestinos, “se facilitaban” la tarea: dado que son apenas pueblo y no tienen entidad jurídica, no merecen territorio alguno. Ni vida siquiera.

Han pasado 70 años, tres cuartos de siglo, y los argumentos jurídicos no han cambiado.

Y la situación tampoco: si con el taparrabos estatal, los palestinos siguen siendo arrasados, encarcelados sin juicio, violados, torturados, baleados a quemarropa, eligiendo las partes de los cuerpos para administrar el daño, pensemos por un instante el lugar y el destino que “el mundo moderno y civilizado” le deja a las etnias que no se identifican con estado alguno.

Pero si éste es el destino que la globocolonización le sigue dejando a las poblaciones no elegidas, veamos, finalmente le reacción de los que se sienten dueños eternos del mundo, y entero).

EE.UU. E ISRAEL REACCIONAN CONTRA LA CPI

La decisión de Fatou Bensouda alteró “el juego” que “el mediador deshonesto” [7] llevaba a cabo para salirse con la suya; “El Acuerdo del Siglo”.

Y quienes se consideran dueños del planeta (con considerable dosis de realismo) han mostrado rápidamente los dientes:

Mike Pompeo, actual canciller de EE.UU., ha declarado que su gobierno “está decidido a impedir que los estadounidenses o nuestros amigos [sic] y aliados en Israel [sic sic] […] sean cuestionados por esta corte corrupta [sic sic sic].”

EE.UU. e Israel arguyen que ninguno de esos dos estados ha firmado el acta constitutiva de la CPI. Cierto. Tampoco lo han hecho Cuba, China, Rusia y la India. Por diversas razones, en 2002 eso+s seis gobiernos se negaron a firmar la constitución de la CPI (aprobada por unos 120 estados; hay unos 60 que no se han pronunciado).

El analista Jonathan Cook desnuda la falencia de los improperios de Pence: “En Derecho Penal, los sospechosos de crímenes no deciden si su víctima puede denunciarle.” Cook extiende ese razonamiento hasta “el derecho internacional, si se quiere que sirva para algo”.[8]

Pero el matonismo está fuertemente asentado.

Netanyahu, por ejemplo, con cierta falta de originalidad, acusó a la CPI de “antisemitismo”.[9]

Y Maurice Hirsch, asesor militar israelí acusó en la prensa israelí a Bensouda de “desventurado peón de los terroristas palestinos”.[10] Obsérvese al pasar, el desdén contra la fiscal, afrogambiana.

EE.UU. ya le había anunciado a la CPI que usará “la fuerza para liberar a cualquier estadounidense a quien coloquen en el banquillo”.[11]

Al carecer la CPI en su membresía de EE.UU., Rusia, China e India, su alcance se raquitiza por la ausencia de tales “gigantes” geopolíticos (además de Cuba e Israel).

Los boicoteadores cuentan con otras armas, por ejemplo, el carácter transitorio de los funcionarios: Fatou Bensouda, estuvo sopesando acusar de delitos tan atroces a EE.UU. e Israel desde hace por lo menos 5 años. Pero su mandato caduca en un año. Por eso, muchos creen que ‘la sangre no llegará al río’, porque justo cuando el juicio se concrete, caducará el mandato de Bensouda y los que disponen del poder planetario mayor cuentan con poder sustituirla apropiadamente.

[1]  De los cuales da buena cuenta M. L. Ramos Urzagaste, “¿Se desata una guerra judicial? ¿Qué esconde la furia de EEUU con la CPI?”, www.rebelion.org, 20 jun 2020.

[2]  La primera edición en inglés tuvo rápidamente una traducción al castellano inmediatamente editada; Así nació Israel, con un sello editorial en Buenos Aires denominado Biblioteca Oriente. 1949.

[3]  Jorge García Granados, Así nació Israel, Buenos Aires, 1949, p. 76.

[4]   Se midan como se midan; en vidas humanas perdidas o afectadas, en daño sobre estructuras, la comparación pierde sentido por las diferencias de magnitudes. Y esto sin hablar del meollo histórico: ¿hay derecho a suprimir una sociedad para asentar otra en su lugar? (¿que esta última haya estado en esa tierra unos dos mil años antes, ¿es argumento suficiente o desquiciante?). Podríamos agregar otras preguntas: ¿la base religiosa de toda la reclamación es legítima, sensata? ¿podemos entender la Biblia como un documento histórico? Urticantes preguntas planteadas desde mediados del s XX por Mahatma Gandhi, Arnold Toynbee, Nelson Mandela entre tantos otros.

[5]  Noam Chomsky, Año 501: la conquista continúa, cap.1, del volumen Man kan inte mörda historien (No se puede asesinar la historia), Gotemburgo, 1995.

[6]  Judíos especialmente entrenados para hablar, vestir, comportarse como palestinos, dedicados a infiltrarse en las actividades de la sociedad palestina para producir el mayor daño. Un ejemplo entre tantos que registra el historiador judío Ilan Pappé: llega un palestino a un taller mecánico con una camioneta que anda mal. Pide el arreglo. Convienen plazo. El dueño o los dueños de la camioneta se retiran: unos minutos después vuela por el aire, la camioneta, el taller, los mecánicos, las casas circunvecinas, con un tendal de muertos y heridos que seguramente alcanza a decenas…

 [7]  Tipificación certera de Naseer Aruri para describir “el rol de EE.UU. en[tre] Israel y Palestina”, Editorial Canaán, Buenos Aires, 2006.

 [8]  J. Cook, “Israel y EE.UU. redoblan esfuerzos para intimidar a la C.P.I.”, www.rebelion.org, 20 jun 2020.

 [9]  Ibídem.

[10]  Ibídem.

[11]  Ibídem.

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Colonizando al colonizador

Posted on 06/07/2020 - 06/07/2020 by ulises

por Luis E. Sabini Fernández –

EL PORQUÉ DEL FRACASO PROGRESIVO Y CRECIENTE DE EE.UU.

En 1945 se consolida lo que con el tiempo llamaremos “el imperio”, “el imperialismo yanqui”, “el american empire”.

EE.UU. queda al frente entre todas las naciones del planeta. Su aparato industrial no sólo es el mayor y el menos dañado sino que además se aprovecha de los otros grandes nudos industriales existentes entonces, semidestruidos: el alemán y el japonés.

Los dirigentes estadounidenses empiezan a sentir que ahora sí cosechan un tiempo propio, vanguardizando el planeta, un american century. Y bien pragmáticamente, tendrán buena parte de razón: la segunda mitad del siglo XX tendrá como referencia al futuro lo que de EE.UU. provenga. Para bien, dirán sus panegiristas.

La resistencia cultural será muy débil, aunque la disputa política con la URSS y secundariamente con China estarán sí presentes y pesantes.[1]

Se impuso la tecnologización generalizada,  el “use y tire”, las rubias oxigenadas, el auto individual, la comida más dulce y más grasa  −la que con el tiempo se llamará chatarra− y los ojos que nos “prestaron”, en Hollywood.

Se tardó décadas en reaccionar y ver que los presupuestos de un mundo así artificial e infinito eran falsos; que nutrirnos con pastillas arruinaba nuestros intestinos, que “mejorar”  nuestros alimentos con aditivos era contaminante (y a menudo, directamente tóxico); que la energía no era infinita ni malgastable, que el aire acondicionado constituía una pesadilla; en suma, que la contaminación existe y es problemática (¡y en qué dimensiones!).

Los grupos y constelaciones de poder en EE.UU. absorbieron esos “golpes” al optimismo radical, y gracias al empuje cultural, la disponibilidad material y la superioridad militar, retuvieron el control político-ideológico de nuestro presente. La crisis del “estado de bienestar” en la Europa de los ’70 y ’80, que era la carta socialdemócrata alternativa al dominio american, y el colapso soviético a comienzos de la última década de ese siglo, parecieron reafirmar el dominio cultural indiscutible, aunque crecientemente discutido, de EE.UU.

Así que cuando en el año 2000, con su informe, “REBUILDING AMERICA’S  DEFENSES. Strategy, Forces and Resources For a New Century” (Reconstruyendo la defensa de EE.UU. Estrategia, fuerzas y recursos para un nuevo siglo) la craneoteca demócrata estadounidense anuncia reiterativamente “A Report of the Project for the New American Century” (Informe del Proyecto para un nuevo siglo de EE.UU), firmado por Eliot Cohen (Nitze School of Advanced International Studies, Johns Hopkins University); Thomas Donnelly (Project for the New American Century); Gary Schmitt (Project for the New American Century); Paul Wolfowitz (Nitze School of Advanced International Studies, Johns Hopkins University) y una treintena más de conspicuos intelectuales del establishment, muchos entendimos que los grupos dirigentes de EE.UU. pensaban superar con creces la preponderancia gozada en aquella segunda mitad del siglo XX, en beneficio ahora de un predominio mucho más radical y absoluto que lo que ya habíamos vivido en el siglo pasado.

Y sin embargo, apenas a dos décadas de semejante comienzo, estamos ante una situación conflictiva que pocas veces hemos visto en EE.UU. con el grado de conmoción y desajuste que entiendo vemos hoy.

Un presidente que prometió acabar con la globalización que estaba arruinando las economías locales, estaduales, a partir de todas las deslocalizaciones de las industrias, quebrando la tendencia y prometiendo el retorno de industrias “a casa”;

un presidente que se entusiasmó patrocinando un “Acuerdo del siglo” entre EE.UU. e Israel, aunque se trate del conflicto entre Israel y los palestinos a quienes ni siquiera se les consultó en instancia alguna, porque efectivamente era un acuerdo entre Israel y EE.UU.;

un presidente que vio llegar el covid 19 como lo vería un cowboy desde su caballo, sin miedo y con desprecio, aunque “el recién llegado” no pudo ser domeñado ni confundido como pretendió insistentemente el presidente que cosechó en pocas semanas el total de muertos de 14 años de asistencia e intervención militar de EE.UU. en Vietnam (1962-1975),[2] y que a las pocas siguientes semanas, ya había duplicado ese registro oficial de muertos;[3]

un presidente que al mismo tiempo que critica de la globalización la pérdida de puestos de trabajo dentro de fronteras, la afirma en términos político-militares con sus alianzas y rechazos y un intervencionismo activo en el Cercano Oriente, así como en el Caribe, patrocinando, por ejemplo, una marioneta como el seudopresidente venezolano Juan Guaidó;

un presidente empeñado en reproducir conflictos entre “grandes potencias” para dirimir el alcance del imperio global, en  relación con China o Rusia;

un presidente que reafirmó un giro a la derecha con el cual despreció  atender uno más de  esos “pequeños asesinatos” que la policía estadounidense parece complacerse en ejercer asfixiando a detenidos en la calle, preferentemente negros, claro.

 

Pero la situación parece complicarse aún más. Lo que señalamos al principio: pocas veces se ve tan fuerte el deterioro institucional de “la primera potencia mundial”, como se la suele designar desde la evaporación de la URSS.

La vocación de policía mundial no ha cedido; basta ver a lo largo de este año, el desembozado asesinato de Quassem Suleimani en Irak, iniciando el 2020: un militar iraní  considerado en nro. 2 del estado persa y clave en sus funciones dentro de su país y en el intervenido Irak, y el desembarco poco afortunado de algún soldier of fortune de origen estadounidense en Venezuela hace apenas un mes, reeditando una deslucida Bahía de los Cochinos (no con miles sino apenas con decenas), como para probar que no todo proyecto mejora o supera su precedente.

Pero el decurso del covid 19 y su alta contagiosidad parecen haber disparado otra serie de cuestiones hasta hoy fuera de los focos mediáticos, y por lo tanto hasta hoy dadas como inexistentes.

En los últimos años, décadas en EE.UU., la globalización galopante y la atomización social consiguiente ha ido destruyendo las estructuras alimentarias basada en la familia, porque las tareas, las dificultades temporales, la pérdida de autonomía económica, el aumento de familias monoparentales, fue llevando a que un porcentaje cada vez mayor de niños se alimentara en las escuelas y centros de enseñanza, reforzando la tendencia “a comer afuera de casa”. Con el aislamiento dispuesto ante “la pandemia”, en EE.UU. hay millones de niños y menores de 18 años que no tienen lo necesario para alimentarse. Se estima que un quinto de  la población menor está ahora subalimentada. Lea bien: de unos 70 millones de menores de 16 años que viven en EE.UU., el déficit alimentario se estima para unos 14 millones…

Consultadas madres de menores de 12 años, un 40% declaró “padecer inseguridad alimentaria”.[4]

La situación, empero, viene de lejos. No Kid Hungry [sin niños con hambre] es una organización dedicada a combatir el hambre infantil, de 2010 (ibídem).

Este cuadro de situación para un estado reputado como principal del mundo, considerado dentro de los países enriquecidos, centrales, del “Primer Mundo”, y que presenta índices que se asemejan tanto a los de países dependientes, empobrecidos, satelitarios, como por ejemplo Uruguay o Argentina, considerados indisputablemente como del todavía llamado Tercer Mundo (aunque gocen Argentina y Uruguay de algunas ventajas respecto de otros países empobrecidos, aún más carenciados, tantos caribeños o africanos), expresa una situación anómala.

 

Procuremos caracterizar, siquiera preliminarmente, la condición de país dependiente, neocolonizado (es decir con bandera nacional propia pero con mundo empresario ajeno), como los que se han ido configurando desde fines de la 2GM y durante toda la segunda mitad del s XX, con el “proceso de descolonización” promovido por la ONU, con globalización creciente y  expansión presunta permanente.

  • la política exterior es definida fuera de fronteras (desde un estado condicionador o desde instancias supranacionales),
  • la política económica es definida desde el mundo empresario transnacional y global que va adaptando la economía del país neocolonial a las necesidades globales, generalmente ajenas y contrarias a las del país que estamos tomando de ejemplo: extranjerización y sujeción de la economía local a las necesidades y perspectivas globales;
  • la política militar, lo que llamamos ahora con un anglicismo, securitaria, también abandona el marco y las referencias locales, nacionales, y va siendo configurada al servicio de estrategias globales, en todo caso asentadas en el interés de un poder ajeno.

 

RECUADRO 1

LOS 5 OJOS

Desde 1948, luego de la guerra que aplastó al nazismo y al imperio japonés, EE.UU., Australia, Nueva Zelandia, Reino Unido y Canadá tejieron un acuerdo de alcance planetario llamado Echelon, que pasó a controlar toda la información circulante en el planeta; entonces, la de teléfonos, telegramas, teletipos, correspondencia, radios de toda onda y posteriormente de frecuencia modulada. La Red Echelon fue instalada, se supone, para asegurar la democracia y evitar el terrorismo. Pero quejas de empresarios alemanes y franceses, permiten suponer un control comunicacional generalizado que  les ha permitido a sus cinco estados constituyentes, “Los 5 Ojos”, anudar jugosos negocios y convenios validos de la interceptación de mensajes,  salvo los de palomas mensajeras.

Echelon ha procesado ampliaciones:  Israel, por ejemplo,   ha sido designado como «el observador oficial» de los 5 ojos. Los 5 Ojos son 6.

 

 

Si revisamos someramente  la situación de EE.UU, ¿qué vemos?

El presidente Trump, como cualquier presidente de país dependiente, pero no globalista, como las elites colonizadas de países dependientes, sino nacionalista, como una élite que resiste satelizarse, esforzándose para frenar la desaparición de puestos de trabajo que el capital transnacional lleva a cabo para mejorar su rentabilidad (siempre es preferible para el dueño del capital pagar mano de obra y servicios en un país empobrecido que pagar mano de obra y servicios “caros” en su propio país). Es decir, actúa como élite de país dependiente, resistiendo la globalización.

Veamos, un poco más detalladamente, el papel de Israel dentro de EE.UU. Y correlativamente, de los judíos, que se estima son entre 6 y 7 millones en el país, más que la propia población judía en el Estado de Israel.

El papel de supervisión del Estado de Israel sobre la política de seguridad de EE.UU. se expresa en multitud de factores, generalmente no muy explícitos.[5]

Un ejemplo bien fresquito: EE.UU. presenta “El Acuerdo del Siglo” que ya hemos señalado que Israel viene diseñando para acabar con la resistencia palestina y apropiarse definitiva y totalmente de la Palestina histórica.[6]

¿Por qué es EE.UU. el estado que presenta este plan como solución final con los palestinos?

Llamativamente en 1947, cuando EE.UU. estaba rehaciendo geopolíticamente el mundo de posguerra, sustituyendo al Reino Unido, agotado, en aquella función, fue decisivo en la ONU, por su peso específico para entregarle al sionismo el territorio palestino. Cumplía así una promesa británica al barón de Rothschild, pero sobre todo, mantenía la geopolítica occidentalista de control sobre el Cercano Oriente. Para aquella tarea EE.UU. contó con la UNSCOP (Comité Especial de la ONU sobre Palestina).

EE.UU. quiere ahora cerrar el ciclo con su “Acuerdo del Siglo”. El chico de los mandados quiere terminar la tarea encomendada.

El control de Israel sobre EE.UU. se expresa de muchas otras maneras. El Congreso de EE.UU. tiene hoy 435 representantes; unos 300 al menos de entre ellos se consideran amigos y/o aliados del Estado de Israel. En realidad, reciben jugosas partidas de apoyo de AIPAC (American Israel Public Affairs Committee, Comité de Negocios Públicos de EE.UU. e Israel, también autodenominado con indudable precisión, “America’s Pro-Israel Lobby”, El lobby pro-israelí de EE.UU.), que engrosan el presupuesto de tales legisladores. En rioplatense tendríamos que decir que la inmensa mayoría de tales “representantes del pueblo” están untados.

Pero el lobby está sacralizado en EE.UU. Es la razón por la cual, cuando Beniamin Netanyahu quiso abofetear en términos de ceremonial al presidente de EE.UU., a la sazón Barack Obama, a causa del enojo que le produjo la negociación de EE.UU. con Irán, marzo 2015, para regular la producción nuclear de este último, hizo una visita directamente al Congreso de EE.UU., salteando una visita “entre pares”,  para “explicarles” a los legisladores el peligro en que EE.UU. se encontraba, “bajo la amenaza iraní”.

Como EE.UU. no es un país bananero típico, tiene en sus estructuras sociales e intelectuales sectores totalmente conscientes del papel de chirolita que su país cumple ante las presiones y los condicionamientos israelíes y los del poderoso lobby judío norteamericano.

Hay intelectuales y políticos que no aceptan esa dependencia; algunos desde el Partido Republicano, como Paul Craig Roberts; otros desde la izquierda como Noam Chomsky, James Petras, Jeremy Hammond, o periodistas de investigación que llegan a verdades siem-pre incómodas para los poderes constituidos, como Nick Turse o Whitney Webb; otros final-mente, denuncian esa sumisión de la estructura política norteamericana a la batuta israelí como periodistas críticos, pese a su origen conservador, como Philip Giraldi o Ron Unz.

Los manejos israelíes de políticas ajenas vienen de tiempo atrás. Dedicados a quitarle la tierra a la población palestina, allí asentada milenariamente, el sionismo se articuló con mucho secreteo, lobby y bambalinas. Algunos episodios, como El escándalo Lavon pudieron ser descubiertos porque Israel era todavía “principiante”. En 1954, para lograr que el Reino Unido frenara la expansión de Egipto dirigido por Gamal Abdel Nasser, los aparatos clandestinos sionistas no encontraron nada mejor que instalar bombas en cines y bibliotecas egipcias, estadounidenses y británicas en territorio egipcio, para que estallaran luego del horario de cierre. Es decir, no querían matar a nadie (¿salvo serenos?), como sí habían hecho en reiterados atentados años atrás; ahora querían generar pánico y acusar “del intento asesino” a la Hermandad Musulmana, a comunistas egipcios y otros nacionalistas árabes. Probablemente porque todavía no estaban tan afiatados como luego se los podrá observar, al ser descubiertos, dos de los saboteadores se suicidaron y otros dos, detenidos por la policía egipcia fueron ejecutados. Aun sin constituir una acción expresamente asesina, quedó claro el uso de cualquier mentira como procedimiento del servicio secreto israelí.

 

 

RECUADRO 2

Esa dependencia del coloso estadounidense a la batuta israelí es lo único que puede explicar secuencias como las vividas con el barco de la marina de EE.UU. Liberty, en 1967, durante la llamada “Guerra de los 6 Días”.

Apostada entonces la Marina de Guerra de EE.UU. en el Mediterráneo,  el  Liberty se desplazaba por el Mediterráneo Oriental, y fue de pronto atacado por aviación israelí, ocasionándole grandes daños y decenas de muertos en su tripulación. Israel pidió disculpas alegando haberlo confundido con un navío egipcio. Versión intragable por la cantidad (habitual) de banderas norteamericanas en el barco y porque la identificación del barco está en abecedario occidental a diferencia de la de los navíos egipcios. Tan inaceptables resultaron las excusas que hasta Wikipedia con su sesgo occidentalista y proisraelí, defendiendo cierta objetividad, asumió investigaciones que “sostienen que los israelíes no querían que el buque interceptara sus propias comunicaciones y ése habría sido el motivo del ataque. Además, el historiador Gabby Bron afirma haber presenciado ejecuciones de prisioneros egipcios por parte de la milicia israelí en la ciudad El Arish, mientras el USS Liberty se encontraba a menos de 13 millas del lugar […] podrían haber escuchado las comunicaciones de los oficiales israelíes ordenando ejecutar a los prisioneros de guerra. Por otro lado, el analista Adrián Salbuchi sostiene [que] dicho ataque constituyó una operación de bandera falsa del ejército israelí en un intento por tratar de hundir el buque para poder culpar a Gamal Abdel Nasser y así arrastrar a EE.UU. a la guerra del lado israelí contra Egipto.​[7]

Hay que tener en cuenta que en la guerra anterior en la región,  1956, desencadenada por Israel, EE.UU. obligó a los atacantes (Israel, Francia y el Reino Unido) a retirarse de lo conquistado. Y es precisamente luego de la guerra de “los 6 días” que EE.UU. inicia un plegamiento absoluto a la voluntad israelí. Por eso, cuando el Liberty fue avistado  cerca de los fusilamientos israelíes a egipcios, que violaban todas las normas de guerra auspiciadas por la ONU, se puede suponer que los mandos israelíes no querían que los estadounidenses se enteraran; todavía entonces, 1967, los militares de EE.UU. guardaban ciertas formas democráticas (el proceso de degradación y brutalización  empezaba justo entonces, en Vietnam).

 

 

Cuando Ariel Sharon, el que organizó la matanza de miles de mujeres, niños y ancianos en los campamentos palestinos de Sabra y Shatila, en 1982,[8] decidió, en 2005, como comandante en jefe del ejército israelí, la evacuación de la Franja de Gaza, hasta entonces ocupada por  fuerzas represivas israelíes y por unos 8 000 colonos sionistas, instaurando una nueva “agenda de combate”, ahora sitiando a la Franja por aire, mar y tierra (con apoyo de los militares egipcios), hubo israelíes que temieron la reacción de EE.UU. ante tanta independencia. Sharon solía tranquilizarlos: “Nosotros, el pueblo judío, controlamos Estados Unidos y los estadounidenses lo saben”.[9]

Testimonios de esa dependencia de EE.UU. hacia Israel hay muchos. Solo que los medios de incomunicación de masas se cuidan de espigarlas (y cuando hablamos de este secreto a voces, nos referimos tanto a la prensa más derechosa, racista y clasista como a mucha prensa progresista).

Veamos apenas un ejemplo, descrito por el actual periodista de investigación, en otro tiempo agente de la CIA, Philip Giraldi: “EE.UU. está muy preocupado con ‘su mejor amigo y aliado’ que lo ha espiado, le ha robado tecnología, ha corrompido procesos gubernamentales y mentido sistemáticamente acerca de sus vecinos para generar un casus belli, de modo tal que los estadounidenses puedan morir en innumerables guerras en lugar de hacerlo los israelíes.”[10]

Giraldi da como ejemplo de la dependencia, en este caso del presidente Trump a Israel, el de haber designado como embajador en Israel a David Friedman, “un archisionista que ve como su misión promover los intereses de Israel más que los de EE.UU.” Ejemplifica como Friedman ha adoptado el lenguaje israelí en casos en que EE.UU., al menos teóricamente, sigue el lenguaje de la ONU. Por ejemplo, la Margen Occidental (palestina) oficialmente “ocupada” por Israel ha devenido en las palabras del nuevo embajador un “territorio en disputa” (frase de batalla de la diplomacia israelí). Como frutilla del postre, Giraldi nos recuerda que el embajador norteamericano ha aprobado el “trabajo” de los francotiradores israelíes durante las Marchas por la Tierra que desde 2018 llevan adelante los palestinos sin armas, ni siquiera piedras, que ha significado la muerte de varios cientos de palestinos y las heridas de balas (certeras) de francotiradores sobre miles de manifestantes pacíficos.[11] Un récor prácticamente mundial.

Examinemos como frutilla del postre, los planteos de JINSA, Jewish Institute for National Security of America (Instituto Judío para la Seguridad Nacional de EE.UU.)

Dicen ser “profesionales de la defensa de EE.UU. y como tales ven los acontecimientos en el Cercano Oriente a través del prisma de los intereses de la seguridad de EE.UU.” Exactamente lo opuesto que Giraldi detallaba como la política real del embajador, judío, de EE.UU. en Israel. ¿Tenemos que creer que el embajador de EE.UU., defiende a Israel y que los del Instituto Judío para la Seguridad de EE.UU. defienden a EE.UU. y no a Israel?

Prosigue JINSA: EE.UU. e Israel han establecido una cooperación en seguridad  durante la Guerra Fría y hoy ambos países enfrentan la amenaza común del terrorismo de quienes temen la  libertad y las libertades. […] Compartimos los servicios de inteligencia y los entrenamientos militares bilaterales […] La policía de EE.UU. y sus oficiales han recibido el beneficio de una estrecha cooperación con profesionales israelíes en las áreas de contraterrorismo doméstico.” No hay sino que alegrarse; los israelíes instruyen a los bisoños norteamericanos; y les enseñan que toda protesta es terrorismo.

Humildemente, “Israel comparte [con EE.UU.] nuestra vocación de libertad, por la libertad personal y la vigencia de la ley.”  ¿Se incluirá en ese reinado de la ley y la igualdad a los palestinos? Tal vez, como a los nativoamericanos y a los afros…

ADDENDA. Con este trabajo realizado me llega el muy documentado artículo de Max Blumenthal, “La ‘israelificación’ de la seguridad interna de EE.UU.” reeditado el 9 jun 2020  pero originalmente escrito en 2011, que no hace sino ratificar mis observaciones.

[1]  El unicato de 1945 perdurará apenas media década; en 1951, la URSS pasa al frente en la navegación espacial y desde entonces se empezará a hablar de “las dos superpotencias”, del conflicto Este-Oeste, de las dos Coreas, las dos Alemanias, los dos Vietnam…

[2]  58 mil.

[3]  Al 10 de junio, 112 mil.

[4]  Eleanor Bader, “Fracaso americano”, Brecha, 29 mayo, 2020.

[5]  Para examinar más ejemplos del llamativo amorío y dependencia de algunos dirigentes estadounidenses hacia Israel hay que reparar en el fondo doctrinario común del Antiguo Testamento o Torah. Véase, por ejemplo, mi nota: “Amor, desprecio, poder entre EE.UU. e Israel”.

[6]   Vale la pena tener en cuenta que las dirigencias sionistas tienen su propio lenguaje que no coincide con el del cotidiano presente: los forjadores del Estado de Israel entienden que deben satisfacer el mandato divino de asentarse en la vieja Sion; el Génesis define un territorio del Nilo al Éufrates, que abarca prácticamente el oriente egipcio, Palestina, Jordania, buena parte de Irak y áreas de Siria y Arabia. Hay que suponer que la proverbial resistencia de Israel a fijar fronteras se vincula con aspiraciones territoriales bíblicas.

[7]  https://es.wikipedia.org/wiki/USS_Liberty_(AGTR-5)

[8]  El papel de los mandos israelíes en la matanza perpetrada por cristianos fanáticos fue tan insoslayable que finalmente, se abrió un juicio contra Ariel Sharon en Bélgica, en un tribunal de “Jurisdicción Universal para el Castigo de las Violaciones Graves del Derecho Internacional Humanitario”. Un militar libanés, declaró públicamente su intención de atestiguar contra Ariel Sharon por su responsabilidad en las matanzas. Elie Hobeika, que fuera comandante de la fuerza exterminadora, estaba al parecer indignado de que sólo los fanáticos cristianos hayan tenido que soportar el peso de las condenas (varios ejecutantes están en cadena perpetua) por las masacres en Sabra y Shatila, actos tipificados como crímenes de lesa humanidad.

Hobeika murió días después de su anuncio, junto a su hijo y a tres guardaespaldas volando con su auto. 24 de enero de 2002.  El tribunal, careciendo de otras pruebas, canceló el juicio. El periódico francés L’Humanité informó que Hobeika disponía de pruebas contra Sharon. El presidente libanés Émile Lahoud, sin citar a Israel, hizo implícitamente responsable a Ariel Sharon del asesinato. La frutilla del postre: “Según fuentes israelíes, la decisión de eliminar a Hobeika partió de Damasco.” Los israelíes le tiran el muerto a los sirios… fte.: https://es.wikipedia.org/wiki/Elie_Hobeika.

[9]   Germán Gorraiz López, “¿Es EE.UU. un simple vasallo de Israel?”, 8/5/2018.

[10]   “Israel to Annex the United States”, 12/5/2020.

[11]  Sobre la Marcha por la Tierra, léase por ejemplo, Pablo Jofré Leal, “Israel, el mundo al revés de una sociedad enferma”, 2 abril 2018. Y por la cuestión palestino-israelí, más general, mi artículo “Sionismo: de la emancipación judía a nación de amos”, abril 2019.

 

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Corte Penal Internacional (CPI) y contraofensiva del Estado de Israel

Posted on 26/05/2020 by ulises

por Luis E. Sabini Fernández

Si nos dejamos llevar por el periodismo platense, regional y masivo, vamos a introducirnos en una materia estratoférica o galáctica. Sin embargo, trata de usted lector, de mí, de nuestra sociedad, de Occidente…

Desde 2015, cuando ingresó a la Corte Penal  Internacional un legajo que acusaba al Estado a Israel de crímenes de guerra contra la población palestina, pasaron casi 5 años, y los jueces de la corte, que cuenta con Fatou Bensouda, una eminencia judicial que ejerce como fiscal de la corte y ha sido considerada entre los cien seres humanos más importantes de nuestro presente, no terminaban su dictamen.

Algunos “signos” preocupaban a EE.UU. e Israel. Que, por ejemplo, se analizara la mera posibilidad de crímenes a sangre fría, como los acontecidos durante las  “Marchas por la tierra” que palestinos llevan a cabo desde el 30 de marzo de 2018, sin armas, sin siquiera piedras, y que los israelíes decidieron disolver con violencia y francotiradores que han arrojado la friolera de cientos de muertos, muchos niños entre ellos, y decenas de miles de heridos, sobre todo tullidos, por la política de balear tobillos.[1] Pero en la medida que los informes y análisis de la CPI durante todos estos años se dedicaban a contrapuntear, por ejemplo, los muertos provocados por ataques mediante bombardeos y artillería de tanques israelíes y los generados por las escuálidas incursiones de algunas organizaciones palestinas como Hamas o Yihad, o pasar revista a los mismos palestinos reprimidos por la ANP,[2] el “desarrollo de los acontecimientos” no alarmaba demasiado al eje Israel-EE.-UU.-R.U.

Pese a que la disparidad del poder de fuego, por ejemplo, o el mero cotejo de víctimas da una aplastante superioridad militar, sanitaria, de infraestructura para Israel en relación con el dañado, asediado, estrangulado, fragmentado, pueblo palestino y pese a que se trata de forcejeos de población ocupada contra ejército ocupante, la CPI ha encarado algunos de sus análisis como lucha entre dos adversarios, contendientes, tácitamente equiparables.

Han llegado incluso a sopesar la suficiencia del sistema jurídico israelí para  corregir los posibles excesos de sus militares, algo con lo que no se cuenta del lado palestino.

Eran prolegómenos preocupantes, señalados en un excelente análisis por Maureen Clare Murphy[3] que parecieron culminar cuando ya muy a fines de 2019, la CPI decidió no abrir una investigación sobre al asesinato de tripulantes turcos de una nave que viajaba con vituallas hacia la Franja de Gaza en 2010 y fue violentamente abordada.[4]

Pero finalmente, en enero del corriente año, Fatou Bensouda emitió un dictamen que en sus tramos decisivos reza: “Creo firmemente que hay fundamento razonable para proceder con una investigación en Palestina, de acuerdo con el artículo 53(1) del Estatuto. En resumen, creo sin duda que se han cometido o se están cometiendo crímenes de guerra en la Margen Occidental, incluyendo Jerusalén y la Franja de Gaza […] y por último  no hay razones de peso para creer que una investigación como la propuesta no vaya a servir los intereses de la justicia.” [5]

Tras cinco años de espera, aguante, dudas, equilibrios imposibles, la Corte Penal Internacional toma en su jurisdicción las atrocidades cometidas contra los palestinos por los gobiernos de Israel y EE.UU.

Y aunque ni nos hayamos enterado, los gobiernos de EE.UU. e Israel han estallado en improperios contra semejante desenlace.

Cuando la situación era inminente, a fines de 2019, el secretario de Estado de EE.UU., Mike Pompeo, declaró a través de un comunicado oficial: «Nos oponemos firmemente a ésta y cualquier otra acción que busque atacar a Israel injustamente«.[6]

Palabra de más. Porque EE.UU., debido a su total dependencia de Israel, se va a oponer a cualquier acción contra Israel, sea ella justa o injusta.

“Naturalmente”, también Israel rechaza dicha investigación.

La posición israelí es la característica de los regímenes totalitarios, que a diferencia de los regímenes con derecho liberal, en que se presume a toda persona inocente salvo que se demuestre lo contrario, parten de la base opuesta; todos son culpables o pasibles de cargos  (salvo que pudiera demostrarse lo contrario).

Nos “explica” Avigdor Lieberman perteneciente a la cúpula israelí: en Gaza «no hay gente inocente» y «todo el mundo está afiliado a Hamás«.[7] Con tales “fundamentos”, los soldados israelíes tienen licencia para matar a cualquier palestino (en realidad a todos, pero cuesta).

 

Respecto del juego que se hace en la cancha grande, hay un detalle: ni EE.UU. ni Israel constituyen la CPI. Por eso, en enero último, Alemania  −desde 1945 tan servicial a los planteos de organizaciones judías para borrar todo lo que pueda entenderse como antisemita− se presenta como amicus curiae de Israel, para plantear en la corte una impugnación contra su derecho a discutir si había crímenes de guerra en los “Territorios Ocupados”, designación que, pese a todo, proviene históricamente de la ONU.

El planteo alemán era, curiosa y penosamente, una invocación a la impunidad. La CPI lo ha desechado.

Y henos aquí, en pleno 2020, con una investigación en marcha para conocer el porqué de tantos muertos palestinos por realizar acciones no violentas: defendiendo su hogar a punto de ser desalojado o derribado, reclamando la tierra robada, sin armas ni piedras, con solo banderas, y tantas otras muertes abusivas por el estilo.

Así ve el The Times of Israel la situación: “La alharaca [sic] de la CPI puede liquidarse en pocos meses con la decisión de la Corte de que no tienen jurisdicción para negociar el conflicto palestino-israelí y simplemente cierran el caso.

No es ninguna sorpresa que los palestinos hayan aplaudido la decisión de la fiscal Fatou Bensouda como si fuera el principio del fin de la impunidad israelí, en tanto el gobierno israelí la denunció como ultrajante, absurda e ilegal de acuerdo con la ley internacional. Netanyahu fue tan lejos como para calificarla de ‘antisemitismo puro’.” [8]

 

Tengo para mí que la fiscal Fatou Bensouda, gambiana, tomó todos los recaudos imaginables, y algunos más, para decidirse a plantear una demanda contra el omnipresente Estado de Israel. Si mi hipótesis es correcta, el insulto de Netanyahu no hace sino refrendar su precaución.

 

Ante este revés institucional, en nuestras tierras platenses con gobiernos recién estrenados, tenemos actos que uno no puede dejar de asociar con el traspié en la CPI.

En diciembre 2019 un experto italiano, Emanuele Ottolenghi, italiano residente en EE.UU., integrante de la Fundación para la Defensa de la Democracia, viajó a Argentina para advertir al flamante presidente Alberto Fernández que mantuviera ‘la excelente decisión’ de Mauricio Macri,    que a mediados del año anterior, antes de terminar su período presidencial, aceptó la sugerencia de ‘ampliar el registro de organizaciones terroristas e incluir entre ellas, a Hezbollah’.

Con la visita de Ottolenghi, el gobierno israelí y sus redes internacionales le recordaron al nuevo presidente argentino la conveniencia de seguir manteniendo en lista de terroristas a Hezbollah.

Porque además, en filas del nuevo gobierno, peronista, apareció “lo habitual” de “el hecho maldito del país burgués”: la especialista en seguridad, funcionaria en esa área con Alberto Fernández, Sabina Frederic, en declaraciones al diario Ámbito Financiero sostuvo que la creación del registro en el que figura Hezbollah es “una imposición de los EE.UU.” y que el terrorismo “es un problema de la OTAN, no nuestro”.

¡Para qué!

Las agencias diplomáticas israelí y estadounidense, a través de sus voceros mediáticos enaltecieron la importancia de seguir los lineamientos que ya se habían obtenido con Macri.[9] Y el canciller Felipe Solá se apresuró a asegurarle al gobierno israelí que no hay intención de borrar del registro de terroristas al Hezbollah, así tipificado por Macri y sus mandantes. Las cosas “a su sitio” con sincronismo, antes del viaje presidencial a Israel, casi inmediato luego de asumir.[10]

 

Del lado uruguayo las cosas son más penosas, si cabe.

En los tanteos habituales, de lobby, que los dirigentes de la colectividad israelita del Uruguay suelen hacer al gobierno, a fines de enero se mencionó a Hezbollah y se dijo “situación incambiada”, sin planes para hacer una mudanza de embajada a Jerusalén como es la línea actual del gobierno israelí en su plan de despojo a palestinos. El entonces inminente presidente Lacalle Pou dijo respecto de Hezbollah que el gobierno sigue una lista de la ONU y que, en consecuencia, Uruguay no declararía a Hezbollah organización terrorista. “Pero no lo descartó completamente”.

Hezbollah ha sido declarada organización terrorista por la Unìón Europea, y, claro, por EE.UU. e Israel. Con lo cual resulta casi anómalo que no esté así caracterizado por la ONU. Pero, así las cosas en enero 2020.

Hay que recordar, además, que Uruguay en mayo 2018, en plena cosecha de muerte en la Franja de Gaza del ejército  increíblemente llamado de Defensa, de Israel, con gobierno entonces frenteamplista, objetó “la falta de proporcionalidad” israelí ante la protesta palestina. En buen romance, quiere decir que ya ni siquiera piedras, sino gritos son “respondidos” y ahogados en sangre. Directamente.[11]

Pero ahora estamos en 2020 con la Coalición Multicolor. Y el presidente Lacalle Pou participa de una videoconferencia con AJC, Comité Judío Americano y donde “americano” no se refiere a las 3 Américas ni a la América del Sur, ni siquiera a la del Norte, sino pura y exclusivamente a EE.UU.

Luego de la conversación/planteo/consulta/reconvención, vaya uno a saber, el presidente reconoció, literalmente: “Estoy en proceso de cambiar mi opinión”. Y el Semanario Hebreo, de Montevideo lo cita textualmente, así como El País.[12]

No sólo sincera así el lugar preciso de sus callos sino que desnuda su actitud: “Espero cambiar de opinión […] Hace10 meses dije que no, pero espero cambiar mi opinión.” Una declaración filosóficamente insostenible. Que me hace acordar a los “propósitos de enmienda” de los pecadores. Si defendía lo que defendía porque era ética, políticamente sostenible, por qué cambiar? Y si está ansiando cambiar, ¿acaso defendía lo que defendía sin rigor, sin celo por lo verdadero?

Tal vez me esté vedado comprender esos meandros del alma. Otro ejemplo:

La dirigente de AJC Dina Siegel Vann abordó al presidente Lacalle Pou refiriéndose a la reciente adopción por parte de Uruguay de la definición de antisemitismo de la IHRA[13] y preguntó qué había motivado a Uruguay para dar ese paso. “Uruguay tiene una fuerte tradición de Derechos Humanos y eso se mide en acciones, respondió el Presidente”.[14]

Derechos humanos, sin embargo, no son lo que cualquier organización por razones políticas o de poder define como derechos humanos. Pero así estamos hoy: Israel acusa de terrorismo palestino a unos globos incendiarios que los bloqueados, hambreados, gaseados, baleados palestinos arrojan cada tanto sobre territorio ocupado por Israel. Seguramente llevan fuego; sí. Pero mientras se cuentan por miles los palestinos matados, por decenas de miles los heridos con secuelas programadas por los militares israelíes; decenas los pescadores baleados y asesinados, botes requisados para asfixiar la pesca tradicional palestina; centenares de viviendas derribadas con la política de desalojo y expulsión permanente; deshaciendo las instalaciones de todos tipo; de bombeo de agua, de hospitales, escuelas, estrangulando el suministro eléctrico, provisiones… la destrucción y asfixia sistemática israelí no merece siquiera una mención. Mediáticamente, cero.

Los “revoltosos” palestinos tiran un manojo de globos, de ésos que se usan en cumpleaños infantiles, con un trapo incendiado, y ahí sí, gran alharaca…

Los israelíes tienen todo un cuerpo jurídico, militar, mediático, para reprimir a lo palestino. Pero no sienten el menor disgusto interior, asco moral, por tratar como tratan a la población originaria de Palestina, que son  −ironía de la historia–  los descendientes de la Judea histórica, como bien lo sabían sionistas de la primera hora, como el mismísimo David Ben Gurion.

[1]  Inicialmente, los francotiradores fueron dispuestos para balear caderas, pero la cantidad de hemorragias y muertes en el sitio de la protesta, persuadió a los estrategos sionistas que era más “conveniente” no tantas muertes patentes y más heridos de por vida. Una CPI que mereciera el nombre de tal tendría que calificar estas estrategias y sus resultados como un delito obvio y espeluznante.

[2]  Administración Nacional Palestina, un engendro de las tratativas de Oslo, donde los israelíes le ofrecieron el dulce de una administración municipal a la dirección política palestina más afín, con Mahmud Abbas a la cabeza; una administración generosamente financiada por el Estado de Israel y provista de una policía palestina (y muy poco más que ello) entrenada por militares estadounidenses que el gobierno israelí gestionó ágilmente. Como la policía palestina fue construida para perseguir palestinos, los contables de la CPI pueden hacer esas cuentas, que dejan graciosamente afuera de la cuestión a Israel; el verdadero mandante.

[3]   “¿Está la CPI a punto de cerrar la puerta de la justicia para Palestina?”, Electronic Intifada, 21 dic. 2019.

[4]   Me gustaría remitir a mi nota: “Ante el abordaje violento de los barcos a Gaza: palabras insultantes vs. hechos incontrastables”. Debo aclarar que hay una edición uruguaya, agotada y en forma parcial fue editada en el volumen El racismo de la “democracia” israelí, Editorial Canaán, Buenos Aires, 2012.

[5]   icc.cpi.int/palestine. 2020.

[6]   Alí Murat Alhas, Anadolu Agency, 21/12/2019.

[7]   Diego Sacchi, 8 de abril de 2018.

[8]  https://www.timesofisrael.com/the-hague-vs-israel-everything-you-need-to-know-about-the-icc-palestine-probe/.

[9]  https://www.infobae.com/politica/2019/israel-le-pidio-a-alberto-fernandez-que-mantenga-a-hezbollah-en-la-lista-de-grupos-terroristas/

[10] Clarín, Buenos Aires, Natasha Niebieskikwiat, 20/01/2020.

[11] Tomo un día de ejemplo de las muchas decenas de jornadas sangrientas de la Marcha por la Tierra: el 14 de mayo de 2018 hubo 60 asesinados (casi todos mediante francotiradores) y “más de 2700 heridos”. Entre los muertos, un bebé de 8 meses. Crónica de Haidar Eid, “El derecho al retorno, la masacre de Gaza y el regocijo israelí”. Dossier. “http://www.sinpermiso.info/textos/el-derecho-al-retorno-la-masacre-de-gaza-y-el-regocijo-israeli-dossier. 18 mayo 2018.

[12]  El País, Montevideo, 21 mayo, 2020.

[13]  International Holocaust Remembrance Alliance. Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto. La definición de antisemitismo de IHRA amplía el concepto tradicional: es antisemita toda crítica a Israel. Política, institucional, ética. Una curiosa definición que convierte en virtuoso, por no decir divino, todo lo que provenga de lo israelí y que además, confunde en único concepto dos (o tres) tan distintos: judío, sionista e israelí.

[14]  https://www.semanariohebreojai.com/articulo/2772/presidente+lacalle+considerando+declar

ar+hezbola+organizacion+terrorista.

 

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Amor, desprecio, poder, entre EE.UU. e Israel

Posted on 03/05/2020 - 12/05/2020 by ulises

por Luis E. Sabini Fernández –

Las relaciones existentes entre EE.UU. e Israel en el siglo XXI, pero más en general las de la estructura política de EE.UU. con lo judío, tienen una larga y muy compleja historia (y un hilo conductor a través de la creencia en el valor histórico de la Biblia), pero en este apunte nos vamos a limitar a lo acontecido en los últimos años, siglo XXI, para apreciar el doble movimiento que las caracteriza.

Por un lado, vemos la erección de “lo norteamericano”, o mejor dicho estadounidense, a la cúspide de lo humano; por otro, vemos la permanente “nota al pie” señalando la dependencia y sujeción de EE.UU. a una voluntad omnímoda, que “casualmente” es la misma que ensalza en el primer momento señalado a los EE.UU. como el más alto escalón de lo humano. Hay que aclarar desde ya que, cuando se ensalza el american way of life se aclara que esa cúspide significa precisamente la coincidencia total con las creencias del ensalzador…

 

EE.UU.: ¿meca judía?

Empecemos con el primer rasgo señalado, con el cual tenemos un ejemplo paradigmático. El rabino Shmuley Boteach tipifica a la sociedad estadounidense como “el nuevo pueblo elegido”, es decir, identificándolo con un rasgo básico del llamado pueblo judío: su designación por una deidad como el elegido.[1]

Nuestro rabino explica esa privilegiada posición de EE.UU: “Los estadounidenses se han convertido en los nuevos judíos del mundo. No son muy apreciados. Estados Unidos está viviendo lo que los judíos han vivido a través de su historia: un odio irracional”. Y aunque “Los eruditos dirán que todo esto se debe a la envidia de EE.UU.” nuestro rabino sabe que el antiamericanismo  tiene causas “más profundas”.

Y aunque nos parezca un texto de Barcelona,[2] en 2004 Shmuley  despliega su visión sobre las vicisitudes de EE.UU. en el mundo: “EE.UU. es odiado sobre todo porque bajo George W. Bush ha llegado a abrazar una política externa moral orientada a la lucha contra déspotas y a derrocar dictadores, y estos nobles esfuerzos han hecho que el resto del mundo aparezca egoísta, absorto en sí mismo, moralmente ciego, y cobarde. A nosotros, los estadounidenses, no nos odian por nuestra fuerza, sino más bien por los buenos propósitos a los que hemos dedicado esa fuerza.”  [3] Shmuley nos habla de cuando G. W. Bush arrasa Afganistán, Irak, pese a la resistencia civil en varios países. “Justa ira” invocada por la banda de diseñadores de “el nuevo siglo american.” que ejerce el mando entonces en EE.UU., con Cheney a la cabeza, que aprovechan el peculiar derribo de las dos torres gemelas (que violan hasta la aritmética porque los edificios derribados fueron tres…) para instaurar “el nuevo enemigo” (muerto el perro comunista apareció las rabia musulmana), quitar un espantajo mediático como Bin Laden y llevar a cabo las destrucciones señaladas (a las que seguirán otras, en Pakistán, Sudán, Siria, y en el caso de la sociedad palestina, un recrudecimiento de su aniquilamiento a partir de 2005-2006…).

Shmuley es por momento penoso. Vapulea a Michael Moore, un cineasta estadounidense tan característicamente estadounidense pero no puede sustraerse a la secuencia de su documental Farenheit 9/11, en que se ve a Bush como congelado y ridículo mientras le comunican lo del atentado “a las torres”, con un libro patas arriba. Se trata de un documental donde Moore desnuda las vinculaciones petroleras y gangsteriles entre la familia Laden y la familia Bush, entre otras muchas tareas de strip-tease político.

Shmuley no atiende ni le importa el significado sobrecogedor de la secuencia. Pega un salto mortal para confrontar esa penosa escena… con Chirac (¿qué tiene que ver Chirac?):  “El momento más impresionante de esta película es cuando acusa a G. W. Bush de quedarse sentado sin hacer nada durante siete minutos mientras ardían las torres gemelas. ¡Caramba! A los franceses les encantó esa escena, lo que es curioso ya que Jacques Chirac permitió en el verano de 2003 que 10.000 franceses y francesas murieran de insolación mientras él pasaba sus vacaciones.” Sic.

Con lógica tan escasa, se hace difícil captar porqués. Pero para Shmuley el cuadro de situación es sencillo: no es envidia; es odio. Hombre de pasiones netas, nuestro rabino.

Humildemente, Shmuley aclara que los estadounidenses deben “aprender algo de los judíos. Durante casi medio siglo, EE.UU. ha sido el guardián de la libertad en todo el mundo. Pero los estadounidenses que esperan gratitud debieran recordar que no hay buena acción que no reciba su castigo. Los judíos le dieron su Dios al mundo, sólo para ser masacrados en Su nombre.”

Repare el lector: EE.UU. ha sido el guardián de la libertad: según su datado, tenemos que suponer que desde la década de los ’60: en la Guatemala de La Mano Blanca, red paramilitar, con su cosecha de muerte de varios centenares de miles de habitantes, sobre todo mayas; en el Chile de Pinochet a miles de chilenos masacrados por el ejército asesorado por cuerpos de seguridad de EE.UU.; con la “operación Jakarta” de “limpieza” en 1966, con el Pinochet indonesio; Suharto; con el genocidio selectivo de la Doctrina de la Seguridad (exportación de torturadores incluida) en Argentina, Uruguay, Colombia, El Salvador, y por mi ignorancia dejo a un lado el papel represor de EE.UU. en el continente más devastado del planeta, África, aunque sí recuerdo la “moralizante” política de G. W. Bush en el cambio de siglo dificultando o impidiendo el uso de anticonceptivos en África, empeñado en una campaña “moralizadora” contra relaciones sexuales fuera de parejas constituidas que, ¡oh casualidad!, se tradujo en un avance atroz del SADI/SIDA (y las muertes consiguientes, porque en África no es tan fácil como en EE.UU. disponer de tratamientos antirretrovirósicos).

Los “gloriosos sesenta” de la policía planetaria estadounidense tienen cientos de miles de arrasados y asesinados en el Sudeste asiático (Cambodia, Laos, como campos libres para experimentación de la aviación militar estadounidense), particularmente en Vietnam con 14 años de intervención, con  2 o 4 millones de vietnamitas matados, pero con la muerte de 58 mil estadounidenses que convenció a los dirigentes de ese país de que no se podía seguir ese camino: dado el valor de la vida de un estadounidense, no se puede intercambiarla, “derrocharla”, por 40 o 50 vidas, en este caso vietnamitas (y como frutilla del postre, retirarse con el rabo entre las patas).

Para desconsuelo, o tal vez regocijo de Shmuley, EE.UU. tiene varios “méritos”; no sólo el papel de policía planetario, con toda su especialización en interrogatorios y torturas que no tienen nada que envidiarle a los montados por la España inquisitorial hace siglos o el comunismo soviético hace décadas.

EE.UU. ha emponzoñado el mundo entero, con su agroindustrialización basada en la industria y en una rama particular de sus desarrollos químicos: el uso de venenos para aumentar la producción agropecuaria, eliminando “sabandijas”, insectos, roedores, parásitos, mediante el necio mecanismo de contaminarlo todo.[4]

EE.UU., precisamente en el período exaltado por Shmuley, ha sido un gran envenenador universal (aunque no único). Otro capítulo, decisivo, de ese envenenamiento planetario ha sido la plastificación de la vida cotidiana, asumida con más comodidad que instinto de conservación.

Hasta aquí, unas pinceladas por el papel de EE.UU. en la época ensalzada por Shmuley; policía del mundo y gran laboratorio, de borrachos de optimismo tecnológico.

Sigamos con la segunda parte de la cita del inefable. Shmuley: “[…] estadounidenses que esperan gratitud debieran recordar que no hay buena acción que no reciba su castigo.” No precisa, claro, para quien resulta “buena acción”: si alguien se aprovecha de una acción que considera buena, excelente –despojar a los indios, por ejemplo– no puede pretender ser gratificado por ello, al menos por los indios.

Shmuley ejemplifica: “Los judíos le dieron su Dios al mundo, sólo para ser masacrados en Su nombre.” Humildemente.

No entendemos cómo Shmuley declara que ese dios es del mundo, cuando todo el aparato doctrinario judío insiste en la relación entre ese dios y  “el pueblo elegido” (y que por esa razón, no debe atender a todos por igual). Shmuley tiene que decidirse: o su religión es universal, dios del mundo, o su religión es tribual; dios de la tribu de Israel, de Yahvé.  Las dos cosas a la vez lesionan la lógica más básica.

Algunos judíos han procurado entender esa presunta incomprensión o rechazo a los judíos, no precisamente por “los buenos propósitos” (Abraham Léon, Ber Bojorov, Karl Marx) sino por las funciones cumplidas por muchos judíos en la sociedad (predominantemente cristiana).

Pero a Shmuley lo tiene sin cuidado la búsqueda de razones y verdades. Ya las tiene, claro. Y en lugar de pasar revista a todas las escuelas de tortura que EE.UU. ha desparramado en la posguerra, de observar el desmantelamiento de economías para readaptarlas a sus necesidades  (el Caribe, África, el Sudeste asiático, son buenos ejemplos), Shmuley se dedica a mostrar la hipocresía de otras partes del mundo rico, particularmente Francia, en el descuido de las miserias periféricas. Ignorando que el mundo enriquecido saquea a manos llenas la periferia planetaria, con las minorías poderosas de EE.UU., R.U., Francia, Japón, etcétera, pero siempre EE.UU como el primer succionador…

“A nosotros, los estadounidenses, no nos odian por nuestra fuerza, sino más bien por los buenos propósitos a los que hemos dedicado esa fuerza. Irónico, ¿no es así? Que nos odien porque somos buenos.” La increíble ceguera de los excelentes, de los que son “siempre” los mejores. Tikkanen, un Quino finlandés, tiene el pensamiento que los describe: “Mi moral es tan pero tan buena, que haga yo lo que haga, jamás se daña.”

Y Shmuley prosigue con su proverbial humildad: “Pero, sean bienvenidos al club. Los judíos han sido miembros desde hace tiempo.” Hoy nos enteramos de las bondades de los mejores: “Dios nos salve de los salvadores porque aquí, los salvados son los únicos crucificados y los salvadores, los únicos que se salvan.” [anónimo] Ave Shmuley.

En la misma exhortación, como a lo largo de toda su alocución Shmuley se ubica, se trata a sí mismo como estadounidense; su condición de judío descansa en la tercera persona: “los judíos han sido miembros”, “los judíos le dieron su dios al…”

Expresa de modo prístino su voluntad de identificación con EE.UU.

Su grado de intolerancia a la diferencia es mayúsculo: cuando la miembro del Consejo de Seguridad Nacional de EE.UU. Susan Rice, a la sazón embajadora de EE.UU. ante la ONU, consideró un desacierto, un malpaso, un error, una desconsideración, que el premier Netanyahu hubiese hablado en el Congreso de EE.UU. sin tener siquiera una coordinación con el presidente Barack Obama, Shmuley consideró que Rice “no es capaz de ver un genocidio”.[5]  Estamos hablando de una de las primeras espadas de los Clinton, pero sepamos que, además, Rice es afrodescendiente.

Shmuley es de aquellos a los que hay que comprar por lo que vale y venderlo por lo que cree que vale. Aquí nos brinda humildemente dos perlas de ejemplo: “La causa subyacente de todo el antisemitismo es que los judíos han emergido como la conciencia del mundo.” Para qué esforzarse en buscar raíces griegas o bárbaras, si los judíos ya nos dieron todo. Adiós Homero, Adiós Gilgamesh, adiós Séneca, adiós nubios…

Y en la instauración de lo judío como gobierno mundial, Shmuley nos recuerda que “los judíos se convirtieron automáticamente en árbitros del bien y del mal.” Y continúa, ligando destinos de grandeza: “EE.UU. ha emergido igualmente hoy en día como la conciencia moral de un mundo cada vez más amoral […].”

Ya vimos lo que nos ha “exportado” EE.UU.: el use-y-tire, la comodidad a costa de lo que sea, la rubiez, la contaminación; Hollywood cómo fábrica de realidad y culto a la frivolidad, consumismo y todo ese “paquete cultural” bien adobado en racismo  y confianza ciega en la tecnologización del mundo.

Shmuley critica a la vieja Europa y su aristocracia de sangre. Tiene razón. Pero confunde la lógica elemental creyendo que oponerse a los valores eurocentristas alcanza para hacer algo no ya mejor sino excelente. Cuando algunos consideramos que la enmienda ha resultado todavía peor que el soneto…

Y falsifica. La realidad: “Los líderes judíos y los primeros ministros israelíes han sido continuamente acusados de intentar de apoderarse de M. Oriente y del mundo.” Aquí nos topamos con manifiesta mala fe o supina ignorancia. Existen los documentos que prueban eso que niega: el “Informe Yinon” [6] describe como Israel se irá adueñando del Cercano Oriente y “Rebuilding America’s Defenses. Strategy, Forces and Resources For a New Century”,[7] nos muestra “el camino” de EE.UU. para adueñarse del mundo entero en el siglo XXI.

Llegado a este punto donde queda de manifiesto el analfabetismo o la mala fe, poco más hay que comentar.

Salvo, comentar la estrategia de unificar destinos entre EE.UU. e Israel: “Igual como los judíos fueron difamados como pequeños demonios, a George W. Bush lo odian como el gran demonio […] En lugar de unirse a la visión de Bush de librar al mundo de malvados tiranos y terroristas, el mundo ha preferido el camino mucho más fácil de declarar que el propio Bush es malvado, un charlatán cuyo verdadero propósito es enriquecer a sus amigos en Enron y Halliburton.

Son sorprendentes los paralelos [..]” e insiste.

Y Shmuley se mueve, según él mismo, en el terreno de lo moral: “La moralidad y la decencia determinan que las bendiciones del dinero y del poder obligan al más fuerte a proteger al más débil. El uso de nuestro gran poderío para imponer un orden moral en el mundo es la responsabilidad de una gran sociedad.”

No como los ingleses: “Cuando Gran Bretaña era la gran superpotencia mundial, utilizó su gran poderío para colonizar a otras naciones y saquear sus recursos. Cuando la Unión Soviética era una superpotencia, se tragó a otros países y los escupió en trozos. Nosotros, los estadounidenses, utilizamos nuestro gran poderío para liberar a las naciones oprimidas. Creo que esta demostración de la bondad estadounidense es lo que causa el patriotismo estadounidense sin igual. […]”

En la referencia a la liberación de naciones oprimidas, no capto si se refiere a seminolas, sioux, portorriqueños, mexicas, iraquíes, leoneses, haitianos…

Líbranos, no sé qué dios del destino de grandeza de EE.UU.: “El verdadero destino manifiesto de Estados Unidos es su rol providencial, como primera república democrática del mundo, de dirigir al mundo en libertad.

En la escena política mundial, los estadounidenses son el nuevo pueblo elegido. Dios ha favorecido la causa de EE.UU. hasta el punto en que ahora se ha convertido en la nación más rica y próspera de la historia.” Aquí tenemos la parejita formada para un largo matrimonio…

Y como lo policial es siempre primordial, Shmuley aclara: “Los estadounidenses también sufren ahora, especialmente nuestros valientes soldados en Irak que están en la primera línea en la batalla contra la tiranía.” [8]

“El futuro de EE.UU. reside en ser audaz y valeroso, hacer caso omiso de los ignorantes que nos odian y en trazar un futuro estadounidense único que sea leal a nuestra historia […]”. Nos llama la atención que las cualidades que Shmuley ensalza de los norteamericanos no pasan por ningún atributo espiritual o intelectual; audaz y valeroso podrían ser un perro, un caballo, en fin. Pero de cualquier modo, Shmuley se refiere a algo propio  de EE.UU.

EE.UU: ¿criatura judía?

Porque, sobre todo en las últimas décadas (aunque no nos sorprendería que lo que vamos a caracterizar provenga de tiempo atrás) existe otro enfoque de judíos prominentes respecto de EE.UU. Algo que se ilustra por una confesión desfachatada, de Ariel Sharon: “Nosotros, el pueblo judío, controlamos América, y los americanos lo saben.” [9]

Es una cita tan grosera y sólo radial, que no podríamos invocarla si no se repitiera el mismo perfil en tantas otras instancias y situaciones.

En su momento secretario del presidente R. Reagan, Paul Craig Roberts ha señalado: “EE.UU. ha caído muy bajo, a nivel moral y económico, a causa de su obediencia y seguimiento respecto al lobby de Israel. Incluso Jimmy Carter, ex presidente de EEUU y gobernador de Georgia, tuvo recientemente que pedir disculpas ante el lobby de Israel por sus honestas críticas al trato inhumano de Israel hacia los ocupados palestinos, para que su nieto pudiera presentarse a un escaño al senado por el estado de Georgia.” [10]

En 2010, Gideon Levy escribió: «[…]el señor Netanyahu es un “estafador… quien piensa que tiene a Washington metido en el bolsillo y que puede engañarlo”.» Basándose en un video que se filtró.

Comentando el mismo video, un documental hogareño donde B. Netanyahu, entonces ministro de Finanzas de Ariel Sharon, se despacha privadamente, Jonathan Cook comenta:: “Sentado en un sofá, dice a la familia que engañó al presidente de EE.UU. de entonces, Bill Clinton, para que creyera que estaba ayudando a implementar los acuerdos de Oslo, el proceso de paz patrocinado por EE.UU. entre Israel y los palestinos, realizando pequeñas retiradas de Cisjordania mientras en realidad estaba fortaleciendo la ocupación. Alardea de que al hacerlo destruyó el proceso de Oslo.

Y Cook remata: “Desdeña a EE.UU. al decir que “se le mueve fácilmente en la dirección correcta […].” (ibíd.) “Correcta”, quiere decir, claramente, en sentido favorable a Israel.

Los testimonios de la atroz dependencia de EE.UU. del control judeo-israelí son múltiples y lapidarios y buena parte de los casos son denunciados por judíos que se desmarcan del sionismo pro-israelí, como Norman Birnbaum: “EE. UU. está totalmente sometido al lobby israelí. Recordemos la absurda escena vivida en el Congreso de Estados Unidos durante la intervención de Netanyahu: cuanto más se alejaban de la verdad sus manifestaciones, más frenéticos eran los aplausos.” [11]

Más cerca nuestro, en el tiempo, leamos las declaraciones de Yonathan Stern, por un tiempo ocupante de territorio palestino (lo que la prensa pro-israelí llama colonos), norteamericano judío, entrevistado, vuelto a “Occidente”: “Estamos ahora a la cabeza de la sociedad. El yerno de Trump es judío, los judíos son los banqueros más grandes, controlamos la Reserva Federal,[12] controlamos Hollywood, todos esos abogados, los mejores contadores y financistas, los doctores de más prestigio, tenemos bienestar, poder, sobre todo teniendo en cuenta que somos apenas el 2% de la población de EE.UU.[13]

Hace mucho debió abandonarse la idea maniquea del tiempo del conflicto EE.UU-URSS que veía a Israel como “el portaaviones” de EE.UU. en el Cercano Oriente. Y darnos cuenta que EE.UU. es una sociedad, enorme, totalmente heterónoma, controlada por una minoría judeoisraelí con enorme poder sobre los resortes principales del país, como el Congreso, la Casa Blanca, Hollywood, el USDA y varias otras reparticiones.

Precisamente, esta neocolonización de EE.UU. desde adentro y desde afuera por el cabildeo señalado, ha ido forjando una sociedad dependiente, de tipo colonial, aunque muy sui generis porque retiene enormes dispositivos de poder propios. Pero cada vez con menos capacidad de decisión.

La sociedad estadounidense es tan compleja que esa relación de sumisión con los dictados judeosionistas ha despertado también en su seno, enormes resistencias. Es lo que se puede ver desde el GOP, el Partido Republicano, con alas totalmente disconformes con la heteronomía imperante. Hay además una prensa insumisa; Counterpunch, Global Research, Democracy Now, UNZ Review, Foreign Policy Journal, The Nation y muchísimos más que enfrentan este copamiento del país desde la Biblia, el AIPAC y la estrategia israelí.

Ésa es la explicación por la cual EE.UU. no ha actuado contra Irán pese a todos los esfuerzos desplegados desde Israel para que EE.UU. “ponga en vereda” a ese enemigo irreductible del hecho israelí. En las fuerzas armadas, en las instancias de seguridad, hay quienes resisten seguir sencillamente las instrucciones israelíes.

Existe en EE.UU. toda una potencia intelectual que no se ha asimilado ni rendido pese a la ofensiva política, cultural y mediática de Netanyahu, Trump, Jared Kushner, Jason Greenblatt, David Friedman, Eliot Cohen, David Epstein, Robert Kagan, Irving Kristol y todos los dispositivos mediáticos, legislativos, securitarios e institucionales a disposición.

Pero el creciente papel dependiente de EE.UU., teledirigido por fuerzas políticoideológicas referenciadas a Israel, está realmente colonizando lo que muchos ven como el Gran Imperio actual, trastornando sus decisiones y autonomía.

Por otra parte, con un racismo que hermana la historia de EE.UU. con la de Israel  –así como los hermana el fondo bíblico común–[14] vemos que ambas formaciones políticas se reconocen como fundadas por inmigrantes, con un odio y/o un desprecio radical hacia los originarios:

“Dejen que yo haga el trabajo sucio; dejen que con mi cañón y mi napalm quite a los indios las ganas de arrancar las cabelleras de nuestros hijos”  decía “El Carnicero”, en 1982,[15] cuando decidió invadir la tierra libanesa persiguiendo a los palestinos expulsados de su tierra, que a su vez se habían estado armando para resistir (técnica guerrillera de ese tiempo, que erigió héroes pero que a los palestinos no les sirvió).

Sharon se ve como matador de indios. Con ese plus canalla: no sólo invasores, sino indignados, porque los invadidos resisten… el perfil ético de esta configuración se define solo.

notas:

[1]   somethingjewish.co.uk, 10 octubre 2004.

[2]   Revista satírica, Buenos Aires.

[3]  “El “caso” Shmuley es atingente puesto que su alocución, que espigamos, circuló profusamente en EE.UU., en decenas de grandes periódicos como el NYT, en enormes cadenas televisivas como CBS y un largo etcétera.

[4]  Su nombre de propaganda fue “La Revolución Verde”.

[5]  “Susan Rice has a blind spot: Genocide” (NYT, fte. Wikipedia).

[6] Oded Yinon, “Una estrategia para Israel en la década del 80”, Kivunim, febrero 1982. Traducción de Israel Shahak (edición argentina de Editorial Canaán, Buenos Aires, 2007.

[7] A Report of The Project for the New American Century, Washington, 2000.

[8]  Escrito, como se recordará, durante la segunda invasión de EE.UU. a Irak (2003), con centenares de miles o millones de iraquíes muertos: EE.UU. reportará 4600 bajas; en la “Primera Guerra del Golfo”, 1991, había pasado algo similar; 300 soldados yanquis muertos respecto de unos 30 000 soldados iraquíes (Wikipedia).

[9]   Declaraciones radiofónicas del ex primer ministro de Israel, el 3 de octubre del 2001.

[10]   “Israel es quien gobierna en Estados Unidos”, CounterPunch, Patrolia, Calif., 30 dic. 2009.

[11]   “Estados Unidos, impotente ante Israel”, El País, Madrid, 27 jun 2011.

[12]    La organización, privada, que emite los dólares, públicos, en EE.UU.

[13]    Los últimos censos de EE.UU. dan unos 6 o 7 millones de judíos en el país. Entrevistado por Gilad Atzmon, “Impeachment and Antisemitism”, 14 ene 2020.

[14]  Grosso modo, me permito sostener que el judaísmo se basa en el Antiguo Testamento, como su biblia, particularmente, la Torah y el Tanaj. Y la Iglesia Católica, se apoya fundamentalmente en el Nuevo Testamento, alrededor de Cristo, aunque no desdeña y menos rechaza el Antiguo. Pero los protestantes, si bien cristianos, en al menos algunas de sus sectas, se apoyan mucho más en el Antiguo Testamento que en el Nuevo. Esa coincidencia en “las fuentes ideológicas” de tantos protestantes y judíos se traduce en una mayor cercanía política, y en una mucho mayor “libertad” para el destrato, incluso genocida, de otros pueblos (no fieles).

[15]  Ariel Sharon, cit. p. kaosenlared, 18 mayo 2006.

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ONU-UNSCOP: padres putativos de Israel – III

Posted on 23/02/2020 by ulises

por Luis E. Sabini Fernández –

UN NUEVO JUDAÍSMO

El sionismo provocó una revolución copernicana en el judaísmo. En rigor, varias. Como movimiento laico procuró instrumentalizar el ligamento religioso, judío, para su afianzamiento. Y lo logró consumando, claro, una entidad diametralmente distinta a la invocada. Si pudiéramos hablar de dioses, tendríamos que hablar de una metamorfosis, como bien explicita Gilad Atzmon, que nos recuerda que el formidable rabino Yeshayahu Leibovitz sostenía que el “Holocausto” era la nueva religión judía (a la cual Atzmon le encuentra el dios correspondiente).

Explica Atzmon: “Tiene sus sacerdotes (por ejemplo Simon Wiesenthal, Elie Wiesel, Deborah Lipstadt) y profetas (Shimon Peres, Benjamin Netanyahu, que son los que advierten contra un judeocidio iraní por venir). Tiene mandamientos y dogmas (por ejemplo ‘nunca más’) y rituales (días del recuerdo, peregrinaciones a Auschwitz, etc.). Posee un orden simbólico-esotérico establecido (por ejemplo, los kapos, las cámaras de gas, chimeneas, cenizas, zapatos, los campos de prisioneros, la figura del Musselmann,[1] etc.). También tiene un templo, Yad Vashem,[2] y santuarios (los museos del holocausto) en las capitales del mundo. La religión del holocausto también está sostenida por una red global de recursos financieros, lo que Norman Finkelstein llama ‘la industria del holocausto’, e instituciones como el Holocaust Education Trust. Esta nueva religión posee suficiente coherencia como para definir a sus ‘anticristos’ (negadores del holocausto) y tiene suficiente poder como perseguirlos (a través de las leyes que prohíben la negación del holocausto y los discursos de odio).

”Me tomó muchos años comprender que el holocausto, la creencia central de la fe judía contemporánea, no era un relato histórico, porque las narraciones históricas no tienen necesidad de la protección de la ley y de los políticos. En cierto instante del tiempo, un capítulo horrendo de la historia de la humanidad recibió un estatuto excepcional, meta-histórico. Su ‘facticidad’ ha sido sellada por leyes draconianas […].

”Esta nueva religión judía predica la venganza. Podría ser la más siniestra religión conocida por el hombre, porque en nombre del sufrimiento judío, otorga licencia para matar, arrasar, aniquilar, emprender ataques nucleares, saquear, realizar limpiezas étnicas. Ha hecho de la venganza un valor occidental aceptable. Los críticos de la noción de ‘religión del holocausto’  han sugerido que, si bien la veneración del holocausto tiene muchas características de una religión organizada, no ha establecido una divinidad exterior para adorar. No podría estar menos de acuerdo: la religión del holocausto encarna la esencia de la visión demo-liberal del mundo. Ofrece una nueva forma de culto, haciendo del amor de sí mismo una creencia dogmática, en la cual el fiel observante se adora a sí mismo. En la nueva religión, en vez del viejo “Yahvé”, “el judío” es el sujeto a quien los judíos adoran […].” [3] [4]

El planteo de Atzmon –disculpe el lector el largo de la cita− clarifica enormemente el comportamiento israelí. Judeoisraelí. Porque aunque Atzmon hable del judío deificado, es particularmente el judío israelí el eje de esa nueva religión basada en el Holocausto.[5]

Shlomo Sand, un historiador judío, en una investigación formidable explica otro cambio sustancial: de “tierra santa” a “madre patria” [6] y podríamos seguir enumerando tales metamorfosis que incluyen hoy, la de la transformación de lo judío como entidad espiritual a un ethos militarista que engendra jóvenes seguros y satisfechos de sí mismos, despreciativos y arrogantes (que, por suerte, siguen teniendo excepciones), consecuencia inevitable del contacto existencial con los múltiples checkpoints donde se los ejercita para el destrato, el manoseo, el abuso en tierra ocupada o conquistable.

HABÍA UNA PALESTINA HUMANA ANTES DEL SIONISMO

Uno de las grandes conflictos que tuvo la comunidad judía con el surgimiento del nacionalismo sionista fue el tema de la tierra: ¿adueñarse de ella?, ¿cómo adueñarse?

En general, dejaron de lado la presencia de seres humanos viviendo, desde siglos o milenios atrás, en la tierra que según la religión judía y el sionismo, un dios les había entregado a ellos (según la leyenda bíblica, no se trata de algún dios, sino del ‘único dios verdadero’).

Sin embargo, en el momento de la eclosión del sionismo, llegan a existir algunos judíos conscientes de la presencia de humanos en “la tierra prometida”.  Es proverbial el telegrama que un par de rabinos invitados a conocer Palestina, ya entrevista como futura tierra de recepción de judíos, le enviaran al comando sionista en Londres: “−la novia es muy bonita, comunicaban en forma cifrada aludiendo a la tierra, pero ya tiene novio”, aludiendo sin lugar a dudas a la población árabe.

Sand nos alcanza algunos testimonios  memorables. A fines del siglo XIX, en 1891,  Ahad Ha’an, dirigente sionista visita Palestina y “ve” a los árabes. Dice, con cautela, que puede parecer táctica nomás, que hay que adueñarse de esa tierra con mucho cuidado y tacto. Porque los árabes no son “salvajes del desierto, como los burros […] como todos los hijos de Shem tienen un agudo intelecto  y es muy astuto”.

Pero Ha’an va más allá del manejo táctico, puesto que reclama: “ser cuidadosos en nuestra conducta hacia un pueblo extranjero entre el que volvemos a vivir, y andar juntos en amor y respeto.” Y remata con esta observación; verdadero presagio de lo que acontecerá, y cada vez más, a todo lo largo del siglo XX y el actual XXI: “Sin embargo, ¿qué hacen nuestros hermanos en Eretz Israel? ¡Justamente lo contrario! Ellos fueron esclavos en la tierra del exilio y de repente se encuentran con una ilimitada libertad […] este súbito cambio ha engendrado en ellos un impulso hacia el despotismo, como siempre sucede cuando ‘un esclavo se convierte en rey’ y he aquí que andan con los árabes mostrando hostilidad y crueldad, invadiéndolos injustamente.” [7] 

Si el pasaje transcrito es trágicamente premonitorio, ¿qué decir de este otro planteo, también presentado por Sand?  Ilya Rubanovich, en 1886, se pregunta: “Qué se va a hacer con los árabes? ¿Esperarán los judíos ser extranjeros entre los árabes o querrán convertir a los árabes en extranjeros entre ellos? […] Los árabes tienen exactamente el mismo derecho histórico y acabaréis lamentando si −poniendo vuestra posición bajo la protección de los saqueadores internacionales y utilizando los acuerdos bajo cuerda y la intriga de una diplomacia corrupta− hacéis que los pacíficos árabes defiendan su derecho.” [8] Es lo que propondrá con descaro o autosuficiencia el mismísimo Herzl diez años después en El estado judío.[9]

Sand aclara muy lúcidamente que este planteo, que proviene de un socialrevolucionario ruso (Narodnaia Volia), está expresando una moral universal y lógicamente proviene de un socialista (al menos de los de entonces) y no de un judío religioso o sionista.” [10]

EL SIGNIFICADO TRASCENDENTE DEL HECHO COLONIAL

Centrándonos en nuestro abordaje, comparemos estas visiones de una tierra que estaba cayendo en un atroz conflicto, con el papel cumplido por la progresía latinoamericana de mediados de siglo XX cuando la flamante ONU, centrada en el poder y la capacidad de decisión de las élites de poder estadounidense –los “dueños de casa”−  designa una comisión, la UNSCOP  (United Nations Special Committee on Palestine)  para que “resuelva” el intríngulis palestino (reclamantes: judíos sionistas y resistentes palestinos).

Ya vimos en las partes anteriores la integración de UNSCOP y sus tomas de posición. Ninguna delegación árabe constituirá la UNSCOP y tampoco participarán las escasas naciones y estados africanos, que entonces integraban la ONU.

Ya examinamos el papel de Guatemala y Uruguay en la UNSCOP. Una palabra sobre el tercer estado latinoamericano que fue designado para integrarla; Perú. Probablemente su segundo plano reflejó la inestabilidad en el país; meses más tarde de su actuación en UNSCOP, un golpe de estado pondrá como dictador al general Manuel Odría. Siempre dentro de “la política hemisférica de EE.UU.”

Resulta lacerante, pero muy instructivo comparar el formidable pensamiento de Ilya Rubanovich considerando derechos de gente y pueblos, con total prescindencia de si están regulados, reglamentados o estatuidos,  con los legalismos de las delegaciones latinoamericanas que ya hemos examinado (y que llegan hasta las conveniencias propias o del Gran Hermano, ni un paso más).  

Los intelectuales latinoamericanos mostraron en el conflicto en Palestina cuánto los unía a los viejos poderes eurocentristas. Pocas veces quedó tan prístino el papel reaccionario del progresismo. Porque los gobiernos de Arévalo y luego Arbenz en Guatemala revistaron entre las fuerzas progresistas, progresivas, antioscurantistas de nuestra América Lapobre, que estas fuerzas calificaban con orgullo de América Latina, escamoteando el carácter nativo- latino-afroamericano del continente. 

Y lo mismo podemos decir del batllismo. No sólo en 1947. También en 1920 (Conferencia de San Remo)… y un siglo después… (véase Parte II). Tomemos un ejemplo absolutamente actual.

EL URUGUAY BATLLISTA. LA IDENTIFICACIÒN OCCIDENTALISTA

El multipremiado y multipresidente uruguayo Julio María Sanguinetti no ha encontrado nada mejor que titular su libro de exaltación y recordación del Estado de Israel La trinchera de Occidente,[11]  es decir, justamente el papel y la función que Theodor Herzl le brindara al Imperio Británico a fines del s XIX para promover un enclave judío en el Cercano Oriente: “Para Europa formaríamos allí parte integrante del baluarte contra el Asia: constituiríamos la vanguardia de la cultura en su lucha contra la barbarie.”[12]

Julio M. Sanguinetti (en adelante JMS) prosigue con la escotomización política que caracteriza a tanto progresista: habla de la epopeya del proceso histórico “de la nación judía histórica [sic]”, pero ni una palabra del sionismo como aparato intolerante que ha matado a muchos que se le opusieran (judíos incluidos), ni del papel del ejército israelí que pretendiendo ser “el más moral” del mundo ha confeccionado una serie de tratamientos y torturas supersofisticadas y que hoy en día son de aplicación entre las más atroces democracias o dictaduras del mundo (Chile, Bolivia, Colombia, Filipinas, Libia).

Al mejor estilo, que ya revisáramos con García Granados (véase parte I), sigue confundiendo  el papel de un antisemitismo violento, como el nazi, con el planteo de luchadores antiisraelíes y antisionistas que rechazan el abuso, el atropello, el crimen cotidiano contra los palestinos.  Sigue confundiendo la condición de víctimas de judíos perseguidos con la de victimarios, judíos, titulares despiadados de un poder colonizador.

Su panegírico es tan sesgado, occidentalista, como para erigir al Estado de Israel (triunfante, exitoso, pero pesadillesco) como “emblema de la civilización occidental”. Con ello él cree hablar de lo mejor del género humano. Olvida, de una plumada, la humanidad  que existe en el planeta fuera de Europa Occidental (e incluso dentro de Europa pero fuera de los círculos del poder anglonorteamericano). Sigue el trazado ideológico del batllismo: para Baltasar Brum, el principal continuador de José Batlle y Ordóñez, EE.UU. es el vástago principal de lo europeo occidental; el que “superará” el origen europeo. Un colonialismo mental asumido como valioso (véase parte II).

Jurídicamente, el trabajo de JMS resulta penoso. Sobre todo, tratándose de un abogado, titulado. Dice con negligencia o descaro: “Al cumplirse los 60 años de la resolución de Naciones Unidas que definió la partición de Palestina […]”.

Pero no se trata de ignorancia jurídica, que confunde una recomendación −sin poder de aplicación− y una resolución. Se trata de eludir la verdad histórica: no fue la ONU, que no podía, sino los militares sionistas quienes, mediante un golpe de mano que en árabe se denomina Nakba (agresión, amenaza, violencia) y que los sionistas bautizaron “Plan Dalet”, que terminó incluyendo violaciones y asesinatos incluso en masa, que el 15 de mayo de 1948 instituyeron el “Estado de Israel”.

Sanguinetti nos recuerda el rol protagónico que Uruguay y Guatemala lograran en la UNSCOP para la tesis de los dos Estados. Pero nada nos dice del silencio cómplice de Guatemala y Uruguay cuando los sionistas se adueñan de buena parte del territorio que la misma UNSCOP  pretendía atribuir a los palestinos.

Cuando se produce el cese de hostilidades, la fórmula de UNSCOP  es ignorada por las organizaciones sionistas e incluso por la propia ONU. La llamada guerra árabe-israelí fue un intento desesperado del mundo árabe por rechazar la invasión literal del territorio palestino por el enclave europeo sionista; la ”conquista”, como bien la define el historiador Miguel Ibarlucía.[13]

Pero la peripecia vivida por la población palestina lo tiene a JMS, como a tantos otros, sin cuidado. “No existen”; la famosa y penosa expresión de Golda Meir. No cuentan, no son occidentales, en suma.

La historia presentada por JMS, confecciona la epopeya: ”Ni bien se produce la declaración de independencia, se formaliza la real ‘guerra de la independencia’. Eran cinco ejércitos contra el muy precario de Israel […].”[14]

Traduzcamos tanta heroicidad falsificada a la historia.

La ONU, a través de la UNSCOP, pretendía mediar. Sus funciones no podían pasar de recomendar. Aun cuando ya estaba el juego  echado y, en todo caso, no lo sabían los árabes. Pero la estrategia de EE. UU. estaba decidida y bien custodiada por el lobby judío asentado en dicho país.

Si la ONU hubiese tenido cierta relevancia, los sionistas no podrían haber declarado el 15 de mayo de 1948 la independencia; esta declaración revelaba que no iban a ningún acuerdo y consiguiente partición, y que iban “a por todo”. Las organizaciones militares judías eran las agresoras efectivas y reales en Palestina, precedida su acción por la de los grupos terroristas judíos, que habían matado incontables civiles sobre todo entre palestinos (pero también ingleses y otros extranjeros). El Reino Unido, agotado,[15] se lava las manos y se retira el 14 de mayo de 1948;  sabe con ello en qué manos quedará el territorio: el 15 de mayo Palestina está inerme y bajo la acción militar y violenta sionista. La reacción de varios países vecinos, árabes, es enviar tropas a frenar la apropiación de un territorio árabe por Occidente.

JMS invierte todo: el único ejército en forma en Palestina, con el británico exhausto y evacuado, era el sionista; las tropas árabes que ingresan a Palestina eran escasas, peor armadas y en algún caso bajo mandos que buscaban  no defender a los palestinos sino conciliar con los sionistas… eran tropas no coordinadas y en algún caso ni siquiera militares.

 “En El Cairo [Egipto], el gobierno sólo se decidió a enviar tropas a Palestina a última hora, dos días antes del final del Mandato. Los diez mil hombres que había reservado para ello incluían un contingente grande, equivalente a casi un 50% de las tropas, de voluntarios de los Hermanos Musulmanes. Los miembros de este movimiento político, dedicado a devolver a Egipto y el mundo árabe a la ortodoxia del Islam consideraban que Palestina era un campo de batalla crucial en su lucha contra el imperialismo europeo. Sin embargo, en la década de 1940 los Hermanos también pensaban que el gobierno egipcio era un colaborador de ese imperialismo y cuando los miembros más extremistas de la organización recurrieron a la violencia, miles de ellos fueron encarcelados. En mayo de 1948, las autoridades los liberaron para que pudieran unirse a la expedición egipcia pero, como es evidente, carecían de cualquier entrenamiento militar y, pese a su intenso fervor, no eran rival para las fuerzas judías.

[…el reducido número de efectivos sirios que el país envió a Palestina se desempeñó tan mal que incluso antes de que terminara mayo los judíos consideraban la toma de territorio sirio, no ya palestino].

Las unidades libaneses eran todavía más reducidas […]”

Los precedentes son tramos del historiador judío Ilan Pappé[16] que ha investigado concienzudamente este período, y por decir verdades, ha sido tan hostigado dentro del tan democrático Israel que se ha visto obligado a pedir refugio. Vive en Inglaterra y sigue trabajando en la Universidad de Exeter.

Se trató entonces de un ejército, el sionista, consolidado, entrenado profesionalmente tanto en las filas del ejército británico como en los campos de entrenamiento cedidos por la Italia fascista. Contra tropas mal armadas, peor entrenadas, provenientes de estados débiles y recientemente establecidos con “los cambios de aire” producidos con el resultado de la 2GM; del viejo colonialismo al llamado neocolonialismo (se conservan los dominios imperiales, pero ahora con banderitas nacionales en las excolonias).

Así como JMS invierte cómodamente los términos militares del enfrentamiento en Palestina en 1948, así hace con innumerables aspectos: “Israel es una de las más hermosas gestas del siglo XX, así como el Holocausto que le precedió es el punto máximo de la maldad a la que puede llegar el ser humano.” Tres falsedades literariamente eslabonadas.

– La primera afirmación ignora que, por ejemplo, cuando las fuerzas sionistas proceden a llevar adelante el mencionado plan Dalet que desestructuró toda una sociedad, la palestina, asentada milenariamente, se desencadenó una migración forzosa de bastante más de la mitad de la población palestina; varios cientos de miles de campesinos y población urbana (aparte de los miles de asesinados). Ese desplazamiento se condensó en varios destinos: una buena parte de los expulsados quedaron en países ajenos, generalmente limítrofes; otros quedaron en territorio todavía considerado palestino  (Cisjordania, Franja de Gaza) y otros, finalmente, se instalaron malamente dentro del flamante Estado de Israel.

Algunos quedaron así a pocos km de su residencia anterior. De sus tierras, de sus cultivos. Cuidados durante años, décadas, tal vez familiarmente atendidos durante siglos…

Lo que pasó con varios de estos campesinos, literalmente desgajados, es ilustrativo y hace insensata o repugnante la opinión de JMS sobre “la hermosa gesta”: muchos de esos campesinos, en la noche, provistos de sus azadas o escardillos, se escurrían subrepticiamente  para llegar a “sus” tierras y atenderlas como siempre habían hecho. “El ejército más moral del mundo”, autocalificado “de Defensa” detectó estos movimientos. Y sencillamente se dedicaron a jugar al blanco con tales “invasores”. Cumpliendo las leyes recién instauradas por Israel. Los mataban como jugando con bolos.

Si con tales abusos canallescos, se estaba erigiendo al Estado de Israel, qué podíamos esperar… ¿y de qué hermosa gesta nos puede hablar JMS?

– La segunda afirmación es de carácter cronológico: “así como el Holocausto que le precedió”. Otra falsedad histórica puesto que el sionismo y la fundación consiguiente de Israel ha sido históricamente independiente de la persecución nazi a los judíos. Hay incluso un cierto amorío inicial entre sionismo y nazismo:[17] a mediados de la década del ’30 el nazismo perseguía judíos no sionistas, pero toleraba (y hasta auspiciaba) a los judíos sionistas.

Y JMS remata la frase transcripta con una tercera falsedad histórica que en todo caso revela una ignorancia supina: “el Holocausto […] es el punto máximo de la maldad a la que puede llegar el ser humano.”  Estos “topes”, “puntos máximos” suelen ser inexistentes. Le recomendamos a JMS  que, por ejemplo, conozca la acción del ejército imperial alemán sobre los hereros  en el África oriental a principios del s. XX, o que le eche un vistazo a la acción “civilizatoria” del rey Leopoldo II de Holanda en el Congo africano; “partidario de la intervención para llevar hasta África la religión y liberar a sus pueblos de la esclavitud.”[18] “Los castigos hacia los indígenas por no cumplir las expectativas de producción derivaban en asesinatos masivos ‘ejemplarizantes’ de la mano de la Force Publique” (ibíd.).

Otra técnica para levantar la productividad congoleña era la mutilación de manos o pies de los remisos; lamentablemente quedan muy pocos testimonios de la amplitud de semejante ejercicio porque el rey Leopoldo II tuvo la precaución de quemar todos los archivos cuando la opinión pública, estremecida por relatos periodísticos, empezó a repudiar su proyecto “filantrópico y civilizatorio”.

“La cantidad de víctimas de este abominable régimen se elevó a la dramática cifra de entre cinco y diez millones de personas asesinadas durante el dominio del soberano belga” (ibíd.).

Nos damos cuenta que a JMS no le interesan los hechos históricos, lo que se llama la verdad histórica. Él está satisfecho con su papel de dignatario  reconocido, y del Estado de Israel le importa su brillo tecnológico, no su racismo estructural.

Hemos analizado más circunstanciadamente la actuación de JMS, no por ser única, lamentablemente, sino porque es un exponente tenido por “culto” respecto de las realizaciones del Estado de Israel y su fuente doctrinaria, el sionismo.

Y porque en Uruguay abunda el culto al Estado de Israel.

Recordemos que hace apenas un par de años la delegación del PIT-CNT hizo una visita “fraterna” a la Histadrut israelí, una central sindical fundada con los preceptos del fascismo, compuesta por asalariados y patronos. Ferozmente racista en su origen, puesto que admitía únicamente asociados judíos… en un país con mayoría (entonces) no judía…

O cuando hace unos diez años, la marina israelí abordó, al mejor estilo pirata, un convoy de barcos solidarios con la Franja de Gaza bloqueada (por Israel y Egipto) y asesinó a una decena de tripulantes que procuraron sin armas resistir el abordaje: el repudio ante la matanza fue generalizado… pero en Uruguay, y probablemente en Israel, se levantaron voces aplaudiendo a los atacantes… en Uruguay, en diarios de los llamados progresistas.[19]

Y cuando en noviembre de 2016  la Asociación de Profesores de Historia del Uruguay (APHU) organiza su 25ª. Conferencia Nacional “Encrucijada de caminos: Medio Oriente en la mira”, para la cual había recibido el Salón de Actos de la intendencia fernandina, el CIPEMU,[20] alegando que se trataba de un acto antisemita, objetó la cesión, y con presteza el intendente la revocó.[21]

 

Testimonios del enfoque racista y victimista se repiten hasta la náusea y no sólo, por cierto, en Uruguay; pongo apenas otro ejemplo: Golda Meir, una sionista estimada por JMS como heroína y conocida por su frase concluyente “Los palestinos no existen” (frase que procuró llevar a término durante toda su vida como dirigente israelí). Meir le echaba la culpa a los “muchachos palestinos” porque se hacían matar “por nuestros muchachos”. Obsérvese la nula responsabilidad asumida: son los muertos, los matados, los culpables. Si aceptaran ser esclavos, desplazados, humillados, castigados, no habría problema.

 

Solo colonialistas que dibujaron países africanos y fronteras a su antojo y conveniencia (e incluso, en la medida de sus posibilidades, lo mismo con países asiáticos, oceánicos y americanos), descuartizando territorialmente a muchas sociedades para ampliar rentabilidades, solo a gente con tamaña mentalidad se les pudo ocurrir restaurar un “reino judío” en Palestina ignorando los milenios faltantes. Y el principio elemental de prescripción.

Y pretendiéndose tan modernos y científicos, basar el engendro en un libro que NO es de historia.

EL CONO SUR AMERICANO Y SU IDENTIFICACIÓN ACTUAL CON ISRAEL

Nuestros gobernantes, los de la región del Plata y el Cono Sur americano parecen empeñados en ignorar los atropellos, las violaciones de Israel a las normas democráticas o de derechos humanos más básicas con tal de congraciarse el favor de poderes innominados pero muy pesantes.

El gobierno saliente uruguayo, el 27 de enero ppdo. ha resuelto acompañar la convocatoria del International Holocaust Remembrance Alliance[22] a modificar, en rigor a ampliar, la definición de “antisemitismo”: que críticas al Estado de Israel constituyan antisemitismo. El embajador israelí en Uruguay, Yoed  Magen, se encargó de la doble tarea de conseguir el alineamiento de Rodolfo Nin Novoa y el gobierno saliente y de obtener igual promesa del entrante, con Luis Lacalle Pou como presidente a asumir el 1º. de marzo. El embajador declaró, tranqulizadoramente, cuando la primera ronda electoral: “la esperanza de que, en este marco conmemorativo, el actual gobierno encabezado por Tabaré Vázquez pueda adoptar esta definición internacional de antisemitismo, que no compromete bajo ningún concepto cualquier tipo de políticas o ideologías«. Significativa alusión a “la falta de ideología” tratándose de una tan acabada construcción ideológica para eximir de cargo y culpa a los atropellos llevados adelante por el Estado de Israel.

En el caso argentino, las relaciones con el Estado de Israel han sido más tempestuosas por la existencia del peronismo y sus propios amores políticos. Tanto Perón en su momento como Cristina Fernández de Kirchner y particularmente su canciller Héctor Timerman, han sido hostigados por Israel.[23]

En Chile y bien recientemente, tenemos la total confluencia de la seguridad chilena con la correspondiente israelí; cierta modalidad de la represión a la rebelión callejera de 2019, todavía en pie de lucha lleva la marca “made in Israel”, por ejemplo, la precisión.[24]

Y si hablamos del Brasil de Jair Bolsonaro, la proximidad y confluencia con el Estado de Israel se hace patente y de enorme proyección por la importancia relativa de un estado con 200 millones de habitantes: los hijos del presidente se han identificado con los colonos violentos y abusadores que con protección militar o policial acosan y golpean a campesinos palestinos, y el principal aliado interno de Bolsonaro, la Iglesia Universal del Reino de Dios, IURC, tiene su sitio de purificación espiritual al que ir en viajes desde Brasil… en Israel. Bolsonaro expresa en los destinos de Brasil el BBB: biblia, boi [vacunos], bala. La consigna de la extrema derecha satisfecha.

¿Y LA CORTE PENAL INTERNCIONAL DE JUSTICIA?

La CPI no ha sido capaz de cumplimentar un solo veredicto de los dictados a lo largo de décadas ante las reiteradas violaciones del Estado de Israel, como con el tristemente conocido paredón de cientos de km que fragmentó lo que quedaba del territorio palestino (2005), o respecto de asentamientos de colonias judías en territorios que hasta la ONU entendía correspondían a Palestina. O del derecho de palestinos sitiados a romper pacíficamente el bloqueo. La ONU parece haber perdido la cuenta de las veces que Israel ha burlado sus prescripciones. Uno se pregunta si algún otro estado podría tener semejante índice de desacato respecto de la comunidad internacional… Una triste comprobación de la falta de justicia de la Corte que la invoca es que, por ejemplo, desde 2015 su integrante, Fatou Bensouda, designada para un examen preliminar de “presuntos crímenes de guerra” en territorios palestinos “no ha abierto [hasta ahora] ninguna investigación formal que pueda llevar a enjuiciamientos”.[25] Que no nos extrañe: Fatou Bensouda se ha dedicado a igualar violaciones y crímenes de guerra de “las dos partes en lucha” (ibíd.). Como si Israel y lo que queda de la sociedad palestina (incluyendo los nucleamientos de resistencia armada) fueran equiparables y tratables como partes iguales ante un territorio en disputa y no que, históricamente, el sionismo organizado invadió Palestina y se fue adueñando de territorios…

“LAS RESOLUCIONES DE LA O N U  (MAL) INVOCADAS POR ISRAEL

Como explica Jeremy Hammond,[26] el movimiento sionista y el Estado de Israel apelan a la presunta legitimación de la ONU para justificar su existencia.

Pero ya hemos dado cuenta a lo largo de nuestro abordaje que la ONU en general y la UNSCOP en particular carecen de atribuciones para generar, fundar, un estado. Carecen ahora y carecían en 1948, cuando se establece el Estado de Israel. Algo que acabamos de describir con apoyo en historiadores, judíos, que han optado por la verdad histórica y no por la geopolítica de poder.

Y ya vimos que la propuesta de partición de UNSCOP no fue respetada por las fuerzas sionistas que en ningún momento intentaron volver a la recomendación de partición propuesta por UNSCOP.

Hammond explica que mediante una confusión conceptual se ha procurado contrabandear lo acontecido como si hubiese sido válido, legítimo. La ONU presentó en su carta fundacional (1945) como válido y propio de nuestro derecho internacional “el derecho a la autodeterminación de los pueblos”. Pero no el “derecho a existir” de un pueblo, que es harina de otro costal.

“El derecho a existir de un pueblo” no lleva consigo, de modo automático, un territorio ni la consecución sucesiva de territorios. Lo primero se aplicó, precisamente, en 1948. Y lo segundo, en  las Alturas de Golan en Siria, en 1981.

Dada la extraordinaria ligazón ideológica, geopolítica de EE.UU e Israel, y los afanes de muchos defensores de esa alianza para justificarla como unión de destino, nos parece apropiado poner a disposición un apunte de Thomas Jefferson acerca del derecho a la tierra (1789): “[…] la tierra le pertenece al que en ella vive […] los muertos no tienen ni poder ni derechos sobre la tierra. Al momento de la muerte, la porción ocupada por un individuo cesa de ser suya y se revierte a la sociedad […]. Los niños, los legatarios o los acreedores que la tomen para sí lo hacen no por algún derecho natural sino por leyes de la sociedad […] por lo mismo ningún hombre puede ser obligado a ceder la tierra que ocupaba […]”.[27] Que el pensamiento de Jefferson, anglonorteamericano y racista, nos muestre el atroz origen de EE.UU. mediante la ocupación violenta de territorios habitados no invalida que a la vez quite todo sustento a la colonización −violenta− de una Palestina habitada.

¿QUÉ TIENE ISRAEL QUE LO HACE TAN ATRACTIVO PARA ANTISEMITAS, FASCISTAS Y RACISTAS COMO TRUMP, BOLSONARO Y DUTERTE?

Esta es la pregunta que Tony Greenstein plantea.[28] Y que vemos de extraordinaria vigencia. Israel ha logrado recrear una internacional del pensamiento de extrema derecha, ultraconservador, racista militante, defensor a ultranza del poder y los poderosos.

Ya vimos esas ligazones con  varios estados de los llamados latinoamericanos en momentos sobre todo en que fueron o son gobernados por poderes despóticos, al estilo bbb, en Brasil.

Pero Greenstein da otros ejemplos muy llamativos: Geert Wilders, fascista holandés, no populista sino oligarca, que define a los marroquíes instalados en Holanda como “escoria”,  considera a Israel la primera línea de batalla para afianzar “la civilización occidental”.

Algo así puntualizaba el noruego Anders Behring Breivik cuando asesinó a sangre fría a unos 80 seres humanos en Noruega; una primera decena de noruegos en la capital, para desviar la atención policial y tener las manos libres (ocupadas por un fusil) para matar en la isla Utøya a decenas de jóvenes socialdemócratas acampados, en su mayoría de origen árabe. Preguntado por su fuente de inspiración, si era nazi, rechazó vehementemente tal perfil y se reconoció inspirado por el Estado de Israel.

Por eso, cuando la agitadora profesional Pilar Rahola, presentada como dirigente catalana  declara: “Cuando se violenta, insulta o mata a un judío por ser judío, toda nuestra civilización es violentada”,[29] la pregunta que me hago es qué es lo violentado cuando se insulta, se violenta o se mata a un irlandés  por ser irlandés, a un congoleño por ser congoleño, a un aymara por ser aymara o a un palestino por ser palestino; el pueblo precisamente vaciado por algunos judíos, que son casualmente los que despiertan una sensibilidad tan exclusiva en esta admiradora de la mujer-batalla, Golda Meir.

Es que, como dice el investigador Norman Finkelstein, “Israel no es simplemente un estado de extrema derecha sino un país de extrema derecha. No se trata simplemente de un gobierno de extrema derecha sino de una ciudadanía de extrema derecha. Israel no tiene izquierda. Israel no tiene centro, tiene una derecha, extrema derecha y aun más derecha.[30]

Con razón al amorío entre EE.UU. e Israel.

Atención a los segundones que son legión; los partidarios de los etnoestados, por ejemplo.

 

 

[1]  En los campos de concentración nazis, donde había encerrados tantos judíos, se le llamaba “hombre musulmán” al exhausto que ya no podía trabajar y apenas respirar. Desconozco el motivo de tan peculiar designación.

[2]  Miko Peled hace una observación escalofriante: desde el emplazamiento de Yad Vashem se divisa el lugar donde estaba la aldea palestina Deir Yassin destruida hasta sus cimientos luego de la matanza colectiva de sus habitantes, hombres, mujeres, niños, en abril de 1948.

[3]  La identidad errante, Editorial Canaán,  Buenos Aires, 2013. Su primera edición: The  Wandering Who?, Zero Books, Londres, 2011.

[4]  El planteo de Yuval N. Harari, militar, una luminaria de la intelectualidad israelí, puede dar razón al análisis de Atzmon: “El proyecto principal de la revolución científica es dar a la humanidad la vida eterna” (Animales y dioses, Penguin Random House, Buenos Aires, 2016).

[5]  Una terminología religiosa y monopólica para referirse al genocidio perpetrado por el nazismo contra los judíos, que expresa una sustracción a la peripecia humana, encarnada en tantos genocidios. Por eso, un judío, Néstor Kohan, aclara: “parte de mi familia fue torturada y masacrada por los genocidas nazis (genocidio que no tuvo nada de ‘holocausto’).” (“Antisemitismo”, 14/5/2009).

[6]  La invención de la Tierra de Israel, Editorial Akal, Madrid, 2013.

[7]  Shlomo Sand, ibíd., p. 201.

[8]  Shlomo Sand, ibid., p. 200.

[9]  El Estado Judío, La Semana Publishing, Jerusalén, 1976. Véase el pasaje en el próximo capítulo, llamada 12.

[10]   Es de hacer notar que respecto del universalismo concebido desde el socialismo (hasta que aparezcan los socialismos nacionales o nacionalsocialismos), tanto el sionismo como el judaísmo chocan, y por las mismas razones; se trata de sistemas e ideas antiuniversalistas; tanto la de la religión judía para un “pueblo elegido” como la de un nacionalismo (cualquiera que sea).

[11]   Penguin Random House Grupo Editorial, Montevideo, 2018.

[12]   Ob. cit., El Estado Judío.

[13]  Israel, Estado de conquista, Editorial Canaán, Buenos Aires, 2012.

[14]  Sanguinetti, ob. cit.

[15]  La IIGM había terminado hacía apenas 2-3 años.

[16]  La limpieza étnica de Palestina, Editorial Crítica, Barcelona, 2006.

[17] Véase las investigaciones de Lenni Brenner: El sionismo en la época de los dictadores, 1983, editado en castellano por Editorial Canaán, Buenos Aires, 2011 y Colaboración de los dirigentes sionistas con los nazis, 2002, editado en castellano por Editorial Canaán, Buenos Aires, 2011.

[18]  Wikipedia.

[19]  Véase mi artículo “Ante el abordaje violento de los barcos a Gaza: palabras insultantes vs. hechos incontrastables”, agosto 2010.

[20]  Comunidad israelita Punta del Este, Maldonado, Uruguay.

[21]  Estuve presente en sesiones de dicho encuentro y pude percibir que uno de los docentes, considerado por CIPEMU antisemita, tenía una idea crítica de Israel, pero para nada antisemita.

[22]  Es una organización intergubernamental fundada a fines del s. XX, conocida por su sigla, IHRA.

[23] Héctor Timerman, hijo de un periodista detenido, secuestrado y expulsado por la dictadura argentina de 1976. Entonces, Jacobo Timerman fue recibido en Israel por su condición de judío y poco después abandonó Israel como refugiado político por no acompañar la invasión de Israel a El Líbano, en 1982. Con lo cual el apellido o la estirpe Timerman no debe haber sido del agrado del Estado de Israel. Las “culpas” del padre parecen haber pasado al hijo. Estando el canciller  argentino de visita en Israel, durante la investigación sobre la AMIA, Avigdor Lieberman, a la sazón ministro israelí de “Defensa”, le pregunta por qué Argentina lleva o quiere llevar adelante la investigación sobre los autores del atroz atentado a la AMIA. Timerman le explica, pedagógicamente, que para encontrar a los culpables y aplicar la condigna pena…. Lieberman lo interrumpe: −pero para qué tanta historia si ya la opinión pública ha encontrado a los culpables… Lieberman no remata su “razonamiento” señalando quién y cómo se construyó, se construye la “opinión pública”. Lástima, porque habría quedado bien claro quiénes cometieron tales atentados… (https://www.pagina12.com.ar/81818-quisiera-que-haya-un-juicio-lo-antes-posible). 

[24] Véase el muy documentado artículo de Maciek Wisniewski, “Israel y la represión en Chile” (Red Latina sin Fronteras, 24 ene 2020). Quien esto escribe no puede dejar de pensar en los ojos dañados, centenares.

[25]  Maureen Claire Murphy, ¿Está la CPI a punto de cerrar la puerta de la justicia para Palestina?”, Electronic Intifada, 21 dic. 2019.

[26]  Why Israel Has No “Right to Exist”, 15 mar 2019.

[27]  Cit. p. Frances Moore Lappé, Rediscovering American Values, Ballantine Books, Nueva York, 1989.

[28]  Editado por Azvsas. Publicado por www.rebelion.org, 14 set. 2019.

[29]  El País, Montevideo, 19 feb. 2015.

[30]  Cit. p. Tony Greenstein, Azvsas, ob.cit.

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