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Histadrut y PIT-CNT, un sólo cuore

Publicada el 20/04/2017 - 17/05/2017 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández

Uruguay es una perla del collar sionista en el mundo.

UN POCO DE HISTORIA

Uruguay ha recibido judíos desde tiempo atrás, s. XIX. Pero es con la primera posguerra, década del ’20 que la inmigración judía se hace más significativa: entre 1925 y 1933 se registra el ingreso de 9000 judíos (se estima un número no mayor de italianos).

Hacia mediados del s. XX, cuando el nazismo persigue judíos cada vez con más peligro de vida, aunque Uruguay luego del golpe de estado de Gabriel Terra había endurecido los permisos de ingreso al país (por ejemplo, para republicanos españoles fugitivos y justamente judíos perseguidos), la sociedad uruguaya tuvo un comportamiento, llamado “de puertas entornadas”, que se traduce en que entre 1933 y  1942 ingresen 7000 judíos. Como se ve, un ingreso relativamente similar al período de puertas abiertas. Pero con una diferencia en el carácter de los judíos arribados al país: antes de la Gran Guerra, habían sido sobre todo inmigrantes, los posteriores a 1933 son refugiados. Entonces, el senador batllista Enrique  Rodríguez Fabregat fue adalid de esta solidaridad para con los perseguidos.

 

NO ES LO MISMO JUDÍO Y SIONISTA

Como pasa tan a menudo, “las cartas se entreveraron” con facilidad y presteza.

Porque cuando el Imperio Británico extendiera la declaración de auspicio a un “Hogar Judío” en Palestina (2 nov. 1917), llevada adelante por Arthur J. Balfour, canciller imperial y encarnizado racista que se dedicó a establecer la Sudáfrica del apartheid y el “hogar” sionista en Palestina, significativamente el flamante Uruguay batllista en la persona de su canciller Alberto Guani, la apoyará calurosamente en  el ámbito de la Sociedad de las Naciones.

Dato peculiar, por cuanto el batllismo, en plena década del ’20, bregará por separarse y hasta romper con el colonialismo británico, asegurándose un papel satélite del imperio joven, pujante y americano, EE.UU.[1]

Iniciando la década de los ’40 y a la vista del auge nazi, EE. UU. trató de asegurarse el control continental americano. Como dice el historiador Luis Dellanegra Pedraza, hacer eje en el monroísmo arrinconando al alicaído bolivarismo. Creando instancias de coordinación (y control) político-militar. “La preocupación” que desde EE.UU. se calificaba de “hemisférica” era entonces la sostenida neutralidad argentina, que no quería plegarse a la estrategia estadounidense.

El relevante papel del Uruguay para ser hospitalarios con los refugiados (algo que ya había sido muy importante en el Uruguay durante el siglo XIX, con franceses, por ejemplo) se confundió con el fomento de la colonización, ya no judía sino sionista, en Asia, en Palestina.

En el conocimiento vulgar estos dos fenómenos son apenas dos etapas de una misma, sencilla secuencia: nazis persiguen judíos; judíos (sobrevivientes) viajan y se establecen en Palestina forjando “el país de los judíos”.

Pero la historia no es ésa. Ben Gurion, figura clave del Estado de Israel, lo aclara: «Ya he tratado exhaustivamente la razón por la que estamos aquí, razones que yo, como un pionero de 1906, puedo afirmar que ¡no tienen nada que ver con los nazis![…].” [2]

La superposición de esos dos elementos se traducirá, por indicación de fuerzas ajenas al país, en la formación de la Comisión Especial de la Organización de las Naciones Unidas para Palestina[3] conocida por su sigla en inglés UNSCOP, una comisión de la flamante ONU, de 1947, amanuense al servicio de la política continental y mundial de EE.UU.[4]

La UNSCOP sellará nuestra relación ya no con los judíos, como en el pasado uruguayo, sino con los sionistas fundadores de Israel, que son algo muy distinto. [5]

Pasamos de simpatizar con población perseguida a también simpatizar con población colonialista, abusadora, racista que despojó por las armas de su tierra a un pueblo allí instalado milenariamente.

 

ASPECTOS IDENTITARIOS Y PROBLEMÁTICOS

No hay tanto de qué extrañarse. En la UNSCOP, tanto la India (del recién asesinado Gandhi, crítico radical de los empujes sionistas a costa de los pueblos oriundos de Palestina), como Irán con su población persa milenaria, como Yugoeslavia, que era entonces una federación recién constituida, comunista, de pueblos eslavos (del sur), advirtieron la gravedad del despojo en Palestina para congraciarse con la demanda colonialista e imperial, sionista. En cambio, Perú, la República Dominicana, Uruguay, Guatemala, Australia, Canadá eran también sociedades creadas mediante colonización sobre poblaciones originarias en algunos casos eliminadas o radiadas por completo, como en Australia, Canadá, Uruguay. Y EE.UU., el forjador de los nombramientos de la UNSCOP, era también un estado creado sobre los restos de naciones indias norteamericanas.

El Estado de Israel procuraba también adueñarse de un territorio a pesar de sus habitantes.

A mi modo de ver esta identidad originaria guarda mucha relación con nuestra propia identidad e historia (como la de unos cuantos estados representados en la UNSCOP). Un rápido paneo por nuestro país.

En marzo de 1945, cuando todavía no había acabado formalmente la  GM II, aunque El Eje nazifascista ya estaba en las últimas, Uruguay se convierte en anfitrión, primero en la América al sur del río Bravo, del Primer Congreso Sionista Latinoamericano (porque entonces en “el Nuevo Mundo”  lo afro y lo indo no tenían entidad y América Lapobre era para sus élites latinoamericana).

El 14 de mayo de 1948, el mismo día que el sionismo proclama el Estado de Israel, es Uruguay el primer país sudamericano que lo reconoce diplomáticamente.

No hay que extrañarse que un miembro de la estructura institucional sionista de primer nivel como José Luis Piczenik perciba como “profundo el lazo de hermandad que une a Israel con un país que comparte los mismos principios éticos y jurídicos de justicia, paz y bienestar nacional.” Prescindiendo de las dos útimas palabras, porque el bienestar nacional en un país periférico no alcanza a todos sus habitantes ni a su mayoría, Piczenik describe algo cierto.

 

Y bien: aquellos polvos trajeron estos lodos. Dirigentes del PIT-CNT aceptan un viaje dirigido a Israel y son digeridos por la máquina de Public Relations que funciona tan lubricadamente con apparatchiks como Ana Jerozolimski y toda la plana mayor de la Histadrut una organización sionista histórica, constructora primordial del Estado de Israel, organización patronal por excelencia pero que, al mejor estilo de los sindicatos verticalistas del fascismo representa (también) a los obreros.

Penoso el papel de los que se reclaman de izquierda, socialistas, comunistas, y membretes por el estilo. Hablando de la modernización del Uruguay y de  puestos de trabajo que requieren “determinados niveles de conocimiento” nuestros “viajeros” se refieren a ellos mismos como “dirigentes sindicales que se amolden a ese nuevo modelo de trabajador”: la clase de “dirigentes sindicales” ya es una entidad en sí, un estrato social por sí mismo, diferenciado, por ejemplo, de los trabajadores.[6]

Revelador juego de la verdad.

El Uruguay oficial tiene un potencial de sumisión mental y dependencia imperial que a los uruguayos cualquiera, del llano, debería rebelarnos, no congratularnos.

[1]  El batllismo enfrentó resistencia a esa identificación; tanto desde un coloradismo tradicional y más hispánico, como el arielismo de J. E. Rodó como desde el Partido Nacional, con acentos nacionalistas como el de Luis A. de Herrera o antiimperialista como el de Carlos Quijano.

[2]  Memorias. Cit. p. Judíos por la Justicia en el Oriente Próximo, “El Origen del Conflicto Palestino-Israelí” (y II), Z-net en Español, 2001.

[3]  Integrada por Australia, Canadá Checoeslovaquia, Guatemala, Holanda, India, Irán, Perú, Suecia, Uruguay, Yugoeslavia.

[4]  «En esa época [nov. 1947] los EE.UU. habían emergido como el partidario más agresivo de la partición… Los EE.UU.  lograron que la Asamblea General demorara una votación ‘para ganar tiempo hasta conseguir que ciertas repúblicas latinoamericanas se alinearan con sus propios puntos de vista.’… Algunos delegados acusaron a los funcionarios estadounidenses de ‘intimidación diplomática.’ Sin la ‘terrible presión’ de los EE.UU. sobre ‘gobiernos que no se podían permitir el riesgo de represalias estadounidenses,’ dijo un editorialista anónimo, la resolución ‘jamás hubiera sido aprobada.'»   John Quigley, «Palestina e Israel: Un desafío a la justicia.». Cit. p. Judíos por la Justicia en el Oriente Próximo, “El Origen del Conflicto Palestino-Israelí” (I), Znet, 2001.

[5]  Véase p. ej. Contra el Estado de Israel del rabino canadiense Yakov Rabkin.

[6]  Citas de la entrevista de dirigentes de PIT-CNT, Ana Jerozolimski, 9 abr 2017.

Publicado en Centro / periferia, Palestinos / israelíes, Uruguay. Qué hacer

Marihuana y mala onda

Publicada el 05/04/2017 - 06/04/2017 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández

Los esfuerzos del gobierno uruguayo de ser a la vez dos cosas irreconciliables: entregar todos los bienes de la tierra (y el mar y el aire) a las transnacionales  ─basta ver la venta de tierras en los últimos diez años a empresas no precisamente locales─   y a la vez alegar contra la penetración ¿se podrá decir imperial?;  luchar por la democracia y a la vez cultivar la imagen de defender lo revolucionario; defender la igualdad de los seres humanos y a la vez referirse a “peruanas dóciles”; defender nuestro medio ambiente y a la vez encontrar que nuestro suelo, nuestras aguas están buenas, con límites de seguridad ambiental bien protegidos, cuando todas las mediciones han sido más que intranquilizadoras; plantear la importancia de la justicia contra los delitos más aberrantes cometidos en el país y a la vez confeccionar un plebiscito suficientemente preparado para que un 48% de votos contra la impunidad sobre el total de electores (cuando a favor de defender la impunidad en el país no iba a conseguirse más de un 15%), terminara ─mediante “la avivada” de no hacer registrar los votos a favor─ en que algunos paniaguados se atrevieran a invocar que un 52% del electorado quería mantener la “caducidad de la pretensión punitiva”…

En este universo de lacerantes contradicciones, tenemos ahora que en un país con crecientes dificultades materiales, de pobres que se empobrecen, de inversiones que se ansían y se hacen rogar, de contaminaciones fuera de control, se le lleva a la gente un antídoto contra la mala onda.

En un país con intenso consumo de mate, se legaliza agregarle marihuana. Con el argumento de que NO se tratará de material psicoactivo. ¿Què significa marihuana o cannabis no-psico-activo?

¿Existe? Si no es psicoactivo, para qué incorporarlo a la yerba (que ya tiene ciertos ingredientes psicoactivos, como la cafeína)?

Interpreto que la legalización y vuelco masivo de marihuana en la yerba mate es un intento del gobierno uruguayo de hacer feliz, al menos más feliz a la gente.

Evitar la malarracha, la depre, la mala onda.

Cortar la tendencia al suicidio, alta en el país según estadísticas no muy difundidas.

La medida de nuestro superior gobierno me hace acordar a la política del gobierno de la era fordiana de Un mundo feliz, de Aldous Huxley, que distribuía soma gratis a la población, en rigor para hacer más llevadera las miserias cotidianas.

Extraordinaria la viveza del gobierno. Ya que el país va perdiendo todas sus riquezas, una  a una, dilapidadas y contaminadas por empresas ajenas (o nacionales), para que “la gente” no se bajonee, le damos un poco de soma.

Así gobiernan para “la gente”. Pero no necesitamos medidas risueñas sino sanitarias, laborales, educacionales, ambientales y, sepámoslo, desde nosotros mismos.

Publicado en Uruguay. Qué hacer

La sacralizada Liga de Antidifamaciòn de EE.UU., ¿difama?

Publicada el 18/03/2017 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández

La Liga de Antidifamación de EE.UU. (Anti-Defamation League, ADL) que fue fundada en 1913 por  B’nai B’rith (en castellano, «Hijos del Pacto», una organización a su vez fundada por judíos en 1843 y a menudo tipificada como masona), hace labor de lobby en el Congreso de EE.UU. y lleva adelante actividades referidas a su denominaciòn.

El diario El País, de Montevideo ha publicado una noticia sobre esta labor,[1] que entendemos significativa.

En títulos a toda página este diario señala que “uno de cada  cuatro argentinos tienen actitudes antisemitas”.

Dos observaciones se imponen:

  1. El estudio se hace sobre muestreos: en el mundo entero se recabaraon 53 mil entrevistas; no sabemos cuántas correspondieron a Argentina, pero sí se informa que en 2015 se hizo una “actualización del índice […] con un muestreo telefónico de 500 encuestados.”

Sin embargo, la presentación hace un salto mortal y pasa de encuestas que apenas dan, si dan, una tendencia, a guarismos de envidiable exactitud:

En Argentina, nos dicen: de 28.280.537 adultos 6.800000 “albergan actitudes antisemitas”. Siete millones de argentinos, ¡caramba!, no parece poca cosa.  Sin embargo, el pasaje de encuestas muestreadas a un universo  total no parece un método muy confiable. El guarismo 28.280.537 y el de 6.800 000 son construidos, inferidos, y al presentarlos con tamaña exactitud, son francamente falsos.

  1. Hay, empero, otro aspecto de dicha “investigación” que entiendo es todavía más grave.

¿Cuáles serían las preguntas que revelarían antisemitismo?

Si se me pide a mì (y creo que a buena parte de “la gente”) ejemplos de preguntas a la pesca de prejuicios, pondría como ejemplos: ¿Son tan honestos los judíos como los franceses? o “Enumere qué gente le parece menos confiable” o ¿Con quienes no quisiera usted que sus hijos se casen (o hagan pareja)?

Imagino que si en la primera pregunta los judíos quedan con un porcentaje más alto, eso podría revelar una actitud antisemita. En la segunda, si en los listados de gente “no confiable” aparecen y se reiteran ejemplos con negros, pobres, judíos, gitanos, bolivianos, uno podría inferir racismo en general y particularmente si alguna de esas categorías de poblaciòn se lleva el mayor número, una actitud racista focalizada. Y si en la tercera aparecen los judíos entre los no deseados, igualmente esto estaría revelando antisemitismo.

Porque el antisemitismo, como el racismo en general, prescinde de los hechos; descansa en algo no pensado, no es producto de la experiencia ni de los juicios que se construyen con la experiencia; por eso se habla de pre-juicios.

Pero vayamos a las preguntas que la B’nai B’rith y su vástago ADL entienden definitorias de antisemitismo:

La ADL presenta “once afirmaciones cuya respuesta en términos de «probablemente cierto» en al menos a seis de las cuestiones es considerada como índice de antisemitismo.”

Y nos “advierte”: “Los índices más altos de respuestas consideradas prejuiciosas se relacionan a las premisas «los judíos tienen demasiado poder en los negocios» (50%); «los judíos hablan demasiado sobre lo que les ocurrió en el Holocausto» (49%) y «los judíos tienen demasiado poder en los mercados internacionales» (41%).” [en negrita y el subrayado son míos].

En resumen, según la encuesta  de los 500 encuestados más los del muestreo anterior (cuyo caudal el diario omite), grosso modo la mitad de los encuestados entienden que los judíos están sobrerrepresentados en los negocios, lo cual les otorga un marcado poder y un poco menos, dos de cada cinco, creen ver también un marcado poder de judíos en los negocios pero internacionales.

Ahora bien: ¿cuál es el prejuicio?

Ante tales preguntas, entiendo imprescindible separar su forma de su contenido.

Respecto de la forma, el antisemitismo se traduciría en las palabras que he subrayado. La idea de ”demasiado” parece expresar un rechazo hacia el grupo aludido.

Respecto del contenido resulta más arduo ubicar el rasgo prejuiciado. ¿Cuáles serían tales respuestas? ¿Tienen o no tienen los judíos sobrerrepresentación en los negocios, es decir, ¿tienen una mayor participación proporcional que otros grupos humanos, como podrían ser latinos, nativos, árabes, afros, chinos? Y en aquellas actividades humanas en que determinados agrupamientos tienen mayor participación (cualesquiera que ellas sean), ¿no tienden a pesar más en ellas que el resto de los humanos?

Análogamente, ¿es un prejuicio saber que los judíos están sobrerrepresentados en los “negocios internacionales” como designa El Paìs cierta actividad económica?

Resumiendo, las frases presentadas por ADL para “pescar” actitudes me resultan sospechosas, metodológicamente hablando. Porque entreveran juicios de realidad, descriptivos con sensaciones de hastío (“demasiado”). Y confunden al parecer deliberadamente juicios y prejuicios.

Viene a cuento la observación llevada a cabo por Johannes Wahlström sobre este asunto a principios de este siglo.

Wahlström, hijo de judío israelí y de sueca, nació y se crió en Jaffa, Israel. Y se fue formando como periodista. Sin embargo, luego de haber cubierto periodísitcamente una conferencia académica en 2003 en la Universidad de  Jerusalén, las autoridades policiales israelíes le han impedido acceder a sus oficinas de trabajo (periodístico) en Belén (territorio palestino ocupado por Israel, sobre el cual, al menos teóricamente Israel no tiene soberanìa).[2]

Wahlström transcribe algunos conceptos de dicho encuentro:

“Afirmar que existe un lobby sionista que acalla periodistas, eso es antisemitismo.” Henrik Bachner, del Comité Sueco contra el Antisemitismo (SKMA, por su sigla en sueco).

“Afirmar que Israel es Goliath, el contrincante fuerte, eso es antisemitismo.” Judith Elizur, investigadora inglesa.

Al respecto cabe recordar que Avi Mograbi, también judío, ha dirigido y llevado a cabo una película, Venganza por uno de mis dos ojos, cuya tesis principal, abonada con una serie sobrecogedora de entrevistas, es que en Palestina, ‘los israelíes son los romanos del s XX’ [y hoy podríamos agregar, del s XXI]. Vale decir, los israelíes son los ocupantes y los palestinos la población invadida, desalojada, arrinconada, vejada…

Kenneth Jacobson, miembro de la ya mencionada ADL resumió en ese encuentro académico en Belén su “razonamiento” en tres frases:

“La única superpotencia planetaria tiene una posición muy pro-israelí, lo cual obedece a que los judíos tienen una posición particularmente prominente en la élite de los medios de comunicación de masas.” Nos parece una descripción acertada. Prosigue: “Es algo de lo que podemos estar orgullosos.” Frase opinable. Temible, incluso, por sus consecuencias.

Jacobson avanza: “Hasta en EE.UU. sobreviene el antisemitismo que se basa justamente en la afirmación de que los judíos tienen demasiado poder sobre los medios.” Pero entonces, ¿prejuicio o juicio?

Nos llama mucho la atención su remate donde usa la realidad para ponerla exclusivamente al servicio de un poder, el sionista: “Hay que luchar contra este antisemitismo por todos los medios concebibles: no menos a través de una actividad de lobby para conseguir un mejor control sobre lo que los medios emiten.” (ibídem)

Wahlström resume los planteos de dicha conferencia: “Las fundamentaciones son largas pero las conclusiones increíblemente concisas: discutir sobre un boicot comercial a Israel es antisemitismo; cuestionar la democracia israelí es antisemitismo, cuestionar el apoyo de EE.UU. a Israel es antisemitismo, afirmar que las conductas israelíes favorecen al antisemitismo es antise-mitismo, afirmar que los periodistas se arredran para informar lo que ven es antisemitismo.[3]

Como vemos, la tarea de la ADL, aunque abundante resulta simplificadamente sencilla. Parece seguir esa vieja Ley de Murhpy: “Los problemas  complejos tienen soluciones erróneas que son sencillas y fáciles de comprender.”

[1] Montevideo, 7 de octubre de 2016.

[2] “Israel styr svenska medier” (Israel controla el sistema mediático sueco), Ordfront, Estocolmo, 12/2005. Wahlström ha proseguido su labor periodística desde Suecia, su segunda patria, donde ha sido posteriormente designado por Julian Assange para efectuar el ingreso de los papers a los países nórdicos.

[3]  http://dan.wikitrans.net/Johannes_Wahlstr%C3%B6m.

Publicado en Medios de incomunicación de masas, Palestinos / israelíes

Palestina. Acerca de los partidarios de «izquierda» de la solución de dos estados

Publicada el 07/03/2017 - 13/03/2017 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández

Desde que la resistencia palestina se fue trasladando de las organizaciones políticas y políticomilitares de las décadas de los ’60 y ’70, que habían tomado la dirección de esa lucha, nuevamente hacia la sociedad, se ha expresado en múltiples manifestaciones civiles como la campaña Boicot, Desinversión y Sanciones que ha tomado vuelo internacional y nos hace acordar a la campaña contra el racismo sudafricano en la década de los ’90; los encuentros semanales en la aldea palestina de Bil’in que se han  venido sosteniendo desde hace por lo diez o quince años repudiando la permanente ocupación de tierras; estallidos llamados intifadas ─como la histórica de 1936 contra la creciente ocupación sionista y el poder político colonizador de entonces (el Reino Unido), como el ‘levantamiento de las piedras’ de 1987 o la de Al Aqsa, del 2000; los movimientos de resistencia de judíos y palestinos contra la demolición de casas palestinas y otra larga lista de actos contra el dominio absolutista y asfixiante de Israel siempre “justificado” con los más aviesos argumentos.

UN ESTADO… PARA TODOS (MÁS BIEN CASI TODOS)

Podemos repasar, muy grosso modo,  dos tipos de “solución” al “problema  palestino”: el defendido por las redes y organizaciones palestinas reclamando la recuperación de su tierra, despojada en etapas sucesivas, en 1948 y 1967, admitiendo en su seno a los judíos que, como los cristianos y los musulmanes, acuerden vivir allí; la solución de un estado laico, pluriétnico, multiconfesional.

Frente a ello, el sionismo, movimiento político en expansión, surgido a fines del s XIX, victorioso adueñándose del 78% de la Palestina histórica en 1948/1949, no ha estado nunca interesado en ceder tales “avances” y conquistas. La solución israelo-sionista ha sido siempre (salvo repliegues puramente tácticos): todo para sí; constituir Eretz Ysrael.

LA SOLUCIÓN DE DOS ESTADOS. ¿SOLUCIÓN?

Entre ciertos políticos, falsos mediadores como los de EE.UU.[1], entre progresistas de izquierda tratando de ganar algo antes de perderlo todo, e incluso entre israelíes que compartían el plan de colonización sionista pero que admitían entreparar la conquista para dar un resuello a la maltratada sociedad palestina, se fue abriendo paso otra “solución”: constituir un “estado palestino”.  El interrogante principal ha sido siempre saber si queda algo fuera de la colonizaciòn sionista para habilitar semejante proyecto. En algún momento, se lo comparó a una entelequia con el peso de una cabina telefónica. Pero el proyecto, realista o imaginario, ha tenido amplia difusión bajo la denominación “la solución de dos estados”.

Veamos cómo se ubican  diversos actores ante esta realidad en movimiento. Un artículo de Glenn Greenwald reseña como durante años el Establishment sionista estuvo saboteando “la solución de dos estados” con su política de pacman colonizando cada año, cada día, nuevos territorios palestinos, alejando así del horizonte hasta la visión de dicha “solución” (la solución de un estado como el que reseñamos es sencillamente ignorada por el sionismo; atenta contra su propio sentido). Y Greenwald registra como a esta altura de la peripecia palestina “el apoyo incondicional al apartheid de Israel es prácticamente el consenso inquebrantable entre las élites políticas de EE.UU.” [2]

Queda claro que “la solución del apartheid” implica el abandono radical de toda conversación sobre la solución de dos estados (en rigor, la posibilidad de su concreción se perdió hace décadas; lo que fue quedando con las conquistas sionistas ha sido un no-tejido de aldeas o municipios palestinos sin contigüidad, por eso denominado “archipiélago”).

La pretensión de deglutir “el archipiélago palestino” habla a las claras de los avances colonialistas y el apoyo o mejor dicho la identificación creciente de los titulares del poder económico, financiero y mediático estadounidense con las respectivas elites israelíes. Algo que con Trump parece pronunciarse.

Esta “solución”, un verdadero revés para los derechos de los pueblos en general y del palestino en particular, reverdece el sentido de lo que fue una vieja alianza entre Israel y la Sudáfrica del apartheid, que en su momento fue extraordinariamente intensa; África del Sur, racista, supremacista, fue el padrino anterior que tuvo Israel, y su dirección política la desechó con presteza y oportunismo cuando entrevió la crisis identitaria y el aislamiento internacional creciente que sufrió el esclavismo “de nuevo tipo” patentado en Sudáfrica. Israel, entonces, olvidando la estrecha alianza que había urdido con los supremacistas blancos sudafricanos, se volcó de lleno a buscar la protección de EE.UU.

Quienes se desmarcan “por izquierda” del estado sionista único, a años luz de una solución como la que mencionáramos inicialmente, parecen volcarse con renovados bríos a la averiada “solución de dos estados”.

Examinemos la presentación de Hagai El-Ad. Escribe una nota en la revista +972, fundada por escritores y periodistas atentos al drama palestino-israelí titulada “La ocupación se sostiene porque el mundo se niega a actuar” que expresa la carga crítica contra la desesperada situación provocada por la ocupación sionista.[3]

El-Ad, que es el director ejecutivo de la organización B’Tselem,[4] le ha entregado al Consejo de Seguridad de la ONU un circunstanciado escrito reclamando la instauración de “un estado palestino” al lado del Estado de Israel. Y se preocupa porque estamos a punto de cumplir medio siglo de ocupación (1967-2017).

¿Por qué dicha ocupación es  oprobiosa y la iniciada en 1948 ni se menciona, está legitimada, sacralizada? Basta preguntarle a cualquier palestino y te dirá que tiene un abuelo asesinado en 1948 o que perdió su vivienda en ese año, o que derribaron su aldea entonces y que en 1967 perdió un hermano, u otra vivienda u otra aldea. Las plurigeneracionales familias palestinas no distinguen la exacción de 1948 de la de 1967 o posteriores.

Pero para la ONU, flamante en 1948, hay una diferencia. Aquel establecimiento de Israel fue legitimado  desde la ONU. Mejor dicho, con la penosa posguerra luego de las atrocidades nazis nadie quería discutir derechos judíos. Pero, en rigor, lo que la ONU propuso en 1947 −pasando por encima de la voluntad de los habitantes históricos de Palestina− fue repartirla, un 52% para el sionismo, un 43% para “un estado árabe”, y Jerusalén como un área bajo control internacional. Cuando los judíos sionistas se adueñaron,  guerreando[5] de un 22 o 25% más de territorio del propuesto por la ONU, como botín de guerra, nadie, “en las alturas”, chistó.

El-Ad se queja que los israelíes reservan “una democracia” para sí. Y algo más: que tengan otra entre colonos “más allá de las fronteras de su país”.

El-Ad ha percibido claramente el vaciamiento de todo sentido democrático a través de argucias precisamente legales: “La ocupación ha perfeccionado muy bien el arte de diluir el derecho internacional humanitario y las leyes de derechos humanos hasta despojarlos prácticamente de sentido. Una vez que los abogados militares, los abogados del Estado y los jueces de la Corte Suprema cincelan con maestría sus opiniones legales, todo lo que queda es una cruda injusticia.” (ibíd.) Lo que no aclara El-Ad es que esos mismos artilugios son los que ha usado permanentemente el Establishment israelí para despojar y hacer la vida imposible a los palestinos, musulmanes, cristianos o agnósticos, que viven en el territorio conquistado no ya desde 1967 sino desde 1948, y que basados en la ideología sionista sus integrantes asesinaron más palestinos en 1948 que en 1967.

El-Ad pone un ejemplo de esa puntillosidad legalista que es un taparrabos de la política de negación, saqueo y consunción de la sociedad palestina: “Muéstrenme una parcela de tierra palestina que deseen tomar y la Administración Civil llegará con el mecanismo legal adecuado a la medida −¡por supuesto todo debe ser legal!− para lograr ese fin: zonas militares de entrenamiento, reservas naturales, sitios arqueológicos y, sobre todo, la declaración de miles de acres como «tierra del Estado», ¿qué «Estado» exactamente? Todo esto se utiliza con éxito para desplazar por la fuerza a los palestinos y justificar que se les niegue el acceso al agua o a la red de energía.” (ibíd.).

El-Ad describe la enorme gama de recursos empleados por el Establishment sionista para la ‘legalización sistemática de violaciones a los derechos humanos en los territorios ocupados’ con los que “encubre […] cientos de casos de asesinatos o maltrato de palestinos”. Da cifras: “Israel ha declarado el 20% de Cisjordania ‘Tierras del Estado’. Israel ‘generosamente’ permite a los palestinos construir en la mitad del 1% [¡del uno por ciento!] de la zona C, el 60% de Cisjordania está ‘temporalmente’ bajo control israelí […].” Esto último se refiere, obviamente, a una “temporalidad” permanente.

Lo grave de las certeras críticas de El-Ad es que se extienden a la historia total, permanente, sin fisuras, del Estado de Israel. No desde 1967, como alega, sino desde 1948.

“B’Tselem actúa fundamentalmente para cambiar la política del gobierno israelí en los Territorios Ocupados”, nos explica Wikipedia. Da así por sentada y legitimada la existencia del Estado de Israel. Su propósito es metamorfosear un estado étnico en un estado democrático. ¿Garantiza tal conversión algo valioso? Suena tarea ímproba a juzgar por los antecedentes. Hay que ver si con el proceso inicial de colonización, que implica, ha implicado siempre, abuso, arbitrariedad, falsificaciones y matanzas, se puede llegar a buen puerto.

Algunos términos que usa el sionismo trasuntan más de lo que preferirían explicitar; la idea de “limpieza étnica” patentiza en su mera formulación la idea de suciedad de las etnias que hay que desplazar, eliminar (hacer desaparecer). Y “transferencia” no es sino el escamoteo del robo, la apropiación de tierra de otro (bajo razones “bíblicas”, carentes de toda racionalidad y consenso y más absurdas al ser reclamadas por un movimiento que no se presenta como confesional ni de ortodoxia religiosa).[6]

En resumen, vemos que “la solución de dos estados” es impracticable y  en realidad funciona como un recurso de mínima para alguna dirección palestina que procurar conservar así una cuota, no ya de poder sino de privilegios, y para algunos judíos como un consuelo al no aceptar la acción de halcones tipo Kahane, Lieberman, Goldstein o Netanyahu (partidarios de un genocidio, pero con fundamentos bíblicos).

FALSO RETORNO: UNA NUEVA SOLUCIÓN DE UN ESTADO…

A mi modo de ver “la solución de dos estados”  siempre ha sido una “solución” teórica ─porque la colonización sionista no se ha detenido nunca, ni con palomas ni con halcones israelíes─ pero  diversos políticos, periodistas, militantes, intelectuales, han procurado impulsarla.  Evitando mirar hacia atrás, legitimando el despojo pasado y el arrasamiento de lo palestino, para que no llegue a ser total.

Los años pasan; el sionismo se afianza haciendo aun más teórica y fantasmagórica “la solución de dos estados” y forjando una realidad, alimentada con el paso del tiempo, que hace a su vez cada vez más irreal aquella vieja ‘solución de un estado’,  el “pluri”, el “multi” de las reivindicaciones sesentistas y setentistas.

Pero este mismo desarrollo; el ahogo y despedazamiento de la sociedad palestina, la impunidad con que cuenta el sionismo con sus apoyos cada vez más pesantes, parece gozar de viento en popa: a fines de 2016, el gobierno de EE.UU. obsequió, por enésima vez, 38 mil millones de dólares a desembolsar en 10 años a un estado como el israelí, que era ya desde antes el principal receptor de “las ayudas” de EE.UU. en el mundo entero y que tiene además enorme poder financiero, económico, militar propios─  y ahora, apenas iniciado 2017 con el flamante Trump, si algo se puede esperar es que aumente y mucho la “ayuda” que el reluctante Kerry brindaba. Tanto es así que se visualiza cada vez más una nueva “solución de un estado”. Que es exactamente la opuesta de la que recordáramos al inicio.

Se trata de un nuevo proceso de mímesis del Estado de Israel con EE.UU. mediante el cual se va configurando un archipiélago de miniterritorios, inspirados en las Indian Reservations.

Porque en EE.UU. luego de las matanzas y abusos constantes entre los siglos XVII y XIX, con los avances de la modernidad, la legislación social y los desarrollos democráticos, y un sentirse saciados porque The Union se había extendido a la inmensa mayoría de los territorios norteamericanos entre Canadá y México (al que había despojado la mitad; una superficie medible en millones de km2),  el sistema de poder de la Gran Democracia del Norte fue ingresando a una fase de coexistencia con los remanentes poblacionales originarios, admitiendo que los nativoamericanos tenían algún derecho a vivir. Descubrimiento significativo para una sociedad de piadosos cristianos, austeros y supremacistas raciales que desde el origen en la Constitución de EE.UU. establecieron el valor 0 para los originarios y el valor 0,6 para los afros esclavizados respecto de la unidad de valor para los blancos wasp.[7]

El destino de tales Reservations, un símil miniatura de la vieja vida en las praderas de las naciones indígenas norteamericanas, justamente por su carácter falso, teatral, mediatizado, ha resultado pavoroso para la sobrevivencia, tanto cultural como física, de sus miembros. Pese a intentos de distintas etnias norteamericanas  que han luchado por su dignidad, como fue el caso con una red “paraguas”, el AIM (American Indian Movement, Movimiento Indígena estadounidense).[8]

Para los sionistas que buscan una identificación siempre mayor con EE.UU., un Israel que funciona como quincuagésimoprimer estado de The Union, bien puede incorporar bantustanes en su seno, ensanchándose hasta los confines de la Palestina histórica. Cálculo seguro de sionistas, los bantustanes a deglutir carecen del rango de soberanía de un estado común y silvestre y se irán adaptando a las necesidades territoriales del estado patrón.

Pero aquí tenemos tres dificultades al menos:

1)  La del colonialismo, que es un enorme proceso histórico que, ciñéndonos apenas a los marcos de la globalización moderna, la que arranca con el descubrimiento europeo del “Nuevo Continente”, siglos XV y XVI, ha plasmado una serie de naciones modernas, o mejor dicho modernizadas en cuyo seno perdura la huella de aquellas infamias originarias. La inmensa mayoría de los estados y las sociedades resultantes portan la impronta de dominadores y dominados configurando naciones las más de las veces escindidas. Pensemos en México, Venezuela, Honduras, India, Nigeria y por qué no, sociedades aparentemente más o mejor “blanqueadas”, como Argentina o Uruguay…

2)  Hay otra dificultad mayor, si cabe: cuando comienza la globalización moderna, los europeos se daban el gusto de arrasar aldeas y exterminar a menudo a sus habitantes, hombres, mujeres, niños, ancianos, y sus cabras, conejos o gallinas (muchas veces inspirados en episodios bíblicos). En muchos casos, adueñarse de las mujeres jóvenes y repartírselas como botín (siguiendo también preceptos bíblicos).

Naciones “mestizas” de Abya Yala/América presentan el resultado de tales “políticas”.

Pero eran tiempos en que se proclamaba, hasta doctoralmente, la superioridad de “la raza blanca”. La idea de “reducir” indios fue una constante durante la larga noche de la Conquista y la Colonización, y las Indian Reservations constituyen la versión anglo de tales reducciones. Esos métodos perduraron hasta mediados del s XX.

Baste recordar en Argentina las masacres de Napalpí (Chaco) en 1924 o la de Rincón Bomba en pleno peronismo (1947), en que los militares ametrallan y dan muerte a hombres, mujeres y niños de una etnia de las sobrevivientes al  establecimiento del estado argentino moderno y su “Conquista del Desierto”. En 1924 los militares masacrarán a unos 200 qom y mocovíes. En 1947 Miguel Ortiz, delegado formoseño de la Dirección Nacional del Aborigen,  le contestará al jefe del escuadrón que le pidiera explicaciones sobre el mal estado de los alimentos llegados de Buenos Aires para ser distribuidos entre miembros hambreados de la etnia pilagá: “Qué tanto se preocupa si al final son indios”.

“La indiada” estaba virtualmente muerta de hambre porque los propietarios de los establecimientos rurales que aprovechaban la leva de población indígena para la zafra, los habían despedido sin paga. El pago final ante la digna reacción por comida en mal estado resultó una matanza generalizada que se estima acabó con la vida de más del 80% de la etnia (entre 700 y 800 seres humanos).

Todavía se podía escuchar una respuesta “espontánea” como la del burócrata Ortiz.

Pero tras la noche nazi, el racismo perdió el status aristocrático que había conservado en casi todas las sociedades colonizadoras. El racismo puro y duro dejó de ser de buen tono.

En la primera mitad del siglo XX, en Argentina y en Brasil, se usaba todavía “el ardid” que ya usaran los protestantes recién llegados a la América del Norte en el s XVII, de envenenar o contaminar comida o ropas para “deshacerse” de la población aborigen.

Hasta mediados del siglo XX, en los países nórdicos, Noruega, Suecia, por ejemplo,  donde el culto racial, el estado de bienestar y la confianza ciega en “la ciencia” corrían parejas, se emplearon diversos recursos tecnocientíficos para esterilizar o lobotomizar población “inferior”. Y en la Alemania nazi, esos recursos llevaron a la muerte a muchos “inferiores”.

Con la llegada de la segunda mitad del s XX y el reconocimiento de las atrocidades cometidas hasta y durante la 2ª.GM (en la Alemania nazi; hubo otros contendientes con comportamientos a su vez monstruosos que quedaron en penumbra), en la ONU se firmaron documentos como la “Convención para la Prevención y la Sanción del delito de Genocidio” (9/12/1948), haciendo difícil seguir con el mismo estilo para el tratamiento de poblaciones.

Ya no alcanza la cobertura de “la superioridad racial” para las atrocidades. Ya no se cubren de gloria, sino de oprobio.

El opresor procura hoy descargar “los muertos” sobre las espaldas del oprimido, como vemos desde hace años, bajo “la indiferencia del mundo” con la población de la Franja de Gaza, una Numancia del s XXI.

Para seguir ejerciendo el dominio racista o etnicista, se ha ido haciendo imprescindible apelar a otras armas, más sofisticadas, más indirectas. Los qom en la Argentina de comienzos del s XXI no han podido ser tratados como sus antecesores en 1924 o como los pilagás en 1947; en todo caso, en territorios del gobernador Gildo Insfrán, provincia de Formosa (actualmente argentina), asiento territorial de los qom, han sobrevenido sucesivos “accidentes” carreteros donde algunos qom han sido heridos o muertos (o matados).

Análogamente, no registramos al día de hoy linchamientos populares a manos del Ku Klux Klan en el sur de EE.UU. que campearon en la segunda mitad del s XIX y en la primera del s XX… En todo caso, la cantidad sobrecogedora de afros estadounidenses que han muerto recientemente a manos de la policía (blanca) resultan siempre fruto de algún afán de orden ligeramente excedido, de encuentros fortuitos, captados y socializados por los métodos de registro hipersensibles y omnipresentes hoy vigentes.

Tampoco resulta fácil “salir a matar” indios o palestinos en grandes batidas y en todo caso, se opta por lo que ya señalamos con Israel en la Franja de Gaza: un cerco que vaya provocando un desquicio social, nutricional, habitacional, psíquico racionando alimentos, medicamentos y hasta agua. Si en Gaza sobreviene un ataque militar del ejército de “Defensa” israelí estará “justificado” por alguna “provocación” del fanatismo islámico o similar.[9]

3) Hay además un “detalle” demográfico que echa aún más por tierra la pretensión de reeditar “la solución”: los EE.UU. de Norteamérica, con una población total de algo más de 300 millones de habitantes, no tienen ni el 1% de nativoamericanos (por supuesto que la comparativamente exigua población nativa proviene de las atroces persecuciones sufridas pero también de su propia densidad muchísima menor que la de la población europea). En Palestina/Israel los palestinos cuentan con una población aproximadamente del mismo caudal que los israelíes de origen judío, grosso modo 50% y 50%.

El-Ad trata de unir dos moscas por el rabo: “La ocupación es sostenible a nivel internacional […] porque hasta el momento el mundo se niega a tomar una acción efectiva.” Y luego de reconocer así la impunidad de Israel, prácticamente desde su inicio, siempre fijada en su rol de víctima que la exonera de sanciones al infringir tantos tratados y acuerdos internacionales (negarse a que se le revise y controle sus instalaciones militares nucleares; arrebatar suelo palestino violando acuerdos; restricciones de derecho para población milenariamente establecida en el territorio, etcétera), afirma: “Israel es un país soberano establecido a través de la legitimidad internacional otorgada por una decisión histórica de esta misma institución en 1947” (ibíd.).

Ya explicamos la delgadez extrema de esa legitimidad[10] y ya vimos cómo Israel se adueñó de un territorio mayor al acordado por la ONU (que a su vez había dispuesto del territorio contra la voluntad de sus habitantes).

Avigail Abarbanel,[11] no solo judía sino criada en Israel desde niña, explica su abandono de la comunidad que la fue configurando y da dos motivos esclarecedores: la “historia de persecución es tan inseparable de su identidad [de los judíos] que no pueden ver más allá de ella […]. En la psicología humana, una vez que has sido objeto de abuso sientes que ya no eres igual que los demás. Pero cualquiera que sufrió abusos y está traumatizado tiene el deber de ser mejor y de no permitir que el miedo y la victimización se conviertan en su identidad.” Y enfatiza: “No sólo has permitido que el trauma se convierta en tu propia identidad, sino que lo has glorificado y lo estás adorando como a un dios.”  ¡Aprecie el lector la identidad de este pasaje con el de Atzmon (n. 6)! Y si bien ésta es una crítica fuerte porque habla de la formación de un carácter social, Abarbanel avanza a otro aspecto que considera aún más significativo: “El segundo y más importante asunto que me molesta es el crimen que se ha cometido y se sigue cometiendo [… los sionistas] han optado por crear un gueto judío que lo imaginan un refugio seguro, en una tierra que estaba totalmente poblada.” Esta segunda objeción de Abarbanel focaliza en el crimen de la colonización que arrasa sociedades preexistentes. Basados en la pura fuerza.[12] Rechaza pasar de la condición de cordero a la de lobo que postula Netanyahu y cumplen tan amplios sectores de la sociedad israelí.

El imaginario social de fines del s XX y actual s XXI nos indica que no hay viabilidad para construir Palestinian Reservations como se hicieran hace siglo y medio las estadounidenses.

notas:

[1]  Véase Naseer Aruri, El mediador deshonesto, Editorial Canaán, Buenos Aires, 2006.

[2]  Greenwald, G., “EE.UU. admite que Israel marcha hacia un régimen de apartheid permanente después de darle 38.000 millones de dólares, The Intercept, octubre 2016.

[3]  http://www.rebelion.org/noticia.php?id=218113&titular=la-ocupaci%F3n-se-sostiene-porque-el-mundo-se-niega-a-actuar-

[4]  B’Tselem es una organización israelí de origen judío que procura conciliar el universalismo de la “Declaración Universal de los Derechos Humanos”, ONU, 1948, con el Estado de Israel fundado sobre bases etnicistas, de un pueblo con su dios. En su propia presentación, B’Tselem declara su empeño en  «crear una cultura de derechos humanos en Israel.» (http://www.btselem.org/about_btselem). Lo cual nos hace pensar que no debe ser mucha su existencia.

[5]  Guerra judeo-árabe de 1948.

[6]  Gilad Atzmon, quien ha roto con su origen y/o perfil judío ofrece una jugosa interpretación del judaísmo: que en Israel se ha ido gestando una nueva religión (etimológicamente, ligazón) que ya no pasa por un dios sino por el dolor judío universalizado en la figura de El Holocausto, que permite erigir al propio judío en dios.

[7]  No cualquier blanco tampoco. Latinos, irlandeses, eslavos no se incluían entre los aceptables  habitantes del nuevo estado en el Nuevo Continente. Observe el lector que el rango señalado, esa magnitud para “los indios”, el cero, expresa aritméticamente la idea de genocidio. A la población afro, en cambio, se la estimaba como servidumbre.

[8]  El AIM procuró cierta autonomía en las Indian Reservations como la de Lakota Pine Ridge; las autoridades policiales trataron de “sujetar a la tropa” como habitualmente y en una refriega hubo dos policías muertos: por tal hecho se acusó a Leonard Peltier, lakota, y ha sido encarcelado desde 1976, ininterrumpidamente, 41 años. Se le acaba de denegar, una vez más, la libertad.

[9]  I. L. Peretz, judío, visionario, a mediados del s.XX, se ponía en guardia ante el sionismo, ese “gato virtuoso” que ahoga a sus víctimas sin hacer correr la sangre…

[10]  “El establecimiento de Israel en Palestina. 1948. El testimonio de Jorge García Granados, de la comisión de la ONU”, 29 jul 2013. www.rebelion.org › Palestina y Oriente Próximo.

[11]  “Por qué abandoné el culto”, <http://www.rebelion.org/noticia.php?id=218037&titular=por-qu%E9-abandon%E9-el-culto->

[12]  Ilan Pappe, historiador de origen judío, que también ha roto con “el culto” a lo judío, ha escrito una estremecedora investigación,  La limpieza étnica de Palestina.

Publicado en Palestinos / israelíes, Sociedad e ideología

Occidente y Eurasia: una «esquizofrenia» transgénica

Publicada el 23/02/2017 - 02/03/2017 por ulises

ALIMENTOS GENÈTICAMENTE MODIFICADOS. ¿POLÍTICA O CIENCIA?

Luis E. Sabini Fernández

Los OGM “en casa”. Argentina y Uruguay

En 1996 “se aprueba” en Argentina el ingreso de soja transgénica. Era el momento de la fiesta menemista, de la pizza con champán. Era tanto el apuro por recibir millones (de dólares, está casi de más aclararlo), que los textos fundacionales de la soja transgénica están en inglés que, ya se sabe, no es el idioma oficial argentino.

En 2002 entra al Uruguay, raudamente y de modo similar. En esa media docena de años, entre 1996 y 2002, Argentina, con su soja “Maradona” había logrado oficiar de “cabecera de playa” del “ejército monsantiano” para el desembarco de esa soja en Uruguay, en Paraguay y en Brasil.

En Brasil hubo lucha, verdaderamente, porque aquel PT, −no el de Lula y Dilma− se opuso a la introducción de tales plantíos y reivindicó la agricultura más ligada a formas “no tan agresivas” de producción. Con el apoyo del MST. Pero aun así, los dirigentes petistas que resistieron la soja contrabandeada lo pagaron con su carrera política.

El estilo en Paraguay fue más expeditivo; el ejército ofició de “vanguardia” o avanzada para ir convirtiendo los campos con sus campesinos tradicionales en campos “inteligentes” y a los campesinos refractarios en obedientes. Algunos muertos en el camino no alteraron la marcha triunfal de la ingeniería genética entonces ya bautizada “biotecnología”, nombre mucho más vistoso y menos frío, sin duda.

En Uruguay, “los adelantos científicos” son asuntos sagrados y por lo tanto, entraron sin problema y más bien con el aplauso de los progresistas globalifílicos.

Así tuvimos una primera década del siglo XXI a pura ganancia para los sojeros que adhirieron al “avance tecnológico” en la región platense, pese a la resistencia y desconfianza que en alguna medida existió; sospechando que el apuro en la implantación no era científico sino comercial, que los recaudos sanitarios iniciales[1] eran insuficientes, que las investigaciones para probar su posible equivalencia con sus correspondientes clásicos no eran concluyentes (sobre todo por algunos episodios, alergógenos, p. ej., que obligaron a retirar algunos “eventos”), que los efectos del “paquete tecnológico” que caracterizó el cultivo de transgénicos encerraba incógnitas, ominosas (se trataba de las baterías de agrotóxicos diseñadas para la producción transgénica)…

En Argentina fue la fiesta de los millones de dólares conseguidos con una producción sin control de calidad. Todo “marchaba” en los barcos, sobre todo al Asia y fundamentalmente a China.

A ese “negocio” se entregaron tanto lo más neoliberal y entreguista, como el reinado de Menem o el efímero de De la Rúa, como lo más progre, populista y nacional de la era K.

En Uruguay, casi toda la expansión sojera ha corrido durante los gobiernos del Frente Amplio. Que le cedieron graciosamente la valiosísima tierra oriental a sojeros argentinos sin reclamarles ni siquiera pago de impuestos. Como una suerte de régimen de zona franca; un mecanismo económico traído desde las economías centrales, afiatado durante las dictaduras latinoamericanas “setentistas” y que el Frente Amplio Encuentro Progresista Nueva Mayoría ha hecho suyo.

La implantación de transgénicos se presentó dentro del llamado “paquete tecnológico” –la semilla GM más la batería de agrotòxicos−. Entre agrónomos y técnicos agrarios e incluso periodistas hubo lo que ya dijimos; resistencia, dudas, sospechas.[2]  Tales observaciones fueron sistemáticamente desatendidas. Los aportes de Arpad Pusztai y Stan Ewen todavía en el siglo XX y más recientemente, biólogos como los investigadores Andrés Carrasco, argentino, y Gilles-Eric Séralini, francés, fueron olímpicamente ignorados.

“La ciencia” parecía seguir adelante, pujante. “Al servicio de la humanidad”, según declaraban sus sostenedores desde la década de los ‘90;  los numerosos  Víctor Trucco, Héctor Huergo, la cúpula de CASAFE (Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes, argentina), ingenieros agrónomos como  Esteban Hopp o ejecutivos como Juan Kiekebusch y, recibiendo “sangre nueva”; Gustavo Grobocopatel, el “sojero sin tierra” según su propia y modesta definición; Rodolfo Rossi y en general los redactores de los suplementos de campo de los diarios (como La Nación), los cultores de Expoagro y los designados por la era Macri, como Ernesto Ambrosetti, admiradores de la “agricultura inteligente”…

En 2010, la Red de  Médicos de Pueblos Fumigados de Argentina muestra que el “paraíso en el campo” no es tan idílico como nos lo muestran aquellos suplementos camperos.[3] Releva enfermedades un poco por doquier en esa nueva y exitosa Argentina agroindustrial. Algunos médicos, al principio como “francotiradores” (Darío Gianfelici, Hugo Gómez Demaio, aunque la investigación de este último tenga más relación con los agrotóxicos tradicionales en zonas tabacaleras) ya habían ido denunciando los vicios de procedimiento para recibir e incorporar tales cultivos y a la vez los de los procesos mediante los cuales se “legitimaron” tales cultivos en EE.UU. −que es el foco planetario de esa “revolución agrícola”−,[4]  pero “la marcha triunfal” de los OGMs se mantuvo.

Pese a la verificación de daño ambiental, biológico y humano en más y más casos, la industria biotech contó con abogados que lograban oscurecer, difuminar, el origen de tales daños y en general, valiéndose de legislación y reglamentación cómplice, se solía, se suele, atribuir los desastres, cada vez más inocultables, a mal manejo, a errores de los ejecutantes, excesos de dosis, etcétera. Como si los venenos no fueran veneno con dosis adecuadas.[5]

Ni la presentación de un fotógrafo, Pablo E. Piovano, hace pocos años, mostrando el resultado atroz de la fumigación sojera en los cuerpos sobre todo de niños en las zonas más estragadas por la producción sojera GM en la Argentina.[6]  Al contrario, los municipios generalizaron el uso de glifosato hasta en las plazas públicas de las ciudades del país para quitar con comodidad, sin “agachar el lomo”, los yuyos, aunque dejando, claro, residuos del herbicida en baldosas y pastos que transitan a menudo cachorros, de perro… y de humanos. Esa comodidad, faltaba más, se trasladó a los municipios uruguayos y así vemos a cuadrillas provistas de glifosato “matando yuyos” en veredas y plazas del Uruguay…

Incluso para desembarazarse de la irrespetuosa Huerta Orgázmika de Caballito, en Buenos Aires, en 2009, no tuvieron nada mejor que entrarle a saco con nubes de glifosato gaseado, al mejor estilo militar en dictadura… eso pasó en pleno período K, bajo el gobierno municipal de Mauricio Macri.

Así hemos ido llegando a 2016. Y a 2017.

CHINA… Y RUSIA

“La bomba” ha estallado en Heilongjiang, una provincia china del tamaño de Francia entera o de toda España, con “apenas” unos 40 millones de habitantes… Acaban de  aprobar una suspensión de cultivo y consumo de alimentos transgénicos desde el próximo mes de mayo y por cinco años.

En la región platense, ni nos enteramos, al menos no se entera “el mundo de la soja” (mejor dicho, claro que se enteran, pero no se ha convertido en noticia). Una forma radical de “control del daño” (si algo no existe, no ocasiona dificultades…).

Los servicios sanitarios de la provincia de Heilongjiang estuvieron verificando año a año el deterioro sanitario de su población. Ya en 2014, las autoridades militares “pidieron la prohibición de alimentos GM para sus tropas”.[7]

Pero el establishment chino, nutrido desde los emporios de ingeniería genética madeinUSA intentó desmontar esa resistencia creando un organismo de pantalla con apariencia de ciencia y “sin fines de lucro”; la Academia China de Ciencia Agrícolas.

A la larga, empero, ese personal forjado en los centros de adiestramiento de los grandes consorcios occidentales de productos transgénicos no tuvo éxito en sus planes de persuasión, porque el Ministerio de Agricultura chino resolvió, 22/9/2016, entre otras medidas, la clausura de la Academia mencionada.

Una de las “gotas que derramó el vaso” fue la toma de estado público gracias a un “whistleblower” chino[8] que explicó que el ministerio se valía de informes falsos que legitimaban la ingeniería genética. Wei Jingliang, trabajando en «Genetically Modified Animals and Feeds Safety Supervision and Inspection Center» (Centro de Inspección de Animales Transgénicos y Supervisión de Seguridad Alimentaria) [9] sostuvo que la Academia de que hemos hablado ignoró su denuncia de falsificación de datos, y que por el contrario se valió de tales falsificaciones para habilitar transgénicos.

Las autoridades chinas tuvieron que enfrentar este terrible “tornado” que conmovió habilitaciones y una confianza que hasta entonces era de las autoridades aunque no de la población.[10]

Los chinos percibieron que aumenta el caudal de investigaciones críticas respecto de las consecuencias del empleo de semillas transgénicas y del “combo” en el cual rinden. A la vez, desde hacía ya años, médicos chinos, sobre todo en Heilongjiang, venían rastreando la indisimulable relación entre la propagación de enfermedades nuevas, sin precedentes, y el ingreso masivo de soja transgénica en hogares, cocinas y estómagos chinos. El “alud GM” proviene de EE.UU., Brasil y Argentina que fue sustituyendo  producciones locales. Y aunque habían evitado el consumo de tal soja en la alimentación humana directa (se la destinaba casi exclusivamente a ración para animales), no dejaron de asociar su deteriorado estado sanitario con los cambios alimentarios.

Por eso, las autoridades de salud de Heilongjiang lograron aprobar esa suspensión por cinco años de empleo de semillas y alimentos transgénicos.

Hasta aquí podemos  verificar la decisión china (aunque se trate de escala provincial) y el “silencio de radio” entre nosotros, en la “República Unida de la Soja” como en algún momento los CEOs de Syngenta bautizaron la implantación de la soja GM en Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay y Bolivia.

Pero “la bomba” no estalló sólo en Heilongjiang. Sustainable Pulse, un blog ecologista pero no anticapitalista, ha publicado un informe que detalla “la cocina” o si se quiere la labor de lobby de los elencos protransgénicos de EE.UU. en Rusia.[11]

Se repite la secuencia de China.

En 2015 el Parlamento Ruso, la Duma, aprobó la primera instancia de un proyecto para prohibir OGMs. Se agendó para marzo de 2016 su tratamiento definitivo. Y el mismo día de ese anuncio, la agencia nacional rusa TASS publica un artículo que alcanza muchísima difusión, viralizado, titulado: “Russian scientists have refuted the findings of studies on the hazards of GMOs” [Científicos rusos han refutado los hallazgos de investigaciones acerca de los peligros de los productos transgénicos], que se basa en un examen por parte de científicos rusos (de IPPI RAS, Instituto para Información de Problemas de Transmisión) y estadounidenses (de la Universidad Miller de Miami). El artículo está firmado por Alexander Panchin, del IPPI RAS, y Alexander Tjuzhikov, de la Universidad Miller de Miami.[12]

Según Sustainable Pulse, el artículo resultó muy pobre, científicamente hablando, lleno de errores que destacaron varios investigadores rusos de primer nivel. No ayuda a la calidad intelectual de uno de los autores del artículo difundido por TASS el hecho que Panchin haya cuestionado la investigación de Séralini de 2012 quien se permitiera seguir estrictamente los protocolos de Monsanto respecto de la toxicidad del glifosato, sólo que prolongando la experiencia de Monsanto de tres meses (que no había dado nada negativo) a algunos meses más y que ya en el cuarto mes reveló una serie de tumoraciones atroces en los cobayos, patentizando el manejo de la “ciencia” monsantiana.

Pero la influencia del lobby “científico” estadounidense en Rusia es importante, tanto como para lograr un contacto directo con Vladimir Putin, el namberguán del elenco político ruso. Algo que logró Vladimir Fortov, presidente de la Academia Rusa de Ciencias.

Sin embargo, siempre según Sustainable Pulse, Putin y sus ministros vienen presentando a Rusia con el proyecto de convertir a ese país en el mayor productor de alimentos orgáncos del mundo. Como confirmando este aserto, en 2015 el primer ministro ruso del gobierno de Putin, Arkady Dvorkovich, afirmó que no es necesario el uso de ingeniería genética para alimentar el mundo; exactamente lo opuesto de lo que proclaman Monsanto, Syngenta, el USDA [Ministerio de Agricultura de EE.UU.] y todo el entramado del agribusiness incluidos nuestros grandes cultores (y más grandes beneficiarios) de la agricultura “inteligente”.

En resumen, vemos la presión trans (-nacional y -génica) sobre Eurasia, el asiento de la mayor población del planeta, a la vez que también de los mayores territorios y que no están totalmente dependizados de Occidente (aunque están sí bastante dependizados), de todos modos menos que la despedazada África, América Lapobre, Oceanía…

En este aspecto, la situación europea es problemática.  Europa es la cuna de lo que llamamos hoy Occidente. Y, muy a grandes rasgos, ha gozado históricamente ese privilegio. Pero a diferencia de EE.UU., donde la ingeniería genética se desarrolló con gran éxito, la inmensa mayoría de los países europeos rechazan los OGMs o, en última instancia hacen como China; aceptan forrajes transgénicos con la esperanza de quebrar continuidades genéticas. Salvo España, Portugal y Ucrania (“el granero de Europa”), los demás han prohibido tales cultivos.

Volvamos a nuestra región, platense

  1. Las vicisitudes de la implantación de transgénicos en otras partes del mundo pasan totalmente inadvertidas en nuestros medios de incomunicación de masas. En China se discute si con los transgénicos no han aparecido enfermedades nuevas; hay autoridades médicas chinas que asocian el consumo de transgénicos con el aumento de la infertilidad (hay sospechas incluso que eso puede ser una política).[13] Nada de eso se plantea “entre casa”.
  2. En febrero, la TV italiana puso al aire el informe de Gaetano Pecoraro sobre lo que acontece en Argentina con los transgénicos. Horrorizado, visitó las zonas más devastadas por la contaminación vinculada a la siembra directa y los cultivos OGMs.[14] Registró una cantidad inusualmente alta de enfermos de cáncer, por ejemplo. Algo que vienen diciendo los médicos de la Red de Pueblos Fumigados desde hace años, aunque con escasa resonancia mediática dentro de fronteras. Y dentro de la región.

Porque aquí parece que seguimos viviendo en el mejor de los mundos.

Pecoraro visitó San Salvador en Entre Ríos al que presentó como “ ‘el pueblo del cáncer’ donde se puede respirar una atmósfera espesa con altas concentraciones de veneno y los habitantes de bajos recursos utilizan los bidones de glifosato descartados para llevar agua a sus hogares.”

Su pronóstico es sombrío: “el ‘granero del mundo’ va camino a convertirse en una gigantesca enfermería.”

  1. Hemos repasado sucintamente la problemática de los transgénicos, desde el punto de vista sanitario (cuando hablamos de salud y aludimos a los productos GM no precisamos, ni podemos, si “las nuevas enfermedades” se correlacionan con los productos transgénicos o con “el paquete tecnológico” para el cual aquella transgénesis se ha llevado a cabo); desde el punto de vista geopolítico, como lo acabamos de reseñar en los casos de China y Rusia, cuyas políticas alimentarias están claramente interferidas por intereses transnacionales asentados sobre todo en EE.UU. y Suiza y vaya uno a saber en qué otros estados o centros de poder), y desde el punto de vista informativo, mejor dicho no-informativo o desinformativo.

Lo futuro es por  naturaleza, incognoscible. Pero el presente nos revela cada vez más prístinamente que la agroindustria tiene un atroz poder contaminante, que es un temible productor de desechos, de inundaciones, de contrarreforma agraria y consiguiente desocupación rural, de gran escala. Y que la gran escala a favor de los poderosos del planeta, diezmando al campesinado, no se casa bien con el cuidado del planeta. Al contrario, es, por su naturaleza, un proceso que deja a “la vera del camino” muchísimos desechos y detritus.

¿Pero a la vera de qué? ¡De nada!  La montaña de desechos y desperdicios, que en rigor es algo mucho peor que una montaña, está saturando a todo el planeta.

Y nuestro principal «almácigo» planetario, el fondo del mar océano, está totalmente alterado por las políticas humanas. Como la de la dirección económico-militar estadounidense que durante décadas, ha llevado desechos industriales a altamar, los ha quemado y luego los ha fondeado; como la difusión planetaria de agrotóxicos por aire, tierra y agua, o mediante la «plastificación» de los mares (todos los océanos cuentan hoy con «islas» de plástico tan extensas como Groenlandia o Argentina).

Como los plásticos no son biodegradables, cuando el oleaje, la falsa digestión de animales, fricciones, los desmenuzan, partículas, minipartículas y hasta micropartículas “navegan” y se van asentando en los fondos marinos, asfixiándolos, bloqueando sus procesos bióticos, que son los nuestros.

Hace años lo sabemos, aunque a algunos les cueste ver la conexión y/o asumirla.

Estamos poniéndole bulones al ataúd. ¿Habrá tiempo para reaccionar?

notas:

[1]  Los primeros cultivos GM  en EE.UU. y otros países del 1M se hicieron bajo carpa, en invernaderos; pero la industria biotech arrasó pronto con tales recaudos. En Argentina un proyecto de ley presentado por el MAPO (Movimiento Argentino de Producción Orgánica) alrededor del 2000 para dividir el país mediante un paralelo y permitir el uso de soja tradicional y/u orgánica de un lado y transgénica del otro, fue ignorado olímpicamente en el Congreso y todo cultivo de soja no transgénica pudo recibir a su lado uno transgénico, con lo cual la mezcla resultaba inevitable y la pérdida de la calidad de orgánico también.

[2]  En Argentina, para mencionar apenas algunos; Grupo de Reflexión Rural, Ecos de Romang, Grupo de Ecología, Paisaje y Medio Ambiente, Ecos de Saladillo, CETAAR, revistas futuros, biodiversidad, El Abasto… En Uruguay, RAPAL, Grupo Guayubirá, Greenpeace, Redes, entre otros.

[3]  Particularmente el Clarìn Rural, pero también los boletines y suplementos de Expoagro y demás voceros de la agroindustria a menudo sincerada como “agribusiness”.

[4]  Véase Druker, Steven, Alliance for Bio-Integrity, 1998.

[5]  La coartada principal: el agua es también un tóxico, un  veneno mortal si uno toma 6 u 8 litros…

[6]  Provincias de Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos, Santa Fe, Santiago del Estero.

[7]  Alejandro Villamar, “Un regalo de año nuevo lunar en China”, ALAI AMLATINA, 30/1/2017.

[8] “Tocador de silbatos, literalmente, aunque está entrando en uso el vocablo “alertador”: alguien que ubicado en una posición que le ha permitido saber un acto de corrupción o de falsificación de quienes están con cuota de poder, arriesgando su propia posición personal, lo denuncia. Como Daniel Ellsberg, Jeffrey Wigand, Hervé Falciani, Mordechai Vanunu,  Edward Snowden, Chelsea Manning y tantos otros bravos (y bravas).

[9]  “Ministry Halts Operation of GMO Agency Following Accusations from ex-emloyee”, <http://english.cri.cn/12394/2016/09/22/3441s940979.htm>.

[10]  Adam Minter, “China Wants GMOs, The Chinese People Don’t”, 16 set. 2016.

[11]   “Has the US Biotech Industry Infiltrated the Russian Scientific Community?”, 17 feb. 2016.

[12]  Sustainable Pulse, ibíd.

[13]   http://blogs.wsj.com/chinarealtime/2014/05/14/claims-that-u-s-soybeans-cause-infertility-stoke-chinas-gmo-battle/

[14]  “La Iene”, <https://mail.google.com/mail/u/0/?tab=wm#inbox/15a29cf62cd80de2>,

<https://youtu.be/ZFzmkI8I5iE>.

 

La Nación, Buenos Aires, publicitó en un suplemento del año 2013 un abordaje de los pros y contras de los OGMs, basado en ‘la más pura información’. Veámoslo punto por punto. (https://spanish.gmoanswers.com/questions-answers).

RECUADRO

Los OGM y la salud

La salud y la seguridad de los organismos genéticamente modificados (OGM) es un tema de debate importante. Obtenga más información sobre la regulación de los OGM, las pruebas de seguridad y los organismos científicos y gubernamentales que han ratificado la seguridad de los cultivos y alimentos genéticamente modificados.

  1. ¿Los OGM provocan cáncer?

«En pocas palabras, no, no hay absolutamente ninguna prueba respetable de que los alimentos genéticamente modificados provoquen cáncer», dice el Dr. Kevin Folta, presidente interino y profesor adjunto de la Universidad de Florida, Departamento de Ciencias Hortícolas.”

Lo que no dicen ni Folta ni LN es qué pasa con “el paquete tecnológico” que viene siempre adosado a los cultivos GM: la enorme difusión de glifosato (junto a otros agrotóxicos, algunos altamente contaminantes y cancerígenos, como el 2-4 D, el paraquat) nos permite concluir que la respuesta es capciosa. Podría estar diciendo –en el mejor de los casos−una parte de verdad, pero no toda la verdad…

2: ¿Están los OGM provocando un aumento de alergias?

Los OGM no causan nuevas alergias. Si una persona es alérgica a una planta que no está genéticamente modificada, por ejemplo, la soya, también será alérgica a la versión genéticamente modificada disponible en el mercado actual.

El piadoso olvido de los eventos transgénicos que no han salido al mercado por su fuerte contenido alergógeno, como fue el caso con una nuez de Pará GM, nos pone en guardia contra una presentación tan inmaculada.

3: ¿Están las grandes empresas forzando a los agricultores a cultivar OGM?

El derecho del agricultor de elegir el mejor tipo de semilla para su campo es uno de nuestros cinco principios fundamentales.

Claro que no. ¿Obliga La Nación a leerla a sus lectores?

Se han desarrollado otras técnicas mucho más persuasivas que la brutal obligación, reservada siempre como ultima ratio. Se adquieren enormes extensiones a menudo en arriendo y se establece allí un régimen de producción agroindustrial con insumos exclusivos, se vacía de población, dejando los planteles mínimos para las necesidades empresariales.

Los agricultores, entonces, o son despojados o son constreñidos mediante el lavado de cerebro sistemático y cotidiano a partir de los medios de incomunicación de masas. Muchos aceptan la modificación laboral junto con la modificación genética. Otros más que persuadidos, son arrinconados. En la India, p. ej., tras el ingreso al mundo transgénico, con el endeudamiento “modernizador” se han suicidado miles de campesinos. ¿Se los obligó, se los persuadió? En absoluto: ellos tomaron la decisión ‘con la más pura información’, con ecuanimidad…

4: ¿Están los OGM aumentando el precio de los alimentos?

Si bien hay diversos factores que afectan el costo de los alimentos (el precio del petróleo afecta los costos de transporte, las sequías pueden afectar el rendimiento y la oferta disponible, etc.), los OGM tienen un papel importante en mantener los precios lo más bajos posible.

Basta un dato para desmentir tan rosada perspectiva: los “biocombustibles” han establecido una competencia entre granos para combustible y granos para comer… aumenta así la demanda de granos, y eso ¿tiende a refrenar los precios o a dispararlos?

5: ¿Están los OGM contaminando los cultivos de alimentos orgánicos?

La coexistencia de múltiples métodos de producción (orgánicos, convencionales y genéticamente modificados) no es un concepto nuevo.

Confrontemos con un solo episodio histórico, el que refiero en la n. 1 del cuerpo principal. El mundo de los discursos preelectorales… todo tan puro, tan noble, tan solidario, tan luminosamente hermoso… ¿tiene algo que ver con el mundo a secas?

6: ¿Por qué no se realizan estudios de salud a largo plazo en plantas genéticamente modificadas?

Hay una lista de 1.785 estudios sobre la seguridad de los OGM, incluyendo estudios a largo plazo, disponibles para descargar en Informa Healthcare.

Informa Healthcare parece estar dentro de la difícilmente desentrañable Life Sciences, una red “sin fines de lucro” auspiciada por Monsanto, que misteriosamente sí es propulsada con fines de lucro. Semejante impronta no auspicia objetividad alguna.

7: ¿Están los OGM provocando un aumento del uso de pesticidas?

En general, la aplicación de pesticidas ha disminuido, en gran parte, debido a la adopción de cultivos resistentes a los insectos, en particular el algodón, de acuerdo con el economista agrícola Graham Brookes.

Las estadísticas de países con fuerte inversión en transgénicos, como Argentina, revelan un aumento escalofriante de tales pesticidas. Justamente porque las plantas GM están acondicionadas para soportar sin límites determinados tipos de agrotóxicos, la tendencia es a aumentar su uso. Nada ilógico (cierto que a la vez suprimiendo otros).

8: ¿Por qué las empresas de OGM parecen oponerse tanto a etiquetar los alimentos genéticamente modificados?

Según comenta Cathy Enright, directora ejecutiva del Consejo para la Información sobre Biotecnología, «nosotros estamos a favor del etiquetado obligatorio de los alimentos, incluidos los OGM, cuando este plantea un problema de seguridad o salud —por ejemplo, para alertar a poblaciones sensibles de la posible presencia de un alérgeno».

¿Están a favor del etiquetado… cuando hay problemas de seguridad? Puesto que los OGMs son “seguros”, afirman sus patrocinadores y usufructuarios, ¿para qué etiquetarlos? El  razonamiento es redondo. En lógica se llama petición de principio; invocar como autoridad lo que justamente está cuestionado.

9: ¿Están los OGM contribuyendo a la muerte de abejas y mariposas?

Cabe destacar que antes de que pueda producirse un cultivo genéticamente modificado de forma comercial, las empresas que desarrollan este tipo de plantas deben demostrar que las nuevas plantas no son dañinas para los demás insectos, tales como las abejas y las mariposas.

Otra vez la cantinela. Los consorcios biotech no hacen algo “malo” para matar abejas.

Lo que sin embargo se ha registrado es una merma preocupante de la actividad y la vida de las abejas ante la presencia de la agroindustria. No sabemos si es el evento transgénico o la pérdida generalizada de biodiversidad o el derrame de agrotóxicos por doquier. Pero hay menos abejas con más avances de agricultura “inteligente”.

Es tan extenso el arrasamiento de la vida de las colmenas que la empresa Monsanto llegó a proponer su “vía de salvación”, humorísticamente un hallazgo si no fuera tan pesadillesco: ofreció minidrones para polinizar… las plantas de los cultivos, del bosque, del planeta… ¿puede alguien ser tan necio e ignorante? Los CEOS de Monsanto, por lo visto pueden.

10: Si el ganado se alimenta con granos GM, ¿habrá OGM en la carne?

Nunca se han detectado OGM en la leche, la carne o los huevos derivados de animales alimentados con productos genéticamente modificados.

Esto puede ser cierto. Pero no es suficiente para descartar alguna modificación en las redes genéticas, hereditarias. La vida podría manifestarse en modos que las comprobaciones científicas actuales no han logrado (por lo menos todavía) discernir.

Un planteo tan sereno y ecuánime… y falaz nos da la pauta de cómo se dirigen los formadores de opinión a los opinados.

Publicado en Agronecrófilos, Globocolonización, Medios de incomunicación de masas, Nuestros alimentos

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