Saltar al contenido

revista futuros

del planeta, la sociedad y cada uno…

  • Inicio
  • Revista Futuros
  • Otros escritos
  • Sobre el autor
  • Contacto

Categoría: EE.UU.

El “Acuerdo del Siglo” sigue siendo un arreglo entre pueblos señoriales

Publicada el 18/05/2022 por luissabini

Por Luis E. Sabini Fernández

LOS VALORES DOMINANTES EN EL COLONIALISMO Y LA CONQUISTA NO HAN CAMBIADO

Las representaciones mentales que expresan relaciones de poder son sumamente persistentes y logran perpetuarse aun con cambios de época. Veremos lo que está pasando con la cuestión palestina, ya muy entrado el s. XXI, para lo cual es importante abordar otros momentos, culturales y geopolíticos, que imaginamos muy distintos.

Tras la derrota del Eje en 1945 o, mejor dicho tras el entronizamiento de EE.UU. como primera potencia mundial −sin demora alguna y a diferencia con el intento “internacional” anterior; la Sociedad de Naciones−, dispuso de inmediato, “sobre caliente”, la creación de una red internacional asentada en su propio territorio; la ONU.

Entre sus muchos asuntos, como el del desarme alemán, estaba la disputa territorial palestina. EE.UU. se convierte así en juez universal. Con fingida humildad −los dueños de casa han aprendido la lección que sufriera un racismo estentóreo− designan a varias representaciones nacionales para que dictaminen el destino palestino. Todo tendrá que hacerse “democráticamente”, bajo la sacralidad del voto.

Hay allí jurisconsultos, como el guatemalteco Jorge García Granados y el uruguayo Enrique Rodríguez Fabregat, y es precisamente el guatemalteco quien encara el problema en términos jurídicos generales para dar una solución de cátedra. En su libro, Así nació Israel 1 lo fundamenta: −“[…] los árabes sostenían que Palestina fue cedida a la parte interesada: la población del país para ellos. Pero el artículo 1 del Tratado de Lausana [que redibuja fronteras de ganadores y perdedores, como Turquía y Alemania] establecía la renuncia de los turcos a todos sus derechos. No existe ninguna referencia que sugiera la cesión en favor de los habitantes, ni en parte alguna se establece que ellos son la parte interesada; ni se especifica tampoco quién es la parte interesada […] en los principios generales del derecho internacional nos hallamos con que sólo los estados soberanos pueden ser sujetos en el derecho internacional. Los individuos y los pueblos que no gozan del estatuto legal de gobierno soberano sólo pueden ser objetos del derecho internacional.”

Me permito subrayar la “fundamentación” del despojo a poblaciones. García Giménez nos ilumina sobre los principios generales del derecho. ¿De gentes? Ni soñarlo. ¿De seres humanos? Tampoco parece atendible. García Giménez atiende a los únicos sujetos de derecho que visualiza: los estados soberanos.

Habrá que hacer buenas cabriolas para que brote del asentamiento sionista en Palestina con el rechazo terminante de buena parte de la población allí asentada, un “derecho soberano” surgido, como de la nacarada concha de Venus, pero no la de la diosa de la belleza sino de la del dios de la guerra.

Pero a los herrefolk del momento les alcanza y les sobra. Había caído el nazismo, una ideología racista expresa, podríamos decir hoy, tontamente orgullosa de su racismo. Porque con 1945, la humanidad entró en un nuevo rulo conceptual e ideológico: las razas no existen, ergo el racismo pierde su razón de ser. Pero los herrefolk siguen existiendo, ¡oh paradoja! aunque no sean todos los que estaban antes de 1939 (al pueblo alemán se lo degradó por haber exigido coprotagonismo), y los pueblos señoriales siguen distribuyendo las cartas del juego mundial, solo que ahora sin ser ostensiblemente racistas.

Así fue que en 1947, el destino del territorio palestino fue decidido por los sionistas, EE.UU. y en general el mundo occidental y victorioso: en ningún caso, se tomó en cuenta la opinión de la mayoría de la población del territorio “en disputa”.

Sabemos la ristra dramática de secuelas de aquella resolución de la ONU (una resolución convertida en papel mojado de inmediato, que proponía partir el territorio en disputa en tres sectores, uno judío, otro árabe y un tercero internacionalizado como ‘asiento de las tres religiones monoteístas mayores’, resolución que jamás fue acompañada por parte alguna).

Sobrevinieron así otros setenta años de angustia, muerte, terror, ataques suicidas, bombardeos, desmantelamiento supervigilado para hacer invivible la FdG, estropeando cultivos, hospitales, mezquitas, escuelas, usinas de potabilización, puertos, barcas de pesca, vías de comunicación, aeropuertos…

A lo largo de estas décadas, nunca entrevimos solución. Apenas tratativas. Y finalmente, en funciones presidenciales, Donald Trump dispuso hacer un “Acuerdo del Siglo”, en 2020. Y en eso “estamos” desde hace ya casi dos años. Un “acuerdo final” para resolver el diferendo palestino-israelí. Un acuerdo presupone por lo menos dos partes en conflicto, ¿no? El Acuerdo del Siglo se firma, efectivamente, entre dos gobiernos, de EE.UU. e Israel. ¿Pero, ¿cómo? ¿Y lo palestino, dónde anda?

El Acuerdo del Siglo ignora total, radicalmente, a los palestinos, a su sociedad, su cultura, sus seres de carne y hueso. No les otorga ninguna significación ni validez política. Seguimos con la teoría enarbolada en su momento por el jurisconsulto Jorge García Giménez que hemos recordado inicialmente. Los palestinos son objeto de tratativas, de negociaciones de otros. Por eso, el Acuerdo del Siglo dispone de miles de millones de dólares, para desarrollar emprendimientos. En el territorio que se acuerda despojar a los palestinos.

Es muy llamativo: nos vemos inclinados a pensar que el panorama político de la segunda posguerra, hace casi 80 años, tendría que ser distinto del actual. La gran diferencia, cultural sobrevino entonces, con el aplastamiento del nazismo, y con ello, quedaba así “fuera de juego” toda política racista expresa, que campeaba en todos los colonialismos, sobre todo los de origen europeo occidental.

Que era característica. En los primerísimos años del s XX, el Káiser dispone el exterminio de la nación herero, por su resistencia a la colonización alemana (en la actual Namibia). A fines del s XIX y comienzos del s XX; el rey Leopoldo de Bélgica, convirtió al Congo en un verdadero infierno de esclavizados (se estima que los asesinados rondan los 10 millones, en muchos casos mediante el escalofriante recurso de cortarles pies y/o manos, condenándolos a una vida miserable y a una muerte lenta y atroz. También en la primera década del s XX, los colonialistas ingleses internan a sus competidores boers en Sudáfrica en campos de concentración con el resultado de decenas de miles de muertos, alto porcentaje de niños, diezmados por la falta de higiene y alimentos.

Pero en 1945, luego de que EE.UU. descargara dos bombas atómicas contra el enemigo jap, el mundo occidental descubre que el racismo nazi es inaceptable. La imponencia prusiana cede el paso ante la simpatía norteamericana. Y por extensión, todo racismo se hace inexpresable. Pero el racismo permanece incambiado. Es lo que explica el despojo generalizado y bestial de la periferia devastada; Nigeria, Honduras, Laos…

Pero eso, la resolución de la ONU sobre Palestina, 1947, sin atender los reclamos palestinos sólo puede entenderse como un reclamo de pueblos señoriales a pueblos señoriales.

Y cuando en 2020 los mismos titulares de aquel entonces, EE.UU. e Israel, convocan a un nuevo acuerdo, lo hacen otra vez ignorando a los palestinos. La pelota se sigue jugando entre herrefolk.

fuente: https://revistafuturos.noblogs.org

1 Biblioteca Oriente, Bs. As, 1949, p. 76.
Publicado en Cultura dominante, EE.UU., General, Globocolonización, Palestinos / israelíes, Poder, Poder mundializado

Disputas geopolíticas, alianza ruso-germánica, OTAN e invasión a Ucrania

Publicada el 30/03/2022 por raas

Por Luis E. Sabini Fernández, Marzo de 2022

La invasión de Rusia a Ucrania en este mes de marzo 2022 ha desatado una serie de mecanismos mentales, ideológicos, entre los que no somos protagonistas de semejante situación. Enumerando: deshistorización sistemática, movida del tablero geopoilítico, pensamiento doble (dejemos a un lado el maniqueísmo, por intelectualmente penoso), campañas contra el intervencionismo y un largo etcétera.

Deshistorización sistemática

El 99 % de los análisis, abordajes, se remonta a lo sumo hasta 2014… al cambio de mano de la península de Crimea, la proclamación de las repúblicas rusoparlantes de Lugansk y Donetsk en la zona del Donbass. Ignorar todo el período soviético (1919-1991) es de una superficialidad o imposible de adoptar.

En tiempos zaristas, con un imperio ensanchádose (en Europa hacia el oeste y en Asia hacia el este), se hablaba de la Madre Rus, o Gran Rus, la Pequeña Rusia o Ucrania y la Rusia Blanca (Bielorrusia). La primera capital imperial fue entonces Kiev.

Hay entonces un denominador común, lo ruso, que es mucho más intenso que el habitual entre naciones distintas o diferenciadas.

A principios del s XX, diversas expresiones políticas ucranianas resistieron el avance bolchevique. Un país muy campesino. Difícil compatibilizar esa realidad campesina y el proyecto proletarista.  Por eso, cuando el nazismo inicia su invasión a la Unión Soviética, en muchas partes de Ucrania no fueron resistidos sino al contrario bienvenidos (allí podría estar el origen histórico de cierta afinidad con la extrema derecha racista en sectores de la población ucraniana).

¿Por qué los nazis podían contar con aliados entre eslavos, siendo su racismo purificador tan hostil ante “razas humanas inferiores” (como suponían la de eslavos)?

El estalinismo produjo estragos en la población, campesina ucraniana. Holodomor. Se estima que millones de ucranianos morían literalmente de hambre mientras los comisarios soviéticos requisaban hasta la última taza de harina, para mayor gloria del proletariado, es decir de ellos mismos y su claque bolchevique.

Saqueados, hambreados, asesinados (si presentaban resistencia a perder su única vaca o la reserva de alimentos para el invierno), los ucranianos sobrevivientes recibieron a los nazis como “salvadores”.

Los nazis, en plena expansión –todavía no habían llegado a Stalingrado y comenzado el principio del fin− pudieron incluso denunciar las fosas colectivas que descubrieron a su paso, que no eran las que ellos todavía no habían empezado a hacer sino las que habían dejado los bolcheviques a su paso con la implantación de la “colectivización forzosa” de 1929 y las hambrunas de la década del ’30 que constituyeron su herencia, ésa también forzosa.

De esa época viene, sin duda, cierta afinidad de población ucraniana con Lado Derecho, Maidan, Destacamento Azov, con el nazismo o cierto racismo étnico.

Porque en Ucrania se repite lo que ha pasado en tantas y tan diversas sociedades: ante las injusticias más flagrantes, hirientes, surge una rebeldía. Incluso una rebelión. Si ese movimiento, psíquico, de una población, que generalmente encarna en una ideología o política justiciera, igualitarista, de rechazo frontal a los privilegios; lo que se califica generalmente de izquierda, falla, porque se revela lo opuesto a lo que predica, entonces, una próxima oleada de insatisfacción profunda, un nuevo movimiento de rechazo social, no vendrá por el lado del igualitarismo, del democratismo, desde la izquierda, sino desde sus opuestos; movimientos autoritarios, radicales, sí,  pero verticalistas, racistas.

La prédica socialista derivó en la URSS, pero también en Ucrania, a la velocidad del rayo, en “almacenes para bolcheviques” que convertían a estos últimos en los únicos que podían comer regularmente, dada la brutal crisis alimentaria que produjo la propia implantación del “nuevo orden” sumada a la escasez ya tradicional de alimentos que castigaba antes a las capas más desguarnecidas. Y esto significó inmediatamente que los más rápidos, los más oportunistas, también se hicieran bolcheviques trastornando el sentido originario, las aspiraciones iniciales.

Esa historia “interna” de la URSS hay que integrarla, secuencialmente, con la segunda posguerra. De allí, sale EE.UU. como poder omnímodo. Sin embargo, en un primer momento se habla de otro triunfador, también: la URSS. El sistema cuatripartito que se estableció entonces, y se corporizó en la ocupación de Alemania por 4 sectores: EE.UU., Rusia, el Reino Unido y Francia. El R.U., un poco a su pesar (pero no demasiado; reconocía una estirpe) concedía el puesto de mando a su vástago y sucesor; EE.UU.

Francia, en cambio, defendió un europeísmo que resultò inconducente porque Europa había entrado en una dependencia, hasta hoy irreversible, de EE.UU.

La URSS figura entonces como una de las dos superpotencias (durante la mayor parte) del s XX. Convertida en potencia nuclear, la URSS asignará a dos de sus repúblicas constituyentes el armamento nuclear: Rusia y Ucrania.

Con el colapso soviético y el consiguiente ascenso a superpotencia única de EE.UU., todo el andamiaje “internacional” que EE.UU. creara a su servicio, la ONU, como en su momento la Sociedad de las Naciones quiso ser la caja de resonancia de la pax britannica (1919-1946), tuvo a su vez un socio principal inesperado; la URSS.

La ONU (California, 1945, sin fecha de vencimiento por ahora) tuvo así un Consejo de Seguridad o Ejecutivo con aquellos ganadores del teatro europeo; EE.UU., Rusia, Reino Unido y Francia) más China, que era la gran presencia del Este en la flamante red internacional.

China era entonces algo muy distinto a la actual, porque gobernaba un régimen occidentalista, anticomunista. Pero en 1949, ese gobierno pierde el control del 99 % del territorio y queda reducido a la isla de Taiwan e islotes adyacentes, y los “Cuatro Grandes” no tienen más remedio que zurcir el tablero mundial, dejando a Taiwan como China nacionalista fuera del Consejo de Seguridad, incorporando a la cúspide a  la República Popular China, convertido ese Consejo así en quinteto (décadas más tarde, Taiwan, la República de China) será expulsada de la ONU, sumándose así a las naciones parias no reconocidas en la ONU (y siendo entre ellas –la nación saharaui, el Tibet, los abjasios− la de mayor tamaño poblacional, con sus más de 20 millones de habitantes).

Ahora bien, el tablero mundial, zurcido, se vuelve a rasgar con el colapso soviético. Y entonces, aparece una Ucrania independiente (formalmente libre de todo poder extranjero). “Granero de Europa”. Una tierra fertilísima, de las mejores de Europa, 40 millones de habitantes, potencia regional. El ideólogo del eje anglonorteamericano, Samuel Huntington, en sus planes para mantener esa supremacía, señalará a Ucrania (y otras naciones de porte mediano-grande, como Turquía) como naciones “partibles”, fracturables. En el caso ucraniano, el período soviético hizo de esa tierra un oeste favorable a Europa y un este más ligado a Rusia. Pero esta fractura viene de antes de la misma URSS por cuanto a grandes rasgos esas mismas configuraciones caracterizaron los asentamientos católicos al oeste y los ortodoxos, al este. Sin tener en cuenta esa historia, “nuestro” presente es incomprensible.

Movidas del tablero geopolítico

El gas y en general las fuentes energéticas rusas son tentadoras para Europa. Por más automación, trascendencia de los límites físicos proporcionados por la industria hipermoderna,  la cercanía física a fuentes energéticas sigue siendo crucial. El petróleo o el gas ruso queda mucho más cerca de Alemania que el que está allende los mares.

Poco a poco se fue tejiendo la red de suministro de tales fuentes energéticas al principal motor industrial europeo; Alemania. El Nord Stream 1, con sus más de 1200 km. de tendido submarino y casi 30 mil millones de m3 de suministro anual, iniciado en 2011, iba a ser de hecho duplicado por el Nord Stream 2 proyectada su inauguración para 2022. Para el eje de la globalización general, bajo la batuta ara la Casa Blanca, el Reino Unido e Israel, este nuevo gasoducto iba a limar asperezas entre Oriente y Occidente (entre Rusia y Europa), y ese posible “estallido de paz” incomoda enormemente a los titulares de la globalización absoluta y propia.

Así que nones. Lidiando por Lugansk y Donetsk se le escapó a Biden: -Si siguen poniendo dificultades, bombardeamos el Nord Stream 2… el periodista sorprendido dijo: ¿Pero y esto qué…, ¿qué tiene que ver? Tiene mucho que ver. Al estilo del político orador de Jacques Prévert.[1]

Esta parte del tablero, sin embargo, es apenas parte. “Del otro lado” del mismo tablero, en modo “imperio”, Putin y su equipo se lanzó al agua con una operación militar desembozada, apenas amparada en el reconocimiento “legal” de dos territorios ucranianos poblados por rusos, designados como repúblicas; Lugansk y Donetsk en Ucrania oriental. Esto permitió a Zelenski ubicarse como defensor, como atacado, ignorando el hostigamiento mortal de años sobre esos territorios. Pero es difícil esperar algo más veraz del presidente ucraniano cuando ha “explicado” que si hay víctimas en la Franja de Gaza,[2] son judíos.

Pensamiento doble (¿o dúplice?)

La esquizofrenia política parece ya tan sustancial a la política que se hace difícil despegar una de otra.

Una frase aborrecible pero sincera, proclama: “Al enemigo ni justicia”. Frase que parece sufrir obsolescencia ética, arrojada al vacío de la historia en nuestra era. Por eso, cuando se inicia todo un movimiento “solidario” con la sociedad ucraniana agredida en un ataque artillado, tradicional, al mejor estilo de los desembarcos de cañoneras estadounidenses en el Caribe, los medios de incomunicación de masas se han apresurado a explicar que están contra todos los intervencionismos, todas las agresiones.

Y condenan con toda su fuerza mediática y la de los políticos y referentes que construyen desde allí sus dictámenes, a Rusia. Mediante un boicot generalizado. Pero nos recuerdan que tampoco les ha complacido el atropello a Libia, las matanzas continuas en Palestina, la hecatombe yemení… ¡vaya!, Supongo que en tales casos y situaciones, debían estar muy ocupados como para condenar, boicotear y “cancelar” (que suena como dernier cri en ética…). Pero que ahora, recapitulando, su democratismo sería tan parejo que nos lo recuerdan: condenar por igual a Putin, la OTAN, Israel, EE.UU., Arabia Saudí…

Emociona. Contra Rusia, medidas concretas. Contra OTAN, Israel, EE.UU. o Arabia Saudí… parole, parole. El pensamiento dúplice sigue gozando de muy buena salud…

notas:

[1] «Discurso sobre la paz», de Jacques Prévert:

“Hacia el final de un discurso sumamente importante el gran hombre de Estado al tropezar con una hermosa frase vacía cae dentro y desamparado abriendo mucho la boca jadeando enseña los dientes y la caries dental de sus pacíficos razonamientos deja al descubierto el nervio de la guerra; el delicado asunto del dinero.”

[2] Un territorio que jamás ha sido israelí ni se le conoce pasado judío y que, precisamente por su condición de asiento árabe ha sido particularmente castigado por la ocupación israelí que lo ha atacado repetidamente mediante artillería y bombardeos, pese a ser un enclave civil. Una sociedad, en suma. Sitiado por aire, mar y tierra desde 2006. Una nueva Numancia, celosamente ignorada.

fuente: https://revistafuturos.noblogs.org

Publicado en EE.UU., General, Globocolonización, Medios de incomunicación de masas, Poder mundializado, PolíticaEtiquetado como Estados Unidos, Holodomor, OTAN, Ucrania, Vladimir Putin

La comedia triste de Ucrania

Publicada el 23/03/2022 - 23/03/2022 por raas

Por Hoenir Sarthou
Voces
9 marzo de 2022

Todos los focos mediáticos del mundo, que durante dos años estuvieron dirigidos hacia la pandemia, apuntan hoy a la guerra entre Rusia y Ucrania. Pero no es esa la única similitud entre dos temas que aparentan ser completamente independientes entre sí.

Para los organismos internacionales y para los gobernantes y la prensa occidentales, Rusia, y particularmente Vladimir Putin, han ocupado el lugar demoníaco que hasta ayer tenía el coronavirus.

Con sus advertencias sobre el posible uso de armas nucleares, Rusia y Putin se convirtieron de pronto en la mayor amenaza para la Humanidad. Las lupas mediáticas, que antes se concentraban en escenas dantescas filmadas en los hospitales, apuntan ahora hacia las tragedias individuales que toda guerra genera, presentándolas como resultado de una inaudita maldad del gobierno ruso y de su Presidente.

Las apelaciones a “unir al mundo contra el virus” pasaron a tener como enemigo a Rusia y a Putin.

El resto no ha cambiado. Lo mismos gobernantes, los mismos organismos internacionales, las mismas agencias de información y las mismas empresas administradoras de redes sociales, hoy sólo hablan de la guerra, censuran a las fuentes informativas rusas y silencian cualquier opinión que insinúe que lo que está ocurriendo en Ucrania tiene otras causas que no sean el azar, la maldad insondable de Putin y la inocencia infinita de Ucrania y de su presidente, el mediático y financierizado comediante Volodímir Zelenski.

Desde luego, eso no es lo que está ocurriendo. Porque, para empezar, es muy difícil encontrar a algún Estado que se beneficie con esa guerra. Obviamente, la guerra no le sirve a Ucrania, que se verá inevitablemente arrasada, teniendo además casi un 40% de su población de origen ruso y con simpatía hacia Rusia. No le sirve a Europa, que depende energéticamente del gas de Rusia y vuelve a vivir conflictos militares muy cercanos, con amenazas nucleares, encarecimiento y escasez de recursos, y migraciones provocadas por la guerra.

Tampoco le sirve a Rusia, que en realidad fue forzada a reaccionar por la iniciativa de incorporar a Ucrania a la OTAN, y no sólo soporta el costo de la campaña militar sino sanciones económicas que están dañando su economía y su moneda, mientras que su eventual éxito es ante todo negativo, el de evitar que la OTAN se instale con potencial nuclear junto a sus fronteras, reduciendo así su status de potencia mundial.

Por último, no le sirve al Estado ni al pueblo de los EEUU, que, si no se involucran, podrían ver menguada su imagen de liderazgo occidental, pero, en caso de involucrarse militarmente, podrían verse arrastrados a un conflicto de consecuencias atroces, en el que, al igual que Rusia, tienen poco para ganar y mucho para perder. China es, quizá, la única potencia que, si no interviene más que declarativamente, como hasta ahora, podría beneficiarse de un conflicto serio que involucrara a Rusia, a los EEUU y a Europa, aunque tampoco eso es seguro, al menos a corto plazo, porque habría que considerar cómo se verían afectados sus mercados.

¿Quién se beneficia, entonces, con la guerra de Ucrania?

Para responder, es necesario superar los análisis de tipo decimonónico, que explicaban las guerras como consecuencia de los intereses nacionales de los Estados involucrados.

Que los intereses económicos privados son determinantes de las guerras no es ninguna novedad. Siempre lo fueron. La historia está llena de gobiernos que fueron instigados a la guerra por los sectores industriales, financieros e incluso agrícolas de sus respectivos países, interesados en ampliar mercados o eliminar la competencia extranjera. Incluso es conocido el papel de intereses financieros supranacionales, dirigidos a levantar o a hacer caer a cierta potencia en su propio beneficio.

La novedad de este Siglo XXI es que los capitales privados más grandes han alcanzado un nivel de acumulación, de desarrollo tecnológico, de desterritorialización y de coordinación de sus objetivos (es una de las funciones de lo “Fondos de Inversión”, que hoy controlan la mayor parte de la riqueza mundial), que les permite presentarle al mundo, ya no una serie de jugadas económicas más o menos disimuladas basadas en la corrupción de los gobernantes, sino un proyecto político global, que comprende la reorganización económica, política, jurídica, científica, sanitaria, ambiental, cultural y educativa del mundo.

Cualquiera que siga las declaraciones de los voceros más locuaces de ese poder económico (el Foro Económico Mundial, el Foro de Davos, la obra de Klaus Schwab, las declaraciones de Bill Gates, e incluso declaraciones de miembros prominentes de familias como los Rothschild y los Rockefeller) percibe que hay un proyecto muy claro detrás de lo que dicen.

Ese proyecto se expresa también, ya sin muchos ambages, en los documentos oficiales de los organismos internacionales (ONU, OMS, FMI, OEA, Banco Mundial, etc.) y en los tratados internacionales que se están cocinando y firmando en los últimos años.

Una noción medular del proyecto es que el mundo no puede quedar librado a las veleidades de los gobernantes nacionales, ni a la voluntad demagógicamente manejada de sus habitantes.

La idea es que el mundo enfrenta desafíos globales, epidemias, crisis ambientales, guerras, cambio climático, escasez energética y de recursos, crisis monetarias, etc.,y, como afirma Klaus Schwab en su obra “El gran reinicio”: “Los problemas globales requieren soluciones globales”.

La propuesta de un gobierno mundial es constante. Un gobierno que, obviamente, no es concebido como expresión de la voluntad democrática global, sino como un régimen tecnocrático y meritocrático, en el que el mérito parece equivaler al éxito económico y al poder que deviene de él.

¿Qué otro título tienen los autoproclamados profetas del futuro, Klaus Schwab, Bill Gates, Elon Musk, George Soros y hasta el incipiente Mark Zuckerberg, que sin embargo vaticinan y a la vez ejecutan políticas que afectan al mundo entero?

Lo que digo puede verificarse con hechos contundentes. Todos hemos visto cómo la pandemia fue manejada por –y en beneficio de – una conjunción de intereses financieros, farmacéuticos y de telecomunicacionales, usando para ello a organismos internacionales, a gobiernos y a funcionarios financieramente manejados.

Ahora, a través de la OMS y de un enigmático organismo denominado “Junta de Vigilancia de la Preparación”, se está elaborando un tratado internacional relativo a futuras pandemias, en el que se asigna a la OMS un papel vinculante, es decir con capacidad de mando a nivel mundial en casos de pandemias.

Por otro lado, en 2018 se suscribió el llamado “Acuerdo de Escazú”, suscripto por Uruguay y en vigencia desde hace un año, que permite a cualquier entidad con la capacidad económica suficiente, no sólo reclamar información, sino llevar a los Estados ante la Corte Internacional de Justicia para responder sobre sus políticas de gestión de los recursos naturales existentes en sus territorios. Es obvia la implicancia de ese acuerdo para países como Brasil, que posee la mayor parte de la Amazonia, y para Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay, que poseen el Acuífero Guaraní.

Menciono esos dos ejemplos para ilustrar cómo se va trenzando la estructura, en parte jurídica y en parte fáctica, de una “gobernanza” mundial nada democrática, que apunta a reemplazar a los gobiernos nacionales en la toma de decisiones respecto a los asuntos más importantes.

¿Es posible leer la guerra ruso-ucraniana prescindiendo de ese fenómeno?

Creo que no. Básicamente porque ninguno de los Estados involucrados obtendrá beneficios, y tampoco lo obtendrán sus economías locales.

Las guerras son buen negocio para quienes prestan dinero para financiarlas, para quienes fabrican y venden armas, y para quienes, luego de ellas, obtienen contratos ventajosos. Hablamos entonces de intereses y empresas supranacionales, para las que las guerras significan grandes traspasos de dinero y recursos públicos hacia sus arcas privadas.

Pero hay algo más. Una guerra a gran escala, que pudiese afectar nada menos que a los EEUU, a Rusia y a los países europeos, va absolutamente en línea con la idea de un gobierno mundial. Por un lado, se debilitan y desprestigian Estados poderosos (el caso de la autocrática Rusia, que no responde demasiado al poder económico occidental ni a su proyecto de gobernanza, sería paradigmático). Por otro lado, cuanto más cruenta y extendida sea la guerra, sobre todo si hay amenaza nuclear, más volcará a la opinión pública mundial a aceptar cualquier estructura de poder que prometa orden y seguridad.

Banqueros como el ucraniano-israelí- chipriota Ihor Kolomoisky, que, inspirado por otros banqueros, promovió y financió la carrera del comediante Volodímir Zelenski a la presidencia de Ucrania, sabían lo que hacían. Nadie mejor que un comediante para protagonizar una obra de enredos en que nada es lo que parece.

fuente: https://infoposta.com.ar/notas/12307/la-comedia-triste-de-ucrania

Publicado en EE.UU., General, Medios de incomunicación de masas, Poder mundializado, PolíticaEtiquetado como Banco Mundial, El gran reinici, Elon Musk, familia Rockefeller, familia Rothschild, focos mediáticos del mundo, Foro de Davos, Foro Económico Mundial, gas de Rusia, George Soros, Guerra en Ucrania, Klaus Schwab, OMS, OTAN, pueblo de los EE, Rusia invade Ucrania, Siglo XXI, UU, Vladimir Putin, Volodímir Zelenski

¿Así enfrenta la ADL* el “antisemitismo conspiranoico”?

Publicada el 28/11/2021 - 09/12/2021 por ulises

*(Anti-Defamation League, Liga contra la Difamación, EE.UU.)

por Luis E. Sabini Fernández

En un trabajo reciente, “Antisemitic Conspiracies About 9/11 Endure 20 Years Later” (Conspiraciones antisemitas acerca del 11 de setiembre de 2001 en Nueva York persisten veinte años después) la ADL sale a enfrentar lo que anuncian en el título.

¿Qué es lo que espera el lector ante tamaño título? La presentación de pruebas o al menos de argumentos mostrando la inconsistencia de tales intentos de explicación de lo acontecido en el World Trade Centrum con las dos torres.

Se trata de un trabajo extenso, más de 40 mil espacios estructurado en cuatro capítulos, con lo cual no cabe ninguna disculpa por falta de medios, de espacio o similar.

Sin embargo, salvo la observación inicial de que tales teorías “antisemitas y conspiranoicas” rechazan “la ampliamente aceptada versión de los hechos”, lo que tenemos es una larga enumeración de personajes calificados así (antisemitas y conspiranoicos) con sus respectivas puntualizaciones en denuncias a los hechos del 11 de setiembre de 2001, el derrumbe en Manhattan y así sumando.

Cabe en primer lugar, un deslinde: ‘la versión ampliamente citada de los hechos’ no es garantía de verdad ni de solvencia; al contrario, diríamos que ante cuestiones complejas e intrincadas, la versión más ampliamente citada no tiene porqué ser la más veraz; en concreto, semejante apelación no garantiza nada, al contrario.

La ADL refuta poco y nada lo que va exponiendo de los respectivos referentes “antisemitas y conspiranoicos”. Como si una afirmación de ADL fuera evidente por sí misma.

Por ejemplo, califica así a Gilad Atzmon, que  ni siquiera abona las meneadas tesis “por carecer de  conocimiento en construcciones y aviación”, según sus declaraciones; igualmente este autor declara adherir a la explicación del atentado tan criticada por ADL; ver lo acontecido como una conspiración, por, aclara Atzmon: “1) la asiduidad con que el Mossad israelí  se dedica a operaciones de falsa bandera; 2) por el principio de cui bono, que nos muestra claramente que Israel ha sido el principal beneficiario de lo acontecido y 3) que el imperio anglonorteamericano  ha estado a cargo de conflictos armadas generados por el sionismo al menos en las últimas dos décadas.”

ADL  ni siquiera intenta comentar tan jugosas como veraces consideraciones. Más aún, no visualizamos el planteo de Atzmon ni como antisemita ni como conspiranoico, sí muy atenido a la realidad.

Tomemos otro ejemplo, no ya de alguien acusado de “antisemita y conspiranoico” (que los son todos) sino de un elemento, presuntamente probatorio de la fuerte implicancia israelí con lo acontecido en Nueva York.

‘Los 5 israelíes danzantes o festejantes’. ADL tipifica como conspiranoico y antisemita cada vez que alguno de sus impugnados menciona el episodio de cinco jóvenes que se estaban fotografiando y festejando en un garaje abierto, que tenía como telón de fondo el derrumbe de una de las torres. Visualizados, con desconcierto e indignación, desde una casa vecina, fueron denunciados a la policía quien prestamente los ubicó y los detuvo.

Resultaron ser cinco jóvenes, y quien parecía tener la voz cantante, atendió el procedimiento policial y les dijo a quienes los detenían y esposaban: «Somos israelíes. No somos su problema.” Sus problemas son nuestros problemas. Los palestinos son el problema«. Era el conductor de la camioneta, Sivan Kurzberg. Los otros pasajeros eran su hermano Paul Kurzberg, Yaron Shmuel, Oded Ellner y Omer Marmari. La camioneta pertenecía a la empresa Urban Moving Systems.

Aunque hubo una orden de liberación presta, tanto la CIA como el FBI postergaron el dejarlos en libertad por un total de 71 días en que hubo ceñidos interrogatorios. Al cabo de esos días fueron todos despachados de retorno a Israel, sin cargos. En esos dos largos meses, fueron sometidos a detectores de mentiras muchas veces, aunque Sivan Kurzberg, precisamente, se negó siempre a pasar por el detector.

Opinión generalizada de quienes tuvieron contacto con el episodio fue que al menos Sivan era un agente secreto israelí.

Las oficinas de Urban M. S. fueron allanadas. Y se interrogó a su propietario, Dominik Suter. También israelí. Solo que, pocos días después no resultó posible un segundo interrogatorio pues el propietario de Urban…, 48 horas después del primer interrogatorio, abandonó el país… de regreso a Israel.

ADL no da explicación alguna por el peculiar episodio. Como tampoco la dio Urban Moving Systems.

ADL se limita a calificar el episodio como perteneciente a la fábula conspiranoica. Como si no hubiera existido.

Vemos la misma modalidad con buena parte de los calificados por ADL. Por cierto que algunos son verdaderamente racistas, antisemitas, supremacistas blancos, porque obviamente ese país, imperial, se fue constituyendo con pobladores colonialistas, genocidas, racistas, mentalidades que les permitieron primero arrebatarle la tierra a los nativoamericanos y luego expandir su poderío alterando fronteras siempre a su favor. Y muchos de esos pobladores privilegiados –núcleo duro del Partido Republicano– no vieron con buenos ojos a recién llegados que les arrebataran el control del imperio “democrático”.

Las dirigencias sionistas “diplomáticas”, melifluas, tipo Ben Gurión, evitaban mostrar el dominio creciente de las redes judeosionistas dentro de EE.UU., pero con la llegada de dirigentes sionistas de origen fascista (línea histórica Jabotinski), como Ariel Sharon o Beniamin Netanyahu, el descaro de actuar imponiendo condiciones a la administración de EE.UU. ha aumentado. Y eso ha resentido a aquella vieja dirigencia blanca estadounidense, racista, que tiene que tragar ahora la medicina del poder que ellos solían administrar.

Pero que la ADL nos muestre que David Icke, sostenga que ‘la familia Rotschild tiene en sus venas sangre de reptiles humanoides que le permiten controlar el mundo’ nos muestra únicamente un grado de primitivismo conceptual de algunos críticos de Israel. Pero eso no demuestra que todas las críticas a Israel, al sionismo, a los judíos, pertenezcan a ese género de ciencia-ficción, ni siquiera en el mismo Icke.

ADL reproduce, por ejemplo, otras argumentaciones de Icke, hasta cierto punto más descriptivas y menos ideológicas: “Las organizaciones sionistas y archisionistas constituyen una red a lo ancho de todo EE.UU. y el mundo entero dispuesta para manipular e imponer la voluntad del archisionismo y el culto a la muerte [de sectas judías que menciona; fundadas en el s. XVIII, por Sabbatian Zevi].” Llama la atención lo del “culto a la muerte” que menciona Icke, siempre truculento. Y nos choca. Pero por como  la sociedad israelí  mata a cuentagotas (y a veces  “a chorros”) población palestina que está sufriendo el despojo de sus tierras desde hace más de un siglo, me hace pensar que se necesita un subterfugio mental que “legitime” esa amplia tolerancia a la muerte de seres humanos que han tenido la mala fortuna de estar radicados (desde hace siglos o milenios) en un suelo del que una religión ha decidido adueñarse.

La atroz indiferencia con que Israel ejecuta a tiros o a fuego lento a esa población, año a año, día a día, expresa sin duda un tipo de culto a la muerte (ajena, claro).

Mucho más importante que aquellos escarceos sobre sangre de reptiles ancestrales es, volviendo a la ADL, la falta total de escarceos sobre citas al Plan Yinon, que ADL se permite. Veamos cómo citan a Cynthhia McKinney, legisladora afroambientalista norteamericana: “Sostuvo que Israel estaba detrás de los ataques, tomando como referencias documentos israelíes de línea política como «Clean Break» y el «Plan Yinon».”

No conozco “Clean Break”, pero sí por cierto el Plan Yinon, de principios de la década de los ’80, y el mismo trasunta nítidamente una política imperial israelí sobre las naciones árabes circumvecinas, y algo más: una actitud supremacista para el manejo de los conflictos que precisamente el mismo expansionismo sionista genera, y ha generado desde la primerísima hora de su asentamiento en Palestina (fines del s. XIX). La crítica de ADL a McKinney elude los argumentos que presenta la criticada. Y solo se limita a etiquetarla, de antisemita y conspiranoica.

En consecuencia, ADL parece no tener reparos al Plan Yinon. Lo cual prueba su funcionalidad con el poder sionista, no sólo establecido en Israel sino en EE.UU y en el Reino Unido (allí, el lobby sionista fue decisivo para desmoronar el liderazgo de Jeremy Corbyn, que quería desmarcarse del colonialista y racista papel cumplido por el Reino Unido a lo largo de toda la actividad sionista (y de mucho antes, ciertamente).

Veamos todavía otro (penoso) ejemplo del estilo ADL; La emprende contra GDL, Goyim Defense League (Liga de Defensa de no judíos) que sostiene  que “judíos tienen un poder ilegítimo a través del control de instituciones mayores,  como los grandes medios de comunicación masivos, la economía o el gobierno […].” La cita desbarra porque continúa acusando a judíos individualmente, pero el pasaje transcrito merece una consideración: ¿no es acaso cierto que los judíos están sobrerrepresentados en los medios masivos de comunicación, en la economía, en el gobierno? Eso resulta clarísimo en EE.UU., y no sólo en EE.UU. Y resulta una explicación sobre porqué los israelíes tienen las manos tan libres para abusar de los palestinos. Una explicación que de ningún modo es una justificación. El mundo, mediáticamente hablando, ignora el abuso cotidiano sobre Palestina y los palestinos; el calvario que es ir al trabajo, a estudiar, volver a su vivienda, siempre asediada. Y contar con que la policía, toda legal, tan “occidental”, defiende a los agresores…

Veamos como ADL la emprende contra Kevin Barrett: “El teórico antisemita de la conspiración es un colaborador asiduo  del noticiero iraní de propaganda Press TV que alberga toda una carrada de antisemitas y negadores del Holocausto […] y escribe para Veterans Today y Unz Review, Barrett invoca a menudo teorías de conspiración antisemitas acerca de una supuesta manipulación de los acontecimientos mundiales, afirmando que Occidente no comprende la duplicidad israelí a causa del extendido poder sionista clandestino.”

Está la cita, pero nos quedamos sin saber cómo ADL refuta tales afirmaciones. ¿No hay acaso un extendido poder sionista clandestino?, ¿no hay manipulación de los acontecimientos mundiales? Nos quedamos sin saber la presunta sinrazón de Barrett. ¿Creerá ADL que alcanza una bula de ellos para neutralizar y refutar lo señalado por el acusado (en este caso, Barrett)?

ADL la emprende contra el estadounidense, exsecretario de estado republicano, Paul Craig Roberts. Lo cita: “Los neoconservadores que dominaban el gobierno de Cheney y Bush identificaron el Cercano Oriente árabe como ‘el enemigo’ e invocaron ‘un nuevo Pearl Harbor’ como necesario para proveer guerras que permitan derribar 7 gobiernos en 5 años… Para obtener ese ‘nuevo Pearl Harbor’ Cheney, los neoconservadores e Israel orquestaron los ataques al WTC y al Pentágono… el 11 de setiembre fue una operación del Estado profundo. Setiembre 2020.”

ADL apenas lo transcribe. Como si la mera presentación de tales consideraciones cayeran por su propio peso. Cuando bien podría ser exactamente lo opuesto.

Leámoslo. El documento a que se refiere Roberts, “Rebuilding America’s Defenses” (setiembre 2000), un manifiesto netamente imperialista y supremacista, firmado por la craneoteca neoconservadora del gobierno de entonces, compuesta primordialmente por judíos (y algunos que no), convoca a “crear” un nuevo Pearl Harbor. Un imperialismo desfachatado.

Dicho documento revela el afán por preservar “la preponderancia” (término acuñado por George Kennan en la década de los ’50); “promover el liderazgo global de EE.UU. [american]. En consonancia promueven “las nuevas fronteras” [en la formación de EE.UU. en el territorio continental norteamericano, “la cuestión de la frontera”, siempre desplazándose, fue muy importante; imprimir en el inconsciente colectivo estadounidense una nueva frontera ahora a lo largo de todo el planeta expresa el alcance imperialista mundial ahora en juego].

Y en ese concierto de control planetario los autores de “Rebuilding…” ven carencias; los servicios de aprovisionamiento no han aumentado el mismo ritmo que los aviones de combate, por ejemplo, el adiestramiento de los marines está atrasado… “En una palabra, una Armada capaz de preservar la preeminencia marítima de EE.UU., va a requerir mucho mayores aumentos de los presupuestos de la Armada […] para preservar la preeminencia militar de EE.UU. en las décadas que vienen el Ministerio de Defensa debe moverse más agresivamente.”

Y nuestra atribulada craneoteca neoconservadora mira con preocupación que “el proceso de transformación, aunque conlleve cambios revolucionarios, probablemente lleve mucho tiempo, faltando un  evento catastrófico y catalizador, como un nuevo Pearl Harbor. La política interna y la industrial tomarán el ritmo y el contenido transformador tanto como lo requieran las misiones militares.”

ADL está encandilada con sus propias luces y ha olvidado la capacidad de razonamiento y de abordaje de la realidad, o está persuadida del efecto que tiene la política de ubicar en el Index a determinadas manifestaciones intelectuales críticas o a determinadas personas (fue un sistema que empleó asiduamente la Iglesia Católica hace siglos, pero la “modernidad líquida” ha revelado su total ineficiencia).

Nos preguntamos si el poder sionista pretende gobernar “nuestras almas” con semejantes “verdades” que no necesitan demostración.

En cualquier caso, la denuncia de ADL expresa una total impotencia y pobreza intelectual. O descaro. Demasiada chutzpah.

Publicado en Destrozando el sentido común, EE.UU., Palestinos / israelíes, Poder mundializado

Israel: Un colonialismo a destiempo

Publicada el 09/06/2021 - 23/05/2022 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández –

No tiene precedentes la ola de críticas y condenas que en 2021 se han multiplicado ante la ya muy vieja e inveterada política etnocida y genocida de Israel, con la población palestina de su territorio, como si se tratara de un cáncer y el Estado de Israel se arrogara el rol de cirujano.

Este proceso lleva décadas y nunca antes se habían expandido tanto las críticas.

Aunque por cierto, varios gobiernos, como el uruguayo de Luis Lacalle Pou, se apresuraron a presentar su solidaridad con Israel como si fuera la parte agredida, en la secuencia de resistencia, escaramuzas, cohetería y bombardeos de mayo, lo cierto res que los israelíes han estado forzando a vecinos de Jerusalén oriental, para desalojarlos. golpeándolos, hiriendo, arrestándolos –¡en tanto la diplomacia servil y los medios oficialistas siguen considerando a Israel el bando agredido!– para llegar a la secuencia conocida: algún o algunos palestinos dan una respuesta violenta, a veces ni siquiera tan violenta como los avances israelíes y entonces, sí, como si se adueñaran de una “justa indignación”, aunque es parte de una secuencia ya archiconocida, Israel “responde con todo”: bombardeo a la Franja de Gaza; como si fuera el campo de experimentación de las armas de destrucción masiva israelíes.

Porque no golpean al presunto agresor, sino bombardean y descargan artillería sobre población civil, ciudades y poblados en su vida cotidiana, destruyendo edificios, hospitales, escuelas, plantas potabilizadoras, tanques de agua, botes de pesca, mezquitas (como si se tratara de un cirugía psicoanalítica, derriban, con precisión quirúrgica –como si castraran– minaretes y en particular su extremo superior).

Tamaña represión, tan descarada en sus móviles de judaizar Jerusalén, se ampara “en la letra de la ley” que predican respetar puntillosamente. En realidad, dos leyes, claro: una, para palestinos, Ley de Propiedad de Ausentes,  por la cual el Estado de Israel puede apropiarse legalmente de la propiedades palestinas que por alguna razón estén desocupadas. El cerebral Plan Dalet, de 1947 fue el operativo de exclusión violenta de los habitantes de unas 500 aldeas palestinas, mediante amenazas, asesinatos y violaciones. Quedaron así vacías unas cuantas viviendas… La segunda ley que “ampara” los procederes israelíes es la Ley de Asuntos Legales y Administrativos; como se ve un nombre que puede esconder o expresar cualquier asunto, mediante la cual los judíos pueden reclamar títulos de propiedad anteriores a 1948, lo que precisamente le está vedado a los palestinos… por la ley anterior.

Como cualquier puede advertir, esta duplicidad procedimental genera enorme frustración y enojo. Es lo que ha pasado en Sheik Jarrah, precisamente.

Cabe agregar que además, desde la segunda posguerra la misma ONU ha entendido que dicha ciudad sea asiento de tres religiones– y por lo tanto la política israelí va directamente en contra de la calidad supranacional de Jerusalén. Las autoridades israelíes defienden su procedimiento como si se tratara apenas de defenderse; es notorio, sin embargo, que han dañado a los palestinos en proporción de cien a uno o de mil a uno…

Pero hay otro aire, otra situación, sobrevenida desde 2020, el año precisamente diseñado por Donald Trump, Jared Kushner y Jason Greenblatt como el año del Acuerdo del Siglo de la cuestión palestina, un acuerdo en el que el trío mencionado ni incluía a los palestinos. No se hubiera secado la tinta que habría podido usarse en tamañas rúbricas, cuando el derribo de estatuas símbolo del colonialismo y la esclavitud, el BLM, el “trumpazo”, rematado con la ocupación del Congreso, más una agitación similar en otros países como Francia, Bélgica, el Reino Unido,  nos muestra un nuevo aire, una nueva sensibilidad en la opinión pública, que aun siendo parcial y más bien limitada a países “centrales”; es significativa.

EL SIONISMO Y LA FORMACIÓN DE EE.UU.

Algunas de las fracciones principales del sionismo siempre se han sentido muy identificados con la trayectoria de EE.UU. Los peregrinos, forjadores de las primeras colonias americanas en el norte atlántico, les robaron las tierras –y la vida– a los originarios norteamericanos y, como eso dio lugar a resistencia, los intrusos se consideraron agredidos, y arrasaron dicha resistencia y reafirmaron su soberanía sobre ese territorio, con salvaguarda bíblica. Tan bien les fue en términos militares, que se les hizo el campo orégano y ensancharon el territorio original estadounidense, que no llegaba  al medio millón de km2, hasta sobrepasar los 10 millones, entre compras, arrebatos, invasiones y apropiaciones y reducciones (de los originarios sobrevivientes).

Los sionistas, sus alas más militantes, tomaron a EE.UU. como modelo desde bastante temprano, y en 1942, con el Congreso Sionista Mundial del Hotel Biltmore en Nueva York, decidieron desprenderse de su viejo padrino, el United Kingdom, y decidieron por sí y ante sí, agenciarse un nuevo y menos gastado padrino, United States of America. Padrino y modelo.

Hay abundante bibliografía israelí acerca del trato dado por los wasp [1] a los “indios norteamericanos”. Y ha habido una idea subyacente, la de hacer lo mismo con los palestinos: una reedición de la fundación de un Israel occidental en América del Norte, ahora en el Cercano Oriente, en la Palestina histórica. El Acuerdo del Siglo iba a ser lo más cercano a ese proyecto, esa estrategia de resolver la cuestión palestina sin palestinos.

Pero ante esta “liquidación”  hay un tropiezo histórico de proporciones, que justamente ahora, ingresando a la tercera década del s XXI, parece aflorar.

El proyecto sionista empezó a configurarse y pesar políticamente en el cambio del siglo XIX al XX. Un poco tarde en la historia de los pueblos para reeditar lo hecho por Occidente con el “Nuevo Mundo” entre 1492 y el 1900.

Los sucesivos genocidios fueron dejando una huella de resistencia y rechazo; la humanidad, tropieza mil veces con la misma piedra, pero no permanece siempre en el mismo sitio. En pleno siglo XXI la dominación y la expoliación no pueden mantenerse con el estilo de la violencia y el racismo desnudo de hace dos siglos.

1945 significó el quiebre decisivo del racismo desnudo. Entonces se proclamó la relevancia de lo democrático, aunque en los hechos se mantuvo toda la estructura de dominio ya asentada, y lo que hubo, en rigor, fue un cambio de vocabulario: los abismos entre pobres y ricos, entre céntricos y periféricos, entre bien alimentados y mal alimentados, se mantuvieron. Hasta la esclavitud se mantuvo, solo que no oficial…

Pero la introducción de nociones como autogobierno, protagonismo de la gente, derechos universales, no son sólo consignas vacías; seres humanos las van encarnando, de a poco, a veces gradualmente, a veces a los saltos o en oleadas.

Algunos hablan del impacto que produjo en EE.UU.  imágenes de los 65 pequeñines palestinos asesinados con las bombas de la última represalia. Sin duda, es fuerte, atroz. Pero en incursiones militares anteriores, Israel le ha quitado la vida a mucho más que a 65 niños palestinos; en 2009, en 2014, para nombrar apenas las más sangrientas.

Pero las actitudes humanas no se rigen por datos cuantitativos, ni por la pura información, aunque es muy posible que por algún factor ahora actuante los medios masivos estadounidenses hayan mostrado este año mucho más que en bombardeos y arrasamientos anteriores a la misma Franja de Gaza.

El cambio epocal parece habérsele escapado a los sionistas más recalcitrantes. Llevados por su impunidad y una suerte de inmunidad ética conseguida con el episodio nazi.

Da la impresión que esa “protección” o inmunidad ética social, psíquica, política, ideológica, están llegando a su fin.

SIONISMO SIN LÍMITES;  LÍMTES DEL SIONISMO

No creo en profecías, pero, sin embargo, hay perspicacias que resultan proféticas. Cuando la flamante ONU, organizada alrededor del nuevo estrellato mundial, EE.UU. triunfante de la 2GM sin desgastes mayores, decide reconfigurar, una vez más el mapa político planetario, el sionismo recibe un fuerte impulso para adueñarse de Palestina. Hubo una serie de deliberaciones supuestamente democráticas porque quebrado el Eje –la alianza de fascismo y nazismo expresamente antidemocráticos, se instauró el credo democrático entre los vencedores como condición sine qua non de toda concepción política, al punto que hasta el comunismo con su dictadura proletaria, metamorfoseó mensajes para perseverar con “democracias populares”; lo democrático siempre primero.

Tales deliberaciones, en lo que atañe a Palestina, tuvieron lugar en la UNSCOP, la comisión especial designada por la ONU, es decir por EE.UU., para encarar la cuestión palestino-israelí. [2]

Fueron fintas. Porque los dados estaban marcados (y muchos entonces no lo sabían). Pero en dichas fintas, la comisión escuchó diversos enfoques y algunos muy interesantes, como el del representante iraquí ante la ONU, que no pertenecía a UNSCOP (no se designó en la comisión de once estados a ninguno árabe, aunque hubo sí uno musulmán; Irán). El iraquí se aproximó así a la cuestión: “De manera muy eficaz [los sionistas] explotaron los sufrimientos de las víctimas de Hitler para sus propios fines políticos. Ahora quieren un Estado en una parte de Palestina, más tarde van a quererlo en todo el territorio de Palestina y finalmente pretenderán invadir el resto del mundo árabe”.

Lo dijo en 1947. Basta ver el despedazamiento del territorio palestino y las incursiones habidas en Sinaí, las alturas sirias de Golán, las escaramuzas alrededor del río Litani, libanés, para darse cuenta de la enorme sabiduría “predictiva” del delegado iraquí.[3]

LA REDUCCIÓN PALESTINA

UNSCOP esbozó dos posibles estados, absolutamente asimétricos: el territorio mayor para la población menor, judía, y el territorio más chico para la población árabe, mayoritaria, dos tercios. Una división “à la europea”. Un reparto festejado por sionistas y repudiado por el mundo árabe.

UNSCOP sentó así las bases para la continuación del conflicto, que venía desde fines del siglo XIX, que fuera tomando dramaticidad a principios del s XX con el proceso de compras de tierras y exclusión de población ancestral. Y con el carácter crecientemente armado del sionismo (que produjo tensiones con la población palestina y con los judíos no sionistas).

En 1947, segundo peldaño, dramático y decisivo: los ingleses abandonan “el gobierno” de su protectorado y el único ejército y policía allí existente entonces, ¡oh casualidad!, resultó el judío. En una serie de operativos violentos los grupos judíos, muy bien organizados, arrasaron 500 aldeas palestinas, mataron puntualmente “lo necesario” de la población allí establecida para expulsar una mayoría campesina (estimada entre 700 000 y  800 000 seres humanos).

Desde 1948, el proceso de “redención de la tierra” como llaman los sionistas, cada vez  más apoyados en lo religioso, el adueñarse de la tierra palestina, ha avanzado lenta  o bruscamente, pero sin retroceso alguno; ni siquiera una vez.

Mediante colonizaciones, han ido arrebatando tierras, viviendas, caminos, cultivos, arrinconando a la población local, condenada a vivir fuera de la red urbana y rural oficial del país. Lo que para un conductor automovilístico israelí lleva 15 minutos, para uno palestino, puede llevar 2 o 5 horas (depende no sólo de los desvíos de carreteras sino de los puestos de control con demoras nunca previsibles, porque se hacen precisamente para eso; para hacerles la vida imposible a los moradores históricos).

Algunos de los sionistas más encarnizados, como Naftali Bennet, ministro por años del gabinete de Netanyahu y en la coyuntura actual aspirante a sucederlo, es un expreso admirador del establecimiento de EE.UU. y considera a los palestinos sus “pieles rojas”.

Alguna vez ha declarado, para tranquilizar secuaces: “He matado a muchísimos árabes en mi vida, y no he tenido ningún problema por ello.” [4]

El tiempo de “matador de pieles rojas” simbólico (ya que el físico ha entrado en un cono de sombra desde hace rato), parece cada vez más repudiable, no tanto a las víctimas tradicionales del supremacismo racial  que lógicamente lo han rechazado, sino a sus presuntos beneficiarios; es la población universitaria estadounidense la que no  valora ya positivamente ese comportamiento.

Israel ya no podrá amparar su genealogía en el infame nacimiento de EE.UU.

MATADORES DE INDIOS, MATADORES DE PALESTINOS

Claro que hace dos siglos, incluso hace siglo y medio, la colonización y el despojo contaba con “cazadores de indios”, con matadores profesionales, que contaban y lucían las cabelleras de los oriundos que iban matando. Entonces, un timbre de valentía, de arrojo, que seguramente le otorgaba un status entre hombres y no menos entre mujeres.

Pero tales personajes dentro del esquema represivo israelí, y que en el caso israelí gozan, como Bennet de enorme influencia, irradiando su certeza genocida, ya no están siendo dejados del lado respetable o glorioso de la historia.

Véase, por ejemplo, el alegato de un soldado israelí que aclara cómo fue perfectamente entrenado, seleccionado para participar de la Brigada Golani        –la “crema” del ejército israelí–, que recuerda vociferando que ha matado a 40 palestinos para Israel, que ha sido asesino, y que tiene trastornos, enuresis nocturnas, delirios con quienes le preguntan por qué los mató… que no puede vivir tranquilamente con semejante estrés postraumático… Su indignación, más allá de la queja por lo que cuenta, es que la recurrente asistencia hospitalaria (psiquiátrica) que necesita debe ser pagada por su madre.[5]

Personajes como este sicario, que se queja de sus remordimientos y de las cuentas que el estado israelí le exige a su madre, no constituyen, ciertamente  figuras ejemplarizantes, atractivas, respetables; más bien desnudan la naturaleza genocida de la labor militar israelí.

Testimonios como éste, igual que el de Bennet, parecen estar modificando el panorama político en EE.UU., lugar clave al respecto, por el peso específico de su configuración política, militar, cultural. Y porque alberga a la mayor cantidad de judíos del mundo distribuidos por país.

Ya no existe hoy un personaje como la figura liminar del colonialismo británico, Winston Churchill, premier de “larga duración” si los hubo, quien, refiriéndose al bombardeo y represión brutal del barrio negro de Tulsa, Oklahoma, EE.UU., en 1921, aclarara: “No puedo disculparme por esta toma de territorio de la misma forma que nadie puede quejarse que los hombres blancos hayan tomado las tierras de los indios piel roja en América; es algo natural que las razas superiores dominen a las razas inferiores”.[6]

Churchill ligaba los procederes colonizadores de su imperio con los de EE.UU.

¿SATURACIÓN ANTE TANTA IMPUDICIA?

Es como si la impudicia israelí en la violación a los derechos humanos, que se proclaman universales, empezara a advertirse. Y la chutzpah, esa mezcla de osadía y descaro blandida por intelectuales como Alain Dershowitz como virtuosa, estuviera mostrando su rostro verdadero, de amo…

Como expresión de los cambios en EE.UU. respecto de Israel, hay que registrar la presencia, sin antecedentes (por su número) de toda una bancada legislativa que repudia la vía israelosionista de construir el Estado de Israel. Significativamente, mujeres y con orígenes étnicos distintos, muy distintos a los “tradicionales: Ihlan Omar, de origen somalí, Rashida Tlaib de origen palestino,  Ayanna Pressley, afroamericana, Alexandria Ocasio-Cortez, de familia portorriqueña.

Este cambio que denominé “de época”, no parece tan nítido en Israel. Si uno considera que la disputa por el cargo de Primer Ministro se da entre Beniamin Netanyahu, Bruno Gantz, Naftalí Bennet, tenemos que concluir que sigue en pie la descripción de Norman Finkelstein,[7] describiendo el arco político ideológico israelí como un país sin izquierda: solo derecha, extrema derecha y extremísima derecha.

Queda por ver si “el cambio epocal” atañe exclusivamente a EE.UU. o toma fuerza en otros países, por ejemplo, europeos, que rompan el seguidismo ovejuno que les hace temer constantemente caer en el antisemitismo.

notas:

[1]  White Anglo Saxon Protestant: el núcleo fundacional de EE.UU.

[2]   Véanse mis notas: “ONU-UNSCOP: padres putativos de Israel”, I, II, III.

[3]   Federico Perazza, “Uruguay y el conflicto en Medio Oriente”, Revista Mexicana de Política Exterior, 2007-2008, transcribiendo  texto de la sesión plenaria de la Asamblea General de la ONU, 26 nov. 1947. Documento A/516, p. 634.

[4]   Publicado por Yediot Aharonot, periódico israelí, y traducido y puesto en internet por http://www.palestinalibre.org/articulo.php?a=46297, 31 julio 2013.

[5]   https:twitter.com/SantiMayor/status/1400091462642114570?s=08.

[6]   Cit. p. Jorge Majfud, «1921: Ensayo de bombardeo contra una «raza inferior».

[7]   Académico con enorme coraje civil, enfrentando desde hace muchos años los engaños urdidos por la IHRA (International Holocaust Remembrance Alliance) con las atrocidades habidas durante la 2GM, lo cual le ha significado un ostracismo total en su país, EE.UU.

 

Publicado en EE.UU., Palestinos / israelíes, Para salir del repollo

Navegación de entradas

Entradas anteriores
Entradas siguientes

Entradas recientes

  • ¿De dónde proviene la buena conciencia de quienes torturan, vejan y matan?
  • ¿Por qué ahora un segundo WTC en nuestro país?
  • La impunidad israelí
  • El colonialismo sobreviviente y una tercera guerra mundial
  • 7 de octubre de 2023 en Gaza: ¿operativo asesino, liberador o de falsa bandera?
  • banderas palestinas NO HAY PEOR CIEGO QUE EL QUE NO QUIERE VER
  • La miseria moral de postular la “solución de dos estados”
  • El desprecio de la vida (que no es «la nuestra» y por tanto no es humana)
  • La población humana del planeta: ¿1000 o 1500 millones u 8000 millones?
  • La gravedad del momento actual
  • Proyecto en Uruguay Arazatí: ¿descartado o redivivo?
  • La decisión judeosionista de exterminio de la sociedad palestina
  • El silencio del gobierno de Uruguay ante Gaza o ante Israel
  • (sin título)
  • Panorama… planetario y foco en Gaza
  • Palestinos                                                                                                                   25 05 06
  • BASURA NUESTRA DE CADA DÍA
  • URUGUAY: DESTINO DE PAÍS
  • EE.UU. e Israel: una cuestión de élites
  • No other land: ¿Hay que ser judío para criticar a Israel?
  • ¿REFRENDAR O NO REFRENDAR? (That’s the Question)
  • GENOCIDIO AL DESNUDO Y A LA VISTA DEL PÚBLICO
  • Contaminación omnipresente: un límite planetario olvidado
  • Aplicando el sagrado principio de desigualdad ante la ley
  • ¡La bolsa o la vida!

Archivos

  • diciembre 2025 (5)
  • octubre 2025 (2)
  • agosto 2025 (3)
  • julio 2025 (2)
  • junio 2025 (3)
  • mayo 2025 (1)
  • abril 2025 (3)
  • marzo 2025 (2)
  • febrero 2025 (2)
  • enero 2025 (5)
  • diciembre 2024 (5)
  • agosto 2024 (2)
  • julio 2024 (2)
  • junio 2024 (3)
  • marzo 2024 (1)
  • febrero 2024 (3)
  • enero 2024 (2)
  • diciembre 2023 (2)
  • noviembre 2023 (5)
  • octubre 2023 (1)
  • septiembre 2023 (2)
  • agosto 2023 (5)
  • julio 2023 (10)
  • abril 2023 (4)
  • febrero 2023 (7)
  • diciembre 2022 (3)
  • noviembre 2022 (3)
  • octubre 2022 (2)
  • septiembre 2022 (4)
  • agosto 2022 (2)
  • julio 2022 (3)
  • junio 2022 (6)
  • mayo 2022 (3)
  • marzo 2022 (2)
  • enero 2022 (1)
  • noviembre 2021 (3)
  • octubre 2021 (2)
  • septiembre 2021 (1)
  • agosto 2021 (3)
  • julio 2021 (1)
  • junio 2021 (5)
  • mayo 2021 (1)
  • abril 2021 (1)
  • diciembre 2020 (1)
  • agosto 2020 (2)
  • julio 2020 (3)
  • junio 2020 (2)
  • mayo 2020 (3)
  • abril 2020 (2)
  • febrero 2020 (5)
  • enero 2020 (1)
  • diciembre 2019 (4)
  • noviembre 2019 (1)
  • octubre 2019 (2)
  • agosto 2019 (3)
  • julio 2019 (2)
  • junio 2019 (3)
  • mayo 2019 (1)
  • abril 2019 (2)
  • marzo 2019 (3)
  • febrero 2019 (2)
  • enero 2019 (1)
  • diciembre 2018 (3)
  • noviembre 2018 (5)
  • octubre 2018 (2)
  • septiembre 2018 (2)
  • agosto 2018 (4)
  • julio 2018 (2)
  • junio 2018 (4)
  • mayo 2018 (1)
  • abril 2018 (2)
  • marzo 2018 (3)
  • febrero 2018 (1)
  • enero 2018 (2)
  • diciembre 2017 (5)
  • noviembre 2017 (2)
  • octubre 2017 (5)
  • septiembre 2017 (4)
  • julio 2017 (1)
  • junio 2017 (2)
  • abril 2017 (3)
  • marzo 2017 (2)
  • febrero 2017 (3)
  • enero 2017 (1)
  • diciembre 2016 (2)
  • noviembre 2016 (2)
  • octubre 2016 (2)
  • septiembre 2016 (4)
  • julio 2016 (2)
  • abril 2016 (1)
  • marzo 2016 (2)
  • febrero 2016 (3)
  • enero 2016 (3)
  • diciembre 2015 (2)
  • noviembre 2015 (1)
  • octubre 2015 (1)
  • septiembre 2015 (1)
  • agosto 2015 (3)
  • julio 2015 (1)
  • abril 2015 (1)
  • febrero 2015 (1)
  • diciembre 2014 (1)
  • noviembre 2014 (1)
  • agosto 2014 (1)
  • julio 2014 (1)
  • junio 2014 (1)
  • mayo 2014 (4)
  • abril 2014 (1)
  • marzo 2014 (3)
  • enero 2014 (1)
  • diciembre 2013 (1)
  • noviembre 2013 (1)
  • octubre 2013 (2)

Ultimos comentarios

  • Imagen: la clave teledirigida del poder actual – CUARTA POSICIÓN en Imagen: la clave teledirigida del poder actual
  • Nuestro insensible camino hacia un totalitarismo | Revista SIC - Centro Gumilla en Nuestro insensible camino hacia un totalitarismo

Etiquetas

Agatha Christie amortalidad de los humanos Antidefamation League artilugios tecnológicos biowarfare catástrofe alimentaria colonialismo complejidad económica confinamiento masivo Consejo de Derechos Humanos de ONU Covid-19 ecología EE.UU. el sionismo Estados Unidos Federación Rusa Franja de Gaza guerreristas hambruna Ian Fleming Jonathan Greenblatt la Caída del Muro Luis E. Sabini Fernández matanza de palestinos matanzas selectivas menor calidad alimentaria momento histórico Naciones Unidas ombliguismo progresivamente invasivo OMS OTAN periodistas asesinados poblaciones tradicionales poder sionista poderío israelí Project for the New American Century Ray Kurzweil Roald Dahl Samuel Huntington sars-cov2 tecnoperfeccionamiento territorio ucraniano Uruguay Vladimir Putin Yuval Noah Harari

Meta

  • Registro
  • Acceder
  • Feed de entradas
  • Feed de comentarios
  • WordPress.org
Funciona gracias a WordPress | Tema: micro, desarrollado por DevriX.