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El mundo empresario abandonando el diálogo humano

Publicada el 12/07/2022 por ulises

UN FENÓMENO DE NUESTRO TIEMPO

por Luis E. Sabini Fernández

  1. Toca la campanilla del teléfono fijo. Levanto el auricular y oigo una cantinela repetida innumerables veces: (mensaje de la empresa que gestiona los que adeudan a EDENOR: ofrecen un número telefónico 5296 3230, pero no responde voz humana viva).

Los titulares y habitantes que habitamos con este número de teléfono no tenemos deuda alguna con EDENOR.  Lo afirma EDENOR por internet. Luego de reiterados avisos, todos iguales, grabados, caímos en la cuenta que quien tuviera antes este número de teléfono o este domicilio debía tener una deuda con EDENOR.

Pero los cobradores no rastrean; solo de limitan a dejar la recordatoria, por lo visto sin preocuparse en recoger ni un dato siquiera.

Una falta de diálogo ensordecedor.

Tiempo insumido para atender algo inconducente: un par de minutos cada vez, unas veinte veces: alguna hora, y al comienzo, un buen devaneo procurando dar con la deuda; porque estos mensajes siempre apuntan a un remiso, un culpable, un deudor, un incapaz, un ineficiente…

 

  1. He intentado ingresar al sitio-e VTV innumerables veces. Perdí la cuenta. Quince, tal vez diecisiete…

Cuando me pregunta –la pantalla inteligente– si tengo un código, como se trata de una revisita y me entregaron todo un relevamiento con código, digo que sí. Lo pongo y la pantalla –inteligente– me informa que ese código no coindice con los datos precedentes que acabo de dejar.

Como tengo un único auto, ya con décadas y hasta ahora siempre habían sido los mismos datos, bastante sencillos, tres letras, tres cifras, abandono el código y procuro entrar como si fuera por primera vez.

Este minuet y pasos similares es lo que llevo haciendo más de una docena de veces.

En otro de esos embates no reconoce mi corr-e, la pantalla me hace ir atrás, vuelta a empezar. Cuando transcribo el código recibido en otro artefacto-e (porque si cometo el “error” de abrir otra pantalla en el mismo monitor –el de mi corr-e– para extraer el código clave recién enviado, la pantalla VTV hace mutis… y no vuelve más, la pantalla entonces incorpora el dato que traigo del celular, ¡aleluya!; sin embargo al avanzar un par de casilleros, bruscamente se borra todo lo consignado… y vuelta a empezar.

Tiempo insumido a quien esto escribe: varias horas, tal vez una o dos jornadas de trabajo. 8 o 16 horas.

Tiempo multiplicado de los solicitantes a los que les pasa algo similar. Una sobrecogedora  cantidad de tiempo perdido. No solo tiempo perdido. Nervios ganados, tensiones intensificadas…

 

Como dice Byug-Chul Han nos hallamos en “la sociedad del cansancio”: todo el mundo agotado de gestiones para el teléfono, el auto, la administración de la vivienda, de los dinerillos, poco contante, que debemos llevar a adelante ante nosotros mismos… y el asistente-e, es decir, ante nosotros mismos.

¿Qué significa?

Dimensionemos e invoquemos los escamoteados costos.

El mundo empresario ha suprimido seres humanos que hasta hace relativamente poco dialogaban con la clientela para llevar adelante las diversas gestiones. Así se han ahorrado un costo laboral alto.

Y a los particulares, esos átomos del mercado que ocupamos el lado comprador, consumidor, dependiente, han tomado, se le ha asignado la tarea de avanzar trámites, situaciones, necesidades, problemas, sin diálogo alguno con la otra parte del “mercado” en un curioso, perturbador avance “a solas”, pero digitalizado.

El diálogo, entre humanos  en relación con las corporaciones y grandes unidades económicas, ha sido reducido a su mínima expresión (y algunas empresas parecen haber logrado “el éxito” de eliminarlo completamente) lo cual redunda en una gigantesca transferencia de costos de la empresa a la sociedad donde dicha empresa “brinda” sus servicios.

Todo ello aderezado de una campaña de brainwashing para persuadirnos que todo es ganar-ganar y que ello ayuda a mejorar la sociedad.

La lesión, el menoscabo producidos al tiempo de “la gente” se ignora (porque generalmente no se valúa; no se lo estima, dicho esto último en sentido literal).

Vale la pena comparar estos adelantos tecnoideológicos generalmente presentados como bendición digital, propios de las empresas “más avanzadas”, con aquellos servicios que han mantenido o han tenido que reponer el diálogo entre las dos partes, como los CGP de CABA en Buenos Aires, no sabemos si por la sobrecarga de población de la tercera edad en ese territorio u otro motivo– pero los trámites allí funcionan con envidiable fluidez.

¿El método? Sencillamente llega el habitante, sin cita previa, ni conseguida por celular, ni por computadora o ni siquiera por haber venido a buscar un numerito, la recepción le pregunta el motivo de la visita, recibe un número del  área acorde, aguarda y quien lo atiende toma sobre sí la tarea de conseguir lo que el “vecino” solicita.  Como los operarios de los distintos servicios municipales están entrenados y duchos, en minutos se consigue la fecha de casamiento, la renovación del carné de conducir, el permiso solicitado.

¿Por qué el mundo empresario se desvincula de un servicio al cliente en pleno proceso de computarización forzosa? Una situación impensable hace pocos años, porque habría ido en detrimento de la empresa. Pero no es el caso ahora. Enancados en la marea de adelantos tecnológicos, el ciudadano común se siente débil al no poder satisfacer la demanda. Prefiere gastar, malgastar su tiempo, para “salir del papel de primitivo”.

Los cálculos e intereses empresarios pueden desatender el tiempo y la calidad del tiempo de “la gente”, pero la sociedad no debería dilapidar ese tiempo social, cientos o miles de veces mayor que el que tendría que insumir una atención eficiente de “los trámites”·.

Para mover esta situación de frustración, tendría que actuar una masa crítica, que exprese el daño, el malestar, la resistencia a las estrategias dominantes y normalizadas, “por la razón o la fuerza”.

Pero si aguantamos dócilmente las decisiones como si fueran de Su Majestad, que rigen nuestra vida cotidiana, seguiremos “en el mejor de los mundos” (a lo sumo esperando que el sobrino gamba te dé una mano, que la hija que vive en otra ciudad (a veces en otro país, en otro continente) pueda arrimarse y ayude a desentrañar vericuetos digitales aunque sea a fin de año…

 

Publicado en Cultura dominante, Destrozando el sentido común, Uruguay, Vida cotidiana

MUERTE DE SHIRIN ABU AQLEH – De versiones mediáticas y sus objetivos político-ideológicos

Publicada el 28/06/2022 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández –

El asesinato de una periodista conocida en su ámbito laboral y político reveló implicancias políticas e ideológicas y desnudó, una vez más,  un modus operandi en este caso de los poderes que procuran regir destinos de otros.

Ana Jerozolimski, que se presenta como periodista, pero que bien podría ser, por su afinidad e identidad, funcionaria diplomática israelí, publicitó el asesinato de la periodista palestina Shirin Abu Aqleh como probablemente cometido por palestinos.

Cito: “El Ministerio de Salud de la Administración Nacional Palestina no se basó en ningún reporte médico, pero decidió que la había matado Israel. Y de allí empezó el coro ya conocido y nada sorprendente de acusación explícita a Israel, a ‘la ocupación’, a ‘los sionistas’ y demás.”

″Puede no sorprender cuando se trata de informaciones de fuentes árabes en general y palestinas en particular, pero es especialmente lamentable que lo determinen también agencias de prensa internacionales que tal como sucede muy a menudo, simplemente repiten las versiones palestinas. Lo vimos claramente en la cuenta de Twitter de AFP.”

″Ahora, a los hechos.

″En un video difundido por Avichai Adraee (se pronuncia Avijái Adraí), portavoz de las Fuerzas de Defensa de Israel en árabe, se ve claramente que un palestino armado dispara en forma indiscriminada hacia un callejón en el campamento de refugiados Jenin. «De acuerdo a estimaciones preliminares, eso resultó en la muerte de la periodista Shirin Abu Aqleh», escribe el portavoz israelí. Y explica. ‘Se vanaglorian de haber matado a un soldado, pero nosotros lo negamos’. Ningún efectivo israelí fue muerto en el operativo en cuestión, destinado a detener sospechosos de estar planeando atentados terroristas en Israel.″

″En el video se oye a un palestino gritando ¡Le pegamos a un soldado! ¡Está tirado en el suelo! Pero el hecho es que no había ningún soldado, ya que el ejército confirmó que ninguno de sus hombres había sido alcanzado por las balas. ¿Entonces? Al parecer esa podría ser la periodista de Al Jazira.

″Luego, en otro video publicado muy poco después, se ve a palestinos acercándose a alguien que yace en el suelo. Uno grita, hablando en masculino, ‘levántenlo’, pensando al parecer que era el soldado [israelí]. Pero luego corrigen al ver que es una mujer.”

″El portavoz militar en árabe reveló que Israel ofreció llevar a cabo una investigación conjunta y una autopsia pero los palestinos se han negado, y pregunta retóricamente por qué: ‘Quizás se niegan para intentar esconder la verdad’, resumió.”

″A esto, Adraee agrega ‘nuestro profundo pesar por la muerte de la periodista Shirin Abu Aqleh, con quien hemos estado trabajando a lo largo de los años’, señalando que ‘damos mucha importancia a la libertad de prensa y trabajamos para respetarla y protegerla’.”

Escrito por AJ el 11 de junio de 2022.

Días después, las conclusiones de la comisión designada por la ONU para investigar esa muerte dictaminó:

“Los disparos que mataron a Abu Akleh e hirieron a su colega Ali Sammoudi provinieron de las fuerzas de seguridad israelíes y no de disparos indiscriminados de palestinos armados”, ésta es la conclusión de la investigación realizada por Naciones Unidas sobre la muerte de la periodista Shirin Abu Aqleh (cit. p. Mikel Ayestarán, corresponsal de El Correo,  Bilbao, 24 junio 2022).

Dice Ayestarán, más adelante: “Ravina Shamdasani, portavoz de la Oficina de Derechos Humanos de la ONU, aseguró en el transcurso de la presentación del informe que en la zona «no había actividad de grupos armados palestinos» y que «se dispararon varias balas hacia los periodistas desde […] las fuerzas de seguridad israelíes».”

La investigación del organismo internacional recoge que los soldados siguieron disparando contra un hombre desarmado que acudió a socorrer a Abu Aqleh. Una situación que se puede ver en las imágenes grabadas por los reporteros. En opinión de la comisión  de la ONU es «muy preocupante que las autoridades israelíes no hayan llevado a cabo una investigación criminal».

El régimen israelí no se ha inmutado. No se ha abierto sumario. No ha encarado ubicar al responsable; más bien todo lo contrario. Prosigue Ayestarán:

“Israel apuesta por la ambigüedad y mantiene como versión oficial que «Abu Aqleh no recibió un disparo intencional de un soldado» y que «no es posible determinar si fue asesinada por un miliciano palestino o por un soldado».”

 

Ya con los hechos aclarados por la investigación de la comisión internacional –cuyo dictamen ha coincidido con los de dos comisiones periodísticas enviadas por The New York Times y Washington Post– entiendo que la “interpretación” que transcribimos inicialmente de AJ, merece un examen por sí misma.

Recordemos la fábula acerca de todos los lugares donde se “veía” a Sergio Maldonado desaparecido en Argentina hace cinco años. Cruzando una carretera, manejando una moto… llegaron a visualizar un  poblado donde todos se parecían a Sergio o más bien, todos eran Sergio, quien a esa altura ya estaba muerto, matado, a recaudo de la Gendarmería argentina, que estaría evaluando cómo podrían “socializar” esa muerte.

Releamos la versión israelí:

  • “El Ministerio de Salud [palestino] no se basó en ningún reporte médico, pero decidió que la había matado Israel” Tras semejante afirmación, la queja autovictimizante: “agencias de prensa internacionales, como sucede muy a menudo, simplemente repiten las versiones palestinas. Lo vimos claramente en la cuenta de Twitter de AFP.” ¡El mundo mediático apoya a los palestinos!: ¡eso sí que es un notición mundial!
  • “Ahora, a los hechos”, apostrofa AJ, con lo cual sin querer nos dice que su fraseo anterior sería “verso”, y sigue rauda: “En un video difundido por [el] portavoz de las Fuerzas de Defensa de Israel en árabe, se ve claramente que un palestino armado dispara en forma indiscriminada […]”
  • «De acuerdo a estimaciones preliminares, eso resultó en la muerte de la periodista Shirin Abu Aqleh», escribe el portavoz israelí. Y explica: «Se vanaglorian de haber matado a un soldado, pero ningún efectivo israelí fue muerto.”
  • «Se oye a un palestino gritando» ¡Le pegamos a un soldado! […]. Pero el hecho es que […] ejército confirmó que ninguno de sus hombres había sido alcanzado por las balas. […] podría ser la periodista de Al Jazira.
  • «[…] en otro video publicado […], se ve a palestinos acercándose a alguien que yace en el suelo. Uno grita, hablando en masculino, «levántenlo”. Pero luego corrigen al ver que es una mujer.”

Observemos la retahíla de hechos: todos confluyendo al asesinato de Shirin Abu Aqleh por descuido y desorden violento de palestinos. Que ni saben a quienes matan. La figura del palestino sigue siendo la que legitima una colonización civilizadora. Los palestinos son descritos como tozudos e irracionales.

  • El portavoz militar, que habla en árabe nos revela que “Israel ofreció llevar a cabo una investigación conjunta y una autopsia, pero los palestinos se han negado y pregunta retóricamente por qué. Aquí, la deducción sherlokholmiana: «Quizás se niegan para intentar esconder la verdad». Bingo.

Y luego, faltaba más, la mostración de más buenos sentimientos; el toque   emotivo, de despedida, lacrimógeno:

  • ‘nuestro profundo pesar por la muerte de la periodista Shirin Abu Aqleh, con quien hemos estado trabajando a lo largo de los años’, […].
  • Y el remate de la defensa irrestricta… ‘damos mucha importancia a la libertad de prensa (que no es la de expresión) y, remata con el humilde autobombo: ‘trabajamos para respetarla y protegerla’.

Como corolario de estos simulacros informativos que hemos procurado desgranar, nos llama finalmente la atención la impunidad con que alguien llegue a firmar los párrafos transcritos y no tenga necesidad de hacer la menor rectificación, pedido de disculpas, a la luz de lo ya dilucidado./

Publicado en Destrozando el sentido común, Medios de incomunicación de masas, Palestinos / israelíes

La indignación de los ofensores

Publicada el 24/06/2022 por ulises

Enfoque israelí ante el balazo mortal sobre Shireen Abu Aqleh

por Luis E. Sabini Fernández / 30 mayo 2022

En cinco días, una conocida periodista israelí o sionista radicalizó su discurso, mostrando un extraordinario ritmo acompasado a las necesidades de imagen de sus mandantes.

Como no se trata de nada personal, entiendo que ni siquiera es necesario identificarla con nombre y apellido; y apenas citaré sus afirmaciones, cláusulas, literalmente.

Queda clara la secuencia: el miércoles 11 de mayo una periodista palestina (a ella sí la nombro), Shireen Abu Aqleh, fue literalmente asesinada con un disparo detrás de la oreja sorteando así el casco protector que junto con un chaleco antibalas con cartel de “Prensa” llevaba todo el tiempo en su exigida tarea de atender frentes de violencia que en Palestina se suceden casi ininterrumpidamente desde hace más de un siglo.

La periodista que estamos comentando consideró que no había elementos para “determinar quién le disparó”.

Efectivamente, no se reconoció la fuente del disparo (y hasta podríamos llegar a la conclusión que ni siquiera el reconocimiento de la bala decisiva podría darnos el origen). Pero sí sabemos algo: que las tropas israelíes en Yenin, el lugar de la muerte, contaban con francotiradores, extraordinariamente especializados en poner la bala, exactamente donde deciden: se necesita una capacitación mayor para alcanzar el cráneo, en la forma lograda en este caso (ante las Marchas por la tierra de palestinos desarmados, 2018, este cuerpo de francotiradores recibió la orden de no alcanzar con sus disparos ingles sino tobillos. Y lo cumplieron: véase mi nota “Brutalización y escamoteo; dos momentos de un único comportamiento israelí”, 18 mayo 2022).

Nuestra autora se dedica luego, en esa misma nota del 11 de mayo, a lo que en la jerga de las sospechas se califica “cantar errado”: no se sabe oficialmente de donde provino la bala, pero… por los dichos escuchados en un pasillo, por exclamaciones de un “palestino”, sabríamos que el portavoz de las fuerzas israelíes habría recogido los festejos palestinos vanagloriándose “de haber matado a un soldado”.

Como esos mismos voceros saben que no tienen ningún muerto… la conclusión es obvia: lo que cuentan y festejan como soldado israelí matado ha resultado la periodista palestina… matada. Cuentas sencillas: sumas y restas de un solo sumando.

Y de paso, verificamos que estos atolondrados palestinos ni siquiera saben sumar o restar.

La funcionaria mediática remata caballerescamente su nota recogiendo todo el pesar que el portavoz de las fuerzas militares israelíes que atiende el frente árabe, el oficial Avichai  Adraee, dedica a la muerte de la periodista palestina “con quien hemos estado trabajando a lo largo de los años”.

Como para desmentir tanta bondad modelo Public Relations, pocos días después, los mandos israelíes empezaron a dejar entrever que Shireen Abu Aqleh podría haber sido efectivamente alcanzada por una bala israelí…

 

Y tras tan injusta como abusiva muerte, sobrevino el entierro. Con los recursos técnicos actuales, pudimos presenciar escenas pesadillescas de soldados israelíes golpeando con cachiporras o pateando rodillas o tobillos de los portadores del féretro, que se bamboleaba peligrosamente, y que no llega a estrellarse contra el suelo por la tenacidad y el número de brazos que lo sostenían.

Y aquí sí, se despliega el celo de nuestra guardiana ideológica. En una segunda nota suya, del 16 de mayo, advertimos la incomodidad que le provoca el tener que ver el abusivo papel de la policía o los militares israelíes en el entierro (¿existe una mirada propiamente palestina, que distinga entre policías y militares israelíes?).

Acusa entonces a “terroristas palestinos” de oportunistas: “Quedó claro de inmediato que los palestinos no desperdiciarían la tragedia […]”. Ya antes nuestra perspicaz notera había advertido: “debe tenerse claro que no fue víctima de un asesinato sino de  su propio trabajo”, una sibilina forma de achicar la responsabilidad de los autores materiales.

Su conclusión sigue la misma estrategia: acusar a los palestinos cuando hacen o cuando no hacen. “Estuvo claro de entrada que convertirían a Shireen y su muerte en un mito.” Aquí no hay dolor. No hay indignación ni memoria ante todo lo que la misma Shireen llegó a denunciar hace pocos años, acerca de una más que preocupante cantidad de periodistas palestinos muertos, matados (se estima una veintena sólo a lo largo del siglo XXI) cubriendo situaciones que irritan al Estado de Israel. Esas observaciones, provenientes del trabajo a la intemperie de Shireen ni siquiera asoman en las que hace nuestra periodista oficial u oficiosa del Estado de Israel. Ni pueden asomar, claro.

Hay un informe, muy reciente (casi diríamos demasiado, por cómo se vincula cronológicamente con el balazo a Shireen Abu Aqleh), de abril 2022, presentado por la Federación Internacional de Periodistas,  el Sindicato Palestino de Periodistas y el Centro Internacional de Justicia para Palestinos, a la CPI (Corte Penal Internacional) cuya fiscal titular, la jueza  Fatou Bensouda, recibió y le dio entrada.

Obsérvese el lenguaje de un vocero militar israelí, que seguramente no debe haber leído la amanuense israelí que estamos glosando, cuando se refiere a la actividad de Shireen Abu Aqleh, matada y Ali-al Samudi herido en la espalda: “venían armados con cámaras, si se me permite decirlo así.” (cit. p. James Zogby The Nation, 15 mayo 2022).

Esta misma nota nos recuerda cómo Israel pone su máquina propagandística en marcha para no atender los hechos, la realidad). Y nos revela además la relevancia de Shireen: que “traía a la luz historias de individuos y familias sobrellevando la indignación, el dolor y la injusticia de la ocupación israelí. Por ello constituía un peligro mayor para los israelíes que cualquier individuo armado podría constituir. Ella ponía en entredicho la narrativa deshumanizante que reduce a los palestinos a objetos sin rostro.” (ibíd.)

Shireen Abu Aqleh ha estado documentando los crímenes de guerra de los Israelíes en la Palestina ocupada. ‘Ella misma encarnaba la humanidad palestina diciéndole la verdad al poder establecido.’

La funcionaria sionista apela al orden y el control; típicos recursos del poder establecido: “Los planes para la procesión fúnebre de Shireen Abu Aqleh fueron coordinados de antemano por la Policía israelí con la familia.”

La mera exhibición de tales planes revela la importancia que tenía para Israel despolitizar radicalmente la tragedia. Que la muerte quedara solo para el dolor de sus deudos. Pero semejante muerte, de una periodista tan significativa, que se suma a las decenas de periodistas palestinos matados en situaciones de conflicto, excede totalmente ese marco “familiar”, diseñado por la policía israelí.

Y lógicamente resulta inaceptable a buena parte de palestinos.

Nuestra periodista prosigue su crónica: “El viernes, unos 300 revoltosos llegaron al hospital Saint Joseph de Jerusalén e impidieron que miembros de la familia cargaran el féretro en el carro fúnebre para viajar hacia el cementerio, tal como había sido planeado y coordinado con la familia de antemano.” Se produce así “una procesión no planeada hacia el cementerio, a pie. Eso contradecía los deseos de la familia Abu Aqleh y la coordinación de seguridad que había sido planeada.”

Esa diferencia entre revoltosos y deudos es sin duda lamentable. Pero no le corresponde a la policía israelí dilucidarlo.

Nuestra vocera del estado israelí prosigue reproduciendo, según dice, la versión policial:

“La Policía intervino para dispersar a la turba e impedir que se llevaran el féretro, y para permitir que el funeral procediera como estaba planeado.” Por la policía israelí, agrego, aunque ella remata esa frase con un “de acuerdo a los deseos de la familia”, que resultaría enternecedor si no mediara el interés por cuidar la imagen del Estado de Israel.

Nuestra autora se empeña en criticar los “objetivos propagandísticos”. Pero en sus afanes y ofuscación, desaparece la política real de Israel, que sintetizara tan clara como cruelmente su reciente premier, el millonario Naftali Bennett: “He matado muchísimos palestinos ¿y qué problema hay?” Trivializando la muerte violenta de un palestino, equiparable a sacar algo molesto de en medio, como un perro sarnoso, un trasto desvencijado.

Porque para Israel y en general para los israelíes, la vida palestina no vale nada. O muy, muy poco.

Y eso resiente. A cualquier sociedad así discriminada (pero daña también, y no alcanzamos a saber en qué magnitud, a la sociedad discriminadora).

El autor del semanario neoyorquino que ya hemos citado, James Zogby, recuerda que Shireen Abu Aqleh documentó durante 25 años los crímenes israelíes de guerra en territorios palestinos para la cadena periodística qatarí. Y que ella misma encarnaba la humanidad palestina hablando de lo verdadero ante el poder.

Tras el asesinato, la cadena Al Jazeera informó que Shireen estaba cubriendo un arresto de la policía israelí cerca de la puerta de entrada al campamento de Yenin cuando fue asesinada. Al dar el balazo en la única parte de su cabeza que no estaba protegida por su casco, se muestra claramente la intención de acabar con ella.

Como junto con la descalificación a las acciones de palestinos, la vocera israelí que venimos glosando combina despolitización sistemática y presunta ecuanimidad, se hizo eco de la oferta de la policía israelí de formar una comisión investigadora entre palestinos e israelíes.

Tal vez ofertas de este tipo calmen  la mala conciencia de judíos con escrúpulos, pero hasta B’TSelem –una red israelí de defensa de derechos humanos– desechó lo de tal comisión conjunta. Es impensable un trato ecuánime entre palestinos –cualesquiera que ellos puedan ser– y autoridades israelíes.

Hay que saber que palestinos han reclamado una investigación internacional, menos satélite a poderes israelíes, para examinar los hechos.

La inefable defensora de derechos israelíes y palestinos afirma: ”Los palestinos son campeones de la propaganda.” [sic!]. Esto lo afirma una integrante del formidable aparato mediático judeoisraelí. Que dispone de los más cuantiosos medios materiales para difundir sus mensajes en tantos, tantos sitios. Compárese cómo se compare. Por líneas de texto, por minutos de audio: basta verificar la resonancia de los mensajes de Israel con la de los de esa colectividad “en vías de desaparición”, a que nos referimos como “los palestinos”.

En el mundo al revés presentado por esta comunicadora oficial, entiende que existe “una tendencia a juzgar a Israel en forma distinta a como se juzga a los demás.” Lo cual es cierto. Pero no como sostiene el cuadro sionista que estamos citando, sino exactamente al revés. Porque muchos privilegiados asumen como normal y correcto, poner en vereda a los levantiscos, a los pobres, a los que no son la crema de una sociedad. Por eso la admiración de Anders Behring Breivik por Israel, admiración que sin duda le ha permitido seguir los pasos del citado Bennett, con su propia “proeza” de matar una setentena de seres humanos (mayoría de origen árabe, valiéndose del recurso de matar a traición al único guardia armado, noruego, en la isla con un acampe juvenil socialdemócrata, que arrasó a tiros (provisto del arsenal que traía consigo).

Por como presenta el cuadro de situación nuestra titular mediática israelí, advertimos que también declara sentir “asco. La hipocresía de tantos sencillamente da asco”: nos recuerda que víctimas de terroristas palestinos han sido asesinados y que tales víctimas “no fueron a sabiendas a una zona de guerra, no tenían chaleco antibalas ni casco.”

Una meliflua traslación de responsabilidades hacia los asesinados (palestinos)… Que por algo iban tan cubiertos y protegidos…¿agazapados? Este método de responsabilizar siempre al otro me recuerda a Golda Meir cuando acusó a jóvenes palestinos porque se hacían matar por jóvenes judíos, militarmente muy bien preparados.

Respecto a “zonas de guerra”, con la carga de atrocidades que evoca semejante concepto, me permito recordarle a periodista tan versada en la cuestión palestino-israelí que hay quienes sostienen que Israel es territorio en disputa, tanto entre israelíes como entre palestinos. O sea, hay una explicación histórica por la cual el territorio israelí es “zona de guerra”.

Y cuando semejante directora de semanario remata su segunda nota: “Esto hay que pararlo.” [atentados de palestinos contra israelíes], la pregunta que me hago: ¿Y el avasallamiento con muertes à la Bennett, seguirá como hasta ahora?

Publicado en General

URUGUAY: La peculiar muerte de Yamandú Rodríguez

Publicada el 24/06/2022 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández

Una muerte acompañada de demasiados interrogantes y “desprolijidades”.

Su hija es informada desde la iglesia metodista en que su padre trabajaba, que la policía ha notificado que su padre murió de un paro cardiorrespiratorio.

Empezamos mal. El paro cardiorrespiratorio nunca, o casi nunca es causa de muerte (si se asfixia al occiso con una almohada, por ejemplo, entonces sí); es su consecuencia.

La hija concurre al reconocimiento del padre y percibe contusiones en su rostro, por lo cual pide caratular una denuncia por rapiña, que, curiosamente, no puede llevar adelante.

Porque la policía le aclara que el médico forense ya certificó su muerte (eso del “paro cardiorrespiratorio”) y con inmenso afán resolutivo encaminó todo el trámite de defunción.

¿Encaminado a qué, y cómo, y por qué? habrían sido las preguntas inmediatas. ¿Acaso el médico forense o la policía ya sabían  que no fue rapiña?

El muerto era activista prominente de «Hermandad Pro Derechos Humanos» que actúa buscando esclarecer y combatir el tráfico de personas, el proxenetismo.

Viuda e hijo del occiso presentan una denuncia policial en comisaría (3a.) por haberse dispuesto el entierro sin autopsia. Como si hubiese algún deliberado apresuramiento.

La comisaría no les entrega copia de la solicitud; apenas “un trozo de papel con un número” (supongamos de expediente), explican los consternados deudos.

La Hermandad por Derechos Humanos quiere saber qué pasó. Quien ahora aparece muerto había recibido amenazas de muerte y hace precisamente medio año se le había incendiado por completo su vivienda. Con lo cual cualquiera no necesita ser mal pensado para preguntarse ahora la causa de muerte.

La Hermandad entonces toma contacto con el director de Convivencia Ciudadana del Ministerio del Interior explicándole que los deudos han reclamado una autopsia por un entierro que consideraron prematuro. El director de Convivencia les aclara que no figura denuncia alguna ni consiguiente pedido de autopsia.

Dada la gravedad de las omisiones que la viuda y el hijo ven que se acumulan, le piden al director que, en el velorio, vea por sí mismo el cuerpo del occiso.

Santiago González, el director ministerial, puso allí en juego, ya que no la empatía ni la sensibilidad, sus dotes jerárquicas, aclarándoles que no era su función.

Los deudos le solicitan entonces que envíe personal idóneo para registrar lo de las contusiones y verifique el apresurado tratamiento de lo que ellos consideran una muerte bajo sospecha.

El director alega entonces que carece de personal a disposición. Que nadie vaya a creer que lo que le faltaba a él era disposición, faltaba más.

Pero una vez más, lo que “suena” es como un intenso afán de terminar cuanto antes con las dudas, las preguntas, el caso.

La Hermandad ubica el domicilio donde la policía dijo que fue encontrado el cuerpo. Un hotel… de alta rotatividad.

Siempre tan pulidos para hablar. Dicho establecimiento responde al nombre de Almirán. Adonde habría ingresado una pareja con la cédula de identidad de González.

Pero, ¡qué casualidad!, otra vez nada se pudo precisar ni identificar. Porque justo esa noche se pierde la hoja de registro de usuarios, que al menos teóricamente, se lleva siempre. Por lo tanto, no se puede precisar la identidad de la pareja. O al menos la mujer de tal pareja, ya que sí figura el documento de identidad de Rodríguez como el del otro integrante de dicha pareja.

Se hizo otra denuncia a la policía para ubicar pareja tan clave. Pero, probablemente por descuido o casualidad permanente, no se perician las cámaras de seguridad del local ni las de las inmediaciones. Probablemente la policía lleva todavía el método de rastreos de principios del s. XX o fines del XIX; se pregunta a vecinos, al barrendero, al lechero… Y no, nada se sabe.

Sigue faltando el celular del occiso. Y su laptop, qué ¡oh casualidad! Tenía una gran cantidad de datos y escritos sobre investigaciones que él y la Hermandad llevaba adelante… ya sabemos sobre qué tema.

No es novedad en “el paisito”.

Pero si estuviéramos en un país modelo de democracia occidental, “por aquello de que ‘la mujer del César no sólo debe ser sino parecer’ tendríamos que estar despejando tan penosas y ominosas dudas. Algo que a la jerarquía ministerial aludida no parece preocuparle. Porque no vamos a imaginar que se protege a delitos y sicarios.

¿O eso quiere decir que en Uruguay pueden pasar cosas atroces?, ¿no sólo hay delitos sino impunidad?

¿Y dónde estarían alojadas esas cadenas delictivas?

Rastrear los motivos de la muerte de Yamandú Rodríguez Pérez, los pasos legales y forenses, tan bien concertados para cerrar el caso, los errores y distracciones acontecidas, podría dar algunas claves.

 

 

 

Publicado en Para salir del repollo, Poder, Política, Uruguay

Transnacionalización rampante: la globocolonización y el despeñadero planetario

Publicada el 21/06/2022 - 22/06/2022 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández –

¿A qué se debe que a fines del s. XX Argentina, con su gobierno elegido en elecciones constitucionales, aprobara, con los pasos formalmente requeridos, el ingreso de alimentos transgénicos a la mesa  de los argentinos y sobre todo a los campos de cultivo de Argentina y que todo el proceso diz que democrático de aprobaciones legales contara con los fundamentos en inglés (tan apurados los mandantes que ni a traducción recurrieran)?

¿A qué se debe que a comienzos del s. XXI, Uruguay con su gobierno, también  él perfectamente elegido en elecciones legales, aprobara un proyecto de industrialización venido desde medio planeta de distancia a aplicar sobre una producción por lo menos “recién llegada”, rubricado, el convenio, con una coda digna de Marx, pero Groucho: escrito el convenio en inglés y en castellano, se establece que en caso de duda  prevalecerá la versión en castellano, y cuando sobreviene una diferencia en los respectivos textos, prevalece la versión inglesa?

Cualquiera de esos episodios, llamémosle avanzadas del centro planetario mundial sobre la periferia,  esbozos de un gobierno transnacional mundializado, revelan el desplazamiento de las soberanías nacionales, por definición locales y limitadas. Mencioné apenas un par de ejemplos que conozco sobradamente pero me consta que no son exclusivos de la región platense. Lo mismo, con el denominador común de estas “vergüenzas” locales; el idioma inglés.

Estos episodios no son novedosos. Están íntimamente ligados a la periferia planetaria y prácticamente desde su constitución. Sólo que han ido cambiando “los envoltorios”; de las economías de extracción bruta de materia prima en los albores del industrialismo metropolitano al desarrollo, más cerca nuestro, de industrias adventicias, periféricas, las zonas francas, y en los últimos tiempos, a la computarización más o menos forzosa, más o menos universalizada.

Todo ese proceso de formación de un mercado mundializado fue acompañado de progresos reales o supuestos, en la legislación, en la cultura, en la vida cotidiana, a menudo presentándose el mercado mundial como protector de lo que legislaciones nacionales habían ignorado.

El proceso de traspaso de políticas desde un ámbito nacional a entornos supranacionales ha operado en varios niveles: empresas locales “igualadas” con consorcios transnacionales, que no soportan dicha competencia, porque esos grandes consorcios bajan costos mediante una manopla de recursos mucho mayor (y en general, de menor calidad). Y porque la tendencia a acumular poder engarza mejor con unidades económicas mayores.

Por eso, los grandes aglomerados agroindustriales han ido despedazando a campesinos, productores familiares o cooperativos de alcance local. Sin mejorar la calidad alimentaria, en rigor empeorándola (pese a la propaganda en contrario). Apelando a aditivos casi siempre tóxicos, pero consiguiendo con ellos estimular la demanda y aumentar la escala de producción. En ese deterioro alimentario, cada vez más generalizado, los transgénicos ocupan un lugar relevante, como décadas antes lo hicieran los biocidas, bajo el perverso nombre de “revolución verde”.

Tal vez, resumiendo, el rasgo más característico, estructuralmente necesario, para la rentabilidad verificable en este último medio milenio, sea el de la tendencia sostenida al aumento de escala para la producción junto con la expansión de los mercados; ambivalente situación, porque el aumento de escala deteriora calidad, pero la expansión mercantil permite el acceso a más seres humanos. Se trata de una expansión no lineal sino progresiva, que va expandiendo no sólo la producción, los mercados y sus modalidades, sino también el ritmo con que se produce la misma expansión.

– unidades productivas, de aprovisionamiento y procesamiento, cada vez más grandes y consiguiente consumo creciente de materias primas y recursos,

– inversión de las relaciones entre economía y finanzas y entre ciencia y tecnología; las finanzas toman preeminencia sobre la economía y la tecnología y sus centros de producción sobre la ciencia,

– contrarreforma agraria en marcha, expulsión o ahogo de campesinos, despoblando campos, formando unidades de producción agraria o agropecuaria cada vez mayores e industrializantes (borrando diferencias entre la elaboración de ropas o vajilla, por ejemplo, con la crianza de patos y plantas),

– megalopolización urbana y contaminación cada vez más fuera de control,

– recambio más o menos permanentemente acelerado de objetos de producción y consumo; obsolescencia programada.

Tomemos un único ejemplo.

PESCA. La humanidad se ha nutrido desde tiempo inmemorial de peces y seres vivos acuáticos. Se estima que el 60% de las proteínas animales consumidas por la humanidad ha provenido, históricamente, de la pesca. El otro tercio de proteínas animales ha sido provisto por los animales de tierra o aire. Aves, cérvidos, liebres, cabras, cerdos, vacas, cuises, y el larguísimo etcétera que va variando de región en región. La pesca se ha estado industrializando desde hace siglos. Y “perfeccionando” sus técnicas al punto que al día de hoy, con sus redes de arrastre, sus bombas de profundidad y tantos otros recursos, los pescadores están en condiciones técnicas de vaciar el mar. Cada mar que “visitan”.

Sería un éxito deslumbrante si no fuera por el pequeño detalle de que la pesquería está logrando así serruchar la rama donde está asentada.

Sus técnicas de arrastre son tan “perfectas” como para no dejar intocado los fondos marinos. Que son, precisamente, la base nutricia de muchísimos circuitos vitales. Las redes son tan rendidoras que no perdonan ni siquiera a los más pequeños peces, puesto que los barcos engullen los peces grandes para comida humana y los pequeños como masa nutricia para animales criados o cultivados por el hombre, peces en estanque incluidos.

Tanta calidad técnica y ceguera natural o crisis del sentido común, ha hecho que la pesca haya desaparecido por ejemplo de todo el entorno europeo. El Mar Mediterráneo,  otrora asiento de apetitosos atunes y tantas otras especies que han alimentado milenariamente a las poblaciones costeras, es ahora poco más que el sumidero de los desechos de los países que lo circundan. El Báltico, por ejemplo, está tan contaminado que sus especies marinas han disminuido dramáticamente su fecundidad. Por estar interconectado no desaparece, como el mal llamado Mar de Aral (el sexto lago más grande del planeta, hoy reducido a una charca salobre gracias al “milagro soviético”): permanece entonces, pero cada vez más sin vida, como tantos otros mares o lagos en el mundo.

Desde hace unos años, las dotaciones pesqueras europeas se dedican a saquear las costas africanas, como la somalí, donde la impunidad es grande por la falta de un estado local en condiciones de defenderse.

Si revisáramos la actividad avícola o suina, veríamos el mismo cuadro, desolador; pollos o cerdos agigantados que no pueden tenerse sobre sus patas; las deyecciones gigantescas de establecimientos avícolas con millones de cabezas no permiten ya incorporarlas como abono y –gran festín para laboratorios que suministrarán “el fertilizante”– se depositan en lagos que apestan kilómetros a la redonda.

Así remataba la oenegé GRAIN un informe donde desnudaba el verdadero origen de la gripe aviar de 2011 y el sistema industrial de cría de animales:

“Una interrogante candente es por qué los gobiernos y las agencias internacionales como la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) no hacen nada para investigar cómo las granjas industriales y sus productos, tales como estiércol y raciones, extienden el virus. Por el contrario, están usando la crisis como una oportunidad para profundizar la industrialización del sector. Se multiplican las iniciativas para prohibir la producción de pollos al aire libre y eliminar a los pequeños productores, y reponer las granjas con pollos genéticamente modificados. La red de complicidad con una industria involucrada en una sarta de mentiras y encubrimientos parece completa.”

«Los campesinos están perdiendo sus medios de vida, sus razas de pollos nativos están siendo expulsadas del mercado, y algunos expertos dicen que estamos al borde de una pandemia humana que podría matar millones de personas […]. ¿Cuándo se darán cuenta los gobiernos que para proteger a los pollos y a las personas de la gripe aviar, necesitamos protegerles de la industria avícola mundial?»

¿Por qué los humanos hemos descubierto e inventado tantas cosas formidables que nos han ayudado, como la molienda o el pulido y las consiguientes herramientas que lo habilitaron, estamos ahora con esta problemática? El vidrio, por ejemplo, inventado hace miles de años mantiene la propiedad de su reversibilidad; hecho con arena y agua, puede volver a sus elementos originarios; como pasa con los elementos vivos; “renace”, en cierta forma (mediante “la muerte” de lo previo).

Con la modernidad, poco a poco, parece haberse roto esa doble vía entre lo elaborado por humanos y su entorno.

Demos un ejemplo de lo que quiero decir con “modernidad” y sin atarnos en modo alguno con medievalistas ultramontanos. En el esplendor romano, hace más de dos mil años, los privilegiados de entonces querían disponer de agua en abundancia. En Roma y en la Punta del Este de entonces, en Pompeya. Marco Vitruvio Polión, un arquitecto romano de entonces, planeó las canalizaciones correspondientes. Eligiendo, según tramos y otras características físicas, hacerlas en piedra, mampostería, cerámica y madera. Descartó el plomo, que era toda una tentación por su maleabilidad fundible a relativamente pocos grados (300). Vitruvio desaconsejó su uso  porque la frecuencia de saturnismo entre los mineros que extraían tan codiciado metal, lo puso alerta.[1]

Técnicos entonces de la era precristiana no aceptaron el plomo para las cañerías de agua.[2]  Una situación no lineal, ciertamente. Otra gran ciudad de la época, como Mohenjo-Daro, en el actual Paquistán, usó para el tendido de las redes de agua potable barro cocido, cerámica, madera, cemento, roca, plomo, bronce…

La negativa al uso de plomo en Roma y Pompeya se realza en el marco cultural de entonces, por la resistencia al uso meramente pragmático de un material.

Peguemos un salto de más de milenio y medio…

Si hace dos mil años, era insensato hacerlo, ¿qué pasó en los siglos de despliegue industrial y colonial (vienen juntos) con el Reino Unido y Europa Occidental a la cabeza?  A comienzos del s. XIX, Glasgow, en Escocia, comienza el tendido de redes de agua potable para toda la ciudad; la primera ciudad europea moderna que despliega esa ingeniería… y lo hace con plomo.

La advertencia sanitaria de los romanos dos mil años antes se había esfumado en el galope tendido de la civilización occidental, europea, moderna. Y cuando hace menos de cien años las redes de cañerías de plomo extienden masivamente su uso al agua también caliente, cuando todos los hogares de alta sociedad y cada vez más los de las capas medias, pasan a disponer como algo normal de “agua corriente y caliente” en las viviendas, Vitruvio parecía definitivamente olvidado.

Pero no había pasado ni otro siglo, con el agua caliente “perfectamente instalada”, que la realidad empezó a descargarse sobre la sociedad, sus habitantes. El agua caliente “se come” el plomo, y es fácil imaginar quién  “come” realmente el plomo de cañerías perdiendo grosor. Pensemos que esa agua, “en casa” se usa como ingrediente alimentario. La insensatez había tomado dimensiones demenciales. Nunca se sabrá, y los sistemas médicos se cuidan mucho de investigarlo, si una serie de dolencias, como atrasos madurativos, dolores de cabeza, déficit intelectuales, calambres, atrofias musculares, no son sino manifestaciones de la temida plombemia. Que Vitruvio evitó a propietarios romanos.

Esto es lo que ha pasado en las ciudades occidentales a lo largo del siglo XX.

Como para mostrarnos que no aprendemos nada, en ese mismo momento histórico, de crisis de los caños de plomo y sustitución por otros materiales,[3] muy específicos conglomerados empresariales, administradores del agua, como Coca-Cola, optan por persuadir a la gente que la solución más cómoda es tener siempre agua consigo y para ello… botellitas de plástico. Muy marcadas excepciones hubo, como Roma y su gobierno municipal, que se empeñó en evitar botellitas de plástico ofreciendo en todas sus plazas bebederos públicos en buen estado. Estábamos alrededor del 2000.  Veinte años después, con la paranoia por el Covid, sólo quedaría la botellita “para sí”.

Cómo ingresa en nuestras vidas el “tren” de la modernización tecnocrática

Jonathan  Cook[4] nos da una explicación que nos parece muy digna para tener en cuenta: que el sistema de construcción tecnocrático se ha convertido en religión, con la sacralización consiguiente.

Eso es lo que nos pasó: fuimos entrando en una nueva religión, casi sin darnos cuenta por más que se lo haya dicho tantas veces; una religión del progreso, con sus sacerdocios mayores; la ciencia y la tecnología.

El mundo empresario, apurando ganancias, estimulado por una escala siempre creciente, pivoteando sobre el colonialismo, el despojo de tierras y materias primas y el más abyecto racismo, hizo prevalecer la ganancia sobre la calidad alimentaria y el poder sobre la naturaleza. Los alimentos fueron cambiando, con empleo de  mejoradores, colorantes, floculantes, conservantes,  emulsionantes, espesantes… fosfato monosódico, polisorbatos, grasas hidrogenadas, jarabe de maíz transgénico de alta fructosa, y mil aditivos más de los que apenas se conoce una propiedad (refrigerante o antioxidante, por ejemplo) y se desconocen todas sus otras potencialidades (benignas o tóxicas) dando sin más rienda suelta a  una producción cada vez más contaminante.

Ante semejante invasión literal de modernidad galopante, la división entre conservadores y progresistas se redujo en la mayor parte de los casos, a que los primeros querían la apropiación privada y los últimos, la estatal. Pero todos, casi todos, aceptando alegremente (o al menos sin chistar), en este caso, la contaminación alimentaria.

Para asegurarse, el mundo empresario, cada vez más transnacionalizado, se valió de la designación de oficinas –provinciales, nacionales, regionales, internacionales– de control, supervisión o evaluación, públicas; “para todos”. Una esfera estatal que se hizo rápidamente cómplice de los “progresos”.

Así entraron, por ejemplo, los alimentos transgénicos a nuestras mesas. Por resolución ministerial, pero por decisión de grandes consorcios transnacionales.

Luddismo

Algunos académicos se han preguntado  si los conflictos sudamericanos no están teñidos de luddismo.[5] Por la oposición a la tecnología nuclear, a los transgénicos, a los gasoductos, a la minería a cielo abierto…

Nada más equivocado. No ha habido ni rastros de luddismo; en todo caso, luddismo es lo que nos ha faltado atemorizados por una izquierda tecnocrática que ha tipificado a los ludditas como meros rompedores de máquinas,  de puro retardatarios. Porque esa izquierda, progresista, jamás quiso salirse de la “senda del progreso”, empeñados en ver un único y necesario devenir histórico. Han apostado al agua corriente en plomo antes que a la sabiduría y sensatez de milenios atrás, con el progreso perdidas.

Y todos esos conflictos señalados por académicos provienen del daño, el malestar y el rechazo que provoca el despojo que ejercen los núcleos poderosos sobre  las sociedades periféricas (a las centrales, hasta ahora al menos, se las distraía con otros recursos). Se sabe que esas mismas “realizaciones técnicas” se desarrollan en países “industrializados” con menos abuso que el que las mismas empresas se arrogan en tierras periféricas.

Como explica Dorothy Nelkin,[6] los titulares de esos megaproyectos “trabajan en términos de un cálculo de eficiencia que sólo incorpora costos” que estos titulares evalúan, y dejan de lado “otros” costos que en todo caso afecten a poblaciones civiles y a sus entornos sociales, ambientales, sanitarios.

En buen romance, que a las empresas las tiene sin cuidado que sus proyectos productivos enfermen a criaturas ajenas a la empresa, contaminen agua ajena a la de sus circuitos, perjudiquen el hábitat donde se asientan exclusivamente para extraer una producción.

Todo este cuadro de situación nos impele a preguntarnos porqué, pese a una crisis cada vez mayor; sanitaria, alimentaria, psíquica, ambiental, a la conciencia social creciente de que los políticos no son sino “firmaplanos” que otros dibujan, el pensamiento y la acción, críticas, vuelan tan bajo, sin atreverse a “sacar los pies del plato”.

Están, “estamos” los objetores de este curso, carentes de “masa crítica”. Y están “los optimistas de siempre” que tratan de persuadirnos que estamos en el mejor de los mundos, en todo caso peor que el que vendrá mañana.

Eppur si muove; hay muchas señales sobre una crisis terráquea…

La contaminación avanza, está generalizada y fuera de todo control.

La idea de pocos años atrás de lanzar al mar océano enormes barcos “tragaplásticos” para retirar las toneladas de tales arrojados a los mares del planeta ha caído en la más penosa obsolescencia desde que se sabe, hace ya muchos años, que los plásticos sufren una erosión marítima permanente que no los biodegrada pero sí los desmenuza, convirtiendo los trozos plásticos en unidades cada vez más pequeñas, hasta alcanzar dimensiones microscópicas. Así, sin biodegradarse, esas partículas reciben la adherencia de seres vivos microscópicos, de los que se sabe que algunos al menos generan un fuerte atractivo hacia peces. Que engullen tales micropartículas con sus colonias como manjares.

Nos falta saber qué funciones podrán cumplir tales micropartículas en los cuerpos anfitriones. De peces, mamíferos, humanos incluidos. Sabemos sí, que algunas de dichas partículas son cancerígenas.

Pero antes de incursionar en la problemática sanitaria y los posibles efectos adversos de semejante metástasis, sobreviene una pregunta previa: ¿cómo pudo concebirse y aprobarse la “construcción” de sustancias no biodegradables? Porque no es un descubrimiento, es una invención ante la cual ni el idioma tiene una palabra para describirlas: no biodegradables. ¿Cómo no darse cuenta que construyendo tal tipo de sustancia corrompíamos la naturaleza, generábamos una dificultad irresoluble? ¿Qué imaginaban ser los científicos, técnicos, gerentes de los grandes laboratorios inventándolo? ¿Dioses? Se podría replicar: ¿Quién no conoce una formidable aplicación del material plástico? Claro que las hay, y muchas. Pero su peculiar “naturaleza”, que no es tal, nos debería haber advertido y ser cautos. Pero, otra vez, como jugando a ser dioses, si algo hemos expandido fuera de control en todo el planeta ha sido, precisamente, el material plástico.

De todos modos, lo de las micropartículas plásticas hoy repartidas en toda la superficie planetaria es apenas un ejemplo del sistema de construcción que una modernidad cada vez más ciega a la naturaleza nos ha generalizado.

Nuestro futuro robado

Dos  biólogos y una periodista especializada, estadounidenses, a fines del siglo XX redactaron un informe sobrecogedor: Our Stolen Future [7] (con que titulamos nuestro subcapítulo). En que demuestran, a través de un enorme despliegue de trabajo de campo, una crisis de la sexualidad, animal y humana en progresivo avance, sin ninguna duda asociada a la contaminación. En el caso de varones (las mediciones están hechas solo con estadounidenses, pero las causas traspasan claramente fronteras, aunque puedan tener diversa intensidad en distintas latitudes y regiones), las mediciones revelan que década a década durante la segunda mitad del s XX, la capacidad espermática ha disminuido. Sin excepciones, sin curva alguna “hacia arriba”. Entre animales, las investigaciones también resultaron desasosegantes; desde cocodrilos con penes tan pequeños que no podían acceder, propiamente copular con la hembra; a gaviotas hembras que cumplían funciones proveedoras (que suelen hacer los machos, aquí faltantes) a hembras que cloquean; hasta peces que naturalmente son sexuados, machos y hembras, pero que se presentaban bisexuados…

Nos parece que la investigación de los nombrados biólogos nos da otra faceta de la problemática, que entendemos crítica del “estado de las cosas”.

Y uno de los fenómenos que cada vez vemos más claramente: cada avance tecnológico trae consigo un debilitamiento de nuestras raíces, tanto las sociales como las biológicas.  Y ese proceso parece únicamente acentuarse, avanzando. y multiplicándose ocupando cada vez más áreas de nuestras vidas y el planeta.

El arqueólogo e historiador chileno, Miguel Fuentes lo dice nítidamente. Refiriéndose a un motivo de preocupación de la ecología oficial y la burocracia internacional, que es el avance, al parecer imparable, de la presencia de dióxido de carbono en nuestra atmósfera (recalentamiento de la corteza terrestre entre otras manifestaciones) afirma:

“La magnitud de este problema habría rebasado ya hace mucho tiempo, […], la ‘esfera de competencia’ de los sistemas económicos y tecnológicos para desplazarse al ámbito de las relaciones geológicas y biofísicas del planeta en su conjunto, poniendo desde aquí en entredicho las propias capacidades tecnocientíficas […] de la civilización contemporánea. […] El problema que representarían los actuales niveles de dióxido de carbono en la atmósfera (cercanos ya a los 420 ppm), no vistos en millones de años en la Tierra, o bien los relacionados a los avances sin precedentes de la acidificación marina, del deshielo del Ártico o de las tasas de derretimiento del permafrost, constituirían hoy desafíos cuya solución escaparía en gran medida a cualquiera de nuestros desarrollos técnico-científicos y capacidades técnicas.” [8]

La tesis de Fuentes advierte la gravedad del camino emprendido por la humanidad, por un sector apenas, pero es el que ha resultado decisivo para imprimir el destino a nuestra especie; al haber convertido, como recuerda Cook, a la ciencia en religión y sobre todo, a su capítulo utilitario; la tecnología devenida tecnociencia, una suerte de tecnosacralización. Y lo más penoso: las más de las veces ha sido el lucro o e éxito el motor que impulsó esos desarrollos.

Con una coda al parecer inevitable: convertida en religión, la humanidad pierde capacidad crítica, se siente desautorizada para hacer cualquier crítica. Y así sí somos pasto de los consorcios transnacionales de presunta o presumida vanguardia.

Fuentes da otros datos afligentes; con todos los despliegues tecnológicos con que nos atosigan los medios de incomunicación de masas un día sí y otro también; el control  y hasta la disminución de CO2 atmosférico está muy lejos de alcanzarse: “las llamadas “plantas de absorción” de CO2, […] no han sido capaces todavía de remover ni siquiera una pequeña fracción […] de las más de 40 mil millones de ton. de CO2 emitidas cada año por la sociedad industrial.” (ibíd.) Y Fuentes nos recuerda que lo del CO2 no es un caso aislado; lo mismo pasa con la acidificación de los mares o con la chatarra espacial. Y que en general es tonto recurrir al auxilio tecnológico cuando es precisamente lo tecnológico invasivamente desplegado lo que nos ha situado en la crisis ambiental en que estamos.

Con imaginación casi poética Fuentes sostiene que enfrentamos problemas tan insolucionables como los que se le plantean a quien busque  “restaurar a su estado original una olla de arcilla o una botella de vidrio luego de que ésta haya sido rota en mil pedazos […]. ¿Restaurar una copa del más fino cristal luego de ser molida en pedazos? ¡Ni siquiera con la inversión de diez, cien mil PIB mundiales sería posible! ¡Esto es justamente lo que hemos hecho con el mundo, el más bello de los cristales planetarios de nuestro sistema solar, volado en mil pedazos por el industrialismo ecocida!” (con lo cual, de paso, se burla, y con razón, de quienes especulan acerca del porcentaje, 2%, 3%, 4% del PBI mundial, que alcanzaría para reencauzar el estado planetario (como si se tratara de solucionar los desajustes ambientales con unos pocos remiendos de circunstancias).

Nos vemos en camino a un mundo cada vez más desmejorado en condiciones vitales. Ya se estima, en nuestro presente, que la generación de nuestros hijos recibe un mundo peor que el que recibiéramos de nuestros progenitores…

Tendremos que reaccionar ante un fideísmo ante la ciencia como en su momento, hubo quienes pudieron y supieron reaccionar contra el fideísmo religioso medieval, validos de un pensamiento laico, pero crítico.

El sobreuso de nuestros medios materiales, alegremente “cubierto” con ardides tecnológicos, nos ha cegado para poder ver que estamos agotando literalmente el planeta; su aire, agua, suelo.

Que la construcción de megalópolis, por ejemplo, resulta suicida, aunque de modo mediato. Lo mismo podríamos decir de los desplazamientos de las capas con alto poder adquisitivo, quienes se sienten, y son “locales” en todo el planeta.

La civilización rampante que “perfeccionó” nuestra ruina cada vez más a la vista fue, a mi modo de ver una variante de lo que llamamos Occidente, para muchos, la culminación o vanguardia civilizatoria mundial. Su expresión más acabada. Una sociedad que extremó tales rasgos hasta hacerlos patéticos, carentes de todo equilibrio, de toda complejidad; de ying y yang, dirían los orientales: la cultura dominante de EE.UU., el american way of life.

Con este “sistema” o “estilo de vida”  los humanos perdimos sabiduría ganando eficacia. Perdimos la noción de escasez, intoxicados culturalmente (y sobre todo, mediáticamente) por una abundancia apabullante.

Pero esta derrota cultural no proviene de este último capítulo; ya estaba incubada en el pensamiento de la modernidad burguesa, occidental.

Una eficacia altanera, autosuficiente. Indiferente, insensible, por ejemplo a la contaminación. Cegados, como dirían antiguos dioses si existieran, hasta que resulta demasiado tarde. Porque, como dice Fuentes, no podemos ahora recuperar “el paraíso viviente”, perdido.

Apenas ver si podremos salvar “partes del naufragio” planetario.

Es con este desarrollo arrasador del industrialismo, la colonización generalizada, el racismo acaparador, nuevas invasiones (semánticamente salvaguardadas como “avances de la frontera del progreso”), exterminando flora y fauna sin pausa y sometiendo con diversas modalidades, esos otros humanos tan a menudo considerados subhumanos (aunque la fraseología democrática ha ido corriendo las exclusiones hasta hacerlas desaparecer literalmente, al menos si no de la realidad, de la cosmovisión ideológica oficial).

Y seguimos, cada vez más de prisa, construyendo una tecnosfera que imaginábamos salvadora y paradisíaca, aunque cada mañana percibimos, oscuramente, que es la nave mayor, la nave insignia, la que está averiada…

Por eso dijimos inicialmente que lo que nos faltó fueron ludditas y, que en lugar de ello, arropados en ideologías progresistas o literalmente egoístas, amparadas en la modernidad,  nos fuimos entregando o fuimos entregados, siempre deslumbrados ante “los cada vez más impresionantes desarrollos tecnocientíficos”.

Vayan unas grajeas ilustrativas de ese pensamiento dominante:

· Ante la ya indubitable crisis de las abejas, alterada su orientación, no sabemos si por la creciente carga electromagnética atmosférica, por la presencia cada vez más pesante de agrotóxicos o por la invasión de “soluciones” biocidas, Monsanto se puso “a disposición”, invitándonos a usar drones que ellos confeccionarían para hacer “el trabajo” que las especies amenazadas o exterminadas iban a dejar de hacer, creyendo o haciéndonos creer que drones podrían cubrir la formidable y menudísima tarea que llevan a cabo los insectos libadores.

No  tuvieron, no expresaron, claro, el más mínimo pensamiento hacia los costos. Si el costo de esa neopolinización imposible llegara a salir mil veces mayor que la clásica, “natural”, Monsanto podría frotarse las manos a la vista de esos miles de millones…

· Oceanógrafos comprobaron el derretimiento del casquete polar ártico y  que dicho casquete es cada vez menos grueso. Algunas compañías navieras de transporte de combustibles festejaron ese adelgazamiento porque calcularon que bajaban sus fletes… La interdependencia, bien gracias.

· Trabajos de megaminería en  algunas laderas andinas afectaron glaciares. Caballerosamente, algunas compañías mineras se ofrecieron a cambiarlos de sitio… ¿Cómo se imaginan que se forman los glaciares? ¿Qué alguien dibuja en alguna oficina de diseño el sitio y luego se lleva allí un poco de hielo?

Cualquiera de esos tres ejemplos nos muestra que la relación del mundo empresario con la naturaleza es ya, no pobre, esquemática, sino de una ignorancia insondable… La podríamos llamar fideísmo hacia la ciencia (en rigor, hacia la tecnología, que es lo que el capital y sus titulares tienen interés supremo en dominar).

Pero ese fideísmo (como cualquier otro) presenta un enorme peligro a nuestra especie: somos seres vivos y esa condición vital es radicalmente distinta a los rasgos de los objetos, que carecen de vida.

Hay grandes investigaciones que están superando esa dicotomía. Con buenas razones, porque se trata de una muy esquiva frontera. El panteísmo nos ha mostrado cómo todo, de algún modo, vive.

Pero aun así, lo orgánico tiene cualidades que no tiene lo inorgánico.

Y la modernización en sus últimos tramos, la cibernética derramándose sobre todas o casi todas nuestras actividades; el celular como un alter ego; la saturación como un proceso invertido al del viejo mundo de la escasez, nos está haciendo relacionar a los humanos con objetos, como nunca antes. Sin la mediación con otro, cada vez más directamente mediante “diálogo” con la aparatología cibernética. Alcanzando objetivos ya no “a dos voces”, como tradicionalmente, sino “a una sola voz”. Moverse en un mundo de inteligencia artificial, de objetos. Claro que todo “mucho mejor y más rápido”. ¿Significa algo la pérdida del diálogo, voces entre humanos? Tengo para mí que, toda esta invasión cada vez mayor de dots, trolls, spots, algoritmos-e, ocupando la mayor parte del nuestro tiempo humano debilita el diálogo entre humanos, y que, consiguientemente al llevar adelante objetivos “a una sola voz”, vamos, nosotros también, resultando objetos (esto pasa y desde “siempre” con “los nadies”, los desheredados “de siempre”). Como vemos, la condición de objeto no es novedad para buena parte del género humano; la pregunta es qué significa su generalización.

Un dato reciente: hasta hace muy pocos años, el teléfono era el nexo entre el particular y la empresa. El mundo empresario computarizó ese nexo, obteniendo una serie de ventajas materiales; de tiempo, precisión. Y de ahorro, de personal. Pero en tales cálculos no entra el tiempo social perdido por “los particulares” abriéndose paso, o no en los sitios-e. Aunque es mucho mayor que el ahorro empresarial, ese tiempo, desperdiciado, carece de valor para el mundo empresario. El tempo de Los nadies.

Todo el seguidismo que atribuíamos en otras civilizaciones a los dioses, en la laica civilización moderna lo atribuimos a la ciencia (y su hija dilecta, la tecnología). Pero aquella ceguera, que “veíamos” en culturas destrozadas por la civilización occidental se reprodujo entre nosotros, sólo alegando otras falsas certezas y nuevas fidelidades.

Ya lo anunció hace medio siglo el psicólogo Stanley Milgram con su pícara experimentación sobre dolor: la gente acepta casi cualquier monstruosidad si le dicen que es “por la ciencia”. Así fue como “enfrentamos” la pandemia decretada por la OMS.

Si no nos sacudimos de este nuevo fideísmo tan generalizado, estamos aen camino de perder no ya una elección, no las comodidades cibernéticas que tanto nos han complacido, sino  el mundo, tal cual lo conocemos. □

notas:

[1] Los aportes de Vitruvio fueron muy considerados hasta la modernidad, aunque al parecer por allí caducan; su hombre cósmico fue todavía retomado por Leonardo de Vinci, convirtiéndolo en pintura inolvidable con sus brazos y piernas duplicados y extendidos y armando con ellos un círculo y un cuadrado perfectos.

[2] Aunque agotada, hubo una ficha de mi autoría en la Facultad de Filosofía y Letras, (UBA); ¿Ecología en la política o para otra política?, ¿crisis ambiental o crisis civilizatoria?, 2014.

[3] Hubo un material muy usado que validó la máxima “La enmienda resultó peor que el soneto: el PVC.

[4] “En nuestro apuro por conquistar la naturaleza y la muerte, hemos creado una nueva religión de la  ciencia“. https://ecotropia.noblogs.org/2022/05/6290. 19 abril 2021.

[5] Se asocia al luddismo con un sabotaje mediante “violencia a las cosas”; rompían telares industriales. Sin entrar a analizar todos sus rasgos, entiendo decisivo uno: su lucha encarnizada contra el aumento de la escala de producción. En cierto sentido, fueron muy perceptivos. Y los titulares de los poderes mayores y centrales, también, puesto que encararon su exterminio. Legalmente: todos ellos fueron condenados a la horca.

[6] Cit. p. Ana M. Vara, ”¿Una ola del ludismo en América Latina?”, UNSAM, 28 ago 2009.

[7] Theo Colborn, John Peterson Myers y Dianne Dumanoski.

[8] Miguel Fuentes, https://latamerica-journal.ru/s0044748x0018353-7-1.

Publicado en Ciencia, Cultura dominante, Globocolonización, Nuestro planeta, Poder mundializado, Sociedad e ideología

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