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Categoría: Los pueblos nativoamericanos

Contaminación omnipresente: un límite planetario olvidado

Publicada el 04/02/2025 - 04/02/2025 por raas

El número 166 de la revista Papeles de relaciones ecosociales y cambio global publica en su sección A Fondo un artículo de Joan Benach y Ferrán Muntané como pese a los múltiples y duraderos efectos nocivos para la salud humana y ambiental, la contaminación química y la alteración antropogénica de los flujos biogeoquímicos son unos de los problemas ecológicos más subestimados.

Por Joan Benach* y Ferran Muntané**
Fulhem
06-09-2024

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Publicado en Agronecrófilos, Centro / periferia, Ciencia, Conocimiento, ecología, General, Globocolonización, Los pueblos nativoamericanos, Nuestro planeta, Nuestros alimentos, Política, Salud. Y enfermedad

URUGUAY ANTE EL GENOCIDIO ISRAELÍ CADA VEZ MÁS “A LA VISTA DEL PÚBLICO”

Publicada el 05/08/2024 - 12/09/2024 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández
4 agosto 2024

Es sumamente penoso ver el grado de abdicación y sumisión mental (no sabemos si también material, pero con el primero ya tenemos motivos de preocupación) de los referentes y líderes de todo el espectro político principal de nuestro país –porque pese a eso sigue siendo nuestro– ante lo que durante más de un siglo se ha calificado como conflicto palestino-israelí y hoy en día, tras un furioso strip-tease político; se reconoce como el genocidio israelosionista de la población palestina, que se desenvuelve sin tapujos, al menos para quien lo quiere ver.

Es indudable que esta dependencia ideológica de los planteles políticos principales respecto de Israel tiene raíces históricas. Uruguay es uno de los poquísimos países (que yo sepa, el único periférico cuando la firma del canciller británico  Arthur Balfour a la declaración que lleva su nombre y su entrega a Walter Rothschild como “cabeza” del movimiento sionista, en 1917) presente en la persona de Alberto Guani, a la sazón representante diplomático uruguayo en Europa.

La calidad de uruguayo  es significativa dado el grado de identificación con EE.UU. y su destino que varios políticos batllistas entonces tenían. Guani fue autor de un planteo que lleva el nombre de Doctrina Guani (entre 1938 y 1941) que: “inauguró una serie de posiciones intervencionistas impulsadas por EE.UU. a partir de la Segunda Guerra Mundial inspiradas en el concepto de «seguridad continental», con el fin de mantener la unidad de los países latinoamericanos.” [1] Unidad bajo el mando norteamericano, obviamente.

Con mucha perspicacia, Francisco Claramunt en su esclarecedora nota “Hora de definiciones” registra la dificultad, vocal, de voceros “de izquierda” para abordar la monstruosidad engendrada por el sionismo en Israel: “Orsi y Cosse parecen tener dificultades para pronunciar la palabra Israel, ni que hablar de Palestina”.[2]

Llama poderosamente la atención que desde otra configuración ideológica, la Columna del 26 de Marzo, “Palestina y los problemas de no tomar posición”, se señale: “a la coalición progresista le cuesta poner en palabras lo que sucede en [la] realidad; no buscan señalar que existe un genocidio donde claramente hay un genocidio.” [3]

Entiendo la dificultad para procesar la inconmensurable usina de mentiras, atropellos, vejaciones que organizaciones que se consideran de excelencia como el sionismo (de origen laico, pero endiosado), descargan –en este caso y desde hace ya más de un siglo– sobre los palestinos, pero hasta para lograr en algún momento un reencuentro en sendas de humanidad, hay que decir las cosas claras. Como hace Chris Hedges, en sus innumerables notas con que lleva décadas documentando el proceso israelopalestino:

“Hay un placer sádico expresado por muchos israelíes por el genocidio y una oleada de llamados al asesinato o la expulsión de palestinos, incluidos aquellos en la ocupada Cisjordania y aquellos con ciudadanía israelí.

El salvajismo de los ataques aéreos y los ataques indiscriminados, el corte de alimentos, agua y medicinas, la retórica genocida del gobierno israelí, hacen de ésta una guerra cuyo único objetivo es la venganza.” [4]

El certero análisis de Hedges nos pone, una vez más, ante la escalofriante advertencia de Blas Pascal: “El hombre no es ni ángel ni bestia, y la desgracia quiere que quien haga el ángel haga la bestia.” [5]

Netanyahu nos dice siempre, como un mantra: “Ésta es una lucha entre civilización y barbarie.” Da por sentado que él, nada menos, encarna la civilización; y que los palestinos, la barbarie: Israel es hoy esa bestia que menciona Pascal.

Porque se otorgan el derecho que niegan a palestinos: baste reparar cómo honran a sus muertos, buscando partes de sus cuerpos, por ejemplo, para enterrarlos con honores,[6] mientras siguen ejecutando día tras día a palestinos, adultos y niños, mujeres y hombres, mediante bombardeos, ametrallamientos y otras atrocidades que impiden toda identificación, todo reconocimiento incluso de cadáveres, toda despedida a sus muertos, queridos.

La sociedad israelí se ha dedicado a masificar la muerte, ajena, generalizando por ejemplo, una política de inanición[7] y otras formas de muerte, cada cual más violenta que otra: desmantelamiento de todo el tejido social; viviendas bombardeadas, techos destruidos, voladuras de hospitales, suministros alimentarios o de agua aniquilados, destrucción de carreteras y medios de comunicación o de transporte, destrucción de usinas de energía, de bombeo, de depuración, contaminación de suelos… A la vez, como para desviar la atención, despliega una sarta de fake news, que debidamente difundidas genera una versión de los acontecimientos: los 40 bebes asados,  la orgía árabe con mujeres  secuestradas, o el acuchillamiento de mujeres judías embarazadas para extraerles el bebé…

Israel establece una política que mucho dificulta todo reconocimiento, toda comunión de los palestinos sobrevivientes, de los deudos con sus muertos. Muertos vejados, torturados, aniquilados, tratados por Israel como basura.

Y los vivos, apenas tratados como preámbulos de muertos. Frente a semejante “tratamiento” tenemos que volver al testimonio del médico noruego Mads Gilbert: “el pueblo palestino tiene un apego vital que lo hace, si no único en la humanidad, sí llamativamente aferrado a la vida, a lo vital.” [8]

Israel ha persistido en sus muy cerebrales, ominosas tareas, para lograr el desquicio social y psíquico de la población palestina, mediante tantas muertes, cada vez más masivas, haciendo inidentificables los muertos, impidiendo honrarlos; un último saludo que al menos deje su huella en los sobrevivientes, hermanos, padres,  hijos, cónyuges, novios, primos, tíos, abuelos, nietos, amigos….

Pero el problema no es Israel ni está en Israel (solamente). Ni siquiera en los que aplauden a Israel y sus acciones “democráticas y occidentales”.

El problema está en  “el mundo”, la sociedad humana que lo permite y tolera. La sociedad internacional. Claro que ONU se mantiene fiel al diseño que la animó, en octubre de 1945: abolición progresiva de las soberanías nacionales: EE.UU., considerándose benefactores de toda (¡!) la humanidad  van a estar dispuestos a gobernar ‘para todos nosotros’.

El diseño básico será el de la desigualdad: hay naciones adelantadas y naciones atrasadas. O con otro lenguaje, más “económico”: hay naciones desarrolladas y subdesarrolladas. Hay naciones iluminadas por dios y otras, en todo caso, por la Estatua de la Libertad.

Esta trama cultural es la que permite, autoriza, necesita, privilegios. Y rechaza lo igual(itario).

E Israel se cuenta entre los privilegiados. Por eso hay tanto silencio cómplice. Aun así, con tantos instrumentos de dominación, mediática, política, económica, mílitopolicial, la difusión cada vez más rápida –e imparable– de noticias, genera cuestionamientos, resistencias, rebeliones. Observemos qué ha pasado con jóvenes y estudiantes universitarios estadounidenses: ante la progresiva matanza de palestinos so pretexto de perseguir a Hamás: hasta de las universidades mayores y más caras de EE.UU., brotó la rebeldía y la condena a Israel.

¿Cómo logró la administración embretar la creciente rebelión? Cuanto más significativa es una universidad y su labor formativa, más fondos recibe de grandes consorcios de origen judío (es posible que también reciba de otras procedencias, pero los aportes judíos suelen ser sustanciosos y decisivos). Las redes sionistas operaron rápidamente cortando tales fondos y dejando a los decanatos prácticamente en blanco. Las direcciones de varias universidades, tras el apriete financiero, facilitaron y promovieron el ingreso de fuerzas policiales para despejar los campus, con medidas draconianas: los estudiantes que estaban en régimen de internado, no solo fueron golpeados y expulsados de las aulas y campus sino hasta de sus residencias, quedando a menudo en ciudad o país ajeno, literalmente en la calle.

Hay que consignar que de todos modos, aunque maltrecho, el movimiento estudiantil universitario estadounidense contra el genocidio abierto de palestinos, no ha desaparecido (pero parece sí haber menguado).

Acercándonos a nuestro país.

A Costa Rica, hasta hace pocos años, a su delegación ante la ONU se le había adosado un funcionario israelí que  se sentaba en segunda fila, detrás de la delegación, “para velar por el voto correcto de Costa Rica” en asuntos que se suponía “de interés común” de Costa Rica e Israel.[9]  Este “pastoricismo” revela el estatuto servil que Israel otorga a sus aliados. A nuestro país se lo “protege” y “ampara” para que acompañe a Israel, usando el lisonjero recurso de que estamos del mismo lado, de la democracia, la cultura (occidental) y, muy especialmente, la moral.

Nos apostrofa Julio María Sanguinetti: “Irán a través de sus brazos terroristas, ha puesto en jaque a Occidente al poner en cuestión su frontera geográfica y moral que es Israel.” [10] Todo ese fraseo hay que convertirlo en realidad y vemos que es a menudo su opuesto, precisamente: ha sido Occidente, y particularmente el Reino Unido y EE.UU., lo que ha tendido sus brazos terroristas durante décadas sobre Irán,[11] primero para abortar todo intento independentista como con el “escarmiento” contra Mohamad Mossadegh, depuesto mediante humillación pública en 1953 por querer nacionalizar el petróleo, y luego, aterrorizando todo intento de autonomía nacional mediante la SAVAK –una ”sucursal” de la CIA–, una de las policías políticas secretas más temidas del mundo, que no pudo subyugar a la entidad persa indefinidamente; en 1979 una rebelión dio al traste con el gobierno títere de EE.UU., su policía terrorista, –ésa sí, terrorista, señor Julio M. Sanguinetti–, terrorista al estilo de quienes pusieron en marcha el experimento político del Estado de Israel: basta inquirir qué acontecimientos precedieron el establecimiento de dicho estado. Ahogar en sangre la huelga general palestina de 1936-1939; hacer volar el Hotel David en 1946 en Jerusalén con decenas de víctimas mortales que “convencieron” al Reino Unido que era mejorar dejar “la administración” de la colonia palestina al sionismo; los asesinatos de diversos referentes internacionales o de la ONU que no se plegaban al  ceñido plan sionista, como lord Moyne, británico, o el sueco Folke Bernadotte. Hay que recordar que los autores de estos atentados eran sionistas partidarios de alianzas con el fascismo italiano o el nazismo alemán (leyó bien). Los puestos de primer ministro israelí, salvo la primavera probritánica y pronorteamericana de los primeros quinquenios israelíes, estará festonada, a lo largo de las décadas, con dirigentes de este tipo: Menagem Begin,  Yitzhak Shamir, Isaac Rabin, Ehud Barak, Beniamin Netanyahu, Ariel Sharon, Naftali Bennett. Este último, el premier que se ufanaba de haber matado a muchísimos palestinos –y ¿qué?

Con su proverbial moderación, Uruguay no ha acompañado la pretensión ultraconfesional israelí de adueñarse de Jerusalén como capital israelí. Como lo ha hecho la presidencia de Trump o países aun más satelizados por Israel como Guatemala o Kosovo. El apoyo de Uruguay a Israel ha sido incondicional, pero más atado a formulaciones modosas, menos arrebatado. Así, cuando Sudáfrica propuso en 2022 a la Asamblea General de la ONU atender el sentido (o el sinsentido) de una larga ocupación y su relación con una colonización y anexión absolutamente contraria a lo resuelto por la ONU, que recoge el voto favorable de unos 90 estados representantes…  Uruguay se abstiene.[12]

A propósito de la ONU y su permanente identificación con “la voz del amo”: luego de las votaciones que recordábamos en el párrafo anterior, –diciembre 2022– en la que Sudáfrica no obtuvo los votos necesarios para condenar el genocidio israelí en Gaza, estamos ahora a casi 10 meses de una atrozmente reforzada política genocida israelí, tras el copamiento palestino del 7 oct. 2023, para cosechar rehenes con pretensiones de canje por prisioneros (y muertes inevitables) y ajusticiamiento de un número desconocido pero muy alto de militares israelíes, prácticamente copados de sorpresa en su propio cuartel general), y Sudáfrica ha renovado su moción de condena al mismo genocidio, ahora mucho mayor… y no hay asamblea, nos hay votación, no hay condena.

Un editor estadounidense, Ron Unz, judío, se ha dedicado a desentrañar muy diversas cuestiones, y particularmente las sucesivas imposturas que caracterizan las verdades oficiales de su país. Sobre el 7 de octubre 2023; afirma: “parece muy posible que una mayoría, incluso una gran mayoría, de todos los civiles israelíes asesinados hubieran muerto a manos de sus propias fuerzas militares, ya sea por fuego amigo deliberado o accidental, e incluso muchos soldados israelíes pueden haber corrido esa misma suerte.” [13]

Unz se ha basado en la investigación in situ que han llevado periodistas, valiosísimos como Chris Hedges (a quien ya hemos citado) y Max Blummenthal:

“Hay cada vez más pruebas que en la lucha caótica establecida cuando Hamás ingresó a Israel el 7 de octubre [2023], los militares optaron por hacer blanco no solo en los luchadores de Hamás sino también en los cautivos israelíes. Tuval Escapa, miembro de la seguridad del kibutz Be’eri le dijo a la prensa (Haaretz) israelí que se montó una línea de coordinación entre los residentes del kibutz y el ejército. Escapa dijo que la desesperación se fue adueñando de él. ‘Los comandantes en el terreno tomaron decisiones difíciles, incluyendo la de hacer saltar por el aire las viviendas con sus ocupantes para poder eliminar a los terroristas, junto con los cautivos. El diario informó que los comandantes israelíes se vieron obligados a requerir ataques aéreos a sus propias instalaciones dentro de la Franja de Gaza para poder repeler a los terroristas que habían tomado el control.” [14]

La parálisis de la sociedad humana ante la matanza de palestinos (como en tantos otros casos y situaciones en el pasado, emparentables) es sobrecogedora. Porque se trata de gente como nosotros. La impotencia nos daña. Porque cuanto más sabemos de ello más somos incluidos, nos incluimos, en tamaña realidad. □

notas:

[1] Wikipedia. Fuente insospechable de izquierdismo.

[2] Brecha, Montevideo, 12 jul 2024.

[3] La Juventud, Montevideo, 27 jul-2 ago 2024.

[4] https://www-unz.com/article/israel-reopens-the-gaza-slaughterhouse/, [Israel reabre el matadero de Gaza], Chris Hedges, 1 dic. 2023.

[5] Mijail M. Krasnova, “El enigma de la caña pensante”, https://core.ac.uk/download/pdf/302188310.pdf

[6] Esto ha sido excepcional en Israel, puesto que no siempre los israelíes mueren de modo tan violento y trágico como lo acontecido el 7 oct. 2023. En cambio, la muerte en sus más atroces vías, ha sido convertida por Israel, en la rutina diaria para los palestinos.

[7] Que fue instaurada en 2006, sólo que entonces con remilgos, que dificultara percibir el carácter ominoso y genocida de las decisiones israelíes ‘ante la cuestión palestina’. ¡Cómo esto nos retrotrae a las medidas de los colonizadores europeos en los siglos xvi o xvii ante las poblaciones que habitaban los territorios conquistados, en lo que los europeos designaron “El Nuevo Continente”, o en África!

[8] Gilbert se presentó como médico voluntario para hospitales de campaña cuando la horrenda invasión militar de las poblaciones gazatíes en 2008. Y así terminó vinculado con la Franja de Gaza, atento ante el desamparo palestino.

[9] Bruno Stagno Ugarte, “Los caminos menos transitados. La administración Arias Sánchez y la redefinición de la política exterior de Costa Rica, 2006-2010”, cit. p. Nicolás Boeglin, ”Solicitud de opinión consultiva a justicia internacional sobre la situación en Palestina”, 24 ene 2023.

[10]  “La relación entre EE.UU. y nosotros”, La Nación, Buenos Aires, 27  jul 2024.

[11] Y no solo dentro de lrán. Es LA política que ha llevado adelante EE.UU. y sus segundones occidentales en Irak, en Siria, en Afganistán, en Egipto, en Sudán, en Pakistán, en Libia, en Indonesia, en Vietnam, en Corea y un largo, escalofriante etcétera.

[12] Véase María Landi, “¿Quién  ha usado la violencia sexual como arma de guerra?”, Brecha, Montevideo, 8 mar 2024.

[13] https://www.unz.com/runz/war-crimes-and-atrocity-hoaxes-in-the-israel-gaza-conflict/, l6 nov. 2023.

[14] https://braveneweurope.com/max-blumenthal-what-really-happened-in-israel-on-oct-7, 19 nov. 2023.

Publicado en Centro / periferia, Los pueblos nativoamericanos, Palestinos / israelíes, Poder mundializado, Sociedad e ideología, Uruguay

Guatemala. Redefinir su destino: ¿plurinacional u occidental?

Publicada el 17/01/2024 por luissabini

MAYAS Y PALESTINOS

 

por Luis E. Sabini Fernández

 

El maniqueísmo es una tentación porque simplifica, si no la realidad, al menos su visión.

El con razón admirado  Carlos Quijano, figura destacada del antimperialismo dentro de nuestro país, junto con muchos otros  créditos políticos, como haber resistido la estampida febrerista y peruanista que arrastró a casi todo el Frente Amplio en febrero de 1973, tuvo empero, otros enfoques que merecen una reflexión crítica, que nos sirva de aprendizaje.

En 1944, cae finalmente en Guatemala la dictadura de Jorge Ubico, catalogado por el inolvidable  maestro Julio Castro −cobardamente asesinado por los militares de la dictadura uruguaya de  1973−, como la más abyecta de las atroces dictaduras latinoamericanas que infestaron el siglo XX (Castro pertenecía al grupo político cofundador del inolvidable semanario Marcha dirigido por Quijano).

Ubico fungió como lugarteniente “extraterritorial” y extratemporal de Theodor Roosevelt, el forjador norteamericano de “la política del garrote” para tratar a las sociedades al sur del río Bravo, con la cual comenzara Roosevelt el siglo XX. Una aplicación pragmática de la geopolítica imperial de EE.UU. para con la América no sajona, de aquella voluntad de apropiación  expresada por James Monroe como “América para los americanos” (1823). La presidencia de Theodor Roosevelt terminará en 1909, pero el garrote seguirá vigente por décadas…

Pero no para siempre. La resistencia desde el sur creció y con la crisis y caída de Ubico, pareció también llegada la hora de una nueva política desde EE.UU., ya no la del garrote, sino una “de buena vecindad”, a cargo de otro Roosevelt, Franklin Delano (1933-1945; el presidente  con más años como tal en EE.UU.).

Desde nuestro país, quienes tenían una visión crítica hacia el intervencionismo estadounidense –las intromisiones reiteradas en incesantes incursiones (México, Colombia,  América Central)−, como Quijano y el grupo forjador de Marcha, saludaron  con enorme alborozo el derrumbe de tamaña dictadura y  el advenimiento de una nueva camada política, cívico-militar, con Juan José Arévalo, Jacobo Arbenz, Jorge García Granados y otros. Todos blancos, de origen europeo.

Guatemala, junto con Bolivia, son los únicos llamados países “latinoamericanos” que cuentan con mayoría de poblacion indígena (así como Haití, incluido en ese mismo grupo, tampoco cuenta con mayoria de población europea; su tronco étnico principal no es nativoamericano sino africano; Haití también fue repoblado por el colonialismo, inicialmente el francés).

Aquella mayoría originaria le dio a Guatemala uno tinte político especial: la minoría blanca, los herederos de la colonización y el genocidio consiguiente español, mantuvieron su dominio de un modo más férreo, cruel, que los engendrados en proyectos políticos, también coloniales, también abusivos para con los originarios, pero que gozaron y se aprovecharon de mayorías demográficas, como los países platenses, por ejemplo.

Guatemala es así uno de los estados americanos donde más ancha ha sido la brecha entre “pobres y ricos”, brecha que pasa lo más cerca posible de los orígenes étnicos.

 

Ironías de la historia: Guatemala irá cosechando, con la nueva dirección política de 1944, progresista, una alianza creciente con el flamante Israel fundado por sionistas, divorciándose de la vieja colonia judía palestina (el Antiguo Yishuv).  Ese sionismo,  que apenas si reconoce a los judíos semitas, hablantes de árabe o castellano (antiguo), proviene de Europa Oriental, y son hablantes de yiddish.[1]

Israel lleva adelante un plan de segregaciòn, persecución, desnaturalización, erradicación y, junto con el enrarecimiento político y social que provoca la acción sionista, de exterminio de la poblacion palestina oriunda.

El asentamiento y el consiguiente dominio blanco-europeo sobre los oriundos mayas en Guatemala tiene cierto paralelismo con la colonizacion sionista de Palestina. Tiene, sí, una diferencia fundamental: en tanto los blancos guatemaltecos tienen interés en explotar a la poblacion originaria (y, fundamental,  apropiarse de su territorio), los sionistas no quieren ni siquiera explotar a los palestinos (o hacerlo “apenas” como un mal necesario); en todo caso, eliminarlos si no se los puede ahuyentar. Ésa ha sido la política israelí desde 1948 y la sionista aun sin estado israelí, desde décadas antes.

 

Que Carlos Quijano apostara políticamente a esa renovación indudable de la dirección política guatemalteca en 1944, se entiende porque nuestro intelectual economista no hizo jamás eje en los originarios de nuestro país (invisibilizados con su escasísima cuantía).

La manifestación más prístina de progresismo latinoamericanista se expresará en  el papel de Guatemala en la legitimación de Israel, fundado desde la ONU, en 1948.[2] Y Uruguay, en la misma comisión onusiana –UNSCOP (Comisión Especial de la ONU sobre Palestina, por su sigla en inglés)−, cumplirá el mismo papel. La progresía guatemalteca, ciega a su población originaria, mayoría en el país (decisiva diferencia con Uruguay), al abordar la situación palestina, el diferendo israelopalestino, ni siquiera llega a distinguir judaísmo de sionismo.[3]

 

La modernización del  ’44 implicaba cierta vida política civil, cierto menoscabo al poder omnímodo del mundo empresario que hacía sus negocios en el país –fundamentalmente los  la United Fruit−, resultó excesiva para ese mundo de los negocios que acabó con el interregno democrático mediante una invasión al estilo paleocolonial, con 500 hombres armados y despachados desde EE.UU.; un miniejército privado al mando de Castillo Armas, que, sin embargo, tuvo dificultad en imponerse, mostrando que Guatemala no era “pan comido”.

Liquidado el paréntesis del Roosevelt “democrático” con esa invasión de Castillo Armas, y su propio asesinato, a mediados de los ’60 Guatemala es introducida en una espiral de violencia que no logra extirpar la guerrilla guevarista ni la maísta y menos todavía los paramilitares patrocinados desde el Hermano Mayor, dedicados a incrementarla.

Durante buena parte de ese período de opresión extrema y terror –segunda mitad del s xx y estas primeras décadas del xxi− Guatemala ha seguido siendo estrecho aliado con Israel (y con EE.UU.). Durante los atropellos bestiales a los derechos humanos de sus habitantes, Israel ha “cooperado” en varios planos, desde asesores en las más abominables torturas hasta comercio de armas que el régimen guatemalteco pagó y empleó en sus matanzas de guerrilleros y/o de refractarios a las numerosísimas violaciones a una convivencia democrática. Todo bajo auspicios del gobierno norteamericano.[4]

Y cuando el Estado de Israel avanza con sus planes de insraelización de Palestina que implica obviamente la negación de los palestinos que la configuran, e invita a los demás estados a emplazar sus embajadas ya no en Tel-Aviv, la capital sionista de 1948, sino en Jerusalén, violando las propias resoluciones de la ONU, Guatemala está entre los primeros estados en la mudanza.[5]

 

Con la condena terminante contra Efraín Ríos Montt y todos sus atropellos, a fines del s xx, Guatemala fue ingresando en aguas políticas más suaves, restaurando instancias democráticas.  Los mayas sufrieron la peor mortandad por cantidad de habitantes de toda la ola represiva de la América al sur del río Bravo. Guatemala conserva, empero, cordialísimas relaciones con Israel.

En 2017, un partido nuevo, con perfil socialdemócrata y vínculos con progresía norteamericana, apareció en el firmamento político guatemalteco.

Y en 2023 un hijo de Juan J. Arévalo, el presidente elegido en 1944, nacido en su exilio en nuestro Montevideo, Bernardo Arévalo, egresado universitario, 65 años, resulta elegido para la presidencia de Guatemala.[6] Para asombro y escarnio de la sociedad “blanca” entronizada.

¿Por qué asombro y escarnio? Porque la sociedad “blanca” guatemalteca se ha puesto nerviosa con la prédica decisiva de Arévalo; lucha radical contra la corrupción.

Se produce una suerte de “segundo tiempo” y con el mismo apellido, nada menos. La sociedad dominante, heredera de la implantacion colonial (ya no solo hispana sino cada vez más estadounidense), se había descansado en varios candidatos que parecían llevarse “el premio presidencial” como el partido Prosperidad. [¡sic!]

La favorita Sandra Torres (Unión Nacional de la Esperanza) no alcanzó el porcentaje para ser designada en primera vuelta y en el balotaje perdió con el segundo, Bernardo Arévalo a la cabeza del Movimiento Semilla (la apuesta a la derecha dura de la hija del pesadillesco Ríos Montt, alcanzó un menos que mediano sexto puesto,  identificada con Bukele y su realización carcelaria).

No alcanzaron todas las zancadillas legales presentadas, por ejemplo, por la fiscal general de la nación, Consuelo Porras, suspendiendo la personalidad jurídica de Semilla primero  y en otra instancia, impugnando ya no la elección presidencial pero sí los nombramientos parlamentarios de Semilla, para dejar al candidato triunfante sin apoyo legislativo.

Semilla cuenta en su plana mayor, junto al “montevideano” Arévalo, con dos dirigentes de origen norteamericano (EE.UU. y Canadá) y con una de la etnia mayoritaria aborigen.

Las trabas y los impasses reglamentarios de la asunción prevista para el 14 enero 2024, a las 17 hs., terminaron de allanarse  hacia la medianoche de ese día. El motor decisivo de ese triunfo parece haber sido la promesa radical y muy enérgica de Bernardo Arévalo de acabar con la corrupción, tan íntimamente  ligada al dominio de la casta blanca en Guatemala. Para tomar la posta de su padre, se valió, como él, del apoyo de “otros” EE.UU., el EE.UU. democrático, que nos parece mentira, pero también existe. Y de ese modo, podríamos decir que Semilla “repite” la apertura democrática de 1944.

Una diferencia tal vez sustancial con aquel 1944 es que la presencia indígena es ahora mucho más real y políticamente vigorosa. Las redes de la Guatemala maya y kiché se mantuvieron inicialmente más bien ajenas a la brega presidencial, pero terminaron apoyando a Semilla.[7] Porque conocen el daño que han sufrido a manos de quienes se opusieron tanto al ascenso de Semilla. Y el Ministerio Público jamás los ha reconocido.

Pese a que en la dirección del partido vencedor hay únicamente una originaria, lo cual traduce el verdadero tono de la agrupacion Semilla; el de un universo blanco europeo socialdemócrata que de todos modos se desmarca de las viejas pretensiones de dominio omnímodo.

Como sostiene Illamná Ollantay, Semilla no apuesta a la plurinacionalidad en un país tan multicultural como Guatemala. Semilla no gana por hacer causa común con los originarios sino por emprender una lucha sin cuartel contra la corrupción.[8]

Hay un problema con esa lucha: que es y ha sido a menudo encarnada por corruptos. O por privilegiados.

Grosso modo, se visualizan así tres “actores” enfrentados entre sí: la vieja oligarquía hispanista que tiene mucha conciencia de su diferencia radical y de sus redes de privilegios respecto de la población maya, kiché; los  indígenas  que están movilizados, luchando por ampliar sus derechos, enfrentados a la vieja oligarquía, enfrentando la violencia con la que se les quiere arrebatar sus tierras. Para los mayas y kichés el enemigo mayor, exterminador, es la vieja oligarquía antes hispanista ahora pronorteamericana. Y el tercer “actor” ahora protagonista es el movimiento Semilla, enemigo jurado de los primeros. ¿Y de los segundos?

Un analista de la publicación Ojalá dice: “Semilla representa una fracción de la clase media alta y mestiza.” [9]

Una prueba decisiva para Semilla será ver cómo se ubica ante la plurinacionalidad reconociendo (o sustrayéndose  a) la igualdad radical de todos y todas.

Otra prueba significativa aguarda a Semilla: su relación con Israel. Un estado ahora abiertamente  genocida y colonizador, que ya no emplea método alguno “por las buenas”, ni siquiera “por las malas”, porque está desembozadamente aplicando “las peores”: erradicación forzosa con decenas de miles de muertos; miles de bebes incluidos. Un estado que extermina a “sus” mayas.□

[1]  Investigaciones antropológicas más recientes no le reconocen a ese sionismo origen en Palestina y zonas aledañas sino en Eurasia entre los mares Negro y Caspio, en el reino judío jázaro. Su lingua franca, el yiddish, se nutre de las lenguas germanas, eslavas y el hebreo bíblico.

[2]  La decisión propiamente dicha, será judía; la ONU carecía de atribuciones para engendrar estados, pero dicha resolucion de facto contará con la anuencia de la ONU, es decir con el visto bueno de EE.UU.

[3]  El trabajo mayor al respecto, 300 páginas de The Birth of Israel (Así nació Israel), de Jorge García Granados ni siquiera discrimina entre judaísmo y sionismo.

[4]  Cuando finalmente en la década del ’80, los legisladores estadounidenses retiran el apoyo a la tortura y a los asesinatos seriales  ya inocultables de los militares guatemaltectos y el personal “asesor“ respectivo,  habrá un “enroque” con “técnicos” en el rubro, torturólogos procedentes de Argentina (dictadura militar de 1976) e Israel (democracia modelo del Cercano Oriente… ¿o qué?).

[5]   Jerusalén alberga arquitectónica y simbólicamente las sedes o representaciones de las tres religiones monoteístas más grandes (judaísmo, cristiandad e Islam), y diversas iniciativas han procurado darle un estatuto de internacionalidad.

[6]   La lista de candidatos presidenciables da un perfil de la historia reciente del país: exprimera dama, exdiputado, hija de Efraín Ríos Montt, jefe de MINUSTAH,  exministro, diputado al Parlamento Centroamericano, director de la Policía, embajador en ONU, exalcalde, embajador en España (Arévalo), director penitenciario, otro diputado al P.C., exdiputado, embajador en Israel y un par más sin perfil a la vista.

[7]  https://www.ojala.mx/es/ojala-es/la-vara-manda-apuntes-sobre-el-levantamiento-indigena-en-guatemala.

[8]   https://www.telesurtv.net/bloggers/Por-que-Semilla-no-apuesta-por-la-plurinacionalidad-en-un-pais-multicultural-como-Guatemala-20230728-0001.html

[9]   https://www.ojala.mx/es/ojala-es/guatemala-la-politica-electoral-desde-los-territorios-indígenas.

Publicado en Globocolonización, Los pueblos nativoamericanos, Palestinos / israelíes, Uruguay

Uruguay: tierra de promisión, ¿pero de quién?

Publicada el 08/01/2024 por luissabini

por Luis E. Sabini Fernández

Uruguay soporta una ristra temible de dificultades (junto a una lista de factores de buena factura que a menudo permite, al menos a parte interesada, eludir las primeras).

Sin agotar, ni remotamente, aquéllas, una nómina apenas parcial y sin jerarquizar:

□ fragilidad demostrada en el suministro de agua potable; su abundancia y sobre todo su calidad nos ha abandonado como seña de identidad;

□ contaminaciòn de campos por una política agraria que desatiende los agrotóxicos en su condición de venenos y únicamente atiende a su condición de solucionadores de aspectos parciales (p. ej., liquidando plagas o insectos competidores);

□ aumento del endeudamiento público;

□ aumento de mortalidad anual con tasas inaceptables por su envergadura inexplicada, aunque claramente iniciada con la vacunacion del covid;

□ aumento del consumo de drogas –y su correlato inevitable; el narcotráfico− con el trastorno social que implica;

□ aumento de las tasas de homicidios (que parece estar íntimamente ligado al asunto anterior);

□ política de entrega de funciones propias del país a grandes consorcios transnacionales más bien ajenos al país (manejo del puerto principal durante doce períodos presidenciales, doce, desde no se sabe dónde), planes de enseñanza a nuestros menores cedidos a empresas que, como las pasteras, quieren reconfeccionar el país a su servicio;

□ rendición incondicional al dominio de los materiales plásticos, por ejemplo en el rubro envases cuando está totalmente demostrado que los envases de vidrio son inertes y los del plástico, en cambio “migran” (en criollo, son venenosos). Triste título: Uruguay – país sin una planta elaboradora de vidrio;

□ aumento de la obesidad y su significado subyacente; que comemos comida de inspiración estadounidense (aunque ni nos demos cuenta; por ejemplo, exceso de dulces, exceso de grasas, exceso de alimentos refinados, acompañar comida con coca-cola);

□ aumento de nuestra disonancia cognitiva: creemos saber algo que en rigor no sabemos. Por ejemplo, es habitual que automovilistas no señalen giro antes de doblar, una verdadera expresión de autismo: o que conductores de camiones o autos detengan sus vehículos, para una descarga, para un intercambio y dejen el motor en marcha. Diez minutos, veinte minutos, media hora. Si contaminar el aire con gases de la combustión es lo que solemos llamar “un mal necesario”, para viajar, para ir con el auto a un sitio donde ir a pie o en ómnibus se presenta difícil, ¿cómo denominar el contaminar gratuitamente? En nuestro país, eso, esa pregunta, no existe. ¿Hablará de  nuestra tan  invocada modernidad, de nuestra cabecita preindustrial o de nuestra ignorancia radical del cuidado ambiental?

□ muchas de nuestras ciudades están francamente sucias y el punto no son los servicios municipales o su carencia sino las conductas individuales. Las veredas permanecen con todo el baldoserío roto (haciéndose peligroso caminar por ella, sobre todo de noche y para ancianos). No me refiero a zonas con hogares modestos, sino a barrios ricos, con mansiones que no deben tener ni un baldosín roto desde la verja que separa su sagrada propiedad privada de la vereda del común, y la vereda, sí, deshecha.  El estado: ausente.

□ si la  cuestión de los desechos –desde los domiciliarios a los industriales y públicos− está a años luz de su resolución o por lo menos de un cierto encare responsable (en buena medida, porque nuestra sociedad moderna y contemporánea es una enorme generadora de desechos irreciclables), ¿por qué seguimos haciéndonos gárgaras sobre nuestro “desarrollo sostenible y responsable, sintiéndonos “a la vanguardia tecnológica y civilizatoria”?[1]

Interrumpo un listado que es muchísimo más largo.

 

Mi hipótesis es que nuestra sociedad ha soportado demasiados elogios, muchos inmerecidos, que provienen, en rigor, de una geopolítica imperial. En primer  lugar, desde EE.UU. y ampliadamente, desde el Reino Unido e Israel; que son las estructuras de poder mundializado que mayor provecho sacan de la hiperglobalización, la hipertecnologización y varias otras exaltaciones sistémicas.

Uruguay tiene algunos rasgos que lo hacen candidato: en un mundo diseñado por el colonialismo (más o menos ex) nuestro país es el más blanco, y por lo tanto “europeo”, de Sudamérica (aunque seguido de cerca, en ese orden, por Argentina y Chile).[2]

EE.UU. tiene una serie de “entes testigos” de la “actividad democrática modelo”, como Costa Rica en América Central, y justamente, nosotros, en la del Sur. Como ha sido Suiza o Noruega en Europa; Sierra Leona o Liberia en África, o Singapur y Taiwán en Asia.

Y nuestro país recibe metódicamente semblanzas, notas, artículos exaltando nuestras “virtudes”. Que tenemos. Pero que en esas descripciones ni existen o en todo caso sobrevienen en marcos conceptuales que, en rigor, no se refieren a nosotros; tampoco se visualizan los defectos que también tenemos. Y una mirada autoindulgente es siempre tentadora. Por ejemplo, se señala que tenemos partidos políticos estables, y por lo tanto confiables; una conclusión que no se desprende de la premisa, pues pasa por alto cómo los partidos existentes, al menos los mayores, se han ido adaptando al régimen político-cultural dominante, al dominio incontestado de las corporaciones transnacionales, en suma.

Y no solo semblanzas favorables suministradas mediáticamente en dosis; también “premios” como que Uruguay es el único país sudamericano que no necesita visa para ingresar al Gran Hermano. Es una comodidad, sin duda; y para muchos, un reconocimiento a nuestra calidad jurídica; hasta ese extremo puede llegar la condición de idiota (en  su sentido etimológico, en griego; quien no atiende ni le preocupa su condición política).

Analógamente, los elogios a “grados inversores”; a la seguridad democrática, más mitológica que histórica (puesto que hubo tres interrupciones, vulgo golpes de estado, durante el s  xx: 1933, 1942, 1973), suenan más bien a piropos (claro que comparado con el estilo políitico centro- y sudamericano tenemos que decir que ‘en tierra de ciegos el tuerto es rey’).

Lo que sí tiene Uruguay, lamentablemente, es la menor superficie natural de todos los países americanos. Uruguay tiene el 1% de tales superficies y el penúltimo en escasez de tales tierras, en el continente, tiene un 10%. Y de ahí en más.

Tenemos una historia específica, para nada intercambiable con la de algún otro estado. Producto de geopolíticas imperiales del s xix, con sucesivas conquistas de tierra primero españolas, luego portuguesas y sucesivamente, argentinas, brasileñas y bajo la presión de los ingleses, desgajados del virreinato platense.

El papel de los centros políticos regionales; el de origen hispano, Buenos Aires, y el de origen portugués, Río de Enero, y sus disputas, nos arrojó fuera de las formaciones políticas mayores; las que iban a resultar Argentina y Brasil. Gajos “problemáticos” como el Paraguay y la Banda Oriental (ambos sucesiva y alternadamente “amputados” de algunas de sus partes, mediante cirugía mayor o menor).[3]

Esos procesos de configuración territorial responden casi exclusivamente al siglo xix. En el siglo xx sobrevienen otros alineamientos geopolíticos ahora al amparo de  soberanías formalmente vigentes. Uruguay se va ubicando en la órbita de EE.UU. Con el impulso estadounidense de la Doctrina Monroe (1823), pero también con pensamiento propio, como el del batllismo, que hace desde principios del s xx  causa común con “la gran democracia americana” para combatir o enfrentar cualquier tutela europea. Ideólogos batllistas no ven ninguna relación desigual entre los países de origen español, pulverizados en términos de soberanía, y la gran formación política norteamericana.

 

La confluencia ideológica entre monroísmo y battlismo está hoy en día soslayada, pero ha sido históricamente relevante para nuestro país. Explica, por ejemplo, la presencia de referentes de primer orden del batllismo, como Alberto Guani, apoyando la Declaración que extendíera el canciller británico Arthur Balfour en 1917 a favor de Lionel Walter Rothschild, banquero referente de la añeja y sólida colonia judía dentro del British Empire.

¿De dónde viene esta aquiescencia hacia el presunto primus inter pares que los demócratas de países subalternos, periféricos, coloniales más o menos ex, imaginan es la relación que une a los países mal llamados latinoamericanos con EE.UU.?

Hay un cierto parecido fundacional con la ocupación europea del  “Nuevo Continente”.

Los europeos ibéricos llegados a América se sintieron con derecho a apropiarse de las condiciones de vida de los naturales de Abya Yala y de sus vidas mismas. Esclavizándolos primero y luego, destrozando a las sociedades amerindias, exterminando varones indios y amancebando mujeres.

Pero también son relevantes las diferencias: los  europeos anglos y noreuropeos también se sintieron con derechos a apropiarse de la tierra nueva, a costa, obviamente, de los pobladores que allí se encontraban, pero esta inmigración/invasión provenía de un marco ideológico distinto al latino del sur europeo: eran protestantes, cruzaron el Atlántico con sus mujeres y tenían una versión tan excelente de sí mismos y de su credo que buscaron la desaparición radical y total de los originarios (que incluso los ayudaran a sobrevivir los primeros inviernos). Para lo cual seguramente se basaron más en textos genocidas del Antiguo Testamento que en los mucho más fraternos del Nuevo al que supuestamente adherían.

No se plantearon siquiera un aprovechamiento sexual (más allá de encuentros aislados como el de la adolescente Pocahontas con el inglesito que apenas pudo convivir con ella).

Pocahontas fue la excepciòn. El exterminio fue la norma. Como de gente piadosa se trataba, encontraron un buen motivo, altamente moral: estas etnias; comanches, pies negros, osage, delawares, mohicanos, navajos, hurones, están cansadas, agotadas, enfrentando su extinción, por agotamiento. −Nada podemos hacer nosotros, recién llegados con la Biblia en ristre. Salvo precipitar lo que ya “está escrito”, puesto que nosotros con el Libro en la mano, somos, tenemos que resultar, sus herederos.

Pese a lecciones de filosofía y ética formidables, como las que recibiera al presidente estadounidense Franklin Pierce del cacique de la etnia suwamish Seattle (1855).[4]

Y la pregunta bate fuertemente en nuestros oídos: ¿cómo se constituye una sociedad nueva con el bautismo del exterminio de quienes habitaban antes esos mismos territorios? Cuántos grados de mala fe y subterfugios agrupará esa nueva conciencia que apenas se está instalando? ¿Cómo se constituye una nueva idiosincrasia en consonancia con el nuevo hábitat encontrado, mejor dicho conquistado; ¿qué son los nuevos habitantes que han  desplazado parcial o totalmente a quienes allí vivían, que ahora devienen dominados, exterminados?

No parece un tejido social balsámico, regenerador. Más bien el almácigo de muchas tensiones y violencias.

Las que tenemos. Las que sufrimos.

En EE.UU. en los últimas décadas, tal vez después del gran sacudón de los 58 mil muertos en Vietnam (estadounidenses, porque los muertos vietnamitas se estimaron en dos millones, es decir 40 veces más….), se ha ido configurando en cierto sentido, una nueva mentalidad, no sé si autocrítica, pero al menos más cauta respecto del anterior intervencionismo y consiguientes despotismos.

Pero aun así, los dirigentes estadounidenses, sin mayores diferenciaciones partidarias, siguieron produciendo guerra en el planeta, en sus más diversos rincones, ya sea motu proprio o actuando al servicio del lobby sionista que tiene enorme control sobre el gobierno y la seguridad de EE.UU. Revelando así el negocio −principal− de la guerra. El revés vietnamita no barrió la ideología militarista, en todo caso, parece haber modificado la táctica guerrera; ahora EE.UU. procura evitar estar en la primera línea, pero las guerras (siempre por lo mismo; las materias primas) continúan: Irak, Siria, Libia, Sudán, Yemen y, con una carga de ideología salvacionista, cada vez más necrofílica, en  Palestina.

Volvamos a nuestro país. Como penosa prueba de nuestra sumisiòn internacional, el gobierno de la Plaza Independencia anuló la compra de lanchas guardacostas chinas. El asesoramiento para tal decisión  provino de EE.UU. Un buen ejemplo de esa política de elogiar a nuestro país; los elogios del general Cornish.[5]

Uruguay, en su red de relaciones preferenciales con EE.UU. fue invitado a operar como depósito, toilette, dormitorio y cocina de los destacamentos militares estadounidenses que necesitan vituallas en la región. Satelización militar –un viejo sueño de militares norteamericanos; convertir al Uruguay en Guantánamo platense−.[6]

 

Y el mundo sigue andando. Pasamos de 2023 a 2024. Nuestras autoridades ni siquiera advierten que una matanza de miles de seres humanos mediante bombardeos a zonas urbanas, está operando con total impunidad e impudicia, desde hace ya tres meses. Desde hace mucho no se hacían estos asesinatos en masa con total normalidad y silencio del impasible concierto mediático.

Nos referimos, obviamente, a la cuestión palestina. A lo sumo, interesan los datos de la violencia ejercida por Hamas (deshistorizando casi un siglo de represión y muerte ejercida por el sionismo y reacciones ocasionalmente violentas, casi siempre desesperadas, de palestinos); los medios de incomunicación de masas registran sí, dos soldados israelíes matados, otro civil israelí muerto,  pero no aparecen los datos de todos los muertos –miles de palestinos− aplastados vivos con los bombardeos o rescatados, en general ya muertos, de entre los escombros de las edificaciones derribadas; mujeres, viejos, hombres, bebes… esto último no aparece, por lo tanto no interesa, por lo tanto no existe. Mediáticamente. □

 

[1]  He llegado a un lugar donde se exhibe toda una galería de tachos para restos diferenciados: vidrios, plásticos, metales, papeles y cartones, restos alimentarios, restos indiferenciados, y al proceder a poner “mis” restos en los respectivos tachos, leyendo escrupulosamente las indicaciones, personal del sitio, como apenado, me dijera: −no se moleste, cuando vienen a recoger, se lo llevan todo junto. Uruguay escaparate.

[2]  La carta neoliberal y proimperial del aspirante a judío converso Javier Milei, en Argentina, procurará ese primer puesto de blancura, occidentalismo y dominio anglonorteamericano para la gran potencia sureña, pero su ascenso al estrellato es demasiado reciente para homologar algo al día de hoy.

[3]  En general, los despojamientos han sido efectuados desde los centros regionales con aspiraciones protagónicas; Buenos Aires, Río de Enero, como el despojo del Ibicuy al Uruguay por parte del Imperio do Brasil en 1851 o el arrebato de Formosa al Paraguay por parte de Argentina tras la “Triple Alianza”, en 1865, o la teoría de “la costa seca”, que el canciller argentino Estanislao Zeballos les “otorgara” a Paraguay y a Uruguay con fronteras acuáticas con la Argentina a principios del s xx. También desde poderes extrarregionales se han llevado adelante acciones de despojo, como con el archipiélago de las Malvinas, pero en ese caso, el conflicto de soberanías, intereses y poderes es tan imbricado, que merece un tratamiento aparte.

[4] De lo cual se conservan versiones traducidas al inglés, recogidas décadas después, por testigos que se declararan presenciales (Ted Perry, “Doctor” Smith). Seattle no entiende cómo se puede vender (o comprar) tierra.

[5]   https://semanariolaprensa.com/visita-del-mayor-general-cornish-demuestra-la-solidez-de-las-relaciones-militares-entre-estados-unidos-y-uruguay%ef%bf%bc/.

[6]   Sería bueno rememorar que cuando Honduras pasó a ser zona de abastecimiento de tropas estadounidenses, una serie de fenómenos que no calificaría de agradables se fueron diseminando por ese desdichado país: prostitución, incluida infantil, distintas enfermedades, embarazos indeseados y un penoso etcétera.

 

Publicado en Centro / periferia, EE.UU., Globocolonización, Los pueblos nativoamericanos, Palestinos / israelíes, Poder mundializado, Uruguay, Uruguay. Qué hacer

Cómo ver el 7 octubre de 2023 en Gaza desde nuestra periferia

Publicada el 30/11/2023 por luissabini

por Luis E. Sabini Fernández –

 

Es dificilísimo darse cuenta  en qué sentido el genocidio que avanza con descaro en Palestina  −aunque hoy estemos en medio de una tregua de cuatro o cinco días− nos afecta. A todos los humanos. En primerísimo lugar a los que viven –asediados desde hace 17 años− en lo que se ha llamado “la cárcel a cielo abierto más grande del mundo” y que con vocabulario de mediados del siglo XX tendríamos que denominar “campo de concentración”, un arma que el racismo colonialista ha usado desde hace siglos (en castizo, para el robo de las tierras americanas se hacían “reducciones de indios”, con lo cual se apropiaban de tierras inmediatamente legalizadas, sacralizadas en su nueva propiedad, por clérigos y escribanos).

Aunque el genocidio en marcha es imposible de esconder en un mundo con tanta intercomunicaciòn o por lo menos con tanta comunicación, está claro y nítido que las atrocidades nos llegan desde los medios de incomunicación masivos y dominantes y allí en nuestras mentalmente colonizadas tierras, nos llega sobre todo la versión del genocida, que es precisamente la del poseedor de los más poderosos medios de incomunicación.[1]

Parece empero caduco el tiempo de la ignorancia y la inocencia consiguiente: la multiplicidad de las comunicaciones actuales, su velocidad de difusión conspira contra toda política de secreto, otrora no solo usuales sino las más empleadas.

Por ejemplo, Chris Hedges y Max Blummenthal hacen un escalofriante informe de lo acontecido el 7 de octubre en Franja de Gaza y territorio aledaño israelí, por una vez invadido por palestinos (en las últimas 7 u 8 décadas han sido siempre invasiones sionistas a territorio palestino, siempre violentas a veces con verdaderas carnicerías de palestinos).

Acerca de “cómo los militares israelíes desencadenaron una serie de ataques para matar a los palestinos armados junto con sus rehenes israelíes”, es uno de sus capítulos más llamativos y que no aparece a través de nuestros medios de incomuinicación masivos. Cánsese usted de transitar por radios, diarios y canales locales para verificarlo.

Hedges y Blummenthal son dos conocidos periodistas estadounidenses y al parecer han desplegado una formidable actividad esclarecedora en la tragedia palestino-israelí, que hay que realzar a la luz del origen presbiteriano de Hedges y judío de Blummenthal, dos colectividades fundamentales en el origen y fomento del genocidio palestino. Y ellos,  en cambio, se han especializado en ver cómo funciona la política genocida sionista sobre los palestinos.[2]

Se puede ver que constituyen una corriente cultural, psíquica, creciente de quienes empiezan a rechazar el colonialismo despiadado y alhajado con “perlas bíblicas” del Estado de Israel y sus padrinos incondicionales; el Reino Unido y EE.UU. Han examinado severamente los acontecimientos del 7 de octubre (The Chris Hedges Report y The Gray Zone, 17 nov. 2023).

Y entre sus principales conclusiones figura: “como los militares israelíes desencadenaron una serie de ataques el 7 de octubre diseñados para matar a los hombres armados de Hamas junto con sus rehenes israelíes”. Leyó bien.

En la desesperación por repeler un ataque tan generalizado como inesperado −para quienes fungían como locatarios− los mandos israelíes ordenaron bombardear las viviendas del kibutz Be’eri a las cuales habían ingresado milicianos palestinos para tomar rehenes. Ese bombardeo adquiere cierta similitud con los que “el ejército más moral del mundo” emplea para derribar toda la edificaciòn de la ciudad de Gaza, desde viviendas hasta escuelas, mezquitas, iglesias, locales industriales y comerciales, de servicios, espacios deportivos, bombardeos que se estima han dejando decenas ¿o miles de niños? enterrados vivos, con  otros humanos bajo los escombros.

Hedges no duda en calificar estos hechos como “solución final” de la cuestión palestina.

La peculiaridad de la coyuntura; el copamiento que desde la madrugada llevaron adelante milicianos de Hamas sobre territorios adyacentes a la Franja de Gaza, como el lugar de encuentro de una fiesta rave a 3 km de la frontera, creó una situación hasta ahora inédita en la peripecia palestina; por vez primera los atacantes  de un improbable ejército, más bien por el equipamiento, una guerrilla, ocupaban territorio israelí. Y los mandos militares apelaron a la “doctrina Aníbal” [3] según la cual tropas israelíes pueden llegar a morir, ser sacrificadas, si se hace necesario para neutralizar un ataque.

Los testimonios, muchos gráficos revelan, el papel decisivo de las armas israelíes: tripulando gigantescos helicópteros Apache, los militares israelíes descargaron repetidas veces  sus cargas explosivas sobre todo lo que se movía en el suelo a pocas decenas de metros de sus vuelos rasantes. Las fotos muestran, por ejemplo, todo el estacionamiento de la fiesta rave  con autos literamente destrozados, con o sin gente adentro, con un tipo de daño que solo se podía lograr, en el lugar, en el momento, con la artillería de los Apache.

 

No cabe duda que el plan israelí es el vaciamiento de la Franja de Gaza, es decir repetir la Nakba que tan buen rendimiento práctico, en el terreno, les había otorgado. Paradójica situación. Porque la menuda Franja de Gaza debe ser uno de los pocos espacios palestinos que no albergaron judíos ni siquiera hace dos mil años. Los sionistas hablan de Judea o de Samaria, para hablar de la contemporánea Cisjordania. Pero la Franja de Gaza es la Franja de Gaza. En  buen romance: con Gaza ni siquiera las especulaciones bíblicas y religiosas de un territorio supuestamente cedido por “El Creador” tiene cabida; en este caso es sencillamente, conquista y ensanche territorial colonialista.

Para percibir la calaña de la rapacidad sionista, transcribo a Ayalet Shaked, figura clave de la dirección israelí, exministra de Interior y de Justicia: “Después de convertir Khan Yunis en un campo de fútbol [sic], debemos decirles a los países que cada uno de ellos acepte una cuota: necesitamos que los 2 millones se vayan. Ésa es la solución para Gaza.[4] Repartiendo palestinos como naranjas”. Y que el “campo de fútbol” en que convirtieron la ciudad de Khan Yunis fue tratado para llegar a “campo de fútbol”, con población incluida.

Entretanto, en un torbellino propio de una tragedia griega la sociedad israelí –definida, la sociedad entera, por el historiador Norman Finkelstein no como de derecha sino de extrema derecha− hastiada del manejo despótico y corrupto de Beniamiin Netanyahu expresó su hastío contra el gobierno aunque ratificando la israelidad. Y no bien Netanyahu deriva “los acontecimientos” hacia la guerra y la conquista, logra, recupera una adhesión enorme.

Orly Noy, analista y periodista iranio-israelí, sostiene que este pensamiento no se limita simplemente al Gabinete o a la derecha israelí, sino que se ha generalizado.[5] Los medios de comunicación y el discurso político israelíes muestran que cuando se trata del actual ataque de las FDI a Gaza (en rigor contraataque), gran parte del público israelí ha internalizado completamente la lógica del pensamiento de Smotrich. Su consigna es nítida: “Emigración o aniquilación”. [La solución que propuso Smotrich fue ofrecer]  “a los 3 millones de residentes palestinos una opción: renunciar a sus aspiraciones nacionales y continuar viviendo en su tierra en un estatus inferior, o emigrar al extranjero. Si, en cambio, deciden tomar las armas contra Israel, serán identificados como terroristas y el ejército israelí se dedicará a “matar a quienes necesitan ser asesinados”. Cuando se le preguntó en una reunión en la que presentó su plan a figuras religiosas sionistas si también se refería a matar familias, mujeres y niños, Smotrich respondió: “En la guerra como en la guerra”.

La cosificación de la población despojada se equipara totalmente a la que ejerciera el colonialismo posmedieval en “El Nuevo Mundo” Abya Yala, Américas, o en África: “para una parte significativa del público israelí, los palestinos son más fáciles de mover que los muebles de una sala de estar.” (ibíd.)

Recordemos que cuando tras la celada artera en Salsipuedes, en el norte del Uruguay, que marca los inicios de la flamante sociedad  oriental, en 1832, habiendo acabado con los varones charrúas, los militares inician “una larga marcha” de más de 400 km hasta Montevideo con “la chusma”. Así llamaban los fundadores europeos de las sociedades “americanas” a ancianos, mujeres e infantes. Con semejante caminata, llegaron a la plaza fuerte de Montevideo sólo mujeres y su prole. Allí mismo y sin demora se procedió a su reparto como servidumbre. Sin consideración alguna por el llanto de infantes arrancados a sus madres, ni los gritos ahogados de madres despojadas. Como animales. Esa parte del espectáculo carecía de importancia para la sociedad montevideana. Lo sabemos apenas porque un diario de la época recibió y publicó la carta de dos damas montevideanas, de las que sabían leer y escribir, sensibles ante lo acontecido; esa falta de sentimiento separando así a madres de sus hijos. Apenas dos, que supieron mostrar la iniquidad del momento. Esas dos mujeres fueron el comienzo del fin de aquella “normalidad”.[6]

Así las cosas con la tecnologísima y civilizadísima Israel, vanguardia del mundo. Ellos sí valoran la vida… propia. Por eso, intercambian un israelí por tres palestinos (y hasta por mil).

Hemos visto que Crooke examina la estrategia israelí de llevar adelante “El Plan Yinon” (1981), ir desmantelando y desmontando los estados árabes vecinos y circundantes a Israel (estrategia para alcanzar El Gran Israel). Crooke sostiene que Israel procura arrastrar a EE.UU. a que se haga cargo del escollo mayor, Irán, “poniendo fin a la ilusión de que cualquier tipo de compromiso, reconciliación o partición [de Palestina] es posible.” [7]

“El historiador Max Hastings escribe que Netanyahu le dijo en la década de 1970 que «en la próxima guerra, si lo hacemos bien, tendremos la oportunidad de sacar a todos los árabes… Podemos limpiar Cisjordania, ordenar Jerusalén».” Adueñarse del territorio, a como sea.

Así que de robo de tierras se trata. Nuestros latifundistas vernáculos (o no tan vernáculos) lo saben bien. Pero, claro, el robo de tierras no se puede hacer por las buenas. La historia nos lo muestra. Y ante la situación que existe, desde hace un siglo en Palestina, el filósofo italiano Franco “Bifo” Berardi introduce una pregunta, propia de nuestro tiempo, que nos interpela como un puñetazo en la quijada:  ¿“Se puede exponer el cuerpo torturado de toda una población sin pagar el precio? [8]

Un interrogante ligado al fenómeno comunicacional y su difusión actual que señalamos al comienzo.

Hasta ahora, grosso modo, los genocidios ‘ocurrían lejos y hace tiempo’. No era, no fue a menudo así. El genocidio de los tutsis en Rwanda se hizo mientras simultáneamente se sabía de èl durante sus pesadillescos meses. Pero “África está lejos”…

Y la eliminaciòn de poblaciòn aborigen en las Américas; −pusimos el episodio de la matanza de charrúas en Uruguay− tuvo muchos “testigos” aunque solo dos hayan llamado a las cosas por su nombre.

Repasemos los términos de la convención acerca de genocidio que teóricamente nos cubre y nos ampara desde 1948 (9 de diciembre):[9]

  • Actos cometidos para destruir total o parcialmente un grupo racial, étnico o religioso;
  • Matar miembros de ese grupo;
  • Causarle daños físicos o mentales a miembros de ese grupo;
  • Infligirle, deliberadamente, a un grupo condiciones de vida calculadas para destruir físicamente sus vidas, total o parcialmente.”

Otros aspectos de la convención que atañen, por ejemplo, a la transferencia forzosa de niños a otros ámbitos, muy pertinentes para anglificar indiecitos en Norteamérica, por ejemplo, tienen menos que ver con Palestina. ¿Pero cuál de esos cuatro numerales que acabo de traducir no se aplica punto por punto a lo que ha hecho siempre y sigue haciendo cada vez más  brutalmente, el sionismo, Israel, en Palestina?

¿Qué pasa con la ONU?: ¿No se enteró de cómo Israel convirtió a la Franja de Gaza en un  campo de concentración, desmantelando su produccion local, agropecuaria y pesquera (mediante expeditivos procedimientos como envenenar los campos)? Que Israel regula hasta las dosis individuales de alimentación (con el consiguiente deterioro alimentario que todos conocemos por mermas, vencimientos y multitud de “accidentes”).

¿Qué considera la ONU y sus plenipotenciarios guardianes de lo genocida los bombardeos de viviendas y  barrios derribados hasta los cimientos, donde todavía hoy no podemos saber cuántos bebes, infantes, adultos, ancianos yacen enterrados vivos (y quienes han tenido la oportunidad y el tiempo para abandonar esas edificaciones, salvar la vida, el pellejo, pero no las pertenencias de sus vidas cotidianas; ropas, fotos, bicicletas, libros)?

Israel no ha cambiado un ápice su política desde 1948 hasta 2023.

Claro que con sus padrinos, gigantes guardaespaldas; EE.UU. y el Reino Unido.

Habrá que ver si el resto del mundo opta por cambiar la suya con un estado, el israelí, que escarnece todas las sacrosantas  disposiciones que teóricamente al menos, nos rigen.ф

[1] La  comunicación pública radios, diarios, teves, en países como Argentina o Uruguay sobre el 7 oct. 2023 es lastimosamente pobre (aunque mayor que en episodios anteriores). Se apuesta mucho a los “rehenes” y apenas a los gaseados, bombardeados, expulsados, hambreados, palestinos, con sus viviendas, ciudades, destruidas como en las peores escenas de la IIGM. Dos “termómetros” argentinos: el recién nombrado presidente Javier Milei, aspira a “recibirse de judío” y antes de asumir la presidencia (10 de diciembre) ha hecho un viaje iniciático para recibir suponemos que los óleos de rabinos ultraconservadores en Nueva York (Centro Ohel Jabad-Lubavitch). No se le puede negar capacidad sintética, abrazando en único viaje sus dos “amores”: EE.UU. e Israel. Por su parte, la lideresa indisputada de la oposición peronista, que tendríamos que suponer en “el otro rincón” que Milei, Cristina Fernández de Kirchner, ante los acontecimientos desencadenados el 7 de octubre, 2023, repudia toda violencia y  postula las soluciones de la ONU, en particular “la de dos estados”: una entelequia que jamás captó siquiera un atisbo de la mentalidad y la concepción sionista.

[2] Life and Loathing in Greater Israel (Vida y asco en el Gran Israel).

[3]   El nombre proviene del militar cartaginés Aníbal que optó por envenenarse antes de caer preso de los romanos.  Hay una diferencia sustancial con la “opción” homónima: Aníbal eligió morir; en el caso de los soldados israelíes copados, quien decide sus muertes es el mando militar. De ese modo, fue bombardeado el cuartel israelí de control sobre la Franja de Gaza, Erez Crossing, copado por milicianos palestinos, que contaba con una enorme dotacion israelí de soldados, muchos de ellos administrativos, sin armas o casi.

[4]  Cit. p. Alastair Crooke, https://www.unz.com/article/the-magicians-hat-and-the-great-simulacrum-of-palliative-balm/.

[5] “El público israelí ha abrazado la doctrina Smotrich”,

https://www.somosmass99.com/el-publico-israeli-ha-abrazado-la-doctrina-smotrich/.

[6]  E. Mendes Vives, La gente y las cosas en el Uruguay de 1830, Tauro, Montevideo, 1967.

[7]  A. Crooke, https://www.unz.com/article/will-the-scorpion-sting-the-u-s-frog/.

[8]   “Epicentro”, publicado en Ctxt, 19 nov. 2023.

[9]   Fecha por demás problemática, porque no podemos olvidar que el 11 de diciembre de ese mismo año, la ONU se declaró satisfecha con “los progresos realizados […] para  conseguir un ajuste pacífico de la situaciòn futura de Palestina” (resolución 194 de ONU) que pasa por alto dos “detalles”: que el Plan Dalet llevado adelante por los sionistas al día siguiente del abandono  británico de Palestina, significó no solo la expulsion de varios cientos de miles de habitantes de sus moradas y lugares desde siglos atrás, sino además la muerte de algunos miles de palestinos refractarios a la “mudanza”, sino además, y encima, el asesinato de Folke Bernadotte, el primer mediador de la ONU, designado para conocer necesidades y puntos de vista de judíos y palestinos. Bernadotte no entendiò por qué todo iba a favor de las demandas sionistas y nada hacia los habitantes originarios y fue prestamente asesinado. Tras el impacto de violaciòn a tamaña investidura −la ONU estaba flamante− el asesino fue preso…  unos días y pocas semanas después fue incorporado como guardaespaldas del también flamante presidente israelí, Ben Gurion. Y la ONU ni siquiera calificó el asesinato como asesinato; dirá apenas, cobarde y falsariamente, que Bernadotte “sacrificó su vida”. (ibíd.)

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