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Mes: diciembre 2025

¿Por qué ahora un segundo WTC en nuestro país?

Publicada el 21/12/2025 por luissabini

3 DICIEMBRE 2025

por LUIS E. SABINI FERNÁNDEZ

Ser otro es cosa triste.

Recuerdo a Alfredo Zitarrosa, no al excelente cantor y compositor sino al periodista de tiempo antes, que entrevistó a un sosías de Luis Sandrini, que lo interpretaba en las puertas de los cines de 18 de Julio, donde se exhibían las exitosas películas del cómico argentino.

Y recuerdo la desazón, el desconsuelo del periodista entrevistador, preguntándose por el sentido de prolongarse en otro, de alcanzar cierta fama siendo otro.

No satisfecho con el mini WTC que algunos emprendedores han llevado a cabo tiempo atrás en el Buceo, tenemos ahora a otros emprendedores, o a los mismos, que buscan identificar e identificarse, una vez más, con el conjunto edilicio siniestrado en Nueva York en 2001, erigiendo una réplica, un otro WTC, en Punta del Este, que aun internacionalizado como ningún otro poblado uruguayo u oriental, sigue siendo territorio de la República O. del Uruguay.

Si el imitacionismo, como reflexionaba Zitarrosa, es penoso, su reiteración nos hunde un poco más, culturalmente hablando en la vocación de sosías.

La apuesta es mala por donde se la mire.

Porque revela la satelización mental de nuestro país, al menos de nuestros empresarios, si los del proyecto son uruguayos, y si no, de nuestros políticos si los del proyecto son ajenos.

En rigor, el personal político siempre resulta ser lo que explicamos; sosías, satélites orgullosos de su dependencia. La aspiración a que tengamos en nuestras ciudades, en nuestras costas, algo que caracterizaba a lo que es un modelo nuestro.

Ese cometido tiene facetas. Desde la muy bruta, física, de cómo podemos imitar, con nuestras dimensiones, un hecho, un acontecimiento que caracterice a un estado nación (que no es tal, porque, con rigor sociológico, es un imperio, o mejor dicho forma parte de un imperio) de dimensiones incomparables.

Otra, aun más directa, que merece consideración, es el hecho al que nos referimos. Y el significado, oscuro por demás, de lo acontecido el 11 setiembre de 2001 en Nueva York, su WTC (que apenas fue un eslabón de un acontecimiento cuyas raíces ignoramos, no sólo en Uruguay sino en el mundo entero), que también afectó al Pentágono, en la capital (y siempre se ha hablado de un tercer eslabón en esa misteriosa cadena de atentados de violencia mayúscula; un avión derribado ─¿autoderribado?─, el vuelo 93 de United Airlines, que se estrelló en un campo cerca de Shanksville, Pensilvania). La[L1] s vidas humanas que se perdieron en esa macabra serie de atentados ese día excedió largamente a los tres mil muertos. Y aunque se verificó de inmediato la presencia de árabes entre sus ejecutores, debido, por ejemplo, al hecho milagroso de haber descubierto entre las cenizas de las torres fundidas y retorcidas un pasaporte… árabe… intacto (de un tal Atta, quien se supone condujo uno de los aviones), lo cierto es que nunca se pudo despejar la autoría; baste saber que tras lo acontecido en Nueva York, la policía local llegó a detener en averiguación y bajo sospecha a un número alto de árabes, y a una cantidad aun mayor de judíos israelíes, entre ellos a cinco fugazmente famosos, bautizados como “los cinco jóvenes danzantes”, detenidos por la policía al ser denunciados por vecinos indignados o molestos que no entendían como podían estar estos jóvenes presenciando los derrumbes, el polvo, la caída de cuerpos al vacío, los incendios, y festejar. Los detenidos alegaron que habían venido a ver lo que pasaba y nadie en la policía parece haber inquirido acerca de sus facultades adivinatorias. Y se sabe que al cabo de un mes, todos ellos viajaron de regreso a Israel, ante la demanda de repatriación del gobierno israelí.

Más allá de lo incierto de la historia oficial del 11 set. 2001, lo indudable es que no sabemos qué pasó. Por eso, tampoco sabemos qué ofrendamos, qué reconocemos, cuando rememoramos el WTC con una réplica. Y si ahora andamos ya por la segunda réplica, ¿qué papel expresamos? Para llevar a cabo este último emprendimiento nos cuentan sin reparos sus emprendedores que para expandir el proyecto original lo harán “superando regulaciones locales.”[1] Una vez más, poner las disposiciones de un plan urbano, regulador, al servicio del interés inmobiliario. Sabemos de qué se habla.

El acto terrorista por excelencia del 11 setiembre 2001 nos puso bajo la guerra perpetua que aún hoy rige nuestros azarosos destinos, los de la humanidad. Por eso, dista mucho de ser “apolítico” o neutral y por el contrario nos embreta en la geopolítica que se atribuye a EE.UU.  Cumplimos así el triste papel del seguidismo. 

Que el segundo emprendimiento de WTC, puntaesteño, cuente con auspicio de la presidencia del país, nos revela una vez más, el grado de continuidad inalterada de los gobiernos posdictadura; tanto los de la coalición tricolor o multicolor como los de la coalición blanquicolorada siguen los dictados del capital transnacional, no importa lo que se hiera dentro nuestro; la costa, la pesca, la salud ambiental, el suelo, las dunas, la actividad artesanal.

¿Qué papel desempeñaríamos si Uruguay tuviera, digamos, media docena o quince WTC en nuestra geografía? Ya tenemos dos, por algo se empieza. Pensemos por un momento que esta fiebre “solidaria” con el desastre neoyorquino se nos reprodujera en Dolores, en Las Piedras, en Young, Minas de Corrales, Fraile Muerto, Santa Clara de Olimar, Palmitas, Edén, Atlántida, Yaguarón, amén de la ya existente en el Buceo montevideano y ahora en Punta del Este?

¿Qué significaría tanto seguidismo, tanto empecinamiento en ser otro?

Apenas ser hazmerreír.□


[1]  https://correopuntadeleste.com/world-trade-center-punta-del-este-se-inaugura-en-los-proximos-dias-con-la-presencia-del-presidente-de-la-republica/, 1 dic. 2025.


 

Publicado en Centro / periferia, EE.UU., Globocolonización, UruguayDejar un comentario

La impunidad israelí

Publicada el 21/12/2025 por luissabini

25 noviembre 2025

por Luis E. Sabini Fernández

La violencia

En mi vida particular siempre fui escéptico de los golpes de mano guerrilleros que experimenté o de los que supe en el Cono Sur (aunque algunos simpatiquísimos y prácticamente todos con enorme apuesta personal, de “entrega a la causa”), porque me resultaban potencialmente autócratas, facilitando con demasiada velocidad el entronizamiento de otros dirigentes, siempre a costa del protagonismo de “la gente como uno”.

Tales mis vivencias respecto de la guerrilla latinoamericana, particularmente, dispuesta con mucho coraje y entrega, pero también ceguera. Así acordé con el testimonio de un exagente secreto cubano, hijo del famoso guerrillero argentino Ricardo Masetti, ungido por Guevara para cr9+

ear un foco revolucionario en sus planes “continentales” para el sur americano, quien prácticamente apenas si pudo poner en pie dicho emprendimiento. El hijo, argentino pero criado en Cuba, Jorge Masetti, fue educado y capacitado como agente revolucionario. Fidel quería hacer con el hijo lo que no pudo con el padre. Y ya totalmente “a punto” renunció a ese camino, cuando vio la seguidilla de fracasos guerrilleros latinoamericanos (y una etapa subsiguiente, casi inevitable: delincuencia común y silvestre). Comentó entonces: “Qué suerte que no ganamos”.[1]

Palestina

Todo este preámbulo para reconocer que la violencia existente en Palestina es distinta, radicalmente distinta. La violencia de abajo, desde los palestinos, es apenas la respuesta, ante la maquinaria israelí que es apabullante.

La imagen del niño o los niños con piedras delante de un tanque es de una precisión extraordinaria para mostrar los quantum de cada lado. La autodefensa así, el contraataque civil, desesperado, como el de la jovencita amenazante que blandía en la calle una tijera de costura, porque no podía más y fue muerta a tiros sin mediaciones (y sin necesidad). Porque así reprime Israel, de un modo brutal, aniquilador, sin ley aunque con exceso de técnica.[2]

Estamos ante un tratamiento peculiar del enemigo. Lo ha dicho y reiterado Netanyahu y otros dirigentes: combaten a animales, no a humanos, o sí, son humanos, pero amalecitas. Y su dios les ha dado permiso, hace unos miles de años, para matarlos (véase Éxodo, de la Biblia).

Es un permiso de larga, larguísima duración. Porque según las “Escrituras” ese conflicto sobrevino en tiempos muy remotos. Y “goza” de excelente vigencia en pleno siglo 21.

¿Pero quién le dijo a Netanyahu que los palestinos son (los) amalecitas?

El comportamiento de la población israelí es llamativo. Veamos a los colonos en Cisjordania. Nunca autorizados por la ONU, pero asentándose de facto, en territorio internacionalmente reconocido como palestino, con la anuencia no expresa del gobierno israelí. Hace unos años, eran decenas de miles y en grupetes, amparados por el ejército ─israelí─ que acompañaba pasivamente las operaciones de hostigamiento, se acercaban a las aldeas palestinas y las apedreaban, dañaban los olivares, los limoneros. Hachas, cascotes, a veces producían heridas. Ahora, los colonos son cientos de miles ─siempre amparados por el ejército que acompaña a retaguardia─, se agrupan en bandas de decenas o centenares, armados ellos mismos, y arrasan una aldea palestina, dañando viviendas, instalaciones, cultivos, vehículos y a menudo los cuerpos de palestinos que encuentran a su paso. Tratando de generar terror.

Últimamente, el ejército tomó la iniciativa: so pretexto de buscar “terroristas” ha destruido barrios enteros, con población civil palestina, desarmada: destruye, en rigor, todos los elementos materiales de la vida social, viviendas, ropas, jardines, juguetes, libros, enseres. La gente queda con lo puesto y a menudo sin hogar. Luego, el ejército ha rematado sus operativos diezmando a los pobladores. Las familias, generalmente numerosas en Palestina, quedan así entrecortadas, rotos sus vínculos, en el mismo momento en que se han quedado sin vivienda, o sin muebles o sin sus medios de vida. Y a menudo sin familiares, asesinados en una infame dosis diaria, casi hasta ahora.

Es prácticamente la política de “tierra arrasada” que se atribuye a algunas invasiones como la de los hunos, “bárbaros” de los siglos 3 y 4 de la era cristiana.

Desde hace ya décadas, vamos viendo los efectos del Plan Yinon anunciado por Israel a principios de la década de los ’80. Oded Yinon, analista militar, diseñó un plan para descomponer a los estados circundantes a Israel en unidades políticas menores y así más manejables; entendía apropiado para los intereses israelíes, particionar al Líbano en dos o tres; a Egipto en cinco o seis; a Irak en otros tres y a Sudán en dos… y así sucesivamente.

Vemos que la acción israelí, abierta o mediante “coberturas” tipo DAESH, ha ido logrando escalonadamente, sus objetivos tanto en el Magreb norafricano como en Asia Occidental; Libia, Irak, Siria, Sudán, Líbano, Palestina han sido modificadas, deglutidas, despedazados por la política de agresión y desgaste israelí, siempre secundada, materialmente, por EE.UU. que ha funcionado como furgón de cola y abastecimiento de la maquinaria imparable israelí.

Ese apoyo incondicional de EE.UU. a la geopolítica israelí tiene varias explicaciones; hay un cierto paralelismo en los desarrollos históricos de EE.UU. e Israel, aunque en muy diferentes coyunturas históricas. Una base religiosa relativamente común, porque los protestantes son los cristianos que revalorizaron aspectos del Antiguo Testamento, que es el núcleo ideológico de la religión judía. Y son los colonizadores de América del Norte, exterminadores de las población autóctona. Con la  Biblia en la mano.

Pero sobre todo, porque al fin de la 2GM, cuando EE.UU. corta vínculos con la obsoleta Sociedad de Naciones (fenecida por extinción en 1946)  y funda “su” ONU (octubre 1945), la élite WASP, fundadora de EE.UU., ya había sido parcialmente sustituida por la élite judía a través de una serie de artilugios: think tanks, la intelectualidad judía tiene cada vez mayor peso; la Reserva Federal (el capital financiero judío pasa a ser mayoritario entre los diez bancos fundadores, en 1913); Hollywood (de siete grandes empresas, seis serán en los ’30 de propiedad y dirección judía, así cada vez más las imágenes de EE.UU., serán producidas con ojos judíos; y sobre todo mediante la financiación dispendiosa al personal político estadounidense, para lo cual en 1954 se funda AIPAC.[3] Sin tales subsidios se le convertiría muy trabajosa la inserción social a la mayoría de tales legisladores.

Por eso una de las imágenes más simplonas y equivocadas de ciertos analistas de política internacional ha sido, y frecuentemente, invocar al ‘submarino de la Armada de EE.UU.’ para hablar de Israel en el Cercano Oriente. Más acertada parece la imagen (wag the dog), muy conocida dentro del pensamiento crítico estadounidense, de que la cola mueve al perro.

Dos hechos recientes, en la órbita de la ONU, el viejo instrumento que EE.UU. se arrogó al final de la 2GM para ordenar y/o administrar el mundo, nos muestra hasta qué punto Israel lleva la voz cantante, cambiando incluso las modalidades de dominio.

Hasta hace poco, muy poco, el poder solía ocultar sus rostros, o fauces, y solía encubrir sus acciones mediante “voluntad de paz”, “búsqueda de fines democráticos”, “conciliación”, allanamiento de dificultades”. Al fin y al cabo, el resultado de la 2GM, en 1945, fue la victoria contra todo tipo de dictaduras (quedaba allí, “tras la cortina”, una diz que proletaria, y por lo mismo totalmente distinta a las conocidas hasta entonces; también quedaba la de Franco en España, pero esta última ─como tantas otras de América “Latina”─  formaba parte de aquella política pragmática yanqui de cuidar al hijo de puta si es “nuestro”).

Es decir, la defensa de lo democrático tenía su dificultad, pero se invocaba.

1. El 11 de noviembre ppdo. el Consejo de Seguridad de la ONU ha tomado una resolución “sobre el conflicto en Gaza” que exonera de todo cargo a Israel. Aceptando tácitamente el papel de víctima del “terrorismo de Hamás” que Israel se ha autoasignado, eludiendo todo el infame tratamiento, extorsivo, constrictivo, abusivo que Israel aplicara por décadas a la Franja de Gaza ─y que están en la base del comportamiento de Hamás del 7 oct. 2023. Israel no sufre así ni un rasguño político (ni económico) con la resolución del “Consejo de Seguridad” de la ONU del 17 nov. ppdo.

Ni siquiera tendrán que dar cuenta de los asesinatos colectivos y sus monstruosas “equivalencias” en vidas humanas,[4] ni indemnizar por el brutal daño ocasionado a un territorio que parece triturado y machacado como pocas veces se ha visto. Ni afrontar los gastos que demandarán la recuperación de suelo, viviendas, redes de comunicación y sanitarias, ni por el restablecimiento de hospitales, sin mencionar los miles de seres humanos destrozados por el solo hecho de vivir en el círculo del infierno diseñado por Israel.

El presidente de EE.UU. con aspiraciones a mantener la hegemonía que recayó en 1945 sobre elos, se atribuye ahora una virtual presidencia o gobernación de la Franja de Gaza, para ─proclama─ su reconstrucción, buscando siempre, la prosperidad (lo único bueno en este proceder sería quitarle a Israel las tenazas sobre ese territorio, pero lo pongo en condicional, porque no es precisamente Trump quien decide).

El Plan estima dos años para la recuperación urbanística y edilicia. Dado el daño a la vista, su extensión y alcance, parece exiguo el plazo.

Algún aspecto positivo tiene: se abandona la idea del exilio forzoso de los gazatíes, tan promovida por el gobierno israelí. Al contrario, al menos en la letra, la resolución declara voluntad expresa de que permanezcan sus habitantes históricos en la Franja.

De todos modos, el plan no esconde sus búsquedas de negocios: traer muchos capitales para crear zonas de confort, no para los gazatíes precisamente, sino para los milmillonarios que Jared Kushner tanto se afanara por atraer al futuro resort de Gaza.

No podemos olvidar que prospecciones han verificado la presencia de al menos gas en el Mediterráneo a la altura de la Franja de Gaza. Y que la regencia transnacional e imperial que procuran encarnar Trump y Blair ─nada menos─ tienen marcada preferencia por la prosperidad… propia.

ONU no le exige cuentas a Israel. Siempre absuelto de todo. Por derecho de nacimiento, tenemos que suponer. Pero además, de hecho, ONU restablece el colonialismo puro y duro: un poder imperial, ─EE.UU.─ designa “rey y virrey” de esos dominios, Trump y Blair, para restablecer el ámbito colonial.  Solo que no es el colonialismo israelí, sino el estadounidense.

La tarea que se asignan los jefes colonizadores es ardua: se proponen “cambiar las mentalidades y los relatos palestinos”, para persuadir, por lo visto, a estos salvajes “de los beneficios que puede reportar la paz.” (¡sic!)

Si estos maestros pedagogos ─Blair y Trump─ quisieran proclamar las virtudes de la paz, tendrían que dirigirse con urgencia a la formación política sionista, que ha hecho a lo largo de cien años siempre un camino de violencia, no de paz, un camino de guerra y conquista, invadiendo tierras ya ocupadas milenariamente, mediante dudosa documentación bíblica. Confundiendo deliberadamente religión y leyenda con historia documental.

La resolución del 11 nov. 2025 correspondió al Consejo de Seguridad de ONU ampliado; no ya los 5 originarios (EE.UU. R.U., Francia, Rusia, China) sino además los actuales miembros: Argentina, Italia, España, México, Colombia, Pakistán, Corea del Sur, Turquía, Indonesia y Alemania.

Apenas dos abstenciones (con magra fundamentación) de Rusia y China. Nadie preguntó, ninguna de las 15 representaciones nacionales, por qué a Israel su comportamiento violento, racista y genocida, le sale gratis.

Lúcidos, y valientes, designados o funcionarios de la mismísima ONU, a lo largo de tiempo, como Francesca Albanese, Susan Akram o Richard Falk en tiempos recientes e incluso Folke Bernadotte en los mismos inicios de la ONU, y tantos otros, no alcanzan para contrabalancear el papel imperial, luego neoimperial que, aun con retaceos y recortes, cumple, sigue cumpliendo la ONU.

2. El 21 de noviembre ppdo., la Asamblea General de la ONU emitió un dictamen contra el uso de la tortura. El plenario contaba con 176 delegaciones nacionales y fue aprobado por abrumadora mayoría (hubo 4 abstenciones; todo un interrogante, entre ellos las de Nicaragua y Rusia), pero sobre todo, contó con la oposición encendida de tres representaciones nacionales: EE.UU., Israel y Argentina. Que defendieron, entonces, eso precisamente; el uso de la tortura.

Nubarrones oscuros campean en nuestro presente: ya no sólo se usa la tortura; hay quienes la postulan, al mejor estilo de dictaduras como las famosas “latinoamericanas” de Trujillo o Pinochet, o la del sha iraní y, sobre todo hoy día, como las muy perfeccionadas de Israel y su racionalísimo sistema de dominio que incluye tantos tipos de tortura.

Si estará dada vuelta nuestra trama cultural que una militar israelí, Yifat Tomer, fiscal que, aun ignorando tantos atropellos y torturas anteriores, optó por criminalizar recientemente a cinco soldados del “ejército más moral del mundo” por haberle introducido caños metálicos en el ano a un preso palestino y (obviamente) dañarlo. La info-de-todo-el-mundo habla de la detención de la fiscal pero no de la salud (o la muerte) del palestino; la fiscal ha sido, ella misma, encarcelada.

Netanyahu condenó la difusión hecha por Tomer porque, claro, “daña la imagen”.

Daña la imagen que es lo que le importa a Netanyahu, no la realidad (seriamente dañada).

Lo acontecido con Tomer es un claro ejemplo del comportamiento emprendido y defendido por los gobiernos de EE.UU., Israel y Argentina.

De lo vergonzante, siquiera como pose, hemos ido al “a mucha honra”. Torturan los “legítimos” y no sólo no se deshonran, deshonrándonos a todos; ahora hasta se enorgullecen.□


[1]  Escribió un libro, El furor y el delirio, Tusquets, Barcelona, 1999.

[2]  El ejército israelí elude responsabilidades personales mediante el ardid tecnológico de organizar los raids de todo tipo, con drones, aviones o mera artillería, a través de dispositivos tecnológicos. Quitar la decisión a humanos permite además, incrementar la intensidad del daño mediante la velocidad que los dispositivos tecnológicos multiplican por encima de toda escala manual.  Doble ventaja: aumenta el daño y decrece la responsabilidad por sus consecuencias, porque, claro, a los asesinados los cosechó el dron, o el programa, no un yo.

[3]  AIPAC (American Israel Public Affairs Committee – Comité de Asuntos Públicos Estados Unidos – Israel). Se estima que hoy las tres cuartas partes de los representantes y senadores del Poder Legislativo de EE.UU. reciben suculentas donaciones de organizaciones como AIPAC. Como quien dice, las votaciones están ganadas de antemano.

[4]  Los militares israelíes han establecido tablas compensatorias de víctimas: para ubicar y ultimar a un guerrillero de poca monta, se permiten matar hasta quince pobladores desarmados a menudo ajenos; si se trata de un jefe guerrillero ─definido por ellos─ se permiten matar hasta cien ajenos al objetivo en sí.

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El colonialismo sobreviviente y una tercera guerra mundial

Publicada el 21/12/2025 por luissabini

9 noviembre 2025

por Luis E. Sabini Fernández

Un viejo y áspero aforismo chino nos recuerda que cuando el dedo señala la luna el estúpido mira el dedo.

Y así estamos, cada vez más, en nuestra sociedad del espectáculo.

Hablamos de Hamás, no del sionismo.

Hablamos de beepers y intercomunicadores, no de quienes los construyeron. Y por qué.

Hablamos del ejército israelí pulverizando ciudades enteras con su población incluida, pero no de lo que le otorgó a los militares sionistas la impunidad para fabricar escombros con mampostería y cuerpos humanos incluidos; una argamasa que a gatas podemos formular, tan atroz y fuera de todo sentimiento humano nos resulta.

Hablamos de las lanchas explotadas en alta mar en el Caribe o en el Pacífico y no del dios de la guerra que resulta tan hermanado con la modalidad american de vivir-en-el-mundo.

Todo ello nos señala un aumento de la brutalidad política, un despliegue de incontinencia y de arrogancia. Desde las cúpulas planetarias, porque en los llanos, en los marasmos, en las costas, en los suburbios, lo que aumenta es la exclusión y las víctimas.

¿Estamos en la tercera guerra mundial, tantas veces anunciada? Por lo visto, sin que la inmensa mayoría de nosotros lo sepamos y sin precisar desde cuándo.

Varias fechas pueden otorgarse esa patética y trágica efeméride.

14 mayo 1948

Entonces se “funda” el Estado de Israel. Y con ello se reactualiza el colonialismo rampante con que se iniciara la Modernidad occidental en los siglos 15 y 16. 

El ciclo del colonialismo parecía clausurado con el florecimiento de la democracia “universal” en 1945. Muy pronto, se vio que el colonialismo no había desaparecido ni mucho menos, sino que había cambiado sus ropajes, rebautizado ahora neocolonialismo: la diferencia fundamental era que el viejo colonialismo, del British Empire, por ejemplo, llevaba muy orondo, por todos los mares, su bandera británica.[1] Y el colonialismo remozado a partir de 1945, inauguró nuevas banderas para las colonias, para cada colonia más o menos ex. Banderas propias.  Una afirmación de lo propio, pero sólo simbólicamente, en la bandera.

Así que públicamente y con grandes discursos “de emancipación y soberanía nacional” se dio por clausurado el ciclo colonial, vergonzante de abusos, robos y genocidios. Entrábamos a una era de “paz sin violencia”. Democracia para todos, o mejor dicho for everybody. Y vamos a ir viendo que todos no son todos, incluso peor, apenas resultan una minoría.

Pero, ¡oh maravillas de las políticas imperiales! Así como se continuaba con renovados bríos tecnológicos el colonialismo de un modo más artero en el “Tercer Mundo”, cambiándole hasta de nombre y habilitando así con bombos y platillos, estados nuevos, modernos y democráticos, en 1948 se inauguraban (también) estados del viejo cuño: Israel era erigido con población ajena al territorio (en un 95-98%, aunque ingresada gradualmente a lo largo de décadas) y a la vez vaciando en ese territorio más del 50% de su población histórica,[2] y otro estado de viejo cuño en 1948 cambiaba apenas su camisa: la República Sudafricana pasaba a denominarse Unión Sudafricana u establecía con toda legalidad la política de apartheid.[3]

No todo era neocolonial, como por ejemplo, Nigeria, Túnez o Birmania.

En la Unión Sudafricana se le reconocía a los colonizadores europeos derechos sobre tierra despojada a poblaciones africanas; zulú, kongo, luba y otras. Los europeos que habían construido la Unión Sudafricana, eran británicos, llegados al sur africano en el siglo 19, pero holandeses se habían instalado allí mismo desde comienzos del siglo 17 y, más tierra adentro reclamaban ser más “oriundos” que los británicos. En rigor, eran colonialistas exterminadores anteriores; zanjaron sus diferencias en una guerra entre blancos donde los ingleses no dudaron en exterminar a los Boers en el cambio de siglo del 19 al 20. Entender eso le costó a la ONU, unas cuantas décadas… y 27 años de cárcel a Nelson Mandela.

Por configurar el asalto sionista a Palestina una acción tipo “guerra de conquista”,[4] bien se la puede considerar fecha o anuncio de “tercera guerra mundial”. Sin embargo, la inmediatez histórica a una guerra finiquitada con la destrucción de “El Eje”, en 1945, hacía poco imaginable que la humanidad se viera nuevamente envuelta en otra guerra mundial.

La posibilidad de “tercera guerra mundial” adquirirá nueva vigencia entonces cuando desaparezca el “equilibrio de las dos superpotencias” (que tuvo vigencia de 1945 a 1991).

Entonces, EE.UU., sus élites de poder, sienten ─otra vez─ llamada su hora, con el sueño de divisar el siglo 21 como “el nuevo siglo de EE.UU.”, ahora en exclusividad.[5]

11 setiembre 2001

Casi inmediatamente, el mundo será conmovido con el derribo de las Torres del NYC, la

implosión del Edificio 7 y el bombazo o cohetazo contra o en un lateral del Pentágono. Parece demasiado para ser todo llevado a cabo por células terroristas de origen árabe (aunque parece indudable que árabes también están en “el acontecimiento”: en el lugar de alguno de los atentados aparecieron pasaportes o documentos identificatorios de ese origen, maravillosamente enteros).

El 11 de setiembre de 2001 significó la detención inmediata y sumaria en Nueva York de tantos o más judíos e israelíes que de árabes. Centenares. Para tener en cuenta. Sin duda, con toda la violencia desplegada, ese atentado nos acercó muchísimo a una tercera guerra mundial con borroneadísimos personajes. La violencia y la ignorancia aumentan juntas. Lo que gana es la heteronomía. Sigue todavía el misterio sobre el 11 09 2001.

27 febrero 2014 o 24 febrero 2022 [6]

Con la expansión de la OTAN, los neoconservadores, supremacistas, tomaron nuevo viento en la camiseta, y con una craneoteca fundamentalmente sionista, la expansión se hace a costa de muchos estados excomunistas.

De modo que, de los casi 18 estados que constituían junto a Rusia, la URSS, las deserciones voluntarias de estados y sociedades exsoviéticas, ansiosas de quitarse de encima el bozal soviético (las riendas y la sobrecarga), fueron mayoría. Rusia logrará sostener una relación, supuestamente fraterna, apenas con una media docena de estados circundantes, constituyentes de la actual Federación Rusa; Armenia, Azerbaiyán, Bielorrusia, Georgia, Moldavia, Tayikistán y Kazajstán.

Letonia, Lituania, Estonia, Finlandia, Uzbekistán, Polonia, Eslovaquia, Bulgaria, Rumania, Hungría, Chequia, abandonaron la influencia rusa antes soviética y han ingresado al llamado campo occidental, mediante la integración a la UE, desde entonces francamente agrandada.

Un país de considerables dimensiones en la escala europea; Ucrania, unos 700 000 km2 y unos 45 millones de habitantes, entregando las reservas de bombas atómicas que pertenecieran a la URSS, quedó en “tierra de nadie”. Rusia exigió mantener la neutralización de ese estado, como se había concertado cuando el colapso soviético. Pero las pretensiones hegemónicas de EE.UU., o de fuerzas en su interior (“el estado profundo”), cambiaron su posición.

Ucrania es prácticamente uno de los mayores estados constituyentes de la exURSS, y la craneoteca norteamericana, con Victoria Nuland al frente, entendió que era fruto maduro para la cosecha occidental. Por las buenas o por las… peores. Se produjo la caída de una presidencia amistosa con Rusia, y mediante movilizaciones violentas que dejaron un tendal de decenas de muertos, se estableció finalmente un gobierno más afín a “Occidente”.

El “giro de los acontecimientos” se hizo cada vez más antirruso; supresión de textos y cursos en idioma ruso, cuando hay una considerable porción de población rusófona, hostigamiento incluso violento a “los rusos”, que probablemente también respondían a “viejas cuentas pendientes”. Surgió una contrarresistencia de los sectores rusófonos de Ucrania, inmediatamente apoyada por Rusia. Al punto que algunas gobernaciones o municipalidades entraron a desobedecer al gobierno ucraniano (los municipios de Donetz y Lugansk, la península de Crimea) y finalmente, para impedir la inclusión de Ucrania en la UE, Rusia, al mando de Vladimir Putin ─aunque con muchas advertencias─ invade al mejor estilo clásico, el país. La reacción militar había tardado 8 años.

Otro escenario posible de comienzo de tercera guerra mundial, aunque se perciban a la vez esfuerzos para conjurar semejante desenlace.

7 octubre 2023

Como si ya no tuviéramos suficientes casus belli, el 7 octubre 2023 surgió una situación que otra vez nos puso, nos pone, a las puertas de la ya trajinada tercera guerra mundial. Como que hay ganas de llevarla a fondo, porque a mucha gente, lo que más la intranquiliza y llena de insatisfacción, es la indefinición.

Lo que sobreviene ─está sobreviniendo─ es nada menos que un genocidio que cumple todos los requisitos que desde Raphael Lemkin ─el forjador del término y su sentido─ se consideran básicos. Es un genocidio de manual. Y viene con firma. Orgullosamente. Del sionismo, de gobernantes orgullosamente sionistas. Aunque los medios de incomunicación de masas se han apresurado a pintar el cuadro de situación como un ataque artero de irregulares musulmanes ─Hamás─, la verdad es muy otra.

No estábamos en el mejor de los mundos cuando Hamás desencadena su raid mortal. Es todo lo contrario. Edward Said describió la situación de Gaza en 2002 (muere en 2003 y por lo tanto no alcanza a testimoniar el brutal agravamiento de las condiciones que él describiera, cuando en 2006 Israel encierra a la Franja de Gaza por aire, mar y tierra, agravando lo indecible la ceñida descripción de Said: “Gaza está rodeada por una cerca electrificada por tres lados, aprisionados como animales, los gazatíes están imposibilitados de moverse, de trabajar, de vender sus verduras o frutas, imposibilitados de ir a la escuela. Expuestos todo el día a aviones y helicópteros, baleados como si se tratara de pavos de corral, tanto desde el aire como desde tierra. Empobrecidos y hambreados, Gaza es una especie de pesadilla […] con miles de soldados dedicados a la humillación, el castigo y al debilitamiento de cada palestino, sin importar su edad, su sexo, su salud. La atención médica no entra al territorio, a las ambulancias se les dispara o se las detiene. Cientos de viviendas son demolidas y cientos de miles de árboles frutales son destruidos, así como al suelo arado, castigos colectivos contra población civil y desarmada […]”.[7]

Veinte años después, el torniquete no sólo no había cedido un ápice sino que todo se había ido deteriorando y agravando. Todavía más. Ya no hay verduras o frutas en la otrora vigorosa agricultura gazatí, saboteada de mil maneras.

Israel se sintió maltratado por los palestinos, por Hamás, en 2023. Se sintió atacado. Fue atacado. Le pareció horrible lo que los irregulares habían hecho incursionando con bicicletas, parapentes, excavadoras y motos. Que un aluvión de agresión y violencia se había abatido sobre ellos. 

Pero ¿qué pretendían? Como bien explica Enzo Traverso[8] “el discurso dominante sobre el 7 de octubre fue como el brote de una epifanía negativa, la súbita aparición del Mal que desencadenó una guerra de reparación. El 7 de octubre, Israel puso el contador a cero, como si los sucesos de ese día fueran la única causa de la tragedia.”

Como si todo lo que le estaba haciendo Israel a Palestina y a Gaza en particular no existiera. Israel y todo el aparato mediático bajo su influencia asignó a cada uno “su” papel: ya sabemos el que le cupo a Hamás; el de perpetrador y ¡oh, sorpresa!, a Israel le cupo, una vez más, el de víctima. El discurso dominante; patética inversión de la verdad histórica. El ofensor se siente ofendido; el torturador, torturado; quien dispone de vidas y haciendas ajenas, víctima.

Pero la realidad es tozuda. Y la fluidez mediática actual, como ya dijimos, le arrebata al poder constituido la clásica disposición de casi todas las cartas.

Hemos visto la reacción de buena parte de judíos, sobre todo jóvenes, rompiendo con “las verdades consagradas”; la resistencia a creer que Israel es la víctima-de-todo.

El papel de Israel en el mundo es tan pero tan conmocionante, y aterrador, que estamos viendo como en Europa y Asia, pero sobre todo en EE.UU., los reclamos por la verdad y el rechazo de “las verdades oficiales” está tomando cuerpo.

Un periodista derechoso, trumpista, pero ávido de conocer la verdad y no los espejismos ─Tucker Carlson─ está empeñado en remover la basura mediática que nos inunda cada día. Está, por ejemplo, al frente de un movimiento, una movida, para reanalizar los asesinatos de los Kennedy, cuando ha pasado ya más de medio siglo (y tras ello, inevitablemente sobrevendrá una necesidad de verdad también ante los “acontecimientos” del 2001… más de tres mil muertos están allí esperando).

La “viveza” israelí se ve, por ejemplo, en GHF; la institución creada para “alimentar” gazatíes: reparten en 4 locales que obliga a caminatas de 5 o 10 km para recibir balas, fideos, arroz. Literalmente. Y sin agua, un detalle de sadismo ejemplar, en clima seco. Por Gaza, y por toda Palestina, campea la impunidad impúdica, como la de esas oficiales femeninas israelíes acicalándose delante de edificios derruidos a bombazos. Tanta a


[1]   Muchas veces la Corona alternó el uso de esa bandera con las varias piratas. Usando legalidad y discrecionalidad fuera de la ley, según conveniencia.

[2]    Nakba; el desplazamiento forzoso y el arrebato de sus propiedades inmuebles y muebles se practicó con violencia fríamente instrumentada: tropas sionistas llegaban a una aldea, y se urgía a sus habitantes a abandoner todo de inmediato. Piénsese en el choque de semejante “orden” para una población establecida allí por siglos. Si la población procuraba escabullir semejante orden, se concentraba a la población y se entresacaba cuatro o cinco adolescentes y se los mataba sin miramientos. Ese “argumento” resultaba convincente y si todavía había renuencia o resistencia, los sionistas atrapaban a otros cuatro o cinco jovencitos y se los mataba del mismo modo. Abandonar la aldea se extendía con el terror…

[3]  Significativamente estos dos estados “nuevos”, Israel y la Unión Sudafricana, elaborarán un estrecha alianza bicontinental en todos los planos imaginables; y particularmente el comercial y el militar. Pero cuando en los ’90 se inicie el declive irreversible del racismo asesino sudafricano, Israel retirará prestamente todos sus apoyos, una verdadera lección de oportunismo (Abdelwahab Elmessiri y Richard Stevens, The Progression of a Relationship, New World Press, N.Y., 1976).

[4]  Véase Miguel Ibarlucía, Israel: estado de conquista, Editorial Canaán, Buenos Ares, 2012.

[5]  Véase A Report of The New Project for the New American Century, set. 2000. Llamativamente en dicho paper, se aspira, se anuncia, un hecho fortuito de inusual violencia que permitiría a EE.UU. reasumir el liderazgo mundial, luego que el paper explicara la declinación militar que había sufrido EE.UU. tras el colapso soviético. Los estrategos de la Casa Blanca apremian: “Una estrategia de transformación que se centrara exclusivamente en las capacidades para proyectar fuerza desde EE.UU., […], generaría problemas entre los aliados estadounidenses. Además, el proceso de transformación […], probablemente será largo, a menos que ocurra algún evento catastrófico y catalizador, como un nuevo Pearl Harbor.”

Repare el lector que esto está escrito en agosto de 2000: un cierto Pearl Harbor se produce en setiembre 2001.

[6]  La fecha de la invasión rusa parece ser signo indubitable de esa tercera Guerra mundial que estamos tratando de ubicar; pero el 24 feb.2022 no es sino la respuesta ─enérgica, violenta─ a la intención estadounidense de romper la neutralidad ucraniana aceptada en los ’90, y esa movida ─neocon─ se desplegó desde 20 feb. 2014, con Maidan… y dólares.

[7]   Edward Said, From Oslo to Irak, Pantheon Books, N.Y.,2004, cit. p. Traverso, E., Gaza Faces History, Other Press, N.Y., 2024.

[8]   Gaza Faces History, ob. cit.

Publicado en Globocolonización, Medios de incomunicación de masas, Palestinos / israelíes, Poder mundializadoDejar un comentario

7 de octubre de 2023 en Gaza: ¿operativo asesino, liberador o de falsa bandera?

Publicada el 21/12/2025 por luissabini

19 octubre 2025

por Luis E. Sabini Fernández

Ante la tan hermosamente bautizada columna de Hoenir Sarthou Indisciplina Partidaria, la del 8 de octubre 2025, me permito algunos comentarios.
por Luis E. Sabini Fernández
https://revistafuturos.noblogs.org/
 
En dicha columna, nuestro autor sospecha que si se difunden noticias tan devastadoras como matanza de infantes, arrasamientos de viviendas y hospitales y otras atrocidades que el Estado de Israel ha acometido con inusitada franqueza, tiene que haber “algo raro”. Y dice, muy suelto de cuerpo, que otros “campos de batalla”, otras “guerras” contienen atrocidades sin cuento que los medios de incomunicaicòn de masas más o menos sistemáticamente escamotean.
 
El peligro con pensar por analogía es que nos podemos equivocar con demasiada facilidad. Si por ejemplo, en el atroz conflicto que campea en el Congo africano, del cual sabemos poco y nada por los medios de incomunicación de masas, se matan rehenes, se sacrifican infantes, hay que incursionar en la infame historia de la colonización europea del África, para entender siquiera una pizca. Análogamente, en la atroz situación en la que los palestinos son arrinconados, hambreados, exterminados, hay que examinar qué ha pasado y sigue pasando en Palestina; con el colonialismo sionista y sus rasgos más significativos. Entonces veremos la importancia de lo bíblico y las tesis del sionismo: que encarnan –creen encarnar, se sienten llamados a encarnar− el pueblo de dios. Y por ello se sienten incomparablemente más importantes que otros humanos, que para los rabinos más recalcitrantes son en rigor animales con forma humana.[1]
Sarthou “ve” una operación ensamblada entre los atacantes del 7 oct. 2023 y los receptores de dicho ataque. Porque, aclara, “Hamás siempre tuvo tratos económicos con Israel”. Dicho lo cual, se nos invita a pensar que todo el asunto consiste en un affaire calibrado, previsto, organizado. Entre seres hipercorrompìdos (por ambos bandos).
Podría aceptar una historia tan instrumental, de soborno y bajo precio, cuando las direcciones corruptas o conciliadoras salvan su pellejo. Pero si algo vemos en la resistencia a las atroces políticas israelíes es que las direcciones palestinas, sucesivas, pagan esa resistencia con sus vidas. Por ejemplo, Hassan Nasrallá o Yahya Sinwar. ¿“Acordarían negocios” para ser inmediatamente ejecutados por el MOSSAD israelí?
Interpreto, más bien, que agotados y exhaustos por una planificación exterminadora inmisericorde, por una política israelí tipo boa constrictor, la dirección de Hamás lanzó una operación desesperada, para poner al desnudo el genocidio que lenta e implacablemente venía llevando a cabo Israel  en Gaza, desde 2006. Haciendo que esa odiosa política se exponga (“agudizando las contradicciones”, se solía decir en las luchas, a menudo equivocadas o falsas, por el socialismo en el s xx).
Nuestro autor desconfía: “Cuando un conflicto violento tiene cobertura mediática y conmueve a las almas sensibles del mundo, a los militantes progresistas, a las estrellas del cine y de la música, a las ONG, a influencers ambientales como Greta Thurnberg, cuando es posible abominar públicamente de las políticas de Israel sin ser calificado como nazi o antisemita, algo raro ocurre.”
A un lado el tono burlón, no entiendo lo que parece raro, al día de hoy. Ese cuadro que describe Sarthou era raro sí, pero hace unos años, cuando en EE.UU., era incondicional el apoyo del establishment a  “lo judío”. Esto ha ido variando considerablemente, hasta presenciar hoy a grandes sectores juveniles judíos norteamericanos apoyando a “Gaza” y protestando, incluso contra la intervención violenta de los variados cuerpos armados estadounidenses dentro de fronteras. No Kings.
Vemos más y más programas y espacios mediáticos criticando a Israel, su racismo abierto, asesino y abusivo contra la población palestina; The Gray Zone, Middle East Eye, Unz Review, Antiwar.com, MintPress News, MondoWeiss, Dissident Voice, Global Research, Voltaire.net, Zerohedge y tantos sitios-e lo atestiguan. El colaboracionismo de la prensa canalla tradicional y la proisraelí no alcanza, y ya no están solas.
 
Y ese cambio en la relación de la población estadounidense con Israel (y de la misma población con “su” gobierno, cada vez más visto como gobierno teledirigido… adivine el lector desde dónde), lo vemos trágicamente expuesto en el reciente asesinato de Charlie Kirk, arquetípico representante del American Way of Life, sostenedor incondicional de Israel, negando que los palestinos siquiera existieran, quien en sus últimas semanas tuvo una “crisis de fe”; rechazó una inyección de cientos de millones de dólares con los que Netanyahu quiso reinsuflarle “fe en Israel”.
Se aproximó, en cambio, “peligrosamente” a Tucker Carlson, un periodista mediático (y a la vez, de investigación) cada vez más interesado en entender qué es lo que pasa entre EE.UU. e Israel.[2]
Kirk recibió un comunicado inapelable bajo la forma de proyectil en el pescuezo (piense el lector en la diferencia con la “operación” llevada a cabo en la oreja de Trump (métodos emparentables aunque para finalidades muy distintas).
En EE.UU. se ve hoy que ni siquiera un Kirk se hace compatible con  el paladar israelí.
Porque el derramamiento de la sangre, incluida la de niños palestinos, familias enteras palestinas, ha ido ahogando de vergüenza e impotencia a más y más sectores de la sociedad norteamericana. Como afortunadamente ha pasado también en muchas otras sociedades, sólo que la empatía y la capacidad de sacrificio y una actitud solidaria en nuestro presente, tan mediatizado y distraído, no logra acumular el impulso necesario como para modificar la realidad que sigue manipulada por muy precisos mecanismos de poder y de exclusión.
 
Fue el asco moral, encarnado también en periodistas de origen judío, lo que aisló el contraataque israelí (al margen de cuán fingida pueda haber sido toda la secuencia basada
en el gambito inicial de haberse dejado copar por irregulares palestinos para poder acentuar la reacción de autodefensa).
El párrafo de Hoenir Sarthou que cree ver “algo raro”, “abarata” la reacción de grandísimos sectores de muy diversas sociedades ante la desmesura, el comportamiento absolutista, la política genocida israelí, en suma.
Y cuando digo muy diversas sociedades, pienso en sociedades turcas, chinas, irlandesas, coreanas, venezolanas, àrabes, españolas, italianas, griegas, norteamericanas, sudafricanas, noruegas y hasta, modestamente, la uruguaya, pese a su proverbial dependencia ideológica −construida− con lo judío, con el sionismo y con Israel. Porque en Uruguay hubo más de cien valerosos judíos que rompieron filas y repudiaron el genocidio israelí en Palestina (ya francamente avanzado en Gaza, pero sentible en toda Palestina, en todo lo palestino).
Las relaciones entre Hamás, la OLP, Israel son presentadas por Sarthou como realidades acabadas, frías, y por eso inmutables. Con lo cual cualquiera de esas relaciones deviene un conciliábulo, más o menos fríamente programado.
Pero la historia real de tales relaciones es viva, palpitante. Pese a que nos esté vedada en gran parte.
Fue Israel, su craneoteca, la que programó un esmerilado de la OLP y Al Fatah, su organización mayor, con su líder cada vez más significativo (porque todo poder prefiere apuntar sus baterías con un objetivo cuanto más claro y encumbrado, mejor… y suprimible).
Aunque Arafat se dejó seducir por una jefatura más bien simbólica, nunca se entregó totalmente y la prueba parece estar en sus últimas ropas contaminadas con material radiactivo que su viuda denunció.
Pero el destino de Al Fatah ya estaba sellado: pasado el enamoramiento guerrilleril de los tardíos ’60 y comienzos de los ’70 –el Che, la Baader-Meinhof, Walsh− , la organización palestina principal quedaba en manos de Mahmud Abbas que acordó con el poder ocupante, la construccion de una policìa palestina, armada y entrenada por Israel y EE.UU. Esa policìa fue muy activa en la represión de… palestinos y jamás le tocó un cabello a un israelí. La traición se había completado.
Con la callada tolerancia de organizaciones “propalestinas” en diversos sitios, como Uruguay o Argentina, que escamoteaban la crítica a esos representantes palestinos cooptados por Israel, la bandera de la soberanía y la liberación pasó de socialistas a islamistas −algo extraño para miradas rioplatenses, orientales, mucho más laicas−. Pero así se hizo carne en la segunda mitad del siglo XX y todavía más con el s XXI; el colapso soviético no hizo más que rubricar aquella derrota ideológica que ya estaba alojada en las pretensiones de un socialismo científicamente ineluctable.
Pero si la emancipacion no cuajó  como tantos sueños y proyectos emancipadores, ¿por qué habría de ser más certero el acceso a la liberaciòn a través de una iglesia monoteísta, preestablecida, apoyado a todo lo más con un sacerdocio, lógicamente verticalista? Ni en el Corán, ni en la Torah están las llaves de una emancipaciòn humana y aunque los Evangelios universalizaron la búsqueda de justicia y valores−para−todos, entiendo que no es tan sencilla la ecuación.
Sentirse responsable “por todo” es por tanto, condición necesaria para encarar la existencia humana. Necesaria, pero no suficiente.
Pero sobre todo, como dicen viejas consignas, “la liberación de humanos será obra de los humanos mismos”. Y no de sus varios dioses.        
 
Estamos así, con diversos ropajes ideológicos y políticos ante un aconteciminento que ha generado un antes y un después de sordidez pocas veces igualada. Por su desfachatez, por la increíble “buena conciencia” de sus ejecutores, que, por ejemplo, se maquillan para embellecerse a la vista desoladora de edificios derruidos con probables muertos o moribundos entre sus escombros.
 El “Ejército Más Moral del mundo” se guía por preceptos morales talmúdicos y bíblicos… para extinguir la vida “de los otros”. Los despreciables,  los ajenos: nosotros.□
 


[1]  Judíos que leen hebreo y se consideran más ligados a la humanidad toda que al culto judío han analizado el papel  racista y de autoendiosamiento en ciertas sectas judías, con mucho peso en Israel. Véase a los extraordinarios Israel Shahak y Norton Mezvinski, El fundamentalismo judío en Israel, Editorial Canaán, Buenos Aires, 2004.
[2]  He abordado esta cuestión en «EE.UU. e Israel: una cuestión de élites», en https://revistafuturos.noblogs.org/, 26 mar 2025.

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