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Autor: ulises

El colonialismo mental sigue en pie

Publicada el 01/08/2023 por ulises

DEL CONTINENTE INDOAFROLATINOAMERICANO

por Luis E. Sabini Fernández

Los países con origen colonial tienen una doble, triple, múltiple carga para deslastrarse.

Fijémonos en los países sudamericanos (y dejemos por un instante al margen las otrora llamadas Guayanas, cuyo proceso poblacional es todavía más enrevesado).

Colonialistas ibéricos, del extremo oriental de Europa, se posesionaron por orden divina, y terrenal del Papa, de estas vastas tierras con sus pobladores incluidos. Pobladores no europeos ni cristianos y por lo tanto tratados como enseres.

Lo primero que sobrevino fue una merma poblacional brutal (entre los “indios”, claro). No sólo mediante matanzas, a las cuales los colonizadores fueron muy propensos, sino también producidas por el choque intercultural y las diferencias entre los respectivos microorganismos de recién llegados con los asentados endémicamente en el continente y su población.

Los ibéricos que en los siglos xvi, xvii y xviii despojaron todo lo (poco) que pudieron robando para la Corona, fueron reconfigurándose. Se forjaron sociedades de criollos. Para todos los gustos; hubo quienes se mantuvieron apegados al origen transatlántico y otro caudal en constante crecimiento fue generándose con conciencia americana. Un tercer sector, menor pero muy movilizado, había empezado a sentir la importancia de otros centros imperiales, como el francés, pero sobre todo el inglés. Y con el paso de las décadas, con la emancipación de EE.UU. respecto de su  raíz anglo, los mismos EE.UU. pasaron a ser también otro referente para muchos criollos del sur.

Artigas, por ejemplo, conocerá ideas federalistas, que tendrán mucho que ver con su estrategia política, la Liga Federal, conectando políticamente a la Banda Oriental, la Mesopotamia y Santa Fe. También llegarán al Plata las nuevas ideas políticas con la Revolución Francesa de 1789 y todo ello hará que muchos políticos platenses  vayan sustituyendo ideas de representación mediante estamentos o corporaciones, de impronta medieval, por el voto directo y personal, individual, característico de lo que llamamos modernización.

La sociedad colonial establece grandes diferencias de valor y significación social para sus habitantes. Mucho trabajo esclavo, por ejemplo.

¿Cuándo empieza a surgir un espíritu de resistencia, de incomodidad ante el poder establecido en las capas “importantes” de nuestras sociedades coloniales, entre los blancos europeos o criollos? Será ante el descalabro de la corona española, por ejemplo, con la invasión napoleónica de 1808. Desde entonces, irá creciendo un desasosiego americano (las rebeliones de las naciones aborígenes vienen desde mucho antes, desde siempre, y en general, no se plegarán a los movimientos rebeldes de los blancos europeos)[1] que aumenta su intensidad a partir de 1810.

Lo característico de la rebelión sudamericana desde 1810, fogoneada inicialmente desde Buenos Aires, es que será contra el poder opresor extranjero y remoto,  pero sin la menor consideración hacia capas sociales al margen de los núcleos dirigentes. Convertida en revolución, permanecerá como revolución de minoría propiamente dicha, “y a mucha honra”.

Eso distingue los pujos revolucionarios sudamericanos de los habidos en otras sociedades más o menos simultáneas, o incluso anteriores, donde se apostara por cierto igualitarismo, por cierto universalismo. La marejada revolucionaria sudamericana de 1810 llegará, por ejemplo, a la libertad de vientres; es decir a una legalidad nueva donde no se nazca esclavo. Pero los esclavos permanecerán tales (reasegurando que la esclavitud se extinguirá tras décadas…), sin alterar las expectativas materiales de los actuales esclavistas.

Uno de los escasísimos documentos del período revolucionario sudamericano, que bregará por cierto igualitarismo, atención a los más necesitados, será el Reglamento de Tierras encarado por Artigas; “Reglamento Provisorio de la Provincia Oriental para el Fomento de la Campaña y Seguridad de sus hacendados”, “para que los más infelices sean los más privilegiados”: “los negros libres, los zambos de igual clase, los indios y los criollos pobres, todos podrán ser agraciados con suertes de estancia si con su trabajo y hombría de bien propenden a su felicidad y a la de la Provincia. Serán igualmente agraciadas las viudas pobres si tuvieren hijos y serán igualmente preferidos los casados a los americanos solteros y estos a cualquier extranjero”.

Puesto en práctica a mediados de 1815, valiéndose de tierras “realengas” o expropiadas “a malos europeos y peores americanos”, esa reforma agraria se truncó en  medio de las guerras intestinas que caracterizó el período en que Artigas y el federalismo enfrentó al Directorio porteño. Su efecto, empero, se hizo sentir, pues consta que al menos durante el resto de todo ese siglo XIX los dueños despojados de tales tierras, procuraron, con ejércitos de abogados a su servicio, recuperar aquellas “suertes de estancia”, y así restablecer el latifundio tal cual lo había gestado la sociedad blanca privilegiada hasta 1810, sobre todo a costa de los territorios arrebatados a los naturales de la Banda Oriental (igual que en Argentina tras la “Conquista del Desierto”, 1879).

Podríamos enunciar que el levantamiento criollo contra la Corona (en rigor fue contra la corona española usurpada por Bonaparte que quiso instaurar otra corona, ésa sí claramente rechazada por los españoles, tanto los peninsulares como los indianos), no tuvo ninguna perspectiva, digamos solidaria;  era el levantamiento de un grupo social privilegiado que veía en peligro sus privilegios y se jugó a mantenerlos (y aumentarlos con mejores socios, como Inglaterra en lugar de España).

Eso explica que en los nuevos países americanos,  como Argentina (y poco después Uruguay), el latifundio haya sido piedra basal de la estructura de propiedad. Sostenido, además, con una absolutización del “sagrado de la propiedad privada” que no existe ni siquiera en las sociedades capitalistas europeas.[2]

Los levantamientos y la gesta independentista en estas tierras no tienen parentesco alguno con levantamientos obreros o campesinos, por ejemplo en  Europa en los siglos xviii o xix, luchando por la igualdad (Babeuf, levellers, ludditas).

Está nítido el motivo: éstas últimas son rebeliones contra opresiones generadas desde el privilegio; lo que sobreviene en Buenos Aires, y en general en las colonias sudamericanas que irán logrando la independencia, es una lucha de privilegiados para mantener privilegios, pero administrándolos.

Una oligarquía  ya más americana que hispana, entrará en rebeldía para adueñarse del poder económico (y consecuentemente político pero sin intención alguna de compartir ese poder con sectores de la sociedad ajenos al poder de la gente “como uno”, “decente”. Asì, la independencia consolidará el poder económico ya establecido y lo reafirmará, consolidando el latifundio.

Y aquellas aguas traerán estos lodos. Dos ejemplos, bien recientes: el trigo transgénico y el INTA ante el programa SPRINT.

1. EL TRIGO TRANSGÉNICO ABARATA ENVENENANDO

Alrededor del 2000 por la polémica desatada con la expansión de los alimentos transgénicos, los grandes consorcios que los impulsaban; Monsanto, Bayer, Syngenta, se avinieron a una demanda social que ganó mucho espacio cultural entonces resistiendo la técnica transgénica en franca ofensiva. Se llegó entonces a una suerte de descansillo; se aceptó como hechos consumados soja y maíz transgénicos, pero a la vez se logró el compromiso de tales consorcios de no iniciar la producción de trigo y arroz transgénicos. No se logró ningún acuerdo formal, apenas una concesión oral ante las organizaciones campesinas internacionales, como Vía Campesina, el MST brasileño, la Conféderation Paysanne de Francia y diversas organizaciones rurales asiáticas. Apenas una tregua.

Esa especie de status quo fue repentinamente violado por dos países, llamativamente próximos entre sí: Uruguay y Argentina. En el mismo año, 2020,  sus autoridades, digamos nacionales, proclaman la puesta a punto de trigos transgénicos (con cualidades transgénicas vinculadas a la tolerancia a diversos biocidas, como el glufosinato de amonio). Los veinte años no habían pasado en vano. Los consorcios transgénicos y sus laderos dan el golpe sorpresa y “se la llevan toda”.

2. INTA ANTE EL PROGRAMA SPRINT

En el marco de la FAO, es decir de la ONU, hace unos años se generó una entente con representación de varios estados europeos más la Argentina, dedicada al mapeo de los agrotóxicos entre los consumidores de los alimentos resultantes de la producción industrial y masiva.

Objetivo delicado si lo hay, esto de que organizaciones y redes transnacionales dedicadas a la modernización de la agricultura alcancen una instancia crítica observando el fruto de su propio accionar. El proyecto generado, SPRINT, parece haber dado por resuelto que la verdad es más importante que la protección de intereses creados, puntos de vista, preceptos de trabajo.[3]

SPRINT encaró, por ejemplo,  el mapeo humano en los pueblos fumigados de la provincia de Buenos Aires, y entonces estalló el cortocircuito: INTA no aprueba ese estudio y le quita todo auspicio.  Es curioso ver el miedo pavoroso ante la verdad, en el mismísimo campo de la hipermodernidad agropecuaria. El INTA borra una reunión en junio 2023, programada para conocer dicha investigación, y el 5 de julio el INTA suspende el capítulo argentino del proyecto SPRINT ¡e inicia un sumario contra sus responsables! [4]

El motivo resulta peculiar: según Naturaleza.ar, INTA no habría advertido que las investigaciones iban a llegar a ponderar el alcance que los agrotóxicos tienen en seres humanos. Argumentación bizarra, por decir lo menos, considerando que Argentina, junto con EE.UU., son los primeros y únicos dos países del mundo que iniciaron los cultivos transgénicos en el siglo XX. Y que Argentina conoció el estremecedor testimonio del formidable fotógrafo Pablo Piovano, que recorriera hace unos años “el país de la soja” registrando el daño de los agrotóxicos en los seres humanos.[5]

Vale la pena reparar cómo se ha generado conflicto desde una instancia de evaluación que pertenece por entero a la modernización hipertecnologizada, que se ha desentendido de consecuencias no deseadas pero insoslayables, provenientes de una política empeñada en producir con prescindencia de toda consideración sanitaria.

El latifundio que hace dos siglos desechaba “negros” y “marrones”; desecha ahora niños pobres de los pueblos de provincia.

Es llamativo que no se hayan rastreado los motivos del aumento desproporcionado de escuelas diferenciales, por ejemplo en Misiones, para niños “con capacidades diferentes” (Trastorno del Espectro Autista (TEA) y Trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). [6]

Tendríamos que decir basta a conspiraciones de silencio. Pero sabemos que no es nada fácil. Porque “los que tienen la vaca atada” cuentan con la ignorancia generalizada, la dificultad para rastrear causas y la confianza por inercia hacia lo que “las autoridades” afirman.

Pero, como decía Mario Benedetti, “el abajo se mueve”.

[1]  Hay una excepción, y es la resistencia de los aborígenes que, al menos parcialmente, compartirán la rebelión con Artigas en el territorio de la Liga Federal (los ya nombrados territorios de la Mesopotamia y el Uruguay).
[2]  En países con régimen absolutista, como Suecia, en los albores de la modernidad, la propiedad privada estaba sujeta al bien general y en los siglos xvi y xviii, la monarquía  dispuso sendas reasignaciones de tierras a campesinos para mejorar el erario público. Algo que ha quedado afuera de las cabezas de nuestras clases poseedoras. Lo más cercano aquí se podría rastrear, hace ya más de un siglo, en El Grito de Alcorta, pero aun cuestionando el expolio de los propietarios a los trabajadores de la tierra, ese Grito no llegó a alterar, ni siquiera plantear, la tenencia de la tierra. “Sagrada”. El Grito fue ahogado con asesinatos (impunes).
[3]   Naturaleza.ar, 17 julio 2023.
[4]  Ibíd.
[5]  Repare el lector que si se han podido registrar los daños sobrecogedores de tales venenos en seres humanos, con quienes, aunque insuficientes, se toman medidas semiprotectoras, el daño producido en la vida silvestre y no humana en general, debe ser todavía mucho mayor. Piovano es a la contaminación agrocida generada por la codicia del lucro lo que las Madres de Plaza de Mayo han sido a la dictadura atroz de 1976. Solo que MPM han sido socializadas, lo de Piovano no (no tanto, al menos).
[6]  El Territorio, Posadas, 31 julio 2023.

 

Publicado en Agronecrófilos, Argentina, Ciencia, Globocolonización, Salud. Y enfermedad, Sociedad e ideología, Uruguay

¿SOBERANÍA NACIONAL O DEPENDENCIA TRANSNACIONAL?

Publicada el 25/07/2023 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández –

En Primaria, una de las lecciones morales que recibíamos en la primera mitad del s xx, era la de la carrera entre la liebre y la tortuga.

Que nos mostraba que el orgullo de sentirse superior o mejor era la causa directa de la derrota. Por autoengaño.

Esa lección, mordiendo derrotas, la hemos experimentado en Uruguay en muy diversas competencias, tanto en fútbol como en ajedrez…

 

Estuvimos “sentados” sobre el agua corriente y potable con que contamos en la capital de nuestro país, como si fuera nuestro trono de orgullo. Ese “dormirse sobre los laureles” atribuido a la liebre de nuestro aprendizaje escolar es el que caracterizó al Uruguay moderno, que en muchos aspectos había sido pionero.[1]

El penoso ejemplo de la estulticia de la exministra “ambiental” Eneida de León, vanagloriándose de que teníamos en Montevideo una calidad del agua potable superior a la de Europa y en particular a la de Estocolmo (Ag. EFE, 15 mayo 2015) es apenas un botón de esa triste muestra de orgullo fatuo.

Hemos bajado a la realidad. Bastante más penosa y sórdida de lo que anticipábamos.

No tenemos agua potable para Montevideo y, en general, para dos tercios de la población del país.

Y llueven las explicaciones. Propongo un descarte metodológico: alejémonos por un instante de causas hipergenerales, sistémicas, de difícil probanza y centrémonos en  aspectos más concretos, accesibles, y modificables por nuestra voluntad política (si tenemos, claro).

Nos cuesta articular el calentamiento global y hasta el fenómeno climático de La Niña con nuestra crisis. En cambio, sabemos que la  cantidad de cianobacterias o de agrotóxicos en las corrientes de agua alteran su potabilidad y directamente nos afectan.

O que la sustracción desde nuestra principal fuente de agua potable –el río Santa Lucía– de centenares de cursos de agua; tubos, canales, construidos por agroexportadores para llevarse el agua a sus plantaciones afecta la disponibilidad de agua para potabilizar. Sabemos además, que éstas; por lo menos 500 tomas sobre el Santa Lucía,  fueron “santificadas” por una Ley de Riego (2017) que el gobierno concedió a sojeros y otros agroindustriales.

También sabemos del volumen que las celuloseras secuestran de nuestra aguas fluviales  y que el retorno, siempre menor que el agua secuestrada, es un líquido de mucha menor calidad ambiental, sanitaria.[2]

Sabemos, en una palabra, que todos los gobiernos posdictadura han estado celosamente unidos en el camino económico trazado. Trazado no desde el país, sino desde los grandes centros de política económica general. Blancos, colorados, frenteamplistas han coincidido en seguir el desarrollo tecnológico “imparable”, con costo ambiental creciente y cada vez más gravoso.

El arte, escueto, casi parco, ha sido, otra vez, más sabio que todos los técnicos informantes lacayos de los monopolios centrales, generadores del modelo de producción y consumo que deshace la  naturaleza, intoxica los suelos y sus habitantes –desde la microfauna hasta los humanos–. Honor a Leo Masliah y su Agua podrida.

 

¿Qué hacer?

Los recursos del poder establecido dan verguenza ajena. Nos referimos a los invocados por el gobierno, pero no solo el actual sino los que ya mencionamos en las últimas décadas.  Se quejan ante presuntas causas de ardua comprobación, que ya repasamos. Invocan la lluvia, un recurso que la racionalidad y los desarrollos tecnológicos de nuestro presente desestiman con desprecio o piedad.

Luego que se vino abajo la estantería aparecieron dos  vías de solución. Reapareció Casupá. Y habrá que saber porqué se desechó y postergó hasta ahora.

Y apareció con bombos y platillos el proyecto Neptuno, también llamado Arazatí, por el lugar platense visualizado para su emplazamiento. Un ventajoso negocio, le ofrecieron al país una UTE, con importantes empresas del rubro; SACEEM, un consorcio uruguayo de ingeniería; Berkes otro consorcio al parecer también de origen oriental, dedicado a ingeniería, plantas y caminos; y Ciemsa y Fast también empresas con domicilio en Uruguay  (aunque en general todas ellas registran actividades y enormes proyectos industriales en diversos países y continentes).

No sabemos el origen de semejante proyecto. Pero sí llama la atención la materia prima que encaran como base para tamaño emprendimiento. La materia prima de esa propuesta procesadora de agua potable –el agua bruta, en dos palabras– es la que proviene del Río de la Plata a unos cien km al oeste de Montevideo y por lo tanto a unos cien y pocos km al este (y al norte) de Buenos Aires. El agua bruta allí recogible es: a) por las corrientes marinas, a veces el agua proveniente del Paraná y del Uruguay, a veces del Atlántico (se ha calculado que el agua oceánica está allí presente alrededor de 90 días al año);  b) la ciudad de Buenos Aires –que tiene en su capital unos 3 millones de habitantes y en todo el llamado Gran Buenos Aires (GBA), unos 15 millones–,  vuelca sus efluentes cloacales al Río de la Plata, unos 12 km alejado de la costa argentina (hasta 2021 al menos, las aguas cloacales porteñas se descargaban a la altura del suburbio de Berazategui a ¡apenas 2 km y medio de la costa!); tales efluentes ingresarán inevitablemente en el caudal que se pueda tomar unos cien km al este en  el mismo río (aunque la toma esté alejada de la costa argentina y al lado de la uruguaya); c) la agricultura hoy existente, fundamentalmente en Argentina, pero con los demás países conosureños que no le van en zaga, arroja a las aguas ingentes cantidades de agrotóxicos que por vía de afluentes o por mera escorrentía, van todos al final a los ríos Paraná, Uruguay y el Plata, para hacer el estuario que llamamos Río de la Plata; d) los ríos que venimos analizando tienen otra multitud de desechos característicos de la sociedad industrial y se sabe que cualquier análisis de las aguas platenses contiene hidrocarburos, cianuro y bifenilos policlorados (PCB), por ejemplo. E insecticidas, plaguicidas, biocidas, en general; glifosato, bromoxynil, clorpirifos, para mencionar los más tristemente célebres.

Si semejante “caldo” como agua bruta requiere una capacidad de filtración costosísima, se plantea de inmediato si el sitio elegido por la entente del cuádruple consorcio es sensato. El negocio ofrecido es además llamativo: hacer toda la construcción ingenieril, con sus cisternas, filtros, cañerías para que el estado uruguayo pague más adelante, cuando reciba los presuntos beneficios.

Procurando acercarnos a la cuestión nos queda la pregunta qué harán estos empresarios con la salinidad del agua, ya no digamos con todas las impurezas que hemos repasado someramente. ¿Estimarán que el público uruguayo u oriental ya se habrá acostumbrado a ingerir “agua bebible” en lugar de potable, como nuestras autoridades nacionales han estado procurando persuadirnos?

La otra posibilidad sería, para el paquete Arazatí, encarar el costoso proceso de desalinización. No deja de ser llamativo que el muy irrigado territorio del Uruguay deba extraer su agua de consumo del mar. Nuestro territorio no solo tiene una fuerte irrigación de superficie, sino diversos acuíferos.

Lo que no tiene el territorio uruguayo es tanta superficie y disponibilidad como la que pretenden las megaindustrias que han ido aumentando la escala mediante fuertes apuestas tecnológicas que consumen –y estropean– cada vez más ingentes “recursos naturales”.

Estamos ante la misma ecuación que hace algunas décadas se sopesó para decidir si el país debía apostar a commodities o specialities. La agroindustria había ido aumentando su producción mediante la gran escala con enormes pasivos ambientales (producción de desechos, contaminación generalizada, pérdida de calidad, afectación de la salud [3]). Y tal ecuación “cerraba” sus números en las pampas argentinas, en las praderas norteamericanas. En nuestro país, esos rendimientos mágicos (y tóxicos) mermaban. Por eso, algunos veían promisorio que Uruguay apostara a producción diferenciada, de calidad, orgánica, para un mercado en expansión. Y no apostar a la producción a gran escala, en la cual poco podemos destacarnos.[4] No fue posible. El prestigio ideológico del tecnodesarrollismo a cualquier precio, el modelo norteamericano de trato de la tierra (y el agua, el aire) fue más fuerte…

 

Uruguay está ahora obligado a rehacer su red de agua potable. Hay conciencia del deterioro de muchos tramos (que incluso se teme permita el escurrimiento de parte del agua potable). Hacer nuevas tuberías para transportar agua a distancia es costoso. Habrá que cuidar el material a usar. Los tramos de un siglo atrás eran de hierro fundido. Con inconfundible “sabor” a viejo. Se lo suele sustituir por PVC.

La actualización de materiales merecería varios exámenes. Uno, fundamental, el carácter inerte de los materiales continentes. Porque sería miopía criminal optar por un material más económico o rendidor, si a la larga incorpora al circuito partículas indeseadas…

El hierro parece haber probado cierta seguridad. Recordemos el trágico error de incorporar el plomo a las cañerías de agua caliente (que se mantuvo todo un siglo, desde fines del s xix a fines del s xx) y que nadie sabe –ni el mundo médico quiso disponerse a saber– en cuanto puede haber incidido para el avance terrible de varias enfermedades mortales, “modernas”, bajo el atroz manto de la plombemia.//

[1]    En 1867 se inicia la distribución de agua corriente en Montevideo, por una empresa privada compuesta por un uruguayo y dos argentinos, que años después cederán todo el servicio a una compañía inglesa (que proveerá agua corriente y potable entre 1872 y 1951). Bueno es reparar que la ciudad más importante de la región, Buenos Aires, iniciará esa distribución en 1869 (todos estos datos provienen de Wikipedia).

[2]   En el caso de  UPM 2, la mayor del país, se estima que secuestran unos 133 millones de litros diarios y devuelve 107 totalmente contaminados por los efluentes que resultan del proceso industrial de fabricación de la celulosa. Ese volumen vuelve, en este caso al río Negro, pero será mucho más costoso tratar de recuperar aguas abajo algo de ese volumen, por todos los tóxicos así acumulados.

[3]  Véase el extraordinario y sobrecogedor trabajo fotográfico de Pablo Piovano “El costo humano de los agrotóxicos”, Argentina, 2015.

[4]  En el caso de las carnes vacunas, el suelo ondulado que caracteriza a casi todo el territorio no facilita la expansión de feed-lot, el último grito en producción industrial de carne bovina, que ha hecho furor en las pampas argentinas. La carne de feed-lot viene con una carga, totalmente insensata de antibióticos, antiparasitarios, y una serie de medicinas para permitirles llegar vivos a los ejemplares, que son matados a la edad más temprana posible.

Publicado en Centro / periferia, EE.UU., Globocolonización, Uruguay, Uruguay. Qué hacer

La fábula sionista de un colonialismo esquizoide que extiende desolación sobre sus objetos de conquista

Publicada el 18/07/2023 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández –

14 JULIO 2023

SENTIDO COMÚN INTROYECTADO  Y VERDAD HISTÓRICA, MUCHO MÁS ESQUIVA

Dos aspectos que provocan cambios significativos dentro del conflicto internacional e interétnico más prolongado de nuestro presente; el israelopalestino, desencadenado a fines del s XIX. No se los puede considerar aspectos novedosos porque están cargados de viejas connotaciones, pero vale la pena apuntarlos por separado:

1) que el aumento de la represión a la sociedad palestina ha ido tomando, con el correr del tiempo,  mayor intensidad; más muertos palestinos, incluido niños. Eso  no expresa sino la brutalización de la implantación sionista. Puede haber más de una explicación; la premura incrementada del régimen israelí  para liquidar una situación, una resistencia que enerva, pero también podría ser el recurso de jerarcas sionistas, crecientemente cuestionados, usando “lo palestino” como fusible; 2) cada vez ha resultado más inocultable la estrategia colonizadora del sionismo europeo mediante la incorporación de judíos mizrahim:  investigaciones históricas dejan en claro la política israelí de “provocar el abandono de judíos árabes de sus países de origen” valiéndose de atentados en templos judíos en el mundo árabe para enajenar la milenaria vida judía en realidades ajenas a la que el sionismo oficial conocía y valoraba. Confirmando así el carácter eurocéntrico del diseño y el proyecto sionista.

En un trabajo reciente el investigador palestino Salman Abu Sitta [1] repasa los trabajos de Avi Shlaim, judío mizrahi caracterizado como de ”los nuevos historiadores” [2] y particularmente su último libro, reciente: Tres mundos: memoria de un árabe judío.

Shlaim aclara que es, siempre ha sido, un árabe por cultura, historia y geografía, y judío por su fe religiosa.

Pero que en la medida que la política sionista –colonialista, eurocéntrica– resolvió por él, y por miles y miles de mirzrahim a quienes se les forzó la retirada de su vida como judío entre árabes, entiende Shlaim, resultaron victimados por los askenazíes europeos. No con el mismo grado de daño con que se actuó contra los palestinos, pero con enorme daño, por desposesión cultural (y material, porque ricos judíos en Bagdad, por ejemplo, fueron metamorfoseados en mano de obra poco calificada en el nuevo Israel con el idioma hebreo como lingua franca)

Sitta aclara que en el caso de la comunidad judía en Bagdad se trataba de una permanencia judía allí y en zonas aledañas de unos 2500 años, mucho más antigua que la que tenían los judíos en Europa Oriental cuando sobrevino la represión nazi).

La conversión forzosa a “retornantes a Sion”, convirtió a judíos árabes en masa de maniobra de la dirección sionista. En varios aspectos bastante diferenciables. “Llegaron y fueron humillados espolvoreándolos a todos con DDT y acuartelados  en campamentos de carpas, no recibidos en kibutzim, que era el sitio donde los europeos iban a residir.” (Sitta, ibíd.)

El uso de la masa de población árabe judía por parte de la dirección askenazí encierra un cierto paralelo con el de los blancos pobres del Sur estadounidense, largamente analizado por historiadores estadounidenses como Howard Zinn, Waldo Frank y otros.  Los “blancos pobres del sur” se convirtieron en grandes defensores de sus míseros derechos para mantener su situación social por encima de la de los afrosdescendientes apenas emancipados de la esclavitud pero no de la explotación más despiadada. Los blancos sureños pobres se congratulaban de estar mejor que los negros y contribuían a ese estado social que les permitía verse a sí mismos por encima del último eslabón. La dirección sionista europea jugó con ese mismo minimalismo para obtener la adhesión mizrahi al proyecto sionista de despojo a la población palestina.

Yehouda Shentav  nos muestra otra faceta de ese juego de poder, tan manipulador como los ya presentados: ‘utilizando judíos orientales como peones contra los refugiados palestinos”.

En Israel se “funda” la WOJAC (Organización Mundial de Judíos de los países árabes) como “moneda de cambio” que neutralice la cuestiones de los refugiados palestinos a quienes se les han negado siempre todos los derechos acordados por la ONU a refugiados.

E Israel ha dispuesto en su estrategia equiparar a refugiados palestinos con “refugiados judíos” (de los países árabes).[3] Para que ‘la cuestión de los refugiados’ resulte un asunto de suma cero y que Israel no tenga que deber un céntimo.

Luego del terror controlado con que se llevó adelante el Plan Dalet (14 mayo 1948), de despojo masivo a los palestinos expulsando a más de la mitad de su población, matando a varios miles de pobladores, violando, arrasando y saqueando a unas quinientas aldeas en ese mayo de 1948, la dirección sionista procura igualar esa limpieza étnica brutal que se lleva a cabo en el flamante Estado de Israel con las “promovidas” llegadas de judíos de países árabes limítrofes. Para asegurar y lubricar esas expulsiones judías, el MOSSAD lleva adelante atentados a sinagogas, por ejemplo, en Bagdad, o a cines, como en El Cario, que motoricen el abandono de judíos en tales países, que la dirección sionista procura incorporar Israel.

Shlaim tiene una explicación acerca del interés que Israel tuvo en los judíos árabes:

“A través de una serie de matanzas, las fuerzas militares sionistas dirigidas por la Haganah vaciaron unas 500 aldeas y ciudades palestinas. La mitad ya estaba despoblada antes de la proclama del estado [15 mayo 1948] y antes que entraran soldados árabes para preservarlos de matanzas como la de Deir Yassin. Palestina quedó medio vaciada. La mayoría de los judíos europeos elegían ir a EE.UU., no a Palestina. A  Ben Gurion se le hizo urgente encontrar población para llenar el vacío. Alemania pagaba generosamente reparaciones, no a los sobrevivientes de sus ciudadanos judíos sino al nuevo Israel que estableciera nuevos inmigrantes. Así comenzó la campaña para atraer mizrahim a Israel. El primer objetivo eran los judíos iraquíes, los más antiguos y los más ricos entre todos los árabes judíos.[4]

 

Hemos repasado apenas las dificultades que tiene el EdI para legalizar y estabilizar sus objetivos. La resistencia palestina es sin duda formidable, histórica. Pero hay otras razones que explican las “dificultades de parto” de una experiencia como la sionista con bastante más de un siglo procesándose.

 

UNA EXPERIENCIA A DESTIEMPO

Cuando el principal colonialismo de fines del s XIX y comienzos del XX –The British Empire– le entrega a representantes prominentes de la colectividad judía[5]  una suerte de poder para la instauración de un colonialismo de asentamiento en un territorio que vieron propicio, nadie imaginaba los tiempos que iba a insumir semejante emprendimiento, y el creciente divorcio con los cambios culturales que iban a ir operando en la sociedad; en 1917 el colonialismo puro y duro estaba, todavía al menos formalmente vigente, y el sionismo, cautamente al principio, inicia una política de asentamientos por vía legal despojando a campesinos de sus tierras mediante el pago escrupuloso del valor de esas tierras a sus propietarios legales y ausentes, residentes en ciudades lejanas.

Algo que jamás se tomaran el trabajo de atender los colonialistas cuando la expansión “les exigió” las tierras a los nativos sioux en América del Norte, a los mayas en Yucatán, o a los ibos del África atlántica, o a los bantúes del África ecuatorial. En plena expansión, colonial, militar, económica, el capitalismo validó sus conquistas de tierras sin necesidad de brindar amparo legal a sus acciones; éstas se validaban por sí mismas, generadoras de un nuevo derecho.

El sionismo entonces se amparó inicialmente en un tipo de expansión  y despojo legal, cubierto con abundante pago de metálico. Claro que no a los directamente afectados por la implantación sionista, sino a titulares legales de los bienes –grandes latifundios de ausentistas– que el sionismo fue adquiriendo “legalmente”.

El esquema colonial vigente a fines de la 1GM con el cual Inglaterra  y Francia asentaron sus dominios fue modificando las redes transnacionales de producción e intercambio, con el paso de las décadas y la modernización, tecnológica y cultural, procesándose cambios culturales significativos. Así que cuando al fin de la 2GM el sionismo le imprime un ritmo mucho mayor y decisivo a la forja de una nación de amos sobre los vestigios de la sociedad palestina, hacía ya mucho que no teníamos ese tipo de colonización en otras latitudes.

La cristalización del colonialismo de asentamientos, tan característico de las naciones anglófonas (evitando todo mestizaje) terminó a fines del s. XIX (Canadá, Australia, Nueva Zelandia). Y  como experiencia pionera y decisiva, la de EE.UU., ya cuajada a mediados de ese siglo.

Las naciones del subcontinente indolatinoafroamericano desarrollaron otro tipo de colonización  en el resto americano, y en Asia y África se configuraron otros tipos de colonialismo. Todos ellos con sus modalidades racistas, de diverso tipo.

 

El tipo de colonialismo sustanciado por el sionismo ha extraído su legitimidad del nazismo.  Como si se tratara de una contrafigura.

Pese a que sionismo y nazismo son dos cuestiones históricamente separadas; no nacieron para ser explicadas recíprocamente. Incluso podría decirse que dentro de la Alemania nazi, al menos en etapas tempranas, el sionismo contó con cierta benevolencia, una cierta coexistencia con los nazis. Asunto peculiar, puesto que el nazismo, –militantemente antidemocrático– barrió, muy pronto de la esfera pública toda opción política, salvo la sionista, precisamente.

A mediados de los ’30 sólo los sionistas, aparte de los propios nazis, mantenían sus medios de propaganda en  el 3er. Reich.  Con lo  cual, no nos queda sino una conclusión insoslayable: hay algo en común (en conflicto o no) entre nazismo y sionismo.

 

Expongo apenas una pregunta que han planteado diversos investigadores (Philip Giraldi, Ron Unz, Laurent Guyénot, Mike Whitney, entre otros muchos). Al día de hoy son cada vez más los estados en que deviene delito no aceptar la versión oficial del IHRA, International Holocaust Remembrance Alliance  (Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto) como “verdad revelada” acerca de lo acontecido a judíos en la Alemania nazi; los 6 millones de matados por el nazismo, los métodos para tal dimensión genocida, le red de campos de exterminio, el uso industrial del gas Zyklon B… Delito, porque cualquier negativa a la versión IHRA es  considerada “negacionista”.

 

Recorriendo bibliografía de lo acontecido durante la Segunda Guerra Mundial [en adelante 2GM], autores como los mencionados han tomado nota que la historia  de la 2GM, de más de mil páginas, de Winston Churchill;[6]  la de Charles de Gaulle,[7] otra obra monumental, Memorias de la guerra, de más de 600 páginas, editada en dos volúmenes a lo largo de la década de los ’50,  y el formidable relevamiento de  Dwight Eisenhower titulado Crusade in Europa,[8] otra obra de gran porte, más de 600 páginas, escritas todas ellas y publicadas entre el fin de la 2GM y la década de los ’50, todas de autores insospechables de benevolencia o coincidencia con el nazismo, no contienen ni una página, ni una referencia que coincida siquiera malamente con la presentación que el IHRA enarbola sobre el trato mortal dado por nazis a judíos.

Si llegamos a tener en cuenta la presencia de al menos unos 150000 judíos dentro del Ejército Alemán, dirigido por el nazismo durante la 2GM (una mitad definidos como medio judíos, es decir con un progenitor judío,  y la otra mitad, como “cuarto judíos” porque contaban con un abuelo judío), y sabemos además que entre tales “mestizos” hubo varios militares sobresalientes con cargos de alta capacidad de mando, la perplejidad deviene única respuesta ante tanta disonancia cognitiva. Incongruencia entre las imágenes estereotipadas  que consumimos sobre la 2GM y la historia a secas.[9]

Si en los ’40 y ’50 no existía “el holocausto” tal como lo conocemos hoy, ¿de dónde surge esta imagen que hoy tiene tanta fuerza y hasta un sacerdocio laico, el IHRA, dispuesto a proteger la versión al parecer innegable?

Recordemos en primer lugar que el genocidio nazi de judíos fue abordado y situado históricamente por investigadores valiosísimos como, por ejemplo, Norman Finkelstein,[10]  él mismo judío. La investigación de Finkelstein ya apunta a desmontar la versión oficial del “holocausto” que por entonces se había encaramado en la conciencia colectiva por machaconeo mediático.

Porque tras las grandes obras de posguerra que NO registran el acontecimiento, tenemos, en 1978, una miniserie hollywoodense que impone imágenes muy fuertes, de enorme magnetismo, que forjará un antes y un después para el tema. Holocaust. En 1998, se funda el IHRA, red intergubernamental compuesta por 28 países europeos y 7 extraeuropeos con el fin de reconocer, reproducir una verdad oficial y única sobre el “Holocausto.”

Ese carácter obligatorio de la versión del comportamiento nazi sobre lo judío ha despertado interrogantes acerca del carácter de verdad histórica. Hasta ahora en prácticamente todos los órdenes de la historia humana, el conocimiento y la investigación se han regido por aportes documentarios sobre un acontecimiento dado. La idea, en cambio, de una verdad consolidada, fija, absoluta se ha reservado, hasta ahora, al ámbito de la fe religiosa y los documentos o testimonios que allí se atesoran. Conocimiento y fe, en ese sentido, constituían un par conflictivo o sencillamente, no constituían par alguno. La resolución intergubernamental que ha dado lugar al IHRA ha roto ese enfoque epistemológico. Y ha dado lugar a un problemático maridaje de ciencia y fe.

Hasta ahora, totalmente escindido del conocimiento histórico.

[1]  ”Zionism is an Ashkenazi thing” [El sionismo es una cosa askenazí], 5 jul. 2023.

[2]  Historiadores israelíes que se vieron precisados a romper con la historia oficial del Estado de Israel, tan alejada de los hechos históricos, como una revista de historietas.

[3]   Shentav, Y., ”Utilización de los judíos orientales como peones contra los refugiados palestinos”, www.rebelion.org, 28 set. 2012.

[4]   Sitta, ob. cit., glosando a Avi Shlaim.

[5]   Declaraciòn Balfour, nov. 1917.

[6]   Winston Churchill, The ”2nd. World War”.

[7]   Memoires de la Deuxième Guerre Mondiale, 1954-1959.

[8]   Doubleday Publ., N.Y., 1948.

[9]   Mark Rigg, Hitler’s Jewish Soldiers, Kansas Univ., 2006.

[10]  The Holocaust Industry, Verso Books, N. Y., 2000.

Publicado en Conocimiento, Palestinos / israelíes

Uruguay: su abundancia de agua es su escasez

Publicada el 18/07/2023 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández –

¿De qué adolecen los países con impronta colonial? De lo que disponen en abundancia.

India pasaba hambre los años de buena cosecha: era cuando los barcos ingleses se llevaban todo lo que podían. Por supuesto, sin tener la menor consideración hacia las necesidades locales. Eso era el colonialismo, precisamente. Eso no es historia. Es política, ahora designada geopolítica mundial. Y está absolutamente vigente. Con nuevos estructuras simbólicas, por ejemplo.

Un  buen capítulo de los cambios de significado de los símbolos puede percibirse con las banderas, señas de identidad de comunidades, políticas o religiosas.

Los símbolos nacionales, por ejemplo, pero las banderas son mucho más que eso.

Con  el advenimiento de más incisivas formas de navegación, abandonando la de cabotaje e iniciando las travesías más allá de la vista de las costas, las banderas eran las señas de identidad de las diversas organizaciones, públicas o privadas, que cruzaban sus itinerarios en esos mares.

Los barcos tenían su bandera distintiva del estado a que pertenecían. Los barcos colonizadores iban asentando así sus reales en costas nuevas.

El mar fue dominado por las grandes potencias que se permitían cruces transoceánicos, y establecían allende los mares, colonias.

Con el tiempo, además de las banderas distintivas del estado al que perteneciera cada embarcación, sobrevinieron las banderas piratas, que expresaban a quienes no se sentían súbditos de estado alguno y encaraban su trabajo marítimo por cuenta propia o privadamente, y también quienes como piratas en realidad trabajan no oficialmente para algún gobierno: el pasaje, la traslación de tierras americanas y sus recursos del colonialismo español al británico se logró en buena medida mediante barcos al servicio del reino británico, que saqueaban a los españoles, sin declarar su  pertenencia.

Desde 1945 con cambios estructurales del poder planetario, con  el ascenso ya indiscutible de EE.UU a imperio con aspiración de universal,[1] las formas coloniales tradicionales dieron lugar a lo que se denominó neocolonialismo. Se reconocía así que el colonialismo puro y duro de los siglos anteriores se había hecho insostenible para el estado de conciencia, concientización alcanzado.[2] Y se mantuvo la relación colonial pero no ya entre imperios y colonias sino entre estados nacionales formalmente iguales entre sí.

Entonces, las banderas pasaron a tener otro significado: todas las partes del contrato colonial, ahora neocolonial, tienen sus  banderas.

Y el carácter melifluo de las relaciones internacionales alcanzó un nuevo nivel.

 

Señalamos antes como la explotación colonial del subcontinente indio a manos de su Majestad Británica,  desde el comienzo fue rigurosamente programada. Pero no fue, obviamente, excepción.

Nigeria, un territorio africano occidental poblado ancestralmente por naciones grandes y fuertes, como hausas e ibos, por ejemplo, era considerado al despuntar el siglo XX como el país más rico del mundo entero. Naturalmente dotado.

En su millón de km2 contaba con abundantes minerales, alimentos vegetales y animales variados y nutritivos, una naturaleza exuberante. El saqueo colonial,  intensificado con la extracción de petróleo a partir del siglo XX, lo ha convertido en tierra estéril y tóxica, puesto que montes, bosques, selvas han sido atravesados por oleoductos que se han averiado (con mucha mayor frecuencia que en tierras “propias”), generando una serie atroz de lagunones de petróleo que ha ido arrasando cultivos, envenenando suelos. Algo que tras un siglo de desperfectos, averías y pinchaduras ha convertido a los campos nigerianos en una pesadilla ambiental. ¿Cómo ha sido eso posible? Porque la extracción de recursos de tipo colonial no atiende al sitio donde se extrae. Todo lo colonial es solo el asiento de un producto que le interesa a la metrópolis.

Esto es tan cierto que algunas relaciones coloniales de nuevo tipo, con actores sociales se supone “no tradicionales”, no han escapado a esa ley de hierro del desprecio hacia lo ajeno y periférico. Noruega se ha especializado en cultivar salmones en criaderos. Para incrementar su producción y consumo. Esos salmones ya no son los que los pescadores de antaño, o los osos, solían pescar en los rápidos donde tradicionalmente se los pescaba, cuando nadaban contracorriente para cumplir el impulso reproductor que los lleva a llegar agotados a los ríos donde nacieran, ahora para engendrar descendencia.

Los salmones criados mediante acuicultura no sólo están impedidos de nadar contracorriente, sino que apenas si pueden nadar en recintos cerrados. Tales emprendimientos permiten acrecentar la producción de un pescado que seguramente es de inferior calidad al natural. Así y todo, tienen que andar con cuidado para evitar pestes que fácilmente puedan arrasar todo el estanque. Y si los noruegos han procurado capear los desastres ambientales en sus estanques, noruegos, en los que implantaron en el sur chileno, por diversos motivos,  “elastificaron” los límites poblacionales de cada estanque y con ello, se ampliaron las posibilidades de infecciones generalizadas. Como la que pasó hace unos años en Chiloé, en el sur de Chile con el caligus, una especie de piojo de mar, de unos 2 o 3  mm de largo, que pica la piel del salmón, es herido en  varios lugares y el animal pierde peso y calidad. Y puede llegar a morir. Y, “lo más importante”, pierde valor para el mercado internacional (aunque en el mercado local chileno se siguió comercializando para no perderlo todo tan estrepitosamente). El desastre ambiental fue atroz; salmones atosigados de antibióticos, por ejemplo, envenenamiento generalizado del mar aledaño.

La India, Nigeria o Chile no son excepción. Es lo que ha sufrido la periferia planetaria, rica en minerales y alimentos, que pasa hambre y privaciones.

La maldición para un país colonial es tener, gozar de un bien ansiable, “necesario” para las metrópolis.

 

 

Uruguay disponía de mucha agua. País templado, húmedo, irrigado por innúmeros ríos y arroyos. Tan  bien presentados por nuestros poetas. La agroindustria y la industria en general tomaron nota.

Celulosa, soja transgénica, ganadería intensiva, arroz, se fueron convirtiendo en rubros producidos en el país. Bajo condiciones coloniales, ciertamente, es decir con deterioro de lo local.[3] La producción de celulosa arrasa y excede toda estructura local. Baste pensar que la celulosera que acaba de inaugurarse en la margen septentrional del río Negro (UPM2) exige 133 millones de litros de agua diarios, devuelve al río 107 millones pero ahora contaminados, absolutamente tóxicos para cualquier producción posterior (pesca, agricultura, turismo), reteniendo además 26 millones de litros diarios –leyó bien, 26 millones de litros diarios–, de agua que desaparecen de nuestro ecosistema.

Las dimensiones del “paisito” no se acompasan con esta escala empobrecedora. Pero lamentablemente no es solo la celulosa la que se roba el agua. Antes, el eucalipto, que será luego materia prima para hacer celulosa, ha sido el primer extractor de agua a un ritmo totalmente desquiciante para nuestras dimensiones nacionales: lo saben todos los ganaderos y agricultores que han tenido al lado plantaciones de eucaliptos: han visto bajar mucho, visiblemente, los niveles de agua disponible, la humedad ambiente.

Pero el  agua “oriental” ha atraído también otras dos variantes extractivas que terminan de arruinar “el paisito”: la soja transgénica, que no solo exige mucha agua sino que además se vale de una batería de agrotóxicos que emponzoña la tierra como pocas veces antes, y la ganadería intensiva tipo vacas estabuladas mediante feed lot o tambos “modelo” con mil vacas concentradas, que vacían de agua toda una región dejando el tendal de pequeños productores granjeros, quinteros.  Esta ganadería tipo “campos de concentración” –la misma técnica que ya vimos con la acuicultura– necesita toda una batería de antibióticos, antiparasitarios, antidiarreicos, etcétera, para que la aparición de un brote cualquiera patógeno no arrase con toda o casi toda su población. La carne de estos animales paralizados suele hacerse más blanda porque son  animales que apenas emplean su musculatura. Y la ignorancia popular  permite confundir carne más blanda con más tierna, con lo cual la carne de feed lot tiene cierta estima en el público que nada conoce.[4]

 

 

Resultado en un país colonial: tiene escasez de lo que tiene en abundancia. De lo que tuvo. Porque el exprimido es incontenible, insaciable, ilimitado. Porque las metrópolis administran aquí algo ajeno y por lo tanto lo hacen sólo en su propio beneficio, más allá de “las declaraciones” de cooperación y “buena voluntad”. Nada que ver con la producción de quien cuida su propio jardín, su propio taller, su propio hogar, sus propios hijos.

Hasta mediados del s. XX, cuando el agua era todavía abundante en todas partes (salvo en el Sahara): veíamos con pesar y dolor las ciudades mineras de Chile, como Lota, o de Bolivia, como Potosí. Porque allí veíamos claramente los males de la extracción colonial o neocolonial, al servicio de una sociedad lejana, metropolitana (a veces, capital del propio país, a veces capital de un imperio ajeno).

Pero en Uruguay, también colonial, la ganadería fue relativamente benigna con nosotros: aunque no facilitó la formación de familias rurales y alimentó la servidumbre,[5] a la vez permitió comer a los lugareños.  Carne, y a veces hasta leche. Nada menos. Y el cuero permitía vestirse, hacer muebles… y hasta ofrendas en hueso y guampa… La condición colonial se veía entonces mucho más indirectamente, en todo caso dentro de nuestro desarrollo cultural dependiente.

 

 

En el siglo XVI era la plata el botín. En el siglo XIX y con el aplauso del socialismo será el oro.[6]  Y desde su segunda mitad, el acero.

En el siglo XXI es el agua el bien apetecible, escaso y crucial. Ahora sí llega, llegó la relación imperial de modo masivo y sin contemplaciones a nuestro “paisito”.

Si no sabemos atajarnos, podremos entrar en la miseria global a la que el colonialismo, siempre expansivo, ha postrado a Haití, a Indonesia, a Bangla Desh, a Ecuador y desde los albores de la modernidad al África.

Con el ingreso de EE.UU. al sitial de líder pretendiéndose dueño y señor del planeta, con un impulso mayor a la tecnificación generalizada, con total desmedro de los equilibrios biológicos y ambientales (el emprendedurismo es lo opuesto de lo ecológico, aunque al día de hoy pululen los emprendimientos que proclaman el cuidado ambiental como su principal objetivo), la estructura material, cultural, tecnológica, sanitaria, del planeta ha entrado en una nueva dimensión, es decir en una nueva crisis.

 

 

En tanto nuestro país se siga sintiendo soberano, como en el himno, vamos a ser ciegos o indiferentes a nuestra colonialidad, condición colonial. Dependiente. Satelitaria. Que lógicamente se oculta a sí misma, porque tal es el diseño de “estado mundial” promovido por EE.UU. desde 1945. Todos con banderitas nacionales.[7]

[1]  Con el fin de la 2GM y fundamentalmente con el acceso de tecnología nuclear en la URSS, el diseño de imperio general y total de EE.UU. tuvo ciertos tropiezos.

[2]   Ése ha sido tal vez el escollo principal para la constitución del Estado de Israel: emplear el método de colonización mediante asentamientos arrasando natives, que tuvo vigencia e impunidad por lo menos un siglo antes.

[3]   No tanto la producción de arroz que parece ser la que menos absorbe y estropea agua.

[4]   Como consuelo, pero relativo, sabemos que nuestro territorio ondulado no es propicio para la generalización de feed lot, como sucede en las pampas argentinas.

[5]   Los ”rancheríos” del latifundio estaban poblados por abuelas y niños, a veces mujeres, que trabajaban esporádicamente para “el patrón”, que empleaba a “los hombres” de la localidad.

 

[6]  El oro californiano será motivo de una interesante y penosa confrontación ideológica entre el socialismo marxista y el anarquismo: Mijail Bakunin criticó las condiciones de extracción del oro y del arrebato de tierra a pobladores por el invasor yanqui, y Friedrich Engels se burló del sentimentalismo de Bakunin festejando esa apropiación, ese despojo como signo de avance del capitalismo en el mundo. Porque, según Engels, ésa era la condición para que triunfara un nuevo despojo, más adelante, a los propietarios.

[7]   Para mejor incursionar en el significado político mundial del fin de la 2GM, remito a una nota mía, anterior, “Panorámica actual del poder, la salud y la humanidad”,

27/ 6 /2023.

Publicado en Centro / periferia, Globocolonización, Poder mundializado, Uruguay. Qué hacer

URUGUAY: Lacalle Pou, ¿águila o paloma? BORRANDO EL PASADO, NUBLANDO EL PRESENTE

Publicada el 18/07/2023 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández –

23 JUN 2023

Nuestro inefable presidente, Luis Lacalle Pou, cual demiurgo temporal, tras decisiones gubernamentales que configuran el incognoscible futuro de nuestro país, concedió a un consorcio transnacional 60 años de administración portuaria –con lo cual su firma tiende a embretar las de los próximos doce presidentes–. Ahora ha decidido también por sí y ante sí, modificar el pasado.

Por supuesto que, como siempre, con las mejores intenciones y en aras de los más altos objetivos. Invocando la paz, no para concretarla pero sí para reverenciarla.

Lacalle Pou, decide que la enorme escultura en bronce del águila “guerrera” –emblema nazi– con su gigantesca esvástica, que fuera extraída de los restos del acorazado de bolsillo Graf Spee, hundido en aguas territoriales uruguayas, cerca de la costa montevideana, sea fundida y trasmutada en paloma de la paz (para lo cual, cuenta finalmente con la aquiescencia de tal vez el escultor estrella vivo de mayor renombre en nuestro país).

Enfrentando o mejor dicho, ignorando el significado histórico que podría tener rescatar todos los restos del Graf Spee, incluyendo el águila en bronce, nuestro presidente opta por la apuesta ideológica y militante: desconocer el pasado, basándose en un planteo que sabe caro a todos los poderes más o menos satisfechos del presente. Porque ya sabemos que todo poder establecido se convierte en defensor nato y neto de la paz: la paz es lo que asegura lo conseguido, lo establecido. En  este aspecto, no figura si lo que se ha obtenido es justo o no; es lo que se ha obtenido.

Tal lo acontecido, históricamente, con la pax romana, la pax britannica. Y es de ese mismo modo, que  la dirigencia de EE.UU. ha invocado durante décadas “su” pax americana.

La decisión presidencial nos lleva directamente a George Orwell y su visión de los reconstructores del pasado. Ingsoc, el pesadillesco estado omnipresente de 1984, tenía su Dpto. de Actualización Histórica, que refrescaba la memoria de acuerdo con una geoestrategia imperial siempre presente. Y si ayer había servido tener un pasado condenando un acontecimiento, hoy la coyuntura podía necesitar borrar ese pasado condenatorio y tener, por ejemplo, uno nuevo que glorifique otro punto de vista, de pronto opuesto al anterior. Porque lo que importa no era reconocer la veracidad de lo acontecido sino ajustarse a las necesidades de la coyuntura presente. Y para Luis Lacalle Pou, ¿hay algo más importante que santificar el credo geopolítico actual? ¿Cuál es? La paz, ya todo el mundo lo sabe, al menos desde que “los rusos invadieran”.

Repasemos la historia inmediata: ¿el mundo occidental defiende otra cosa? ¿Qué fue sino defender la paz arrasar Irak y asesinar a su líder, frustrando la formación de una bolsa de monedas para el negocio transnacional del petróleo arrebatándole al dólar su monopolio? ¿O invadir Libia y asesinar a su vez a otro líder empecinado en forjar una moneda panafricana que claramente desafiaba el área dólar? ¿Acaso EE.UU. ha defendido otra cosa que la paz al invadir Panamá para cortar de raíz el populismo de un exlugarteniente suyo?

Y cuando el eje EE.UU. y su chirolita UE inicia su política de incorporación de Ucrania –valiosísimo granero de Europa– al “mundo occidental”, angostando un poco más el “cerco sanitario” establecido a la Rusia exsoviética, y Putin reclama un derecho de “autodefensa” al estilo del esgrimido por EE.UU. para sus tantas incursiones (las nombradas o Haití, Granada, Colombia, República Dominicana, Siria e incontables etcéteras), la lógica institucional que caracteriza a la mayoría de las representaciones nacionales de la ONU, soslaya semejante demanda y Putin, con torpeza, invade Ucrania, carente del experimentado oficio interventor que caracteriza a EE.UU. en sus frecuentes incursiones internacionales.

Y esta invasión, rusa, sí, puede ser duramente criticada.

 

La decisión presidencial ha recogido el beneplácito de quienes albergan sin duda la misma noción de omnipotencia que ha caracterizado al presidente con su nueva alquimia. Como siguiendo las leyes del perro de Pavlov, “Roby Schindler, presidente del Comité Central Israelita del Uruguay, dijo que para él es una ’idea maravillosa’ y una ‘muy buena noticia’ la metamorfosis del símbolo nazi.  ‘Es un elemento de odio y de guerra que se transforma en un elemento de paz’.[1]

Pero afortunadamente el úkase presidencial ha encontrado también reparos en el país: lo cual es muy reconfortante.

Claudio Invernizzi, por ejemplo, precisó: “Es un disparate. Esa águila, tan brutal y amenazante, es una señal histórica de la barbarie a la que es capaz de llegar la especie. Transformar un pájaro no transforma a la humanidad, la disimula. Y borrar la simbología del horror, alienta al horror.[2]

Y si la primera parte de su planteo es valioso y nítido, su segundo momento es todavía más sabio porque revela no sólo la inanidad del proyecto sino su misma toxicidad. Si borramos un horror, estamos alentando a repetirlo. Se nos incapacita para generar la resistencia.

De ese modo, estaremos más débiles para rechazarlo al presentarse. Porque no lo hará con las consabidas ropas del pasado: la nueva intolerancia, no se vestirá de Tercer Reich, obviamente.[3]

Ya sabemos cuán cargados estamos al día de hoy de cancelaciones. Y ésas no recaen sobre los casi inexistentes nazis, por cierto.

 

[1]  Declaraciones recogidas por Perfil, Bs. As., 17 jun 2023: https://www.perfil.com/noticias/

noticias/la-polemica-por-la-transformacion-del-aguila-del-graf-spee.phtml?__vfz =medium%3Dstandalone_content_recirculation_with_ads

[2]  Ibíd.

[3]  Tenemos un ejemplo patente y patético al otro lado del río: Javier Milei se presenta como libertario y postula una serie de medidas draconianas, carentes de toda liberalidad; usar “modelo motosierra” para reducir gastos del estado, dolarizar la moneda nacional y ejemplifica como medida para “liberar”, instaurar un mercado de venta libre de órganos. Como en su momento Behring-Breivik, es un rendido admirador del modelo israelí.

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