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La población humana del planeta: ¿1000 o 1500 millones u 8000 millones?

Publicada el 19/08/2025 - 19/08/2025 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández

Fritz Haber, alemán, judío (1868-1934) fue un químico laureado con el Nobel en 1918 por sus hallazgos para la obtención de nitrógeno aislado (1909), lo que fue la puerta de acceso para su uso como nutriente de las plantas (de cultivo, crecientemente exigidas por el aumento del consumo y el de población).

Otra investigación que Haber llevó adelante fue la formación de gases tóxicos, inicialmente basados en cloro, con fines militares. Haber convirtió aquella investigación en victoria militar  cuando en 1915  –la 1GM ya totalmente desatada–provocó numerosas muertes en los contendientes (franceses, canadienses y argelinos), en Bélgica casi en la frontera con Francia.[1]

Frederick Soddy, inglés (1877-1956) fue un químico laureado con el Nobel en 1921, por sus investigaciones en radiactividad.

El uso de gases tóxicos como armas mortales en la 1GM le produjo a Soddy tales problemas de conciencia con su propia formación profesional que lo llevó a abandonar la química y reenfocar sus investigaciones en un área del conocimiento francamente distinta: la economía.

Lo cual lo dejó en varias líneas de “fuego”, por cuanto los economistas se sintieron muy desafiados por sus osados planteos y procuraron remitirlo a la química. El choque con “la gremial”, celosa de su quintita, no le permitió  desplegar su formidable frescura y originalidad, pero así y todo, adelantó conceptos vinculados con la ecología, la termodinámica, la entropía, que no empezarán a transitarse en la economía académica  sino décadas después.

La estrechez de miras es una constante de los colegiados profesionales dedicados a cultivar una disciplina; a menudo hay que romper esos cercos desde afuera; es lo que vemos hoy con la salud, su crisis y la medicina (y su propia crisis).

Su crítica a la economía de la época fue cáustica y terminante: “Estamos gastando y acabando en décadas, en un par de siglos a lo sumo, lo que al planeta le llevó millones de años acumular en depósitos de carbón, petróleo y gas”; vivimos una dispendiosidad energética sin precedentes en la sociedad humana.”

Le tocó también ser contemporáneo con el despegue progresivo de las finanzas respecto de la economía y se aferró a entender el mundo material en términos económicos, de existencias, sospechando que las finanzas no podían ser sino un instrumental de apoyo, resistiendo su creciente protagonismo. Soddy consideraba que las finanzas no podían constituir el fundamento de economía alguna; a lo más, simbolizaban, transferían poderes y bienes del mundo real y material a un orden de intelección, necesariamente más, mucho más, simbólico, problemático y engañoso.

Su rechazo, mejor dicho su desconfianza hacia el “mundo financiero” le significó una suerte de exilio o autoexilio entre los economistas de su época.

Las instituciones dominantes le han concedido a Fritz Haber las mejores críticas y las más fuertes objeciones. En  rigor, por cuerdas bastante separadas: crítica a sus gases venenosos; los mejores plácemes a sus descubrimientos aislando nitrógeno: el puntapié inicial para los fertilizantes sintéticos de uso generalizable en la agricultura.

Hasta entonces, era sobre todo la agricultura orgánica, reforzada por los ciclos vitales que convierten en abono las  deyecciones animales (incluidas obviamente las humanas) lo que conocíamos para la agricultura.

Había un fertilizante extraordinario por el cual se cruzaba los mares para obtenerlo: el guano, el sedimento de deyecciones e incluso huevos malogrados y restos de aves que, por ejemplo, se había ido acumulando, durante tiempo inmemorial en el archipiélago de las Galápagos (y en otras islas o islotes con rica población avícola).

Pero el uso creciente del guano fue haciendo desaparecer sus depósitos y la agricultura a gran escala, empezó a estar en peligro.

Siguiendo una vez más la línea del progreso y el hallazgo de Haber; aislar el nitrógeno para su aplicación directa a la agricultura (por cuanto es uno de los fertilizantes básicos del reino vegetal)  se encaró la fertilización química del suelo, abriendo el camino a  la “revolución verde”, con epicentro en EE.UU., a la sazón “la” principal sociedad nacional del planeta, la que marcaba el ritmo de los desarrollos tecnológicos principales.

La opción de la agricultura orgánica, circularizando los ingredientes y componentes de nuestros alimentos, fue desechada por… trabajosa.

Si ahora ponemos unas gotas de nitrógeno, de fósforo, de potasio y ¡abracadabra!: tenemos  inaugurado el cuerno de la abundancia!

¡Las aprensiones de un Soddy abandonadas en el basurero de la historia “gracias” al ingreso triunfal a la era dorada del tecnooptimismo!

Tras la llamada “Revolución Verde” y su invitación inicial a la abundancia que creíamos sin trabajo y, sobre todo, sin secuelas, hemos ido, lentamente empezando a advertir cada vez más, señales de que “algo anda mal”, algo anduvo mal, algún camino erramos… aunque el tecnooptimismo, ya sea marxista o tecnócrata-corporativo, nos dirá: ¡no importa; es gracias a los errores que avanzamos!

La presencia de residuos antes inimaginables empezó su sigilosa pero infatigable expansión por nuestros ríos, bosques, mares, pero también en nuestros cuerpos. La tierra, el aire, todo tomado. Se multiplicaron los sitios repositorios finales y todavía más los transitorios. Y todo fue quedando… en todas partes. Los océanos se han convertido en basureros. Y los ancestrales habitantes del mar en sus involuntarios anfitriones (siempre mal llamados huéspedes).

Incluso, ante tan desolador como inesperado panorama, el tecnooptimismo no ha cedido: los humanos estamos para aprender de nuestros errores y superarnos. Siempre.

¿Siempre?  Tal vez sí, la sociedad hipercapitalista, hiperconsumista, egocentrada, egoísta, progresivamente estéril, pueda conocer el Santo Grial. Concedamos el beneficio de la duda. Pero la historia de diversas sociedades humanas fenecidas  nos dice otra cosa.

Como la maya,  la rapanui, la egipcia  o la asiria. No parecen haberse salido con la suya. Para ni mencionar todas las sociedades destruidas por humanos ajenos a esa sociedad y que, llegados como extraños, han arrasado a “los naturales”.[2]

Como está pasando hoy, año 2025 D.C., con los judeosionistas arrasando a Palestina y a los palestinos (o lo que va quedando de ellos y sus tierras, con la devastación iniciada  –al comienzo “suavemente·”–  hace aproximadamente un siglo).

Haber y Soddy expresan dos actitudes diametralmente opuestas en la relación con la ciencia y la  técnica, tan íntimamente unidas entre sí.

Soddy me resulta casi atávico; sed por conocimientos ancestrales, enorme respeto a la vida, tanto que cuando su profesión sirve para construir un agente masivo de muerte, rompe con su profesión, una profesión que le había dado no sólo sentido a su vida, había expandido su conocimiento y hasta  –hecho excepcional– le había dado éxito, fama, reconocimiento.

Haber, en cambio, parece encarnar, la confianza absoluta en el poder, en el desarrollo científico, para la paz o para la guerra. Desentendiéndose de cualquier costo, incluso  trágico: su misma novia se inmola contra el invento de Haber que permite matar masivamente. Ni siquiera el amor, tan directo, desvió a Haber de su versión, de su poder, de su fama.[3]

El poder, los diversos escaños del poder, usan los dos aportes de Haber: Alemania usará el gas de cloro como arma de guerra. Y post mortem  otra potencia, ahora única (o casi), EE.UU., construirá los fertilizantes sintéticos, dejando a un lado la idea de los ciclos naturales y los eternos retornos, característicos de la agricultura orgánica. Aunque para hacer efectiva la producción agropecuaria con fertilizantes químicos hubo que incorporar cada vez más biocidas para evitar el aumento de plagas (de ácaros, gusanos, insectos, proliferación de microorganismos). La Revolución Verde se estableció para mayor gloria de las empresas entonces agroindustriales y poco después de bioingeniería, con la irrupción de los alimentos transgénicos.

  A la luz de la crisis alimentaria y sanitaria que está corriendo por nuestros campos y ríos y por nuestros cuerpos y venas, entiendo cada vez más perentorio preguntarnos adónde vamos.

Porque cuando la humanidad con sus desarrollos científicos y culturales había logrado afirmar la salud, arrinconar la enfermedad, en las últimas décadas, nos vemos enfrentando  enfermedades de origen ambiental como nunca antes.

Porque la fertilidad humana enfrenta una crisis como nunca antes (y en este “paquete” tenemos que reseñar lo que entendemos también una crisis de la sexualidad).

Porque las crisis psíquicas entre nosotros los humanos, parecen alterarnos como nunca antes.

Si las empresas transnacionales de la alimentación nos otorgan alimentos patógenos o insanos, si la medicina y su hermana gemela la industria farmacéutica son iatrogénicas  (en sospechosa correspondencia con dividendos nunca tan altos para esa rama de la industria), si la obesidad es la enfermedad de nuestro tiempo, y si las sociedades de nuestro presente, y fundamentalmente las de los países enriquecidos, toleran con llamativa indolencia un genocidio a cielo abierto, con los mass media informando las 24 horas para que todos podamos registrar el horror, la indiferencia, la impotencia  –que cada quien elija el casillero en que se encuentra– eso significa, significará que muy pronto no nos podremos tolerar a nosotros mismos.

Las preguntas se agolpan:

¿Hicimos bien pasando en los albores de la hipermodernidad de unos 1500 millones de habitantes planetarios a 8000 millones en siglo y medio basándonos en un tecnooptismismo sin límites o sin siquiera tener en cuenta en que ciclo nos hallábamos?

¿Hicimos bien tolerando el trasiego de buena parte de nuestro equipamiento habitacional a una plastificación generalizada que la rama petroquímica erigió con fruición, primero en nuestros hogares e inmediatamente después tirándolos a suelos y mares  (y al bolsillo las pingües ganancias) donde reposan como micropartículas plásticas arruinando los fondos  marinos, y también alojándose en los órganos digestivos y vitales de tantos animales, incluidos nosotros mismos, que siempre hemos estado afanándonos por separarnos de “la naturaleza”?

Dije mal “la petroquímica”: fueron los industriales plásticos, petroquímicos, con nombre, apellido y lucro, los que nos arrinconaron, colmándonos con sus nuevos servicios. Recuerdo, como periodista, enfrentar a fabricantes de envases contaminantes, que eludían el tema con impecable mala conciencia o apostaban a buenas medidas médicas  para subsanar (lo insubsanable). Las placentas, incluidas las humanas de quienes aún optan por la maternidad, ya tienen micropartículas plásticas.

No sabemos, y no tienen porque ser todas cancerígenas, pero sí sabemos que los cánceres son alteraciones de nuestras corporalidades, ¿por qué no tendría semejante acopio en nuestros organismos que generar cancerizaciones?

Sabemos que las afecciones, a la piel, a los intestinos, a los nervios, se multiplican en nuestras sociedades actuales; ¿cómo no vamos a creer que tiene que ver con las más recientes transformaciones que procesamos a través de una modernización galopante, sesgada y patógena?

Hay ya una profusa cantidad de investigaciones que nos ponen alerta. Aunque, lleguen casi siempre un poco tarde.

Los que con ligereza o deshonestidad intelectual, suelen hablar de “la guerra  en Gaza”, plantearán de inmediato la opción genocida al escuchar hablar de 1000 o 1500 millones en lugar de 8000 millones. Y van a ponderar el genocidio, prestos a denunciarlo, como de 6500 o 7000 millones. Porque hay precisamente privilegiados actuales que postulan reducir la sobrecarga de población humana actual a dimensiones “ideales” (demógrafos al estilo Giovanni Sartori).

Nada más alejado de mi abordaje. Que discurre por la epistemología, la  historia. Y no a operar demográficamente con nuestro presente. Porque la política de los neoneomalthusianos hoy procura “salvar” a los privilegiados de siempre, matando       –según sus cálculos– a los que “sobran”.

Como congénere, no acepto ninguna opción genocida. Atiendo al decrecimientismo. Y nuestra interrogante es: ¿seguiremos el trillo en una noria planetaria o tendremos el coraje cívico, ético, intelectual, de decir basta (aunque ya no sepamos si es “a tiempo”)? □ 


[1]  Como para complejizarlo todo, Haber estaba en pareja con otra profesional, la primera doctora en química en Alemania, que combatía toda la investigación y producción de gases venenosos con fines militares. Y el conflicto fue tal con su cónyuge que cuando Fritz pone en marcha su ataque con gases en lo  que hoy se denomina batalla de Ypres, su esposa, Clara Immerwhar, en protesta, se suicida.

[2]   Podría ser el caso del Egipto faraónico, ocupado y satelizado por Roma, en expansión.

[3]   Podríamos decir que Fritz Haber era un apasionado en su sentido etimológico: pasivamente relacionado con su invento, su profesión, su fama, su ego. En rigor, y a diferencia de Soddy, no habría sido dueño de sus actos, sino su esclavo. ¿Un preanuncio de las relaciones de poder que la modernidad establece con los titulares de su progreso?

Publicado en Agronecrófilos, Ciencia, ecología, Nuestro planeta, Nuestros alimentos, Sociedad e ideologíaDejar un comentario

La gravedad del momento actual

Publicada el 07/08/2025 - 08/08/2025 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández

De un tiempo a esta parte las relaciones políticas en general, en el mundo entero, han entrado en un cono de sombra si reparamos en los riesgos de violencia, en dureza de tratamientos, en geopolíticas de poder.

No es nada nuevo. Ha existido siempre, pero se han ido acentuando, presentando como hoy las experimentamos, al punto tal que comparar estas relaciones actuales con las de las décadas del ’60 del siglo pasado, por ejemplo, y hasta con las de la primera década de este siglo, cuando ya se había decretado que ante “el terrorismo internacional”  cabía esperar casi cualquier cosa (todavía ni sabíamos la naturaleza del invocado terrorismo y menos aún su origen como organizaciones de bandera falsa, como DAESH  o ISIS).[1] En resumen, estamos pasando por una coyuntura inusualmente grave, casi sin precedentes desde la última conflagración mundial o mundializada (1939-1945).

Esa coyuntura se procesa entre factores físicos,  materiales  a tener en cuenta, por ejemplo, el desgaste planetario  con veranos cada vez más intensos, tormentas más frecuentes ocasionadas por la elevación de la temperatura de los mares (y la consiguiente elevación de sus niveles), inundaciones (que siempre hubo pero ahora también más frecuentes y/o intensas), incendios, maremotos, que expresan las alteraciones de Gaia que entendemos  tienen su origen en la acción humana que  poco a poco ha ido incidiendo cada vez más decisivamente en la (única) biosfera que habitamos. La observación del Nobel de Química Frederick Soddy,[2] hace un siglo, es más pertinente que nunca: ‘la humanidad [o los ricos de entre ella] están  gastando en décadas, a lo sumo un par de siglos, lo que la Tierra acumuló  mediante sucesivas extinciones masivas (bosques, dinosaurios), como energía potencial, durante millones de años.’

Pero si lo natural es tan maltratado por nuestra sociedad contemporánea, ¿qué decir del tratamiento político en su sentido más estrecho, en el orden de las decisiones humanas, que atañen nuestra convivencia?

La  “guerra global contra el terrorismo” es una de tales decisiones. Asumida por los estados, mejor dicho por los estratos influyentes en dichas constelaciones nacionales, que se sienten protagonistas de su propio destino, y sobre todo del ajeno. Es una política que devino protagónica con el nuevo siglo, disparada con un equívoco acontecimiento: derrumbe al parecer por implosión de las torres gemelas del WTC  en Nueva York que  –al revés de los cinco ácidos fuertes que todos saben que son cuatro; el nítrico, el clorhídrico y el sulfúrico– son tres.[3]

De allí en adelante, al parecer, el peso de los servicios secretos (cuyo origen nacional se pierde en penumbras, puesto que se trata de servicios ocultos a la luz de la política) pasa a ser decisivo. Y  la nebulosa que mediáticamente nos impide ver, permite en sociedades tan surcadas de tantos canales informáticos, que podamos igualmente entrever huellas y líneas maestras.

Por ejemplo, ya sabemos qué postula  “el orden internacional basado en reglas” que tanto invoca Donald Trump como invocaba Joe Biden y otros personeros  y “representantes” del llamado Primer Mundo; de Inglaterra, Francia, Alemania, Israel.

Esas reglas configuran nuestra modernidad. Las reglas son clarísimas, como las ilustró el senador israelo-estadounidense  Sydney Graham,[4] invocando las presuntas regulaciones del “orden internacional liberal”. Pero esas invocaciones, como desnuda Graham,  son válidas exclusivamente para  liberales, enriquecidos, genocidas instalados desde la comodidad.

Siempre es igual, sigue siendo igual. Cuando el muy constitucional gobierno argentino del presidente Bartolomé Mitre, a fines del siglo xix,  y la montonera acaudillada por Felipe Varela, inician tratativas de paz, en la Mesopotamia argentina, los caudillos bárbaros proceden a iniciar el intercambio de prisioneros y los representantes de la civilidad democrática miran sorprendidos. ¿Canje?  No tenían  prisioneros. El gobierno de Buenos Aires había matado a todos los sublevados aprisionados. La lucha era, como sostenía un doctor de la ciudad entre civilización y barbarie. Pero, ¿quiénes eran los bárbaros?

¿Y cuando los hereros en el sur africano reaccionan ante la invasión alemana, a comienzos del s xx desistiendo de acatar las órdenes de los recién llegados? El ejército teutón los mata a todos, hombres, mujeres, niños, cumplimentando así lo que los historiadores denominan “el primer genocidio del siglo XX”.

El civilizador rey belga, Leopoldo II, con fama de filántropo dentro de Europa  y de luchador contra los traficantes de esclavos, lleva a cabo su “tarea civilizadora” en África a fines del s xix y hasta avanzado el s xx.  No lo mueve “ningún egoísmo”,[5]   confiesa, y por lo tanto la estimación de asesinados en la población congoleña, en millones (¿5, 10, 20?),  habría que atribuirlo a codicia, abuso, desprecio. Y algo más. Porque los correctivos del rey Leopoldo  no empezaban con la muerte del desdichado invadido, sino a través de un régimen acumulativo de “faltas” para quienes no cubrían las cotas de producción exigidas por los recién llegados; mutilación de una mano  por vez, de un pie. Había quienes se quedaban primero con una mutilación. Pero la “falta de rendimiento” seguramente se agudizaba, y las “faltas” atraían nuevas mutilaciones  y los empresarios/conquistadores/policías/catequistas podían seguir su tarea “civilizadora”. A los europeos, entonces, no los movía egoísmo alguno.  ¿Codicia, abuso, desprecio? Tanto empeño civilizatorio es propiamente, terror.

Se va viendo el inaudito precio de la expansión capitalista y empresaria. Un precio que recayó con más saña sobre originarios, sobre “marrones” y “negros”. Entremezclando la búsqueda de ganancias con nociones de belleza (racista).

El primer emprendimiento independentista del sur y centro americano fue en Haití. Toussaint Louverture, su primer presidente, fue capturado por el poder colonial y murió en prisión en Francia, en 1803. Sus pasos será seguidos por Héctor Miranda, Simón Bolívar, José Artigas, José de San Martín, Bernardo O’Higgins. El poder colonial en Haití no era monárquico;  fueron los generales bonapartistas  quienes no perdonaron la rebelión. El Tío Sam después, tampoco.

 “Derrotar el mal.” Otra de las consignas que constituye un norte político y moral de las élites empeñadas en rehacer el mundo a su imagen, por más que postulen el más abarcativo universalismo: sustituir la política por la moral no nos acerca el inexistente cielo sino al infierno. En  particular, acerca al infierno a las sociedades colonizadas.

Gaza y toda Palestina  pertenecen a una de las últimas “adquisiciones“ blancas que caracterizaron al colonialismo e imperialismo moderno. ONU iba a ser el nuevo ministerio de colonias, pero con un cambio sustantivo respecto del colonialismo hasta entonces oficial o aceptado. Las colonias no iban a “lucir” las banderas de las metrópolis que se adueñaban de ellas; iban a lucir sus propias banderas; la “prueba” de que eran independientes.                                    

El presente nos otorga un ejemplo “en vivo y en directo” de los planes de los poderosos, que por los desarrollos técnicos, computacionales y mediáticos, podemos observar, percibir a través de  celulares y pantallas, en nuestros corazones. Atrocidades que han caracterizado a la humanidad en tantos y tantos episodios (aunque sepamos que existen muchísimos otros en que no se presentan dichas atrocidades). En la Franja de Gaza, una población dominante, con mayores y mejores recursos que la allí asentada, fue aplicando una política de torniquete a la sociedad local. Desde hace décadas, muchas décadas.

Un escalón decisivo en la “bajada a los infiernos” sobrevino en 2006 cuando los gazatíes votaron mal. Como diría un eurooccidental cabal: ‘les enseñamos cómo es la democracia, les pusimos una opción política para que elijan representantes democráticos y terminan votando por una organización política que no nos acepta ni reconoce: ¡no aprendieron nada! Tuvimos que anularles la votación y encarcelar a tantos candidatos elegidos como pudimos.

El corolario de las elecciones limpias de 2006, no fue para quienes diseñaron y continúan el proyecto sionista, aceptar el resultado electoral de la voluntad mayoritaria, sino aprender a no hacer votaciones cuando uno no está totalmente seguro el resultado: una forma elegante de preservar la instancia democrática.

Al rechazar Israel el rechazo gazatí a la ocupación votando a Hamás, la cúpula sionista dispuso del destino de Gaza por otra vía: la franja fue sitiada por completo (obteniendo el permiso del maltrecho pero dictatorial  Egipto para encerrar el único borde del territorio que no linda con Israel).

Para completar el encierro  inutilizaron el puerto y derribaron las instalaciones del aeropuerto y generaron así un bolsón conectado con “el resto del mundo” únicamente por los pasos israelíes: se saboteó la tierra de cultivo por diversos métodos; poniendo bajo fuego tierras consideradas peligrosas para la seguridad de Israel (cerca o no tan cerca de la frontera) y contaminando otras, echando detritus desde territorio israelí aprovechando la bajada del terreno hacia el mar; se cortaron todos los suministros liquidando así gradualmente toda producción artesanal o industrial que se generaba en la Franja.

Respecto de una fuente nutricia tradicional de los habitantes de la Franja,  la pesca, que significa tanto aporte proteico, se prohibió a pescadores  ejercer su actividad, su oficio ancestral, tolerando únicamente la pesca en la costa. Aventurarse apenas mar adentro se pagaba con balaceras y a veces con pescadores así asesinados.

Inutilizaron las instalaciones sanitarias o depuradoras que había en la Franja y junto con la crisis de agua potable, encarecieron brutalmente su suministro estableciendo que Mekorot, la entidad reguladora del agua potable para el Estado de Israel y monopolizadora de toda el agua regional, cobrara el agua a palestinos mucho más que a israelíes. No por razones mercantiles, sino estrictamente políticas. obviamente, de torniquete. Se prohibió todo depósito de agua (defensa ancestral de toda población), dañando tanques o albercas.

Los alimentos, en suma, pasaron a estar bajo completo control israelí. ¡En Franja de Gaza, uno de los territorios con más antigüedad agrícola del mundo entero! Gaza fue convertida en una cárcel con carceleros soberbios, crueles que se consideraban “los mejores”.

El deterioro alimentario se hizo sentir cada vez más desde entonces. Y el ahogo generalizado también.

Desde el 7 octubre 2023 el torniquete dio varias vueltas.

Se expulsa a UNRWA, la red de asistencia de ONU para atender, atemperar, disimular, la apropiación israelí de Palestina, mediante la asistencia a los despojados pobladores.

En sí, semejante expulsión funciona como una declaración  de la intención genocida por parte del organismo expulsor; el Estado de Israel. Porque UNRWA brindaba asistencia a palestinos  “a la intemperie” en 400 puestos de contacto y atención.

UNRWA proviene de ONU, la organización con la cual EE.UU. aspiró a dirigir  el mundo entero tras la  Segunda Guerra Mundial.

Las soberanías nacionales se revelaron más tenaces de lo que “los nuevos amos” imaginaron, y el experimento soviético introdujo en la palestra internacional otra “superpotencia”, con lo cual el proyecto “mundial” de EE.UU. entró en hibernación (hasta que renacieron las esperanzas al unicato mundial con el colapso soviético de 1991).

El “efecto UNRWA” tuvo diversos resultados y proyecciones: la acción de la ONU reconoce a Palestina como “estado legítimo” (algo que al menos en teoría ONU ya había propiciado, pero que en los hechos abandona en 1947, ante la fuerza militar de Israel ocupando tierra). Al mismo tiempo, el personal de UNRWA, quienes realizan tareas en el terreno, son en su mayoría palestinos y conocen bien “las cosas que pasan cada día”; el hambre, el miedo, el terror, las privaciones, conocen  a  niños aterrorizados, a jóvenes indignados, a madres sufrientes… y es intensa una corriente de simpatía y solidaridad para con los desplazados.          

A mediados de este año, desde la UNRWA ven la realidad al desnudo: “Las personas en Gaza no están vivas ni muertas, son cadáveres andantes.” [6] Décadas de degradación programada

EL  LENGUAJE  DEL  PODER  DEL  OCCIDENTE  ATLÁNTICO

El analista Glenn Diesen, noruego, nos ayuda a entender el poder de los que se declaran ajenos al poder, predican ser consustancialmente democráticos y a lo sumo asumen un intervencionismo humanitario. Diesen rememora la noción orweliana de neolengua: la creación de un nuevo lenguaje que hace imposible expresar e incluso pensar algo en contra. La «diplomacia de la cañonera» es ahora «libertad de navegación»; no  perseguimos el dominio ni imponemos nuestros dictados, apenas negociamos desde una «posición de fuerza»; no apoyamos la tortura, pero tenemos «técnicas de interrogatorio avanzadas»; no hacemos subversión, hacemos «promoción de la democracia»; no apoyamos  golpes de estado, apoyamos «revoluciones democráticas»; no invadimos países, sino que llevamos a cabo «intervenciones humanitarias»; no ampliamos un bloque militar dentro de Europa, sino que ayudamos a la «integración europea».[7]

La concreción de tales pulimentos la sintetiza Achamr Akhad: “Occidente ha matado más de 5 millones de seres humanos en el Cercano Oriente desde 2003 e invocan que Irán es una amenaza para la paz. Esta contradicción puede perdurar, incluso innominada porque el mundo no ve los 5 millones de humanos asesinados en el Cercano Oriente como seres humanos.”[8]

Porque, como sostiene Ron Unz, él mismo judío y norteamericano:  “[…]  el sionismo internacional, que ahora domina fuertemente el sistema político estadounidense y, a través de él, gran parte del mundo» [9] cuenta con la impunidad que otorga  la  ”protección” cultural de EE.UU. y la cohorte satélite de la UE, y sobre todo, el dominio a que alude Unz.

Y advierte que: “gran parte de la legitimidad política actual del gobierno estadounidense y de sus diversos estados vasallos europeos se basa en una narrativa histórica particular de la Segunda Guerra Mundial, y cuestionar esa narrativa podría tener consecuencias políticas nefastas.”

Esas consecuencias son las que han pagado, con tiempo, miedo, dinero y cárcel, diversos historiadores y testimonios de la historia devenida oficial, como ha acontecido con los dictámenes del IHRA (International Holocaust Remembrance Alliance, Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto): David Irving, Gyorgi Nagy, Ursula Haverbeck, entre otros.

Unz repasa los mecanismos mentales de fijación al nazismo: “Tras los atentados del 11-S, los neoconservadores judíos llevaron a EE.UU. a la desastrosa guerra de Irak y la consiguiente destrucción de Oriente Medio, mientras los comentaristas de nuestros televisores afirmaban sin cesar que ‘Saddam Hussein es otro Hitler’. Desde entonces, hemos escuchado con frecuencia el mismo eslogan, con diversas versiones modificadas, diciendo que ‘Muamar el Gadafi es otro Hitler’, ‘Mahmud Ahmadineyad es otro Hitler’, ‘Vladimir Putin es otro Hitler’ o incluso ‘Hugo Chávez es otro Hitler’” y concluye sus incursiones en historia con que lo  “sorprendió bastante descubrir gradualmente que Adolf Hitler no era Adolf Hitler.” En resumen: la historia oficial está muy lejos, de la verdad, y su relación resulta más bien del tipo que define otro historiador, también judío –Norman Finkelstein– en su investigación La industria del Holocausto: que el holocausto tiene una vinculación con la realidad, aunque lejana.

El dominio mediático que alude Unz es el que le permite a Israel estar, otra vez  –con las palabras del ya citado afroamericano Akhad–  “matando de hambre intencionalmente a los palestinos de Gaza desde el 8 de octubre [2023]”.

No es falta de información, ciertamente: “[…] La hambruna, la fase más crítica de la inseguridad alimentaria, es ‘inminente’.”[10] Es una decisión político-ideológica. Todos sabemos que cuando “se declara una hambruna es demasiado tarde para mucha gente”, sostuvo Jens Laerke, recordando que en Gaza, hay medio millón de personas que en la práctica ya la sufren, no hay un flujo comercial [ni no comercial] de alimentos, los camiones con ayuda humanitaria entran a cuentagotas y tienen muchas dificultades para circular una vez dentro.» [11]

Esto tiene una razón política: Israel expulsó toda la red UNRWA del territorio gazatí y la “reemplazó” por otra israeloestadounidense, la Fundación Humanitaria [sic] de Gaza  (GHF) que estableció cuatro puestos de atención a las necesidades alimentarias, higiénicas.

La mera enumeración de su cantidad, 4, para una población de unos 2 millones de seres humanos en un territorio de 6 o 10 km. de ancho por casi 50 km de longitud revela claramente la voluntad de maltrato en grado superlativo: a población sin agua, sin alimentos, sin protección, sin abrigo se la impele a largas caminatas para procurarse vituallas. Los puestos de atención parecen diseñados para fieras en exhibición, con largos pasillos enrejados y estrechos por donde los mendicantes tienen que arrastrar sus pies para recibir… no sabemos qué, porque demasiado a menudo los soldados israelíes, supremacistas buena parte de ellos, disparan contra los enrejados,  habiéndose producido hasta ahora decenas de incidentes,  trampas mortales procurando un mendrugo o una bolsa de harina.[12]

El diseño de la GHF es en sí una expresión  de supremacismo, racismo, lenguaje doble y mendacidad. Revela el desprecio del engendro sionista hacia los moradores expulsados de su tierra. Una alegoría monstruosa del cuco.

Los guarismos de muertes en la población gazatí se presentan siempre a la baja. Se invocan números emitidos por autoridades locales palestinas, gazatíes, cuando toda la estructura social de la Franja de Gaza se derrumbaba. Esos números no revelaban todo el horror: la muerte  incluso del personal que hacía los relevamientos.

Hubo semanas en que ese guarismo rondaba, estacionario, en los 30 mil muertos, mientras los derrumbes, mediante artillería y las incursiones militares arreciaban a diario (y el hambre iba diezmando cuerpos, familias enteras, niños, ancianos, hospitalizados, inmovilizados.

VUELTA DE TUERCA: HACER DEL VICIO VIRTUD

La prensa atlántica  se ha aferrado a la violencia –innegable, insoslayable– desatada el 7 de octubre 2023. “Puñalada trapera”, dicen los kibutzianos más progresistas, refiriendo que hasta tareas de peón le ofrecían a los hambreados gazatíes en los cultivos (otrora) colectivistas del kibutz, kibutzim que se diseñaran para abolir el trabajo asalariado y sus miserias… aunque tal vez, ahora por piedad, se dignaban ofrecer esas changas a sus empobrecidos vecinos.

Con comidas de primer mundo, con locomoción de último modelo, los kibutzianos  no alcanzaban a ver el fondo del abismo a que Israel y su proyecto sionista arrojara a los palestinos, otrora los habitantes indiscutidos de esas tierras (aunque ni siquiera fueran sus dueños soberanos, porque las sociedades árabes no eran precisamente igualitarias).

Un periodista italiano sin velos ideológicos  se sintió fuertemente shockeado cuando visitó la Franja de Gaza, con colonos israelíes allí instalados (es decir, antes de 2005). Vio niños palestinos, de corta edad, sedientos en verano y allí, a 200, 300 mts. en los terrenos  que habían ocupado los colonizadores israelíes vio cultivos generosamente regados y autos  lavados  dispendiosamente con agua. Se le dañó el alma y como buen periodista, lo transmitió.[13]  Tal vez sin saberlo, estaba presenciando los prolegómenos de un experimento en abyección que iba a derivar, más o menos inevitablemente en genocidio.

Porque TODO era así: los alimentos  que llegan en camiones demorados al sol, los dolientes y parturientas que debían esperar en los checkpoints para recibir la autorización de paso a un hospital, por ejemplo; el abuso de soldaditos casi imberbes que fueron forjando su displicencia, su desprecio, su sentimiento de superioridad, ejerciendo a diario esas pequeñas, miserables muestras de poder en las calles y hogares palestinos con la inerme población ocupada.  Por cada mil jóvenes soldados que pasaban por esas experiencias uno se rebelaba y aparecieron así los  refuseñik, los Anarquistas contra el Muro, un joven con estatura moral,  como  Gilad Atzmon (que cuando vio, como conscripto, las dimensiones de las celdas para palestinos, que él confundiera con casillas para perros) renunció… al ejército, al país, a la condición de judío. Porque vio las celdas deformes y la sonrisa cruel y sobradora de “los suyos”.

El mundo atlántico, el de los que mandan y gozan en EE.UU, Reino Unido, Francia, Alemania, sigue ofendido por “el ajuste de cuentas” propinado por un copamiento de Hamás al cuartel regional en Gaza del Ejército de Defensa (sic) de Israel. Pero ha dicho poco y nada por todos los “ajustes de cuentas”, de años, décadas, que se han permitido hacer los israelíes sobre los despojados pobladores de Gaza en particular y Palestina en general.

Un copamiento, del que falta aún saber lo decisivo, lo llevó a cabo Hamás y ajustició  no se sabe a cuántos militares.[14]  Pero todavía no sabemos por qué  Israel y su mando supremo tardó casi 7 horas en reaccionar: no estamos en Siberia o en Canadá con miles de km de distancia entre poblados; estamos en el país con vehículos veloces y flamantes con distancias entre centros poblados de pocos km. (el país en todo su largo no llega a 500 km).

Así y todo, en el Reino Unido tras el golpe guerrillero del 7 octubre   han advertido que ondear la bandera palestina es delito.[15] ¡Ya deberíamos saber que las libertades democráticas son para demócratas!

La hambruna y las matanzas sobrevinientes –como balear en la cabeza a infantes palestinos–  ha ido dificultando la campaña antipalestina que se iniciara con tanto “vigor”, pero la ferocidad inicial contra el trastorno del “orden de las cosas”, al decir de Biden, Blinken,  Shaked, Gvir, Herzog,  Netanyahu y sus repetidoras, fue nítida. Los editores del medio que acabamos de citar aclaran: “(c) 2023 Europa Press. Está expresamente prohibida la redistribución y la redifusión de este contenido sin su previo y expreso consentimiento.”  La libertad entonces es libre, pero si está sujeta, es mejor.

No vi ninguna democracia prohibiendo las camisetas patrocinando matar madre palestina y bebe con una sola bala.

Y el apoyo “atlántico” sigue en pie, con un nuevo servidor, o sirviente: Donald Trump.

Aun así, pocas veces  un poder se desnuda como estamos presenciando en Gaza.

¿De dónde proviene tanta impudicia? Me inclino a pensar que el “cachetazo” propinado por Hamás, por lo inesperado, por lo inhabitual, por lo único, desencadenó una reacción fuera de control. Si hasta entonces, como el gato maula, se había jugado con la proporción de muertes cien o más a uno (‘ni cien palestinos valen lo que un israelí’), el 7 de octubre rehízo “cuentas” y para mantener “la superioridad”, habría que zambullirse en monstruosidades, cálculos  de sangre, daño y horror… lo que termina siendo un genocidio.□


notas:

[1] Esto último, significa, históricamente que, con mirada ingenua, un atentado firmado por árabes tenía como autor árabes, que un atentado llevado a cabo con rúbricas religiosas, estaba llevado a cabo por religiosos: los atentados de falsa bandera, ocultan su origen y “cantan errado”.

[2] Soddy además, probando ser un pensador complejo, nada que ver con un especialista, sostenía que la economía volcada crecientemente a las finanzas olvidaba el sentido propio de la economía, de estimar los costos, los gastos, las reposiciones de nuestras estructuras materiales, y derivaba hacia conceptos crecientemente abstractos, por no decir imaginarios.

[3] Las Torres Gemelas, de 110 pisos de altura cada una, y una tercera (identificada como ·Edificio 7 dentro del complejo edilicio de ese centro), de enorme planta y 47 pisos de altura que se desplomó sobre sí mismo… sin choque aéreo mediante. Se adujo que los escombros de una o de las dos torres habrían sido decisivas para su derribo. Todo fue filmado en vivo y mi impresión al menos fue que se trató de una implosión. Como si el edificio hubiera estado “preparado”. Y en tal caso, como si la “puesta en escena” de tamaño acontecimiento hubiese perdido sincronización, y el Edificio 7 (depósito sin humanos)  hubiese entrado en escena antes de tiempo. Pero esto es sólo una impresión, visual. Carezco de datos para entender la secuencia de horror y daño.

[4] Véase mi nota “La decisión judeosionista de exterminio de la sociedad palestina”, 14 julio 2025, https://revistafuturos.noblogs.org/2025/07/la-decision-judeosionista-de-exterminio-de-la-sociedad-palestina/

[5] “Leopold II et la Conférence Geographique de Bruxelles (1876), en Hochschild, Adam, El fantasma del rey Leopoldo, Malpaso ed., Barcelona, 1998.

[6] https://news.un.org/es/news?  2025 07 24.

[7] https://infoposta.com.ar/notas/14205/fundamentalismo-ideol%C3%83%C2%B3gico-en-la-pol%C3%83%C2%ADtica-internacional/

[8] https://x.com/BlackIntifada.

[9] https://www.unz.com/runz/more-falsehoods-of-world-war-ii/

[10] https://elpais.com/planeta-futuro/2024-03-10/la-inminente-hambruna-en-gaza-como-hemos-llegado-aqui.html

[11] https://news.un.org/es/story/2024/03/1528032.

[12] Con una bolsa al hombro, 25 o 40 kilos, ¿cuánta distancia habrá de recorrer el portador para llegar a un sitio y con un mínimo de agua y algunos cacharros, elaborar algo para sus hijos, sus padres, sus hermanos lisiados?

[13] Genaro Carotenuto.

[14] Los números oficiales de Israel no son confiables. Porque mienten, siempre o casi siempre, mienten.

[15] https://www.europapress.es/internacional/noticia-reino-unido-advierte-ondear-bandera-palestina-puede-ser-considerado-delito-orden-publico-20231010213944.html.

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Proyecto en Uruguay Arazatí: ¿descartado o redivivo?

Publicada el 23/07/2025 - 23/07/2025 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández / 22 julio 2025

El gobierno del presidente Yamandú Orsi acaba de cancelar el proyecto Arazatí que había presentado el entonces presidente  Luis Lacalle Pou  en el muy inapropiado período en que su presidencia ya había perdido las elecciones para el nuevo período presidencial.

Con el descarte de tal proyecto resultan corroboradas las dudas y críticas que el mencionado proyecto había cosechado desde muy diversos ángulos; la muy problemática toma de agua bruta del Río de la Plata; el invento de un lago artificial alojado en el río con el ridículo nombre de “polder”; la afectación a toda suerte de actividad local en la zona de Arazatí “invadida” por tal proyecto, el descomunal monto a pagar en dólares, hipotecando todo el futuro de OSE a corto y largo plazo, que iba a bloquear disponibilidad de recursos para muchos otros proyectos y necesidades del sector.

Pero el trámite que acabamos de ver a la luz del día sorprende no por su franqueza sino por su modalidad.

Llama la atención que los titulares del proyecto Arazatí no hayan sufrido ni un rasguño en su foja de credibilidad por haber presentado algo que ha sido desechado por su baja calidad  como proyecto, su insuficiencia en la consideración ambiental, su abultado monto…

Y que en algunas reuniones, cabildeos entre la parte empresaria y el nuevo elenco gubernamental, hayan resuelto, “en el mejor de los mundos” cambiar las condiciones del contrato, rehaciendo ahora un proyecto que, en lugar de rondar los 300 millones de dólares iniciales, rondará, inicialmente, los 200 millones de dólares, para hacer otra construcción, en otro sitio, con otras distancias en las conexiones y cañerías correspondientes.

La pregunta que queda en pie es cómo se evalúa este nuevo otro proyecto.

Alguien podría suponer que los montos que rondaban los  300 millones de dólares deberían bajar a 100 millones, en cambio de a los 200 millones estimados a ojos de buen cubero por los titulares del consorcio Aguas de Montevideo y los titulares del gobierno.

Los pasos más sensatos parecen ser que una vez desechado el proyecto Arazatí “por acumulación de faltas”, su proceda a su rescisión. Lisa y llana. Eventualmente, sus titulares podrían reclamar por los daños infligidos a su patrimonio, por lo ya invertido (que parece ser poco) y el lucro cesante.

El consorcio puede evaluar cuánto le conviene exigir la incursión en gastos y esfuerzo o cuánto apostar a ganar un nuevo contrato.

Porque el proyecto que ahora ha brotado de la mesa de negociaciones entre el Grupo de Montevideo y el gobierno de Yamandú Orsi, por tratarse de un proyecto radicalmente distinto al original, parecería merecer una nueva licitación.

El acuerdo amistoso, cambiando todo lo que hay cambiar,  deja en una nebulosa la razón de los montos  de la inversión, del proyecto. Que no es una minucia.

La conferencia de prensa brindada por “las partes”, Alejandro Ruibal, Edgardo Ortuño, nos mostró una confianza mutua, recíproca, que lamentablemente no se compadece con el trámite. Podemos alegrarnos que las partes de un negocio o contrato público-privado mantengan un trato  cordial y de confianza. Pero ese “espíritu” no tiene porqué prolongarse entre otros “actores” en juego, la sociedad en general, en primerísimo lugar.

Si los proyectos se estimaran “a ojos de buen cubero” y la sociedad se sintiera satisfecha con los resultados, entonces diríamos adiós a las licitaciones y a la brega por limitar los gastos y asegurar las calidades.

Pero la experiencia nos dice que es exactamente al revés: tenemos que ceñirnos a normas y regulaciones, sabiendo que aun así, resulta muy difícil no errar, no malgastar, no defraudarse. Pero sin tales recaudos, la cosa sencillamente desbarranca.□

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La decisión judeosionista de exterminio de la sociedad palestina

Publicada el 15/07/2025 - 19/07/2025 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández / 14 julio 2025

La decisión judeosionista de exterminar a toda una población es el verdadero escándalo moral de nuestro tiempo.

Pero, ¿para qué y para quién es un escándalo?

No lo es, en primer término, para Israel, donde la política de exterminio de los palestinos goza de amplio apoyo.[1]

La política genocida es la máxima negación de valores universales que en tiempos bíblicos caracterizó al cristianismo.

El cristianismo forja un dios que, a diferencia del titular del Antiguo Testamento, reconoce rasgos y necesidades universales.

El choque entre éticas tribuales y universales es muy fuerte, decisivo en nuestra condición humana. Somos distintos, nos comportamos de modo distinto, ya sea nuestra ética, nuestros impulsos morales, tribuales o universales.

Tal vez el choque más relevante, en términos racionales, de discurso y de comportamientos, se expresa en la polémica –hace casi cinco siglos– en 1550 entre Fray Bartolomé de las Casas y Juan Ginés de Sepúlveda, dos sacerdotes cristianos que convivieron con la expansión colonial e imperial de España tras el llamado Descubrimiento de América con el cual España incorpora poder, riqueza, población a sus dominios, como nunca antes.

Nuestro curso histórico, el de la modernidad, reconoce ambos cauces –tribual y universal–, en inevitable conflicto.

Y el divorcio entre ambas posturas, impregna nuestra modernidad, sobre todo con la expansión que denominamos capitalista.

El poder de algunos humanos negará y desechará a otros humanos despojados de esos atributos. A veces bastará considerarlos “otros” y ya no tendrán la plenitud de derechos que el universalismo procura atribuir a cada quien.

Nuestra modernidad navegará siempre, agónicamente, entre el universalismo declarado a toda hora y la negación, práctica, concreta de toda igualdad.

Pero no lo reconocerá. Declarativamente, la modernidad tardía, el mundo ‘siguiendo reglas’, el orden jurídico internacional asentado con la ONU, desde mediados de la década de los ‘40 proclamará “la igualdad entre los hombres”. En todo caso, omitirá delicadamente que se trata de “nuestros hombres”, europeos, blancos (que se extiende claro, a las mujeres… nuestras).

Hemos examinado en notas anteriores el sincericidio de Lindsey Graham, un rentado de la AIPAC que tiene una banca en el Senado de EE.UU., que aplica ese doble estándar; la  vieja máxima orweliana: ‘todos somos iguales, pero hay algunos que son más iguales que otros’. Viendo entonces su práctica, resulta muy  poco igualitaria la democracia que se dice igualitaria.

El pensamiento doble se aplica a todo; en particular, en la reproducción de la información sobre la realidad.

–Israel genera un ataque sorpresa sobre Irán (no sabemos si coordinado con EE.UU. o no) y los medios de incomunicación de masas exclaman: Israel se defiende.

–Irán propone normas de control de la actividad militar nuclear en la región. Israel se niega, se ha negado siempre a aceptar forma alguna de control de su actividad nuclear con fines militares. Y OIEA se queja porque no tendría del todo allanado su control en Irán; nada dice porque Israel no le acepta ninguna inspección (sin ni siquiera entrar a considerar los métodos non sanctos de que se valió Israel para obtener su armamento nuclear).

La ONU ha ido tejiendo redes asistenciales ante estados nacionales en crisis, que en general han fracasado; Srebrenica en Bosnia, en Haití, en Myanmar, en los Altos de Golan y en tantos otros sitios.

Evaluó Volker Turk, austríaco, Alto Comisionado para DD.HH. de la ONU (hasta 2022): “También trabajé en esta organización durante los genocidios contra los tutsis, los musulmanes bosnios, los yazidíes y los rohingya. En todos los casos, cuando el polvo se asentó sobre los horrores que se habían perpetrado contra poblaciones civiles indefensas, quedó dolorosamente claro que habíamos fracasado en nuestro deber de cumplir los imperativos de prevenir atrocidades masivas, de proteger a los vulnerables y de exigir a los responsables que rindieran cuentas. Y así ha sucedido con las sucesivas oleadas de asesinatos y persecuciones contra los palestinos a lo largo de toda la vida de la ONU”.

Pero la Gran Hada Madrina del cuento del Tío Sam trasciende los designios iniciales acumulando voluntad y sensibilidad que son propias de los seres humanos, sean cuales fueren las instituciones y aparatos en que se articulen.  Y así, ante el escándalo de la migración forzosa y el robo de tierras palestinas a manos de Israel, gente con corazón dentro de  la ONU ha creado una comisión que ha montado todo una red de servicios para hacer la vida cotidiana de los despojados algo menos invivible (no hay un reconocimiento cabal de los derechos palestinos, pero no se acepta llanamente la política racista de un poder ocupante, por más investido que esté de preceptos  milenarios y cuente con el aval de ”la primera potencia”).

UNRWA cuenta con decenas de miles de asistentes (pensemos que los palestinos, despojados, bloqueados, se estiman en casi 2 millones en la Franja de Gaza y otros más de dos millones en Cisjordania y Jerusalén Oriental).

En el nivel de hostigamiento progresivo que Israel ha desencadenado contra la Franja de Gaza desde 2006, pero particularmente tras el 7 oct. 2023, Israel ha dispuesto por sí y ante sí, la expulsión de UNRWA, acusándola de ser cómplice con Hamás, pese a que apenas se pudo sumariar tentativamente a no más de una decena de sus funcionarios, como los que podrían tener alguna relación o simpatía por Hamás en una plantilla de personal que se cuenta por decenas de miles (y reparemos que Israel inició un cerco de aniquilamiento sobre la Franja de Gaza en 2006, impidiendo progresivamente plantar, producir, disponer de agua potable y bloqueando toda contacto con el mundo exterior, salvo el decidido por el Estado de Israel que monopoliza la provisión de alimentos).

Un campo de concentración, aquel modelo de los ’40, tantas veces reiterado.

Beniamin Netanyahu, ha estimulado el acoso a los gazatíes reviviendo el exterminio de los amalecitas. Al respecto Gilad Atzmon, nacido judío pero que ha roto con esa identidad tribual que se le asignara con el nacimiento, sostiene que el genocidio en curso no es sino “el verdadero regreso a casa de los judíos”.[2]

Son palabras fuertes pero resultan muy acordes con  la mentalidad de la mayoría aplastante en Israel. Sin un fuerte apoyo  popular, no podría haberse desplegado con tanta fuerza una política de desprecio, de acoso, de tanto hostigamiento, de muerte explícita.

Porque entiende de qué habla, Atzmon exhorta a los cristianos a darse cuenta del verdadero alcance y significado del Antiguo Testamento. Esta observación es clave, porque en sus primeros tiempos, los cristianos adoptaron el Nuevo Testamento cada vez con más fuerza, separando ese dios del de la Torah. Sin embargo, y en buena parte, por la corrupción de la Iglesia Católica, primero los valdenses en el siglo 14 y luego Lutero y otros en el siglo 16, rompieron con la Iglesia Católica. Pero cometieron el error habitual: tiraron el bebito con el agua sucia.

Ante el lujo y la disolución vaticana, dejaron de tener como referencia básica al Nuevo Testamento y retornaron al Viejo; la Biblia judía. La del dios despótico. Y con ese movimiento, de reencuentro cristiano con el Viejo Testamento, tenemos hoy en día, sobre todo en EE.UU., pero expandiéndose por todo el mundo, sectas protestantes, que nutren la corriente de los cristianos sionistas de EE.UU., con su poder económico, su fanatismo  religioso y su defensa acérrima del genocidio emprendido contra los palestinos.

Esta coexistencia tácita, pero agónica entre supremacismo e igualitarismo dentro de la Iglesia Católica  es desgarradoramente conflictiva.

En la situación actual, un factor muy vinculado al desarrollo tecnológico, se presenta como decisivo: lo mediático, la infoesfera, que nos permite acceder al conocimiento de manera mucho más integral e inmediata, al mismo tiempo permite el bloqueo de la realidad, como el genocidio actual, a través de un machaconeo mediático caudaloso, inagotable, sesgado y falaz dispuesto para preservar los privilegios de los privilegiados, que han programado un genocidio más para afianzar, precisamente, sus privilegios.

Este segundo momento de la infoesfera pone en cuestión el “efecto mariposa” que una monstruosidad como un genocidio en acto, debería generar. Porque lo pensable, apenas uno advierte un genocidio, es su rechazo más terminante. Y si los genocidas se burlan de las víctimas, como en Israel, peor aún. Y si los usufructuarios del genocidio y de la apropiación de los bienes de los despojados y asesinados, llegan incluso a organizar terrazas desde donde mejor visualizar, cómodamente sentados, cómo los soldados aniquilan palestinos desarmados;  ancianos y niños incluidos, la reacción de repudio y rechazo tendrían que ser aún más intensa. El efecto mariposa tendría que estar adquiriendo la forma de un tsunami político. Pero el efecto mariposa va golpeándose contra diversas aristas, intereses, recursos, tanto desde la esfera judicial o desde la del entertainment, como con los ejércitos de escribas o “creativos” de la corriente mediática principal.

Una tarea se impone: desbrozar ese tejido que se nos quiere hacer pasar como de conocimiento y en rigor es de condicionamiento.

GHF: La Fundación Humanitaria de Gaza (Gaza Humanitarian Foundation) es un buen ejemplo de la neolengua orweliana programada por la intelectualidad israelí.[3]

Bueno es advertir que para adueñarse del destino de la Franja de Gaza (“depurada” de sus habitantes ancestrales) se han aliado en su desguace no solo la dirección sionista israelí sino también el Instituto británico Tony Blair y el Boston Consulting Group; también figura el proyecto de una ribera turística “a todo lujo” para milmillonarios, bajo auspicios de Donald Trump.

GHF desplazó, incluso con violencia, los 400 puestos de asistencia de UNRWA y los sustituyó por una red de 4 puestos de asistencia, y al personal de la ONU civil por militares israelíes.

Teóricamente, cada uno de estos solo 4 puestos de suministro de alimentos tendría que “atender” a una población deliberadamente hambreada (y desde hace años con fortísimas privaciones) de alrededor de medio millón de habitantes. La sola mención del número señala el desprecio, el destrato absoluto por la población que quieren exterminar y no pueden hacerlo abiertamente.  Desprovistos de abrigos y protección, a menudo sin techo o con precarias, vulnerables carpas. No conocemos la regularidad de la entrega de alimentos, pero sí nos enteramos de las balaceras con que frecuentemente los soldados combinan la entrega de alimentos, que dejan el tendal de palestinos no solo hambreados sino así asesinados.

La entrega de alimentos en sí es un ejercicio de abyección: para recibir un alimento deben avanzar por estrechos corredores  de alambrados apeñuscados y a merced de los militares.

A tener en cuenta:

–Distinguir lo real y lo fingido (la maraña aluvional de las fake news)

–No llamar guerra a lo que no es una guerra.

–La mirada racista es necesariamente sesgada.

–Y la mirada supremacista no podrá ver otra realidad que la propia. Como les pasa a los israelíes que lloran tanto a sus muertos sin advertir que, por ejemplo, los palestinos tienen probablemente cien veces más hijos, madres, hermanos, esposos, abuelas, amigos, que llorar, también matados (muy a menudo por los que tantos israelíes lloran).

–Si existe un fundamento teórico en el sionismo, doctrinario para la visión supremacista, como se desprende de ciertos pasajes del Talmud, tenemos que saber que ese discurso teórico afectará inevitablemente la práctica política.

–Un rasgo que vemos sistemáticamente organizado desde la perspectiva de dominio (¿local, regional, universal?) es la más que problemática relación con la verdad: Israel miente. Mienten en todo. Mienten siempre. Tal vez sea el mayor reconocimiento que hacen a la verdad.

–Corolario inevitable: una política que niega la igualdad de los seres humanos no tiene más remedio que mentir.

 –Saber que los que defienden los privilegios que gozan mienten siempre, los que fabricaron esta pesadilla necesariamente mienten, para preservarlas.

–La práctica política de Israel y su desapego radical a todo el ordenamiento político internacional es tolerado y a menudo asistido por los estados nacionales del “Primer Mundo”. Y la pasividad a menudo impotente de estados africanos, asiáticos o sudacas, que cumplen “el orden basado en reglas”. O “se la creen”.

–Paradoja inevitablemente llamativa: que Israel, con su peculiar origen administrativo (primer fruto “cosechado” por ONU), se burle de todas las reglamentaciones, acuerdos, principios, respetos del orden onusiano.

“Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra? Célebre frase de Cicerón, que podríamos retomar: “Hasta cuándo Netanyahu abusarás de nuestra paciencia?”□


notas:

[1] Véase, por ejemplo, Norman Finkelstein, “Netanyahu  es un espejo perfecto de la sociedad israelí.”, blogmediapart.fr, 3 jul. 2025.

[2] “Gaza Genocide is the true Jewish Homecoming”, 6 jul. 2025.

[3] The Israel Project’s 2009.  GLOBAL LANGUAGE DICTIONARY. Uno de sus recurrentes capítulos es “Words that work” (palabras que funcionan-trabajan-rinden).  

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El silencio del gobierno de Uruguay ante Gaza o ante Israel

Publicada el 27/06/2025 - 27/06/2025 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández

ACLARACIÓN PREVIA: titulé esta nota, inicialmente como «El silencio de Uruguay ante Gaza o ante Israel». En las escasas semanas de producción ha aparecido un nuevo jugador en la cancha: grupos y grupetes en varios, muchos puntos del país, reclamando ante un genocidio que se lleva a cabo a la vista y paciencia de todo el mundo.

Es la paciencia la que se va agotando.

Las masacres ahora diarias de civiles gazatíes en los centros de ayuda humanitaria en la Franja de Gaza, que ostensiblemente ha montado el Ejército de Defensa [sic] de Israel, para  desplazar los intentos de salvataje alimentario, médico, clínico, que han procurado organizar tanto la maltrecha, maltratada UNRWA como Médicos sin Fronteras y otras redes solidarias privadas, obligan a la pregunta: ¿por qué tantas masacres? ¿por qué ese desplazamiento de la asistencia desde la ONU y redes solidarias de larga data?

Aunque nos cueste creerlo espontáneamente, los hechos revelan que el ejército israelí tomó sobre sí la tarea “alimentaria”  para facilitar la política genocida, para ”industrializar” así mejor la muerte programada de más y más palestinos. Hay demasiado elementos coincidentes como para soslayar la atrocidad de esa política.

En Israel se ha ido montando toda una estructura de servicios visuales desde los cuales mejor mirar el espectáculo de la matanza: ciudadanos israelíes concurren ávidos a esos emplazamientos para mirar –a distancia y con seguridad–  con telescopios de calidad, la matanza; ver los bombardeos y las demoliciones,  ver, por ejemplo, volar los cuerpos con las explosiones. Como se ha señalado, ver “morir un pueblo como quien contempla una puesta de sol”. Algo peor, todavía: ver cómo es matado un pueblo, toda una población.

No sabemos qué pensó Martin Amis cuando en 2014 publicó su Zona de interés, [1] mostrando jerarcas  nazis conviviendo “idílicamente” con el infierno que habían generado allí nomás, cerca, del otro lado de la empalizada.

El relato fue tomado por muchos comentaristas como una condena más del universo nazi y de ese modo fue interpretado como una reivindicación, siquiera indirecta, del Estado de Israel, genéricamente entrevisto como “lo opuesto” a la Alemania antisemita de los nazis.

Sin embargo, hay un dato entregado por Amis que podría señalar otro enfoque: el abordaje de mundos paralelos. Y cuando uno, beatífico esconde el otro, infernal.

¿Y qué mundo tenemos nosotros para ver mientras israelíes matan a sangre fría con balazos en la cabeza (reiteradamente comprobados) a infantes palestinos? Y cuándo se atrae a población hambrienta a sitios con comida, y a veces, so pretexto de mantener el orden en la fila, y a veces sin ni siquiera pretexto alguno, se riega de balas a los hambrientos, y se suman así episodio a episodio, veintenas de muertos, cincuentenas de muertos?

¿Nos habla Amis de nazis o de mundos paralelos? ¿Y ese mundo paralelo está lejos o en el pasado, o está cerca, muy cerca de nosotros?

¿Y qué nos pasa en Uruguay? La política de los tres monos sabios prosigue, impertérrita.

Uruguay, su expresidente, ahora futuro catedrático de alguna ciencia política, abrió en 2024 una oficina, cultural, faltaba más, en Jerusalén, mientras el gobierno israelí proseguía tranquilamente su genocidio.

Tranquilamente pero ya no en su ritmo pausado. Luego del 7 oct. 2023, ante el copamiento del cuartel regional de Gaza por Hamás y el ajusticiamiento de algunos represores, Israel se sintió como bíblicamente llamado a actuar con la furia, la violencia, la arrogancia,  de  la conocida deidad que, actuando como agente inmobiliario, les habría cedido la tierra, como bien lo sabemos mediante documentos rigurosamente históricos, probatorios, como la Torah.

Y ese mismo expresidente, Luis Lacalle Pou, ignoró las resoluciones de la ONU que han procurado mantener a Jerusalén al margen de la órbita israelí (de la palestina, ni hablar), y puso nuestro país al servicio de la estrategia “boa constrictor” de Israel.

Poco antes, la Universidad de la República (UDELAR) resistió una rendición incondicional a la intervención sionista  en la voz binacional de un catedrático de universidades israelí y uruguaya. No para eliminar ese punto de vista, sino para dar cabida a todas las voces, incluyendo a los partidarios de genocidio, pero no ya como voz oficial de la casa de estudios. Una amplitud increíblemente generosa, pero hasta ahora desconocida  (la UDELAR jamás patrocinó, al menos expresamente, cátedras con nazis, partidarios de la raza blanca como raza superior, torturadores raciales al estilo de los métodos como los de los anglos o los belgas en África, o las técnicas de tortura a poblaciones aborígenes que han  desarrollado los sionistas en Palestina). Es una limitación a la libertad de cátedra  y de expresión,  pero, ¿por qué habría tenido la UDELAR que romper esos límites, para beneficio de un sionismo cada vez más claramente brutal, bíblico, y moramente depravado?

Los silencios de Uruguay duelen. Han dolido mucho. Como cuando el ejército israelí abordó al estilo pirata a la Flotilla de la Libertad del año 2010 (que procuraban restañar mínimamente las enormes sangrías provocadas en Gaza y su población, con la invasión genocida de 2008-2009, con su tendal de miles de muertos y demoliciones masivas), y los militares israelíes asesinaron a varios tripulantes que cumplían con el deber de defender su navegación sin armas de fuego ni cuchillos, apenas con palos (los invasores, después de copar el navío y asesinar a parte de su tripulación robaron además, al mejor estilo lumpen, a los pasajeros calcetines y relojes, como denunció en su momento Henning Mankell, que participaba del intento solidario).

Pero tales silencios han sido persistentes. En 2017, cuando ya el infierno en Gaza venía arrasando a la sociedad desde 2006, mediante la decisión del “carnicero” Ariel Sharon, conocido genocida de los campamentos palestinos de Sabra y Shatila–  de “hacerles las vida imposible” a los gazatíes, una visita de PIT/CNT del Uruguay encontró “todo bien” en  Israel, no para judíos lo cual no sería novedad, sino para los palestinos. “Cualquier país que se precie de democrático dirime las cosas como lo hace Israel”, llegó a decir uno de sus deslumbrados visitantes.

En 2024, el periódico del aparato mundial sionista enlacejudío[2] escribió: “Yamandú Orsi, que ganó por un estrecho margen una segunda vuelta electoral el domingo, se destaca en al menos un aspecto: nunca ha atacado a Israel.” Pésimo planteo, porque la pregunta tendría que ser si Israel ha atacado algo y en tal caso, si corresponde criticarlo, ignorarlo o alabarlo.

Poco antes, no bien se avizoró que el a la sazón intendente de Canelones, Yamandú Orsi, podía ser presidente del país, el aparato, hasbarah, de Israel se puso en marcha y Ana Jerozolimski fue la encargada de guiar al ilustre en visita oficial a Israel en setiembre de 2023.

En su visita, Orsi creyó ver una convivencia –pacífica, normal– entre palestinos e israelíes que la información habitual no le había entregado. El Potemkin israelí[3] no necesitó montarle un tinglado especialmente, porque todo Israel es una puesta en escena. Orsi, que se sepa, no visitó Cisjordania y menos aún Gaza; nos preguntamos qué palestinos habrá divisado en su visita oficial.

Ya investido presidente, Orsi junto a expresidentes uruguayos, Luis Lacalle Pou y Julio María Sanguinetti, fueron objeto de otra operación de Public Relations. Esta vez, de la fundación argentina Ana Frank, la misma que ha erigido una “escultura” luctuosa en la capital federal argentina, en una plazoleta sobre la av. Olazábal.

Yamandú Orsi, una vez más, aceptó la invitación que, como la de su visita a Israel, sirve para realzar facetas edificantes de Israel en el mismo momento en que Israel está asesinando fríamente en Gaza, y cada vez más en Cisjordania y Jerusalén, la mayor cantidad de vidas humanas que se recuerde en las últimas décadas.

En otras palabras, otra operación de lavado de imagen (justo cuando las cotas del exterminio alcanzan niveles insoportables, aun comparados con los habidos en Sudán y Sudán del Sur (otro invento geopolítico de Israel) o en Myanmar. Está clara la voluntad ¿política? de no juzgar la conducta de Israel, racista, supremacista, fríamente genocida.

Hay interesados en sustraer a Israel de responsabilidades, pese a que la brutal franqueza de Netanyahu les juegue en contra.

Si  Israel ataca sin previo aviso a Irán, se lo designa como “ataque preventivo” o como “guerra entre Israel e Irán”.

Indudablemente hay intentos de desvíos de la responsabilidad. Véase esta joyita: “La demonización de  Israel no llevará a la solución del conflicto en Oriente Medio, la comunidad internacional debe centrarse primero en destruir la grave causa de esta guerra que es el terror y luego promover un diálogo genuino y no en perpetuar una narrativa que ignora las complejidades del conflicto.”[4]

Obsérvese el tono doctoral del párrafo. El quid, nos dice, es el terror. Podríamos estar de acuerdo. Fue el terror sionista decisivo para instaurar Israel. Asesinando ya no a contrincantes sino hasta mediadores que procuraban  otorgar derechos a palestinos y sionistas, como el mediador oficial de la ONU, Folke Bernadotte, o incluso a judíos que dialogaban con árabes musulmanes, como Jakob de Haan. Lo que veo cada vez más claramente es que Israel ejerce “el terror”: colonos sionistas serruchando olivos palestinos centenarios, guardias israelíes tirando en sus incursiones a todo lo que se mueve, buscadores inalámbricos previamente diseñados como explosivos detonados como castigo a Líbano por el que son matados varios portadores y centenares quedan heridos, y el país aterrorizado. Pero Galperín no se refiere a esos terrores, bien concretos; no elige el ejercicio despótico de terror que emplea Israel a diario con población palestina desarmada; habla sólo de cierto terror que vino después, como respuesta. Tendría que aprender a leer historia.

Y aprender a leer también psicología. Que “los malos” tienen bastante acotados sus alcances y que, en cambio, el mal que producen muchos buenos, incluso excelentes, es mucho más devastador. Porque el malo, entrevisto, descubierto pierde capacidad de daño, pero el bueno, el excelente, siempre contará con una claque de convencidos (o sobornados o mentalmente reducidos) que le facilitará proseguir su tarea devastadora, aunque “con las mejores intenciones”.

Si criticamos, por ejemplo, “el terror” ya hemos resuelto las claves políticas del momento; apenas acotamos “el grupo terrorista Hamás” o el estado terrorista de Irán y entonces, queda por demostrar lo que creemos ya demostrado.

Seguramente, el Ejército de Defensa de Israel, o el Mossad, o el Shin Bet encontrarán o fabricarán  tales pistas. Porque las pruebas existen de antemano. Y si hay que hacerlas, se hacen. A los inmensos conglomerados de poder no los guía la búsqueda de verdad sino la expansión de la verdad ya configurada de antemano. Los centros de poder optan por la versión que se aviene a la imagen que valoramos: bebitos horneados, mujeres desventradas, árabes que juegan a la pelota, festivamente, con senos femeninos arrancados de cuajo, palestinas falsarias que muestran heridas, horribles, como si se las hubiese hecho la fuerza pública israelí cuando se las han pintarrajeado ellas mismas.

Según Israel los palestinos se dañan  a sí mismos o a sus imágenes. Falta nomás el detalle de cómo han logrado derribar tantos edificios. Con qué explosivos ¡Cómo han desmantelado más de cien hospitales!…

¡Cómo a israelíes no se les cae la cara de vergüenza! ¡Cuánto supremacismo, cuánto ombliguismo, cuánta soberbia racista se les ha inculcado para que se la crean!

Porque Israel no carga sus responsabilidades. De atrocidades. Y cuando una decena de militares femeninas, coquetamente mejoran su aspecto para sacarse una selfie delante de toda una zona urbana de edificios altos en la ciudad de Gaza, destruida por bombardeos (con población atrapada y muerta entre sus escombros), lo que prevalece en la foto es el carácter risueño de “las chicas”, su frescura, y la ajenidad total ante lo que ellas y el resto de Israel ha hecho con esa población, con esa ciudad, con ese territorio. Las hermosas jovencitas son totalmente inocentes. Y si no inocentes, ajenas.

Los del ejército ocupante se sienten tan exentos de culpa que pueden tratar muy mal a ¿quiénes? A los muy malos; porque con los despreciados no necesitamos expresar compasión, solidaridad, ni vergüenza ante niños hambreados, baleados; ni ante la falta de agua (aunque le hayamos cortado el suministro nosotros mismos), ni por la restricción de alimentos que le hemos impuesto hace ya casi veinte años, cuando votaron mal, contra nosotros…[5]

Desde la ONU, hace tiempo, se ha generado un monstruo político, psicológico, ético. Se lo percibe cada vez más claramente. Lo que es más arduo es reconocer a sus progenitores. □


[1]  Llevada al cine por Jonathan Glazer, británico, en 2023.

[2]  https://www.enlacejudio.com/2024/11/28/el-nuevo-presidente-de-uruguay-es-de-izquierda-pero-no-anti-israel/.

[3] Grigori Potemkin fue un ministro de la zarina (de sangre teutónica) Catalina II (reinó de 1762 a 1796) a quien, para impresionar con su gestión, le mostraba fachadas de pueblos inexistentes, que mandó levantar a cierta distancia de los caminos por los que se desplazaba la zarina, ofreciendo un desarrollo, un poblamiento falsos.

[4]  Javier Galperin, El País, Mtvdeo., 31/5/2025.

[5]   La Franja de Gaza es considerada uno de los primeros sitios en que la humanidad desarrolló agricultura. Eso, que debería ser un “tesoro de la humanidad”, ha sido contaminado adrede por Israel para debilitar su capacidad alimentaria.

Publicado en Centro / periferia, Palestinos / israelíes, Poder

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