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Categoría: Palestinos / israelíes

No other land: ¿Hay que ser judío para criticar a Israel?

Publicada el 12/03/2025 - 21/03/2025 por luissabini

por Luis E. Sabini Fernández

Como con la pipa de René Magritte que no es una pipa, lo que usted va a leer no es una recensión cinematográfica; es, procura ser, un abordaje geopolítico, escudriñando los aventajados y los perjudicados, por el emprendimiento.

Las escaramuzas ideológicas que han sobrevenido con la premiación hollywoodense a No other land (No hay otro país),[1] una documental elaborada por dos palestinos (no judíos) y dos judíos israelíes, nos revela, una vez más, las múltiples vías de legitimación sionista en nuestro polifacético universo, en el cual −pese a la enorme diversidad comunicacional y al extraordinario aporte que significa la filmación y difusión en vivo de muchos de nuestros presentes; los de la humanidad (al menos la digitalizada)− y que las usinas ideológicas de la sociedad contemporánea; la del sionismo judío en primer lugar, conservan su predominio mediático.

El episodio No other land tiene varias capas superpuestas de interpretación: en primer lugar, la película premiada con un Oscar ha sido presentada como fruto de dos jóvenes que no exceden la treintena de años; uno palestino –Basel Adra− y uno judío israelí –Yuval Abraham−, como si para facilitar la captación mediática se hubiera simpificado la autoría. Poniendo bajo las candilejas a Yuval y a Basel, los jovencitos bien vestidos e igualados con los trajes negros ad usum para Óscares.

La propaganda nos omite así la existencia de un equipo compuesto además por Hamdan Ballal, otro palestino, no tan joven, documentalista de profesión, dedicado precisamente a documentar los despojos de su tierra a manos de un sionismo hipermilitarizado, y por Rachel Szor, otra cineasta jovencita, israelí.

Sin duda, la intención mediática ha sido igualar figuras. Basta verlos con los óscares en la mano para darse cuenta. Y si no hay nada igual ni igualable es, precisamente, el conflicto generado con la llegada del sionismo a Palestina a fines del s xix.

Poco a poco, se fue procesando el abismo que hoy separa a judíos israelíes y palestinos (palestinos de cualquier credo, salvo tal vez, judío). Porque en el mismo territorio pervivió una sociedad histórica –la de los palestinos−, digamos espontáneamente, con sus problemas, crisis, desafíos y condición geopolítica (Palestina era una provincia dentro del imperio turco y carecía de una capa de propietarios fuerte y propia), y una sociedad, nueva, la sionista, no histórica sino de diseño, proyectada para implantar en el mismo territorio mediante usurpación, debidamente calificada con lenguaje bíblico, como “redención”.

Con un diseño señorial de progresivo asentamiento. Lo de “la redención” es crucial porque el sionismo se permitirá los mayores abusos mediante la santificación de sus fines: redención de la tierra es quitársela a “infieles” para que, adueñada por judíos, la tierra se sienta bien: una mistificación ideológica que irá labrando su huella psicológica en los judíos, ellos mismos santificados, haciendo posible cualquier comportamiento; es decir, cualquier abuso o delito.

A lo largo de las décadas, lentamente, al estilo constrictor, el sionismo irá ahogando la vida social, espontánea, de la sociedad palestina que alberga en su seno esta otra formación social no clandestina, pero reservada. Esta nueva entidad irá tomando más y más funciones e instancias de la sociedad general. En la década de 1920, el sionismo inaugura una universidad hebrea. Palestina todavía no contaba con universidad propia. El carácter satélite de la sociedad palestina dentro del universo musulmán la hacía sociedad periférica. El Islam disponía de otros centros culturales, religiosos y universitarios (aunque sí, contaba y cuenta con un epicentro islámico de primer orden en Palestina; la mezquita Al Aqsa; una de las más intensas expresiones de la crisis porque el judaísmo tiene en el vecino a la mezquita Muro de los Lamentos, un sitio privilegiado propio, que coliden inevitablemente.

El estado forjado paso a paso por el sionismo dentro de la sociedad palestina, de impronta musulmana, ha crecido tanto que a la llegada del siglo xxi, lo que queda de la sociedad palestina son vecindarios seccionados y aislados entre sí, caminos de interconexión sin mantenimiento alguno, progresivamente bloqueados o interceptados por los múltipes checkpoints, carreteras destrozadas que apenas permiten el  paso de un carro con ruedas grandes tiradas por burros y de algún vehículo destartalado, en tanto autos y camiones se despliegan raudos en las carreteras que unen las ciudades,  pueblos y barrios israelíes.

Palestina ha sido así fragmentada, aislada, despedazada.  Desde 2006, por haber votado “mal” de acuerdo con los intereses de los dueños del poder, Gaza pasa a ser considerada “irrecuperable” e Israel decreta su pena de muerte (el resto de Palestina es “recuperado” mediante fraude y violencia por “las autoridades”). Dado el volumen de la población, la pena de muerte se efectuará escalonadamente…

Desde esas elecciones, únicas veraces y confiables desde mucho tiempo atrás, la franja será aislada por completo: no hay acceso ni por mar –ni una sola de las Flotas de la Libertad, que buscaban acercarse solidariamente logrará su cometido−, ni por aire –el aeropuerto financiado generosamente por la asistencia española será bombardeado e inutilizado todo su instrumental por Israel; tampoco por tierra. Allí, los pasos son todos controlados por Israel, salvo los que hay con Egipto, que serán a su vez celosamente controlados (mediante el condicionamiento financiero israelí del gobierno egipcio).

Desde 2006, entonces, comienza la agonía gazatí, más acentuada todavía que la generalizada de todo el maltratado territorio palestino.

Control absoluto de los alimentos, del agua, de los medicamentos, mobiliarios, libros.

Todo este proceso genocida, lo puede ver quien quiera dirigir su mirada a Palestina. Y a Gaza. Y lo hemos visto desde cualquier continente; desde Asia, o América, o incluso desde Israel. Así lo ha visto Yuval Abraham, el periodista hoy laureado con este Oscar. En abril 2024 escribe un artículo que publican la revista-e +972 Magazine, de EE.UU. y Viento Sur, de España: ”«Lavender» la máquina de IA que dirige los bombardeos israelíes en Gaza”.

Parco de juicios, generoso de información, el joven exhibe la monstruosa máquina de matar que los mandos israelíes han dejado librada a puros mecanismos: echar bombas a sospechosos de listas infinitas de hogares palestinos que podrían, pudieron, pudieran estar vinculados con alguien que alguna vez tiró una piedra o hizo una protesta. Echar tales bombas, si son “bobas” contra todo tipo de  blanco; si son “inteligentes” a cuadros sindicados como organizadores de la resistencia. “Un dispositivo especial que pueda procesar con rapidez cantidades masivas de datos para generar miles de potenciales ‘objetivos’ de ataques militares”, tratando tales listados “como si de decisiones humanas se tratase”.

Por ejemplo, se dispuso que: “que por cada agente subalterno de Hamás señalado por Lavender se permitía matar hasta 15 o 20 civiles […] Las fuentes añaden que cuando el objetivo ha sido un alto cargo de Hamás, el ejército ha autorizado en varias ocasiones la muerte de más de 100 civiles en el curso del asesinato de un solo mando.”[2]

Abraham nos muestra que el objetivo en todos los casos es el exterminio de los palestinos. Porque ¿qué son los 15 o 100 civiles sacrificados en cada asesinato que les resulta atractivo? Población, seres humanos, niños, esposas, abuelos.

Abraham es un judío de buen corazón. Como fueron los refuseñik que se negaron a participar en las matanzas colectivas de Israel en 2008 y 2009 (“Operación Plomo fundido”) o en la sangrienta incursión, también a Gaza, en 2014. Como lo fueron conscriptos encarcelados que han generado otro grupo refractario a la rapiña sionista; “Anarquistas contra el muro”. Pero atenti: estos últimos se autocalifican como “un puñado” y las cartas de los refuseñik han sido firmadas por 52: el ejército israelí ronda entre 150 mil y 200 mil combatientes. Que además se valen de todas una serie de tecnodispositivos, como la Cúpula de Hierro, el ya citado Lavender o el programa “¿Dónde está papá?”[3] para “extender” sus brazos y sus dedos en gatillos.

Lo que importa con películas y realizaciones como No Other Land, es el significado político que nos aporte. La peli nos muestra diálogos ásperos, escasos, pero la realidad israelí actual es otra cosa. Israel tiene, por ejemplo, un ministro a cargo de las cárceles (Ben Gvir) que postula la matanza de presos; el Lavender que desnuda Abraham (en 2024, luego del 7 oct.) está diseñado para matanzas colectivas, impersonales y evitar que algún soldado del “Ejército de Defensa” de Israel cargue sobre su conciencia alguna perturbación.

La máquina de exterminio de lo palestino avanza imperturbable y tan alejada de manos humanas, que satisface a los mandos, a los políticos… y a los mismos soldados.

Y mientras un ministro de la horda de Netanyahu, Miki Zohar, se queja que No Other Land ‘distorsiona la imagen de Israel ante el público internacional, difama a Israel en el escenario mundial’, ni advierte ni quiere advertir que la difamación no es sino verismo; ahora superados por la expansión de atrocidades, cada vez más anónimas del ejército.

Abraham traiciona, sin querer, obviamente, la gravedad de su mismo mensaje y su labor periodística cuando reclama “el fin de la destrucción de Gaza y la liberación de rehenes israelíes”. Es afectivamente comprensible su reclamo. Pero no podemos hablar de los rehenes israelíes (tomados como tales cuando la incursión palestina del 7 oct. 2023) como un fenómeno en sí, como un generador del conflicto, como lo asienta Abraham: Israel ejerce desde hace décadas la politica de tomar rehenes: miles de rehenes (en condiciones infinitamente peores) que Israel levanta, sistemáticamente, en las calles, en los stiios de trabajo, en hogares, y son internados, sin juicio, “administrativamente”, por meses, años o décadas. Por décadas. ¿Acaso los judíos tienen “coronita”? ¿Cómo podemos reclamar el (justo) fin de tan odioso método sólo para judíos?

Todo el valiente y esclarecedor documental No Other Land, con toda la violencia que desnuda, la indiferencia sistemática de supremacistas militares israelíes destrozando baños, cocinas, techos, dormitorios; el uso de armas de fuego contra dueños de casa sin armas,  atropellados y robados, el impedir hacer una escuela para los 600 niños de las aldeas vecinas,[4]  el discurso mismo de Basel Adra: “película escrita por un colectivo palestino-israelí […] mi esperanza para mi hija [tiene 2 meses] es que no tenga que vivir la misma vida que estoy viviendo yo ahora,  siempre con miedo, siempre temiendo la violencia de los colonos, las demoliciones de los hogares y el desplazamiento forzado que mi comunidad Masafer Yatta vive y enfrenta cada día bajo la ocupación israelí que hemos soportado durante décadas mientras pedimos al mundo que tome medidas serias para detener la injusticia y frenar la lmpieza étnica del pueblo palestino”.

Los militares se burlan de Adra y Abraham y su periodismo.

Este alegato ha sido históricamente a lo largo de años y décadas, persistente y valerosamente asumido por incontables palestinos, igualmente valerosos, como Emat Burnat (Cinco cámaras rotas), Ahed Tamimi e incluso otros humanos solidarios, no palestinos como Rachel Corrie, asesinada precisamente por ello.

Pero desde el 7 octubre 2023, la hybris sionista perdió la paciencia, mediante la cual, la “redención” de la tierra les estaba demandando décadas (y costo político, porque los humanos generalmente resistimos la injusticia flagrante por más  de señorial que se la invista) e Israel ha optado por: 1) el modelo “Conquista del Oeste” estadounidense;[5] 2) la doctrina Hannibal (exclusividad racista del propio pueblo) y 3) el control mediático de “la” verdad. Así, ante el copamiento de Hamás y otras organizaciones de resistencia al sionismo, del 7 de octubre 2023,  “justa indignación”, como si “el artero ataque” proviniera en cielo sereno, tratando a sus protagonistas como de violadores de no sabemos qué paz.

Ya no estamos ante muertes puntuales, como en No Other Land sino ante muertes masivas y por doquier.

La situación de los gazatíes, y cada vez más de los palestinos en los territorios disputados, es ahora muchísimo peor que lo que traslauce el alegato de Adra que hemos espigado: ya no se trata de casas derribadas, de gente viviendo en cuevas  sin siquiera agua corriente…. en Gaza, el bombardeo masificado no produce ya desalojos sino muertes, no de combatientes sino de población civil en medio de los escombros de una artillería que deshace ciudades… Y ya no sólo en Gaza sino en Cisjordania o en Jerusalén.

En el momento actual, la documental palestinoisraelí sustrae de las candilejas la monstruosidad que está pasando allí nomás a pocos km de Masafer Yatta. Allí, entre vecinos vemos un cartel: “Palestinians lives matter”. Se entiende la intención; adueñarse de la consigna que los afroamericans difundieron contra la violencia policial estaodunidense. Me pregunto, empero, porqué la consigna no está en árabe, al menos en las tomas locales, las que no son for export.

−“Te llevan [detenido] y es una suerte de tortura emocional”, dice Adra a propósito de la detenciòn de su padre; el documental ilustra la coexistencia (forzosa) entre autos “amarillos”, de israelíes y autos “verdes” (palestinos).

−Ante un ataque pide un palestino: “Dame una cebolla por los gases lacrimógenos”.

−Una madre, desesperada por el hijo que fue baleado porque trataba de evitar que los soldados le robaran  un generador,  y ahora esta parapléjico, se pregunta qué hacer y si lo mejor no es que Allah se lleve a su hijo…

−Adra les grita, indignado: “Soldado: estoy filmando todo esto.” [6]

Pensemos estas situaciones, en los territorios gazatíes luego del 7 oct. 2023. Cuando los militares derriban todas o casi todas las edificaciones de las poblaciones gazatíes a veces con gente adentro, enterrada viva (a ese grado de degradación ha llegado el ejército “más moral del mundo”).

Estamos mucho peor de lo que nos muestra No other land. Como cultura humana. Como red mundial. La impunidad de Israel es manifiesta. Siempre hay gente, humanos de buen corazón y coraje civil. Hasta en la ONU. Honor a UNRWA, a Francesca Albanese, italiana, a Richard Falk, judío estadounidense (de la estirpe de los  Benjamin Freedman, ayer y Max Blummenthal hoy), a Folke Bernadotte, sueco, el primer mediador del conflicto palestino-israelí, asesinado −por quien será guardaespaldas de Ben Gurión−, “gracias” a sus esfuerzos para lograr una solución justa dentro de la ONU.

Israel no rinde cuentas. Nadie −significativo− se las pide. Como explica un periodista lúcido: “Informes concluyen que Israel comete genocidio. Occidente bosteza”.[7]

Mientras las atrocidades cometidas antes por el sionismo ahora por Israel se ventilen en Óscares, Israel seguirá impune.□

notas:

[1] Ceremonia del Óscar, Hollywood, 3 mar 2025.

[2] Estas aplicaciones siempre tienen desvíos para peor: cuando el soldado israelí Gilad Shalit es capturado en 2006, las fuerzas israelíes procuran rescatarlo mediante sucesivos allanamientos a diversos locales palestinos presumiblemente de Hamás o no. Durante muchos meses, más de un año. A lo largo de esos presuntos rescates, jamás exitosos, se estima entre cien y doscientos los palestinos asesinados. Shalit fue canjeado varios años después por más de mil presos palestinos y fue visto públicamente una sola vez. Al declarar que había sido siempre bien tratado, nunca se lo volvió a presentar.

El episodio nos permite corroborar que sin «Lavender» ya se cometían “excesos”…

[3] Escalofriante programa para matar junto con “el blanco”, esposa, padres, hijos…

[4] https://es.wikipedia.org/wiki/Masafer_Yatta

[5]  Genocidio de los pueblos nativoamericanos o su reducción a campos de concentración denominadas “reservas indígenas”.

[6] En el documental se aclara que la invocación militar a desplazar a los pobladores palestinos de la región por necesidades logísticas, se reveló finalmente, sólo una excusa.

[7] Jonathan Cook, https://www.middleeasteye.net/opinion/gaza-israel-another-expert-report-committing-genocide-west-yawns. Middle East Eye, 25 dic. 2024.

Publicado en Centro / periferia, General, Palestinos / israelíes, Poder, Poder mundializado, Política

GENOCIDIO AL DESNUDO Y A LA VISTA DEL PÚBLICO

Publicada el 19/02/2025 - 05/03/2025 por luissabini

19 febrero 2025

por Luis E. Sabini Fernández

La historia muestra el  conflicto de fuerzas diversas,  a menudo contradictorias. Lo cual da paso a diálogos, a menudo ríspidos. El diálogo suele ser parte de muchísimos conflictos humanos.

Calígula, al parecer, si dialogaba, lo hacía sólo con Incitatus, su caballo. En tal caso, se ha perdido todo diálogo humano.[1] Relaciones de ese tipo existen, por ejemplo, con una noción de estado absoluto, que prescinde del diálogo: “El estado soy yo”, de la monarquía absoluta de los Borbones.

Pero en general, el desarrollo y la convivencia de diversas culturas y naciones implica cierta suerte de diálogo.

Los genocidios constituyen, en cambio,  la antítesis a todo diálogo.

Medidas genocidas, como la matanza nazi de judíos (y otras categorías de humanos también rechazadas por el nazismo), se han llevado a cabo de modo no del todo públicamente. Se sabía algo, se intuía algo, muchos sospechaban con certeza, pero no había nada abierto, explícito.

Cuando los hutus, perfectamente amparados por poderes extrarruandeses,[2] libran una matanza de tutsis que se estima puede haber llegado a ser de un millón de seres humanos, hombres, mujeres, niños, “empresa” que insumirá varios meses del año 1994, otra vez, como con el nazismo, hay barruntos, indicios, algunos tienen certezas o cuasicertezas, pero  no existe la declaración abierta, descarada, sin tapujos, de semejante política: el genocidio.

Lo que se ha desencadenado el 7 oct. 2023 en la Franja de Gaza; se ha constituido en un genocidio a cielo abierto, a la vista (y paciencia; nunca tan bien aplicado este segundo aspecto) del público.

El genocidio explícito desatado el 7 oct. 2023 no sobrevino en cielo sereno. El genocidio palestino y en particular el gazatí, venía manifestándose desde por lo menos 2005 o 2006.

El episodio disparador parece haber sido la autoevacuación de unos pocos miles de colonos sionistas que se habían instalado a la fuerza en la Franja de Gaza construyendo enclaves a todo lujo en el saqueado, magro territorio. Se retiran, tras destrozar todas las costosas instalaciones que habían montado en medio de las privaciones a que estaban sometidos los palestinos. E Israel inicia el cerco mortal a la Franja, impidiendo todo contacto de dicho territorio ni por aire (destrozan el aeropuerto de la Franja financiado en su momento por la asistencia española), ni por agua (bloquean el puerto y cercan su costa al punto que los pescadores palestinos pueden apenas pescar en la orilla (siendo baleados si entran aguas adentro), ni por tierra, adueñándose militarmente de todos los ingresos salvo los fronterizos del lado egipcio; a Egipto se le impone su política de bloqueo, que, estrangulado financieramente, acata.

Esa escandalosa mudanza, hiriendo tierras y sociedades, parece responder a un hecho político preciso: luego de años y años sin que los palestinos pudieran decidir su destino político, porque Israel bloqueaba toda salida autónoma fuera de su influencia o porque las elecciones palestinas eran cada vez más amañadas, en 2006, con la presencia de veedores internacionales confiables, como el Centro Carter, se logran elecciones con un margen aceptable de veracidad y ¡oh sorpresa! es Hamás, confesional, islámico, tradicionalista, lo que gana las elecciones. Se prueba así que los palestinos habían estado embretados por partida doble: desde el designio sionista, reinventando un país a su servicio desechando “el material humano” allí presente, y desde una dirección política que en algún momento fue de resistencia a la imposición sionista, pero que por desgaste y/o derrota fue siendo políticamente deglutida, por más que sus banderas “de izquierda o socialista”  se siguieran enarbolando y confundieran a muchos simpatizantes de la causa palestina.

Hamás se impuso categóricamente en la Franja de Gaza. Y más ceñidamente, también en Cisjordania y Jerusalén (Oriental). Inmediatamente, con “asistencia” israelí, la OLP y su liderazgo congelado procuran rehacerse del gobierno, ignorando los comicios: los candidatos votados de Hamás son detenidos y depositados en cárceles y la alianza espuria entre Israel y la ANP logra readueñarse de facto de los cargos en Cisjordania. Pero los dirigentes de ANP no pueden mantenerse dentro de la Franja de Gaza.

El resultado electoral, real, Hamás al gobierno, es lo que decide a la dirección sionista a eliminar a Gaza, derecho viejo. Claro que no se puede hacer todo “de una”…

Desde entonces, Israel inicia un cerco de hierro: todo suministro proviene exclusivamente desde Israel. Los que quieren hacer desaparecer a la Franja de Gaza y su población refractaria se constituyen en sus aprovisionadores exclusivos. La alimentación mengua y el agua empeora deliberadamente su calidad. Los viajes se dificultan. Se inicia un “trapicheo” moralmente atroz: cuando un enfermo no puede atenderse dentro de la Franja y tiene que ser internado en hospitales de, por ejemplo, Cisjordania, las autoridades chantajean al enfermo: lo dejan ir si se hace infidente.

Todo va escaseando cada vez más: alimentos, medicamentos, elementos de cultura, ladrillos, canillas, vajilla, jabón, vestimentas, y, claro, agua. Israel derriba toda alberca y balea los depósitos de reserva cerca de su  base, para vaciarlos.

Nadie enjuicia a Israel por esos comportamientos. Entre 2006 y 2023. Todos pregenocidas. Preparatorios de un desenlace que no puede no ser genocida.

Las observaciones se van apilando. Lo advertirá el noruego Richard Falk, comisionado  de la ONU ante los territorios palestinos, y recientemente la italiana Francesca Albanese, relatora de la ONU sobre la cuestión palestina.

Pero la ONU carece de ejecutividad. António Guterres, su secretario general, es un monumento ecuestre a la impotencia. Todo el diseño onusiano está cuidadosamente establecido. Porque, como han sincerado algunos privilegiados, la igualdad no es igualitaria. Las medidas se declaran para todos, pero el sagrado principio de desigualdad ante la ley preserva a algunos de cumplirla.[3]

El proceso de estrangulamiento programado por Israel, se remata  con el “Acuerdo del Siglo”, en 2020 para solucionar el “diferendo” palestino-israelí, firmado entre Israel y EE.UU., donde los palestinos ni siquiera aparecen como notificados, menos aun firmantes. Esa ausencia confirma la política de erradicación/usurpación/extinción/exterminio (proponemos al lector elegir la denominación más acorde).[4]

Así que el sionismo se dedicó a incentivar su política de negación de lo palestino. Pero matar directamente y no masivamente, solivianta. En cambio, políticas restrictivas; deterioro de salud, falta de asistencia, restricción de agua, escamoteo de alimentos nutritivos, generación de enfermedades (por ejemplo, echando material contaminante a la tierras más altas de Gaza, asegurando que lentamente se van a extender por toda su escasa superficie, camino del mar), tienen a la larga el mismo efecto. Y la política de “redención de la tierra” funciona así con menos fricciones (pero necesita más tiempo).

Algunas organizaciones políticas palestinas, como la ANP, con su seudoindependencia  vegetaban parasitariamente. Pero organizaciones enfrentadas al sionismo, como Hamás, vieron la encerrona. Y la agonía. Y la inminente extinción.

Parece ser que un estratego formidable, Yahya Sinwar, que en sus larguísimos años de cárcel llegó a conocer el modus operandi israelí y aprendió hebreo, advirtió que esta vez el asentamiento sionista avanzaba y se hacía imparable. Había conocido el amargo sabor de la represión a mansalva cuando estuvo entre quienes forjaron las Marchas por la Tierra, en 2018 y 2019, absolutamente pacíficas, que así y todo cosechó centenares de muertos y mutilados palestinos. Como tantos palestinos, vio el disfrute de las tropas de élite de Israel, haciendo su cometido; el destrozo de los cuerpos de palestinos y palestinas.

Y los más decididos entre los decididos hicieron el copamiento guerrillero del 7 de octubre, ajusticiando (nunca mejor usado el verbo) decenas de policías o soldados (hay que tener en cuenta que en un seudoestado nacional como Israel, que en rigor es un verdadero territorio de conquista –en movimiento, en realización− no hay distinción entre soldados y policías, al menos hacia la población colonizada). Y “cosecharon” unos dos centenares de rehenes para intercambiar por sus millares de presos (la mayoría “administrativos”, es decir sin delito ni juicio a la vista; únicamente sustraídos a la circulación social). Este último operativo disparó muchas situaciones de violencia porque en general los israelíes cuentan con muchos dispositivos de seguridad.

Se ha insistido mucho en el posible carácter de celada israelí, por la demora en la respuesta (nada menos que seis, casi siete horas, en un territorio diminuto y con un ejército como el israelí, proverbial en su coordinación y dispositivos de respuesta). Actuar “defendiéndose” le habilitaba un contraataque feroz.

No tenemos pruebas fehacientes. Pero ante la dificultad de aceptar tanta demora en la reacción, se tejen hipótesis, inevitablemente, procurando entender el significado del choque de colonizados expoliados y tratados como inferiores −que a su vez se sienten dignos y en modo alguno inferiores− y colonizadores racistas que habían fomentado inicialmente a estos refractarios religiosos islámicos para quitar de en medio a los movimientos palestinos laicos, socialistas y antiimperialistas.

El decurso histórico ha dado un crudo mentís a las expectativas israelíes de la primera hora, a tal punto que el mismo Israel ha cambiado su estrategia y ha convertido a fuerzas musulmanas como Hamás en su adversario principal, puesto que las principales organizaciones laicas de la “izquierda” palestina han sido al menos parcialmente deglutidas con el espejismo de un (mini)estado palestino, recibiendo su principal agrupación dinero y armas para sostener sus estructuras administrativas de personal palestino en los miniterritorios con autonomía muy relativa (para algunas tareas municipales).

El planteo de los resistentes resultaba inadmisible para Israel desde todo punto de vista. Porque procuraban, exigían, ser tratados de igual a igual. Algo que es ajeno a la mentalidad colonialista en general y sionista en particular. ¿Cómo seres inferiores, gente subhumana, puede pretender tamaño encumbramiento?

No sólo que no corresponde, sino que molestan, irritan, alegarán muchos israelíes, titulares del proyecto de ciudadanos de primera categoría.

Sinwar acertó, pagándolo con su vida. Porque Israel le mostró al mundo lo que es su hybris, perfectamente salpimentada con chutzpah.

Basta ver la foto de exteriores de una decena de soldados femeninas que combinan su gracejo juvenil, con selfies y acicalamientos, en plena calle, a la intemperie, ante lo que queda de Gaza en escombros, rodeadas de ruinas de edificios civiles con viviendas que tienen cadáveres entre sus escombros, entrecruzados con planchadas y columnas derribadas. Ellas sonríen, risueñas, coquetas, fijando un momento histórico… todo recién derribado sin duda, todavía el olor a podrido, a muerte, no ha alcanzado sus delicadas narinas…

Esa foto es la expresión más atrozmente sincera del ombliguismo, de la falta radical de diálogo, de una suerte de solipsismo que le hace creer a su titular que está solo. En el mundo. Que el mundo circundante no existe. Que no existe el prójimo.

Toda idea de diálogo en su sentido filosófico, existencial, está de más. Todo es pan con pan.

Para agregar al autismo militante que nos muestra la foto, hemos visto otros videos subidos sin más a internet con otras israelíes, haciéndose las lastimadas, remedando burlonamente a palestinas que estarían inspirando lástima, con heridas falsas. Estamos hablando de la población gazatí a la que se les ha derribado casi todas sus viviendas, arrasando cuerpos, mobiliarios, vestimentas, alimentos, instalaciones de agua y mucho más… hermanos, hijos, abuelas… esas palestinas se quejan −según las burlonas israelíes−, mintiendo.

Hay videos en que israelíes gozan tomando agua o dilapilándola. El escarnio ha sido de tal volumen que ”la Comsión Europea instó a x, meta y tiktok a eliminar [tales] imágenes.” [5]

Cuesta incluso escribirlo. Ser tan mendaz, tan sádico, tan repugnante, tan risueño y gozoso ante el mal ajeno (que has infligido tú mismo) daña el alma… hasta de quien lo escucha.

¿Cómo podemos siquiera aproximarnos a esa actitud ante seres humanos?

Como explican religiólogos con mucho fundamento –Laurent Guyénot, por ejemplo− esa enorme distancia o abismo entre los habitantes del Gran Israel y el resto de la humanidad puede intuirse a partir de un exclusivismo religioso, social, psíquico, que haya generado un abismo entre los titulares de esa religión y el resto de (¿la humanidad, el planeta, los contemporáneos?).

Un deslinde se impone: la religión de estado que se considera base ideológica del Estado de Israel no es la religión judía que profesan muchos judíos que no son sionistas ni israelíes.

Volviendo al Estado de Israel, entendemos que no tiene sentido entenderlo como un estado más, como si fuera  otro Portugal, otra Polonia, otra Malasia.

Estos últimos países, que he enumerado al azar, tienen su historia, con tramos imperiales, con tramos racistas,  con tramos de esclavitud. Sociedades, más o menos azarosamente constituidas, por humanos.

Israel es otra cosa. Sus “pergaminos” vienen celosamente dispuestos en disposiciones de “el libro”, “el libro de los libros”, como si se tratara de pruebas científicas, inapelables, tan incontrovertibles como la Gran Muralla China o la Torre Eiffel.

Y esa documentación exclusiva, en un diálogo también exclusivo con cierto dios les habría otorgado un derecho clave… como dice risueñamente el ya invocado Guyénot: “Tenemos el mismo dios, pero Él nos eligió a nosotros.”

Israel es una sociedad donde el periódico más progresista se pregunta, con total normalidad:  “¿Por qué Israel todavía no ha asesinado al líder Yahya Sinwar, en Gaza?” [6] Lo pregunta tan neutral y naturalmente como si preguntara porqué el ministro fulano de tal no concurrió al evento de ayer.

Lo expresa con claridad la Cátedra de Estudios Palestinos de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires: “[…] El desparpajo y la brutalidad con la que se anuncia semejante crimen colectivo de lesa humanidad son demostrativas de la impunidad con que operan ambos estados colonialistas [EE.UU. e Israel]  y del propósito de continuar violando en forma continua y cada vez más acentuada el derecho internacional. En particular, la Carta de las Naciones Unidas que prohíbe la conquista del territorio de otro pueblo, la Declaración Universal de los Derechos Humanos y todos los tratados que la complementan, especialmente la Convención sobre Genocidio antes citada.” (5 feb. 2025)

Las violaciones resuenan, y destaco lo del desparpajo. Que trasunta la enorme, insondable impunidad que goza tan peculiar formación política. Que no tiene Constitución, que no tiene límites. Y que confunde permanentemente, y cada vez más, su jurisdicción con la de EE.UU. (que en ciertos aspectos es como decir que se confunde con por lo menos medio mundo…).

Ese desparpajo se refuerza con la prescindencia del resto.  Jonathan Cook, el extraordinario periodista británico que viviera durante décadas en Nazaret  titula un artículo  reciente: ”Otro informe de expertos concluye que Israel está cometiendo genocidio. Occidente bosteza”.[7] (25 dic. 2024)

Caitlin A. Johnstone, en este mismo mes de febrero, revisando una encuesta del Jewish People Policy Institute (Instituto de Política del Pueblo Judío) registra que apenas el 3% de los judíos israelíes consideran inmoral el plan de expulsión masiva de palestinos[8] de la Franja de Gaza que procura llevar a cabo la sustitución de población árabe por población “del libro”, según la terminología judía ortodoxa.[9]

Desparpajo, desfachatez y el bostezo de los otros.

El lenguaje sin tapujos de la violencia y el asesinato: el ministro de Seguridad israelí (el equivalente de un ministro del Interior rioplatense) se indigna cuando periodistas preguntan por la comida deficiente para presos palestinos (porque se ha producido un terrible deterioro): −¿Comida para presos? Responde Ben Gvir: −Balas, eso es lo que merecen, ¡voy a pasar un informe para que reciban bala, no pan!

El presidente del llamado Estado de Israel, Isaac Herzog, para muchos, un moderado, es decir que no sería de andar diciendo atrocidades o bravatas, declaró: “No hay inocentes en Gaza.”  La enormidad, clínicamente genocida, de esta frase nos da la visión que Israel, los sionistas y judíos israelíes en general tienen del “problema palestino” (un problema, que ellos, justamente, crearon: hubo judíos conviviendo con árabes musulmanes durante siglos, pero no eran sionistas).

Esa actitud que hemos citado de Herzog condiciona también brutalmente la respuesta. Hace brotar la resistencia. Si alguien quería su tierra, su entorno, su idioma, pero además si se lo condena como delincuente por todo ello, ¿qué queda? Aferrarse a su tierra (y a rasgos que de pronto no son compartibles o saludables; para quien esto escribe toda religión monoteísta es potencialmente fanática y asesina, porque genera una estructura de poder vertical, y en ello incluyo a la religión judía, al cristianismo y al Islam). Pero los palestinos viven, vivían en su tierra y no quieren se expulsados como ratas o basura, porque no son ratas ni basura. Y están en su tierra.

Gaza, además, carece del pedigree bíblico otorgado a zonas como Samaria, como asiento histórico de tribus judías. Gaza fue colonia romana y con religión no judía en el tiempo de los reinados judíos cercanos. Palestina no es sino una modernización de su nombre en latín, Philistina: tierra de filisteos)

Ayelet Shani (30 ago 2024, en Haaretz), judía, ha planteado: “Creo que el sueño sionista no es viable por haberse basado en errores.” Está dicho con muchísima suavidad. Pero así y todo…

Y el rabino Avidan Freedman, que vive en Cisjordania (en la colonia judía de Efrat) declara “rechazar lo que ve como una santificación de la fuerza”. Se pregunta: “¿Quién sino un dueño de su tierra la defiende junto a sus hijos con tanta dignidad y empeño? Y se plantea que no ve el mismo amor a la tierra de sus cofrades judíos. Dice: “Si nuestro pueblo realmente hubiera valorado la tierra de Palestina, no habríamos sido testigo de estas oleadas masivas de judíos huyendo por los aeropuertos”, Y confiesa que no comparte para nada “las peores atrocidades que infligíamos a los palestinos: asesinatos, encarcelamientos, bloqueo, segregación, e incluso ahogarlos en drogas y corromper sus mentes con ideas que los alejan de su religión, como el ateísmo, el libertinaje y la perversión sexual.” [10]

La descripción citada nos permite ver la gravedad insondable de esta empecinada conquista de la triturada, despedazada, despellejada Palestina y su población.

Jonathan Cook ha estado observando la clara mengua de noticias sobre Gaza y Palestina en la prensa británica. Es indudable que eso, la represión de noticias, tiende a eliminar el tema de la agenda.

Pero la situación mediática actual no es propicia para ese tipo de “conspiración de silencio”. Porque la multiplicidad de fuentes es casi ingobernable y hasta el paralizador celular cumple en este aspecto una función removedora: cualquiera que ve un acontecimiento lo puede fotografiar, filmar, comentar y difundir.

De todos modos, como advierte el ya multicitado, Cook en la misma nota: “Ver cómo se desarrolla un genocidio semana tras semana, mes tras mes, y no poder hacer nada para detenerlo tiene un efecto terrible en nuestra salud mental.”[11]

Y advierte: “casi 15 meses después, el genocidio en Gaza se ha vuelto completamente normal, se ha convertido en otra noticia menor y rutinaria que queda sepultada en las páginas interiores.”

Una aplicación siniestra de “esta normalidad” es el plan de Trump (en rigor, de Jared Kushner) para hacer de la costa gazatí un centro de turismo de élite para milmilllonarios judíos del mundo entero.

Como en el ya citado Acuerdo del Siglo de 2020, auspiciado por el mismo yernísimo Kushner y refrendado por Netanyahu, que fuera presentado como un acuerdo de israelíes y palestinos pero estaba firmado por las direcciones políticas de EE.UU. e Israel (en rigor, se trató de un “acuerdo” entre Israel e Israel, porque Kushner es un sionista fanático, que habla de “fuerzas del bien y fuerzas del mal”, para referirse a la política): suena la voz de la trascendencia religiosa judía, no la de la política norteamericana.

¿Nos vencerá la normalidad que nos rodea y apabulla con noticias del universo onusiano, ocupándonos permanentemente o lograremos superar ese cerco mediático? □

notas;

[1] El caso del presidente argentino Javier Milei sería más complejo porque si bien  “dialogaría” con Conan, su perro clonado en varias versiones, también declara tener un diálogo humano propiamente dicho, por ejemplo, con su hermana.

[2] Uno de tales apoyos resultó ser el Estado de Israel,  como proveedor de armas y material usado en Rwanda durante el genocidio.

[3] Pido disculpas y remito a mi nota “Aplicando el sagrado principio de desigualdad ante la ley”, 22 ene 2025. En https://revistafuturos.noblogs.org.

[4] Ni siquiera se puede alegar lo que los racistas fundacionales de EE.UU. sostenían para exterminar a los nativoamericanos del norte; que se trataba de pueblos presuntamente exhaustos en comparación con el vigor intrusivo de los americans. Fue la coartada que algunos intelectuales piadosos, como Fenimore Cooper (El último mohicano), empuñaron para justificar los atropellos y robos de tierras. Pero en Palestina, con tasas de natalidad tan altas como las de los judíos ortodoxos más prolíficos… ¿qué podían alegar?

[5]  https://www.youtube.com/shorts/N3tFusXr3AI.

[6]  https://www.haaretz.com.israel-news/2024-09-18. Nota escrita por Yossi Melman.

[7] Middle East Eye, 24 dic. 2024, https://www.middleeasteye.net/opinion/gaza-israel-another-expert-report-committing-genocide-west-yawns.

[8] Que es mucho más que una expulsión: para concretar dicha expulsión, el estado sionista ha hambreado y enfermado a muchísima población, y ha herido y matado a muchos de los que resisten ser desalojados de sus viviendas, su entorno, del fruto de su trabajo.

[9] Blog  Personal Rafael Poch de Feliu, https://rafaelpoch.com.

[10] ‘I Believe That the Zionist Dream Is Not Viable as Long as It Is Based on Wrongs’ Haaretz, 29 ago 2024 (September 16, 2024).

[11] Ibíd.

Publicado en Centro / periferia, EE.UU., Palestinos / israelíes, Poder mundializado, Sociedad e ideología

Aplicando el sagrado principio de desigualdad ante la ley

Publicada el 23/01/2025 por luissabini

por Luis E. Sabini Fernández –

El 7 de octubre de 2023 se rehizo la agenda de nuestras sociedades. La informativa, la        política, la militar, la cultural, la ética.

A causa de la enorme circulación de la info por todo el planeta, buena parte del conocimiento de los acontecimientos –no todos− circula a menudo simultáneamente, o casi, con lo acontecido.[1]

¿Qué nos significa ver matar de a centenares, de a miles, a civiles, adultos, niños?,  ¿desfilar ante nuestros ojos la destrucción edilicia de toda una ciudad, bombardeadas sus instalaciones sanitarias, alimentarias, de transporte, sus redes de agua estalladas y humanos atrapados por doquier  en los escombros?

Enterarnos de la política fríamente calculada de impedir el acceso de agua y alimentos a población cercada con evidentes signos de necesidad, bebés muriendo por falta de líquidos, de alimentos, por hipotermia…

La pregunta que acabo de formular no se refiere al copamiento guerrilleril desencadenado por Hamás en la madrugada de ese día, tan cruento (porque se estima que en el cuartel regional que Israel había erigido en la Franja de Gaza, fueron “ajusticiados” decenas, probablemente cientos de policías o militares; algo que por sus dimensiones no tiene precedentes en la lucha establecida por los palestinos resistiendo el asentamiento “packman” sionista, adueñándose de Palestina, ni siquiera en episodios durante la huelga insurreccional de 1936-1939, con una violencia bastante generalizada.

Tampoco nos referimos al intento casi simultáneo de toma de rehenes para canjear por los numerosos palestinos presos, a menudo “administrativamente”, sin delito a la vista, que otros grupos palestinos clandestinos (o el mismo Hamás) llevaron adelante esa misma mañana tras el copamiento guerrillero, y que tuvo varios desenlaces trágicos, porque la población israelí suele estar armada, y el intento de tomar rehenes significó a veces la muerte de los secuestradores, a veces la de los victimados (aun así, el volumen de la toma de rehenes transportados “con éxito” a la Franja tampoco tuvo precedentes; se contó 240).

Tampoco nos referimos a la versión oficial israelí, que habló de 1400 judíos asesinados ese día –guarismo que ni lejanamente ha podido ser verificado por periodistas de investigación− (y que el gobierno luego redujo ligeramente a 1300, porque descontaron los palestinos matados durante la reacción israelí), versión que incluía bebitos asados, mujeres desventradas, senos de mujer convertidos en pelotas y demás “relatos” propios de la fábrica de “información” a la que el sionismo y corrientes afines nos tiene acostumbrados.

No nos referimos entonces a ese inusual y violento operativo guerrillero palestino, sin precedentes, con un alto nivel de vidas perdidas (judías y palestinas). Ni siquiera a la muy criticable política de tomar en frío rehenes.

La demora de 6 horas, casi 7, que insumió la reacción o el contraataque israelí, ha hecho pensar a muchos que se trató de un operativo tipo “Pearl Harbor”, para que funcione con éxito político y mediático[2] la “respuesta de los (presuntamente) atacados”. Y poner así en marcha, la doctrina Hannibal.

A lo que nos referimos es al desafío que plantea a nuestra sociedad y a su tejido cultural la reacción del Estado de Israel ante la incursión violenta de Hamás, Yihad, etcétera.

Indudablemente, el régimen sionista venía, desde 2006 “apretando los torniquetes” sobre la FdG de un modo cada vez más inhumano, alcanzando un grado de intromisión y crueldad pocas veces registrado: casi veinte años regulando a la baja todo alimento, saboteando todas las instalaciones de agua, dificultando su potabilidad, contaminando las tierras (otrora de agricultura ejemplar), dificultando toda actividad sanitaria, médica, quirúrgica; casi veinte años obligando a la población a caminar dentro de corredores de rejas a veces tan ceñidos que ni erguidos algunos podían ir, veinte años de abusos cotidianos, de vejaciones, como dejar a una mujer con dolores de parto en una barrera “de control” hasta finalmente tener que parir allí mismo,  con o sin asistencia, detrás de alguna planchada de cemento, animalizada por la vista hostil de la guardia de “la autoridad ocupante”.

Este proceso lleva más de un siglo. Pero como con los círculos del Infierno del Dante, ha ido reconociendo agravamientos.[3]

Aunque casi se podría haber sospechado este desenlace si tenemos en cuenta que los sionistas asesinaron en 1924 a un judío, poeta, que se negó a cortar el diálogo que como miembro de la comunidad judía mantenía con palestinos árabes, probablemente musulmanes, o que en plena década del ’30, cuando el nazismo ya había puesto fuera de la ley a casi todo el abanico político nacional (sometido a expulsiones sumarias o a campos de concentración a socialistas, comunistas, anarcosindicalistas, cristianos, judíos), los sionistas mantenían sus órganos de difusión  bregando por su establecimiento en Palestina, tolerándose mutuamente y hasta confraternizando sionistas y nazis, organizando un plan de conveniencia mutua para exportar bienes industriales alemanes al Cercano Oriente: a los judíos se les confiscaba sus ahorros en el 3er Reich a cambio de maquinaria que a su vez podían colocar los sionistas en los países del Cercano Oriente y reembolsarse así los fondos confiscados.[4]

Durante estos casi veinte años (con la promesa del “carnicero” Ariel Sharon de hacerles la vida imposible) el “tratamiento tipo” ha sido siempre el mismo: responder a una demanda −como la Marcha por la Tierra, llevada adelante en 2018 y 2019 sin palos ni piedras, con solo pancartas, y miles de gazatíes hambrientos− con balas certeramente alojadas en los ijares de los manifestantes. Y cuando se acumularon los muertos desangrados, el jefe de los francotiradores israelíes advirtiendo el daño mediático de asesinar fríamente a tanta gente desarmada –oficial de “el ejército más moral del mundo”− ordenó cambiar de blanco; a los tobillos, para no generar muertos sino lisiados (que recargarán lógicamente a la población “vasallo”).

La Marcha por la Tierra tuvo en Yahya Sinwar uno de sus promotores. Sin disparar no ya una bala, ni siquiera piedras, los palestinos “cosecharon” centenares de muertos e incontables tullidos.

Ésa es la contabilidad sionista de los cuerpos.

Se trata de algo que entendemos sin precedentes. Una violencia tan excesiva, desmesurada ante una demanda, ¿Cómo enmarcar lo que está pasando, tanto en la historia de la relación palestinos-sionistas, como en nuestra propia historia, particular, y, por último, como humanidad?

Al mismo Sinwar se le atribuye –años después−el plan del copamiento del cuartel israelí en Gaza y de la toma de rehenes en zonas próximas a la franja. ¿Se le puede criticar su adopción de operaciones violentas?

 

Frente a la hipótesis de la celada tendida también es cierto que los humanos maltratados, exprimidos, basureados, vilipendiados, aherrojados hasta el límite de sus fuerzas, ensayan intentos de “tomar el cielo por asalto”:

−Aníbal el cartaginés llegó a poner en riesgo el poder romano, por entonces inmenso; −Tupac Amaru hizo trastabillar el poder hispano colonial sudamericano;

−y la República de Palmares  –“apenas” negros esclavos fugitivos− resistió más de un siglo en el corazón del Mato Groso contra la economía esclavista portuguesa en pleno siglo xviii, y fue finalmente vencida sólo cuando Portugal envió un ejército estimado en 120 mil hombres…

Yahya Sinwar resultó primera prioridad como objetivo del ejército sionista al serle atribuida toda la ingeniería del 7 octubre, acusándolo de lo peor. Sin embargo, su historia personal abrió la interrogante: ¿se puede abusar sin límites del poder sobre otros humanos (y encima atribuirse el derecho a calificar la calidad de su comportamiento)?

 

Entiendo que, inevitablemente, tenemos que mirar hacia atrás. Y hacia adentro, porque este conflicto lleva más de un siglo. Y porque también es cierto “que no hay nada nuevo bajo el sol”.

Entre los momentos claves para inteligir este conflicto, el final de la IIGM es clave y me permito remitir al lector a, por ejemplo, a mi artículo  “El estado mundial: lo que nos ofrecen los dueños del mundo”, 2 noviembre 2022, https://revistafuturos.noblogs.org/.

 

Con el colapso soviético, pudimos visualizar otro momento clave incidiendo en el drama palestino-israelí.

Los núcleos dirigentes occidentales, armados del aparato represivo norteamericano constituido en policía planetaria[5] reverdecieron con la expansión de los proyectos hegemónicos al fin de la IIGM. En particular, los miembros de los “5 Ojos”.[6]

Los ‘90 disiparon dudas y permitieron visualizar lo que un paper de intelectuales orgánicos de la élite intelectual de EE.UU. tituló: “A report of the Project for the New American Century”, setiembre 2000. En él se analiza las posibilidades y las potencialidades de las “defensas militares” de EE.UU.[7]

Junto con esta remilitarización que registramos con el nuevo siglo, vemos la prédica, invertida, de la paz, la defensa y muy particularmente, del mantenimiento del orden. Lo que, invocaba machaconamente, Joe Biden con su consigna: “el orden  basado en reglas”. Aunque el fraseo bideniano no nos impedía ver “la guerra” en muchas, demasiadas partes del mundo, a menudo expandiéndose.

¿Qué entendíamos con  la frase tan remanida por  Biden?

El sentido común nos decía que todos deben seguir las mismas reglas, que no debe (ni puede) haber reglas para unos y no para otros, o que pueda haber reglas diferenciadas para cada quien; los blancos pueden pasar, los negros, no; los hombres pueden pasar, las mujeres, no; los ricos pueden… ¡Oh, no! eso sería inimaginable. E inadmisible.

Pues bien: no era aquello lo que decía  Biden. Biden decía rotundamente: un orden basado en reglas consiste en que unos tienen que seguir unas reglas y otros, no.

Lo explica en muy pocas palabras un investigador chino de la República Popular, Hua Bin: “un orden basado en reglas, también conocido como la hegemonía de EE.UU. sobre los otros.” [8]

Porque Biden, más allá de sus dificultades cognitivas, tiene que haberse enterado de las puntualizaciones que Lindsey Graham, un senador estadounidense de “la pesada”, tuvo que tomarse el trabajo de puntualizar.

Graham funge como senador desde hace más de dos décadas. Y es un puntal de AIPAC, el lobby judeosionista que respalda financieramente a más de las tres cuartas partes de los miembros de la Cámara de Representantes y presumiblemente, en la misma proporción, a la de Senadores.[9]

Este “cuadro de situación” de “la fábrica de leyes” de EE.UU., mediante la cual Israel ejerce, a través de AIPAC, pero no solamente, un ceñido control de esa presunta superpotencia en cuestiones claves, es determinante. Resoluciones, dictámenes, leyes que provienen de cuerpos políticos tan penetrados por la labor de lobby, constituyen un estado de situación, heterónomo, que hemos ido viendo amplificarse y profundizarse con el paso de los años, de las décadas.

Y esa heteronomía es la que explica porqué EE.UU. ha cometido  y comete tantos errores, ha ingresado en tantas situaciones sin salida: es tarea muy difícil satisfacer objetivos de otros sin pagar los platos rotos del asunto. En una palabra: ser chirolita no es tarea sencilla, ni siquiera cuando se trata de un “chirolón”.[10]

Con el ataque insoslayablemente genocida de Israel a la población gazatí desde el mismísimo 7 oct. 2023, llevándolos una vez  más, como alguna vez prometiera “el carnicero” Ariel Sharon a “la edad de piedra”, pese a presentarse como respuesta democrática a la violencia árabe, han surgido voces criticando y condenado con mucha (y merecida) indignación la matanza, lo abyecto de la matanza: la relatora de la ONU, Francesca Albanese, el rabino antisionista Yakov Rabkin, el gobierno sudafricano, periodistas como Ali Abunimah, palestino, Philip Weiss, judío, y otros, como Jonathan Cook, Kevin Barrett, Christian Hedges, Ariel Umpiérrez, y tantos, tantos otros.

Sabemos que solo en el diminuto territorio gazatí más el de Cisjordania y Jerusalén oriental ocupados por Israel, han muertos más periodistas en estos pocos últimos años que en los seis de toda la IIGM  en el mundo entero. Se estiman centenares. Cifras así de escalofriantes corren también para el personal sanitario; médicos, enfermeros, camilleros… todos fríamente ejecutados por el Estado de Israel.

Hasta desde la mismísima ONU, en un tiempo la amanuense de EE.UU.[11]  ha brotado la crítica y la condena al comportamiento israelí en la Franja de Gaza.

Aun así, Biden ha estado insistiendo con su caballito de batalla del orden basado en reglas.

 

Pero veamos: Lindsey Graham, “nuestro” senador AIPAC, impugnó airadamente las “órdenes” de arresto de la Corte Internacional de Justicia del 21 de noviembre ppdo. contra los dirigentes israelíes, Beniamin Netanyahu y Yoav Gallant, en una conferencia de prensa que brindó en el Hotel King David, en Jerusalén, el 27 nov. ppdo. afirmando: “El Estatuto de Roma no se aplica a Israel, ni a EE.UU., ni a Francia, ni a Alemania, ni a Gran Bretaña,[12] porque no fue concebido para actuar sobre nosotros.” [13]

Vale la pena repetirlo: “no fue concebido para actuar sobre nosotros”.

¿Por qué Graham explicita el Principio de desigualdad ante la ley? No es por cierto novedoso, pero sí novedosa su descarada exposición; lo que obviaba Biden, nos lo desnuda Graham.

La CIJ había iniciado su impugnación al inicuo comportamiento israelí en enero 2024 presentando una demanda contra el Estado de Israel por genocidio. Una acción iniciada por Sudáfrica, que ha estado contando con el apoyo de varios estados nacionales (aunque lastimosamente pocos) en el mundo entero:  Pakistán, Malasia, Turquía, Jordania, Namibia, Colombia, Bolivia, Brasil, Irlanda, Bélgica, Turquía, hasta ahora.[14]

Pese al terror ideológico que conlleva el latiguillo de “antisemita”, es de esperar que la crudeza de la realidad, a la vista de todos, tenga más fuerza.

 

Como para probar que estamos mucho peor de lo que imaginamos, que la gangrena ideológica ha ido tomando los más diversos órganos de nuestras sociedades presentes

–periodísticos, judiciales, políticos, académicos, mediáticos− acabamos de experimentar una truculenta verificación −otra− del principio de desigualdad ante la ley (no ha pasado ni dos meses).

En la ceremonia de despedida del saliente ministro de Estado de EE.UU., Anthony Blinken, de la Sala de Periodistas de la Casa Blanca, el 16 de enero de 2025, poblada por una veintena o más de periodistas, uno de ellos, Max Blummenthal, judío, empezó a preguntar interrumpiendo la alocución ministerial con puntos candentes, acusatorios; ¿por qué tanta carta  blanca a los raids genocidas de Israel en la Franja de Gaza?, ¿por qué tantos suministros de material de guerra altamente ofensivo cuando ni siquiera existe una guerra regular (ejército de ocupación israelí y población palestina asediada, arrinconada, hambreada más guerrilla llevando adelante actos violentos). Blinken eludió responder, prometiendo contestar preguntas (suponemos que en otro momento). Luego de muchos minutos, gritos y forcejeos,  Blummenthal fue sacado a pasos semiforzados de la sala.

Recuperada la calma, Blinken siguió su presentación y llegó el momento de las preguntas. Un periodista veterano, de pelo blanco (se sabría después que es de origen árabe), haciendo uso del derecho profesional a las preguntas le inquirió a Blinken muy duramente acerca del genocidio en marcha. Blinken se negó otra vez a contestar, con lo cual estaría cometiendo el-imperdonable-delito de negar el juego democrático, y desmentir su propia promesa al abrir la conferencia, de que cada quien tendría su pregunta para hacer. Pero no sólo eso, sino que tres policías rodearon al periodista, Sam Husseini, y empezaron a desplazarlo a la fuerza.

Husseini se aferraba a los asientos, aclarando que él esperó pacientemente para hacer una pregunta, y en medio del forcejeo siguiò preguntando sobre el papel y el significado de armas nucleares en la Franja de Gaza.

En un momento, con voz ahogada, Husseini le señaló a Blinken: −usted habla de libertad y no me deja formularle ni una pregunta…

Husseini no obtuvo ninguna respuesta, sólo la fuerza bruta transportando a un anciano hacia afuera del recinto que se supone reservado a exponer la información requerida por el periodismo.

Si algo nos alegra es la presencia osada, crítica, de un judío y un árabe ante tanta defección. Si algo lamentamos es el silencio, entre cómplice y abyecto, de tantos otros periodistas allí presentes. Y extrañar la voz crítica de alguien que no sea ni judío ni árabe o palestino.

 

La Sala de Prensa de la Casa Blanca y su anfitrión Anthony Blinken dio entonces otra prueba concreta del principio de desigualdad que con tanto desparpajo había expuesto el senador Lindsey Graham dos meses atrás en otro territorio –el foyer del histórico Hotel King David, de Jerusalén, volado en 1946 por los aires con palestinos, judíos, ingleses y otros extranjeros allí trabajando u hospedados, dejando un tendal de decenas de muertos a manos del terrorismo sionista.

Lugares donde estas contradicciones, por lo visto, funcionan de maravillas.□

 

[1]   La presentización de nuestra sociedad actual ha pasado a ser un rasgo dominante y de algún modo erosiona, está erosionando nuestra temporalidad (pasado-presente-futuro); los humanos somos seres básicamente históricos.

[2]   El aspecto mediático es clave: recordemos como Israel ha ido afianzando las técnicas mediáticas, con un “diccionario” de recursos persuasivos elaborado cuando mediante la operación “Plomo fundido”, en 2008 Israel aniquiló la Franja de Gaza con un bombardeo masivo y destrucción sin precedentes hasta entonces. El diccionario de frases “entradoras” fue engendrado por The Israeli Victory Project; en su tapa figuran las banderas de EE.UU., Francia, Reino Unido y Alemania. Países a recordar. Y data de 2009.

[3]   Remito a notas mías anteriores, que incursionan con cierto detalle en la historia de este proyecto colonialista que ha recubierto sus razones en recursos ajenos a los mortales comunes: “Como se desató la violencia en Palestina/Israel: imaginarios construidos y realidades escamoteadas”, abril 2009, en imagomundi, rebelion.org. Editorial Canaán publicó una selección de notas mías, El racismo de la ‘democracia’ israelí,  Buenos Aires, 2012, cuya primera parte, “Históricos”, atiende

lo que procuramos desarrollar.

[4]   Ha’avara se llamó el operativo. No confundir con has’barah; propaganda ideológica del sionismo.

[5]  EE.UU. cuenta con seis comandos planetarios con que se reparten el mundo: Africom, Eurocom, Comando Norte, Comando Sur, Comando Central y del Pacífico. Y ese “tejido” de trama mayor, a su vez, se apoya en unas 600  bases militares distribuidas también por todo el mundo, y la mayoría son denominadas nenúfares porque se las ha ido dotando de equipamientos más ligeros y movibles (que las iniciales).

Por eso, hemos tenido que escuchar a Laura Richardson, titular del Comando Sur, hablar de minerales u otras riquezas, naturales o forjadas por la humanidad, en países del sur americano, usando, con naturalidad, el plural de la primera persona del posesivo, como si fueran de “ellos”, de EE.UU.

[6]   Fundada en 1948, Los 5 Ojos son: EE.UU., R.U., Australia, Canadá, Nueva Zelandia. Con fricciones en operaciones de mercado con Francia y Alemania marginados de esa info. En los ’90, Israel es incluida en una suerte de 5 Ojos ampliada (el único estado de la red que no tiene inglés como idioma materno…  exclusivo. Tiene por el contrario, otro idioma materno que es prácticamente exclusivo de Israel… y de una comunidad religiosa).

[7]   La invocación del paper emplea la misma semántica que los militares israelíes, que designan a su ejército siempre como “Ejército de Defensa”.

[8]  Hua Bin, “Why is the US Framing Its Cold War with China as Against the Chinese Communist Party?”, https://www.unz.com/bhua/why-is-the-us-framing-its-cold-war-with-china-as-against-the-chinese-communist-party-ccp/.

[9]  Estas mayorías de miembros legislativos tan generosamente “regados” o rociados con dinerillos no es asunto meramente aritmético: habría que ver cuantos de tales parlamentarios seguirían tan a pie juntillas las orientaciones del lobby si no recibieran esos montos. Con lo cual la american democracy tiene un tinte a “comprada” que sobrecoge.

[10]    Cuando Israel quiso sacarse de encima a Saddam Hussein y su proyecto arabista pero no islámico, fue EE.UU. –Colín Powell, el que presentó las pruebas (falsas)− la palanca política que arrasó con todo el país (y de paso robarse algunas piezas arqueológicas de una de las culturas humanas más antiguas que se conoce). Pero fue también EE.UU. el que puso miles de “emprendedores” para rehacer al país de la agricultura más antigua del mundo, americanízándolo. Y tales emprendedores  fueron los que terminaron despanzurrados en las redes locales ideadas para hacer el nuevo american Irak.

Cuando Israel quiso ajustarle las clavijas a Muhammad Gadafi fue otras vez EE.UU. el que cumplió la tarea.

A veces la capacidad persuasiva de  Israel flaquea: ha tratado reiteradamente de que EE.UU. embista a Irán, hasta ahora sin resultado, pese a los varios investigadores nucleares iraníes asesinados, hasta con descaro, por Israel.

[11]     Nos referimos al período fundacional, sobre todo. Con el tiempo, el engendro inicialmente concebido dentro de la geopolítica estadounidense fue adquiriendo otras tonalidades, incluso opuestas.

[12]   Una “extraordinaria” coincidencia de los estados aludidos con los anunciados en The Israel Project for Security, Freedom and Peace, TIP, 2009  [no aparece sitio de edición].

[13]    Salim Mansur, 7 ene 2025, unz review, https://www.unz.com/article/into-the-second-year-of-israeli-genocide-in-gaza/. Docente en Canadá nacido en India, autor de varios libros, entre los más recientes: How Canada’s free press is being bought by Justin Trudeau y Multiculturalism – What does it mean to be a Canadian in the 21st Century?

[14]   Honor a los bravos europeos contracorriente: irlandeses y belgas. Y para los dignos de la América indoafrolatinoamericana: Bolivia, Colombia, Brasil.

Publicado en Centro / periferia, Cultura dominante, EE.UU., Medios de incomunicación de masas, Palestinos / israelíes, Poder mundializado

Israel ataca pero declara defenderse

Publicada el 08/01/2025 - 08/01/2025 por luissabini

23 dic. 2024

por Luis E. Sabini Fernández

El régimen instaurado por el sionismo en la Palestina histórica ha revelado una capacidad de daño, de impunidad, de duplicidad, de violencia,  que no registramos todo a la vez en tantas otras circunstancias atroces de atropello a la vida, a los derechos humanos que coexisten en todo el planeta.

Es fácil advertir estas manifestaciones a partir del 7 de octubre de 2023, con el inusitado ataque armado de Hamás y otras agrupaciones palestinas que al parecer aprovecharon “la oportunidad” para salir de debajo de la bota que desde hacía ya décadas el sionismo había puesto sobre toda la franja gazatí.

Pero las atrocidades sionistas no comenzaron el 7-8 de octubre de 2023, por cierto.

Tampoco en 1967, cuando  EE.UU. comienza a respetar el papel israelí como “jugador de primera”, es decir con poder militar propio. Ni siquiera en 1948, cuando violando hasta las demarcaciones onusianas, las tropas sionistas se adueñan del 78% de territorio palestino, sobrepasando el 55% que le había acordado graciosamente la ONU.

En 1936-1939, el sionismo perfectamente ensamblado con el colonialismo británico −que todavía tenía pretensiones universales− logran ahogar en sangre la huelga general palestina; una mezcla de levantamiento sin poder militar (apenas con algunos fusiles de caza) y boicot palestino contra la implantación progresiva, artera, implacable, racionalmente dirigida, del sionismo en el territorio palestino, cada vez más sajado, desmenuzado, expropiado, por el judaísmo sionista y sus finanzas en permanente expansión.[1]

Poco antes, en la primera mitad de la década del ’30, cuando empezaban a regir las leyes de Nurenberg de la Alemania nazi, de separación entre germanos y judíos, los sionistas; a la sazón la única fuerza política legal en la Alemania nazi (amén de la nazi) habían acordado con el gobierno un plan de transferencia de capitales, mediante la cual los nazis se adueñaban de los capitales judíos en Alemania, a cambio de productos alemanes de exportación que los sionistas se comprometieron ubicar en el Cercano Oriente. Ha’avara. Dicha negociación no contaba con el apoyo de la corona británica, celosa. Pero entusiasmaba al gobierno nazi  expandiendo su producción, y a los judíos sionistas emigrados de Alemania que recuperaban así sus capitales en Palestina.

La huelga general palestina y la represión subsiguiente implicó la matanza de miles de palestinos, sobre todo varones (jamás se pudo precisar, pero miles, muchos miles en una población de alrededor de un millón de habitantes…).

La administración británica de Palestina favorecida por los resultados de la IGM ligó los intereses sionistas cada vez más con los  británicos, como acabamos de ver ante la huelga/boicot de 1936-1939.

 

En la primera mitad del s xx se perfilaron dentro del sionismo dos geopolíticas opuestas entre sí: ligarse a los intereses británicos, continuando los vínculos del mismo Herzl con el British Empire (Declaración Balfour, 1917) o acercarse a los nacionalismos enfrentados al británco; el nazismo y el fascismo. Buena parte de los premiers que ha tenido Israel, pasada la primavera “socialdemócrata” de la posguera, fueron, son, de esta última procedencia (Menagem Begin, Yitzhak Shamir, Ariel Sharon, Ehud Olmert, Naftalí Bennett, Beniamin Netanyahu, actual y el que ha ejercido por más tiempo esa primera magistratura). Su mera enumeración nos muestra el peso del supremacismo fascista enntre los “primeros ministros” del engendro sionista.

Y algo más. Israel es el único estado del mundo entero en que fascistas declarados y “a mucha honra” han gobernado y representado a ese estado reiteradamente desde la derrota de los nazifascismos en 1945.

El resultado de la IIGM en 1945, con el consiguiente escrache periodístico y hollywoodense de Hitler y lo alemán (ya no sólo lo nazi) ha exonerado, ¡oh paradoja! al sionismo filofascista de rendir cuentas, pese a su identificación ideológica con el fascismo.[2]

Más aún: que saliera incólume, política y penalmente hablando.  En 1948, al mejor estilo mafioso, los grupos de tareas sionistas liquidan, al primer mediador designado por la recién fundada ONU; el conde Folke Bernadotte.

Su único pecado es haber declarado en las “conversaciones” sobre el diferendo palestino-israelí que los sionistas exigían todo y que así nada le quedaba a los palestinos… el sicario es premiado con su designación como guardaespaldadas del Ben Gurión el líder del flamante Estado de Esrael (luego de un pasaje “teatral” de apenas unas semanas por una cárcel).[3]

 

Pero si vemos cómo ya en 1948, la impunidad judeosionista perfila comportamientos abusivos, violatorios de los derechos humanos más elementales –abonada por la prescindencia de países democráticos y la aceptación del papel de chirolitas de muchas otras representaciones nacionales en la ONU−, desde el 7 octubre de 2023, esa impunidad adquiere botas de 7 leguas, y alcanza niveles que cuestra rastrear en la historia humana.

Como “armados” de una “santa indignación”, como si se tratara de víctimas, los sionistas israelíes han desatado su furia y abuso bombardeando barrios con población humana en general, arrasando con mayor facilidad todavía, campamentos más o menos improvisados de los sobrevivientes de los barrios anteriormente pulverizados en Gaza, Rafah , Khan Younis…

Por las calles, hoy, jóvenes pesadamente armados, casi imberbes, se burlan y atropellan a población civil desarmada, bajo ocupación. Y lo hacen con desprecio, desdén y si son muy teledirigidos, con furia. “Cargados” con un adoctrinamiento que a lo largo de décadas ha insuflado en sus mentes −cuanto más jóvenes, más honda la marca− las ideas, muy talmúdicas, que los goyim son “excremento”, “basura”, “animales”, “inferiores” y sobre todo, “mala gente”.

El sionismo ha hecho abandonar en sus seguidores toda noción de prójimo que vaya más allá de su estrechísimo entorno. La altanería que jóvenes israelíes, recién “cocidos” en los cuarteles, exhiben, no sólo en Palestina sino en todas partes, en todo momento, trasluce esa regimentación mental, indoctrinada.[4]

Una de las especialidades del sionismo aspirante a controlar la vida (en eso se ejercitaron durante casi dos décadas en la Franja de Gaza) son las “labores de inteligencia”. Que han ido hilvanando con los servicios secretos de EE.UU. y del Reino Unido. Por eso, algunos atentados pueden tener autores  “colectivos” o resulta difícil ubicarles autoría.

Así han matado a Qasem Soleimani. Así han matado a Ismail Hanniyeh. Así han matado a Hasan Nasrallah (con la odiosa modalidad, deliberada, de matar al “blanco” con todos los prójimos imaginables: hijos, nietos, esposas, amigos, colegas).

Así han acabado con la vida de decenas o centenares de libaneses mediante telecomunicadores portátiles que portaban explosivos en su interior y que, ahora se sabe, estuvieron “cargados” durante años, hasta que quienes idearon la máquina de matar juzgaron oportuno ponerla en marcha. Tales dispositivos habían sido adquiridos en el Líbano de supuestas firmas productoras y exportadoras de ese know how, y se fueron extendiendo en diversos usos (probablemente la carga explosiva fue colocada inicialmente para atentar y matar a miembros de Hezbollah, pero ni les importó quienes fueron los destinatarios).

Así también se han llevado a cabo muchísimos atentados de falsa bandera.

Keith Woods ha escrito un artículo formidable: “Israel´s Love Affair with Syrian Jihadis” (“El romance de Israel con los yihadistas sirios”),[5] en el que se apoya en documentos de la DIA, algunos puestos a la luz pública gracias al extraordinario aporte de Julien Assange (wikileaks). Por ejemplo, la info del agente secreto Jake Sullivan a Hillary Clinton de que: “Al Qaeda está de nuestro lado (Siria, 2012).”

El aporte del genocida Naftali Bennett es todavía más prístino: en la conferencia anual de Herzliya, durante su estadía como premier (2021-2022), Israel ha “perfeccionado” el arte de la mentira hasta niveles que no resultan habituales. Entiende este asesino múltiple de palestinos que la aparición de ISIS le facilita a Israel legitimar la anexión de los Altos de Golán; que el caos generado en Siria convierte los reclamos de Israel en “más aceptables” para “la comunidad internacional”: Bennet ilustra así lo que rinde un pragmatismo absoluto.

 

Al Qaeda, que todo habitante no dedicado al rastreo de verdad, tomará como musulmán (y fanático), es un producto acabado “made in Israel”. La DIA nos dice: “Al Qaeda condujo una cantidad de operaciones en varias ciudades sirias bajo el nombre de Jaish al Nusra para llevar adelante la guerra contra el régimen sirio, considerando que Siria tiene un régimen infiel.” [6]

Esta última calificación es  ciertamente, sugestiva. Efectivamente, en varios países árabes el Islam perdió pie. Como ha pasado con el catolicismo en varios países del sur europeo.

Argelia en su momento, Irak, Siria, Palestina, han ido constituyendo gobiernos, regímenes laicos, que el Occidente con religiosidad en baja, iba a tener dificultades para criticar.

Un mundo árabe fanáticamente musulmán era presa (ideológica) más fácil de un Occidente cada vez más laico.

 

La peripecia palestina nos da algunos elementos de ese cuadro de situación. La resistencia palestina ante la penetración sionista, sobre todo después de 1948, se fue identificando cada vez más con el anticolonialismo, el antiimperialismo y el socialismo, que hará haciendo culturalmente inviable las modalidades tradicionales. Pero ese  cambio ideológico, progresista, no da fruto; como que “el enemigo es más fuerte”.

Por un lado, EE.UU. se presenta como lo moderno ante el viejo mundo del capital burgués, y por otro, el colapso soviético deja sin carta de presentación, o con cartas muy ajadas, a una alternativa “de izquierda”.

La resistencia laica no triunfa fácilmente en el mundo colonial. Porque lo que la resistencia enfrenta en la colonia no es a la colonia sino a la metrópolis.

En Palestina, por ejemplo, surgirá entonces, una resistencia basada en valores tradicionales bien diferenciados de los del colonialismo (occidental). Y mientras el movimiento palestino de mayor enjundia en el siglo pasado −Al Fatah y la OLP− terminarán “recuperados” a través de los “Acuerdos de Oslo” y otras maniobras de RR.PP., será Hamás el que encarne el mayor obstáculo al asentamiento sionista.

Patética paradoja: la gente de Arafat aceptando convertirse en policía de los territorios palestinos –al servicio inevitablemente de Israel− e islámicos más bien ortodoxos, defendiendo la sociedad que el sionismo procura pulverizar.

Simplificadamente, diríamos, en este caso, que el Corán sirve más a la causa de pueblos colonizados que El capital de Marx… La cuestión, entonces, dista de simplificarse. Porque los libros sagrados, sean cuales fueren, no ayudan a ver y a vernos, sino más bien nos llevan los ojos a ver a dios, a Dios. Y con los ojos de él. De Él. Y no se trata de eso ni de entonar cantos de sí mismo o a sí mismo. Se trata apenas de que aprendamos a ver el mundo tal cual es.□

[1]   Vemos entonces algunas acciones de brutalidad inusitada. El sionismo había preparado mistarviim, sionistas que vestían y hablaban como palestinos, que introducían o preparaban trampas mortales en el tejido social palestino, como por ejemplo, dejar para reparación un vehículo en un taller mecánico, todo en confianza, y que al cabo de veinte minutos volara por los aires el vehículo, el taller, todos sus ocupantes y buena parte de las edificaciones circundantes. Con estos explosivos devastadores, hicieron añicos varios mercados en los momentos de mayor afluencia de gente. Esa atroz coyuntura de la historia palestina se generalizará pesadillescamente en la Franja de Gaza en 2006 y desplegará un nuevo círculo del infierno en 2023/2024.

[2]    Eso, porque la realpolitik se mueve con otros intereses; como ilustra el caso de Francisco Franco.

[3]   Y la ONU ni siquiera rinde honores a su mediador oficial, proveniente de un país con acrisolada democracia; Suecia. La tutela judeosionista en la ONU ya se sentía.

[4]   Como la actitud con que los guardiacárceles recién estrenados en regímenes de dictadura llegan al patio de las cárceles para lidiar con huelguistas y manifestantes. Lidiar, con animales.

[5]   Woods, K., https://www.unz.com/article/israels-love-affair-with-syrian-jihadis/.

[6]  Ibíd.

Publicado en Centro / periferia, Globocolonización, Medios de incomunicación de masas, Palestinos / israelíes, Para salir del repollo

Sionismo al desnudo

Publicada el 01/12/2024 - 01/12/2024 por luissabini

ENTRE HYBRIS Y CHUTZPAH

Luis E. Sabini Fernández / 14 nov. 2024

 

La situación mundial se presenta ominosa.

La humana, más problemática, si cabe.

El potpourri en que nos hallamos ubicados no puede ser soslayado por donde se lo mire; un genocidio a cielo abierto con escasos precedentes al menos en tiempos diz que democráticos, una desfachatez en las órbitas diplomáticas que hasta hace poco era impensable, pero que adquiere cada vez mayores cartas de presentación.

En cierto sentido, el 7 oct. 2023 generó dos campos nítidos, o al menos un campo nítido; el del genocidio militante y a cielo abierto. Lo cual no deja de ser significativo, dado el manto de corrección política bajo el cual la sociedad democrática, hipermoderna, occidental, supersensible, se había arropado.

 

Veamos algunas voces que procuran justificar ese despliegue represivo del Israel.

Antes, todavía, una observación general sobre los marcos ideológicos que alegan ambas partes (y que suelen esgrimirse como justificativos morales): las voces judeosionistas se amparan en el Talmud, en lo bíblico; por eso su premier Bibi Netanyahu invoca a Amalek y procura persuadirnos de que hay un dios que le dio la potestad y el derecho (¿a qué?, a todo). Por su parte, la oposición a la implantación sionista ha reconocido grosso modo, dos vertientes; una laica, con Al Fatah como su máxima expresión que ha sido deglutida o, hispanamente dicho, recuperada por Israel mediante la creación de la Autoridad Nacional Palestina. Y otra oposición o rechazo a la implantación sionista, que ha buscado afirmarse en el Islam, religión mayoritaria entre palestinos, para construir un país, un estado palestino. Esta última es la resistencia antiisraelí más nítida y la que lleva buena parte de la lucha palestina por su emancipación (no es toda; ha habido una resistencia palestina que no está afiliada ni a Fatah ni a Hamás…).

El Islam, otra religión monoteísta, le otorga a su dios también toda potestad y transitivamente lo hace a sus representantes en la Tierra.

Tenemos así a dos vicariatos enfrentados entre sí.

Vemos, palmariamente, las atrocidades que el estado que se proclama judío hace en su nombre.  Los ungidos como representantes del Islam en la tierra,  a su vez, para atender a Allah, tienen, por ejemplo en Irán, una policía de “buenas costumbres”, que constituyeron la pena de muerte de la iraní Mahsa Amini por no llevar bien puesto el hiyab. O, por ejemplo, condenaron a muerte a alguien por escribir; el escritor indio, de origen musulmán Salman Rushdie, autor de Versos satánicos. Su condena de muerte (fatwa, decretada desde Irán) modificó la vida de Rushdie quien, décadas después de cometida “la blasfemia”, fue atacado y recibió decenas de puñaladas durante medio minuto, que entre otros daños, le arrebataron un ojo.

El blanco ideológico principal de Israel es precisamente Irán; el otro estado confesional con el que parecen haber constituido una entidad pareada de ortodoxias religiosas, asfixiantes.

El daño que produce el Estado de Israel es enorme y su irradiaciòn nos alcanza a todos, particularmente vía EE.UU., profundamente copado por el judeosionismo; el daño del monoteísmo islámico en cambio es mucho más acotado y no irradia, o apenas, por ejemplo, hacia Occidente.

Dicho esto, tenemos que “bajar” a las materialidades, y allí vemos la capacidad de destrucción material de Israel que se ha introducido en una senda genocida sin atenuantes (porque los que ha ofrecido Israel son en su inmensa mayoría mentiras: bebitos judíos asados, violaciones colectivas o masivas de judías, masacres, que en rigor han sido llevadas a cabo por el ejército israelí como reacción al copamiento de cuarteles israelíes instalados en la Franja de Gaza o en sus inmediaciones, y de los que Hamás se adueñara violentamente el 7 oct. 2023 segando la vida de decenas o centenares de policías o militares israelíes.

Procuremos entonces puntear declaraciones y afirmaciones de palestinos e israelíes, con cargos oficiales o sin ellos: un “hilo de Ariadna” pasará por la humanidad  –o pérdida de tal− que nos revelen todas esas declaraciones.

 

Yahya Sinwar: entrevista de 2018 con una periodista italiana, Fernando Borri. A partir de aquí usaremos bastardillas transcribiendo a Borri.[1]

“Yahya Sinwar tiene un rasgo distintivo. Escucha mucho, nunca decide solo. […] nunca ha dicho “Israel”. Podría equivocarme. Pero siempre utilizó sinónimos como: “Netanyahu”, “el ejército”, “el otro bando”. Y sobre todo: “la ocupación”. De lo que estoy segura es de que nunca dijo “la entidad sionista” o “los judíos”; sólo: “la ocupación”.

La entrevista tuvo lugar cuando palestinos gazatíes iniciaran las “Marchas por la tierra”, los viernes de abril de 2018.  Sin armas, sin piedras. Apenas la consigna de que necesitan la tierra [que les arrebataron].

Van varias manifestaciones así pacíficas donde los israelíes “cosechan” a piacere cerca de 200 vidas palestinas.[2]

Sinwar insiste: “una nueva guerra no interesa a nadie. En todo caso, no nos interesa a nosotros. ¿Quién quiere enfrentarse a una potencia nuclear con caucheras? Pero si no podemos ganar, para Netanyahu la victoria sería aún peor que la derrota, porque sería la cuarta guerra. No puede acabar como la tercera, que ya acabó como la segunda, que ya acabó como la primera. Tienen que tomar el control de Gaza. Y están haciendo todo lo posible para deshacerse de los palestinos de Cisjordania y mantener una mayoría judía. No creo que quieran dos millones de árabes más. No, la guerra no tiene sentido.”

Este último pasaje revela un error garrafal de Sinwar: no imaginaba que Israel optara por matar y expulsar masivamente, que es lo que está haciendo en la Franja de Gaza y, a otro ritmo, en Cisjordania.

−Usted es corresponsal de guerra. ¿Le gusta la guerra?”

−En absoluto.

−“¿Y por qué debería amarla? Quien sabe lo que es la guerra no la ama.”

−Pero has estado luchando toda tu vida.

−“Y no estoy diciendo que no volveré a luchar. Digo que no quiero más guerra. Quiero que se acabe el asedio.

Esta fina diferenciación entre guerra, militarismo, violencia, dignidad, revela una mente lúcida. Y totalmente anclada en la realidad. El asedio constituye el tortuoso camino del colonialismo sionista para “liquidar” la cuestión palestina.

Borri sabe de qué hablan. Le pregunta:

−Las fronteras están prácticamente cerradas desde hace 11 años. Gaza ya ni siquiera tiene agua, sólo agua de mar. ¿Cómo es la vida aquí?

−“¿Qué piensas tú? El 55% de la población tiene menos de 15 años. No estamos hablando de terroristas, estamos hablando de niños. No tienen afiliación política. Lo único que tienen es miedo. Quiero que sean libres.”

Así está hablando alguien que tenía diez años de edad cuando la Nakba. Y que ha estado preso 25 años, la mayor parte de su vida. Y que ha organizado las Marchas por la tierra, 2018, que en lugar de cosechar tierra, ha cosechado muertos, más muertos, cantidades planificadamente industriales de muertos (y lisiados).

Borri insiste:

… en los últimos años, Hamás ha encontrado los recursos para excavar sus túneles.

Y replica Sinwar:

Y afortunadamente así es. Si no, estaríamos todos muertos. La forma en que ves las cosas es como las cuenta la propaganda sionista. El asedio no vino después de los túneles, no fue una reacción a los túneles. Fue al revés. Había un asedio y una crisis humanitaria, y para sobrevivir no tuvimos más remedio que cavar túneles.

Borri persiste:

−¿No crees que tienes alguna responsabilidad?

La responsabilidad es del sitiador, no del sitiado. Mi responsabilidad es trabajar con todos aquellos que puedan ayudarnos a poner fin a este asedio mortal e injusto.”

Alto el fuego. Analiza Sinwar:

−Si el alto el fuego significa que no nos bombardean, pero seguimos sin agua, sin electricidad, sin nada, entonces seguimos sitiados. Un asedio es un tipo de guerra, es sólo una guerra por otros medios. Y también es un crimen según el derecho internacional. No hay alto el fuego si continúa el asedio. Pero si vemos que Gaza vuelve a la normalidad… si vemos no sólo ayuda, sino también inversión, desarrollo −porque no somos mendigos, queremos trabajar, estudiar, viajar, como todos ustedes, queremos vivir y valernos por nosotros mismos−, si empezamos a ver una diferencia, podemos seguir adelante.

Una vez más reconocemos discernimiento. Distingue varios medios para llevar adelante un guerra, a veces, sin balas.

Borri insiste:

[…] tal vez es sólo un truco para reorganizaros. Y dentro de seis meses, volveréis a la guerra. ¿Por qué los israelíes confiarían en vos?

“En primer lugar, yo nunca fui a la guerra: la guerra vino a mí. Y mi pregunta, a decir verdad, es lo contrario. ¿Por qué debería confiar en ellos?

En este largo diálogo-interrogatorio, lo que vemos es que Sinwar aspira a que los palestinos sean considerados humanos (tal vez entonces, ni Borri ni Sinwar habían advertido cuán lejos estaba el proyecto colonial sionista de admitir humanidad a gente a la que “necesita” despojar de todo, incluso de humanidad y de vida, como hoy pueden ver hasta los más enceguecidos).

Borri se aferra a la idea de alto de fuego. Y se pregunta qué pasa si “el alto de fuego no funciona”.

Y responde Sinwar: “Por una vez, ¿podemos imaginar qué pasaría si funcionara? Porque eso sería un poderoso incentivo para hacer todo lo posible para que funcionara, ¿no? Si imaginamos Gaza por un momento como era no hace tanto tiempo -¿has visto alguna vez fotos de los años cincuenta, cuando, en verano, recibíamos turistas de todas partes?”

−Y Gaza tenía muchos cafés, tiendas y palmeras. He visto estas fotos. Sí.

−Pero hoy también… ¿Has visto lo brillante que es nuestra juventud? A pesar de todo. ¿Qué talento, inventiva y dinamismo tienen? Utilizando viejas máquinas de fax y ordenadores, un grupo de jóvenes veinteañeros ha montado una impresora 3D para producir equipos médicos al alcance de cualquiera. Eso es Gaza. No somos sólo miseria. Podemos ser como Singapur,[…] Estuve 25 años en la cárcel. Él perdió un hijo, asesinado en una redada; tu traductor perdió dos hermanos; el hombre que nos sirvió el té −su esposa murió de una infección. Nada serio, sólo un corte,  pero no había antibióticos, y así es como murió.

El problema no es nuestra resistencia, es su ocupación. Sin ocupación, no tendríamos cohetes. No tendríamos piedras, cócteles molotov, nada. Todos tendríamos una vida normal.

¿Cuál era el objetivo sionista? ¿Entrenar asesinos? ¿Has visto el vídeo de un soldado disparándonos como si fuéramos bolos? Y se ríe y se ríe. Ellos [los judíos] eran gente como Freud, Einstein, Kafka. Expertos en matemáticas y filosofía. Hoy son expertos en drones y ejecuciones extrajudiciales.

−Ustedes tienen ahora una nueva arma emblemática: las cometas incendiarias. Vuelven loco a Israel, eluden la Cúpula de Hierro y no pueden ser derribadas una a una.

−Las cometas no son un arma. Como mucho, prenden fuego a un poco de paja. Un extintor y ya está. No es un arma, es un mensaje. Porque es sólo cuerda, papel y una alfombra empapada de aceite, mientras que cada batería de la Cúpula de Hierro cuesta 100 millones de dólares.

[…] −Cuando ganamos las elecciones −y ganamos unas elecciones libres y justas− la reacción fue el bloqueo. Inmediatamente. Propusimos un gobierno con Fatah, y no sólo una vez, sino cien veces, y nada. La única respuesta fue el bloqueo. […] Hoy también. Ustedes advierten a Hamás: sólo trataremos con ustedes si existe el Fatah. Luego advierten a el Fatah: sólo trataremos con ustedes si Hamás no existe.

Borri procura explicar el galimatías: −El bloqueo existe porque se considera que Hamás es un movimiento antisistema, un movimiento anticonstitucional, por así decirlo. No respeta las reglas del juego.

−¿Qué juego? ¿Ocupación?”

−Ya sabes… Oslo. La solución de los dos estados.

−Pero Oslo se ha acabado. Creo que es el único punto en el que todo el mundo está de acuerdo. Fue sólo una excusa para distraer al mundo con negociaciones interminables y, mientras tanto, construir asentamientos por todas partes y borrar físicamente cualquier posibilidad de un estado palestino. […] ¿Por qué insisten siempre en Oslo? ¿Por qué nunca hablan de lo que ocurrió después? […]. Ustedes honraron los Acuerdos de Oslo con un Premio Nobel de la Paz y luego desaparecieron. Nadie controló su aplicación.

−Entraste en prisión con 27 años. Cuando saliste, tenías 50. ¿Cómo fue tu readaptación a la vida? ¿Al mundo?

−[…] para ser sincero, nunca salí: lo único que hice fue cambiar de cárcel. Y a pesar de todo, la anterior era mucho mejor que ésta. Tenía agua, electricidad. Tenía libros. Gaza es mucho más dura.”

−Sinwar, a tu salida de la cárcel, ¿qué aprendiste en la cárcel?

−[…] Aprendí mucho, sí. Pero no le deseo la cárcel a nadie. A nadie en realidad. Ni siquiera a los que hoy, a través de esta alambrada, nos golpean como bolos, riendo, sin darse cuenta de que dentro de 25 años podrían acabar en La Haya.

−En la Corte Penal Internacional.

−Por supuesto. No hay futuro sin justicia. Y nosotros buscaremos obtener justicia.

[…]

−En un acuerdo de alto el fuego, supongo que el intercambio de prisioneros sería una cláusula esencial para ti.

−Indispensable. No es una cuestión política, para mí es una cuestión moral. Porque tus lectores probablemente piensan que, si estás en la cárcel, eres terrorista, o de algún modo un forajido, un ladrón de coches. No. Todos somos arrestados, tarde o temprano. Pero literalmente, todos nosotros. Echa un vistazo a la Orden Militar 101: sin permiso de los militares, es un crimen ondear una bandera o estar más de diez personas en una habitación tomando el té, discutiendo de política; tal vez sólo estés discutiendo sobre Trump, pero puedes ser condenado hasta 10 años. En cierto modo, es un rito de iniciación. Es nuestra mayoría de edad. […] Y para mí es una obligación moral: haré todo lo posible por liberar a los que siguen en prisión.”

−En cierto modo, han obtenido más resultados con los secuestros que por cohetes.

−¿Qué secuestros?

−Como el  de Gilad Shalit.

−Gilad Shalit no era un rehén, sino un prisionero de guerra. ¿Ven por qué hablamos tan poco con los periodistas? Matan a un soldado, ustedes publican una foto suya en la playa y sus lectores piensan que lo matamos en Tel Aviv; a ese tipo no lo mataron vestido de bermudas y con tabla de surf, sino vistiendo uniforme, llevando un M16 y disparándonos.”

−Cuando la mayoría de mis lectores piensan en Hamás, […] piensan más bien en la segunda Intifada y en atentados suicidas. Para los israelíes, eres un terrorista.

−Eso es lo que ellos son para mí, a la luz de los crímenes que han cometido contra nosotros.”

−Olvidé preguntarle por el “Acuerdo del Siglo”, el plan de paz de Donald Trump. Aunque no sepamos realmente de qué se trata…

−De hecho, es una obliteración muy clara de nuestra perspectiva de libertad e independencia. No hay soberanía, no hay Jerusalén. No hay derecho al retorno… Sólo hay una cosa: nuestro rechazo. Y no es sólo la postura de Hamás. Es algo en lo que todos estamos de acuerdo. No.”

−Así que, de momento, van a seguir protestando, manifestándose como en los viernes de abril, a lo largo de la valla. Os hemos visto allí a menudo.

−Y sólo te daré dos nombres: Ibrahim Abu Thuraja y Fadi Abu Salah. Ambos tenían 29 años y estaban en silla de ruedas. Son sólo dos de los muchos amputados. Es entonces cuando te das cuenta de que aquí no te matan porque representes un peligro, porque ¿qué peligro representas, en una silla de ruedas, para un ejército al otro lado de la alambrada de espino, a cientos de metros de ti? No, aquí no te matan por lo que haces, sino por lo que eres. Te matan porque eres palestino.

[…] −¿Piensas que alguien te creerá?

−Estuviste aquí en junio, con otros cientos de periodistas, y tu reportaje fue el más duro para nosotros. Y además está traducido al hebreo. Y sin embargo estás aquí, una vez más, porque nos respetas profundamente, y nosotros te respetamos profundamente. A veces, en cierto modo, el mensajero es también el mensaje.

 

Tras el asesinato de Yahya Sinwar, otros periodistas se acercaron a Francesca Borri para conocer más de cerca lo acontecido. Rob Schmitz, de  la National Public Radio, de EE.UU. le pregunta acerca del contexto de la entrevista. Borri comenta:

−Hamás estaba acorralado, ¿sabe? Hamás y Sinwar eran muy débiles en ese momento. Y Sinwar,  siempre ha sido muy decidido […] en ese momento, […] estaba intentando llegar a un compromiso con Netanyahu. Por eso fue posible la entrevista. Porque de hecho Sinwar quería abrir un canal con Israel, y él lo abrió.

Schmitz la pregunta a Borri si tiene alguna interacción con Yahya Sinwar que le venga en mente.

−La primera vez que me reuní con él, yo llevaba un hiyab. No soy musulmana y no sabía si debía llevarlo o no. Y entonces pensé que tal vez era por respeto, así que me puse este hiyab, verde, como el color del Islam. No me reconoció, porque no esperaba que una mujer italiana llevara hiyab. Y entonces, como usted lo sabe, me pidió que me lo quitara…

SCHMITZ : Es cierto.

−Es por eso, que en la foto juntos,… yo llevaba un hiyab. Fue fuertemente criticado por los extremistas de Hamás porque él no era un extremista. Y fue muy criticado por esa foto…

SCHMITZ : Es cierto.

BORRI: … porque estaba con una mujer extranjera soltera sin hiyab. Dijo: no quiero que la gente piense que te estoy pidiendo, ya sabes, que lleves un hiyab. No eres musulmana. Eres libre. Y vienes aquí como invitada. […]   Si lees un poco de árabe y puedes leer o escuchar lo que dice todo el mundo árabe, incluidos los enemigos de Hamás, los enemigos de Sinwar, para todos él es ahora como el Che Guevara del Cercano Oriente. Hasta ayer estaba muerto. Hoy está más vivo que nunca.

[…] Si alguien en Palestina, se atreve a decir algo contra Fatah, contra Hamás, contra Israel, por supuesto, diga lo que diga, lo detienen. Puede detenerlo Israel, por supuesto, pero la mayoría de las veces lo detiene Hamás o Fatah.

La independencia ideológica, intelectual de Yahya Sinwar se agiganta.

Hemos presentado una síntesis del pensamiento vivo de Yahya Sinwar, por la voz de  Borri. Porque tengo la impresión que Occidente se ha conformado con ubicarlo como el estratega del golpe de mano del 7 octubre 2023 e inmediatamente “enterrarlo” política (y físicamente) con el cómodo membrete de “terrorista”.  Borri nos aproxima a la verdad, siempre más compleja.

Voces oficiales sionistas rezaban: ‘la  barbarie fanática asesina a sangre fría, mutila, abusa y tortura a mujeres indefensas, asa bebes.’ Y retahílas por el estilo. Todo falso, eran bulos.

 

Veamos lo que podríamos llamar el pensamiento dominante en Israel, para lo cual es necesario incursionar históricamente. Porque lo que algunos llaman guerra Hamás-Israel no se inició en octubre de 2023. Ubiquemos la entidad sionista poco antes, en 1982, cuando Israel, para acabar con la insurgencia palestina, invade Líbano y empieza despedazando a Beirut, su capital. El presidente norteamericano entonces, Ronald Reagan, advierte al terrorista Menagem Begin, a la sazón presidente de Israel, que hay que acabar con la matanza [de libaneses]: “Utilicé la palabra holocausto de forma deliberada y dije que el símbolo de su guerra era la imagen de un niño de 7 años sin brazos por una explosión.” Reagan logra frenar los ataques israelíes a Líbano.[3]

  1. ¿Qué pasa en 2024? Otra vez, algunos estadounidenses parecen visualizar el horror genocida que está sembrando Israel en Palestina: “Al regresar a casa, los médicos occidentales que habían trabajado como voluntarios en Gaza expresaron su conmoción por la cantidad de niños y niñas que llegaban a los hospitales con disparos, no solo una, sino dos veces, directamente en el corazón y la cabeza: «Ningún niño o niña pequeños recibe dos disparos por error de los ‘mejores francotiradores del mundo’. Y son disparos precisos», dijo el cirujano Mark Perlmutter a CBS News. [4]

El título de la nota que acabamos de citar, de Willliam Van Wagenen, (“Matadlos a todos” es apenas una versión menos rústica de la consigna de Kurtz, el traficante protagonista de El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad, que cuando ya no le importa el juicio ya no le importa “nada” grita desaforado: ¡EXTERMINAR A CADA UNO DE ESOS ENDEMONIADOS!

Van Wagenen nos ofrece también, otro cuadro cultural israelí: “Durante el último año, en campos de detención como Sde Teiman, los soldados israelíes han dejado morir de hambre, golpeado y violado analmente a detenidos palestinos. Les han puesto grilletes tan fuertes que muchas veces los médicos de la prisión se han visto obligados a amputarles las extremidades. Cuando estas prácticas salieron a la luz, debido a videos filtrados y testimonios de guardias de prisión y detenidos liberados dados a los medios israelíes y estadounidenses, la sociedad israelí rápidamente se unió en torno a los sádicos soldados y anunció que “todo es legítimo”, incluso forzar “un palo en el recto de una persona” cuando a un cautivo simplemente se le acusa de ser miembro de Hamás.” ¡Y se bloqueó toda acción judicial contra los soldados torturadores! Eso es Israel.

Sin embargo, aunque la sociedad israelí ha dispuesto la respetabilidad de la tortura y por consiguiente un encanallamiento completo, EE.UU. mantendría las formas… democráticas: “El 13 de octubre la Casa Blanca emitió una carta extorsionando públicamente a Netanyahu que aumentara la ayuda a Gaza, ya que de lo contrario estarían en peligro los ‘continuos envíos de armas ofensivas’ de Washington al ejército israelí.” (ibíd.).

Vale decir, seguir con el palo, pero mostrando algo la zanahoria. Veamos cuánto la zanahoria: Antony Blinken, el canciller estadounidense le escribe a Bibi Netanyahu dándole un plazo… de 30 días para “cumplir”. Con población hambreada al límite, sin agua, sin medicina, con hospitales destrozados, rodeados de muertos y desaparecidos tras los escombros: treinta días es un plazo insensato, deliberado. Van Wagenen lo explicita magistralmente: la carta fue enviada por orden de Biden el 13 de octubre y el 5 de noviembre habrá, hubo ya, nuevo presidente. ¿Qué pito tocará Biden el 13 de noviembre? en ese vértigo del presente continuo que borra todo pasado? El encanallamiento de los mandos de EE.UU. corre parejo al de Israel.

Van Wagenen presenta otra cita magistral, que tiene resonancias latinoamericanas, desnudando la política genocida israelí (que es de larga data, pero que ha incrementado notoriamente su ritmo a partir del 7 oct. 2023): Daniella Weiss, líder de colonos sionistas usurpadores, cada vez más desembozadamente violentos, auguró que los gazatíes “pronto desaparecerán”.

Desaparición. Porque así se fundaron democracias genocidas “ejemplares”, como la de EE.UU. (y otras en el Nuevo Mundo).

Veamos los comportamientos y razonamientos de quienes llevan adelante la política israelí. Algo nos choca profundamente, nos asquea, nos perturba; ver lo risueño de los soldados israelíes, hombres y mujeres llevando a cabo, literalmente, atrocidades como el derribo de viviendas y barrios enteros, o la sonrisa despreciativa a la vista de situaciones de miseria de palestinos, generadas, precisamente por los mismos soldados sonrientes.

Esa actitud es la que expresa la consigna voceada risueñamente por tantos israelíes, “No hay escuelas en Gaza porque no quedan niños”.

”Soldados israelíes llevan meses sacándose fotos sonriendo mientras derriban edificios.”

Una oenegé apolítica dedicada al cuidado exclusivo de heridos en guerras, Médicos sin fronteras, se ha visto precisada a denunciar lo acontecido en Gaza; uno de sus últimos informes, del 11 junio ppdo., dice: “800 personas han muerto y 2.400 han resultado heridas en los bombardeos y ofensivas terrestres de las fuerzas israelíes de la última semana.» Y Brice de le Vingne, responsable de la Unidad de Emergencias de los mismos MSF se pregunta: «¿Cómo puede considerarse una operación militar conforme al derecho internacional humanitario la matanza de más de 800 personas en una sola semana, incluidos niños pequeños, y la mutilación de cientos más? No podemos seguir aceptando la afirmación de que Israel está tomando ‘todas las precauciones’; esto no es más que propaganda».[5]

El bautizado Plan de los Generales, de Israel, dice con descaro: “Obligar a toda la población civil a abandonar, y quien permanezca allí será condenado legalmente como terrorista y sometido a un proceso de inanición o exterminio. En una semana, todo el territorio del norte de la Franja de Gaza se convertirá en territorio militar”.[6]

Si esto no es guerra de conquista, ¿qué es?[7] Aquí olvidaron los militares israelíes el terrorismo que era el sambenito para toda resistencia más o menos violenta y se descargan con su lenguaje de campaña, tipo “Conquista del Desierto”: “Una vez vencido el plazo, las FDI considerarán operativos de Hamás a todos los que se encuentren en esa zona de guerra”.

Una prístina definición de culpable; será tal no quien cometa “delito” sino quien es… palestino.

Israel está vaciando la Franja, la codiciada Franja de Gaza (que no fue nunca  bíblicamente judía). Y ordena a pura violencia su vaciamiento de humanos… palestinos. “Estas evacuaciones forzadas incluyen a los hospitales, tanto a su personal como a pacientes. Las fuerzas israelíes emitieron órdenes de expulsión para tres centros sanitarios principales del norte de Gaza: Kamal Adwan, al-Awda y el Hospital Indonesio, dándoles sólo 24 horas para… [desaparecer]. Según Medical Aid for Palestine (MAP), el personal de Kamal Adwan sacó a los pacientes recién nacidos de la unidad neonatal, pero denunció que las ambulancias eran detenidas en los puestos de control a pesar de las garantías de ‘paso seguro’ a otro hospital por parte del ejército israelí.” [8]

Pequeños detalles, peccata minuta para los mandos bìblicosionistas.

Giora Eiland, uno de los generales del despojo, declara con desparpajo: “Los palestinos tendrán que apiñarse en Al-Mawasi y podrán olvidarse de la ciudad de Gaza. Esto disgustará definitivamente a Sinwar.” Lo dirá pocos días antes (¿o durante?) el asesinato de Sinwar que se revela obsesión. El mismo Eiland había sostenido en 2023 que Gaza es como la Alemania nazi y que “las mujeres de Gaza son las madres, hermanas y esposas de los asesinos de Hamás”.[9] Ecuaciones sencillas, como vemos.

Más gráfico respecto de la cuestión de la tierra, de la lucha por la tierra, y mostrando cuánto los ha afectado Yahya Sinwar otro comentario del mismo militar: “Lo que le importa a Sinwar es la tierra y la dignidad, y con esta maniobra, le quitas tanto la tierra como la dignidad”. Podemos agregar que con muy pocos días de diferencia –si la hubo− le arrebataron también la vida.

La observación de Eiland deja en actitud digna a Sinwar. Declara brutal y directamente: “Debemos tomar sus tierras −¿entonces está reconociendo que son tierras palestinas?−; dice que es una violación de leyes internacionales […].” (ibíd.) Algo que, por lo visto, lo tiene sin cuidado. Porque Israel está por encima de las leyes proclamadas como de derecho internacional.

 

Se patentiza así el papel de falsa generalidad y (falsa)  justicia de la ONU, una red forjada desde EE.UU. que muchos creían obedecía al domino WASP (White, Anglo Saxon, Protestant) que se asentara en EE.UU. desde su formación. Pero no se advirtió que ya en 1942 el sionismo había decidido, en su Congreso Mundial de Biltmore, cambiar el padrinazgo que lo amparaba; abandonar al exhausto British Empire y obtener, como fruta madura, el auspicio de EE.UU, que iba a resultar poco después la única potencia mundial no dañada (o muy escasamente dañada).

Ya en 1945 se advierte que aunque subsiste por persistencia de imagen, lo del dominio WASP, la minoría cada vez más decisiva en el gobierno de EE.UU. y en sus círculos de poder, es la comunidad judía de EE.UU. que desde entonces se convierte en la más grande del planeta.

Desde 1945 hasta 2023 hemos presenciado, y sufrido cada vez más, una modalidad de dominio categórico pero soterrado, de perfiles formalmente democráticos.

Tenemos la impresión que en el último año la estructura de dominio sionista, fundamentalmente en Palestina ha cambiado: desvestido de ropajes democráticos,  Israel se ha lanzado a una conquista y un despojo de tipo más tradicional, como del mundo antiguo. En este presente hipertecnologizado, con enomre fluencia informativa: no pueden contar con la ignorancia del público. ¿Podrán contar con su indolencia o su  esterilidad? Es decir, ¿con nuestra indolencia o esterilidad?

Porque Israel está encarando un despojo grande, radical, profundo. ¿No necesitan embellecerlo?, ¿abandonan toda política de Public Relations en beneficio del aire de superioridad (¡que tanto le criticaban los judíos a los nazis!)?

Hybris y chutzpah, devastadora combinación.□

[1]  Yedioth Ahronoth, 10/5/2018. Fte.: Tlaxcala, 28/10/2024. Traducción y edición: María Piedad Ossaba.

[2]  La “cosecha” ni siquiera responde a violencia alguna; apenas gritos de condena:  un cuerpo de francotiradores cómodamente ubicados en taludes elige sus blancos:  ijares humanos, pero fueron tantos los desangrados en el sitio que los mandos del ”Ejército de Defensa” cambiaron el “blanco”: a  tobillos. No hay tantos muertos  desangrados; los francotiradores israelíes se convierten, con frialdad milimétrica y escalofriante, en productores de mutilados.

[3]  Iñigo Saez de Ugarte, “Fuego y furia: la guerra perpetua de Netanyahu, 5 oct. 2024.

[4]  W. Van Wagenen, “Matadlos a todos: el exterminio de la población palestina en Gaza”, 25 oct. 2024.

[5]   https://mail.google.com/mail/u/0/#inbox/FMfcgzQXKDdHjzbNZCQhwCkWMWPBWFlb.

[6]   https://www.descifrandolaguerra.es/el-plan-de-los-generales-israel-comienza-la-limpieza-etnica-del-norte-de-gaza/

[7]  Un reconocimiento al historiador argentino Miguel Ibarlucía, por su libro titulado: Israel Estado de conquista, Editorial Canaán, Buenos Aires, 1ª. edic. 2012.

[8]  Ibíd.

[9]  Iñigo Saenz de Uriarte, “Fuego y furia: la guerra perpetua…”, El Diario, 1 oct. 2024.

 

Publicado en General, Palestinos / israelíes

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