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Categoría: Vida cotidiana

Procuramos expresar aspectos y cuestiones de la vida diaria

ANTROPOCENO, CADA VEZ MÁS PRESENTE… Y PESANTE

Publicada el 14/06/2024 - 01/11/2024 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández

10 jun 2024

Como era inevitable a la luz de la creciente complejización tecnológica; la violencia rampante en ascenso; la expansión como mancha de aceite en el tejido social de la drogadicción; el desarrollo en progresión geométrica de la manipulación mediática; la contaminación planetaria cada vez más incontenible; la medicalización de nuestras sociedades y su hermano siamés, el miedo; la intromisión cada vez mayor y más profunda de los recursos mediáticos y comunicacionales en nuestras vidas cotidianas y la correspondiente pasivización de nuestros comportamientos cada vez más mediatizados y sitiados por la sofisticación tecnológica y electrónica; la expansión ubicua del biowarfare al servicio de poderes cada vez mayores y más heterónomos, y  desde lo más reciente, con el aumento de la violencia militar anuncio de guerras cada vez más abarcativas y graves, nos encontramos en una situación que entrevemos como una disyuntiva para las sociedades contemporáneas, cada vez más simultáneamente afectadas por el cúmulo apenas sucintamente borroneado.

Cualquiera de esos ítem sería en sí mismo un problema insoluble o casi, de una gravedad en sí misma insondable. Pero la reiteración de crisis de tan diversos órdenes, hace la problemática inmensamente más grave.

Ante este panorama de largo alcance, de alto vuelo, de lento (aunque irreversible) deterioro, y aunque esos mismos deterioros sean a menudo compensados por algunos avances tecnocientíficos y desarrollos de percepciones y conocimientos de nuestras sociedades, estamos en una coyuntura que tiene giros mucho más veloces y bruscos (y por ello potencialmente catastróficos), como fue la sesgada declaración de pandemia de 2020 o la invasión militar de Rusia a Ucrania, y muy especialmente –por su intensidad y alcance– el copamiento palestino a un cuartel israelí e inmediaciones y la abrumadora, respuesta israelí que ha desencadenado un proceso abiertamente genocida.[1]

Hagamos un recorrido –siempre incompleto– por los puntos que enumeré como de conflicto para nuestro presente, humano, generalizado,  planetario. Eventualmente, podremos articular un orden de prioridades o una red de conexiones que nos permita visualizar elementos y causalidades comunes.

¿HACIA UNA SOCIEDAD SIN ESTADO? AUGE EMPRESARIO

Observamos una decadencia de sistemas de poder  puramente políticos; una traslación cada vez más visible de lo político a lo empresarial. A un universo empresarial altamente tecnologizado. Un tecnopoder. Y cada vez más, en ese desplazamiento, otro “interno” dentro del universo empresario, hacia una financierización creciente y cada vez más omnipresente.

El mundo empresarial no ha tenido jamás menos limitaciones o condicionamientos. En la época en que los estados nacionales gestionaban una sociedad (“su” sociedad), a lo más incorporaban la tarea empresarial regulándola. Así ocurría al menos en los estados soberanos, centrales. En los estados periféricos, forjados por el colonialismo travestido en neocolonial, cuando las oligarquías percibieron que el despojo tradicional había ido entrando en crisis, se le fue asignando al mundo empresario la tarea discrecional de nutrir las metrópolis y acumular las mayores plusvalías desde las periferias, pero blandiendo ahora las banderas de los flamantes estados nacionales.

El auge del universo empresarial dentro de lo que se llama “el capitalismo” ha significado que las tareas que antes el empresariado cumplía en algunos tramos y regiones, ahora se ha generalizado.

Lo empresario como eje de la actividad económica se contrapone a lo estatal y lo público. Y mientras esta última, al menos teóricamente, se encara como servicio (y su contracara, privilegios), el motor empresario tiene muy otro motor: el lucro y el No Limits. Ya sabemos que el lucro perfecciona el poder económico-financiero. Y la experiencia nos dice que ese poder no tiene sentido en sí (salvo el del disfrute de algunas comodidades), sino que expresa el poder de lo incontrolado, incontrolable. Sin más límite que sí mismo.

Ante la falsa igualdad que caracteriza un sistema democrático, el universo empresario es, en sí, el reconocimiento del verticalismo más radical: no hay nada menos democrático que el funcionamiento empresarial. El mundo empresario supera la monarquía más absoluta: porque aun ese extremo reconoce un orden político; el universo empresario, en cambio, atareado con otras funciones, ni siquiera advierte o le preocupa su condición política; si es verticalista u horizontalista, por ejemplo; es expeditivo.

CAMBIO CLIMÁTICO

Se habla demasiado de “cambio climático” o “calentamiento global” en general; grandes definiciones o áreas temáticas que suelen escamotear el origen de los denunciados trastornos, Hablar de cambio climático  sitúa la dificultad fuera de nosotros, en el planeta, en el orden celeste. Pero prácticamente siempre tales alteraciones, calentamientos, sequías, agotamientos, envenenamientos, inundaciones, sobrevienen por decisiones humanas. No de los humanos en general, sino en particular de los grandes consorcios que modelan la economía mundial y la economía humana en general; la agroindustria, por ejemplo, o la megaminería, o ciertas ramas de la química industrial. Porque la acción de grandes corporaciones, a menudo mucho más poderosas que los estados nacionales, es la que está detrás de las desertificaciones, los agotamientos minerales o boscosos, la pérdida de calidad del agua o la pérdida directamente del agua.

Claro que si uno habla de “cambio climático”, la presunta solución provendrá de algo sistémico, general, que es lo que pretende la burocracia onusiana con sus costosísimas conferencias mundiales sobre cambio climático, que en los hechos poco afectan la vida económica y empresarial vigente.  Si se advierte que la causa de una alteración climática es una inconducta empresarial (de las tantas que incansablemente acaecen), la medida tendría que ser mucho más acotada, pero a la vez más precisa. Se trata de lograr que los agentes contaminantes sean realmente ubicados y combatidos, y no con multas sino arruinándoles “el negocio” que afecta y enferma el ambiente y transitivamente a todos nosotros.

CENTRO Y PERIFERIA

Aunque nos quieran hacer creer que el mundo es de todos y para todos, con sus gadgets incluidos,  nuestro planeta sigue caracterizado por el universo de los ricos con sus pobres; en EE.UU., en Europa sobre todo Occidental, en algunos enclaves en todas partes; Singapur, Seúl, Buenos Aires, Ryad, Doha,  y el de los pobres con sus ricos, en casi toda África, América Central y regiones del mundo árabe, buena parte del continente nativoafrolatinoamericano, así como en el asiático.

Allí, en lo que a menudo se caracteriza como periferia o, hasta hace poco, “tercer mundo”, los jóvenes y los viejos siguen llevando la peor parte… y las mujeres, y la primera infancia. Víctimas directas de la exacción material: las grandes corporaciones transnacionales que se supone vienen a invertir y que en realidad vienen a “cosechar”; sesgada confusión de verbos…

IRREVERSIBILIDAD DEL DESGASTE DE LOS MATERIALES MÁS PRMARIOS

Nuestro planeta se va desgastando. Y a diferencia de las sociedades tradicionales, conservadores, el auge burgués, la fiebre socialista, la idea de progreso (muy burguesa, pero preservada sin solución de continuidad por el socialismo) han ido caracterizando cada vez más nuestro presente, el de la modernidad, el de la hipermodernidad.

La hybris que caracteriza nuestro presente ni repara ni entiende por qué habría de preservar nuestro hábitat. “Eso” caracterizaba a las sociedades tradicionales, paganas, primitivas…

Por ejemplo, se están haciendo planes agroganaderos, con expectativas altísimas de rendimiento financiero, sustituyendo la Amazonia por plantíos decididos por el hombre o por espacios de ganadería de enorme alcance. Tales planes no tienen problema en eliminar la última selva medible en millones de km2 (en terminar de eliminar, habría que decir más propiamente; una mucho más chica, considerada empero la segunda selva más grande del planeta, en Borneo, fue talada y desaparecida hace pocos años), Se estima que la Amazonia tiene unos 60-70 millones de años. Borrable del planeta, como si fuera un canterito de algún conde aburrido…

La cadena montañosa que proviene del Gran Macizo Central Sudamericano, que se extiende al sur y se sumerge, entrando al río de la Plata, luce su última grupa que llamamos Punta Ballena en el sudeste uruguayo. También se estima que tiene unos 65 millones de años. Unos señores munidos de sospechables títulos de propiedad (extendidos seguramente hace bastante menos tiempo) han decidido perforarla, triturarla, deshacerla, condicionar lo que vaya quedando de ese formidable promontorio que ingresa al mar durante unos 500 metros, para edificar sobre “su lomo” 27 edificios de unos 10 o 20 pisos de altura (para lo cual deberán extraer varios miles de cargas de camión de piedra molida, cortada, deshecha, sobrante, buscando hacer los cimientos). Punta Ballena es una construcción natural de roca que presenta (cada vez más, presentaba) una serie de parajes y paisajes únicos, una vegetación y fauna igualmente únicas, amén de formaciones rocosas exclusivas, incluidas las rompientes naturales.

Punta Ballena y Amazonia son apenas dos ejemplos, dos puntos, de la naturaleza que empresarios consideran necesario apropiárselos.

CATÁSTROFES

Siempre hubo y se las califica por su impacto (sorpresivo). Las que nos interesan en este recuento son las antrópicas, como Fukushima, Chernobyl,  Rio Doce o el agujero de ozono. El universo mediático habla mucho de ellas cuando sobreviene alguna, pero su tratamiento pierde centralidad a la misma velocidad con que fuera  inicialmente entrevista. Respecto de otras como la difusión de micropartículas plásticas en todos los mares, que pueden engendrar un impacto mucho mayor, a gatas se las observa justamente por carecer de “impacto”.

CONTAMINACIÓN GENERALIZADA

Este ítem no sólo está íntimamente ligado con el auge empresario sino que constituye una de sus consecuencias necesarias (y por tanto, inevitables). Porque el interés particular se agranda descargando la contaminación general “fuera del negocio”.

La contaminación generalizada es hoy innegable. Sin embargo, por décadas el mundo empresario, precisamente, estuvo negando sistemáticamente tanto el desmantelamiento como el envenenamiento, valido de “testigos” (comprados, obviamente), procurando pertrechar “la biblioteca en contra” de tales denuncias con estudios falsos o sesgados que siempre lleva mucho tiempo desmontar.[2] Pero el atropello llevado adelante por el USDA (Ministerio de Agricultura de EEUU.) en el caso de la soja dista de ser único.

Se han hecho tristemente famosas las falsificaciones de los grandes laboratorios para usar sin el menor respeto a la salud humana y a la verdad común y corriente, vacunas que han probado ser más patógenas que la afección que se invocaba neutralizar; las generadoras de autismo, por ejemplo, en niños pequeños y recordando apenas que en la reciente pandemia decretada por OMS mediante un nuevo “orden sanitario” mucho más invasivo que el anterior, hasta los laboratorios que hicieron su agosto vendiendo centenares de millones de dosis anticovid, han reconocido que el covid habría afectado más o menos por igual a vacunados y no vacunados. Si agregamos la cantidad de secuelas generadas con las vacunas (alteraciones sobre todo cardiacas), el resultado ha sido desde el punto de vista  médico más bien negativo, aunque financieramente muy a favor… de los laboratorios.

Los agrotóxicos envenenan ¿o apenas constituyen, según la jerga de los grandes laboratorios “fitomejoradores”? Todas las investigaciones sin fines de lucro han verificado los daños en la población más ligada al uso de “fitomejoradores”, aunque las declaraciones tantas veces reiteradas de Syngenta, Monsanto, Bayer, Novartis hayan insistido en la inocuidad de sus productos de maravilla.

Los plásticos, difuminándose inconteniblemente, hacen daño ¿o apenas se trata de una cuestión de higiene, de negligencia, que, por ejemplo, gigantescas máquinas tragaplásticos solucionarían en un periquete? Penosamente falso, por cuanto la erosión ha ido reduciendo permanentemente el tamaño de los objetos plásticos hasta hacerlos invisibles al ojo humano (pero no biodegradados; ése es el punto).

Esa misma invisibilidad se nos presenta como “solución final” a la superproducción y superabundancia de materiales plásticos (por ejemplo, con la estafa de los oxodegradables). La desaparición del problema a la vista humana no es la desaparición del problema. Es entonces que se acrecienta el problema. Ya se han “encontrado” partículas plásticas, invisibles al ojo nuestro, en la leche humana materna (y en todos los líquidos y fluidos que nos son propios). Biólogos norteamericanos; Theo Colborn, Dianne Dumanoski y John Peterson Myers,[3] tras años de trabajo de campo, han verificado muchos trastornos de comportamiento, sociales o físicos, claramente asociados con la presencia en nuestros cuerpos de partículas plásticas (p. ej., policarbonato). Entre los sociales, de conducta, han registrado la existencia de parejas de gaviotas que a diferencia de las naturales, siempre de macho y hembra, aparecen constituidas con dos hembras, solo que una cumpliendo el rol “tradicional” de hembra y la otra, el de macho. ¡Ni que las gaviotas se hubieran capacitado en cuestiones de género!

Entre los trastornos directamente anatómicos, estos investigadores pudieron rastrear la atrofia de penes entre cocodrilos del Misisipi, que hace a sus portadores incapaces de aparearse con hembras, aunque tal fuera su ímpetu o deseo.

Es que pocas situaciones presentan el alcance problemático que la producción y difusión de termoplásticos expresan. El sinsentido, la falsa ciencia, el espíritu de lucro o la rapacidad, la pretensión de cambio “superador” sin medir sus consecuencias sanitarias; en este caso, el haber contaminado, envenenado a todo el planeta y concretamente a todos los cuerpos vivos del planeta. Los responsables de ese estado de cosas se han negado a afrontar las consecuencias de un diagnóstico certero y de sus implicaciones letales. Porque ¿qué se puede argüir al tomar conciencia que la leche materna, la leche mamífera en general, tienen partículas plásticas? que nuestros cuerpos tienen plásticos alojados en los más diversos órganos, que asimismo, la naturaleza tiene en todos lados, en todos sus océanos microplásticos, que los peces todos tienen en sus tejidos material plástico. Y que esas micropartículas pueden generar alteraciones gravísimas en sus huéspedes.

La petroquímica debería ser enjuiciada por genocidio dado el alcance de la toxicidad de los plásticos en nuestras sociedades y en el mundo en general, enfermedades asociables con microplásticos pueden empezar a estimarse en millones de casos.

Un caso de negligencia criminal de los inversores mayores a escala planetaria, en la petroquímica, en las industrias generadoras de combustibles y plásticos y en los laboratorios y cámaras asociadas a la “colocación de productos altamente rentables”, por su producción “involuntaria” de víctimas.

 

MEDICALIZACIÓN DE LA SOCIEDAD. AUGE DEL BIOWARFARE

Existe un proceso simultáneo y en cierto sentido correlativo al anterior, y es la medicalización de la sociedad, cada vez más acusada y donde la impronta del miedo se ha ido haciendo cada vez más presente. Y junto con este proceso el rasgo que entiendo más acusado es el asentamiento y señorío creciente del biowarfare.

Desde fines de la 2GM, los elencos dominantes de la única potencia que emergió triunfante e indemne de la guerra, EE.UU., sintió llegada su hora. Como la única potencia mundial, la consumación del imperio en la tierra.[4]

Desde aquel entonces, desde EE.UU., así como se ha confeccionado una red de supervisión “policial” con seis comandos que se reparten el mundo entero (Eurocom, Africom, Surcom, etcétera), apoyado en bases militares “nenúfares” (pequeñas  y móviles; más de mil en el mundo entero), así como se ha diseñado al servicio del idioma inglés una red “que todo lo ve y lo oye” en todo el planeta  –“Los 5 Ojos”–, así se ha diseñado toda una red de laboratorios extendidos también por muchos países del mundo, dedicados al cultivo de la guerra en “tubos de ensayo”.[5] Inicialmente, se trataba de manejo de enfermedades, su implantación por necesidades geopolíticas, medición de la contagiosidad,[6] pero desde hace ya unas décadas con el desarrollo de la ingeniería genética, aquella red de laboratorios ha sido sustituida o complementada por una red de decenas de laboratorios de ingeniería genética, dedicadas al cultivo de microorganismos regulables y aplicables por decisión voluntaria. Persiguiendo sobre todo la construcción de quimeras; seres vivos no naturales sino “construidos” en el laboratorio.

Algunos de tales laboratorios se han hecho “tristemente” famosos como el de Wuhan, justamente de biología sintética; en el sitio que se ubica como el del origen de la peculiar pandemia que la OMS reconoció o gestó –no sabemos bien– en 2020.  Otros laboratorios de esta estirpe han sido ubicados en Ucrania, generosamente financiados por Victoria Nuland, una halcona reconocida (y a mucha honra, dirá ella), miembro clave de la craneoteca norteamericana, que ha sido todo un pivot para el  comienzo de la nueva política “occidental” en Ucrania ante Rusia desde 2014).

Respecto del covid recientemente vivido como pandemia, han ido surgiendo voces, tanto de investigadores como de estados y hasta de los mismos laboratorios protagonistas del evento, reconociendo fallos de la versión oficial e inoperancia de los pasos tomados (cuando no franca responsabilidad en las falencias asistenciales), al punto que la última reunión mundial de la OMS, finalizada el 1 junio 2024, abdicó de la pretensión inicial de establecer una reglamento general (y único) de tratamiento de pandemias. No es por cierto un triunfo de las soberanías nacionales o locales sino un resuello de la OMS para tomar impulso e imponer su agenda; de todos modos, con la fluidez informativa actual, la OMS no las tiene todas consigo…

Ligado con desarrollos científicos en la salud, pero también en ingeniería, computación y biometría, señalemos los anuncios inminentes de INTELIGENCIA ARTIFICIAL. i. a.

Baste saber, introductoriamente que no es novedad alguna sino, nada más y nada menos, que un avance más en el ya largo proceso de ampliación de la actividades cibernéticas, automáticas, digitales, en nuestra vidas  cotidianas. Como el registro bióptico, por ejemplo.

Aunque se nos presenta como avances en nuestros conocimientos, y concomitantemente avances en nuestra disponibilidad, libertad de elegir, etcétera, en realidad se trata de avances en el conocimiento de nosotros, los humanos, como objetos.

DEL SEXO AL GÉNERO

Tal vez se lo podría considerar una arista más del capítulo anterior, pero el feminismo más visible lo considera bandera insoslayable para acabar con privilegios machistas. Aun atendiendo cuestiones reales, como la desigualdad y las relaciones de poder entre los sexos, vemos la deriva al género como una estrategia de poder y no necesariamente de las mujeres.[7] Luchando por una comprensible igualdad entre los sexos, tenemos ahora la indisimulable desigualdad entre las mujeres cis y las trans, con enormes conflictos en los deportes o en las alcobas.

EL AUMENTO EN PROPORCIÓN GEOMÉTRICA DE LOS MÁS ATROCES TRÁFICOS: DE HUMANOS, DROGAS, ARMAS,  ÓRGANOS

Permanentemente estamos recibiendo noticias del camión abandonado en un desierto con cien viajeros clandestinos encerrados… y muertos. Del tráfico incesante de afros, que abandonando el continente probablemente más devastado, con sus últimos ahorros pagan el traslado a países “ricos”, y son abandonados en pésimas chalupas a veces en el medio del mar Mediterráneo y a menudo encuentran allí la muerte. Miles al año.

Con drogas y armas, las víctimas no son ya los traficados sino los destinatarios finales.

En el caso de los órganos; córneas, riñones, pulmones, corazón, la sordidez alcanza nuevas cotas. Y apenas si nos enteramos. De una red, administrada por rabinos, recientemente, en subsuelos neoyorquinos. De la extracción de órganos a condenados a muerte en China (se investigó, hace tiempo, sobre tales extracciones en ambas Chinas, la continental y la taiwanesa).

VIOLENCIAS O GUERRAS LOCALES

Siempre han existido en las más diversas latitudes del planeta.

El estado “bélico” se presenta cargado como nunca antes desde el colapso soviético, hacia 1990. Las violencias, incluso militares, hasta ahora se habían reducido a luchas internas o fronterizas entre dos estados vecinos; lo que observamos en los últimos años, meses, es un acrecentamiento de “preparativos para la guerra”, sin precedentes recientes. Preparativos como para “una tercera guerra mundial”.

Dos violencias generalizándose; una bajo la forma de guerra entre ejércitos: en Ucrania entre Rusia y una asociación Ucrania-OTAN, y la otra, en la Franja de Gaza, del ejército israelí masacrando población civil y desarmada palestina o modo de venganza, retaliación, desquite ante un golpe de mano guerrillero palestino que resultó inusitadamente costoso en vidas humanas israelíes, sobre todo de militares copados en una toma de cuartel aparentemente sorpresiva, sin precedentes en la larga ofensiva israelí contra la sociedad palestina (exceptuando la huelga general revolucionaria y armada de Palestina, 1936-1939).

El derribo de viviendas de a miles,  desocupadas o no,  el bombardeo aéreo de ciudades palestinas, devastadas, expresando un verdadero genocidio en acción y mediáticamente a la vista de “todo el mundo” ha generado una situación inédita tan aterradora que hasta el mismo Estado de Israel, que había sorteado todas las décadas desde su fundación cometiendo una interminable serie de ataques y abusos, siempre valido de su condición de víctima-que-se-defiende, con el apoyo sesgado del Occidente rico y colonizador “más o menos ex”, esta vez fue visualizado por un amplio arco de seres humanos y sociedades, como abusivo y genocida. Habitantes, referentes políticos y gobernantes de países, como Bolivia, Colombia, España, Noruega, Turquía, Portugal, México, Sudáfrica, Brasil, Irlanda, Chile, Malasia entre otros condenan la acción mortífera israelí; y grandes sectores de la población de EE.UU., el Reino Unido, y de otros países europeos también condenan la acción genocida israelí, pese a que sus gobiernos sean cómplices del accionar israelí.

La acción desencadenada por Israel tras el golpe guerrillero no es nueva. Palestina y particularmente la Franja de Gaza ha sufrido desde hace décadas varias matanzas de miles de habitantes cada una, sin que mediaran siquiera acciones “desencadenantes” como la de Hamas del 7 de octubre de 2023.

Pero la desnudez mediática que existió ante la brutal reacción israelí parece haber agotado la paciencia o debilitado el escudo ideológico del victimismo israelí.

El sofisticado engendro etnosocial del sionismo parece haber agotado su abusado crédito  de impunidad.

GENOCIDIO A CIELO ABIERTO

Lo acontecido en la Franja de Gaza e inmediaciones a partir de la madrugada del 7 de octubre de 2023, con la respuesta en horas del ejército israelí desde una constelación mundializada de poder, con eje en Israel, pero con sus grupos de apoyo en EE.UU. y asistencia permanente desde el Reino Unido, que se está llevando a cabo, impiadosamente en la Franja de Gaza (y territorios palestinos aledaños) resulte tal vez lo más notable, e inteligirlo  nos ayude a ubicar ‘el estado (actual) del mundo’.

Hemos “alcanzado” un nuevo nivel de acción genocida. En un sentido, mucho más preocupante. Ya se había logrado un cierto asordinamiento con lo acaecido en Rwanda, donde una política genocida fue tolerada desde los ámbitos internacionales, porque no se sabía exactamente, o no se quería saber, porque cierta penumbra mediático lo fue amparando… estaba tan lejos, tan otro mundo para la mirada occidental…

Pero la política práctica israelí  no nos es desconocida; desembozadamente aceleró su ritmo y parece encontrar sus límites en la tolerancia psíquica de los contemporáneos. Árabes o judíos, ateos  o budistas, jóvenes o viejos, religiosos o futbolistas, parecen haber erigido una oleada de repulsa a lo actuado por Israel.

Llama mucho la atención que jóvenes judíos estadounidenses estén entre los primeros en el rechazo, pese a la política de pinzas de los financiadores judíos de casi todas las universidades norteamericanas, que han marcado a fuego a los protestatarios, expulsándolos de los hogares estudiantiles, de las mismas universidades y desconociendo sus currículas, a veces con varios años de estudios universitarios.

El hundimiento de la Franja de Gaza en un cerco feroz, implacable, desde que votaron “equivocados” en 2006, aislados, hambreados y hostigados, hundida material, alimentaria y sanitariamente, en medio de un silencio institucional, internacional, que permitió a los israelíes actuar a su antojo, llegando al extremo de matar a varios tripulantes de una de las naves de las flotillas solidarias con Gaza que trataban, siempre infructuosamente, de acercarles comida, abrigo, medicamentos.

El mundo, sin estructuras correctivas a su alcance, observó el aislamiento, el maltrato, el parto o la muerte de parturientas en puestos de control, el desalojo violento de sus propios hogares que pasaban a ser vivienda de judíos recién llegados, usurpadores. Palestinos. Tratados como… ni animales.

Pero con el derribo de viviendas desalojadas previamente o no, a lo largo del 7 de octubre y días sucesivos, es como si la conciencia social de nuestra presente hubiese dicho, por fin, basta. Desde octubre o noviembre de 2023 son muchas las voces que recuerdan esto que repaso y mucho más. Y que ya no lo aceptan.

Tal vez, hasta Netanyahu deba rendir cuentas. Es lo que la Corte Penal de Justicia de La Haya está analizando. Y es asimismo lo que la Corte Internacional de Justicia está asimismo analizando a partir de las acusaciones de genocidio sobre la población palestina que Sudáfrica y otros estados han impulsado contra Israel.

Tal vez Palestina no esté tan, tan sola. Y los seres humanos seamos algo más que una especie que se suicida.□

notas;

[1]   No nos atenemos a las cifras, que ya son de por sí considerables –decenas de miles de víctimas mortales– sino a la modalidad represiva: bombardeo aéreo y artillería pesada sobre viviendas civiles, barrios enteros así pulverizados con o sin sus residentes adentro. La “respuesta” israelí ha deshecho los centros poblados de la Franja de Gaza; teniendo en cuenta que el operativo guerrillero ha sido a su vez respuesta a la enorme violencia institucional israelí sobre la población palestina. Israel ha hecho invivible ese territorio. No cabe otra explicación que un cierto principio supremacista, de goce sádico: las sonrisas de desprecio que algunos soldados israelíes lucen en fotos ante la devastación, las selfies que sonrientes y satisfechas mujeres soldados se han tomado entre ruinas, dejan ver ese desprecio.

[2]    Me permito ilustrar esta labor de soborno y cooptación de la ciencia con la reacción de la OMS ante la tipificación del glifosato y la consiguiente  soja transgénica con él tratada como cancerígenos por parte del IARC (International Agency for Research on Cancer); cargos devastadores para la agroindustria y laboratorios conexos, y cómo lograron “estabilizar la nave del progreso” mediante contrainformes hechos a la medida por juntas de notables sin ninguna responsabilidad institucional, pagados por la OMS  (Analizo la secuencia en el prólogo a la segunda edición de Transgénicos: la guerra en el plato, El Abasto, Buenos Aires, 2017).

[3]     Our Stolen Future (Nuestro futuro robado), EcoEspaña Editorial, 1996.

[4]    Esa percepción, a mediados de los ’40, tendría un tropezón con la bomba de hidrógeno soviética a fines de los ’40, pero “la cuestión de las dos superpotencias” tendrá un casi sorpresivo final hacia 1990 y desde entonces, quienes dirigen los destinos de EE.UU., –que no tienen porque ser los mismos que en 1940– han retomado la percepción de aquel entonces: un unicato imperial.

[5]   Test-tube war, según la expresión habitual en la jerga del ramo en EE.UU.

[6]   En otro orden de cosas, el manejo estratégico del clima también tiene sus cultores en EE.UU. por razones geopolíticas, al menos desde la 2GM. El proyecto HAARP.

[7]   Invitamos al lector a conocer la moción que Steffen Königer, diputado alemán, presentó ante el  Branderbourg Parliament en 2016: https://www.dailywire.com/news/watch-politician-hilariously-ridicule-lefts-gender-chase-stephens.

 

Publicado en Centro / periferia, Destrozando el sentido común, Globocolonización, Nuestro planeta, Nuestros alimentos, Palestinos / israelíes, Para salir del repollo, Poder mundializado, Salud. Y enfermedad, Sociedad e ideología, Vida cotidiana

El mundo empresario abandonando el diálogo humano

Publicada el 12/07/2022 por ulises

UN FENÓMENO DE NUESTRO TIEMPO

por Luis E. Sabini Fernández

  1. Toca la campanilla del teléfono fijo. Levanto el auricular y oigo una cantinela repetida innumerables veces: (mensaje de la empresa que gestiona los que adeudan a EDENOR: ofrecen un número telefónico 5296 3230, pero no responde voz humana viva).

Los titulares y habitantes que habitamos con este número de teléfono no tenemos deuda alguna con EDENOR.  Lo afirma EDENOR por internet. Luego de reiterados avisos, todos iguales, grabados, caímos en la cuenta que quien tuviera antes este número de teléfono o este domicilio debía tener una deuda con EDENOR.

Pero los cobradores no rastrean; solo de limitan a dejar la recordatoria, por lo visto sin preocuparse en recoger ni un dato siquiera.

Una falta de diálogo ensordecedor.

Tiempo insumido para atender algo inconducente: un par de minutos cada vez, unas veinte veces: alguna hora, y al comienzo, un buen devaneo procurando dar con la deuda; porque estos mensajes siempre apuntan a un remiso, un culpable, un deudor, un incapaz, un ineficiente…

 

  1. He intentado ingresar al sitio-e VTV innumerables veces. Perdí la cuenta. Quince, tal vez diecisiete…

Cuando me pregunta –la pantalla inteligente– si tengo un código, como se trata de una revisita y me entregaron todo un relevamiento con código, digo que sí. Lo pongo y la pantalla –inteligente– me informa que ese código no coindice con los datos precedentes que acabo de dejar.

Como tengo un único auto, ya con décadas y hasta ahora siempre habían sido los mismos datos, bastante sencillos, tres letras, tres cifras, abandono el código y procuro entrar como si fuera por primera vez.

Este minuet y pasos similares es lo que llevo haciendo más de una docena de veces.

En otro de esos embates no reconoce mi corr-e, la pantalla me hace ir atrás, vuelta a empezar. Cuando transcribo el código recibido en otro artefacto-e (porque si cometo el “error” de abrir otra pantalla en el mismo monitor –el de mi corr-e– para extraer el código clave recién enviado, la pantalla VTV hace mutis… y no vuelve más, la pantalla entonces incorpora el dato que traigo del celular, ¡aleluya!; sin embargo al avanzar un par de casilleros, bruscamente se borra todo lo consignado… y vuelta a empezar.

Tiempo insumido a quien esto escribe: varias horas, tal vez una o dos jornadas de trabajo. 8 o 16 horas.

Tiempo multiplicado de los solicitantes a los que les pasa algo similar. Una sobrecogedora  cantidad de tiempo perdido. No solo tiempo perdido. Nervios ganados, tensiones intensificadas…

 

Como dice Byug-Chul Han nos hallamos en “la sociedad del cansancio”: todo el mundo agotado de gestiones para el teléfono, el auto, la administración de la vivienda, de los dinerillos, poco contante, que debemos llevar a adelante ante nosotros mismos… y el asistente-e, es decir, ante nosotros mismos.

¿Qué significa?

Dimensionemos e invoquemos los escamoteados costos.

El mundo empresario ha suprimido seres humanos que hasta hace relativamente poco dialogaban con la clientela para llevar adelante las diversas gestiones. Así se han ahorrado un costo laboral alto.

Y a los particulares, esos átomos del mercado que ocupamos el lado comprador, consumidor, dependiente, han tomado, se le ha asignado la tarea de avanzar trámites, situaciones, necesidades, problemas, sin diálogo alguno con la otra parte del “mercado” en un curioso, perturbador avance “a solas”, pero digitalizado.

El diálogo, entre humanos  en relación con las corporaciones y grandes unidades económicas, ha sido reducido a su mínima expresión (y algunas empresas parecen haber logrado “el éxito” de eliminarlo completamente) lo cual redunda en una gigantesca transferencia de costos de la empresa a la sociedad donde dicha empresa “brinda” sus servicios.

Todo ello aderezado de una campaña de brainwashing para persuadirnos que todo es ganar-ganar y que ello ayuda a mejorar la sociedad.

La lesión, el menoscabo producidos al tiempo de “la gente” se ignora (porque generalmente no se valúa; no se lo estima, dicho esto último en sentido literal).

Vale la pena comparar estos adelantos tecnoideológicos generalmente presentados como bendición digital, propios de las empresas “más avanzadas”, con aquellos servicios que han mantenido o han tenido que reponer el diálogo entre las dos partes, como los CGP de CABA en Buenos Aires, no sabemos si por la sobrecarga de población de la tercera edad en ese territorio u otro motivo– pero los trámites allí funcionan con envidiable fluidez.

¿El método? Sencillamente llega el habitante, sin cita previa, ni conseguida por celular, ni por computadora o ni siquiera por haber venido a buscar un numerito, la recepción le pregunta el motivo de la visita, recibe un número del  área acorde, aguarda y quien lo atiende toma sobre sí la tarea de conseguir lo que el “vecino” solicita.  Como los operarios de los distintos servicios municipales están entrenados y duchos, en minutos se consigue la fecha de casamiento, la renovación del carné de conducir, el permiso solicitado.

¿Por qué el mundo empresario se desvincula de un servicio al cliente en pleno proceso de computarización forzosa? Una situación impensable hace pocos años, porque habría ido en detrimento de la empresa. Pero no es el caso ahora. Enancados en la marea de adelantos tecnológicos, el ciudadano común se siente débil al no poder satisfacer la demanda. Prefiere gastar, malgastar su tiempo, para “salir del papel de primitivo”.

Los cálculos e intereses empresarios pueden desatender el tiempo y la calidad del tiempo de “la gente”, pero la sociedad no debería dilapidar ese tiempo social, cientos o miles de veces mayor que el que tendría que insumir una atención eficiente de “los trámites”·.

Para mover esta situación de frustración, tendría que actuar una masa crítica, que exprese el daño, el malestar, la resistencia a las estrategias dominantes y normalizadas, “por la razón o la fuerza”.

Pero si aguantamos dócilmente las decisiones como si fueran de Su Majestad, que rigen nuestra vida cotidiana, seguiremos “en el mejor de los mundos” (a lo sumo esperando que el sobrino gamba te dé una mano, que la hija que vive en otra ciudad (a veces en otro país, en otro continente) pueda arrimarse y ayude a desentrañar vericuetos digitales aunque sea a fin de año…

 

Publicado en Cultura dominante, Destrozando el sentido común, Uruguay, Vida cotidiana

Hambre y obesidad

Publicada el 30/10/2018 - 23/11/2018 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández

Con motivo del Día Mundial de la Alimentación, 16 de octubre, que patrocina la FAO, esta red mundial perteneciente a la ONU ha hecho públicos los guarismos de hambre y obesidad mundiales: 811 millones de seres humanos y 665 millones, respectivamente.

Podríamos decir, que si antes teníamos un gran problema –el hambre− ahora tenemos dos.

En el penoso tema del hambre, se puede, en rigor es necesario, distinguir el hambre endémica, tradicional, que castigaba a todas las poblaciones humanas (y en general vivas) del hambre moderna, resultado de la interrrelación asimétrica entre sociedades y pueblos, lo que se conoce históricamente como colonialismo e imperialismo.

La primera hambre histórica tiene que ver con la escasez de nutrientes y la humanidad la ha ido resolviendo con sus piernas, en una primera y muy prolongada era, de migraciones, y con su propia inventiva, poco a poco, que le fue permitiendo reconocer alimentos saludables y facilitar su crecimiento; la agricultura y la cría de animales domésticos. Si el recurso de las piernas fue usado durante un millón de años, el de la cría de animales y cultivos no tiene más de diez mil años.

En ninguno de tales momentos, la obesidad fue un problema; al contrario; basta ver lo que nos ha permitido conocer la fotografía desde mediados del s. XIX, apenas desde hace 150 años, para advertir que los oriundos o establecidos de cualquier lado tenían cuerpos sin grasa, piernas musculosas.

La segunda variante del hambre, poco tiene que ver con la escasez y mucho con la rapacidad humana: el colonialismo fue un proceso mediante el cual un pueblo dominando se apropia de excedentes, o no tanto, de un pueblo dominado. Frances Moore Lappé,[1] una investigadora norteamericana, ha registrado que los años de mayor hambruna en la India a lo largo del siglo XIX y primera mitad del XX, coinciden con los años de mejores cosechas. ¿Cómo es eso? Porque los años de cosechas excelentes eran los que aprovechaban los ingleses para cargar sus barcos y llevarse “a casa” tal producción.

Así que el hambre moderna tiene que ver mucho con el poder y la política. Veamos lo que pasa con la obesidad.

Lars Berg,[2] un estudioso sueco nos habla que el pasaje del mundo de las migraciones a la sedentarización significó una primera revolución alimentaria.

No hay empero un corte entre la sociedad más primitiva y la asentada, porque actividades como el cuidado de animales domésticos se va gestando en aquel mundo nómade, y por ese lado, el ingreso de lácteos y de carnes de animales domésticos en la dieta humana  estaba ya presente antes de la sedentarización y la agricultura.

De todos modos, lo que Berg caracteriza como primera revolución alimentaria es el pasaje de una dieta basada en la recolección de frutos, vegetales y animales, pesca y caza, a una alimentación más bien basada en cereales y lácteos (y carne, cada vez menos de caza y más de animales domésticos, domesticados).

Y Berg nos dice que con la modernidad a pleno, en el cambio de siglo del XIX a XX, y fundamentalmente en EE.UU., se produjo una segunda revolución alimentaria. Ya no regida por la escasez sino por la abundancia. Las dietas de los habitantes romanos, medievales y decimonónicos se parecían más entre sí que con la dieta que se va imponiendo en la modernidad tardía, american. Esta dieta, hoy día la nuestra, se caracteriza por disponer de mucha más grasas y azúcares.

Esos ingredientes, aclara Berg, son muy apetitosos. La gente se tienta más.  En EE.UU., para promover el consumo, para agrandar ganancias de los productores, se ha empleado la política; por ejemplo, se ha dispuesto el agrandamiento de  los diámetros de los platos a 30 cm, para dar “sitio” a porciones mayores.

Con esta “segunda revolución alimentaria” empezamos a comprender más fácilmente el origen de la obesidad moderna.

Pero ahora tenemos, como dijimos, dos problemas. ¿Por qué se nos suman, complicando un cuadro de por sí ya atroz?

Aquí entra en juego cada vez más clara y decisivamente la cuestión de la rentabilidad y la tecnología. La modernidad nos muestra que el capital se agranda y expande con el uso de tecnología. La tecnología usada al servicio de la rentabilidad. Se trata de producir alimentos rentables, no (necesariamente) sanos. Incluso más, si la tecnología produce alimentos insanos, pero de mayor rendimiento, ¡adelante! El criterio declarado será la salud, pero el practicado será la rentabilidad.

Si los aditivos que prolongan la durabilidad de un alimento, son tóxicos, se usarán igual. Si los empaques que se usan para transportar alimentos para extender su alcance, son tóxicos, se usarán igual. Si los ingredientes que se agregan a un alimento para facilitar determinados procesos (de estiba, de conservación, de apariencia de frescura) son tóxicos, se usarán igual, si mejoran la rentabilidad.

¿Cómo es eso posible, admisible? Desde hace décadas lo conocemos: mediante la asignación de “límites de seguridad”. Si el veneno es chiquitito, se podrá usar, hasta determinado límite.

Claro que nuestros cuerpos van a ir recibiendo pequeñísimas magnitudes de cada tóxico, pero una cantidad inimaginable de veces y tóxicos en todos y cada uno de nuestros alimentos.

Esa sinergia no se mide. Ahí está una al menos de las trampas que le permite a cada industrializador de alimentos mantener su conciencia tranquila y sobre todo, no sentirse un delincuente, que es la tipificación de cualquier ser humano dedicado a intoxicar a otros.

¿Qué está pasando en nuestras sociedades (un proceso que con diferente intensidad y tiempos distintos abarca a todo el planeta)? En primer lugar, un proceso que hemos llamado de campesinicidio. La eliminación progresiva de quienes están dedicados a la producción rural en unidades pequeñas. Y su sustitución por la agroindustria que en nuestro país se atribuye la calidad de “agricultura inteligente”, una forma elegante de decir que la cultura campesina es de imbéciles.

Aunque justamente la agricultura de los pequeños cultivadores y granjeros da lugar a la producción de alimentos con menos agregados químicos, y es la agroindustria −que se considera “inteligente”− la que se ha “casado” con los desarrollos tecnológicos de mayor avanzada, valida de una enorme batería de productos químicos, que cada vez más, está imposibilitando una alimentación sana. Porque lo que los progresistas creen “parte de la solución” ha resultado también parte del problema. Porque se ha tratado de un desarrollo tecnológico movido por la rentabilidad y no, por ejemplo, por la salud planetaria.

La expansión desenfrenada de la agroindustria, que nuestros políticos progresistas ven natural y positiva, es la que nos está dando alimentos cada vez más problemáticos, pero eso sí, con abundancia de grasas y azúcares. Lo que los dietólogos denominan “comida chatarra” y, podríamos agregar, el “mundillo de las golosinas”.

El avance de comida con enorme peso de productos químicos, de cultivos transgénicos, de uso cada vez mayor de plaguicidas y fertilizantes, ha ido generando una cultura de la góndola, y quebrando la cultura de lo artesanal (maduraciones y desecados, por ejemplo, naturales, en lugar de procesos estimulados y ayudados con aditivos y “maravillas” tecnológicas).

En muchas familias de origen rural es fácil rastrear ese proceso: cuando muere quien hacía los dulces caseros, los embutidos caseros, los encurtidos, las pasas de frutas y verduras, el secado de hongos, quienes han vivido en esa familia, si son jóvenes, suelen abandonar todo ese trajinar y pasan a comprar, a buscar en la góndola “lo mismo”. El detalle es que lo que ofrece la agroindustria y los grandes consorcios transnacionales dedicados a la alimentación, no es lo mismo.

El abuelo hacía en casa pan fresco. Dos días después, hacía otra vez pan fresco. Grandes transnacionales te ofrecen “pan fresco” todos los días, elaborado hace semanas o meses… ¿cómo pan fresco? Porque no es pan fresco, pero parece. Está igualmente tierno, ¿entonces? ¿Magia? No,  aditivos. ¿Saludables? No tanto, pero es legal, porque está por debajo de los límites de seguridad que las autoridades bromatológicas han establecido.

¿Pero entonces, ¿es tan saludable?

A la obesidad me remito. Para abrir siquiera una discusión celosamente escamoteada por reformistas, progresistas y tantos titulares de la fraseología burocrática de  organizaciones tipo FAO, que en cada encuentro mundial parecen haber descubierto la piedra filosofal de la cuestión alimentaria que tendrán que sustituir en un próximo encuentro…

[1]  Frances Moore Lappé, L’industrie de la faim, Éditions L’etincelle, Quebec, Canadá, 1978.

[2]  Lars Berg, “El estómago, los alimentos y el poder”, futuros, no 6, Río de la Plata, 2004.

Publicado en Agronecrófilos, Destrozando el sentido común, Vida cotidiana

Una aporía sexual

Publicada el 25/09/2017 por ulises

Por Luis E. Sabini Fernández – Ha trascendido en los circuitos mediáticos que un trans ha cumplido su deseo de ser madre. Lo ha logrado con su pareja, también trans, originariamente un varón que ha adoptado, decidido, asumido, una condición femenina que entendió la suya.

La concreción del embarazo y el posterior nacimiento del vástago de la pareja, hace un año, se logró porque ambos trans resultaron refractarios a todo tipo de cirugía acompañando su cambio de sexo.

Ella, la advenida mujer, una ecuatoriana bellísima (que era también un apuesto varón, inicialmente), Diane, explica con mucho tino que siempre resistió el plan de una vaginoplastia (extirpación de sus genitales originales y creación quirúrgica de una “vagina”) porque no confía en soluciones quirúrgicas ; ejemplifica con intervenciones de ese tipo que se practicaran tiempo atrás: “Yo lo equiparo con la lobotomía: hubo un momento en que la respuesta terrorífica que se dio a los desórdenes mentales fue hacer cirugías cerebrales y dejar a la persona desconectada del mundo.” [1]

Revelando la lucidez de su abordaje, completa: “Así yo me haga la vagina más hermosa del mundo o me den las mejores hormonas artificiales no voy a ser mujer biológica nunca, por más mentiras que me pueda decir a mí misma.”

Y este planteo la/lo lleva a una conclusión que entiendo conmocionante para el universo LGBTT: “Si yo hubiera pensado en esto antes es probable que no hubiese intervenido mi cuerpo y ni siquiera me hubiera puesto mamas.»

Hasta aquí, cómo ha enfrentado Diane el engendramiento de un vástago. Nos cuenta que al conocerse se sintieron muy unidos, tal vez por la simetría de sus situaciones y/o destinos con el venezolano Fernando, hombre trans.

Y un buen día, mientras iba de gira con su empeño en la difusión de lo LGBTT, estando en Tegucigalpa, Honduras, le llega un mensaje: “Estoy embarazado de mi novia Diane. Tengo un vientre maravilloso que es la cuna donde crece día a día nuestra bendición. Soy el papá más feliz que existe y ella la mejor mamá, la mujer más bella.”

El masculino de la pareja, con su formación sexual femenina intacta, le anuncia a su pareja que es “la mujer más bella” y que ha conservado sus atributos sexuales  masculinos, que tenìan un embarazo entrambos.

Pero, ¿cómo lo hicieron?: ¿como hombre trans y mujer trans o como mujer y hombre bien tradicionales y primarios; el varón converso, con espléndidas tetas (aunque sin lactancia posible) penetrando con su pene  a su pareja, mujer que se considera (y eventualmente es considerada/o) varón?

¿Fue entonces un coito, como primigenios macho y hembra? ¿y cómo se sintieron? ¿qué gozo sintieron? ¿el varón, como varón y la mujer como mujer?

Y si así fuera, cuál es el papel, el significado de lo trans?

¿O se encontraron los cuerpos con reluctancia, sintiéndose impropios en los roces de sus zonas erógenas?

¿Cuál es el sustrato más profundo?

La resistencia de Diane y Fernando a mutilar sus sexos originarios (o si se prefiere, sus aparatos sexuales originarios, aunque la idea de “aparato” es impropia para aplicar a nuestros cuerpos) revela que ninguno de los dos pretendía matar al sexo que tienen en sí; en todo caso reconfigurarlo socialmente. La pregunta es por qué.

Y se prometen más hijos.

[1]  En países nórdicos hay lobotomizados que tendrían ahora unos 90 años, porque fueron intervenidos hace medio siglo o poco más.

Publicado en Amor, sexo, parejas, Sociedad e ideología, Vida cotidiana

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