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Mes: diciembre 2024

CONTAMINACIÓN: ¿RASGO PRINCIPAL DE NUESTRA CIVILIZACIÓN?

Publicada el 01/12/2024 - 01/12/2024 por luissabini

por Luis E. Sabini Fernández  /  28 noviembre 2024

 

Una vez cada tanto recibimos “el golpe” de una noticia que trastorna nuestro universo cotidiano.

El concepto del título puede tener muy variables significados, materiales, espirituales, pero estas líneas van a discurrir exclusivamente en el plano físico; vinculado con nuestros cuerpos (aunque no exclusivamente; ya sabemos todo es uno).

Con los alimentos, nuestras comidas cotidianas, las advertencias han sido reiteradas. Pero al parecer el papel persuasivo de los emporios que controlan la producción, circulación, y disposición de los alimentos que constituyen nuestra dieta habitual, es lo suficientemente poderoso como para que sigamos consumiendo lo que el mercado ofrece, independientemente de si tales alimentos son saludables o no.

Si nuestra hipótesis es certera se nos abre un abismo a causa de nuestra impotencia.

Los hábitos alimentarios de la humanidad han cambiado en el último siglo, o más acentuadamente todavía, desde la segunda mitad del siglo XX, a un ritmo que no tiene precedentes: durante siglos y hasta milenios se comió con menos modificaciones en los alimentos que todas las que se han sucedido en los últimos cien años.

¿Pasó algo entonces para haberse generado tantos cambios y modificaciones en nuestros  hábitos alimentarios?

Ciertamente. Resumidamente lo titularía: AWOL. American Way of Life.

Lo que llamamos modernidad (los historiadores suelen hacer coincidir su surgimiento con el Renacimiento, siglo xv) vino desarrollándose cada vez más intensamente a través del laicismo, la industrialización, los despliegues científicos y tecnológicos, los grandes inventos consiguientes (y la aplicación de viejos inventos, sobre todo chinos) aplicados a la producción y circulación de bienes materiales, el ensanche del mundo incorporando las Américas a la vieja globalización mediterránea (ahora atlántica), y con el paso de los siglos, una tecnificación progresivamente acelerada.

A mediados del s xx, tras el tendal dejado por la 2GM, nos encontramos con una potencia que ha ido tomando más y más poder mundial, desplazando a los parcialmente perimidos colonialismos británico y francés; EE.UU., que vanguardiza prácticamente casi todos los rubros de la modernidad. La influencia american se extiende por todo el mundo, y se afianza: energía a petróleo en lugar de carbón, abundancia en lugar de escasez, democracia en lugar de monarquías y “viejo orden”. Automóviles para los desplazamientos; y no en topolinos sino en colachatas; las ciudades norteamericanas se diseñan con más espacio del que disponía la campiña italiana, por ejemplo, para sus vides, limones, aceites. Ciudades tan “estiradas” necesitaban un vehículo de conexión como el automóvil. Y la americanization se fue globalizando.

EE.UU. siente llegada su hora. Su cultura. Diseñadores dietéticos postulan la aplicación de la ciencia a nuestras comidas; se diseñan pastillas que otorgan a cada humano todas sus nutrientes, de un modo científico, más preciso que cualquier menú tradicional.[1]

Pero si no íbamos a superar lo alimentario, íbamos sí a superar los alimentos. En EE.UU. comienza una revolución culinaria: basta de agua, vino o cerveza para acompañar comidas; un brebaje diseñado a comienzos del s xx, con algún estimulante y azucarado, será el estandarte líquido de la comida estadounidense. Y el aumento de grasas y azúcares será otro. Como el American Way of Llife tiene siempre un ojo puesto en la billetera, se ensancharán los platos (llegarán a ser de 30 cm de diámetro) para servir porciones mayores, estimulando el consumo.

Todas estas medidas tendrán su coletazo imprevisto e indeseado: el aumento de peso de los cuerpos humanos, la obesidad como anomalía cada vez más presente.

Pero los alimentos no se procesan sólo en las cocinas y en las mesas. La agroganadería estadounidense revolucionará también los piensos suministrados a los animales de crianza: se desarrolla toda una ingeniería agronómica para producir más revolucionando todas las técnicas agronómicas: ya no será sólo el agua, las piedras de cal, y algunos otros caldos, como el  bordelés; ahora los laboratorios cada vez más a cargo de la industria alimentaria, irán produciendo toda una batería de sustancias llamadas fertilizantes –para que las plantas las absorban− y de otras sustancias denominados genéricamente “fitosanitarios” o “agrotóxicos”  –para que las plagas los absorban.

Solo que el “reparto” no es tan exacto como pretendían los técnicos y cada vez más, vamos a ir verificando que los venenos no sólo envenenan a los objetivos de las aplicaciones… sino también, a los mismos alimentos, a los que aplican y a sus comensales finales.

A lo largo de las últimas décadas, muchas ya, hemos ido recibiendo diversas llamadas de atención al respecto.

Muy sucintamente: en 1962, Rachel Carson, bióloga estadounidense, escribe como  alegato, Primavera silenciosa, donde explica como los agrotóxicos, cada vez más extendidos en el medio rural (entonces norteamericano) están acabando con los insectos y otra fauna menor, fundamentalmente muchas especies polinizadoras, y las aves de ese hábitat (a las que alude en su título).

Los grandes laboratorios indirectamente aludidos iniciaron una campaña de desprestigio y presión, cuestionándole su capacidad profesional. Para muchos significó arruinarle la vida a Carson que murió con 57 años, apenas un año y medio después de la aparición de su libro.

Toda una recordatoria de lo que cuesta investigar contra los intereses corporativos.

 

Matar a la naturaleza, para que mejore…

Luego de la denuncia de Carson, la quimiquización de los campos (y consiguientemente de las ciudades, de la sociedad humana) se expandió todavía más, mucho más, de modo imparable.

A la par, la sociedad, en primer lugar la norteamericana, pero por fenómenos de expansión imperial, la sociedad occidental inmediatamente después y progresivamente, el mundo entero, fue registrando así el pasaje de la “agricultura tradicional” a la agricultura “científica” o contaminante, según valoremos el rasgo que la caracteriza.

Se fueron sucediendo nuevos capítulos de esos avances científicos o contaminantes. O mejor dicho, científicos contaminantes.

La ciencia suele ser el eslabón para mejorar nuestros saberes operacionales y en ese sentido, la ciencia no tiene porque ser acompañada de contaminación. Pero en las circunstancias históricas que venimos reseñando, la ciencia no proviene de un saber curioso que ha alimentado nuevos aprendizajes para entender el mundo y modificarlo, sino de empresas que se han dedicado a  desarrollar ciencia y técnica, mejor dicho técnica y ciencia, para incrementar rendimientos. Crematísticamente. La utilidad pasa a ser primordial, no la calidad, en este caso alimentaria.

En concreto, lo que se suele llamar modernización de la agricultura, que incorpora nuevos saberes científicos, incorpora fundamentalmente nuevos recursos tecnológicos, donde la cuestión de los costos desempeña papel primordial. Pero no un abordaje real de los costos en todos sus aspectos, sino un abordaje funcional, pragmático, de los costos inmediatos de una modernización dada: si plantar y carpir sale 130 y plantar y tender un germicida (que no afecte la plantación principal, porque por ejemplo es transgénica y está así programada) sale 110, la “solución” es clara: se opta por el germicida, más “económico”.

Si incluyéramos en los costos las intoxicaciones y enfermedades derivadas del uso de semejante tóxico, la pérdida de calidad de vida de la población afectada por el cultivo con agrotóxicos, y la pérdida de calidad alimentaria de ingerir alimentos con venenos “incorporados”, y el costo de las afecciones resultantes, entonces los costos de la agricultura “moderna”, agroindustrial”, ”inteligente” (sic!), sería apreciablemente mayor que la vilipendiada agricultura tradicional.[2]

Pero así “no se hacen las cuentas”.

Los laboratorios y las empresas de semillas y “mejoradores” tienen otra contabilidad: que las enfermedades, los envenenamientos, lo paguen las familias particulares, víctimas, o las redes asistenciales (que lo harán, generalmente mal) sin que afecte la contabilidad del consorcio que ha ignorado la salud pública.

Éste es el “santo y seña” del mundo empresario cuando genera algún “problemita”.

Las décadas del fin del siglo xx verán el debate de las redes campesinas y rurales contra la creciente contaminación.

Que dista, y mucho, de ser exclusivamente alimentaria.

 

 

La plastificación de las sociedades humanas

En 1996, otros tres biólogos, también estadounidenses, tras un relevamiento de años por diversas zonas del subcontinente norteamericano, Dianne Dumanoski, John Peterson Myers y Theo Colborn, presentan un informe con el sugerente título Nuestro futuro robado.[3]

Donde muestran y demuestran como algunos materiales plásticos se han ido infiltrando en los cuerpos de los seres vivos (porque, por ejemplo, presentan similitudes con estrógenos) y están causando atroces alteraciones en los recién nacidos (pero no solamente). Logran en primer lugar ubicar algunos de esos plásticos y plastificantes generadores de tantos daños genéticos y a  sus víctimas en la fauna silvestre: gaviotas hembras que han cambiado su comportamiento, y contaminadas, adquieren el propio de machos; cocodrilos en la Florida cuyos penes se han atrofiado tanto  por contaminación plástica que ya no pueden fecundar a las hembras, y así sucesivamente.

Curiosamente, ni el sacudón de 1962, ni el de 1996 parecen haber tenido efecto duradero. Nuestra sociedad contemporánea resulta impermeable a desafíos que incluso afectan nuestras propias vidas.[4]

Con la fabricación de plásticos, inicialmente termorrígidos, como la  bakelita, pero a poco, termoplásticos que revelarán, como la palabra lo dice, enorme plasticidad comienza un proceso que hoy caracteriza a “todo el mundo”. Los termoplásticos, obtenidos a partir de la polimerización del petróleo, irán poco a poco introduciéndose en todo. Una cualidad, que la industria petroquímica encontró y que para esa industria significó fuente de ganancias; la no biodegradabilidad, es tan extraña y ajena a nuestro hábitat que carece de una palabra para expresarlo; y por eso usamos dos.

La petroquímica expandió por el planeta su “producción”, cuidándose muy bien de averiguar su destino o consecuencias. El optimismo tecnológico que ha funcionado como verdadero “opio de sus titulares” hizo que descuidaran semejantes implicaciones. ¿Cómo si era nuevo podía ser malo? ¿Acaso no es lo viejo, lo perimido, lo premoderno lo (único) que puede ser malo?

Por la misma razón, se evita advertir cómo contaminación puede producir trastornos en nuestra sexualidad y se prefiere, en cambio, “convertirlos” en ”nuevas visiones de la sexualidad”.

Y el volumen del daño fue creciendo incontenible. Los promotores de la industria petroquímica, como la de los “fitosanitarios”[5] para el mundo rural, optaron  por la política del “que me importa”. Y con esos parámetros, se convirtió en una de las ramas industriales de mayor rentabilidad en el mundo entero. En rigor, porque tenía tamaña rentabilidad, se desechó toda política restrictiva a agrotóxicos o a plásticos.

Quedaba sin resolver el destino de un material –los plásticos− que no desaparece nunca, que sólo va cambiando de forma (se intentó en los primeros momentos su incineración, pero la toxicidad hasta del aire se hizo tan gigantesca e insoslayable que se desistió). El optimismo tecnológico permitía no  hacerse responsable de sus actos; más valía desvincularse de ellos. El recurso  del pagadiós.

Como se trataban de adelantos e inventos tecnológicos, tenían licencia garantizada de antemano (aunque nadie imaginó, seguramente, que era para matar).

Porque ante cada avance tecnológico, el ensanche incontenible de los productos químicos –el hallazgo o invento de una nueva sustancia−, se trató siempre de ver el aporte (que fuera enfriador, conservante, ignífugo, suavizante, y la innumerable variedad de funciones atractivas, pero jamás examinando sus inconvenientes o desventajas (salvo que fueran tan patentes, como, por ejemplo, un lubricante excelente que resultara altamente inflamable). De ese modo, de decenas de miles de productos químicos característicos de nuestra sociedad actual, apenas un 10% tiene una ficha de relevamiento más bien completa con ventajas y desventajas;  la inmensa mayoría de productos químicos que usamos fueron ideados para cumplir una función estimada como deseable, ignorando las más de las veces  qué otros rasgos o características tenía; por ejemplo si era asimilable por cuerpos vivos, si era alojable en órganos de mamíferos (o de insectos). Tampoco se agregaban datos sobre otros rasgos, ajenos al hallazgo tecnológico diseñado para alguna tarea particular (rasgos que podrían revelarse altamente problemáticos, que es lo que ha estado pasando con tantos nuevos productos químicos).

 

De esa manera, la humanidad, y sus centros de documentación y relevamiento no supieron o pudieron o quisieron ver la lenta pero inocultable acumulación de plásticos en los mares del planeta.

Tampoco se visualizó que esos plásticos, erosión mediante, cambiaban totalmente de aspecto (pero no desaparecían porque no se biodegradan):  se iban convirtiendo en partículas cada vez más pequeñas, microplásticos.

Las investigaciones de Mathew Savoca[6] nos introdujeron en otro camino del que los desarrollos tecnocientíficos no tenían la menor idea: los microplásticos, poblados por organismos microscópicos, resultan apetitosos para peces.

Con lo cual estamos introduciendo plásticos, muchos ya comprobadamente disruptores endocrinos, que podían ser generadores de quistes, a menudo cancerígenos, en los peces que los engullían. Y siguiendo las cadenas tróficas, esas carnes afectadas terminaban a menudo en los eslabones más “altos” de dichas cadenas; los tiburones, los osos polares, los humanos…

Los plásticos han ido extendiendo su necrosis en los más recónditos sitios y cuerpos. Hay reacciones, pero hasta ahora limitadísimas, aunque significativas: en algunos hospitales han retornado a los envases de vidrio para sangre, que son mucho más costosos pero confiables. Análogamente, en algunos lugares se ha vuelto a las mamaderas de vidrio. Se ha verificado que las industrializadas por la petroquímica, de policarbonato −hasta entonces considerado un plástico de “superior calidad”− contienen, por ejemplo, Bisfenol A, un producto probadamente cancerígeno.

Pero no hay que sorprenderse de esos “retrocesos” puntuales. Más bien hay que asombrarse que la plastificación, así como la incorporación de productos químicos a los alimentos generados desde las grandes empresas, en calidad de edulcorantes, conservantes, gelificadores, estabilizadores, floculantes, reguladores de PH, y varias otras funciones, pudiera resultar algo saludable.

En rigor, cuando se implantó industrialmente se sabía que el edulcorante jmaf [7]  es obesogénico y está detrás de enorme cantidad de población obesa (que significa población que estadísticamente es mucho más costosa por la atención médica que requiere y la cantidad de intervenciones médicas o quirúrgicas que también requieren, amén de la destrozada calidad de vida de muchos de quienes la sufren).

Pero este desprecio por los destinos personales por parte de “las fuerzas que mueven el mundo” (por ejemplo, las de “el mercado”, pero también las instituciones “públicas”) no es nuevo. También se sabía que los alimentos hidrogenados (que facilitan al mundo empresario prolongar la “vida útil” de los alimentos) son en realidad tóxicos. Y hemos tenido, tenemos, margarinas hidrogenadas, para facilitar una reposición sin esfuerzo. Lo mismo tenemos que decir de los alimentos envasados en aluminio, a menudo calentados o cocinados así, que nos “brindan” un metal que no pertenece a nuestro organismo (es decir, es veneno).

 

Para enfrentar la catarata de venenos y tóxicos agregados a la “comida moderna” se ha recurrido a los “límites de seguridad”, presentados como verdadera tabla de salvación para evitar que un material se convierta en una amenaza a nuestra salud. En rigor, se trata de una coartada para sostener con tranquilidad de conciencia que si ingerimos por debajo de ese límite, no hay problema. Algo básicamente falso porque no se evalúa cuándo y cuánto ese límite se traspasa a lo largo de tiempo –algo que pasa siempre− y cómo se sobremontan límites de seguridad aplicados a alimentos distintos. La fábula de los límites de seguridad podría funcionar si sólo se tratara de un único alimento ingerido una única vez.

Las secuelas de tóxicos en nuestros alimentos no tienen porque ser siempre tan fuertes como con las del Nemagon, el nematicida que fue usado durante buena parte de la segunda mitad del siglo xx, particularmente en América Central, cuando ya la agroindustria y el negocio agroquímico habían sentado sus reales.

Es un nematicida aplicado a los cultivos de bananas, que fue envenenando a sus operarios, esterilizándolos. El dañó alcanzó a decenas de miles de trabajadores bananeros.[8] Y por tratarse de una intoxicación oculta, y desconocida para sus propias víctimas, tardó mucho tiempo en salir a luz, tras innumerables conflictos y penosas separaciones de parejas  basadas en suposiciones equivocadas. Nadie se imaginaba estéril.

Al mejor estilo imperio-colonia, el Nemagon resumió rasgos de esa histórica y asimétrica relación.

 

En 2017, otra vez, una investigadora, Shanna Swan, escribió otro texto atrozmente preocupante y anticipatorio: Count Down (Cuenta regresiva), que hace referencia al tiempo de fertilidad que le va quedando a la humanidad, con una calidad y cualidad reproductiva cada vez más cuestionada y alterada por lo presencia de sustancias plásticas que provienen de la difusión sin control ni medida de tales materiales en nuestra vida cotidiana. Que  alcanzan la leche materna, y todos nuestro flujos corporales. Y que, como ya lo habían visto Dumanoski, Peterson Myers y Colborn, afectan los cambios de género sexual, que con lenguaje progre llamamos “fluidez de género” para no herir “las llamadas nuevas sexualidades”.

Swan sostuvo, sostiene, que la especie humana se está destruyendo a sí misma por contaminaciones sucesivas, en medio de la mayor inopia. Volvemos al profético relato de Bradbury.

Y nos golpea el cerebro el porqué.

“Pero hay su dificultad”, como nos explicaba nuestro primer payador oriental, Bartolomé Hidalgo, “Dificultad en cuanto a su ejecución”.[9]

Porque estos efectos devastadores que hemos estado repasando muy sumariamente, constituyen la fuente de rentabilidad para grandes consorcios transnacionales que tiene sus sedes en Londres, Nueva York, Tel-Aviv y otras capitales financieras del mundo.

Como ejemplificáramos con la petroquímica, de hecho un desarrollo industrial genocida pero que jamás ha rendido cuentas de los desastres ambientales (y humanos) que ha provocado.

Nuestro presente no parece tampoco propicio para enfrentar tales emporios. Porque la red de control planetario  −mediática, económica, comunicacional− que abarca las más diversas áreas de la actividad humana, como la actividad banquera, universitaria, sanitaria, de transportes, noticiosa, constituye una trama  general con puntos de roce entre distintos personajes, pero con un alto grado de coincidencias, como se vieron cuando la pandemia decretada en 2020.

Por ejemplo, desde ONU, OMS, PNUD, PNUA, OIT, PMA, UNICEF, ONU-HÁBITAT, UNFPA, UNESCO, FAO, UPU, FIDA, UNRWA, ACNUR, ONUSIDA, OACI, OMPI, UIT, OMM, y muchas más comisiones de alcance planetario.

Cuentan con grandes aliados cooptados, por ejemplo, entre elencos políticos nacionales y locales que desde 1945 para aquí son guiados o asistidos por toda la  burocracia transnacional cuyas abreviaturas hemos reseñado.

Que trabajan además conjuntamente con otras redes supranacionales que no surgieron desde la ONU, pero están íntimamente entrelazadas: OMC, FMI, CPI, BM, CMNUCC, CTBTO, OIEA, CCI, OIM, OPAQ.

ONU y sus derivados no nos preservan de tóxicos ambientales; nos lo administran. Para que no resulten tan chocantes.

Así pasó con la OMS y la pandemia decretada en 2020 (previa redefiniciòn del concepto de “pandemia” a cargo de la mismísima OMS, que tiene además una configuracion peculiar; dejó de ser una instancia con funcionarios públicos para ser un mix de públicos y privados).

Así pasó también con la CPI (particulares) y la CIJ (estados), en La Haya, respecto de los asesinatos bajo la forma inexcusable de genocidio. Al Estado de Israel incurso en tales atrocidades se le advirtió, “amonestó”, pero se los ha dejado hacer. Mostrando lo qué valen, realmente, los derechos humanos; la carta ética de la ONU.□

[1]  El proyecto alimentario “científico” tuvo que ser abandonado porque los intestinos, desocupados, constituían una pena de muerte atroz. Podríamos haber salteado tan penosa advertencia con apenas recordar lo que nos señalara Francisco de Goya; “Los sueños de la razón producen monstruos”.

[2]   Sugiero la lectura de Vandana Shiva, formidable intelectual india sobre esta cuestión de costos.

[3]   Our Stolen Future. Traducción al castellano, Nuestro futuro robado, Ecoespaña Editorial, Madrid, 2001. Que jamás pude encontrar en CABA, Argentina.

[4]  Un cuento, corto, de Ray Bradbury, parece aludir a esa estolidez, a esa indiferencia o impotencia, a ese fatalismo de nuestro mundo actual: Bradbury cuenta que una pareja de veteranos, al fin del día, escucha en el informativo que ése es el último día del planeta, porque una catástrofe sin precedentes y de alcance mayúsculo acabará con esa transmisión, con esa radio, con esa ciudad, con ese mundo… La pareja escucha en silencio y uno de ellos entonces le pregunta a su cónyuge: ¿apagaste bien las hornallas?, ¿cerraste las llaves de paso?, ¿la puerta del fondo está bien cerrada?, poniendo cuidado en llevar a cabo las rutinas de todos los días. Pero incapaces de reaccionar ante algo incomparablemente mayor, sobrecogedor, pero ajeno a las rutinas…

[5]  Porque el desarrollo tecnocientífico impuso, como siempre, su propio vocabulario y los agrotóxicos fueron bautizados fitomejoradores. Así como el lenguaje popular designó “remedio para las hormigas” los insecticidas que se espolvoreaban para combatirlas. Algunos tan, pero tan tóxicos, que pese a la ortodoxia cientificista, debieron ser abandonados ; caso del DDT (expresarlo me valió un despido laboral, de un suplemento periodístico presuntamente científico, en rigor cientificista). Disculpe el lector esta digresión personal.

[6]   https://www.nationalgeographic.es/medio-ambiente/2017/08/nuevos-estudios-concluyen-que-peces-e-invertebrados-consumen-los-microplasticos-del-oceano.

[7]   Jarabe de maíz de alta fructosa.

[8]   El episodio se hizo particularmente odioso porque las empresas bananeras eran todas estadounidenses y el personal afectado, todo centroamericano. Porque además el agrotóxico empleado en Nicaragua, Panamá, Honduras, etcétera, había sido producido primero y prohibido después en EE.UU. , y se permitió seguir usándolo “fuera de fronteras”, y porque si el agrotóxico hubiese sido manipulado con más cuidado –máscaras, guantes−, tal vez no hubiese perjudicado a tanta población que desconocía las cualidades peligrosísimas del “curador” que usaban.

[9]   “La ley es tela de araña”, una poesía gauchesca escrita en las primeras décadas del s xix. Entre 1810 y 1820 (no pude precisar fecha).

Publicado en Agronecrófilos, Centro / periferia, Ciencia, ecología, EE.UU., General, Globocolonización, Nuestro planeta, Nuestros alimentos, Salud. Y enfermedad, Sociedad e ideología, Teoría del conocimiento

Vicisitudes del pensamiento crítico en Uruguay

Publicada el 01/12/2024 - 01/12/2024 por luissabini

por Luis E. Sabini Fernández  /  18 noviembre 2024

El penoso papel de picador que se usaba en el toreo, que el director del semanario Voces se ha atribuido para iniciar los ataques a Gustavo Salle, −“Este año tenemos a un bufón con megáfono que va a hablar de todo un poco…”− ingresado al ámbito parlamentario, deja ver los recursos de que se van a valer para quitar del medio al recién ungido parlamentario.

El penoso papel que al parecer con mucho empuje y entusiasmo se adjudicó Alfredo García,[1] desdibuja un aspecto político que el ingreso de Salle a la Cámara de Diputados podría desatar, desenrollar.

Porque en el ámbito político mayor de nuestro país todo parece reducirse a si vacunas llegaron a tiempo, o a que los pasaportes son derechos irrenunciables de cualquier ciudadano uruguayo, o que los palestinos y los israelíes tienen todo el derecho, ambos, a tener su estado propio (perdón por el descuido; que los israelíes y los palestinos; somos derechos y humanos, pero occidentales…)

En una palabra, y volviendo al escenario político, todo es perfectible, pero estamos siempre en todo básicamente de acuerdo. Porque la democracia uruguaya es así, cuasiperfecta (y tendencialmente, sin el cuasi). Si la extranjerización del suelo “patrio” avanza; si los contratos leoninos de consorcios transnacionales con el estado uruguayo prosperan; si el estado de las aguas de nuestro territorio empeora −como ya tuvimos ocasión de experimentar hace apenas un año hasta en la capital−; si nuestra sumisión ante entidades ajenas se consolida; si la sociedad uruguaya sigue sin obtener respuesta de porqué la mortalidad en el país aumentó desde el año 2022 un 50% respecto de los años precedentes; si la entrega de tierras a transnacionales y el embate de diversas corporaciones para adueñarse del agua del país, sobre todo la subterránea, son, por lo visto, cuestiones que no afectan a los gobernantes o aspirantes a.

Y Salle, como muchos que estamos preocupados por el escaso pulso crítico que observamos en nuestra sociedad, demasiado adocenada, venía insistiendo en críticas contra tanta condescendencia política.

Existen varias expresiones críticas ante el panorama político uruguayo, a menudo soterradas o sin apoyo de los grandes medios de comunicación masiva. Expresiones que no tienen porque configurarse –necesariamente− como partido político; que intentan generar conciencia crítica. Muy sumaria e incompletamente, pienso en el Movimiento Uruguay Soberano, desde el cual luchamos para abolir la modalidad cesarista de contratos firmados a sola firma entre el presidente del país y entidades supranacionales a menudo mayores que el propio estado uruguayo; en el Movimiento Uruguay Sustentable; en intelectuales empeñados en producir pensamiento crítico,[2] en publicaciones como eXtramuros,  en diversas redes horizontalistas al rescate de la producción de alimentos orgánicos en los más recónditos lugares de nuestra geografía. En una palabra, en el polo opuesto al hecho, histórico, que en 2021, desde Uruguay y Argentina, se hayan  presentado al mercado mundial dos variedades de trigos transgénicos;[3] patentados por laboratorios de ingeniería genética; un penoso desmentido a la transacción del año 2000,  que deja ver el valor de los acuerdos asumidos por las empresas del ramo.

La puesta en el mercado de esos nuevos trigos se hizo en Uruguay (en Argentina también) sin la menor resistencia de los elencos políticos, seguramente ajenos a la cuestión.

Por eso, en el jardín panglossiano “de la república”, la voz de Salle, puede resultar un desafío. Ante tanta pereza mental y complicidad pasiva. Silencio ante el genocidio rampante israelí, por ejemplo. Porque el estado uruguayo, como los Tres monos sabios no ve, no oye, no dice ni mu, aunque se escucha la voz estentórea del ministro del interior israelí Ben Gvir, proclamando a voz en cuello, por ejemplo, que hay que matar a los presos.

 

No coincido con Salle en diversos aspectos políticos y personales, pero ningunearlo tomándolo como bufón soslaya la crítica de Salle, que muy a menudo es acertada. Su creación de neologismos es un aporte al léxico político. Es decir, ayuda a pensar.

Con la perspicacia y profundidad que lo caracteriza, Hoenir Sarthou critica también a Salle, pero sin insultos: sostiene que “lo que hizo Salle es dividir y pelear a todos los sectores soberanistas y antiglobalistas y captar para sí y para su hija un 1,5% de los cargos parlamentarios.”

El “detalle” final de la hija permite calibrar a cuanto llega el autoculto de Salle y apreciar la consiguiente penetración de la mirada de Sarthou, aunque tengo para mí, que no es Salle el único tan egocentrado entre soberanistas  y antiglobalistas (a la vez que entiendo que no todos los soberanistas y antiglobalistas somos tan narcisistas).

Así que queriendo, o sin querer, lo que hace García es ignorar la crítica política y consecuentemente la necesidad de crítica política, esto último mucho más grave todavía, alimentando la autocomplacencia de este país tan prolijo y sin tumultos. Sólo se entiende si el director de Voces se siente cómodo con tantas defecciones.

La cuestion es si optamos por la política o por el espectáculo. Salle, a su manera, con todo su autismo que lo incapacita para el diálogo, opta por lo político. Detractores como García le hacen un flaco favor a la política; optan por el espectáculo.

Lo que García le endilga a Salle, se vuelve como un bumerán sobre él, devenido bufón de turno. Y podemos verificar eso cuando teatraliza su inocencia, enrostrándole a Salle la “pregunta”: “−¿Usted se siente aludido por ser un bufón con megáfono?”, frase que recoge el programa “Pantallazo” asignándole el gerundio acertado: ironizando.[4]

Una lástima tanto desperdicio, de lo que no tenemos tanto.□

 

[1]  https://www.montevideo.com.uy/Pantallazo/-Bufon–alcahuete-y-payaso–Salle-vs-Alfredo-Garcia-en-Esta-boca-es-mia–uc902654 . 8 oct. 2024.  Habló, medio incomprensiblemente, de “la globalización de cómo la agenda del humor político se ha desarrollado en todo el mundo”. Mezclando adrede humoristas como Pepe Grillo –como nuestro Pinchinatti− con el acceso de Salle al ámbito parlamentario. El humor es una cosa, la política es otra, aunque a menudo se confundan y se solapen.

[2]  Mi propia ignorancia no me permite enumerarlos ni remotamente, pero no quiero dejar de mencionar siquiera algunos: Alma  Bolón, Víctor Bacchetta, Marcelo Marchese, Aldo Mazzucchelli, Hoenir Sarthou, William Yohai y Daniel Panario, “mi” corresponsal espontáneo. Y el inolvidable Ricardo Carrere.

[3]  Cuando a fines del s xx, se introduce la técnica de transgénesis, que permite introducir en semillas rasgos genéticos ajenos a la especie, que le permitirá soñar a sus autores con construir quimeras de todo tipo, se planteó una interrogante sobre cómo eso podría afectar a las especies animales y vegetales. Pero como pasa siempre con el progreso tecnológico, la implantación fue antes que la dilucidación de semejante cuestión y por lo tanto, en los ’90 ya estaba la agroindustria produciendo, −arrollando todo principio precautorio−  alimentos transgénicos. Que facilita enormemente la agroindustria. Tras una larga confrontación que llevó toda la última década del siglo veinte, entre los monopolios agroindustriales y las redes y organizaciones rurales y campesinas, en el 2000 se llegó a un acuerdo por el cual la soja y el maíz eran conquistables por la agroindustria (y la transgénesis) y el arroz y el trigo –los dos alimentos más extendidos en el planeta− quedaban al margen de la experimentación transgénica. Quedaban, digamos así, en el ámbito natural. Pero la lucha, la tensión por sostener la produccion natural de alimentos fue perdiendo vigor y así, de repente, sendos centros de tecnología agroindustrial en “nuestros” países platenses se dieron el lujo de poner en 2021 en el mercado variedades nuevas de trigos transgénicos sin reacción a la vista.

[4]  Ibíd.

 

Publicado en General, Uruguay, Uruguay. Qué hacer

Sionismo al desnudo

Publicada el 01/12/2024 - 01/12/2024 por luissabini

ENTRE HYBRIS Y CHUTZPAH

Luis E. Sabini Fernández / 14 nov. 2024

 

La situación mundial se presenta ominosa.

La humana, más problemática, si cabe.

El potpourri en que nos hallamos ubicados no puede ser soslayado por donde se lo mire; un genocidio a cielo abierto con escasos precedentes al menos en tiempos diz que democráticos, una desfachatez en las órbitas diplomáticas que hasta hace poco era impensable, pero que adquiere cada vez mayores cartas de presentación.

En cierto sentido, el 7 oct. 2023 generó dos campos nítidos, o al menos un campo nítido; el del genocidio militante y a cielo abierto. Lo cual no deja de ser significativo, dado el manto de corrección política bajo el cual la sociedad democrática, hipermoderna, occidental, supersensible, se había arropado.

 

Veamos algunas voces que procuran justificar ese despliegue represivo del Israel.

Antes, todavía, una observación general sobre los marcos ideológicos que alegan ambas partes (y que suelen esgrimirse como justificativos morales): las voces judeosionistas se amparan en el Talmud, en lo bíblico; por eso su premier Bibi Netanyahu invoca a Amalek y procura persuadirnos de que hay un dios que le dio la potestad y el derecho (¿a qué?, a todo). Por su parte, la oposición a la implantación sionista ha reconocido grosso modo, dos vertientes; una laica, con Al Fatah como su máxima expresión que ha sido deglutida o, hispanamente dicho, recuperada por Israel mediante la creación de la Autoridad Nacional Palestina. Y otra oposición o rechazo a la implantación sionista, que ha buscado afirmarse en el Islam, religión mayoritaria entre palestinos, para construir un país, un estado palestino. Esta última es la resistencia antiisraelí más nítida y la que lleva buena parte de la lucha palestina por su emancipación (no es toda; ha habido una resistencia palestina que no está afiliada ni a Fatah ni a Hamás…).

El Islam, otra religión monoteísta, le otorga a su dios también toda potestad y transitivamente lo hace a sus representantes en la Tierra.

Tenemos así a dos vicariatos enfrentados entre sí.

Vemos, palmariamente, las atrocidades que el estado que se proclama judío hace en su nombre.  Los ungidos como representantes del Islam en la tierra,  a su vez, para atender a Allah, tienen, por ejemplo en Irán, una policía de “buenas costumbres”, que constituyeron la pena de muerte de la iraní Mahsa Amini por no llevar bien puesto el hiyab. O, por ejemplo, condenaron a muerte a alguien por escribir; el escritor indio, de origen musulmán Salman Rushdie, autor de Versos satánicos. Su condena de muerte (fatwa, decretada desde Irán) modificó la vida de Rushdie quien, décadas después de cometida “la blasfemia”, fue atacado y recibió decenas de puñaladas durante medio minuto, que entre otros daños, le arrebataron un ojo.

El blanco ideológico principal de Israel es precisamente Irán; el otro estado confesional con el que parecen haber constituido una entidad pareada de ortodoxias religiosas, asfixiantes.

El daño que produce el Estado de Israel es enorme y su irradiaciòn nos alcanza a todos, particularmente vía EE.UU., profundamente copado por el judeosionismo; el daño del monoteísmo islámico en cambio es mucho más acotado y no irradia, o apenas, por ejemplo, hacia Occidente.

Dicho esto, tenemos que “bajar” a las materialidades, y allí vemos la capacidad de destrucción material de Israel que se ha introducido en una senda genocida sin atenuantes (porque los que ha ofrecido Israel son en su inmensa mayoría mentiras: bebitos judíos asados, violaciones colectivas o masivas de judías, masacres, que en rigor han sido llevadas a cabo por el ejército israelí como reacción al copamiento de cuarteles israelíes instalados en la Franja de Gaza o en sus inmediaciones, y de los que Hamás se adueñara violentamente el 7 oct. 2023 segando la vida de decenas o centenares de policías o militares israelíes.

Procuremos entonces puntear declaraciones y afirmaciones de palestinos e israelíes, con cargos oficiales o sin ellos: un “hilo de Ariadna” pasará por la humanidad  –o pérdida de tal− que nos revelen todas esas declaraciones.

 

Yahya Sinwar: entrevista de 2018 con una periodista italiana, Fernando Borri. A partir de aquí usaremos bastardillas transcribiendo a Borri.[1]

“Yahya Sinwar tiene un rasgo distintivo. Escucha mucho, nunca decide solo. […] nunca ha dicho “Israel”. Podría equivocarme. Pero siempre utilizó sinónimos como: “Netanyahu”, “el ejército”, “el otro bando”. Y sobre todo: “la ocupación”. De lo que estoy segura es de que nunca dijo “la entidad sionista” o “los judíos”; sólo: “la ocupación”.

La entrevista tuvo lugar cuando palestinos gazatíes iniciaran las “Marchas por la tierra”, los viernes de abril de 2018.  Sin armas, sin piedras. Apenas la consigna de que necesitan la tierra [que les arrebataron].

Van varias manifestaciones así pacíficas donde los israelíes “cosechan” a piacere cerca de 200 vidas palestinas.[2]

Sinwar insiste: “una nueva guerra no interesa a nadie. En todo caso, no nos interesa a nosotros. ¿Quién quiere enfrentarse a una potencia nuclear con caucheras? Pero si no podemos ganar, para Netanyahu la victoria sería aún peor que la derrota, porque sería la cuarta guerra. No puede acabar como la tercera, que ya acabó como la segunda, que ya acabó como la primera. Tienen que tomar el control de Gaza. Y están haciendo todo lo posible para deshacerse de los palestinos de Cisjordania y mantener una mayoría judía. No creo que quieran dos millones de árabes más. No, la guerra no tiene sentido.”

Este último pasaje revela un error garrafal de Sinwar: no imaginaba que Israel optara por matar y expulsar masivamente, que es lo que está haciendo en la Franja de Gaza y, a otro ritmo, en Cisjordania.

−Usted es corresponsal de guerra. ¿Le gusta la guerra?”

−En absoluto.

−“¿Y por qué debería amarla? Quien sabe lo que es la guerra no la ama.”

−Pero has estado luchando toda tu vida.

−“Y no estoy diciendo que no volveré a luchar. Digo que no quiero más guerra. Quiero que se acabe el asedio.

Esta fina diferenciación entre guerra, militarismo, violencia, dignidad, revela una mente lúcida. Y totalmente anclada en la realidad. El asedio constituye el tortuoso camino del colonialismo sionista para “liquidar” la cuestión palestina.

Borri sabe de qué hablan. Le pregunta:

−Las fronteras están prácticamente cerradas desde hace 11 años. Gaza ya ni siquiera tiene agua, sólo agua de mar. ¿Cómo es la vida aquí?

−“¿Qué piensas tú? El 55% de la población tiene menos de 15 años. No estamos hablando de terroristas, estamos hablando de niños. No tienen afiliación política. Lo único que tienen es miedo. Quiero que sean libres.”

Así está hablando alguien que tenía diez años de edad cuando la Nakba. Y que ha estado preso 25 años, la mayor parte de su vida. Y que ha organizado las Marchas por la tierra, 2018, que en lugar de cosechar tierra, ha cosechado muertos, más muertos, cantidades planificadamente industriales de muertos (y lisiados).

Borri insiste:

… en los últimos años, Hamás ha encontrado los recursos para excavar sus túneles.

Y replica Sinwar:

Y afortunadamente así es. Si no, estaríamos todos muertos. La forma en que ves las cosas es como las cuenta la propaganda sionista. El asedio no vino después de los túneles, no fue una reacción a los túneles. Fue al revés. Había un asedio y una crisis humanitaria, y para sobrevivir no tuvimos más remedio que cavar túneles.

Borri persiste:

−¿No crees que tienes alguna responsabilidad?

La responsabilidad es del sitiador, no del sitiado. Mi responsabilidad es trabajar con todos aquellos que puedan ayudarnos a poner fin a este asedio mortal e injusto.”

Alto el fuego. Analiza Sinwar:

−Si el alto el fuego significa que no nos bombardean, pero seguimos sin agua, sin electricidad, sin nada, entonces seguimos sitiados. Un asedio es un tipo de guerra, es sólo una guerra por otros medios. Y también es un crimen según el derecho internacional. No hay alto el fuego si continúa el asedio. Pero si vemos que Gaza vuelve a la normalidad… si vemos no sólo ayuda, sino también inversión, desarrollo −porque no somos mendigos, queremos trabajar, estudiar, viajar, como todos ustedes, queremos vivir y valernos por nosotros mismos−, si empezamos a ver una diferencia, podemos seguir adelante.

Una vez más reconocemos discernimiento. Distingue varios medios para llevar adelante un guerra, a veces, sin balas.

Borri insiste:

[…] tal vez es sólo un truco para reorganizaros. Y dentro de seis meses, volveréis a la guerra. ¿Por qué los israelíes confiarían en vos?

“En primer lugar, yo nunca fui a la guerra: la guerra vino a mí. Y mi pregunta, a decir verdad, es lo contrario. ¿Por qué debería confiar en ellos?

En este largo diálogo-interrogatorio, lo que vemos es que Sinwar aspira a que los palestinos sean considerados humanos (tal vez entonces, ni Borri ni Sinwar habían advertido cuán lejos estaba el proyecto colonial sionista de admitir humanidad a gente a la que “necesita” despojar de todo, incluso de humanidad y de vida, como hoy pueden ver hasta los más enceguecidos).

Borri se aferra a la idea de alto de fuego. Y se pregunta qué pasa si “el alto de fuego no funciona”.

Y responde Sinwar: “Por una vez, ¿podemos imaginar qué pasaría si funcionara? Porque eso sería un poderoso incentivo para hacer todo lo posible para que funcionara, ¿no? Si imaginamos Gaza por un momento como era no hace tanto tiempo -¿has visto alguna vez fotos de los años cincuenta, cuando, en verano, recibíamos turistas de todas partes?”

−Y Gaza tenía muchos cafés, tiendas y palmeras. He visto estas fotos. Sí.

−Pero hoy también… ¿Has visto lo brillante que es nuestra juventud? A pesar de todo. ¿Qué talento, inventiva y dinamismo tienen? Utilizando viejas máquinas de fax y ordenadores, un grupo de jóvenes veinteañeros ha montado una impresora 3D para producir equipos médicos al alcance de cualquiera. Eso es Gaza. No somos sólo miseria. Podemos ser como Singapur,[…] Estuve 25 años en la cárcel. Él perdió un hijo, asesinado en una redada; tu traductor perdió dos hermanos; el hombre que nos sirvió el té −su esposa murió de una infección. Nada serio, sólo un corte,  pero no había antibióticos, y así es como murió.

El problema no es nuestra resistencia, es su ocupación. Sin ocupación, no tendríamos cohetes. No tendríamos piedras, cócteles molotov, nada. Todos tendríamos una vida normal.

¿Cuál era el objetivo sionista? ¿Entrenar asesinos? ¿Has visto el vídeo de un soldado disparándonos como si fuéramos bolos? Y se ríe y se ríe. Ellos [los judíos] eran gente como Freud, Einstein, Kafka. Expertos en matemáticas y filosofía. Hoy son expertos en drones y ejecuciones extrajudiciales.

−Ustedes tienen ahora una nueva arma emblemática: las cometas incendiarias. Vuelven loco a Israel, eluden la Cúpula de Hierro y no pueden ser derribadas una a una.

−Las cometas no son un arma. Como mucho, prenden fuego a un poco de paja. Un extintor y ya está. No es un arma, es un mensaje. Porque es sólo cuerda, papel y una alfombra empapada de aceite, mientras que cada batería de la Cúpula de Hierro cuesta 100 millones de dólares.

[…] −Cuando ganamos las elecciones −y ganamos unas elecciones libres y justas− la reacción fue el bloqueo. Inmediatamente. Propusimos un gobierno con Fatah, y no sólo una vez, sino cien veces, y nada. La única respuesta fue el bloqueo. […] Hoy también. Ustedes advierten a Hamás: sólo trataremos con ustedes si existe el Fatah. Luego advierten a el Fatah: sólo trataremos con ustedes si Hamás no existe.

Borri procura explicar el galimatías: −El bloqueo existe porque se considera que Hamás es un movimiento antisistema, un movimiento anticonstitucional, por así decirlo. No respeta las reglas del juego.

−¿Qué juego? ¿Ocupación?”

−Ya sabes… Oslo. La solución de los dos estados.

−Pero Oslo se ha acabado. Creo que es el único punto en el que todo el mundo está de acuerdo. Fue sólo una excusa para distraer al mundo con negociaciones interminables y, mientras tanto, construir asentamientos por todas partes y borrar físicamente cualquier posibilidad de un estado palestino. […] ¿Por qué insisten siempre en Oslo? ¿Por qué nunca hablan de lo que ocurrió después? […]. Ustedes honraron los Acuerdos de Oslo con un Premio Nobel de la Paz y luego desaparecieron. Nadie controló su aplicación.

−Entraste en prisión con 27 años. Cuando saliste, tenías 50. ¿Cómo fue tu readaptación a la vida? ¿Al mundo?

−[…] para ser sincero, nunca salí: lo único que hice fue cambiar de cárcel. Y a pesar de todo, la anterior era mucho mejor que ésta. Tenía agua, electricidad. Tenía libros. Gaza es mucho más dura.”

−Sinwar, a tu salida de la cárcel, ¿qué aprendiste en la cárcel?

−[…] Aprendí mucho, sí. Pero no le deseo la cárcel a nadie. A nadie en realidad. Ni siquiera a los que hoy, a través de esta alambrada, nos golpean como bolos, riendo, sin darse cuenta de que dentro de 25 años podrían acabar en La Haya.

−En la Corte Penal Internacional.

−Por supuesto. No hay futuro sin justicia. Y nosotros buscaremos obtener justicia.

[…]

−En un acuerdo de alto el fuego, supongo que el intercambio de prisioneros sería una cláusula esencial para ti.

−Indispensable. No es una cuestión política, para mí es una cuestión moral. Porque tus lectores probablemente piensan que, si estás en la cárcel, eres terrorista, o de algún modo un forajido, un ladrón de coches. No. Todos somos arrestados, tarde o temprano. Pero literalmente, todos nosotros. Echa un vistazo a la Orden Militar 101: sin permiso de los militares, es un crimen ondear una bandera o estar más de diez personas en una habitación tomando el té, discutiendo de política; tal vez sólo estés discutiendo sobre Trump, pero puedes ser condenado hasta 10 años. En cierto modo, es un rito de iniciación. Es nuestra mayoría de edad. […] Y para mí es una obligación moral: haré todo lo posible por liberar a los que siguen en prisión.”

−En cierto modo, han obtenido más resultados con los secuestros que por cohetes.

−¿Qué secuestros?

−Como el  de Gilad Shalit.

−Gilad Shalit no era un rehén, sino un prisionero de guerra. ¿Ven por qué hablamos tan poco con los periodistas? Matan a un soldado, ustedes publican una foto suya en la playa y sus lectores piensan que lo matamos en Tel Aviv; a ese tipo no lo mataron vestido de bermudas y con tabla de surf, sino vistiendo uniforme, llevando un M16 y disparándonos.”

−Cuando la mayoría de mis lectores piensan en Hamás, […] piensan más bien en la segunda Intifada y en atentados suicidas. Para los israelíes, eres un terrorista.

−Eso es lo que ellos son para mí, a la luz de los crímenes que han cometido contra nosotros.”

−Olvidé preguntarle por el “Acuerdo del Siglo”, el plan de paz de Donald Trump. Aunque no sepamos realmente de qué se trata…

−De hecho, es una obliteración muy clara de nuestra perspectiva de libertad e independencia. No hay soberanía, no hay Jerusalén. No hay derecho al retorno… Sólo hay una cosa: nuestro rechazo. Y no es sólo la postura de Hamás. Es algo en lo que todos estamos de acuerdo. No.”

−Así que, de momento, van a seguir protestando, manifestándose como en los viernes de abril, a lo largo de la valla. Os hemos visto allí a menudo.

−Y sólo te daré dos nombres: Ibrahim Abu Thuraja y Fadi Abu Salah. Ambos tenían 29 años y estaban en silla de ruedas. Son sólo dos de los muchos amputados. Es entonces cuando te das cuenta de que aquí no te matan porque representes un peligro, porque ¿qué peligro representas, en una silla de ruedas, para un ejército al otro lado de la alambrada de espino, a cientos de metros de ti? No, aquí no te matan por lo que haces, sino por lo que eres. Te matan porque eres palestino.

[…] −¿Piensas que alguien te creerá?

−Estuviste aquí en junio, con otros cientos de periodistas, y tu reportaje fue el más duro para nosotros. Y además está traducido al hebreo. Y sin embargo estás aquí, una vez más, porque nos respetas profundamente, y nosotros te respetamos profundamente. A veces, en cierto modo, el mensajero es también el mensaje.

 

Tras el asesinato de Yahya Sinwar, otros periodistas se acercaron a Francesca Borri para conocer más de cerca lo acontecido. Rob Schmitz, de  la National Public Radio, de EE.UU. le pregunta acerca del contexto de la entrevista. Borri comenta:

−Hamás estaba acorralado, ¿sabe? Hamás y Sinwar eran muy débiles en ese momento. Y Sinwar,  siempre ha sido muy decidido […] en ese momento, […] estaba intentando llegar a un compromiso con Netanyahu. Por eso fue posible la entrevista. Porque de hecho Sinwar quería abrir un canal con Israel, y él lo abrió.

Schmitz la pregunta a Borri si tiene alguna interacción con Yahya Sinwar que le venga en mente.

−La primera vez que me reuní con él, yo llevaba un hiyab. No soy musulmana y no sabía si debía llevarlo o no. Y entonces pensé que tal vez era por respeto, así que me puse este hiyab, verde, como el color del Islam. No me reconoció, porque no esperaba que una mujer italiana llevara hiyab. Y entonces, como usted lo sabe, me pidió que me lo quitara…

SCHMITZ : Es cierto.

−Es por eso, que en la foto juntos,… yo llevaba un hiyab. Fue fuertemente criticado por los extremistas de Hamás porque él no era un extremista. Y fue muy criticado por esa foto…

SCHMITZ : Es cierto.

BORRI: … porque estaba con una mujer extranjera soltera sin hiyab. Dijo: no quiero que la gente piense que te estoy pidiendo, ya sabes, que lleves un hiyab. No eres musulmana. Eres libre. Y vienes aquí como invitada. […]   Si lees un poco de árabe y puedes leer o escuchar lo que dice todo el mundo árabe, incluidos los enemigos de Hamás, los enemigos de Sinwar, para todos él es ahora como el Che Guevara del Cercano Oriente. Hasta ayer estaba muerto. Hoy está más vivo que nunca.

[…] Si alguien en Palestina, se atreve a decir algo contra Fatah, contra Hamás, contra Israel, por supuesto, diga lo que diga, lo detienen. Puede detenerlo Israel, por supuesto, pero la mayoría de las veces lo detiene Hamás o Fatah.

La independencia ideológica, intelectual de Yahya Sinwar se agiganta.

Hemos presentado una síntesis del pensamiento vivo de Yahya Sinwar, por la voz de  Borri. Porque tengo la impresión que Occidente se ha conformado con ubicarlo como el estratega del golpe de mano del 7 octubre 2023 e inmediatamente “enterrarlo” política (y físicamente) con el cómodo membrete de “terrorista”.  Borri nos aproxima a la verdad, siempre más compleja.

Voces oficiales sionistas rezaban: ‘la  barbarie fanática asesina a sangre fría, mutila, abusa y tortura a mujeres indefensas, asa bebes.’ Y retahílas por el estilo. Todo falso, eran bulos.

 

Veamos lo que podríamos llamar el pensamiento dominante en Israel, para lo cual es necesario incursionar históricamente. Porque lo que algunos llaman guerra Hamás-Israel no se inició en octubre de 2023. Ubiquemos la entidad sionista poco antes, en 1982, cuando Israel, para acabar con la insurgencia palestina, invade Líbano y empieza despedazando a Beirut, su capital. El presidente norteamericano entonces, Ronald Reagan, advierte al terrorista Menagem Begin, a la sazón presidente de Israel, que hay que acabar con la matanza [de libaneses]: “Utilicé la palabra holocausto de forma deliberada y dije que el símbolo de su guerra era la imagen de un niño de 7 años sin brazos por una explosión.” Reagan logra frenar los ataques israelíes a Líbano.[3]

  1. ¿Qué pasa en 2024? Otra vez, algunos estadounidenses parecen visualizar el horror genocida que está sembrando Israel en Palestina: “Al regresar a casa, los médicos occidentales que habían trabajado como voluntarios en Gaza expresaron su conmoción por la cantidad de niños y niñas que llegaban a los hospitales con disparos, no solo una, sino dos veces, directamente en el corazón y la cabeza: «Ningún niño o niña pequeños recibe dos disparos por error de los ‘mejores francotiradores del mundo’. Y son disparos precisos», dijo el cirujano Mark Perlmutter a CBS News. [4]

El título de la nota que acabamos de citar, de Willliam Van Wagenen, (“Matadlos a todos” es apenas una versión menos rústica de la consigna de Kurtz, el traficante protagonista de El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad, que cuando ya no le importa el juicio ya no le importa “nada” grita desaforado: ¡EXTERMINAR A CADA UNO DE ESOS ENDEMONIADOS!

Van Wagenen nos ofrece también, otro cuadro cultural israelí: “Durante el último año, en campos de detención como Sde Teiman, los soldados israelíes han dejado morir de hambre, golpeado y violado analmente a detenidos palestinos. Les han puesto grilletes tan fuertes que muchas veces los médicos de la prisión se han visto obligados a amputarles las extremidades. Cuando estas prácticas salieron a la luz, debido a videos filtrados y testimonios de guardias de prisión y detenidos liberados dados a los medios israelíes y estadounidenses, la sociedad israelí rápidamente se unió en torno a los sádicos soldados y anunció que “todo es legítimo”, incluso forzar “un palo en el recto de una persona” cuando a un cautivo simplemente se le acusa de ser miembro de Hamás.” ¡Y se bloqueó toda acción judicial contra los soldados torturadores! Eso es Israel.

Sin embargo, aunque la sociedad israelí ha dispuesto la respetabilidad de la tortura y por consiguiente un encanallamiento completo, EE.UU. mantendría las formas… democráticas: “El 13 de octubre la Casa Blanca emitió una carta extorsionando públicamente a Netanyahu que aumentara la ayuda a Gaza, ya que de lo contrario estarían en peligro los ‘continuos envíos de armas ofensivas’ de Washington al ejército israelí.” (ibíd.).

Vale decir, seguir con el palo, pero mostrando algo la zanahoria. Veamos cuánto la zanahoria: Antony Blinken, el canciller estadounidense le escribe a Bibi Netanyahu dándole un plazo… de 30 días para “cumplir”. Con población hambreada al límite, sin agua, sin medicina, con hospitales destrozados, rodeados de muertos y desaparecidos tras los escombros: treinta días es un plazo insensato, deliberado. Van Wagenen lo explicita magistralmente: la carta fue enviada por orden de Biden el 13 de octubre y el 5 de noviembre habrá, hubo ya, nuevo presidente. ¿Qué pito tocará Biden el 13 de noviembre? en ese vértigo del presente continuo que borra todo pasado? El encanallamiento de los mandos de EE.UU. corre parejo al de Israel.

Van Wagenen presenta otra cita magistral, que tiene resonancias latinoamericanas, desnudando la política genocida israelí (que es de larga data, pero que ha incrementado notoriamente su ritmo a partir del 7 oct. 2023): Daniella Weiss, líder de colonos sionistas usurpadores, cada vez más desembozadamente violentos, auguró que los gazatíes “pronto desaparecerán”.

Desaparición. Porque así se fundaron democracias genocidas “ejemplares”, como la de EE.UU. (y otras en el Nuevo Mundo).

Veamos los comportamientos y razonamientos de quienes llevan adelante la política israelí. Algo nos choca profundamente, nos asquea, nos perturba; ver lo risueño de los soldados israelíes, hombres y mujeres llevando a cabo, literalmente, atrocidades como el derribo de viviendas y barrios enteros, o la sonrisa despreciativa a la vista de situaciones de miseria de palestinos, generadas, precisamente por los mismos soldados sonrientes.

Esa actitud es la que expresa la consigna voceada risueñamente por tantos israelíes, “No hay escuelas en Gaza porque no quedan niños”.

”Soldados israelíes llevan meses sacándose fotos sonriendo mientras derriban edificios.”

Una oenegé apolítica dedicada al cuidado exclusivo de heridos en guerras, Médicos sin fronteras, se ha visto precisada a denunciar lo acontecido en Gaza; uno de sus últimos informes, del 11 junio ppdo., dice: “800 personas han muerto y 2.400 han resultado heridas en los bombardeos y ofensivas terrestres de las fuerzas israelíes de la última semana.» Y Brice de le Vingne, responsable de la Unidad de Emergencias de los mismos MSF se pregunta: «¿Cómo puede considerarse una operación militar conforme al derecho internacional humanitario la matanza de más de 800 personas en una sola semana, incluidos niños pequeños, y la mutilación de cientos más? No podemos seguir aceptando la afirmación de que Israel está tomando ‘todas las precauciones’; esto no es más que propaganda».[5]

El bautizado Plan de los Generales, de Israel, dice con descaro: “Obligar a toda la población civil a abandonar, y quien permanezca allí será condenado legalmente como terrorista y sometido a un proceso de inanición o exterminio. En una semana, todo el territorio del norte de la Franja de Gaza se convertirá en territorio militar”.[6]

Si esto no es guerra de conquista, ¿qué es?[7] Aquí olvidaron los militares israelíes el terrorismo que era el sambenito para toda resistencia más o menos violenta y se descargan con su lenguaje de campaña, tipo “Conquista del Desierto”: “Una vez vencido el plazo, las FDI considerarán operativos de Hamás a todos los que se encuentren en esa zona de guerra”.

Una prístina definición de culpable; será tal no quien cometa “delito” sino quien es… palestino.

Israel está vaciando la Franja, la codiciada Franja de Gaza (que no fue nunca  bíblicamente judía). Y ordena a pura violencia su vaciamiento de humanos… palestinos. “Estas evacuaciones forzadas incluyen a los hospitales, tanto a su personal como a pacientes. Las fuerzas israelíes emitieron órdenes de expulsión para tres centros sanitarios principales del norte de Gaza: Kamal Adwan, al-Awda y el Hospital Indonesio, dándoles sólo 24 horas para… [desaparecer]. Según Medical Aid for Palestine (MAP), el personal de Kamal Adwan sacó a los pacientes recién nacidos de la unidad neonatal, pero denunció que las ambulancias eran detenidas en los puestos de control a pesar de las garantías de ‘paso seguro’ a otro hospital por parte del ejército israelí.” [8]

Pequeños detalles, peccata minuta para los mandos bìblicosionistas.

Giora Eiland, uno de los generales del despojo, declara con desparpajo: “Los palestinos tendrán que apiñarse en Al-Mawasi y podrán olvidarse de la ciudad de Gaza. Esto disgustará definitivamente a Sinwar.” Lo dirá pocos días antes (¿o durante?) el asesinato de Sinwar que se revela obsesión. El mismo Eiland había sostenido en 2023 que Gaza es como la Alemania nazi y que “las mujeres de Gaza son las madres, hermanas y esposas de los asesinos de Hamás”.[9] Ecuaciones sencillas, como vemos.

Más gráfico respecto de la cuestión de la tierra, de la lucha por la tierra, y mostrando cuánto los ha afectado Yahya Sinwar otro comentario del mismo militar: “Lo que le importa a Sinwar es la tierra y la dignidad, y con esta maniobra, le quitas tanto la tierra como la dignidad”. Podemos agregar que con muy pocos días de diferencia –si la hubo− le arrebataron también la vida.

La observación de Eiland deja en actitud digna a Sinwar. Declara brutal y directamente: “Debemos tomar sus tierras −¿entonces está reconociendo que son tierras palestinas?−; dice que es una violación de leyes internacionales […].” (ibíd.) Algo que, por lo visto, lo tiene sin cuidado. Porque Israel está por encima de las leyes proclamadas como de derecho internacional.

 

Se patentiza así el papel de falsa generalidad y (falsa)  justicia de la ONU, una red forjada desde EE.UU. que muchos creían obedecía al domino WASP (White, Anglo Saxon, Protestant) que se asentara en EE.UU. desde su formación. Pero no se advirtió que ya en 1942 el sionismo había decidido, en su Congreso Mundial de Biltmore, cambiar el padrinazgo que lo amparaba; abandonar al exhausto British Empire y obtener, como fruta madura, el auspicio de EE.UU, que iba a resultar poco después la única potencia mundial no dañada (o muy escasamente dañada).

Ya en 1945 se advierte que aunque subsiste por persistencia de imagen, lo del dominio WASP, la minoría cada vez más decisiva en el gobierno de EE.UU. y en sus círculos de poder, es la comunidad judía de EE.UU. que desde entonces se convierte en la más grande del planeta.

Desde 1945 hasta 2023 hemos presenciado, y sufrido cada vez más, una modalidad de dominio categórico pero soterrado, de perfiles formalmente democráticos.

Tenemos la impresión que en el último año la estructura de dominio sionista, fundamentalmente en Palestina ha cambiado: desvestido de ropajes democráticos,  Israel se ha lanzado a una conquista y un despojo de tipo más tradicional, como del mundo antiguo. En este presente hipertecnologizado, con enomre fluencia informativa: no pueden contar con la ignorancia del público. ¿Podrán contar con su indolencia o su  esterilidad? Es decir, ¿con nuestra indolencia o esterilidad?

Porque Israel está encarando un despojo grande, radical, profundo. ¿No necesitan embellecerlo?, ¿abandonan toda política de Public Relations en beneficio del aire de superioridad (¡que tanto le criticaban los judíos a los nazis!)?

Hybris y chutzpah, devastadora combinación.□

[1]  Yedioth Ahronoth, 10/5/2018. Fte.: Tlaxcala, 28/10/2024. Traducción y edición: María Piedad Ossaba.

[2]  La “cosecha” ni siquiera responde a violencia alguna; apenas gritos de condena:  un cuerpo de francotiradores cómodamente ubicados en taludes elige sus blancos:  ijares humanos, pero fueron tantos los desangrados en el sitio que los mandos del ”Ejército de Defensa” cambiaron el “blanco”: a  tobillos. No hay tantos muertos  desangrados; los francotiradores israelíes se convierten, con frialdad milimétrica y escalofriante, en productores de mutilados.

[3]  Iñigo Saez de Ugarte, “Fuego y furia: la guerra perpetua de Netanyahu, 5 oct. 2024.

[4]  W. Van Wagenen, “Matadlos a todos: el exterminio de la población palestina en Gaza”, 25 oct. 2024.

[5]   https://mail.google.com/mail/u/0/#inbox/FMfcgzQXKDdHjzbNZCQhwCkWMWPBWFlb.

[6]   https://www.descifrandolaguerra.es/el-plan-de-los-generales-israel-comienza-la-limpieza-etnica-del-norte-de-gaza/

[7]  Un reconocimiento al historiador argentino Miguel Ibarlucía, por su libro titulado: Israel Estado de conquista, Editorial Canaán, Buenos Aires, 1ª. edic. 2012.

[8]  Ibíd.

[9]  Iñigo Saenz de Uriarte, “Fuego y furia: la guerra perpetua…”, El Diario, 1 oct. 2024.

 

Publicado en General, Palestinos / israelíes

Nazismo y sionismo: un poco de historia

Publicada el 01/12/2024 por luissabini

Los acontecimientos del 7 de octubre de 2023

Luis E. Sabini Fernández  / 27 oct. 2024

 

Desde los “neohistoriadores” que han descubierto, o verificado, que las hostilidades entre sionistas y palestinos no judíos se han desencadenado el 7 de octubre de 2023, hasta quienes barajan factores históricos de manera ahistórica –como quienes describen el origen del Estado de Israel como respuesta piadosa a la persecución atroz de judíos a manos de nazis−, el último año ha dado lugar a  más dislates y falsedades que a las que ya nos tenían acostumbrados los medios de incomunicación de masas del llamado “mundo occidental” que sigue siendo, aunque cada vez menos, los dueños mediáticos del mundo.

Incursionemos en algunos datos del imaginario “ocidental y democrático”, de un pasado no tan remoto, que constituye “nuestro pan cotidiano” para acercarnos  a las atrocidades del último año.

□  Un lugar común de la historia que nos han contado: la aviaciòn alemana (nazi) bombardeaba ciudades inglesas; las V2 germanas castigando Londres, Coventry, etcétera. Hechos históricos: en los comienzos de la IIGM fue la aviación inglesa la que estuvo bombardeando ciudades alemanas (con nazis incluidos), reiteradamente, durante muchos meses… hasta que finalmente Hitler ordena, como respuesta, el bombardeo a ciudades inglesas.[1]

□  Otro lugar común de la historia que nos cuentan: que la Alemania nazi, antidemocrática, una vez vencedora de las elecciones nacionales, acaba con toda la oposición al régimen instaurado en 1933. El error aquí es el “toda”. Los nazis ponen fuera de la ley, progresivamente, a comunistas, socialdemócratas, anarcosindicalistas, cristianos más  o menos democráticos, judíos, pero con una excepción: a mediados de la década del ’30 quedan ya sólo dos organizaciones políticas activas en el Tercer Reich: los nazis y los sionistas: las dos pueden seguir sus prédicas.

El sionismo y su intención de llevar a Palestina, al soñado estado bíblico, a judíos, coincidía con la estrategia nazi que era entonces: separar ambos pueblos. Y como el territorio alemán correspondia para los nazis a Alemania, veían con buenos ojos que los judíos, al menos los sionistas, quisieran abandonar Alemania.[2]

□  Afirma Franco Berardi, filósofo italiano: “Antes del 7 de octubre, los israelíes vivían, en el más cínico alejamiento, en una zona de interés similar a la descrita por Jonathan Glazer en su película sobre el barrio frente al campo de Auschwitz, habitado por los jerarcas nazis y sus familias.”[3] La descripción es precisa, y particularmente adecuada la invocación de Berardi, pero no ya referida a jerarcas sionistas sino a la sociedad israelí en general (con sus excepciones). Una sociedad, la israelí, que vive ajena al genocidio de lo palestino en cámara lenta (del 2006 al 2023). Desde el 7 oct. 2023, “todo el mundo” recibe el impacto de la acción guerrillera de Hamás y el cúmulo de información consiguiente, con el trastorno de la invencibilidad a que los militares israelíes se habían acostumbrado (por el peso incomparable de medios, instrucciones, preparación, armmento, que tenían las fuerzas de la seguridad israelí respecto de la resistencia armada palestina, clandestina y escasa).

□  La conmoción del 7 oct. 2023 parece haber trastornado aquella confianza material, militar, muy consolidada. Y ha despertado dentro de la sociedad israelí, ya no solo dentro de su ámbito de seguridad, un disgusto, una conmoción, una reafirmacion fatídica de la falibilidad, la debilidad, la mortalidad de los cuerpos y redes de sostén…

□  Han aparecido dos teorías o interpretaciones distintas y opuestas sobre lo acontecido en la madrugada del 7 oct. 2023: si la molicie de un cuerpo armado absolutamente excedido de funciones y altamente tecnologizado fue decisiva para ser  sorprendido por un golpe de mano de la guerrilla palestina, valida de escasa tecnología de última generación o si, por el contrario, en el estilo de las celadas que tantas veces presenta a un bando cediendo sólo para poder reaccionar con más fuerza y “mejor derecho” invocando la condición de agredido. Abonando esta segunda opción, llamó la atención que las fuerzas represivas israelíes, tan a punto en todas sus conflagraciones,  haya tardado o demorado seis horas en responder al golpe de mano de Hamás. En distancias tan, pero tan cortas.

Pero la primera interpretación es la que ha asumido la propia dirección de Hamás. Me permito una larga transcripción de un artículo esclarecedor de Kevin Barrett,[4] porque da la versión de Hamás (en la persona de uno de sus dirigentes, Saleh al-Aruri, ya asesinado) y porque explica una serie de fenómenos y “versiones” que algunas usinas mediáticas han emitido  con total impunidad, socializando mentiras (como los 40 bebitos decapitados o los senos seccionados a cautivas y convertidos en festivos pasamanos entre los atacantes).

«Después del heroico ataque de Hamas, los genocidas sionistas se enfrentaron a una decisión difícil: admitir la verdad, negociar por los rehenes y aceptar una derrota simbólica que podría marcar el comienzo de la paz basada en la retirada sionista a las fronteras anteriores a 1967, según todas las resoluciones de la ONU que representan el consenso global; o mentir escandalosamente y desencadenar una guerra que los sionistas no pueden ganar. Por razones políticas, Netanyahu eligió la última opción, poniendo en marcha una cadena de acontecimientos que inevitablemente conducirán a la deslegitimación y aniquilación de “Israel”. Gracias al ego de Netanyahu, la victoria final de Sinwar está prácticamente asegurada.» (ibíd.)

Barrett, que acompaña la definición de Scott Ritter del operativo de Hamás del 7 de octubre como “el más exitoso raid militar del siglo” se permite a la vez,  discrepar en otro aspecto: “Aunque Ritter hizo casi todo bien, cometió un error: hacerse eco de la mentira de la propaganda sionista de que Hamás tomó rehenes civiles (y no militares). No fue así. Grupos de palestinos enojados que aprovecharon la incursión de Hamás desde el campo de concentración fueron los que tomaron rehenes civiles, pero esos secuestradores no estaban afiliados a Hamás. Los verdaderos soldados de Hamás tenían órdenes estrictas de no dañar a los civiles ni tomar rehenes civiles, y obedecieron estrictamente esas órdenes. Esto ha sido tácitamente confirmado por las miles de horas de imágenes de cámaras frontales y corporales encontradas por Israel sobre combatientes de Hamás muertos o heridos. A pesar de poseer esas imágenes durante más de un año, los sionistas aún no han documentado a ningún combatiente de Hamás que haya cometido ni un solo crimen de guerra.”

□  No tomamos partido por una u otra interpretación. Con ambas, lo que nos parece más significativo es el comportamiento israelí posterior al 7 de octubre de 2023; la libertad con que los militares israelíes actúan; la suficiencia, la chutzpah[5] según la cual se sienten liberados para actuar a su antojo. Como dioses. Proclamando la ruptura de todo límite: matar bebitos con balazos en la cabeza, sacarse fotos de autosatisfacción en medio de la ruina y la desolación (que precisamente acaban de llevar a cabo), festejar el tendal de heridos, yacentes, moribundos y muertos; hay innumerables fotos que ilustran semejante actitud; bloquear el acceso a las camiones con alimentos que Israel ha aceptado, de mala gana, poner al alcance de los habitantes de la Franja de Gaza, sitiados por aire, mar y tierra desde 2006, de modo tal que cuando los militares finalmente libran el acceso a regañadientes, son israelíes “espontáneos” los que se encargan de prolongar un poco más el bloqueo.[6]

Israel le ha cortado a los gazatíes el agua potable desde hace años, y carecen de agua en general por lo menos desde el 7 oct. 2023; carecen de alimentos, de medicamentos, de sitios para descansar; son casi dos millones de seres humanos, mejor dicho, eran, que Israel ha decidido tratar de martirizar, a ir matando impunemente a cuenta no se sabe de qué expiación.

□  El ministro del Interior israelí, Itamar Ben-Gvir, ha proclamado, ante preguntas sobre los derechos alimentarios cada vez más exiguos de los presos (palestinos) que lo que merecen no son panes sino balazos y que va a tramitar esa solicitud (para hacer los asesinatos totalmente en regla, legales).[7] Otra expresión de chutzpah.

□  Nos informa Philippe Lazzarini, comisionado general de la UNRWA (Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo), una comisión que ha sido acusada por Netanyahu y sus esbirros de ser cómplice de Hamás: que “los niños empiezan a sucumbir a la falta de alimentos, como se puede observar en un aumento de muertes entre el 1 y el 6 de marzo de 2024 en Rafah.”

”El número de niños muertos en Gaza desde el 7 de octubre supera al de niños muer-tos en las guerras que se han producido en todo el mundo durante los últimos 4 años.” [8]

En su cuenta oficial de la plataforma X agrega Lazzarini:  «Ésta es una guerra contra los niños. Es una guerra contra su infancia y su futuro.”

□  El ministro de Finanzas de Israel, el ultranacionalista Bezalel Smotrich, ha insistido  “en la necesidad de abandonar las negociaciones con Hamás y centrar los esfuerzos militares israelíes en atacar la ciudad de Rafah y después seguir con el resto de la Franja de Gaza”  «Con Hamás, de ahora en adelante, sólo deberíamos hablar con proyectiles y bombas en Rafah lo más rápido y fuerte posible». En su perfil oficial de la red social X, ha señalado que «ha llegado el momento» de que el Mossad, haga aquello «para lo que fue entrenado», que es «eliminar a los jefes de Hamás en todo el mundo», y no dedicar su tiempo a negociaciones.[9]

□  Israel, la prensa adicta, Netanyahu nos quieren persuadir que luchan contra el fanatismo islámico, pero lo que vemos es la destrucción inmisericorde de vidas que a ojos sionistas valen muy poco, por no decir que son absolutamente despreciables: hermosas y bien alimentadas soldados femeninas israelíes se sacan instántaneas sonriendo sobre el fondo de barrios palestinos convertidos en escombros; jóvenes israelíes influencers describen cómo palestinos maquillan heridas (que no existen) en sus cuerpos para buscar conmiseración; colegas a su vez, se burlan de palestinos que están siendo masacrados, despedazadas por metralla. ¿Chutzpah?□

[1]  Adolf Hitler tuvo que abandonar su plan inicial de obtener una asociación entre herrefolk (anglosajones y germanos, para Hitler “razas superiores”), y se vio obligado a enfrentar al eje británico. Algo que será desastroso para su plan inicial (de acabar con el comunismo y/o con Rusia). Véase el significativo viaje extraoficial de Rudolf Hess (el nro. 2 de la plana mayor nazi) a Inglaterra en 1940. Jamás podrá hablar de igual a igual con la direccion inglesa y será en cambio tomado prisionero (luego del fin de la IIGM, será transferido como prisionero a Spandau, la cárcel que Los Aliados levantaron en Alemania para aprisionar a “los culpables” y allí morirá, nonagenario décadas después).  Así comentaba Winston  Churchill la pretendida alianza de herrefolk: “El orden mundial debe serle confiado a naciones satisfechas que no necesitan más de lo que tienen. Un orden mundial en manos de gente insatisfecha nunca otorgará protección, seguridad. Nosotros no tenemos razones para esforzarnos en tener más de lo que tenemos. La paz puede preservarse con gente que vive su vida sin pretender planes ambiciosos. Con nuestro poder actual ya estamos por encima de todos.” (“Second World War”, no. 5, 1952, ed. sueca, p. 391).

[2]  El plan nazi de separación de sangres era increíblemente  tenue en comparaciòn con los imaginarios creados sobre el nazismo. Con las leyes de Nurenberg, 1935, el nazismo busca separar germanos de judíos. Por ejemplo, en el ejército, en las universidades (y cada vez en más esferas del estado alemán).  Pero “la mezcla de sangre” entre judíos no sionistas (incluso asimilacionistas) y alemanes “arios” o germanos era intensa.  ¿Qué plantean las leyes de Nurenberg , entonces, como pasos para la ansiada separación (además de la consigna extendida por todo el Reich, “Juden Raus!” ¡Judíos afuera!)? En el ejército no se aceptarán quienes tengan 3 o 4 abuelos judíos. En cambio, quienes tienen 2 o 1 abuelo judío serán considerados alemanes.  ¡Y esto se efectivizó a lo largo de toda la IIGM, con soldados y oficiales con 2 abuelos judíos!. El ejército contará con muchos oficiales de alta graduación con un abuelo judío. ¿No rompe esta política de separaciòn o “divorcio”, nuestras representaciones previas sobre el trato de nazis a judíos?

[3]  “Genocidio: Amalec”, 5 jun 2024.

[4]  “Yahyah Sinwar: Anti-Terrorist Hero”, The Unz Review, 17 oct. 2024.

[5]  Expresión de arrogancia, comlejo de superioridad y cierto desenfado moral, con pizca de humor.

[6]  Las hambrunas así provocadas por Israel desde hace años, han dado lugar al horror, perfectamente orquestado por los militares que han podido así matar a discreción a decenas o centenares de palestinos hambreados y desesperados (véase, p. ej., “la masacre de la harina”).

[7]  La Vanguardia, 1 jul 2024.

[8]  Euronews, 13 mar 2024.

[9]  “El ministro de Finanzas israelí insiste en la ‘completa destrucción’ de la Franja de Gaza”, Newsroom Infobae / 25 abr 2024.

Publicado en General

MI REENCUENTRO CON SUECIA

Publicada el 01/12/2024 por luissabini

ESTADO SOCIOIDEOLÓGICO DEL QUE FUERA MODELO SOCIALDEMÓCRATA OCCIDENTAL

por Luis E. Sabini Fernández / 13 octubre 2024

Advierto  claramente cuán lejos está Suecia del tercerismo asimétrico pero tercerista al fin del tiempo de Olof Palme.

Estábamos invitados a cenar en lo de una pareja amiga; ella, otrora integrante montonera; él, sueco nativo, progresista de la vieja estructura socialdemócrata de Suecia. Trabajan intermitentemente en la red “internacional” con que cuenta Suecia “para el desarrollo mundial”, es decir, frecuentan diversos países del Tercer Mundo con contratos de la SIDA sueca (Swedish International Development Agency; Agencia Internacional de Cooperación al Desarrollo; el mero título y hasta el idioma en que está escrito revela la ideología subyacente).

Casi como despedida de la cena en la que no hablamos de política internacional, es decir de políticas genocidas, porque más bien recorrimos las distintas etapas o paradas de sus trabajos fuera del país o nuestras tareas cotidianas,  a la hora de calzarnos (porque en Suecia existe la saludable costumbre de no ingresar con zapatos y sus suelas a los pisos de la vivienda), comento «apenas» como para recordar el presente: –hemos comido y  bebido, aunque en este mismo momento haya poblaciones que están siendo exterminadas por apenas existir, a manos de quienes matan hombres, mujeres, niños, sin que exista otra razón que el puro exterminio…

Nuestro anfitrión comenta: –¡Ciertamente! ¡75 mil ucranianos y 170 mil soldados rusos muertos! (o tal vez dijo: 170 mil ucranianos y 75 mil soldados rusos (apenas retuve las cifras y no sus titulares).

Quedé frio. –¡No!, exclamé; ¡¡¡en Gaza!!! En Ucrania lo que hay es una guerra con soldados de uno y otro bando; del bando agresor y del país que sufrió la invasión, pero en Palestina no hay dos países ni dos ejércitos; se trata únicamente de un ejército que masacra población civil…

–Bueno, tercia otra vez el dueño de casa: en Palestina hubo  efectivamente 40 000 muertos…

No sé si con ello quería comparar los 245 mil muertos en Ucrania con los señalados públicamente en Palestina. Pero no pude dejar de subrayar que no había comparación posible. Porque no se conocen las cifras de los masacrados realmente en la Franja de Gaza…y  porque 45 millones que habitan Ucrania no tiene comparación con los 4 o 5 millones de palestinos en Palestina e Israel.

La conversación se diluyó con los últimos cordones de zapatos. Y salimos a la intemperie.

No llegué a decir que me cuesta admitir que tras los derrumbes generalizados de viviendas, en Gaza, capital o en Khan Younis, a menudo de 10 pisos, hayan sido matados, aplastados, masacrados “apenas” el 2% de la población (hay otras cifras, de fuentes confiables; que estiman en 180 000 o de más de 200 000 los muertos palestinos posteriores al 7 oct.) [1]

 

Nuestro anfitrión de la cena, lamentablemente, no está solo. La prensa y la calle abonan un miedo generalizado ante un posible ataque ruso que golpetea cada día desde los noticieros.

Una visión  sencilla, que advierto reiterada en los medios masivos de comunicación (o de incomunicación), enfoca, para la solución de los problemas mundiales, ‘tres obstáculos’ a la paz. Tres personas, tres figuras: Putin, Xi Jinping y Trump.  Como si se tratara de un problema de extracción, casi odontológico. Como nos recuerda siempre una ley de Murhpy: “Los problemas complejos tienen soluciones erróneas que son sencillas y comprensibles.”

Esta concentración conceptual de “lo importante” en la cuestión Ucrania-Rusia, trae consigo la erección del exactor televisivo de efectos especiales y control mediático,  Volodimir Zelensky, en héroe (de Occidente). No podemos olvidar su airado fervor refiriéndose a lo palestino-israelí: defensor de ‘los judíos, víctimas de los palestinos.’ (sic).

Aparentemente, el rechazo, el miedo, a la posible opresión rusa cubre un amplísimo espectro mental. Sostenido apenas por un conflicto interimperial Rusia-Suecia de hace tres siglos y la instauración soviética, hace un siglo, que efectivamente se expandió por parte de la Europa Oriental (aunque nunca en Escandinavia).

El proyecto imperial soviético se agotó definitivamente en la década de los ’90 y parece totalmente fuera de vigencia, y vemos a Rusia más bien a la defensiva ante los avances, precisamente, de los viejos Aliados de la IIGM; particularmente la expansiva OTAN.[2]

 

La cuestión palestino/israelí, y particularmente la pesadilla gazatí, aun sin una nítida posiciòn del gobierno cuenta con cierta resonancia en las calles, al menos de la capital. Se van banderas palestinas en ventanas particulares. Aunque aisladas, existen. Y algunas publicaciones hablan del colonialismo israelí, del racismo israelí, de supremacismo  –tan propio de ideologías como la nazi o la anglonorteamericana–. Transcribo un título (de una publicación anarcosindicalista sin alcance masivo que se imprime nueve veces por año; El trabajador): “¿Es una estrategia militar o puramente racista bombardear los hogares en Gaza masiva e indiscriminadamente?” [3]

Frente a estas manifestaciones, existe una bibliografía incondicionalmente proisraelí, que  por la imponencia de sus ejemplares se ve generosamente regada con dinero. Apenas un ejemplo, escrito por un docente especializado en conocimiento del estado y del terrorismo, consejero en la UE, en la SIDA (que ya nombramos) y en la Academia Real de Guerra; Magnus Ranstorp. Tiene un libro sesgadamente titulado: Hamas: el terror desde adentro.[4] Sesgado, porque habla de terror islámico o del de Hamás sin ni siquiera atender o incorporar la naturaleza exterminadora del Estado de Israel respecto del pueblo que habitaba el territorio bíblicamente reclamado.[5]

Ranstorp nos habla de que “los terroristas gozan con la muerte que provocan”, que “juegan arrojándose uno a otro un pecho seccionado a una judía”, que obedecen a sus superiores y violan “a una prisionera ya muerta”.

“Violaban y maltrataban, no sólo sexualmente sino también humillándolos. La forma de darles muerte es algo que sólo monstruos pueden hacer”. Un reconocimiento preciso de que los monstruos pululan entre israelíes […] “Mujeres y niñas reciben un trato bestial, sus espaldas son fracturadas y les disparan en sus vaginas.”

Estas descripciones de Ranstorp necesitan dos precisiones al menos: 1) no se han presentado pruebas de horrores como el de los pechos seccionados y convertidos en pelotas, así como tampoco se pudo probar la existencia de bebitos asados, que el presidente en ejercicio de EE.UU., Joe Biden, lograra ver –oh milagro– “con sus propios ojos”.

Si la escasez de pruebas hace sospechosas la versión de algunos horrores, existen dos elementos de juicio más que nos hace ser todavía más cautos con el relato de este “investigador”:

1) no sólo que muchos de tales horrores son los que, precisamente, se han denunciado y comprobado, llevados a cabo, y sistemáticamente, por parte de las fuerzas oficiales (denominadas “de Defensa”) del ejército israelí, sobre palestinos, sino que, además, está asimismo documentado el gozo, enfermizo, de muchos soldados (varones y mujeres israelíes) con tales torturas.[6]

2) la persistente renuencia que esgrimen tantos israelíes a reconocer las atrocidades que descargan sobre  palestinos constituye la clave psicológica para darse cuenta de su supremacismo. “Los atacantes tienen la mayor libertad para saquear, asesinar y secuestrar.” (Ranstorp, p. 30). Eso es lo que hicieron, precisamente, los sionistas durante su proceso de implantación forzosa, sustituyendo a los palestinos, expulsándolos, suprimiéndolos a lo largo de distintas coyunturas; si los palestinos aceptaban la sumisión, el juego se presentaba democrático; si los palestinos resistían, se aplicaba el señorío despótico y el rechazo radical de todo margen democrático.

El “historiador” Ranstorp persiste en registrar 1269 muertes de israelíes ese fatídico 7 de octubre (la versión oficial del Estado de Israel fue de 1400 y prestamente redujeron esa cantidad explicando una confusión inicial con cadáveres de palestinos abatidos). Ranstorp consigna entonces la versión oficial depurada, que está, empero, groseramente falsificada.

Varios investigadores reducen considerablemente el número de muertes de civiles israelíes atribuidos al copamiento palestino. Nada que ver con millares, atribuyendo buena parte de los muertos de aquel día a la respuesta militar israelí, unas seis horas más tarde (los muertos de esa jornada incluye a centenares de policías y soldados copados y ajusticiados sumariamente en su cuartel general en Gaza, literariamente sorprendidos en calzones: esas muertes -centenares- no pueden sino ser consideradas resultado de la violencia ejercida por una estructura guerrillera  sobre un “ejército de ocupación”).

Con  total desenfado, falta de lógica y pensamiento doble, Ranstorp se dedica a poner en boca y cuerpo de palestinos atributos y ejercicios que son característicos del comportamiento militar israelí:

  • ‘una niña, apenas unos siete años, sentada a horcajadas de su padre, que lleva en sus manitas un kalashinov’;
  • Ranstorp califica a Yahya Sinwar ”carnicero”. No sabemos con qué títulos. Pero sí sabemos cómo resultaba ese calificativo apropiado para Ariel Sharon, asesino de miles de palestinos, incluido los de los progromos de refugiados en Sabra y Shatila, en Líbano, compuestos por ancianos, mujeres e infantes puesto que los varones aptos habían partido a enfrentar la colonización en otras partes en

Ranstorp nos aclara que “el crecimiento de Yahya Sinwar se caracterizó por el sufrimiento generado por la agresión sionista.” Parece bastante lógico, puesto que nació en 1962 en Khan Younis; tenía 14 años cuando se produce el despojo de la Nakba: un adolescente en plenitud tiene que haber recibido la violencia colonial como un azote feroz.

Muy pronto iniciará su contacto con el mundo carcelario israelí hasta terminar cumpliendo una condena de 22 años: una ofrenda no muy agradable para un joven.

Ranstorp lo ubica como un prisionero “recalcitrante y cruel” (p. 40). Me causa gracia lo de recalcitrante: ¿Qué pretende Ranstorp? Que el preso, con una condena de 22 años, fuera cordial, jovial, desatento a su condición y destino… ¿despreocupado? Me hace acordar a la caracterización que la imperial Real Academia Española, hacía a mediados del siglo pasado de los carabalíes; “pueblo africano poco estimado por su carácter indómito”. Imperiales pero sinceros: la Falange española y  el supremacismo sionista.

En conclusión: no esperemos búsqueda de la verdad en Ranstorp: pertenece  a la campaña proisraelí, sencillamente.

 

«Los soldados israelíes quemaron tiendas de campaña… no dejaron nada verde ni seco… destruyeron todo. Quemaron las tiendas, quemaron a los humanos. Quemaron viva a mi hija discapacitada delante de mí y luego aplastaron su cuerpo con un bulldozer. Mientras era quemada, le miraba a los ojos y no pudimos salvarla. Ella tenía 34 años, los israelíes no dejaron nada. ¡La situación que estamos pasando!… esto no es una guerra, es solo muerte.»[7]

Apenas sabemos un 1% de las atrocidades que los sionistas han perpetrado en Gaza.

Esta delectación en provocar la muerte ajena (de infieles, de subhumanos, de rebeldes, de indefensos; elija el lector el calificativo más apropiado) es una constante del comportamiento israelosionista. Y no desde el 7 de octubre de 2023. Viene desde hace más de un siglo; el 7 de octubre lo ha agudizado.

Veamos un acontecimiento relativamente reciente que ha sido calificado como “la masacre de la harina”. Transcribo la descripción que hace Unz, él mismo de origen judío: “[…] activistas israelíes bloqueaban periódicamente el paso de los camiones de alimentos [detalle clave: es el único alimento que les puede llegar a los gazatíes sitiados desde 2006 y con sus campos estropeados y contaminados por Israel para impedir toda autonomía alimentaria] y en pocas semanas altos funcionarios de la ONU declararon que más de un millón de los habitantes de Gaza estaban al borde de una hambruna mortal. Cuando los desesperados y hambrientos habitantes del Gaza invadieron uno de los pocos convoyes con entrega de alimentos a los que se les había permitido pasar, el ejército disparó y mató a más de cien de ellos en la “Masacre de la harina”, y eso se repitió más tarde con nuevos planteles de hambrientos desesperados. Todas estas horribles escenas de muerte y hambruna deliberada se transmitieron a todo el mundo en las redes sociales y algunos de los peores ejemplos provienen de relatos de alegres soldados israelíes, como el video del cadáver de un niño palestino siendo devorado por un perro hambriento. Otra imagen mostraba los restos de un prisionero palestino atado […] aplastado en vida por un tanque israelí.” [8]

¿Qué presenta Ranstorp?: un diseño de escamoteo de la realidad. Habla apenas y con calificativos de Yahya Sinwar. Hablemos pero sin calificativos, sólo con acciones, de  Itamar Ben Gvir, el actual ministro del Interior de lsrael, que advierto, en Suecia es mucho menos mencionado que Sinwar. Ben Gvir pasó sus penúltimos meses “tratando de complicar la situación de los presos palestinos detenidos en las cárceles de Israel”. Es decir, supresión de sueño, de comida, torturas físicas, con aparatos, postergación de visita de familiares.[9]

“Ben Gvir, que responde a una línea ultranacionalista y supremacista judía, se pasó tratando de asegurarse de que los detenidos palestinos, que califica de «terroristas», no tuvieran más “pan todas las mañanas, como si estuvieran en el restaurante».

«Me preguntan si los presos palestinos deben recibir comida… y yo digo que deben ser asesinados de un tiro en la cabeza. Aprobaremos una ley de ejecución de prisioneros».[10]

En los antecedentes de Ben Gvir figura haber amenazado de muerte al  premier Yizhak Rabin –el único jefe sionista de la historia de lsrael, que advirtió los derechos palestinos– poco antes de su asesinato político a manos de otro judío de extrema derecha.

 

Podríamos extender el alcance de las atrocidades israelíes y documentar el gozo sádico, incomprensible, incompartible, con que son llevadas adelante, y sobrepasar largamente la ristra de calificativos a la que Ranstorp apela para pretender establecer y fijar el terror de Hamás.

Pero no hace falta. Dejamos al lector la tarea de rastrear los presuntos parecidos y apreciar la abyección del empeño sionista, descaradamente genocida.

¿Qué habría pasado con Olof Palme –él mismo judío– hoy (asesinado en 1986)? Difícil ya no saberlo, sino apenas imaginarlo. Suecia acompañó calladamente el proyecto de EE.UU., a fines de los ’40, de crear el Estado de Israel. Silencio escandaloso porque incluyó el alevoso asesinato de Folke Bernadotte, el emisario sueco que procuró abordar la cuestión palestinoisraelí, ejecutado por connotados sionistas premiados al designarlos como guardaespaldas del primer gobierno sionista, isrealí. Su único pecado o delito: defender derechos de palestinos y sionistas. ¡La ONU ni le rindió honores que correspondían con su investidura!

Palme parecía haber tomado distancia ante ese entreguismo “de posguerra”, al reconocer el valor político del anticolonialismo y de las luchas por la liberación nacional.

Pero vivimos ahora una ofensiva de la derecha, como pocas veces antes.□

 

[1]  The Gray Zone, el investigador norteamericano, judío, Max Blummenthal. Y otros analistas, también estadounidenses; Chris Hedges o Jeffrey Sachs, que se inclinan por guarismos de seis cifras, no de cinco.

[2]    El risueño episodio del U137, cuando a mediados de los ’80 los estocolmenses que vivían sobre el archipiélago se encontraron con la peculiar imagen de un submarino soviético que se había “subido” a las rocas de un islote y consiguientemente encallado casi todo a su largo. Fue prueba palmaria de que “los rusos” controlaban la costa sueca, y en la prensa se dijo entonces que se trataba de controles recíprocos. Solo que tal vez los marinos suecos se controlaban mejor con el alcohol (o tal vez las costas rusas no son tan endiabladamente rocosas como las suecas). Más peligroso, en serio, son los devaneos estratégicos de intelectuales estadounidenses bocetando cuatro o cinco pequeñas Rusias, un poco al estilo del Plan Yinon de estrategos sionistas para un Cercano Oriente, atomizado y miniaturizado.

[3]  Arbetaren, nro. 5, junio 2024.

[4]  HAMAS. Terror inifrån, Mondial, Estocolmo, 2024.

[5]  Nazim Qumsiyeh ha recopilado los actos terroristas cometidos a lo largo del desgarrador conflicto palestino-israelí y verificado que en todas las variantes violentas, salvo las autoinmolaciones, los sionistas ejercieron antes la violencia que los oriundos palestinos: los primeros atentados, mortales, a buses, hoteles, aviones son cometidos por… sionistas; los primeros secuestros violentos también, las primeras víctimas judías son asesinadas por sionistas y así en todos los actos violentos contra humanos, desde el establecimiento sionista en Palestina, hace más de un siglo. Compartir la tierra de Canaán, Editorial Canaán, Buenos Aires, 2007.

[6]  A un prisionero palestino se le introdujo un cilindro metálico por el ano, produciéndole tantas heridas internas y tanta pérdida de sangre que tuvo que ser hospitalizado. Ante semejante hecho, una autoridad judicial consideró que los militares interrogadores se habían excedido… y se decidió por reprender a sus autores, marcar como inconveniente ese proceder. ¡Para qué! Hubo una respuesta airada de la comandancia, de los oficiales a cargo, del personal en general y del mismísimo ministro reclamando “trabajar” sin censura ‘porque se trata de palestinos, de bestias que no merecen trato humano alguno.’ (cárcel S de Teman).

[7]   https://x.com/DaniMayakovski/status/1833060581927948418?mx=2.

[8]   Ron Unz, “Hamás, los nazis y el derecho a violar”, 12 ago 2024,

https://www.unz.com/runz/american-pravda-hamas-nazis-and-the-right-to-rape/.

[9]   la política online, bs. as., 12 oct. 2024.

[10]  Público, 29 jun 2024.

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