Skip to content

revista futuros

del planeta, la sociedad y cada uno…

  • Inicio
  • Revista Futuros
  • Otros escritos
  • Sobre el autor
  • Contacto

Category: Ciencia

COVID 19: Más que una política, una ideología

Posted on 27/08/2020 - 09/09/2020 by ulises

por Luis E. Sabini Fernández

En nota anterior, nos preguntábamos si el covid 19 era natural o político. En rigor, podía contener ambos rasgos; ser natural en su origen y político el instrumental con el que la humanidad lo ha enfrentado.

La pregunta provenía, precisamente, no tanto de la respuesta tecnosanitaria sobre el origen del virus y sobre sus manifestaciones patógenas, sino sobre el encare dado a su recepción y tratamiento en las sociedades humanas.

Dada la interacción creciente y tan alta hoy: lo que llamamos globalización o más precisamente, con la carga política correspondiente, globocolonización, “todo el mundo” prácticamente está “tocado” por la situación.

Y bien: el examen de esa recepción, información, evaluación, nos depara una conclusión cada vez más categórica: el covid 19, pese a su origen biológico, junto con dicho origen, sin desmentirlo y sin siquiera tener un acabado conocimiento de dicho origen, el covid 19 se manifiesta políticamente; más que políticamente, ideológicamente.

Solo ello podría explicar la presentación históricamente habida; las medidas tomadas por “autoridades” y gobiernos.

“Al árbol, por sus frutos lo conoceréis.”

¿Qué frutos nos depara esta pandemia mundializada?

· la atención concentrada en contagiados y muertos del covid 19 con total prescindencia de otros contagios y muertes. De modo tal que parecería que no hay otras enfermedades, otras muertes que las del covid 19.

· las instrucciones de un organismo filantrópico; la OMS (otrora financiada por estados nacionales, constituyentes de la ONU, ahora por multimillonarios que aportan mucho mayores cuotas al sostenimiento de la OMS que aquellos estados constituyentes), que se presenta, por su apariencia como órgano médico y ha dispuesto que en las actas de defunción se registre como causa principal de muerte al covid 19 aun cuando el occiso tenga otras afecciones incluso graves (un paciente con cáncer avanzado al contraer covid 19, un enfermo con septicemia por infección intrahospitalaria ocasionada por internación con covid 19, en franca recuperación de lo primero pero atacado mortalmente por bacterias, son registrados como muertes por covid 19, y así sucesivamente).

· El caso de la capital argentina. La Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), ha registrado de acuerdo con el número de habitantes el mayor embate de la llamada pandemia en Argentina. Allí, la cantidad de muertos ha sido estadísticamente similar en los mismos meses de los últimos años, incluido el “pandémico” (véase recuadro):

             2017     2018      2019       2020

mar      3477     3262      3197         3155

abr.      3411     3108       2114         3254

may     4057     3422      3340       3365

jun.      4789     3881     3770         3742

subt.   15734   13673     12421      13516

  • El caso uruguayo. En los 4 meses de declarada oficialmente la pandemia, han habido unos 3000 muertes en general (causa primera; afecciones coronarias (coronarias, del corazón, no del covid 19). En ese ínterin, han muerto, oficialmente, por covid 19 treinta y cuatro (hasta 23 jul 2020).

Pero se sabe del deterioro en la atención médica y sanitaria por la torsión habida en los servicios médicos para adaptarse a la presunta presencia de “la pandemia”: no concurrir a hospitales y sanatorios, atención telefónica (hasta llegar a la teleconsulta).

¿Cuántos de los 3 mil muertos en estos 4 meses a causa de infartos, embolias, cánceres, infecciones, incluso accidentes de tránsito, se habrían salvado o prolongado su existencia de existir la atención normal? No lo sabemos, pero si estimamos un 1%, entonces se habrían salvado tantos como los que murieron oficialmente por covid 19.

Penosa suma aritmética. Y si llegamos a estimar que el deterioro de atención sanitaria, mutual, hospitalaria, no pudo impedir la muerte de un 5%, unos 150, los muertos ocasionados por la pandemia son cinco veces más que los muertos oficiales del covid 19.

Si transitamos por la cifras de fallecidos asignados a la pandemia en Brasil o en EE.UU. nos encontramos que en años previos, sin pandemia, registran aproximadamente la misma cantidad de muertos; en similar período. Este paralelismo no se cumplió, empero, con los países europeos en el momento del mayor embate del covid 19; en España, Italia, el Reino Unido, la cantidad de muertos de los peores meses de 2020 fue superior a la media que tenían para esos mismos períodos.

Pero allí puede intervenir, nos parece, la cuestión etaria: en poblaciones más envejecidas aumentan las probabilidades de letalidad con el covid 19 (que es por otra parte lo que pasó en Suecia, sin cuarentena). [1]

Porque el covid 19, altamente contagioso, tiene la característica de golpear decisivamente a quienes tienen otras muchas diversas afecciones, lo que le ha permitido decir a algunos médicos que los muertos por covid 19 son  quienes están tan averiados, sanitariamente hablando, que van a morir más o menos indefectiblemente en el próximo infarto, la próxima pulmonía, el próximo enfriamiento…

Si los números no expresan una mortalidad diferenciada (salvo en los casos como los de los países europeos del pasado invierno), mi hipótesis es que todo el concierto mediático no se puede haber informado tan mal, tan sesgadamente por pura impericia. Tiene que haber habido una política informacional; una estrategia mediática. Que casi convierte a los muertos por país en una competencia; ‘ahora Brasil ha pasado al segundo puesto, apenas superado por EE.UU.; México ha logrado un tercer puesto neto superando a España, Italia, Reino Unido  de sus viejas posiciones’… y sigue la retahíla “deportiva”.

Mientras nos entretienen con los números de muertos y contagiados quitados de todo contexto, las “esperanzas” están –nos lo dicen un día sí y otro también−  en una vacuna. Una de las decenas o centenares que se están ensayando “a toda velocidad” para supuestamente protegernos de un virus de bajísima letalidad. Y que, por cómo se ha ido presentando, parece tener alta mutabilidad (que inutiliza a corto plazo la presunta protección de la vacuna).

La opción vacuna desecha el camino emprendido por Suecia o Bielorrusia, que se han negado a seguir estas instrucciones “mundiales”. Las políticas de estos países han sido menos criticadas que ignoradas.

Pero volvamos al virus. Un personaje que está apareciendo más activa y frecuentemente en los últimos tiempos. Y tratar de entender por qué.

Vale escuchar lo que el equipo ETC (Erosión, Tecnología y Concentración) ha ido confeccionando sobre el particular. Una de sus investigadoras, Silvia Ribeiro, señala que la cría de animales para consumo humano por sus carnes −cerdos, pollos, vacas−  se ha intensificado “optimizando” el momento de la faena; en lugar de seis meses, tres, en lugar de tres meses, dos.[2]

Esto resulta en animales de vida acortada (respecto de su longevidad “natural”). El mundo bacteriano tiene que adaptarse a esos ciclos vitales reducidos para su propio desarrollo y por eso las mutaciones de los virus “huéspedes” de esos animales tienden a acelerarse.

Y por eso mismo van a aparecer con más intensidad, con más frecuencia, distintas plagas causadas por tales virus, digamos, “de ciclo corto”.

En una entrevista Ribeiro recuerda a otro investigador, Rob Wallace: “un biólogo que ha estudiado un siglo de pandemias durante 25 años, y que es también filo geógrafo, por lo que ha seguido el trayecto de las pandemias y los virus; dice que todos los virus infecciosos de las últimas décadas están muy relacionados a la cría industrial de animales. Nosotros -del grupo ETC y de GRAIN-, ya habíamos visto con el surgimiento de la gripe aviar en Asia, y de la gripe porcina (que luego le pusieron AH1N1 para que sea un nombre más aséptico), también del SARS, que está relacionado a la gripe aviar, que son virus que surgen en una situación en dónde hay una especie de fábrica de replicación y mutación de virus que es la cría industrial de animales. Es porque hay muchos animales que están juntos, hacinados […]” [3]

El Grupo  ETC atribuye al sistema alimentario agroindustrial, el rol de “productor” de epidemias en décadas recientes.

Porque “la cría industrial de animales en confinamiento (avícola, porcina, bovina) es una verdadera fábrica de epidemias animales y humanas. Grandes concentraciones de animales, hacinados, genéticamente uniformes, con sistemas inmunitarios debilitados, […] un perfecto caldo de cultivo para producir mutaciones de virus más letales y bacterias multirresistentes a los antibióticos, que con los tratados de libre comercio se distribuyen por todo el globo […] desde el feedlot hasta la cría de cerdos, de pollos, y de pavos, muy hacinados, crean una situación patológica de reproducción de virus y bacterias resistentes […] Los animales que salen de sus hábitats naturales, sean murciélagos u otro tipo de animales, incluso pueden ser muchos tipos de mosquitos que se crean y se hacen resistentes por el uso de agrotóxicos.” (ibídem)

Y Ribeiro y ETC no sólo apuntan a este cariz ecológico; saben ver el aspecto económico, la falta de justicia inherente al sistema en que vivimos: “¿a quién afecta más en este momento la pandemia? A la gente más vulnerable: a quienes no tienen casa, a quienes no tienen agua.” (ibídem) Diríamos, los mismos de siempre.

Marc Vandepitte, filósofo y economista, dedicado a la investigación de las relaciones llamadas Norte-Sur,  coincide grosso modo con la interpretación del grupo ETC-Grain. Plantea: “Desde principios del siglo pasado sabemos que casi todas las epidemias modernas son el resultado de la intervención del hombre en su entorno ecológico inmediato. Los mamíferos y las aves son portadores de cientos de miles de virus que son transmisibles a los seres humanos. Debido a la explotación de zonas naturales anteriormente inaccesibles cada vez hay más posibilidades de que estos virus se transmitan a los seres humanos.” [4]

Hemos revisado el sesgo mediático de esta “movida” planetaria denominada  pandemia.

También el papel del significado de la industrialización aplicada a organismos vivientes; cereales, frutas y verduras por un lado; cría de animales de carne para consumo humano por el otro.

Estamos en un mundo cada vez más medicalizado y tecnologizado, con ejes de acción que pasan por la contaminación generalizada para atender las necesidades que quienes guían el mundo consideran las imprescindibles.

Como explicaba Mahatma Gandhi, “En la Tierra hay suficiente para satisfacer las necesidades de todos, pero no tanto como para satisfacer la avaricia de algunos.”

La humanidad ha roto con la naturaleza. A través de las civilizaciones, las rupturas han sido de muy diverso grado, pero generalmente se trata de rupturas radicales.

Sin embargo, las civilizaciones tradicionales conservaban un ligamento psíquico y también físico con nuestra dimensión natural.

La cultura moderna, la del encumbramiento de nuestra dimensión tecnológica, nos ha ido llevando a una creciente autonomía de nuestros cuerpos y vidas respecto de la naturaleza.

El proyecto del historiador (y a la vez futurólogo) israelí Yuval Harari de alcanzar la amortalidad,[5] resume, como tal vez ningún otro ejemplo, la pretensión de ruptura radical con nuestra dimensión natural.

Sin embargo, algunos empezamos a visualizar la modernidad y sus proyectos más radicales, como intrínsecamente contradictorios con la vida, con nuestra vida como especie, que es indisoluble de la vida de los (demás) seres vivos de nuestro planeta.

Porque los seres vivos terráqueos están siendo sometidos a un exterminio generalizado que nos tememos sin precedentes.

Siempre se habla que en la larga historia del planeta −donde la vida humana no ocupa sino los últimos instantes de toda una jornada de acontecimientos− han existido cinco extinciones masivas de vida. Y que está en curso una sexta extinción masiva de vida. Deberíamos considerar que se trata más bien de exterminio masivo que extinción masiva, como fueran las anteriores. Porque en nuestro presente, la acción de la especie humana, eliminando otras especies, es más que considerable, por momentos arrolladora.

Y la pregunta crucial es si la especie humana puede prescindir de la naturaleza, como los más enardecidos tecnólatras se afanan por alcanzar.

Para quienes consideramos que el basamento natural de nuestra especie y de los reinos animal y vegetal es inevitable (y deseable), nos queda encontrar la vía cómo conciliar nuestro desarrollo histórico y nuestras condiciones bio-fisio-psicológicas: si destrozamos el hábitat terráqueo, no sobreviviremos.

Y los humanos ya han hecho mucho, muchísimo, para destrozarlo. Estamos al filo de la navaja. Tal vez ya hayamos pasado el punto de no retorno. Nos queda la resistencia. Y lo incierto por venir.

Me permito sopesar estas ominosas observaciones con otra, de otro  carácter, más sombrío, si cabe: la pandemia implantada globalmente ha permitido el ensayo y puesta en práctica de una serie de recursos tecnológicos que van, todos, en el sentido de un mayor control y registro de nuestros pasos, todos ellos.

No es nada nuevo; apenas otro paso. Un ejemplo, apenas: el otorgamiento de señas de identificación para que eventualmente, si aparece un contagio vinculable a una persona, esa  seña identificatoria pueda geolocalizar a todos los que hayan tenido cont-acto con ella en la fecha de contagio potencial. Los resultados sanitarios serán débiles, escasos, pero el seguimiento de nuestros pasos será estrecho, certero, omnisciente.

Me permito cerrar estas observaciones con la última frase de Giorgio Agamben, en una nota escrita cuando estallara la llamada pandemia, muy repudiada por bienpensantes:

“Nuestro vecino ha sido abolido. Es posible, dada la inconsistencia ética de nuestros gobernantes, que estas disposiciones se dicten por quienes las han tomado con el mismo temor que pretenden provocar, pero es difícil no pensar que la situación que crean es exactamente la que los que nos gobiernan han tratado de alcanzar repetidamente: que las universidades y las escuelas se cierren de una vez por todas y que las lecciones sólo se den en línea, que dejemos de reunirnos y hablar por razones políticas o culturales y sólo intercambiemos mensajes digitales, que en la medida de lo posible las máquinas sustituyan todo contacto  −todo contagio−   entre los seres humanos.” [6]

notas:

[1]  Se considera una fuerte correlación entre letalidad y edad; para menores de 39 años, 0,2%; para la franja etaria 50-60, se ha estimado un 3%, para personas de 70 a 80 años, 8% y para mayores de 80, un 15%.

[2]  “Gestando la próxima pandemia”, RLSF, 26 04 2020.

[3]  Silvia Ribeiro entrevistada por Claudia Korol, “No le echen la culpa al murciélago”, 3/4/2020.

[4]   «El coronavirus y el fin de la era neoliberal» (30/7/2020). https://rebelion.org/el-coronavirus-y-el-fin-de-la-era-neoliberal/

[5]  Homo Deus. Breve historia del mañana. Israel. En la edición en castellano, Pinguin Random House, Bs. As., 2016, p. 37.

[6]  “Contagio”, 11 / 3 /2020, https://ficciondelarazon.org/2020/03/11/giorgio-agamben-contagio/

Posted in Ciencia, Globocolonización, Medios de incomunicación de masas, Nuestro planeta, Salud. Y enfermedadLeave a comment

Covid 19: ¿engendro natural o político?

Posted on 09/08/2020 - 09/08/2020 by raas

Luis E. Sabini Fernández

La búsqueda de factores políticos como desencadenantes de la llamada pandemia del covid 19 parece haberse agotado a la luz de la expansión del covid 19 en los más diversos países con gobiernos tan disímiles entre sí. Y con ello retoma fuerza la Navaja de Occam, aquel razonamiento, longevo, basado en buscar la simplificación de causas o factores que expliquen un fenómeno dado.

En primer lugar, ninguna teoría conspirativa logra dar cuenta del asentamiento de la plaga en prácticamente todas las sociedades del planeta. Por cierto, sigue habiendo un abismo en cómo puede golpear la epidemia en sociedades con necesidades cubiertas y buena asistencia médica, y en sociedades diezmadas por el saqueo planetario.

En todo caso, para mantener la explicación conspirativa habría que complementarla con el juego del aprendiz de brujo, porque se han desencadenado daños en una forma que escapa a cualquier plan inicial. Y esto se nota, particularmente, en los despliegues conspiranoicos que persisten en interpretaciones cada vez más circulares, alimentándose a sí mismos, con prescindencia creciente del estado de situación general, de la realidad, en suma.

La mera existencia de proyectos de biología sintética en vías de realización explica ya que no legitima todo sesgo conspirativo. Las declaraciones ingenuas de los técnicos de la ingeniería genética en el cambio de siglo, asegurándonos que ‘no nos vamos a conformar con andar cortando y pegando genes; con esta técnica en nuestro poder, podremos finamente construir seres, quimeras [sic] especies perfectamente elegidos por nosotros’. (1)

‘El desarrollo de los acontecimientos’, como el que acabo de reseñar me lleva a pensar que el error humano, la ignorancia y otras cualidades no muy edificantes que caracterizan a los humanos, han ido tomando el rol protagónico.

Pero aun desbrozando así el panorama, y desechando buena parte de nuestra hipótesis primera (2) quedan varios huesos por desollar. Sigue en pie el curioso periplo de la plaga: primero en China, en una ciudad epicentro de investigaciones de ingeniería genética, luego en Irán y en tercer término el norte italiano. Lo que no sabemos es si ésa fue trayectoria del vector patógeno o si apenas fue la que llegó a los medios de incomunicación de masas (salteando puntos geográficos tratables como irrelevantes).

Si buscamos los rasgos dominantes de esta situación que atraviesa cada vez más a todo el planeta, tenemos que examinar la calidad informativa; el peculiar alcance, sin precedentes, de las medidas y el examen de la posible relación de este acontecimiento con la política en general (o viceversa). Pero antes de hincar el diente a tales asuntos, entiendo merece una consideración la comprensible reacción anticonspiranoica que encarnan referentes intelectuales y mediáticos, empeñados en eludir toda irracionalidad.

Veamos en primer lugar, la nota de Fred Fuentes como base de análisis por la claridad de sus presupuestos: “Comprender la pandemia de teorías de la conspiración”. (3) Queriendo evitar, comprensiblemente esta nueva, insidiosa pandemia, F. F. nos sitúa en un campo político sin mácula, sin secretos, sin conjuraciones, que hará la delicia de la derecha democrática, pero que intuyo es tan ajeno de realidad como algunas interpretaciones conspiranoicas.

Nos dice F. F.: “importantes minorías creen en teorías como la de que los atentados terroristas del 11 de septiembre fueron un «trabajo interno»” F.F., por lo tanto, da por hecho que lo de las torres gemelas de 2001 fue un trabajo de Atta (afortunadamente identificado porque su pasaporte estaba entre los escombros), o de Bin Laden (¿justicieramente ejecutado por EE.UU. o acallado mediante ejecución mafiosa?).

Me temo que si F. F. ve el mundo así, con Attas y Osamas protagonistas, podrá ver y percibir la legalidad imperante, pero no la realidad tal cual es.

Una mirada que procura no ser cándida no puede dejar de preguntarse el porqué de las 12 o 15 horas de espectáculo continuo con las torres incendiándose y los aviones estrellándose. Si se monta un espectáculo es tarea mínima reconocer la tramoya, y a los tramoyistas. Observar, por ejemplo, la hora de los atentados, con las instalaciones todavía casi vacías, salvo personal de guardia y de servicios. ¿O es que los sucesivos gobiernos de EE.UU. no han llevado nunca a cabo atentados de falsa bandera? (como el del Maine, p. ej.).

Lindando con la falsa bandera: hay muchos elementos que abonan que el ataque japonés a Pearl Harbor fue real, pero perteneciendo al viejo capítulo de las celadas, tan habituales en las artes militares, en este caso la adecuada razón que los dirigentes estadounidenses estaban esperando para vencer todo escrúpulo abstencionista.

Análogamente, hay que explicar el “pensamiento” de los titulares de “The Project for the New American Century” redactado por la crema de la intelectualidad estadounidense ligada a su poder político (una veintena de intelectuales, entre ellos los Kagan (Donald, Fred y Robert), Paul Wolfwotiz, William Kristol, Thomas Donelly, denominados a menudo “neoconservadores”), que en setiembre 2000, doce meses precisamente antes de lo acontecido con las Torres Gemelas, escribieran y firmaran el documento “Rebuilding America’s Defenses”, donde enfatizan la necesidad de volver a tener una disposición militar, armada, plena, que los últimos tiempos habrían ablandado o aquietado.

Los firmantes observan ese distanciamiento del estado actual de las fuerzas armadas respecto de un óptimo perdido, y que “el proceso de transformación, aunque venga a través de un cambio revolucionario, va a ser probablemente largo, salvo (que sobrevenga) un acontecimiento catastrófico y catalizador como un nuevo Pearl Harbor. La política interna y la orientación industrial tomarán el ritmo y el contenido transformador tanto como los requerimientos que surjan de las misiones en curso.” (4) Para recuperar la mejor y mayor preparación para la guerra.

Pero hay muchos otros ejemplos de inducir la guerra presentándose como víctimas: ¿cuál es el papel de los mistarviim en las artes marciales israelíes? Se trata de militares severamente entrenados por el ejército israelí para camuflarse dentro de la sociedad palestina; la lengua, la usanza, la vestimenta y poder actuar así, tranquilamente, entre palestinos. Sin despertar recelo: llevar una camioneta averiada a un taller de reparación, conversar con el mecánico de la nana del vehículo, concertar trabajo y plazo y retirarse amablemente. Veinte minutos después, la camioneta, el taller, sus trabajadores, casas cercanas, volarán por los aires despedazados por los explosivos dejados en la camioneta.

La interpretación de F. F. nos lleva a un mundo feérico, de poderes cristalinos, que, entiendo, nos aleja tanto de la realidad como las obstinaciones conspiranoicas. Pero como lo conspiranoico parece haber entrado en crisis, luego de un auge probablemente sin precedentes en los últimos años, bueno es examinar algún otro análisis de lo que se ha ido produciendo y expandiendo en la ola de chequeado de noticias falsas, desmantelamiento de la avalancha de desembarcos de alienígenas, destripamiento de claves reveladoras del tipo más diverso; esotéricas, religiosas, medicinales…

Un artículo de Kathryn Joyce (5) acerca de “cómo el filántropo multimillonario Gates desplazó a (George) Soros como el cuco mayor (“El hombre de la bolsa”) de la derecha política” desmonta una serie de acusaciones sobre Bill Gates, contextualizando algunas de sus frases que fueron presentadas literalmente pero sin dar los fundamentos presentados por Gates, con lo cual tales dichos se convirtieron mediáticamente en “la prueba documental” de su monstruosidad genocida.

Joyce desmonta así diversas acusaciones contra Gates y la filantropía, pero tiene a la vez la lucidez de advertir los vericuetos por los cuales esas acusaciones toman tanto vuelo.

Nos recuerda las veces en que, efectivamente, los saberes médicos fueron usados para menoscabo de “los nadies”; frenar los nacimientos mediante la esterilización de mujeres, generalmente pobres, indias, negras, que ignoran el tratamiento a que han sido sometidas (generalmente so pretexto de asistencia y control ginecológico). Ejemplos son los que sobran, aunque Joyce apenas dé lo acontecido en Puerto Rico que a lo largo de la primera mitad del siglo XX las autoridades de la ocupación esterilizaran alrededor de un tercio de las madres portorriqueñas. Tenemos que agregar que la misma política fue usada desde su ocupación con el archipiélago de las Hawai: al desembarcar los estadounidenses estimaron su población en un millón de nativos; hacia el 2000, el archipiélago consta de dos millones de habitantes; un millón de norteamericanos y un millón de nativos. “Maravillosamente”, la población local se ha mantenido en el mismo número.

Las autoridades “sanitarias” estadounidenses llevaron adelante campañas de esterilización de población nativoamericana en Bolivia, por ejemplo, política con un fuerte perfil racista, como el que tuvo lugar cuando Israel procede a la recepción de judíos africanos, negros −los falashas etíopes−, y años, después surgirá la pregunta de muchas mujeres de ese origen de porqué tan, pero tan pocos nacimientos. Una vez más, bajo la excusa de controles sanitarios y asistencia, se practicaron esterilizaciones masivas sin dar cuenta de ellas… (6) Un brutal ejemplo que ‘el racismo es más fuerte’ que los vínculos religiosos…

Nuestra autora recuerda incluso otros penosos episodios que dan pie a la enorme desconfianza hacia las verdades médicas oficiales: el experimento fríamente llevado a cabo de 1932 a 1972 (repárese en las fechas: desde poco antes de los experimentos de mejora racial de los nazis a mediados de los ’30 y prolongándose más allá de vencida la segregación escolar en EE.UU. a mediados de los ’60) en Tuskegee, Alabama, EE.UU. con población negra contagiada con sífilis y seudotratada para examinar las fases de la enfermedad sin uso de medicamentos.

Podríamos agregar muchos más ejemplos para entender las razones de la resistencia a las ayudas reales o ficticias que ofrece el mundo desarrollado a “los nadies”. Como único ejemplo, recordemos “el razonamiento” de Larry Summers sobre la justeza moral de volcar los desechos contaminantes en el Tercer Mundo. (7)

En resumen, Joyce desmonta las acusaciones puntuales, apuradas, con datos mal comprendidos sobre la política de Bill Gates, por ejemplo, pero a la vez advierte el sentido general, estructural, de tales impugnaciones desde los habitantes ajenos a los circuitos del poder que han sido demasiado a menudo maltratados, discriminados, usados, engañados.

Que es lo que ha dado lugar a tanta suspicacia y desconfianza. El error, empero, es formular tales rechazos sobre la base de acusaciones simplificadas, falsas.

Pero que las redes que controlan las fake news se alegren con “pescar” tales mentiras es magro consuelo cuando toda una historia de relaciones asimétricas pone casi siempre en el mismo lugar a los explotadores y aprovechadores de un lado y a los expropiados, contaminados, intoxicados y malgastados del otro. Volviendo a la pandemia que al menos nos gobierna desde los dispositivos gubernamentales. Hay muchos puntos inexplicados. Y por razones análogas a las que hemos estado examinando, hay razones para la desconfianza

¿Por qué la información ha resultado tan mala, grosera, espectacular? Como si las únicas muertes de la humanidad fueran a causa de “la pandemia”.

Hasta ahora, la historia de la humanidad ha empleado muchas veces cuarentenas. Pero ésta es la primera vez que no se la aplica a enfermos o población pasible de estar enferma, sino a toda la población. De cada país, en casi todo el planeta (con muy pocas excepciones, como Suecia, Bielorrusia y con muy pocos casos, por ejemplo, Uruguay).

Estos rasgos que acabamos de señalar, nos hace pensar que existe, ha existido una política. No por cierto la torpe y de contragolpe de Donald Trump o la de Boris Johnson.

Pero sí sabemos que existen intensas investigaciones en algo tan temible como la biología sintética; un paso de siete leguas a partir de la ingeniería genética. Por ejemplo, en noviembre de 2015 la RAI emitió un reportaje televisivo, “TG3 Leonardo”, dando cuenta de dicha investigación, precisamente en laboratorios de máximo nivel en Wuhan. El periodista aclaraba entonces que tales descubrimientos solo se estaban “utilizando como objeto de estudio en los laboratorios a puerta cerrada» aunque cuestionaba, con buen tino, el peligro de la investigación: «¿Vale la pena correr el riesgo, creando una amenaza tan grande, solo para poder examinarlo?» (8)

También sabemos que existe una fuerte relación entre la OMS y algunos grandes laboratorios de alcance mundial. Y que, por ejemplo Bill Gates contribuye al presupuesto de la OMS mucho más que la mayoría de los estados (y ya sabemos, o deberíamos saber, que la mayor contribución es también la mayor influencia…)

Y viviendo como vive hoy la humanidad un fuerte proceso de derechización política, es decir la búsqueda de comportamientos rígidos, autoritarios, nos preguntamos si las disposiciones ante la declarada pandemia no es sino una política para lograr “una nueva normalidad”. Todo más bajo control; terminar con ese caldo de actividades mentales ingobernables en que había devenido la internet, que tanto preocupaba a un referente del poder mundializado, Zbigniew Brzezinski.

Registramos que se ha desencadenado una política de bloqueo de mensajes, que empieza, como siempre, sensatamente, desautorizando los más penosos mensajes para alienígenas, pero deslizándose insensiblemente al control del pensamiento y la palabra. La política ante la pandemia ha seguido, como no podía dejar de pasar, los lineamientos que los poderes centrales −la globocolonización, como con acierto la bautizadara Frei Betto− han ido pautando para el globo en que vivimos.

Si la globocolonización ha profundizado la agroindustria con su consiguiente contaminación; la ingeniería genética, rebautizada de modo más eufónico como biotecnología se desarrolla viento en popa para mejor adueñarse de las dimensiones biológicas del mundo; la tecnologización ha servilizado a la ciencia; la financierización ha hecho lo mismo con la economía, para mejor controlar los resortes del poder en la alimentación, en los recursos energéticos, convirtiendo a los bancos en los santuarios de este nuevo culto, si la comunicación, la intercomunicación está sagazmente bajo la influencia de una creciente masa informacional de la cual cada vez cuesta más calibrar, ponderar, enjuiciar; si el miedo y su manejo resulta decisivo construyendo nuestras conductas, ¿por qué la aparición de un patógeno que en los contados casos en que se ha dimensionado no parece ser más mortal que algunas otras gripes (y si lo fuera, no se ha suministrado la correcta información comparativa para evaluarlo), por qué ese virus iba a escapar a aquella línea general de nuestro presente?

El afán del serenísimo Fuentes de presentar un mundo-todo-legal, todo-a-la-vista es, en rigor otra falsedad. Y por ello no nos ayuda a comprender la realidad ni a combatir las múltiples, polifacéticas injusticias. Y el de Joyce desnudando las bases falsas de lo conspiranoico, al mismo tiempo nos recuerda que el mundo-tal-cual-es, con conspiraciones o sin ellas, regido por los grandes consorcios y fuerzas imperiales no es menos sórdido. Queda en pie la conciencia crítica irreductible.

notas:
1) Esteban Hopp, investigador de Monsanto, en foros temáticos durante la implantación de soja transgénica en Argentina, años 1998 o 1999. A la soberbia del planteo, hay que agregarle la actitud de autocomplacencia que campeaba en sus palabras…
2) Véanse “COVID-19: miedo, calidad de vida, pánico, profilaxis… extraño bamboleo”, 30 mar 2020, y “Conspira-virus, una vuelta de tuerca para restaurar la fe en la ciencia”, 4 jun 2020, ensayando un desmarque ante el cientificismo para evitar la disyuntiva conspiracionismo vs. cientificismo.
3) Publicado originalmente en Green Left, traducido por www.rebelion.org, 7 jul 2020.
4) Subtítulo del paper citado: “Strategy, Forces and Resources For a New Century”.
5) “The Long, Strange History of Bill Gates Population Control Conspiracy Theories”, https://www.typeinvestigations.org, 12 mayo 2020, EE.UU.
6) Esa política alcanzó incluso al Uruguay, un país muy alejado de toda “explosión demográfica”, dentro de los planes estratégicos madeinUSA para el control de la natalidad.
7) Siguiendo la máxima utilitarista que el bien es siempre el bien para el mayor número, Summers explicaba que la basura contaminante tarda décadas en generar cánceres. Que asolarán a la población mayor en contacto con ella. Pero dado que la población de la periferia planetaria llega a vieja mucho menos que la de los países “avanzados” (porque mueren mucho más “en el camino”), depositar allí en “esos” países desechos contaminantes terminarán afectando mucho menos población; irán contrayendo cánceres pocos, que lleguen a ancianos… tanta seudoexactitud aritmética resulta hasta difícil de formular, tal es su degradación ética… Memorando del Banco Mundial para la «Cumbre de la Tierra Eco 92», Río de Janeiro, 1992.
8) https://www.redaccionmedica.com/virico/noticias/coronavirus-el-origen-del-covid-19-esta-en-un-laboratorio-chino-en-2015

Posted in Argentina, Ciencia, Conocimiento, Poder mundializadoLeave a comment

¿Quo vadis COVID-19?

Posted on 18/05/2020 - 30/05/2020 by ulises

por Luis E. Sabini Fernández – 

La pandemia ha generado con su sola irrupción, una nueva interrogante sobre el mundo, la realidad, la verdad.

Su peso es tal y tan perceptible que de inmediato advertimos que estábamos en un parteaguas; antes de y después de.

Como cuando el 11 de setiembre de 2001.

La primera interrogante, claramente, es sobre su advenimiento. Si natural, dado por la “fuerza de las cosas” o promovido, es decir como expresión de una política.

Optar por considerarlo estrictamente político nos pone de inmediato bajo la acusación  de lo conspiranoico, en el mismo sentido que cualquier crítica a la crueldad y el desprecio racista del establishment israelí contra lo palestino nos pone bajo la acusación, radicalmente falsa, de antisemitismo.

Esto significa que nuestra cultura o mejor dicho que los titulares de nuestra cultura tienen una línea precisa de lo políticamente correcto, que no pasa por algunos territorios, vedados.

Sobre el neologismo conspiranoico y su relación con “la pandemia”, remito al lector al análisis que Antonio Martínez Belchi ha desplegado en “El COVID19 y el problema de la verdad” (28 04 20), quien, postulando ser escéptico metódico ante toda conspiración por suscribir “el principio de simplicidad” (Navaja de Ockham), desarrolla, como la más convincente de las posiciones, “la tesis de la propagación intencionada”.

Por mi parte, he leído una larga exposición de Bill Gates, “The First Modern Pandemic” (23 04 20) que constituye un despliegue de identificación con los desamparados, los ancianos, los niños, los enfermos, que despertaría la envidia de la Madre Teresa de Calcuta.

Bill Gates es el mismo que patrocina a la OMS con aportes incomparablemente mayores a los de cualquier estado (con lo que eso significa de condicionamiento), es el mismo que organizara un simulacro de pandemia que tuvo lugar precisamente antes de la encarnación, de la puesta en acto que ahora nos condiciona en todo el mundo.

OBJETIVO DECLARADO Y APARENTE; OBJETIVOS REALES

Así como el alegato de Gates destilando bondad a raudales resulta incongruente, así la cobertura mediática parece también incongruente; so pretexto de informar, tiene un único resultado (¿u objetivo?): atemorizar, por no decir aterrorizar a la población humana.

Todo el registro de lo que se suponen los estragos de la pandemia se hacen con estadísticas que parecen partir de la amortalidad humana: no que los humanos sean inmortales, porque sería una ñoñez, que ni un filósofo partidario de la constsrucción de humanos como Yuval Harari pretende, pero sí que los humanos no mueren… salvo por coronavirus.

Tuvo que salir un infectólogo archirreconocido, jefe de Protección Civil italiano, Angello Borrelli, estimando que estamos ante “fallecidos con coronavirus y no por coronavirus” [1]

Si los voceros e intermediarios de “la info” de nuestro presente maltratan así a la verdad, tenemos que suponer tontería sin límites o calculadas estrategias de engaño, disfraz o confusión. Aunque sepamos el alcance casi ilimitado de lo tonto, nos parece que hay otros elementos que nos llevan a pensar que no se trata de tontería o torpeza alguna.

Hagamos somera recorrida cronológica: cuando la epidemia de COVID-19 parecía instalada en China, concretamente en Wuhan, ciudad clave por sus laboratorios  vinculados a la investigación y producción de quimeras, y poco más en estados vecinos o circundantes, como Corea del Sur (nada se sabe de la del Norte), Singapur, Taiwan, cuando todavía no se había establecido la corriente de contagio con países de Europa Occidental, el segundo brote de lo que se iba a configurar como pandémico, aparece en Irán; un estado, una sociedad con mucho más bajo intercambio turístico y humano que todo el asiento del tercer empuje; Europa Occidental, y relativamente aislada de las zonas tanto del primer brote como del tercero.

En Irán, el efecto fue conmocionante, con una tasa sorprendentemente alta de mortalidad, y los pocos datos que se conocen dan a entender que se trata de una avalancha de muertos en la dirección política del estado persa, donde los gerontes tienen o tenían asaz significación.

¿Cómo explicar el brote iraní? Conociendo el empeño de Israel en conseguir que EE.UU. le haga la tarea sucia de borrar a Irán o al menos a toda su dirección militar y política de la faz de la tierra, mi hipótesis es que el COVID-19 fue plantado en Irán, como poco antes en Wuhan y extensivamente en toda China, usando con aparente (porque no podemos decir evidente) sincronización el momento de mayores traslados dentro de China por el año nuevo nacional. Para evitar el recurso de “las casualidades permanentes”.

El gobierno de EE.UU. ha acusado a China de la difusión del virus maldecido y temido.

El gobierno chino ha acusado a EE.UU. de su implantación en Wuhan: sabemos sí que esa ciudad recibió una delegación de 300 militares estadounidenses muy poco antes del estallido pandémico, para celebrar juegos olímpicos militares. Aunque no constituya prueba en sí, no se puede desdeñar la cronología de lo acontecido: los militares se retiran “fraternalmente” de Wuhan a fines de octubre de 2019. Pocas semanas después, se inicia la cadena de contagios…

Se supo, lo informó un equipo periodístico de la RAI italiana, que en 2015 laboratorios estadounidenses y chinos trabajaban viendo cómo forjar quimeras; seres vivos de origen sintético. Con la técnica que ha permitido forjar seres vivos transgénicos. Según los periodistas italianos, el laboratorio estadounidense embarcado en el proyecto se habría bajado. No así el colega chino. Pero nada hay certero, cuando sabemos que los comportamientos pueden ser o parecer. Que las negativas pueden ser de renuncia o de elusión, manteniendo oculto lo que se desecha públicamente.

Martínez Belchi ha incursionado en una serie de signos o claves que podrían reflejar el carácter premeditado y secreto de acciones como el origen de esta pandemia. Lo hace bordeando toda teoría conspirativa, no por vocación paranoica sino por necesidad interpretativa. Porque no encuentra otra forma de explicar datos “inexplicables”. Se refiere, por ejemplo, al valor esotérico del 666; “el 26 de marzo de 2020 Microsoft, la megacorporación de Bill Gates, ha registrado en la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual de Naciones Unidas, una nueva patente para obtener criptomonedas usando datos de actividad corporal humana: es decir, un dispositivo digital que coincide, punto por punto, con lo que la cultura popular ya conoce como el “microchip [subcutáneo] 666”. ¿Y adivina el lector cuál es el número oficial de la patente? Pues nada menos que “2020/060606”.

Martínez Belchi también se pregunta si es una pista, una clave…

De éstos, enlaces, coincidencias, rastros, hay muchos que en general no hacen sino inflamar las teorías conspirativas. Pero algunos de estos elementos, como la aparición en la tapa de la revista The Economist de diciembre de 2018 de un pangolín, que trae a colación también Martínez Belchi parece ser como un juego de señas; el mismo armadillo que un año después –con razón o sin ella– iba a ser considerado clave en la difuminación del COVID-19.

Martínez Belchi presenta varios de estos ligamentos o referencias, que parecen más bien claves entre conjurados, dueños de un secreto que intercomunican con indisimulable regocijo u orgullo.

¿Qué papel nos queda a nosotros los ajenos a tales mostraciones, o más bien objetos de ellas?

Hannah Arendt tiene algo para decirnos: recuerda que el nazismo iniciò medidas cada vez más “gruesas” basándose en la “necesidad de sensatez”, “imperio del sentido común” que suele albergar la población. De modo tal que, cuestiones muy aberrantes suelen generar incredulidad y descrédito. La gente se resiste a pensar en lo abominable. En lo que suena “demasiado”. Y eso le otorga impunidad a quienes sí ejercen tales acciones culturalmente excedidas.

Todos los estados mayores, no sólo los nazis, se defienden. El ejército israelí que masacra palestinos desarmados, mujeres, niños, se denomina “Ejército de Defensa”. Cuando tales ejércitos cometen atrocidades (es decir, “normalmente”) tienen buen amparo en “su” población que no imagina ciertamente que se puedan cometer horrores (la prensa adicta “ayuda”, mostrando siempre los horrores del contrario).

Si tenemos un pandemia generada políticamente, tendríamos que inteligir: 1) las razones; 2) los alcances.

  1. Estamos ante un calentamiento global cada vez menos escamoteable; ante una crisis energética cada vez más compleja, ante una contaminación cada vez más palpable, ante una crisis alimentaria que pasa por la calidad de nuestros alimentos pero que, explosión demográfica mediante, puede afectar también la cantidad.

Para muchos, la bomba demográfica es la primera a desmontar. Que la población humana está recargando insensatamente al planeta es una observación correcta, pero como el enfoque limitacionista proviene de los privilegiados del planeta, la idea es  disminuir fuertemente no la población de rubios y ricos sino la de morochos y pobres. Éste es el cariz racista de la cuestión.

Pero hay otro, desfachatadamente desnudado hace pocos años por un ministro japonés: los viejos viven  demasiado. Una cosa es jubilarse e “irse” al poco tiempo y otra es ir generando una cuarta edad cada vez más longeva.

Así que, medidas correctivas, “soluciones de achique poblacional” podrían enfocar a los grandes suburbios planetarios (sobre todo, los radicados en la periferia) pero también a los adultos muy mayores; una “guerra del cerdo” innombrable.

Y antes de encarar los alcances –los fines estratégicos, siguiendo en la senda de que esta situación planetaria es política– tenemos que señalar el fundamental papel de lo mediático, los grandes socializadores del miedo, el pensamiento dominante, los auspicios.

El conteo permanente y cotidiano de muertos, algo de por sí comprensiblen necesario,  ha sido hecho con la misma desprolijidad y parcialidad con que los medios de incomunicación de masas tratan todas las cuestiones: cegando zonas, mezclando otras, omitiendo, ignorando  lo que no se adapta a los fines de la info que se “produce”.

No podemos saber cuáles son los verdaderos muertos del COVID 19, ni siquiera los contagiados Porque el establishment sanitario ha hecho una escotomización para ver la realidad y solo atiende a “la pandemia”. 

¿Dónde están los miles de muertos de gripe o neumonía cada año en Italia, Reino Unido o España? ¿Dónde las decenas de miles de muertos por la misma razón, año a año, en EE.UU. En 2018 y solo de gripe, murieron en EE.UU. 14 mil. Sobre 26 millones de contagiados.

  1. El virus de esta pandemia parece muy direccionado hacia los mayores entre los mayores (aunque esa patogenicidad parece, con toda lógica, ingobernable; hay secuelas problemáticas entre infantes, por ejemplo, y entre el personal sanitario hay una mortalidad incomparablemente mayor que en toda la población y eso significa que no ataca solo a los mayores entre los mayores).

A su vez, la organización que ha provocado el miedo al COVID-19 (pese a su baja o muy baja letalidad), nos ha introducido en un universo de controles y desconfianzas totalmente generalizado: el miedo y los barbijos, por ejemplo, nos convierten, sin pensarlo, a todos en sospechosos.

Sospechas (siempre) hacia los otros: una mujer hace cola; se le acerca (a preguntar) otra persona sin barbijo y la mujer retrocede como si se tratara de la Muerte Roja: se trataba de dos vecinos sin fiebre, más o menos sanos. Pero el miedo se canaliza  aferrándose al barbijo, como clave de seguridad.

La regimentación que se está aplicando es funcionalísima a todo proyecto de control social (de aun mayor control social del que ya tenemos implantado, obviamente): La represión bajo razones científicas suele ser de las más admisibles y que permiten mayores avances (y atrocidades); ya, en los ’60, el experimento de Stanley Milgram[2] nos lo recuerda.

Queda por entender qué ha pasado en Bérgamo y Lombardía con su tan alta mortalidad; qué ha pasado, está pasando en Nueva York, ante cuyo drama tiemblan y cede todo conspiracionismo sencillo dictado desde los titulares más proverbiales del poder mundializado.

Estamos convencidos que con todos “los adelantos tecnológicos y comunicacionales” dedicados a combatir la pandemia se procurará reconfigurar nuestra cotidianidad bajo nuevos controles y planificaciones, siempre ajenos. Porque provienen de centros de poder, por más que muchos de tales “adelantos” nos conquisten por su comodidad y ciertas aplicaciones faciliten nuestra vida cotidiana.

Por eso, tendremos que ser muy vigorosos si queremos evitar una oleada de regimentación, control y miedo introyectado, que irá “autorizando” medidas de intromisión en nuestras vidas, cada vez mayores.

Un mero ejemplo; nos venden las ventajas, alcances y comodidades del 5G, y la capacidad que otorga a los centros de conocimiento sobre cada vez más rasgos de nuestras vidas. Pero los que impulsan la implantación del 5G no atienden a lo que significa para nuestro hábitat, es decir para todo el planeta, semejante despliegue y recarga de ondas electromagnéticas.

Sería tonto que estemos dentro de unos 15 años doliéndonos del daño producido y por entonces irreversible. Como se ha probado que existe ya con los plásticos en el mar océano de nuestro planeta, de nuestra única nave espacial.

notas:

[1]     Hoenir Sarthou: “La información sobre muertes “por” o “con” coronavirus, incluso en Italia, España y EE.UU.,  así como los pronósticos sobre letalidad, velocidad de contagio, efectos físicos de la enfermedad  y tratamiento, parecen haber sido erróneos o deliberadamente exagerados”, “Coronagates: La revolución del sentido común”, Voces, Mtdeo., 6/5/2020.

[2] Estudio del comportamiento de la obediencia, 1964: en el Occidente moderno y civilizado, solo una escuálida minoría resiste por sí misma a producir daño en nombre de la ciencia.

Posted in Centro / periferia, Ciencia, Medios de incomunicación de masas, Nuestro planeta, PoderLeave a comment

La peste plástica está tomando nuestros órganos

Posted on 17/06/2019 - 25/06/2019 by ulises

Por Luis E. Sabini Fernández.

Monsanto… hasta de sus últimas sílabas se podría extraer una filosofía de la inversión de la verdad, de que todo resulta opuesto a lo proclamado…

Monsanto es el agente clave para la expansión de la agrondustria que le ha signficado a la humanidad, el campesinicidio más generalizado (lo cual en cifras no tiene parangón con ningún otro trastorno demográfico y ocupacional en la historia humana; baste pensar que hace un siglo las sociedades podían tener un 75% o un 90% de población dedicada a tareas rurales y hoy se estima en 2%, 4%, 10% la población “dedicada al campo” en la inmensa mayoría de los estados del orbe).

Esa “extirpación” del campesinado no es el mero avance de la humanidad; no es el canto al progreso-siempre-mejor que nos insuflan desde los centros de poder; es una suma algebraica de avances y retrocesos de los cuales la historia oficial solo nos muestra, siempre, “los avances”.

Hay un formidable avance en los medios de comunicación y en los de transporte, pero también una pérdida de experiencia y conocmiento para tratar a la naturaleza, por ejemplo.

Pero Monsanto dista mucho de haber sido –y seguir siendo− únicamente  el pivlote de la “La Revolución Verde”, la agroindustria y la contaminación de los campos.

Durante la guerra que EE.UU. desencadenó para imponer la democracia en Vietnam  (y que tras 14 años tuviera que abandonar), por métodos, no precisa-mente  muy democráticos, el papel de Monsanto fue protagónico: proveedor, aunque no exclusivo, de Agente Naranja; el agrotóxico que la aviación de EE.UU. diseminó masivamente en los campos vietnamitas para  “quitar el agua al pez”.[1]

Pero las contribuciones monsantianas vienen de tiempo atrás. Fundada en 1901 para elaborar productos químicos inicialmente dedicados a sustituir alimentos naturales,  −los cada vez más conocidos y difundidos aditivos alimentarios−  como, por ejemplo, vainilina para cortar la dependencia culinaria hacia las islas Célebes de donde se la extraía tradicionalmente.

Tal comienzo debía haber abierto los ojos de los contemporaáneos. La sacarina, uno de los primeros producos de Monsanto, de la primera década del s.XX, ha sido desechada por tóxica. Con su extremo dulzor con dejo amargo.

Con el paso del tiempo, su capacidad de incidir en el “desarrollo tecnológico” se fue ampliando y la consiguiente toxicidad de su producción también. Desde la década del ’20 produce PCBs, los temidos polibifenilclorados que luego de décadas de uso “inocente”, o más bien impune, se iban a revelar con una altísma toxicidad generando innumerables cánceres infantiles.

 En la década del ’30, significativa y sintomáticamente Monsanto se convierte en productor de primera línea de otro gran triunfo de la modernidad ciega y soberbia, derrochando venenos en el planeta, expandiendo el uso de los termoplásticos, encontrándose así en los puestos de “vanguardia” para el envenenamiento planetario.  Estos plásticos, como los anteriores (rígidos) tenían un rasgo que debía haber hecho reflexionar un tanto: eran materiales no biodegradables. El idioma humano no tenía siquiera una palabra para enunciar semejante realidad. Hasta los “logros” de la petroquímica, nuestros materiales, nuestros objetos, eran naturaleza. Y por lo tanto, a la corta o a la larga, “volvían” a ella; una suerte de reciclado (a veces muy complejo, pero siempre total). Pero con los plásticos se rompen los ciclos naturales (para no mencionar los bióticos, ahora amenazados). La naturaleza no puede reabsorber, reasimilar productos engendrados de tal modo que han perdido todo parentesco con el mundo natural.

Lo que podía haber sido una advertencia sobre un camino ominoso fue en cambio muy bien recibido para abaratar costos, mejor dicho para abaratar los costos del capital. Que prefiere productos baratos en lugar de buenos. Una cuestión de rentabilidad, pero empresaria, no social, aunque todos sus argumentos se basan en que se trataría de rentabilidades de la sociedad.

Con el horizonte de una guerra inminente y el recuerdo de la anterior con sus peripecias en las trincheras, los soldados asolados por chinches y piojos, investigadores se dedicaron a pergeniar insecticidas. Así Monsanto trajo al mercado el DDT (descubierto por un técnico suizo alemán en 1939), una solución radical a las vicisitudes provocadas por insectos. Sin embargo, la guerra que se desata en 1939 no tendrá trincheras;  la aviación y los bombardeos cambiarán el panorama y la estructura de las guerras, y los insecticidas quedarán arrumbados. Por eso, en la posguerra, los laboratorios buscarán empecinadamente nuevos usos a sus investigaciones y aplicaciones  y empezará así la aplicación de insecticidas a la agricultura. Será el momento del combate químico a “las plagas”. Que hasta entonces se atendían y enfrentaban mediante usos físicos o biológicos. Así llegaremos a la Revolución Verde.

Monsanto resultó, una vez más, pieza clave, pivot del Ministerio de Agricultura de EE.UU. (USDA) cuando en los ’90 el gobierno norteamericano decide un plan alimentario mundial, “basado en las pampas argentinas y las praderas norteamiericanas”.[2]  Cuando  los emporios de la agroindustria  estadounidense se sintieron fuertes como para adminstrar los alimentos del planeta.[3] Este plan se desencadena a partir del recurso de la ingeniería genética aplicada a alimentos, con la producción masiva y en permanente expansión de alimentos transgénicos.

Antes, Monsanto había tenido el dudoso honor de patentar otro edulcorante, probablemente más tóxico que la problemática sacarina: el aspartame.

Son varios, entonces, los “aportes” a una alimentación degradada, tóxica, como por ejemplo la somatotropina bovina, una hormona que ha sido rechazada de plano en los mercados europeos, por ejemplo (aunque en EE.UU. se la consume libremente). Fue diseñada para aumentar la produccion de leche y los reparos provienen de que diversas investigaciones la asocian fuertemente con cánceres de mama y de próstata.

La “perla” de tantos nefastos aportes, siempre tolerados por la autoridades sanitarias de EE.UU. y sus satélites y claramente adoptados y aplaudidos por el mundo empresarial “moderno”, ha sido el tratamiento y el procesamiento de los plásticos que no son alimento pero que tienen una  insidiosa cualidad y están muy vinculados a los alimentos.  Como ya es de público conocimiento, las montañas de plásticos; los basureros gigantescos compuestos en un 90% de material plástico, las islas oceánicas, flotantes, con superficies mayores a las de los más grandes países del planeta, constituyen un problema de creciente actualidad.

Pero se trata de un problema menor, pese a su envergadura, ante la cuestión de otro aspecto descuidado de los desechos plásticos: sus micropartículas. Que están urbi et orbi.

Como lo plástico, ya dijimos, no es biodegradable, la erosión va achicando, rompiendo, despedazando los envases,  las bolsas, hasta perderse de vista. Pero así, microscópicas, siguen siendo partículas. Que no se biodegradan, que respiramos e ingerimos a diario.

Una cancha de fútbol de pasto sintérico, debido a la fricción a que su superficie es sometida, es un sitio “ideal” para la producción de micropartículas plásticas.

La erosión en general; el agua y el viento producen permanentemente micropartículas plásticas.

Hay quienes empiezan a preguntarse a dónde van las partículas que se desprenden permanentemente de los materiales plásticos que están prácticamente en toda nuestra vida cotidiana. La pregunta es, como siempre, tardía. Porque el sentido común ha cedido el paso al lavado de cerebro que nos encanta y cautiva con lo novedoso, lo moderno.

Finalmente, la Universidad de Newcastle, Australia, tras laboriosos conteos de material “iivisible a los ojos” ha establecido magnitudes aproximadas de consumo involuntario de micropartículas plásticas: unas cien mil al año, que traducido  en peso equivaldría a unos 250 gramos. Otra estimación que han hecho con semejante ingestión: unas 50 tarjetas de crédito al año (a razón de un peso de 5 gr. por tarjeta, lo que equivale a una tarjeta ingerida por semana, por vías respiratoria y disgestiva).[4]  Porque las principales fuentes de ingreso a nuestros cuerpos de tales micropartículas es mediante alimentos, agua y aire.

Se ha verificado, por ejemplo, que el agua potable en EE.UU. tiene el doble de tales micropartículas respecto de la correspondiente europea. (ibídem)  Pensemos, un minuto apenas, cuántas de tales partículas  puede haber en las aguas potables de países como Uruguay, Argentina, Brasil…

El mundo médico ha sido más bien remiso en informar qué puede ocurrir en nuestros cuerpos con los microplásticos. Y sin embargo, hay investigaciones de biológos como los norteamericanos  Théo Colborn, John Peterson Myers y Diane Dumanovsky[5] , por ejemplo, que a mediados de los ’90 relevaron la presencia de partículas plásticas invisibles de policarbonato (PC), de polivinilcloruro (PVC), en numerosos animales que presentaban, junto con estos “alteradores endócrinos” diversas malformaciones o trastornos en la vida sexual y reproductiva. Y, por ejemplo, rastrearon la presencia de Bisfenol A (ingrediente del PC), un reconocido alterador endócrino, en bebes (sus biberones estaban hechos de PC).

Nuestra estulticia, no sabemos si tiene precio, nos tememos que sí. Pero lo que es indudable es que es inmensa.

notas:

[1]  Técnica de las llamadas contrainsurgentes empeñadas en debilitar los apoyos a los guerrilleros clandestinos. Eliminar naturaleza y boscajes para quitar lugares de escondites y protección. De paso, arruinar también la provisión de alimentos…

[2] Dennis Avery, Salvando el planeta con plásticos y plaguicidas, Hudson Institute, Washington, 1995.

[3]  El plan, por suerte, resultó insuficiente, sobrepasado por un planeta y una población indudablemente mayor y más compleja que el diseño del USDA. Poco después, los pretendidos diseñadores norteamericanos de la alimentación mundial iban a tener que incluir a Canadá, Australia y finalmente Brasil más zonas menores en el diseño del plan mundial de control alimentario. (Véase Paul Nicholson, “Los alimentos son un arma de destrucción masiva”, 2008, www.rebelion.org/noticia.php?id=178160).

[4] Kala Senathiarajah y Thava Palanisami, “How Much Micropolastics Are We Ingesting”, 11 junio 2019. Cit. p. J. Elcacho, kaosenlared, 13 jun. 2019.

[5]  Our Stolen Future, Dutton, Nueva York, 1996. Hay edición en castellano, España, 2006.

Posted in Agronecrófilos, Centro / periferia, Ciencia, Conocimiento, Destrozando el sentido común, Globocolonización, Nuestro planeta, Nuestros alimentos, Para salir del repollo, Poder mundializado, Sociedad e ideologíaLeave a comment

Ahogándonos en un mar de microondas. ¿Tecnologías vs. salud?

Posted on 17/03/2019 - 17/03/2019 by raas

Por Mae-Wan Ho

Ser o no ser inalámbrico

Ser “inalámbrico” ha reemplazado el estar “cableado” para estar conectado y a la moda. El Wi-fi (wireless fidelity; fidelidad inalámbrica, juega con el consagrado Hi-fi, en rigor conexión inalámbrica) está ahora en hoteles, salas de espera o embarque de aeropuertos, universidades, escuelas, hogares y ciudades enteras.

Usted no puede librarse de ello. Estamos todos sumergidos en un mar de microondas ya sea que optemos por ser inalámbricos o no. Pronto, todo lo que se podrá hacer es encerrarse en un cuarto blindado, un submarino amarillo a prueba de electro-smog. A diferencia del humo de cigarrillo, la exposición pasiva, involuntaria, a la radiación electromagnética no puede evitarse fácilmente.

Explosión inalámbrica fuera de control

Hay ahora más de 250 000 “sitios calientes” públicos para tales conexiones en el mundo entero. Se dispone de conexión inalámbrica en millones de hogares, corporaciones y universidades. Según una estimación, el uso de conexiones inalámbricas ha aumentado un 74% en Europa y un 75% en el Reino Unido entre la primera y la segunda mitad de 2006.

Birmingham tendrá la primera comunicación inalámbrica en toda la ciudad en Gran Bretaña, y Manchester está planeando la zona de c.i. más grande de Europa, que abarcará unos mil km2. Otras ciudades los siguen. Lo más preocupante: la red ha sido instalada en las escuelas primarias exponiendo a las poblaciones más vulnerables a la irradiación.

La creciente popularidad de tales conexiones sobreviene inmediatamente después del crecimiento exponencial de los celulares y en medio de las crecientes preocupaciones respecto de sus riesgos para la salud. Niveles corrientes de exposición a microondas se relacionan con daño cerebral, daño al ADN, tumores cerebrales, cánceres, enfermedad por microondas, deterioro de funciones cognitivas, deterioro en fertilidad, que afecta tanto a seres humanos como a roedores, aves y abejas (véase Riesgos para la salud…)

Sir William Stewart, presidente de la Agencia de Protección de la Salud y ex-asesor científico jefe del gobierno británico, ha emitido una advertencia sobre celulares en informes sucesivos y declaraciones a la prensa que han sido ignoradas por el gobierno. Se está preocupando crecien-temente por la difusión de las conexiones sin hilos y está ejerciendo privadamente presión para que se efectúe una investigación oficial sobre los riesgos. No está solo entre los científicos. Ian Gibson, médico ex-presidente del Comité de Ciencia y Tecnología de la Cámara de los Comunes, ha exhortado al Dpto. de Salud para que lleve a cabo una investigación sobre los riesgos potenciales para la salud de las redes de computadoras inalámbricas. Gibson es profesor honorario y ex-decano de la Escuela de Ciencias Biológicas de la Universidad de East Anglia.

Rechazo creciente a las conexiones inalámbricas

Mientras tanto, está creciendo el rechazo a las instalaciones de conexiones inalámbricas. Los maestros están encabezando los llamamientos por más investigación sobre las redes de comunicación sin hilos en Gran Bretaña; temen que pueden llegar a ser “el amianto del siglo XXI”. La Asociación Profesional de Maestros, con 35 000 miembros, escribió al secretario de Educación expresando profunda preocupación. Uno maestro se enfermó después de instalarse la red en la Stowe School, Buckinghamshire, donde enseñó durante 28 años. Sufrió náuseas, dolores de cabeza y falta de concentración, síntomas típicos de la enfermedad por microondas (véase recuadro más abajo). La Unión Alemana de Educación y Ciencia ya había advertido a sus miembros que resistieran la instalación de wLAN en sus escuelas, en marzo de 2006.

Se han producido numerosos informes médicos acerca de que las estaciones-base de telefonía móvil se asocian con una serie de síntomas de salud en gente que vive cerca de ellas: dolores de cabeza, fatiga, desórdenes del sueño, deterioro de la memoria, lo que se conoce colectivamente como “síndrome de enfermedad de microondas o electro-hipersensibilidad. Algo documentado en varios estudios recientes.

Un estudio francés halló que gente que vive dentro de los 100 metros de una estación transmisora de telefonía celular, sufría de irritabilidad , depresión y mareos, en tanto que los que vivían dentro de los 200 metros sufrían de cansancio. En Austria, los investigadores detectaron una correlación entre la intensidad del campo electromagnético y síntomas cardiovasculares en población que vivía cerca de estaciones de telefonía móvil. Un estudio en España confirmó que la radiación de microondas estaba ligada a una cantidad de síntomas como los ya señalados más pérdida de apetito.

A fin de contrarrestar la crítica de que los síntomas fueran de origen psicosomático científicos de la Universidad de Viena realizaron un nuevo estudio sobre áreas rurales y urbanas, tomando a 365 sujetos en diez localidades. Se solicitó a dos proveedores de redes que identificaran aproximadamente cinco estaciones-base dentro de ambas regiones que hayan estado operando durante por lo menos dos años y que no haya habido protestas contra la estación por parte de los residentes. Estas estaciones no tienen ninguna otra estación-base cerca y la transmisión se halla mayormente sólo en la banda de 900 MHz. Los resultados mostraron que la exposición a microondas desde las estaciones de base de teléfonos móviles está por debajo de los niveles límites actuales, que en Austria son dd 4.1 mW/m2. Pero la gente sigue sufriendo de dolor de cabeza y dificultad de concentración. La OMS, por su parte, niega que la radiación electromagnética tenga algún impacto sobre la salud.

Una serie de escuelas en Gran Bretaña han desmantelado sus redes inalámbricas después de recibir presiones de padres preocupados, otras están para hacer lo mismo… La Universidad de Lakehead, en Ontario, Canadá, con 7 400 estudiantes, ha eliminado las conexiones inalámbricas en razón de lo que el vicerrector considera “el peso de las pruebas que demuestran efectos de comportamiento e impactos fisiológicos en tejidos y células.”

Gerd Oberfeld del Dpto. de Salud Pública de Salzburgo, Austria, escribió en diciembre de 2005 una carta abierta a todo el mundo, dirigida al gobernador-maestro principal-padre pero-cupado, advirtiéndoles desde su área de no usar wLAN o celulares en escuelas o jardines de infantes. En setiembre de 2006, más de treinta científicos de todo el mundo firmaron la Resolu-ción de Benevento, Italia sobre seguridad electromagnética: “hay pruebas de efectos adversos para la salud, incluido cáncer y EHS (electro-hipersensibilidad )” por radiación de microondas a los niveles actuales de exposición y que se debería adoptar un enfoque precautorio.

Medidas precautorias y defensivas

Est{an surgiendo pruebas de que los riesgos para la salud, asociados con microondas inalámbricos son al menos comparables, si no peores, que los asociados con fumar cigarrillos. A diferencia de esto último, la exposición pasiva a microondas es difìcil de evitar si tales ondas devienen omnipresentes. Ahora que las prohibiciones de fumar se han puesto en marcha en todo el mundo, parece no haber motivo para no hacer lo mismo con las conexiones inalámbricas.[…]

——————————————————————–

¿Qué es conexión inalámbrica?

Este tipo de conexión se desarrolló inicialmente para ser alojada en una red local (wLAN) usada en dispositivos de computación móviles tales como laptops, pero ahora se usa crecientemente en más servicios que incluyen internet y la conexión a electrónica del consumidor, como televisión, reproductor de DVD y cámara digital. Un usuario puede conectarse a internet vía un dispositivo habilitado tal como una computadora personal cuando está adentro del alcance (área de cobertura) de un punto de acceso (PA). Una región cubierta por uno o más PAs se llama “sitio caliente”. Tales sitios pueden abarcar una sola habitación hasta muchas km2 con PAs superpuestos. También puede usarse para crear una red de mallas y permitir que los dispositivos se conecten directamente entre sí en el modo par-a-par (ad hoc), como en las aplicaciones de electrónica a consumidor y a juegos-e.

Un wi-fi típico consiste en uno o más PAs y uno o más clientes. Un PA propaga su SSID (Service Set Identifier, Identificador de Conjunto de Servicios) en pequeños envíos (de duración breve), llamados señales luminosas, que luego reconstituye. Las redes inalámbricas operan en bandas no licenciadas de microondas, de 2,4 y 5 G Hz, con una velocidad de transmisión de datos de 11 megabytes por segundo, o de 54, o de ambas (banda dual) y los clientes pueden elegir.

La conexión inalámbrica tiene la ventaja que opera sin cables y está incluida en la mayoría de los laptops modernos y se expande rápidamente a otros dispositivos a medida que los precios siguen bajando. Opera sobre un conjunto global de normas, de modo que puede operar en países distintos. Empero, las limitaciones operacionales no son congruentes en todo el mundo y el consumo de potencia es bastante alto. No es segura, y las preocupaciones sobre riesgos de salud por microondas de celulares aumentan.

——————————————————————-

Riesgos para la salud por radiación de microondas

Ratas expuestas a radiación de microondas de celulares durante dos horas mostraron señales de daño cerebral debido a derrames que persistían 50 días después. Roturas en el ADN y anormalidades cromosómicas se hallaron en células animales y humanas expuestas a bajos niveles de microondas.

Riesgo de cánceres de pecho, de próstata, intestinales, melanoma, de pulmones y leucemias, triplicados por exposición a microondas en el pueblo del sur alemán Naila, 5 a 10 años después de instalado el transmisor de celulares.

Riesgo de cánceres cuadruplicado en área expuesta a radiación por microondas en Netanya, cánceres femeninos decuplicados en comparación con la población general de Israel.

Riesgo de neuroma acústico y glioma: aumentó entre 2 y 3 veces con 10 años o más de uso de celulares. Hombres que usan celulares más de 4 horas diarias se les verificó un recuento espermá-tico menor y un esperma de peor calidad respecto de los que no usaban celulares.

Un estudio en Grecia mostró que ratones expuestos a microondas de celulares a 1,68 mW/m2 se tornaban completamente estériles después de cinco generaciones, en tanto los expuestos a 10,53 mW/m2 lo hacían después de tres generaciones.

El éxito en reproducción y cría de gorriones y cigueñas blancas se reduce cerca de transmisores de telefonía móvil y la exposición a microondas en el laboratorio causó altas tasas de mortalidad entre embriones de pollos.

Abejas no vuelven a sus colmenas cuando se han instalado estaciones de telefonía sin hilos en las inmediaciones, originando la fuerte sospecha de que la radiación emergente puede ser responsable del colapso de las colonias, algo que está devastando ahora a los apicultores y campesinos en EE.UU. y Europa.

Hasta un 3,5 % de la población sufre, cuando están cerca de transmisores de telefonía móvil, una gama de síntomas que incluyen dolor de cabeza, náuseas, falta de concentración, depresión, alergias, lo que se conoce como “enfermedad por microondas.

Artículo publicado en revista futuros n°11, primavera-verano, 2007.

Posted in CienciaLeave a comment

Navegación de entradas

Entradas anteriores

Categorías

  • Agronecrófilos (20)
  • Amor, sexo, parejas (2)
  • Argentina (13)
  • Centro / periferia (26)
  • Ciencia (7)
  • Ciudad (1)
  • Conocimiento (7)
  • Cultura dominante (5)
  • Destrozando el sentido común (11)
  • Edición (1)
  • EE.UU. (11)
  • General (10)
  • Globocolonización (26)
  • Humor en serio (2)
  • Los pueblos nativoamericanos (1)
  • Medios de incomunicación de masas (29)
  • Narrativa (1)
  • Nuestro planeta (13)
  • Nuestros alimentos (9)
  • Palestinos / israelíes (61)
  • Para salir del repollo (4)
  • Poder (13)
  • Poder mundializado (24)
  • Política (10)
  • Salud. Y enfermedad (3)
  • Sociedad e ideología (18)
  • Teoría del conocimiento (1)
  • Uruguay (19)
  • Uruguay. Qué hacer (11)
  • Vida cotidiana (2)

Entradas recientes

  • COVID 19: La medicalización de la sociedad
  • COVID 19: Más que una política, una ideología
  • Covid 19: ¿engendro natural o político?
  • ¡Menos altivez institucional y más vergüenza ecológica!
  • Corte Penal Internacional: ¿enjuiciar crímenes de lesa humanidad o programar acuerdos interestatales?
  • Colonizando al colonizador
  • Comentario a pregunta de Eduardo Blasina. Forestación importada: ¿Beneficio nuestro, recíproco o del que la ha programado?
  • Conspira.virus, una vuelta de tuerca para restaurar la fe en la ciencia
  • Corte Penal Internacional (CPI) y contraofensiva del Estado de Israel
  • ¿Quo vadis COVID-19?
  • Amor, desprecio, poder, entre EE.UU. e Israel
  • La impugnación al programa ADN: ¿abolición de la crítica o de la realidad?
  • COVID-19: miedo, calidad de vida, pánico, profilaxis… extraño bamboleo
  • Pluralidad electrónica sesgada y el retorno permanente al pensamiento dominante
  • ONU-UNSCOP: padres putativos de Israel – III
  • Uruguay: La coalición multicolor calificando niveles de democracia
  • Sionismo: geopolítica a la ofensiva
  • Ofensivas espirituales
  • Agroindustria, contaminación generalizada, alimentación vegana, lucro y calentamiento global: Un plato indigesto
  • Uruguay, la MINUSTAH en Haití y la vieja política de los tres monos sabios
  • “Salvar al planeta o salvar a los seres humanos” Una disyuntiva errada presentada por Pablo Hernández Parra
  • Uruguay esquizo
  • ¿Terrorismo terrorista o terrorismo democrático?
  • Israel maltrata, tortura, mata palestinos y patrocina amistosos de fútbol de élite
  • Israelíes y el circo romano… remozado

Archivos

  • diciembre 2020 (1)
  • agosto 2020 (2)
  • julio 2020 (3)
  • junio 2020 (2)
  • mayo 2020 (3)
  • abril 2020 (2)
  • febrero 2020 (5)
  • enero 2020 (1)
  • diciembre 2019 (4)
  • noviembre 2019 (1)
  • octubre 2019 (2)
  • agosto 2019 (3)
  • julio 2019 (2)
  • junio 2019 (3)
  • mayo 2019 (1)
  • abril 2019 (2)
  • marzo 2019 (3)
  • febrero 2019 (2)
  • enero 2019 (1)
  • diciembre 2018 (3)
  • noviembre 2018 (5)
  • octubre 2018 (2)
  • septiembre 2018 (2)
  • agosto 2018 (4)
  • julio 2018 (2)
  • junio 2018 (4)
  • mayo 2018 (1)
  • abril 2018 (2)
  • marzo 2018 (3)
  • febrero 2018 (1)
  • enero 2018 (2)
  • diciembre 2017 (5)
  • noviembre 2017 (2)
  • octubre 2017 (5)
  • septiembre 2017 (4)
  • julio 2017 (1)
  • junio 2017 (2)
  • abril 2017 (3)
  • marzo 2017 (2)
  • febrero 2017 (3)
  • enero 2017 (1)
  • diciembre 2016 (2)
  • noviembre 2016 (2)
  • octubre 2016 (2)
  • septiembre 2016 (4)
  • julio 2016 (2)
  • abril 2016 (1)
  • marzo 2016 (2)
  • febrero 2016 (3)
  • enero 2016 (3)
  • diciembre 2015 (2)
  • noviembre 2015 (1)
  • octubre 2015 (1)
  • septiembre 2015 (1)
  • agosto 2015 (3)
  • julio 2015 (1)
  • abril 2015 (1)
  • febrero 2015 (1)
  • diciembre 2014 (1)
  • noviembre 2014 (1)
  • agosto 2014 (1)
  • julio 2014 (1)
  • junio 2014 (1)
  • mayo 2014 (4)
  • abril 2014 (1)
  • marzo 2014 (3)
  • enero 2014 (1)
  • diciembre 2013 (1)
  • noviembre 2013 (1)
  • octubre 2013 (2)

Ultimos comentarios

  • Imagen: la clave teledirigida del poder actual – CUARTA POSICIÓN en Imagen: la clave teledirigida del poder actual
  • Nuestro insensible camino hacia un totalitarismo | Revista SIC - Centro Gumilla en Nuestro insensible camino hacia un totalitarismo

El racismo de la «democracia» israelí

https://articulo.mercadolibre.com.ar/MLA-877652498-el-racismo-de-la-democracia-israeli-de-luis-e-sabini-f-_JM

Futuros: contra una visión autoindulgente del desastre planetarioa

Genética y socialismo: La ideología configurando ciencia y política

Autor: Luis E. Sabini Fernández

Cuadernillo Cuadernillo La increible y triste historia de Argentina y su tío desalmado, Tom

revista Futuros nº1 (2000)

revista Futuros nº2 (2001)

revista Futuros nº3 (2002)

revista Futuros nº4 (2002)

revista Futuros nº5 (2003)

revista Futuros nº6 (2004)

revista Futuros nº7 (2004-2005)

revista Futuros nº8 (2005)

revista Futuros nº9 (2006)

revista Futuros nº10 (2007)

revista Futuros nº11 (2007)

revista Futuros nº12 (2008)

revista Futuros nº13 (2009-2010)

Etiquetas

Covid-19 EDICIÓN EE.UU. Ivan Illich Libertades públicas Máximo Sandin OMS Organización Mundial de la Salud precariado mundial

Autistici (email, listas de correo, páginas web)

Meta

  • Registro
  • Acceder
  • Feed de entradas
  • Feed de comentarios
  • WordPress.org
Proudly powered by WordPress | Theme: micro, developed by DevriX.