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Categoría: Conocimiento

El vapor, el sombrero caliente y la poción de las brujas

Publicada el 31/10/2021 por raas

Un cuento de hadas

Por Margaret Anna Alice
MargaretAnnaAlice.com
a Través del Espejo
agosto 2021

Érase una vez en una tierra próspera, un rumor recorrió el reino de que había un vapor invisible flotando en el aire. Muchos vapores habían llegado antes, pero este era tan extraordinario que requería una respuesta extraordinaria. Este vapor, gritaban los pregoneros, podría matarte en cualquier momento y en cualquier lugar. Puedes contraerlo hablando, respirando o cantando.  Puedes contraerlo parándose o caminando demasiado cerca de alguien. Incluso puedes conseguirlo jugando. Y lo más aterrador de todo: podrías conseguirlo y ni siquiera saber que lo tenías.

La única forma de escapar era esconderse en el interior, mantenerse alejado de la gente y frotarse las manos con una gelatina, un gel transparente cada vez que tocaba algo. Los comerciantes dejaron de comerciar, los aprendices dejaron de aprender y la gente dejó de ver a la gente.

Todos los días, los pregoneros del pueblo gritaban la cantidad de personas que habían captado el vapor; la mayoría no lo sabía ya que se sentían igual que de costumbre, solo que mucho más asustados. Solo supieron que lo tenían debido a un cierto hechizo, una profecía que un hechicero había escrito antes de que llegara el vapor. 

El hechicero había dicho que se suponía que no debía estar hecho para vapores y que no podía decirle a la gente si habían atrapado un vapor o no. Pero el hechicero había muerto, y los consejeros del rey decidieron lanzar el hechizo, de todos modos, y así fue como la gente descubrió que tenían el vapor.

Los pregoneros del pueblo gritaban los últimos números de muertos con tanta frecuencia que sus voces se volvían roncas. Casi todos los que murieron eran muy, muy viejos o muy, muy enfermos o muy, muy gordos. Casi nadie más murió, y al final del año, resultaría que había muerto aproximadamente el mismo número que en otros años.

Aun así, era un vapor muy aterrador, y todo el reino tuvo que cambiar por el bien del público. La tierra ya no era próspera, pero el rey simplemente acuñó más monedas y las arrojó a sus súbditos para que no se dieran cuenta de inmediato. Con el tiempo, se les dijo a las personas que podían salir de su escondite y que el mercado podría volver a abrirse si todos seguían algunas reglas. 

Tenían que usar un sombrero caliente y áspero que les cubriera las orejas y los ojos para que el vapor no pudiera entrar en sus oídos o en sus ojos. Tenían que saltar cinco veces hacia adelante y cinco veces hacia atrás si accidentalmente se acercaban demasiado a otra persona. Verdaderos saltamontes. Y, por supuesto, tuvieron que frotarse las manos con gel después de tocar cualquier cosa.

Algunas personas pensaban que con los sombreros parecían tontos e incluso que eran un poco peligrosos, ya que les dificultan oír y ver y los hacían sudar en el verano. Hacer el salto tomó tanto tiempo y trabajo, que la gente no pudo hacer mucho.

Cuando esas personas no usaban los sombreros ni saltaban, el resto de la gente se enojaba mucho y decía que era su culpa que la gente muriera y se enfermara y no pudiera vivir como solía vivir.  Algunos incluso empezaron a usar dos o más sombreros para una protección adicional contra los Anti-Sombreros y Anti-Saltos.

De vez en cuando, el rey le decía a la gente que se escondiera de nuevo adentro porque demasiada gente estaba atrapando el vapor. No podían trabajar, comprar ni visitar a las personas que amaban. No había mucho que hacer además de estar escuchando a los pregoneros del pueblo, que siempre le hacen saber a la gente lo asustados, enojados y resentidos que deben sentirse todos, especialmente hacia los Anti-Sombreros y Anti-Saltos.

De repente, la gente comenzó a sentirse más esperanzada. Unas cuantas brujas que eran más ricas que todos los reyes y reinas del mundo combinados se ofrecieron a hacer una poción, un brebaje que la gente necesitaría tragar de vez en cuando para mantenerse a salvo del vapor, pero solo funcionará si todos la bebieran juntos.

Tomó algunos meses, pero eventualmente las brujas tenían su propio sabor (uva, naranja y coctel tropical) y estaban listas para verterlas en la boca de la gente. Siempre que se hacían pociones en el pasado, las brujas habían tenido que pasar años y años asegurándose de que fuera seguro antes de dárselas a la gente.

Esta vez, sin embargo, el vapor fue tan aterrador que se saltaron todos esos pasos para que la gente pudiera salvarse antes. Incluso consiguieron que el rey emitiera un decreto especial para que nadie pudiera herir a las brujas si les pasaba algo malo después de beber la poción, ese líquido salvador. El rey reunió las tres cuartas partes de las monedas que había recogido de la gente ese año y se las presentó a las brujas.

Casi todo el mundo estaba ansioso por beber la poción de ese licor con jugo de uva, naranja o tropical. Se jactan de ir a buscarlo y se lo contaron a todos después de tomar su primera y segunda bebida. Cuando se encontraron con alguien que no quería beberlo, se enojaron mucho.  Los pregoneros en alta voz les dijeron a todos que les gritaran a los Anti-Bebedores porque era su culpa que no pudieran volver a la vida como era antes del vapor.

Algo extraño sucedió después de que la gente comenzó a beber la poción. Algunos de ellos atrapan el vapor, de todos modos, pero eso fue porque era una versión del vapor que las brujas no habían planeado; aun así, era importante beber ambas dosis de la poción porque era mejor que no beberlas. 

Sin embargo, para estar seguros, los pregoneros dijeron que deberían volver a usar sombreros calientes y saltar, aunque la mayoría no se había detenido al principio porque temían lo que sucedería si lo hicieran (o peor, podrían confundirse con un Anti-Sombrerero, Anti-Saltos o Anti-Bebedero). Aún más extraño, algunas de las personas que habían bebido la poción murieron justo después o poco después de beberla. 

A diferencia de las personas que murieron por el vapor, estas personas a menudo eran muy, muy jóvenes o muy, muy sanas o muy, muy en forma. Los pregoneros nunca gritaron anunciando sobre estas muertes. Si alguien lo mencionaba enseguida, lo llamaron Anti-Sombrerero, Anti-Saltador y Anti-Bebedor.

Ser un Anti-Bebedor fue lo peor de todo porque todos saben que necesitas beber para sobrevivir. Si está en contra de beber la poción, seguramente también debe estar en contra de beber agua, y todos sabemos que no se puede vivir sin beber agua.

No todos los que bebieron la poción murieron. A algunos les sucedieron cosas extrañas en sus cuerpos. Temblaban todo el tiempo o tenían enfermedades raras o notaron que partes de sus cuerpos dejaron de funcionar. Estaban postrados en cama o cojos o heridos de diferentes maneras y no podían vivir como lo hacían antes o incluso después del vapor. Los pregoneros tampoco le contaron a nadie sobre estas personas. Y luego estaban los bebedores que se sentían perfectamente bien… por ahora. 

La poción nunca había sido probada por más de unos meses, por lo que nadie estaba realmente seguro de lo que sucedería en el próximo año o dos o más. También era un tipo de poción diferente a la que nadie había bebido antes.

Esta poción cambió algo dentro de ti que nunca podría deshacerse. La gente también necesitaría beber nuevas versiones de la poción cada pocos meses, y el rey tendría que seguir dando tres cuartos de las monedas del reino a las brujas para siempre, o al menos mientras existiera el reino. Todos los bebedores supervivientes estaban agradecidos con las brujas y les agradecieron por salvarles la vida. Mostraron con orgullo una marca en la barbilla que significaba que habían bebido la poción. Los que lo habían bebido dos veces tenían dos marcas.

Los que no tenían ninguna marca eran los culpables de los problemas del reino. No se les permitió comprar en el mercado ni trabajar o ser aprendices ni participar en ninguna actividad pública. Fueron avergonzados y rechazados por ser una amenaza para la gente de la tierra. 

Estas personas empezaron a sentir que debían dejar el reino, pero no se les permitía viajar sin las marcas dobles y, además, todos los demás reinados eran iguales a los suyos, de todos modos. No quedaba ningún lugar donde la gente no tuviera miedo del vapor y donde no exigieran que todos bebieran la poción. Pronto, el rey decidió que los Anti-Bebedores eran tan peligrosos que tendrían que estar encerrados en un calabozo hasta que aceptaran beber la poción. Eran libres de elegir el sabor que quisieran. Si decidían no beber, simplemente permanecerán en el calabozo. Depende totalmente de ellos.

Pasó un año y luego otro. Cada vez quedaban menos personas en el reino. Finalmente, quedaron tan pocas personas que el rey ya no pudo recolectar suficientes monedas para pagar a las brujas. El resto de reyes y reinas de todo el mundo estaban en la misma situación. Decidieron unirse en un gran reinado de reyes para poder recolectar suficientes monedas para comprar la poción.

Después de que pasaron ocho años más, no quedaba suficiente gente en todo el mundo para cubrir las cuotas de las brujas. Los gobernantes decidieron que todo lo que pertenecía al pueblo ahora pertenecía al gran reino de los reinos. La gente aún podría vivir en sus chozas, pero no poseería nada. Podrían ganarse la vida con el trabajo; de hecho, ¡podrían ponerse a trabajar haciendo la poción!

La gente ya no necesitaba decidir lo que quería hacer o ser en la vida porque el reino de todos los reinos el Nuevo Reino Mundial decidiría por ellos. La gente no necesitaba pagar nada porque todos los sujetos recibían cantidades igualmente pequeñas de las necesidades. Todos lucían iguales, actuaban igual y pensaban igual.

La mayoría de la gente no recordaba cómo era antes del vapor. Algunos ni siquiera sabían que existía ese momento. Los gobernantes, en cambio, nunca quisieron nada. Tampoco sus amigos, los pregoneros del pueblo. Las brujas eran las más ricas de todas, y con razón, ya que habían salvado al mundo del vapor mortal. No pasó mucho tiempo antes de que no hubiera más sujetos. Los gobernantes, los consejeros, los pregoneros y las brujas tenían todas las riquezas de la tierra para sí mismos, y vivieron felices para siempre.

fuente: http://www.postaportenia.com.ar/notas/12051/el-vapor-el-sombrero-caliente-y-la-poci%C3%B3n-de-las-brujas/

Publicado en Ciencia, Conocimiento, GeneralEtiquetado como Margaret Anna Alice

Carta abierta a todo argentino que tenga de alguna manera responsabilidad sobre los niños y adolescentes

Publicada el 19/10/2021 - 19/10/2021 por raas

Por Liliana Szabó*
10 de octubre de 2021

Quiero expresar públicamente que a pesar de ser Socia Titular de esta entidad (Sociedad Argentina de Pediatría) desde 1983, estoy en completo desacuerdo y repudio totalmente la decisión de la SAP de aconsejar vacunas anti Covid 19 a niños entre los 3 y 11 años, así como su anterior apoyo a la vacunación de adolescentes y la vacunación en embarazadas.

La SAP, entidad ante la cual rendí mi examen de Pediatra con orgullo y alegría hace tantos años, se ha transformado. Ya no responde a inquietudes de los socios (al menos ya varias veces rechazaron las mías) ni a los intereses de la verdadera salud infantil. Ya no se acepta debatir ni cuestionar ni hacer intercambios científicos abiertos con todos los que tengamos una mirada diferente a la del Comité Directivo.

Como socia, he enviado en marzo de 2019 una carta firmada por más de 45 profesionales de la salud a la Presidencia de la SAP y a varios de sus Comités Científicos. En dicha carta planteábamos nuestra preocupación ante el incremento sostenido del número de vacunas obligatorias administrados a los niños y a las embarazadas, sin haberse realizado previamente ningún estudio de seguridad ni de necesidad, coincidiendo tal incremento con el enorme crecimiento de la morbimortalidad infantil atribuible justamente a los componentes de dichas vacunas recibidas

Planteamos en dicha carta la necesidad de un debate científico abierto y público para poder re-evaluar el Calendario Nacional de vacunas. En la misma carta acompañamos nuestra preocupación con 30 ejemplos seleccionados entre los miles de trabajos científicos existentes a nivel mundial que apoyaban nuestra inquietud, además de la evidencia clínica directa en nuestra práctica diaria en consultorio. La única respuesta que recibimos fue de parte de la entonces Presidenta de la SAP, Dra. Diana Pasqualini, en la que literalmente respondió: “no me envíen más Spam”. De los Comités Científicos no recibimos respuesta alguna.

Recientemente en julio de 2021 hemos enviado en forma grupal otro pedido de documentación y explicaciones científicas sobre el tema vacunas y tampoco hemos recibido respuesta.

Por otro lado, varios miembros de alta jerarquía de las filiales SAP de lugares tales como CABA, Córdoba, Santa Fe y Mendoza fueron convocados este año a distintos programas radiales para dialogar y aclarar conceptos científicos y en ningún caso pudieron responder a nuestras preguntas ni mostrar los estudios que según ellos existen para probar la inocuidad de la vacuna que estaban defendiendo. Por el contrario, en el programa en el cuál participé la doctora (de SAP Córdoba) se retiró del programa muy enojada porque le solicité que me facilitara los datos de un estudio del laboratorio Moderna sobre su vacuna Covid 19 en niños, en el cual ella basaba su opinión de que dicha vacuna era inofensiva.

Hace pocos días la Dra. Marcela Witt, bioquímica, concurrió personalmente a la SAP a solicitar amablemente informes sobre los componentes de las vacunas anti Covid 19 y pidió que le compartieran los resultados de los supuestos estudios de seguridad sobre los que dicen que se están basando para afirmar que la vacuna es apta para uso en niños. No solo no le entregaron ninguna prueba de seguridad ni ningún estudio, sino que además le cerraron la puerta en la cara a los gritos (esto está filmado)

Paso a detallar ahora los motivos médicos y éticos por los que estoy en total desacuerdo con indicar ninguna de las vacunas Covid 19 existentes a ningún niño ni adolescente ni embarazada:

1- Para que sea necesario indicar una vacuna, dicha vacuna debe estar justificada al ser capaz de prevenir una enfermedad muy grave y letal que no tenga tratamiento alguno.

Nota: esta enfermedad llamada COVID 19 no solo no es mortal en la infancia (salvo casos muy raros de pacientes inmunosuprimidos que podrían morir por cualquier resfrío) sino que por el contrario produce cuadros muy leves que se curan espontáneamente en pocos días. La mayoría de los niños se inmuniza naturalmente sin enfermar ni contagiar* y de esta manera logra inmunidad de por vida como para cualquier virus, colaborando al efecto rebaño que a su vez protege al resto de la población. Por otro lado, actualmente ya se conocen cuáles son los tratamientos correctos para tratar esta enfermedad desde su inicio y prevenir la internación y la muerte.

(*Esto quedó demostrado en un estudio hecho en Wuhan, China con 10.000.000 de personas que mostró que los asintomáticos no contagian, en noviembre de 2020)

2- Para indicar una vacuna, esta tiene que haber probado no solo su eficacia (capacidad de aumentar el número de anticuerpos en sangre, lo cual NO indica que la persona sea inmune) sino fundamentalmente tiene que comprobarse su efectividad (la efectividad se demuestra mediante el descenso significativo del número de casos de enfermos y muertos en poblaciones vacunadas comparadas con las no vacunadas).

Nota: ya se ha visto en todos los países que han aplicado estas vacunas (de cualquier tipo y marca) que luego de la vacunación masiva curiosamente han aumentado los casos de contagiados y muertos dentro de los mismos vacunados, además de aparecer cepas llamadas “nuevas” entre los mismos. Por lo tanto pareciera que estas vacunas hasta el momento no previenen ni el contagio ni la muerte por Covid 19. Si no ha funcionado en adultos ¿qué criterio científico se está usando para creer que puede funcionar en niños?

3- Para elaborar una vacuna se necesita primero aislar el antígeno (en este caso un virus) contra el que se quiere proteger. Con dicho antígeno, a veces atenuado y a veces muerto, se elabora la vacuna, junto con muchos otros componentes que lo acompañan.

Nota: se nos ha dicho que el virus que provoca la enfermedad Covid 19 pertenece a la familia de los Coronavirus y se denomina SARS COV 2. Sin embargo, según declaran los virólogos a nivel nacional e internacional, hasta ahora dicho virus no se ha podido aislar, ya que no ha cumplido con los postulados de Koch que probarían totalmente su existencia. Por lo tanto ¿con qué antígeno o partícula viral han elaborado una vacuna, en el caso de la Sinopharm por ejemplo, si aún no se ha podido aislar el virus? Tampoco se ha podido demostrar la presencia del mencionado virus en las autopsias hechas en ninguna parte del mundo a muertos con diagnóstico de Covid 19.

4- Para indicar una vacuna a la franja etaria infantil para la cual no existe ninguna necesidad ni urgencia sanitaria y que además de encontrarse en pleno desarrollo, constituye el futuro de toda nuestra población, se deben hacer estudios de seguridad a corto, mediano y largo plazo para asegurarse de que no haya ningún tipo de riesgo causado por ninguno de los componentes de dicha vacuna. Un estudio verdadero de seguridad necesita varios años de seguimiento cercano y completo de los voluntarios vacunados.

Nota: acá se está hablando de un supuesto estudio de seguridad realizado en solo 2 meses, al que hasta la fecha no se tiene acceso público.

5- Para indicar una vacuna, además de evaluar si ésta realmente es necesaria y si va a traer más beneficios que problemas, se deben conocer, como en el caso de cualquier prescrip-ción médica, los componentes totales reales de dicha vacuna. En base a estos datos el médico junto con su paciente puede evaluar si alguno de los componentes es potencialmente dañino para dicho paciente; si existe alguna contraindicación médica personal por antecedentes de enfermedad o por tendencias fliares. o genéticas que determinen una individual susceptibilidad a cualquiera de sus componentes, en cuyo caso NO se debe aplicar dicha vacuna.

Nota: desde noviembre de 2020 por la Ley 27.573 se otorgó a los laboratorios fabricantes de vacunas no solo la eximición de responsabilidad frente a posibles efectos adversos, sino el derecho a guardar en secreto sus componentes (acuerdo de confidencialidad, art. 5º). Ya sabemos, porque así lo han declarado, que la mayoría de las vacunas COVID 19 contienen ARNm (material genético capaz de recombinarse dentro de nuestras propias células y así modificar nuestro propio ADN) y que la vacuna Sinopharm declara que tiene antígenos cultivados en células VERO (o sea que contiene material genético de riñón de mono, con capacidad de generar reacciones autoinmunes en el ser humano como cualquier proteína extraña inyectada).

El ARNm tiene la capacidad de modificar el código genético humano pero todavía no se conoce cuáles serían las consecuencias de este cambio genético (¿autoinmunidad? ¿cáncer? ¿alteración de la fertilidad? ¿daño genético en las futuras generaciones?). Por lo tanto ¿cómo se puede indicar una inoculación masiva sin siquiera saber qué se está inyectando y qué consecuencias tendrá en la salud de los niños y en su descendencia futura a corto, mediano y largo plazo?

6- En muchos países del mundo, como por ejemplo en EEUU en los que se inició hace rato la vacunación masiva en adolescentes, ya se han declarado miles de muertes y casos severos de miocarditis y enfermedades neurológicas discapacitantes (datos oficiales del VAERS, entidad encargada de la farmacovigilancia que recoge denuncias de efectos adversos y muertes). Un solo caso, una sola muerte o enfermedad grave, debería ser razón suficiente para detener esta vacunación, ya que la enfermedad que intenta prevenir de ninguna manera produce efectos tan graves en los niños como los que ha producido la vacuna.

¿Qué está pasando que ninguna entidad médica reacciona y detiene esta peligrosa campaña de vacunación? ¿Qué pasa que nuestra propia SAP, entidad que debe ser la protectora de la salud integral de los niños, no ha tenido en cuenta la experiencia negativa con la vacunación infanto-juvenil de otros países?

No importa de qué vacuna se trate porque igualmente no sabemos qué contienen y qué componentes están ocultando. Para actuar como pediatras responsables debemos conocer exactamente lo que estamos prescribiendo y evaluar seriamente los riesgos versus los beneficios. También están siendo reportados muchos casos de muerte fetal al vacunarse la madre durante el embarazo, así como muertes en lactantes al ser amamantados por su madre vacunada. ¿Qué les pasa a los obstetras que han aprobado las vacunas en las embarazadas sin ningún estudio de seguridad serio previo?

7- La ley de vacunación obligatoria 27.491 va totalmente en contra de la Constitución Argentina y de la Ley 26.529 que nos otorga el derecho al Consentimiento Informado, según el cual se debe informar verazmente qué sustancias van a ser inyectadas y qué efectos adversos pueden ocasionar. En base a esto, el ciudadano tiene la opción de decidir si acepta o no dicha vacuna, ya que nadie se hará responsable por su salud ni por su vida salvo el mismo ciudadano.

Nota: un niño es un ser indefenso a merced de los adultos que deciden por él. Confía en las decisiones de sus padres y de sus pediatras y por lo tanto es víctima inocente de los errores que ellos cometan. Por lo tanto, es con nuestros niños por quienes tenemos que exigir pureza en las indicaciones médicas y la máxima precaución: ante la mínima duda de que se pudiera producir un daño, hay que abstenerse y esperar. Para poder indicar estas vacunas con 100% de seguridad y beneficio se requieren: Honestidad. Seguridad. Inocuidad. Beneficio real y concreto. Ninguna de estas condiciones están dadas actualmente para administrar ninguna de las vacunas existentes contra COVID 19.

Escribo estas líneas con el más profundo deseo de que esta carta pueda estimular el auto-cuestionamiento, incentivar la investigación en fuentes confiables neutras y objetivas, sin fines de lucro y despertar el discernimiento a favor de la protección de nuestra población infantil y juvenil, tanto en médicos, padres, autoridades escolares y cualquier otra persona que pueda tener relación con la población infantil.

Primum Non Nocere (Primero no dañar)

*Médica pediatra-, DNI 11.912.668- MN 57156- Miembro Titular de la Sociedad Argentina de Pediatría (en adelante SAP) Socia nº 2592.

fuente: http://www.postaportenia.com.ar/notas/12060/carta-abierta-a-todo-argentino-que-tenga-de-alguna-manera-responsabilidad-sobre-los-ni%C3%B1os-y-adolescentes/

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Publicado en Argentina, Ciencia, Conocimiento, General

Imagen, palabra: ¿extinción de la mente crítica o del diálogo humano?

Publicada el 22/06/2021 - 03/08/2021 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández –

Franco Bifo Berardi anota una cuestión clave de nuestra modernidad: “la extinción de la mente crítica”.[1]

Su sola enunciación nos da la pauta de la trascendencia de su planteo.

Berardi observa con sagacidad y precisión una serie de pautas que ilustran ese proceso de extinción.

Fundamentalmente, registra “la saturación de la atención social” dada por “la velocidad y la intensidad de la infoestimulación” que nos absorbe casi permanentemente.

Mirado etimológicamente, el fenómeno desnuda toda su gravedad: eso que nos absorbe, so pretexto de nutrirnos informacionalmente, nos deja absortos. Y por lo tanto anonadados. Y esa absorción a que somos sometidos capta nuestra mente casi ininterrumpidamente; y es lo que nos elabora ya no sólo absortos sino mentecatos. Porque el origen de esa palabreja es tener la mente captada: mente captus, mente captada. Mentecato.

imagen y/o palabra

Aun bien diagnosticado el fenómeno, entiendo hay un fallo en el abordaje de Berardi: en todo caso, observa una vía de extinción de la mente crítica, pero entiendo deja a un lado por lo menos otra, no menos importante: la sustitución de la palabra por la imagen en nuestra relación con la realidad (y su insoslayable temporalidad). Sustitución o desplazamiento que implica la presentización de nuestra relación con el mundo.

Cuando sobreviene el auge de la imagen, a mediados del s XX, había un motto que abonaba esa expansión formidable de lo comunicacional: “una imagen vale, otorga el conocimiento vivencial, más que mil palabras”.

Y es cierto. Lo que obviábamos entonces es que una palabra, la palabra, también puede brindarnos mil imágenes, enriquecer nuestro interior, mediante asociaciones, derivaciones. A diferencia de la imagen que nos impacta y a menudo nos deja “sin palabras”, la palabra no nos da la imagen sino que nos permite a nosotros “hacerla”; véase por ejemplo, esta frasecita (atribuida a Eduardo Galeano): “La realidad imita a la tele.” Todo el mundo que se abre a nuestro discurrir…

Una buena verificación de la elaboración de imágenes desde la palabra nos la da la lectura de, por ejemplo, una novela que, después de nuestra lectura, se pasa al cine y alcanzamos a ver dicha versión. Vemos entonces  cómo habíamos hecho “la película” antes, en nuestro interior; a menudo mucho más rica y variada que la confección cinematográfica.

La palabra, entonces, despierta nuestras reflexiones y consiguientes imágenes, y en los mejores casos, nos embarca en nuevas búsquedas. Abre nuestras mentes.

La imagen tiene todo el atractivo de lo visual, y por eso mismo no necesita tanto de la palabra como de la emoción desnuda. Es más elemental. Tiene enorme carga emocional, evocativa.

La palabra, en cambio, es la que caracteriza nuestra humanidad. Somos humanos porque tenemos la palabra. La imagen es algo compartido con buena parte del mundo animal.

Pero los animales viven en el puro presente porque la temporalidad, hasta donde sabemos, les es ajena, al menos relativamente ajena. Los animales que llamamos “superiores” tienen por ejemplo pasado, porque es lo que revela el ejercicio de la memoria, tan presente. Que revela su experiencia.

Pero nuestra temporalidad; pasado, presente, futuro, es algo específicamente humano. Que podemos plasmar en imagen y en palabra.

Esas dimensiones temporales, totalmente asimétricas, –por cuanto lo pasado ya no existe y lo futuro, precisamente por su condición futura, tampoco existe y por lo tanto es totalmente inasible– no nos permiten ninguna norma o ardid de simetría.

La palabra apenas si nos permite acercarnos (a lo más, asintóticamente) al pasado y, respecto de lo futuro, ni siquiera eso; ni acercarnos (salvo mediante el viejo oficio –tan atractivo– de adivinar, intuir, apostar, y en general, errar).

Berardi se concentra en el muy real fenómeno de la saturación informativa y cómo eso nos dificulta la capacidad crítica mediante el anegamiento de nuestra conciencia.

La invasión de la imagen, opera, a mi modo de ver, como otro fuerte distractor, y encierra, además, un peligro todavía mayor, porque de algún modo establece otro camino de intelección cargado emocionalmente pero empobrecido en palabras, en conceptos.

Y ante el problema que plantea Berardi como principal; “la descomposición de la mente crítica, cuyos efectos incluyen la credulidad entre las muchedumbres y la agresividad autoconfirmatoria de la multitud”, la descomposición del discurso  y su sustitución por la imagen, constituyen elementos a tener muy en cuenta.

Porque está comprobado que la falta de palabras genera una enorme frustración e irritación, y veo, precisamente en lo que Berardi califica “agresividad autoconfirmatoria de la multitud” una debilidad o ausencia de la palabra, del discurso. Debilidad o ausencia de cierta abstracción, inevitable ”cuando nos faltan las palabras”.[2]

fiebre de chequeado, verificado, comprobado

Berardi lidia en su artículo con otro fenómeno actualmente insoslayable; la proliferación de las fake news.

Y es muy escéptico ante la tarea de crear guardias o aduana conceptuales de “lo verdadero”. Coincidimos con su escaso entusiasmo ante la idea policial de preservación de la verdad, aunque no compartamos la irrelevancia que le atribuye a la verdad. De cualquier modo, no necesitamos guardias sino criterios.

La preeminencia de la imagen nos plantea otra dificultad. Relacionada con una crisis del diálogo.

El diálogo es condición sine qua non de toda posibilidad crítica.

Entendemos que la extinción de la mente crítica puede estar muy relacionada, también, con una crisis del diálogo.

Innegable el proceso de tecnologización galopante de nuestras sociedades. Con distintos ritmos e intensidades, en el mundo entero.

Este proceso coincide, se solapa o se expresa de diversos modos; modernización, automación, miniaturización, computarización, entre otros.

La crisis a que me refiero sobreviene lentamente, de manera no expresa, incluso como si se tratara de ventajas y mejoras en la comunicación humana, generalmente esgrimidas sobre la base de ventajas que se ofrecen al usuario, al particular, al comprador, al consumidor, al cliente.

Examinemos una de estas manifestaciones. Las empresas buscan siempre abaratar costos. Factor que suele tener preeminencia sobre otras consideraciones.

Ejemplo. TELEFONISTA vs. CINTA GRABADA

El complejísimo mundo de las comunicaciones telefónicas, increíblemente expandido en las últimas décadas, estuvo basado hasta hace pocas décadas, en una red de teléfonos, internos y derivados, atendidos por equipos de telefonistas.

En el mundo empresario, el cliente llamaba a un número; el telefonista lo derivaba a la sección respectiva.

Tecnologización mediante, se fueron instalando centrales o centralitas telefónicas que respondían sin voz humana, con programas de opciones. Con enorme abundancia informativa sobre una serie de puntos a aspectos totalmente ajenos e irrelevantes para quien ha intentado el contacto telefónico.

Un ejemplo prístino de “la sociedad del cansancio” del filósofo coreano Byung-Chul Han: uno tiene que gastar su tiempo escuchando opciones que de nada le sirven; una fluidez extraordinaria no garantiza movimiento real.

La oferta de opciones frente al intento de comunicación telefónica con el mundo empresario puede llevar minutos, cuartos de hora que, tratándose de llamadas internacionales pueden ser además muy onerosas para el particular. Todo ese esfuerzo  y tiempo aplicado por el cliente, el particular, el paciente        –que se ahorra la empresa– tiene un costo psíquico, no sólo material. Muy a menudo el menú ofrecido no satisface al demandante, quien en todo caso, deberá repetir la intentona comunicacional para ver con qué se queda. Porque se trata de aceptar lo que se le ofrece. Cuando uno repasa las 6, 7 u 8 opciones brindadas, a veces con habilidad logra la opción de hablar con una voz humana, y en ese caso es probable que la demora se agigante y deba prepararse psíquicamente para oír que hay 16 personas antes que él o que la demora estimada es de 35 minutos…

El mundo empresario, cada vez más atrincherado ha ido sustituyendo cualquier relación más o menos espontánea por una relación de poder.

Basado en términos comunicacionales, que procuran funcionalizar las relaciones, pero que afectan el estado anímico de los particulares, de aquellos que todavía responden con su humanidad.

Desigual, el presunto diálogo entre el particular y el robot, la cinta grabada o el dispositivo electrónico movido con algoritmos.

Los presupuestos comunicacionales de las cintas grabadas y del lenguaje-e reposan en que la intercomunicación se puede hacer con exactitud. Pero la comunicación humana no es una ciencia exacta. Por eso, por ejemplo, no existen, prácticamente sinónimos, al menos totales, totalmente equivalentes, en las lenguas que hablamos los humanos.

El lenguaje, como entidad intercomunicadora, es como un trabajo de orfebrería, se puede siempre pulir y tallar, para apenas aproximarnos. A diferencia de la comunicación electrónica, que busca, y expresa, la exactitud.

Atender a la clientela de las empresas mediante un contestador automático, con sus opciones, revela el desprecio del diseñador por el alma humana (y por los tiempos de los humanos, objeto de las empresas), frustrada en un porcentaje de casos y situaciones.

No en la mayoría, ciertamente, si el contestador automático ha sido medianamente bien programado: Podrá responder, con efectividad al 60% o al 85% o, pongamos, al 92 % de las consultas. Pero “cansará” a unos cuantos.

¿Por qué este afán tecnocratizador?

Para tener todo (cada vez más) bajo control. Para que todo lo que los humanos podamos hacer, resulte cognoscible y por lo tanto, predecible.

La erección de tales centros comunicacionales implica, aunque no se lo diga expresamente, erradicar toda comunicación no computarizable, es decir, ajena al control.

¿Qué control? El establecido por la creciente red de algoritmos, registros, opciones que ofrecen los sistemas cibernéticos para que nos movamos en una suerte de parque zoológico humano, al decir de Peter Sloterdijk.[3]

El “todo bajo control” de nuestra era cibernética deja como proyecto rudimentario un diseño como el 1984 de George Orwell.

A la vez, los gigantes GAFA,[4] titulares de las conexiones neurales de nuestro novel “cuerpo social”, han generado, con la tecnologización galopante, un negocio de dimensiones jamás entrevistas. Y una adhesión incondicional de todas las redes y los individuos que creen a pie juntillas en el poder establecido o se sienten gananciosos con ello.

Con lo cual, en última instancia, el interés crematístico y el político recaen en el mismo núcleo de poder.

Debilitamiento del  diálogo humano,  saturación progresiva de la mente crítica,  los seres humanos vamos teniendo que enfrentar  modos cada vez más complejos de dominio, cada vez más alejados de lo que tradicionalmente se había considerado el poder sobre mentes y pueblos.

El sistema de la hipermodernidad cibernética sin límites ni fronteras nos ofrece todas las ventajas, todos los placeres,  todas las oportunidades como nunca antes.

Los motores de nuestra hipertecnologizada sociedad pasan por la velocidad, el traslado, el goce. Y el desvanecimiento  de toda idea de opresión, injusticia, y rebeldías consiguientes.

La cuestión es, apenas, si a la vuelta inesperada de alguna esquina, nos toparemos con la realidad de nuestra heteronomía, cansancio, saturación, y una ya inocultable contaminación generalizada, extinguida nuestra capacidad crítica, como denunciara Franco Berardi.

notas:

[1]   “La extinción de la mente crítica”, Caja Negra, Difundido desde PostaPorteña, no. 2200, 24 abr. 2021.

[2]  Hay ejemplos dramáticos de cómo la escasez o falta de vocabulario genera irritación, frustración y de allí la violencia está a un paso: los niños que procesan una muy baja instrucción y educación, y llegan a la adolescencia con escaso vocabulario; por ejemplo, analfabetos en una sociedad alfabetizada, sufren un doble impulso a la delincuencia: carecen de las herramientas intelectuales básicas para las tareas “normales” de una sociedad y el recurso del robo se les hace casi único modo de sobrevivencia.

Y los extranjeros habitando un país con idioma desconocido, quedan mudos ante observaciones o reconvenciones de la sociedad que viven, y las sufren en un idioma que no entienden; eso, despierta enorme frustración  y agresividad.

[3]   Normas para el parque humano, Ediciones Siruela, Madrid, 2000.

[4]   “Google, Apple, Facebook y Amazon: cómo funciona el ‘grupo GAFA’». https://www.bbc.com/mundo/noticias-48542153 6 jun 2019.

Publicado en Conocimiento, Cultura dominante, Medios de incomunicación de masas, Poder, Sociedad e ideologíaEtiquetado como conocimiento vivencial, Eduardo Galeano, Franco Berardi

Covid 19 un largo año: la ofensiva persiste, el desgaste social avanza, crece la resistencia

Publicada el 03/05/2021 - 10/05/2021 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández –

El Covid 19 y su manifestación el coronavirus se presenta peor en 2021 que en 2020, si nos atenemos a lo que nos comunica la OMS.

Claro que la OMS, privatizada y mediatizada, con los aportes decisivos de “grandes benefactores de la humanidad” no merece el más mínimo crédito, convertida en el mascarón desde el cual propalan su proyecto social los que realmente cuentan.

Antes de entrar al análisis situacional, veamos una cuestión de reparto, aunque no se trate, precisamente de una obra de teatro.

Los elencos políticos, al menos los declaradamente democráticos se renuevan. Por ejemplo, cada 4, 5 años. En los casos más “radicales”, prohibiendo la continuación del mismo mandato; en otros, renovando mandatos que a veces se prolongan por décadas (nos consta que tales “prolongaciones democráticas” empeoran, inevitablemente, la calidad del ejercicio del poder).

En EE.UU., los presidentes se suceden, en todo caso con una renovación. Luego, se hace muy, muy difícil reencontrarse con el sillón presidencial.

Los gobiernos elegidos pasan.

Los asesores, no elegidos, o en todo caso, elegidos desde otro nivel, desde otros centros de poder, quedan, perduran.

Hagamos una sucinta recordatoria de  algunos de tales personajes en EE.UU., asiento, precisamente, de los principales nudos de poder mundial en los dos últimos siglos. George Kennan, Edward Bernays, Walter Lippmann, Larry Summers, Zbigniew Brzezinski, Henry Kissinger son apenas algunos de los actores verdaderos detrás del escaparate presidencial.

Kennan, definiendo la política ante el inesperado ”competidor” soviético; Bernays (cuñado de Sigmund Freud y gran  utilizador del concepto de inconsciente para los manejos propagandísticos), construyendo la noción de Relaciones Públicas, inventor de  una teoría de la propaganda (Propaganda, 1928); Lippmann, el gran diseñador de la fabricación del consentimiento social ante la estructura vigente de poder –gestor, digamos así, del conformismo científicamente regulado; Summers, el estratego de la preservación del centro y la periferia planetaria para permitir a los privilegiados seguir usando y gozando todos los bienes de la Tierra a costa de un menor acceso a los mismos de la inmensa mayoría periférica; Brzezinksi, profundizando las técnicas de Bernays, por ejemplo postulando el manejo de la psiquis humana mediante el tittentertainment;[1] Kissinger, postulando hoy a sus 99 años, el rediseño del mundo tomando como dato de la realidad lo producido con el coronavirus. El mismo Kissinger que rediseñó el Sudeste asiático durante el “ingreso” militar estadounidense en Vietnam (y otros países de dicha zona) mediante la Operación Djakarta (1966), que borró al tercerista Sukarno, presidente votado de Indonesia, arrasando la vida de no se sabe si medio millón o un millón de indonesios, y que en 1973 inició la descomposición represiva del Cono Sur americano arrasando a Salvador Allende y su “anómala” presidencia.

La somera recorrida que presentamos al lector procura mostrar que lo oculto, y por lo tanto manipulable, siempre ha sido más decisivo que lo manifiesto.

Y eso es lo que, entendemos, pasa hoy con el Covid 19.

Porque los voceros oficiales nunca nos hablan de la test-tube war, que sin embargo, lleva a cabo EE.UU. y otros poderes políticos desde al menos la década del ’60, y en rigor desde los albores de las disciplinas químicas. Es decir, desde mucho antes. La primera guerra mundial se hizo tristemente famosa por el uso de gases tóxicos.

¿Qué hay en el inicio de la expansión del coronavirus? De modo manifiesto: un laboratorio chino dedicado a la ingeniería genética sintética; una disciplina, que incursiona en los genomas, y postula generar o crear especies nuevas.[2]

Una aparición geográficamente puntual, en aquella región china, que justamente había recibido la visita de numerosos forasteros pocos meses antes en unas olimpíadas militares. Cronología pura.

Ahora, la conjunción de biología sintética, una fecha de enorme movilidad de la población china, olimpíadas previas que facilitaron movimientos considerables de población (por ejemplo, la delegación militar norteamericana se estimó en centenares), genera por lo menos una asociación, voluntaria o accidental, en tamaña cadena de acontecimientos.

Una segunda aparición del mismo coronavirus, o tal vez una cepa aún más  proclive a enfermar humanos mayores, a miles de km de distancia; en Irán, que pasa a ser así el segundo lugar, cronológicamente, el segundo país en el mundo atacado. Irán recibirá el impacto con fuerte mortandad entre sus mayores, precisamente. Un país en que funciona la usanza tradicional de consideración a los ancianos que ocupan cargos claves de responsabilidad en la estructura del estado persa (cierta diferencia con los países hipermodernos, en los que la ancianidad ha perdido todo su valor, porque se supone que lo cibernético, lo electrónico, es lo decisivo –la era tecnotrónica, como señalara Zbigniew Brzezinski hace ya décadas– y la vejez es, ante tales avances, más bien una desventaja).

La tercera aparición, todavía en forma de manchas planetarias, recaerá en la Lombardía italiana, que en nota redactada en “los primeros tiempos pandèmicos” apenas nos atrevimos a señalar el paso por allí de “La Ruta de la Seda” promovida por China años antes (más tarde se supo que la zona muy afectada por el Covid 19 había concentrado en su momento industria de amianto; uno de los tóxicos más reconocidos sobre pulmones).

Pero la puntualidad geográfica inicial fue prontamente borrada por la generalización del contagio, que dejó a un lado interrogantes de lugares para atender su apabullante diseminación. Toda atención o invocación a causas extrasanitarias fue radicalmente tachada de conspiranoica y esa ofensiva, o contraofensiva, tuvo efecto: se fue haciendo difícil manejar hipótesis. Toda ampliación del campo de análisis fue terraplanista o similar. Los llamados racionalistas, científicos, ganaron esa baza.

 Eppur si muove. El sesgo mediático para hablar de la pandemia –significado recientemente redefinido por la OMS– escamoteó, sigue escamoteando,  datos integradores e interrelacionados.

Las agencias de desinformación empezaron a aturdirnos con contagiados y muertos covídeos sin referencia a otras enfermedades que cosechan muertos en la especie.

Fue inútil reclamar la distinción entre muertos CON covid y muertos POR covid. Fue inútil procurar situar en el concierto de las diversas causas de muerte el papel que le estaba correspondiendo al Covid 19.

Los m. i. m.[3] empezaron a alarmarnos con cepas más virulentas. Algo que sucede cada invierno con los virus gripales. Y a desarrollar espurios certámenes sobre qué países tenían más contagios y muertos.[4]

La sociedad tal cual es, con todos sus defectos y deformaciones, procura prolongarse a sí misma. No es difícil entenderlo. Son sus titulares (y aprovechados) los que así apuestan. Por lo tanto, en lugar de atender el porqué de comorbilidades –porqué tanta diabetes, porqué tanta obesidad– por qué ofrecemos tantos flancos al virus, seguir la senda de la tecnomedicalización: nada de averiguar orígenes, sólo encontrar la perilla que nos haga seguir funcionando.

“Es evidente que las inmunizaciones obligatorias son la forma más práctica de controlar la mortalidad de poblaciones vulnerables sin invertir un centavo en mejorar sus condiciones de vida”, resume la médica argentina Mónica Müller sus conclusiones acerca de cómo enfrentar, y cómo se enfrentó, la pandemia menor H1N1 en 2009.[5]

Estas soluciones rápidas, como las vacunas, provienen no de la ciencia, como se alega generalmente, sino de la historia. Y no de cualquier historia ni de “la historia necesaria”. Jonathan Cook explica magistralmente ese origen. El de la ciencia moderna, cartesiana, separando ciencia y religión. Fue Descartes quien establece así un dualismo, para que lo religioso no se siguiera inmiscuyendo en el mundo material. Descartes es el fundador de la visión mecanicista de la vida: llega a decir que el animal es una máquina (”una pura máquina”).

Y nos recuerda Cook: “[…] ha sido difícil deshacerse de la visión mecanicista de la salud, incluso cuando la comprensión científica y la exposición a tradiciones médicas no occidentales deberían haberla hecho parecer cada vez menos creíble. El dualismo cartesiano reina hasta el día de hoy, visto en la supuesta separación estricta de la salud física y mental. Tratar la mente y el cuerpo como indivisibles, como dos caras de la misma moneda, es correr el riesgo de ser acusado de charlatanería.” [6]

El actual estado de situación, con la sistemática campaña de miedo desde gobiernos, prensa  y el Big Pharma ha simplificado la ecuación, acentuando los rasgos dominantes: “estamos ante un invasor. Temible.” En consecuencia, remata Cook, “somos vistos como pacientes vulnerables que necesitan desesperadamente un batallón adicional de soldados que puedan ayudarnos a combatirlo. Con esto como el marco dominante, ha correspondido a las grandes farmacéuticas […], acudir en nuestro rescate. Las vacunas son parte de una solución de emergencia, por supuesto. Ayudarán a salvar vidas entre los más vulnerables. Pero la dependencia de las vacunas, con exclusión de todo lo demás, es una señal de que una vez más estamos siendo atraídos a ver nuestros cuerpos como máquinas.”

Es la solución equivocada, pero efectiva. Ante la cual debemos, como los tres monos sabios no ver, ni oír, ni hablar de los daños que las vacunas producen en seres humanos. Müller tiene estadísticas al respecto. No son tranquilizadoras. Por eso, prácticamente desde mediados del siglo XIX, no del XX, se han generado movimientos antivacunas.*

En países periféricos, ni siquiera existe la obligación de informar a los padres sobre los riesgos potenciales de las vacunas. En el siglo XXI, gracias a “los adelantos de la medicina” cada bebito recibe una docena de antígenos en los primeros meses de vida, cuando, además, tiene inmunidad natural contra prácticamente todos esos presuntos (o reales) peligros. Nos aclara Müller: “Un bebé que toma la leche de su madre mama varias veces al día un poderoso cóctel de anticuerpos sin efectos adversos. Entonces, ¿por qué se vacunan a los recién nacidos […] aunque  se alimenten con lactancia natural?”.

No hay razón científica alguna, aclara Müller. Solo la comodidad administrativa del aparato médico. Müller aconseja preguntarse “cómo fue que el estado ha llegado a arrogarse el derecho a intervenir […] sobre el cuerpo de nuestros hijos sin darnos la oportunidad de negarnos […] Tenemos que haber estado muy distraídos […] para que un hecho tan antinatural que podría ser un capítulo de 1984, la novela de Orwell, hoy nos parezca normal […] Esa relación de obediencia ciega sólo se explica bajo el concepto de rebaño. […] En nombre del bien común […] el estado coloca al pediatra en el rol de pastor del rebaño y de brazo obediente de voluntades que no conoce ni controla.” (ibíd.)

Y aquí Müller se encuentra con Cook: “para el estado es más económico y sencillo vacunar contra la hepatitis B a todos los bebes que nacen, con independencia del estado de salud de su madre, que hacer el concienzudo control prenatal que debería hacerse a todas las embarazadas.” En palabras de Cook, tratarnos como máquinas.

Y en eso estamos al día de hoy.

Los planes covídeos siguen inconmovibles. Se denuncia una mayor cantidad de muertos, en países muy empobrecidos (aunque faltan datos concluyentes y hay estadísticas que no muestran aumentos radicales, sorprendentes; y el bloqueo a las autopsias promovido por la OMS no hace sino dificultar el conocimiento de  etiologías). El bombardeo mediático no hace sino reforzar la alarmas y aturdirnos, ignorando la enorme mortalidad infantil en tales países, la tasa de pérdidas prematuras de vida, ésas que alegraban al persistente asesor presidencial de gobiernos estadounidenses, Larry Summers, explicando aritméticamente porque era moralmente justo transportar y depositar la basura tóxica en  el Tercer Mundo, donde mataría muchos menos ancianos que en los países productores de dichos desechos.[7]

Un perfecto manual de ética cuantificando la magnitud del daño. Hasta deberíamos estar agradecidos por todas las ayudas del centro planetario. En enfermedades, en vacunas, en criterios morales.

El abogado y analista Gustavo Salle ha espigado pensamientos de referentes de la ideología dominante, del Club Bilderberg, del Foro Económico de Davos y ha destacado los denominadores comunes de tales pensamientos con los que se presentan con el Covid 19.

Sumo algún ejemplo: uno de los hombres detrás del trono que hemos espigado, H. Kissinger, actualmente de 99 años, lúcido, ha declarado en plena pandemia oficial, que: “EE.UU. debe proteger a sus ciudadanos y, con urgencia, trabajar en la planificación de una nueva época”, “La pandemia del coronavirus alterará para siempre el orden mundial”.[8]

Y Klaus Schwab, director del Foro Económico Mundial ha señalado que estamos ante un “Gran Reseteo, o Gran Reinicio”: y ya poéticamente: “La pandemia representa una oportunidad inusual y reducida, para reflexionar, reimaginar y reiniciar nuestro mundo y forjar un futuro más sano, más equitativo y más próspero.» Yo acotaría, sobre todo más próspero: el signo de pesos nunca tiene que desaparecer de la retina.

La coincidencia entre quienes instrumentan el poder en nuestro presente y la OMS es reveladora; no enfrentamos una cuestión sanitaria sino una opción política.

CODA MORAL. O una vuelta de tuerca, asignando bulas de culpabilidad:

“Cada persona que no se vacune, aunque su riesgo de contraer COVID-19 fuera bajo, pone en riesgo al resto. No solamente al sector de población más vulnerable, sino a toda la población”.[9] Jesús Pérez Gil (Universidad Complutense de Madrid).

*  Es la solución teóricamente equivocada pero práctica y concretamente efectiva. Porque a quien tiene una comorbilidad (o varias) no se le puede exigir que recupere un prístino estado de salud. Que la sociedad en que creció y vivió lo llevó a tener, a sufrir esa comorbilidad. Por eso, tal vez sea profundamente equivocado entender que dicha comprensión es la de los monos sabios. No hay que esconder, ciertamente, “los daños que las vacunas producen en los seres humanos”. Pero sí hay que decidirse a evaluar la relación costo/beneficio.

Porque somos, en rigor, seres vulnerables.

notas:

[1] Distracción del televidente mediante tetas; el busto femenino siempre atrae.

[2]   Es insensato que en pleno exterminio generalizado de las especies naturales que han habitado nuestro planeta desde mucho antes que los humanos, haya investigadores y capitales dedicados a crear especies nuevas en lugar de  no seguir arrasando la biota planetaria. Una contradicción característica de los humanos, que hemos perdido toda noción de integración, de buen vivir, de conciliación con la naturaleza.

Un laboratorio clave en la configuración de tan demenciales proyectos ha sido, desde el siglo pasado, Monsanto, de EE.UU.

[3]  Medios de incomunicación de masas.

[4]  Ese estilo, cuantitativista, sigue bombardeando nuestras retinas. India, este año afectada más que hasta ahora, es presentada como caso récord absoluto y cuando cotejamos cifras pero proporcionalmente, la situación es muy distinta a la transmitida mediante impacto: India tiene en un día de abril 9 veces más muertos que Argentina. Pero tiene 30 veces más población. Y ante Uruguay, ahora con un récor oficial de contagios y muertes (67 diarios), India sigue teniendo en proporción, con sus 2767 muertos diarios, menos que Uruguay.

[5]  Pandemia, Sudamericana, Buenos Aires, 2010.

[6]  “In our hurry to conquer Nature and Death we have made a New Religion of Science”, Unz Review, 19 abr 2021.

[7]  Porque las enfermedades producidas por tales tóxicos, cánceres, suelen tardar décadas en procesarse y afectar a su portador. Y en aquellos arrabales planetarios –los nuestros– llegan a la ancianidad muchos menos humanos porque mueren a lo largo de sus jóvenes vidas por muchas otras enfermedades. Que no provienen de los desechos importados. ‘Así que nuestra basura los perjudica a ellos menos que a nos. LQQD.’

[8]   Página 12, Bs. As., 25 abr. 2021.

[9]   https://theconversation.com/los-motivos-para-vacunarnos-contra-la-covid-19-van-mucho-mas-alla-del-beneficio-personal-152459. 20 ene 2021.

fuente: https://revistafuturos.noblogs.org/2021/05/covid-19-un-largo-ano-la-ofensiva-persiste-el-desgaste-social-avanza-crece-la-resistencia

Publicado en Ciencia, Conocimiento, Medios de incomunicación de masas, Salud. Y enfermedadEtiquetado como Coronavirus, Covid-19, revista futuros

Neolengua covídea

Publicada el 13/04/2021 - 15/04/2021 por raas

Por Luis E. Sabini Fernández

Llamativo, aunque esperable, el auge de la neolengua con esta ofensiva para suprimir los contactos directos interhumanos, haciéndonos pasar toda relación a través de tamices, opciones preestablecidas, coladores, controles, registros cibernéticos, algoritmos y aplicaciones que se nos “ofrecen” para mejorar los contactos, los saberes, las calidades.

Es decir, para hacerlo “todo” mejor, y uno se pregunta sobre aquella sabia advertencia de Blas Pascal, “El hombre es medio ángel y medio bestia, y cada vez que pretende convertirse totalmente en ángel, se convierte, totalmente, en bestia.” Su dualismo cristiano le permitió tener semejante mirada.

Pero diversos optimismos han abolido esa mirada problemática y dialéctica: el optimismo tecnológico, encarnado en el American Way of Life, postulando el acceso al paraíso en la Tierra, cuyas plasmaciones se han revelado siempre pesadillescas.

Eso, dentro del optimismo burgués. Pero su presunta contracara, tan vigente a lo largo de los siglos XIX y XX; el socialismo, a su vez encarnado en experiencias como la soviética, nos mostraron igualmente los peligros de las excesivas buenas intenciones, y sobre todo, de la hybris del control absoluto. Con el estalinismo, el fascismo, el nazismo, y referentes máximos tipo Hitler, Stalin, Mao o Fidel Castro, de líderes que nunca se equivocan, hemos “cocinado” lo opuesto a lo pretendido.

Otra ideología prometiendo el bien absoluto, desplegada a lo largo del siglo XX con una mezcla de misticismo y socialismo materialista –que significativamente se conserva mucho menos cuestionada–, es el sionismo, hoy en día convertido en guía y referencia de algunos de los principales centros de poder planetario, como el Reino Unido y EE.UU., e Israel, obviamente.

El sionismo, que ha prometido el paraíso y la bienaventuranza a los judíos, forjando un infierno para los palestinos. Cumpliendo una vez más la advertencia de Pascal. Las consecuencias de todas estas ideologías de salvación han sido, son desoladoras. Unas han prometido la libertad más absoluta; otras la igualdad más radical. De todas ellas extrajo George Orwell su neolengua articulando un lenguaje del que nos presentó ejemplos, como aquel de que: “todos los animales son iguales, aunque algunos son más iguales que otros”. Estos antecedentes de la modernidad son preocupantes.

¿Estamos fuera de ellas o por el contrario resurgen con nuevos ropajes? Como bien amojona Aldo Mazzucchelli, (1) el nuevo siglo, el XXI, empieza en febrero de 2020, con la implantación de ese reinado de lo mediato, con la supresión de lo directo, lo afectivo. Y lo mediado, a través de artilugios electrónicos. Es la suspensión, o más bien la erradicación del diálogo humano, que a trancas y barrancas, caracterizó siempre a la especie; a la humanidad, como se dice habitualmente.

Desde febrero de 2020 con una pandemia decretada en “las alturas” y un miedo generalizado consiguiente, el diálogo, tan vapuleado y menospreciado por los selfmademen y por el rigor “objetivo” de los proyectos socialistas (que necesitaban hacerse, no discutirse), desapareció ahora sí, como proyecto explícito, del tejido social o fue limitado a espacios intersticiales.

Se impuso, se trató de imponer, con suerte variada, una realidad oficial como “nueva normalidad” al servicio, claro, de las mejores intenciones. Es difícil, por ejemplo, encontrar “textos de autor” más buenos que los de Bill Gates, arquetipo de filántropo contemporáneo. Hacer el bien, incondicionadamente, poniendo “toda” su fortuna y su empeño en ayudar a los pobres, los débiles, los marginados, ese otro mundo… tan ajeno al del filántropo.

Alguien se puede permitir dañar únicamente si lo hace al servicio de las mejores intenciones. Solo munidos de la mayor excelencia imaginable se puede exterminar nativos de una tierra, torturar elementos considerados subversivos; solo un “enviado” de algún dios, totalmente convencido de su bondad y de la bondad de su presunto creador, se podía permitir echarle plomo derretido en las cuencas de los ojos de un negacionista, un incrédulo, un hereje, que no “veía” la verdad. Eso, en tiempos inquisitoriales.

Ahora no se usa plomo: soldaditos norteamericanos que llevaban a Vietnam en su mochila coca-cola –como si fuera “lo más”– junto con la democracia, se permitían incendiar todos los bosques locales para quemar vivos a los guerrilleros allí escondidos.

Solamente un Padre amantísimo le hacía confesar a casi toda la vieja guardia bolchevique que tenían que aceptar la responsabilidad por delitos varios –la mayor parte inexistentes– porque era la forma de preservar la pureza, la solidez, la verdad del partido que habían forjado juntos. Ad maiorem PC gloriam.

Así, nuestros más neutros periodistas y comunicadores, brindándonos sus mejores perspectivas, nos ofrecen una pujante neolengua según la cual postulan, esperan, ansían un “pasaporte sanitario”, para reponer, dicen, “la libertad”. Portación obligatoria de vacunas (tradicionales o génicas, poco importa) contra o sobre Covid 19 para poder trabajar, ir al teatro, viajar, estudiar… en fin, ¿por qué no para salir a la plaza o a la frutería?

Nuestros periodistas a sueldo –a veces privilegiados económicos de los medios de incomunicación de masas–, nos aclaran que así evitaríamos toda limitación a nuestras libertades y alcanzaríamos la ansiada normalidad perdida.

Claro que estos periodistas, a menudo progresistas, no nos dicen que esa presunta libertad tiene que ser pagada con recibir una vacuna de la cual, lo menos que puede decirse es el diálogo de dos ratones: ¿Te vas a vacunar? –¿Estás loco?, ¿no ves que los humanos todavía están experimentando? (2) Esa nueva normalidad quiere imponerse mediante un pasaporte sanitario. Con una vacuna que fue hecha apresuradamente y significa, objetivamente el mayor negocio de la Big Pharma en las últimas décadas.

¿Cómo podemos evitar la sospecha que la problemática pandemia de la cual no se conoce ni la magnitud de los muertos reales, no fue nada más que la excusa de un gran negocio, o, aún algo más probable; la palanca de un enorme poder cuyo alcance no tiene antecedentes?

Para rematar la neolengua, se sigue hablando de que la vacuna es voluntaria. Hay una sorda impresión de que es verdaderamente resistida aunque oficialmente poco y nada se menciona en los corrillos mediáticos del periodismo televisivo.

Claro que es voluntaria, faltaba más, pero sin vacunarse nuestros paniaguados periodistas sólo nos ofrecen la parálisis y el aislamiento.

notas:
1) “El año que quisieron editar lo real desde arriba”, eXtramuros, Montevideo, marzo 2021.

2) Afortunadamente cada vez hay más médicos y profesionales de la salud que concluyen que es más dañino, y por lo tanto menos hipocrático, vacunarse que atender directamente el contagio con recursos médicos: medicación contra trombosis, por ejemplo. Véase los aportes y planteos de Thomas Dalton, Máximo Sandín, Luc Montaigner, A. Martínez Belchi, Christian Carrera, Nick Kollerstrom, Yanny Gu, Pablo Goldschmidt, Reiner Fuellmich, Joseph Mercola y tantos otros, amén de pensadores y analistas sociales como nuestro Hoenir Sarthou, Jeremy Hammond, Michel Chossudovsky, Mike Whitney, Vandana Shiva y una enorme cantidad de cabezas pensantes y voces literalmente acalladas en los medios masivos, los recintos institucionales y hasta en algunas trincheras culturales, otrora críticas y rebeldes, por lo visto totalmente cooptadas por nuestros “benefactores” pandémicos.

fuente: https://revistafuturos.noblogs.org

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