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Categoría: EE.UU.

Uruguay: tierra de promisión, ¿pero de quién?

Publicada el 08/01/2024 por luissabini

por Luis E. Sabini Fernández

Uruguay soporta una ristra temible de dificultades (junto a una lista de factores de buena factura que a menudo permite, al menos a parte interesada, eludir las primeras).

Sin agotar, ni remotamente, aquéllas, una nómina apenas parcial y sin jerarquizar:

□ fragilidad demostrada en el suministro de agua potable; su abundancia y sobre todo su calidad nos ha abandonado como seña de identidad;

□ contaminaciòn de campos por una política agraria que desatiende los agrotóxicos en su condición de venenos y únicamente atiende a su condición de solucionadores de aspectos parciales (p. ej., liquidando plagas o insectos competidores);

□ aumento del endeudamiento público;

□ aumento de mortalidad anual con tasas inaceptables por su envergadura inexplicada, aunque claramente iniciada con la vacunacion del covid;

□ aumento del consumo de drogas –y su correlato inevitable; el narcotráfico− con el trastorno social que implica;

□ aumento de las tasas de homicidios (que parece estar íntimamente ligado al asunto anterior);

□ política de entrega de funciones propias del país a grandes consorcios transnacionales más bien ajenos al país (manejo del puerto principal durante doce períodos presidenciales, doce, desde no se sabe dónde), planes de enseñanza a nuestros menores cedidos a empresas que, como las pasteras, quieren reconfeccionar el país a su servicio;

□ rendición incondicional al dominio de los materiales plásticos, por ejemplo en el rubro envases cuando está totalmente demostrado que los envases de vidrio son inertes y los del plástico, en cambio “migran” (en criollo, son venenosos). Triste título: Uruguay – país sin una planta elaboradora de vidrio;

□ aumento de la obesidad y su significado subyacente; que comemos comida de inspiración estadounidense (aunque ni nos demos cuenta; por ejemplo, exceso de dulces, exceso de grasas, exceso de alimentos refinados, acompañar comida con coca-cola);

□ aumento de nuestra disonancia cognitiva: creemos saber algo que en rigor no sabemos. Por ejemplo, es habitual que automovilistas no señalen giro antes de doblar, una verdadera expresión de autismo: o que conductores de camiones o autos detengan sus vehículos, para una descarga, para un intercambio y dejen el motor en marcha. Diez minutos, veinte minutos, media hora. Si contaminar el aire con gases de la combustión es lo que solemos llamar “un mal necesario”, para viajar, para ir con el auto a un sitio donde ir a pie o en ómnibus se presenta difícil, ¿cómo denominar el contaminar gratuitamente? En nuestro país, eso, esa pregunta, no existe. ¿Hablará de  nuestra tan  invocada modernidad, de nuestra cabecita preindustrial o de nuestra ignorancia radical del cuidado ambiental?

□ muchas de nuestras ciudades están francamente sucias y el punto no son los servicios municipales o su carencia sino las conductas individuales. Las veredas permanecen con todo el baldoserío roto (haciéndose peligroso caminar por ella, sobre todo de noche y para ancianos). No me refiero a zonas con hogares modestos, sino a barrios ricos, con mansiones que no deben tener ni un baldosín roto desde la verja que separa su sagrada propiedad privada de la vereda del común, y la vereda, sí, deshecha.  El estado: ausente.

□ si la  cuestión de los desechos –desde los domiciliarios a los industriales y públicos− está a años luz de su resolución o por lo menos de un cierto encare responsable (en buena medida, porque nuestra sociedad moderna y contemporánea es una enorme generadora de desechos irreciclables), ¿por qué seguimos haciéndonos gárgaras sobre nuestro “desarrollo sostenible y responsable, sintiéndonos “a la vanguardia tecnológica y civilizatoria”?[1]

Interrumpo un listado que es muchísimo más largo.

 

Mi hipótesis es que nuestra sociedad ha soportado demasiados elogios, muchos inmerecidos, que provienen, en rigor, de una geopolítica imperial. En primer  lugar, desde EE.UU. y ampliadamente, desde el Reino Unido e Israel; que son las estructuras de poder mundializado que mayor provecho sacan de la hiperglobalización, la hipertecnologización y varias otras exaltaciones sistémicas.

Uruguay tiene algunos rasgos que lo hacen candidato: en un mundo diseñado por el colonialismo (más o menos ex) nuestro país es el más blanco, y por lo tanto “europeo”, de Sudamérica (aunque seguido de cerca, en ese orden, por Argentina y Chile).[2]

EE.UU. tiene una serie de “entes testigos” de la “actividad democrática modelo”, como Costa Rica en América Central, y justamente, nosotros, en la del Sur. Como ha sido Suiza o Noruega en Europa; Sierra Leona o Liberia en África, o Singapur y Taiwán en Asia.

Y nuestro país recibe metódicamente semblanzas, notas, artículos exaltando nuestras “virtudes”. Que tenemos. Pero que en esas descripciones ni existen o en todo caso sobrevienen en marcos conceptuales que, en rigor, no se refieren a nosotros; tampoco se visualizan los defectos que también tenemos. Y una mirada autoindulgente es siempre tentadora. Por ejemplo, se señala que tenemos partidos políticos estables, y por lo tanto confiables; una conclusión que no se desprende de la premisa, pues pasa por alto cómo los partidos existentes, al menos los mayores, se han ido adaptando al régimen político-cultural dominante, al dominio incontestado de las corporaciones transnacionales, en suma.

Y no solo semblanzas favorables suministradas mediáticamente en dosis; también “premios” como que Uruguay es el único país sudamericano que no necesita visa para ingresar al Gran Hermano. Es una comodidad, sin duda; y para muchos, un reconocimiento a nuestra calidad jurídica; hasta ese extremo puede llegar la condición de idiota (en  su sentido etimológico, en griego; quien no atiende ni le preocupa su condición política).

Analógamente, los elogios a “grados inversores”; a la seguridad democrática, más mitológica que histórica (puesto que hubo tres interrupciones, vulgo golpes de estado, durante el s  xx: 1933, 1942, 1973), suenan más bien a piropos (claro que comparado con el estilo políitico centro- y sudamericano tenemos que decir que ‘en tierra de ciegos el tuerto es rey’).

Lo que sí tiene Uruguay, lamentablemente, es la menor superficie natural de todos los países americanos. Uruguay tiene el 1% de tales superficies y el penúltimo en escasez de tales tierras, en el continente, tiene un 10%. Y de ahí en más.

Tenemos una historia específica, para nada intercambiable con la de algún otro estado. Producto de geopolíticas imperiales del s xix, con sucesivas conquistas de tierra primero españolas, luego portuguesas y sucesivamente, argentinas, brasileñas y bajo la presión de los ingleses, desgajados del virreinato platense.

El papel de los centros políticos regionales; el de origen hispano, Buenos Aires, y el de origen portugués, Río de Enero, y sus disputas, nos arrojó fuera de las formaciones políticas mayores; las que iban a resultar Argentina y Brasil. Gajos “problemáticos” como el Paraguay y la Banda Oriental (ambos sucesiva y alternadamente “amputados” de algunas de sus partes, mediante cirugía mayor o menor).[3]

Esos procesos de configuración territorial responden casi exclusivamente al siglo xix. En el siglo xx sobrevienen otros alineamientos geopolíticos ahora al amparo de  soberanías formalmente vigentes. Uruguay se va ubicando en la órbita de EE.UU. Con el impulso estadounidense de la Doctrina Monroe (1823), pero también con pensamiento propio, como el del batllismo, que hace desde principios del s xx  causa común con “la gran democracia americana” para combatir o enfrentar cualquier tutela europea. Ideólogos batllistas no ven ninguna relación desigual entre los países de origen español, pulverizados en términos de soberanía, y la gran formación política norteamericana.

 

La confluencia ideológica entre monroísmo y battlismo está hoy en día soslayada, pero ha sido históricamente relevante para nuestro país. Explica, por ejemplo, la presencia de referentes de primer orden del batllismo, como Alberto Guani, apoyando la Declaración que extendíera el canciller británico Arthur Balfour en 1917 a favor de Lionel Walter Rothschild, banquero referente de la añeja y sólida colonia judía dentro del British Empire.

¿De dónde viene esta aquiescencia hacia el presunto primus inter pares que los demócratas de países subalternos, periféricos, coloniales más o menos ex, imaginan es la relación que une a los países mal llamados latinoamericanos con EE.UU.?

Hay un cierto parecido fundacional con la ocupación europea del  “Nuevo Continente”.

Los europeos ibéricos llegados a América se sintieron con derecho a apropiarse de las condiciones de vida de los naturales de Abya Yala y de sus vidas mismas. Esclavizándolos primero y luego, destrozando a las sociedades amerindias, exterminando varones indios y amancebando mujeres.

Pero también son relevantes las diferencias: los  europeos anglos y noreuropeos también se sintieron con derechos a apropiarse de la tierra nueva, a costa, obviamente, de los pobladores que allí se encontraban, pero esta inmigración/invasión provenía de un marco ideológico distinto al latino del sur europeo: eran protestantes, cruzaron el Atlántico con sus mujeres y tenían una versión tan excelente de sí mismos y de su credo que buscaron la desaparición radical y total de los originarios (que incluso los ayudaran a sobrevivir los primeros inviernos). Para lo cual seguramente se basaron más en textos genocidas del Antiguo Testamento que en los mucho más fraternos del Nuevo al que supuestamente adherían.

No se plantearon siquiera un aprovechamiento sexual (más allá de encuentros aislados como el de la adolescente Pocahontas con el inglesito que apenas pudo convivir con ella).

Pocahontas fue la excepciòn. El exterminio fue la norma. Como de gente piadosa se trataba, encontraron un buen motivo, altamente moral: estas etnias; comanches, pies negros, osage, delawares, mohicanos, navajos, hurones, están cansadas, agotadas, enfrentando su extinción, por agotamiento. −Nada podemos hacer nosotros, recién llegados con la Biblia en ristre. Salvo precipitar lo que ya “está escrito”, puesto que nosotros con el Libro en la mano, somos, tenemos que resultar, sus herederos.

Pese a lecciones de filosofía y ética formidables, como las que recibiera al presidente estadounidense Franklin Pierce del cacique de la etnia suwamish Seattle (1855).[4]

Y la pregunta bate fuertemente en nuestros oídos: ¿cómo se constituye una sociedad nueva con el bautismo del exterminio de quienes habitaban antes esos mismos territorios? Cuántos grados de mala fe y subterfugios agrupará esa nueva conciencia que apenas se está instalando? ¿Cómo se constituye una nueva idiosincrasia en consonancia con el nuevo hábitat encontrado, mejor dicho conquistado; ¿qué son los nuevos habitantes que han  desplazado parcial o totalmente a quienes allí vivían, que ahora devienen dominados, exterminados?

No parece un tejido social balsámico, regenerador. Más bien el almácigo de muchas tensiones y violencias.

Las que tenemos. Las que sufrimos.

En EE.UU. en los últimas décadas, tal vez después del gran sacudón de los 58 mil muertos en Vietnam (estadounidenses, porque los muertos vietnamitas se estimaron en dos millones, es decir 40 veces más….), se ha ido configurando en cierto sentido, una nueva mentalidad, no sé si autocrítica, pero al menos más cauta respecto del anterior intervencionismo y consiguientes despotismos.

Pero aun así, los dirigentes estadounidenses, sin mayores diferenciaciones partidarias, siguieron produciendo guerra en el planeta, en sus más diversos rincones, ya sea motu proprio o actuando al servicio del lobby sionista que tiene enorme control sobre el gobierno y la seguridad de EE.UU. Revelando así el negocio −principal− de la guerra. El revés vietnamita no barrió la ideología militarista, en todo caso, parece haber modificado la táctica guerrera; ahora EE.UU. procura evitar estar en la primera línea, pero las guerras (siempre por lo mismo; las materias primas) continúan: Irak, Siria, Libia, Sudán, Yemen y, con una carga de ideología salvacionista, cada vez más necrofílica, en  Palestina.

Volvamos a nuestro país. Como penosa prueba de nuestra sumisiòn internacional, el gobierno de la Plaza Independencia anuló la compra de lanchas guardacostas chinas. El asesoramiento para tal decisión  provino de EE.UU. Un buen ejemplo de esa política de elogiar a nuestro país; los elogios del general Cornish.[5]

Uruguay, en su red de relaciones preferenciales con EE.UU. fue invitado a operar como depósito, toilette, dormitorio y cocina de los destacamentos militares estadounidenses que necesitan vituallas en la región. Satelización militar –un viejo sueño de militares norteamericanos; convertir al Uruguay en Guantánamo platense−.[6]

 

Y el mundo sigue andando. Pasamos de 2023 a 2024. Nuestras autoridades ni siquiera advierten que una matanza de miles de seres humanos mediante bombardeos a zonas urbanas, está operando con total impunidad e impudicia, desde hace ya tres meses. Desde hace mucho no se hacían estos asesinatos en masa con total normalidad y silencio del impasible concierto mediático.

Nos referimos, obviamente, a la cuestión palestina. A lo sumo, interesan los datos de la violencia ejercida por Hamas (deshistorizando casi un siglo de represión y muerte ejercida por el sionismo y reacciones ocasionalmente violentas, casi siempre desesperadas, de palestinos); los medios de incomunicación de masas registran sí, dos soldados israelíes matados, otro civil israelí muerto,  pero no aparecen los datos de todos los muertos –miles de palestinos− aplastados vivos con los bombardeos o rescatados, en general ya muertos, de entre los escombros de las edificaciones derribadas; mujeres, viejos, hombres, bebes… esto último no aparece, por lo tanto no interesa, por lo tanto no existe. Mediáticamente. □

 

[1]  He llegado a un lugar donde se exhibe toda una galería de tachos para restos diferenciados: vidrios, plásticos, metales, papeles y cartones, restos alimentarios, restos indiferenciados, y al proceder a poner “mis” restos en los respectivos tachos, leyendo escrupulosamente las indicaciones, personal del sitio, como apenado, me dijera: −no se moleste, cuando vienen a recoger, se lo llevan todo junto. Uruguay escaparate.

[2]  La carta neoliberal y proimperial del aspirante a judío converso Javier Milei, en Argentina, procurará ese primer puesto de blancura, occidentalismo y dominio anglonorteamericano para la gran potencia sureña, pero su ascenso al estrellato es demasiado reciente para homologar algo al día de hoy.

[3]  En general, los despojamientos han sido efectuados desde los centros regionales con aspiraciones protagónicas; Buenos Aires, Río de Enero, como el despojo del Ibicuy al Uruguay por parte del Imperio do Brasil en 1851 o el arrebato de Formosa al Paraguay por parte de Argentina tras la “Triple Alianza”, en 1865, o la teoría de “la costa seca”, que el canciller argentino Estanislao Zeballos les “otorgara” a Paraguay y a Uruguay con fronteras acuáticas con la Argentina a principios del s xx. También desde poderes extrarregionales se han llevado adelante acciones de despojo, como con el archipiélago de las Malvinas, pero en ese caso, el conflicto de soberanías, intereses y poderes es tan imbricado, que merece un tratamiento aparte.

[4] De lo cual se conservan versiones traducidas al inglés, recogidas décadas después, por testigos que se declararan presenciales (Ted Perry, “Doctor” Smith). Seattle no entiende cómo se puede vender (o comprar) tierra.

[5]   https://semanariolaprensa.com/visita-del-mayor-general-cornish-demuestra-la-solidez-de-las-relaciones-militares-entre-estados-unidos-y-uruguay%ef%bf%bc/.

[6]   Sería bueno rememorar que cuando Honduras pasó a ser zona de abastecimiento de tropas estadounidenses, una serie de fenómenos que no calificaría de agradables se fueron diseminando por ese desdichado país: prostitución, incluida infantil, distintas enfermedades, embarazos indeseados y un penoso etcétera.

 

Publicado en Centro / periferia, EE.UU., Globocolonización, Los pueblos nativoamericanos, Palestinos / israelíes, Poder mundializado, Uruguay, Uruguay. Qué hacer

La psicopatía bíblica de Israel

Publicada el 17/11/2023 por raas

Por Laurent Guyénot
22 de octubre de 2023

Estoy harto de leer que Netanyahu es un psicópata. Desde luego que no lo es. No veo ninguna razón para considerarle, ni a él ni a ningún otro dirigente israelí, psicópatas en el sentido psiquiátrico. Tienen una psicopatía colectiva, que es una cosa muy diferente.

La diferencia es la misma que entre una neurosis personal y una neurosis colectiva. Según Freud, la religión (y se refería al cristianismo) es una neurosis colectiva. Freud no quería decir que las personas religiosas sean neuróticas. Al contrario, observó que su neurosis colectiva tiende a inmunizar a las personas religiosas contra la neurosis personal [1]. No suscribo la teoría de Freud, sólo necesito su respaldo para introducir mi propia teoría: Los sionistas, incluso los más sanguinarios, no son psicópatas individuales; muchos de ellos son personas cariñosas e incluso abnegadas dentro de su propia comunidad. Más bien, son los vectores de una psicopatía colectiva, lo que significa una forma especial (podemos llamarla inhumana) por la que ven e interactúan colectivamente con otras comunidades humanas.

Este es un punto crucial, sin el cual nunca podremos entender a Israel. Llamar psicópatas a sus líderes no sirve de nada. Lo que necesitamos es reconocer a Israel como un psicópata colectivo, y estudiar el origen de este carácter nacional único. Es una cuestión de supervivencia para el mundo, al igual que es una cuestión de supervivencia para cualquier grupo reconocer al psicópata que hay entre ellos y comprender sus patrones de pensamiento y de comportamiento.

¿Qué es un psicópata?

La psicopatía es un síndrome de rasgos psicológicos que se clasifica entre los trastornos de la personalidad. El psicólogo canadiense Robert Hare, siguiendo la estela de la obra de Hervey Cleckley The Mask of Sanity (1941), ha definido sus criterios diagnósticos basándose en un modelo cognitivo que ahora se adopta ampliamente, aunque algunos psiquiatras prefieren el término «sociopatía» porque en realidad tiene que ver con la incapacidad para socializar de forma real [2]. En un esfuerzo por poner a todo el mundo de acuerdo, el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales ha sugerido «trastorno antisocial de la personalidad»; pero el término «psicopatía» sigue siendo el más popular, y sólo por esa razón, lo adoptaré.

El rasgo más característico del psicópata es una ausencia total de empatía y, como consecuencia, de inhibición moral para dañar a los demás, combinada con una sed de poder. La psicopatía también comparte algunos rasgos con el narcisismo: los psicópatas tienen una gran visión de su propia importancia. En su opinión, todo se les debe porque son excepcionales. Nunca se equivocan y los fracasos son siempre culpa de los demás.

La verdad no tiene ningún valor para el psicópata; la verdad es lo que le conviene en cada momento. Es un mentiroso patológico, pero apenas es consciente de ello. Mentir es tan natural para él que la cuestión de su «sinceridad» es casi irrelevante: el psicópata vence al detector de mentiras.

El psicópata sólo siente emociones muy superficiales y no tiene sentimientos reales por nadie; pero ha desarrollado una gran habilidad para engañar. Puede ser encantador hasta el punto de ser carismático. Es incapaz de empatizar, pero aprende a simularla. Su poder es su extraordinaria habilidad para fingir, engañar, atrapar y capturar. Aunque él mismo está inmunizado contra la culpa, se convierte en un maestro en hacer que los demás se sientan culpables.

Como el psicópata es incapaz de ponerse en el lugar de otra persona, no puede mirarse a sí mismo críticamente. Confiado en que todas las circunstancias tienen razón, está realmente sorprendido por el resentimiento de sus víctimas y las castigará por ello. Si roba la propiedad de alguien, considerará el rencor del robado como un odio irracional.

Aunque el psicópata puede ser juzgado como un loco delirante, no está loco en el sentido médico, ya que no sufre -los psicópatas no visitan a los psiquiatras a menos que se vean obligados a hacerlo-. En cierto sentido, el psicópata está demasiado bien adaptado a la vida social, si el propósito de la vida social es sobrevivir individualmente. Por eso el verdadero misterio, desde un punto de vista darwiniano, no es la existencia de psicópatas, sino su baja proporción en la población.

La estimación más optimista por lo bajo en la población occidental es del 1 por ciento. No hay que confundirlos con el proverbial 1 por ciento que posee la mitad de la riqueza mundial, aunque un estudio entre altos ejecutivos de grandes empresas ha demostrado que los rasgos psicopáticos están muy extendidos entre ellos[3].

Israel como Estado psicopático

El hecho de que los judíos estén hoy desproporcionadamente representados en la élite (forman la mitad de los multimillonarios estadounidenses, mientras que sólo representan el 2,4% de la población),[4] tampoco significa que la psicopatía sea común entre los judíos. Más bien al contrario: Los judíos demuestran entre ellos un alto grado de empatía, o al menos de solidaridad, a menudo hasta el punto del autosacrificio. Pero la naturaleza selectiva de esta empatía sugiere que se centra menos en la humanidad de los demás que en su judaísmo.

De hecho, los judíos tienden a confundir judaísmo y humanidad. Así, lo que es bueno para los judíos debe ser necesariamente bueno para la humanidad. A la inversa, un crimen contra los judíos es un «crimen contra la humanidad», un concepto que crearon en 1945. Confundir lo judío con la humanidad es un signo de narcisismo colectivo, pero cuando se trata de considerar a los no judíos como menos que humanos, se convierte en un signo de psicopatía colectiva.

Colectivamente, los judíos se consideran inocentes de los cargos que se les imputan. Por eso el pionero sionista Leo Pinsker, médico, consideraba la judeofobia como «una aberración psíquica». Como aberración psíquica es hereditaria, y como enfermedad transmitida durante dos mil años es incurable». En consecuencia, los judíos son «el pueblo elegido para el odio universal» (incluso los judíos ateos no pueden evitar definir la judeidad como una elección)[5].

Israel, el Estado judío, es el psicópata entre las naciones. Actúa con otras naciones del mismo modo que un psicópata con sus semejantes. «Sólo los psiquiatras pueden explicar el comportamiento de Israel», escribió el periodista israelí Gideon Levy en Haaretz en 2010. Sin embargo, su diagnóstico, que incluye «paranoia, esquizofrenia y megalomanía»[6], es erróneo. Teniendo en cuenta la absoluta superioridad moral de Israel, su deshumanización de los palestinos y su extraordinaria capacidad para mentir y manipular, estamos ante un psicópata.

Al establecer un paralelismo entre la psicopatía y la actitud de Israel, no culpo a los israelíes ni a los judíos como individuos. Forman parte de esta psicopatía colectiva sólo en la medida de su sumisión a la ideología nacional. Podemos hacer una comparación con otro tipo de entidad colectiva. En The Corporation: The Pathological Pursuit of Profit and Power (La Corporación: La búsqueda patológica de la ganancia y el poder), Joel Bakan señaló que las grandes empresas se comportan como psicópatas, insensibles al sufrimiento de aquellos a los que aplastan en su afán de lucro: «Mi análisis de Israel se basa en el mismo razonamiento. Salvo que Israel es mucho más peligroso que cualquier empresa gigante (incluso Pfizer), porque la ideología que causa su trastorno de personalidad es mucho más demencial que la ideología liberal, social-darwiniana, que rige la Bolsa. La ideología de Israel es bíblica.

El virus bíblico

La psicopatía colectiva de Israel no es genética, es cultural, pero se formó en tiempos muy antiguos, por lo que está incrustada en el subconsciente ancestral (sea lo que sea eso): en última instancia, proviene del dios celoso inventado por los levitas para controlar a las tribus hambrientas que se lanzaron a conquistar Palestina hace unos tres mil años. Por nacimiento, Israel es la nación del dios psicópata.

Yahvé, «el dios de Israel», es un dios volcánico iracundo y solitario que manifiesta hacia todos los demás dioses un odio implacable, los considera no dioses, siendo él, de hecho, el único dios verdadero. Esto lo caracteriza muy claramente como un psicópata entre los dioses. Por el contrario, para los egipcios, según el egiptólogo alemán Jan Assmann, «los dioses son seres sociales», y la armonía entre ellos garantiza la armonía en el cosmos[8] Además, existía cierto grado de traducibilidad entre los panteones de las distintas civilizaciones. Pero Yahvé enseñó a los hebreos a despreciar a las deidades de sus vecinos, convirtiéndolas, a los ojos de éstos, en una amenaza para el orden cósmico y social. Yahvé es esencialmente, dice Assmann, un dios teoclasta: «Debes destruir por completo todos los lugares donde las naciones que desposees hayan servido a sus dioses, en las altas montañas, en las colinas, bajo cualquier árbol extendido; debes derribar sus altares, destrozar sus piedras sagradas, quemar sus postes sagrados, hacer pedazos las estatuas de sus dioses y borrar su nombre de ese lugar» (Deuteronomio 12:2-3).

Puede que Yahvé sea un personaje de ficción, pero su dominio sobre la mente judía es, sin embargo, real. «Apelar a un padre loco y violento, y durante tres mil años, ¡eso es ser un judío loco!»[9] dijo Smilesburger en Operación Shylock de Philip Roth. Yahvé ha enseñado a los judíos a mantenerse estrictamente separados de los demás. Las prohibiciones alimentarias sirven para impedir toda socialización fuera de la tribu: «Os apartaré de todos estos pueblos, para que seáis míos» (Levítico 20:26).

La naturaleza del pacto no es moral. El único criterio de aprobación de Yahvé es la obediencia a sus leyes y mandatos arbitrarios. Matar a traición a cientos de profetas de Baal es bueno, porque es la voluntad de Yahvé (1 Reyes 18). Mostrar piedad con el rey de los amalecitas es malo, porque cuando Yahvé dice «matad a todos», quiere decir «a todos» (1Samuel 15). En la historiografía bíblica, el destino del pueblo judío depende de que siga las órdenes de Yahvé, por descabelladas que sean. Como bien dice Kevin MacDonald:

La idea de que el sufrimiento judío se debe a que los judíos se desvían de su propia ley aparece casi como un tamborileo constante a lo largo del Tanaj, un recordatorio constante de que la persecución de los judíos no es el resultado de su propio comportamiento frente a los gentiles, sino más bien el resultado de su comportamiento frente a Dios[10].

Si los judíos siguen el mandato de Yahvé de alienarse del resto de la humanidad, a cambio, Yahvé promete hacerles gobernar sobre la humanidad: «Seguid sus caminos, guardad sus estatutos, sus mandamientos, sus costumbres, y escuchad su voz», y Yahvé «os elevará por encima de todas las naciones que ha hecho»; «Haréis de muchas naciones vuestros súbditos, pero no estaréis sujetos a nnadie» (Deuteronomio 26:17-19 y 28:12). Esto suena muy parecido, en realidad, al pacto que Satanás propuso a Jesús: «El diablo le mostró todos los reinos del mundo y su esplendor. Y le dijo: ‘Todo esto te daré, si caes a mis pies y me honras’». (Mateo 4:8-9).

Si Israel sigue escrupulosamente la Ley, Yahvé promete someter a todas las naciones al dominio de Israel, y destruir a las que se resistan. «Los reyes se postrarán ante ti, con el rostro en tierra, y lamerán el polvo a tus pies», mientras que «la nación y el reino que no te sirvan perecerán» (Isaías 49:23 y 60:12). Las naciones deben reconocer la soberanía de Israel o ser destruidas. Yahvé dijo a Israel que ha identificado «siete naciones mayores y más fuertes que tú», a las que «debes poner bajo la maldición de la destrucción», y no «mostrarles ninguna piedad». En cuanto a sus reyes, «borrarás sus nombres bajo el cielo» (Deuteronomio 7:1-2, 24).

El código de guerra de Deuteronomio 20 ordena exterminar «todo ser viviente» en las ciudades conquistadas de Canaán. En la práctica, la norma se extiende a todos los pueblos que se resistan a los israelitas en su conquista. Moisés la aplicó a los madianitas, aunque en este caso Yahvé permitió que sus guerreros se quedaran con las jóvenes vírgenes (Números 31). Josué la aplicó a la ciudad cananea de Jericó, donde los israelitas «impusieron la maldición de la destrucción sobre todos los habitantes de la ciudad: hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, incluidos los bueyes, las ovejas y los asnos, sacrificándolos a todos» (Josué 6:21). En la ciudad de Hai, todos los habitantes fueron masacrados, doce mil de ellos, «hasta que no quedó uno vivo y ninguno que huyera…

Cuando Israel terminó de matar a todos los habitantes de Hai en campo abierto y en el desierto donde los habían perseguido, y cuando todos y cada uno cayeron a espada, todo Israel regresó a Hai y masacró a la población que quedaba». Las mujeres no fueron perdonadas. «Como botín, Israel tomó sólo el ganado y los despojos de esta ciudad» (Josué 8:22-27). Luego vinieron los turnos de las ciudades de Maceda, Libna, Laquis, Eglón, Hebrón, Debir y Hazor. En toda la tierra, Josué «no dejó un solo sobreviviente y puso a todo ser viviente bajo la maldición de la destrucción, como Yahvé, dios de Israel, lo había ordenado» (10:40)

Como escribió Avigail Abarbanel en «Why I left the Cult» (Por qué abandoné el culto), los conquistadores sionistas de Palestina «han seguido muy de cerca el dictado bíblico a Josué de simplemente entrar y tomar todo. Para un movimiento supuestamente no religioso es extraordinario lo cerca que el sionismo… ha seguido la Biblia»[11] Kim Chernin, otro disidente israelí, escribió en «Los siete pilares de la negación judía»: «No puedo contar el número de veces que leo la historia de Josué como una historia de nuestro pueblo que llega a la legítima posesión de su tierra prometida sin detenerme a decirme a mí mismo, ‘pero esta es una historia de violación, saqueo, matanza, invasión y destrucción de otros pueblos’»[12].

Yahvé sólo ofrece dos caminos posibles a Israel: la dominación de otras naciones, si Israel mantiene el pacto de separación de Yahvé, o la aniquilación por esas mismas naciones, si Israel rompe el pacto:

«Si te haces amigo del resto de estas naciones que aún viven junto a ti, si te casas con ellas, si te mezclas con ellas y ellas contigo, ten por seguro que Yahvé, tu dios, dejará de desposeer a estas naciones antes que a ti, y para ti serán una trampa, un escollo, espinas en tus costados y abrojos en tus ojos, hasta que desaparezcas de este hermoso país que Yahvé, tu dios, te ha dado.» (Josué 23:12-14)

Desposeer a otros o ser despojado, dominar o ser exterminado: Israel no puede pensar más allá de esa alternativa.

El sionismo es bíblico

¿Qué tiene que ver esto con el sionismo? ¿No es el sionismo una ideología secular? Creo que ya es hora de disipar este malentendido. El sionismo es un producto del judaísmo, y el judaísmo tiene sus raíces en la Biblia hebrea, el Tanaj. La haya leído o no, la considere histórica o mítica, todo judío basa en última instancia su judaísmo en la Biblia, o en lo que sabe de la Biblia. El judaísmo es la interiorización del dios psicopático. Poco importa si los judíos definen su judaísmo en términos religiosos o étnicos. Desde un punto de vista religioso, la Biblia conserva la memoria y la esencia de la Alianza con Dios, mientras que desde un punto de vista secular, la Biblia es la narrativa fundacional del pueblo judío, y el patrón por el que los judíos interpretan toda su historia posterior (la Dispersión, el Holocausto, el renacimiento de Israel, etc.).

Es cierto que Theodor Herzl, el profeta del sionismo político, no se inspiró en la Biblia. Sin embargo, denominó sionismo a su ideología, utilizando el nombre bíblico de Jerusalén. En cuanto a los sionistas posteriores a Herzl, y a los verdaderos fundadores del moderno Estado de Israel, estaban impregnados de la Biblia. «La Biblia es nuestro mandato», declaró Chaim Weizmann en 1919, y en 1948 ofreció a Truman un rollo de la Torá por su reconocimiento de Israel. Así comienza la Declaración del Establecimiento del Estado de Israel:

ERETZ-ISRAEL [(hebreo) – la Tierra de Israel, Palestina] fue el lugar de nacimiento del pueblo judío. Aquí se forjó su identidad espiritual, religiosa y política. Aquí alcanzaron por primera vez la condición de Estado, crearon valores culturales de importancia nacional y universal y dieron al mundo el eterno Libro de los Libros.

No cabe duda de que el Estado de Israel se fundó sobre la afirmación bíblica.

David Ben-Gurion, el autor de este documento y padre de la nación, tenía una visión bíblica del pueblo judío. Para él, según su biógrafo Dan Kurzman, el renacimiento de Israel en 1948 «fue paralelo al Éxodo de Egipto, la conquista de la tierra por Josué, la revuelta macabea». Ben-Gurion nunca había ido a una sinagoga y desayunaba cerdo, pero estaba empapado de historia bíblica. «No puede haber una educación política o militar que merezca la pena sobre Israel sin un profundo conocimiento de la Biblia», solía decir[13]. Tom Segev escribe en su biografía más reciente:

Patrocinó una clase de estudio de la Biblia en su casa y promovió dos conceptos para caracterizar el carácter moral del Estado de Israel y su destino y deber para consigo mismo y con el mundo: el primero era «pueblo elegido», término procedente de la alianza entre Dios y el pueblo de Israel (Éxodo 19:5-6); el segundo era el compromiso del pueblo judío con los principios de justicia y paz que lo convierten en «luz de las naciones», según el espíritu de los profetas (Isaías 49:6). Hablaba y escribía con frecuencia sobre estos conceptos[14].

El pensamiento bíblico de Ben-Gurion se hizo más claro a medida que envejecía. Consideremos, por ejemplo, el hecho de que, mientras imploraba a Kennedy que le diera a su pueblo la bomba porque los egipcios querían exterminarlos (como lo habían hecho bajo Moisés), predijo en la revista Look (16 de enero de 1962) que dentro de veinticinco años Jerusalén “será la sede de la Corte Suprema de la Humanidad, para resolver todas las disputas entre los continentes federados, como lo predijo Isaías”. [15] Ben-Gurion no estaba loco, solo estaba pensando bíblicamente.

Casi todos los líderes israelíes de la generación de Ben-Gurion y la siguiente compartían la misma mentalidad bíblica. Moshe Dayan, el héroe militar de la Guerra de los Seis Días de 1967, justificó su anexión de un nuevo territorio en un libro titulado Living with the Bible (1978). Naftali Bennett, entonces Ministro de Educación de Israel, también justificó la anexión de Cisjordania a través de la Biblia. [16] Los sionistas pueden encontrar todas las justificaciones que necesitan en la Biblia : para Gaza tienen Jueces 1:18-19. “Y Judá tomó Gaza y toda la ciudad: “Y Judá tomó Gaza y su territorio… Y Jehová estaba con Judá, y poseyeron la región montañosa”. Ahora hay fanáticos bíblicos abiertos en el gobierno israelí, como el ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben-Gvir, que lanza citas bíblicas todos los días. “ Dios dio la tierra de Israel al pueblo judío ” es el alfa y omega del sionismo, no sólo para los israelíes, sino también para los cristianos que han apoyado el reclamo judío desde 1917 y apoyan a Israel hoy.

Incluso más que Ben-Gurion, Benjamín Netanyahu piensa bíblicamente, y esto se vuelve cada vez más claro a medida que envejece. También sabe que los cristianos no pueden argumentar seriamente contra la afirmación bíblica. El 3 de marzo de 2015, dramatizó su fobia a Irán ante el Congreso de los Estados Unidos refiriéndose al libro bíblico de Ester:

Somos un pueblo antiguo. En nuestros casi 4.000 años de historia, muchos han intentado repetidamente destruir al pueblo judío. Mañana por la tarde, en la festividad judía de Purim, leeremos el libro de Ester. Leemos acerca de un poderoso virrey persa llamado Amán, que conspiró para destruir al pueblo judío hace unos 2.500 años. Pero una valiente mujer judía, la reina Ester, expuso el complot y dio al pueblo judío el derecho de defenderse contra sus enemigos. El complot fue frustrado. Nuestro pueblo fue salvo. Hoy el pueblo judío se enfrenta a un nuevo intento de otro potentado persa de destruirnos.[17]

Netanyahu programó su discurso en vísperas de Purim, que celebra el final feliz del Libro de Ester: la matanza de 75.000 hombres, mujeres y niños persas. En 2019, Netanyahu pronunció estas palabras durante una gira por Cisjordania: “Creo en el libro de los libros y lo leo como un llamado a la acción para que cada generación haga lo que pueda para garantizar la eternidad de Israel”. ¡La Biblia ocupa tanto de su cerebro que quiere poner una Biblia en la Luna !

Así que, por favor, dejen de llamar psicópata a Netanyahu. O al menos llamarlo psicópata bíblico, un adorador del dios psicópata. Y mientras lo hace, aprenda a ver la Biblia hebrea tal como es: “una conspiración contra el resto del mundo”, como dijo HG Wells. En los libros de la Biblia “la conspiración es clara y brillante… una conspiración agresiva y vengativa. No es tolerancia sino estupidez cerrar los ojos ante su calidad.”[18]

notas:

[1] Freud developed this theory in three books: Totem and Taboo, Civilization and Its Discontents and The Future of an Illusion.

[2] Robert Hare, Without Conscience: The Disturbing World of the Psychopaths Among Us, The Guilford Press, 1993.

[3] Paul Babiak and Robert Hare, Snakes in Suits: When Psychopaths Go to Work, HarperCollins, 2007.

[4] Benjamin Ginsberg, The Fatal Embrace: Jews and the State, University of Chicago Press, 1993; J.J. Goldberg, Jewish Power: Inside the American Jewish Establishment, Basic Books , 1997.

[5] Leon Pinsker, Auto-Emancipation: An Appeal to His People by a Russian Jew, 1882 , en www.jewishvirtuallibrary.org/jsource/Zionism/pinsker.html

[6] Gideon Levy, “Only psychiatrists can explain Israel’s behavior,” Haaretz, January 10, 2010, www.haaretz.com/print-edition/opinion/only-psychiatrists-can-explain-israel-s-behavior-1.261115

[7] Joel Bakan, The Corporation: The Pathological Pursuit of Profit and Power, Free Press, 2005. Watch also the documentary of the same title.

[8] Jan Assmann, Of God and Gods: Egypt, Israel, and the Rise of Monotheism, University of Wisconsin Press, 2008, p. 47.

[9] Philip Roth, Operation Shylock: A Confession, Simon & Schuster, 1993, p. 110.

[10] Kevin MacDonald, Separation and Its Discontents: Toward an Evolutionary Theory of Anti-Semitism, Praeger, 1998, kindle 2013, kindle l. 6187–89.

[11] Avigail Abarbanel, “Why I left the Cult,” Oct 8, 2016, en https://mondoweiss.net/author/avigail

[12] Kim Chernin, “The Seven Pillars of Jewish Denial,” Tikkun, Sept. 2002, quoted in Kevin MacDonald, Cultural Insurrections: Essays on Western Civilization, Jewish Influence, and Anti-Semitism, Occidental Press, 2007, pp. 27-28.

[13] Dan Kurzman, Ben-Gurion, Prophet of Fire, Touchstone, 1983, pp. 17–18, 22, 26–28.

[14] Tom Segev, A State at Any Cost: The Life of David Ben-Gurion, Apollo, 2019, kindle l. 286.

[15] David Ben-Gurion and Amram Ducovny, David Ben-Gurion, In His Own Words, Fleet Press Corp., 1969, p. 116.

[16] “Israeli minister: The Bible says West Bank is ours” en www.youtube.com/watch?v=Png17wB_omA

[17] “The Complete Transcript of Netanyahu’s Address to Congress,” en www.washing
tonpost.com.

[18] Herbert George Wells, The Fate of Homo Sapiens, 1939 (archive.org), p. 128.

texto original (en inglés): https://www.unz.com/article/israels-biblical-psychopathy

fuente: http://www.verdadypaciencia.com/2023/10/laurent-guyenot-la-psicopatia-biblica-de-israel.html

Publicado con texto en PDF y Audio en https://ecotropia.noblogs.org/2023/11/7212/

Publicado en Centro / periferia, EE.UU., General, Globocolonización, Medios de incomunicación de masas, Palestinos / israelíes, Poder, Poder mundializado

URUGUAY ANTE DESPOJOS ESCALONADOS: AGUA, TIERRA, CARNE

Publicada el 10/09/2023 - 16/10/2023 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández –

EJEMPLO DE PERIFERIA DESTROZADA

Refiriéndose a Nigeria, dice wikipedia que los desastres acontecidos (está  hablando de los últimos años o décadas) son: “desastres naturales en Nigeria [que] han sido relacionados principalmente con el clima de Nigeria”.

No es fácil escribir tamaña infamia a menudo.

Nigeria era considerada, hace unos cien años, el país más rico y de riqueza más variada, del planeta. Que se sepa entonces, desastres climáticos o naturales no habían estropeado ese “cuerno de la abundancia”.

Por su naturaleza, vigorosa, abundante, por su feracidad y también por las riquezas de su subsuelo, lucía entonces ese “malla oro” del mundo colonial.

Veamos cómo ha quedado el paisaje nigeriano hoy, tras todo el expolio colonialista (al que seguramente se le debería agregar el anterior en el tiempo, de la esclavitud como mercado mundializado).

Invitamos al lector a que observe algunas imágenes del estado del suelo, la costa, los manglares, luego de la extracción que las empresas petrolíferas han llevado a cabo.

https://es.euronews.com/video/2023/05/17/un-estado-de-nigeria-demanda-a-las-grandes-petroleras-por-el-desastre-medioambiental-que-h

Tenemos aquí ojos europeos, que no podrían ser radicalmente críticos a menos que aceptasen hacerse un hara-kiri mental, por la implicancia de una parte de Europa (Inglaterra y Francia, en primer lugar, pero no solamente) en tamaño ecocidio.

Junto con el ecocidio, el expolio. Nigeria tiene escasísimas redes de suministro de petróleo para consumo interno. Porque sus gigantescas instalaciones se han erigido  para que el “oro negro” vaya a las metrópolis primermundianas, con total desprecio por la población local. Esa situación ha generado una actividad penosa, clandestina, característica de la pobreza más rampante;[1] el pinchado de los oleoductos. Una vez logrado, la pesadilla avanza y se multiplica la degradación:  nunca los despojados se van a adueñar de todo el derrame, a gatas cada vecino se lleva algún bidón y allí, pudriendo el suelo, queda el estropicio. La empresa asegura su rentabilidad, no “el paisaje”.

Si el robo del petróleo junto con el autorrobo que es su hermano siamés, ponen al país patas arriba, basta ver el sombrero del presidente nigeriano, Bubaraye Dakolo, o la vestimenta de sus jueces siglo xxi con ropajes londinenses siglo xix para advertir que el centro planetario tiene apenas dos misiones sobre lo periférico: 1) extraer todo lo que considera le viene bien y 2) imprimirle su imagen-de-mundo para que la periferia siga sus pasos. Han tenido bastante éxito en su diseño e incluso se han permitido dotar ese “aprendizaje” con cierta forma de humor, sórdido, como las pelucas de los atuendos judiciales en un país tropical.

No satisfechos con tanto despojo material y cultural, desde EE.UU. se promueve el International Center for Ethno-Religious Mediation, que, por ejemplo, recoge ancianos de Nigeria para llevarlos a una reunión de meditación. En Nueva York, claro está. ¿Por qué no meditation? Y en inglés, claro.

Reves debe estar regodeándose en su tumba. Emery Reves fue el secretario, de origen húngaro, de los jerarcas estadounidenses hacia el fin de la IIGM y el ideólogo que puso a punto la estrategia de dominio mundial desde EE.UU. (remito a nota nuestra anterior sobre esa estrategia a partir de 1945, “El estado mundial: lo que nos ofrecen los dueños del mundo”, https://revistafuturos.noblogs.org/, 2 nov. 2022).

Sabemos que la ONU –el instrumento proyectado para ese dominio– fue gestionado por EE.UU. antes del fin de la IIGM, cuando su dirigencia ya sabía que tenía la baza para sí.

Con la ONU, aprobada a comienzos de 1945 en San Francisco (dejando a un lado la ya inservible y eurocéntrica Sociedad de Naciones)[2] con el poder atómico exclusivo, “probado” en agosto de ese mismo año en los cuerpos de japoneses victimados en cientos de miles, EE.UU. siguió los pasos que doctrinariamente describe Emery Reves: no más soberanías nacionales; un gobierno mundial, verdaderamente democrático, ‘como el nuestro’. Pero las condiciones culturales de la humanidad no estaban todavía maduras para asumir ese nuevo mundo;  tendremos que recubrir ese gobierno mundial con una pátina de “International Relations”. ONU, BM, FMI, OMS, USAID, OEA, ASEAN, OTAN, y un largo etcétera, son instituciones, organizaciones, creadas, casi todas ellas entre 1945 y 1950, urdiendo  ese proyecto de mundialización.

Podemos complementar aquel diseño del fin de la 2GM con las “comisarías” que EE.UU. fue estableciendo en todo el planeta. A lo largo del tiempo y en todos  los continentes, EE.UU. tejerá una red militar con varios comandos continentales: Comando Europeo con sede en Alemania; Comando Atlántico con sede en Norfolk, EE.UU.; Comando del Pacífico con sede en Honolulu, Hawaii, Comando Sur con sede en Panamá, mirando a noi. Hay un comando, Africom, que durante décadas estuvo apostado también en Europa, pero con el asesinato de Gadafi lo aposentaron en el continente. Amén de los comandoscomisarías, el ejército de EE.UU. cuenta con incontables bases

(también secretas), muchas de tipo “nenúfar”, que serían salvando la escala, como los destacamentos policiales en los barrios…

La idea de soberanía, de estado nacional,  resultó –empero– estar mucho más anclada en las conciencias colectivas de lo que auspiciaba la dirigencia estadounidense.

De cualquier modo,  como nos dirá Zbignew Brzezinski, la nueva constelación del poder se caracteriza por “el hecho […] que nunca ha habido una potencia global verdaderamente ‘dominante’ hasta el surgimiento de EE.UU. en la escena mundial.”

Así y todo, estaba el “escollo” soviético (y la incógnita china). Y con “los rusos” habrá que aceptar una suerte de convivencia y retaceo de la disponibilidad planetaria al servicio del american way of life. Hasta 1990, en que resurge con fuerza  “El proyecto para el nuevo siglo de EE.UU.” [3] Aunque en 2014, anota Brzezinski, ya no hay URSS pero aquella exclusividad de EE.UU. tampoco.[4]

Las banderas nacionales no sólo perdurarán sino que se multiplicarán, con el acta de defunción del colonialismo en el mundo entero. Con la instauración concomitante del neocolonialismo–, presentado como avance democrático (desde los ’50, democracia y democratización serán las palabras mágicas de toda realización política; su desgaste sobrevendrá décadas después).[5]

La proliferación de banderas nacionales y estados nuevos es entonces más bien una espectacularización que se corresponde con la realidad de una modernidad cada vez más relacionada con la imagen.

Con lo cual, el diseño inicial de los ’45 del “gobierno mundial” trasmutará en la proliferación de estados nacionales. La ONU que, inicialmente contaba con una cincuentena de estados, tendrá en muy pocas décadas, la friolera de casi dos centenares.

El quiebre político del colonialismo, ya inaceptable para la sensibilidad moderna, dará lugar a ese nuevo diseño.

Uruguay resulta uno de los “ganadores” del final de la IIGM. Porque ha satisfecho necesidades de Los Aliados; materia prima y alimentos.

Pero esa ganancia será de corta duración, porque aunque teníamos un país con ciertas virtudes; civilismo, laicismo, derechos democráticos, derechos humanos (muchos vinculados con el batllismo, y con nuestra peculiar historia de la cual el batllismo es también fruto), se mantenía la estructura del despojo inicial del continente sudamericano: genocidio y etnocidio a originarios,  latifundio y servidumbre ideológica al mundo dominante.

El Reglamento de la Campaña, diseñado por Artigas, 1815, fue abandonado tan pronto como se pudo y durante todo el siglo XIX los abogadillos de “las dueños de la tierra” se dedicaron a recuperar lo repartido, desalojando a pobres de pedazos de tierra “mal habidos”.

El latifundio perduró. El batllismo transigió con esa estructura. Que aseguraba la debilidad del campesinado, de por sí ralo, y su propia fuerza, capitalina.

Una campaña deshabitada y macrocefalia urbana, denostada, pero inconmovible.

No teníamos ni la intención agrarista de un Zapata mexicano ni el sueño de los granjeros que caracterizó buena parte del robo a las tierras indias en América del Norte.

Las coyunturas de las guerras internacionales facilitaron nuestras balanzas de comercio y de pagos hasta entrada la segunda mitad del siglo XX.

Luego sobrevino “la crisis” y el ciclo de dictaduras sudamericanas vinculadas de patético modo con los sueños de insurgencias guerrilleras. La economía del mundo fue cambiando. Con impulsos tecnológicos cada vez más acentuados.

Desplazando aquel dominio de las economías nacionales de los primeros tiempos capitalistas hacia economías corporativas. Son los consorcios transnacionales, ahora, los ejes de la economía mundial actual. Black Rock, Vanguard. Algunos billonarios filántropos como Bill Gates, Warren Buffet, George Soros, también. Con ello, se han modificado sustancialmente las relaciones económicas y consiguientemente sociales: en primerísimo lugar, un cambio de escala.

Las economías, los flujos, las empresas, se han transnacionalizado, se han planetarizado.

Fueron esas empresas primermundianas las que arrasaron Nigeria, y toda África, buena parte del Asia y las Américas  (perfectamente coordinadas, si necesario, con “sus” gobiernos).

En otro escrito expliqué los rasgos relativamente benignos de nuestra satelización ya como país “independiente” desde mediados del siglo xix a mediados del xx. Remito a su lectura (“Uruguay: su abundancia de agua es su escasez”, ibíd., 27 jun 2023).

Así como a lo largo del s xx y lo que va del xxi, varios países fueron devastados por la extracción de petróleo –Nigeria, Ecuador, Irak– hemos entrado en una etapa de la economía mundial, mucho más fragilizada que antes, mucho más cerca de puntos críticos que nunca antes, donde el agua, como señala Hoenir Sarthou, será el elemento ansiado por excelencia.

Nuestro país tiene una frecuencia de agua como imaginamos que tiene Arabia Saudí de arena o petróleo. Vamos siendo la pequeña Nigeria del agua en América Lapobre.

La lista de acoso es escalofriante. Ya antes, a lo largo de comienzos del siglo XX habíamos tenido la fuga de un pariente del agua; la arena de nuestras playas, que constituyen la base de buena parte de la construcción de Buenos Aires (Argentina tiene mucha más arena que Uruguay, pero también la tiene más lejos).

Con total indolencia, el país se dejó  extraer la arena que únicamente satisfizo la coima de algunos inspectores municipales que hicieron cada vez la vista gorda… En algunas zonas de la costa uruguaya, han desaparecido por ese motivo, las playas.

Que han quedado alojadas en las edificaciones porteñas o bonaerenses.

¿QUÉ PASA CON EL AGUA?

Si decimos que una sequía dejó sin agua a Montevideo (y a una treintena de ciudades del centro sur del país), decimos una verdad a medias o a cuartas… Porque en realidad, la provisión de agua potable al centro potabilizador principal del Uruguay, en Aguas Corrientes, fue progresivamente estrangulado por el uso privado del agua, en contra de un plebiscito habido en el país que consagró su carácter público, que los políticos se encargaron, mediante resoluciones legislativas, “todo legal”, ir desmontando. Con la Ley de Riego se legalizó el desvío de agua hacia establecimientos privados; unas quinientas sustracciones mediante ductos o canalizaciones desde el río Santa Lucía. Puede uno preguntarse si el Santa Lucía podía seguir proveyendo de agua a la población  (unos 2 millones de habitantes) si tenía esas sangrías para mayor gloria de la agroindustria, aunque no hubiera habido sequía.

Pero la agroindustria, prendida de la misma teta que la capital y buena parte del territorio nacional, es peccata minuta. La nueva papelera, la tercera de la lista actual de fabricación de celulosa, toma 133 millones de litros diarios de agua dulce y devuelve unos 106 millones de agua dulce pero muy contaminada, con decenas de componentes industriales del procesado para la fabricación de celulosa,  que impide definitivamente el uso de ese efluente como agua potabilizable.

A la escasez resultante de agua para otras aplicaciones hay que agregar el detalle, nada menor, que esa agua tratada por la industria le llega totalmente gratis, como un derecho de pernada que usufructúan las transnacionales hipertecnologizadas sobre los tramos de mundo todavía natural.

Millones de litros diarios. UPM, que no da puntada sin hilo, tiene además el derecho de procesar el mal llamado “hidrógeno verde” en el terreno adjudicado para sus instalaciones (proyecto H24U); combustible para sus propios camiones. Pero ya hay otros proyectos para el mismo rubro; tantos que el diario argentino Ámbito Financiero ubica al Uruguay como “líder” en este rubro, es decir como el estado en la región que recibe más proyectos para poner a disposición agua para extraerle oxígeno.[6]

Como nuestros ríos y arroyos no dan abasto para un consumo que sobrepasa largamente las necesidades nacionales, hay que emplear, cada vez más agua subterránea. Parte de nuestro país  descansa sobre el Acuífero Guaraní (compartido con los otros países del Cono Sur americano), amén de otros acuíferos menores como el Raigon, en el sur.

Otro proyecto en danza es el de Google de instalar aquí refrigeradores para mantener en condiciones sus instalaciones, con la ayuda del agua subterránea uruguaya.

El país va siendo perforado, canalizado, horadado, para atender esas demandas globales.

¿QUÉ VA A PASAR CON LA CARNE?

Otro momento crucial se acerca para nuestro país. Una crisis, amplificada por grandes “benefactores” de la humanidad como Bill Gates a quien su fortuna cuantiosa le ha permitido convertirse en sabio sanitario, científico social, investigador y que gracias, suponemos, a su enorme sapiencia, quiere eliminar de la dieta humana a aves, peces, cerdos, ovejas, vacunos, renos, mariscos. Ni siquiera para convertirnos en vegetarianos, más bien para que tengamos el privilegio de ingerir proteína de soja (generalmente transgénica), porotos, grasa de coco, remolacha, combinados para dar apariencia de carne (de vaca). O de ingerir un tejido de “carne de laboratorio” (o sintética), que tiene -hasta el momento-  mucha menos renovación de oxígeno que los cuerpos vivos, con lo cual los tejidos procesados en grandes recipientes de acero inoxidable (al estilo de los que hoy se usan para procesar aceite o vino) generan hipoxia en tejidos cárnicos sintéticos, algo que arriesga elaborar sintéticos cancerígenos.

Amén de todos los factores que –sobre todo por procesos industriales ciegos, tontos y presuntuosos–  están resultando multiplicadores de fuentes cancerígenas, estamos a punto de aceptar uno más.

La invocación al gas metano producido por rumiantes, es absolutamente insensata; la aviación y el automovilismo producen mucho más; los rumiantes tampoco producen más que los pantanos que en el mundo existen. Y gracias al rumen, la diversificación alimentaria es mucho mayor para los seres vivos que habitamos el planeta.

Uruguay debe tener la economía más ligada a la producción vacuna del mundo entero. Por cantidad de habitantes. ¿Atisba el lector la crisis que puede caer sobre nuestro país si se consolida la ideología  que promueve el Foro Económico Mundial, el veganismo y el Big Pharma que tratan de articular el destino de todos como pacientes bajo control y tratamiento médico permanente?

¿Los mismos que han contaminado el planeta hasta en sus rincones más remotos; –el fondo de los mares, los glaciares, todo recubierto de microplásticos (de bolsas, canchas de fútbol sintético, calzado ídem)–  nos quieren persuadir de que son nuestros sanadores? Demasiado.

notas:

[1]  En el relato del Lazarillo de Tormes se lo reconoce; el huérfano hambriento asistente del mendigo ciego había logrado mediante una cánula, colocada con mucho sigilo, succionar algo del vino que su “patrón” recibía. Y el riesgo consiguiente de recibir una paliza si era descubierto.

[2]  Que se disolverá sin gloria al año siguiente, 1946, como mero acto administrativo.

[3]  The Project for the New American Century, NSA, set. 2000.

[4]  The American Interest.

[5]  Lo democrático era tan decisivo que hasta el estalinismo con toda su parafernalia doctrinaria socialista, proletarista, igual presentará a los gobiernos títeres de los estados ocupados y “liberados” por el Ejército Rojo durante la IIGM como “democracias populares”.

[6] Traduciendo, Uruguay es el estado más colonizado  de la región con capital y tecnología ajenas.

Publicado en Centro / periferia, EE.UU., Globocolonización, Poder mundializado, Uruguay

Israel ahora avasallada: el discurso como inversión de la verdad

Publicada el 27/08/2023 - 16/10/2023 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández –

Sumamente ilustrativa es la “reacción moral” que les ha acometido a sionistas escandalizados por las novedosas exigencias de la administración Biden al Estado de  Israel, en lo que atañe a “derechos palestinos”.

Nos tememos que el mismo Biden debe  estar también escandalizado. Pero es expresión de los tiempos que corren, tan democráticos, tan pluralistas, tan antirracistas, tan apegados al “pensamiento correcto”… este “aire de época” ha metido a Biden y a su equipo progre en este berenjenal ideológico y táctico.

Ya no tenemos  un Teddy Roosevelt que elegía la política del garrote para enderezar la fila de naciones satélites, ya no tenemos un Winston Churchill que se vanagloriaba de gasear “negros retobados” o de bombardear sus aldeas; ya no tenemos (por lo menos en la arena política), a un wasp de pura raza que proclame con fundamentos éticos, religiosos y científicos que a la raza  blanca dios le ha encomendado la tarea de guiar y/o domesticar a las otras razas (o quitarlas del medio, si molestan más de la cuenta).

Una escandalizada Caroline lo expresa con todas las letras: “Informe del Dpto. de Estado niega terminantemente que  el estado judío tenga el derecho de imponer sus leyes a los ciudadanos árabes.” [1]

Prosigue Caroline: “Veamos, por ejemplo, la sección del informe acerca de los esfuerzos de Israel  para combatir las tomas ilegales de los beduinos en el sur de Israel. De acuerdo con la oenegé israelí Regavim que documenta las construcciones árabes ilegales: la minoría beduina israelí ha ocupado tierra en la zona del Negev más extensa que Jerusalén, Tel Aviv y Bersheva unidos… Unos 82 mil beduinos  –menos del 1% de la población israelí–  han ocupado unos 150 mil acres [60 mil ha]. El otro 99% de Israel reside en unas 232 mil acres [algo menos de 100 mil ha]. Caroline emplea la comparación de Regavim pero no dice  que lo que habitan los beduinos es un desierto en el cual con minimalismo sobreviven humanos allí, y que los otros millones que habitan Israel lo hacen en otras condiciones radicalmente distintas, urbanas, industriales.

De acuerdo con Hashomer Hadahash, otra oenegé israelí,  ‘que protege las tierras rurales israelíes del terrorismo agrícola árabe [sic], los beduinos se han convertido en bandoleros que reclaman paga por protección.’

Caroline lleva con empeño el discurso a la inversión de lo que verdaderamente ha acontecido. Si no fuera históricamente deleznable habría que aplaudir la construcción de semejante libreto.

Repasemos: Caroline ve “esfuerzos de Israel para combatir las tomas ilegales de los beduinos en el sur de Israel”. Sin embargo, los beduinos han habitado esa región   –el desierto de Négev– unos cuantos siglos antes de que los sionistas en el s XX decidieran apropiarse de ese territorio. Caroline habla de toma “ilegales” porque los beduinos no han usado el derecho del ocupante; sin duda, el sentido común ancestral jamás les habría aconsejado usar ese derecho, porque el derecho del ocupante no rige para que lo ejerciten los ocupados: los beduinos ocupan porque saben a ciencia cierta o a experiencia vivida con el colonialismo, que los reclamos judiciales de los “originarios” no existen; si existen no son reconocidos.

Así que los palestinos en general, beduinos o no, carecen en Israel de todo amparo legal; por eso a palestinos a quienes se les arrebató la tierra (y generalmente mucho más) no se les ha reconocido derecho alguno en Israel, pese a todas las disposiciones “internacionales” en favor de refugiados, que obligan a los estados a diversos resarcimientos, que Israel jamás ha cumplido.

Hasta el diario israelí Haaretz ha informado que ’el 95% del agua disponible en la Franja de Gaza no sería potable y estaría mezclada con aguas residuales y plaguicidas’.[2]

¡Cosas veredes, Sancho! Mencionar tantas veces “el terrorismo  árabe” sin señalar los disparadores; lo que ha hecho el sionismo a lo largo de las décadas y ahora ya de los siglos es –precisamente–  ejercer terrorismo sobre la población palestina árabe, para seguir despojándola de sus tierras; arrancando de cuajo naranjos, vides y olivos algunos centenarios; arrojando aguas servidas de sus poblaciones hacia la tierra costera en que vive, por ejemplo, la población de la Franja de Gaza; impidiendo a campesinos y pobladores palestinos atesorar la escasa agua de lluvia y aplicando “torniquetes” por el estilo. Invadiendo sus aldeas, que palestinos mantienen con apego a sus cultivos en pequeña escala tratados con esmero, tan distantes de los proyectos agroindustriales que se impulsa en la moderna Israel, cargados de agrotóxicos.

Esta curiosa invocación a derechos humanos de parte de violadores sistemáticos y de muy larga data es una muestra de lo difícil que es alcanzar acuerdos con cierta justeza, dignidad.[3]

¿Qué es lo que ha disparado esta ola de quejas, advertencias, reconvenciones? Un señalamiento, apenas, del presidente estadounidense Biden sobre procederes israelíes ante los beduinos, por ejemplo, “ignorando su estilo seminómade de vida”.[4]

Hay, empero, otros puntos de fricción, que podrían explicar tanta molestia.

Pramila Jayapal, miembro de la Cámara Baja de EE.UU., ha provocado un cortocircuito cumpliendo el papel del niño pequeño que preguntó en voz alta en el desfile ¿por qué el rey está desnudo? Entonces, la verdad se hizo inevitable, incontenible.

La demócrata de origen indio Jayapal, morocha, dijo una palabra: que Israel era “racista”. Solo eso.

En su cámara salieron muchísimos otros demócratas a negar semejante afirmación y se dedicaron a pasar la mano por el lomo de la entidad, ya no mítica sino bíblica, que han auspiciado y protegido (invirtiendo las relaciones habituales, ese ente bíblico les ha dado de comer a la inmensa mayoría de congresales de EE.UU. bajo la forma de siempre generosas dádivas).

En las huestes demócratas se forjó un cuarteto de mujeres críticas a la conducta  de Israel hace unos pocos años, que ha devenido últimamente de ocho miembros (ahora mixto), bautizados como “la Escuadra”. Pero recordemos que los congresales demócratas en EE.UU. son ahora (que están en minoría) 212. Y que haciendo una simple regla del tres, vemos que la Escuadra” no llega ni al 4% de ese “cuerpo” legislativo…

Pero la indignación de Caroline Glick no tiene freno y eleva el discurso como inversión de la verdad a nuevas alturas.

Sostuvo que: “Biden se ha insertado  en las peleas domésticas israelíes acerca de los procesos judiciales como nunca lo había hecho hasta ahora el gobierno de EE.UU.” [5]

Esta afirmación de Glick es presuntamente cierta; lo que llama la atención es la ceguera militante de la comentarista para siquiera atisbar si los israelíes se han insertado en las peleas domésticas estadounidenses  acerca de una cantidad inmensa de cuestiones; la violencia en países musulmanes, los informes que resultaron falsos sobre armamento en países “no amigos”, los asesinatos del EdI de ciudadanos norteamericanos como Rachel Corrie o la periodista palestino-estadounidense Shireen Abu Akleh; la expansión territorial israelí durante las visitas presidenciales estadounidenses; el control por empresas israelíes de la frontera mexicano-estadounidense, con “la asistencia” de, por ejemplo, el Golan Group,  son apenas unos pocos ejemplos de la incidencia israelí en la vida y las decisiones de EE.UU. y sus habitantes.

Algunos investigadores van mucho más allá y hablan de una verdadera dependencia o sumisión estadounidense a manos de los que toman las decisiones desde Israel. Véase, por ejemplo, el enfoque de Gilad Atzmon, él mismo judío:[6] “Estados Unidos está dispuesto a sacrificar a sus jóvenes soldados, intereses nacionales e incluso su economía por Israel”.  “Los grupos de presión israelíes parecen creer que en realidad son más poderosos y ciertamente más importantes que la constitución estadounidense”. [7]

Y dos intelectuales norteamericanos, John J. Mearsheimer y Stephen M. Walt,  se preguntan y nos contestan: “¿Por qué los EE. UU. están dispuestos a dejar de lado su propia seguridad anteponiendo los intereses de otro estado? Podríamos suponer que el vínculo entre los dos países se basa en intereses estratégicos comunes o en imperativos morales muy convincentes. […] sin embargo, ninguna de esas dos explicaciones justifica la importante cantidad de material y apoyo diplomático que los EE. UU. proporcionan a Israel. En lugar de eso, el empuje de la política estadounidense en la región se debe casi totalmente a la política interna de los EE. UU., especialmente a las actividades del «Lobby israelí».” [8]

Con otra carga, decía lo mismo el carnicero Ariel Sharon: “Los judíos controlamos América y los norteamericanos lo saben”. No se equivocaba, aunque asquee tanta franqueza.

Estamos en una era de alta sensibilidad ante el escamoteo de libertades democráticas… propias.

Por eso, nos recuerda dolorido Weinthal, que: “La alegada interferencia de Biden en los asuntos domésticos de Israel ha sido una fuente de angustia entre algunos israelíes y en varios políticos republicanos aspirantes a la presidencia.” (ibíd.)

Biden no puede soportar tanto dolor y vejamen israelí: “le dijo a Herzog que le enviara a Netanyahu la convicción que el compromiso de EE.UU. [America, dijo],  hacia Israel es firme y a prueba de balas.” (ibíd.)

Y para que la reconciliación sea plena, Biden ha prometido un ‘plan nacional contra el antisemitismo’.[9]

La Doble Alianza (que en realidad es una triple, con el Reino Unido) sigue incólume.

notas:

[1]  Caroline Glick, ”The Biden Adminstration Sinister Turn Agains t Israel” (El gobierno de Biden hace una siniestra movida contra Israel), Newsweek,  24 marzo 2023.

[2]  http://www.palestinalibre.org/articulo.php?a=60509.

[3]  La violencia terrorista en Palestina se registra con asesinatos de comandos sionistas desde por lo menos la segunda década del s XX; los primeros atentados de ese tipo llevado a cabo por organizaciones palestinas datan de la séptima década del mismo siglo: durante medio siglo los palestinos fueron solo víctimas en el rubro abominable del “terrorismo”.

[4]  Glick, ibíd.

[5]  Weinthal, Benjamin. “Biden criticism of Netanyahu govt sparks anger as Israeli president set to adress Congress”, Fox News, 2023 07 19.

[6]  No sólo judío sino originariamente sionista y creyente de su abuelo, organizador de violencia contra palestinos. Como conscripto, confiesa, tuvo el sacudón de su vida, porque conoció, entre sonrisas de suficiencia de sus pares, las jaulas –que él había tomado como perreras– en que albergaban a los palestinos más dignos o rebeldes; jaulones donde no se puede permanecer ni acostado ni parado. Y a la vez, conoció personalmente a palestinos encarcelados y muy dignos. Y el sacudón psíquico fue tan fuerte que abandonó  primero el ejército, luego el sionismo y finalmente el país.

[7]  La identidad errante, Editorial Canaán, Buenos Aires, 2012.

[8]  The Israel Lobby and the United States Foreign Policy, 2006.

[9]  https://www.vozdeamerica.com/a/casa-blanca-lanza-primera-estrategia-nacional-contra-antisemitismo/, mayo 2023.

Publicado en EE.UU., Globocolonización, Palestinos / israelíes, Para salir del repollo

¿SOBERANÍA NACIONAL O DEPENDENCIA TRANSNACIONAL?

Publicada el 25/07/2023 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández –

En Primaria, una de las lecciones morales que recibíamos en la primera mitad del s xx, era la de la carrera entre la liebre y la tortuga.

Que nos mostraba que el orgullo de sentirse superior o mejor era la causa directa de la derrota. Por autoengaño.

Esa lección, mordiendo derrotas, la hemos experimentado en Uruguay en muy diversas competencias, tanto en fútbol como en ajedrez…

 

Estuvimos “sentados” sobre el agua corriente y potable con que contamos en la capital de nuestro país, como si fuera nuestro trono de orgullo. Ese “dormirse sobre los laureles” atribuido a la liebre de nuestro aprendizaje escolar es el que caracterizó al Uruguay moderno, que en muchos aspectos había sido pionero.[1]

El penoso ejemplo de la estulticia de la exministra “ambiental” Eneida de León, vanagloriándose de que teníamos en Montevideo una calidad del agua potable superior a la de Europa y en particular a la de Estocolmo (Ag. EFE, 15 mayo 2015) es apenas un botón de esa triste muestra de orgullo fatuo.

Hemos bajado a la realidad. Bastante más penosa y sórdida de lo que anticipábamos.

No tenemos agua potable para Montevideo y, en general, para dos tercios de la población del país.

Y llueven las explicaciones. Propongo un descarte metodológico: alejémonos por un instante de causas hipergenerales, sistémicas, de difícil probanza y centrémonos en  aspectos más concretos, accesibles, y modificables por nuestra voluntad política (si tenemos, claro).

Nos cuesta articular el calentamiento global y hasta el fenómeno climático de La Niña con nuestra crisis. En cambio, sabemos que la  cantidad de cianobacterias o de agrotóxicos en las corrientes de agua alteran su potabilidad y directamente nos afectan.

O que la sustracción desde nuestra principal fuente de agua potable –el río Santa Lucía– de centenares de cursos de agua; tubos, canales, construidos por agroexportadores para llevarse el agua a sus plantaciones afecta la disponibilidad de agua para potabilizar. Sabemos además, que éstas; por lo menos 500 tomas sobre el Santa Lucía,  fueron “santificadas” por una Ley de Riego (2017) que el gobierno concedió a sojeros y otros agroindustriales.

También sabemos del volumen que las celuloseras secuestran de nuestra aguas fluviales  y que el retorno, siempre menor que el agua secuestrada, es un líquido de mucha menor calidad ambiental, sanitaria.[2]

Sabemos, en una palabra, que todos los gobiernos posdictadura han estado celosamente unidos en el camino económico trazado. Trazado no desde el país, sino desde los grandes centros de política económica general. Blancos, colorados, frenteamplistas han coincidido en seguir el desarrollo tecnológico “imparable”, con costo ambiental creciente y cada vez más gravoso.

El arte, escueto, casi parco, ha sido, otra vez, más sabio que todos los técnicos informantes lacayos de los monopolios centrales, generadores del modelo de producción y consumo que deshace la  naturaleza, intoxica los suelos y sus habitantes –desde la microfauna hasta los humanos–. Honor a Leo Masliah y su Agua podrida.

 

¿Qué hacer?

Los recursos del poder establecido dan verguenza ajena. Nos referimos a los invocados por el gobierno, pero no solo el actual sino los que ya mencionamos en las últimas décadas.  Se quejan ante presuntas causas de ardua comprobación, que ya repasamos. Invocan la lluvia, un recurso que la racionalidad y los desarrollos tecnológicos de nuestro presente desestiman con desprecio o piedad.

Luego que se vino abajo la estantería aparecieron dos  vías de solución. Reapareció Casupá. Y habrá que saber porqué se desechó y postergó hasta ahora.

Y apareció con bombos y platillos el proyecto Neptuno, también llamado Arazatí, por el lugar platense visualizado para su emplazamiento. Un ventajoso negocio, le ofrecieron al país una UTE, con importantes empresas del rubro; SACEEM, un consorcio uruguayo de ingeniería; Berkes otro consorcio al parecer también de origen oriental, dedicado a ingeniería, plantas y caminos; y Ciemsa y Fast también empresas con domicilio en Uruguay  (aunque en general todas ellas registran actividades y enormes proyectos industriales en diversos países y continentes).

No sabemos el origen de semejante proyecto. Pero sí llama la atención la materia prima que encaran como base para tamaño emprendimiento. La materia prima de esa propuesta procesadora de agua potable –el agua bruta, en dos palabras– es la que proviene del Río de la Plata a unos cien km al oeste de Montevideo y por lo tanto a unos cien y pocos km al este (y al norte) de Buenos Aires. El agua bruta allí recogible es: a) por las corrientes marinas, a veces el agua proveniente del Paraná y del Uruguay, a veces del Atlántico (se ha calculado que el agua oceánica está allí presente alrededor de 90 días al año);  b) la ciudad de Buenos Aires –que tiene en su capital unos 3 millones de habitantes y en todo el llamado Gran Buenos Aires (GBA), unos 15 millones–,  vuelca sus efluentes cloacales al Río de la Plata, unos 12 km alejado de la costa argentina (hasta 2021 al menos, las aguas cloacales porteñas se descargaban a la altura del suburbio de Berazategui a ¡apenas 2 km y medio de la costa!); tales efluentes ingresarán inevitablemente en el caudal que se pueda tomar unos cien km al este en  el mismo río (aunque la toma esté alejada de la costa argentina y al lado de la uruguaya); c) la agricultura hoy existente, fundamentalmente en Argentina, pero con los demás países conosureños que no le van en zaga, arroja a las aguas ingentes cantidades de agrotóxicos que por vía de afluentes o por mera escorrentía, van todos al final a los ríos Paraná, Uruguay y el Plata, para hacer el estuario que llamamos Río de la Plata; d) los ríos que venimos analizando tienen otra multitud de desechos característicos de la sociedad industrial y se sabe que cualquier análisis de las aguas platenses contiene hidrocarburos, cianuro y bifenilos policlorados (PCB), por ejemplo. E insecticidas, plaguicidas, biocidas, en general; glifosato, bromoxynil, clorpirifos, para mencionar los más tristemente célebres.

Si semejante “caldo” como agua bruta requiere una capacidad de filtración costosísima, se plantea de inmediato si el sitio elegido por la entente del cuádruple consorcio es sensato. El negocio ofrecido es además llamativo: hacer toda la construcción ingenieril, con sus cisternas, filtros, cañerías para que el estado uruguayo pague más adelante, cuando reciba los presuntos beneficios.

Procurando acercarnos a la cuestión nos queda la pregunta qué harán estos empresarios con la salinidad del agua, ya no digamos con todas las impurezas que hemos repasado someramente. ¿Estimarán que el público uruguayo u oriental ya se habrá acostumbrado a ingerir “agua bebible” en lugar de potable, como nuestras autoridades nacionales han estado procurando persuadirnos?

La otra posibilidad sería, para el paquete Arazatí, encarar el costoso proceso de desalinización. No deja de ser llamativo que el muy irrigado territorio del Uruguay deba extraer su agua de consumo del mar. Nuestro territorio no solo tiene una fuerte irrigación de superficie, sino diversos acuíferos.

Lo que no tiene el territorio uruguayo es tanta superficie y disponibilidad como la que pretenden las megaindustrias que han ido aumentando la escala mediante fuertes apuestas tecnológicas que consumen –y estropean– cada vez más ingentes “recursos naturales”.

Estamos ante la misma ecuación que hace algunas décadas se sopesó para decidir si el país debía apostar a commodities o specialities. La agroindustria había ido aumentando su producción mediante la gran escala con enormes pasivos ambientales (producción de desechos, contaminación generalizada, pérdida de calidad, afectación de la salud [3]). Y tal ecuación “cerraba” sus números en las pampas argentinas, en las praderas norteamericanas. En nuestro país, esos rendimientos mágicos (y tóxicos) mermaban. Por eso, algunos veían promisorio que Uruguay apostara a producción diferenciada, de calidad, orgánica, para un mercado en expansión. Y no apostar a la producción a gran escala, en la cual poco podemos destacarnos.[4] No fue posible. El prestigio ideológico del tecnodesarrollismo a cualquier precio, el modelo norteamericano de trato de la tierra (y el agua, el aire) fue más fuerte…

 

Uruguay está ahora obligado a rehacer su red de agua potable. Hay conciencia del deterioro de muchos tramos (que incluso se teme permita el escurrimiento de parte del agua potable). Hacer nuevas tuberías para transportar agua a distancia es costoso. Habrá que cuidar el material a usar. Los tramos de un siglo atrás eran de hierro fundido. Con inconfundible “sabor” a viejo. Se lo suele sustituir por PVC.

La actualización de materiales merecería varios exámenes. Uno, fundamental, el carácter inerte de los materiales continentes. Porque sería miopía criminal optar por un material más económico o rendidor, si a la larga incorpora al circuito partículas indeseadas…

El hierro parece haber probado cierta seguridad. Recordemos el trágico error de incorporar el plomo a las cañerías de agua caliente (que se mantuvo todo un siglo, desde fines del s xix a fines del s xx) y que nadie sabe –ni el mundo médico quiso disponerse a saber– en cuanto puede haber incidido para el avance terrible de varias enfermedades mortales, “modernas”, bajo el atroz manto de la plombemia.//

[1]    En 1867 se inicia la distribución de agua corriente en Montevideo, por una empresa privada compuesta por un uruguayo y dos argentinos, que años después cederán todo el servicio a una compañía inglesa (que proveerá agua corriente y potable entre 1872 y 1951). Bueno es reparar que la ciudad más importante de la región, Buenos Aires, iniciará esa distribución en 1869 (todos estos datos provienen de Wikipedia).

[2]   En el caso de  UPM 2, la mayor del país, se estima que secuestran unos 133 millones de litros diarios y devuelve 107 totalmente contaminados por los efluentes que resultan del proceso industrial de fabricación de la celulosa. Ese volumen vuelve, en este caso al río Negro, pero será mucho más costoso tratar de recuperar aguas abajo algo de ese volumen, por todos los tóxicos así acumulados.

[3]  Véase el extraordinario y sobrecogedor trabajo fotográfico de Pablo Piovano “El costo humano de los agrotóxicos”, Argentina, 2015.

[4]  En el caso de las carnes vacunas, el suelo ondulado que caracteriza a casi todo el territorio no facilita la expansión de feed-lot, el último grito en producción industrial de carne bovina, que ha hecho furor en las pampas argentinas. La carne de feed-lot viene con una carga, totalmente insensata de antibióticos, antiparasitarios, y una serie de medicinas para permitirles llegar vivos a los ejemplares, que son matados a la edad más temprana posible.

Publicado en Centro / periferia, EE.UU., Globocolonización, Uruguay, Uruguay. Qué hacer

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