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Categoría: Para salir del repollo

“A 100 días del 7 de octubre de 2023…”

Publicada el 06/02/2024 por luissabini

por Luis E. Sabini Fernández –

Con los acontecimientos desencadenados a partir del 7 de octubre de 2023, la mayor parte de demócratas, occidentalistas, defensores de “los valores universales”, cultores del progreso, los medios de incomunicación de masas, prensa, radio, tevé, han optado casi unánimemente por el silencio, la ignorancia, esquivar el  bulto a tamaño asunto; “un genocidio en directo”, como dice José Francisco Fernández Bullón, algo sin precedentes.

Pero, inevitablemente se lo menciona. Con las cargas ideológicas, terminológicas adecuadas para neutralizar lo acontecido e, incluso, “dar vuelta” la terca realidad y, como consumados aikidokas, aprovechar los hechos en su favor.

En la  última edición del semanario Búsqueda, 18 ene 2024, una redacción anónima atiende el tema en una de sus derivaciones: “A 100 días del atentado contra Israel, el senador Gandini exige que Uruguay liste a Hamás como grupo terrorista”.

El mencionado es miembro conspicuo de la dirección política de este país, por lo cual su propuesta o “exigencia” se la puede considerar altamente representativa de corrientes significativas de opinión y/o convicción.

Examinemos el contenido de la nota, que reiteramos es anónima lo  cual seguramente permite “soltar la lengua” (o la pluma), que facilita sacar a luz opiniones, pero a la vez facilita enjuiciamientos que los firmantes hacemos únicamente bajo nuestra propia responsabilidad.

Dice la nota, en su primer párrafo, que “Hamás irrumpió en Israel y lideró una acción terrorista contra distintos objetivos en su gran mayoría civiles”. Falso. El copamiento de Hamas sobre territorios israelíes adyacentes a la Franja de Gaza (FdG), llevado a cabo con parapentes, motocicletas y una excavadora, logró alcanzar –¡oh maravillas de Allah!− algún kibutz, una fiesta rave casualmente mudada días antes a un espacio muy cercano (3 km) a la FdG. y, fundamentalmente −mediante un hábil golpe de mano estilo guerrillero− al cuartel de Israel para la FdG, con centenares de soldados o policías[1] atendiendo toda la estructura administrativa y organizativa para la región. En ese copamiento los asaltantes parecen haber tomado a buena parte del personal por sorpresa, matando a quienes apenas estaban buscando sus ropas, sus armas… Se trataba de un día feriado religioso. Los muertos estimados en el copamiento se estima en centenares (¿200, 300?). En los otros operativos llevados a cabo esa madrugada, el objetivo principal no fue matar sino “cosechar” rehenes (para poder intercambiarlos por los miles de palestinos presos, con causa judicial o sin ella).[2]

Algunos analistas (Chris Hedges, Seymour Hersh, Michel Chossudovski, Philip Giraldi y tantos otros) ponen en duda la espontaneidad del copamiento y tienden a interpretarlo como un gambito israelí, “dejándolos entrar” para poder reaccionar con empuje arrollador. Estos analistas saben de qué hablan, lo hacen desde las sociedades en que se decide; el centro planetario, y manejan fuentes que a nosotros en la periferia nos cuesta más acceder.

Volvamos al texto anónimo de Búsqueda. “Fue una masacre. Asesinaron a unas 1400 personas y otras 200 fueron secuestradas.” La primera cláusula es correcta; la segunda es falsa. Ya vimos la cruenta incursión en el cuartel. En la toma de rehenes hubo también muertos, pero aislados, por la lógica resistencia de quienes no aceptaban ser convertidos en rehenes.  Se trató de episodios particulares; algunos secuestros fueron llevados a cabo incruentamente. La tercera mortandad, otra vez masiva, se produjo con la llegada de tropas motorizadas israelíes a, por ejemplo, el escenario de la fiesta rave y en su playa de estacionamiento hacia donde se habían dirigido secuestradores con sus rehenes  y muchos participantes de la fiesta procurando escabullirse. Las huellas de la actuación de la seguridad israelí revela que con helicópteros artillados, se “peinó” el suelo, la playa de estacionamiento, los alrededores, arrasando la vida de todos los presentes, palestinos o israelíes. El estado en que quedaron muchos vehículos mostró la huella de los pesados helicópteros artillados israelíes. Los palestinos no tenían armas para provocar semejantes destrozos. Esa mortandad masiva también se estima en centenares, palestinos e israelíes casi indistintamente (hubo algún episodio en que israelíes lograron ser identificados como tales antes de ser barridos con munición pesada).

La conclusión preliminar: aunque no se pudo precisar los números al detalle, los tan reiterados ‘1400 asesinados por el Hamás’ no son tales. Ni son 1400 ni todos judíos. Israel no ha permitido ninguna investigación mínimamente independiente.

 

Pero el aspecto principal de este planteo y su gran mentira es  que la incursión de Hamás sobrevino en cielo sereno. Como una declaración de guerra artera y sorpresiva. Israel ha estado castigando de manera cruel y fríamente asesina a los habitantes de la FdG, en rigor desde 2006 (y a todos los palestinos en general). En un in crescendo atroz, cercenando las posibilidades vitales de esa pequeña región, paso a paso, cerebral, implacablemente, se neutralizó el puerto, se bombardeó el aeropuerto, se inutilizó la usina potabilizadora, se sabotearon las instalaciones de depuración de agua, se castiga todo acopio de agua,  se cuotifica la asistencia médica cuando no se puede atender en hospitales locales (se negocia cada salida sanitaria con una contraprestación de espionaje), se limita el ingreso de alimentos, de materiales de construcción, de todo lo necesario para la vida cotidiana. Para hacerlo todo más invivible.¡Desde hace 18 años!

Tenemos a la Roma del siglo xxi sitiando a la Numancia palestina. Porque, como en el caso romano, quienes se sentían dueños debieron soportar derrotas ante los porfiados gazatíes. Como en el caso del soldado finalmente liberado Shalit o cuando optan por evacuar sus colonias asentadas en Gaza tras la ocupación de tierras de 1967 (con su guerra sorpresa “de los seis días”), tras 38 años de ocupación con una veintena de colonias y unos 8000 intrusos. Que vivieron su rumbosa vida en medio del empobrecimiento generalizado de los natives.  Gastando en lavado de autos el agua que los niños palestinos no tenían para beber (un cronista italiano, Genaro Carotenuto, registró asombrado y asqueado esos contrastes).

Ya entonces decidieron los israelíes cómo iban a tratar el territorio y su gente, que les era tan hostil. Desarmaron todas sus instalaciones y abandonaron sobre el terreno todo lo que desecharon. Rompieron todo lo que no se llevaron, como las instalaciones de cultivos por goteo, eléctricas, etcétera, que los gazatíes iban a seguir privados de tener. Y esa misma noche, vuelos rasantes supersónicos, con sus estruendos ensordecedores lograron generar varios casos de enuresis en la población infantil, y

terrores nocturnos. “El carnicero” Ariel Sharon había prometido hacerles la vida imposible. Sus técnicas dejarían el proyecto Eshkol, artero pero indirecto, a la altura de un felpudo.[3]

Sigamos con la nota de Búsqueda: “Cancillería […] condena a ‘las acciones terroristas en curso contra la población israelí y [reafirma] su rechazo absoluto al terrorismo”. ¿A qué terrorismo? Porque el estado israelí ejerce terrorismo contra la población de Gaza (y palestina en general) desde hace décadas. ¿Qué es apostar francotiradores ante manifestaciones pacíficas, sin armas ni piedras, y balear en las ingles a manifestantes? Y cuándo las muertes por desangrado alcanzaron un número “inapropiado”, mantener “el trabajo” de los francotiradores cómodamente acostados en pequeñas cimas y cambiar el blanco a tobillos (generando así lisiados de por vida). ¿No es también terrorismo? ¿Y fusilar en el acto a una adolescente desesperada corriendo por la calle blandiendo una tijera común y corriente, en lugar de neutralizarla, qué es?

¿Y dejar morir a enfermos en puestos de control (los ckeckpoints que ha sembrado Israel en las calles donde transitan palestinos)? ¿Y matar a un pescador porque, tal vez siguiendo un cardumen se pasó de los 3 km de distancia de la costa a que los israelíes tienen prohibido sobrepasar? ¿Eso no es terrorismo? ¿Y matar a toda la familia porque uno de sus miembros ha ejercido un acto violento (que puede ser, según las circunstancias, un acto terrorista o un acto violento de venganza o incluso un acto justiciero)?

Si so pretexto de “perseguir para matar a un terrorista” el EdI derriba con artillería un edificio donde se lo supone alojado, y con el derribo las fuerzas de seguridad israelíes terminan matando cuatro vecinos, uno de ellos anciano y postrado, la cónyuge del buscado y sus cinco hijos, dos primos viviendo tras pared contigua (porque la población palestina jamás recibe autorización para edificar y si una familia crece debe acomodarse en la misma superficie), ¿esos seres humanos “conexos” con el presunto criminal (sobre el que pesa persecución policial sin juez independiente mediante) no sufren terrorismo?

En resumen: para apropiarse de tierras que no les pertenecían en el reino de este mundo (lo bíblico está más allá de los derechos civiles consagrados en nuestro tiempo presente; nadie pretende tierras cedidas por Visnú, Viracocha o Júpiter), los sionistas ejercen  terror. Un terror medido, con población palestina quieta; un terror sanguinario, cruel, asfixiante, con población palestina retobada.[4]

¿De qué terrorismo no quiere hablar el anónimo de Búsqueda? Hay que precisar palabras y conceptos. Y hacerse responsable por ellas.

“A más de tres meses de la invasión en territorio israelí, y en medio de una guerra declarada entre Israel y Hamás desde octubre que ha provocado  la muerte de miles de palestinos, el senador […]”.

El texto induce a pensar en una guerra, como las que hemos conocido tantas veces por los medios masivos de comunicación. Pero no hay tal. No existe una guerra entre palestinos e israelíes, ni siquiera entre Hamás e Israel.

Hay un estado que procura establecer su ley como única. Y una resistencia, de palestinos, que saben que les han arrebatado la tierra, la cultura, la vida y que se aferran con uñas y dientes a todo eso que fue SU vida, su tierra. Resisten como todos los pueblos despojados.[5]

Lo que hay entonces tras la alusión del autor anónimo a la guerra es una disposición genocida de Israel.

“Uruguay tiene que plantearse con firmeza la posibilidad de reconocer a Hamás como un grupo terrorista.” En este reclamo se ve claramente la voluntad de elegir al terrorismo que resulte criticable. Porque el terrorismo sionista, que ya fue espeluznante en la década del ’40, incluso antes, mediante acciones terroristas contra los propios judíos que no acataran los mandamientos sionistas, ese terrorismo no se tiene en cuenta. Pero sí otro terrorismo que es respuesta precisamente al sionista… Repito: se elige un terrorismo, se lo premia olvidando su carácter terrorista (que a mi modo de ver, dicho con la mayor serenidad, es mucho mayor y peor que el palestino).

“El senador recordó que en uno de sus puntos fundacionales se plantea el exterminio del pueblo judío.” Y cita, para abonar tal afirmación que el anónimo atribuye a Gandini [suponemos que correctamente] un pasaje de la Carta Fundacional de Hamás: “Israel existirá y continuará existiendo, hasta que el Islam lo destruya, de la misma manera que destruyó a otros en el pasado […].”

Pero, ¿dónde está lo del exterminio del pueblo judío? El anónimo redactor de la vergonzosa nota de Búsqueda iguala ‘el extermino del pueblo judío’ y ‘la destrucción de Israel’. Son dos afirmaciones totalmente distintas, como lo corrobora la existencia de muchísimos judíos antisionistas (como Norman Finkelstein, Ilan Pappé y tantos otros), de judíos ortodoxos antisionistas como Neturei Carta, e incluso de judíos que no aceptan semejante disyuntiva (como Gilad Atzmon, Israel Shamir) para no abundar en rabinos como el inolvidable Yeshayahu Leibovitz que definía a los sionistas liderados por Ehud Olmert o Menagem Begin como “nazisionistas”.

“Hamás invadió un país, cometió crímenes de guerra […]” Otra vez la descontextualización, la ignorancia deliberada de la historia, el aislamiento de hechos para mejor condenarlos. ¿Qué son los actos israelíes, florcillas del campo?

Como corresponde con la mejor liturgia democrática y occidental, la nota nos dice que Gandini quiere unir su moción con el homenaje  a las víctimas del holocausto judío durante la IIGM. Allí Gandini hará uso de la palabra. Y prevé atar los dos hechos. “Es inevitable el vínculo. El 7 de octubre fue el acto de exterminio contra el pueblo judío con más víctimas después del Holocausto”, señaló.

Por los datos recabados y aparecidos hasta el momento, el asesinato de “1400 civiles israelíes el 7 de octubre podría mutar en un copamiento tipo guerrillero que mató, sí, a centenares de militares o policías israelíes (y probablemente muchos combatientes palestinos también matados), y algunas decenas de civiles.

Pero más allá de las cifras (y su pretendida comparación con “los seis millones”) está la cuestión más grave, de los conceptos. Quién es el terrorista, como ya consignamos: la historia nos muestra algo muy distinto, por no decir opuesto, a la historia oficial. Como consigna Pascual Serrano: “los que luchan contra el terrorismo son los que asesinan a los trabajadores de la ONU, bombardean impunemente los edificios civiles y cortan los suministros de luz y agua a las ciudades [agrego que matan a periodistas que no estén a su servicio, quebrando el espinazo de todo periodismo]. En pocas palabras, en su ‘lucha contra el terrorismo’ Israel mata más niños palestinos que soldados mata el ‘terrorismo palestino’.” [6]

Lo que ha pasado es que el terrorismo fue arma decisiva del movimiento sionista para el establecimiento en Palestina. Y los palestinos terminaron contestando con violencia organizada y armada décadas más tarde.

Como no podía dejar de pasar, Jorge Gandini es citado al final centrándose en la figura del IHRA, una red forjada en Israel para impulsar la empatía con los judíos. La red cuenta con sus ramificaciones en 34 estados plenos y un puñado de estados observadores. “Gandini planteará que Uruguay pase de observador a miembro pleno. “Es el momento para hacerlo […].”

Si tanta fuera la sensibilidad ante el terrorismo como práctica política, no estaría de más reconocer que los primeros atentados con coches bomba en Palestina, fueron llevados a cabo por judíos, no por palestinos; y lo mismo pasa con los primeras cartas bombas, los primeros sabotajes a instalaciones industriales o de servicios públicos. También fueron los sionistas los primeros en atentar contra buses con pasajeros palestinos y en atacar a barcos.[7] Todas estas acciones fueron llevadas a cabo desde hace muchas décadas. Los palestinos encararon algunas acciones similares décadas después, cuando el agobio producido por el control sionista o israelí sobre la sociedad era ya aplastante.

Los palestinos fueron “pioneros” apenas en dos tipos de acción violenta: una suerte de hastío ante los arrebatos, expulsiones de la tierra, se convirtió en ocasiones en furia colectiva linchando a “los intrusos” [8] (1920, 1929), y las inmolaciones, con las cuales generalmente un palestino, con explosivos, procuraba acabar con la vida de judíos junto con su propia vida.

¡Hay que aprender a usar el concepto terrorismo!

 

Finalmente, apenas un apunte para romper la prédica tan occidentalista que reclama para sí la bondad, la pureza y coloca en Oriente la barbarie, la maldad y la violencia gratuita.

Nos informa Max Blummenthal, él también judío:

«Los familiares de los cautivos israelíes ya no tienen miedo de decirlo: su gobierno está matando a sus seres queridos con ataques aéreos, disparos y gases venenosos, todo para negar influencia política a Hamás: «Estamos matando a nuestro pueblo, protestan. La Directiva Aníbal está en vigor con efecto completo.» [9]

Dejamos al lector curioso que averigüe que es la Directiva Aníbal y, sobre todo, cómo y quién la aplica.

Agrego otro motivo: ¿no querrá Israel evitar un nuevo Gilad Shalit? □

[1]   Me resulta muy difícil discriminar en Israel personal (y funciones) militar y policial.

[2]   Indudablemente la causa de esta estrategia reside en la toma de un soldado israelí tomado prisionero durante la invasión a la FdG en 2005, en un cruento episodio con palestinos e israelíes muertos en el enfrentamiento. El prisionero, Gilad Shalit, permaneció como tal durante unos 4 o 5 años, y tras largas y penosas tratativas fue canjeado por 1027 palestinos, muchos retenidos sin causa ni condena, por “seguridad”. En su primera conferencia de prensa pública, sin llegar a defender a sus captores, reconoció sí, que no había sido torturado ni maltratado y que había comido normalmente durante todos esos años. Obviamente, fue su primera y última conferencia de prensa. Durante el primer o primeros dos años tras su captura, las fuerzas de seguridad israelíes hicieron incontables procedimientos, allanamientos, sin poder encontrar al prisionero. Significativamente, tales procedimientos arrojaron entre cien y doscientos palestinos matados, con lo cual quedó claro que la policía o el ejército israelí no sólo buscaba a Shalit sino especialmente buscaba castigar, y de un modo  absoluto y definitivo, −al estilo del dios de los judíos que  Netanyahu  tanto invoca− a lo palestino.

[3]  “El primer ministro israelí Levi Eshkol sugirió que los gazatíes se irían por sí mismos si Israel restringía radicalmente su acceso a los acuíferos, afirmando «Quizás, si no les damos suficiente agua no tendrán más opción, porque los huertos se marchitarán y morirán».” https://es.wikipedia.org/wiki/Franja_de_Gaza.  Los palestinos, entonces, no son  terroristas; son hombres de la tierra.

[4]   Frutilla del postre: la FdG no fue poblada en épocas bíblicas por judíos sino por filisteos.

[5]  Cuando el operativo de despojo es llevado adelante por una población diez o cien veces más numerosa que la local, y generalmente se lo hace con mejores medios de guerra, la resistencia es vencida; como pasó con la irrupción de españoles en el sur americano o de ingleses en el norte americano. Cuando la población invasora es aproximadamente igual a la desplazada, la resistencia aumenta, aunque la población invasora sea la que dispone de mejores medios militares. La derivación genocida así se agiganta.

[6]   “¿Quién decide quién es terrorista?”, https://www.lapluma.net/2023/10/31/58856/.

[7]  Véase el penoso recorrido que Mazin Qumsiyeh, cristiano, se atrevió a hacer: Compartir la tierra de Canaán, Pluto Press y Editorial Canaán, Buenos Aires, 2007.

[8]   Hay constancias de que tales “explosiones” de ira no eran del todo ciegas porque hubo casos de judíos no sionistas, asentados inmemorialmente en Palestina, que fueron protegidos por árabes palestinos de las razzias que procuraban matar a los “intrusos”.

[9]  Blummenthal es editor de The Gray Zone, https://www.google.com/search?client=firefox-b-e&q=max+blumenthal#ip=1.

 

 

Publicado en Centro / periferia, Destrozando el sentido común, Palestinos / israelíes, Para salir del repollo, Poder mundializado

Israel ahora avasallada: el discurso como inversión de la verdad

Publicada el 27/08/2023 - 16/10/2023 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández –

Sumamente ilustrativa es la “reacción moral” que les ha acometido a sionistas escandalizados por las novedosas exigencias de la administración Biden al Estado de  Israel, en lo que atañe a “derechos palestinos”.

Nos tememos que el mismo Biden debe  estar también escandalizado. Pero es expresión de los tiempos que corren, tan democráticos, tan pluralistas, tan antirracistas, tan apegados al “pensamiento correcto”… este “aire de época” ha metido a Biden y a su equipo progre en este berenjenal ideológico y táctico.

Ya no tenemos  un Teddy Roosevelt que elegía la política del garrote para enderezar la fila de naciones satélites, ya no tenemos un Winston Churchill que se vanagloriaba de gasear “negros retobados” o de bombardear sus aldeas; ya no tenemos (por lo menos en la arena política), a un wasp de pura raza que proclame con fundamentos éticos, religiosos y científicos que a la raza  blanca dios le ha encomendado la tarea de guiar y/o domesticar a las otras razas (o quitarlas del medio, si molestan más de la cuenta).

Una escandalizada Caroline lo expresa con todas las letras: “Informe del Dpto. de Estado niega terminantemente que  el estado judío tenga el derecho de imponer sus leyes a los ciudadanos árabes.” [1]

Prosigue Caroline: “Veamos, por ejemplo, la sección del informe acerca de los esfuerzos de Israel  para combatir las tomas ilegales de los beduinos en el sur de Israel. De acuerdo con la oenegé israelí Regavim que documenta las construcciones árabes ilegales: la minoría beduina israelí ha ocupado tierra en la zona del Negev más extensa que Jerusalén, Tel Aviv y Bersheva unidos… Unos 82 mil beduinos  –menos del 1% de la población israelí–  han ocupado unos 150 mil acres [60 mil ha]. El otro 99% de Israel reside en unas 232 mil acres [algo menos de 100 mil ha]. Caroline emplea la comparación de Regavim pero no dice  que lo que habitan los beduinos es un desierto en el cual con minimalismo sobreviven humanos allí, y que los otros millones que habitan Israel lo hacen en otras condiciones radicalmente distintas, urbanas, industriales.

De acuerdo con Hashomer Hadahash, otra oenegé israelí,  ‘que protege las tierras rurales israelíes del terrorismo agrícola árabe [sic], los beduinos se han convertido en bandoleros que reclaman paga por protección.’

Caroline lleva con empeño el discurso a la inversión de lo que verdaderamente ha acontecido. Si no fuera históricamente deleznable habría que aplaudir la construcción de semejante libreto.

Repasemos: Caroline ve “esfuerzos de Israel para combatir las tomas ilegales de los beduinos en el sur de Israel”. Sin embargo, los beduinos han habitado esa región   –el desierto de Négev– unos cuantos siglos antes de que los sionistas en el s XX decidieran apropiarse de ese territorio. Caroline habla de toma “ilegales” porque los beduinos no han usado el derecho del ocupante; sin duda, el sentido común ancestral jamás les habría aconsejado usar ese derecho, porque el derecho del ocupante no rige para que lo ejerciten los ocupados: los beduinos ocupan porque saben a ciencia cierta o a experiencia vivida con el colonialismo, que los reclamos judiciales de los “originarios” no existen; si existen no son reconocidos.

Así que los palestinos en general, beduinos o no, carecen en Israel de todo amparo legal; por eso a palestinos a quienes se les arrebató la tierra (y generalmente mucho más) no se les ha reconocido derecho alguno en Israel, pese a todas las disposiciones “internacionales” en favor de refugiados, que obligan a los estados a diversos resarcimientos, que Israel jamás ha cumplido.

Hasta el diario israelí Haaretz ha informado que ’el 95% del agua disponible en la Franja de Gaza no sería potable y estaría mezclada con aguas residuales y plaguicidas’.[2]

¡Cosas veredes, Sancho! Mencionar tantas veces “el terrorismo  árabe” sin señalar los disparadores; lo que ha hecho el sionismo a lo largo de las décadas y ahora ya de los siglos es –precisamente–  ejercer terrorismo sobre la población palestina árabe, para seguir despojándola de sus tierras; arrancando de cuajo naranjos, vides y olivos algunos centenarios; arrojando aguas servidas de sus poblaciones hacia la tierra costera en que vive, por ejemplo, la población de la Franja de Gaza; impidiendo a campesinos y pobladores palestinos atesorar la escasa agua de lluvia y aplicando “torniquetes” por el estilo. Invadiendo sus aldeas, que palestinos mantienen con apego a sus cultivos en pequeña escala tratados con esmero, tan distantes de los proyectos agroindustriales que se impulsa en la moderna Israel, cargados de agrotóxicos.

Esta curiosa invocación a derechos humanos de parte de violadores sistemáticos y de muy larga data es una muestra de lo difícil que es alcanzar acuerdos con cierta justeza, dignidad.[3]

¿Qué es lo que ha disparado esta ola de quejas, advertencias, reconvenciones? Un señalamiento, apenas, del presidente estadounidense Biden sobre procederes israelíes ante los beduinos, por ejemplo, “ignorando su estilo seminómade de vida”.[4]

Hay, empero, otros puntos de fricción, que podrían explicar tanta molestia.

Pramila Jayapal, miembro de la Cámara Baja de EE.UU., ha provocado un cortocircuito cumpliendo el papel del niño pequeño que preguntó en voz alta en el desfile ¿por qué el rey está desnudo? Entonces, la verdad se hizo inevitable, incontenible.

La demócrata de origen indio Jayapal, morocha, dijo una palabra: que Israel era “racista”. Solo eso.

En su cámara salieron muchísimos otros demócratas a negar semejante afirmación y se dedicaron a pasar la mano por el lomo de la entidad, ya no mítica sino bíblica, que han auspiciado y protegido (invirtiendo las relaciones habituales, ese ente bíblico les ha dado de comer a la inmensa mayoría de congresales de EE.UU. bajo la forma de siempre generosas dádivas).

En las huestes demócratas se forjó un cuarteto de mujeres críticas a la conducta  de Israel hace unos pocos años, que ha devenido últimamente de ocho miembros (ahora mixto), bautizados como “la Escuadra”. Pero recordemos que los congresales demócratas en EE.UU. son ahora (que están en minoría) 212. Y que haciendo una simple regla del tres, vemos que la Escuadra” no llega ni al 4% de ese “cuerpo” legislativo…

Pero la indignación de Caroline Glick no tiene freno y eleva el discurso como inversión de la verdad a nuevas alturas.

Sostuvo que: “Biden se ha insertado  en las peleas domésticas israelíes acerca de los procesos judiciales como nunca lo había hecho hasta ahora el gobierno de EE.UU.” [5]

Esta afirmación de Glick es presuntamente cierta; lo que llama la atención es la ceguera militante de la comentarista para siquiera atisbar si los israelíes se han insertado en las peleas domésticas estadounidenses  acerca de una cantidad inmensa de cuestiones; la violencia en países musulmanes, los informes que resultaron falsos sobre armamento en países “no amigos”, los asesinatos del EdI de ciudadanos norteamericanos como Rachel Corrie o la periodista palestino-estadounidense Shireen Abu Akleh; la expansión territorial israelí durante las visitas presidenciales estadounidenses; el control por empresas israelíes de la frontera mexicano-estadounidense, con “la asistencia” de, por ejemplo, el Golan Group,  son apenas unos pocos ejemplos de la incidencia israelí en la vida y las decisiones de EE.UU. y sus habitantes.

Algunos investigadores van mucho más allá y hablan de una verdadera dependencia o sumisión estadounidense a manos de los que toman las decisiones desde Israel. Véase, por ejemplo, el enfoque de Gilad Atzmon, él mismo judío:[6] “Estados Unidos está dispuesto a sacrificar a sus jóvenes soldados, intereses nacionales e incluso su economía por Israel”.  “Los grupos de presión israelíes parecen creer que en realidad son más poderosos y ciertamente más importantes que la constitución estadounidense”. [7]

Y dos intelectuales norteamericanos, John J. Mearsheimer y Stephen M. Walt,  se preguntan y nos contestan: “¿Por qué los EE. UU. están dispuestos a dejar de lado su propia seguridad anteponiendo los intereses de otro estado? Podríamos suponer que el vínculo entre los dos países se basa en intereses estratégicos comunes o en imperativos morales muy convincentes. […] sin embargo, ninguna de esas dos explicaciones justifica la importante cantidad de material y apoyo diplomático que los EE. UU. proporcionan a Israel. En lugar de eso, el empuje de la política estadounidense en la región se debe casi totalmente a la política interna de los EE. UU., especialmente a las actividades del «Lobby israelí».” [8]

Con otra carga, decía lo mismo el carnicero Ariel Sharon: “Los judíos controlamos América y los norteamericanos lo saben”. No se equivocaba, aunque asquee tanta franqueza.

Estamos en una era de alta sensibilidad ante el escamoteo de libertades democráticas… propias.

Por eso, nos recuerda dolorido Weinthal, que: “La alegada interferencia de Biden en los asuntos domésticos de Israel ha sido una fuente de angustia entre algunos israelíes y en varios políticos republicanos aspirantes a la presidencia.” (ibíd.)

Biden no puede soportar tanto dolor y vejamen israelí: “le dijo a Herzog que le enviara a Netanyahu la convicción que el compromiso de EE.UU. [America, dijo],  hacia Israel es firme y a prueba de balas.” (ibíd.)

Y para que la reconciliación sea plena, Biden ha prometido un ‘plan nacional contra el antisemitismo’.[9]

La Doble Alianza (que en realidad es una triple, con el Reino Unido) sigue incólume.

notas:

[1]  Caroline Glick, ”The Biden Adminstration Sinister Turn Agains t Israel” (El gobierno de Biden hace una siniestra movida contra Israel), Newsweek,  24 marzo 2023.

[2]  http://www.palestinalibre.org/articulo.php?a=60509.

[3]  La violencia terrorista en Palestina se registra con asesinatos de comandos sionistas desde por lo menos la segunda década del s XX; los primeros atentados de ese tipo llevado a cabo por organizaciones palestinas datan de la séptima década del mismo siglo: durante medio siglo los palestinos fueron solo víctimas en el rubro abominable del “terrorismo”.

[4]  Glick, ibíd.

[5]  Weinthal, Benjamin. “Biden criticism of Netanyahu govt sparks anger as Israeli president set to adress Congress”, Fox News, 2023 07 19.

[6]  No sólo judío sino originariamente sionista y creyente de su abuelo, organizador de violencia contra palestinos. Como conscripto, confiesa, tuvo el sacudón de su vida, porque conoció, entre sonrisas de suficiencia de sus pares, las jaulas –que él había tomado como perreras– en que albergaban a los palestinos más dignos o rebeldes; jaulones donde no se puede permanecer ni acostado ni parado. Y a la vez, conoció personalmente a palestinos encarcelados y muy dignos. Y el sacudón psíquico fue tan fuerte que abandonó  primero el ejército, luego el sionismo y finalmente el país.

[7]  La identidad errante, Editorial Canaán, Buenos Aires, 2012.

[8]  The Israel Lobby and the United States Foreign Policy, 2006.

[9]  https://www.vozdeamerica.com/a/casa-blanca-lanza-primera-estrategia-nacional-contra-antisemitismo/, mayo 2023.

Publicado en EE.UU., Globocolonización, Palestinos / israelíes, Para salir del repollo

una leyenda patria: EL AGUA ERA UN BIEN PUBLICO

Publicada el 18/07/2023 por ulises

por  Luis E. Sabini Fernández

28 mayo 2023

Por plebiscito nacional en el Uruguay quedó establecido que el agua era un bien público. Que debía atender las necesidades generales antes que las particulares. Que no era, por lo tanto, comercializable.

Estas declaraciones de principios me hacen acordar a las preguntas que un delegado de uno de los tantos soviets que de algún modo vehiculizaban el rechazo de la población rusa al viejo orden aristocrático tras el sacudón institucional de 1917, hacía al nuevo poder establecido, en las sesiones del Congreso Panruso de los Soviets en 1920: ‘Nos dicen que tenemos las aguas, pero ustedes administran los peces, nos dicen que ahora somos los dueños de la tierra, pero ustedes deciden quiénes y cómo sembrar; nos dicen que somos los dueños de los trenes, pero no tenemos derecho a desplazarnos’ …

Aquí en nuestro Uruguay nos plebiscitan que el agua es un servicio público, es “del pueblo”, nos llegamos a inflamar emocionalmente con nuestro progresismo institucional, pero la realidad subyacente transita muy de otra manera: el agua es administrada, o apropiada, por determinadas personas, físicas o jurídicas, y el destino del agua nos es tan ajeno como, al común de los orientales (o uruguayos) como a los campesinos rusos pobres una dictadura que invocaba su nombre (y representatividad).

La heteronomía en que la cuestión del agua se mueve, como tantos otros atributos a los que solemos otorgarle protagonismo, se patentiza únicamente en crisis de coyuntura.

El gobierno uruguayo aprobó una infame “Ley de Riego” en 2015, ratificando otras precedentes. ¿Por qué cabe el calificativo de infame? Porque borra, precisamente, con su mera aprobación, lo que se pretendió tener por aprobado con el Plebiscito por el Agua de 2004: que el agua es algo para todos.

Hubo un intento de resistencia desde sectores de la población uruguaya a la Ley de Riego, porque se entrevió justamente esa privatización, esa apropiación consiguiente del agua.

Pero el intento para derogar mediante referendo, esta Ley de Riego naufragó porque no se llegó al número de firmas requerido (un tope increíblemente alto, casi 700 mil firmas para poder habilitar apenas su discusión….).[1]

Desechado aquel recurso, quienes habían logrado mediante lobby extraer del Poder Legislativa la “sacralización” de su política de apropiación, se vieron “legitimados”: cientos y cientos de embalses empezaron a festonar el curso del Santa Lucía y sus afluentes. No sabemos si los embalsadores crearon sus reservas particulares en otras partes, con otras cuencas; pero sí se pudo ver que  en  la del Santa Lucía “se chuparon” buena parte del río.

Este desmadre pasó más o menos impunemente hasta que una sequía más intensa que la de los ciclos normales anuales, empezó a dejar sin agua potable a dos tercios de la población del país. Y allí se reveló en blanco sobre negro, el divorcio entre la verdad oficial del Uruguay democrático e institucional y la verdad de la milanesa del Uruguay real; que el agua en nuestro país la tienen, en primer lugar los poderosos, y lo que sobre, es para “todo el mundo”.

Cuando se ensayó la resistencia a la apropiación privada del agua se dijo claramente: “La nueva norma permite la creación de sociedades y asociaciones agrarias de riego con el objetivo de utilizarlo de manera colectiva y multipredial, mediante la construcción de represas en cuencas de agua. Los opositores de la medida alertan  que ésta puede resultar en el control y manejo privado del agua, una vez que será posible la participación de privados en estas asociaciones, algo que puede, por su vez, implicar en la creación de un mercado paralelo de este bien natural.” [2]

Aun con su lenguaje modoso, se dejaba en claro el daño. Solo que entonces era todavía potencial.

La modosidad linda con el ridículo cuando se aclara que la utilización del agua que se sustrae al cauce del Santa Lucía tendrá un uso colectivo. Mi impresión es que aunque se entrevió el tema, se lo visualizó sin advertir el atentado a la atención de las necesidades generales de la población.

 

Pero si tenemos en cuenta que desde la década de los ’60 ya se barajaba la necesidad de una fuente alternativa de agua para la capital, rompiendo la dependencia  de un único suministro para una ciudad que fue sobrepasando el millón de habitantes, y que ese suministro único de agua potable en realidad cubría por lo menos dos tercios de la población del país; ciudades como Canelones, Santa Lucía, San José, Juan Soler, San Jacinto, Libertad, Las Piedras, La Paz, Sauce, Pando, Atlántida, Ecilda Paullier y unas cuantas más, hay que llegar a la conclusión que la negligencia ha sido monumental, verdaderamente histórica.

¿Qué tenemos que hacer con declaraciones  de optimismo y lecho de rosas?, como las que fueron hilvanándose mientras se entregaba el río Negro a UPM por parte de ministros y otros encargados “del gobierno”; no recuerdo el nombre de una ministra, pero sí, con precisión, los porcentajes de potabilidad del agua que enarboló: que en tanto la calidad del agua alcanzaba en Suecia al 94%, ella conocía, científicamente, que la uruguaya alcanzaba el 97%.  Penosa puerilidad.

Propiamente, “espejitos de colores”. Lamentablemente, parecen inagotables. Hubo una escaramuza alrededor de límites de agrotóxicos: la Dirección de Servicios Agrícolas comprobó su uso reiterado incluyendo algunos prohibidos en viveros de UPM en Guichón, aplicaciones que por cierto no se limitan al perímetro del vivero sino que escurren y afectan notoriamente a productores linderos que han estado denunciando, durante años,  no sólo la contaminación sino el hecho escandaloso que UPM esté usando varios agrotóxicos que están prohibidos en el país.

El planteo de UPM fue recio, desde el poder incontestable: querían usar tales agrotóxicos; si no, tendrían que generar desocupación.[3]

La respuesta del estado uruguayo no fue insistir en no aceptar el uso tóxico, sino apenas, multar a quien no respeta las prohibiciones. Una política cómoda para una empresa, que puede salirse con la suya “pagando unos mangos”.

Pero ni siquiera eso. El gobierno condonó la multa (un millón de dólares) y UPM agradeciendo tanta “buena onda” le obsequió una “plantita” de ósmosis inversa para desalinizar (hasta dos mil litros por hora), que UPM usara en sus instalaciones cuando la construcción en Pueblo Centenario. Para usar en puntos críticos del complicado panorama del agua en Uruguay.

A quien se porta bien, se lo recompensa con un caramelo.

[1]    En la lucha en que algunos estamos empeñados para cortar con los infames contratos que entendemos son una vergüenza para el Uruguay, entre personas jurídicas, privadas e incontrolables, y gobiernos que por diversos y a menudo desconocidos motivos ceden a sus demandas, se juntan firmas para acabar con este abuso nacional y establecer algunas formas de control social, más desde abajo, por ejemplo, reduciendo de 25% a 10% el requisito de firmas para su reconsideración. Consigna Uruguay soberano.

[2]   https://www.world-psi.org/es/en-uruguay-mas-de-300-mil-firmas-contra-la-ley-de-riego.

8 nov. 2018.

[3]   https://www.ambito.com/mundo/uruguay/polemica-el-gobierno-autorizo-upm-usar-mas-agroquimicos-cuestionados-n5577489. Buenos Aires, 7 nov. 2022.

Publicado en Centro / periferia, Globocolonización, Nuestro planeta, Para salir del repollo, Salud. Y enfermedad, Uruguay

URUGUAY: La peculiar muerte de Yamandú Rodríguez

Publicada el 24/06/2022 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández

Una muerte acompañada de demasiados interrogantes y “desprolijidades”.

Su hija es informada desde la iglesia metodista en que su padre trabajaba, que la policía ha notificado que su padre murió de un paro cardiorrespiratorio.

Empezamos mal. El paro cardiorrespiratorio nunca, o casi nunca es causa de muerte (si se asfixia al occiso con una almohada, por ejemplo, entonces sí); es su consecuencia.

La hija concurre al reconocimiento del padre y percibe contusiones en su rostro, por lo cual pide caratular una denuncia por rapiña, que, curiosamente, no puede llevar adelante.

Porque la policía le aclara que el médico forense ya certificó su muerte (eso del “paro cardiorrespiratorio”) y con inmenso afán resolutivo encaminó todo el trámite de defunción.

¿Encaminado a qué, y cómo, y por qué? habrían sido las preguntas inmediatas. ¿Acaso el médico forense o la policía ya sabían  que no fue rapiña?

El muerto era activista prominente de «Hermandad Pro Derechos Humanos» que actúa buscando esclarecer y combatir el tráfico de personas, el proxenetismo.

Viuda e hijo del occiso presentan una denuncia policial en comisaría (3a.) por haberse dispuesto el entierro sin autopsia. Como si hubiese algún deliberado apresuramiento.

La comisaría no les entrega copia de la solicitud; apenas “un trozo de papel con un número” (supongamos de expediente), explican los consternados deudos.

La Hermandad por Derechos Humanos quiere saber qué pasó. Quien ahora aparece muerto había recibido amenazas de muerte y hace precisamente medio año se le había incendiado por completo su vivienda. Con lo cual cualquiera no necesita ser mal pensado para preguntarse ahora la causa de muerte.

La Hermandad entonces toma contacto con el director de Convivencia Ciudadana del Ministerio del Interior explicándole que los deudos han reclamado una autopsia por un entierro que consideraron prematuro. El director de Convivencia les aclara que no figura denuncia alguna ni consiguiente pedido de autopsia.

Dada la gravedad de las omisiones que la viuda y el hijo ven que se acumulan, le piden al director que, en el velorio, vea por sí mismo el cuerpo del occiso.

Santiago González, el director ministerial, puso allí en juego, ya que no la empatía ni la sensibilidad, sus dotes jerárquicas, aclarándoles que no era su función.

Los deudos le solicitan entonces que envíe personal idóneo para registrar lo de las contusiones y verifique el apresurado tratamiento de lo que ellos consideran una muerte bajo sospecha.

El director alega entonces que carece de personal a disposición. Que nadie vaya a creer que lo que le faltaba a él era disposición, faltaba más.

Pero una vez más, lo que “suena” es como un intenso afán de terminar cuanto antes con las dudas, las preguntas, el caso.

La Hermandad ubica el domicilio donde la policía dijo que fue encontrado el cuerpo. Un hotel… de alta rotatividad.

Siempre tan pulidos para hablar. Dicho establecimiento responde al nombre de Almirán. Adonde habría ingresado una pareja con la cédula de identidad de González.

Pero, ¡qué casualidad!, otra vez nada se pudo precisar ni identificar. Porque justo esa noche se pierde la hoja de registro de usuarios, que al menos teóricamente, se lleva siempre. Por lo tanto, no se puede precisar la identidad de la pareja. O al menos la mujer de tal pareja, ya que sí figura el documento de identidad de Rodríguez como el del otro integrante de dicha pareja.

Se hizo otra denuncia a la policía para ubicar pareja tan clave. Pero, probablemente por descuido o casualidad permanente, no se perician las cámaras de seguridad del local ni las de las inmediaciones. Probablemente la policía lleva todavía el método de rastreos de principios del s. XX o fines del XIX; se pregunta a vecinos, al barrendero, al lechero… Y no, nada se sabe.

Sigue faltando el celular del occiso. Y su laptop, qué ¡oh casualidad! Tenía una gran cantidad de datos y escritos sobre investigaciones que él y la Hermandad llevaba adelante… ya sabemos sobre qué tema.

No es novedad en “el paisito”.

Pero si estuviéramos en un país modelo de democracia occidental, “por aquello de que ‘la mujer del César no sólo debe ser sino parecer’ tendríamos que estar despejando tan penosas y ominosas dudas. Algo que a la jerarquía ministerial aludida no parece preocuparle. Porque no vamos a imaginar que se protege a delitos y sicarios.

¿O eso quiere decir que en Uruguay pueden pasar cosas atroces?, ¿no sólo hay delitos sino impunidad?

¿Y dónde estarían alojadas esas cadenas delictivas?

Rastrear los motivos de la muerte de Yamandú Rodríguez Pérez, los pasos legales y forenses, tan bien concertados para cerrar el caso, los errores y distracciones acontecidas, podría dar algunas claves.

 

 

 

Publicado en Para salir del repollo, Poder, Política, Uruguay

¿Nos ahoga el antisemitismo o la injusticia? Insisten en la victimización; celebran la matanza

Publicada el 12/08/2021 - 23/05/2022 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández –

Como si se tratara de una tragedia griega, los protagonistas de esta historia van acentuando sus rasgos, eliminando grisuras y medias tintas y ahondando la situación.

A comienzos del siglo pasado, con el conflicto ya desatado, había quienes creían en soluciones si no felices, al menos incruentas (Martin Buber) y quienes si bien no se hacían tales ilusiones, procuraban negociar o al menos apelaban a negociaciones en las que el sionismo jamás estuvo dispuesto a conciliación alguna, aunque siempre con ropajes democráticos (David Ben Gurion).

Hubo, empero, un dirigente de la plana mayor sionista, Zeev Jabotinski, que no se engañaba al respecto y por lo mismo no llamaba a engaño: de ideas fascistas, sostenía explícitamente que había que arrebatarles la tierra a los palestinos a sangre y fuego. Con la violencia que fuere necesaria. Agregaba: si yo fuera palestino, enfrentaría a los sionistas a balazos.

Pero el sionismo oficial adoptó los ropajes que campearon tras las Segunda Guerra Mundial: el fascismo quedó desacreditado, al menos de palabra, y llegó el momento de las democracias.

Para “hacer lo que había que hacer”, pero sin decirlo con el descaro fascista o jabotinskiano.

Y durante un largo siglo hemos visto el desplazamiento palestino y el asentamiento judíos, por etapas, por oleadas, pero siempre con violencia aunque a veces, se invoquen presuntas legalidades.

Si bien ya hace un siglo se sabía cuál era la parte débil y cuál la fuerte –en la huelga de la sociedad palestina con levantamiento y resistencia violenta; una intifada, 1936-1939–  los muertos palestinos fueron varios miles a manos de ingleses y judíos (y además, muy significativamente, ingleses muertos fueron unos 200 y judíos, aproximadamente el mismo número). No hubo un solo muerto entre ingleses y judíos, mostrando que estaban del mismo lado; reflejando así la articulación del poder colonial en Palestina).

Pero a medida que el Estado de Israel desarrolló sus capacidades operativas  –Israel se cuenta entre los principales fabricantes y proveedores de armas militares y policiales del mundo entero; y mantiene asesoramientos en seguridad sobre cada vez más estados del mundo– Israel reafirmó su poder fáctico, aumentó su impunidad por el uso de violencia, en tanto los palestinos, la sociedad despojada casi sin estructuras políticas propias, con escasos recursos materiales, fue disminuyendo su ya insignificante capacidad de fuego.[1]

La situación entonces, en los últimos veinte años, se ha ido agravando. Desde 2006, con la primera invasión propiamente dicha del ejército “de defensa” israelí a la Franja de Gaza.[2] Y las siguientes, cada vez peores, 2008, 2012, 2014, 2018…

Simultáneamente con este proceso de brutalización, coexiste la declarada preocupación con el aumento del antisemitismo, por ejemplo.

Como resume muy gráficamente un escritor judío, Michael Lesher, “judíos religiosos insisten en su victimización mientras celebran la matanza”. [3]

En rigor, la victimización judía no es nada nuevo, refiriéndonos a  situaciones de poder (muy distinto es el reclamo de judíos victimados, tan respetables como afros o gitanos, europeos o aborígenes también victimados).

Hace décadas, una sionista de primera línea, Golda Meir, acusaba a los jóvenes palestinos, que reaccionaban contra el arrebato de sus tierras, y les enrostraba que eran responsables de “hacerse matar por nuestros muchachos” (jóvenes sionistas perfectamente equipados y entrenados).

Los sionistas asesinaban, pero la culpa era de los asesinados.

Con tales inversiones de perspectiva (y valores) se hace difícil cualquier ecuanimidad, cualquier abordaje racional…

Pero lo señalado por Lesher y lo ilustrado por Meir, es un rasgo en permanente expansión, junto con el poder de control y fuego israelí para adueñarse de la tierra palestina, que denominan su “redención”, haciéndola sagrada otra vez.

En esa “redención” hay que entender el arrasamiento de la Franja de Gaza, una lengua de tierra poblada, como el resto de Palestina, por palestinos desde tiempo inmemorial, que recibió buena parte de los fugitivos provenientes de la Nakba de 1948, e incluso otra vez a los refugiados llegados en 1967,  ante un nuevo avance territorial israelí.

Dueño militar de la situación, Israel envió “pioneros” a ocupar la FdG, ahora sobrepoblada, a fines de los ’60. Por alguna razón, la ocupación judía no sobrepasó nunca los 5000 colonos, aunque con un despliegue material desconocido en esa tierra. Carreteras, redes de agua corriente, las mejores tierras de cultivo y para dominar panorámicamente, locomoción, suministros, que convirtió sus colonias en enclaves dentro del territorio empobrecido y diezmado de la Franja.

En 2005, el “Carnicero” Ariel Sharon decidió retirar a los colonos de la FdG para poder castigar más genéricamente a sus habitantes oriundos. Para “hacerles la vida imposible”, como aclaró. Los ocupantes sionistas, al retirarse destruyeron todas sus instalaciones para que ningún palestino gozara siquiera fugazmente de los “chiches” con que habían vivido los judíos allí, asolando a los natives. Y se esmeraron por dejar todos los escombros y desechos como “recuerdo”. A la noche, tras la evacuación la aviación israelí hizo vuelos rasantes con aviones supersónicos sobre la franja rompiendo varios tímpanos y provocando enuresis en niños.

Pero todo eso iba a ser peccata minuta al lado del infierno de artillería y  bombardeo con que se empezaron a “dedicar” a tratar la FdG. Con el significado político, psíquico, mediático, ideológico de tales procedimientos.

Un ejemplo nos lo brinda otra vez Michael Lesher recordando las “marchas de retorno; la del 13 de mayo de 2018, como la de todos los viernes, fue recibida a sangre y fuego, en tanto palestinos, sin armas, apenas procuraban arrojar globos incendiarios sobre los campos israelíes. Lesher menciona el alegato de un rabino que dice conocer (de Passaic, Nueva Jersey). Cito: “¿Condenó el implacable ataque israelí que arrasó edificios de apartamentos y exterminó familias palestinas enteras en el gueto de Gaza?“ Y a continuación transcribe lo que dice el rabino: “turbas salvajes empeñadas en matar judíos deambulan por las calles…”  Lesher aclara: “cuando escribió ese mensaje, el ataque más reciente de Israel  ya había exterminado a 113 personas dentro de Gaza, 31 de ellos niños, y había herido a 600 más.”

Y Lesher aclara: “Cuando escribió sobre ‘turbas salvajes’, no se refería a las bandas de matones judíos que, durante semanas, habían estado destruyendo cultivos y olivares por toda la Cisjordania ocupada por Israel. Tampoco mencionó los asesinatos de niños palestinos a manos de soldados israelíes. Lo que preocupó al rabino fue el número relativamente pequeño de palestinos que estaban comenzando a contraatacar.”

Como se ve, Meir tiene seguidores.

  • El ejército “de defensa” israelí encierra a niños palestinos en invierno en jaulas de acero a la intemperie. Jaulas, que usan preferentemente bajo clima de tormenta, de noche.
  • Los servicios penitenciarios israelíes ubican a presos palestinos en “perreras” cuyas dimensiones cúbicas impiden que el preso pueda erguirse o estirarse en momento alguno. Burlonamente, aclaran que es un gran ablandador.
  • Piquetes de colonos, amparados por el ejército, ingresan a las tierras de agricultores palestinos con cultivos milenarios y arrancan de cuajo sus plantíos, por ejemplo, olivares y naranjos.
  • Desde territorio israelí se organiza el vertido de efluentes tóxicos camino al mar, pasando por territorio todavía en poder de los palestinos, para emponzoñarles la tierra y sus cultivos.
  • En un clima seco, árido, con escasas lluvias, los militares israelíes derriban toda cisterna o depósito de agua de lluvia, que incluso se usaban ancestralmente en Palestina: los palestinos ahora ocupados (desde 1948) no pueden atesorar agua. Los militares destrozan esos emplazamientos a veces antiquísimos.
  • El Estado de Israel ha bombardeado con artillería aérea y terrestre ciudades como Gaza en la franja, con especial predilección sobre usinas, depuradoras, puertos, hospitales, escuelas, aeropuertos, mezquitas, carreteras, viviendas en edificios, a veces de 5 o 10 pisos, pulverizados parcial o totalmente.

Y todo ello, a lo largo de décadas por parte de un país que es presentado por las grandes potencias mundiales como una democracia.

  • A menudo, sonriendo, dirigentes israelíes han prometido volver a los habitantes de la FdG “a la edad de piedra”. Sin que a ningún progresista se le mueva un pelo.
  • Humorísticos dibujantes han estampado en remeras un tiro al blanco sobre el vientre de una mujer palestina embarazada explicando que se puede matar a dos con una sola bala. Aritmética orgullosa de lo atroz.
  • Los israelíes en general niegan estatuto humano a los palestinos. Salvo honrosas excepciones, como el citado Lesher. Y como siempre, con la mayoría que no hace las mayores brutalizaciones, pero las deja hacer.
  • Más de un millón y medio de seres humanos tratados así desde 2006… Quince años. El trato a palestinos fuera de la FdG, en Cisjordania, en Jerusalén, es similar. ¿Y la ONU, la OMS, la OMC., la Corte Internacional de Justicia de La Haya, la UE y tantos otros organismos y redes de la sociedad general, no han tenido nada que decir ni que objetar, ni preguntar? Tratándose, justamente, de una democracia modelo, como es presentada y vendida en el mercado político mundial el Estado de Israel.[4]
  • Hace menos de dos años una red de derechos humanos israelí, Adalah, informó de los reglamentos que siguen los militares israelíes, que autorizan expresamente a tirar a matar a niños palestinos, incluso por la espalda. Obsérvese que estamos hablando de asesinatos llevados a cabo con premeditación y particularmente alevosía. Sobre niños.[5] Programados en frío.
  • También se puso de moda, hace pocos años, atropellar niños palestinos en la calle. Un colono descarga así no sabemos si el odio o el desprecio. La policía nunca toma nota de tales atropellos, salvo para cubrir la retirada del conductor.[6]
  • Joan Cañete Bayle, comentarista y periodista barcelonés, ha comentado: “Ultraja que un estado que acaba de demoler veinticinco mil viviendas [con lo cual se mataron no sabemos si centenares o miles de sus habitantes] esté reclamando que sean sus empresas constructoras las que se beneficien de la reconstrucción financiada por la comunidad internacional. Esto sí que es chutzpah judía.” [7]

A la luz de este comportamiento no ya del Estado de Israel sino de la sociedad israelí, judeoisraelí, ¿cómo se entienden las quejas y lamentos que proliferan en los últimos tiempos?

Aquí hago un sucinto e incompleto relevamiento, extraído de autores judíos, muy preocupados por el aumento del “antisemitismo global”.

“Vocablos como genocida, apartheid, limpieza étnica, han colocado, erróneamente, un conflicto con claras aristas nacionalistas, territoriales y hasta religiosas, como parte integral, por ejemplo, de la búsqueda global de justicia y equidad racial.” ¿Qué significa esta falsa oposición? ¿Es que se pueden hacer conquistas territoriales a sangre y fuego y a la vez propender a la justicia y la equidad racial? ¿Existe siquiera algún caso?

Si eso no tiene sentido, evitemos el macaneo.

La autora de la cita [8] entiende que los vocablos que denuncia constituyen “una concepción ideologizada” de la realidad.

¿Y el sionismo qué es? ¿No es una ideología? O pretende Siegel Vann que el comportamiento de Israel carece de tal?

¿O no será un juego de palabras de Siegel Vann para evitar hablar de la realidad, cruda, atroz, que se esconde detrás de su palabrerío?

La misma autora, en el párrafo siguiente enuncia: “Independientemente de las interpretaciones subjetivas sobre este nuevo capítulo que abarca los designios genocidas de Hamás” […].

Una vez más el recorte, la mirada tuerta, muy bien recortada: da por sentados “los designios genocidas de Hamas”, pero omite los designios genocidas de Israel y el sionismo en la región, que son mucho más antiguos y de mayor alcance que los de Hamas y con un carácter similar (nadie dice ser directamente genocida; ambas partes proclaman la expulsión, la desaparición de la escena, no necesariamente del planeta…).

“En Estados Unidos, los judíos desde hace varios años se sienten cada vez más vulnerables […] el 88% de los judíos en dicho país está convencido de que esta patología social es un problema serio.”

Si hablamos de patología damos a entender que los palestinos están enfermos (locos incurables o alguna otra variante); si miramos la realidad y escarceamos (apenas) en la historia, vemos que los palestinos no están dementes sino despojados, maltratados, discriminados, engañados, torturados, encerrados, masacrados, asesinados…  Y por eso, algunos, muy pocos (como en cualquier sociedad) reaccionan y muestran su frustración y enojo ante tanto atropello.

Así que precisemos los términos de la cuestión: no existe, al menos en el caso palestino, una patología explicando cierta reactividad contra judíos; es el atroz comportamiento israelí el que levanta reacciones (entre palestinos, porque en el plano institucional, muy pocas, por no decir ninguna).

Más adelante nuestra comentarista se pregunta y nos pregunta por “la deslegitimación de Israel, la negación del derecho judío a la autodeterminación nacional, o sea lo que se conoce como antisionismo no es antisemitismo, es falsedad de falsedades.”

Si no entendemos lo problemático de pretender el “derecho judío a la autodeterminación nacional” en el territorio de Palestina, precisamente, no vamos a entender la cuestión de la que pretendemos hablar.

Nos permitimos citar lo que entendemos sabias palabras al respecto, pronunciadas ante la comisión especial designada por la flamante ONU para atender el reclamo sionista, pronunciadas en 1947 por el abogado palestino Henri Cattan, explicando que la Declaración Balfour (1917) se contradecía con otras promesas hechas a los árabes y precisando que “la Declaración Balfour fue hecha sin el consentimiento, por no decir el conocimiento del pueblo más directamente afectado por ella; cuando consideramos que es contraria a los principios de soberanía nacional y democracia y también a los principios enunciados por la Carta de la ONU, cuando consideramos que era incompatible con promesas hechas a los árabes antes y después de ella, tenemos la seguridad de que el deber de UNSCOP [la comisión especial de la ONU por su sigla en inglés] será investigar la legalidad, validez y ética de este documento.” [9]

Nada de lo que supuso Cattan fue tenido en cuenta por la UNSCOP.

En su abordaje, Cattan  aclaró que el reclamo sionista de la tierra palestina se basa en que hace unos dos mil años, los judíos habrían tenido allí un reino: “Si este documento se tomara como base para determinar cuestiones internacionales, ocurriría una dislocación mundial de enorme magnitud.” (ibíd.) Cattan mostró el peligro de encarar semejante método de asignación de territorios. Observe el paciente lector que no estamos hablando de dos siglos atrás, que ya sería altamente problemático, sino de dos milenios atrás…

Cattan mostró enorme lucidez e independencia de criterio: aun luego de acabada la 2GM y con el devastador panorama a la vista de asesinados, internados, desplazados, de millones de seres humanos, muchos de ellos judíos, se atrevió a sostener que: “Palestina no tenía nada que ver con los desplazados judíos que andaban por Europa.” (ibíd.)

A la luz de las matanzas y expulsiones que llevó a cabo el sionismo para adueñarse de esa tierra bíblica, el veredicto de Cattan contradice radicalmente la presunta legitimación de Israel: los palestinos son el atroz testimonio de ese arrasamiento llevado a cabo por el colonialismo occidental bajo ropajes sionistas.

Nuestra funcionaria del Comité Judío de los EE.UU. no escatima falsedades: se refiere a que un “supuesto control judío de los medios de comunicación” no es sino “reflejo del antisemitismo más rancio.” Le sugeriría no mencionar la soga en la casa del ahorcado. Y si su temeraria información fuera inocente, la invito a hacer estadísticas y leer historia.

El poder constituido se vale del viejo refrán “Mejor es no meneallo”: dar por buena la historia oficial o dominante.

La naturalización de la realidad por más sórdida y violenta que resulte es tan manifiesta en escritores como Dina Siegel Vann que se ofende porque: “Cinco países latinoamericanos, incluyendo desafortunadamente México y Argentina, avalaron  –en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU– una resolución injustificada exigiendo la creación de una Comisión Internacional de Investigación en Gaza e incluso en el propio Israel.”

Dicho consejo está constituido de modo variable año a año; y su composición ronda los 50 países miembros. Y tal vez, cierto desplazamiento político de dicho consejo inquiete a Siegel Vann. En la reunión plenaria de 2019, el CDH condenó sin ambajes los abusos criminales de la seguridad israelí contra la Marcha por la Tierra, que palestinos llevaron a cabo muchos viernes, pacíficamente, sin armas. Pero pese a la condena, el remate “político” del CDH entonces fue: “Algunas de esas violaciones pueden constituir crímenes de guerra o crímenes de lesa humanidad y deben ser investigadas inmediatamente por Israel», borrando con el codo lo que tímidamente había dado a entender, al entregar la capacidad de juicio al cuestionado.

Pero con la persistencia de la brutalidad israelí y la total falta de respeto por la vida de palestinos, en el encuentro anual del CDH de fines de mayo 2021, el dictamen final fue más duro: ya no es Israel que se juzga a sí mismo; es Israel lo que debe ser juzgado. Allí estuvieron “los cinco países latinoamericanos” que preocupan a Siegel Vann (particularmente, Argentina y México) firmando esta resoluciòn.[10] Que está en consonancia con las investigaciones que, con pie de plomo, llevó adelante la fiscal general de la Corte Penal Internacional de Justicia de La Haya, Fatou Bensouda, que llegó a conclusiones similares (particularmente centradas en torturas). Bensouda cumplió su mandato sin avanzar, a mediados de 2021 y su presentación quedó suspendida. Tendremos que ver qué pasa con el nuevo fiscal de la CPI, el británico Karim Khan.

Siegel Vann se extraña porque el Consejo de Derechos Humanos “ignora violaciones severas de muchos de sus miembros.” Un filósofo cristiano, Lanza del Vasto, nos advirtió de una matemática elemental: que alguno de esos estados tenga en su haber violaciones sistemáticas a los derechos de su población, lo cual es seguramente certero, ¿resta, descarga, las que haya cosechado Israel? ¡De ningún modo! Los delitos no se restan ni se compensan en cuenta corriente; en todo caso, agrava el cuadro.

 

Para no prolongar este texto con ejemplos, termino sosteniendo que la táctica sionista de dar por bueno lo acontecido en 1948, les permite luego ponderar qué hacer con los reclamos palestinos desde, por ejemplo, 1967. Y quejarse porque son excesivos, inaceptables. Que fue lo acontecido, exactamente en 1948, sólo que entonces en favor de la causa sionista.

[1]   Apenas un ejemplo: de los cohetes Kassam –que nunca fueron mísiles como tanta prensa occidental los ha considerado–, las brigadas que los han empleado contra Israel (Hamas, Yihad), han visto reducida su capacidad de fuego a globos incendiarios. Los palestinos no han dispuesto en las últimas décadas casi de armas de fuego, salvo la policía de la Autoridad Nacional Palestina, que las recibe, con instrucción incluida, del propio Estado de Israel, y consiguientemente son armas que se usan contra la población palestina.

[2]   Oleadas, con muertos, siempre palestinos, a veces miles, ha habido en 1948, 1967, 1987, 2000 antes de las que recordamos en el cuerpo principal como “invasiones”.

[3]   https://israelpalestinenews.org/a-jewish-reflection-on-israels-crimes-and-israeli-hubris/

[4]  Nos referimos a las actuaciones de todos esos supraorganimos en los últimos 20 años. (En 1947, cuando un comisionado de la flamante ONU, Folke Bernadotte, hizo un informe señalando los abusos sionistas, fue asesinado.) En tiempos recientes, hubo una excepción, entendemos que malograda en sí misma. El informe del juez enviado por ONU, Richard Goldstone, tras el atroz asalto de artillería contra poblaciones civiles en sus viviendas en la Franja de Gaza, condenó la actividad del Estado de Israel y la acción armada de Hamas. La sola comparación de poderes de fuego, la lista de matados en ambos bandos habla del nivel de responsabilidad de cada parte: 1400 palestinos matados (miles de heridos) y 14 israelíes; 11 de ellos militares. El informe Goldstone, inicialmente lapidario con el comportamiento israelí, fue reescrito (luego de tiempo y presiones) y Goldstone aligeró muchísimos de los cargos contra el comportamiento israelí.

[5]   Leandro Albani, http://www.rebelion.org/noticia.php?id=258021&titular=el-ej%E9rcito-israel%ED-tiene-v%EDa-libre-para-asesinar-a-ni%F1as-y-ni%F1os-palestinos-por-la-, 6 jul. 2019.

[6]   SILWANIC, Jerusalén, 15 abr. 2015.

[7]   https://decimaavenida.wordpress.com/2014/09/04/mercado-cautivo/.

[8]   Dina Siegel Vann, directora del Instituto Belfer del American Jewish Committee, Washington DC., EE.UU., en una nota titulada ¿Cómo impacta a América Latina el incremento del antisemitismo global”, 7 jun 2021.

[9]  Cit. p. Jorge García Granados, Así nació Israel, Biblioteca Oriente, Buenos Aires, 1949.

[10]  Los restantes latinoamericanos: Bolivia, Cuba, Venezuela. Brasil se abstuvo y Uruguay tuvo “el penoso honor” de ser el único país del sur americano en apoyar a Israel.

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