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Mes: junio 2019

La peste plástica está tomando nuestros órganos

Publicada el 17/06/2019 - 25/06/2019 por ulises

Por Luis E. Sabini Fernández.

Monsanto… hasta de sus últimas sílabas se podría extraer una filosofía de la inversión de la verdad, de que todo resulta opuesto a lo proclamado…

Monsanto es el agente clave para la expansión de la agrondustria que le ha signficado a la humanidad, el campesinicidio más generalizado (lo cual en cifras no tiene parangón con ningún otro trastorno demográfico y ocupacional en la historia humana; baste pensar que hace un siglo las sociedades podían tener un 75% o un 90% de población dedicada a tareas rurales y hoy se estima en 2%, 4%, 10% la población “dedicada al campo” en la inmensa mayoría de los estados del orbe).

Esa “extirpación” del campesinado no es el mero avance de la humanidad; no es el canto al progreso-siempre-mejor que nos insuflan desde los centros de poder; es una suma algebraica de avances y retrocesos de los cuales la historia oficial solo nos muestra, siempre, “los avances”.

Hay un formidable avance en los medios de comunicación y en los de transporte, pero también una pérdida de experiencia y conocmiento para tratar a la naturaleza, por ejemplo.

Pero Monsanto dista mucho de haber sido –y seguir siendo− únicamente  el pivlote de la “La Revolución Verde”, la agroindustria y la contaminación de los campos.

Durante la guerra que EE.UU. desencadenó para imponer la democracia en Vietnam  (y que tras 14 años tuviera que abandonar), por métodos, no precisa-mente  muy democráticos, el papel de Monsanto fue protagónico: proveedor, aunque no exclusivo, de Agente Naranja; el agrotóxico que la aviación de EE.UU. diseminó masivamente en los campos vietnamitas para  “quitar el agua al pez”.[1]

Pero las contribuciones monsantianas vienen de tiempo atrás. Fundada en 1901 para elaborar productos químicos inicialmente dedicados a sustituir alimentos naturales,  −los cada vez más conocidos y difundidos aditivos alimentarios−  como, por ejemplo, vainilina para cortar la dependencia culinaria hacia las islas Célebes de donde se la extraía tradicionalmente.

Tal comienzo debía haber abierto los ojos de los contemporaáneos. La sacarina, uno de los primeros producos de Monsanto, de la primera década del s.XX, ha sido desechada por tóxica. Con su extremo dulzor con dejo amargo.

Con el paso del tiempo, su capacidad de incidir en el “desarrollo tecnológico” se fue ampliando y la consiguiente toxicidad de su producción también. Desde la década del ’20 produce PCBs, los temidos polibifenilclorados que luego de décadas de uso “inocente”, o más bien impune, se iban a revelar con una altísma toxicidad generando innumerables cánceres infantiles.

 En la década del ’30, significativa y sintomáticamente Monsanto se convierte en productor de primera línea de otro gran triunfo de la modernidad ciega y soberbia, derrochando venenos en el planeta, expandiendo el uso de los termoplásticos, encontrándose así en los puestos de “vanguardia” para el envenenamiento planetario.  Estos plásticos, como los anteriores (rígidos) tenían un rasgo que debía haber hecho reflexionar un tanto: eran materiales no biodegradables. El idioma humano no tenía siquiera una palabra para enunciar semejante realidad. Hasta los “logros” de la petroquímica, nuestros materiales, nuestros objetos, eran naturaleza. Y por lo tanto, a la corta o a la larga, “volvían” a ella; una suerte de reciclado (a veces muy complejo, pero siempre total). Pero con los plásticos se rompen los ciclos naturales (para no mencionar los bióticos, ahora amenazados). La naturaleza no puede reabsorber, reasimilar productos engendrados de tal modo que han perdido todo parentesco con el mundo natural.

Lo que podía haber sido una advertencia sobre un camino ominoso fue en cambio muy bien recibido para abaratar costos, mejor dicho para abaratar los costos del capital. Que prefiere productos baratos en lugar de buenos. Una cuestión de rentabilidad, pero empresaria, no social, aunque todos sus argumentos se basan en que se trataría de rentabilidades de la sociedad.

Con el horizonte de una guerra inminente y el recuerdo de la anterior con sus peripecias en las trincheras, los soldados asolados por chinches y piojos, investigadores se dedicaron a pergeniar insecticidas. Así Monsanto trajo al mercado el DDT (descubierto por un técnico suizo alemán en 1939), una solución radical a las vicisitudes provocadas por insectos. Sin embargo, la guerra que se desata en 1939 no tendrá trincheras;  la aviación y los bombardeos cambiarán el panorama y la estructura de las guerras, y los insecticidas quedarán arrumbados. Por eso, en la posguerra, los laboratorios buscarán empecinadamente nuevos usos a sus investigaciones y aplicaciones  y empezará así la aplicación de insecticidas a la agricultura. Será el momento del combate químico a “las plagas”. Que hasta entonces se atendían y enfrentaban mediante usos físicos o biológicos. Así llegaremos a la Revolución Verde.

Monsanto resultó, una vez más, pieza clave, pivot del Ministerio de Agricultura de EE.UU. (USDA) cuando en los ’90 el gobierno norteamericano decide un plan alimentario mundial, “basado en las pampas argentinas y las praderas norteamiericanas”.[2]  Cuando  los emporios de la agroindustria  estadounidense se sintieron fuertes como para adminstrar los alimentos del planeta.[3] Este plan se desencadena a partir del recurso de la ingeniería genética aplicada a alimentos, con la producción masiva y en permanente expansión de alimentos transgénicos.

Antes, Monsanto había tenido el dudoso honor de patentar otro edulcorante, probablemente más tóxico que la problemática sacarina: el aspartame.

Son varios, entonces, los “aportes” a una alimentación degradada, tóxica, como por ejemplo la somatotropina bovina, una hormona que ha sido rechazada de plano en los mercados europeos, por ejemplo (aunque en EE.UU. se la consume libremente). Fue diseñada para aumentar la produccion de leche y los reparos provienen de que diversas investigaciones la asocian fuertemente con cánceres de mama y de próstata.

La “perla” de tantos nefastos aportes, siempre tolerados por la autoridades sanitarias de EE.UU. y sus satélites y claramente adoptados y aplaudidos por el mundo empresarial “moderno”, ha sido el tratamiento y el procesamiento de los plásticos que no son alimento pero que tienen una  insidiosa cualidad y están muy vinculados a los alimentos.  Como ya es de público conocimiento, las montañas de plásticos; los basureros gigantescos compuestos en un 90% de material plástico, las islas oceánicas, flotantes, con superficies mayores a las de los más grandes países del planeta, constituyen un problema de creciente actualidad.

Pero se trata de un problema menor, pese a su envergadura, ante la cuestión de otro aspecto descuidado de los desechos plásticos: sus micropartículas. Que están urbi et orbi.

Como lo plástico, ya dijimos, no es biodegradable, la erosión va achicando, rompiendo, despedazando los envases,  las bolsas, hasta perderse de vista. Pero así, microscópicas, siguen siendo partículas. Que no se biodegradan, que respiramos e ingerimos a diario.

Una cancha de fútbol de pasto sintérico, debido a la fricción a que su superficie es sometida, es un sitio “ideal” para la producción de micropartículas plásticas.

La erosión en general; el agua y el viento producen permanentemente micropartículas plásticas.

Hay quienes empiezan a preguntarse a dónde van las partículas que se desprenden permanentemente de los materiales plásticos que están prácticamente en toda nuestra vida cotidiana. La pregunta es, como siempre, tardía. Porque el sentido común ha cedido el paso al lavado de cerebro que nos encanta y cautiva con lo novedoso, lo moderno.

Finalmente, la Universidad de Newcastle, Australia, tras laboriosos conteos de material “iivisible a los ojos” ha establecido magnitudes aproximadas de consumo involuntario de micropartículas plásticas: unas cien mil al año, que traducido  en peso equivaldría a unos 250 gramos. Otra estimación que han hecho con semejante ingestión: unas 50 tarjetas de crédito al año (a razón de un peso de 5 gr. por tarjeta, lo que equivale a una tarjeta ingerida por semana, por vías respiratoria y disgestiva).[4]  Porque las principales fuentes de ingreso a nuestros cuerpos de tales micropartículas es mediante alimentos, agua y aire.

Se ha verificado, por ejemplo, que el agua potable en EE.UU. tiene el doble de tales micropartículas respecto de la correspondiente europea. (ibídem)  Pensemos, un minuto apenas, cuántas de tales partículas  puede haber en las aguas potables de países como Uruguay, Argentina, Brasil…

El mundo médico ha sido más bien remiso en informar qué puede ocurrir en nuestros cuerpos con los microplásticos. Y sin embargo, hay investigaciones de biológos como los norteamericanos  Théo Colborn, John Peterson Myers y Diane Dumanovsky[5] , por ejemplo, que a mediados de los ’90 relevaron la presencia de partículas plásticas invisibles de policarbonato (PC), de polivinilcloruro (PVC), en numerosos animales que presentaban, junto con estos “alteradores endócrinos” diversas malformaciones o trastornos en la vida sexual y reproductiva. Y, por ejemplo, rastrearon la presencia de Bisfenol A (ingrediente del PC), un reconocido alterador endócrino, en bebes (sus biberones estaban hechos de PC).

Nuestra estulticia, no sabemos si tiene precio, nos tememos que sí. Pero lo que es indudable es que es inmensa.

notas:

[1]  Técnica de las llamadas contrainsurgentes empeñadas en debilitar los apoyos a los guerrilleros clandestinos. Eliminar naturaleza y boscajes para quitar lugares de escondites y protección. De paso, arruinar también la provisión de alimentos…

[2] Dennis Avery, Salvando el planeta con plásticos y plaguicidas, Hudson Institute, Washington, 1995.

[3]  El plan, por suerte, resultó insuficiente, sobrepasado por un planeta y una población indudablemente mayor y más compleja que el diseño del USDA. Poco después, los pretendidos diseñadores norteamericanos de la alimentación mundial iban a tener que incluir a Canadá, Australia y finalmente Brasil más zonas menores en el diseño del plan mundial de control alimentario. (Véase Paul Nicholson, “Los alimentos son un arma de destrucción masiva”, 2008, www.rebelion.org/noticia.php?id=178160).

[4] Kala Senathiarajah y Thava Palanisami, “How Much Micropolastics Are We Ingesting”, 11 junio 2019. Cit. p. J. Elcacho, kaosenlared, 13 jun. 2019.

[5]  Our Stolen Future, Dutton, Nueva York, 1996. Hay edición en castellano, España, 2006.

Publicado en Agronecrófilos, Centro / periferia, Ciencia, Conocimiento, Destrozando el sentido común, Globocolonización, Nuestro planeta, Nuestros alimentos, Para salir del repollo, Poder mundializado, Sociedad e ideología

Escamoteando verdades de emprendedores y cartoneros

Publicada el 13/06/2019 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández –

El senador peronista Miguel Ángel Pichetto, devenido candidato vicepresidencial, con sus planteos de última hora, indudablemente ligados a su nuevo rol político, ha sacado a luz en una suerte de strip-tease ideológico, propio de los momentos de cambio, de modificación de una situación.

“Muchos más emprendedores tecnológicos, mercados libres y pocos cartoneros.” [1]

Con esos tres pasitos, Pichetto desnuda toda su concepción del mundo, tan “normal”, por otra parte: 1) apuesta a la modernización permanente; 2) invocacion de un mantra cada vez más ideológico y menos real, puesto que si algo sucede con “los mercados” es que son cada vez más regulados y menos libres, y 3)… la frutilla de la torta: la idea que el capitalismo, cada vez más tecnologizado funciona sin desechos, funciona limpiamente. ¿Para qué cartoneros, entonces, salvo para darle una tareíta a los “caídos del sistema”, una tareíta filantrópica (porque somo tan buenos)?

Este tercer elemento revela la atrocidad escondida. El capitalismo se ve a sí mismo como limpio, puro, energético, pujante. Nuestro capitalismo “colonial”, de la colonialidad, como dicen quienes han visto cómo se prolonga la mentalidad colonial cuando ya no existe jurídicamente.

Ni siquiera muchos titulares del capital metropolitano se atreven a sostener esta visión finisecular (pero del siglo XIX, no del XX).

Porque la verdad es que el mundo de Pichetto (y de todo progresismo también, no es una exclusividad neoliberal y oligárquica), el que vivimos cada día, es un mundo que produce una montaña de inutilidades y desechos (casi todos ellos tóxicos), que está afectándonos cada vez más directamente, exterminando la biodiversidad planetaria, contaminando los mares, arruinando el gigantesco almácigo planetario de los fondos oceánicos, incrementando peligrosa e irreversiblemente la presencia de dióxido de carbono en nuestra atmósfera, recalentando mares, aire y continentes.

En rigor, necesitamos cada vez más ser cartoneros, recuperadores, pero no en los márgenes, como hoy, sino en la política que atienda el futuro de la humanidad y del planeta y no el de los grupos de poder que constituyen un equipo biocida, ya no solo genocida.

Pichetto remata la frase citada con un pensamiento piadoso, tan falaz como lo anterior:  “No quiero ser despectivo. [sic] Pero tenemos que alentar el mundo del trabajo.” ¿Qué alienta entones, Pichetto como trabajo? Podría ser el aumento de los puestos de trabajo tecnológicos.

Pero nada nos dice Pichetto  –lo ignora y no le importa− que el desarrollo tecnológico que venimos conociendo no sólo es ambientalmente criminal, con todas sus externalidades, sino que además es un terrible supresor de puestos de trabajo. Baste un ejemplo: la agroindustria no sólo está contaminando tierras y lo que fueron bosques, por ejemplo; no sólo está alterando la biota de todas las aguas;no sólo está exterminando la biodiversidad,  arruinando las poblaciones de insectos −que son los polinizadores del planeta−,  sino que está suprimiendo el campesinado; causa primordial de la sobrepoblación suburbana que los economistas denominan NBI.

Es decir, que, más allá de sus palabbras (y hasta buenas intenciones, que se hace difícil intuir), Pichetto acepta y promueve la desocupación generalizada, para que el núcleo “dinámico” de la sociedad la lleve adelante.

Y para la desocupación creciente están los dos recursos tradicionales: 1) aumento de puestos “de seguridad” y 2) represión, que es “apenas”  la seguridad puesta en práctica, es decir la misma violencia sufrida desde el otro lado. Con el primero, esconde la desocupación; con el segundo asegura la vigencia de los males generados.◊

 

[1] www.infobae.com/politica/2019/06/12/miguel-angel-pichetto-la-argentina-necesita-mas-emprendedores-tecnologicos-y-menos-cartoneros/

Publicado en Argentina, Globocolonización, Poder mundializado

Matemática imperial: Israel x Trump = Acabar con la cuestión palestina

Publicada el 03/06/2019 - 08/06/2019 por ulises

Por Luis E. Sabini Fernández –

Ofensiva mundial de la extrema derecha liberal

Hasta el menos avezado en política internacional advierte el endurecimiento de EE.UU. y en general del eje geopolítico planetario que pasa por EE.UU., el Reino Unido (cada vez más entre paréntesis) e Israel.

Mi impresión es que los palestinos han iniciado la esforzada Marcha del Retorno (desde 30 mar 2018) como respuesta a la política que el tándem Trump-Netanyahu ha decidido llevar adelante y que es, sencilla y brutalmente, “la solución final” a la cuestión palestina. Bajo el ominoso nombre de “Plan de Paz” que, al desconocer toda especificidad palestina, se lo debe llamar Plan de Paz de los cementerios. Porque se trata de un plan para borrar la cuestión palestina. Para Netanyahu-Trump, no hay palestinos. Como en “los primeros tiempos”, con Israel flamante, su canciller Golda Meir sostenía con desenfado y desprecio: “los palestinos no existen”, y por lo tanto no corresponde ningún reclamo al respecto; ni de tierras, ni de territorios, ni de soberanía, ni de rendición de cuentas,  de nada.

Lo que empezó con pequeñas usurpaciones legales (mediante compras comerciales, a precios tentadores, a propietarios turcos latifundistas ausentes) a fines del siglo XIX; siguió diezmando la rebelión de Palestina en 1936, cuando ya sectores considerables de su población advirtieron el proceso de implantación y usurpación crecientes, ante el que se levantaron en una suerte de huelga insurreccional, que le  costó a la sociedad palestina miles de ejecutados, y poco después, el sionismo, valiéndose del triunfo de Los Aliados en 1945, generando “hechos en el terreno”, que la ONU jamás fue capaz de desandar, porque tras la feroz represión nazi generalizada a judíos, sobre todo con la II Guerra Mundial, los sionistas en particular ‒y los judíos en general‒ obtuvieron una suerte de salvoconducto moral que los puso a salvo de cualquier crítica.

Pero el victimismo que prosperó en la posguerra ha ido trasmutando, con el tiempo, en algo cada vez más prepotente y menos democrático.

La brutalización

Veamos al azar, apenas unos episodios “termómetro”:

  • Mujeres judías y árabes se juntan en una plaza de Tel Aviv (“Mujeres de negro”) para reclamar algunos derechos (mínimos) y contra la política agresiva israelí. La extrema derecha hace contramanifestaciones, con varones, que no sólo vocean en contra sino que las prepotean, las empujan…
  • Los israelíes que matan, mediante incendio, por ejemplo, a población palestina han sido festejados, sobre todo desde las colonias que agrupan a los más cobardemente violentos, y tolerados ‒¿pasividad, impotencia?‒  por el resto de la población judía israelí. Cuando en la ciudad de Lod se hizo el año pasado el juicio contra colonos que perpetraron la muerte de casi toda una familia palestina (padres y bebe de 18 meses quemados vivos en la vivienda de madrugada; el primogénito, 4 años, sobrevivió con grandes daños en su cuerpo y secuelas de por vida), se cambió la carátula inicial de asesinato por el de incendio provocado. Las tres muertes resultantes y el herido de por vida pasaron a un segundo plano; el que realizó materialmente el incendio, aunque dentro de un grupo antiárabe (jurídicamente cómplices), recibió así una condena que podrá cumplir con arresto domiciliario.[1] A mi modo de ver lo más espeluznante es la actitud ante las víctimas: los que acompañaban al incendiario asesino tarareaban; “Todos quemados y no está Alí, ¿dónde está Alí?; Alí no está, Alí quedó a la parrilla.” Alí era el pequeñín  de la pareja, quemado vivo.

Saña, sádica, abusiva, burlona, una pervertida forma de chutzpah.[2]

  • La tripulación turca que no aceptó de buen grado el abordaje a su barco de auxilio a Gaza: sin armas de fuego ni cuchillos, resistieron con algún palo el abordaje ilegal en alta mar desde barcos piratas israelíes: los comandos “de Defensa” israelí ametrallaron y mataron así, en el copamiento, alrededor de una decena de tripulantes.[3]

Veamos algunas declaraciones que entiendo abonan esta atrocidad que ha ido  creciendo junto con la brutalización y el despojo, fríamente calculado, de la ocupación israelí.

A los “ocupacionistas” les gusta llevar adelante una comparación/identificación: en Israel se estima muy apropiada la “solución” de las Indian Reservations,[4]  el modelo madeinUSA.

Inevitablemente, la base del plan Trump-Netanyahu es la mentira y el escamoteo. El embajador de EE.UU. en Israel, David Friedman, un modélico anarcocapitalista, según sus propias palabras, declaró con total descaro que: “Israel ocupa apenas el 2% de Cisjordania”.[5] En Cisjordania, la región más grande de la Palestina histórica que hasta 1967 no estaba dentro del mapa israelí, asiento de una población palestina de aproximadamente dos millones y medio de habitantes  y lugar de las principales ciudades palestinas (Ramallah, Tulkarem, Qualquilia, Nablus, Jericó, Belén, Hebrón) fue “descuartizada” por los vergonzantes Acuerdos de Oslo (1993) en tres niveles de gobierno (administración militar israelí, administración compartida y administración palestina). 2% es más bien lo que los “acuerdos” de Oslo dejaron a los inermes  palestinos y una enorme parte de ese territorio quedó bajo la administración militar israelí, con las consecuencias fáciles de prever en 1993 y visibles en 2019: los colonos se han ido adueñando de las mejores tierras, las alturas y las vías de comunicación, manejando política y militarmente la inmensa mayoría del territorio cisjordano. Hablar de 2%, cuando está hablando de más del 90% nos muestra su total desprecio por la realidad, por la verdad.

Con el período de Friedman embajador coincide el incremento de las colonias israelíes en territorio palestino, ¡qué casualidad!

El triunvirato designado por Donald Trump; Jason Greenblatt, el mencionado Friedman y el yerno, Jared Kushner, jaranean con la cuestión y con ellos el escarnio ha tomado vuelo.

Chutzpah en ristre

Por ejemplo, Greenblatt, procura echar culpas a Hamas, la organización armada musulmana palestina con mayor apoyo en la Franja de Gaza. Ha dicho: “Hamas ha dejado a Gaza en ruinas.” Una perversa versión del origen de los escombros en Gaza. Giraldi, luego de la cita, aclara que Greenblatt prosigue con una bastante certera descripción del lamentable estado de la Franja: “La vida en la Franja es ardua, triste y anormal. Sólo edificios con generador propio mantienen electricidad. La falta de corriente afecta todo, como preservar comidas o hacer el tratamiento de los desechos. […] Las estanterías de los grandes comercios están vacías. La costa, que en muchos  otros lugares del Mediterráneo suelen ofrecer balnearios, está en Gaza cubierta con desechos cloacales e industriales sin tratamiento alguno y con los escombros de múltiples guerras […].”

Y como bien destaca Giraldi, la desfachatez de Greenblatt estriba en que llega a atribuir este estado de situación de la FdG a Hamas, negando de hecho el papel que ha tenido el intento de ocupación israelí. La resistencia lo ha pagado con el desesperante estado actual de la FdG. En 2005, quien iba a ser al año siguiente el Carnicero de Sabra y Shatila, Ariel Sharon, entonces premier, dispuso abandonar el territorio pero para devastarlo. Algo que hicieron de inmediato los colonos convirtiendo en escombro todas sus costosas y lujosas instalaciones y abandonando los escombros en el terreno, y en la primera noche tras la evacuación, ensordeciendo a todos los habitantes con vuelos rasantes imitando bombardeos y rompiendo la barrera del sonido, que se tradujo en una epidemia de enuresis infantil. Y los desechos industriales y cloacales que señala Greenblatt son, sobre todo, los que echan “camino al mar” los israelíes que están tierra adentro de la Franja. Se cuidan por cierto de tratarlos porque cumplen otra misión: martirizar la vida de palestinos.[6]

Con buen olfato Marwan Bishara,[7] periodista de Al Jazira, considera que los tres emisarios del poder imperial occidental, el triunvirato citado, con “una chutzpah  inigualable”, se han dedicado a denostar a referentes palestinos, pretendiéndose, claro, superiores.

Bishara asocia, con buen tino, tales argumentaciones, con The Israel Project`s 2009, una significativa  edición “ideológica” diseñada por comunicólogos sionistas y que apareció de modo sintomático,  inmediatamente después de la atroz embestida por aire, mar y tierra con el calificativo de “Plomo fundido” ‒una designación oficial que es un sincericidio‒, que Israel llevó a cabo a partir de diciembre de 2008 contra la FdG y su aprisionada población.

Se trata de una elaboración de cientos de páginas (si sumamos a la edición principal, algunas otras complementarias) de las cuales tomaremos aquí apenas algunos ejemplos.

El capítulo 1 establece “25 reglas para una comunicación efectiva”. Y el primer punto de este primer capítulo establece: “A los convencibles no les importa cuánto sabes hasta que se dan cuenta cuánto te importa. ¡Mostrá empatía para AMBOS lados!”

En una frasecita, ya lo dice todo: no se trata de si te importa o no; se trata de que muestres que te importa (te importe o no).

Este penoso ejemplo resume todo The Israel Project’s 2009 (en adelante TIP) que viene a ser, en términos literarios o ideológicos, sobre el papel, lo que fue la descarga de plomo, fundido o no, sobre la población gazatí y su maltrecho territorio ese mismísimo año.

Cientos de muertos, miles de heridos. En una población de algo más de un millón y medio de habitantes. Del 27 diciembre al 17 de enero.  El Centro Palestino para los Derechos Humanos, en su informe sobre la operación registra 1417  palestinos asesinados durante el conflicto. De ellos 926 habrían sido civiles (313 niños y 116 mujeres); 255, oficiales de la policía civil de Gaza y los 236 muertos restantes,  milicianos de las Brigadas de Ezzeldin Al-Qassam, Yihad Islámica y otros grupos armados palestinos.

Ponderemos estas cifras pensando en población uruguaya: tendríamos casi tres mil muertos y unos once mil heridos. Y si lo hiciéramos con población argentina, este ataque durante 3 semanas arrojaría un equivalente de algo más de 38 mil muertos y unos 146 mil heridos… Las cifras de víctimas de las últimas dictaduras en estos dos países (de 7 años en Argentina y 12 años en Uruguay) ni con las estimaciones más subidas, se aproximan al infierno concentrado en apenas 3 semanas palestinas.

Esta brutalidad del ataque, que se caracterizó por producir heridas con fósforo blanco o con tungsteno (imposibles de cauterizar o limitar ni siquiera quirúrgicamente; las bolitas de tungsteno, cancerígenas,  se esparcen por los tejidos y son miles); ataques y bombardeos dedicados  a inutilizar las instalaciones de potabilización de agua, de generación eléctrica, sanitarias y en general sobre viviendas, escuelas y hasta hospitales; inutilizar puerto y aeropuerto del pequeño territorio, estrangulado con un sitio que para entonces ya llevaba más de dos años (y que hoy lleva más de doce), necesitaba una coartada, un descargo ideológico.

Allí hizo su entrada en la escena cibernética, en las app, en los portales, en la multitud de correos y celulares particulares, los trolls, el TIP.

“El primer paso para ganar confianza y amigos para Israel es mostrar que te importa la paz tanto para israelíes como para palestinos y, en particular, que alientas un futuro mejor para cada niño.”

Afirmar esto a semanas de haber aniquilado a centenares de niños y estropeado la vida de otros varios miles, resulta francamente indigerible y nos revela el grado de manipulación mental que este “diccionario” de “buenas intenciones” encarna.

“Use la empatía. Hasta las cuestiones más arduas pueden sortearse si te apresuras a aceptar la idea de que la otra parte tiene al menos alguna validez. Si empiezas de respuesta declarando “Entiendo y simpatizo con aquellos que…”  “ya estás construyendo la credibilidad que vas a necesitar para tu audiencia.”

”Al contrario, si el núcleo de tus planteos es un coro de dedos en alto puntualizando que Israel tiene razón y los demás están equivocados, entonces vas a perder más apoyo del que vas a obtener. Alguna gente que apoya Israel puede decir: ‘es hora de marcharse’, pero gente que no apoyaba antes a Israel, entonces se alejarán definitivamente.”

El quid del asunto es que cuanto más draconiana son las medidas de despojo, cuanto más se lleve por delante los derechos de seres humanos palestinos (porque los palestinos, pese al sentir del sionismo militante y de ciertos mensajes bíblicos, son humanos), más deben envolver esta política racista, supremacista, en envoltorios de empatía, comprensión  y palabras que funcionen (o rindan: “WORDS THAT WORK”). Y más por el estilo (“MORE WORDS THAT WORK”).  Los diversos capítulos del peculiar diccionario de argumentaciones suelen rematarse con tales “palabras que funcionan”.

Estos lavadores de conciencia nos dicen, mejor dicho les dicen a sus acólitos: “El modo más efectivo de obtener apoyo para Israel es hablar de que ‘estamos trabajando por una paz duradera’, que ‘respete los derechos de todos en la región’. Fíjese bien que no haya mención ni de Israel ni de los palestinos.”

E insisten para desprolijos: ”Y no hay ninguna justificación, bajo ningún aspecto para la matanza deliberada de inocentes, mujeres y niños. NUNCA.”

En el numeral siguiente advierte al seguidor o futuro troll: “No pretenda que Israel no tiene errores o no comete faltas. No es verdad y nadie lo creería.”

Hay que reconocerle al menos lucidez y sinceridad: “Pretender que Israel no comete errores no resulta creíble. Únicamente hará que sus preguntantes cuestionen todo lo que usted afirme. Admitir que Israel hace y continúa haciendo errores no cuestiona la justicia final de los objetivos israelíes: paz y seguridad y mejor calidad de vida para las dos partes.” Aquí, al final, sustituyeron la lucidez por la demagogia.

“Use la humildad”. Se agradece la franqueza de este argumentario: use la humildad, que no significa,  por cierto, que hay que ser humildes. Apenas blandirla.

A continuación de tan “sabio” consejo nos dice TIP: “Sé que tratando de defender niños y ciudadanos de los terroristas, Israel ha lastimado accidentalmente alguna gente inocente. Lo sé y me entristece.”

La magnitud de los ataques israelíes a los palestinos dice crudamente otra cosa.

La apropiación del territorio palestino en 1948 no significó  solo la expulsión y el despojo a unos 700 mil u 800 mil palestinos; también hubo miles de muertos, dato jamás relevado porque no fue revelado en su momento, lo mismo que violaciones. El ataque a la Franja de Gaza que antecede este argumentario para trolls dejó el tendal que ya hemos reseñado. Pero poco antes,  en 2006, los israelíes habían incursionado en la FdG y matado a medio millar de seres humanos. Un operativo para rescatar, se dijo, a un soldado prisionero (que fue finalmente liberado, sin un rasguño, por los palestinos; Gilad Shalit).  Mi impresión es que la suerte de Shalit fue una “magnífica” excusa para asesinar palestinos, incluso como algún soldado poco ducho en demografía  ha dicho, ‘para ir reduciendo la población palestina’.

¿Eso es ‘lastimar accidentalmente alguna gente inocente’? ¿O perversión de lenguaje?

El libelo ingresa a los razonamientos por analogía, que ya sabemos son más manipuladores que certeros. Nos pregunta: “Si EE.UU. hubiera renunciado a tierra por paz y ese territorio fuera usado para despegar desde allí cohetes contra EE.UU., ¿qué haría EE.UU.?”

La desfachatez y la desfiguración histórica en la pregunta son llamativas. ¿Es, ha sido alguna vez, israelí la Franja de Gaza? En rigor, ha sido ocupada militarmente por Israel en 1967 como el resto del territorio palestino que no había sido ocupado  por el sionismo en 1948, pero el planteo de los despojados palestinos ha sido no aceptar semejante despojo.

Colonización anacrónica, por brutal… y por colonial

El sionismo con Trump como su mascarón de proa está procurando acabar la construcción de un estado por asentamientos al estilo de EE.UU., Australia, Nueva Zelandia y otros, en una época, la segunda mitad del siglo XX y nuestro presente,  donde el colonialismo ha perdido toda su pretendido lustre racista y su famosa “carga del hombre blanco” (que venía a resolverle cómo hacer una sociedad a “los primitivos”).

Para seguir en semejante intento, sus personeros no tienen más remedio que falsificar la realidad, hacer escarnio de la verdad, promover el discurso irreal. Funcionarios yanquis, por ejemplo, ya no nombran a las colonias sionistas como colonias. Ni a los colonos como tales. Pero el escamoteo semántico tiene patas cortas.

El modelo USA con su “solución india” es increíblemente falaz para la realidad palestino-israelí. Dijimos que ‒por cierto que con matanzas mediante‒ la población aborigen ahora en EE.UU. ronda el medio millón de habitantes (más aproximadamente un millón en Alaska). No llega ni al 0,5 % de la población general de EE.UU. En Palestina/Israel, grosso modo se puede hablar de dos poblaciones equivalentes,  5, 7 u 8 millones de judíos y otros tantos palestinos no judíos. El símil es insostenible.

La cruda realidad del momento es que la derecha radicalizada está con mucho “viento en la camiseta”. Europa se está enderechando  a un ritmo crecientemente acelerado, la bizquera es tanta como para seguir considerando a Alexis Tsipras “de izquierda” siendo amigo de Israel, y como un contagio liberticida se suman países que entienden delito toda crítica a Israel (caso Francia y Alemania) con lo cual, adiós a cualquier democracia; China empieza a participar del festín imperial (solo que llega un poco tarde, con las porciones de la torta planetaria ya bastante carcomidas…). En la América no sajona también los vientos de la derecha (ilustrada, como la de Mario Vargas Llosa; gerencial, como la de Mauricio Macri, o francamente militarista y fascista, como la de Jair Bolsonaro) parecen propicios para los afianzamientos de un Israel con mandato divino.[8]

Es triste comprobar que la resistencia a la ocupación que supieron encarnar tantos judíos israelíes, como con Paz Ahora, Mujeres de negro e incluso grupos radicales como Anarquistas contra el Muro o el Comité Israelí contra el Derribo de Viviendas Palestinas, han palidecido políticamente hasta apenas vérselos en el desierto ideológico israelí.

Israel cuenta a su favor el desgaste de palestinos que llevaron adelante violencia contra violencia para vencer al sionismo, que han sido derrotados y peor aun, “recuperados” mediante el invento de una Autoridad Nacional Palestina al servicio de Israel.

Quedan apenas algunos escollos. Como la creciente decepción de tantos jóvenes judíos estadounidenses, adoctrinados en el culto al Holocausto y a su presunta creatura, Israel, que van descubriendo con sus visitas a “La Tierra Prometida” que no todo era como le contaron, que en rigor casi nada es así… Y el otro gran escollo es la increíble fortaleza, tesón, entereza de los palestinos que ha arrancado del deslumbrado médico noruego Mads Gilbert esa frase siempre tan riesgosa: “Los palestinos son probablemente el pueblo más fuerte del mundo”.[9] Gilbert ha trabajado varias veces en los hospitales de campaña, primero en El Líbano y luego en la Franja de Gaza. Conoce mucho del dolor y la desesperación humana… y palestina.

notas:

[1]  Philip Giraldi, “Feeding the Monster”,  https://www.unz.com/pgiraldi/feeding-the-monster/, 3 jul. 2018.

[2]    El término, del yiddish, alude al desparpajo, a la hispana “frescura”, con la cual judíos pueden burlarse. A medida que el poder de la comunidad judía en el mundo ha ido afianzándose, con eje en Israel, ha habido una metamorfosis semántica, por la cual se la traduce cada vez más como “temple”.

[3]  Véase mi “Palabras insultantes contra hechos incontrastables”, www.rebelion.org, 1 jul. 2010.

[4]  Pasando por alto, claro, las matanzas de nativoamericanos que los europeos instalándose en El Nuevo Mundo hicieron… Se estima que al día de hoy los indios norteamericanos andan por el medio millón en una población de EE.UU. de 300 millones. Ya volveremos con esta relación, para abordar el plan de “indianizar” a los palestinos…

[5]  The Guardian, Londres, “Israel only occupies 2% of West Bank, says US ambassador”, 28 set. 2017.

[6]  Las citas de Greenblatt están recogidas de Philip Giraldi, https://www.unz.com/pgiraldi/blame-palestinians-for-gaza/, 30 abr 2019.

[7]   “La lógica detrás de la humillación estadounidense a Palestina”, Al Jazira, traducido y publicado en www.rebelion.org, 2 mayo 2019.

[8]  Se acaba de producir un episodio en Argentina, con el embajador macrista en Haití, Pedro von Eyken, que saludó al Ejército argentino recordando su propia prosapia, hijo de un oficial del Ejército alemán durante la IIGM, ante lo cual dos colegas, Natalio M. Jamer y Carlos Cherniak, salieron públicamente a increparlo invocando los seis millones de judíos matados por el nazismo. Von Eyken se limitó a recordar la diferencia entre lo alemán y lo nazi. El afán de asimilar lo nazi y lo alemán prolonga “la culpa” y las indemnizaciones… Alemania es el más fiel aliado europeo de Israel.

[9]  Arbetaren Zenit, no 21, Estocolmo,22 may 2009. Traducción: futuros, no. 13, Río de la Plata, verano 2010.

Publicado en EE.UU., Palestinos / israelíes

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