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Israel con su solución final de la cuestión palestina

Publicada el 14/10/2022 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández –

El sionismo entronizado oficialmente en Israel y oficiosamente en gobiernos claves en el mundo, como el de EE.UU., ha encarado la “solución del problema palestino” de diversas maneras.

Llegamos al siglo XXI con la teoría “Sharon” de “hacerles la vida imposible”, así no tienen que ser los israelíes quienes resuelvan activamente la cuestión sino que los propios palestinos  parezcan ser quienes tomen decisiones. Como las de irse, por ejemplo.

Esa política; como no dejarles agregar ni siquiera una habitación de 3 x 3 a una ancestral vivienda palestina, no permitirles acumular ni agua de lluvia y venderles el agua (que en la región es un bien escaso, a 4 o 5 veces su valor comercial para judíos, que, además, tienen en promedio mucho más altos ingresos; no permitir la reedificación de viviendas destruidas mediante bombardeos y artillería en sucesivos ataques que el ejército “de defensa” israelí  ha acometido, no contra inexistentes ejércitos o cuarteles palestinos, sino contra las viviendas, escuelas, hospitales, mezquitas, instalaciones sanitarias o industriales que hay, por ejemplo en la Franja de Gaza. Balear, a veces con artillería pesada botes pescadores, que se alejen apenas de la costa en sus trajines pesqueros, a veces incluso baleados botes y pescadores directamente en la costa.

Llevar hasta la desesperación el tratamiento médico de palestinos, a veces enfermos, a veces parturientas. Aprovechar justamente las necesidades médicas de población palestina, con sus propios hospitales maltrechos y bombardeados, para coaccionarlos con darles asistencia médica si tales pacientes o sus familiares les brindan a cambio informes a la “seguridad israelí”. Este espurio método de envilecer las relaciones y los comportamientos debilita palestinos y fortalece a Israel porque el delator queda prisionero de las dos partes.

El remate de la política de “hacerles la vida invivible” se alcanzó finalmente con el “Acuerdo del Siglo” de 2020. Ya no los juegos escénicos de un Yaser Arafat con un Iszak Rabin más Bill Clinton (Oslo, 1993); o los de Taba (Sinaí, 2000) entre Barak y Arafat o el minuet totalmente inconducente entre Abbas y Sharon (Jerusalén, 2005).

El Acuerdo del Siglo se firmaba entre los jefes ejecutivos de EE.UU. e Israel; Donald Trump, Jared Kushner (su yerno judío y “ministro de todo”, como se lo conociera en la Casa Blanca trumpiana) y Beniamin Netanyahu: era sobre Palestina/Israel, pero sin palestinos; en todo caso, con la perspectiva de “verlos” desaparecer.

Pero la realidad es terca. Además de la enorme población que mediante el terror los sionistas lograron arrancar de cuajo de Palestina (grosso modo, la mitad de su población), otros millones de palestinos se han negado al abandono de su tierra. Han contado con la experiencia de las expulsiones y matanzas anteriores (algo que los primeros expulsados, los del 48, no pudieron hacer por falta total de precedentes).

Las cifras mortuorias jamás han cedido.[1]  La muerte de palestinos ha sido una constante en la vida cotidiana, tanto en los territorios ocupados como en lo que la ONU reconoce como Estado de Israel.

Se estima que en 2021, ha habido 317 muertos, 71 menores (muchos más que en años anteriores, salvo en aquellos con invasiones o represión generalizada (como 1987, 2000, 2005, 2008/2009, 2014…)

En 2022, algunas fuentes revelan que ha aumentado la violencia y la muerte de palestinos a manos israelíes y por ejemplo la comisionada general de la ONU, Michelle Bachelet, expresa su alarma por el número de niños palestinos matados por militares israelíes y el 11 de agosto pidió una rendición de cuentas.

Este aspecto del conflicto entre Israel y los palestinos implica “muchos niños palestinos, víctimas inocentes asesinadas por error -pero también algunas veces fríamente y sin motivo alguno- a manos de militares israelíes.” [2]

“Muchas veces los ataques se dirigen contra lugares públicos que suelen convertirse en refugios para civiles, como escuelas, hospitales, etc. Además de las vidas perdidas, decenas de miles de niños son heridos y algunos de ellos se convierten en discapacitados de por vida.” (ibíd.)

“Hamas tampoco duda en utilizar a los niños palestinos de la Franja de Gaza […] para luchar contra Israel. […] glorifica el martirio e incita a los niños a suicidarse para defender la causa palestina. Con el eslogan «morir por Dios es la victoria», se anima a los niños a comprometerse activamente en el conflicto.” (ibíd.)

Por su parte, B’Tselem,  una organización judía de derechos humanos aclara: “La política letal, gratuita e ilegal de fuego abierto de Israel provocó la muerte de cientos de palestinos el año pasado. Alrededor del 70% murieron en la Franja de Gaza cuando se aplicó la política criminal de bombardear zonas densamente pobladas” (4 ene 2022). Sólo falta agregar que esa “política criminal de bombardear zonas densamente pobladas” no es reciente; tiene antecedentes atroces,  traducidos en matanzas de miles de vecinos palestinos, como por ejemplo en 2008 y 2009 (operativo que Israel bautizó con atroz sinceridad “Plomo fundido”).

El 1º. julio de 2022, la oficina de DD.HH. de la ONU, señaló la muerte de sesenta palestinos muertos por Israel […], un «impacto alarmante», aunque no señala el periodo o el momento de tales muertes. Agrega que “en muchos de los incidentes mortales investigados”, Naciones Unidas encontró que Israel habría usado «fuerza letal de una manera que parece totalmente contraria a la ley internacional«. Como bien señaló Amnistía Internacional en su informe 2022 sobre Palestina, “Israel considera y trata a los palestinos como un grupo racial inferior no judío”.[3] Resulta claro que Israel no considera a los palestinos seres con derechos civiles sino enemigos de guerra con los cuales ni se esmeran en cumplir convenciones militares para momentos de guerra (no ultimar caídos, no matar niños…).

Y este mes, tuvimos el informe de Tor Wennesland, coordinador especialmente designado por la ONU para atender el proceso “de paz” del Cercano Oriente.

Tor Wennesland es noruego. Es decir, proviene de la sociedad que fue sacudida hasta sus raíces cuando su compatriota Anders Behring-Breivik, en 2011, en un operativo, al que no se le conoce otros participantes, asesinó mediante un coche-bomba en la capital, Oslo a 8 habitantes, y con fusil y ametralladora a 69  más en la isla Utöya, casi todos jóvenes y árabes, en un campamento de la socialdemocracia…

Cuando se le preguntó por lo acontecido, visto el cariz totalmente político de las matanzas, se le preguntó por sus simpatías nazis, las negó vehementemente, aclarando que era un ferviente admirador de Israel y de su política.

Wennesland conoce o debería conocer el odio señorial que ha sembrado Israel.

“Estoy alarmado por el deterioro de la seguridad, incluyendo el aumento de choques armados entre palestinos y fuerzas de seguridad israelíes en la Ribera Occidental que abarca el este de Jerusalén. Desde el comienzo de 2022, han sido matados al menos un centenar de palestinos, incluyendo niños, en medio de un aumento marcado de operaciones militares israelíes llevadas adelante en la Ribera Occidental ocupada por Israel, incluyendo el Área A [que se supone de administración exclusiva palestina, fuera de jurisdicción israelí]. En el mismo período han sido matados 16 israelíes dentro de  Israel en una ola de ataques por parte de palestinos y árabes israelíes [Wennesland concede aquí una distinción históricamente falaz, puesto que en ambos casos se trata de habitantes de la Palestina histórica, que fueron separados jurisdiccionalmente, pero no social o culturalmente]. La violencia creciente en la Ribera Occidental está generando un clima de miedo, odio e ira. Hay que reducir tensiones inmediatamente para abrir espacio a iniciativas enfiladas a establecer un horizonte político viable.” [4]

Las seguramente buenas intenciones de Wennesland chocan con el proyecto bíblico-sionista de Israel. Y resulta difícil imaginar una senda superadora desde la ONU, la red política mundial creada por EE.UU. para definir el mundo desde 1945.

La ONU, como toda obra humana, incorpora gente con las mejores intenciones y procederes en consonancia; pienso hoy en Bachelet o Wennesland o el excelente Richard Falk, pero si sus afanes chocan “demasiado” con los poderes consolidados el designado es retirado o, como pasó con el comisionado de la ONU para atender el diferendo palestino-sionista en 1947, Folke Bernadotte, sueco, es eliminado.

Entretanto, Israel sigue profundizando la represión: acaba de ser detenida una periodista palestina, madre de dos críos de 4 y 5 años, allanada en la mitad de la noche, aterrorizando a las criaturas; interrogada durante diez horas continuas, con requisa corporal incluida, desnudándola por completo para aumentar la humillación. Su delito: entrevistar a dos presos políticos palestinos que acababan de ser liberados en un canje de prisioneros.[5]

Cuando finalmente, pese al intento inicial de Israel de negar la autoría de la muerte de la periodista Shireen Abu Aqleh, quedó demostrado que francotiradores israelíes eran los reales asesinos de la periodista haciendo su trabajo,  y aunque el Dpto. de Estado de EE.UU. declarara  que “no ve razones para creer que haya sido intencional sino más bien el resultado de circunstancias trágicas” [6] (un bello parloteo que nada dice), la reacción de la dirigencia israelí ha sido proclamar su derecho irrestricto a matar a quienes quieran. Aclaró Benny Gantz, actual ministro de Defensa: Es el jefe de estado mayor y sólo él quien decide  y continuará siendo quien decida la política de abrir fuego”. Y como “refuerzo de vacuna”, el premier Yair Lapid (dirigiéndose a los mandatarios estadounidenses) dictaminará: “nadie  va a dictarnos a nosotros contra quienes abrimos fuego.”

Tanta soberbia después de la atrocidad acontecida con una periodista que sin duda irritaba a la jefatura israelí, como Abu Aqleh, lleva  a la pregunta ¿para qué está Israel en la ONU si sigue sólo su propia ley?

Alguien con una mínima lógica y coraje civil tendría que preguntárselo.

[1]  Baste un par de ejemplos en momentos críticos: 1) en el 2000, en la llamada Intifada Al Aqsa, que se originó con Ariel Sharon avasallando con mil policías al recinto de la mezquita Al Aqsa, la reacción y la represión consiguiente acabó, por ejemplo, en Ramallah con la vida de cien palestinos, incluyendo muchos niños,  generando reacciones desesperadas entre los sobrevivientes, como matar con las manos a soldados israelíes  o dar lugar a numerosas inmolaciones. Y 2) cuando guerrilleros palestinos secuestran  a un soldado israelí, hacia 2005  –que finalmente canjearán sano y salvo por presos palestinos en cárceles israelíes (algunos encarcelados muchos años)– las fuerzas de seguridad israelí allanan una serie de lugares o sitios “sospechosos” con la consigna pública de rescatar al soldado, Gilad Shalit. En  dichos “procedimientos” los israelíes asesinaron a unos doscientos palestinos de toda edad: un claro índice de los métodos policiales de búsqueda: en rigor, la búsqueda fue una coartada para descargar la furia y mostrar la potencia del mandamás, desafiado por el secuestro.

[2]  https://www.humanium.org/es/palestina/.

[3]  BBC News, 1/2/2022.

[4]  https://reliefweb.int/report/occupied-palestinian-territory/.

[5]  https://www.pressenza.com/it/2022/09/palestina-occupata-arrestata-giornalista-a-sheikh-jarrah/

[6]   https://www.middleeasteye.net/news/us-asked-israel-review-israels-rules-engagement-west-bank-report-says, 18 ago 2022.

Publicado en Centro / periferia, EE.UU., Medios de incomunicación de masas, Palestinos / israelíes, Poder mundializado

URUGUAY: ¡TODO IMPECABLE!… ¿O QUERÉS QUE TE CUENTE?

Publicada el 05/10/2022 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández –

 

El Uruguay está viviendo un proceso complejo, multifacético y pluricausal que por ahora la permite a voceros de los poderes consolidados globalmente perorar sobre los avances del “paisito”, sobre las posibilidades que se abren al futuro.

Y sobre todo, sobre el grado de consolidación democrática que caracteriza a nuestro páis.

Es tan fuerte este sentimiento de una cultura,  una sociedad, una civilización, asentada en valores democráticos que, al parecer, no la mellan diversos avatares, algunos que parecen ceñirse peligrosamente sobre las tan bien ponderadas instituciones y sus representantes perfectamente “elegidos” por el electorado nacional.

Las dificultades entonces se enfrentan desde un modelo que reconoce fallos en los andamiajes institucionales, pero de ninguna manera en las instituciones y ni siquiera en quienes las encarnan.

Como que la confianza en la salud social del país “es más fuerte”.

No inventamos nada, en Uruguay, como no se inventa nada, absolutamente nuevo ni siquiera en los países más “adelantados” del planeta. [1]

 

RECUADRO

el “padrecito” de todas las Rusias

El zarismo fue una monarquía absoluta (dudo si el tiempo verbal que empleo es el más adecuado) que estuvo asentada durante largos períodos de “todas las Rusias”.

A principios del s XX entró en crisis a causa de un  conflicto de influencias con Japón, ambas potencias con aspiraciones hegemónicas. Se zanja con el dominio japonés y la Rusia zarista sufre vicisitudes económicas con la derrota que se traduce en hambre para los rusos pobres.

Sobrevino entonces, el reclamo de masas empobrecidas al zar para que frenara a comerciantes y empresarios hambreadores.

La sociedad rusa iletrada, tradicional, no podía imaginar que el zar y el zarismo tuvieran algo que ver con quienes amargaban su vida cotidiana.

Porque “el padrecito” zar era querido. Y las manifestaciones de hambrientos al Palacio de Invierno –la residencia de los zares–  eran para denunciar agiotistas y acaparadores, y pedirle al zar que intercediera.

Esto seguirá muy mal en Rusia  –estamos a comienzos de 1905–, pero  me limito a observar el tema de la confianza de la población  de una sociedad dada en  la autoridad establecida.

En  el imaginario ruso de entonces, las vicisitudes, crecientes, que los pobladores sufrían, nada tenían que ver con el monarca.

Nosotros vemos en Uruguay, la insistencia en proclamar que ni la presidencia ni el presidente tienen algo que ver con patéticas fallas que cuelan  la vida cotidiana del estado uruguayo.

Algunos críticos pueden llegar a ver ensombrecido el comportamiento presidencial, pero aun así, suelen preservar la institución presidencial en sí.

Pero el rastro, apenas incompleto que conocemos hasta ahora –en rigor desencadenado por incontables pasaportes–, nos señala demasiadas luces amarillas y varias rojas.

¿Cómo puede alguna presidencia otorgar un permiso de administración del principal por no decir único puerto uruguayo, a una empresa transnacional de origen belga, por 60 (sesenta) años? Ni un zar ser atrevería a tanto.

Ya nos había pasado algo similar con otro padrecito; Tabaré Vázquez, quien por sí y ante sí, cedió partes ingentes de la soberanía uruguaya (tierra, agua y aire, nada menos) a una empresa transnacional, UPM, durante varias décadas.

¿Cómo se pudo “aprobar” un tren, clave para la extracción y el trasiego de UPM, sobre la base de “informes” –cantidad de expropiaciones necesarias para la traza, costos, plazos para su construcción, tipo de recorrido, subterráneo, de superficie– que se han revelado todos ellos escandalosamente insuficientes, por no decir francamente falsos, dibujados?

La empresa beneficiaria de tantos privilegios publicita que “construye futuro”. Lo dice dando a entender que es “el futuro” uruguayo. UPM canta errado: construye el futuro de su propia empresa. Y si semejante resultado sobreviene con la destrucción de nuestro futuro, a UPM, a ninguna empresa transnacional, le mueve un pelo. Véase la historia de las transnacionales en la periferia planetaria. Tendremos que ver entonces cómo evitar la destrucción de nuestro futuro.

 

Cuando este mismo año “saltó” el procedimiento de entrega de un pasaporte a un narcodelincuente, se abrió paso la idea de que no se trataba de un caso aislado, excepcional sino de un modus operandi que había tenido una falla; explicar, como pretendió explicar el Ministerio del Interior, que se había actuado cumpliendo la ley, resultó un escarnio a todo abordaje legal: ¿cómo se puede tramitar un pasaporte legal si quien lo solicita está preso en cárcel extranjera porque se le descubrió portando un pasaporte falso?

¿Cómo tanto interés en darle el (salvador) pasaporte verdadero (para que el aprisionado desaparezca) en lugar de averiguar por qué andaba con uno falso?

Falta lógica; llama la atención la falta de curiosidad; sobra complicidad. Junto con el contactadísimo Marset, la sombra del narcotráfico cubre una parte de la administración del estado uruguayo; es decir de sus planteles políticos.

El problema ya no era Marset; sino “los suyos”.

El amianto legal que invocó el ministro del Interior Luis A. Heber y que ha cubierto también al canciller (Francisco Bustillo) les ha permitido salir adelante sin siquiera interpelaciones.

Pero “los acontecimientos se precipitan”. El hombre de la mayor confianza del presidente Luis Lacalle Pou resultó un fulano de avería, un delincuente en actividad en (por lo menos) sus últimas décadas.

Y exitoso. Porque optó por un rubro –la falsificación y la  estafa- que si tiene como destinatarias a personas con poder adquisitivo, resulta de enorme provecho monetario.

Ya no es el aislado caso de Marset (que ya supimos no era único, por su desenlace). Ahora se habla de una producción “industrial” de pasaportes fraguados. Y de años de “trámites”. Y con asiento en oficinas en la mismísima Torre Ejecutiva (asiento de la presidencia del Uruguay).

Para obtener, no pasaportes truchos o falsificados, laboriosamente elaborados con hojas, tapas, tintas sustraídas, con el servicio mínimo de imprenta y sellado (lo que en los ’70 se agenciaron las organizaciones guerrilleras), sino pasaportes de origen oficial, en oficinas del verdadero estado uruguayo (en el 4º. piso de Presidencia, por ejemplo), pasaportes oficiales, legales, verdaderos, “auténticos”; solo que cargados de falsedades (por ejemplo, la identidad genealógica del titular).

Y  producidos con ritmo “industrial”. Con destino a una plaza por lo visto sedienta de tales. La red se habría montado con candidatos rusos; ¿pícaros  exburócratas (del viejo Partido Comunista de la Unión Soviética) o cuadros técnicos rusos?, devenidos propietarios millonarios con la transferencia de la propiedad estatal soviética a la privada rusa ahora vigente?

Esos bienes, cuantiosos, dentro de uno de los estados más grandes del planeta, fueron “apropiados” mediante actos espurios de falsificación, invención de propiedad privada, un poco como pasa en nuestro país con algunas inmobiliarias que logran vender (como si fueran propietarias) trozos del suelo oriental (por ejemplo, en zona costera o montañosa, sin que nunca se sepa a quien se lo compraron previamente).

Como hipótesis al menos, habría que averiguar si la demanda de pasaportes proviene de tales personajes. Diversos  medios informativos han  señalado a 60 rusos involucrados, a 80 otra fuente, e incluso una red (de Facebook) hace referencia a un universo de interesados con 8000  rusos en danza.

Como el servicio, a veces al menos, era ”completo”, los rusos no sólo se agenciaban pasaporte sino que, dentro del territorio uruguayo, gestionaban en distintas localidades, incluido Montevideo, cédulas de identidad (porque el ardid para gestionar el pasaporte era hacerse aparecer como hijo/a de uruguayos).

Justamente, la presencia de muchos extranjeros (extraños) solicitando la cédula de identidad  en diversas localidades del país despertó sospechas.

El único dato que he leído sobre lo que costaba uno de estos pasaportes  señaló diez mil dólares. No hay duda que si “el servicio” llegaba o llega a cubrir megamillonarios, seguramente costaría mucho más.

¿Qué necesita esta “gestión de pasaportes”? Complicidades. Una cuidada cadena de complicidades. Eslabones de la cadena.

Vimos que, por ejemplo UPM, contaminará ingentes cantidades de agua; se está “comiendo” muchísimas tierras de cultivo. Destruyendo el Uruguay.

La putrefacción administrativa  que permite episodios como el de Marset o el de Astesiano, también destruyen el país. Por empezar, la confianza.

Dejemos de creernos, como sociedad, tan límpida y recta. Empecemos a darnos cuenta que el viejo adagio “dime de qué te jactas y te diré de qué careces” encierra una sabiduría psicológica que nos cae al paisito como el guante a la mano.⌂

[1]   El acuerdo tomado en 1948, entre los gobiernos de EE.UU., R.U., Canadá, Australia y Nueva Zelandia, bautizado como “Los 5 ojos”, pese a toda la novedad tecnológica que encarnaba entonces, y que aumentó de manera decisiva con pasos de 7 leguas a partir de la digitalización de los comunicaciones desde fines del s XX, se caracteriza, de todos modos, por normas de fiscalización y control que son tan viejas como cualquier estado.

Publicado en Sociedad e ideología, Uruguay

El palestino: homo sacer de la biblia sionista

Publicada el 24/09/2022 - 24/09/2022 por ulises

El palestino: homo sacer de la biblia sionista

por Luis E. Sabini Fernández

Cuando se llevó a cabo el “Acuerdo del siglo”, en 2020, atendido y firmado por Donald Trump, Jared Kushner, Beniamin Netanyahu y David Friedman, buscando una “solución final” a la cuestión palestina, los palestinos fueron, oh paradoja, los grandes ausentes. No se les invitó: Expresamente no se los invitó. Reafirmando que las negociaciones se hacen entre “gente como uno”.

Esta decidida ignorancia o vacío diplomático revela que pasado ya casi siglo y medio (tiempo del conflicto de tierras en Palestina entre sionistas ocupando y palestinos oriundos resistiendo el despojo), el conflicto no ha variado un ápice el papel y el significado de los “actores” en juego: los palestinos no existen.

En el siglo XV, los “conquistadores” les otorgaron a los oriundos del “Nuevo Mundo”, a lo sumo el papel de infantes. Totalmente negada la posibilidad de reconocer igualdades o equivalencias en la capacidad y el derecho de tomar decisiones. Ésa fue la política que llevaron adelante los europeos en las Américas o África con su tarea de “rescatar” [1] prisioneros con un destino preacordado: esclavitud.

Las definiciones eran claras: oriundos del Nuevo Mundo así como los habitantes de África no eran personas, seres humanos; ese dibujo de humanidad resultó no sólo necesario sino muy conveniente, edificando un racismo que le iba  a los europeos permitir “justificar” la labor colonial. Situarses por encima de indios y negros. Es decir, con indios y negros “debajo”. Y asiáticos, malayos; en suma, con la raza blanca como entidad, vértice superior.

Pero con los palestinos ha sido algo más radical, se emparienta más bien con lo que los europeos les hicieron a los taínos en la isla La Española en el Caribe (actual territorio de las repúblicas de Haití  y Dominicana) en los primeros tramos de “La Conquista” (1511), o con el tratamiento dispensado por los conquistadores españoles a los refractarios quilmes en 1666, extirpándolos de los valles calchaquíes en el norte de lo que ahora es territorio argentino, convirtiendo una marcha forzada en una suerte de exterminio escalonado.

Los palestinos no son deseados siquiera como mano de obra esclava;  se los quiere alejar… geográfica o biológicamente.

Por eso, aunque con toda la parsimonia de un estado, el sionista, que se presenta y pretende una democracia y de primera calidad,  a los palestinos se los puede matar, no recibiendo condena en los tribunales israelíes, como lo han, por ejemplo, testimoniado conscriptos judíos.

Semejante fenómeno social –el que socializó un referente significativo de la dirigencia israelí, Naftalí Bennet, vanagloriándose de haber matado a muchos palestinos sin arrostrar consecuencia alguna–[2]  nos retrotrae a una figura del derecho romano, que repuso Giorgio Agamben en nuestro convulsionado mundo actual, postsoviético o de restauración de un núcleo geopolítico principal en el mundo entero basado  en el eje anglo-norteamericano: la de homo sacer, la vieja figura del humano sacrificable:

“[…] figura del derecho romano arcaico, que incluye a la vida humana en el orden jurídico sólo en forma de exclusión (es decir, en la posibilidad de darle muerte sin sanción)».[3]

En el derecho romano, ningún ciudadano constituía delito por matar a sus esclavos, por ejemplo. O a sus hijos (ese  mismo señor, amo romano, se hacía pasible de juicio y condena en caso de lo que hoy se llama feminicidio).

A quien se le enrostraba la calidad de homo  sacer se lo calificaba como “abominable, detestable”.

Pregúntesele a ciudadanos israelíes qué opinan, cómo ven a los palestinos y la inmensa, la inmensa mayoría dirá: repudiables, despreciables, sucios, malos, traicioneros, detestables. Abominables. La opinión pública israelí (por suerte, con excepciones) responde a la idea de homo sacer para los palestinos.

Una indecible, infinita necesidad de “sacárselos de encima”. Psicológica. Porque en los hechos desnudos, son ellos, los ahora ciudadanos israelíes, quienes están literalmente encima de la población palestina. Desgajada, reprimida, despojada, abusada.

¿Por qué semejante inversión de lo real?

Porque es una forma de sacarse de encima una pesadilla. Porque el judío sionista no acepta, tal vez ni alcance a percibir, que ha sido el sionismo, con su colonialismo de asentamiento racista, el que ha generado esa figura. A la que le ha llegado la hora de despreciar, aborrecer, maltratar, insultar y finalmente como viéramos con Naftalí Bennet, de matar.

 

Se puede hablar de un territorio palestino, de costumbres palestinas, de rasgos culturales  palestinos, manifestación  de un perfil cultural mayor, árabe, religiosidad islámica, con asentamientos milenarios de población.

Pensamos que es difícil no captar rasgos específicos aunque más no fuera los que se fueron constituyendo en la forja de una sociedad nacional, que debió defenderse durante décadas (en lo que va, siglo y medio) ante la instauración en el mismo territorio de otro tejido social aspirante a constituirse como sociedad o nación; aunque fuera eso sólo le fue dando un perfil propio y exclusivo.

Pese a que se sabe su tamaño poblacional, sus asentamientos, la cantidad de exiliados que han constituido el destino de tantos palestinos, al hablar de su destino nacional, sobreviene una escotomización  mediante la cual no se ven palestinos. Ni se escuchan.

Alejandro de Oto y María Marta Quintana, autores de una reflexión sobre la condición colonial nos hablan de: “esa incómoda figura que constituye el «sujeto colonial», a quien cualquiera prima facie puede ocasionar la muerte en el sentido más literal de la expresión.” [4]

Señalan que “[…]  el lugar por excelencia de la biopolítica moderna es el espacio colonial (insoslayable para comprender a «Europa» desde el siglo XV en adelante), como estado de excepción.” Esa biopolítica que vemos, por ejemplo en “el campo de concentración”. Y agregan de Oto y Quintana:  “en todo caso, también cabría hipotetizar acerca de que estos últimos [el campo de concentración y la estructura totalitaria de los estados del siglo XX] fueron las «novedosas» expresiones que el colonialismo adquirió en los confines intra-europeos.”

Otro filósofo que nos aproxima a la problemática del poder racista ha sido Michel Foucault. Veamos esta observación que recogen de Oto y Quintana: “[…] el racismo está ligado al funcionamiento de un estado obligado a servirse de la raza, de la eliminación de las razas y de la purificación de la raza, para ejercer su poder soberano.”[5]  Parecería, que Foucault está refiriéndose a Israel, tan ajustada es la cita a la realidad (aunque por la fecha nos consta que no).

En la Edad Media se llamaba forajido a quien no era amparado por derecho alguno, los jueces lo expulsaban de toda juridicidad; cualquiera podía matarlo. Otra vía para encontrarnos con la misma figura, de homo sacer. Los palestinos “son” forajidos. Otra vez, pregúntenle al ciudadano israelí normal, es decir, como nos lo recuerda Norman Finkelstein, al de franca derecha, por no decir de extrema derecha.

NO le preguntemos al puñado de bravos que se resistió a incursiones sobre la descuartizada, desmantelada Franja de Gaza; los refuseñik. Fueron un puñado, decenas, pero para entrever por dónde anda la justicia o el abuso, alcanza. No le preguntemos a los judíos viejos, ahora nonagenarios e israelíes, que  recuerdan como una pesadilla los abusos y atrocidades que cometieran contra seres humanos cualquiera en 1948; no les preguntemos a los judíos con dignidad moral que acompañaron a los palestinos perseguidos hasta donde les fue posible y se convirtieron ellos mismos en refugiados; entre los famosos, Felicia Langer e Ilan Pappé.

Porque estos últimos nos sabrán decir de la enorme dignidad, paciencia, valor de tantos y tantos palestinos enfrentados a esta política de borramiento político, policial, mediático, de persecución y abuso.

La formidable periodista mizraji Orly Noy revisa la política de su gobierno y el silencio cómplice, nada novedoso,  de la ONU. Cuando finalmente queda claro que la periodista palestina Shirin Abu Aqleh fue asesinada con balas israelíes y algún personero de EE.UU. se ve obligado, al menos de boca para afuera, a condenar tamaña acción  contra una ciudadana estadounidense, Noy recoge el latigazo de primer ministro Yair Lapid: “nadie va a dictarnos regulaciones sobre cómo y cuándo baleamos”. Brutalidad típica, nos recuerda Noy. Y Gantz,  el namberguán del ejército israelí, remató: “El jefe militar, únicamente determina y seguirá determinando la política de abrir fuego.” Resume Noy: “Nadie le va a decir a Israel cuántos, quiénes, cuándo, dónde y cómo vamos a matar.”

A ver si entendemos qué es el poder omnímodo. Sin tanta verba democrática, sin tantos cortinados onusianos.

Por eso, el periodista palestino Janan Abdu resume el estado mediático pero también en el terreno, de la situación palestino-israelí: “La ley ‘antiterrorista’ israelí está aplastando, haciendo trizas a la sociedad civil palestina”. Porque sencillamente todo lo palestino es terrorista; un pañuelo palestino, un reclamo, una bandera palestina: una visión cómoda, radical y falsa.

Por eso es escena cotidiana ver a colonos israelíes destrozando frutales de palestinos, protegidos por ‘fuerzas israelíes del orden’; ver colonos apedreando campesinos palestinos con protección de soldados de la “defensa” israelí.

Para Israel, nos recuerda Abdu, no hay movimiento de resistencia que valga.  ¡Todo es terrorismo! Esto es formidable, casi una inversión de la realidad.

Porque todos los recursos de Israel, ésos sí, son terroristas: que la población sufra bombardeos en sus viviendas, por ejemplo, eso es terrorismo (de estado); que se destrocen, mediante artillería y bombardeos fuentes de energía, de saneamiento, de potabilización, eso es terrorismo. Que lo que queda del territorio palestino no deglutido por Israel esté sembrado de puestos de control, que su población sea allanada a cualquier hora del día o de la noche; que sean arrestados niños e internados en jaulones a la intemperie, que el estado sionista decline investigar las muertes que sus fuerzas represiva especiales (el cuerpo de francotiradores, por ejemplo) han llevado, llevan a cabo, eso sí, es terrorista.

[1]  Lo del “rescate” de esclavos era una exquisitez semántica: los negreros, sobre todo europeos, pagaban por afros de tierra adentro aprisionados en los reinos africanos costeros, para subirlos a barcos que transportarlos “dicha mercadería” al otro lado del océano “entregarla en destino” en las Américas, mediante muy jugosos cobros. Todo ese tráfico humano se incrementó para mantener la matriz de extracción de bienes en América cuando la mano de obra esclava local, “los indios”, aniquiladas sus sociedades, fueron raleados…

[2]  https://www.aa.com.tr/es/pol%C3%ADtica/-qui%C3%A9n-es-naftali-bennett-el-futuro-primer-ministro-de-israel/2263267.

[3]   Lluís Bassets, «Homo sacer», El País, Madrid, 4 oct. 2006.

[4]   “Biopolítica y colonialidad. Una lectura crítica de Homo sacer.”, Tabula Rasa  no.12, Bogotá, 2010.

[5]   La voluntad de saber, «Derecho de muerte y poder sobre la vida» (ùltimo capítulo), cit. p. Alejandro de Oto y María Marta Quintana,

ob. cit.

Publicado en Medios de incomunicación de masas, Palestinos / israelíes, Poder

COVID19: ¿VIRUS NOVEDOSO Y NATURAL O GUERRA BACTERIOLÓGICA [BIOWARFARE]?

Publicada el 24/09/2022 por ulises

18 SETIEMBRE 2022

por Luis E. Sabini Fernández

Hagamos una pizca de historia.

La resistencia de los organismos vivos ante enfermedades producidas por virus, hongos, bacterias; suelen vencer incluso a  las más mortíferas, como fue el caso de la “peste negra” (bubónica, siglo XIV;  de unos 75 millones de europeos entonces; resultaron muertos durante un par de años, unos 25 millones). El lógico terror sembrado por la epidemia, que aniquiló la vida de un tercio de la población constituye una de las huellas más atroces y perdurables. Semejante mortandad es, empero, excepcional (también es cierto que en poblaciones más pequeñas el destrozo de vidas puede ser proporcionalmente mayor).

Pensemos que diezmar una población, hacerla trizas, física y psíquicamente, algo que se ha ejercido militarmente, pero que también ha servido para dimensionar el daño de una epidemia, es matar o afectar a uno de cada diez. La conmoción con un 10% de “alcanzados” es altísima.

Se estima que en los países más afectados con el Covid19, como EE.UU., el trastorno producido mató a un porcentaje entre  0,2% y 1%.

Por consiguiente, no estamos ante una pandemia de las más devastadoras. La mortandad en China, por ejemplo, según datos oficiales (los únicos cognoscibles), esde unos 3000 muertos para 1500 millones de habitantes, por consiguiente, es de 2 diezmilésimas de la población (0,0002).

Sabemos además que por sí y ante sí la jefatura de la OMS, sin consultar a los países que, al menos teóricamente la constituyen, cambió la definición de “pandemia”, un término que clásicamente presuponía una mortandad considerable y que cuando se la declara  por el Covid19 a comienzos de 2020, se la redefine sin el componente de “muertos por la pandemia”. Con la nueva definición cualquier resfrío que se extienda sobre una superficie considerable puede pasar o debería pasar a ser llamado y tratado como pandemia, aunque no tenga muertos (que no es el caso del Covid19 que sí los tuvo).

De todos modos, la idea del resfrío “pandémico” nos da idea del grado de persecución anímica, de suspicacia y amedrentamiento ante contagios, de terror sanitario, que conlleva una definición de pandemia.

Porque la duda que deja el rastro del Covid19, todavía presente, al parecer difuminándose, extendiéndose aunque perdiendo letalidad, es llegar a saber cuál fue el daño del virus propiamente dicho, el Covid19 y cuál el del generado por la respuesta humana ante su aparición.

Por tratarse de un virus no reconocido, la respuesta fue necesariamente cargada de ignorancia, como aquel primer intento de respuesta procurando “dar aire” a los pulmones cuando no se trataba de un patogenia respiratoria sino circulatoria; que no le faltaba el aire al contagiado sino que le sobrevenían embolias en el sistema circulatorio.

La humanidad pudo ir acercándose al diagnóstico contrariando a la OMS que había ordenado (criminalmente) suspender y prohibir las autopsias, gracias a un médico italiano, desobediente, que realizó unas 400 autopsias fuera de la ley. Así pudo saberse más del carácter de la enfermedad en danza.

En ese primer año, de ignorancia y tanteo, todavía no habíamos llegado a las (mal) llamadas vacunas.

Se tanteaba con respiradores, con hidroxicloroquina, ivermectina, aspirina (anticoagulante).

Y se discutía mucho sobre su etiología.

 

ORIGEN

Desde la negación lisa y llana de un agente patógeno (No existe el virus; es todo un plan de “reseteo” poblacional desde la OMS y el FEM) hasta los críticos de la agroindustria y el destrozo de la naturaleza a través de la conquista progresiva de todo el planeta por el señorío humano.

Los primeros fueron rápidamente criticados y anulados como conspiranoicos y se le retiró toda tribuna (salvo las arrinconadas de los núcleos más tenaces pero con escasa resonancia social); los segundos en cambio, eludieron radicalmente el calificativo de conspiranoicos y anticientíficos, y apostaron a la zoonosis: el atropello de la agroindustria, y el mundo corporativo sobre el ambiente ha facilitado la invasión de más y más hábitats silvestres por animales domesticados y han proliferado contactos entre fauna administrada por humanos (en grandes establecimientos industriales con aves, cerdos, vacas)  y los últimos rezagos de bolsones silvestres, con pangolines, civetas, hurones, murciélagos… y un virus silvestre se ha pasado a los planteles criados por humanos y así tenemos una enfermedad inesperada para la cual no tenemos una medicación prevista.

 

VACUNACIÓN O INOCULACIÓN

Apenas un año después, de la declaración pandémica y el aislamiento  consiguiente (que no fue tan generalizado como se tiende a creer), aparece “la solución”. Shots, como se dice en inglés, inoculaciones llamadas vacunas. Que por no haber cumplido todos los pasos exigidos para la aprobación en firme de una vacuna, no adquiere la calidad de obligatoria que la OMS otorga, tras los muchos años que inevitablemente requiere su aprobación con una serie de pasos a cumplir (y que en este caso, precisamente, no se han podido emplear). Por eso, las campañas de inoculación de las llamadas vacunas Covid19 se convirtieron legalmente en voluntarias, aunque muchas administraciones locales, nacionales, deportivas, sanitarias, municipales, empresarias, se arrogaron el derecho de convertirlas en obligatorias para los humanos bajo su jurisdicción.

La vacuna antivariólica ideada por Edward Jenner a fines del siglo XVIII, y todas las que, con más o menos éxito se fueron logrando, consistían en inocular un agente patógeno altamente debilitado en  el organismo, tan pero tan debilitado que no podía poner en peligro la salud del vacunado pero suficientemente activo como para poner en marcha en el organismo receptor una red de resistencia, inmunidad contra la enfermedad en cuestión.

Lo que a partir de 2020 se pone a disposición de las autoridades médicas y la población es una terapia génica, un dispositivo que enfrenta el virus en cuestión, pero sin generar esa inmunidad biológica propia en el organismo receptor. Por eso, la persona inoculada puede contraer otra vez el Covid19 (aunque, se supone que siempre más atenuado, amén de la más supina ignorancia por secuelas de tales inoculaciones).

Lo que vemos luego de haberse inoculado a la mayoría o inmensa mayoría de muchas poblaciones nacionales, por ejemplo, en los países del Conosur, es que el Covid19 sigue entre nosotros. Entre “vacunados” y entre no “vacunados”.

Que la recaída se ha hecho común y silvestre.

 

PERO, VOLVAMOS A LO DEL ORIGEN

Tal vez por cansancio, no se ha seguido, al menos mediáticamente la búsqueda del origen, del porqué del Covid19.

La temprana medida de la OMS de declarar pandemia la presencia de Covid19 y de encontrar rápidamente su origen podría despertar suspicacia, cuando sabemos que la OMS hoy día sesiona con la presencia permanente de su principal financista, William Gates, con un peso insoslayable en sus resoluciones.  Y una llamativa vigencia de sus planteos; apenas uno o dos meses antes de desatada la cuestión del Covid19, afectando al mundo entero, Gates había organizado un simulacro de pandemia: habría que concederle al menos una  extraordinaria capacidad predictiva.

Como para que no pensáramos mal (o por el contrario,  para empezar a sospechar), casi de inmediato salió un documento firmado por connotados científicos del ramo descartando la presencia de un virus modificado genéticamente, insistiendo en el origen natural, digamos casual del evento. Al frente de esta hipótesis convertida en versión oficial de la OMS estaba un connotado investigador Peter Daszak,  de EcoHealth Alliance.

Sin embargo, a mediados de 2021, sin haber podido encontrar todavía los eslabones biológicos  necesarios para abonar la tesis del pasaje natural de virus en fauna silvestre a animales bajo crianza humana, se abrió, en cambio, camino la tesis de la guerra biológica (biowarfare). Lo que tras el final de la 2GM, muchos científicos estadounidenses calificaron test tube war (una guerra con bacterias como armas). Ésa fue la hipótesis resultante para una autoridad mundial en la materia en mayo 2021, Nicholas Wade,[1] tras comprobar la falta de indicios o eslabones para entrever origen zoonótico.

Tanto el personal médico y sanitario como la prensa supuestamente especializada guardaron silencio en toda la línea.

Si entonces fue muy llamativo la pobreza de respuesta, de análisis, cuando ahora, hace menos de un mes, Jeffrey Sachs, el biólogo, reconocido mundialmente, a cargo del análisis de esta llamada pandemia en la sección respectiva de The Lancet, tal vez la más importante revista científica del planeta, confirma una vez más el origen transgénico del Covid19, un virus de fabricación humana, el silencio se ha hecho ensordecedor.

Jeffrey Sachs es una suerte de Da Vinci redivivo; no sólo está al frente de esta investigación sobre el origen de esta pandemia; ha hecho un demoledor análisis del militarismo estadounidense en el asunto Ucrania, es asesor del papa Francisco y a la vez se ha atrevido con pronósticos económicos de un país como Argentina, uno de los más habituales viajeros de la montaña rusa económica mundial.

A la luz de tanto desierto mediático, resulta acertado el juicio del periodista estadounidense, nada de izquierda, Ron Unz, de que estamos ante una “bancarrota política de los medios”. Y Unz no se refiere a los medios de incomunicación de masas domesticados, de los cuales podemos esperar poco y nada en torno a cuestiones como la verdad; no, Unz aclara expresamente: ”bancarrota de los medios alternativos”.[2]

 

TRAS TANTO SILENCIO, LAS PREGUNTAS

Aldo Mazzuchelli en la excelente extramuros que dirige, repasa algunas explicaciones sobre muertes, que indudablemente han escapado a los ritmos y a las estadísticas de mortalidad tenidos por tradicionales.

Señala Mazzucchelli con inevitable sorna cómo la prensa tradicional, la que en lugar de tener pensamiento, procura reflejar el del poder actuante, cada vez más imposibilitada de conseguir respuesta a, por ejemplo, la cantidad de muertes súbitas entre futbolistas; “1249 paros cardíacos de deportistas, problemas graves, 847 muertos, tras la inyección de COVID” [3] recurre a los subterfugios más penosos para explicar el “plus” de muertes civiles, inesperadas; dormir con calor, sestear, dietas deficientes, bebidas heladas… Remito a la revista-e extramuros y en particular a su último número. [4]

Veamos del British Medical Journal, un título y su introducción  (se trata de otra de las revistas médicas más relevantes del mundo entero):

“Las consecuencias inesperadas de la política de vacunación del Covid19: por qué la obligatoriedad, los pasaportes y otras restricciones pueden causar más daño que beneficios.” [5]

Y un párrafo de John Ziman:[6]

“[…] las muertes y las reacciones graves continuarán hasta que mueran tantas personas que sea obvio que la vacuna es de 10 a 100 veces peor que el virus que se supone que trata. Estos atletas son los canarios en la mina que nos advierten del peligro inminente. Están siendo escondidos para que la gente que no está prestando atención no vea la advertencia.” Ziman es un científico con la cabeza suficientemente despejada para entender  que ciencia y científicos no son lo mismo, y que por lo tanto, ninguna afirmación puede validarse por el mero hecho de tener como su autor a un científico.

Luis H. Anastasía Correa, biólogo uruguayo, ya en mayo de 2020 nos advertía ante las estadísticas machaconamente difundidas, que nos aturdían con muertos por el covid: “¿Cuántos millones de muertos por miedo, por protocolos de no atender pacientes o pacientes crónicos que no quieren atenderse?” [7]

Y el mismo autor, dos años después confirma ese diagnóstico y lo actualiza en unas nota en la revista extramuros que nos alegra citar otra vez: “Basándonos en la evidencia, todo indica que las medidas implementadas para, supuestamente, detener el avance de la pandemia; provocaron un exceso de muertes. Todas las consecuencias que se observen llevan a la misma conclusión: las políticas y recomendaciones de la OMS aplicadas a nivel global están llevando a la muerte no esperada de millones de personas.” [8]

 

CONCLUSIONES PROVISORIAS QUE NO SE PRETENDEN CIENTÍFICAS PERO SÍ RACIONALES

  • Falta saber cuántos seres humanos han sufrido y hasta muerto por el Covid19 y cuántos por la declaración de pandemia que alteró tantas coberturas sanitarias, desparramó el miedo en enormes bolsones de la sociedad y reordenó las consultas, a menudo postergando sine die tratamientos hasta entonces considerados urgentes.
  • La terminología “vacuna”, que lleva en su semántica la idea de agente patógeno generando resistencia no corresponde con las inoculaciones basadas en la actividad de ácidos nucleicos. La enorme cantidad de secuelas registradas, aunque muy minoritarias respecto del total de inoculados, ha resultado muy superior a las secuelas que han acompañado a la generalidad de vacunas aprobadas hasta ahora.
  • Hay un malestar fisiológico postinoculación que despierta desconfianza.
  • ¿Qué es, finalmente, el Covid19?
  • ¿Qué penoso papel cumplen los medios de incomunicación de masas?

[1]  Aun formulado como pregunta, ya rompe la versión oficial de la OMS y Las autoridades médicas norteamericanas de entonces: ”¿Cuál es el origen de COVID? ¿La gente o la naturaleza abrieron la caja de Pandora en Wuhan?”, 2 mayo 2021. https://nicholaswade.medium.com/origin-of-covid-following-the-clues-6f03564c038.

[2]  “Covid and the Political Bankruptcy of the Alternative Media”, unz.review, 12 set. 2022.

[3]  extramuros, no. 57, set. 2022. En la misma nota se informa que el promedio de tales eventos, hasta ahora no pasaban de 60 al año.

[4]  Ibíd.

[5]  Kevin Bardosh et al., vol.7, ed. 5.

[6]  Real Science, Cambridge University Press, 2000.

[7]  https://www.uypress.net/Columnistas/Luis-Anastasia-uc104617.

[8]  extramuros, no 57, Montevideo, set. 2022.

Publicado en Ciencia, Conocimiento, Cultura dominante, Globocolonización, Poder mundializado, Salud. Y enfermedad, Sociedad e ideología, Uruguay. Qué hacer

Time is money… y la vida ¿qué es?

Publicada el 08/09/2022 - 14/09/2022 por ulises

Apotegma del mundo empresario: A propósito de un juicio al consorcio Dupont.

por Luis E. Sabini Fernández –

Dark Waters

Una película norteamericana reciente, ganadora de premios y reconocimientos, Dark Waters, de 2019, producida y actuada por Mark Ruffalo –basada en una historia contada por Mario Correa y Matthew M. Carnahan  de un abogado en la vida real, Robert Bilott–, expone claramente el trasfondo de la ideología dominante en EE.UU.  Algo que se desenvuelve más allá del contenido expreso de la película y por el cual ha sido muy estimada.

Bilott, abogado de un estudio de los llamados corporativos, dedicados a defender el mundo de los negocios, él mismo proveniente de Virginia Occidental, se entera que un vecino de su abuela, está enfrentando unas muertes inaceptables de vacas que cría. Lleva 190 vacas muertas, que él inicialmente enterraba “como de la familia”, le cuenta  a Bilott, pero a medida que el daño desconocido se expande, el granjero ve cada vez más claro que hay un envenenamiento de las aguas de las cañadas locales, y se ve obligado a quemar grupalmente a los cadáveres.

Linda con terrenos de un laboratorio, Dupont, y dado que ya nos hallamos en la segunda mitad del s XX, inevitablemente el granjero se pregunta qué veneno proviene de ese terreno.

El papel del protagonista de la película es inicialmente ambiguo: honestamente, quiere ayudar al vecino de su abuela (que es además el anfitrión de un hogar que él conoció bien de niño), un ganadero mediano, Wilbur Tennant, pero sus colegas del buffet le advierten de lo insensato que sería “pelear” contra Dupont. Así que Bilott procura hacer una demanda limitada, como para corregir desprolijidades que, por otra parte, él mismo no entiende.

El abogado que representa a Dupont, viejos compinches del mundillo de las ordenanzas y reglamentos, no acepta ningún abordaje, ni siquiera  el que tímidamente Bilott pensaba hacer.

El abogado defensor y la empresa

Y la incursión de Bilott en la maraña de disposiciones empresariales y  legales lo va  introduciendo en el universo de tóxicos y venenos usados con impunidad. Va advirtiendo que los estudios y análisis que se hacen, tanto los propios de la empresa como los ajenos encargados revelan daños, que Dupont sin embargo pasa por alto. Amparada por dictámenes “científicos” (en rigor, firmados por científicos) que atestiguan inocuidad o daño ligero de los productos  químicos investigados.

Bilott se va dando cuenta que la calidad de “cómodo para evitar adherencias”, de un plástico diseñado inicialmente para uso militar y que se ha introducido al mercado hogareño para facilitar y modernizar la vida cotidiana, es un arma mortal; que toda la maravilla deslumbrante del teflón –porque de ese “adelanto tecnológico” se trata– en rigor va siendo más y más asociado a enfermedades como cáncer y malformaciones congénitas.

No es novedad.  El teflón repite el tendal sanitario que han dejado muchos otros polímeros de alto rendimiento comercial, económico y financiero.

Esta maravilla tecnológica fue descubierta “por casualidad” en 1938 por  Roy J. Plunkett (como la inmensa mayoría de los derivados plásticos del petróleo, acaecidos en la primera mitad del siglo XX)

Y en 1945 se lo patentó y salió como mercancía:

“Desde que se registró entonces, la marca Teflon™ se ha tornado inmensamente popular y reconocida en todo el mundo por sus propiedades antiadherentes.[1] Se emplea en: “Recubrimientos para utensilios de cocina; telas y productos textiles antimanchas y que repelen la suciedad; recubrimientos para entornos productivos e industriales difíciles.”

Tal vez en recubrimientos industriales habría sido usado sin el potencial patógeno que reveló al aplicarlo a ollas y sartenes, en contacto directo con nuestros alimentos.

”Plunkett recibió el reconocimiento de la comunidad científica, académica y civil de todo el mundo por su contribución. Ingresó al Salón de la Fama de los Plásticos en 1973 y al Salón de la Fama de Inventores de la Nación en 1985.”

Por lo transcripto vemos que el teflón formó parte del tecnooptimismo  empresario que no estaba dispuesto a perder el negoción por algunos afectados.

El tesón de Bilott y, particularmente el de Tennant, que aun enfermo (porque no fueron solo sus vacas las intoxicadas y muertas) seguirá empeñado en ubicar la fuente del daño. Así, cuando Dupont procure apaciguar las aguas con una miniindemnización  de 16 millones de dólares a una serie de damnificados, apoyándose en una resolución de la EPA (Environmental Protection Agency, Agencia de Protección Ambiental de EE.UU.) en el momento en que la empresa seguía embolsando unos mil millones de dólares de venta anual de sus “fantásticos productos” y el mismo Bilott se tienta, Tennant no se pliega e insiste en luchar contra Dupont. Ya está él mismo enfermo de cáncer, como su pareja.

Tennant no sólo tuvo que enfrentar la empresa contaminante, falsificadora y asesina; tampoco contó con el apoyo comarcal, porque sus vecinos le rehuyeron todo contacto, criticado porque mordía la mano de quienes modernizaban el lugar con un establecimiento modelo…

Wilbur Tennant y su formidable perseverancia es comparable con la lucha que tuviera un agricultor contaminado con glifosato contra otro consorcio gigante, Monsanto. Percy Schmeiser, canadiense, que también terminó ganando un juicio tras años y décadas de contaminación, vejámenes, atropellos y chicanas.

Los tóxicos irán, a la larga, enfermando a otros vecinos de Tennant y a trabajadores de la planta, en Parkersburg, Virginia Occidental.

Aunque Bilott tarda años en conseguir algún resultado que merezca ese calificativo, hacia 2006 surgen datos, ya irrefrenables, contra la inocuidad del teflón y de su planta procesadora.

Bilott debió “pagar” consigo mismo su decisión de defender la verdad y enfrentar el abuso. Su carrera como “abogado corporativo” sufre un fuerte deterioro (como su salud), aunque tuvo “la fortuna” de no ser abandonado ni despedido.

El teflón empieza a “estar en la picota”, pero sigue férreamente defendido por quienes se aprovechan de su aplicación.

Las voces empresarias

En 2011 decía un fabricante sin empacho:[2]

“[El] PTFE (sigla en inglés de politetrafluoroetileno). […] es [un polímero] muy conocido por su resistencia, […] no se limita a las altas temperaturas. El teflón virgen es sumamente resistente a los daños que la mayoría de los agentes químicos pudieran provocar en su estructura.

”El teflón virgen resulta ser prácticamente inerte. Esta característica hace que no reaccione con otras sustancias químicas, aunque en algunos casos excepcionales llega a suceder. Al no reaccionar con ninguna sustancia se convierte en un material prácticamente libre de toxicidad, lo que permite que tenga múltiples aplicaciones.”

¿En qué quedamos? ¿Reacciona con algunas sustancias químicas o con ninguna? Ambas afirmaciones, no. El atributo de “inerte” es redondamente falso, al no mencionar las (escasas y difíciles) condiciones en que es tal.

”Aplicaciones:

”- Revestimiento de aviones y naves espaciales, por su resistencia a altas temperaturas – Fabricación de prótesis – Operaciones estéticas – Producción de vasos sanguíneos y tejidos artificiales – Pinturas – Revestimiento de materiales sometidos a ambientes corrosivos – En utensilios de cocina como sartenes u ollas, debido a su antiadherencia y a su baja toxicidad.” [sic]

Todavía alardean de baja toxicidad, como si fuera verdadd.

Veamos una presentación en México, todavía exaltado como excelente material en 2012. Pero…[3]

“La mayor ventaja de las cazuelas, sartenes y otros utensilios de teflón es que no requieren, necesariamente, de ningún tipo de grasa para freír o cocinar los alimentos, así como lo fácil que resulta limpiarlas al finalizar la faena.

”[No] se debe cortar la carne, ni ningún otro alimento directamente dentro de las cazuelas o sartenes, pues las rayaduras y el desgaste que esa acción produce, deterioran la superficie de teflón provocando la pérdida de sus propiedades antiadherentes. […] la mayor desventaja del uso de utensilios de teflón es que no se debe superar nunca los 260 º C de temperatura […] sobrepasar los 342 º C de temperatura, punto de fusión medio donde el teflón comienza a liberar gases altamente nocivos para la salud.”

No sabemos si a 260 o  a 342, pero el daño resulta ya inocultable.

En 2015 se hace un teflón sin PFOA (ácido perfluorooctanoico), porque sucesivas pruebas advierten la toxicidad del PFOA.[4]

TECNOLOGÍA DEL RIEGO [porque todavía se ofrecen estas tecnomaravillas para regar vegetales o producción acuática…]

“[…] resistente a la intemperie y a los rayos solares, presenta una buena resistencia a la abrasión, al desgaste y a las altas temperaturas (de hasta 180ºC), es buen aislante eléctrico y es auto-extinguible con buena resistencia al fuego.”

Después de 2015, con el juicio a toda máquina de Bilott contra Dupont, todavía vemos las pretensiones corporativas (industrias finishes no presenta fecha). [5] Eso sí, niega todo parentesco entre PTFE y PFOA:

“Ventajas de rendimiento y beneficios medioambientales [sic].

” […] Comprometido con el cumplimiento de los principales organismos reguladores.

”Nunca se fabrica con PFOA o PFOS.” Ahora, aunque es bueno recordar que se lo fabricó durante  décadas con PTFE y PFOA.

Y a continuación, la folletería nos ofrece testimonio de cómo cumple la empresa con los reguladores públicos, como nuestra penosamente conocida EPA:

”[…] Cumple con el Programa de Administración del PFOA de la  […] EPA. 2010/15.

En 2018, la versión empresaria ha empalidecido bastante. La investigación de Bilott era ya archiconocida  e incluso la película que se basaba en semejante denuncia estaba en marcha.

La voz oficial del mundo empresario nos dice entonces: [6]

”No hay estudios totalmente concluyentes sobre la toxicidad real de esta sustancia, pero el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (IARC) lo ha clasificado como «posible carcinógeno» en el grupo 2B, es decir, en el grupo de sustancias de baja [sic!] probabilidad cancerígena para el hombre.” No es tan baja, más bien intermedia.

”También se sabe que tiene una gran persistencia en el medio ambiente y se ha encontrado en la sangre de animales y personas.

”El PTFE es un material inerte, estable y sin riesgos, siempre que no se caliente por encima de casi 300ºC. Nadie debería cocinar nunca a esta temperatura y, en caso de que lo hiciera, lo que pasaría sería que el teflón se degradaría y desprendería unos gases que, aunque no son muy peligrosos [otra vez sic], tampoco hay motivo para inhalarlos innecesariamente.”

Confróntense las dos últimas frases, penosamente incongruentes:

”Y por lo que se refiere al PFOA, es muy importante recalcar que en su momento se utilizaba sólo para aplicar el recubrimiento a los utensilios de cocina antiadherentes. Así que cuando el producto acabado llegaba al hogar del consumidor el PFOA era ya prácticamente indetectable. Por eso en realidad cocinar con un producto recubierto con un antiadherente PTFE (o teflón) con PFOA no era peligroso para el consumidor.”

Pese a eso, suponemos que no será por capricho, lo que se dice a continuación:

”se ha eliminado del proceso de aplicación del PTFE en los recipientes de cocina […] en julio de 2020 su uso queda prohibido en España y en todos los países que han firmado el Convenio de Estocolmo y su producción está restringida a nivel mundial.”

Y en 2020, con el escándalo ya expandido, llegamos a la supresión de los sartenes con teflón, ya sea PTFE  o PFOA o sin él:

La empresa DIDE [7] declara:

“Si bien el teflón se ha ganado un nombre en la industria de la cocina, los servicios de revestimiento de teflón brindan muchos más usos en diversas industrias. […]

“El teflón es un material que funciona a la perfección sin que necesite de un mantenimiento, es más, cuando lo aplicas te olvidas de que existes. [sic]!” Esta última observación, de que uno ya no existe usando teflón, ¿es una confesión involuntaria o apenas una confusión de palabras?

 Las personas en entredicho

Hemos procurado mostrar cómo el lucro cegó las observaciones y verificación de daños. Minimizándolos, bagatelizándolos.

Y cómo la lucha enconada por probar la existencia de materiales tóxicos, en este caso al menos, llegó finalmente a buen puerto.

¿A buen puerto?

El juicio  terminó demostrando que Dupont había primero negado la contaminación, luego la había minimizado y sus abogados habían llegado a transigir en pagar una multa equivalente al 1,5 % de sus ingresos brutos anuales que ya vimos fue rechazada. Y  Bilott empieza a llevar a juicio uno por uno a los miles de demandantes  (unos 3500) a quienes se les probó deterioros de salud a veces atroces (como malformaciones congénitas), y empieza ganando los primeros juicios con resarcimientos de cientos de miles de dólares por cada afectado (2016). Dupont se apresura entonces a firmar un reconocimiento colectivo, con un ajuste de cuentas multimillonario que se traduce, sin embargo, en montos menores para cada demandante.

Con lo cual, Dupont “salva la ropa”. Pero sigamos un paso más.

Supongamos que Dupont hubiese tenido que pagar por cada uno de los 3500 demandantes el importe máximo que tuvo que desembolsar en el primero o en el segundo juicio de los que perdió individualmente.

¿Habríamos entonces llegado a buen puerto?

Dupont, tal vez involuntariamente, por pura negligencia o tecnooptimismo, dañó de por vida a miles de seres humanos y a otros miles de seres vivos.

Falsificó los resultados de investigaciones sobre contaminación. Hizo escarnio de resultados científicos. En  complicidad con ciertas autoridades públicas que se avinieron a sus criterios empresariales para cuidar dividendos y no la salud ambiental o social.

¿Pueden compensarse tamaños delitos con dinero? Dupont, pagando indemnizaciones, lo que hizo fue salir libre de todo delito que tendría que habérsele imputado.  En rigor, compró su libertad, su inocencia.

¿Se puede comprar la inocencia?

La cultura estadounidense  y la modernidad en general matrizó el viejo apotegma “El tiempo es oro”. Tenemos así una monetarización de nuestras vidas.

Pero la vida es impagable. Y su daño puede ser irreparable y en consecuencia no se “arregla” con dinero. La empresa que contamina comete delitos. ¿Se le deja a un delincuente delinquir?

¿Las personas físicas pueden matar pagando? Parecería que no, pero sí lo hacen; contratan sicarios, no sólo individuales; se han  organizan batallones de “limpieza social” como lo hicieran comerciantes cariocas en convenio con policías, para “despejar” las calles de garotos da rua, contratando a quienes los han matado. A veces, ni siquiera mediante pagos especiales: las propias fuerzas  legales profesionales acaban con vidas humanas no deseadas, como militares israelíes acabando con la vida de palestinos de modo totalmente “desprolijo”;  quieren matar a un presunto terrorista y cumplen el cometido matando a 5 o a 14 vecinos, parientes, niños, lo que hay cerca del “blanco”. A veces, reciben pago especial siendo miembros de cuerpos represivos, como ha pasado con militares colombianos presentando su cosecha de “falsos positivos”.

Son, de todos modos, casos excepcionales.

¿Y las personas jurídicas? Al parecer, ellas sí, pueden matar pagando, al parecer de un modo mucho más irrestricto.

Empresas en EE.UU, por ejemplo, han terminado pagando indemnizaciones por contaminación con desenlace mortal: en ningún caso, han visto afectados los destinos las personas físicas (los seres humanos concretos) actuando desde la empresa; no sólo sin cárcel ni con pena de muerte; ni siquiera procesados.

Las multas son aplicables tanto a personas físicas como jurídicas. Penas más severas que se aplican a personas físicas, ¿cómo considerarlas ante personas jurídicas? ¿Suspensión de la actividad de la persona jurídica empresarial equivaldría a prisión, finalización de la personería jurídica (equivaldría a pena de muerte)?

Las personas jurídicas, como vemos, tienen muchos privilegios, como ante esta demanda por envenenamiento ambiental, respecto de nos, simples mortales.

Es que las personas jurídicas son de hecho la pantalla de algunas personas físicas.

notas:

[1]  https://www.teflon.com/es/news-events/history. [s/f, pero indudablemente reciente]

[2]  https://www.quiminet.com/articulos/el-teflon-virgen-y-sus-ventajas-2637352.htm.

[3]  https://www.elsiglodedurango.com.mx/noticia/2012/ventajas-y-desventajas-del-teflon.html. 4 dic. 2012.

[4]  https://www.traxco.es/blog/tecnologia-del-riego/viton-o-teflon

[5]  https://www.teflon.com/es/industries-and-solutions/solutions/consumer-applications/textile-finishes/how-fabric-protector-works/environmental-advantages

[6]  https://www.castey.com/es/pfoa-que-es-el-teflon

[7]  https://www.distribuidoraindustrialdeempaques.com/blog/articles/teflon. 11 ago 2020.

Publicado en Centro / periferia, Ciencia, Conocimiento, EE.UU., Nuestro planeta, Salud. Y enfermedad

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