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De alemanes, nazis, judíos, sionistas

Publicada el 09/08/2019 - 10/08/2019 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández

¿Por qué los alemanes han tenido que explicitar su posición y su relación respecto del nazismo?

Indudablemente, porque el Tercer Reich ha perdido la 2GM. Como consecuencia, su población ha debido incluso soportar la sospecha generalizada de connivencia con el régimen nazi, en su momento indudablemente popular. Han sido incluso expuestos a teorías del tipo de las de Daniel Goldhagen sobre la impronta étnica en los comportamientos humanos (alemanes como “verdugos voluntarios” del nazismo).

Con el paso del tiempo y las peripecias, sobre todo las sufridas por los palestinos (pero no solamente), surge la pregunta de por qué los judíos no se ven precisados a definir su posición respecto de Israel. Porque Israel, que se iniciara como un golpe de mano, estilo pirata, aunque muy recubierto de amparos (por ejemplo, de las “Grandes Potencias” de la época), ha ido entrando en un vórtice de brutalización y violencia aun peor al de los momentos fundacionales. Y cada vez más impune.[1]

No se trata de hacer una comparación literal o exhaustiva entre Israel, bandera de la democracia occidental, y el Tercer Reich de triste memoria. Lo germano se considera nacional y lo judío es más ambivalente; puede ser religioso, idiomático o cultural, aunque con el Estado de Israel ha devenido cada vez más nacional.

Sin embargo, los judíos en general, y en particular los progresistas, llevan adelante su actividad social, política, intelectual, como si nada tuvieran que decir o que ver con lo que acontece en Israel.[2]

Lo cual, en términos puramente personales, es aceptable, pero considerado socialmente, pensando en vínculos de comunidad o de nacionalidad, incluso los tribunales, la responsabilidad es otra; rendir cuentas forma parte de cada uno, lo asuma o lo ignore. O haga como que lo ignora.

Si tal fue la situación con la realidad israelí, la de su surgimiento e implantación manu militari, la responsabilidad se acrecienta inconmensurablemente con la expansión del peso y el poder sionista en el mundo entero; pensemos en Sudán del Sur, Honduras, Colombia, Irak, Líbano, Siria, Irán, en el lado castigado del planeta, y en el Reino Unido y en general Europa y, fundamentalmente en EE.UU., el lado favorecido de ese mismo planeta…

La tesis presentada al principio es que los alemanes debieron, debían, incluso deben rendir cuentas porque perdieron la guerra mundial, porque salieron del círculo áulico de la humanidad y pasaron al de los que, precisamente, deben rendir cuentas.

A través de la consolidación del Estado de Israel como presunto estado soberano; algo no tan nítido si observamos el constructo político que llamamos Israel, que para algunos es “el portaaviones de EE.UU. en el Mediterráneo Oriental” (versión cada vez más obsoleta de la progresía occidental), para otros el quincuagesimoprimer estado de la “Union” con funciones particularmente directivas dentro de EE.UU., y para otros finalmente, parte de una entente que bien merece llamarse Triple por una configuración de poder combinado y mundial, entre elites del Reino Unido, Israel y EE.UU. (con sus City y Wall Street incluidas; no sabemos si Israel tiene un equivalente dentro de sus difusas fronteras; por internet no logramos captarlo).

La segunda y sobre todo, la tercera opción se perciben, por ejemplo, en la política de “Los 5 ojos” (que son 6) de la red Echelon.[3]

Como resultado de la 2GM, los judíos no necesitan rendir cuentas. Por suerte, existen judíos como los que mencionáramos antes.[4]

Hay motivos para estos deslindes, estas tomas de posición. Porque nos encontramos en una situación más problemática, más ardua, que en otros momentos culturales pasados. Estamos cada vez más en el terreno de una policía del pensamiento.

Y eso, en sus dos variantes más conocidas; las dos con impronta israelí.

Por un lado, tenemos los desarrollos tecnológicos securitarios en los cuales Israel está a la vanguardia con intervenciones cada vez más sofisticadas para oír, ver, registrarlo… todo. Ya es mucho más que la pesadilla Echelon. Hay capacidad tecnológica para convertir, por ejemplo, todo celular, aun apagado, en micrófono y con alcance de muchos metros. Al lado de lo cual, los viejos sistemas de escucha telefónica resultan paleolíticos. El paisaje urbano, el interior de los vehículos de todo tipo, se van convirtiendo en escenarios de un teatro mundial, generalmente inconsciente, involuntario.[5] Israel se ha especializado en la producción de tales dispositivos de omnicaptación.

Y al lado de esta tecnopolicía de vigilancia, arrecia otra policía del pensamiento… la de lo políticamente correcto.

Para su instauración, el sionismo ha desempeñado un papel primordial. Mediante la construcción de relatos como, por ejemplo, el de “Israel democrático” (tratándose de una sociedad racista y colonialista), o de los juicios de Nurenberg de 1946 como si hubiesen sido objetivos, o, por ejemplo, el culto a “El Holocausto”. Un historiador estadounidense, Norman Finkelstein, precisamente judío, por abordar esta últma cuestión en su excelente La industria del holocausto (cuya tesis es que el suceso, así presentado, ‘tiene cierto parecido con la realidad, aunque remoto’), desde que puso en circulación el fruto de sus investigaciones ha sido despojado de sus cátedras universitarias en EE.UU. Finkelstein está sitiado laboralmente desde hace años mediante una conspiración de silencio.

Como resultado de esta guerra informacional, en la actualidad, ya tenemos leyes en países hipersensibles por sus antecedentes, como Francia o Alemania, que reputan antisemita cualquier crítica a Israel. Y consecuentemente, ya tenemos presos políticos por aplicación de tales leyes… seres humanos arrestados y  encarcelados porque han planteado boicotear productos israelíes en tanto israelíes maltratan, hambrean y matan impunemente a palestinos. Boicotear, repare el lector, no dañarlos, no usar violencia.

Esa atroz asimetría contemporánea que resume tan bien Richard Falk al recordar los 15 años del Muro de 700 km. construido por los israelíes en 2004 dentro de los territorios bajo conquista: “fragmentando a las comunidades y vecindarios palestinos, dividiendo a los campesinos de sus tierras de cultivo, y constituyendo una recordatoria constante, ineludible, de la naturaleza de la opresión israelí.” [6]

Si criticar a Israel deviene un acto antisemita, ¿adónde fue a parar el derecho a crítica o la libertad de cátedra, por ejemplo?

En la mayor parte de los países de Europa ahora la historia del sionismo, la del nazismo, la del judaísmo están escritas. Definitivamente. Inamovibles. Reinvestigar, otorgar otro ángulo, otra información, ha pasado a ser delictivo.

Es la sustitución lisa y llana del conocimiento histórico por la versión oficial. El sueño −estalinista para unos, bíblico para otros− encarnado como revelación.

De ese modo, toda crítica a Israel es antisemita, investigar sobre las muertes de judíos a manos de nazis está fijado de antemano (p. ej., en 6 millones y las correspondientes indemnizaciones. Y a todos los que duden, tengan alguna observación, algún reparo, se los ubica en el campo “antisemita” (término impreciso si los hay, por cuanto “semita”  no es un pueblo siquiera, sino una familia idiomática).[7]

Obviamente, la policía de pensamiento no se aplica sólo a salvaguardar la imagen de Israel. Veamos otro ejemplo, tan distinto: una estrella del rugby australiano, étnicamente originario de ese continente, cristiano evangelista −Israel Folau− condenó recientemente en un mensaje de Instagram  a “homosexuales, adúlteros, mentirosos, fornicadores” asegurando que les esperaba el infierno… y fue expulsado de la federación de rugby australiana y segregado socialmente.

Considero sus opininones deleznables, pero condenarlo por ellas, es muchísimo más grave.

La policía del pensamiento, vieja pesadilla de antiutopistas, está deviniendo realidad y el motor actitudinal para este ahogo de la libertad de pensamiento es llevado adelante a través de la sobresaturación de información y entretenimiento y la configuración  de las mentalidades.

Calvino (Jean Calvin) aspiraba a conocer todos los pasos de sus conciudadanos, desde que se levantaban hasta que se acostaban. Para sujetarlos bíblicamente a la virtud. Su ciudad, Ginebra, contaba entones –siglo XVI−con unos 23 mil habitantes.

La aspiración de ‘una policía de la virtud’.

Hoy esa pesadilla se va concretando sobre miles de mllones de seres humanos.

notas:

[1]  Algo que también había pasado con el nazismo; una política reactiva, beligerante y agresiva, que fue acentuando sus rasgos hasta llegar a persecuciones y castigos atroces contra sus enemigos y víctimas.

[2]  Con la excepción, claro está, de los judíos que se han desmarcado del proyecto sionista, a menudo con riesgo de sus posiciones y hasta de su vida.

[3]  Fundada en 1948 por EE.UU., RU, Canadá, Australia y Nueva Zelandia, fue ampliada por única vez en 2004… con Israel.

[4]  Apenas como ejemplos:  Marek Edelman, el bundista, sobreviviente polaco en los ’40 que se negó a aceptar una invitación de Israel, como “héroe judío” en los ‘50. O los miles de haredíes de Neturei Karta. O investigadores  e historiadores como Ilan Pappe, David Comedi, Gilad Atzmon y tantos otros que han roto con Israel y su geopolítica mundial, que con acierto ha definido el historiador Miguel Ibarlucía como “fascismo exitoso” (tesis doctoral).  

[5]  En Argentina, Chacho Álvarez denunció esa técnica a fines de los ’80 o principios de los ‘90.

[6]  “Remembering the World Court Advisory Opinion on Israel’s Separation Wall After 15 Years, News & Analysis, Palestine, 12 jul. 2019.

[7]  Aunque en los últimos 20 años, la Academia de la Lengua Española  se ha avenido a restringir el significado del término al de “contrario” o “enemigo” de lo judío.

Publicado en Palestinos / israelíes, Poder mundializado

Mentiras y medios: auge de la mentira como «verdad objetiva»

Publicada el 04/08/2019 - 06/08/2019 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández –

Nota previa.

El abordaje que aquí presento fue hecho desconociendo los alcances institucionales y organizacionales de la red verificado.uy. Indudablemente amplios.

Lo que presento adquiere, impensadamente, una gravedad mayor puesto que, de  acuerdo con mi punto de vista, la falta de lógica, los recursos formales para invalidar ciertas críticas, adquieren aun mayor gravedad, por la amplitud de su alcance.

Algo que señalo en la nota, “una presunta representantividad presentada como amplísima”  ha resultado equivocado, por cuanto verificado.uy tendría esa amplísima representatividad.

Lo que queda en pie, en cambio, es el análisis del comunicado: sostener que no hay despojo, por ejemplo, a la patria potestad, y a renglón seguido confundirla con una apropiación judicial de decisiones sobre menores.    

Dado que la nota no sólo tiene el auspicio de todas las universidades existentes en el Uruguay, de buena parte de la estructura mediática del país y de una serie de instituciones nacionales y extranjeras muy relevantes, entiendo que es importante radicar el texto por mí analizado entre quienes figuran como autores y/o editores. Esta nota, entonces, alude al texto escrito por Brurno Scelza, Juan I. Berro y Albano Bello. Que habría contado con la edición de Ana Matyszczyk, Nausicaa Palomeque y Ana L. Pérez. Titulado “Es falso que los menores de edad pueden cambiar de sexo sin autorización de sus padres”.

Con la irrupción electrónica y mediática de los trolls, se ha generalizado una modalidad canalla que ya era característica en la prensa escrita, oral y televisiva, pero que parece ahora arreciar.

Me refiero a la modalidad de negar lo evidente, pero haciéndolo con pretensión documental.

Ante la fiebre mediática en que nos encontramos, cierto periodismo crítico y/o de investigación ha ido montando, afortunadamente y como expresión de resistencia, sitios como wikileaks o chequeado.com para desentrañar escamoteos o analizar fake news. A la vez, surgen sitios dedicados a propagar determinados mensajes, por ejemplo “la revolución de género”, pero no bajo bandera militante, tradicional, aquella por la cual los socialistas defienden ideas socialistas, los conservadores ideas conservadoras, los veganos ideas veganas, sino ubicándose en un lugar supuestamente neutral y objetivo desde el cual se presume que desmontan mentiras.

Dos rasgos característicos: el ya anunciado de control e invocada objetividad y otro; una presunta representatividad presentada como amplísima.

Tal parece ser el caso de Verificado.uy, un sitio-e uruguayo que se presenta como compuesto por una coalición muy amplia de medios de comunicación, que abarcan desde los más tradicionales de la derecha democrática hasta expresiones de un progresismo  fuerte y de medios críticos; que cuenta también con el apoyo o auspicio de las cuatro universidades que actúan hoy en nuestro país (la de la República −la única pública−, la de Montevideo, de origen hispano, la Universidad Católica del Uruguay, de digna actuación durante la dictadura, 1973-1985 y la ORT, del Estado de Israel). Cuenta además con apoyo de organizaciones de la sociedad civil tanto del país como ajenas, como la británica First Draft (tramitando al parecer su establecimiento en EE.UU.) 

Es tanta su representatiivad que bien podríamos decir que algo que representa a todo, no representa a nadie (salvo, obviamente, a sí mismo).

Para “afrontar el problema de la desinformación”, como reza entre sus objetivos.

Vayamos a su comunicado del 25 julio ppdo. Una suerte de comunicado, apodíctico: “Es falso que los menores de edad puedan cambiar de sexo sin autorización de sus padres”. Verificado.uy nos está advirtiendo que no hay cambio de sexo (¿o de género?) sin autorización de sus padres.

Bien, vayamos buscando las pruebas que dicen esgrimir.

A mediados de ese mismo mes, quienes están tratando de juntar firmas para derogar la Ley Integral de Personas Trans, aprobada por el Poder Legislativo uruguayo en octubre de 2018, habrían sostenido que la ley en cuestión elimina la patria potestad y en general el derecho y la obligación de los padres a resolver lo mejor para sus hijos menores de edad.

Verificado.uy niega esa preocupación. Cita el comunicado crítico a la ley aprobada: «que el artículo 6 de la norma “permite el cambio de sexo y de nombre en documentos identificatorios a menores, éstos aún sin consentimiento de sus padres [sic], violando el instituto de la patria potestad reconocido por nuestro ordenamiento jurídico”. Pero esta afirmación es inexacta.»

»Lo que el artículo precisa es que en el caso de que los menores de edad no cuenten con el aval de sus representantes legales, se debe recurrir a los artículos 110 del Código Civil, al 404 del Código General del Proceso y a los artículos 8 y 11 bis de la ley 17.823. En ellos se detalla el procedimiento que debe transitar el interesado para que un juez sea quien defina los pasos a seguir. La Justicia es, en última instancia, la encargada de aprobar o denegar el cambio de sexo y/o nombre.». Hasta aquí, la cita de los citantes.

¿Acaso los padres son los que deciden? ¡No, los jueces, lo acaban de decir ellos! Queda claro que los progenitores pierden el derecho a la patria potestad, pese a la aserveración en contrario. Porque lo que ahora necesita el menor que ha encontrado atractivo o “de onda” un cambio de sexo, ups, perdón, de género, es un juez sensible a su demanda.

Por la misma razón por la cual hoy, a los refractarios a la fiebre de género se les hace casi imposible ejercer el derecho democrático de plebiscitar esa ley, porque es casi imposible alcanzar el 25% del electorado, para colmo en poco tiempo, a los progenitores se les hará difícil enfrentar dicha ley.

Así como “la ley de género” salió fácilmente aprobada por 62 legisladores, tan sensibles a las presiones que no llevan el calificativo de presiones, los jueces van a ceder, en la mayoría de los casos, a “clamores populares”, de defensa de la identidad, de defensa de derechos individuales “a decidir sobre mi cuerpo” y otras consignas hoy muy actuales.

Toda una fraseología que parece ampliar nuestra libertad. Y que en realidad es solo una afirmación narcisista en una sociedad con una galopante crisis de vínculos, cada vez más cibernéticos, que van haciendo cada vez más arduo tener vinculaciones directas. Como son, o han sido, por ejemplo, a lo largo de la historia, la pareja humana, el amor a los hijos.

Como acabamos de verificar, Verificado.uy no trepida en negar críticas sin embargo pertinentes y procura hacerlo mediante enunciados demoledores y “definitivos”.

No es la única cita tramposa. El comunicado comienza citando un texto aparecido en Facebook el 13 jul 2019: “afirma que la Ley Integral para las Personas Trans autoriza a los menores de edad a iniciar procedimientos quirúrgicos para cambiar su sexo biológico de forma gratuita y sin el aval de sus padres, y les otorga, además, la libertad para modificar su nombre. Esta información, que hasta el martes 23 fue compartida más de 1500 veces, es falsa.”

Más abajo, martilla con el mismo argumento:

Comenta: «que el artículo 21 de la norma “habilita intervenciones quirúrgicas de cambio de sexo a menores de edad”. Eso es falso. La ley es inequívoca: “Para que las personas menores de dieciocho años accedan a intervenciones quirúrgicas genitales irreversibles con el fin de adecuar su cuerpo a su identidad de género, la autorización o la anuencia de los representantes legales será de precepto”, dice su articulado.

»El término “precepto” significa, según la Real Academia Española, “mandato u orden que el superior hace observar y guardar al inferior o súbdito” [vocabulario ideológicamente llamativo]. Por lo tanto, es obligatorio e imprescindible que el menor que desee operarse el sexo cuente con el consentimiento de sus padres o responsables legales.” »

Estamos ante la misma estratagema: si los padres se niegan, el menor puede recurrir al juez. Que, dados los vientos “dominantes” tenderá mucho más a conceder que a negar “los avances de género”.

Vemos que lo que es falso es el enunciado de que el menor depende de sus progenitores cuando la Ley Trans los hace depender de jueces.

Verificado.uy resuella por la herida por otra formulación de los críticos a la ley de marras: «la ley “prioriza el acceso a la educación, cultura, empleo, becas, viviendas, entre otros a un sector de la sociedad [trans] en detrimento de otros que también son vulnerables”. Esta afirmación no es chequeable.

»Considerar que una norma beneficia a un sector de la población sobre otro es un concepto sujeto a la interpretación del autor del posteo. Objetivamente, esa afirmación no se expresa en ningún punto de la ley trans. Idéntica cuestión ocurre con el uso del término “vulnerables”.»

¿Por qué dicen los críticos a la Ley Integral de Personas Trans que se les da prioridad a dichas personas en detrimento de otras? Por una sencilla razón: porque dicha ley asegura porcentajes, cupos en distintas áreas, laborales, por ejemplo, para personas trans. El cálculo en sencillo: si una población X constituye, digamos, el 1% de la población general y el cupo asignado para la población X es del 2%, entonces hay un doble de prioridad de acceso para dicho grupo… en detrimento de otros.

Significativamente, Verificado.uy parrafea sobre el tema pero no cita el texto de la ley. Habla de subjetividades, pero no menciona los porcentajes.

Verificado.uy emplea el mismo método para negar que la ley otorgue gratuidad a los tratamientos de hormonización, quirúrgicos y los consiguientes maltratos corporales, pero veamos: «el artículo nunca establece la gratuidad de esos procesos, sino que se afirma que “toda persona trans tiene derecho a una atención integral para adecuar su cuerpo a su identidad de género”, conforme a los postulados que se determinan en el artículo 45 de la ley que dio creación al Sistema Nacional Integrado de Salud (SNIS), en 2007.»

El texto de Verificado.uy prosigue: «El Ministerio de Salud Pública (MSP) es el encargado de definir cuáles son los tratamientos que los prestadores de salud están obligados a ofrecer de manera gratuita [negritas nuestras]. No es necesaria ninguna ley adicional para que el ministerio defina nuevas prestaciones básicas que las mutualistas y servicios de salud deben brindar sin costo a sus usuarios. Por lo tanto, la Ley Trans no define la gratuidad de los tratamientos. El que sí lo hace es el Ministerio de Salud Pública a través de la ley que creó el Sistema Nacional Integrado de Salud.»

¿En qué quedamos? ¿Hay gratuidad? Y la hay. ¿Por qué se la niega cuando la ley en cuestión ha establecido nuevas causas de tratamiento?

En resumen, vemos llegar una oleada militante con la voz de combate de que no son militantes, presentándose como administradores de la verdad; en suma, nuestros salvadores.

Como dice un viejo adagio: ‘dios nos salve de los salvadores, porque aquí los salvados son los únicos crucificados y los salvadores, los únicos que se salvan.’ ◊

Publicado en Medios de incomunicación de masas, Uruguay

UPM decide, Uruguay acata

Publicada el 30/07/2019 - 30/07/2019 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández –

El 24 de julio en el programa En perspectiva se emitió la entrevista que el periodista Emiliano Cotelo le hizo al director principal de la OPP, contador Álvaro García.

Cotelo inicia su entrevista con el anuncio de la decisión de UPM de operar en el país.

Esto es de por sí peculiar porque tratándose de un acuerdo o convenio entre dos partes, llama la atención que veamos la decisión de una sola parte. Decisión que tomara UPM cuando lo consideró oportuno y conveniente. En rigor, no se concretó un acuerdo (p. ej., de inversiones) sino que el paisito ya estaba a disposición y UPM decide entonces hoy, 24 julio 2019, iniciar su acción sobre ese “objeto de deseo” que es en este momento, Uruguay.

El vicepresidente local de UPM, reproducido en el programa de Cotelo, nos dice que “éste es el día en que hemos decidido compartir (con ustedes) la noticia de esta nueva inversión”.

Cotelo, presentándose como transmisor de datos y no de opiniones, nos habla de un incremento esperado del 2% en el PBI y de otro, del 12% en las exportaciones. Llama la atención la invocación a los números, que indudablemente gozan de buena prensa. Cualquier análisis no debería quedarse con los números desnudos, presentados tan positivamente: porque el aumento de PBI no garantiza aumento de calidad de vida y puede incluso, reflejar su contrario (p. ej., si se contamina más o si aumenta la población carcelaria, el PBI aumenta). Y el valor de las exportaciones es muy distiinto si se trata de exportaciones del país o de una zona franca que, instalada en el territorio, retiene para sus propietarios los beneficios, si no la totalidad al menos gran parte. Por eso es tan impropio hablar de exportaciones uruguayas cuando salen desde sus zonas francas.

Hay que entender que las “zonas francas” reviven las clásicas “economías de enclave” que el colonialismo llevó a cabo en los albores de la “modernidad” apropiándose de los recursos de tantas zonas convertidas en colonias. Las zonas francas no son un recurso de progreso ni de independencia  nacional, sino apenas una solución económica para el capitalismo  transnacional que no quiere costear en la periferia planetaria los derechos que la democracia ha reconocido a las poblaciones metropolitanas.

Cotelo, asumiendo el papel de emisario de buenas noticias nos alienta con “los 6000 empleos” que UPM promete desplegar en el periodo de construcción.  Lo que no se nos dice es lo que significa como trastorno ocupacional y económico  dicha construcción basada en “trabajadores golondrinas”: es muy significativo que la primera noticia del mercado laboral tras la de los 6000 puestos de trabajo haya sido las expectativas de albergues y sitios de prostitución y bebidas alcohólicas en la zona de asentamiento, concretamente en Pueblo Centenario (que cuenta apenas con unos 1500 habitantes)…

El director  de la OPP expresa que esta decisión de UPM genera “consecuencias muy positivas”. Algo que está por verse puesto que se refiere a algo por venir. Él puede estar seguro, otros podemos disentir, pero en todo caso, todavía es pura especulación…. se refiere a consecuencias a futuro; una ligera trampa de lenguaje; en castellano para hablar de lo futuro corresponde: expectativas.

Entre los varios aspectos abordados en la entrevista, García señala la importancia de pasar de un ferrocarril del s XIX a uno del s XXI. Es realista en la descripción de nuestra realidad ferroviaria; queda por ver si semejante salto se hará sin daño. Por lo pronto, las cifras que dio García son sorprendentemente altas. El habla de un costo para el estado uruguayo de 2200 millones de dólares, cuando en instancias previas el gobierno había anunciado unos 1000 millones…

Pero hay algo todavía más grave. El ferrocarril en danza, que García toma –a futuro− como uruguayo (al darle ilación entre el siglo XIX y XXI), es un tren puramente finlandés. No sólo por las exoneraciones fiscales que brinda el Uruguay sino porque lo trae la empresa finlandesa y lo emplazará en ese trayecto de unos 300 km con solo dos sitios de conexión: en Pueblo Centenario, junto a la planta y en el puerto de Montevideo, en la Aguada, en la terminal de embarque. El camino es pura vía, sin conexiones (algo que puede llegar a ser problemático en caso de accidente). Pero que muestra acabadamente la finalidad del tren, exclusivo para la celulosera; transporte de troncos y celulosa y de ingredientes quimicos que la empresa  vaya proveyendo a su procesadora.

Cotelo, siguiendo el trabajo de un colega, Nelson Fernández, hace un recorrido por los distiintos gobiernos de las últimas décadas, de los tres partidos principales, y ve cómo, comenzando con las leyes de zonas francas y la de incentivo forestal del gobierno colorado de Sanguinetti en los ’80 (posdictadura), todos los gobiernos de los últimos 30 años largos han ido adaptando el país a las necesidades de  la transnacionalización del capital y las inversiones, achicando o abandonando un desarrollo endógeno en aras de otro exógeno.

Pérez lo ratifica con orgullo aclarando que ahora la matriz productiva del pais ha variado para devenir territorio forestal, es decir para adaptarse a los planes de empresas transnacionales. El ordenamiento territorial ya había sido usado para diversos emprendimientos trasnacionales, como otras pasteras o la empresa minera  Zamin Ferrous, en Aratirí, que finalmente no hizo su negocio a costa del suelo uruguayo por una cuestión de rentabilidad en el mercado internacional, que si hubiera prosperado habria contado con el aval de un dirigente como el entonces presidente José Mujica que no tuvo empacho para sostener que asi como el país había sido ganadero durante dos siglos, bien podía ahora devenir minero. Como si el cambio de matrices productivas fuera  de la misma envergadura que un cambio de camisas.

Lo que el técnico Álvaro García no dice es que con el desarrollo agroindustrial (que no es solo forestal sino también de soja transgénica, por ejemplo), el país ha perdido –se fue por el caño del tecnodesarrrollo− una de las riquezas naturales principales, el agua,[1] convirtiéndose, ya todo el territorio en “feliz poseedor” de agua contaminada.

“La razón es que una negociación con las complica… complicidades [sic] que tiene y la cantidad de aspectos que tiene no es posible realizarla de manera pública… creo que es algo evidente.  Cualquier información pública es extremadamente delicada porque mueve los precios de las acciones […]. El tema de la confidencialidad  es algo absolutamente normal en este tipo de cosas.”.

Una vez más se destaca el aporte de Freud sobre las trampas del inconsciente en los lapsus, aquí con un agravante, porque García empezó refiriéndose a algo que podría haber sido “complicaciones” pero se enmendó a sí mismo diciendo complicidades.

No tenemos más remedio que asociar este traspié idiomático con otro, bastante más largo, del convenio ROU-UPM, puesto a luz por el catedrático Eduardo Lutz, en el cual el texto aclara que nadie en este convenio ha recibido sobornos, prebendas, viajes, hospedajes  o comidas de la empresa, ni ninguna otra forma de pago bajo cuerda. El texto es cargosamente taxativo y uno se pregunta el motivo de semejante “aclaración”. Es evidente que no hubo coimas , eso está claro. Pero ¿por qué tanta autodefensa por adelantado? Alguien, canchero, podrá alegar; porque conocemos a los criticones.

Pero yo abono otra hipótesis: la entrega, las concesiones son tantas, “la agachada” gubernamental es tan ostensible (y combinada de varios gobiernos, y vemos que no solo frenteamplistas sino de los tres partidos mayores), que hay que explicar que no ha sido “por interés personal”, pecuniario o similar.

Y no hay duda. Lo que hay es una feroz coincidencia ideológica. Porque los reaccionarios, por seguidismo geopolitico al eje globalizador, aceptan estos entreguismos como “el precio del progreso” y los progresistas, legión dentro del FAEPNM, porque sacralizan el tecnoprogreso, con lo cual terminan hermanados en el proyecto social con los reaccionarios más modernosos.

La cuestión es si tenemos el coraje, el tesón para promover crecimientos de nuestra sociedad, endógenos, o si sólo nos adaptamos a la mirada ajena y a sus necesidades y “alquilando”, a precio de remate, el territorio para sus ensayos, proyectos y realizaciones. Ejemplos como el de British Petroleum en el golfo de México o la Texaco en la Amazonia ecuatoriana o el desastre pesquero en Chiloé provocado por la angurria noruega que, con los mismos rubros de producción en su propio país, cuidaron bastante más, o mejor dicho descuidaron algo menos el hábitat que el devastado territorio chileno en su isla principal, deberían funcionar como advertencia de lo que suele suceder con tales maridajes.

Basta recordar la “doctrina” Larry Summers, que con justicia ha esgrimido César Vega, para entender la “racionalidad” primermundiana.[2] Algunos tecnócratas del Tercer Mundo hacen propia la estrategia del centro planetario, no a causa de sobornos sino aceptando cobrar las migajas que el centro económico dinamizador ofrece porque temen que si no aceptamos eso, caeremos en alguna noche medieval…

Revelando que ésa es la apuesta, García, con orgullo que en realidad es estulticia, aclara: “Uruguay no discrimina por empresario nacional o extranjero. Sí hay una diferencia en cuanto al volumen de la inversión… y a la necesidad de poner beneficio.” [sic].

García da por bueno apostar a las economías de escala. Por eso este gobierno, como los anteriores, ha apostado a la agroindustria y a los commodities, y no a la producción de specialities. Algo que sería mucho más acorde con nuestras dimensiones. Porque jugar en la cancha de los grandes números, podría tener sentido (si es que lo tiene) para estados como Brasil, Australia, Canadá, Rusia, con muchos millones de km2 pero se convierte en economía insensata para estados de dimensiones pequeñas, más fácilmente contaminables, inundables, alterables y básicamente limitados por sus dimensiones.

Y con otro agravante: la gran escala es la causa principal de contaminación. De maltrato al planeta (y eso le cabe también a los estados con millones de km2).

Y por último, un aspecto  estratégico: cuando el mercado europeo está absorbiendo cada vez más specialities, porque ha advertido la baja calidad alimentaria (y mucho peor, la toxicidad) de los commodities, y el Uruguay podría haber sido un vergel dada nuestra irrigacion natural, quienes invierten en Uruguay, nos han llevado a la modernidad tecnológica cada vez más en entredicho…

¿Cómo enfrenta García los reparos y críticas de orden ambiental al proyecto que tanto impulsa’: “El Uruguay tiene una institucionalidad muy fuerte en este tema.”

Es una afirmación que acaricia los oídos institucionales del área, que resulta tristemente falsa, por no decir desfachatada.

El país tiene, en la realidad  un pésimo nivel de conciencia ecológica. Vivimos alegremente en un mundo plastificado, cuando ya es vox populi el daño, inmenso, que provoca sus residuos, ante los cuales Uruguay ha sido uno de los últmos estados en encarar una política de limitación a su uso. Una limitación muy limitada –y no es un juego de palabras−, puesto que su uso está extendidísimo. Baste recordar que Uruguay llegó a apostar, siguiendo las pautas de las empresas transnacionales, a quedarse sin vidrio, sin industria del vidrio, que en Uruguay tenía un desarrollo apreciable, y que es ambiental y sanitariamente mucho más confiable.

La institucionalidad ambiental que proclama García no nos ha permitido evitar la contaminación de nuestras aguas, fundamentalmente por la agroindustria. Aun peor: los organismos reguladores de lo ambiental han ensayado permanentemente disculpas y negaciones al estado de contaminación. Tampoco nos permitió resguardarnos de una plombemia generalizada (y habría que examinar su huella social; una cuenta pendiente).

“La Iniciativa del Río Negro prevé todo esto. Y atender de manera integral el estado de las aguas del Rio Negro. En la mirada de desarrollo sostenible que veníamos hablando, y en esa mirada de desarrollo sostenible también UPM de Finlandia. […]. Porque los países nórdicos, en cualquier ranking mundial están en el Top 4 de desarrollo sostenible en el mundo.”

Con el ranking nórdico ambiental García nos quiere tranquilizar. Ignorando vergonzosas situaciones como la ya mencionada del cultivo de salmón noruego en Chile.

Respecto de la “dilución de los vertidos”, García habla de asegurarse un caudal suficiente para hacer aceptable esa dilución, pero se apresura a aclarar que casi casi ni va a hacer falta atender ese aspecto, porque la dilución apenas  va a existir puesto que los nórdicos trabajan con normas de muy alta calidad ambiental.

‘La confianza mata al hombre y contamina al crédulo’. Que me disculpe García con su infantil dependencia.

Por cierto, ni una palabra por el cambio en el texto del acuerdo ROU-UPM, que en lugar de respetar el texto principal, se corrigió siguiendo el texto secundario que perjudica, oh casualidad, al Uruguay  (en un pasaje con traducción defectuosa que otorgaba 0,5 o 0,05 de canon, causando una diferencia de varios millones de dólares anuales).

García (Cotelo tampoco) no habló de lo principal: ¿Qué se llevan del Uruguay, qué usan del Uruguay? Agua. Que no pagan. Eso se llama en economia “externalización de costos”.

No pagan el agua. Y la contaminan.  Por lo tanto, tampoco pagan la salud que el país y sus habitantes, humanos y seres vivos en general, perdemos.

De eso, de lo decisivo, apenas se habla.◊

[1]  Uruguay ha sido tradicionalmente uno de los países con mayor porcentaje de tierras cultivables del mundo entero. Entre 80 y 90 %. Un dato valioso, lógicamente, hablando de agua potable, no contaminada.

[2]  Larry Summers, un apparatchik de la red de dominio del eje principal del poder global (EE.UU., Israel, Reino Unido) tuvo diversos cargos claves; director del Banco Mundial, secretario del Tesoro de EE.UU., director del Consejo Nacional de Economía de EE.UU. Muy racionalmente, estimó la conveniencia de llevar las industrias contaminantes del Primero al Tercer Mundo puesto que causarían mucho menos daño allí sobre una población ya devastada por la pobreza, con escasos ancianos, mientras que esas mismas industrias, contaminantes, causan estragos en el Primer Mundo con una población de adultos mayores mucho más numerosa, que son el blanco mayoritario de las enfermedades de largo plazo, como los cánceres, causadas primordialmente por dicha contaminación.

Publicado en Centro / periferia, Globocolonización, Nuestro planeta, Uruguay

Visita nada protocolar de Mike Pompeo a la Argentina

Publicada el 26/07/2019 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández –

Argentina ha recibido la visita del emisario israelí Mike Pompeo.

Buen momento para preguntarse el porqué, el cuándo, y los motivos; los  expresos y los subyacentes.

Y buen momento también para plantearse por qué un representante del gobierno de EE.UU. actúa aquí como emisario israelí.

No se trata, obviamente, de una visita protocolar por más que se invoque el aniversario del atroz atentado en la AMIA. Ese atentado, precisamente, implica a la comunidad judía, al  EdI, y a la Argentina, obviamente.

Pompeo entonces viene a recoger los “dividendos” de las operaciones geopolíticas que se han tejido a partir de los atentados.

Del de la AMIA así como del atentado igualmente atroz y algo anterior en el tiempo contra  la Embajda de Israel, del cual se habla mucho menos y también poco y nada se sabe.[1] Con la AMIA, la danza de sospechas ha andado por la policía local y las desavenencias o traiciones intrasirias en los ’80, cuando el descendiente de árabes sirios Carlos Menem se hacía de la presidencia argentina y Hafez Assad ejercía con mano de hierro el gobierno de una Siria presuntamente socialista. De todos modos,  a poco de los atentados, con los servicios secretos de EE.UU. e Israel haciéndose cargo de “la investigación” sobrevino un cambio de “culpable”,  hacia Irán, precisamente el país que desde 1979 Israel quiere borrar de la faz de la Tierra aduciendo que Irán quiere borrar al estado sionista del territorio palestino.

El establishment argentino, ratificando su condición periférica y subalterna, no dijo ni mu; aceptó el cambio de sospechoso prinicipal y actuó o procuró actuar en consecuencia (con el intento de juicio en territorio iraní, que despertara las iras de los represenantes coloniales).

Como la geopolítica es cambiante, ahora la Argentina ha recibido otro candidato a culpable; parece provenir de las mismas fuentes y Argentina  hoy con la presencia de una presidencia que se identifica como una suerte de virreinato del poder globalizado, otra vez no dice ni mu. Se trata del Hezbollah; una organización libanesa que fue decisiva para desalojar a Israel de su ocupación de años en el país vecino, durante las últimas décadas del s XX. Israel no perdona esa derrota.

Así que los “investigadores”, que por lo visto más que investigar asignan culpas por razones geopolíticas, han optado por pergeniar dos responsables,con vínculos entre sí: la teocracia iraní y el Hezbollah libanés, igualmente musulmán.

Como se trata de un tejido geopolitico, los “investigadores” o sus chirolitas locales han agregado un tercer episodio o un  tercer atentado; la muerte de A. Nisman, cuando todos los indicios y las pruebas han llevado a considerarlo un suicidio.

Suicidio que sobrevino al enfrentar Nisman su propio vacío en el caso… AMIA.

Pero el emisario israelí no viene a calibrar verdades. Sino poderes. Su finalidad no es buscar, aristotélicamente (no me hagan reír) la verdad sino satisfacer a la geopolítica israelí (que incluye “mover” a EE.UU. en el sentido deseable; desencadenando acciones militares, violencia, contra, por ejemplo, Irán. Algo problemático. Aunque el control legislativo y de la Casa Blanca y sus secuaces, quiero decir asesores, es muy alto por parte de Israel, la estructura social, económica, militar, de EE.UU. es de tal envergadura y complejidad que presenta bolsones de resistencia a una colonización total, digamos sionista, israelí o judía.[2]

A todo esto, Mauricio Macri encantado por tener el (triste) papel que un poder mundializado que no conocemos le otorga. ¿Y Alberto Fernández?

[1]  Tanto silencio desde los propios afectados por la explosión que destrozara la sede de la embajada en 1992 ha dado incluso pábulo a la hipótesis de un atentado intestino.

[2]  Existen refractarios a que EE.UU. se ponga totalmente en manos del eje judeo-sionista. Tanto entre republicanos como entre demócratas, incluso muy de derecha. Se notó ─la resistencia y la influencia─ en  su momento con el enviado plenipotenciario de Clinton, John Kerry. Y hay fuertes sospechas de “la mano” israelí en casos como el del radiado general David Petraeus (oficialmente por un “asunto de polleras”) o la defenestración de Bill Clinton con el affaire Lewinski: influencia para enfrentar la resistencia.

Publicado en EE.UU., Globocolonización, Medios de incomunicación de masas, Palestinos / israelíes, Poder mundializado

La peste plástica está tomando nuestros órganos

Publicada el 17/06/2019 - 25/06/2019 por ulises

Por Luis E. Sabini Fernández.

Monsanto… hasta de sus últimas sílabas se podría extraer una filosofía de la inversión de la verdad, de que todo resulta opuesto a lo proclamado…

Monsanto es el agente clave para la expansión de la agrondustria que le ha signficado a la humanidad, el campesinicidio más generalizado (lo cual en cifras no tiene parangón con ningún otro trastorno demográfico y ocupacional en la historia humana; baste pensar que hace un siglo las sociedades podían tener un 75% o un 90% de población dedicada a tareas rurales y hoy se estima en 2%, 4%, 10% la población “dedicada al campo” en la inmensa mayoría de los estados del orbe).

Esa “extirpación” del campesinado no es el mero avance de la humanidad; no es el canto al progreso-siempre-mejor que nos insuflan desde los centros de poder; es una suma algebraica de avances y retrocesos de los cuales la historia oficial solo nos muestra, siempre, “los avances”.

Hay un formidable avance en los medios de comunicación y en los de transporte, pero también una pérdida de experiencia y conocmiento para tratar a la naturaleza, por ejemplo.

Pero Monsanto dista mucho de haber sido –y seguir siendo− únicamente  el pivlote de la “La Revolución Verde”, la agroindustria y la contaminación de los campos.

Durante la guerra que EE.UU. desencadenó para imponer la democracia en Vietnam  (y que tras 14 años tuviera que abandonar), por métodos, no precisa-mente  muy democráticos, el papel de Monsanto fue protagónico: proveedor, aunque no exclusivo, de Agente Naranja; el agrotóxico que la aviación de EE.UU. diseminó masivamente en los campos vietnamitas para  “quitar el agua al pez”.[1]

Pero las contribuciones monsantianas vienen de tiempo atrás. Fundada en 1901 para elaborar productos químicos inicialmente dedicados a sustituir alimentos naturales,  −los cada vez más conocidos y difundidos aditivos alimentarios−  como, por ejemplo, vainilina para cortar la dependencia culinaria hacia las islas Célebes de donde se la extraía tradicionalmente.

Tal comienzo debía haber abierto los ojos de los contemporaáneos. La sacarina, uno de los primeros producos de Monsanto, de la primera década del s.XX, ha sido desechada por tóxica. Con su extremo dulzor con dejo amargo.

Con el paso del tiempo, su capacidad de incidir en el “desarrollo tecnológico” se fue ampliando y la consiguiente toxicidad de su producción también. Desde la década del ’20 produce PCBs, los temidos polibifenilclorados que luego de décadas de uso “inocente”, o más bien impune, se iban a revelar con una altísma toxicidad generando innumerables cánceres infantiles.

 En la década del ’30, significativa y sintomáticamente Monsanto se convierte en productor de primera línea de otro gran triunfo de la modernidad ciega y soberbia, derrochando venenos en el planeta, expandiendo el uso de los termoplásticos, encontrándose así en los puestos de “vanguardia” para el envenenamiento planetario.  Estos plásticos, como los anteriores (rígidos) tenían un rasgo que debía haber hecho reflexionar un tanto: eran materiales no biodegradables. El idioma humano no tenía siquiera una palabra para enunciar semejante realidad. Hasta los “logros” de la petroquímica, nuestros materiales, nuestros objetos, eran naturaleza. Y por lo tanto, a la corta o a la larga, “volvían” a ella; una suerte de reciclado (a veces muy complejo, pero siempre total). Pero con los plásticos se rompen los ciclos naturales (para no mencionar los bióticos, ahora amenazados). La naturaleza no puede reabsorber, reasimilar productos engendrados de tal modo que han perdido todo parentesco con el mundo natural.

Lo que podía haber sido una advertencia sobre un camino ominoso fue en cambio muy bien recibido para abaratar costos, mejor dicho para abaratar los costos del capital. Que prefiere productos baratos en lugar de buenos. Una cuestión de rentabilidad, pero empresaria, no social, aunque todos sus argumentos se basan en que se trataría de rentabilidades de la sociedad.

Con el horizonte de una guerra inminente y el recuerdo de la anterior con sus peripecias en las trincheras, los soldados asolados por chinches y piojos, investigadores se dedicaron a pergeniar insecticidas. Así Monsanto trajo al mercado el DDT (descubierto por un técnico suizo alemán en 1939), una solución radical a las vicisitudes provocadas por insectos. Sin embargo, la guerra que se desata en 1939 no tendrá trincheras;  la aviación y los bombardeos cambiarán el panorama y la estructura de las guerras, y los insecticidas quedarán arrumbados. Por eso, en la posguerra, los laboratorios buscarán empecinadamente nuevos usos a sus investigaciones y aplicaciones  y empezará así la aplicación de insecticidas a la agricultura. Será el momento del combate químico a “las plagas”. Que hasta entonces se atendían y enfrentaban mediante usos físicos o biológicos. Así llegaremos a la Revolución Verde.

Monsanto resultó, una vez más, pieza clave, pivot del Ministerio de Agricultura de EE.UU. (USDA) cuando en los ’90 el gobierno norteamericano decide un plan alimentario mundial, “basado en las pampas argentinas y las praderas norteamiericanas”.[2]  Cuando  los emporios de la agroindustria  estadounidense se sintieron fuertes como para adminstrar los alimentos del planeta.[3] Este plan se desencadena a partir del recurso de la ingeniería genética aplicada a alimentos, con la producción masiva y en permanente expansión de alimentos transgénicos.

Antes, Monsanto había tenido el dudoso honor de patentar otro edulcorante, probablemente más tóxico que la problemática sacarina: el aspartame.

Son varios, entonces, los “aportes” a una alimentación degradada, tóxica, como por ejemplo la somatotropina bovina, una hormona que ha sido rechazada de plano en los mercados europeos, por ejemplo (aunque en EE.UU. se la consume libremente). Fue diseñada para aumentar la produccion de leche y los reparos provienen de que diversas investigaciones la asocian fuertemente con cánceres de mama y de próstata.

La “perla” de tantos nefastos aportes, siempre tolerados por la autoridades sanitarias de EE.UU. y sus satélites y claramente adoptados y aplaudidos por el mundo empresarial “moderno”, ha sido el tratamiento y el procesamiento de los plásticos que no son alimento pero que tienen una  insidiosa cualidad y están muy vinculados a los alimentos.  Como ya es de público conocimiento, las montañas de plásticos; los basureros gigantescos compuestos en un 90% de material plástico, las islas oceánicas, flotantes, con superficies mayores a las de los más grandes países del planeta, constituyen un problema de creciente actualidad.

Pero se trata de un problema menor, pese a su envergadura, ante la cuestión de otro aspecto descuidado de los desechos plásticos: sus micropartículas. Que están urbi et orbi.

Como lo plástico, ya dijimos, no es biodegradable, la erosión va achicando, rompiendo, despedazando los envases,  las bolsas, hasta perderse de vista. Pero así, microscópicas, siguen siendo partículas. Que no se biodegradan, que respiramos e ingerimos a diario.

Una cancha de fútbol de pasto sintérico, debido a la fricción a que su superficie es sometida, es un sitio “ideal” para la producción de micropartículas plásticas.

La erosión en general; el agua y el viento producen permanentemente micropartículas plásticas.

Hay quienes empiezan a preguntarse a dónde van las partículas que se desprenden permanentemente de los materiales plásticos que están prácticamente en toda nuestra vida cotidiana. La pregunta es, como siempre, tardía. Porque el sentido común ha cedido el paso al lavado de cerebro que nos encanta y cautiva con lo novedoso, lo moderno.

Finalmente, la Universidad de Newcastle, Australia, tras laboriosos conteos de material “iivisible a los ojos” ha establecido magnitudes aproximadas de consumo involuntario de micropartículas plásticas: unas cien mil al año, que traducido  en peso equivaldría a unos 250 gramos. Otra estimación que han hecho con semejante ingestión: unas 50 tarjetas de crédito al año (a razón de un peso de 5 gr. por tarjeta, lo que equivale a una tarjeta ingerida por semana, por vías respiratoria y disgestiva).[4]  Porque las principales fuentes de ingreso a nuestros cuerpos de tales micropartículas es mediante alimentos, agua y aire.

Se ha verificado, por ejemplo, que el agua potable en EE.UU. tiene el doble de tales micropartículas respecto de la correspondiente europea. (ibídem)  Pensemos, un minuto apenas, cuántas de tales partículas  puede haber en las aguas potables de países como Uruguay, Argentina, Brasil…

El mundo médico ha sido más bien remiso en informar qué puede ocurrir en nuestros cuerpos con los microplásticos. Y sin embargo, hay investigaciones de biológos como los norteamericanos  Théo Colborn, John Peterson Myers y Diane Dumanovsky[5] , por ejemplo, que a mediados de los ’90 relevaron la presencia de partículas plásticas invisibles de policarbonato (PC), de polivinilcloruro (PVC), en numerosos animales que presentaban, junto con estos “alteradores endócrinos” diversas malformaciones o trastornos en la vida sexual y reproductiva. Y, por ejemplo, rastrearon la presencia de Bisfenol A (ingrediente del PC), un reconocido alterador endócrino, en bebes (sus biberones estaban hechos de PC).

Nuestra estulticia, no sabemos si tiene precio, nos tememos que sí. Pero lo que es indudable es que es inmensa.

notas:

[1]  Técnica de las llamadas contrainsurgentes empeñadas en debilitar los apoyos a los guerrilleros clandestinos. Eliminar naturaleza y boscajes para quitar lugares de escondites y protección. De paso, arruinar también la provisión de alimentos…

[2] Dennis Avery, Salvando el planeta con plásticos y plaguicidas, Hudson Institute, Washington, 1995.

[3]  El plan, por suerte, resultó insuficiente, sobrepasado por un planeta y una población indudablemente mayor y más compleja que el diseño del USDA. Poco después, los pretendidos diseñadores norteamericanos de la alimentación mundial iban a tener que incluir a Canadá, Australia y finalmente Brasil más zonas menores en el diseño del plan mundial de control alimentario. (Véase Paul Nicholson, “Los alimentos son un arma de destrucción masiva”, 2008, www.rebelion.org/noticia.php?id=178160).

[4] Kala Senathiarajah y Thava Palanisami, “How Much Micropolastics Are We Ingesting”, 11 junio 2019. Cit. p. J. Elcacho, kaosenlared, 13 jun. 2019.

[5]  Our Stolen Future, Dutton, Nueva York, 1996. Hay edición en castellano, España, 2006.

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