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Categoría: Centro / periferia

Israel con su solución final de la cuestión palestina

Publicada el 14/10/2022 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández –

El sionismo entronizado oficialmente en Israel y oficiosamente en gobiernos claves en el mundo, como el de EE.UU., ha encarado la “solución del problema palestino” de diversas maneras.

Llegamos al siglo XXI con la teoría “Sharon” de “hacerles la vida imposible”, así no tienen que ser los israelíes quienes resuelvan activamente la cuestión sino que los propios palestinos  parezcan ser quienes tomen decisiones. Como las de irse, por ejemplo.

Esa política; como no dejarles agregar ni siquiera una habitación de 3 x 3 a una ancestral vivienda palestina, no permitirles acumular ni agua de lluvia y venderles el agua (que en la región es un bien escaso, a 4 o 5 veces su valor comercial para judíos, que, además, tienen en promedio mucho más altos ingresos; no permitir la reedificación de viviendas destruidas mediante bombardeos y artillería en sucesivos ataques que el ejército “de defensa” israelí  ha acometido, no contra inexistentes ejércitos o cuarteles palestinos, sino contra las viviendas, escuelas, hospitales, mezquitas, instalaciones sanitarias o industriales que hay, por ejemplo en la Franja de Gaza. Balear, a veces con artillería pesada botes pescadores, que se alejen apenas de la costa en sus trajines pesqueros, a veces incluso baleados botes y pescadores directamente en la costa.

Llevar hasta la desesperación el tratamiento médico de palestinos, a veces enfermos, a veces parturientas. Aprovechar justamente las necesidades médicas de población palestina, con sus propios hospitales maltrechos y bombardeados, para coaccionarlos con darles asistencia médica si tales pacientes o sus familiares les brindan a cambio informes a la “seguridad israelí”. Este espurio método de envilecer las relaciones y los comportamientos debilita palestinos y fortalece a Israel porque el delator queda prisionero de las dos partes.

El remate de la política de “hacerles la vida invivible” se alcanzó finalmente con el “Acuerdo del Siglo” de 2020. Ya no los juegos escénicos de un Yaser Arafat con un Iszak Rabin más Bill Clinton (Oslo, 1993); o los de Taba (Sinaí, 2000) entre Barak y Arafat o el minuet totalmente inconducente entre Abbas y Sharon (Jerusalén, 2005).

El Acuerdo del Siglo se firmaba entre los jefes ejecutivos de EE.UU. e Israel; Donald Trump, Jared Kushner (su yerno judío y “ministro de todo”, como se lo conociera en la Casa Blanca trumpiana) y Beniamin Netanyahu: era sobre Palestina/Israel, pero sin palestinos; en todo caso, con la perspectiva de “verlos” desaparecer.

Pero la realidad es terca. Además de la enorme población que mediante el terror los sionistas lograron arrancar de cuajo de Palestina (grosso modo, la mitad de su población), otros millones de palestinos se han negado al abandono de su tierra. Han contado con la experiencia de las expulsiones y matanzas anteriores (algo que los primeros expulsados, los del 48, no pudieron hacer por falta total de precedentes).

Las cifras mortuorias jamás han cedido.[1]  La muerte de palestinos ha sido una constante en la vida cotidiana, tanto en los territorios ocupados como en lo que la ONU reconoce como Estado de Israel.

Se estima que en 2021, ha habido 317 muertos, 71 menores (muchos más que en años anteriores, salvo en aquellos con invasiones o represión generalizada (como 1987, 2000, 2005, 2008/2009, 2014…)

En 2022, algunas fuentes revelan que ha aumentado la violencia y la muerte de palestinos a manos israelíes y por ejemplo la comisionada general de la ONU, Michelle Bachelet, expresa su alarma por el número de niños palestinos matados por militares israelíes y el 11 de agosto pidió una rendición de cuentas.

Este aspecto del conflicto entre Israel y los palestinos implica “muchos niños palestinos, víctimas inocentes asesinadas por error -pero también algunas veces fríamente y sin motivo alguno- a manos de militares israelíes.” [2]

“Muchas veces los ataques se dirigen contra lugares públicos que suelen convertirse en refugios para civiles, como escuelas, hospitales, etc. Además de las vidas perdidas, decenas de miles de niños son heridos y algunos de ellos se convierten en discapacitados de por vida.” (ibíd.)

“Hamas tampoco duda en utilizar a los niños palestinos de la Franja de Gaza […] para luchar contra Israel. […] glorifica el martirio e incita a los niños a suicidarse para defender la causa palestina. Con el eslogan «morir por Dios es la victoria», se anima a los niños a comprometerse activamente en el conflicto.” (ibíd.)

Por su parte, B’Tselem,  una organización judía de derechos humanos aclara: “La política letal, gratuita e ilegal de fuego abierto de Israel provocó la muerte de cientos de palestinos el año pasado. Alrededor del 70% murieron en la Franja de Gaza cuando se aplicó la política criminal de bombardear zonas densamente pobladas” (4 ene 2022). Sólo falta agregar que esa “política criminal de bombardear zonas densamente pobladas” no es reciente; tiene antecedentes atroces,  traducidos en matanzas de miles de vecinos palestinos, como por ejemplo en 2008 y 2009 (operativo que Israel bautizó con atroz sinceridad “Plomo fundido”).

El 1º. julio de 2022, la oficina de DD.HH. de la ONU, señaló la muerte de sesenta palestinos muertos por Israel […], un «impacto alarmante», aunque no señala el periodo o el momento de tales muertes. Agrega que “en muchos de los incidentes mortales investigados”, Naciones Unidas encontró que Israel habría usado «fuerza letal de una manera que parece totalmente contraria a la ley internacional«. Como bien señaló Amnistía Internacional en su informe 2022 sobre Palestina, “Israel considera y trata a los palestinos como un grupo racial inferior no judío”.[3] Resulta claro que Israel no considera a los palestinos seres con derechos civiles sino enemigos de guerra con los cuales ni se esmeran en cumplir convenciones militares para momentos de guerra (no ultimar caídos, no matar niños…).

Y este mes, tuvimos el informe de Tor Wennesland, coordinador especialmente designado por la ONU para atender el proceso “de paz” del Cercano Oriente.

Tor Wennesland es noruego. Es decir, proviene de la sociedad que fue sacudida hasta sus raíces cuando su compatriota Anders Behring-Breivik, en 2011, en un operativo, al que no se le conoce otros participantes, asesinó mediante un coche-bomba en la capital, Oslo a 8 habitantes, y con fusil y ametralladora a 69  más en la isla Utöya, casi todos jóvenes y árabes, en un campamento de la socialdemocracia…

Cuando se le preguntó por lo acontecido, visto el cariz totalmente político de las matanzas, se le preguntó por sus simpatías nazis, las negó vehementemente, aclarando que era un ferviente admirador de Israel y de su política.

Wennesland conoce o debería conocer el odio señorial que ha sembrado Israel.

“Estoy alarmado por el deterioro de la seguridad, incluyendo el aumento de choques armados entre palestinos y fuerzas de seguridad israelíes en la Ribera Occidental que abarca el este de Jerusalén. Desde el comienzo de 2022, han sido matados al menos un centenar de palestinos, incluyendo niños, en medio de un aumento marcado de operaciones militares israelíes llevadas adelante en la Ribera Occidental ocupada por Israel, incluyendo el Área A [que se supone de administración exclusiva palestina, fuera de jurisdicción israelí]. En el mismo período han sido matados 16 israelíes dentro de  Israel en una ola de ataques por parte de palestinos y árabes israelíes [Wennesland concede aquí una distinción históricamente falaz, puesto que en ambos casos se trata de habitantes de la Palestina histórica, que fueron separados jurisdiccionalmente, pero no social o culturalmente]. La violencia creciente en la Ribera Occidental está generando un clima de miedo, odio e ira. Hay que reducir tensiones inmediatamente para abrir espacio a iniciativas enfiladas a establecer un horizonte político viable.” [4]

Las seguramente buenas intenciones de Wennesland chocan con el proyecto bíblico-sionista de Israel. Y resulta difícil imaginar una senda superadora desde la ONU, la red política mundial creada por EE.UU. para definir el mundo desde 1945.

La ONU, como toda obra humana, incorpora gente con las mejores intenciones y procederes en consonancia; pienso hoy en Bachelet o Wennesland o el excelente Richard Falk, pero si sus afanes chocan “demasiado” con los poderes consolidados el designado es retirado o, como pasó con el comisionado de la ONU para atender el diferendo palestino-sionista en 1947, Folke Bernadotte, sueco, es eliminado.

Entretanto, Israel sigue profundizando la represión: acaba de ser detenida una periodista palestina, madre de dos críos de 4 y 5 años, allanada en la mitad de la noche, aterrorizando a las criaturas; interrogada durante diez horas continuas, con requisa corporal incluida, desnudándola por completo para aumentar la humillación. Su delito: entrevistar a dos presos políticos palestinos que acababan de ser liberados en un canje de prisioneros.[5]

Cuando finalmente, pese al intento inicial de Israel de negar la autoría de la muerte de la periodista Shireen Abu Aqleh, quedó demostrado que francotiradores israelíes eran los reales asesinos de la periodista haciendo su trabajo,  y aunque el Dpto. de Estado de EE.UU. declarara  que “no ve razones para creer que haya sido intencional sino más bien el resultado de circunstancias trágicas” [6] (un bello parloteo que nada dice), la reacción de la dirigencia israelí ha sido proclamar su derecho irrestricto a matar a quienes quieran. Aclaró Benny Gantz, actual ministro de Defensa: Es el jefe de estado mayor y sólo él quien decide  y continuará siendo quien decida la política de abrir fuego”. Y como “refuerzo de vacuna”, el premier Yair Lapid (dirigiéndose a los mandatarios estadounidenses) dictaminará: “nadie  va a dictarnos a nosotros contra quienes abrimos fuego.”

Tanta soberbia después de la atrocidad acontecida con una periodista que sin duda irritaba a la jefatura israelí, como Abu Aqleh, lleva  a la pregunta ¿para qué está Israel en la ONU si sigue sólo su propia ley?

Alguien con una mínima lógica y coraje civil tendría que preguntárselo.

[1]  Baste un par de ejemplos en momentos críticos: 1) en el 2000, en la llamada Intifada Al Aqsa, que se originó con Ariel Sharon avasallando con mil policías al recinto de la mezquita Al Aqsa, la reacción y la represión consiguiente acabó, por ejemplo, en Ramallah con la vida de cien palestinos, incluyendo muchos niños,  generando reacciones desesperadas entre los sobrevivientes, como matar con las manos a soldados israelíes  o dar lugar a numerosas inmolaciones. Y 2) cuando guerrilleros palestinos secuestran  a un soldado israelí, hacia 2005  –que finalmente canjearán sano y salvo por presos palestinos en cárceles israelíes (algunos encarcelados muchos años)– las fuerzas de seguridad israelí allanan una serie de lugares o sitios “sospechosos” con la consigna pública de rescatar al soldado, Gilad Shalit. En  dichos “procedimientos” los israelíes asesinaron a unos doscientos palestinos de toda edad: un claro índice de los métodos policiales de búsqueda: en rigor, la búsqueda fue una coartada para descargar la furia y mostrar la potencia del mandamás, desafiado por el secuestro.

[2]  https://www.humanium.org/es/palestina/.

[3]  BBC News, 1/2/2022.

[4]  https://reliefweb.int/report/occupied-palestinian-territory/.

[5]  https://www.pressenza.com/it/2022/09/palestina-occupata-arrestata-giornalista-a-sheikh-jarrah/

[6]   https://www.middleeasteye.net/news/us-asked-israel-review-israels-rules-engagement-west-bank-report-says, 18 ago 2022.

Publicado en Centro / periferia, EE.UU., Medios de incomunicación de masas, Palestinos / israelíes, Poder mundializado

Time is money… y la vida ¿qué es?

Publicada el 08/09/2022 - 14/09/2022 por ulises

Apotegma del mundo empresario: A propósito de un juicio al consorcio Dupont.

por Luis E. Sabini Fernández –

Dark Waters

Una película norteamericana reciente, ganadora de premios y reconocimientos, Dark Waters, de 2019, producida y actuada por Mark Ruffalo –basada en una historia contada por Mario Correa y Matthew M. Carnahan  de un abogado en la vida real, Robert Bilott–, expone claramente el trasfondo de la ideología dominante en EE.UU.  Algo que se desenvuelve más allá del contenido expreso de la película y por el cual ha sido muy estimada.

Bilott, abogado de un estudio de los llamados corporativos, dedicados a defender el mundo de los negocios, él mismo proveniente de Virginia Occidental, se entera que un vecino de su abuela, está enfrentando unas muertes inaceptables de vacas que cría. Lleva 190 vacas muertas, que él inicialmente enterraba “como de la familia”, le cuenta  a Bilott, pero a medida que el daño desconocido se expande, el granjero ve cada vez más claro que hay un envenenamiento de las aguas de las cañadas locales, y se ve obligado a quemar grupalmente a los cadáveres.

Linda con terrenos de un laboratorio, Dupont, y dado que ya nos hallamos en la segunda mitad del s XX, inevitablemente el granjero se pregunta qué veneno proviene de ese terreno.

El papel del protagonista de la película es inicialmente ambiguo: honestamente, quiere ayudar al vecino de su abuela (que es además el anfitrión de un hogar que él conoció bien de niño), un ganadero mediano, Wilbur Tennant, pero sus colegas del buffet le advierten de lo insensato que sería “pelear” contra Dupont. Así que Bilott procura hacer una demanda limitada, como para corregir desprolijidades que, por otra parte, él mismo no entiende.

El abogado que representa a Dupont, viejos compinches del mundillo de las ordenanzas y reglamentos, no acepta ningún abordaje, ni siquiera  el que tímidamente Bilott pensaba hacer.

El abogado defensor y la empresa

Y la incursión de Bilott en la maraña de disposiciones empresariales y  legales lo va  introduciendo en el universo de tóxicos y venenos usados con impunidad. Va advirtiendo que los estudios y análisis que se hacen, tanto los propios de la empresa como los ajenos encargados revelan daños, que Dupont sin embargo pasa por alto. Amparada por dictámenes “científicos” (en rigor, firmados por científicos) que atestiguan inocuidad o daño ligero de los productos  químicos investigados.

Bilott se va dando cuenta que la calidad de “cómodo para evitar adherencias”, de un plástico diseñado inicialmente para uso militar y que se ha introducido al mercado hogareño para facilitar y modernizar la vida cotidiana, es un arma mortal; que toda la maravilla deslumbrante del teflón –porque de ese “adelanto tecnológico” se trata– en rigor va siendo más y más asociado a enfermedades como cáncer y malformaciones congénitas.

No es novedad.  El teflón repite el tendal sanitario que han dejado muchos otros polímeros de alto rendimiento comercial, económico y financiero.

Esta maravilla tecnológica fue descubierta “por casualidad” en 1938 por  Roy J. Plunkett (como la inmensa mayoría de los derivados plásticos del petróleo, acaecidos en la primera mitad del siglo XX)

Y en 1945 se lo patentó y salió como mercancía:

“Desde que se registró entonces, la marca Teflon™ se ha tornado inmensamente popular y reconocida en todo el mundo por sus propiedades antiadherentes.[1] Se emplea en: “Recubrimientos para utensilios de cocina; telas y productos textiles antimanchas y que repelen la suciedad; recubrimientos para entornos productivos e industriales difíciles.”

Tal vez en recubrimientos industriales habría sido usado sin el potencial patógeno que reveló al aplicarlo a ollas y sartenes, en contacto directo con nuestros alimentos.

”Plunkett recibió el reconocimiento de la comunidad científica, académica y civil de todo el mundo por su contribución. Ingresó al Salón de la Fama de los Plásticos en 1973 y al Salón de la Fama de Inventores de la Nación en 1985.”

Por lo transcripto vemos que el teflón formó parte del tecnooptimismo  empresario que no estaba dispuesto a perder el negoción por algunos afectados.

El tesón de Bilott y, particularmente el de Tennant, que aun enfermo (porque no fueron solo sus vacas las intoxicadas y muertas) seguirá empeñado en ubicar la fuente del daño. Así, cuando Dupont procure apaciguar las aguas con una miniindemnización  de 16 millones de dólares a una serie de damnificados, apoyándose en una resolución de la EPA (Environmental Protection Agency, Agencia de Protección Ambiental de EE.UU.) en el momento en que la empresa seguía embolsando unos mil millones de dólares de venta anual de sus “fantásticos productos” y el mismo Bilott se tienta, Tennant no se pliega e insiste en luchar contra Dupont. Ya está él mismo enfermo de cáncer, como su pareja.

Tennant no sólo tuvo que enfrentar la empresa contaminante, falsificadora y asesina; tampoco contó con el apoyo comarcal, porque sus vecinos le rehuyeron todo contacto, criticado porque mordía la mano de quienes modernizaban el lugar con un establecimiento modelo…

Wilbur Tennant y su formidable perseverancia es comparable con la lucha que tuviera un agricultor contaminado con glifosato contra otro consorcio gigante, Monsanto. Percy Schmeiser, canadiense, que también terminó ganando un juicio tras años y décadas de contaminación, vejámenes, atropellos y chicanas.

Los tóxicos irán, a la larga, enfermando a otros vecinos de Tennant y a trabajadores de la planta, en Parkersburg, Virginia Occidental.

Aunque Bilott tarda años en conseguir algún resultado que merezca ese calificativo, hacia 2006 surgen datos, ya irrefrenables, contra la inocuidad del teflón y de su planta procesadora.

Bilott debió “pagar” consigo mismo su decisión de defender la verdad y enfrentar el abuso. Su carrera como “abogado corporativo” sufre un fuerte deterioro (como su salud), aunque tuvo “la fortuna” de no ser abandonado ni despedido.

El teflón empieza a “estar en la picota”, pero sigue férreamente defendido por quienes se aprovechan de su aplicación.

Las voces empresarias

En 2011 decía un fabricante sin empacho:[2]

“[El] PTFE (sigla en inglés de politetrafluoroetileno). […] es [un polímero] muy conocido por su resistencia, […] no se limita a las altas temperaturas. El teflón virgen es sumamente resistente a los daños que la mayoría de los agentes químicos pudieran provocar en su estructura.

”El teflón virgen resulta ser prácticamente inerte. Esta característica hace que no reaccione con otras sustancias químicas, aunque en algunos casos excepcionales llega a suceder. Al no reaccionar con ninguna sustancia se convierte en un material prácticamente libre de toxicidad, lo que permite que tenga múltiples aplicaciones.”

¿En qué quedamos? ¿Reacciona con algunas sustancias químicas o con ninguna? Ambas afirmaciones, no. El atributo de “inerte” es redondamente falso, al no mencionar las (escasas y difíciles) condiciones en que es tal.

”Aplicaciones:

”- Revestimiento de aviones y naves espaciales, por su resistencia a altas temperaturas – Fabricación de prótesis – Operaciones estéticas – Producción de vasos sanguíneos y tejidos artificiales – Pinturas – Revestimiento de materiales sometidos a ambientes corrosivos – En utensilios de cocina como sartenes u ollas, debido a su antiadherencia y a su baja toxicidad.” [sic]

Todavía alardean de baja toxicidad, como si fuera verdadd.

Veamos una presentación en México, todavía exaltado como excelente material en 2012. Pero…[3]

“La mayor ventaja de las cazuelas, sartenes y otros utensilios de teflón es que no requieren, necesariamente, de ningún tipo de grasa para freír o cocinar los alimentos, así como lo fácil que resulta limpiarlas al finalizar la faena.

”[No] se debe cortar la carne, ni ningún otro alimento directamente dentro de las cazuelas o sartenes, pues las rayaduras y el desgaste que esa acción produce, deterioran la superficie de teflón provocando la pérdida de sus propiedades antiadherentes. […] la mayor desventaja del uso de utensilios de teflón es que no se debe superar nunca los 260 º C de temperatura […] sobrepasar los 342 º C de temperatura, punto de fusión medio donde el teflón comienza a liberar gases altamente nocivos para la salud.”

No sabemos si a 260 o  a 342, pero el daño resulta ya inocultable.

En 2015 se hace un teflón sin PFOA (ácido perfluorooctanoico), porque sucesivas pruebas advierten la toxicidad del PFOA.[4]

TECNOLOGÍA DEL RIEGO [porque todavía se ofrecen estas tecnomaravillas para regar vegetales o producción acuática…]

“[…] resistente a la intemperie y a los rayos solares, presenta una buena resistencia a la abrasión, al desgaste y a las altas temperaturas (de hasta 180ºC), es buen aislante eléctrico y es auto-extinguible con buena resistencia al fuego.”

Después de 2015, con el juicio a toda máquina de Bilott contra Dupont, todavía vemos las pretensiones corporativas (industrias finishes no presenta fecha). [5] Eso sí, niega todo parentesco entre PTFE y PFOA:

“Ventajas de rendimiento y beneficios medioambientales [sic].

” […] Comprometido con el cumplimiento de los principales organismos reguladores.

”Nunca se fabrica con PFOA o PFOS.” Ahora, aunque es bueno recordar que se lo fabricó durante  décadas con PTFE y PFOA.

Y a continuación, la folletería nos ofrece testimonio de cómo cumple la empresa con los reguladores públicos, como nuestra penosamente conocida EPA:

”[…] Cumple con el Programa de Administración del PFOA de la  […] EPA. 2010/15.

En 2018, la versión empresaria ha empalidecido bastante. La investigación de Bilott era ya archiconocida  e incluso la película que se basaba en semejante denuncia estaba en marcha.

La voz oficial del mundo empresario nos dice entonces: [6]

”No hay estudios totalmente concluyentes sobre la toxicidad real de esta sustancia, pero el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (IARC) lo ha clasificado como «posible carcinógeno» en el grupo 2B, es decir, en el grupo de sustancias de baja [sic!] probabilidad cancerígena para el hombre.” No es tan baja, más bien intermedia.

”También se sabe que tiene una gran persistencia en el medio ambiente y se ha encontrado en la sangre de animales y personas.

”El PTFE es un material inerte, estable y sin riesgos, siempre que no se caliente por encima de casi 300ºC. Nadie debería cocinar nunca a esta temperatura y, en caso de que lo hiciera, lo que pasaría sería que el teflón se degradaría y desprendería unos gases que, aunque no son muy peligrosos [otra vez sic], tampoco hay motivo para inhalarlos innecesariamente.”

Confróntense las dos últimas frases, penosamente incongruentes:

”Y por lo que se refiere al PFOA, es muy importante recalcar que en su momento se utilizaba sólo para aplicar el recubrimiento a los utensilios de cocina antiadherentes. Así que cuando el producto acabado llegaba al hogar del consumidor el PFOA era ya prácticamente indetectable. Por eso en realidad cocinar con un producto recubierto con un antiadherente PTFE (o teflón) con PFOA no era peligroso para el consumidor.”

Pese a eso, suponemos que no será por capricho, lo que se dice a continuación:

”se ha eliminado del proceso de aplicación del PTFE en los recipientes de cocina […] en julio de 2020 su uso queda prohibido en España y en todos los países que han firmado el Convenio de Estocolmo y su producción está restringida a nivel mundial.”

Y en 2020, con el escándalo ya expandido, llegamos a la supresión de los sartenes con teflón, ya sea PTFE  o PFOA o sin él:

La empresa DIDE [7] declara:

“Si bien el teflón se ha ganado un nombre en la industria de la cocina, los servicios de revestimiento de teflón brindan muchos más usos en diversas industrias. […]

“El teflón es un material que funciona a la perfección sin que necesite de un mantenimiento, es más, cuando lo aplicas te olvidas de que existes. [sic]!” Esta última observación, de que uno ya no existe usando teflón, ¿es una confesión involuntaria o apenas una confusión de palabras?

 Las personas en entredicho

Hemos procurado mostrar cómo el lucro cegó las observaciones y verificación de daños. Minimizándolos, bagatelizándolos.

Y cómo la lucha enconada por probar la existencia de materiales tóxicos, en este caso al menos, llegó finalmente a buen puerto.

¿A buen puerto?

El juicio  terminó demostrando que Dupont había primero negado la contaminación, luego la había minimizado y sus abogados habían llegado a transigir en pagar una multa equivalente al 1,5 % de sus ingresos brutos anuales que ya vimos fue rechazada. Y  Bilott empieza a llevar a juicio uno por uno a los miles de demandantes  (unos 3500) a quienes se les probó deterioros de salud a veces atroces (como malformaciones congénitas), y empieza ganando los primeros juicios con resarcimientos de cientos de miles de dólares por cada afectado (2016). Dupont se apresura entonces a firmar un reconocimiento colectivo, con un ajuste de cuentas multimillonario que se traduce, sin embargo, en montos menores para cada demandante.

Con lo cual, Dupont “salva la ropa”. Pero sigamos un paso más.

Supongamos que Dupont hubiese tenido que pagar por cada uno de los 3500 demandantes el importe máximo que tuvo que desembolsar en el primero o en el segundo juicio de los que perdió individualmente.

¿Habríamos entonces llegado a buen puerto?

Dupont, tal vez involuntariamente, por pura negligencia o tecnooptimismo, dañó de por vida a miles de seres humanos y a otros miles de seres vivos.

Falsificó los resultados de investigaciones sobre contaminación. Hizo escarnio de resultados científicos. En  complicidad con ciertas autoridades públicas que se avinieron a sus criterios empresariales para cuidar dividendos y no la salud ambiental o social.

¿Pueden compensarse tamaños delitos con dinero? Dupont, pagando indemnizaciones, lo que hizo fue salir libre de todo delito que tendría que habérsele imputado.  En rigor, compró su libertad, su inocencia.

¿Se puede comprar la inocencia?

La cultura estadounidense  y la modernidad en general matrizó el viejo apotegma “El tiempo es oro”. Tenemos así una monetarización de nuestras vidas.

Pero la vida es impagable. Y su daño puede ser irreparable y en consecuencia no se “arregla” con dinero. La empresa que contamina comete delitos. ¿Se le deja a un delincuente delinquir?

¿Las personas físicas pueden matar pagando? Parecería que no, pero sí lo hacen; contratan sicarios, no sólo individuales; se han  organizan batallones de “limpieza social” como lo hicieran comerciantes cariocas en convenio con policías, para “despejar” las calles de garotos da rua, contratando a quienes los han matado. A veces, ni siquiera mediante pagos especiales: las propias fuerzas  legales profesionales acaban con vidas humanas no deseadas, como militares israelíes acabando con la vida de palestinos de modo totalmente “desprolijo”;  quieren matar a un presunto terrorista y cumplen el cometido matando a 5 o a 14 vecinos, parientes, niños, lo que hay cerca del “blanco”. A veces, reciben pago especial siendo miembros de cuerpos represivos, como ha pasado con militares colombianos presentando su cosecha de “falsos positivos”.

Son, de todos modos, casos excepcionales.

¿Y las personas jurídicas? Al parecer, ellas sí, pueden matar pagando, al parecer de un modo mucho más irrestricto.

Empresas en EE.UU, por ejemplo, han terminado pagando indemnizaciones por contaminación con desenlace mortal: en ningún caso, han visto afectados los destinos las personas físicas (los seres humanos concretos) actuando desde la empresa; no sólo sin cárcel ni con pena de muerte; ni siquiera procesados.

Las multas son aplicables tanto a personas físicas como jurídicas. Penas más severas que se aplican a personas físicas, ¿cómo considerarlas ante personas jurídicas? ¿Suspensión de la actividad de la persona jurídica empresarial equivaldría a prisión, finalización de la personería jurídica (equivaldría a pena de muerte)?

Las personas jurídicas, como vemos, tienen muchos privilegios, como ante esta demanda por envenenamiento ambiental, respecto de nos, simples mortales.

Es que las personas jurídicas son de hecho la pantalla de algunas personas físicas.

notas:

[1]  https://www.teflon.com/es/news-events/history. [s/f, pero indudablemente reciente]

[2]  https://www.quiminet.com/articulos/el-teflon-virgen-y-sus-ventajas-2637352.htm.

[3]  https://www.elsiglodedurango.com.mx/noticia/2012/ventajas-y-desventajas-del-teflon.html. 4 dic. 2012.

[4]  https://www.traxco.es/blog/tecnologia-del-riego/viton-o-teflon

[5]  https://www.teflon.com/es/industries-and-solutions/solutions/consumer-applications/textile-finishes/how-fabric-protector-works/environmental-advantages

[6]  https://www.castey.com/es/pfoa-que-es-el-teflon

[7]  https://www.distribuidoraindustrialdeempaques.com/blog/articles/teflon. 11 ago 2020.

Publicado en Centro / periferia, Ciencia, Conocimiento, EE.UU., Nuestro planeta, Salud. Y enfermedad

CONSTELACIÓN OMINOSA

Publicada el 03/09/2022 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández –

No es habitual, como panorama o perspectiva lo que vamos a enumerar:

La segunda mitad del 2022 nos permite, más bien nos obliga, a considerar:

  • CONTAMINACIÓN PLANETARIA FUERA DE CONTROL

La humanidad ha construido nuestro mundo presente, la realidad, abusando cada vez más de los poderes que hemos ido adquiriendo y atesorando. Mientras las sociedades habidas hasta hace un par de siglos se valían del sol y el agua como fuerzas y palancas del desarrollo humano, el industrialismo permitió emplear una energía acumulada en millones de años en pocos siglos (todos los cálculos sobre las existencias de petróleo no pasan los tres siglos).

Pero el uso en cantidades extraordinarias de energía fosilizada trajo consigo tam-bién la aparición de residuos cuantiosos. Para apenas señalar uno de los más recientes: los plásticos desechados han generado por ejemplo “islas” oceánicas de millones de km2.

El optimismo tecnológico que caracteriza nuestro presente diseñó navíos “tragaplásticos” con los cuales nos prometieron  salvar el error anterior de haber generado tantos desechos fuera de control. Pero la situación no ha resultado tan sencilla. Como los plásticos son un invento humano, no son naturales, no se biodegradan como todos los elementos, sólidos, líquidos o gaseosos de la naturaleza. La erosión, claro, los achica, los desmenuza hasta hacer partículas microscópicas, que siguen empero en los mares. Ya sea depositándose en los fondos marinos, obstruyendo el “almácigo” oceánico que es todo fondo marino o, “tripulado” por microorganismos que siguen así sus marchas marinas. Investigadores han comprobado que estas partículas microplásticas, tripuladas como dije por microorganismos despiertan grandes apetencias en peces, algunos peces al menos como anchoas (con los que se ha experimentado), que los engullen ávidamente. Así tenemos microplásticos incorporados a las cadenas alimentarias y por lo tanto depositados en humanos (que somos casi siempre el fin de todas las cadenas alimentarias).  Se trata de cuerpos extraños, no alimentarios, que a muchos les hace temer serán origen de tumoraciones.

 

  • ALTERACIONES PLANETARIAS… EL ANTROPOCENO ES NUESTRO

La sociedad contemporánea apenas tiene registro de la cantidad e intensidad de inundaciones, sequías, incendios  (claro que una buena cantidad, provocados por el hombre para ampliar tasas particulares de ganancia), desbordes de diques de cola (altamente tóxicos), deshielos de altas cumbres y permafrost, –crisis biológica de especies muy perseguidas y hostigadas (sobre todo por el hombre, pero también y cada vez más, por alteraciones climáticas).

¿Estamos alterando el planeta, como podemos desgraciadamente ver con la plasti-ficación de los mares o los derretimientos de glaciares y nieves otrora “eternas”, y empu-jando a la extinción a tantas especies, y a la vez, ¿no nos estamos alterando nosotros?

  • MEDICALIZACIÓN SOCIAL NO POR SABER SINO POR… MIEDO

Con la pandemia declarada por la OMS mediante una redefinición, la medicalización generalizada resultó altamente efectiva. La pregunta es para qué. El miedo fue el motor de comportamiento. Con el que se generó  una ofensiva mediática, que logró una regimentación social pocas veces vista. El saldo de este emprendimiento de alcance planetario es variado: desde el punto de vista sanitario no se sabe si ha empeorado o mejorado la salud social, aunque la reiteración de las recaídas en el Covid19 da pábulo a temer que no ha sido una jugada saludable; desde el punto de vista de la gestión empresarial la oferta de inoculaciones vendidas como vacunas aunque en casi todos los casos con técnicas médicas tan  alejadas del concepto inicial de vacunación que  debería haberse optado por una nueva denominación –terapias génicas–, en cambio, las llamadas vacunas han sido un negocio formidable de alcance mundial. Y dada la denominación buscada y aceptada por los estados bobos que integran la OMS, la calidad de vacuna de un medicamento libera al fabricante de responsabilidad penal por un perjuicio al inoculado,  que se traslada al estado donde se encuentra la población objeto de ese tratamiento, algo bien distinto por cierto a la regla, teórica, que es que el laboratorio debe responsabilizarse por daños ocasionados por su medicación. [1]

  • LA COMUNICACIÓN CADA VEZ MÁS INSTANTÁNEA Y OMNIPRESENTE

No necesita mucha demostración, porque es lo que vivimos cada día. Estamos comunicados por radios, diarios, revistas, televisión, cine, por la digitalización cada vez de mayor alcance, con el celular como compañero casi  inseparable de nuestros oídos… y hasta por relaciones entre humanos. Asunto de otro costal es su calidad o confiabilidad. Porque estamos también cada vez más habitados por fake news. Y este rasgo cada vez más vigente nos lleva directamente a otro, fundamental en nuestro mundo actual:

  • PRESENTIZACIÓN DE LA SOCIEDAD

Estamos abandonando a un ritmo vertiginoso la temporalidad; nuestra triple dimensión existencial; pasado, presente y futuro. Para nada asimétrica, la temporalidad nos arroja al tiempo para que vivamos, hagamos lo que expresa nuestra raíz, vocación, destino, norte. Hay una dificultad insalvable con la presentización de nuestras vidas: quedarnos sin historia y sin proyecto. Como cualquier animal, vivir entretenidos.

  • GLOBALIZACIÓN Y DESNACIONALIZACIÓN

Un proceso que con mucho tino Frei Betto rebautizara globocolonización, porque no es sino un reacomodo de las relaciones imperiales o de centro a periferia, donde lo global va carcomiendo toda soberanía que lo nacional o comarcal ha procurado preservar.

  • FINANCIERIZACIÓN DE LA ECONOMÍA-MUNDO

Las finanzas, el uso de monedas, trató de solucionar las dificultades e injusticias que se generaban en los intercambios económicos buscando crear denominadores comunes. Poco a poco, lo financiero fue ocupando un lugar cada vez más relevante y a principios del siglo XX, un economista excepcional, Frederick Soddy, puso en entredicho todo el proceso de financierización  basado en el préstamo a interés, que no sólo permite sino estimula a crear capital con… nada. Para Soddy, el peligro de semejante invento es ponernos en las puertas de la inflación. Con su ritmo, progresivamente acelerado.

Hoy tenemos una espiral de deudas, ya no impagas, sino impagables. Generadas por los llamados “servicios de la deuda”. Y un deterioro marcado de la calidad de vida de los humanos atrapados en tales circuitos.

 

  • LA CANCELACIÓN RACIAL TRAVESTIDA EN CANCELACIÓN NACIONAL

El racismo desapareció… institucionalmente.  Alemania y su nazismo con quien tantos alemanes se habían identificado, empujados por la abyecta “Paz  de Versalles” (1919), que constituyó la verdadera máquina de expansión nazi, fue pulverizada material y anímicamente e incluso descuartizada territorialmente. Hubo un cambio cultural y geopolítico entonces,  porque no solo los vencidos debieron abjurar de sus proyectos racistas sino que también los vencedores advirtieron lo contraproducente de todo racismo orgulloso de sí mismo, y desde 1945 tanto la proclama (ostensiblemente) racista como el concepto mismo de raza, fueron abolidos (en EE.UU. permanecerán magras minorías afines a ese racismo sincero, pero ya no será funcional en ninguna parte, ni siquiera en Sudáfrica, que también tuvo que aggiornarse…).

Con la desaparición oficial del racismo rebrota otra discriminación no menos agresiva ni menos injusta: mediante “cancelación”, se proscribe hasta la mera presencia de lo diferente; se le niega un viaje, por ejemplo, no ya a un comunista, a un racista sino, por ejemplo, a un ruso. A caballo de un concepto emparentado con la condición nacional, se genera la misma discriminación blandiendo, por ejemplo “el antisemitismo”, contra palestinos o iraníes.

La segregación resultante es muy intensa, tan potencialmente lesiva como otrora el “White only”, tan característico de sociedades de privilegiados institucionales.

  • LA SEXUALIDAD EN ENTREDICHO. O AL MENOS LA MASCULINA

El  brote LGBTTTIQ distinguiría al día de hoy 8 géneros (hace apenas un tiempo, eran 5), el espacio Tinder nos “revela” 27, y si seguimos la escrupulosa división de géneros establecida por el legislador alemán Steffen Köninger, se trataría  de 166.[2] La noción de género se ha constituido como parteaguas entre progresistas y cromagnones.

Aunque la misma labilidad del concepto de género y su inasible alcance nos revela que se trata de una orquestación, ésa sí a toda máquina, promovida desde centros planetarios con fuerte incidencia; usinas ideológicas que van haciendo, deshaciendo y rehaciendo nuestras cabezas.

El carácter de “campaña” que caracteriza la difusión de esta temática también nos revela que el motivo real debe estar en otra parte.

Eso puede explicar por qué los neogeneristas se encargaron de copar los centros de educación y orientación sexual sobre todo referidos a adolescentes, con el oculto pero indisimulable fin de persuadir e inducir a jóvenes a “elegir” cambios de sexo o género. y

  • 2022: COMIENZO DE UN INVIERNO EUROPEO DE ESCASEZ

El invierno inminente exigirá algo desacostumbrado a Europa. El subcontinente, privilegiado económico planetario, todavía disfrutando los bienes cosechados durante los siglos de expolio desde sus principales naciones al resto del mundo, este invierno conocerá la escasez. Energética, pero también de modo por ahora ceñido, alimentaria.

  • OTAN COMO BOA CONSTRICTOR DESNUDA CONTENDIENTES

El torpe ataque de Putin/Rusia a Ucrania que quiso ser respuesta a la política otanesca de “quitar el agua al pez ruso” (o de agregarle otro anillo al oso ruso), algo que vienen haciendo incansablemente desde el colapso soviético, adueñándose geopolíticamente de una serie de naciones exsatélites a la Rusia soviética, travestidas en “faros de libertad” made in NATO”, se sigue prolongando en el tiempo y en el espacio más allá de la intención inicial de Putin de frenar ese intervencionismo ajeno (con el propio). La sensación que queda es que Rusia está repitiendo la secuencia afgana; tendrá que cambiar y mucho el curso para no repetir la historia. Y su costo (que fue la URSS).

  • EUROPA AVASALLADA AHORA SATELIZADA

Europa, avasallada por EE.UU. desde 1945, cuando el poder norteamericano tiró varios bolos a la vez: su competidor principal, Alemania, pero también al Reino Unido, exhausto. Francia, el gaullismo, trató de resistir y conservar su propia esfera de influencia, pero su secundarización fue irreversible.

La dependencia material de un continente sobrepoblado o de tierras escasas, es muy marcada. Viviendo del colonialismo esas carencias no se sentían, al contrario, pero el traslado de algunas sedes de los centros neocoloniales, la siguió satelizando, aunque conservando un nivel de gastos más bien característico de centros imperiales.

Tal vez el primer cambio de relaciones entre norteamericanos, europeos y rusos se encarnaba en la instalación de los gaso- y oleoductos rusos directos a Alemania, estableciendo allí una alianza rusogermana sin precedentes, de mutuo apoyo. Eso deliró a EE.UU. que hizo todo para coartarlo. Y lo logró… sin necesidad siquiera de bombardearlos, como amenazara el presidente de los democráticos EE.UU.

  • ECHELON 1948… Y SIGUE TAN CAMPANTE

En estrecha relación con la dependencia europea tenemos la vigencia ininterrumpida del acuerdo Echelon[3] desde 1948 entre “los” cinco estados anglófonos blancos (de piel); EE.UU., R.U., Canadá, Australia y Nueva Zelandia.[4] Un control general de las comunicaciones, enormemente incrementado con la computarización y la ampliación casi al infinito de los registros. Se observó entonces, todavía más claramente, cómo los negocios en el mundo empobrecido, en el Sur, o como se quiera llamar a la multitud de represas, puentes, caminos, plantas industriales y energéticas, laboratorios, acuerdos de cooperación o capacitación militar, se han adjudicado preferentemente a empresas provenientes de los 5 Ojos. Habían tenido el recurso de conocer ofertas de empresas de todas partes y comparar, en secreto, cotizaciones y aspiraciones, y los 5 Ojos ajustaban las ofertas. No sé si empresas rusas o brasileñas se habrán quejado, pero hay constancias que sí lo han hecho francesas o alemanas…

  • EL MUNDO RICO EN EXPANSIÓN CON PETS Y SIN HIJOS: LOS PERRHIJOS

La cultura de nuestro presente ha sido profundamente influenciada por el American Way of Life; Hollywood ha sido la inconsciente escuela de niños y adultos. Su resonancia ha sido dispar; los países centroamericanos, aledaños y reducidos por su fragmentación, han sufrido mucho más esa configuración que, por ejemplo, Francia o Mongolia. Por eso lo de pet en lugar de mascotas, para los destinatarios de estas nuevas relaciones, que inicialmente se percibieron en EE.UU. El pet, como uno más en la familia. Los afanes de humanizar animales  revelan perturbaciones serias; que perros caminen como bípedos, vestidos con camisas y pantalones, que se “entretengan” con recursos concebidos por humanos; que se festejen cumpleaños en compañía de otros perros, es decir con otros dueños de perros: engendro pavoroso de una pseudocomunidad.

Y que la comida de un perro neoyorquino valga más que la de una cincuentena de africanos pobres revela el tipo de humanidad y sociedad que se promueve.

  • CÓMO ENCARAN LOS SUPERRICOS LO QUE SE VIENE: COMO SIEMPRE

Hace furor entre los más ricos del planeta diversos proyectos de salvación personal.

Elon Musk, por ejemplo, considerado el titular del monto mayor de miles de millones de dólares del mundo, ”el rey de las finanzas”, encara, más rápido que corriendo, la construcción de naves que permitan abandonar la Tierra a la búsqueda de otro suelo más prometedor. Como si eso fuera factible.

Otros construyen búnkeres en medio de selvas, o directamente bajo tierra  (como el Survival Condo; 60 m. hacia dentro de la tierra, unos 20 pisos hacia abajo…), para tenerlos como segundo hogar en caso que la situación planetaria se siga deteriorando.

Philip Alston, relator especial de la ONU sobre pobreza y derechos humanos, subrayó estas desigualdades: “Nos arriesgamos a un escenario de ‘apartheid climático’ en el que los ricos pagan para escapar del sobrecalentamiento, el hambre y los conflictos, mientras el resto del mundo sufre. […] una creciente desigualdad […].” [5] Tendríamos que decir que no es novedad, aunque podamos advertir que se agravan las condiciones.

Con un asesinato político desnudo en julio, en Brasil, y un atentado hoy contra la vicepresidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, vemos entre nosotros lo ominoso de “la violencia política”.

 

[1]  Esas disposiciones se deben a que una vacuna exige muchos controles antes de su liberación o entrada a la sociedad y al mercado, con las cuales queda el productor liberado de responsabilidad civil o comercial con la población. Pero nada de eso pudo ocurrir, por la urgencia, con Covid19.

[2]   https://www.youtube.com/watch?v=QNjRnqqW28I.

[3]  Una red de alcance planetario para el control de todas  las comunicaciones entonces existentes: teléfonos, telégrafos, teletipos, correos. Bautizada como “Los 5 Ojos”.

[4]   Sierra Leona, Liberia, India también tienen la lengua inglesa como idioma oficial. Pero jamás participaron del acuerdo Echelon.  En los ’90 se barajó el ingreso de Israel a los 5 Ojos. Dada la naturaleza de la expansión israelí, consideramos que podemos hablar de “6 ojos”.

[5]   Kenn Orphan, “El apartheid siempre ha sido el plan”, 10 set. 2019.

Publicado en Argentina, Centro / periferia, Globocolonización, Nuestro planeta, Nuestros alimentos, Poder mundializado, Salud. Y enfermedad, Uruguay

URUGUAY AL GALOPE HACIA EL PASADO: la restauración de la monarquía absoluta

Publicada el 20/08/2022 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández

Sabemos que la caracterización principal de un estado absolutista es que quienes ejercen su gobierno no rinden cuenta ante nadie o si se quiere sólo a sí mismos, con la almohada.

La definición proverbial es la de ”El estado soy yo”, atribuida a Luis XIV, en Francia a mediados del s. XVII.

Veamos otra, opuesta a semejante estilo y noción de gobierno:

“El presidente [de EE.UU.] tenía facultades para firmar tratados pero sólo si lo apoyaba una mayoría de los dos tercios del Senado”. [1]

Para intentar entender adónde vamos, políticamente, entendemos necesario captar de dónde venimos. Porque la historia nos lo explica, no totalmente, sí sustancialmente.

El confederalismo artiguista marcó una opción que los principales poderes locales de entonces, Río de Janeiro y Buenos Aires, no sólo no aceptaron sino que tenían horror ante él. Tampoco estaba en los planes geopolíticos del British Empire, que había hecho mucho para descomponer al español  (y vaciar desde adentro al portugués) y ya tenía subsistemas de dominio afiatados.

Nuestra modernización, ya entrando al siglo XX, sobreviene con el batllismo. Con una ideología burguesa que acoge una postura anticolonialista ante la omnipresencia británica en el país, pero con tanta identificación con EE.UU.  que lo de “anticolonial” pierde todo sentido.

¿Cómo se constituye esa relación? En primer lugar por deslumbramiento. Los panegiristas de “lo norteamericano” estaban enceguecidos con el desenfado norteamericano, limpio de todo resabio europeo, ajeno a lo monárquico, pero sí insuflado de mucha tecnología y modernidad.

Baltasar  Brum, el mismo batllista que con tanto coraje defendió el orden y la convivencia democrática ante un golpe de estado, cosechando tanta admiración y respeto de la década del ’30 en adelante, había, sin embargo, en la del ’20 desechado todo planteo antiimperialista ante los atropellos de EE.UU. en el continente americano, descalificando a quienes, como Carlos Quijano, por ejemplo, condenaban el despliegue imperial de los estadounidenses, que con armas o con “la civilización del automóvil”, iban satelizando a los países del continente.

Hay un aspecto básico de la configuración de EE.UU.; el racismo que, sin embargo, en la renovación ideológica, en la modernización del Uruguay no figura. Pero no figura porque no hacía falta… en el s. XX. La población nativoamericana estaba prácticamente extinta y los sobrevivientes con esos ancestros, confundidos en las peonadas del campo uruguayo. Y a su vez, los de origen afro, traídos como esclavos, estaban localizados, en pequeñas dimensiones, y por ello tampoco ejercían un desafío.

El racismo uruguayo se expresó a lo largo del s. XX como eurocentrismo, una versión menos agresiva y mucho más elegante.

Así que también adoptamos el racismo primigenio que caracterizó a EE.UU., solo que en nuestro caso, mediado y muy atenuado.

La imagen progresista, modernista, tan característica del batllismo puede hacer creer que es políticamente un movimiento de avanzada. Y lo probaría su abolición de la pena de muerte, del toreo, de la riña de gallos. Y el reconocimiento al descanso en la vejez, con las jubilaciones, así como el de los derechos de mujeres (de algunas), por ejemplo.

Pero ese proceso de modernización y dulcificación social, fue siempre acompañado por el abandono de toda pretensión regional, nacional o local,  puesto que el batllismo, ya vimos, fue siempre anticolonialista británico, y  panamericanista. Es decir, rechazando la sumisión al British Empire… para mejor responder a una sumisión american.

El batllismo asumió por voluntad propia una dependencia geopolítica. Baltasar Brum consideraba  que el panamericanismo “implica igualdad de todas las soberanías, grandes y pequeñas”.[2]  Que en  el siglo XX, aun temprano, alguien pretendiera ver igualdad entre EE.UU. y el resto de países americanos, varios de los cuales ya habían tenido que sufrir diversos embates estadounidenses (México, Haití, Cuba, Nicaragua, Colombia, la lista es larga  y luctuosa) revela miopía mayor, colonialismo mental o un deslumbramiento por la técnica que va a caracterizar tanta rendición cultural ante el American Way of Life.

El clima intelectual entonces tenía que vérselas con una ideología de manumisión como el marxismo y su versión práctica; el comunismo (que bajaba la manumisión del cielo a la tierra), y pasó en general inadvertido que el polo deslumbrante del modelo american cabalgaba también en una ideología ¡y de qué calibre! [3]   Ideología oficial de EE.UU., que evitó siempre autodesignarse como ideológica (puesto que era “todo” muy real… sin la mediación de manuales de doctrina… salvo, en todo caso, la Biblia, que no se supone ideología sino “verdad”).

Lo que subyace,  en la expansión (en su momento, muy exitosa) del modelo cultural estadounidense, es su excelencia; es decir, la idea de excelencia que dicha sociedad tiene de sí misma. Convencida de su calidad incomparable. Esa benevolencia hacia sí mismo solo puede basarse en sí misma. Sin necesidad de análisis, crítica o evaluación: se es lo mejor porque se es así.

El ingrediente básico de este atributo es el racismo. Porque el racismo alimenta como ninguna otra visión del mundo, la idea de la superioridad propia.

Y tal ha sido, históricamente, el origen de EE.UU.: un racismo exitoso (a diferencia del nazi, igualmente racista, pero perdidoso).

 

¿Cómo incidieron los ingredientes constituyentes de la formación social estadounidense en nuestro subcontinente y concretamente en Uruguay?

Hay un basamento material insoslayable y de enorme peso: el subcontinente norteamericano –a un lado la formación del imperio azteca en su extremo sur, constituido por una serie de poblaciones vasallas y cierta densidad poblacional–  tenía una población dispersa que se estimaba entonces que no sobrepasaba el millón de habitantes. Para los actuales EE.UU., Canadá, Alaska incluida. Un cuasicontinente entonces, apenas poblado.

En poco tiempo, como advirtieron muchos nativoamericanos, los europeos eran más, muchos más, que los nativos en las tierras primero aledañas al Atlántico, y con las sucesivas conquistas territoriales, en las aledañas al Pacífico.

La conquista fue así relativamente fácil (aunque no incruenta, porque los nativoamericanos, “los indios”, valerosamente resistieron.)

Esa conquista confirmó a los noreuropeos la noción de su propia excelencia. La que les permitió soñar, por ejemplo con fundar “una nueva Jerusalén” (los mandatos bíblicos son muy importantes en la formación de EE.UU.).

Un rasgo de esa superioridad presunta fue el tratamiento de “la frontera”.

En Europa, las fronteras se corrían, se desplazaban con las diversas victorias o reveses, militares, políticos, dinásticos, económicos, climáticos…

Esa movilidad impedía su sacralización como entidad –la frontera– divina o absoluta. Porque la frontera elevada al rango de separación de entidades, viene como el guante a la mano con el racismo y la creencia en su propia superioridad; ¿cómo dejar venir “adentro” a inferiores?

Esa noción de frontera se puso a prueba en EE.UU. con el conflicto Norte-Sur (1861-1865). Generalmente simplificado como lucha por o contra la esclavitud. El Norte impuso su superioridad poblacional, económica, pero sobre todo su idea de organización política, aboliendo la esclavitud. Fueron los estados sureños, esclavistas, los que propusieron algo sensato, dadas las rencillas habidas: “el divorcio”. Reivindicando una confederación de estados sureños, desprendiéndose de los del norte (a su vez federados). El norte no aceptó semejante “solución” y obligó al Sur a seguir juntos. El esclavismo sureño ya no acompañaba los desarrollos ideológicos occidentales (sólo el Imperio de Brasil conservaba esa odiosa institución en Occidente). Pero eso no valida la pretensión deglutidora del norte yanqui, “unitario” para su propia conveniencia.

El racismo constituyente; la excelencia, la confianza absoluta en sí mismo;  el fijismo fronterizo (siempre a partir de ventajas obtenidas, nunca antes), todas piezas fundacionales de EE.UU.

 

Ahora volvamos “a nuestra tierra”.

Fracasado el intento confederal de Artigas, anticentralista (antiporteño), quedamos alojados en el universo ideológico occidental. Pero cada vez menos europeo y más american.  Con el paso del tiempo y asentándose el dominio político (y cultural) de EE. UU. sobre las naciones del sur americano, hemos llegado a ser “elegidos” por capas dirigentes estadounidenses como modélicos (junto a Costa Rica) para con el resto de democracias aprendices de las Américas…

En nuestro país, con la crisis económica promovida por los centros imperiales y la burguesía compradora y la consiguiente conmoción política (a su vez acicateada por un modelo; la Cuba de Fidel), llegamos a la brutalización represiva de comienzos de los ’70, y pasado “el cimbronazo” de la represión, la pesadilla y la dictadura, volvimos a “la democracia que supimos conseguir”.

El reencuentro con la democracia uruguaya se procesó inicialmente con los partidos tradicionales. Un proceso de cambio se advirtió desde el comienzo con el avance frenteamplista. Direcciones políticas como las de Lacalle Herrera o Sanguinetti estaban demasiado comprometidas con el oscuro tiempo anterior y al alumno más aplicado del American Way of Life, Jorge Batlle, le explotó la bomba financiera en la cara, así que finalmente fue la alianza progresista la que cosechó el mayor apego de la ciudadanía, lo cual revelaba el desgaste enorme de las viejas capas de profesionales de la política.

Así que, primero tímidamente y luego con el Frente Amplio tras la dictadura, Uruguay volvió a cumplir el papel que se le otorgaba desde finales de la 2GM. La experiencia de gobierno del Frente Amplio (otra vez despojado de aditivos traduciendo ensanches; Encuentro Progresista, Nueva Mayoría) reveló su corto vuelo, limitándose a algunos ajustes y regularizaciones, jugando todo el tiempo en la cancha que han ido marcando las grandes transnacionales, configurando un mercado mundial a su medida, transnacionalizando aún más nuestra economía, aumentando nuestra dependencia so pretexto de la modernización (zonas francas, sustracción de tierra para alimentos para llevarla a la forestación industrial, incremento exponencial de la agroindustria contaminante, cambiando el destino de nuestra aguas), pero a la vez reconociendo a sectores medios bajos y agremiados una representatividad que los “partidos tradicionales” siempre escamoteaban.

Ahora, con un nuevo Lacalle sin los lastres de su progenitor, las ideas imperiales pueden prosperar más desembozadamente. Cuenta con cierto acompañamiento del Frente Amplio, y el apoyo pleno de las fuerzas conservadoras de nuestro país, desde las comprometidas con el aprovechamiento feudal de la tierra hasta las unidas a la represión inicua de los ’70 y todas sus indignas secuelas, incluidos privilegios económicos, como la jubilación de militares (pálidamente compensados, tácitamente, por reconocimientos  a diversas víctimas del terrorismo de estado).

 

Un Lacalle ensoberbecido

El presidencialismo democrático no tiene las manos libres, como se puede creer mirando al Uruguay de los últimos y penúltimos tiempos (recordemos la cita de Benet que pusimos al comienzo).

Hemos visto al anterior presidente Tabaré Vázquez hipotecando todo el porvenir del país en rubros básicos como el agua, la tierra, la educación de nuestros jóvenes entregado todo ello a UPM, una transnacional papelera. Todavía no sabemos el grado de reconfiguración de nuestro país y nuestra sociedad, de muestras comunicaciones y transportes, por ejemplo,  porque la UPM gigante no ha comenzado su proceso industrial (igual vamos teniendo una idea con su instalación y lo ya acontecido con una planta menor en una corriente de agua mayor; en el río Uruguay).

Con nuestro novel presidente que únicamente rinde cuentas a sí mismo (o a otras entidades que desconocemos y que en todo caso no pertenecen a la institucionalidad del país), el “acuerdo” ROU-UPM no es único; el presidente Luis Lacalle Pou ha refrendado otro tratado, por sí y ante sí, con Katoen Natie, otra transnacional gigantesca de origen belga, hipotecando las decisiones del país por 60 años, es decir por una docena de elecciones presidenciales de aquí al futuro, algo bastante cerca de la eternidad… (y en un área de alta litigiosidad con Argentina, otra vez). Igualmente, se ha permitido firmar un acuerdo secreto con Pfizer, para obtener vacunas en proceso de estudio y control (por cuanto aún no se han cubierto las etapas exigidas para reconocerles calidad y seguridad). Y Pfizer  tampoco presenta una hoja de servicios muy exultante.[4]

Y lo que más debería preocuparnos es que este estilo presidencial se profundice, como se puede advertir por la reacción presidencial ante la resolución del juez Alejandro Recarey, con las vacunas anti Covid19, precisamente.

Pero lo que provenga no tendrá sólo la firma del rey sol; también será fruto de nuestra inopia.

[1]   Stephen Vincent Benet, Historia sucinta de los EE.UU., Espasa-Calpe Argentina, Bs. As., 1956.

[2]   Isabel Clemente. Ponencia presentada ante el Simposio “Los asuntos internacionales en América Latina y el Caribe. Historial y teoría. Problemas a dos siglos de la emancipación”, Stgo. de Chile, 2010.

[3]   Me permito ofrecer la lectura de mi “Acerca de la ideología de los que prescinden de toda ideología”, Cuadernos de Marcha, ago 1997. Hay versión digital: ecotropía, nov. 2018.

[4]  Pongo apenas un ejemplo de una ristra de adulteraciones, escamoteos que caracterizan a este laboratorio principal en el mundo entero: “Los ejecutivos de Pfizer, el laboratorio más poderoso del mundo, se sentarán en el banquillo en Nigeria, acusados de experimentos ilegales que, en 1996, causaron malformaciones a decenas de niños y al menos la muerte de 11 de ellos.” https://rebelion.org/pfizer-en-el-banquillo-de-los-acusados/. Miguel Jara, 10 marzo 2008.

Publicado en Centro / periferia, Globocolonización, Los pueblos nativoamericanos, Uruguay

Apuntes sobre el decrecimiento y sobre las promesas del capitalismo

Publicada el 03/11/2021 - 03/11/2021 por raas

El avance en precisión y fiabilidad de las previsiones ha dado vigor a una propuesta, la del decrecimiento. Si los recursos de la Tierra son finitos y si estamos cerca de sus límites o los hemos superado ya, es obligado detener el crecimiento e incluso revertirlo hasta un nivel de sostenibilidad”. Joaquim Sempere.

Por Mariana Matija
15-15-15.org
03-09-2021

A pesar de lo que se sigue repitiendo desde el discurso dominante, y aunque se siga ofreciendo como promesa de solución a todas las crisis de nuestra sociedad, el crecimiento económico no solo NO garantiza el bienestar de las mayorías ni resuelve el problema de la inequidad, sino que además es insostenible por definición: no hay manera de que siga habiendo explotación, producción y consumo ilimitado en un planeta que es finito y, por lo tanto, tiene recursos finitos.

Nuestras sociedades, sin embargo, parecen haberse obsesionado con las promesas del capitalismo y su lógica de crecimiento ilimitado, y en ese proceso estamos consumiendo los recursos del planeta a un ritmo insostenible: la biósfera no tiene tiempo para regenerarse, los ecosistemas no soportan ya el peso de esta civilización y están perdiendo vertiginosamente su resiliencia y diversidad. Estamos moviéndonos a toda velocidad hacia un colapso, en el cual no solo terminaremos siendo aplastados por nuestras propias ideas de crecimiento, sino que arrastraremos con nosotros a miles de millones de otros seres que, como nosotros, han surgido gracias a la capacidad que hasta ahora ha tenido este planeta de generar y sostener la vida.

En el contexto de ese colapso generado por la obsesión con el crecimiento ilimitado, es urgente prestarle atención a un concepto que tiene raíces que pueden rastrearse al pensamiento de diversas comunidades indígenas, al budismo o incluso a los textos de Henry David Thoreau, y que aparece como corriente de pensamiento político, económico y social en el siglo XX: el decrecimiento.

Los pensadores y activistas del decrecimiento consideran —como cualquier persona con algo de sentido común e interés en la observación crítica puede confirmar— que el consumo excesivo es la raíz de las crisis ecológicas que estamos enfrentando y, a su vez, de las crisis sociales que de ellas se derivan, y por esto proponen la contracción de las economías y la reducción del consumo, y por lo tanto la reducción de la producción y las actividades depredadoras de extracción de recursos naturales. Aquí es necesario aclarar algo esencial: reducir el consumo no implica que sacrifiquemos nuestro bienestar, sino que aprendamos a maximizarlo a través de cosas como compartir el trabajo, dedicar más tiempo al arte, la música, la naturaleza, la cultura y la comunidad de maneras que no estén relacionadas con actividades consumistas que sigan alimentando la lógica capitalista.

El economista francés Serge Latouche, uno de los más conocidos partidarios del decrecimiento, afirma que la palabra decrecimiento es una “bomba semántica” que pretende hacerle frente a la lógica del sistema actual, que busca el crecimiento por el crecimiento. Latouche aclara también que no se trata de hacer decrecer todo indiscriminadamente, sino de entender que no todo puede crecer, y que aquello que crece no puede crecer infinitamente.

En el imaginario colectivo, el concepto de desarrollo se ha relacionado usualmente con la idea de crecimiento económico, mientras en el contexto académico se ha entendido de muchas maneras, sin que su sentido sea siempre claro. Como afirman González y Camarero (1999, p. 55), el desarrollo se ha convertido en una palabra con tantos posibles sentidos que “necesita de apellidos para conservar algún significado” (por ejemplo: desarrollo local, desarrollo rural, desarrollo sostenible, desarrollo participativo…).

Es sencillo entender las relaciones y diferencias entre crecimiento y desarrollo cuando las observamos en nosotros mismos: nacemos pequeños, y a medida que pasa el tiempo vamos creciendo (aumentando cuantitativamente de tamaño, lo cual requiere un consumo cada vez mayor de recursos básicos) y nos vamos desarrollando (volviéndonos cualitativamente más complejos y más ricos en conexiones neuronales, emociones, comprensión del mundo que nos rodea, etc.); los dos procesos pasan de manera complementaria y paralela. Llega un punto en el que alcanzamos nuestro tamaño máximo —al menos en estatura—, dejamos de crecer cuantitativamente y se estabilizan nuestras necesidades básicas de consumo. Sin embargo, no dejamos de desarrollarnos cualitativamente: seguimos aprendiendo, enriqueciendo nuestra experiencia y nuestra capacidad de generar conexiones, no solo dentro de nuestro cerebro, sino también con otros humanos, con otros seres vivos y en general con nuestro entorno.

Ese desarrollo cualitativo puede ser infinito. Sin embargo, si siguiéramos creciendo cuantitativamente de manera ilimitada, llegaría un momento en el que nuestra vida sería imposible: los recursos que necesitamos para vivir se agotarían rápidamente, nuestras articulaciones no soportarían el peso de nuestros músculos, nuestro movimiento se haría cada vez más difícil y, finalmente, colapsaríamos debido a nuestro propio tamaño. ¿Suena familiar?

Nuestra civilización está colapsando bajo su propio peso. Una civilización que se tragó enteras las promesas del capitalismo, que está basada en una economía que solo tiene como objetivo el crecimiento por el crecimiento —como una célula cancerígena, como diría Edward Abbey—, y que busca el máximo beneficio económico, ganando lo máximo de la forma más rápida por todos los medios posibles, es una sociedad que inevitablemente se está poniendo en peligro a sí misma. Como dice Monbiot (2019), en sistemas como este, basados en el crecimiento perpetuo, siempre tiene que haber periferias y externalidades, zonas de extracción y zonas de eliminación. El capitalismo lo afecta todo y todo el planeta se convierte en una zona de sacrificio: terminamos todos —incluso quienes al principio parecen salir ganando— habitando la periferia de esa máquina de hacer beneficios.

Aprovechando de nuevo las palabras de Latouche: no estamos entendiendo la importancia de reconocer los límites del planeta, estamos acabando con la capacidad inherente de la biósfera de generar y sostener la vida para poder generar crecimiento económico. Como nuestras necesidades realmente básicas son limitadas, este sistema necesita inventar nuevas —e ilimitadas— necesidades de consumo, que generan cantidades ingentes de residuos que contaminan el aire, el agua y la tierra, que son necesarios para nuestra supervivencia. Esto, evidentemente, no es sostenible. De ahí la importancia no solo de considerar alternativas diferentes al crecimiento, sino de ir más allá, y entender la importancia y la urgencia del decrecimiento.

Frente a ese planteamiento es posible que muchas personas repliquen que hace falta crecimiento económico para cubrir las necesidades básicas de las comunidades más pobres, y por eso es también urgente que nos preguntemos si lo que hace falta es más crecimiento, o si lo que necesitamos realmente es hacer un replanteamiento y una redistribución.

Para poner un ejemplo concreto en el contexto colombiano: Hernández (2019) afirma que, de acuerdo al Banco Mundial, en Colombia el 20% más rico de la población acumula un 55,7% de los ingresos, mientras que el 20% más pobre sobrevive apenas con un 3,9% del ingreso total. Dicho de otra manera, mientras 9 millones de colombianos tienen más de la mitad de la riqueza, los 36 millones restantes se reparten —inequitativamente— el 44% que queda. Al contrario de lo que muchos piensan (y de lo que la mayoría de políticos prometen) el crecimiento económico no garantiza que esa situación se resuelva. En 1992 el PIB per cápita en Colombia era de aprox. 1.380 USD y en 2017 era de aprox. 6.300 USD (es decir, 4,5 veces mayor). Sin embargo, la distribución no ha cambiado: en 1992 el 20% más pobre tenía menos del 4% de los ingresos, y el 20% más rico tenía el 56,7%, que es básicamente lo mismo que sigue pasando ahora. El PIB creció, la desigualdad… se quedó igual.

Señalando otras evidencias numéricas de desigualdad: de acuerdo a OXFAM (2015), el 50% de las emisiones de carbono globales son producidas por el 10% de la población conformada por las personas más ricas. Que lo “normal” sea que tengamos ese modelo derrochador y depredador como referente de éxito es apostar por un planeta destrozado.

Si ese 10% conformado por las personas más ricas son quienes consumen más recursos (y así alimentan más la crisis ecosocial), entonces no tiene sentido que quienes no formamos parte de ese 10% tengamos que asumir los mismos estándares de decrecimiento. Necesitamos una transformación que considere las diferencias de los contextos, y que no olvide la inequidad que esa acumulación de riqueza ha generado ni cómo ha empobrecido a buena parte de la población global. En todo caso, que haya parte importante de la responsabilidad en una porción específica de la población no significa que el resto de nosotros tenga un pase libre para seguir ignorando la evidencia del colapso ecosistémico y todas las crisis sociales que con éste se relacionan. De hecho, es precisamente por eso que es tan importante que todos, desde todos los contextos, empecemos a considerar urgentemente otros caminos.

Manfred Max-Neef (en FUHEM, 2014) proponía que una nueva economía debería basarse en “cinco postulados básicos y un principio valórico irrenunciable”:

• La economía está para servir a las personas, y no las personas a la economía.
• El desarrollo tiene que ver con personas, no con objetos.
• El crecimiento no es lo mismo que el desarrollo y el desarrollo no necesariamente requiere crecimiento.
• Ninguna economía es posible al margen de los servicios que prestan los ecosistemas.
• La economía es un subsistema de un sistema mayor y finito que es la biósfera. En consecuencia, el crecimiento infinito es imposible.

Principio valórico irrenunciable: bajo ninguna circunstancia un interés económico debe estar por encima de la reverencia por la vida. En la entrevista realizada por FUHEM en la que abordaba estos puntos, Max-Neef añadía: “recorra los seis puntos. Y uno por uno, uno por uno, lo que tenemos hoy es exactamente lo contrario”.

Los ideales que abraza el concepto de decrecimiento no son nuevos, y de hecho tienen muchísimo en común con lo que desde hace tiempo defienden comunidades humanas no industrializadas, como los mapuche, los guaraníes, los kunas y los achuar. Paradójicamente, estas son comunidades que están siendo exterminadas precisamente por las promesas del capitalismo y sus ideales de crecimiento, instalados en nuestros gobiernos, nuestras instituciones y, por lo tanto, en nuestra forma de ver y relacionarnos con el mundo.

Somos víctimas de las promesas del capitalismo y la ilusión del crecimiento ilimitado, y estamos haciendo trizas los ecosistemas que nos sostienen, que hacen posible nuestra vida, que nos permiten cubrir nuestras necesidades realmente básicas: respirar, tener agua limpia y tierra fértil para alimentarnos. Vivimos como hipnotizados persiguiendo un ideal de abundancia material que sobrepasa nuestras necesidades reales. Como dice Han (2012, pos. 718) “La economía capitalista […] se nutre de la ilusión de que más capital genera más vida, mayor capacidad de vivir. […] La preocupación por la vida buena deja paso a la histeria por la supervivencia”. Este es un sistema que nos hace olvidar que abundancia también es tener tiempo libre, descansar, disfrutar tiempo con la familia y con los amigos, pasar tiempo con los hijos, con los animales, tener tiempo para salir a caminar a la naturaleza y nadar en un río que no esté contaminado por los vertimientos tóxicos de empresas cuyas prácticas promovemos con nuestros hábitos de consumo desmesurado.

Cuando delimitamos nuestras necesidades, es decir, cuando entendemos cuáles son las básicas y cuáles son las creadas e impuestas por este sistema basado en la explotación (no solo de la naturaleza, sino de nuestro tiempo, por medio de la imposición de la productividad como valor máximo y medida de vida), podemos cubrirlas más fácilmente y sin necesidad de poner en riesgo la existencia de la vida en el planeta. La naturaleza misma nos muestra la necesidad de ponerle límite al crecimiento y nos muestra también las infinitas posibilidades que aparecen cuando paramos de crecer y podemos prestarle nuestra atención y nuestra energía al desarrollo cualitativo, que no requiere que consumamos más recursos ni ocupemos más espacio (y que no nos distrae con la búsqueda del bienestar a través del consumo desmedido) sino, sencillamente, que nos hagamos preguntas y que busquemos alternativas que nos permitan un verdadero buen vivir.

El decrecimiento vendrá, querámoslo o no. Este sistema insostenible ya se está chocando de frente con los límites del planeta. Tenemos la opción de aceptarlo como parte de un proceso de transición, de inventar una manera diferente de vivir, de reinventar nuestra relación con nosotros mismos, con nuestra comunidad humana, con la naturaleza que nos da vida y nos sostiene y de la cual formamos parte. O tendremos que aceptarlo —más temprano que tarde— como imposición de supervivencia.

Mejor hacerlo de manera voluntaria, planeada y consciente y no de manera desesperada, como último recurso, cuando el sistema se nos caiga encima, tomándonos por sorpresa… incluso sabiendo que este colapso ya no tiene nada de sorpresa.

Bibliografía:

• El Portal de la Economía Solidaria (2011): Charla de Serge Latouche: ¿Decrecimiento o Barbarie?

• FUHEM (2014, 3 de julio): Manfred Max-Neef: La economía desenmascarada. Del poder y la codicia a la compasión y el bien común [Video].

• González, M. y Camarero, L.A. (1999): Reflexiones sobre el desarrollo rural: las tramoyas de la posmodernidad. Política y Sociedad, 31, 55-68.

• Han, Byung-Chul (2012): La sociedad del cansancio (2ª ed.). Herder.

• Hernández, G. (2019): “El dato de la desigualdad en Colombia“. El Espectador.

• Monbiot, George. (2019): “Dare to declare capitalism dead – before it takes us all down with it“. The Guardian.

• Oxfam (2015): Extreme carbon inequality.

• Sempere, Joaquim (2019): “El «manifiesto ecosocialista» treinta años después“. Mientras Tanto.

(Nota: Este texto surge de una adaptación de dos artículos publicados previamente por la autora en Pacifista.tv)

fuente: https://www.15-15-15.org/webzine/2021/09/03/apuntes-sobre-el-decrecimiento-y-sobre-las-promesas-del-capitalismo

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Publicado en Centro / periferia, Globocolonización, Poder mundializadoEtiquetado como colapso civilizatorio, colapso ecosocial, Mariana Matija

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