Saltar al contenido

revista futuros

del planeta, la sociedad y cada uno…

  • Inicio
  • Revista Futuros
  • Otros escritos
  • Sobre el autor
  • Contacto

Categoría: Destrozando el sentido común

OTRA MODESTA PROPOSICIÓN

Publicada el 05/02/2023 - 24/02/2023 por luissabini

por Luis E. Sabini Fernández – 4 enero 2023

Publicado en uypress, Salto Grande Extra, postaportenia, mediomundo, tlaxcala, RLSF, y un largo etcétera.

¡Gracias Jonathan!

Tomar seriamente el derrame, la invasión mundial, la simbiosis creciente de materiales plásticos con la naturaleza parecería fuera de lugar, dado que los promotores, organizadores y usufructuarios de ese peculiar maridaje no se consideran ni siquiera responsables y convocan, en cambio, a  “una cumbre mundial” sobre contaminación por plástico, y estamos precisamente en el momento –noviembre-diciembre 2022− para que a su vez el  “Comité Intergubernamental de Negociación [CIN] comience a elaborar “un tratado sobre el plástico”. Comience, eso sí, “con amplia participación”.[1] Estos personajes, tan preocupados por el ambiente, han elegido reunirse sacrificadamente en el verano, en Puntal del Este.

¡ Q l p !

Sería más el llamado del deber y la responsabilidad que el problema en sí, por cuanto “los datos sobre micro y nanoplásticos en el ambiente son limitados”. Y suponemos que semejante limitación no les permite un abordaje más cabal.

La institucionalidad democrática no tiembla ante el embate plástico. Con presteza (o tal vez con demora, pero apenas de unas cuantas décadas) se ha constituido con bombos y platillos la IPEN, una red internacional para eliminar contaminantes, integrada, nos cuentan, “por más de 600 ONG de interés público en más de 120 países, en su mayoría naciones de ingresos bajos y medios. Su origen y denominación, claro, está en inglés: IPEN es la abreviatura de International Pollutans Elimination Network.

Que dicha red se implante en países pobres y medianamente pobres, como explicitan, revela el enorme interés de estas organizaciones sin fines de lucro, faltaba más, en ayudarnos.

Leyendo atentamente todas  sus consideraciones se explicitan dichos afanes, sólo comparables a los de evitar toda complicación a la industria petroquímica y las megacorporaciones del ramo.

Los plásticos fueron un hallazgo de la industria química del s. XIX. En Alemania. A comienzos del s. XX se descubren los termoplásticos; un nuevo peldaño de industrialización que acaba con la rigidez inicial del material plástico mediante la introducción de ablandadores.

Muy pronto, investigaciones revelaron que los ablandadores facilitaban el traslado de partículas plásticas a, por ejemplo, las bocas de los bebés.

No eran sólo los ablandadores los que eran fácilmente engullidos sin darse cuenta; los colorantes también. Los espadines plásticos para el copetín, presentados desde mediados del s XX en llamativos colores permitían a quienes gozaban del “copetín” incorporar, literalmente, un poco de colorantes a su boca y digestivamente hablando, a todo su cuerpo.

Junto con la contaminación del material plástico fueron viniendo las advertencias. Por eso es risueño leer los papers del CIN: ”Si bien los datos sobre micro- y nanoplásticos en el ambiente son limitados debido a las complicaciones analíticas y técnicas para extraerlos, caracterizarlos […]”… ahora en 2022  o 2023, nos quieren hacer  creer que son pioneros; ‘conocemos el fenómeno aunque es tan arduo conocerlo’ . Una extraordinaria forma de autobombo y autodisculpa que muestra únicamente la impudicia de estos personajes.

Hay que ver toda la red, telaraña que órganos asesores, oenegés, consejos de las más diversas procedencias, han ido configurando  y superponiéndose para atender la toxicidad de los plásticos. Todos como preparándose, circunvalando la cuestión, aproximándose tentativamente, generando expectativas, creando conciencia en los ámbitos educacionales, sanitarios, políticos. Eso sí, sin mencionar siquiera a la industria petroquímica y el comercio en plásticos que ha sido una fuente inagotable de ganancia para los propietarios y gerenciadores de las empresas productoras de materiales plásticos, con los que han invadido, literalmente, el planeta.

El negocio a lo largo de todo el s. XX les ha resultado redondo, aunque en sus últimas décadas se viera el aumento del costo de la materia prima base; el petróleo (OPEP, 1973).

Las plastificadoras se proveían de la materia prima más barata del planeta; petróleo extraído de Nigeria, Perú, península arábiga, Venezuela, Angola, Gabón, Libia, Argelia, Ecuador, Chile, etcétera, con mano de obra esclava o semiesclava, y jamás haciéndose cargo de los desastres físicos y ambientales que iban sembrando a su paso, como el estropicio de grandes zonas de selva o de espléndida naturaleza en Ecuador, en Nigeria o Perú (se estima, empero, que el mayor daño a la naturaleza ha sido en el Golfo de México, en territorio y mar costero estadounidense). El tendal de muertos de este episodio muestra el abismo que separa al centro planetario de la periferia. EE.UU. sufrió 11 muertes por dicho accidente; producido en algún país del Tercer o Cuarto Mundo, siendo menores los desastres, han dado lugar a miles de muertos.

Y lo más perverso de la situación es que esas muertes no vienen sólo a través de grandes accidentes, naufragios, incendios, sino, sobre todo, por el daño que la extracción y sus oleoductos normalmente provocan en el territorio del país que cede ese petróleo; los ogoni, por ejemplo, en Nigeria, han perdido casi toda su agricultura y ganadería, milenarias, consideradas hasta 1900 de las más valiosas, por su calidad, porque el avasallamiento de las empresas petrolíferas, el apuro y el descuido en la extracción, el desprecio hacia lo local, ha envenenado buena parte de su territorio; su lógica resistencia fue reprimida por el gobierno al servicio de los capitales transnacionales, con penas de muerte a los ogoni. La metamorfosis del estado nigeriano en estado policial es elocuente. Como expresara Alfonso Masoliver en artículo reciente: “En el lado sur del mundo se derrama sangre para que el petróleo llegue a tiempo a las refinadoras.” [2]

El mundo empresario entrevió entonces, con un material tan “barato”, sus enormes potencialidades; su “plasticidad” omnipresente.

Por cierto, algunos investigadores en pleno siglo XX empezaron a advertir los peligros de la contaminación. Pero eso no iba a arredrar a los inversionistas. Así como se decidió envenenar los campos para aumentar la rentabilidad, se decidió envenenar los cuerpos para exactamente cumplir el mismo objetivo. Al efecto, se hicieron los cálculos de costos para dar apariencia de objetividad a la política económica emprendida. Para explicar que una botella de plástico era mucho más barata que una de vidrio, porque pesaba menos en los fletes, se rompía menos, y costaba menos su materia prima, se externalizaron algunos costos: el de la contaminación generalizada, el sanitario al enfermar a seres vivos (humanos, animales, incluidos las adoradísimas pet [3]) con ingestión de partículas tóxicas, y el pago insuficiente, de hambre, de apenas supervivencia de quienes habitaban antes los campos ahora petrolíferos y con el juego perverso típico del capital: otorgar buenos dineros a la mano de obra de las plantas de extracción, de las plataformas. La población “invadida”, en cambio, va a ir percibiendo pérdida de calidad de vida y de salud, sin duda vinculada con el cambio más o menos brusco del estado material de la región.

Lo que acabo de reseñar no suele ser de aparición inmediata, como acaece cuando se produce un envenenamiento accidental o mediante adulteraciones, como los históricos del propóleos en Argentina, del aceite de colza en España o del de mostaza en la India con sus decenas o muchos centenares de decesos.

El plástico hecho polvo, erosionado, lo que ahora se menciona tan a menudo, microplásticos, no mata, generalmente, en 24 horas. Un cáncer puede demorar décadas en constituirse. El mundo empresario, y hasta el mundo médico puede ignorarlo durante largo tiempo. Y no aplicar un peso a su detección o tratamiento, entretanto.

Si hay voluntad de ceguera, la contaminación difiere los costos (aunque luego se hagan mucho más pesados).

A principios de los ’80, investigadores alemanes analizaron “Cesión de dietilhexilftalato [4] [plastificante con el que se logra un PVC maleable] tras 7 días de almacenamiento a 40° centígrados. Repare el lector: 40° es apenas una temperatura “de verano rioplatense”. La migración que encontraron es significativa: sal común  21,4 ppm [partes por millón]; mostaza, 96,8 ppm; lentejas, 73,6 ppm; pasas, 150,6 ppm; leche en polvo, 222,2 ppm; polvo de flan, 225,8.”

En 1996, John Peterson Myers, Theo Colborn y Dianne Dumanoski, tres biólogos estadounidenses, resumen sus investigaciones en Our Stolen Future [5] acerca de cómo, por ejemplo, el policarbonato −tenido entre los plásticos de mejor calidad, al punto que se construye con él biberones y recipientes de plástico de agua potable− presenta fugas; migraciones hacia el contenido de dichos envases.

Y nuestros biólogos comprueban algo más: el daño de las migraciones aumenta en proporción geométrica e inversa con la edad del afectado. Es decir, los bebés reciben un daño miles, millones de veces más grave que un niño, ni que decir que un adulto.

Cánceres provocados en la juventud pueden tardar décadas en ir constituyéndose y alterar (incluso matar) el cuerpo anfitrión; provocados en los primeros meses o años de vida, se desatarán con su carga letal en muchísimo menos tiempo.

Ésa es la razón por la cual, la medicina oficial hace unas décadas pensaba  los cánceres  como una “enfermedad degenerativa de la vejez”, y ha tenido que reformular sus dictámenes, ante la aparición de cánceres en jóvenes e incluso niños.

Pero ¿qué podemos esperar de estos paniaguados pagados por la ONU, la OMS, el Big Pharma, que para acercarse a la cuestión de la peligrosidad de los productos plásticos, empiezan hablándonos de “desarrollar un acuerdo internacional jurídicamente vinculante basado en un enfoque integral que aborde el ciclo de vida [sic] completo del plástico.”? [6]

Hasta el nombre del organismo ad hoc creado desde las cumbres burocráticas para atender esta cuestión, de la toxicidad del plástico, el CIN −Comité Intergubernamental de Negociación− nos da la pauta del trapicheo con que encaran la cuestión. La toxicidad sembrada por la petroquímica en el planeta es tan inconmensurable, tan expandida, ha penetrado tantos estratos de nuestros suelos, nuestras aguas, nuestros cuerpos, que no debería haber negociación para detener semejante tratamiento (aunque sí para extirparlos).

La sarta de afirmaciones que invierten la relación entre verdad y falsedad, entre precaución y atropello crematístico se repiten página tras página, párrafo tras párrafo.

“[…] la Resolución 5/14, titulada ‘Fin de la contaminación por plásticos: hacia un instrumento internacional jurídicamente vinculante’, adoptada por la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEA), el pasado 2 de marzo de 2022.” [7] ¡Afortunadamente se nos informa del fin de dicha contaminación! Eureka!

“La comunidad internacional ha reconocido que existe una amplia gama de enfoques, alternativas […] y  nuevas tecnologías, para abordar el ciclo de vida [sic] completo del plástico y prevenir y mitigar sus efectos adversos en todas las dimensiones del desarrollo […]” (ibíd.).

“Es un honor que la primera instancia de negociación en la materia se realice en nuestro país, como reconocimiento de las políticas ambientales que Uruguay viene implementando, especialmente en el tema residuos desde una perspectiva general, y en plásticos en forma particular; pero también como una oportunidad para facilitar la creación de capacidades, la transferencia de tecnologías […].”

Un comentario ante el autobombo acerca de nuestro país: se habla de reconocimiento de las políticas ambientales del Uruguay.

¿A qué se refiere? ¿A haber sido el último o penúltimo de los países americanos (y no sólo americanos) en abandonar las bolsas de plástico para todo uso?

¿En no contar con ningún sistema de recuperación de restos orgánicos (para compostar), a no emprender la producción de biomasa con ramajes de centros poblados pequeños, como Piriápolis o Atlántida?

¿En haberse conformado  y hasta ufanarse por haber instalado primorosos contenedorcitos en las calles de las ciudades para recoger restos indiferenciados que acumulan insensata y criminalmente los restos en vaciaderos municipales, pese a los esfuerzos de hurgadores por recuperar, siquiera mínimamente, tanto desperdicio material acumulado e indiferenciado?

¡Los hurgadores no pueden procesar lo que la población omite!

¿En haber dejado fundir hasta la última fábrica de vidrio, consiguiendo el triste premio de ser un país que ha perdido la fabricación (milenaria) del vidrio, invadido de envases plásticos?

¿Se refieren nuestros autoelogiadores al hecho de haber perdido la red ferroviaria, ambientalmente menos nociva (y, de paso, menos matadora) que la automotriz?

¿En haber tolerado la contaminación de buena parte de nuestra valiosísimas aguas, las que nos permitían tener buen ganado, buenos arrozales, buenos frutales, buena agua potable,  acatando las voces “técnicas” de las transnacionales agroindustriales que contaminaron todos nuestros suelos con agrotóxicos,  enfermado a la población rural (incluida la niñez de escuelas rurales), y provocado la presencia de cianobacterias en casi todos nuestros espejos de agua?

Perder la calidad del agua, quedarnos sin producción de vidrio, haber perdido la red ferroviaria, se podría entender como derrotas, al menos transitorias. Pero vanagloriarse de ello, alegando “reconocimiento” a nuestras “políticas ambientales” parece ya casi desfachatez,  soberbia (¿o mera política de imagen, como aquello del “Uruguay país natural”?).

“Los bebés nacen ya pre-contaminados”. Una muestra del lenguaje “objetivo” de estas redes burocráticas; la aseveración con verbos conjugados en indicativo nos podría hacer creer que siempre ha sido así. Que, normalmente, los bebés nacerían contaminados, o pre-contaminados. Pero esto hay que situarlo históricamente: los bebés nacen hoy en día, con el descontrol brutal del uso y destino de los plásticos, sí, contaminados. No sólo porque los biberones son de plástico, por ejemplo,[8] sino porque la leche materna tiene ya microplásticos.[9]

Por eso, no se entiende que pretende decir este material cuando habla de “lucha mundial contra la contaminación por plásticos”.[10]

Como IPEN es apenas un taparrabos para sortear dificultades con la brutal contaminación terráquea con materiales plásticos, que están en suelas de mucho calzado, en el césped sintético de muchas canchas de fútbol, en multitud de envases contaminando sus contenidos (apenas a 40 grados),  en los plastificados de pisos que uno va usando y gastando y por lo tanto alojando sus partículas en el aire que respiramos, IPEN ni sueña con suprimir los utensilios y dispositivos dañosos, al menos, en una primera etapa, los más dañosos. Ni se le ocurre.

Por el contrario, legitima un porvenir con más plástico mediante el recurso de la presunta objetividad, al nivel intelectual de “es lo que hay varón”. Su boletín Proteger la salud humana y el medio ambiente contra las sustancias tóxicas estima: “que la producción de plástico va a aumentar en un 400 % para el año 2059, mientras que el mercado de aditivos plásticos se expandirá de manera similar en el mismo período.” (ibíd.)

Observe el paciente lector que a IPEN no se le mueve un pelo. No existe el menor atisbo de plantearse enfrentar ese tipo de producción; al contrario anuncia ¿auspicia? su quintuplicación en el mundo.

No existe ni la menor indicación que esta contaminación, esta metástasis de los tejidos plásticos, nos enferma y hay que rehuirla, evitarla, combatirla, buscar alternativas.

¿Para qué? se preguntarán, si sirvió y cubrió  la rentabilidad empresaria del ramo?

¿Que aumentan los cánceres, las alergias, las dolencias articulares, el alzheimer, la infertilidad, las enfermedades llamadas nerviosas?

¿Por qué atribuir esas dolencias a contaminación con micropartículas plásticas? Porque se han hecho investigaciones, como las que hemos reseñado, como para seguir ignorando todo lo que le está pasando al planeta, a la vida, incluida la nuestra, para seguir “como si tal cosa”.

IPEN prosigue su batalla escamoteando la realidad: “Para desarrollar un tratado […] que tenga éxito el CIN debe garantizar que la participación sea abierta, incluyente y transparente.” (ibíd.) ¡Que emocionante lección de democracia nos brinda!  Solo que las megacorporaciones fabricantes de plásticos no figuran en tan democrática convocatoria. ¿Será porque si algo no han tenido en momento alguno estas corporaciones ha sido democracia? Nos invaden con plásticos sin pedir permiso. En todo caso, sobornándonos con comodidades, pero sin contarnos del precio de dicha comodidad.

IPEN prosigue su retahíla: “[…] reconocer la importancia de la participación en persona de las organizaciones de interés público.” Contrasta este piadoso pasaje, tan atento a la participación personal, con la falta radical de persona alguna de organizaciones de interés privado, es decir del universo empresario. Suena a escarnio su exhortación de “seguir trabajando conjuntamente” (ibíd.).

Hay un pasaje de aparente sinceramiento: “Los controles internacionales existentes para el plástico y sus desechos bajo los convenios de Estocolmo y Basilea son importantes pero no suficientes.”  Expurgado de la fineza diplomática quiere decir que han sido inoperantes. Aprobados con anuencia de las cámara empresariales del ramo, que no se sienten afectadas por tan endebles controles.

Y como todo ha sido un escándalo desde las décadas del ’20 y ’30 del s, XX  hasta la fecha, y particularmente desde fines de los ‘40, cuando desde EE.UU. se descarga el aluvión de termoplásticos, con las alteraciones cada vez más visibles, el IPEN propone “una desintoxicación completa de los materiales plásticos”… “para 2030”.

Es fácil prometer hacia lo futuro. Nadie puede probar que no será, ni que sí.

Leamos lo que dicen estos “presuntos bienhechores” sobre los trabajadores y pobladores que están sufriendo desde hace casi un siglo la invasión de contaminantes: ”deben de dejar sufrir los impactos tóxicos de la producción, el uso, el transporte y la eliminación de los plásticos en particular, debido a su contenido químico” [sic]. Diría el pajuerano; -¡No, si vua’ser por su contenido alimentario!

IPEN enumera algunos “debe ser”. Por ejemplo, reducir [sic otra vez] contaminantes “con base en el principio precautorio”.

Ese principio fue invocado en las últimas décadas por muchísimas redes ecologistas para impedir la expansión de la maraña de miles de sustancias químicas, naturales y sintéticas, que la petroquímica y los laboratorios (de biowarfare, por ejemplo), más la agroindustria estaban implantando y desparramando por nuestros suelos, aguas y aire. Invocar ahora el principio de precaución ante “la leche derramada” suena penoso, extemporáneo  y oportunista, estimados cultores del progreso irrestricto y la crematística pura y dura.

Ante la conciencia creciente del daño generado por los plásticos en el planeta, solo podemos verificar que el principio precautorio ha sido reiteradamente escarnecido, siempre al servicio de los intereses empresarios, empeñados en maximizar sus dividendos, incluso a costa de la salud (ajena) y de (todo) nuestro hábitat.

La burocracia internacional con su frondoso cuadro de oenegés (corruptas o no) no está para “salvarnos”, como proclaman; están para salvar al plástico, procurando reducir sus efectos devastadores.[11] Tenemos así dos tipos de “enemigos”: los productores directos del daño (que parecen guiarse por el No limits) y los elencos políticos que procuran casar Eros  y Tánatos.

Por eso todo se complejiza; y uno no puede menos que recordar aquel ruego: “líbrame dios de mis amigos, que de mis enemigos me libro solo”.

Nuestro problema sería, apenas, encontrar algún dios al que dirigirnos con ese reclamo.

notas:

[1] RAP-AL, Novedades, dic. 2022.

[2] https://www.larazon.es/internacional/20220829/xzpibhrdvfe5vmxhn66q2o3gaq.html.

[3] Para analizar, el enorme avance de enfermedades de mascotas, particularmente tumores que caracterizan a perros y gatos de las últimas generaciones.

[4] Kemper, F., Zum Thema Weichmacher-Phtalsaurediakylester, pharmakologische und toxikologische Aspekte, Verband Kunstofferzeugende Industrie, Frankfurt, 1983. Cit. p. Integral, Barcelona, n° 98, 1988.

[5] Hay traducción al castellano: Nuestro futuro robado, Ecoespaña Ed., Madrid, 2001.

[6] La fórmula del “ciclo de vida” del plástico, que es un verdadero oxímoron, un insulto a la misma noción de vida, a lo viviente, se reitera permanentemente en los textos de esta burocracia transnacional que nos rige sosteniendo que nos protege y ayuda: www.ipen.org, boletín RAP-AL, diciembre 2022, CIN [Comité Intergubernamental de Negociación], 11 nov. 2022.

[7] “Uruguay organizará la 1ª. Reunión del CIN”, 4 nov. 2022.

[8] Hubo esfuerzos de algunos centros hospitalarios en retener los de vidrio (conozco casos en Suecia).

[9] https://mail.google.com/mail/u/0/?pli=1#inbox/FMfcgzGqRGgXxxjqCbSHFbMmSzCxcsWW.

[10] Ibíd. n.5.

[11] Tal cual explica Samuel Epstein en The Breast Cancer Program, MacMillan, N.Y., 1987, las organizaciones médicas de EE.UU. no quieren eliminar el cáncer sino mantener sus estructuras de “control de daños”.

Publicado en Centro / periferia, Ciencia, Destrozando el sentido común, EE.UU., Globocolonización, Sociedad e ideologíaEtiquetado como ecología

Conspirar, disuadir, desertar 

Publicada el 25/12/2022 - 25/12/2022 por raas

Por Amador Fernández-Savater
LoboSuelto
11 de diciembre de 2022

Hemos atravesado, con la pandemia, una época extraña. Yo diría: sin pensamiento y sin política. Es decir, sin verdades colectivas, ni transformación de la situación dada. Pero que ha roto aún más nuestras vidas. Ahora, aliviados, volvemos a la normalidad, allí donde cada cual se siente seguro. Rutinas vitales, mentales, políticas. Pero lo que nos ha pasado sigue pasando, es decir, ha dejado marcas en el mundo y en nuestros cuerpos. Marcas de tristeza y despotencia si no somos capaces de pensarlas y hacer algo con ellas. 

Este libro*, estemos más o menos de acuerdo con él, es una tentativa de elaboración de esas marcas, de lo que nos ha pasado. Quiero compartir algunos comentarios a partir del libro, tomando tres palabras, tres verbos: conspirar, disuadir, desertar.

Conspirar

Los últimos años hemos conocido directamente, por experiencia, algunas figuras de lo político: el par calle-manifestación, plaza-asamblea, elecciones-partido, derecho-denuncia, hoy se discute sobre organización política.

Todas estas figuras remiten, me parece, a la idea de “espacio público” (a ocupar, a conquistar, a reformar, a reivindicar). La conspiración, por el contrario, no remite a espacio público, sino a la zona de sombra. Se conspira en las sombras.

Supone tomarse en serio que no hay espacio público, sino sólo relación de fuerzas. Que no hay alternativa política, sólo luchas de poder. Que no hay democracia, sino gestión de la excepción.

Y que la fuerza de los débiles se pierde si pensamos en términos de opinión pública, de comunicación, de batalla cultural, de visibilidad, de mayorías sociales, de consenso, etc. La lógica del espacio público hoy es la lógica de la virtualización, la virtualización del otro considerada como eficacia política.

¿Y cuáles son las sombras en las que la conspiración puede prosperar? Son justamente las intensidades, las vitalidades. Las intensidades de los cuerpos, de las palabras cuando prolongan los cuerpos, de las formas de vida, de los mundos que habitamos y amamos. Sólo esas intensidades pueden desafiar la virtualización del mundo.

Conspirar es hacer desde la amistad y las ganas. Las ganas -cómo activarlas, cuidarlas, recuperarlas- es hoy un problema político mayor. Conspirar dinamita la distinción público-privado. Es lo íntimo que se hace común y desafía. Podemos desplegar esta imagen de la política que nos propone el libro para ver hasta dónde nos lleva.

Si conspirar es “soplar juntos”, ¿quiénes son los que conspiran? ¿Qué experiencia del nosotros es la suya? ¿Cuál es el tempo de la conspiración, su ritmo, su respiración, su inspirar y expirar? ¿Cómo hacemos que pase el aire en situaciones bloqueadas como la actual? ¿Cómo evitamos que se degrade en el aire viciado de los guetos políticos?

Disuadir

Una tesis fuerte del libro es que nuestro mundo está configurado por la experiencia de la Guerra Fría. Sin embargo, echo en falta más reflexión justamente sobre la estrategia de gobierno por excelencia de la Guerra Fría: la disuasión.

¿Qué dice la disuasión? Si atacas, contraataco y el mundo desaparecerá en un apocalipsis nuclear. Ese mensaje no se lo dirige tanto una super-potencia a otra, como ambas a las poblaciones del planeta: “obediencia o fin del mundo”.

La disuasión es un gobierno de la incertidumbre, en la incertidumbre. Y con varios actores. Encuentro útil traer ese término aquí porque hay formulaciones en el libro que llevan a pensar en el poder como “crimen perfecto”. Como el plan de la película Crimen perfecto.

Durante años se simula la gestión de la crisis sanitaria, el plan se ejecuta cuando “alguien” decide que las revueltas de 2019 han ido demasiado lejos, etc. Pandemia-confinamientos-restricciones-reestructuración global. Crimen perfecto. Un poder que sabe, que puede y que quiere.

La disuasión, por el contrario, es una estrategia negativa: no sabe, no puede y no promete nada, improvisa, trabaja por ensayo-error, no argumenta, sólo amenaza con la muerte como alternativa. Gestiona un pueblo de víctimas que sólo piden protección.

La disuasión suprime las preguntas que se abren en toda crisis, las preguntas que pueden llevar a un cuestionamiento colectivo del sistema y las formas de vida. Suprime el pensamiento, que nunca es sólo un “yo pienso”, sino un “yo hablo y tú respondes”, un encuentro. Pretende congelar, bloquear una situación de crisis.

La disuasión es en primer lugar física, a través del terror inscrito en los cuerpos. Ese terror ha provocado la gran parálisis que hemos conocido en la pandemia, la atomización social. ¿Cómo nos sacamos el terror de los cuerpos? Porque la valentía es en primer lugar un problema colectivo.

Desertar

Nunca hay crimen perfecto. Siempre hay error del sistema, fallo, síntoma. El fallo en este caso, al menos uno de ellos, es esa extraña deserción que llamamos “Gran Dimisión” o “Gran Renuncia”.

Es toda la gente que no ha vuelto a su trabajo tras la pandemia. Más aún: es la gente que da la espalda a la política, que no enciende ya la tele. Que desconecta, que no quiere saber nada, que no participa.

Me parece que no es un fenómeno fácil de leer. No es lo mismo que la deserción de los años 60: una secesión política, organizada, contracultural. El Gran Rechazo del que se hablaba en los 60 no es la Gran Dimisión actual. Esta deserción es sin afuera, sin horizonte alternativo, sin utopía.

Es una deserción muchas veces por apagón libidinal: la retirada del deseo de los lugares donde estaba puesto (consumo, éxito, competitividad). Deserción por depresión. Deserción como long covid: prolongar la quietud del confinamiento, no ir a trabajar, I would prefer not to.

¿Cómo escucharla? La política clásica, también la militante, piensa en términos de “movilización”. Pero esta deserción es desmovilización. No pasa por el activismo, sino por el “desactivismo”, por el gesto de desactivar.

Podemos nombrarla tal vez como “abandono” o “retirada” mejor que “deserción”. Entonces, ¿cómo pasar del abandono a la deserción? ¿De la retirada a la secesión? Una teoría, un libro, son entre otras cosas instrumentos de escucha. ¿Qué nos permite escuchar este libro de este fenómeno de retirada del deseo, de deserción inmóvil?

Notas compartidas en el encuentro en torno al Manifiesto Conspiracionista en La Maliciosa, Madrid 9 de diciembre de 2022.

* Libro Conspiración, disuasión, deserción: tres propuestas para repensar lo político, el poder y el malestar social.

fuente: https://lobosuelto.com/conspirar-disuadir-desertar-amador-fernandez-savater

texto en PDF

Publicado en Argentina, Ciencia, Destrozando el sentido común, General, Globocolonización, Medios de incomunicación de masas, Narrativa, Poder, Poder mundializado, Política, Salud. Y enfermedadEtiquetado como Amador Fernández-Savater, confinamiento estricto, confinamiento masivo, crisis sanitaria, El Gran Rechazo, el miedo como herramienta, gobierno de la incertidumbre, incolulación del terror, medios de incomunicación, opinión pública, pandemia del Covid-19

PANDEMIA 2020: ¿CAMINO DEL OLVIDO O DE SU RESTABLECIMIENTO?

Publicada el 12/07/2022 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández –

La pandemia de la OMS, no ha concluido y si escucháramos a sus “sacerdotes”, Bill Gates, Klaus Schwab, tenemos otra en puerta, peor.

Entretanto, nos aconsejan ir por la cuarta y la quinta dosis de la vacuna experimental que precisamente por su nivel (insuficiente)  de verificación no pudo hacerse obligatoria, aunque muchas autoridades administrativas nacionales y sanitarias la han promovido e inoculado como si lo fuera.

Por eso ha resultado tan preciso el dictamen del juez uruguayo Alejandro Recarey que acaba de exigirle a los laboratorios del Big Pharma que declaren finalmente de qué están compuestas las muy secretas vacunas e informen de las secuelas que, con preocupación creciente se han ido acumulando (si es que se han preocupado en registrar  tales secuelas) y entretanto dispensar de toda vacuna, «desconocida» en sus efectos, a menores de 13 años. En buen romance, negarse a emplear a nuestros niños como conejillos de Indias.

Un diálogo, apócrifo, tan bien actuado que nos parece estar reviviendo la vieja serie del Chavo del Ocho, es muy ilustrativo del estado actual de situación: a nuestro protagonista, una suerte de Tin tin del subdesarrollo, el Flaco Don Ramón y Doña Florinda lo acosan a preguntas:

DR – A ver, ¿cuáles son las órdenes del gobierno?

DF – ¿Para los vacunados?

DR – ¿Y para los no vacunados?

Ch – Mandaron a que los no vacunados tienen que usar máscaras de ahora en adelante…

DF – ¿Y los vacunados?

Ch – También.

DR – Oye, oye, quiere decir que ahora también se contagian?

Ch – ¿Los vacunados o los no vacunados?

DR – ¡los no vacunados!

Ch – Los no vacunados, si no se cuidan, pueden contagiarse…

DF – ¿Y los vacunados?

Ch – También.

DF – Oye, pues, entonces los no vacunados pueden contagiar a otros…

DF – ¡Y los vacunados?

Ch – También.

DF – Entonces se pueden enfermar y hasta morir…

Ch – ¿los vacunados o los no vacunados?

DR – Bueno…

DF – Un momento, ¿pero no le pasa lo mismo a ambos?

Ch – Sí…

DF – Entonces [con aire de ganadora], ¿por qué entonces dices vacunados y no vacunados?

Ch – Porque aunque pueden enfermarse y morirse, los vacunados tienen hasta un 98% de posibilidad de sobrevivir al covid…

DF – [mira extasiada y suspira aliviada]  Ahhhhh…

DR – ¿Y los no vacunados?

Ch – También…

Al mismo tiempo, la sociedad ha entrado en una suerte de hastío o cansancio magistralmente registrado en el sketch que transcribimos textualmente. Y tanto la población como la prensa han ido desinteresándose del significado, la trascendencia, y sobre todo, las causas, del tratamiento a que hemos sido sometidos.

El investigador, conocido en países del Primer Mundo (aunque muchos menos entre nos) Nicholas Wade lo dijo hace más de un año: no se puede creer que el brote del Covid-19 se deba a algo espontáneo o natural, interpretación promovida no sólo por quienes podían tener interés en oscurecer la etiología del Covid-19, como el Big Pharma, sino también por parte de algunos muy críticos del mundo de los negocios transnacionales, pero que –no sabemos si para evitar que les endilgaran el sambenito de conspiranoicos– insistieron en el desencadenamiento espontáneo de un contagio mediante murciélagos, civetas, pangolines y otros eslabones naturales y casuales que, a causa de la invasión permanente –ésa sí real y progresiva de la sociedad humana, básicamente depredadora, sobre los entornos naturales y silvestres, vegetales y animales, habría provocado la epidemia generalizada, decretada por la OMS como pandemia.

La tesis del origen fortuito, casual, del Covid19 fue convenientemente fogoneada a comienzos de la “era covid” –más oportuna imposible– con una carta firmada el 19 de febrero de 2020, por 27 científicos en la prestigiosa revista médica The Lancet que afirmaron rotundamente, con aire de “cruzados”, que se unían “para condenar enérgicamente las teorías de la conspiración que sugieren que COVID-19 no tiene un origen natural” y concluían sin ninguna duda, ni metódica ni científica, que “este coronavirus se originó en la vida silvestre».

 

REAPARECE EL BIOWARFARE

Han pasado más de dos años. Ahora, mediados de 2022, con la pandemia aparentemente en nítida regresión, tenemos el testimonio de Jeffrey Sachs, que preside, precisamente la comisión editorial  de  la misma The Lancet que está a cargo del asunto pandemia y que es probablemente la principal revista científica del mundo (y no precisamente por su edad cuasi bicentenaria), quien califica a la pandemia como “un error garrafal de la biotecnología”, “no un accidente de un desbordamiento natural”. Con semejante calificación, reaparecen en escena los laboratorios estadounidenses dedicados al biowarfare, la continuación de la guerra por medio de la biología sintética, elaboración de formas de vida con diseño a cargo de humanos, que varios autores habían entrevisto desde el mismísimo comienzo tan peculiar de la pandemia,[1] y ratificara en su momento el referente Wade.

En rigor, Sachs verifica lo que ya entendíamos como más plausible los que no quisimos confiar en los dictámenes de la ciencia oficial, cuyos muy interesados malpasos vienen desde hace mucho. El comercio siempre fue mal consejero de la salud, pero los intereses y la perspectiva de poder, aumentaron con botas de siete leguas con la biología sintética; elaboración de formas de vida manipulada y diseñada por el hombre.

El biowarfare no fue invento de los yanquis, por más que hayan sido sus principales cultores tras la 2GM; en realidad responde a todo sistema de poder, para acompañar ese ejercicio desde los laboratorios, con la ciencia aplicada. La “Gran Guerra” (como se llamó a la de 1914-1918) se hizo mucho desde la química; tras la 2GM, HAARP fue un intento de aplicar meteorología y física a la guerra y a la lucha contra “enemigos”.

El virus mortal, “no se produjo de forma natural” (véase mi vetusta nota  “COVID-19: miedo, calidad de vida, pánico, profilaxis… extraño bamboleo”, 20 marzo 2021).

Hemos vivido este tiempo, advirtiendo la enorme concentración de poder, desde el Big Pharma en medio de una lógica ignorancia generalizada (de cómo actuar ante un problema nuevo) y desde la OMS, con un mecenazgo medieval remozado en pleno siglo XXI, y cómo los mensajes de estos emisores investidos del papel de “la ciencia”, han estado modelando a través de copiosos medios de incomunicación de masas, las imágenes habituales y más trilladas, basándose en el miedo y en nombre de la ciencia.

Aunque los medios de incomunicación de masas han optado sistemáticamente por acallar las voces discordantes o escépticas a la política establecida con la pandemia decretada por la OMS, la sospecha de motivos crematísticos para impulsar una rápida y extendida vacunación ha subsistido como una sombra a la apuesta casi exclusiva a la vacunación para recuperar salud ante el Covid 19.

 

CIENCIA Y CREENCIA

Nuestra cultura actual se caracteriza por un alto desarrollo científico y, a la vez, por una alta confianza y creencia en la ciencia. El primer rasgo abre las mentes; el segundo las cierra. En nuestro presente existen ambas actitudes; la de investigación y duda ante problemas nuevos y sobre todo sus soluciones (necesariamente nuevas), y la creencia ciega en la ciencia. Esto último, realmente no es ciencia; incluso esa creencia puede ser penosamente anticientífica. Y es sobre estas creencias que organizaciones con poder ideológico conquistan “las almas”, la confianza en amplios sectores sociales.

Y la combinación de creencia en la ciencia y miedo se ha demostrado decisiva y muy difícil de apelar.

VOLVAMOS AL CAPÍTULO URUGUAY

Ante la extraordinaria intimación dispuesta en nuestro país por el juez Alejandro Recarey, dado el cúmulo de factores sociales e ideológicos que hemos sucintamente reseñado, la  reacción no se ha hecho esperar. Una Santa Alianza de frenteamplistas y multicolores se ha lanzado, proclamando la defensa de la ciencia (en rigor, la defensa de la creencia en la ciencia).

Ciencia que en ningún momento el juez ha cuestionado en sus actos. Más bien al contrario, el juez está, con su veredicto, reclamando más ciencia, no menos, en el peculiar trámite de esta pandemia con tantos interesados.

“Un juez de Uruguay decidió este jueves ‘la suspensión inmediata’ de la vacunación contra el coronavirus a niños menores de 13 años, hasta que se conozcan los contratos entre el Estado y la farmacéutica Pfizer y la ‘composición de las sustancias’ contenidas en el medicamento.” (Montevideo, AFP, 7 jul. 2022)

Recarey tomó la determinación tras un pedido de amparo para “suspender la vacunación a niños”.

Obsérvese el lenguaje con que había sido aprobado por el gobierno, con el presidente Lacalle y su ministro Salinas al frente, la vacunación para menores: habían dispuesto “la inoculación de la vacuna a niños, prevista en el país a partir de los 5 años de edad, aunque de forma voluntaria.”

Lenguaje melifluo, si cabe. Se dice al final que es voluntaria pero con el peso de todos los condicionamientos mediáticos, ideológicos, profesionales, médicos, sanitarios, se le hace muy difícil a la población supuestamente en riesgo declinar el uso de una vacuna prácticamente legitimada por el apuro.

Nos tenemos que alegrar que el presidente, con su profesión de fe liberal no pretenda inoculaciones obligatorias o forzosas, pero sabemos que en nuestro país, el apego a la legalidad, cierta confianza en las autoridades y la ignorancia que campea ante algo inesperado y desconocido (al menos para la generalidad de la población planetaria, aunque haya habido sectores selectos, muy minoritarios, que parecían estar muy al tanto de lo por venir.[2]

La suspensión en nuestro país, dispuesta Recarey, comunicada en su fallo emitido el 7 de julio, estará vigente hasta que «se publique o publiquen íntegros […] todos los contratos de compra de estas vacunas» y los documentos que «detallen la composición de las sustancias a inocular«, reza la resolución.

Chocante es tener que recordar, una vez más que las trajinadas vacunas fueron aprobadas sin tener en cuenta tales recaudos.

Sin embargo, la precautoria decisión del juez sigue siendo impugnada. Uno de los cuestionamientos gubernamentales es que no ha sido imparcial. Como si se tratara de un arbitraje futbolístico, ¿a qué viene lo de imparcial en la cuestión de vacunar con vacunas que ni siquiera la OMS considera aprobadas y al menos por ahora ni siquiera aprobables? Como con los embarazos, no se puede estar “un poco con embarazo y un poco no”; no se puede plantear que no se sabe qué ingredientes tiene la vacuna, pero son un poco aprobados y otro poco no.

De todos modos, el juez tuvo que salir a defender su conducta, expresando que  “no se involucra en discutir aspectos científicos” ni en “la necesidad o conveniencia de la vacunación a menores”. Algo que ya podía leerse así en su dictamen.

El juez ha alterado la tranquilidad burocrática del gobierno, cierta impunidad en sus actos. Nos parece saludable.

Recarey nos recordó que “ningún gobierno puede firmar contratos secretos, en el desconocimiento de la opinión pública”, con lo cual su dictamen excede, políticamente, y con acierto, el estilo de los gobiernos que ha tenido este país firmando a espaldas de la población convenios y acuerdos que llaman la atención por la hipoteca que significan para el futuro de los orientales o uruguayos. [3]

También destaca que no atender el principio precautorio, atenta contra el futuro de individuos, muchos hoy menores de edad. Y establece, o mejor dicho nos recuerda un saludable principio, de no estar atado a la versión del fabricante comercial, bajo el especioso argumento de la confianza científica (Pfizer, por ejemplo, está incurso en una serie de delitos  en su producción farmacéutica, que han sido conocidos gracias a escándalos sanitarios y a periodismo de investigación, lo que nos obliga a desconfiar de todos sus “aportes”, de todos sus compromisos, programados para escamotear todo control público de sus  acciones, como, por ejemplo, el uso despiadado de conejillos de Indias humanos pertenecientes a la periferia planetaria, a “los nadies” (práctica generalizada en grandes laboratorios, no es monopolio de Pfizer, que conocemos por haberse judicializado).

Tenemos que alegrarnos que en nuestro pequeño país haya surgido una conciencia crítica y actuante al respecto.

[1]   La primera noticia mundial de Covid 19 se registró, ya con varios casos en Wuhan, ciudad multimillonaria china; un segundo brote, semanas después, en Teherán, la capital de Irán y un tercer brote poco después, en el norte de Italia. ¿Continuidad geográfica que habilte la hipótesis de contagios en cruces fronterizos? Igual a cero. Lo único común que a fines de 2019 y principios del 20 alcancé a ver, buscando unir semejantes casos fue el itinerario diseñado por China para su proyecto de Ruta de la Seda; una globalización terrestre de origen chino de este a oeste, con destino final en Europa Occidental. Otro aspecto que lleva a pensar en causas humanas, demasiado humanas, de la peripecia china con Covid 19 es que precisamente en años previos, China sufrió una seguidilla de trastornos con enfermedades de origen desconocido en sus enormes planteles de pollos, cerdos y otros animales domésticos que constituyen alimentos básicos de la dieta del país. Cuesta creer en casualidades, y menos si son permanentes…

[2]  Pocos meses antes de declarada la pandemia con alcance universal, estos advertidos habían hecho un simulacro para ver cómo actuar ante la ”inminente” pandemia, que, efectivamente la OMS declarara muy poco después (el simulacro de OMS fue de octubre 2019; la pandemia se oficializó en marzo 2020, pero los primeros rastreos de casos la llevaron a diciembre 2019). Llama poderosamente la atención la contigüidad.

[3]  Apenas un par de ejemplos, amén del firmado por el actual presidente con Pfizer, para advertir que se trata de un estilo gerencial en que nuestros gobiernos no se deben a la población sino a los consorcios transnacionales en cuyo beneficio se dictan convenios y acuerdos totalmente inaceptables desde el punto de vista de la vida de la población y de las formas democráticas: acuerdo de presidencia (Lacalle) con Katoen Natie para el uso de nuestro puerto principal por 60 años asegurados de antemano; acuerdo de presidencia (Vázquez) con UPM por 30 años implantándose en una superficie cada vez mayor de un territorio escaso, como el nuestro; resoluciones todas ellas tomadas al margen de sentires y conocimientos de la población.

 

Publicado en Destrozando el sentido común, Medios de incomunicación de masas, Salud. Y enfermedad, Sociedad e ideología, Uruguay

El mundo empresario abandonando el diálogo humano

Publicada el 12/07/2022 por ulises

UN FENÓMENO DE NUESTRO TIEMPO

por Luis E. Sabini Fernández

  1. Toca la campanilla del teléfono fijo. Levanto el auricular y oigo una cantinela repetida innumerables veces: (mensaje de la empresa que gestiona los que adeudan a EDENOR: ofrecen un número telefónico 5296 3230, pero no responde voz humana viva).

Los titulares y habitantes que habitamos con este número de teléfono no tenemos deuda alguna con EDENOR.  Lo afirma EDENOR por internet. Luego de reiterados avisos, todos iguales, grabados, caímos en la cuenta que quien tuviera antes este número de teléfono o este domicilio debía tener una deuda con EDENOR.

Pero los cobradores no rastrean; solo de limitan a dejar la recordatoria, por lo visto sin preocuparse en recoger ni un dato siquiera.

Una falta de diálogo ensordecedor.

Tiempo insumido para atender algo inconducente: un par de minutos cada vez, unas veinte veces: alguna hora, y al comienzo, un buen devaneo procurando dar con la deuda; porque estos mensajes siempre apuntan a un remiso, un culpable, un deudor, un incapaz, un ineficiente…

 

  1. He intentado ingresar al sitio-e VTV innumerables veces. Perdí la cuenta. Quince, tal vez diecisiete…

Cuando me pregunta –la pantalla inteligente– si tengo un código, como se trata de una revisita y me entregaron todo un relevamiento con código, digo que sí. Lo pongo y la pantalla –inteligente– me informa que ese código no coindice con los datos precedentes que acabo de dejar.

Como tengo un único auto, ya con décadas y hasta ahora siempre habían sido los mismos datos, bastante sencillos, tres letras, tres cifras, abandono el código y procuro entrar como si fuera por primera vez.

Este minuet y pasos similares es lo que llevo haciendo más de una docena de veces.

En otro de esos embates no reconoce mi corr-e, la pantalla me hace ir atrás, vuelta a empezar. Cuando transcribo el código recibido en otro artefacto-e (porque si cometo el “error” de abrir otra pantalla en el mismo monitor –el de mi corr-e– para extraer el código clave recién enviado, la pantalla VTV hace mutis… y no vuelve más, la pantalla entonces incorpora el dato que traigo del celular, ¡aleluya!; sin embargo al avanzar un par de casilleros, bruscamente se borra todo lo consignado… y vuelta a empezar.

Tiempo insumido a quien esto escribe: varias horas, tal vez una o dos jornadas de trabajo. 8 o 16 horas.

Tiempo multiplicado de los solicitantes a los que les pasa algo similar. Una sobrecogedora  cantidad de tiempo perdido. No solo tiempo perdido. Nervios ganados, tensiones intensificadas…

 

Como dice Byug-Chul Han nos hallamos en “la sociedad del cansancio”: todo el mundo agotado de gestiones para el teléfono, el auto, la administración de la vivienda, de los dinerillos, poco contante, que debemos llevar a adelante ante nosotros mismos… y el asistente-e, es decir, ante nosotros mismos.

¿Qué significa?

Dimensionemos e invoquemos los escamoteados costos.

El mundo empresario ha suprimido seres humanos que hasta hace relativamente poco dialogaban con la clientela para llevar adelante las diversas gestiones. Así se han ahorrado un costo laboral alto.

Y a los particulares, esos átomos del mercado que ocupamos el lado comprador, consumidor, dependiente, han tomado, se le ha asignado la tarea de avanzar trámites, situaciones, necesidades, problemas, sin diálogo alguno con la otra parte del “mercado” en un curioso, perturbador avance “a solas”, pero digitalizado.

El diálogo, entre humanos  en relación con las corporaciones y grandes unidades económicas, ha sido reducido a su mínima expresión (y algunas empresas parecen haber logrado “el éxito” de eliminarlo completamente) lo cual redunda en una gigantesca transferencia de costos de la empresa a la sociedad donde dicha empresa “brinda” sus servicios.

Todo ello aderezado de una campaña de brainwashing para persuadirnos que todo es ganar-ganar y que ello ayuda a mejorar la sociedad.

La lesión, el menoscabo producidos al tiempo de “la gente” se ignora (porque generalmente no se valúa; no se lo estima, dicho esto último en sentido literal).

Vale la pena comparar estos adelantos tecnoideológicos generalmente presentados como bendición digital, propios de las empresas “más avanzadas”, con aquellos servicios que han mantenido o han tenido que reponer el diálogo entre las dos partes, como los CGP de CABA en Buenos Aires, no sabemos si por la sobrecarga de población de la tercera edad en ese territorio u otro motivo– pero los trámites allí funcionan con envidiable fluidez.

¿El método? Sencillamente llega el habitante, sin cita previa, ni conseguida por celular, ni por computadora o ni siquiera por haber venido a buscar un numerito, la recepción le pregunta el motivo de la visita, recibe un número del  área acorde, aguarda y quien lo atiende toma sobre sí la tarea de conseguir lo que el “vecino” solicita.  Como los operarios de los distintos servicios municipales están entrenados y duchos, en minutos se consigue la fecha de casamiento, la renovación del carné de conducir, el permiso solicitado.

¿Por qué el mundo empresario se desvincula de un servicio al cliente en pleno proceso de computarización forzosa? Una situación impensable hace pocos años, porque habría ido en detrimento de la empresa. Pero no es el caso ahora. Enancados en la marea de adelantos tecnológicos, el ciudadano común se siente débil al no poder satisfacer la demanda. Prefiere gastar, malgastar su tiempo, para “salir del papel de primitivo”.

Los cálculos e intereses empresarios pueden desatender el tiempo y la calidad del tiempo de “la gente”, pero la sociedad no debería dilapidar ese tiempo social, cientos o miles de veces mayor que el que tendría que insumir una atención eficiente de “los trámites”·.

Para mover esta situación de frustración, tendría que actuar una masa crítica, que exprese el daño, el malestar, la resistencia a las estrategias dominantes y normalizadas, “por la razón o la fuerza”.

Pero si aguantamos dócilmente las decisiones como si fueran de Su Majestad, que rigen nuestra vida cotidiana, seguiremos “en el mejor de los mundos” (a lo sumo esperando que el sobrino gamba te dé una mano, que la hija que vive en otra ciudad (a veces en otro país, en otro continente) pueda arrimarse y ayude a desentrañar vericuetos digitales aunque sea a fin de año…

 

Publicado en Cultura dominante, Destrozando el sentido común, Uruguay, Vida cotidiana

MUERTE DE SHIRIN ABU AQLEH – De versiones mediáticas y sus objetivos político-ideológicos

Publicada el 28/06/2022 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández –

El asesinato de una periodista conocida en su ámbito laboral y político reveló implicancias políticas e ideológicas y desnudó, una vez más,  un modus operandi en este caso de los poderes que procuran regir destinos de otros.

Ana Jerozolimski, que se presenta como periodista, pero que bien podría ser, por su afinidad e identidad, funcionaria diplomática israelí, publicitó el asesinato de la periodista palestina Shirin Abu Aqleh como probablemente cometido por palestinos.

Cito: “El Ministerio de Salud de la Administración Nacional Palestina no se basó en ningún reporte médico, pero decidió que la había matado Israel. Y de allí empezó el coro ya conocido y nada sorprendente de acusación explícita a Israel, a ‘la ocupación’, a ‘los sionistas’ y demás.”

″Puede no sorprender cuando se trata de informaciones de fuentes árabes en general y palestinas en particular, pero es especialmente lamentable que lo determinen también agencias de prensa internacionales que tal como sucede muy a menudo, simplemente repiten las versiones palestinas. Lo vimos claramente en la cuenta de Twitter de AFP.”

″Ahora, a los hechos.

″En un video difundido por Avichai Adraee (se pronuncia Avijái Adraí), portavoz de las Fuerzas de Defensa de Israel en árabe, se ve claramente que un palestino armado dispara en forma indiscriminada hacia un callejón en el campamento de refugiados Jenin. «De acuerdo a estimaciones preliminares, eso resultó en la muerte de la periodista Shirin Abu Aqleh», escribe el portavoz israelí. Y explica. ‘Se vanaglorian de haber matado a un soldado, pero nosotros lo negamos’. Ningún efectivo israelí fue muerto en el operativo en cuestión, destinado a detener sospechosos de estar planeando atentados terroristas en Israel.″

″En el video se oye a un palestino gritando ¡Le pegamos a un soldado! ¡Está tirado en el suelo! Pero el hecho es que no había ningún soldado, ya que el ejército confirmó que ninguno de sus hombres había sido alcanzado por las balas. ¿Entonces? Al parecer esa podría ser la periodista de Al Jazira.

″Luego, en otro video publicado muy poco después, se ve a palestinos acercándose a alguien que yace en el suelo. Uno grita, hablando en masculino, ‘levántenlo’, pensando al parecer que era el soldado [israelí]. Pero luego corrigen al ver que es una mujer.”

″El portavoz militar en árabe reveló que Israel ofreció llevar a cabo una investigación conjunta y una autopsia pero los palestinos se han negado, y pregunta retóricamente por qué: ‘Quizás se niegan para intentar esconder la verdad’, resumió.”

″A esto, Adraee agrega ‘nuestro profundo pesar por la muerte de la periodista Shirin Abu Aqleh, con quien hemos estado trabajando a lo largo de los años’, señalando que ‘damos mucha importancia a la libertad de prensa y trabajamos para respetarla y protegerla’.”

Escrito por AJ el 11 de junio de 2022.

Días después, las conclusiones de la comisión designada por la ONU para investigar esa muerte dictaminó:

“Los disparos que mataron a Abu Akleh e hirieron a su colega Ali Sammoudi provinieron de las fuerzas de seguridad israelíes y no de disparos indiscriminados de palestinos armados”, ésta es la conclusión de la investigación realizada por Naciones Unidas sobre la muerte de la periodista Shirin Abu Aqleh (cit. p. Mikel Ayestarán, corresponsal de El Correo,  Bilbao, 24 junio 2022).

Dice Ayestarán, más adelante: “Ravina Shamdasani, portavoz de la Oficina de Derechos Humanos de la ONU, aseguró en el transcurso de la presentación del informe que en la zona «no había actividad de grupos armados palestinos» y que «se dispararon varias balas hacia los periodistas desde […] las fuerzas de seguridad israelíes».”

La investigación del organismo internacional recoge que los soldados siguieron disparando contra un hombre desarmado que acudió a socorrer a Abu Aqleh. Una situación que se puede ver en las imágenes grabadas por los reporteros. En opinión de la comisión  de la ONU es «muy preocupante que las autoridades israelíes no hayan llevado a cabo una investigación criminal».

El régimen israelí no se ha inmutado. No se ha abierto sumario. No ha encarado ubicar al responsable; más bien todo lo contrario. Prosigue Ayestarán:

“Israel apuesta por la ambigüedad y mantiene como versión oficial que «Abu Aqleh no recibió un disparo intencional de un soldado» y que «no es posible determinar si fue asesinada por un miliciano palestino o por un soldado».”

 

Ya con los hechos aclarados por la investigación de la comisión internacional –cuyo dictamen ha coincidido con los de dos comisiones periodísticas enviadas por The New York Times y Washington Post– entiendo que la “interpretación” que transcribimos inicialmente de AJ, merece un examen por sí misma.

Recordemos la fábula acerca de todos los lugares donde se “veía” a Sergio Maldonado desaparecido en Argentina hace cinco años. Cruzando una carretera, manejando una moto… llegaron a visualizar un  poblado donde todos se parecían a Sergio o más bien, todos eran Sergio, quien a esa altura ya estaba muerto, matado, a recaudo de la Gendarmería argentina, que estaría evaluando cómo podrían “socializar” esa muerte.

Releamos la versión israelí:

  • “El Ministerio de Salud [palestino] no se basó en ningún reporte médico, pero decidió que la había matado Israel” Tras semejante afirmación, la queja autovictimizante: “agencias de prensa internacionales, como sucede muy a menudo, simplemente repiten las versiones palestinas. Lo vimos claramente en la cuenta de Twitter de AFP.” ¡El mundo mediático apoya a los palestinos!: ¡eso sí que es un notición mundial!
  • “Ahora, a los hechos”, apostrofa AJ, con lo cual sin querer nos dice que su fraseo anterior sería “verso”, y sigue rauda: “En un video difundido por [el] portavoz de las Fuerzas de Defensa de Israel en árabe, se ve claramente que un palestino armado dispara en forma indiscriminada […]”
  • «De acuerdo a estimaciones preliminares, eso resultó en la muerte de la periodista Shirin Abu Aqleh», escribe el portavoz israelí. Y explica: «Se vanaglorian de haber matado a un soldado, pero ningún efectivo israelí fue muerto.”
  • «Se oye a un palestino gritando» ¡Le pegamos a un soldado! […]. Pero el hecho es que […] ejército confirmó que ninguno de sus hombres había sido alcanzado por las balas. […] podría ser la periodista de Al Jazira.
  • «[…] en otro video publicado […], se ve a palestinos acercándose a alguien que yace en el suelo. Uno grita, hablando en masculino, «levántenlo”. Pero luego corrigen al ver que es una mujer.”

Observemos la retahíla de hechos: todos confluyendo al asesinato de Shirin Abu Aqleh por descuido y desorden violento de palestinos. Que ni saben a quienes matan. La figura del palestino sigue siendo la que legitima una colonización civilizadora. Los palestinos son descritos como tozudos e irracionales.

  • El portavoz militar, que habla en árabe nos revela que “Israel ofreció llevar a cabo una investigación conjunta y una autopsia, pero los palestinos se han negado y pregunta retóricamente por qué. Aquí, la deducción sherlokholmiana: «Quizás se niegan para intentar esconder la verdad». Bingo.

Y luego, faltaba más, la mostración de más buenos sentimientos; el toque   emotivo, de despedida, lacrimógeno:

  • ‘nuestro profundo pesar por la muerte de la periodista Shirin Abu Aqleh, con quien hemos estado trabajando a lo largo de los años’, […].
  • Y el remate de la defensa irrestricta… ‘damos mucha importancia a la libertad de prensa (que no es la de expresión) y, remata con el humilde autobombo: ‘trabajamos para respetarla y protegerla’.

Como corolario de estos simulacros informativos que hemos procurado desgranar, nos llama finalmente la atención la impunidad con que alguien llegue a firmar los párrafos transcritos y no tenga necesidad de hacer la menor rectificación, pedido de disculpas, a la luz de lo ya dilucidado./

Publicado en Destrozando el sentido común, Medios de incomunicación de masas, Palestinos / israelíes

Navegación de entradas

Entradas anteriores
Entradas siguientes

Entradas recientes

  • El desprecio de la vida (que no es «la nuestra» y por tanto no es humana)
  • La población humana del planeta: ¿1000 o 1500 millones u 8000 millones?
  • La gravedad del momento actual
  • Proyecto en Uruguay Arazatí: ¿descartado o redivivo?
  • La decisión judeosionista de exterminio de la sociedad palestina
  • El silencio del gobierno de Uruguay ante Gaza o ante Israel
  • (sin título)
  • Panorama… planetario y foco en Gaza
  • Palestinos                                                                                                                   25 05 06
  • BASURA NUESTRA DE CADA DÍA
  • URUGUAY: DESTINO DE PAÍS
  • EE.UU. e Israel: una cuestión de élites
  • No other land: ¿Hay que ser judío para criticar a Israel?
  • ¿REFRENDAR O NO REFRENDAR? (That’s the Question)
  • GENOCIDIO AL DESNUDO Y A LA VISTA DEL PÚBLICO
  • Contaminación omnipresente: un límite planetario olvidado
  • Aplicando el sagrado principio de desigualdad ante la ley
  • ¡La bolsa o la vida!
  • ¿QUIÉN DECIDE ACERCA DEL AGUA EN NUESTRO PAÍS?
  • Israel ataca pero declara defenderse
  • Democracia y simulacros
  • CONTAMINACIÓN: ¿RASGO PRINCIPAL DE NUESTRA CIVILIZACIÓN?
  • Vicisitudes del pensamiento crítico en Uruguay
  • Sionismo al desnudo
  • Nazismo y sionismo: un poco de historia

Archivos

  • agosto 2025 (3)
  • julio 2025 (2)
  • junio 2025 (3)
  • mayo 2025 (1)
  • abril 2025 (3)
  • marzo 2025 (2)
  • febrero 2025 (2)
  • enero 2025 (5)
  • diciembre 2024 (5)
  • agosto 2024 (2)
  • julio 2024 (2)
  • junio 2024 (3)
  • marzo 2024 (1)
  • febrero 2024 (3)
  • enero 2024 (2)
  • diciembre 2023 (2)
  • noviembre 2023 (5)
  • octubre 2023 (1)
  • septiembre 2023 (2)
  • agosto 2023 (5)
  • julio 2023 (10)
  • abril 2023 (4)
  • febrero 2023 (7)
  • diciembre 2022 (3)
  • noviembre 2022 (3)
  • octubre 2022 (2)
  • septiembre 2022 (4)
  • agosto 2022 (2)
  • julio 2022 (3)
  • junio 2022 (6)
  • mayo 2022 (3)
  • marzo 2022 (2)
  • enero 2022 (1)
  • noviembre 2021 (3)
  • octubre 2021 (2)
  • septiembre 2021 (1)
  • agosto 2021 (3)
  • julio 2021 (1)
  • junio 2021 (5)
  • mayo 2021 (1)
  • abril 2021 (1)
  • diciembre 2020 (1)
  • agosto 2020 (2)
  • julio 2020 (3)
  • junio 2020 (2)
  • mayo 2020 (3)
  • abril 2020 (2)
  • febrero 2020 (5)
  • enero 2020 (1)
  • diciembre 2019 (4)
  • noviembre 2019 (1)
  • octubre 2019 (2)
  • agosto 2019 (3)
  • julio 2019 (2)
  • junio 2019 (3)
  • mayo 2019 (1)
  • abril 2019 (2)
  • marzo 2019 (3)
  • febrero 2019 (2)
  • enero 2019 (1)
  • diciembre 2018 (3)
  • noviembre 2018 (5)
  • octubre 2018 (2)
  • septiembre 2018 (2)
  • agosto 2018 (4)
  • julio 2018 (2)
  • junio 2018 (4)
  • mayo 2018 (1)
  • abril 2018 (2)
  • marzo 2018 (3)
  • febrero 2018 (1)
  • enero 2018 (2)
  • diciembre 2017 (5)
  • noviembre 2017 (2)
  • octubre 2017 (5)
  • septiembre 2017 (4)
  • julio 2017 (1)
  • junio 2017 (2)
  • abril 2017 (3)
  • marzo 2017 (2)
  • febrero 2017 (3)
  • enero 2017 (1)
  • diciembre 2016 (2)
  • noviembre 2016 (2)
  • octubre 2016 (2)
  • septiembre 2016 (4)
  • julio 2016 (2)
  • abril 2016 (1)
  • marzo 2016 (2)
  • febrero 2016 (3)
  • enero 2016 (3)
  • diciembre 2015 (2)
  • noviembre 2015 (1)
  • octubre 2015 (1)
  • septiembre 2015 (1)
  • agosto 2015 (3)
  • julio 2015 (1)
  • abril 2015 (1)
  • febrero 2015 (1)
  • diciembre 2014 (1)
  • noviembre 2014 (1)
  • agosto 2014 (1)
  • julio 2014 (1)
  • junio 2014 (1)
  • mayo 2014 (4)
  • abril 2014 (1)
  • marzo 2014 (3)
  • enero 2014 (1)
  • diciembre 2013 (1)
  • noviembre 2013 (1)
  • octubre 2013 (2)

Ultimos comentarios

  • Imagen: la clave teledirigida del poder actual – CUARTA POSICIÓN en Imagen: la clave teledirigida del poder actual
  • Nuestro insensible camino hacia un totalitarismo | Revista SIC - Centro Gumilla en Nuestro insensible camino hacia un totalitarismo

Etiquetas

Agatha Christie amortalidad de los humanos Antidefamation League artilugios tecnológicos biowarfare catástrofe alimentaria colonialismo complejidad económica confinamiento masivo Consejo de Derechos Humanos de ONU Covid-19 ecología EE.UU. el sionismo Estados Unidos Federación Rusa Franja de Gaza guerreristas hambruna Ian Fleming Jonathan Greenblatt la Caída del Muro Luis E. Sabini Fernández matanza de palestinos matanzas selectivas menor calidad alimentaria momento histórico Naciones Unidas ombliguismo progresivamente invasivo OMS OTAN periodistas asesinados poblaciones tradicionales poder sionista poderío israelí Project for the New American Century Ray Kurzweil Roald Dahl Samuel Huntington sars-cov2 tecnoperfeccionamiento territorio ucraniano Uruguay Vladimir Putin Yuval Noah Harari

Meta

  • Registro
  • Acceder
  • Feed de entradas
  • Feed de comentarios
  • WordPress.org
Funciona gracias a WordPress | Tema: micro, desarrollado por DevriX.