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del planeta, la sociedad y cada uno…

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Categoría: Sociedad e ideología

acercándonos a una catástrofe sin precedentes

Publicada el 10/08/2023 - 16/10/2023 por ulises

Por Luis E. Sabini Fernández

LAS MEGALÓPOLIS SE PRESENTAN COMO CULMEN DE NUESTRA CIVILIZACIÓN Y A LA VEZ COMO UNA DE LAS “MÁQUINAS INFERNALES” CON  CONTAMINACIÓN MASIVA Y GENERALIZADA.

Nos encontramos como humanidad, como planeta, cada vez más ante una serie de fenómenos nuevos, a la vez ominosos.

Cada vez son más los spots, los anuncios, los podcasts, los envíos, los pequeños clips, minivideos, que lo anuncian. Y ciertamente, todo el concierto ambiental onusiano también.

Lo que se observaba hace veinte o treinta años en Europa y en otras zonas industrializadas del planeta; incendios forestales, por ejemplo, cada vez más frecuentes y devastadores, o deslizamientos de tierra, temporales grado 5 a 250 km. por hora, o rotura de diques de cola, cualquiera de dichos fenómenos arrasando poblaciones, cultivos, están sufriendo una intensificación sin precedentes.

Siempre queda, empero, una duda. Como cada vez estamos más presentizados por vía de intercomunicaciones permanentes, cuesta mucho discriminar cuanto es aumento real de acontecimientos climáticos catastróficos y cuanto es el acceso a conocerlos lo que nos induce a considerar que han aumentado (catastróficamente).

Porque siempre hubo, por ejemplo, temperaturas insoportables. En el Sahara; a principios del s xx se había registrado 78 grados centígrados en Tripolitania (texto para escolares en Uruguay El mundo tal cual es) en tanto que en algunos lagos finlandeses se alcanzaban en invierno los 60 grados bajo cero, y la respiración debía hacerse muy contenidamente; permitir la entrada de mucho aire helado podía quebrar bronquiolos.

Los desajustes entre percepción y realidad son muy significativos. Porque si entendemos que se trata de una cuestión de percepción, no existe nada que pueda considerarse “calentamiento global” –y existe toda una pléyade o sarta [elija el lector] de negadores de semejante fenómeno– y si se trata de la realidad, estamos entonces ante una problemática de un alcance inigualado, de una gravedad sin precedentes. Ante lo cual el estallido del volcán Krakatoa (en 1883, alterando con sus olas el océano Índico y registrado sísmicamente en el mundo entero), las bombas atómicas que EE.UU. descargó en 1945 contra Japón acabando con la vida, asesinando a centenares de miles de humanos, las mismas “Guerras mundiales” (1914-1918 y 1939-1945, que en rigor es solo una, aunque con un significativo cambio de “personajes”), podrían resultar “pequeños acontecimientos”.

Las advertencias menudean. Y la percepción del auditorio planetario, sentado antes las pantallas cinematográficas, televisivas, de computadoras, de celulares– es machacada permanentemente.

No sabemos cuanto hay de verdad en cada una, pero sí que un tercer factor: el desarrollo tecnológico cada vez más extendido y sobre todo profundizado en las sociedades humanas está modificando cada vez más nuestro hábitat. ¿Seriamente o gravemente?. El consiguiente uso de energías y materias primas, siempre creciente sobre un fondo material, planetario, limitado, siempre el mismo, puede estar dando lugar a las complicaciones ambientales que se atribuye a los cambios climáticos. Recordemos la ácida comprobación del economista Frederick Soddy, que en los ’20 llegó a darse cuenta

–inigualada perspicacia– que los humanos (algunos) estaban usando en décadas o siglos lo que al planeta le había costado millones de años forjar (minerales, petróleo, gas).

El desequilibrio entre los despliegues tecnológicas y el fondo material en que vivimos; nuestro planeta, se va haciendo cada vez más patente; un vértice sobre el que se apoya la pirámide del edificio humano.

Muy diversos lugares registran trastornos sin precedentes: incendios en California, desprendimientos de hielos antárticos y árticos, inundaciones en Europa y Asia, sequías en África y América del Sur.

Frente a este estado de situación, suenan alarmas. Y precisamente en ese acto, cada vez más frecuente y plural, que es a su vez preocupante por el escamoteo permanente, podemos apreciar lo lejos que estamos de atender y entender la ecuación a la que estamos tratando de apuntar.

Tomemos un ejemplo que ha ingresado masivamente en nuestras pantallas y pantallitas: Hope. Uno videíto de tantos. De origen hispano que procura “concienciar”. [1]

Hope pasa revista a varios trastornos de tipo climático; un tornado que deshace una pequeña ciudad canadiense, mientras pesaba en el lugar una ola de calor de 50 grados, que arroja cientos de muertos en junio 2023; servicios eléctricos interrumpidos porque se han fundido los envoltorios plásticos de los cables; miles de millones de almejas y otros bivalvos literalmente cocinados con el calor en las costas; en California se ha quintuplicado la cantidad de incendios respecto del año pasado en estas mismas fechas, recordando que aquéllos habían sido ya mayúsculos entonces, y que la sequía había obligado a vender ganado imposible ya de cuidar. Ahora, los dueños de plantaciones están erradicando la mitad a ver si ante la escasez de agua se puede preservar siquiera la otra mitad (la tarea de arrancar árboles, a menudo frutales, resulta una pesadilla).

Junto con la sequía extraordinaria en  California, hay inundaciones en Detroit.

Otra sequía pavorosa en la isla de Madagascar arrasando un área africana toda ella ya muy golpeada y desde hace muchos siglos por el extractivismo feroz y permanente de la rica, moderna y civilizatoria Europa.

En Miami, la salinidad del agua ha corroído cimientos de edificios costeros que caen como castillos de naipes (suponemos –por las imágenes presentadas– que no son de temporada turística y están consiguientemente vacíos); monumentos del derroche american.

Luego de la atroz descripción de calamidades el video informa que todo esto apenas acaece con un grado centígrado de aumento de la temperatura global, pero que se teme lleguemos, con las políticas económicas vigentes, sin esfuerzo, a 3 grados.

¿Explicita en algún momento de qué se trata? Ni por asomo.

¿Plantea una vía de superación o salida? Para nada.

El video nos recuerda que “nos acercamos al punto de no retorno”. Pero entonces sobreviene la buena noticia (esperadísíma, claro, luego de la ristra de males): ¡oh maravilla!, que “estamos a tiempo” para revertir este proceso.

“Tenemos que reducir a cero las emisiones de efecto invernadero tan pronto como humanamente sea posible” [una frase vacía]  y a la vez avisa que habría que “restaurar a gran escala los ecosistemas que equilibran el sistema climático global.” Chocolate por la noticia.

Ni una palabra acerca de cómo. Con lo cual todo el repertorio de calamidades resulta un golpe de efecto, una amenaza artificiosa.

Porque Hope se cuida muy bien de indicar alguna medida concreta, alguna política a optar.

Exige “acción climática de emergencia para llegar a tiempo”.

Hope (modalidad dominante en todos estos mensajes de “advertencia” y descripciones catastróficas) ofrece datos escalofriantes, augura desastres todavía peores, y a la vez avisa –mensaje  esperanzador luego del sacudón– que estamos todavía a tiempo para conjurarlo. ¿La clave? Nos dicen: “reducir a cero las emisiones de efecto invernadero”. ¿Todo explicado entonces? No. Solo frases.

La humanidad, sin embargo,  viene encontrando que no hay cómo reducir casi nada “tan pronto como sea humanamente posible.”

Pensemos en nuestro modo de vida cotidiano.

Quien tira en una bolsa al efecto las cáscaras de la fruta, junto con la vajilla de use y tire, una camiseta raída, las cajas y estuches descartados tras un único uso, considera que actúa correctamente, incluso con orgullo ciudadano. Tal es el lavado de cerebro que tenemos.

Y quien recoge, a veces más mal que bien, con una bolsita de plástico la mierda de su perro o perrhijo que el can había depositado en tierra al lado de un árbol, y lleva luego esa bolsa malolienta a un recipiente de desperdicios (donde hay restos de pizza, vasos de helados, volantes de propaganda) cree a su vez que actúa con “responsabilidad cívica o ambiental”, exonerado de culpa y cargo tras haber claveteado un clavo más en el féretro planetario que estamos construyendo; y así el que contamina de  buena o mala gana con su auto cada día o con viajes de avión que puede repetir todas las veces que considere necesario…

Lo que habría que hacer es un diagnóstico más preciso, con todas las dificultades que encierra semejante tarea porque lo que vemos es que los sistemas y subsistemas planetarios están crecientemente alterados por la acción humana.

SUMIDEROS DE DESCARTE

El volcado ininterrumpido, anual, mensual, cotidiano de miles, millones de toneladas de detritus, a menudo contaminantes en áreas muy afectadas; los mares  y los vaciaderos en tierra a cielo abierto.[2] Se hace desde las costas, tierra adentro y desde los barcos.

La contaminación es al planeta lo que el cáncer a cualquier cuerpo. Un “crecimiento” inorgánico, una malformación fuera de control.  En algunas de sus formas suprime trabajo humano. Pero a un costo ambiental altísimo. Y a un costo social inaceptable, “permitiendo” o promoviendo epsilones (los de siempre o novedosos) que hagan las tareas sucias de toda la sociedad. Pero la cuestión es tan grave y generalizada que resulta  a la larga inviable, eso de limpiar con mano ajena.

Porque se trata de algo que nos atañe a todos.

Nuestro planeta es realmente inmenso. Nuestros viajes, nuestras comunicaciones, lo han puesto mucho más al alcance de nosotros, los humanos. Pero ha sido nuestra generación de contaminación,  la que lo ha achicado.

Porque la contaminación, como en otro tiempo dios, está en todas partes.

Tomemos nuestros viajes y desplazamientos. Nunca la humanidad ha tenido tantos viajes de recreo.

¿Qué desplazamientos? Hay quienes tienen miles de millas viajadas [3]

Ésa es otra de las bombas de tiempo que hemos emplazado entre nuestro esqueleto y nuestra sombra.

Detengámonos un momento en la distinción entre viajero y turista: siempre hubo viajeros y algunos han dejado sus testimonios imperecederos. El viajero abre un viaje, que puede tener retorno. Que incluso suele tenerlo. Pero ese viaje está abierto, en el espacio y en el tiempo: eruditos y filósofos medievales solían viajar hasta una de las principales bibliotecas de lo que llamamos antigüedad, en Timbuctú, en el actual Malí. Como se trataba de leer por lo menos, esos viajes, de por sí trabajosos, solían llevar un año como mínimo. El turista, lo dice la etimología, da una vuelta. Va pero con el retorno asegurado. Es un viaje cerrado. Al partir, ya sabe en qué hoteles se  hospedará, a qué hora saldrá de tal ciudad, para llegar con exactitud “calmante” a cada sitio previsto y cronometrado. Es otra idea de viaje. Cerrado. Predeterminado. Pérdida total de libertad. Pero atosigamiento de consumo en forma de fotos, imágenes, videos.

Habría que examinar si hemos ganado o perdido con la sustitución, bastante generalizada, de viajeros por turistas.

Pero tanto los desechos como los viajes contaminantes son apenas “grajeas” en el devenir planetario en que nos encontramos, como especie ensanchando la acción humana ¿muy por encima de qué? Ya conocemos la objeción: no tenemos marcos; nuestra marcha es infinita, como la vida.

Así y todo, vale la pena reparar en datos duros: la contaminación atmosférica, el aire en suma, ya no es el que conoció el planeta y la humanidad en el pasado: la radiactividad, por ejemplo, está cada vez más generalizada, la selva química está totalmente fuera de control,[4] alterando nuestro planeta de un modo cada vez más radical e imprevisible.

La inteligencia artificial, por su parte –otro paso de siete leguas en los desarrollos tecnológicos, –como la reproducción 3D– nos pone frente a una nueva problemática, ahora epistemológica, sobre los alcances de lo verdadero.

En rigor, siempre habíamos vivido en un mundo de escasez. Ésa es nuestra condición finita. La idea de omnipotencia, de amortalidad (definición de un filósofo del No Limits; Yuval Harari) ha empezado a inficionarse en nuestro mundo, y considero que es una confusión provocada por nuestra hybris tecnológica. O tal vez, apenas un paso más en la american way of life; el modelo de la cultura dominante, por doquier.

¿Vamos a seguir gastando el planeta como si fuera infinito? Nos parece ver en eso un significativa miopía abstracta; no ver los datos, sencillamente.

La modernidad hipertecnologizada nos ha impuesto la modalidad de No limits. Un rasgo cultural dominante en nuestra sociedad actual, fundamentalmente la de los países centrales, de las capas medias modernas y aggiornadas. La cuestión es dilucidar si tal presupuesto es fruto de la realidad (para todos  igual) o de cierto ombliguismo de la cultura dominante.

Tengo la impresión que la red cultural de nuestra modernidad es como una suerte de borrachera tecnológica, que nos impele, por ejemplo, a nuevos artilugios en los más variado ámbitos; la carrera del consumismo.

Llegar a entender que vivir bien, como viven los multibillonarios, es nocivo, ¿nos puede llevar a un ascetismo de tipo calvinista? Eso haría a la enmienda peor que el soneto.

Habrá que tenerlo en cuenta. Porque el calvinismo e ideologías de ese tenor han sido el fundamento para crear un confort aplastante para seres “elegidos” por encima de sus congéneres.

Y una pregunta, que anotamos como provisoriamente final: ¿cuál es la relación del mundo hiperdesarrollado de matriz occidental con China?

“Lo que sucedió en China durante muchos años es que invirtieron mucho y de manera inteligente en la capacidad de procesamiento para convertir ‘tierras raras’ desde la mina hasta el imán”, explica Allan Walton, profesor de metalurgia en la Universidad de Birmingham. [5]

Y Andrew Anglin, autor de la nota, recién citada, estima que “China abastece el 87% de las tierras raras [6] del mundo entero.

Que a su vez generarán nuevos problemas ambientales, probablemente agravados:

“Todo este proyecto verde es tan destructivo que incluso países del tercer mundo dicen «no podemos tener esta mierda en nuestro país, es demasiado venenosa».[7] (ibíd.)

Pero estamos lejos de agotar lo que tenemos en perspectiva: no hemos dicho ni una palabra de lo militar. Que nunca ha perdido protagonismo en la sociedad y que, con cierto aumento de las tensiones, de las escaseces, de los avances en conocimiento y conciencia, deviene un factor que puede ser primordial.

Baste recordar que el concepto de overkill se refiere a la “capacidad” que los arsenales de los países más pesantes –sobre todo los de armamento nuclear– tienen, para aniquilar a toda la humanidad. ¿Diez, cien o mil veces? Pero todos están contestes en que los armamentos ya existentes podrían eliminar TODA la vida humana… varias veces.

Nos consta que la vida vale más.

notas:

[1]  Suponemos que para ampliar su alcance empieza titulando el mensaje en inglés. La imposición del inglés como lingua franca se hace, como dicen los gallegos «a la chita callando”; conocen, conocemos,  la eficacia de tal método. Tenemos, por ejemplo,  a los veintitantos estados de la Unión Europea, ahora sin miembro anglófono alguno, que se intercomunican en inglés. Se sobreentiende que los europeos, la vanguardia cultural, tecnológica, idiomática, del mundo –así son percibidos por algunas tradiciones culturales y se perciben a sí mismos– no va a andar usando otra lengua.
[2]  La mitad de los desechos domiciliarios son restos alimentarios (que ya no son alimenticios). En una ciudad como el GBA son entre 8 000 y 15 000 toneladas diarias. Leyó bien. En  una como Montevideo, varios centenares de toneladas. Eso es lo que suele aglomerarse en montañas de restos (que en general son mucho más tóxicos, porque con los residuos alimentarios van los restos de plásticos, papeles, ropas, adminículos metálicos, cartones,  estuches, vidrios, medicamentos.

Una separación rescatando para compostar solo los restos alimentarios de origen vegetal, generaría un humus inmenso, fértil, que permitiría ganar tierra y consiguientemente afianzar cultivos. Era la tarea normal y cotidiana de casi todos nuestros abuelos viviendo no sólo “en el campo” sino en poblados pequeños.

[3]  Tendríamos que decir kilómetros –un acuerdo sobre medidas del siglo XVIII que se generalizó en Occidente– pero el mundo rico de habla inglesa y sus empresas, para hablar de profusión de viajes  lo hace en millas.

[4]  En las decenas de miles de productos químicos diseñados por humanos, apenas un bajo porcentaje, alrededor de un 10%, tiene lo que podría llamarse una ficha técnica, identitaria, acerca de sus cualidades. Todo el resto tiene apenas el reconocimiento de una función o el puñado de características por las cuales ha sido diseñado. Si ese producto tiene otros rasgos tóxicos o contraproducentes en algún sentido… se descubrirá en su aplicación. Que podría ser, así, catastrófica. Es lo que ha pasado con la talidomida o el Vioxx, con los clorofluorocarbonados, el teflón, el DDT y un largo etcétera.

[5] https://www.unz.com/aanglin/china-has-total-ability-to-thwart-the-idiotic-green-agenda-that-western-anti-china-lunatic-are-pushing.

[6] Se trata de materiales en general descubiertos recientemente, y devenidos básicos en celulares, turbinas de molinos de viento, lámparas fluorescentes que ahorran energía, vehículos híbridos, fibras ópticas…

[7] Ibíd. Aclaro que esta referencia al escepticismo del Tercer Mundo a implantar en sus territorios proyectos altamente contaminantes no se aplica al menos en dos países que conozco: Argentina y Uruguay. Cuyos dirigentes, diferentes entre sí, confían en las inversiones, promesas y apropiaciones del capital transnacional. En el despojo, en suma. Uruguay hace hoy un ejercicio práctico de esa entrega que deviene fácilmente en despojo: nuestro país carece, mejor dicho perdió el agua potable de toda la zona central del país, la capital incluida, por afanarse en hacer (pésimos) negocios con transnacionales que se adueñan del agua. Esas transnacionales siguen contando con agua potable o potabilizable en sus usinas, a diferencia de los habitantes comunes, que reciben un agua de pésima calidad sanitaria (no recomendada para hipertensos ni cardíacos ni con afecciones urinarias, que tampoco sirve para cocinar.

Publicado en Agronecrófilos, Centro / periferia, Ciencia, Destrozando el sentido común, Globocolonización, Salud. Y enfermedad, Sociedad e ideología, Teoría del conocimiento, Uruguay

El colonialismo mental sigue en pie

Publicada el 01/08/2023 por ulises

DEL CONTINENTE INDOAFROLATINOAMERICANO

por Luis E. Sabini Fernández

Los países con origen colonial tienen una doble, triple, múltiple carga para deslastrarse.

Fijémonos en los países sudamericanos (y dejemos por un instante al margen las otrora llamadas Guayanas, cuyo proceso poblacional es todavía más enrevesado).

Colonialistas ibéricos, del extremo oriental de Europa, se posesionaron por orden divina, y terrenal del Papa, de estas vastas tierras con sus pobladores incluidos. Pobladores no europeos ni cristianos y por lo tanto tratados como enseres.

Lo primero que sobrevino fue una merma poblacional brutal (entre los “indios”, claro). No sólo mediante matanzas, a las cuales los colonizadores fueron muy propensos, sino también producidas por el choque intercultural y las diferencias entre los respectivos microorganismos de recién llegados con los asentados endémicamente en el continente y su población.

Los ibéricos que en los siglos xvi, xvii y xviii despojaron todo lo (poco) que pudieron robando para la Corona, fueron reconfigurándose. Se forjaron sociedades de criollos. Para todos los gustos; hubo quienes se mantuvieron apegados al origen transatlántico y otro caudal en constante crecimiento fue generándose con conciencia americana. Un tercer sector, menor pero muy movilizado, había empezado a sentir la importancia de otros centros imperiales, como el francés, pero sobre todo el inglés. Y con el paso de las décadas, con la emancipación de EE.UU. respecto de su  raíz anglo, los mismos EE.UU. pasaron a ser también otro referente para muchos criollos del sur.

Artigas, por ejemplo, conocerá ideas federalistas, que tendrán mucho que ver con su estrategia política, la Liga Federal, conectando políticamente a la Banda Oriental, la Mesopotamia y Santa Fe. También llegarán al Plata las nuevas ideas políticas con la Revolución Francesa de 1789 y todo ello hará que muchos políticos platenses  vayan sustituyendo ideas de representación mediante estamentos o corporaciones, de impronta medieval, por el voto directo y personal, individual, característico de lo que llamamos modernización.

La sociedad colonial establece grandes diferencias de valor y significación social para sus habitantes. Mucho trabajo esclavo, por ejemplo.

¿Cuándo empieza a surgir un espíritu de resistencia, de incomodidad ante el poder establecido en las capas “importantes” de nuestras sociedades coloniales, entre los blancos europeos o criollos? Será ante el descalabro de la corona española, por ejemplo, con la invasión napoleónica de 1808. Desde entonces, irá creciendo un desasosiego americano (las rebeliones de las naciones aborígenes vienen desde mucho antes, desde siempre, y en general, no se plegarán a los movimientos rebeldes de los blancos europeos)[1] que aumenta su intensidad a partir de 1810.

Lo característico de la rebelión sudamericana desde 1810, fogoneada inicialmente desde Buenos Aires, es que será contra el poder opresor extranjero y remoto,  pero sin la menor consideración hacia capas sociales al margen de los núcleos dirigentes. Convertida en revolución, permanecerá como revolución de minoría propiamente dicha, “y a mucha honra”.

Eso distingue los pujos revolucionarios sudamericanos de los habidos en otras sociedades más o menos simultáneas, o incluso anteriores, donde se apostara por cierto igualitarismo, por cierto universalismo. La marejada revolucionaria sudamericana de 1810 llegará, por ejemplo, a la libertad de vientres; es decir a una legalidad nueva donde no se nazca esclavo. Pero los esclavos permanecerán tales (reasegurando que la esclavitud se extinguirá tras décadas…), sin alterar las expectativas materiales de los actuales esclavistas.

Uno de los escasísimos documentos del período revolucionario sudamericano, que bregará por cierto igualitarismo, atención a los más necesitados, será el Reglamento de Tierras encarado por Artigas; “Reglamento Provisorio de la Provincia Oriental para el Fomento de la Campaña y Seguridad de sus hacendados”, “para que los más infelices sean los más privilegiados”: “los negros libres, los zambos de igual clase, los indios y los criollos pobres, todos podrán ser agraciados con suertes de estancia si con su trabajo y hombría de bien propenden a su felicidad y a la de la Provincia. Serán igualmente agraciadas las viudas pobres si tuvieren hijos y serán igualmente preferidos los casados a los americanos solteros y estos a cualquier extranjero”.

Puesto en práctica a mediados de 1815, valiéndose de tierras “realengas” o expropiadas “a malos europeos y peores americanos”, esa reforma agraria se truncó en  medio de las guerras intestinas que caracterizó el período en que Artigas y el federalismo enfrentó al Directorio porteño. Su efecto, empero, se hizo sentir, pues consta que al menos durante el resto de todo ese siglo XIX los dueños despojados de tales tierras, procuraron, con ejércitos de abogados a su servicio, recuperar aquellas “suertes de estancia”, y así restablecer el latifundio tal cual lo había gestado la sociedad blanca privilegiada hasta 1810, sobre todo a costa de los territorios arrebatados a los naturales de la Banda Oriental (igual que en Argentina tras la “Conquista del Desierto”, 1879).

Podríamos enunciar que el levantamiento criollo contra la Corona (en rigor fue contra la corona española usurpada por Bonaparte que quiso instaurar otra corona, ésa sí claramente rechazada por los españoles, tanto los peninsulares como los indianos), no tuvo ninguna perspectiva, digamos solidaria;  era el levantamiento de un grupo social privilegiado que veía en peligro sus privilegios y se jugó a mantenerlos (y aumentarlos con mejores socios, como Inglaterra en lugar de España).

Eso explica que en los nuevos países americanos,  como Argentina (y poco después Uruguay), el latifundio haya sido piedra basal de la estructura de propiedad. Sostenido, además, con una absolutización del “sagrado de la propiedad privada” que no existe ni siquiera en las sociedades capitalistas europeas.[2]

Los levantamientos y la gesta independentista en estas tierras no tienen parentesco alguno con levantamientos obreros o campesinos, por ejemplo en  Europa en los siglos xviii o xix, luchando por la igualdad (Babeuf, levellers, ludditas).

Está nítido el motivo: éstas últimas son rebeliones contra opresiones generadas desde el privilegio; lo que sobreviene en Buenos Aires, y en general en las colonias sudamericanas que irán logrando la independencia, es una lucha de privilegiados para mantener privilegios, pero administrándolos.

Una oligarquía  ya más americana que hispana, entrará en rebeldía para adueñarse del poder económico (y consecuentemente político pero sin intención alguna de compartir ese poder con sectores de la sociedad ajenos al poder de la gente “como uno”, “decente”. Asì, la independencia consolidará el poder económico ya establecido y lo reafirmará, consolidando el latifundio.

Y aquellas aguas traerán estos lodos. Dos ejemplos, bien recientes: el trigo transgénico y el INTA ante el programa SPRINT.

1. EL TRIGO TRANSGÉNICO ABARATA ENVENENANDO

Alrededor del 2000 por la polémica desatada con la expansión de los alimentos transgénicos, los grandes consorcios que los impulsaban; Monsanto, Bayer, Syngenta, se avinieron a una demanda social que ganó mucho espacio cultural entonces resistiendo la técnica transgénica en franca ofensiva. Se llegó entonces a una suerte de descansillo; se aceptó como hechos consumados soja y maíz transgénicos, pero a la vez se logró el compromiso de tales consorcios de no iniciar la producción de trigo y arroz transgénicos. No se logró ningún acuerdo formal, apenas una concesión oral ante las organizaciones campesinas internacionales, como Vía Campesina, el MST brasileño, la Conféderation Paysanne de Francia y diversas organizaciones rurales asiáticas. Apenas una tregua.

Esa especie de status quo fue repentinamente violado por dos países, llamativamente próximos entre sí: Uruguay y Argentina. En el mismo año, 2020,  sus autoridades, digamos nacionales, proclaman la puesta a punto de trigos transgénicos (con cualidades transgénicas vinculadas a la tolerancia a diversos biocidas, como el glufosinato de amonio). Los veinte años no habían pasado en vano. Los consorcios transgénicos y sus laderos dan el golpe sorpresa y “se la llevan toda”.

2. INTA ANTE EL PROGRAMA SPRINT

En el marco de la FAO, es decir de la ONU, hace unos años se generó una entente con representación de varios estados europeos más la Argentina, dedicada al mapeo de los agrotóxicos entre los consumidores de los alimentos resultantes de la producción industrial y masiva.

Objetivo delicado si lo hay, esto de que organizaciones y redes transnacionales dedicadas a la modernización de la agricultura alcancen una instancia crítica observando el fruto de su propio accionar. El proyecto generado, SPRINT, parece haber dado por resuelto que la verdad es más importante que la protección de intereses creados, puntos de vista, preceptos de trabajo.[3]

SPRINT encaró, por ejemplo,  el mapeo humano en los pueblos fumigados de la provincia de Buenos Aires, y entonces estalló el cortocircuito: INTA no aprueba ese estudio y le quita todo auspicio.  Es curioso ver el miedo pavoroso ante la verdad, en el mismísimo campo de la hipermodernidad agropecuaria. El INTA borra una reunión en junio 2023, programada para conocer dicha investigación, y el 5 de julio el INTA suspende el capítulo argentino del proyecto SPRINT ¡e inicia un sumario contra sus responsables! [4]

El motivo resulta peculiar: según Naturaleza.ar, INTA no habría advertido que las investigaciones iban a llegar a ponderar el alcance que los agrotóxicos tienen en seres humanos. Argumentación bizarra, por decir lo menos, considerando que Argentina, junto con EE.UU., son los primeros y únicos dos países del mundo que iniciaron los cultivos transgénicos en el siglo XX. Y que Argentina conoció el estremecedor testimonio del formidable fotógrafo Pablo Piovano, que recorriera hace unos años “el país de la soja” registrando el daño de los agrotóxicos en los seres humanos.[5]

Vale la pena reparar cómo se ha generado conflicto desde una instancia de evaluación que pertenece por entero a la modernización hipertecnologizada, que se ha desentendido de consecuencias no deseadas pero insoslayables, provenientes de una política empeñada en producir con prescindencia de toda consideración sanitaria.

El latifundio que hace dos siglos desechaba “negros” y “marrones”; desecha ahora niños pobres de los pueblos de provincia.

Es llamativo que no se hayan rastreado los motivos del aumento desproporcionado de escuelas diferenciales, por ejemplo en Misiones, para niños “con capacidades diferentes” (Trastorno del Espectro Autista (TEA) y Trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). [6]

Tendríamos que decir basta a conspiraciones de silencio. Pero sabemos que no es nada fácil. Porque “los que tienen la vaca atada” cuentan con la ignorancia generalizada, la dificultad para rastrear causas y la confianza por inercia hacia lo que “las autoridades” afirman.

Pero, como decía Mario Benedetti, “el abajo se mueve”.

[1]  Hay una excepción, y es la resistencia de los aborígenes que, al menos parcialmente, compartirán la rebelión con Artigas en el territorio de la Liga Federal (los ya nombrados territorios de la Mesopotamia y el Uruguay).
[2]  En países con régimen absolutista, como Suecia, en los albores de la modernidad, la propiedad privada estaba sujeta al bien general y en los siglos xvi y xviii, la monarquía  dispuso sendas reasignaciones de tierras a campesinos para mejorar el erario público. Algo que ha quedado afuera de las cabezas de nuestras clases poseedoras. Lo más cercano aquí se podría rastrear, hace ya más de un siglo, en El Grito de Alcorta, pero aun cuestionando el expolio de los propietarios a los trabajadores de la tierra, ese Grito no llegó a alterar, ni siquiera plantear, la tenencia de la tierra. “Sagrada”. El Grito fue ahogado con asesinatos (impunes).
[3]   Naturaleza.ar, 17 julio 2023.
[4]  Ibíd.
[5]  Repare el lector que si se han podido registrar los daños sobrecogedores de tales venenos en seres humanos, con quienes, aunque insuficientes, se toman medidas semiprotectoras, el daño producido en la vida silvestre y no humana en general, debe ser todavía mucho mayor. Piovano es a la contaminación agrocida generada por la codicia del lucro lo que las Madres de Plaza de Mayo han sido a la dictadura atroz de 1976. Solo que MPM han sido socializadas, lo de Piovano no (no tanto, al menos).
[6]  El Territorio, Posadas, 31 julio 2023.

 

Publicado en Agronecrófilos, Argentina, Ciencia, Globocolonización, Salud. Y enfermedad, Sociedad e ideología, Uruguay

URUGUAY: Lacalle Pou, ¿águila o paloma? BORRANDO EL PASADO, NUBLANDO EL PRESENTE

Publicada el 18/07/2023 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández –

23 JUN 2023

Nuestro inefable presidente, Luis Lacalle Pou, cual demiurgo temporal, tras decisiones gubernamentales que configuran el incognoscible futuro de nuestro país, concedió a un consorcio transnacional 60 años de administración portuaria –con lo cual su firma tiende a embretar las de los próximos doce presidentes–. Ahora ha decidido también por sí y ante sí, modificar el pasado.

Por supuesto que, como siempre, con las mejores intenciones y en aras de los más altos objetivos. Invocando la paz, no para concretarla pero sí para reverenciarla.

Lacalle Pou, decide que la enorme escultura en bronce del águila “guerrera” –emblema nazi– con su gigantesca esvástica, que fuera extraída de los restos del acorazado de bolsillo Graf Spee, hundido en aguas territoriales uruguayas, cerca de la costa montevideana, sea fundida y trasmutada en paloma de la paz (para lo cual, cuenta finalmente con la aquiescencia de tal vez el escultor estrella vivo de mayor renombre en nuestro país).

Enfrentando o mejor dicho, ignorando el significado histórico que podría tener rescatar todos los restos del Graf Spee, incluyendo el águila en bronce, nuestro presidente opta por la apuesta ideológica y militante: desconocer el pasado, basándose en un planteo que sabe caro a todos los poderes más o menos satisfechos del presente. Porque ya sabemos que todo poder establecido se convierte en defensor nato y neto de la paz: la paz es lo que asegura lo conseguido, lo establecido. En  este aspecto, no figura si lo que se ha obtenido es justo o no; es lo que se ha obtenido.

Tal lo acontecido, históricamente, con la pax romana, la pax britannica. Y es de ese mismo modo, que  la dirigencia de EE.UU. ha invocado durante décadas “su” pax americana.

La decisión presidencial nos lleva directamente a George Orwell y su visión de los reconstructores del pasado. Ingsoc, el pesadillesco estado omnipresente de 1984, tenía su Dpto. de Actualización Histórica, que refrescaba la memoria de acuerdo con una geoestrategia imperial siempre presente. Y si ayer había servido tener un pasado condenando un acontecimiento, hoy la coyuntura podía necesitar borrar ese pasado condenatorio y tener, por ejemplo, uno nuevo que glorifique otro punto de vista, de pronto opuesto al anterior. Porque lo que importa no era reconocer la veracidad de lo acontecido sino ajustarse a las necesidades de la coyuntura presente. Y para Luis Lacalle Pou, ¿hay algo más importante que santificar el credo geopolítico actual? ¿Cuál es? La paz, ya todo el mundo lo sabe, al menos desde que “los rusos invadieran”.

Repasemos la historia inmediata: ¿el mundo occidental defiende otra cosa? ¿Qué fue sino defender la paz arrasar Irak y asesinar a su líder, frustrando la formación de una bolsa de monedas para el negocio transnacional del petróleo arrebatándole al dólar su monopolio? ¿O invadir Libia y asesinar a su vez a otro líder empecinado en forjar una moneda panafricana que claramente desafiaba el área dólar? ¿Acaso EE.UU. ha defendido otra cosa que la paz al invadir Panamá para cortar de raíz el populismo de un exlugarteniente suyo?

Y cuando el eje EE.UU. y su chirolita UE inicia su política de incorporación de Ucrania –valiosísimo granero de Europa– al “mundo occidental”, angostando un poco más el “cerco sanitario” establecido a la Rusia exsoviética, y Putin reclama un derecho de “autodefensa” al estilo del esgrimido por EE.UU. para sus tantas incursiones (las nombradas o Haití, Granada, Colombia, República Dominicana, Siria e incontables etcéteras), la lógica institucional que caracteriza a la mayoría de las representaciones nacionales de la ONU, soslaya semejante demanda y Putin, con torpeza, invade Ucrania, carente del experimentado oficio interventor que caracteriza a EE.UU. en sus frecuentes incursiones internacionales.

Y esta invasión, rusa, sí, puede ser duramente criticada.

 

La decisión presidencial ha recogido el beneplácito de quienes albergan sin duda la misma noción de omnipotencia que ha caracterizado al presidente con su nueva alquimia. Como siguiendo las leyes del perro de Pavlov, “Roby Schindler, presidente del Comité Central Israelita del Uruguay, dijo que para él es una ’idea maravillosa’ y una ‘muy buena noticia’ la metamorfosis del símbolo nazi.  ‘Es un elemento de odio y de guerra que se transforma en un elemento de paz’.[1]

Pero afortunadamente el úkase presidencial ha encontrado también reparos en el país: lo cual es muy reconfortante.

Claudio Invernizzi, por ejemplo, precisó: “Es un disparate. Esa águila, tan brutal y amenazante, es una señal histórica de la barbarie a la que es capaz de llegar la especie. Transformar un pájaro no transforma a la humanidad, la disimula. Y borrar la simbología del horror, alienta al horror.[2]

Y si la primera parte de su planteo es valioso y nítido, su segundo momento es todavía más sabio porque revela no sólo la inanidad del proyecto sino su misma toxicidad. Si borramos un horror, estamos alentando a repetirlo. Se nos incapacita para generar la resistencia.

De ese modo, estaremos más débiles para rechazarlo al presentarse. Porque no lo hará con las consabidas ropas del pasado: la nueva intolerancia, no se vestirá de Tercer Reich, obviamente.[3]

Ya sabemos cuán cargados estamos al día de hoy de cancelaciones. Y ésas no recaen sobre los casi inexistentes nazis, por cierto.

 

[1]  Declaraciones recogidas por Perfil, Bs. As., 17 jun 2023: https://www.perfil.com/noticias/

noticias/la-polemica-por-la-transformacion-del-aguila-del-graf-spee.phtml?__vfz =medium%3Dstandalone_content_recirculation_with_ads

[2]  Ibíd.

[3]  Tenemos un ejemplo patente y patético al otro lado del río: Javier Milei se presenta como libertario y postula una serie de medidas draconianas, carentes de toda liberalidad; usar “modelo motosierra” para reducir gastos del estado, dolarizar la moneda nacional y ejemplifica como medida para “liberar”, instaurar un mercado de venta libre de órganos. Como en su momento Behring-Breivik, es un rendido admirador del modelo israelí.

Publicado en Conocimiento, Globocolonización, Palestinos / israelíes, Poder mundializado, Sociedad e ideología, Uruguay

¿Es antisemita criticar al Estado de Israel?

Publicada el 18/07/2023 - 18/07/2023 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández –

31 mayo 2023

Desde que la IHRA  (International Holocaust Remembrance Alliance, alianza Internacional para el recuerdo del Holocausto) redefinió el antisemitismo ya no como rechazo a lo judío propiamente dicho sino como rechazo también a lo israelí, se ha producido una ola de antisemitismo en el mundo, sin precedentes, por su alcance.

En Argentina esto ha tomado vuelo con la acusación judicial de Waldo Wolff contra Horacio Pietragalla. Estamos hablando del secretario de Asuntos Públicos porteño y del secretario de Derechos Humanos de la Nación respectivamente, y la acusación tomó cuerpo en este mismísimo mes de mayo, 2023.

Nos tememos que pese a que el IHRA debe considerarse conocido urbi et orbi, vale la pena describir qué hay detrás de la sigla, que imaginamos conocerá apenas un puñado mínimo de gente.

International Holocaust Remembrance Alliance, Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto, es una organización fundada en 1998. Considerable rezago, si tenemos en cuenta que se invoca lo acontecido durante el nazismo, más de medio siglo antes

También resulta notable advertir que “la solución final” esgrimida por el nazismo en 1942 se “socializó” con el nombre de “Holocausto” no en 1945, al fin de la 2GM, como uno podría imaginar, sino cuando Hollywood produjo un material fílmico que sensibilizó multitudes. En 1978, con la serie (episodios) Holocaust. Dos aspectos de la cuestión fueron marcados mediáticamente: un universo concentracionario con la muerte como protagonista y su misma designación.

¿Por qué se tardó más de tres décadas en generalizar una designación que “los hechos históricos presentados” nos inducen a creer fue algo inmediato?

¿Y por qué se tardó en total más de medio siglo (1945-1998) para instaurar una institución referida a tan claro acontecimiento?

No vamos a creer que fue por falta de fondos o de apoyos mediáticos. Si algo se vio durante los juicios de Nüremberg de 1945 (no los nazis, de 1935, en la misma ciudad, sino los del estrado judicial montado por las potencias vencedoras al fin de la 2GM), es que todo se orquestó sin dificultades y que su estructura administrativa fue tripulada por judíos. Algo que le hizo comentar a miembros del Ejército de EE.UU., durante las sesiones de los juicios que semejante empeño, aunque laudable y comprensible, resultaba lesivo para la credibilidad de las instancias de los juicios y que habría sido mejor dejar cubiertas algunas áreas por personal de diversas procedencias, para otorgarle mayor respetabilidad a lo obtenido.

Desde 1945 hasta bien entrada la década de los ’70 la visión de la peripecia vivida por judíos, y gitanos, homosexuales, socialistas, cristianos, comunistas, anarquistas bajo el 3er. Reich, recibió diversos calificativos, uno de tantos, holocausto.[1] Tras la 2GM uno de los calificativos más empleados, procurando justipreciar el alcance del daño fue genocidio.

Más allá de los calificativos de lo acontecido durante el Reich nazi y lo acontecido en sus campos de concentración, el IHRA irrumpe con la ampliación de la noción de antisemitismo refiriéndola a Israel.

Vale la pena repasar la caracterización del antisemitismo de IHRA:

  • el antisemitismo es una cierta percepción de los judíos que puede expresarse como el odio a los judíos;
  • las manifestaciones físicas y retóricas del antisemitismo se dirigen a las personas judías o no judías y/o a sus bienes;
  • las manifestaciones pueden incluir ataques contra el Estado de Israel concebido como una colectividad judía;
  • sobre el poder de los judíos como colectivo, por ejemplo, aunque no de forma exclusiva, el mito sobre la conspiración judía mundial o el control judío de los medios de comunicación;
  • culpar a los judíos como pueblo o a Israel, como Estado, de inventar o exagerar el Holocausto;
  • acusar a los ciudadanos judíos de ser más leales a Israel, o a las supuestas prioridades de los judíos en todo el mundo, que a los intereses de sus propios países;
  • establecer comparaciones entre la política actual de Israel y la de los nazis;
  • considerar a los judíos responsables de las actuaciones del Estado de Israel.

 

Es una larga, aunque seguramente incompleta enumeración de lo que el IHRA se propone denunciar como “antisemita”. Es una mezcla que no ayuda ciertamente a esclarecer sus zonas vidriosas o de conflicto.

Denuncia que el Estado de Israel sea concebido como “una colectividad judía”. ¿Qué tendría que ser si no? ¿Un estado laico?, ¿una asociación gremial?

Repudia que los judíos sean vistos como colectivo  en los medios de comunicación. Pero es evidente que los trolls israelíes del periodismo ejercen una labor de consuno.

Luego de una matanza de largo alcance[2] en la Franja de Gaza a cargo de los militares israelíes que tuvieron la sinceridad o estulticia de bautizarla como “Operación Plomo Fundido” (2008-2009), casi enseguida salieron a los medios masivos con un nuevo estilo de argumentación, organizado desde The Israel Project. Global Language Dictionary, que se inicia con “un glosario de palabras que tienen efecto”. A GLOSSARY OF WORDS THAT WORK.

Estamos claramente ante un diseño militar de enfrentamiento, aunque en este ejemplo se ejerza a través de diccionarios (y palabras).

En el decálogo de prohibiciones que hemos transcrito, se niega que pueda haber judíos más leales a Israel que a sus países de origen. Nos guste o no, es un fenómeno bastante generalizado y no entendemos su negación, cuando incluye hasta sonados casos judiciales.[3]

Tampoco entendemos de dónde provendría la imposibilidad de comparar credos  racistas o políticas que privilegian una etnia sobre las restantes en una sociedad dada, como es el caso de Israel.

Uno de los “decálogos” inhibe toda consideración a que los judíos sean responsables “de las actuaciones del Estado de Israel.” ¿Y entonces? ¿Serán responsables de las actuaciones de Dinamarca, Senegal o Bolivia? Y en Israel, ¿quiénes serán los responsables? ¿Chiítas, budistas, católicos, librepensadores?

En resumen: no entendemos lo que pretende IHRA. Y lo que pretende y entendemos es ominoso. Un descaro político sin precedentes: la política como impunidad. Y la sustitución del análisis y la  crítica política por un listado de “prohibido pensar”.

¿De qué acusa Wolff a Pietragalla? “[…] de afirmar que la existencia de Israel es un proceso colonizador y racista luego de participar oficialmente en una muestra fotográfica que recuerda la ‘Nakba’, el masivo éxodo palestino que se produjo tras la fundación del estado israelí.”

¿Sostiene acaso Wolff que Israel no tuvo un proceso colonizador y racista? ¿Qué fueron las alliah, por ejemplo? ¿Y el requisito para integrar kibutzim, exclusivamente con judíos? ¿Cómo se llama eso en castellano? Me da la impresión que Pietragalla conoce en este caso mejor nuestro idioma.

”Wolff alegó que las declaraciones del funcionario ‘se dirigen a las instituciones de las comunidades por lo que son consideradas antisemitas’.” Aquí, quien no parece entender el castellano o desconocer causalidades es el autor de este abordaje, o quien lo transcribe. No captamos porqué serían algunas instituciones, “antisemitas”.

A las dificultades idiomáticas de la última impugnación de Wolff tenemos que agregar nuestro trastorno ante su manejo temporal: sostiene que no se puede aceptar lo que ve como una excusa: que Pietragalla se solidarice con “una conmemoración tardía”.

¿Qué significa esto de conmemoración tardía?  Nakba alude a la fecha de cuando Israel generaliza su Plan Dalet (15 mayo 1948). Un plan a sangre y fuego, con miles de muertos y cientos de miles de desplazados. Sostiene Wolff: “no es necesario sostener que la existencia de Israel es un proceso colonizador y racista”, para adueñarse por la fuerza del territorio palestino.

“No es necesario sostener… ¿porque es falso? o ¿porque es inconveniente? Y si Israel no fuera un estado colonialista y racista (prácticamente conceptos intercambiables), ¿cómo y por qué se habría producido la Nakba?

Wolff no pide poco. Cree rastrear un kirchnerismo antiisraelí oculto (tal vez expresado entonces, en los ‘40 como peronismo) porque Argentina no apoyó en 1948 el informe de la ONU sobre la cuestión palestina… y lo hizo… en 1949. Por otra parte, la Argentina “peronista” acogió en su territorio amplio contingente de judíos desplazados o perseguidos en Europa (recordemos que Argentina fue, antes del auge del sionismo, asiento de muchos judíos desplazados en países europeos).

Aunque en 1948 buena parte de los llamados estados latinoamericanos aprobaron el informe mayoritario de la ONU, varios lo hicieron, como Argentina, al año siguiente; Colombia, Chile, México, Honduras, El Salvador, sin que se conozca de ninguna agresividad manifiesta antiisraelí.

En resumen, lo que incomoda a Wolff es que Pietragalla haga referencia a aspectos fácticos, incontrovertibles como el hecho colonial y su hermano siamés, el racismo, y no se atenga a lo suscrito por el gobierno argentino;[4] el reconocimiento de la definición de “antisemitismo” que de unos años a esta parte difunde el Estado de Israel y sus más próximos aliados por todas partes y que consiste en negar muchas de las críticas “sensibles” al Estado de Israel, su historia, su fundación, sus presupuestos.

La DAIA también había criticado a Pietragalla, exactamente por lo mismo y Wolff recoge ese cuestionamiento, “por criminalizar al Estado de Israel y deslegitimar su derecho a la existencia”.

Pero más allá de los epítetos y calificaciones, es saludable atenerse a los hechos históricos, Y tales nos dicen que los sionistas se apoderaron tras una operación militar de casi todo el territorio palestino, que NO coincide ni siquiera con la división entrevista por la ONU, que ya era de por sí altamente favorable a un futuro estado israelí,  brindando un 53% de un territorio vivido por una minoría judía. El Plan Dalet llevó la superficie del futuro estado judío al 78% de la Palestina histórica. Es decir el plan sionista se desentendía del ofrecimiento de la ONU y hacía “su propia cosecha” manu militari. Basado en el sufrimiento judío a manos del nazismo. Los palestinos –musulmanes, cristianos y en un primer momento, hasta judíos– se preguntaron y les preguntaron a las “autoridades” onusianas por qué debían los palestinos pagar “los platos rotos” de conflictos ajenos.

No hubo respuesta.

Lo que sí hubo, fue el trámite “habitual entre vencedores y vencidos, y particularmente, entre pueblos señoriales y pueblos a los que el poder planetario no les concedía entidad, personalidad, madurez. Al respecto, es muy instructivo leer los argumentos de la progresía onusiana a fines de los ’40 sobre este conflicto.

Escribe Jorge García Granados, embajador guatemalteco ante la ONU y designado como jurista de abolengo para atender el diferendo: “los árabes sostienen que Palestina fue cedida a la parte interesada: la población del país para ellos. Pero el art. 1 del Tratado de Lausanna establecía la renuncia de los turcos [… y ninguna referencia a favor de los habitantes].

El equipo jurídico onusiano estaba administrando ‘los bienes mostrencos’ que la derrota de Turquía (y de Alemania y Austria) tras  la 1GM dejaba “libres”.

Y García Granados no encuentra pasaje alguno del tratado entre vencedores y vencidos en que se establezca  […] “que ellos [los palestinos] son parte interesada.” Y el certero jurista apela entonces:   “[…]  los principios generales […] sólo los estados soberanos pueden ser sujetos en el derecho internacional.” [5] Queda claro entonces que los palestinos, pese a su brega independentista, su lucha por la emancipación (local o panárabe) pueden ser ignorados. Porque el derecho internacional le da fuerza de ley a los estados ya constituidos (que no la han perdido por ser derrotados). En resumen, que el Reino Unido, que acaba de cederles el territorio al ejército israelí, o EE.UU. con su despliegue geopolítico transncontinental, son los que deciden.

Esto es historia. Con lagunas, inevitablemente, pero sin prohibiciones previas.

[1]   Calificativo equívoco si lo hay, puesto que bíblicamente el holocausto fue la ofrenda de animales sacrificados por los rabinos a su dios.

[2]  Me refiero a operaciones militares de artillera y bombardeo en ciudades y barriadas palestinas civiles pobladas con resultado de centenares de niños masacrados, por ejemplo, y población civil en general. Magnitud: miles de seres humanos matadas.

[3]  Caso Pollard, EE.UU., 1998. No es el primero ni el último.

[4]  El gobierno argentino adoptó la definición de antisemitismo de IHRA en 2020, equiparando así  antisionismo con antisemitismo.

[5]   “Fundamentación” en Así nació Israel, Biblioteca Oriente, Buenos Aires, 1949.

Publicado en Destrozando el sentido común, General, Palestinos / israelíes, Poder mundializado, Política, Sociedad e ideología

La dolarización: el mantra de una peculiar soberanía

Publicada el 18/07/2023 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández

23 mayo 2023

Javier Milei quiere dolarizar la Argentina. Una entrevista radial (La Red Informativa, 16 05 21). Y quiere “abolir” el Banco Central.

La mayoría de las monedas son malas, espantosas, dice.

Y Argentina tiene muchos pesos y pocos dólares.  Milei propone suprimir los pesos, yéndolos a cambiar por dólares. Las autoridades nacionales que procedan a semejante cambio necesitarán tener el circulante (10 mil millones de dlrs. equivalente del circulantes argentino actual) y más 30 mil millones de dólares que constituye la deuda vigente)  para proceder a ese “cambio de moneda”. Que Milei evalúa, redondeando en 500 x 1.

Y para ese “cambio fundacional” Milei propone un prestamista que le otorgue al país esos dólares (miles de millones). Privado. No da nombres. Pero asegura viabilidad y alcanzar la situación “envidiable” de Ecuador (también menciona la de Panamá…).

El periodista, totalmente subalternizado ante seguridad “tecnocientífica” de Milei alcanza a preguntar, tímidamente, si el FMI aceptaría que Argentina cambie de moneda y pase su economía “nacional” al dólar.

Y viene la respuesta inefable de Milei; -¿cuál es el problema que Argentina, haciendo ejercicio de su soberanía nacional, incorpore el dólar como su moneda?

 

Obsérvese el juego de los espejos en que hemos sido introducidos para que cueste tanto llegar a la verdad desnuda:

el FMI fue creado en 1944 como órgano de control internacional financiero de EE.UU.,  victorioso, para asentar el dominio del mundo y acceder, finalmente a un american century; un siglo bajo su batuta  tecnológica, comunicacional, idiomática, comercial, exportadora de un modelo de sociedad (auto, coca-cola, rubias y Hollywood) y muchos otros etcéteras no menos importantes.

Por supuesto que jamás se dijo de modo expreso que era para “dominio del mundo”, faltaba más: iba a ser para atender las necesidades del mundo, ante las cuales EE.UU. se ponía a disposición.

Afortunadamente hubo estrategos que siquiera en documentos reservados aludieron a la verdad de la milanesa: George Kennan, por ejemplo, una suerte de Henry Kissinger de mediados del siglo XX –el momento en que EE.UU. se vio glorioso vencedor de la 2GM, prácticamente invicto y solo– lo ponía en blanco sobre negro: “[…] Tenemos alrededor del 50% de la riqueza del planeta pero sólo el 6,3% de su población. Esta disparidad es particularmente grande, como la que tenemos nosotros mismos y los pueblos del Asia. En esta situación, no podemos dejar de ser objeto de envidia y resentimiento. Nuestra tarea más real y efectiva en el período que se aproxima es establecer un esquema de  relaciones que nos permita mantener esta posición de disparidad sin detrimento de nuestra seguridad nacional. Para hacerlo, tenemos que sacudirnos todo sentimentalismo o andar soñando despiertos; y nuestra atención tendrá que concentrarse en todas partes en nuestros objetivos nacionales inmediatos. Necesitamos no engañarnos a nosotros mismos con que podemos darnos el lujo del altruismo y de beneficiar a todo el mundo.” [1] Se advertía claramente, que el adusto Kennan no quería saber de nada con “buenas intenciones” que muchos inocentes estadounidenses tenían a granel.

Volvamos a nuestro solucionador vernáculo. Milei “nos vende” que ejercemos soberanía para dolarizarnos. Es todo un recetario fiel a lo que Étienne de la Boétie describió y denunció hace unos cinco siglos (por favor, léase bien: medio milenio): la servidumbre voluntaria.[2]

Que seamos inferiores, periféricos, adventicios, pero que lo hagamos “plenamente”.

Una verdadera cabriola ideológica. Vendernos servidumbre como emancipación.

Lo triste en este pequeño juego de imágenes es que Milei dista mucho de ser  original. Ni único.

Porque vender servidumbre en envases de emancipación ha sido uno de los rubros más colocados, vendidos, propagados, difundidos (elija el lector el participio que juzgue más apropiado o frecuente).

[1]   Cit. p. @BenjaminNorton / history state gov/historical documents/frus/1948v01p2/d4, 1948.

[2]   Ensayo sobre la servidumbre voluntaria. Escrito en 1530, publicado en latín en 1571 y en francés, en 1574.

Publicado en Argentina, Centro / periferia, Destrozando el sentido común, EE.UU., Globocolonización, Sociedad e ideología

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