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Categoría: Sociedad e ideología

El colonialismo mental sigue en pie

Publicada el 01/08/2023 por ulises

DEL CONTINENTE INDOAFROLATINOAMERICANO

por Luis E. Sabini Fernández

Los países con origen colonial tienen una doble, triple, múltiple carga para deslastrarse.

Fijémonos en los países sudamericanos (y dejemos por un instante al margen las otrora llamadas Guayanas, cuyo proceso poblacional es todavía más enrevesado).

Colonialistas ibéricos, del extremo oriental de Europa, se posesionaron por orden divina, y terrenal del Papa, de estas vastas tierras con sus pobladores incluidos. Pobladores no europeos ni cristianos y por lo tanto tratados como enseres.

Lo primero que sobrevino fue una merma poblacional brutal (entre los “indios”, claro). No sólo mediante matanzas, a las cuales los colonizadores fueron muy propensos, sino también producidas por el choque intercultural y las diferencias entre los respectivos microorganismos de recién llegados con los asentados endémicamente en el continente y su población.

Los ibéricos que en los siglos xvi, xvii y xviii despojaron todo lo (poco) que pudieron robando para la Corona, fueron reconfigurándose. Se forjaron sociedades de criollos. Para todos los gustos; hubo quienes se mantuvieron apegados al origen transatlántico y otro caudal en constante crecimiento fue generándose con conciencia americana. Un tercer sector, menor pero muy movilizado, había empezado a sentir la importancia de otros centros imperiales, como el francés, pero sobre todo el inglés. Y con el paso de las décadas, con la emancipación de EE.UU. respecto de su  raíz anglo, los mismos EE.UU. pasaron a ser también otro referente para muchos criollos del sur.

Artigas, por ejemplo, conocerá ideas federalistas, que tendrán mucho que ver con su estrategia política, la Liga Federal, conectando políticamente a la Banda Oriental, la Mesopotamia y Santa Fe. También llegarán al Plata las nuevas ideas políticas con la Revolución Francesa de 1789 y todo ello hará que muchos políticos platenses  vayan sustituyendo ideas de representación mediante estamentos o corporaciones, de impronta medieval, por el voto directo y personal, individual, característico de lo que llamamos modernización.

La sociedad colonial establece grandes diferencias de valor y significación social para sus habitantes. Mucho trabajo esclavo, por ejemplo.

¿Cuándo empieza a surgir un espíritu de resistencia, de incomodidad ante el poder establecido en las capas “importantes” de nuestras sociedades coloniales, entre los blancos europeos o criollos? Será ante el descalabro de la corona española, por ejemplo, con la invasión napoleónica de 1808. Desde entonces, irá creciendo un desasosiego americano (las rebeliones de las naciones aborígenes vienen desde mucho antes, desde siempre, y en general, no se plegarán a los movimientos rebeldes de los blancos europeos)[1] que aumenta su intensidad a partir de 1810.

Lo característico de la rebelión sudamericana desde 1810, fogoneada inicialmente desde Buenos Aires, es que será contra el poder opresor extranjero y remoto,  pero sin la menor consideración hacia capas sociales al margen de los núcleos dirigentes. Convertida en revolución, permanecerá como revolución de minoría propiamente dicha, “y a mucha honra”.

Eso distingue los pujos revolucionarios sudamericanos de los habidos en otras sociedades más o menos simultáneas, o incluso anteriores, donde se apostara por cierto igualitarismo, por cierto universalismo. La marejada revolucionaria sudamericana de 1810 llegará, por ejemplo, a la libertad de vientres; es decir a una legalidad nueva donde no se nazca esclavo. Pero los esclavos permanecerán tales (reasegurando que la esclavitud se extinguirá tras décadas…), sin alterar las expectativas materiales de los actuales esclavistas.

Uno de los escasísimos documentos del período revolucionario sudamericano, que bregará por cierto igualitarismo, atención a los más necesitados, será el Reglamento de Tierras encarado por Artigas; “Reglamento Provisorio de la Provincia Oriental para el Fomento de la Campaña y Seguridad de sus hacendados”, “para que los más infelices sean los más privilegiados”: “los negros libres, los zambos de igual clase, los indios y los criollos pobres, todos podrán ser agraciados con suertes de estancia si con su trabajo y hombría de bien propenden a su felicidad y a la de la Provincia. Serán igualmente agraciadas las viudas pobres si tuvieren hijos y serán igualmente preferidos los casados a los americanos solteros y estos a cualquier extranjero”.

Puesto en práctica a mediados de 1815, valiéndose de tierras “realengas” o expropiadas “a malos europeos y peores americanos”, esa reforma agraria se truncó en  medio de las guerras intestinas que caracterizó el período en que Artigas y el federalismo enfrentó al Directorio porteño. Su efecto, empero, se hizo sentir, pues consta que al menos durante el resto de todo ese siglo XIX los dueños despojados de tales tierras, procuraron, con ejércitos de abogados a su servicio, recuperar aquellas “suertes de estancia”, y así restablecer el latifundio tal cual lo había gestado la sociedad blanca privilegiada hasta 1810, sobre todo a costa de los territorios arrebatados a los naturales de la Banda Oriental (igual que en Argentina tras la “Conquista del Desierto”, 1879).

Podríamos enunciar que el levantamiento criollo contra la Corona (en rigor fue contra la corona española usurpada por Bonaparte que quiso instaurar otra corona, ésa sí claramente rechazada por los españoles, tanto los peninsulares como los indianos), no tuvo ninguna perspectiva, digamos solidaria;  era el levantamiento de un grupo social privilegiado que veía en peligro sus privilegios y se jugó a mantenerlos (y aumentarlos con mejores socios, como Inglaterra en lugar de España).

Eso explica que en los nuevos países americanos,  como Argentina (y poco después Uruguay), el latifundio haya sido piedra basal de la estructura de propiedad. Sostenido, además, con una absolutización del “sagrado de la propiedad privada” que no existe ni siquiera en las sociedades capitalistas europeas.[2]

Los levantamientos y la gesta independentista en estas tierras no tienen parentesco alguno con levantamientos obreros o campesinos, por ejemplo en  Europa en los siglos xviii o xix, luchando por la igualdad (Babeuf, levellers, ludditas).

Está nítido el motivo: éstas últimas son rebeliones contra opresiones generadas desde el privilegio; lo que sobreviene en Buenos Aires, y en general en las colonias sudamericanas que irán logrando la independencia, es una lucha de privilegiados para mantener privilegios, pero administrándolos.

Una oligarquía  ya más americana que hispana, entrará en rebeldía para adueñarse del poder económico (y consecuentemente político pero sin intención alguna de compartir ese poder con sectores de la sociedad ajenos al poder de la gente “como uno”, “decente”. Asì, la independencia consolidará el poder económico ya establecido y lo reafirmará, consolidando el latifundio.

Y aquellas aguas traerán estos lodos. Dos ejemplos, bien recientes: el trigo transgénico y el INTA ante el programa SPRINT.

1. EL TRIGO TRANSGÉNICO ABARATA ENVENENANDO

Alrededor del 2000 por la polémica desatada con la expansión de los alimentos transgénicos, los grandes consorcios que los impulsaban; Monsanto, Bayer, Syngenta, se avinieron a una demanda social que ganó mucho espacio cultural entonces resistiendo la técnica transgénica en franca ofensiva. Se llegó entonces a una suerte de descansillo; se aceptó como hechos consumados soja y maíz transgénicos, pero a la vez se logró el compromiso de tales consorcios de no iniciar la producción de trigo y arroz transgénicos. No se logró ningún acuerdo formal, apenas una concesión oral ante las organizaciones campesinas internacionales, como Vía Campesina, el MST brasileño, la Conféderation Paysanne de Francia y diversas organizaciones rurales asiáticas. Apenas una tregua.

Esa especie de status quo fue repentinamente violado por dos países, llamativamente próximos entre sí: Uruguay y Argentina. En el mismo año, 2020,  sus autoridades, digamos nacionales, proclaman la puesta a punto de trigos transgénicos (con cualidades transgénicas vinculadas a la tolerancia a diversos biocidas, como el glufosinato de amonio). Los veinte años no habían pasado en vano. Los consorcios transgénicos y sus laderos dan el golpe sorpresa y “se la llevan toda”.

2. INTA ANTE EL PROGRAMA SPRINT

En el marco de la FAO, es decir de la ONU, hace unos años se generó una entente con representación de varios estados europeos más la Argentina, dedicada al mapeo de los agrotóxicos entre los consumidores de los alimentos resultantes de la producción industrial y masiva.

Objetivo delicado si lo hay, esto de que organizaciones y redes transnacionales dedicadas a la modernización de la agricultura alcancen una instancia crítica observando el fruto de su propio accionar. El proyecto generado, SPRINT, parece haber dado por resuelto que la verdad es más importante que la protección de intereses creados, puntos de vista, preceptos de trabajo.[3]

SPRINT encaró, por ejemplo,  el mapeo humano en los pueblos fumigados de la provincia de Buenos Aires, y entonces estalló el cortocircuito: INTA no aprueba ese estudio y le quita todo auspicio.  Es curioso ver el miedo pavoroso ante la verdad, en el mismísimo campo de la hipermodernidad agropecuaria. El INTA borra una reunión en junio 2023, programada para conocer dicha investigación, y el 5 de julio el INTA suspende el capítulo argentino del proyecto SPRINT ¡e inicia un sumario contra sus responsables! [4]

El motivo resulta peculiar: según Naturaleza.ar, INTA no habría advertido que las investigaciones iban a llegar a ponderar el alcance que los agrotóxicos tienen en seres humanos. Argumentación bizarra, por decir lo menos, considerando que Argentina, junto con EE.UU., son los primeros y únicos dos países del mundo que iniciaron los cultivos transgénicos en el siglo XX. Y que Argentina conoció el estremecedor testimonio del formidable fotógrafo Pablo Piovano, que recorriera hace unos años “el país de la soja” registrando el daño de los agrotóxicos en los seres humanos.[5]

Vale la pena reparar cómo se ha generado conflicto desde una instancia de evaluación que pertenece por entero a la modernización hipertecnologizada, que se ha desentendido de consecuencias no deseadas pero insoslayables, provenientes de una política empeñada en producir con prescindencia de toda consideración sanitaria.

El latifundio que hace dos siglos desechaba “negros” y “marrones”; desecha ahora niños pobres de los pueblos de provincia.

Es llamativo que no se hayan rastreado los motivos del aumento desproporcionado de escuelas diferenciales, por ejemplo en Misiones, para niños “con capacidades diferentes” (Trastorno del Espectro Autista (TEA) y Trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). [6]

Tendríamos que decir basta a conspiraciones de silencio. Pero sabemos que no es nada fácil. Porque “los que tienen la vaca atada” cuentan con la ignorancia generalizada, la dificultad para rastrear causas y la confianza por inercia hacia lo que “las autoridades” afirman.

Pero, como decía Mario Benedetti, “el abajo se mueve”.

[1]  Hay una excepción, y es la resistencia de los aborígenes que, al menos parcialmente, compartirán la rebelión con Artigas en el territorio de la Liga Federal (los ya nombrados territorios de la Mesopotamia y el Uruguay).
[2]  En países con régimen absolutista, como Suecia, en los albores de la modernidad, la propiedad privada estaba sujeta al bien general y en los siglos xvi y xviii, la monarquía  dispuso sendas reasignaciones de tierras a campesinos para mejorar el erario público. Algo que ha quedado afuera de las cabezas de nuestras clases poseedoras. Lo más cercano aquí se podría rastrear, hace ya más de un siglo, en El Grito de Alcorta, pero aun cuestionando el expolio de los propietarios a los trabajadores de la tierra, ese Grito no llegó a alterar, ni siquiera plantear, la tenencia de la tierra. “Sagrada”. El Grito fue ahogado con asesinatos (impunes).
[3]   Naturaleza.ar, 17 julio 2023.
[4]  Ibíd.
[5]  Repare el lector que si se han podido registrar los daños sobrecogedores de tales venenos en seres humanos, con quienes, aunque insuficientes, se toman medidas semiprotectoras, el daño producido en la vida silvestre y no humana en general, debe ser todavía mucho mayor. Piovano es a la contaminación agrocida generada por la codicia del lucro lo que las Madres de Plaza de Mayo han sido a la dictadura atroz de 1976. Solo que MPM han sido socializadas, lo de Piovano no (no tanto, al menos).
[6]  El Territorio, Posadas, 31 julio 2023.

 

Publicado en Agronecrófilos, Argentina, Ciencia, Globocolonización, Salud. Y enfermedad, Sociedad e ideología, Uruguay

URUGUAY: Lacalle Pou, ¿águila o paloma? BORRANDO EL PASADO, NUBLANDO EL PRESENTE

Publicada el 18/07/2023 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández –

23 JUN 2023

Nuestro inefable presidente, Luis Lacalle Pou, cual demiurgo temporal, tras decisiones gubernamentales que configuran el incognoscible futuro de nuestro país, concedió a un consorcio transnacional 60 años de administración portuaria –con lo cual su firma tiende a embretar las de los próximos doce presidentes–. Ahora ha decidido también por sí y ante sí, modificar el pasado.

Por supuesto que, como siempre, con las mejores intenciones y en aras de los más altos objetivos. Invocando la paz, no para concretarla pero sí para reverenciarla.

Lacalle Pou, decide que la enorme escultura en bronce del águila “guerrera” –emblema nazi– con su gigantesca esvástica, que fuera extraída de los restos del acorazado de bolsillo Graf Spee, hundido en aguas territoriales uruguayas, cerca de la costa montevideana, sea fundida y trasmutada en paloma de la paz (para lo cual, cuenta finalmente con la aquiescencia de tal vez el escultor estrella vivo de mayor renombre en nuestro país).

Enfrentando o mejor dicho, ignorando el significado histórico que podría tener rescatar todos los restos del Graf Spee, incluyendo el águila en bronce, nuestro presidente opta por la apuesta ideológica y militante: desconocer el pasado, basándose en un planteo que sabe caro a todos los poderes más o menos satisfechos del presente. Porque ya sabemos que todo poder establecido se convierte en defensor nato y neto de la paz: la paz es lo que asegura lo conseguido, lo establecido. En  este aspecto, no figura si lo que se ha obtenido es justo o no; es lo que se ha obtenido.

Tal lo acontecido, históricamente, con la pax romana, la pax britannica. Y es de ese mismo modo, que  la dirigencia de EE.UU. ha invocado durante décadas “su” pax americana.

La decisión presidencial nos lleva directamente a George Orwell y su visión de los reconstructores del pasado. Ingsoc, el pesadillesco estado omnipresente de 1984, tenía su Dpto. de Actualización Histórica, que refrescaba la memoria de acuerdo con una geoestrategia imperial siempre presente. Y si ayer había servido tener un pasado condenando un acontecimiento, hoy la coyuntura podía necesitar borrar ese pasado condenatorio y tener, por ejemplo, uno nuevo que glorifique otro punto de vista, de pronto opuesto al anterior. Porque lo que importa no era reconocer la veracidad de lo acontecido sino ajustarse a las necesidades de la coyuntura presente. Y para Luis Lacalle Pou, ¿hay algo más importante que santificar el credo geopolítico actual? ¿Cuál es? La paz, ya todo el mundo lo sabe, al menos desde que “los rusos invadieran”.

Repasemos la historia inmediata: ¿el mundo occidental defiende otra cosa? ¿Qué fue sino defender la paz arrasar Irak y asesinar a su líder, frustrando la formación de una bolsa de monedas para el negocio transnacional del petróleo arrebatándole al dólar su monopolio? ¿O invadir Libia y asesinar a su vez a otro líder empecinado en forjar una moneda panafricana que claramente desafiaba el área dólar? ¿Acaso EE.UU. ha defendido otra cosa que la paz al invadir Panamá para cortar de raíz el populismo de un exlugarteniente suyo?

Y cuando el eje EE.UU. y su chirolita UE inicia su política de incorporación de Ucrania –valiosísimo granero de Europa– al “mundo occidental”, angostando un poco más el “cerco sanitario” establecido a la Rusia exsoviética, y Putin reclama un derecho de “autodefensa” al estilo del esgrimido por EE.UU. para sus tantas incursiones (las nombradas o Haití, Granada, Colombia, República Dominicana, Siria e incontables etcéteras), la lógica institucional que caracteriza a la mayoría de las representaciones nacionales de la ONU, soslaya semejante demanda y Putin, con torpeza, invade Ucrania, carente del experimentado oficio interventor que caracteriza a EE.UU. en sus frecuentes incursiones internacionales.

Y esta invasión, rusa, sí, puede ser duramente criticada.

 

La decisión presidencial ha recogido el beneplácito de quienes albergan sin duda la misma noción de omnipotencia que ha caracterizado al presidente con su nueva alquimia. Como siguiendo las leyes del perro de Pavlov, “Roby Schindler, presidente del Comité Central Israelita del Uruguay, dijo que para él es una ’idea maravillosa’ y una ‘muy buena noticia’ la metamorfosis del símbolo nazi.  ‘Es un elemento de odio y de guerra que se transforma en un elemento de paz’.[1]

Pero afortunadamente el úkase presidencial ha encontrado también reparos en el país: lo cual es muy reconfortante.

Claudio Invernizzi, por ejemplo, precisó: “Es un disparate. Esa águila, tan brutal y amenazante, es una señal histórica de la barbarie a la que es capaz de llegar la especie. Transformar un pájaro no transforma a la humanidad, la disimula. Y borrar la simbología del horror, alienta al horror.[2]

Y si la primera parte de su planteo es valioso y nítido, su segundo momento es todavía más sabio porque revela no sólo la inanidad del proyecto sino su misma toxicidad. Si borramos un horror, estamos alentando a repetirlo. Se nos incapacita para generar la resistencia.

De ese modo, estaremos más débiles para rechazarlo al presentarse. Porque no lo hará con las consabidas ropas del pasado: la nueva intolerancia, no se vestirá de Tercer Reich, obviamente.[3]

Ya sabemos cuán cargados estamos al día de hoy de cancelaciones. Y ésas no recaen sobre los casi inexistentes nazis, por cierto.

 

[1]  Declaraciones recogidas por Perfil, Bs. As., 17 jun 2023: https://www.perfil.com/noticias/

noticias/la-polemica-por-la-transformacion-del-aguila-del-graf-spee.phtml?__vfz =medium%3Dstandalone_content_recirculation_with_ads

[2]  Ibíd.

[3]  Tenemos un ejemplo patente y patético al otro lado del río: Javier Milei se presenta como libertario y postula una serie de medidas draconianas, carentes de toda liberalidad; usar “modelo motosierra” para reducir gastos del estado, dolarizar la moneda nacional y ejemplifica como medida para “liberar”, instaurar un mercado de venta libre de órganos. Como en su momento Behring-Breivik, es un rendido admirador del modelo israelí.

Publicado en Conocimiento, Globocolonización, Palestinos / israelíes, Poder mundializado, Sociedad e ideología, Uruguay

¿Es antisemita criticar al Estado de Israel?

Publicada el 18/07/2023 - 18/07/2023 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández –

31 mayo 2023

Desde que la IHRA  (International Holocaust Remembrance Alliance, alianza Internacional para el recuerdo del Holocausto) redefinió el antisemitismo ya no como rechazo a lo judío propiamente dicho sino como rechazo también a lo israelí, se ha producido una ola de antisemitismo en el mundo, sin precedentes, por su alcance.

En Argentina esto ha tomado vuelo con la acusación judicial de Waldo Wolff contra Horacio Pietragalla. Estamos hablando del secretario de Asuntos Públicos porteño y del secretario de Derechos Humanos de la Nación respectivamente, y la acusación tomó cuerpo en este mismísimo mes de mayo, 2023.

Nos tememos que pese a que el IHRA debe considerarse conocido urbi et orbi, vale la pena describir qué hay detrás de la sigla, que imaginamos conocerá apenas un puñado mínimo de gente.

International Holocaust Remembrance Alliance, Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto, es una organización fundada en 1998. Considerable rezago, si tenemos en cuenta que se invoca lo acontecido durante el nazismo, más de medio siglo antes

También resulta notable advertir que “la solución final” esgrimida por el nazismo en 1942 se “socializó” con el nombre de “Holocausto” no en 1945, al fin de la 2GM, como uno podría imaginar, sino cuando Hollywood produjo un material fílmico que sensibilizó multitudes. En 1978, con la serie (episodios) Holocaust. Dos aspectos de la cuestión fueron marcados mediáticamente: un universo concentracionario con la muerte como protagonista y su misma designación.

¿Por qué se tardó más de tres décadas en generalizar una designación que “los hechos históricos presentados” nos inducen a creer fue algo inmediato?

¿Y por qué se tardó en total más de medio siglo (1945-1998) para instaurar una institución referida a tan claro acontecimiento?

No vamos a creer que fue por falta de fondos o de apoyos mediáticos. Si algo se vio durante los juicios de Nüremberg de 1945 (no los nazis, de 1935, en la misma ciudad, sino los del estrado judicial montado por las potencias vencedoras al fin de la 2GM), es que todo se orquestó sin dificultades y que su estructura administrativa fue tripulada por judíos. Algo que le hizo comentar a miembros del Ejército de EE.UU., durante las sesiones de los juicios que semejante empeño, aunque laudable y comprensible, resultaba lesivo para la credibilidad de las instancias de los juicios y que habría sido mejor dejar cubiertas algunas áreas por personal de diversas procedencias, para otorgarle mayor respetabilidad a lo obtenido.

Desde 1945 hasta bien entrada la década de los ’70 la visión de la peripecia vivida por judíos, y gitanos, homosexuales, socialistas, cristianos, comunistas, anarquistas bajo el 3er. Reich, recibió diversos calificativos, uno de tantos, holocausto.[1] Tras la 2GM uno de los calificativos más empleados, procurando justipreciar el alcance del daño fue genocidio.

Más allá de los calificativos de lo acontecido durante el Reich nazi y lo acontecido en sus campos de concentración, el IHRA irrumpe con la ampliación de la noción de antisemitismo refiriéndola a Israel.

Vale la pena repasar la caracterización del antisemitismo de IHRA:

  • el antisemitismo es una cierta percepción de los judíos que puede expresarse como el odio a los judíos;
  • las manifestaciones físicas y retóricas del antisemitismo se dirigen a las personas judías o no judías y/o a sus bienes;
  • las manifestaciones pueden incluir ataques contra el Estado de Israel concebido como una colectividad judía;
  • sobre el poder de los judíos como colectivo, por ejemplo, aunque no de forma exclusiva, el mito sobre la conspiración judía mundial o el control judío de los medios de comunicación;
  • culpar a los judíos como pueblo o a Israel, como Estado, de inventar o exagerar el Holocausto;
  • acusar a los ciudadanos judíos de ser más leales a Israel, o a las supuestas prioridades de los judíos en todo el mundo, que a los intereses de sus propios países;
  • establecer comparaciones entre la política actual de Israel y la de los nazis;
  • considerar a los judíos responsables de las actuaciones del Estado de Israel.

 

Es una larga, aunque seguramente incompleta enumeración de lo que el IHRA se propone denunciar como “antisemita”. Es una mezcla que no ayuda ciertamente a esclarecer sus zonas vidriosas o de conflicto.

Denuncia que el Estado de Israel sea concebido como “una colectividad judía”. ¿Qué tendría que ser si no? ¿Un estado laico?, ¿una asociación gremial?

Repudia que los judíos sean vistos como colectivo  en los medios de comunicación. Pero es evidente que los trolls israelíes del periodismo ejercen una labor de consuno.

Luego de una matanza de largo alcance[2] en la Franja de Gaza a cargo de los militares israelíes que tuvieron la sinceridad o estulticia de bautizarla como “Operación Plomo Fundido” (2008-2009), casi enseguida salieron a los medios masivos con un nuevo estilo de argumentación, organizado desde The Israel Project. Global Language Dictionary, que se inicia con “un glosario de palabras que tienen efecto”. A GLOSSARY OF WORDS THAT WORK.

Estamos claramente ante un diseño militar de enfrentamiento, aunque en este ejemplo se ejerza a través de diccionarios (y palabras).

En el decálogo de prohibiciones que hemos transcrito, se niega que pueda haber judíos más leales a Israel que a sus países de origen. Nos guste o no, es un fenómeno bastante generalizado y no entendemos su negación, cuando incluye hasta sonados casos judiciales.[3]

Tampoco entendemos de dónde provendría la imposibilidad de comparar credos  racistas o políticas que privilegian una etnia sobre las restantes en una sociedad dada, como es el caso de Israel.

Uno de los “decálogos” inhibe toda consideración a que los judíos sean responsables “de las actuaciones del Estado de Israel.” ¿Y entonces? ¿Serán responsables de las actuaciones de Dinamarca, Senegal o Bolivia? Y en Israel, ¿quiénes serán los responsables? ¿Chiítas, budistas, católicos, librepensadores?

En resumen: no entendemos lo que pretende IHRA. Y lo que pretende y entendemos es ominoso. Un descaro político sin precedentes: la política como impunidad. Y la sustitución del análisis y la  crítica política por un listado de “prohibido pensar”.

¿De qué acusa Wolff a Pietragalla? “[…] de afirmar que la existencia de Israel es un proceso colonizador y racista luego de participar oficialmente en una muestra fotográfica que recuerda la ‘Nakba’, el masivo éxodo palestino que se produjo tras la fundación del estado israelí.”

¿Sostiene acaso Wolff que Israel no tuvo un proceso colonizador y racista? ¿Qué fueron las alliah, por ejemplo? ¿Y el requisito para integrar kibutzim, exclusivamente con judíos? ¿Cómo se llama eso en castellano? Me da la impresión que Pietragalla conoce en este caso mejor nuestro idioma.

”Wolff alegó que las declaraciones del funcionario ‘se dirigen a las instituciones de las comunidades por lo que son consideradas antisemitas’.” Aquí, quien no parece entender el castellano o desconocer causalidades es el autor de este abordaje, o quien lo transcribe. No captamos porqué serían algunas instituciones, “antisemitas”.

A las dificultades idiomáticas de la última impugnación de Wolff tenemos que agregar nuestro trastorno ante su manejo temporal: sostiene que no se puede aceptar lo que ve como una excusa: que Pietragalla se solidarice con “una conmemoración tardía”.

¿Qué significa esto de conmemoración tardía?  Nakba alude a la fecha de cuando Israel generaliza su Plan Dalet (15 mayo 1948). Un plan a sangre y fuego, con miles de muertos y cientos de miles de desplazados. Sostiene Wolff: “no es necesario sostener que la existencia de Israel es un proceso colonizador y racista”, para adueñarse por la fuerza del territorio palestino.

“No es necesario sostener… ¿porque es falso? o ¿porque es inconveniente? Y si Israel no fuera un estado colonialista y racista (prácticamente conceptos intercambiables), ¿cómo y por qué se habría producido la Nakba?

Wolff no pide poco. Cree rastrear un kirchnerismo antiisraelí oculto (tal vez expresado entonces, en los ‘40 como peronismo) porque Argentina no apoyó en 1948 el informe de la ONU sobre la cuestión palestina… y lo hizo… en 1949. Por otra parte, la Argentina “peronista” acogió en su territorio amplio contingente de judíos desplazados o perseguidos en Europa (recordemos que Argentina fue, antes del auge del sionismo, asiento de muchos judíos desplazados en países europeos).

Aunque en 1948 buena parte de los llamados estados latinoamericanos aprobaron el informe mayoritario de la ONU, varios lo hicieron, como Argentina, al año siguiente; Colombia, Chile, México, Honduras, El Salvador, sin que se conozca de ninguna agresividad manifiesta antiisraelí.

En resumen, lo que incomoda a Wolff es que Pietragalla haga referencia a aspectos fácticos, incontrovertibles como el hecho colonial y su hermano siamés, el racismo, y no se atenga a lo suscrito por el gobierno argentino;[4] el reconocimiento de la definición de “antisemitismo” que de unos años a esta parte difunde el Estado de Israel y sus más próximos aliados por todas partes y que consiste en negar muchas de las críticas “sensibles” al Estado de Israel, su historia, su fundación, sus presupuestos.

La DAIA también había criticado a Pietragalla, exactamente por lo mismo y Wolff recoge ese cuestionamiento, “por criminalizar al Estado de Israel y deslegitimar su derecho a la existencia”.

Pero más allá de los epítetos y calificaciones, es saludable atenerse a los hechos históricos, Y tales nos dicen que los sionistas se apoderaron tras una operación militar de casi todo el territorio palestino, que NO coincide ni siquiera con la división entrevista por la ONU, que ya era de por sí altamente favorable a un futuro estado israelí,  brindando un 53% de un territorio vivido por una minoría judía. El Plan Dalet llevó la superficie del futuro estado judío al 78% de la Palestina histórica. Es decir el plan sionista se desentendía del ofrecimiento de la ONU y hacía “su propia cosecha” manu militari. Basado en el sufrimiento judío a manos del nazismo. Los palestinos –musulmanes, cristianos y en un primer momento, hasta judíos– se preguntaron y les preguntaron a las “autoridades” onusianas por qué debían los palestinos pagar “los platos rotos” de conflictos ajenos.

No hubo respuesta.

Lo que sí hubo, fue el trámite “habitual entre vencedores y vencidos, y particularmente, entre pueblos señoriales y pueblos a los que el poder planetario no les concedía entidad, personalidad, madurez. Al respecto, es muy instructivo leer los argumentos de la progresía onusiana a fines de los ’40 sobre este conflicto.

Escribe Jorge García Granados, embajador guatemalteco ante la ONU y designado como jurista de abolengo para atender el diferendo: “los árabes sostienen que Palestina fue cedida a la parte interesada: la población del país para ellos. Pero el art. 1 del Tratado de Lausanna establecía la renuncia de los turcos [… y ninguna referencia a favor de los habitantes].

El equipo jurídico onusiano estaba administrando ‘los bienes mostrencos’ que la derrota de Turquía (y de Alemania y Austria) tras  la 1GM dejaba “libres”.

Y García Granados no encuentra pasaje alguno del tratado entre vencedores y vencidos en que se establezca  […] “que ellos [los palestinos] son parte interesada.” Y el certero jurista apela entonces:   “[…]  los principios generales […] sólo los estados soberanos pueden ser sujetos en el derecho internacional.” [5] Queda claro entonces que los palestinos, pese a su brega independentista, su lucha por la emancipación (local o panárabe) pueden ser ignorados. Porque el derecho internacional le da fuerza de ley a los estados ya constituidos (que no la han perdido por ser derrotados). En resumen, que el Reino Unido, que acaba de cederles el territorio al ejército israelí, o EE.UU. con su despliegue geopolítico transncontinental, son los que deciden.

Esto es historia. Con lagunas, inevitablemente, pero sin prohibiciones previas.

[1]   Calificativo equívoco si lo hay, puesto que bíblicamente el holocausto fue la ofrenda de animales sacrificados por los rabinos a su dios.

[2]  Me refiero a operaciones militares de artillera y bombardeo en ciudades y barriadas palestinas civiles pobladas con resultado de centenares de niños masacrados, por ejemplo, y población civil en general. Magnitud: miles de seres humanos matadas.

[3]  Caso Pollard, EE.UU., 1998. No es el primero ni el último.

[4]  El gobierno argentino adoptó la definición de antisemitismo de IHRA en 2020, equiparando así  antisionismo con antisemitismo.

[5]   “Fundamentación” en Así nació Israel, Biblioteca Oriente, Buenos Aires, 1949.

Publicado en Destrozando el sentido común, General, Palestinos / israelíes, Poder mundializado, Política, Sociedad e ideología

La dolarización: el mantra de una peculiar soberanía

Publicada el 18/07/2023 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández

23 mayo 2023

Javier Milei quiere dolarizar la Argentina. Una entrevista radial (La Red Informativa, 16 05 21). Y quiere “abolir” el Banco Central.

La mayoría de las monedas son malas, espantosas, dice.

Y Argentina tiene muchos pesos y pocos dólares.  Milei propone suprimir los pesos, yéndolos a cambiar por dólares. Las autoridades nacionales que procedan a semejante cambio necesitarán tener el circulante (10 mil millones de dlrs. equivalente del circulantes argentino actual) y más 30 mil millones de dólares que constituye la deuda vigente)  para proceder a ese “cambio de moneda”. Que Milei evalúa, redondeando en 500 x 1.

Y para ese “cambio fundacional” Milei propone un prestamista que le otorgue al país esos dólares (miles de millones). Privado. No da nombres. Pero asegura viabilidad y alcanzar la situación “envidiable” de Ecuador (también menciona la de Panamá…).

El periodista, totalmente subalternizado ante seguridad “tecnocientífica” de Milei alcanza a preguntar, tímidamente, si el FMI aceptaría que Argentina cambie de moneda y pase su economía “nacional” al dólar.

Y viene la respuesta inefable de Milei; -¿cuál es el problema que Argentina, haciendo ejercicio de su soberanía nacional, incorpore el dólar como su moneda?

 

Obsérvese el juego de los espejos en que hemos sido introducidos para que cueste tanto llegar a la verdad desnuda:

el FMI fue creado en 1944 como órgano de control internacional financiero de EE.UU.,  victorioso, para asentar el dominio del mundo y acceder, finalmente a un american century; un siglo bajo su batuta  tecnológica, comunicacional, idiomática, comercial, exportadora de un modelo de sociedad (auto, coca-cola, rubias y Hollywood) y muchos otros etcéteras no menos importantes.

Por supuesto que jamás se dijo de modo expreso que era para “dominio del mundo”, faltaba más: iba a ser para atender las necesidades del mundo, ante las cuales EE.UU. se ponía a disposición.

Afortunadamente hubo estrategos que siquiera en documentos reservados aludieron a la verdad de la milanesa: George Kennan, por ejemplo, una suerte de Henry Kissinger de mediados del siglo XX –el momento en que EE.UU. se vio glorioso vencedor de la 2GM, prácticamente invicto y solo– lo ponía en blanco sobre negro: “[…] Tenemos alrededor del 50% de la riqueza del planeta pero sólo el 6,3% de su población. Esta disparidad es particularmente grande, como la que tenemos nosotros mismos y los pueblos del Asia. En esta situación, no podemos dejar de ser objeto de envidia y resentimiento. Nuestra tarea más real y efectiva en el período que se aproxima es establecer un esquema de  relaciones que nos permita mantener esta posición de disparidad sin detrimento de nuestra seguridad nacional. Para hacerlo, tenemos que sacudirnos todo sentimentalismo o andar soñando despiertos; y nuestra atención tendrá que concentrarse en todas partes en nuestros objetivos nacionales inmediatos. Necesitamos no engañarnos a nosotros mismos con que podemos darnos el lujo del altruismo y de beneficiar a todo el mundo.” [1] Se advertía claramente, que el adusto Kennan no quería saber de nada con “buenas intenciones” que muchos inocentes estadounidenses tenían a granel.

Volvamos a nuestro solucionador vernáculo. Milei “nos vende” que ejercemos soberanía para dolarizarnos. Es todo un recetario fiel a lo que Étienne de la Boétie describió y denunció hace unos cinco siglos (por favor, léase bien: medio milenio): la servidumbre voluntaria.[2]

Que seamos inferiores, periféricos, adventicios, pero que lo hagamos “plenamente”.

Una verdadera cabriola ideológica. Vendernos servidumbre como emancipación.

Lo triste en este pequeño juego de imágenes es que Milei dista mucho de ser  original. Ni único.

Porque vender servidumbre en envases de emancipación ha sido uno de los rubros más colocados, vendidos, propagados, difundidos (elija el lector el participio que juzgue más apropiado o frecuente).

[1]   Cit. p. @BenjaminNorton / history state gov/historical documents/frus/1948v01p2/d4, 1948.

[2]   Ensayo sobre la servidumbre voluntaria. Escrito en 1530, publicado en latín en 1571 y en francés, en 1574.

Publicado en Argentina, Centro / periferia, Destrozando el sentido común, EE.UU., Globocolonización, Sociedad e ideología

OTRA MODESTA PROPOSICIÓN

Publicada el 05/02/2023 - 24/02/2023 por luissabini

por Luis E. Sabini Fernández – 4 enero 2023

Publicado en uypress, Salto Grande Extra, postaportenia, mediomundo, tlaxcala, RLSF, y un largo etcétera.

¡Gracias Jonathan!

Tomar seriamente el derrame, la invasión mundial, la simbiosis creciente de materiales plásticos con la naturaleza parecería fuera de lugar, dado que los promotores, organizadores y usufructuarios de ese peculiar maridaje no se consideran ni siquiera responsables y convocan, en cambio, a  “una cumbre mundial” sobre contaminación por plástico, y estamos precisamente en el momento –noviembre-diciembre 2022− para que a su vez el  “Comité Intergubernamental de Negociación [CIN] comience a elaborar “un tratado sobre el plástico”. Comience, eso sí, “con amplia participación”.[1] Estos personajes, tan preocupados por el ambiente, han elegido reunirse sacrificadamente en el verano, en Puntal del Este.

¡ Q l p !

Sería más el llamado del deber y la responsabilidad que el problema en sí, por cuanto “los datos sobre micro y nanoplásticos en el ambiente son limitados”. Y suponemos que semejante limitación no les permite un abordaje más cabal.

La institucionalidad democrática no tiembla ante el embate plástico. Con presteza (o tal vez con demora, pero apenas de unas cuantas décadas) se ha constituido con bombos y platillos la IPEN, una red internacional para eliminar contaminantes, integrada, nos cuentan, “por más de 600 ONG de interés público en más de 120 países, en su mayoría naciones de ingresos bajos y medios. Su origen y denominación, claro, está en inglés: IPEN es la abreviatura de International Pollutans Elimination Network.

Que dicha red se implante en países pobres y medianamente pobres, como explicitan, revela el enorme interés de estas organizaciones sin fines de lucro, faltaba más, en ayudarnos.

Leyendo atentamente todas  sus consideraciones se explicitan dichos afanes, sólo comparables a los de evitar toda complicación a la industria petroquímica y las megacorporaciones del ramo.

Los plásticos fueron un hallazgo de la industria química del s. XIX. En Alemania. A comienzos del s. XX se descubren los termoplásticos; un nuevo peldaño de industrialización que acaba con la rigidez inicial del material plástico mediante la introducción de ablandadores.

Muy pronto, investigaciones revelaron que los ablandadores facilitaban el traslado de partículas plásticas a, por ejemplo, las bocas de los bebés.

No eran sólo los ablandadores los que eran fácilmente engullidos sin darse cuenta; los colorantes también. Los espadines plásticos para el copetín, presentados desde mediados del s XX en llamativos colores permitían a quienes gozaban del “copetín” incorporar, literalmente, un poco de colorantes a su boca y digestivamente hablando, a todo su cuerpo.

Junto con la contaminación del material plástico fueron viniendo las advertencias. Por eso es risueño leer los papers del CIN: ”Si bien los datos sobre micro- y nanoplásticos en el ambiente son limitados debido a las complicaciones analíticas y técnicas para extraerlos, caracterizarlos […]”… ahora en 2022  o 2023, nos quieren hacer  creer que son pioneros; ‘conocemos el fenómeno aunque es tan arduo conocerlo’ . Una extraordinaria forma de autobombo y autodisculpa que muestra únicamente la impudicia de estos personajes.

Hay que ver toda la red, telaraña que órganos asesores, oenegés, consejos de las más diversas procedencias, han ido configurando  y superponiéndose para atender la toxicidad de los plásticos. Todos como preparándose, circunvalando la cuestión, aproximándose tentativamente, generando expectativas, creando conciencia en los ámbitos educacionales, sanitarios, políticos. Eso sí, sin mencionar siquiera a la industria petroquímica y el comercio en plásticos que ha sido una fuente inagotable de ganancia para los propietarios y gerenciadores de las empresas productoras de materiales plásticos, con los que han invadido, literalmente, el planeta.

El negocio a lo largo de todo el s. XX les ha resultado redondo, aunque en sus últimas décadas se viera el aumento del costo de la materia prima base; el petróleo (OPEP, 1973).

Las plastificadoras se proveían de la materia prima más barata del planeta; petróleo extraído de Nigeria, Perú, península arábiga, Venezuela, Angola, Gabón, Libia, Argelia, Ecuador, Chile, etcétera, con mano de obra esclava o semiesclava, y jamás haciéndose cargo de los desastres físicos y ambientales que iban sembrando a su paso, como el estropicio de grandes zonas de selva o de espléndida naturaleza en Ecuador, en Nigeria o Perú (se estima, empero, que el mayor daño a la naturaleza ha sido en el Golfo de México, en territorio y mar costero estadounidense). El tendal de muertos de este episodio muestra el abismo que separa al centro planetario de la periferia. EE.UU. sufrió 11 muertes por dicho accidente; producido en algún país del Tercer o Cuarto Mundo, siendo menores los desastres, han dado lugar a miles de muertos.

Y lo más perverso de la situación es que esas muertes no vienen sólo a través de grandes accidentes, naufragios, incendios, sino, sobre todo, por el daño que la extracción y sus oleoductos normalmente provocan en el territorio del país que cede ese petróleo; los ogoni, por ejemplo, en Nigeria, han perdido casi toda su agricultura y ganadería, milenarias, consideradas hasta 1900 de las más valiosas, por su calidad, porque el avasallamiento de las empresas petrolíferas, el apuro y el descuido en la extracción, el desprecio hacia lo local, ha envenenado buena parte de su territorio; su lógica resistencia fue reprimida por el gobierno al servicio de los capitales transnacionales, con penas de muerte a los ogoni. La metamorfosis del estado nigeriano en estado policial es elocuente. Como expresara Alfonso Masoliver en artículo reciente: “En el lado sur del mundo se derrama sangre para que el petróleo llegue a tiempo a las refinadoras.” [2]

El mundo empresario entrevió entonces, con un material tan “barato”, sus enormes potencialidades; su “plasticidad” omnipresente.

Por cierto, algunos investigadores en pleno siglo XX empezaron a advertir los peligros de la contaminación. Pero eso no iba a arredrar a los inversionistas. Así como se decidió envenenar los campos para aumentar la rentabilidad, se decidió envenenar los cuerpos para exactamente cumplir el mismo objetivo. Al efecto, se hicieron los cálculos de costos para dar apariencia de objetividad a la política económica emprendida. Para explicar que una botella de plástico era mucho más barata que una de vidrio, porque pesaba menos en los fletes, se rompía menos, y costaba menos su materia prima, se externalizaron algunos costos: el de la contaminación generalizada, el sanitario al enfermar a seres vivos (humanos, animales, incluidos las adoradísimas pet [3]) con ingestión de partículas tóxicas, y el pago insuficiente, de hambre, de apenas supervivencia de quienes habitaban antes los campos ahora petrolíferos y con el juego perverso típico del capital: otorgar buenos dineros a la mano de obra de las plantas de extracción, de las plataformas. La población “invadida”, en cambio, va a ir percibiendo pérdida de calidad de vida y de salud, sin duda vinculada con el cambio más o menos brusco del estado material de la región.

Lo que acabo de reseñar no suele ser de aparición inmediata, como acaece cuando se produce un envenenamiento accidental o mediante adulteraciones, como los históricos del propóleos en Argentina, del aceite de colza en España o del de mostaza en la India con sus decenas o muchos centenares de decesos.

El plástico hecho polvo, erosionado, lo que ahora se menciona tan a menudo, microplásticos, no mata, generalmente, en 24 horas. Un cáncer puede demorar décadas en constituirse. El mundo empresario, y hasta el mundo médico puede ignorarlo durante largo tiempo. Y no aplicar un peso a su detección o tratamiento, entretanto.

Si hay voluntad de ceguera, la contaminación difiere los costos (aunque luego se hagan mucho más pesados).

A principios de los ’80, investigadores alemanes analizaron “Cesión de dietilhexilftalato [4] [plastificante con el que se logra un PVC maleable] tras 7 días de almacenamiento a 40° centígrados. Repare el lector: 40° es apenas una temperatura “de verano rioplatense”. La migración que encontraron es significativa: sal común  21,4 ppm [partes por millón]; mostaza, 96,8 ppm; lentejas, 73,6 ppm; pasas, 150,6 ppm; leche en polvo, 222,2 ppm; polvo de flan, 225,8.”

En 1996, John Peterson Myers, Theo Colborn y Dianne Dumanoski, tres biólogos estadounidenses, resumen sus investigaciones en Our Stolen Future [5] acerca de cómo, por ejemplo, el policarbonato −tenido entre los plásticos de mejor calidad, al punto que se construye con él biberones y recipientes de plástico de agua potable− presenta fugas; migraciones hacia el contenido de dichos envases.

Y nuestros biólogos comprueban algo más: el daño de las migraciones aumenta en proporción geométrica e inversa con la edad del afectado. Es decir, los bebés reciben un daño miles, millones de veces más grave que un niño, ni que decir que un adulto.

Cánceres provocados en la juventud pueden tardar décadas en ir constituyéndose y alterar (incluso matar) el cuerpo anfitrión; provocados en los primeros meses o años de vida, se desatarán con su carga letal en muchísimo menos tiempo.

Ésa es la razón por la cual, la medicina oficial hace unas décadas pensaba  los cánceres  como una “enfermedad degenerativa de la vejez”, y ha tenido que reformular sus dictámenes, ante la aparición de cánceres en jóvenes e incluso niños.

Pero ¿qué podemos esperar de estos paniaguados pagados por la ONU, la OMS, el Big Pharma, que para acercarse a la cuestión de la peligrosidad de los productos plásticos, empiezan hablándonos de “desarrollar un acuerdo internacional jurídicamente vinculante basado en un enfoque integral que aborde el ciclo de vida [sic] completo del plástico.”? [6]

Hasta el nombre del organismo ad hoc creado desde las cumbres burocráticas para atender esta cuestión, de la toxicidad del plástico, el CIN −Comité Intergubernamental de Negociación− nos da la pauta del trapicheo con que encaran la cuestión. La toxicidad sembrada por la petroquímica en el planeta es tan inconmensurable, tan expandida, ha penetrado tantos estratos de nuestros suelos, nuestras aguas, nuestros cuerpos, que no debería haber negociación para detener semejante tratamiento (aunque sí para extirparlos).

La sarta de afirmaciones que invierten la relación entre verdad y falsedad, entre precaución y atropello crematístico se repiten página tras página, párrafo tras párrafo.

“[…] la Resolución 5/14, titulada ‘Fin de la contaminación por plásticos: hacia un instrumento internacional jurídicamente vinculante’, adoptada por la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEA), el pasado 2 de marzo de 2022.” [7] ¡Afortunadamente se nos informa del fin de dicha contaminación! Eureka!

“La comunidad internacional ha reconocido que existe una amplia gama de enfoques, alternativas […] y  nuevas tecnologías, para abordar el ciclo de vida [sic] completo del plástico y prevenir y mitigar sus efectos adversos en todas las dimensiones del desarrollo […]” (ibíd.).

“Es un honor que la primera instancia de negociación en la materia se realice en nuestro país, como reconocimiento de las políticas ambientales que Uruguay viene implementando, especialmente en el tema residuos desde una perspectiva general, y en plásticos en forma particular; pero también como una oportunidad para facilitar la creación de capacidades, la transferencia de tecnologías […].”

Un comentario ante el autobombo acerca de nuestro país: se habla de reconocimiento de las políticas ambientales del Uruguay.

¿A qué se refiere? ¿A haber sido el último o penúltimo de los países americanos (y no sólo americanos) en abandonar las bolsas de plástico para todo uso?

¿En no contar con ningún sistema de recuperación de restos orgánicos (para compostar), a no emprender la producción de biomasa con ramajes de centros poblados pequeños, como Piriápolis o Atlántida?

¿En haberse conformado  y hasta ufanarse por haber instalado primorosos contenedorcitos en las calles de las ciudades para recoger restos indiferenciados que acumulan insensata y criminalmente los restos en vaciaderos municipales, pese a los esfuerzos de hurgadores por recuperar, siquiera mínimamente, tanto desperdicio material acumulado e indiferenciado?

¡Los hurgadores no pueden procesar lo que la población omite!

¿En haber dejado fundir hasta la última fábrica de vidrio, consiguiendo el triste premio de ser un país que ha perdido la fabricación (milenaria) del vidrio, invadido de envases plásticos?

¿Se refieren nuestros autoelogiadores al hecho de haber perdido la red ferroviaria, ambientalmente menos nociva (y, de paso, menos matadora) que la automotriz?

¿En haber tolerado la contaminación de buena parte de nuestra valiosísimas aguas, las que nos permitían tener buen ganado, buenos arrozales, buenos frutales, buena agua potable,  acatando las voces “técnicas” de las transnacionales agroindustriales que contaminaron todos nuestros suelos con agrotóxicos,  enfermado a la población rural (incluida la niñez de escuelas rurales), y provocado la presencia de cianobacterias en casi todos nuestros espejos de agua?

Perder la calidad del agua, quedarnos sin producción de vidrio, haber perdido la red ferroviaria, se podría entender como derrotas, al menos transitorias. Pero vanagloriarse de ello, alegando “reconocimiento” a nuestras “políticas ambientales” parece ya casi desfachatez,  soberbia (¿o mera política de imagen, como aquello del “Uruguay país natural”?).

“Los bebés nacen ya pre-contaminados”. Una muestra del lenguaje “objetivo” de estas redes burocráticas; la aseveración con verbos conjugados en indicativo nos podría hacer creer que siempre ha sido así. Que, normalmente, los bebés nacerían contaminados, o pre-contaminados. Pero esto hay que situarlo históricamente: los bebés nacen hoy en día, con el descontrol brutal del uso y destino de los plásticos, sí, contaminados. No sólo porque los biberones son de plástico, por ejemplo,[8] sino porque la leche materna tiene ya microplásticos.[9]

Por eso, no se entiende que pretende decir este material cuando habla de “lucha mundial contra la contaminación por plásticos”.[10]

Como IPEN es apenas un taparrabos para sortear dificultades con la brutal contaminación terráquea con materiales plásticos, que están en suelas de mucho calzado, en el césped sintético de muchas canchas de fútbol, en multitud de envases contaminando sus contenidos (apenas a 40 grados),  en los plastificados de pisos que uno va usando y gastando y por lo tanto alojando sus partículas en el aire que respiramos, IPEN ni sueña con suprimir los utensilios y dispositivos dañosos, al menos, en una primera etapa, los más dañosos. Ni se le ocurre.

Por el contrario, legitima un porvenir con más plástico mediante el recurso de la presunta objetividad, al nivel intelectual de “es lo que hay varón”. Su boletín Proteger la salud humana y el medio ambiente contra las sustancias tóxicas estima: “que la producción de plástico va a aumentar en un 400 % para el año 2059, mientras que el mercado de aditivos plásticos se expandirá de manera similar en el mismo período.” (ibíd.)

Observe el paciente lector que a IPEN no se le mueve un pelo. No existe el menor atisbo de plantearse enfrentar ese tipo de producción; al contrario anuncia ¿auspicia? su quintuplicación en el mundo.

No existe ni la menor indicación que esta contaminación, esta metástasis de los tejidos plásticos, nos enferma y hay que rehuirla, evitarla, combatirla, buscar alternativas.

¿Para qué? se preguntarán, si sirvió y cubrió  la rentabilidad empresaria del ramo?

¿Que aumentan los cánceres, las alergias, las dolencias articulares, el alzheimer, la infertilidad, las enfermedades llamadas nerviosas?

¿Por qué atribuir esas dolencias a contaminación con micropartículas plásticas? Porque se han hecho investigaciones, como las que hemos reseñado, como para seguir ignorando todo lo que le está pasando al planeta, a la vida, incluida la nuestra, para seguir “como si tal cosa”.

IPEN prosigue su batalla escamoteando la realidad: “Para desarrollar un tratado […] que tenga éxito el CIN debe garantizar que la participación sea abierta, incluyente y transparente.” (ibíd.) ¡Que emocionante lección de democracia nos brinda!  Solo que las megacorporaciones fabricantes de plásticos no figuran en tan democrática convocatoria. ¿Será porque si algo no han tenido en momento alguno estas corporaciones ha sido democracia? Nos invaden con plásticos sin pedir permiso. En todo caso, sobornándonos con comodidades, pero sin contarnos del precio de dicha comodidad.

IPEN prosigue su retahíla: “[…] reconocer la importancia de la participación en persona de las organizaciones de interés público.” Contrasta este piadoso pasaje, tan atento a la participación personal, con la falta radical de persona alguna de organizaciones de interés privado, es decir del universo empresario. Suena a escarnio su exhortación de “seguir trabajando conjuntamente” (ibíd.).

Hay un pasaje de aparente sinceramiento: “Los controles internacionales existentes para el plástico y sus desechos bajo los convenios de Estocolmo y Basilea son importantes pero no suficientes.”  Expurgado de la fineza diplomática quiere decir que han sido inoperantes. Aprobados con anuencia de las cámara empresariales del ramo, que no se sienten afectadas por tan endebles controles.

Y como todo ha sido un escándalo desde las décadas del ’20 y ’30 del s, XX  hasta la fecha, y particularmente desde fines de los ‘40, cuando desde EE.UU. se descarga el aluvión de termoplásticos, con las alteraciones cada vez más visibles, el IPEN propone “una desintoxicación completa de los materiales plásticos”… “para 2030”.

Es fácil prometer hacia lo futuro. Nadie puede probar que no será, ni que sí.

Leamos lo que dicen estos “presuntos bienhechores” sobre los trabajadores y pobladores que están sufriendo desde hace casi un siglo la invasión de contaminantes: ”deben de dejar sufrir los impactos tóxicos de la producción, el uso, el transporte y la eliminación de los plásticos en particular, debido a su contenido químico” [sic]. Diría el pajuerano; -¡No, si vua’ser por su contenido alimentario!

IPEN enumera algunos “debe ser”. Por ejemplo, reducir [sic otra vez] contaminantes “con base en el principio precautorio”.

Ese principio fue invocado en las últimas décadas por muchísimas redes ecologistas para impedir la expansión de la maraña de miles de sustancias químicas, naturales y sintéticas, que la petroquímica y los laboratorios (de biowarfare, por ejemplo), más la agroindustria estaban implantando y desparramando por nuestros suelos, aguas y aire. Invocar ahora el principio de precaución ante “la leche derramada” suena penoso, extemporáneo  y oportunista, estimados cultores del progreso irrestricto y la crematística pura y dura.

Ante la conciencia creciente del daño generado por los plásticos en el planeta, solo podemos verificar que el principio precautorio ha sido reiteradamente escarnecido, siempre al servicio de los intereses empresarios, empeñados en maximizar sus dividendos, incluso a costa de la salud (ajena) y de (todo) nuestro hábitat.

La burocracia internacional con su frondoso cuadro de oenegés (corruptas o no) no está para “salvarnos”, como proclaman; están para salvar al plástico, procurando reducir sus efectos devastadores.[11] Tenemos así dos tipos de “enemigos”: los productores directos del daño (que parecen guiarse por el No limits) y los elencos políticos que procuran casar Eros  y Tánatos.

Por eso todo se complejiza; y uno no puede menos que recordar aquel ruego: “líbrame dios de mis amigos, que de mis enemigos me libro solo”.

Nuestro problema sería, apenas, encontrar algún dios al que dirigirnos con ese reclamo.

notas:

[1] RAP-AL, Novedades, dic. 2022.

[2] https://www.larazon.es/internacional/20220829/xzpibhrdvfe5vmxhn66q2o3gaq.html.

[3] Para analizar, el enorme avance de enfermedades de mascotas, particularmente tumores que caracterizan a perros y gatos de las últimas generaciones.

[4] Kemper, F., Zum Thema Weichmacher-Phtalsaurediakylester, pharmakologische und toxikologische Aspekte, Verband Kunstofferzeugende Industrie, Frankfurt, 1983. Cit. p. Integral, Barcelona, n° 98, 1988.

[5] Hay traducción al castellano: Nuestro futuro robado, Ecoespaña Ed., Madrid, 2001.

[6] La fórmula del “ciclo de vida” del plástico, que es un verdadero oxímoron, un insulto a la misma noción de vida, a lo viviente, se reitera permanentemente en los textos de esta burocracia transnacional que nos rige sosteniendo que nos protege y ayuda: www.ipen.org, boletín RAP-AL, diciembre 2022, CIN [Comité Intergubernamental de Negociación], 11 nov. 2022.

[7] “Uruguay organizará la 1ª. Reunión del CIN”, 4 nov. 2022.

[8] Hubo esfuerzos de algunos centros hospitalarios en retener los de vidrio (conozco casos en Suecia).

[9] https://mail.google.com/mail/u/0/?pli=1#inbox/FMfcgzGqRGgXxxjqCbSHFbMmSzCxcsWW.

[10] Ibíd. n.5.

[11] Tal cual explica Samuel Epstein en The Breast Cancer Program, MacMillan, N.Y., 1987, las organizaciones médicas de EE.UU. no quieren eliminar el cáncer sino mantener sus estructuras de “control de daños”.

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