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Categoría: Uruguay

Automplacencia uruguaya: ¿Idiosincrasia o mera propaganda?

Publicada el 21/06/2021 - 23/05/2022 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández –

«[…] sin lugar a dudas, la capacidad de reacción, la celeridad con que se tomaron las medidas, lo adecuada que fue la respuesta al desafío […] Esto es un logro del Sistema Nacional Integrado de Salud. […] justamente el eje es la atención a la comunidad y en la comunidad.

Teleconsulta más dispositivos de primer nivel, más una cultura de consulta domiciliaria que había en el país  permitieron esta respuesta desde el primer nivel de atención potenciado por estas herramientas.

No quiero pecar de decir ¡qué bueno el coronavirus!, pero qué bueno porque ahora estamos teniendo mayor accesibilidad a nuestros usuarios y a los sistemas.» [1]

Este escupitajo hacia arriba ha caído ahora sobre los índices que maneja la OMS, ubicando al Uruguay entre los más afectados por la pandemia Covid 19 declarada por la OMS.

La idealización del país y su realidad sanitaria por parte de OPS,  la Organización Panamericana de la Salud, filial continental de OMS, refleja en cierto modo, una percepción difundida en los medios masivos, en las declaraciones de los principales partidos políticos y resortes institucionales del país. Que tiene fundamentos reales, aunque el sentido de su gloria se ha ido cuestionando con el tiempo y el ascenso de otros seres humanos, no ya solo “los europeos”.

Uruguay “blanqueó” prestamente su población. Gracias a lo poco denso de las redes nómades de aborígenes y una mortalidad francamente mayor de la población afro respecto de la europea (porque tenían peores condiciones de vida, pese al interés señorial de cuidar a sus esclavos; y porque en las guerras los mandos militares hacían un “buen negocio”: ofrecían la manumisión a quienes se presentaban a pelear, pero se los ponía en primera fila y eran pocos los que regresaban, maltrechos aunque libertos, del campo de batalla).

Pero esos factores, que diferencian notoriamente la región platense de buena parte del sur americano, no alcanzan para convertir al Uruguay (y a su modo, a la Argentina) en países “de primera”. Ni tampoco a exonerarlos del racismo, tan evidentes en otras sociedades indoafrolatinoamericanas con mayor presencia no-blanca, como Chile, Bolivia, Brasil…

Por eso una descripción como la que aparece en el “relato” de OPS no es sino la contracara patética de la realidad, es decir lo opuesto de lo que vive en general la población en su vida cotidiana.

Cualquiera que no tenga privilegios, ya sea de contactos o de medios materiales, sabe lo que cuesta conseguir una atención que no sea sucinta y telefónica, las miserables amansadoras para conseguir un turno, una consulta, una atención, en tiempos normales, ahora todo agravado con la pandemia.

Volvemos a lo mismo: no es que falsee radicalmente la situación. Dentro del área de la OPS es posible que Uruguay se destaque por mayor y mejor nivel de atención domiciliaria, por ejemplo.

Pero es triste conformarse con esa comparación en un continente donde el nivel sanitario es paupérrimo a causa de la condición tan generalizada de economías tributarias a un sistema económico ajeno que les extrae los bienes que necesita y les deja sobrantes a la economía local. Siempre escasos.

Y lo peor, es que ese culto hacia sí, este cultivo de la suficiencia, no sólo es tramposo y se desplaza hacia la falsedad con extraordinaria celeridad, sino que opera como freno para mejorar; para querer mejorar.

Acrecienta la dificultad para  enfrentar el deterioro progresivo generado por la condición periférica.

El principal freno a un cambio, a una meta nueva, es considerar que no se la necesita.

Uruguay soporta el peso de una glorificación de su ser y su historia que dificulta a ojos vistas el autoconocimiento y todo empuje transformador.  Si fuera cierto que estamos en el mejor de los mundos, sería inaceptable y hasta inconveniente toda necesidad o intento de cambio. Pero estamos lejos de eso.

Más bien al contrario; a medida que nos hemos ido periferizando y alejándonos de un potencial cauce propio, ha brotado con más fuerza la imagen de perfección, ya no sólo su perfectibilidad, se nos ocurre que como compensación simbólica de nuestra realidad.

Si algo hemos desarrollado en el país es su dependencia.

Cuando la colonización inglesa –heredera de la española a través de un proceso independentista heterónomo–, empieza a retroceder y a retirarse, exhausta –no por la resistencia que le impusieran desde la periferia, sino por el desgaste de la 2GM– se trasladó el eje imperial dentro de Occidente, del Reino Unido a Estados Unidos.

Nuestro país no supo aprovechar la retirada de “los ingleses”. Gananciosa con los productos del país bien cotizados durante la guerra, nuestra elite no tuvo ojos sino para ver sus ganancias, y el paisito entró en una época de vacas gordas y  derroche.

Durante los ‘40 y hasta fines de los ’50, hubo legislación para importar por decreto autos baratos –los tristemente famosos colachatas–, que terminaron desvencijándose porque las carreteras no habían acompañado, en su construcción y diseño, esas derrochonas modernidades madeinUSA.

Se generó  con las divisas de exportación una “fiesta del importado” (que implica un proceso de modernización no elegido sino asumido como único y necesario). El país, apoyado en las mieles de los ingresos altos no resolvió, ni siquiera se planteó qué hacer con el tendido ferroviario que los ingleses  habían construido diseñando una red como una mano para que a través de todos sus “dedos” confluyeran vías al puerto de Montevideo, para llevarse desde allí, la lana, la carne, el cuero que tanto necesitaban. Terminada la 2GM, los ingleses prácticamente la abandonaron. Como el gas. Y como el agua corriente.[2]

Si no pasó lo mismo con la luz fue porque el estatismo batllista había tomado la posta de un servicio tan imprescindible (la primera red eléctrica nacional se inicia en 1906, primera presidencia de Batlle y Ordóñez).

El país procesó el cambio de “amo” orquestado por el batllismo que, proclamando un anticolonialismo británico en rigor se acompasó a la ya vieja política de Monroe (“América para los americanos”, donde sobra la o de la última palabra). Por eso, en lugar de resolver qué hacer con la vieja red ferroviaria, sencillamente se la abandonó al tenor del nuevo medio de transporte motorizado por EE.UU., –los camiones y los autos en rutas–, hasta que, pasadas las décadas, no se pudo sino ir cerrando uno a uno todos los circuitos, llevar al museo, en la medida de lo posible, locomotoras y vagones (o venderlos incluso como viviendas, que se ven en varios puntos del país, generando los típicos “negocios” residuales de las sociedades periféricas).

Los ciclos ganaderos  otorgaron al país un papel a veces protagónico, como con el enfriamiento e industrialización de los productos cárnicos en la Liebig’s alemana de Fray Bentos (desde la década del ’70, siglo XIX hasta la 1GM, entonces ya dominados tales procesos industriales por los ingleses, ganadores de esa guerra). Con el tiempo, la producción cárnica uruguaya se fue primarizando,  con los frigoríficos ingleses y estadounidenses  en Montevideo (Cerro), primera mitad del s XX).

En los ’60, con el auge agrícola simultáneo de lo biológico (híbridos) y lo químico (futura contaminación), bautizado Revolución Verde, Uruguay entrará de lleno en la órbita estadounidense, cumpliendo el sueño neocolonial del batllismo (que denominaba dicho proceso panamericanismo, que seguramente suena mejor que dependentismo).[3]

Y en los ’70, un nuevo ciclo económico general, bautizado globalización aunque con buen tino Frei Betto lo rebautiza globocolonización, nos “incluye” más periféricamente, si cabe con cambios sustanciales en nuestra economía adaptándose a “las necesidades del mundo” (en rigor, de la red transnacional de consorcios): el mar uruguayo, por ejemplo, ya perdido todo afán de forjar una marina propia, es cada vez más sitio de saqueo de barcos chinos, taiwaneses, coreanos, españoles y de otras nacionalidades. El puerto de Montevideo cumple ante esa virtual invasión el triste papel de monos sabios, que no ven ni oyen ni siquiera musitan. [4]

Pero el mar es apenas una de las zonas de despojo.

Uruguay ha sido visualizado junto con Chile, Mozambique y Filipinas como propicio para plantar y cosechar árboles para producir celulosa, la base actual de la producción papelera. Uruguay por su escasa superficie relativa es, por lejos, el más perjudicado de esos “candidatos”. Las condiciones para los implantes globocolonizadores son totalmente lesivas para nuestro ambiente, nuestro hábitat, nuestra población.

Hasta ingenieros agrónomos, profesionalmente vinculados a la industria forestal, admiten la deficiencia estructural del destino celulósico, advirtiendo contra “un progreso industrial exclusivamente pulpero” y “que no es posible seguir [sic] apoyando un proyecto pulpero ¡desmadrado’, no sostenible.” [5]

Confróntese con “la información” de un vocero celulósico,[6] que nos chamuya “la celulosa se perfila como el principal producto de exportación del Uruguay”, en donde la exaltación de una irrealidad, como dicha exportación, nos da la pauta del sesgo.

Mojones de una nueva dependencia, de un nuevo empobrecimiento, tienen una profundidad sin precedentes, porque el sistema de depredación planetario no hace sino acentuarse, arrasando economías periféricas, como la nuestra.

Pensemos, siquiera por un instante, en la contaminación. Que escarnece la engañosa consigna “Uruguay natural”, cuando hacemos una escasa y tardía resistencia a la expansión de los plásticos, cuando apenas si recuperamos materia orgánica (que sirva para producir alimentos, por ejemplo, no sólo vegetación decorativa), cuando el país apenas hace separación de residuos, cuando nuestras aguas están totalmente invadidas por plásticos y microplásticos (los mismos, desmenuzados por la erosión).

Tenemos tierras cada vez más envenenadas y la consiguiente escasez, también creciente de agua potable, una tolerancia digna de mejor causa con agrotóxicos, ya prohibidos en muchos otros países del mundo.

Pero también pensemos en ficciones económicofinancieras, como la pretensión de juzgar como exportación uruguaya lo que se procesa desde zonas francas, instaladas en territorio uruguayo, extraterritorializado. Tengamos presente que el capital transnacional, hace ya décadas, concluyó que se adaptaba a su conveniencia la reinstalación de lo que en los albores de la expansión imperial se llamaban “economías de enclave”.[7]  Mediante una nueva designación; “zonas francas” hicieron realidad ese sueño del gran capital.[8]  Eso significa que si Uruguay exporta a una zona franca, no recibe ni un peso de impuestos, por ejemplo, porque la zona franca está exonerada de las leyes del país en que se asienta. ¿Para qué sirve entonces incluir esos trasiegos de mercancía como exportación si no rinde lo que rinde una exportación?

Basta ver el crecimiento de nuestra deuda externa (mejor sería denominarla eterna), así como el aumento de nuestra población llamada “informal”; de asentamientos, con trabajos precarios (desocupada o subocupada), la disminución permanente, ininterrumpida de nuestra población rural (que para algunos expresa modernización, urbanización, pero es solo un adueñamiento de la tierra, nuestro territorio, por capitales de explotación agroindustrial y consiguiente contaminación); el nivel cada vez más asfixiante de las tarifas de los servicios básicos; la crisis cada vez más profunda y extendida de un recurso que fue gloria de nuestro país; el agua, todos ello índice de un lento deterioro de nuestra calidad de vida.

Pero luego de esta sucinta recorrida por nuestras deficiencias y retrocesos, ¿cómo puede uno sentirse satisfecho con nuestra democracia supuestamente de primera calidad?

notas:

[1]  https://www.paho.org/es/uruguay/asi-es-como-sistema-salud-uruguay-responde-covid-19, s/f.

[2]  Durante un siglo aproximadamente “los ingleses” administraron agua y ferrocarriles. Aunque se trató de servicios no iniciados por los colonialistas sino mediante proyectos de gestión nacional, que, empero, al cabo de algunos años fueron adquiridos por inversores de Su Majestad británica (el agua fue “inglesa” de 1862 a 1950; y época análoga hubo para los trenes).

[3]  En 1889 tiene lugar la primera “conferencia panamericana”, una segunda habrá en 1901 y el Uruguay será el asiento de la séptima que coincide con “la política de buena vecindad” promovida por F. D. Roosevelt, sustituyendo la anterior “política del garrote” de otro Roosevelt, Theodore.  La política de buena vecindad entró en nuestro país hasta desde las escuelas donde los niños aprendían el himno correspondiente como prioridad educativa. Como curiosidad o paradoja el autor de dicho himno fue un argentino, peronista, que tuvo que abandonar su país en 1955 (Rodolfo Sciamarella lo escribió antes de ser peronista, puesto que  el Canto de Amistad, circulaba antes de que el peronismo surgiera a la palestra política).

[4]  Se sabe, por ejemplo, la alarmante frecuencia con que bajan de los pesqueros cadáveres, lo cual hace pensar en pésimas condiciones laborales. El puerto de Montevideo tiene el dudoso honor de figurar como el segundo puerto con mayor trasiego de pesca ilegal del mundo entero (https://revistapuerto.com.ar/2019/01/nadie-controla-la-pesca-en-el-atlantico-sur/).

[5]  Alejandro Borche, Dardo Esponda, Eduardo Cotto, Eduardo Dilandro, Gustavo Guarino, Héctor Arbiza, Manuel Chabalgoity en POSTURAS, La Diaria, Mtdeo., 29 de mayo de 2021.

[6]  El País, Mtdeo., 27 mayo 2021.

[7]  Asentamientos, generalmente costeros, desde donde la metrópolis recibía las mercancías extraídas del territorio circundante en una relación absolutamente desigual; de la colonia a la metrópolis, ida y vuelta.

[8]  Otras designaciones para el mismo fenómeno: «zonas económicas especiales», «zonas de libre comercio», «zonas libres», «zonas de proceso exportador», «zonas de libertad comercial», «zonas de producción de exportación». En Túnez, todo el país ha adquirido el «nuevo estatuto» de zona franca. En México, su región norte, lindante con EE. UU., tiene lo que llaman «maquiladoras».

Publicado en Cultura dominante, Poder, Política, Sociedad e ideología, Uruguay, Uruguay. Qué hacer

Comentario a pregunta de Eduardo Blasina. Forestación importada: ¿Beneficio nuestro, recíproco o del que la ha programado?

Publicada el 11/06/2020 por ulises

por  Luis E. Sabini Fernández                                                                     

¿Cuántas plantas de celulosa son sostenibles en Uruguay?

                                        a Ricardo Carrere, in memoriam

El ingeniero agrónomo y consultor Eduardo Blasina hace esta pregunta (título de su nota del 24 mayo ppdo.), una interrogante que tiene un partido tomado, puesto que presupone la sostenibilidad; una pregunta menos condicionada, más radical, más pregunta, podría ser si es acaso sostenible.

Pero entiendo más fructífero que responder a la pregunta de Blasina el formularnos otra pregunta, más histórica: ¿cómo han advenido las celuloseras a nuestro país, ahora que ya se empieza a hablar de una cuarta y una quinta…

En los ’60, ’70, ’80 se inicia un proceso de deslocalización de industrias del llamado primer mundo o «países centrales»: los efectos contaminantes de la industrialización progresivamente acelerada se estaban haciendo sentir. Es el tiempo cuando la bióloga estadounidense Rachel Carson se da cuenta que no hay más pájaros, aniquilados con los biocidas de la industrialización rural (Silent Spring, Primavera silenciosa, 1962).

Larry Summers, un funcionario clave que participó de numerosas administraciones demócratas estadounidenses, dio el fundamento estratégico a las deslocalizaciones: la expectativa de vida es mucho mayor en los países del Primer Mundo que en la periferia planetaria; por eso los primeros países tienen tantos adultos mayores y los países periféricos no tantos.

Por su parte, la contaminación industrial en progresión, sostenida con la tecnologización, provoca, de acuerdo con el diseño bosquejado por Summers,  sobre todo cánceres que tienen un proceso de décadas antes del desenlace: si dejamos las industrias en los países centrales, ‘van a arrasar a nuestros viejos’; si llevamos tales industrias, es decir su contaminación, a los países periféricos, apenas se va a notar el daño puesto que por muy diversas razones, mucha población allí no llega a vieja.

Así aparecen “como grandes oportunidades” las industrias del Primer Mundo en el tercero; en zonas francas, en zonas de producción de exportación, en maquilas, en zonas libres…

En esa misma época, recordarán los memoriosos que ya son veteranos, se inició en Uruguay toda una propaganda muy persuasiva, “plante un árbol, haga un libro, tenga un hijo”, que tuvo una segunda fase: invertir pequeñas sumas en plantaciones, que, se decía, eran inversiones saludables, en pro de la natura…

Costó años ir dándose cuenta de la jugada en la cual lo ambiental era lo que menos se cuidaba…

Poco después de la implantación de las zonas francas  −un fruto posdictadura− que es en rigor un retorno, pero en otro aro de la misma espiral, a las economías de enclave del colonialismo puro y duro de altri tempi, llegamos a las primeras pasteras.

Luego de este sucinto recorrido, regresemos a la pregunta de Blasina.

Blasina se confiesa un tecnooptimista. Sería bueno que mantenga la precisión en el lenguaje porque la frase: “Mantener buena calidad de aguas” para nuestro Uruguay, para nuestro presente, es casi indecente. Si algo hemos perdido con la agroindustrialización galopante es la calidad de las aguas. En prácticamente todo el país. El Santa Lucía es mudo testimonio de esa pérdida. Pero el río Negro, también y todavía falta la descarga monumental criminalmente proyectada con UPM 2 (no paso cifras, acojonantes, porque estimo que ya son públicas y Blasina las conoce).

Para Blasina: “Es bueno que el Uruguay agregue a sus exportaciones nuevos rubros de gran escala […].” Esta pretensión de jugar “entre los cuadros grandes”, que es un gran mérito del fútbol uruguayo, no funciona igual, si pasamos del deporte a la economía. Uruguay no puede apostar, aunque lo hace y lo ha hecho, a usar los suelos como Argentina o Brasil, Canadá, Australia o EE.UU. por la sencilla razón que muestra un mapa. No hacemos mella en el mercado de la commodities.

Pero algo más grave y ya no táctico: la apuesta a la “gran escala” tiene otros inconvenientes, graves: 1) la gran escala contamina también a gran escala; la contaminación repercute mucho peor en territorios chicos que en grandes territorios despoblados, como tienen, con sus millones de km2, los grandes países mencionados, Australia, Canadá, Brasil.

La actividad agropecuaria en escala mediana o pequeña permite mejor cuidado ambiental. Y da más empleos. Trabajada inteligentemente, puede dar mucho mayor rinde que el de los commodities (a un país de las dimensiones del nuestro, reitero). Argentina, por ejemplo, el segundo estado en cultivar transgénicos luego de EE.UU en el siglo XX, logró, mediante la producción bruta a principios de este siglo de unos 50 millones de toneladas anuales, “cosechar” como pocas veces antes una montaña de dólares que explican la adhesión (o falta de) al kirchnerismo (dejamos al margen el costo en salud).

Porque un país de grandes superficies se puede dar el lujo de aplicar gran escala para alguna producción y le queda superficie para otro tipo de producción más intensiva o artesanal; como ser frutales, viñas, diversos granos, huerta. Y el daño ambiental que pueda producirse con el empuje agroindustrial no tiene porque abarcar a todo el estado. Pero un país de dimensiones pequeñas recibe un posible daño ambiental en “todos lados” y puede, al contrario, agrandar su superficie dando variedad biológica a sus suelos; el clásico modelo granjero, por ejemplo.

¿Qué nos falta gente? Ciertamente. La gran producción, el latifundio, el monocultivo, si algo han hecho es despoblar el campo. Un operario alcanza para cubrir varios cientos de hectáreas tanto de soja transgénica como de árboles plantados en  hilera. Cualquier cultivo, por ejemplo, agrícola demanda muchísimo más mano de obra. Y las specialities son muy bien pagadas en diversos mercados, cada vez más atentos a la cuestión alimentaria.

El tecnooptimismo de Blasina lo lleva a abrigar expectativas a mi modo de ver meramente especulativas, sobre el papel del desarrollo tecnológico de países “centrales” sobre la periferia planetaria.

No conozco hechos reales que abonen ese optimismo, que calificaría de ingenuo. Veamos un ejemplo de esas aplicaciones tecnológicas del primero al tercer mundo, y dejando a un lado la repugnante actitud Summers: los noruegos cultivaron durante décadas “escaleras” para facilitar a los salmones su desove que, como se conoce, es enormemente esforzado, río arriba. Ese ciclo biológico natural sin duda les otorga a los salmones una extraordinaria fuerza vital. Pero el interés económico de los humanos, “es más fuerte”, y por eso se construyen esas escaleras para salmones, visibles en varios ríos de montaña noruegos.

Más tarde, Noruega encaró la producción de salmones mediante estanques. Alimentados. Feed lot de peces. E inmediatamente, empezaron a poner en los estanques antiparasitarios, antibióticos, y toda una seria de “antis” para evitar que los planteles fueran arrasados por pestes.

Eso, en Noruega. Pero los noruegos instalaron en el sur chileno el mismo tipo de producción, y si ya era alarmante la toxicidad hallada en los salmones de criaderos noruegos, la toxicidad en los chilenos, denunciada en diversas investigaciones, resultó aún peor. Y los noruegos, como los finlandeses, no tienen ninguna tradición imperial que forja una psicología potencialmente más abusiva, invasora. Al contrario, finlandeses y noruegos han sido siempre “hermanitos menores” de las potencias de la región; Suecia, Rusia, Alemania, Gran Bretaña…  Pero su historia no imperial al parecer no ha sido suficiente para establecer relaciones igualitarias con ”el tercer o cuarto mundo”.

RECUADRO


Comentario de un cuidador del Dique Laviña en la provincia de Córdoba: “−las truchas del río se quedan chiquitas; las de los jaulones, en cambio, crecen hasta mucho más del doble… eso sí, las del criadero mueren jóvenes y las silvestres son mucho más longevas.” El hombre registraba las diferencias más bien asombrado sin atinar siquiera una explicación. Pero registraba una realidad, indudablemente ligada a una dosis de sobrealimentos, engordar sacrificando salud…


Volviendo a UPM 2, la cuestión no es sólo decidir si quienes se presentan como “aportantes de capital” no procuran exactamente lo opuesto a lo predicado. Hay otra aspecto, y ése es nuestro: el proceso por el cual se aprueban esas megainversiones. En total secreto, so pretexto de “cuidarse de la competencia”. Más allá de un posible daño a “los dividendos empresariales”, para nuestra sociedad el secreto en estas negociaciones y contratos significa lisa y llanamente que la gente, la población, no importa un ápice.

No le importa ni a los gobernantes ni a los inversionistas. Con lo cual aquella expectativa de Blasina de encontrarse con “la cultura finlandesa” tal vez no resulte lo que él imagina.

Blasina plantea algo correcto, precautorio, hablando de los proyectos de gran escala  y las inversiones correspondientes: “Estos emprendimientos suponen un fuerte desafío ambiental. El ecosistema soporta cierta presión, pero no más que una determinada presión. Si cruzamos el umbral de carga soportable el sistema colapsa.”

Su optimismo le permite creer que estamos todavía lejos, pero que con las posibles 4ª. y 5ª, podríamos estar peligrosamente cerca.

Lamento comunicarle que ya estamos  allí. Usted, Blasina, lo debería saber mejor que yo: los ganaderos que se quejan de reses muertas luego de beber el agua del Río Negro; la cantidad de cianobacterias que arrecian en nuestro país y ya no solo en verano. El Río de la Plata está contaminadísimo. Aunque contemos con el viento y las corrientes marinas como aliados que nos sacan cada tanto la presión y el escarnio…

La contaminación del agua en nuestro país es uno −junto con la plombemia en su momento; la plastificación de campos y aguas que tiende un futuro ominoso para nuestra pesca; la bomba de aditivos para mejorar el rendimiento empresario o abaratar la comercialización− de los serios problemas que tenemos y que tendremos que afrontar.

Tenemos puntos a favor, a veces ni siquiera elaborados por nosotros: el carácter ondulado de nuestro suelo, sus colinas, que tanto difieren de la pampa del centro argentino, no ha permitido prosperar feed-lot que tanto habrían deseado algunos. Ese mismo rasgo permite al Uruguay tener de las mejores carnes. Gracias Hernandarias.

Tenemos uno de los suelos más irrigados de la tierra, y consiguientemente un porcentaje de suelo cultivable de los más altos del mundo.  Cultivable, que no cultivados. Y hoy se halla comprometido, como dijimos, por la contaminación química y agroquímica- ¿Recuperable? No con pasteras que tragan ingentes cantidad de m3 de agua y devuelven un efluente a mayor temperatura y contaminado.

Tenemos una franja climática envidiable. Y es insensato que si el promedio de áreas protegidas anda internacionalmente en el 17% y Argentina tiene un 8%, Cuba un 30%, Venezuela un 55%, Chile un 20%, Uruguay tenga 1% y fracción. Y esos tristes números hablan de nuestro estado cultural.

Y de la ofensiva de la agroindustria.

Y explica cómo no hemos aprendido a ser autónomos. Penosa confusión porque nos sentimos autónomos. Y en cierto sentido sí lo somos. Pero en las grandes líneas somos heterónomos, y la celulosa es un penoso ejemplo.

Publicado en Agronecrófilos, Centro / periferia, Globocolonización, Nuestro planeta, Nuestros alimentos, Uruguay

Corte Penal Internacional (CPI) y contraofensiva del Estado de Israel

Publicada el 26/05/2020 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández

Si nos dejamos llevar por el periodismo platense, regional y masivo, vamos a introducirnos en una materia estratoférica o galáctica. Sin embargo, trata de usted lector, de mí, de nuestra sociedad, de Occidente…

Desde 2015, cuando ingresó a la Corte Penal  Internacional un legajo que acusaba al Estado a Israel de crímenes de guerra contra la población palestina, pasaron casi 5 años, y los jueces de la corte, que cuenta con Fatou Bensouda, una eminencia judicial que ejerce como fiscal de la corte y ha sido considerada entre los cien seres humanos más importantes de nuestro presente, no terminaban su dictamen.

Algunos “signos” preocupaban a EE.UU. e Israel. Que, por ejemplo, se analizara la mera posibilidad de crímenes a sangre fría, como los acontecidos durante las  “Marchas por la tierra” que palestinos llevan a cabo desde el 30 de marzo de 2018, sin armas, sin siquiera piedras, y que los israelíes decidieron disolver con violencia y francotiradores que han arrojado la friolera de cientos de muertos, muchos niños entre ellos, y decenas de miles de heridos, sobre todo tullidos, por la política de balear tobillos.[1] Pero en la medida que los informes y análisis de la CPI durante todos estos años se dedicaban a contrapuntear, por ejemplo, los muertos provocados por ataques mediante bombardeos y artillería de tanques israelíes y los generados por las escuálidas incursiones de algunas organizaciones palestinas como Hamas o Yihad, o pasar revista a los mismos palestinos reprimidos por la ANP,[2] el “desarrollo de los acontecimientos” no alarmaba demasiado al eje Israel-EE.-UU.-R.U.

Pese a que la disparidad del poder de fuego, por ejemplo, o el mero cotejo de víctimas da una aplastante superioridad militar, sanitaria, de infraestructura para Israel en relación con el dañado, asediado, estrangulado, fragmentado, pueblo palestino y pese a que se trata de forcejeos de población ocupada contra ejército ocupante, la CPI ha encarado algunos de sus análisis como lucha entre dos adversarios, contendientes, tácitamente equiparables.

Han llegado incluso a sopesar la suficiencia del sistema jurídico israelí para  corregir los posibles excesos de sus militares, algo con lo que no se cuenta del lado palestino.

Eran prolegómenos preocupantes, señalados en un excelente análisis por Maureen Clare Murphy[3] que parecieron culminar cuando ya muy a fines de 2019, la CPI decidió no abrir una investigación sobre al asesinato de tripulantes turcos de una nave que viajaba con vituallas hacia la Franja de Gaza en 2010 y fue violentamente abordada.[4]

Pero finalmente, en enero del corriente año, Fatou Bensouda emitió un dictamen que en sus tramos decisivos reza: “Creo firmemente que hay fundamento razonable para proceder con una investigación en Palestina, de acuerdo con el artículo 53(1) del Estatuto. En resumen, creo sin duda que se han cometido o se están cometiendo crímenes de guerra en la Margen Occidental, incluyendo Jerusalén y la Franja de Gaza […] y por último  no hay razones de peso para creer que una investigación como la propuesta no vaya a servir los intereses de la justicia.” [5]

Tras cinco años de espera, aguante, dudas, equilibrios imposibles, la Corte Penal Internacional toma en su jurisdicción las atrocidades cometidas contra los palestinos por los gobiernos de Israel y EE.UU.

Y aunque ni nos hayamos enterado, los gobiernos de EE.UU. e Israel han estallado en improperios contra semejante desenlace.

Cuando la situación era inminente, a fines de 2019, el secretario de Estado de EE.UU., Mike Pompeo, declaró a través de un comunicado oficial: «Nos oponemos firmemente a ésta y cualquier otra acción que busque atacar a Israel injustamente«.[6]

Palabra de más. Porque EE.UU., debido a su total dependencia de Israel, se va a oponer a cualquier acción contra Israel, sea ella justa o injusta.

“Naturalmente”, también Israel rechaza dicha investigación.

La posición israelí es la característica de los regímenes totalitarios, que a diferencia de los regímenes con derecho liberal, en que se presume a toda persona inocente salvo que se demuestre lo contrario, parten de la base opuesta; todos son culpables o pasibles de cargos  (salvo que pudiera demostrarse lo contrario).

Nos “explica” Avigdor Lieberman perteneciente a la cúpula israelí: en Gaza «no hay gente inocente» y «todo el mundo está afiliado a Hamás«.[7] Con tales “fundamentos”, los soldados israelíes tienen licencia para matar a cualquier palestino (en realidad a todos, pero cuesta).

 

Respecto del juego que se hace en la cancha grande, hay un detalle: ni EE.UU. ni Israel constituyen la CPI. Por eso, en enero último, Alemania  −desde 1945 tan servicial a los planteos de organizaciones judías para borrar todo lo que pueda entenderse como antisemita− se presenta como amicus curiae de Israel, para plantear en la corte una impugnación contra su derecho a discutir si había crímenes de guerra en los “Territorios Ocupados”, designación que, pese a todo, proviene históricamente de la ONU.

El planteo alemán era, curiosa y penosamente, una invocación a la impunidad. La CPI lo ha desechado.

Y henos aquí, en pleno 2020, con una investigación en marcha para conocer el porqué de tantos muertos palestinos por realizar acciones no violentas: defendiendo su hogar a punto de ser desalojado o derribado, reclamando la tierra robada, sin armas ni piedras, con solo banderas, y tantas otras muertes abusivas por el estilo.

Así ve el The Times of Israel la situación: “La alharaca [sic] de la CPI puede liquidarse en pocos meses con la decisión de la Corte de que no tienen jurisdicción para negociar el conflicto palestino-israelí y simplemente cierran el caso.

No es ninguna sorpresa que los palestinos hayan aplaudido la decisión de la fiscal Fatou Bensouda como si fuera el principio del fin de la impunidad israelí, en tanto el gobierno israelí la denunció como ultrajante, absurda e ilegal de acuerdo con la ley internacional. Netanyahu fue tan lejos como para calificarla de ‘antisemitismo puro’.” [8]

 

Tengo para mí que la fiscal Fatou Bensouda, gambiana, tomó todos los recaudos imaginables, y algunos más, para decidirse a plantear una demanda contra el omnipresente Estado de Israel. Si mi hipótesis es correcta, el insulto de Netanyahu no hace sino refrendar su precaución.

 

Ante este revés institucional, en nuestras tierras platenses con gobiernos recién estrenados, tenemos actos que uno no puede dejar de asociar con el traspié en la CPI.

En diciembre 2019 un experto italiano, Emanuele Ottolenghi, italiano residente en EE.UU., integrante de la Fundación para la Defensa de la Democracia, viajó a Argentina para advertir al flamante presidente Alberto Fernández que mantuviera ‘la excelente decisión’ de Mauricio Macri,    que a mediados del año anterior, antes de terminar su período presidencial, aceptó la sugerencia de ‘ampliar el registro de organizaciones terroristas e incluir entre ellas, a Hezbollah’.

Con la visita de Ottolenghi, el gobierno israelí y sus redes internacionales le recordaron al nuevo presidente argentino la conveniencia de seguir manteniendo en lista de terroristas a Hezbollah.

Porque además, en filas del nuevo gobierno, peronista, apareció “lo habitual” de “el hecho maldito del país burgués”: la especialista en seguridad, funcionaria en esa área con Alberto Fernández, Sabina Frederic, en declaraciones al diario Ámbito Financiero sostuvo que la creación del registro en el que figura Hezbollah es “una imposición de los EE.UU.” y que el terrorismo “es un problema de la OTAN, no nuestro”.

¡Para qué!

Las agencias diplomáticas israelí y estadounidense, a través de sus voceros mediáticos enaltecieron la importancia de seguir los lineamientos que ya se habían obtenido con Macri.[9] Y el canciller Felipe Solá se apresuró a asegurarle al gobierno israelí que no hay intención de borrar del registro de terroristas al Hezbollah, así tipificado por Macri y sus mandantes. Las cosas “a su sitio” con sincronismo, antes del viaje presidencial a Israel, casi inmediato luego de asumir.[10]

 

Del lado uruguayo las cosas son más penosas, si cabe.

En los tanteos habituales, de lobby, que los dirigentes de la colectividad israelita del Uruguay suelen hacer al gobierno, a fines de enero se mencionó a Hezbollah y se dijo “situación incambiada”, sin planes para hacer una mudanza de embajada a Jerusalén como es la línea actual del gobierno israelí en su plan de despojo a palestinos. El entonces inminente presidente Lacalle Pou dijo respecto de Hezbollah que el gobierno sigue una lista de la ONU y que, en consecuencia, Uruguay no declararía a Hezbollah organización terrorista. “Pero no lo descartó completamente”.

Hezbollah ha sido declarada organización terrorista por la Unìón Europea, y, claro, por EE.UU. e Israel. Con lo cual resulta casi anómalo que no esté así caracterizado por la ONU. Pero, así las cosas en enero 2020.

Hay que recordar, además, que Uruguay en mayo 2018, en plena cosecha de muerte en la Franja de Gaza del ejército  increíblemente llamado de Defensa, de Israel, con gobierno entonces frenteamplista, objetó “la falta de proporcionalidad” israelí ante la protesta palestina. En buen romance, quiere decir que ya ni siquiera piedras, sino gritos son “respondidos” y ahogados en sangre. Directamente.[11]

Pero ahora estamos en 2020 con la Coalición Multicolor. Y el presidente Lacalle Pou participa de una videoconferencia con AJC, Comité Judío Americano y donde “americano” no se refiere a las 3 Américas ni a la América del Sur, ni siquiera a la del Norte, sino pura y exclusivamente a EE.UU.

Luego de la conversación/planteo/consulta/reconvención, vaya uno a saber, el presidente reconoció, literalmente: “Estoy en proceso de cambiar mi opinión”. Y el Semanario Hebreo, de Montevideo lo cita textualmente, así como El País.[12]

No sólo sincera así el lugar preciso de sus callos sino que desnuda su actitud: “Espero cambiar de opinión […] Hace10 meses dije que no, pero espero cambiar mi opinión.” Una declaración filosóficamente insostenible. Que me hace acordar a los “propósitos de enmienda” de los pecadores. Si defendía lo que defendía porque era ética, políticamente sostenible, por qué cambiar? Y si está ansiando cambiar, ¿acaso defendía lo que defendía sin rigor, sin celo por lo verdadero?

Tal vez me esté vedado comprender esos meandros del alma. Otro ejemplo:

La dirigente de AJC Dina Siegel Vann abordó al presidente Lacalle Pou refiriéndose a la reciente adopción por parte de Uruguay de la definición de antisemitismo de la IHRA[13] y preguntó qué había motivado a Uruguay para dar ese paso. “Uruguay tiene una fuerte tradición de Derechos Humanos y eso se mide en acciones, respondió el Presidente”.[14]

Derechos humanos, sin embargo, no son lo que cualquier organización por razones políticas o de poder define como derechos humanos. Pero así estamos hoy: Israel acusa de terrorismo palestino a unos globos incendiarios que los bloqueados, hambreados, gaseados, baleados palestinos arrojan cada tanto sobre territorio ocupado por Israel. Seguramente llevan fuego; sí. Pero mientras se cuentan por miles los palestinos matados, por decenas de miles los heridos con secuelas programadas por los militares israelíes; decenas los pescadores baleados y asesinados, botes requisados para asfixiar la pesca tradicional palestina; centenares de viviendas derribadas con la política de desalojo y expulsión permanente; deshaciendo las instalaciones de todos tipo; de bombeo de agua, de hospitales, escuelas, estrangulando el suministro eléctrico, provisiones… la destrucción y asfixia sistemática israelí no merece siquiera una mención. Mediáticamente, cero.

Los “revoltosos” palestinos tiran un manojo de globos, de ésos que se usan en cumpleaños infantiles, con un trapo incendiado, y ahí sí, gran alharaca…

Los israelíes tienen todo un cuerpo jurídico, militar, mediático, para reprimir a lo palestino. Pero no sienten el menor disgusto interior, asco moral, por tratar como tratan a la población originaria de Palestina, que son  −ironía de la historia–  los descendientes de la Judea histórica, como bien lo sabían sionistas de la primera hora, como el mismísimo David Ben Gurion.

[1]  Inicialmente, los francotiradores fueron dispuestos para balear caderas, pero la cantidad de hemorragias y muertes en el sitio de la protesta, persuadió a los estrategos sionistas que era más “conveniente” no tantas muertes patentes y más heridos de por vida. Una CPI que mereciera el nombre de tal tendría que calificar estas estrategias y sus resultados como un delito obvio y espeluznante.

[2]  Administración Nacional Palestina, un engendro de las tratativas de Oslo, donde los israelíes le ofrecieron el dulce de una administración municipal a la dirección política palestina más afín, con Mahmud Abbas a la cabeza; una administración generosamente financiada por el Estado de Israel y provista de una policía palestina (y muy poco más que ello) entrenada por militares estadounidenses que el gobierno israelí gestionó ágilmente. Como la policía palestina fue construida para perseguir palestinos, los contables de la CPI pueden hacer esas cuentas, que dejan graciosamente afuera de la cuestión a Israel; el verdadero mandante.

[3]   “¿Está la CPI a punto de cerrar la puerta de la justicia para Palestina?”, Electronic Intifada, 21 dic. 2019.

[4]   Me gustaría remitir a mi nota: “Ante el abordaje violento de los barcos a Gaza: palabras insultantes vs. hechos incontrastables”. Debo aclarar que hay una edición uruguaya, agotada y en forma parcial fue editada en el volumen El racismo de la “democracia” israelí, Editorial Canaán, Buenos Aires, 2012.

[5]   icc.cpi.int/palestine. 2020.

[6]   Alí Murat Alhas, Anadolu Agency, 21/12/2019.

[7]   Diego Sacchi, 8 de abril de 2018.

[8]  https://www.timesofisrael.com/the-hague-vs-israel-everything-you-need-to-know-about-the-icc-palestine-probe/.

[9]  https://www.infobae.com/politica/2019/israel-le-pidio-a-alberto-fernandez-que-mantenga-a-hezbollah-en-la-lista-de-grupos-terroristas/

[10] Clarín, Buenos Aires, Natasha Niebieskikwiat, 20/01/2020.

[11] Tomo un día de ejemplo de las muchas decenas de jornadas sangrientas de la Marcha por la Tierra: el 14 de mayo de 2018 hubo 60 asesinados (casi todos mediante francotiradores) y “más de 2700 heridos”. Entre los muertos, un bebé de 8 meses. Crónica de Haidar Eid, “El derecho al retorno, la masacre de Gaza y el regocijo israelí”. Dossier. “http://www.sinpermiso.info/textos/el-derecho-al-retorno-la-masacre-de-gaza-y-el-regocijo-israeli-dossier. 18 mayo 2018.

[12]  El País, Montevideo, 21 mayo, 2020.

[13]  International Holocaust Remembrance Alliance. Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto. La definición de antisemitismo de IHRA amplía el concepto tradicional: es antisemita toda crítica a Israel. Política, institucional, ética. Una curiosa definición que convierte en virtuoso, por no decir divino, todo lo que provenga de lo israelí y que además, confunde en único concepto dos (o tres) tan distintos: judío, sionista e israelí.

[14]  https://www.semanariohebreojai.com/articulo/2772/presidente+lacalle+considerando+declar

ar+hezbola+organizacion+terrorista.

 

Publicado en Argentina, Centro / periferia, EE.UU., Medios de incomunicación de masas, Palestinos / israelíes, Para salir del repollo, Poder, Uruguay

ONU-UNSCOP: padres putativos de Israel – III

Publicada el 23/02/2020 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández –

UN NUEVO JUDAÍSMO

El sionismo provocó una revolución copernicana en el judaísmo. En rigor, varias. Como movimiento laico procuró instrumentalizar el ligamento religioso, judío, para su afianzamiento. Y lo logró consumando, claro, una entidad diametralmente distinta a la invocada. Si pudiéramos hablar de dioses, tendríamos que hablar de una metamorfosis, como bien explicita Gilad Atzmon, que nos recuerda que el formidable rabino Yeshayahu Leibovitz sostenía que el “Holocausto” era la nueva religión judía (a la cual Atzmon le encuentra el dios correspondiente).

Explica Atzmon: “Tiene sus sacerdotes (por ejemplo Simon Wiesenthal, Elie Wiesel, Deborah Lipstadt) y profetas (Shimon Peres, Benjamin Netanyahu, que son los que advierten contra un judeocidio iraní por venir). Tiene mandamientos y dogmas (por ejemplo ‘nunca más’) y rituales (días del recuerdo, peregrinaciones a Auschwitz, etc.). Posee un orden simbólico-esotérico establecido (por ejemplo, los kapos, las cámaras de gas, chimeneas, cenizas, zapatos, los campos de prisioneros, la figura del Musselmann,[1] etc.). También tiene un templo, Yad Vashem,[2] y santuarios (los museos del holocausto) en las capitales del mundo. La religión del holocausto también está sostenida por una red global de recursos financieros, lo que Norman Finkelstein llama ‘la industria del holocausto’, e instituciones como el Holocaust Education Trust. Esta nueva religión posee suficiente coherencia como para definir a sus ‘anticristos’ (negadores del holocausto) y tiene suficiente poder como perseguirlos (a través de las leyes que prohíben la negación del holocausto y los discursos de odio).

”Me tomó muchos años comprender que el holocausto, la creencia central de la fe judía contemporánea, no era un relato histórico, porque las narraciones históricas no tienen necesidad de la protección de la ley y de los políticos. En cierto instante del tiempo, un capítulo horrendo de la historia de la humanidad recibió un estatuto excepcional, meta-histórico. Su ‘facticidad’ ha sido sellada por leyes draconianas […].

”Esta nueva religión judía predica la venganza. Podría ser la más siniestra religión conocida por el hombre, porque en nombre del sufrimiento judío, otorga licencia para matar, arrasar, aniquilar, emprender ataques nucleares, saquear, realizar limpiezas étnicas. Ha hecho de la venganza un valor occidental aceptable. Los críticos de la noción de ‘religión del holocausto’  han sugerido que, si bien la veneración del holocausto tiene muchas características de una religión organizada, no ha establecido una divinidad exterior para adorar. No podría estar menos de acuerdo: la religión del holocausto encarna la esencia de la visión demo-liberal del mundo. Ofrece una nueva forma de culto, haciendo del amor de sí mismo una creencia dogmática, en la cual el fiel observante se adora a sí mismo. En la nueva religión, en vez del viejo “Yahvé”, “el judío” es el sujeto a quien los judíos adoran […].” [3] [4]

El planteo de Atzmon –disculpe el lector el largo de la cita− clarifica enormemente el comportamiento israelí. Judeoisraelí. Porque aunque Atzmon hable del judío deificado, es particularmente el judío israelí el eje de esa nueva religión basada en el Holocausto.[5]

Shlomo Sand, un historiador judío, en una investigación formidable explica otro cambio sustancial: de “tierra santa” a “madre patria” [6] y podríamos seguir enumerando tales metamorfosis que incluyen hoy, la de la transformación de lo judío como entidad espiritual a un ethos militarista que engendra jóvenes seguros y satisfechos de sí mismos, despreciativos y arrogantes (que, por suerte, siguen teniendo excepciones), consecuencia inevitable del contacto existencial con los múltiples checkpoints donde se los ejercita para el destrato, el manoseo, el abuso en tierra ocupada o conquistable.

HABÍA UNA PALESTINA HUMANA ANTES DEL SIONISMO

Uno de las grandes conflictos que tuvo la comunidad judía con el surgimiento del nacionalismo sionista fue el tema de la tierra: ¿adueñarse de ella?, ¿cómo adueñarse?

En general, dejaron de lado la presencia de seres humanos viviendo, desde siglos o milenios atrás, en la tierra que según la religión judía y el sionismo, un dios les había entregado a ellos (según la leyenda bíblica, no se trata de algún dios, sino del ‘único dios verdadero’).

Sin embargo, en el momento de la eclosión del sionismo, llegan a existir algunos judíos conscientes de la presencia de humanos en “la tierra prometida”.  Es proverbial el telegrama que un par de rabinos invitados a conocer Palestina, ya entrevista como futura tierra de recepción de judíos, le enviaran al comando sionista en Londres: “−la novia es muy bonita, comunicaban en forma cifrada aludiendo a la tierra, pero ya tiene novio”, aludiendo sin lugar a dudas a la población árabe.

Sand nos alcanza algunos testimonios  memorables. A fines del siglo XIX, en 1891,  Ahad Ha’an, dirigente sionista visita Palestina y “ve” a los árabes. Dice, con cautela, que puede parecer táctica nomás, que hay que adueñarse de esa tierra con mucho cuidado y tacto. Porque los árabes no son “salvajes del desierto, como los burros […] como todos los hijos de Shem tienen un agudo intelecto  y es muy astuto”.

Pero Ha’an va más allá del manejo táctico, puesto que reclama: “ser cuidadosos en nuestra conducta hacia un pueblo extranjero entre el que volvemos a vivir, y andar juntos en amor y respeto.” Y remata con esta observación; verdadero presagio de lo que acontecerá, y cada vez más, a todo lo largo del siglo XX y el actual XXI: “Sin embargo, ¿qué hacen nuestros hermanos en Eretz Israel? ¡Justamente lo contrario! Ellos fueron esclavos en la tierra del exilio y de repente se encuentran con una ilimitada libertad […] este súbito cambio ha engendrado en ellos un impulso hacia el despotismo, como siempre sucede cuando ‘un esclavo se convierte en rey’ y he aquí que andan con los árabes mostrando hostilidad y crueldad, invadiéndolos injustamente.” [7] 

Si el pasaje transcrito es trágicamente premonitorio, ¿qué decir de este otro planteo, también presentado por Sand?  Ilya Rubanovich, en 1886, se pregunta: “Qué se va a hacer con los árabes? ¿Esperarán los judíos ser extranjeros entre los árabes o querrán convertir a los árabes en extranjeros entre ellos? […] Los árabes tienen exactamente el mismo derecho histórico y acabaréis lamentando si −poniendo vuestra posición bajo la protección de los saqueadores internacionales y utilizando los acuerdos bajo cuerda y la intriga de una diplomacia corrupta− hacéis que los pacíficos árabes defiendan su derecho.” [8] Es lo que propondrá con descaro o autosuficiencia el mismísimo Herzl diez años después en El estado judío.[9]

Sand aclara muy lúcidamente que este planteo, que proviene de un socialrevolucionario ruso (Narodnaia Volia), está expresando una moral universal y lógicamente proviene de un socialista (al menos de los de entonces) y no de un judío religioso o sionista.” [10]

EL SIGNIFICADO TRASCENDENTE DEL HECHO COLONIAL

Centrándonos en nuestro abordaje, comparemos estas visiones de una tierra que estaba cayendo en un atroz conflicto, con el papel cumplido por la progresía latinoamericana de mediados de siglo XX cuando la flamante ONU, centrada en el poder y la capacidad de decisión de las élites de poder estadounidense –los “dueños de casa”−  designa una comisión, la UNSCOP  (United Nations Special Committee on Palestine)  para que “resuelva” el intríngulis palestino (reclamantes: judíos sionistas y resistentes palestinos).

Ya vimos en las partes anteriores la integración de UNSCOP y sus tomas de posición. Ninguna delegación árabe constituirá la UNSCOP y tampoco participarán las escasas naciones y estados africanos, que entonces integraban la ONU.

Ya examinamos el papel de Guatemala y Uruguay en la UNSCOP. Una palabra sobre el tercer estado latinoamericano que fue designado para integrarla; Perú. Probablemente su segundo plano reflejó la inestabilidad en el país; meses más tarde de su actuación en UNSCOP, un golpe de estado pondrá como dictador al general Manuel Odría. Siempre dentro de “la política hemisférica de EE.UU.”

Resulta lacerante, pero muy instructivo comparar el formidable pensamiento de Ilya Rubanovich considerando derechos de gente y pueblos, con total prescindencia de si están regulados, reglamentados o estatuidos,  con los legalismos de las delegaciones latinoamericanas que ya hemos examinado (y que llegan hasta las conveniencias propias o del Gran Hermano, ni un paso más).  

Los intelectuales latinoamericanos mostraron en el conflicto en Palestina cuánto los unía a los viejos poderes eurocentristas. Pocas veces quedó tan prístino el papel reaccionario del progresismo. Porque los gobiernos de Arévalo y luego Arbenz en Guatemala revistaron entre las fuerzas progresistas, progresivas, antioscurantistas de nuestra América Lapobre, que estas fuerzas calificaban con orgullo de América Latina, escamoteando el carácter nativo- latino-afroamericano del continente. 

Y lo mismo podemos decir del batllismo. No sólo en 1947. También en 1920 (Conferencia de San Remo)… y un siglo después… (véase Parte II). Tomemos un ejemplo absolutamente actual.

EL URUGUAY BATLLISTA. LA IDENTIFICACIÒN OCCIDENTALISTA

El multipremiado y multipresidente uruguayo Julio María Sanguinetti no ha encontrado nada mejor que titular su libro de exaltación y recordación del Estado de Israel La trinchera de Occidente,[11]  es decir, justamente el papel y la función que Theodor Herzl le brindara al Imperio Británico a fines del s XIX para promover un enclave judío en el Cercano Oriente: “Para Europa formaríamos allí parte integrante del baluarte contra el Asia: constituiríamos la vanguardia de la cultura en su lucha contra la barbarie.”[12]

Julio M. Sanguinetti (en adelante JMS) prosigue con la escotomización política que caracteriza a tanto progresista: habla de la epopeya del proceso histórico “de la nación judía histórica [sic]”, pero ni una palabra del sionismo como aparato intolerante que ha matado a muchos que se le opusieran (judíos incluidos), ni del papel del ejército israelí que pretendiendo ser “el más moral” del mundo ha confeccionado una serie de tratamientos y torturas supersofisticadas y que hoy en día son de aplicación entre las más atroces democracias o dictaduras del mundo (Chile, Bolivia, Colombia, Filipinas, Libia).

Al mejor estilo, que ya revisáramos con García Granados (véase parte I), sigue confundiendo  el papel de un antisemitismo violento, como el nazi, con el planteo de luchadores antiisraelíes y antisionistas que rechazan el abuso, el atropello, el crimen cotidiano contra los palestinos.  Sigue confundiendo la condición de víctimas de judíos perseguidos con la de victimarios, judíos, titulares despiadados de un poder colonizador.

Su panegírico es tan sesgado, occidentalista, como para erigir al Estado de Israel (triunfante, exitoso, pero pesadillesco) como “emblema de la civilización occidental”. Con ello él cree hablar de lo mejor del género humano. Olvida, de una plumada, la humanidad  que existe en el planeta fuera de Europa Occidental (e incluso dentro de Europa pero fuera de los círculos del poder anglonorteamericano). Sigue el trazado ideológico del batllismo: para Baltasar Brum, el principal continuador de José Batlle y Ordóñez, EE.UU. es el vástago principal de lo europeo occidental; el que “superará” el origen europeo. Un colonialismo mental asumido como valioso (véase parte II).

Jurídicamente, el trabajo de JMS resulta penoso. Sobre todo, tratándose de un abogado, titulado. Dice con negligencia o descaro: “Al cumplirse los 60 años de la resolución de Naciones Unidas que definió la partición de Palestina […]”.

Pero no se trata de ignorancia jurídica, que confunde una recomendación −sin poder de aplicación− y una resolución. Se trata de eludir la verdad histórica: no fue la ONU, que no podía, sino los militares sionistas quienes, mediante un golpe de mano que en árabe se denomina Nakba (agresión, amenaza, violencia) y que los sionistas bautizaron “Plan Dalet”, que terminó incluyendo violaciones y asesinatos incluso en masa, que el 15 de mayo de 1948 instituyeron el “Estado de Israel”.

Sanguinetti nos recuerda el rol protagónico que Uruguay y Guatemala lograran en la UNSCOP para la tesis de los dos Estados. Pero nada nos dice del silencio cómplice de Guatemala y Uruguay cuando los sionistas se adueñan de buena parte del territorio que la misma UNSCOP  pretendía atribuir a los palestinos.

Cuando se produce el cese de hostilidades, la fórmula de UNSCOP  es ignorada por las organizaciones sionistas e incluso por la propia ONU. La llamada guerra árabe-israelí fue un intento desesperado del mundo árabe por rechazar la invasión literal del territorio palestino por el enclave europeo sionista; la ”conquista”, como bien la define el historiador Miguel Ibarlucía.[13]

Pero la peripecia vivida por la población palestina lo tiene a JMS, como a tantos otros, sin cuidado. “No existen”; la famosa y penosa expresión de Golda Meir. No cuentan, no son occidentales, en suma.

La historia presentada por JMS, confecciona la epopeya: ”Ni bien se produce la declaración de independencia, se formaliza la real ‘guerra de la independencia’. Eran cinco ejércitos contra el muy precario de Israel […].”[14]

Traduzcamos tanta heroicidad falsificada a la historia.

La ONU, a través de la UNSCOP, pretendía mediar. Sus funciones no podían pasar de recomendar. Aun cuando ya estaba el juego  echado y, en todo caso, no lo sabían los árabes. Pero la estrategia de EE. UU. estaba decidida y bien custodiada por el lobby judío asentado en dicho país.

Si la ONU hubiese tenido cierta relevancia, los sionistas no podrían haber declarado el 15 de mayo de 1948 la independencia; esta declaración revelaba que no iban a ningún acuerdo y consiguiente partición, y que iban “a por todo”. Las organizaciones militares judías eran las agresoras efectivas y reales en Palestina, precedida su acción por la de los grupos terroristas judíos, que habían matado incontables civiles sobre todo entre palestinos (pero también ingleses y otros extranjeros). El Reino Unido, agotado,[15] se lava las manos y se retira el 14 de mayo de 1948;  sabe con ello en qué manos quedará el territorio: el 15 de mayo Palestina está inerme y bajo la acción militar y violenta sionista. La reacción de varios países vecinos, árabes, es enviar tropas a frenar la apropiación de un territorio árabe por Occidente.

JMS invierte todo: el único ejército en forma en Palestina, con el británico exhausto y evacuado, era el sionista; las tropas árabes que ingresan a Palestina eran escasas, peor armadas y en algún caso bajo mandos que buscaban  no defender a los palestinos sino conciliar con los sionistas… eran tropas no coordinadas y en algún caso ni siquiera militares.

 “En El Cairo [Egipto], el gobierno sólo se decidió a enviar tropas a Palestina a última hora, dos días antes del final del Mandato. Los diez mil hombres que había reservado para ello incluían un contingente grande, equivalente a casi un 50% de las tropas, de voluntarios de los Hermanos Musulmanes. Los miembros de este movimiento político, dedicado a devolver a Egipto y el mundo árabe a la ortodoxia del Islam consideraban que Palestina era un campo de batalla crucial en su lucha contra el imperialismo europeo. Sin embargo, en la década de 1940 los Hermanos también pensaban que el gobierno egipcio era un colaborador de ese imperialismo y cuando los miembros más extremistas de la organización recurrieron a la violencia, miles de ellos fueron encarcelados. En mayo de 1948, las autoridades los liberaron para que pudieran unirse a la expedición egipcia pero, como es evidente, carecían de cualquier entrenamiento militar y, pese a su intenso fervor, no eran rival para las fuerzas judías.

[…el reducido número de efectivos sirios que el país envió a Palestina se desempeñó tan mal que incluso antes de que terminara mayo los judíos consideraban la toma de territorio sirio, no ya palestino].

Las unidades libaneses eran todavía más reducidas […]”

Los precedentes son tramos del historiador judío Ilan Pappé[16] que ha investigado concienzudamente este período, y por decir verdades, ha sido tan hostigado dentro del tan democrático Israel que se ha visto obligado a pedir refugio. Vive en Inglaterra y sigue trabajando en la Universidad de Exeter.

Se trató entonces de un ejército, el sionista, consolidado, entrenado profesionalmente tanto en las filas del ejército británico como en los campos de entrenamiento cedidos por la Italia fascista. Contra tropas mal armadas, peor entrenadas, provenientes de estados débiles y recientemente establecidos con “los cambios de aire” producidos con el resultado de la 2GM; del viejo colonialismo al llamado neocolonialismo (se conservan los dominios imperiales, pero ahora con banderitas nacionales en las excolonias).

Así como JMS invierte cómodamente los términos militares del enfrentamiento en Palestina en 1948, así hace con innumerables aspectos: “Israel es una de las más hermosas gestas del siglo XX, así como el Holocausto que le precedió es el punto máximo de la maldad a la que puede llegar el ser humano.” Tres falsedades literariamente eslabonadas.

– La primera afirmación ignora que, por ejemplo, cuando las fuerzas sionistas proceden a llevar adelante el mencionado plan Dalet que desestructuró toda una sociedad, la palestina, asentada milenariamente, se desencadenó una migración forzosa de bastante más de la mitad de la población palestina; varios cientos de miles de campesinos y población urbana (aparte de los miles de asesinados). Ese desplazamiento se condensó en varios destinos: una buena parte de los expulsados quedaron en países ajenos, generalmente limítrofes; otros quedaron en territorio todavía considerado palestino  (Cisjordania, Franja de Gaza) y otros, finalmente, se instalaron malamente dentro del flamante Estado de Israel.

Algunos quedaron así a pocos km de su residencia anterior. De sus tierras, de sus cultivos. Cuidados durante años, décadas, tal vez familiarmente atendidos durante siglos…

Lo que pasó con varios de estos campesinos, literalmente desgajados, es ilustrativo y hace insensata o repugnante la opinión de JMS sobre “la hermosa gesta”: muchos de esos campesinos, en la noche, provistos de sus azadas o escardillos, se escurrían subrepticiamente  para llegar a “sus” tierras y atenderlas como siempre habían hecho. “El ejército más moral del mundo”, autocalificado “de Defensa” detectó estos movimientos. Y sencillamente se dedicaron a jugar al blanco con tales “invasores”. Cumpliendo las leyes recién instauradas por Israel. Los mataban como jugando con bolos.

Si con tales abusos canallescos, se estaba erigiendo al Estado de Israel, qué podíamos esperar… ¿y de qué hermosa gesta nos puede hablar JMS?

– La segunda afirmación es de carácter cronológico: “así como el Holocausto que le precedió”. Otra falsedad histórica puesto que el sionismo y la fundación consiguiente de Israel ha sido históricamente independiente de la persecución nazi a los judíos. Hay incluso un cierto amorío inicial entre sionismo y nazismo:[17] a mediados de la década del ’30 el nazismo perseguía judíos no sionistas, pero toleraba (y hasta auspiciaba) a los judíos sionistas.

Y JMS remata la frase transcripta con una tercera falsedad histórica que en todo caso revela una ignorancia supina: “el Holocausto […] es el punto máximo de la maldad a la que puede llegar el ser humano.”  Estos “topes”, “puntos máximos” suelen ser inexistentes. Le recomendamos a JMS  que, por ejemplo, conozca la acción del ejército imperial alemán sobre los hereros  en el África oriental a principios del s. XX, o que le eche un vistazo a la acción “civilizatoria” del rey Leopoldo II de Holanda en el Congo africano; “partidario de la intervención para llevar hasta África la religión y liberar a sus pueblos de la esclavitud.”[18] “Los castigos hacia los indígenas por no cumplir las expectativas de producción derivaban en asesinatos masivos ‘ejemplarizantes’ de la mano de la Force Publique” (ibíd.).

Otra técnica para levantar la productividad congoleña era la mutilación de manos o pies de los remisos; lamentablemente quedan muy pocos testimonios de la amplitud de semejante ejercicio porque el rey Leopoldo II tuvo la precaución de quemar todos los archivos cuando la opinión pública, estremecida por relatos periodísticos, empezó a repudiar su proyecto “filantrópico y civilizatorio”.

“La cantidad de víctimas de este abominable régimen se elevó a la dramática cifra de entre cinco y diez millones de personas asesinadas durante el dominio del soberano belga” (ibíd.).

Nos damos cuenta que a JMS no le interesan los hechos históricos, lo que se llama la verdad histórica. Él está satisfecho con su papel de dignatario  reconocido, y del Estado de Israel le importa su brillo tecnológico, no su racismo estructural.

Hemos analizado más circunstanciadamente la actuación de JMS, no por ser única, lamentablemente, sino porque es un exponente tenido por “culto” respecto de las realizaciones del Estado de Israel y su fuente doctrinaria, el sionismo.

Y porque en Uruguay abunda el culto al Estado de Israel.

Recordemos que hace apenas un par de años la delegación del PIT-CNT hizo una visita “fraterna” a la Histadrut israelí, una central sindical fundada con los preceptos del fascismo, compuesta por asalariados y patronos. Ferozmente racista en su origen, puesto que admitía únicamente asociados judíos… en un país con mayoría (entonces) no judía…

O cuando hace unos diez años, la marina israelí abordó, al mejor estilo pirata, un convoy de barcos solidarios con la Franja de Gaza bloqueada (por Israel y Egipto) y asesinó a una decena de tripulantes que procuraron sin armas resistir el abordaje: el repudio ante la matanza fue generalizado… pero en Uruguay, y probablemente en Israel, se levantaron voces aplaudiendo a los atacantes… en Uruguay, en diarios de los llamados progresistas.[19]

Y cuando en noviembre de 2016  la Asociación de Profesores de Historia del Uruguay (APHU) organiza su 25ª. Conferencia Nacional “Encrucijada de caminos: Medio Oriente en la mira”, para la cual había recibido el Salón de Actos de la intendencia fernandina, el CIPEMU,[20] alegando que se trataba de un acto antisemita, objetó la cesión, y con presteza el intendente la revocó.[21]

 

Testimonios del enfoque racista y victimista se repiten hasta la náusea y no sólo, por cierto, en Uruguay; pongo apenas otro ejemplo: Golda Meir, una sionista estimada por JMS como heroína y conocida por su frase concluyente “Los palestinos no existen” (frase que procuró llevar a término durante toda su vida como dirigente israelí). Meir le echaba la culpa a los “muchachos palestinos” porque se hacían matar “por nuestros muchachos”. Obsérvese la nula responsabilidad asumida: son los muertos, los matados, los culpables. Si aceptaran ser esclavos, desplazados, humillados, castigados, no habría problema.

 

Solo colonialistas que dibujaron países africanos y fronteras a su antojo y conveniencia (e incluso, en la medida de sus posibilidades, lo mismo con países asiáticos, oceánicos y americanos), descuartizando territorialmente a muchas sociedades para ampliar rentabilidades, solo a gente con tamaña mentalidad se les pudo ocurrir restaurar un “reino judío” en Palestina ignorando los milenios faltantes. Y el principio elemental de prescripción.

Y pretendiéndose tan modernos y científicos, basar el engendro en un libro que NO es de historia.

EL CONO SUR AMERICANO Y SU IDENTIFICACIÓN ACTUAL CON ISRAEL

Nuestros gobernantes, los de la región del Plata y el Cono Sur americano parecen empeñados en ignorar los atropellos, las violaciones de Israel a las normas democráticas o de derechos humanos más básicas con tal de congraciarse el favor de poderes innominados pero muy pesantes.

El gobierno saliente uruguayo, el 27 de enero ppdo. ha resuelto acompañar la convocatoria del International Holocaust Remembrance Alliance[22] a modificar, en rigor a ampliar, la definición de “antisemitismo”: que críticas al Estado de Israel constituyan antisemitismo. El embajador israelí en Uruguay, Yoed  Magen, se encargó de la doble tarea de conseguir el alineamiento de Rodolfo Nin Novoa y el gobierno saliente y de obtener igual promesa del entrante, con Luis Lacalle Pou como presidente a asumir el 1º. de marzo. El embajador declaró, tranqulizadoramente, cuando la primera ronda electoral: “la esperanza de que, en este marco conmemorativo, el actual gobierno encabezado por Tabaré Vázquez pueda adoptar esta definición internacional de antisemitismo, que no compromete bajo ningún concepto cualquier tipo de políticas o ideologías«. Significativa alusión a “la falta de ideología” tratándose de una tan acabada construcción ideológica para eximir de cargo y culpa a los atropellos llevados adelante por el Estado de Israel.

En el caso argentino, las relaciones con el Estado de Israel han sido más tempestuosas por la existencia del peronismo y sus propios amores políticos. Tanto Perón en su momento como Cristina Fernández de Kirchner y particularmente su canciller Héctor Timerman, han sido hostigados por Israel.[23]

En Chile y bien recientemente, tenemos la total confluencia de la seguridad chilena con la correspondiente israelí; cierta modalidad de la represión a la rebelión callejera de 2019, todavía en pie de lucha lleva la marca “made in Israel”, por ejemplo, la precisión.[24]

Y si hablamos del Brasil de Jair Bolsonaro, la proximidad y confluencia con el Estado de Israel se hace patente y de enorme proyección por la importancia relativa de un estado con 200 millones de habitantes: los hijos del presidente se han identificado con los colonos violentos y abusadores que con protección militar o policial acosan y golpean a campesinos palestinos, y el principal aliado interno de Bolsonaro, la Iglesia Universal del Reino de Dios, IURC, tiene su sitio de purificación espiritual al que ir en viajes desde Brasil… en Israel. Bolsonaro expresa en los destinos de Brasil el BBB: biblia, boi [vacunos], bala. La consigna de la extrema derecha satisfecha.

¿Y LA CORTE PENAL INTERNCIONAL DE JUSTICIA?

La CPI no ha sido capaz de cumplimentar un solo veredicto de los dictados a lo largo de décadas ante las reiteradas violaciones del Estado de Israel, como con el tristemente conocido paredón de cientos de km que fragmentó lo que quedaba del territorio palestino (2005), o respecto de asentamientos de colonias judías en territorios que hasta la ONU entendía correspondían a Palestina. O del derecho de palestinos sitiados a romper pacíficamente el bloqueo. La ONU parece haber perdido la cuenta de las veces que Israel ha burlado sus prescripciones. Uno se pregunta si algún otro estado podría tener semejante índice de desacato respecto de la comunidad internacional… Una triste comprobación de la falta de justicia de la Corte que la invoca es que, por ejemplo, desde 2015 su integrante, Fatou Bensouda, designada para un examen preliminar de “presuntos crímenes de guerra” en territorios palestinos “no ha abierto [hasta ahora] ninguna investigación formal que pueda llevar a enjuiciamientos”.[25] Que no nos extrañe: Fatou Bensouda se ha dedicado a igualar violaciones y crímenes de guerra de “las dos partes en lucha” (ibíd.). Como si Israel y lo que queda de la sociedad palestina (incluyendo los nucleamientos de resistencia armada) fueran equiparables y tratables como partes iguales ante un territorio en disputa y no que, históricamente, el sionismo organizado invadió Palestina y se fue adueñando de territorios…

“LAS RESOLUCIONES DE LA O N U  (MAL) INVOCADAS POR ISRAEL

Como explica Jeremy Hammond,[26] el movimiento sionista y el Estado de Israel apelan a la presunta legitimación de la ONU para justificar su existencia.

Pero ya hemos dado cuenta a lo largo de nuestro abordaje que la ONU en general y la UNSCOP en particular carecen de atribuciones para generar, fundar, un estado. Carecen ahora y carecían en 1948, cuando se establece el Estado de Israel. Algo que acabamos de describir con apoyo en historiadores, judíos, que han optado por la verdad histórica y no por la geopolítica de poder.

Y ya vimos que la propuesta de partición de UNSCOP no fue respetada por las fuerzas sionistas que en ningún momento intentaron volver a la recomendación de partición propuesta por UNSCOP.

Hammond explica que mediante una confusión conceptual se ha procurado contrabandear lo acontecido como si hubiese sido válido, legítimo. La ONU presentó en su carta fundacional (1945) como válido y propio de nuestro derecho internacional “el derecho a la autodeterminación de los pueblos”. Pero no el “derecho a existir” de un pueblo, que es harina de otro costal.

“El derecho a existir de un pueblo” no lleva consigo, de modo automático, un territorio ni la consecución sucesiva de territorios. Lo primero se aplicó, precisamente, en 1948. Y lo segundo, en  las Alturas de Golan en Siria, en 1981.

Dada la extraordinaria ligazón ideológica, geopolítica de EE.UU e Israel, y los afanes de muchos defensores de esa alianza para justificarla como unión de destino, nos parece apropiado poner a disposición un apunte de Thomas Jefferson acerca del derecho a la tierra (1789): “[…] la tierra le pertenece al que en ella vive […] los muertos no tienen ni poder ni derechos sobre la tierra. Al momento de la muerte, la porción ocupada por un individuo cesa de ser suya y se revierte a la sociedad […]. Los niños, los legatarios o los acreedores que la tomen para sí lo hacen no por algún derecho natural sino por leyes de la sociedad […] por lo mismo ningún hombre puede ser obligado a ceder la tierra que ocupaba […]”.[27] Que el pensamiento de Jefferson, anglonorteamericano y racista, nos muestre el atroz origen de EE.UU. mediante la ocupación violenta de territorios habitados no invalida que a la vez quite todo sustento a la colonización −violenta− de una Palestina habitada.

¿QUÉ TIENE ISRAEL QUE LO HACE TAN ATRACTIVO PARA ANTISEMITAS, FASCISTAS Y RACISTAS COMO TRUMP, BOLSONARO Y DUTERTE?

Esta es la pregunta que Tony Greenstein plantea.[28] Y que vemos de extraordinaria vigencia. Israel ha logrado recrear una internacional del pensamiento de extrema derecha, ultraconservador, racista militante, defensor a ultranza del poder y los poderosos.

Ya vimos esas ligazones con  varios estados de los llamados latinoamericanos en momentos sobre todo en que fueron o son gobernados por poderes despóticos, al estilo bbb, en Brasil.

Pero Greenstein da otros ejemplos muy llamativos: Geert Wilders, fascista holandés, no populista sino oligarca, que define a los marroquíes instalados en Holanda como “escoria”,  considera a Israel la primera línea de batalla para afianzar “la civilización occidental”.

Algo así puntualizaba el noruego Anders Behring Breivik cuando asesinó a sangre fría a unos 80 seres humanos en Noruega; una primera decena de noruegos en la capital, para desviar la atención policial y tener las manos libres (ocupadas por un fusil) para matar en la isla Utøya a decenas de jóvenes socialdemócratas acampados, en su mayoría de origen árabe. Preguntado por su fuente de inspiración, si era nazi, rechazó vehementemente tal perfil y se reconoció inspirado por el Estado de Israel.

Por eso, cuando la agitadora profesional Pilar Rahola, presentada como dirigente catalana  declara: “Cuando se violenta, insulta o mata a un judío por ser judío, toda nuestra civilización es violentada”,[29] la pregunta que me hago es qué es lo violentado cuando se insulta, se violenta o se mata a un irlandés  por ser irlandés, a un congoleño por ser congoleño, a un aymara por ser aymara o a un palestino por ser palestino; el pueblo precisamente vaciado por algunos judíos, que son casualmente los que despiertan una sensibilidad tan exclusiva en esta admiradora de la mujer-batalla, Golda Meir.

Es que, como dice el investigador Norman Finkelstein, “Israel no es simplemente un estado de extrema derecha sino un país de extrema derecha. No se trata simplemente de un gobierno de extrema derecha sino de una ciudadanía de extrema derecha. Israel no tiene izquierda. Israel no tiene centro, tiene una derecha, extrema derecha y aun más derecha.[30]

Con razón al amorío entre EE.UU. e Israel.

Atención a los segundones que son legión; los partidarios de los etnoestados, por ejemplo.

 

 

[1]  En los campos de concentración nazis, donde había encerrados tantos judíos, se le llamaba “hombre musulmán” al exhausto que ya no podía trabajar y apenas respirar. Desconozco el motivo de tan peculiar designación.

[2]  Miko Peled hace una observación escalofriante: desde el emplazamiento de Yad Vashem se divisa el lugar donde estaba la aldea palestina Deir Yassin destruida hasta sus cimientos luego de la matanza colectiva de sus habitantes, hombres, mujeres, niños, en abril de 1948.

[3]  La identidad errante, Editorial Canaán,  Buenos Aires, 2013. Su primera edición: The  Wandering Who?, Zero Books, Londres, 2011.

[4]  El planteo de Yuval N. Harari, militar, una luminaria de la intelectualidad israelí, puede dar razón al análisis de Atzmon: “El proyecto principal de la revolución científica es dar a la humanidad la vida eterna” (Animales y dioses, Penguin Random House, Buenos Aires, 2016).

[5]  Una terminología religiosa y monopólica para referirse al genocidio perpetrado por el nazismo contra los judíos, que expresa una sustracción a la peripecia humana, encarnada en tantos genocidios. Por eso, un judío, Néstor Kohan, aclara: “parte de mi familia fue torturada y masacrada por los genocidas nazis (genocidio que no tuvo nada de ‘holocausto’).” (“Antisemitismo”, 14/5/2009).

[6]  La invención de la Tierra de Israel, Editorial Akal, Madrid, 2013.

[7]  Shlomo Sand, ibíd., p. 201.

[8]  Shlomo Sand, ibid., p. 200.

[9]  El Estado Judío, La Semana Publishing, Jerusalén, 1976. Véase el pasaje en el próximo capítulo, llamada 12.

[10]   Es de hacer notar que respecto del universalismo concebido desde el socialismo (hasta que aparezcan los socialismos nacionales o nacionalsocialismos), tanto el sionismo como el judaísmo chocan, y por las mismas razones; se trata de sistemas e ideas antiuniversalistas; tanto la de la religión judía para un “pueblo elegido” como la de un nacionalismo (cualquiera que sea).

[11]   Penguin Random House Grupo Editorial, Montevideo, 2018.

[12]   Ob. cit., El Estado Judío.

[13]  Israel, Estado de conquista, Editorial Canaán, Buenos Aires, 2012.

[14]  Sanguinetti, ob. cit.

[15]  La IIGM había terminado hacía apenas 2-3 años.

[16]  La limpieza étnica de Palestina, Editorial Crítica, Barcelona, 2006.

[17] Véase las investigaciones de Lenni Brenner: El sionismo en la época de los dictadores, 1983, editado en castellano por Editorial Canaán, Buenos Aires, 2011 y Colaboración de los dirigentes sionistas con los nazis, 2002, editado en castellano por Editorial Canaán, Buenos Aires, 2011.

[18]  Wikipedia.

[19]  Véase mi artículo “Ante el abordaje violento de los barcos a Gaza: palabras insultantes vs. hechos incontrastables”, agosto 2010.

[20]  Comunidad israelita Punta del Este, Maldonado, Uruguay.

[21]  Estuve presente en sesiones de dicho encuentro y pude percibir que uno de los docentes, considerado por CIPEMU antisemita, tenía una idea crítica de Israel, pero para nada antisemita.

[22]  Es una organización intergubernamental fundada a fines del s. XX, conocida por su sigla, IHRA.

[23] Héctor Timerman, hijo de un periodista detenido, secuestrado y expulsado por la dictadura argentina de 1976. Entonces, Jacobo Timerman fue recibido en Israel por su condición de judío y poco después abandonó Israel como refugiado político por no acompañar la invasión de Israel a El Líbano, en 1982. Con lo cual el apellido o la estirpe Timerman no debe haber sido del agrado del Estado de Israel. Las “culpas” del padre parecen haber pasado al hijo. Estando el canciller  argentino de visita en Israel, durante la investigación sobre la AMIA, Avigdor Lieberman, a la sazón ministro israelí de “Defensa”, le pregunta por qué Argentina lleva o quiere llevar adelante la investigación sobre los autores del atroz atentado a la AMIA. Timerman le explica, pedagógicamente, que para encontrar a los culpables y aplicar la condigna pena…. Lieberman lo interrumpe: −pero para qué tanta historia si ya la opinión pública ha encontrado a los culpables… Lieberman no remata su “razonamiento” señalando quién y cómo se construyó, se construye la “opinión pública”. Lástima, porque habría quedado bien claro quiénes cometieron tales atentados… (https://www.pagina12.com.ar/81818-quisiera-que-haya-un-juicio-lo-antes-posible). 

[24] Véase el muy documentado artículo de Maciek Wisniewski, “Israel y la represión en Chile” (Red Latina sin Fronteras, 24 ene 2020). Quien esto escribe no puede dejar de pensar en los ojos dañados, centenares.

[25]  Maureen Claire Murphy, ¿Está la CPI a punto de cerrar la puerta de la justicia para Palestina?”, Electronic Intifada, 21 dic. 2019.

[26]  Why Israel Has No “Right to Exist”, 15 mar 2019.

[27]  Cit. p. Frances Moore Lappé, Rediscovering American Values, Ballantine Books, Nueva York, 1989.

[28]  Editado por Azvsas. Publicado por www.rebelion.org, 14 set. 2019.

[29]  El País, Montevideo, 19 feb. 2015.

[30]  Cit. p. Tony Greenstein, Azvsas, ob.cit.

Publicado en EE.UU., Medios de incomunicación de masas, Palestinos / israelíes, Uruguay

Uruguay: La coalición multicolor calificando niveles de democracia

Publicada el 15/02/2020 - 01/03/2020 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández – 

La Coalición Multicolor se presenta, inaugura su conducta polìtica con un perfil acusado, como fijando posición, y anunciando inteligencias, tácticas, señoríos estratégicos…

La elección de los invitados a la asunción presidencial del electo Luis Lacalle Pou expresa, como  las manchas del Test de Rorschach, muchas más cosas de lo que políticamente se dispuso.

La pretensión de elegir ideológicamente a los países, a los estados invitados, es de una gravedad inusitada.

Por su desigualación militante. Por la imprecisión inevitable del democratómetro.

El equipo del futuro gobierno uruguayo borró de una plumada, sin más trámite, a Cuba, Venezuela y Nicaragua. entre los países de América Lapobre.  

A quien esto escribe no le duelen prendas porque no se identifica con ninguno de los gobiernos de esos tres países. Pero tengo la clara convicción que, por ejemplo, en el caso venezolano, la oposición es incomparablemente peor que el gobierno. Y en el caso cubano, estoy firmemente convencido que su enemigo principal, EE.UU. no sólo carece de toda legitimidad política, jurídica o moral para condenar o ni siquiera criticar a Cuba, sino que ese “Gran Hermano” es la entidad responsable de buena parte del estado desastroso del planeta, Cuba incluida.

Pero no se trata de medir calidades de gobierno. Porque si aplicamos el democratómetro, ¿qué hacer con  el gobierno surgido por presión militar en Bolivia?, ¿cómo invitar a Jeanine Añez como representante de algo democrático?

Sigamos recorriendo el espinel. La población chilena, enardecida, se ha plantado ante el maltrato y la sobreexplotación sistemática de 30 años, del proyecto de laboratorio del neoliberalismo.

Pese a la confesión tipo strip-tease de la cónyuge presidencial, de que iban a tener que aminorar los privilegios –se agradece la involuntaria sinceridad−, su marido Piñera en lugar de ensayar la mínima autocrítica y convocar a nuevas elecciones, ensayó primero una disculpa, para de inmediato aferrarse al sillón presidencial y a la protección de la fuerza bruta, por él mismo desarrollada, siguiendo las pautas pinochetistas.

Si el elenco Lacalle apunta a las violaciones de lo democrático de Ortega o de Maduro, ¿no son acaso las de Piñera iguales o peores? (recordemos que en Venezuela, la oposición recurrió a la violencia en un grado incomparable con las protestas callejeras de Chile, por ejemplo, lo cual forzó al gobierno venezolano a contestar con violencia).

Y si el “ecuánime” (futuro) gobierno uruguayo va a aplicar el democratómetro a los tres países señalados, ¿dónde ubicar, cómo calificar la situación de Colombia con cientos de luchadores ambientales, periodistas o exguerrilleros que han hecho abandono del empleo de armas, que están siendo asesinados año a año, mes a mes, semana a semana desde el fin de la negociaciones, repitiendo una danza macabra que Colombia ya conociera (eso sí, parece desconocida para los miembros del tribunal de los premios Nobel, que le concedieran tan ansiado trofeo al expresidente Juan M. Santos).

¿Y qué decir de los quilates democráticos de Bolsonaro, con su prédica BBB, −biblia, boi, bala−, postulada en voz alta y con descaro, como si fuera un guerrillero de “la contra”, aupado a la presidencia con juicios fraguados y el “aporte” del IURD,[1] modelo antidemocrático por antonomasia?

¿Dónde está la democracia? ¿En Honduras acaso?

El futuro canciller Ernesto Talvi argumentó que ninguna de las tres naciones no invitadas son “una democracia plena”.

En declaraciones a FM Del Sol, Rodolfo Nin Novoa respondió al argumento de Talvi y sostuvo que según el ranking de Democracy Index, “En América del Sur no hay ninguna democracia plena, salvo Uruguay.”

Con lo cual nuestro canciller en funciones se ampara en una clasificación de origen británico que comprueba lo arraigado que sigue el eurocentrismo (en sus protagonistas… y en sus seguidores).[2]

Y contribuye, como buen  confeccionador de Public Relations, a la imagen impoluta del paisito.

Sobre el verdadero nivel cultural y político de nuestra población, estragada por sectas protestantes, fútbol, juegos de azar y el bombardeo sistemático y continuo de basura yanqui,[3] habría mucho que discurrir y sopesar.

Incluso hasta en la gordura promedio de nuestros cuerpos, analizar el papel de la Coca-Cola…

Pero no ahora, que solo quisimos marcar la soberbia escondida o expresada en la pretensión de calificar ideológicamente a los invitados institucionales que en términos estrictamente democrático-formales deberían ser todos tratados por igual.

notas:

[1]  Iglesia Universal del Reino de Dios. Sus viajes de elevación espiritual son… a Israel.

[2]  Se trata de un laborioso ranking que usando variables diferentes termina ubicando a Siria penúltimo en la tabla delante de Corea del Norte. Siria, como Libia, consideradas antes de las respectivas incursiones, sociedades vivibles (aunque con un gobierno fuerte, entre despótico y paternalista) han sufrido ataques brutales, con mucha impronta occidental (freedom fighters, todo un dato). Por ello, resulta inmedible o con medición totalmente alterada.  Qué decir cuando Democracy Index ubica casi a la par al gobierno filipino, cuyo presidente de revólver al cinto mata con mano propia a presuntos delincuentes en la calle −parangonándose con los escuadrones brasileños de la muerte−  con el gobierno argentino que incluso bajo Macri, con su represión a pobres y originarios, no llega ni a los talones del presidente Rodrigo Duterte. Ver que Irán está entre los peores y que Hungría, Honduras  e Indonesia están mucho mejor catalogadas, nos hace sospechar del sentido del listado.

[3] EE.UU. produce, mediáticamente buena calidad y pésima… y toda la escala intermedia. Pero lo que llega masivamente a la TV por cable es su producción seriada de violencia, ruido, muerte y destrucción. Monocorde. Embrutecedora.   Uruguay parece carecer de antídotos contra esa “invasión”. La calificación de democracia perfecta  es en tal caso  una broma macabra. Democracy Index es apenas un aparato ideológico del sistema de poder imperante. A Rodolfo Nin Novoa, en todo caso avisarle que los Reyes son los padres.

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