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Categoría: EE.UU.

GENOCIDIO AL DESNUDO Y A LA VISTA DEL PÚBLICO

Publicada el 19/02/2025 - 05/03/2025 por luissabini

19 febrero 2025

por Luis E. Sabini Fernández

La historia muestra el  conflicto de fuerzas diversas,  a menudo contradictorias. Lo cual da paso a diálogos, a menudo ríspidos. El diálogo suele ser parte de muchísimos conflictos humanos.

Calígula, al parecer, si dialogaba, lo hacía sólo con Incitatus, su caballo. En tal caso, se ha perdido todo diálogo humano.[1] Relaciones de ese tipo existen, por ejemplo, con una noción de estado absoluto, que prescinde del diálogo: “El estado soy yo”, de la monarquía absoluta de los Borbones.

Pero en general, el desarrollo y la convivencia de diversas culturas y naciones implica cierta suerte de diálogo.

Los genocidios constituyen, en cambio,  la antítesis a todo diálogo.

Medidas genocidas, como la matanza nazi de judíos (y otras categorías de humanos también rechazadas por el nazismo), se han llevado a cabo de modo no del todo públicamente. Se sabía algo, se intuía algo, muchos sospechaban con certeza, pero no había nada abierto, explícito.

Cuando los hutus, perfectamente amparados por poderes extrarruandeses,[2] libran una matanza de tutsis que se estima puede haber llegado a ser de un millón de seres humanos, hombres, mujeres, niños, “empresa” que insumirá varios meses del año 1994, otra vez, como con el nazismo, hay barruntos, indicios, algunos tienen certezas o cuasicertezas, pero  no existe la declaración abierta, descarada, sin tapujos, de semejante política: el genocidio.

Lo que se ha desencadenado el 7 oct. 2023 en la Franja de Gaza; se ha constituido en un genocidio a cielo abierto, a la vista (y paciencia; nunca tan bien aplicado este segundo aspecto) del público.

El genocidio explícito desatado el 7 oct. 2023 no sobrevino en cielo sereno. El genocidio palestino y en particular el gazatí, venía manifestándose desde por lo menos 2005 o 2006.

El episodio disparador parece haber sido la autoevacuación de unos pocos miles de colonos sionistas que se habían instalado a la fuerza en la Franja de Gaza construyendo enclaves a todo lujo en el saqueado, magro territorio. Se retiran, tras destrozar todas las costosas instalaciones que habían montado en medio de las privaciones a que estaban sometidos los palestinos. E Israel inicia el cerco mortal a la Franja, impidiendo todo contacto de dicho territorio ni por aire (destrozan el aeropuerto de la Franja financiado en su momento por la asistencia española), ni por agua (bloquean el puerto y cercan su costa al punto que los pescadores palestinos pueden apenas pescar en la orilla (siendo baleados si entran aguas adentro), ni por tierra, adueñándose militarmente de todos los ingresos salvo los fronterizos del lado egipcio; a Egipto se le impone su política de bloqueo, que, estrangulado financieramente, acata.

Esa escandalosa mudanza, hiriendo tierras y sociedades, parece responder a un hecho político preciso: luego de años y años sin que los palestinos pudieran decidir su destino político, porque Israel bloqueaba toda salida autónoma fuera de su influencia o porque las elecciones palestinas eran cada vez más amañadas, en 2006, con la presencia de veedores internacionales confiables, como el Centro Carter, se logran elecciones con un margen aceptable de veracidad y ¡oh sorpresa! es Hamás, confesional, islámico, tradicionalista, lo que gana las elecciones. Se prueba así que los palestinos habían estado embretados por partida doble: desde el designio sionista, reinventando un país a su servicio desechando “el material humano” allí presente, y desde una dirección política que en algún momento fue de resistencia a la imposición sionista, pero que por desgaste y/o derrota fue siendo políticamente deglutida, por más que sus banderas “de izquierda o socialista”  se siguieran enarbolando y confundieran a muchos simpatizantes de la causa palestina.

Hamás se impuso categóricamente en la Franja de Gaza. Y más ceñidamente, también en Cisjordania y Jerusalén (Oriental). Inmediatamente, con “asistencia” israelí, la OLP y su liderazgo congelado procuran rehacerse del gobierno, ignorando los comicios: los candidatos votados de Hamás son detenidos y depositados en cárceles y la alianza espuria entre Israel y la ANP logra readueñarse de facto de los cargos en Cisjordania. Pero los dirigentes de ANP no pueden mantenerse dentro de la Franja de Gaza.

El resultado electoral, real, Hamás al gobierno, es lo que decide a la dirección sionista a eliminar a Gaza, derecho viejo. Claro que no se puede hacer todo “de una”…

Desde entonces, Israel inicia un cerco de hierro: todo suministro proviene exclusivamente desde Israel. Los que quieren hacer desaparecer a la Franja de Gaza y su población refractaria se constituyen en sus aprovisionadores exclusivos. La alimentación mengua y el agua empeora deliberadamente su calidad. Los viajes se dificultan. Se inicia un “trapicheo” moralmente atroz: cuando un enfermo no puede atenderse dentro de la Franja y tiene que ser internado en hospitales de, por ejemplo, Cisjordania, las autoridades chantajean al enfermo: lo dejan ir si se hace infidente.

Todo va escaseando cada vez más: alimentos, medicamentos, elementos de cultura, ladrillos, canillas, vajilla, jabón, vestimentas, y, claro, agua. Israel derriba toda alberca y balea los depósitos de reserva cerca de su  base, para vaciarlos.

Nadie enjuicia a Israel por esos comportamientos. Entre 2006 y 2023. Todos pregenocidas. Preparatorios de un desenlace que no puede no ser genocida.

Las observaciones se van apilando. Lo advertirá el noruego Richard Falk, comisionado  de la ONU ante los territorios palestinos, y recientemente la italiana Francesca Albanese, relatora de la ONU sobre la cuestión palestina.

Pero la ONU carece de ejecutividad. António Guterres, su secretario general, es un monumento ecuestre a la impotencia. Todo el diseño onusiano está cuidadosamente establecido. Porque, como han sincerado algunos privilegiados, la igualdad no es igualitaria. Las medidas se declaran para todos, pero el sagrado principio de desigualdad ante la ley preserva a algunos de cumplirla.[3]

El proceso de estrangulamiento programado por Israel, se remata  con el “Acuerdo del Siglo”, en 2020 para solucionar el “diferendo” palestino-israelí, firmado entre Israel y EE.UU., donde los palestinos ni siquiera aparecen como notificados, menos aun firmantes. Esa ausencia confirma la política de erradicación/usurpación/extinción/exterminio (proponemos al lector elegir la denominación más acorde).[4]

Así que el sionismo se dedicó a incentivar su política de negación de lo palestino. Pero matar directamente y no masivamente, solivianta. En cambio, políticas restrictivas; deterioro de salud, falta de asistencia, restricción de agua, escamoteo de alimentos nutritivos, generación de enfermedades (por ejemplo, echando material contaminante a la tierras más altas de Gaza, asegurando que lentamente se van a extender por toda su escasa superficie, camino del mar), tienen a la larga el mismo efecto. Y la política de “redención de la tierra” funciona así con menos fricciones (pero necesita más tiempo).

Algunas organizaciones políticas palestinas, como la ANP, con su seudoindependencia  vegetaban parasitariamente. Pero organizaciones enfrentadas al sionismo, como Hamás, vieron la encerrona. Y la agonía. Y la inminente extinción.

Parece ser que un estratego formidable, Yahya Sinwar, que en sus larguísimos años de cárcel llegó a conocer el modus operandi israelí y aprendió hebreo, advirtió que esta vez el asentamiento sionista avanzaba y se hacía imparable. Había conocido el amargo sabor de la represión a mansalva cuando estuvo entre quienes forjaron las Marchas por la Tierra, en 2018 y 2019, absolutamente pacíficas, que así y todo cosechó centenares de muertos y mutilados palestinos. Como tantos palestinos, vio el disfrute de las tropas de élite de Israel, haciendo su cometido; el destrozo de los cuerpos de palestinos y palestinas.

Y los más decididos entre los decididos hicieron el copamiento guerrillero del 7 de octubre, ajusticiando (nunca mejor usado el verbo) decenas de policías o soldados (hay que tener en cuenta que en un seudoestado nacional como Israel, que en rigor es un verdadero territorio de conquista –en movimiento, en realización− no hay distinción entre soldados y policías, al menos hacia la población colonizada). Y “cosecharon” unos dos centenares de rehenes para intercambiar por sus millares de presos (la mayoría “administrativos”, es decir sin delito ni juicio a la vista; únicamente sustraídos a la circulación social). Este último operativo disparó muchas situaciones de violencia porque en general los israelíes cuentan con muchos dispositivos de seguridad.

Se ha insistido mucho en el posible carácter de celada israelí, por la demora en la respuesta (nada menos que seis, casi siete horas, en un territorio diminuto y con un ejército como el israelí, proverbial en su coordinación y dispositivos de respuesta). Actuar “defendiéndose” le habilitaba un contraataque feroz.

No tenemos pruebas fehacientes. Pero ante la dificultad de aceptar tanta demora en la reacción, se tejen hipótesis, inevitablemente, procurando entender el significado del choque de colonizados expoliados y tratados como inferiores −que a su vez se sienten dignos y en modo alguno inferiores− y colonizadores racistas que habían fomentado inicialmente a estos refractarios religiosos islámicos para quitar de en medio a los movimientos palestinos laicos, socialistas y antiimperialistas.

El decurso histórico ha dado un crudo mentís a las expectativas israelíes de la primera hora, a tal punto que el mismo Israel ha cambiado su estrategia y ha convertido a fuerzas musulmanas como Hamás en su adversario principal, puesto que las principales organizaciones laicas de la “izquierda” palestina han sido al menos parcialmente deglutidas con el espejismo de un (mini)estado palestino, recibiendo su principal agrupación dinero y armas para sostener sus estructuras administrativas de personal palestino en los miniterritorios con autonomía muy relativa (para algunas tareas municipales).

El planteo de los resistentes resultaba inadmisible para Israel desde todo punto de vista. Porque procuraban, exigían, ser tratados de igual a igual. Algo que es ajeno a la mentalidad colonialista en general y sionista en particular. ¿Cómo seres inferiores, gente subhumana, puede pretender tamaño encumbramiento?

No sólo que no corresponde, sino que molestan, irritan, alegarán muchos israelíes, titulares del proyecto de ciudadanos de primera categoría.

Sinwar acertó, pagándolo con su vida. Porque Israel le mostró al mundo lo que es su hybris, perfectamente salpimentada con chutzpah.

Basta ver la foto de exteriores de una decena de soldados femeninas que combinan su gracejo juvenil, con selfies y acicalamientos, en plena calle, a la intemperie, ante lo que queda de Gaza en escombros, rodeadas de ruinas de edificios civiles con viviendas que tienen cadáveres entre sus escombros, entrecruzados con planchadas y columnas derribadas. Ellas sonríen, risueñas, coquetas, fijando un momento histórico… todo recién derribado sin duda, todavía el olor a podrido, a muerte, no ha alcanzado sus delicadas narinas…

Esa foto es la expresión más atrozmente sincera del ombliguismo, de la falta radical de diálogo, de una suerte de solipsismo que le hace creer a su titular que está solo. En el mundo. Que el mundo circundante no existe. Que no existe el prójimo.

Toda idea de diálogo en su sentido filosófico, existencial, está de más. Todo es pan con pan.

Para agregar al autismo militante que nos muestra la foto, hemos visto otros videos subidos sin más a internet con otras israelíes, haciéndose las lastimadas, remedando burlonamente a palestinas que estarían inspirando lástima, con heridas falsas. Estamos hablando de la población gazatí a la que se les ha derribado casi todas sus viviendas, arrasando cuerpos, mobiliarios, vestimentas, alimentos, instalaciones de agua y mucho más… hermanos, hijos, abuelas… esas palestinas se quejan −según las burlonas israelíes−, mintiendo.

Hay videos en que israelíes gozan tomando agua o dilapilándola. El escarnio ha sido de tal volumen que ”la Comsión Europea instó a x, meta y tiktok a eliminar [tales] imágenes.” [5]

Cuesta incluso escribirlo. Ser tan mendaz, tan sádico, tan repugnante, tan risueño y gozoso ante el mal ajeno (que has infligido tú mismo) daña el alma… hasta de quien lo escucha.

¿Cómo podemos siquiera aproximarnos a esa actitud ante seres humanos?

Como explican religiólogos con mucho fundamento –Laurent Guyénot, por ejemplo− esa enorme distancia o abismo entre los habitantes del Gran Israel y el resto de la humanidad puede intuirse a partir de un exclusivismo religioso, social, psíquico, que haya generado un abismo entre los titulares de esa religión y el resto de (¿la humanidad, el planeta, los contemporáneos?).

Un deslinde se impone: la religión de estado que se considera base ideológica del Estado de Israel no es la religión judía que profesan muchos judíos que no son sionistas ni israelíes.

Volviendo al Estado de Israel, entendemos que no tiene sentido entenderlo como un estado más, como si fuera  otro Portugal, otra Polonia, otra Malasia.

Estos últimos países, que he enumerado al azar, tienen su historia, con tramos imperiales, con tramos racistas,  con tramos de esclavitud. Sociedades, más o menos azarosamente constituidas, por humanos.

Israel es otra cosa. Sus “pergaminos” vienen celosamente dispuestos en disposiciones de “el libro”, “el libro de los libros”, como si se tratara de pruebas científicas, inapelables, tan incontrovertibles como la Gran Muralla China o la Torre Eiffel.

Y esa documentación exclusiva, en un diálogo también exclusivo con cierto dios les habría otorgado un derecho clave… como dice risueñamente el ya invocado Guyénot: “Tenemos el mismo dios, pero Él nos eligió a nosotros.”

Israel es una sociedad donde el periódico más progresista se pregunta, con total normalidad:  “¿Por qué Israel todavía no ha asesinado al líder Yahya Sinwar, en Gaza?” [6] Lo pregunta tan neutral y naturalmente como si preguntara porqué el ministro fulano de tal no concurrió al evento de ayer.

Lo expresa con claridad la Cátedra de Estudios Palestinos de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires: “[…] El desparpajo y la brutalidad con la que se anuncia semejante crimen colectivo de lesa humanidad son demostrativas de la impunidad con que operan ambos estados colonialistas [EE.UU. e Israel]  y del propósito de continuar violando en forma continua y cada vez más acentuada el derecho internacional. En particular, la Carta de las Naciones Unidas que prohíbe la conquista del territorio de otro pueblo, la Declaración Universal de los Derechos Humanos y todos los tratados que la complementan, especialmente la Convención sobre Genocidio antes citada.” (5 feb. 2025)

Las violaciones resuenan, y destaco lo del desparpajo. Que trasunta la enorme, insondable impunidad que goza tan peculiar formación política. Que no tiene Constitución, que no tiene límites. Y que confunde permanentemente, y cada vez más, su jurisdicción con la de EE.UU. (que en ciertos aspectos es como decir que se confunde con por lo menos medio mundo…).

Ese desparpajo se refuerza con la prescindencia del resto.  Jonathan Cook, el extraordinario periodista británico que viviera durante décadas en Nazaret  titula un artículo  reciente: ”Otro informe de expertos concluye que Israel está cometiendo genocidio. Occidente bosteza”.[7] (25 dic. 2024)

Caitlin A. Johnstone, en este mismo mes de febrero, revisando una encuesta del Jewish People Policy Institute (Instituto de Política del Pueblo Judío) registra que apenas el 3% de los judíos israelíes consideran inmoral el plan de expulsión masiva de palestinos[8] de la Franja de Gaza que procura llevar a cabo la sustitución de población árabe por población “del libro”, según la terminología judía ortodoxa.[9]

Desparpajo, desfachatez y el bostezo de los otros.

El lenguaje sin tapujos de la violencia y el asesinato: el ministro de Seguridad israelí (el equivalente de un ministro del Interior rioplatense) se indigna cuando periodistas preguntan por la comida deficiente para presos palestinos (porque se ha producido un terrible deterioro): −¿Comida para presos? Responde Ben Gvir: −Balas, eso es lo que merecen, ¡voy a pasar un informe para que reciban bala, no pan!

El presidente del llamado Estado de Israel, Isaac Herzog, para muchos, un moderado, es decir que no sería de andar diciendo atrocidades o bravatas, declaró: “No hay inocentes en Gaza.”  La enormidad, clínicamente genocida, de esta frase nos da la visión que Israel, los sionistas y judíos israelíes en general tienen del “problema palestino” (un problema, que ellos, justamente, crearon: hubo judíos conviviendo con árabes musulmanes durante siglos, pero no eran sionistas).

Esa actitud que hemos citado de Herzog condiciona también brutalmente la respuesta. Hace brotar la resistencia. Si alguien quería su tierra, su entorno, su idioma, pero además si se lo condena como delincuente por todo ello, ¿qué queda? Aferrarse a su tierra (y a rasgos que de pronto no son compartibles o saludables; para quien esto escribe toda religión monoteísta es potencialmente fanática y asesina, porque genera una estructura de poder vertical, y en ello incluyo a la religión judía, al cristianismo y al Islam). Pero los palestinos viven, vivían en su tierra y no quieren se expulsados como ratas o basura, porque no son ratas ni basura. Y están en su tierra.

Gaza, además, carece del pedigree bíblico otorgado a zonas como Samaria, como asiento histórico de tribus judías. Gaza fue colonia romana y con religión no judía en el tiempo de los reinados judíos cercanos. Palestina no es sino una modernización de su nombre en latín, Philistina: tierra de filisteos)

Ayelet Shani (30 ago 2024, en Haaretz), judía, ha planteado: “Creo que el sueño sionista no es viable por haberse basado en errores.” Está dicho con muchísima suavidad. Pero así y todo…

Y el rabino Avidan Freedman, que vive en Cisjordania (en la colonia judía de Efrat) declara “rechazar lo que ve como una santificación de la fuerza”. Se pregunta: “¿Quién sino un dueño de su tierra la defiende junto a sus hijos con tanta dignidad y empeño? Y se plantea que no ve el mismo amor a la tierra de sus cofrades judíos. Dice: “Si nuestro pueblo realmente hubiera valorado la tierra de Palestina, no habríamos sido testigo de estas oleadas masivas de judíos huyendo por los aeropuertos”, Y confiesa que no comparte para nada “las peores atrocidades que infligíamos a los palestinos: asesinatos, encarcelamientos, bloqueo, segregación, e incluso ahogarlos en drogas y corromper sus mentes con ideas que los alejan de su religión, como el ateísmo, el libertinaje y la perversión sexual.” [10]

La descripción citada nos permite ver la gravedad insondable de esta empecinada conquista de la triturada, despedazada, despellejada Palestina y su población.

Jonathan Cook ha estado observando la clara mengua de noticias sobre Gaza y Palestina en la prensa británica. Es indudable que eso, la represión de noticias, tiende a eliminar el tema de la agenda.

Pero la situación mediática actual no es propicia para ese tipo de “conspiración de silencio”. Porque la multiplicidad de fuentes es casi ingobernable y hasta el paralizador celular cumple en este aspecto una función removedora: cualquiera que ve un acontecimiento lo puede fotografiar, filmar, comentar y difundir.

De todos modos, como advierte el ya multicitado, Cook en la misma nota: “Ver cómo se desarrolla un genocidio semana tras semana, mes tras mes, y no poder hacer nada para detenerlo tiene un efecto terrible en nuestra salud mental.”[11]

Y advierte: “casi 15 meses después, el genocidio en Gaza se ha vuelto completamente normal, se ha convertido en otra noticia menor y rutinaria que queda sepultada en las páginas interiores.”

Una aplicación siniestra de “esta normalidad” es el plan de Trump (en rigor, de Jared Kushner) para hacer de la costa gazatí un centro de turismo de élite para milmilllonarios judíos del mundo entero.

Como en el ya citado Acuerdo del Siglo de 2020, auspiciado por el mismo yernísimo Kushner y refrendado por Netanyahu, que fuera presentado como un acuerdo de israelíes y palestinos pero estaba firmado por las direcciones políticas de EE.UU. e Israel (en rigor, se trató de un “acuerdo” entre Israel e Israel, porque Kushner es un sionista fanático, que habla de “fuerzas del bien y fuerzas del mal”, para referirse a la política): suena la voz de la trascendencia religiosa judía, no la de la política norteamericana.

¿Nos vencerá la normalidad que nos rodea y apabulla con noticias del universo onusiano, ocupándonos permanentemente o lograremos superar ese cerco mediático? □

notas;

[1] El caso del presidente argentino Javier Milei sería más complejo porque si bien  “dialogaría” con Conan, su perro clonado en varias versiones, también declara tener un diálogo humano propiamente dicho, por ejemplo, con su hermana.

[2] Uno de tales apoyos resultó ser el Estado de Israel,  como proveedor de armas y material usado en Rwanda durante el genocidio.

[3] Pido disculpas y remito a mi nota “Aplicando el sagrado principio de desigualdad ante la ley”, 22 ene 2025. En https://revistafuturos.noblogs.org.

[4] Ni siquiera se puede alegar lo que los racistas fundacionales de EE.UU. sostenían para exterminar a los nativoamericanos del norte; que se trataba de pueblos presuntamente exhaustos en comparación con el vigor intrusivo de los americans. Fue la coartada que algunos intelectuales piadosos, como Fenimore Cooper (El último mohicano), empuñaron para justificar los atropellos y robos de tierras. Pero en Palestina, con tasas de natalidad tan altas como las de los judíos ortodoxos más prolíficos… ¿qué podían alegar?

[5]  https://www.youtube.com/shorts/N3tFusXr3AI.

[6]  https://www.haaretz.com.israel-news/2024-09-18. Nota escrita por Yossi Melman.

[7] Middle East Eye, 24 dic. 2024, https://www.middleeasteye.net/opinion/gaza-israel-another-expert-report-committing-genocide-west-yawns.

[8] Que es mucho más que una expulsión: para concretar dicha expulsión, el estado sionista ha hambreado y enfermado a muchísima población, y ha herido y matado a muchos de los que resisten ser desalojados de sus viviendas, su entorno, del fruto de su trabajo.

[9] Blog  Personal Rafael Poch de Feliu, https://rafaelpoch.com.

[10] ‘I Believe That the Zionist Dream Is Not Viable as Long as It Is Based on Wrongs’ Haaretz, 29 ago 2024 (September 16, 2024).

[11] Ibíd.

Publicado en Centro / periferia, EE.UU., Palestinos / israelíes, Poder mundializado, Sociedad e ideología

Aplicando el sagrado principio de desigualdad ante la ley

Publicada el 23/01/2025 por luissabini

por Luis E. Sabini Fernández –

El 7 de octubre de 2023 se rehizo la agenda de nuestras sociedades. La informativa, la        política, la militar, la cultural, la ética.

A causa de la enorme circulación de la info por todo el planeta, buena parte del conocimiento de los acontecimientos –no todos− circula a menudo simultáneamente, o casi, con lo acontecido.[1]

¿Qué nos significa ver matar de a centenares, de a miles, a civiles, adultos, niños?,  ¿desfilar ante nuestros ojos la destrucción edilicia de toda una ciudad, bombardeadas sus instalaciones sanitarias, alimentarias, de transporte, sus redes de agua estalladas y humanos atrapados por doquier  en los escombros?

Enterarnos de la política fríamente calculada de impedir el acceso de agua y alimentos a población cercada con evidentes signos de necesidad, bebés muriendo por falta de líquidos, de alimentos, por hipotermia…

La pregunta que acabo de formular no se refiere al copamiento guerrilleril desencadenado por Hamás en la madrugada de ese día, tan cruento (porque se estima que en el cuartel regional que Israel había erigido en la Franja de Gaza, fueron “ajusticiados” decenas, probablemente cientos de policías o militares; algo que por sus dimensiones no tiene precedentes en la lucha establecida por los palestinos resistiendo el asentamiento “packman” sionista, adueñándose de Palestina, ni siquiera en episodios durante la huelga insurreccional de 1936-1939, con una violencia bastante generalizada.

Tampoco nos referimos al intento casi simultáneo de toma de rehenes para canjear por los numerosos palestinos presos, a menudo “administrativamente”, sin delito a la vista, que otros grupos palestinos clandestinos (o el mismo Hamás) llevaron adelante esa misma mañana tras el copamiento guerrillero, y que tuvo varios desenlaces trágicos, porque la población israelí suele estar armada, y el intento de tomar rehenes significó a veces la muerte de los secuestradores, a veces la de los victimados (aun así, el volumen de la toma de rehenes transportados “con éxito” a la Franja tampoco tuvo precedentes; se contó 240).

Tampoco nos referimos a la versión oficial israelí, que habló de 1400 judíos asesinados ese día –guarismo que ni lejanamente ha podido ser verificado por periodistas de investigación− (y que el gobierno luego redujo ligeramente a 1300, porque descontaron los palestinos matados durante la reacción israelí), versión que incluía bebitos asados, mujeres desventradas, senos de mujer convertidos en pelotas y demás “relatos” propios de la fábrica de “información” a la que el sionismo y corrientes afines nos tiene acostumbrados.

No nos referimos entonces a ese inusual y violento operativo guerrillero palestino, sin precedentes, con un alto nivel de vidas perdidas (judías y palestinas). Ni siquiera a la muy criticable política de tomar en frío rehenes.

La demora de 6 horas, casi 7, que insumió la reacción o el contraataque israelí, ha hecho pensar a muchos que se trató de un operativo tipo “Pearl Harbor”, para que funcione con éxito político y mediático[2] la “respuesta de los (presuntamente) atacados”. Y poner así en marcha, la doctrina Hannibal.

A lo que nos referimos es al desafío que plantea a nuestra sociedad y a su tejido cultural la reacción del Estado de Israel ante la incursión violenta de Hamás, Yihad, etcétera.

Indudablemente, el régimen sionista venía, desde 2006 “apretando los torniquetes” sobre la FdG de un modo cada vez más inhumano, alcanzando un grado de intromisión y crueldad pocas veces registrado: casi veinte años regulando a la baja todo alimento, saboteando todas las instalaciones de agua, dificultando su potabilidad, contaminando las tierras (otrora de agricultura ejemplar), dificultando toda actividad sanitaria, médica, quirúrgica; casi veinte años obligando a la población a caminar dentro de corredores de rejas a veces tan ceñidos que ni erguidos algunos podían ir, veinte años de abusos cotidianos, de vejaciones, como dejar a una mujer con dolores de parto en una barrera “de control” hasta finalmente tener que parir allí mismo,  con o sin asistencia, detrás de alguna planchada de cemento, animalizada por la vista hostil de la guardia de “la autoridad ocupante”.

Este proceso lleva más de un siglo. Pero como con los círculos del Infierno del Dante, ha ido reconociendo agravamientos.[3]

Aunque casi se podría haber sospechado este desenlace si tenemos en cuenta que los sionistas asesinaron en 1924 a un judío, poeta, que se negó a cortar el diálogo que como miembro de la comunidad judía mantenía con palestinos árabes, probablemente musulmanes, o que en plena década del ’30, cuando el nazismo ya había puesto fuera de la ley a casi todo el abanico político nacional (sometido a expulsiones sumarias o a campos de concentración a socialistas, comunistas, anarcosindicalistas, cristianos, judíos), los sionistas mantenían sus órganos de difusión  bregando por su establecimiento en Palestina, tolerándose mutuamente y hasta confraternizando sionistas y nazis, organizando un plan de conveniencia mutua para exportar bienes industriales alemanes al Cercano Oriente: a los judíos se les confiscaba sus ahorros en el 3er Reich a cambio de maquinaria que a su vez podían colocar los sionistas en los países del Cercano Oriente y reembolsarse así los fondos confiscados.[4]

Durante estos casi veinte años (con la promesa del “carnicero” Ariel Sharon de hacerles la vida imposible) el “tratamiento tipo” ha sido siempre el mismo: responder a una demanda −como la Marcha por la Tierra, llevada adelante en 2018 y 2019 sin palos ni piedras, con solo pancartas, y miles de gazatíes hambrientos− con balas certeramente alojadas en los ijares de los manifestantes. Y cuando se acumularon los muertos desangrados, el jefe de los francotiradores israelíes advirtiendo el daño mediático de asesinar fríamente a tanta gente desarmada –oficial de “el ejército más moral del mundo”− ordenó cambiar de blanco; a los tobillos, para no generar muertos sino lisiados (que recargarán lógicamente a la población “vasallo”).

La Marcha por la Tierra tuvo en Yahya Sinwar uno de sus promotores. Sin disparar no ya una bala, ni siquiera piedras, los palestinos “cosecharon” centenares de muertos e incontables tullidos.

Ésa es la contabilidad sionista de los cuerpos.

Se trata de algo que entendemos sin precedentes. Una violencia tan excesiva, desmesurada ante una demanda, ¿Cómo enmarcar lo que está pasando, tanto en la historia de la relación palestinos-sionistas, como en nuestra propia historia, particular, y, por último, como humanidad?

Al mismo Sinwar se le atribuye –años después−el plan del copamiento del cuartel israelí en Gaza y de la toma de rehenes en zonas próximas a la franja. ¿Se le puede criticar su adopción de operaciones violentas?

 

Frente a la hipótesis de la celada tendida también es cierto que los humanos maltratados, exprimidos, basureados, vilipendiados, aherrojados hasta el límite de sus fuerzas, ensayan intentos de “tomar el cielo por asalto”:

−Aníbal el cartaginés llegó a poner en riesgo el poder romano, por entonces inmenso; −Tupac Amaru hizo trastabillar el poder hispano colonial sudamericano;

−y la República de Palmares  –“apenas” negros esclavos fugitivos− resistió más de un siglo en el corazón del Mato Groso contra la economía esclavista portuguesa en pleno siglo xviii, y fue finalmente vencida sólo cuando Portugal envió un ejército estimado en 120 mil hombres…

Yahya Sinwar resultó primera prioridad como objetivo del ejército sionista al serle atribuida toda la ingeniería del 7 octubre, acusándolo de lo peor. Sin embargo, su historia personal abrió la interrogante: ¿se puede abusar sin límites del poder sobre otros humanos (y encima atribuirse el derecho a calificar la calidad de su comportamiento)?

 

Entiendo que, inevitablemente, tenemos que mirar hacia atrás. Y hacia adentro, porque este conflicto lleva más de un siglo. Y porque también es cierto “que no hay nada nuevo bajo el sol”.

Entre los momentos claves para inteligir este conflicto, el final de la IIGM es clave y me permito remitir al lector a, por ejemplo, a mi artículo  “El estado mundial: lo que nos ofrecen los dueños del mundo”, 2 noviembre 2022, https://revistafuturos.noblogs.org/.

 

Con el colapso soviético, pudimos visualizar otro momento clave incidiendo en el drama palestino-israelí.

Los núcleos dirigentes occidentales, armados del aparato represivo norteamericano constituido en policía planetaria[5] reverdecieron con la expansión de los proyectos hegemónicos al fin de la IIGM. En particular, los miembros de los “5 Ojos”.[6]

Los ‘90 disiparon dudas y permitieron visualizar lo que un paper de intelectuales orgánicos de la élite intelectual de EE.UU. tituló: “A report of the Project for the New American Century”, setiembre 2000. En él se analiza las posibilidades y las potencialidades de las “defensas militares” de EE.UU.[7]

Junto con esta remilitarización que registramos con el nuevo siglo, vemos la prédica, invertida, de la paz, la defensa y muy particularmente, del mantenimiento del orden. Lo que, invocaba machaconamente, Joe Biden con su consigna: “el orden  basado en reglas”. Aunque el fraseo bideniano no nos impedía ver “la guerra” en muchas, demasiadas partes del mundo, a menudo expandiéndose.

¿Qué entendíamos con  la frase tan remanida por  Biden?

El sentido común nos decía que todos deben seguir las mismas reglas, que no debe (ni puede) haber reglas para unos y no para otros, o que pueda haber reglas diferenciadas para cada quien; los blancos pueden pasar, los negros, no; los hombres pueden pasar, las mujeres, no; los ricos pueden… ¡Oh, no! eso sería inimaginable. E inadmisible.

Pues bien: no era aquello lo que decía  Biden. Biden decía rotundamente: un orden basado en reglas consiste en que unos tienen que seguir unas reglas y otros, no.

Lo explica en muy pocas palabras un investigador chino de la República Popular, Hua Bin: “un orden basado en reglas, también conocido como la hegemonía de EE.UU. sobre los otros.” [8]

Porque Biden, más allá de sus dificultades cognitivas, tiene que haberse enterado de las puntualizaciones que Lindsey Graham, un senador estadounidense de “la pesada”, tuvo que tomarse el trabajo de puntualizar.

Graham funge como senador desde hace más de dos décadas. Y es un puntal de AIPAC, el lobby judeosionista que respalda financieramente a más de las tres cuartas partes de los miembros de la Cámara de Representantes y presumiblemente, en la misma proporción, a la de Senadores.[9]

Este “cuadro de situación” de “la fábrica de leyes” de EE.UU., mediante la cual Israel ejerce, a través de AIPAC, pero no solamente, un ceñido control de esa presunta superpotencia en cuestiones claves, es determinante. Resoluciones, dictámenes, leyes que provienen de cuerpos políticos tan penetrados por la labor de lobby, constituyen un estado de situación, heterónomo, que hemos ido viendo amplificarse y profundizarse con el paso de los años, de las décadas.

Y esa heteronomía es la que explica porqué EE.UU. ha cometido  y comete tantos errores, ha ingresado en tantas situaciones sin salida: es tarea muy difícil satisfacer objetivos de otros sin pagar los platos rotos del asunto. En una palabra: ser chirolita no es tarea sencilla, ni siquiera cuando se trata de un “chirolón”.[10]

Con el ataque insoslayablemente genocida de Israel a la población gazatí desde el mismísimo 7 oct. 2023, llevándolos una vez  más, como alguna vez prometiera “el carnicero” Ariel Sharon a “la edad de piedra”, pese a presentarse como respuesta democrática a la violencia árabe, han surgido voces criticando y condenado con mucha (y merecida) indignación la matanza, lo abyecto de la matanza: la relatora de la ONU, Francesca Albanese, el rabino antisionista Yakov Rabkin, el gobierno sudafricano, periodistas como Ali Abunimah, palestino, Philip Weiss, judío, y otros, como Jonathan Cook, Kevin Barrett, Christian Hedges, Ariel Umpiérrez, y tantos, tantos otros.

Sabemos que solo en el diminuto territorio gazatí más el de Cisjordania y Jerusalén oriental ocupados por Israel, han muertos más periodistas en estos pocos últimos años que en los seis de toda la IIGM  en el mundo entero. Se estiman centenares. Cifras así de escalofriantes corren también para el personal sanitario; médicos, enfermeros, camilleros… todos fríamente ejecutados por el Estado de Israel.

Hasta desde la mismísima ONU, en un tiempo la amanuense de EE.UU.[11]  ha brotado la crítica y la condena al comportamiento israelí en la Franja de Gaza.

Aun así, Biden ha estado insistiendo con su caballito de batalla del orden basado en reglas.

 

Pero veamos: Lindsey Graham, “nuestro” senador AIPAC, impugnó airadamente las “órdenes” de arresto de la Corte Internacional de Justicia del 21 de noviembre ppdo. contra los dirigentes israelíes, Beniamin Netanyahu y Yoav Gallant, en una conferencia de prensa que brindó en el Hotel King David, en Jerusalén, el 27 nov. ppdo. afirmando: “El Estatuto de Roma no se aplica a Israel, ni a EE.UU., ni a Francia, ni a Alemania, ni a Gran Bretaña,[12] porque no fue concebido para actuar sobre nosotros.” [13]

Vale la pena repetirlo: “no fue concebido para actuar sobre nosotros”.

¿Por qué Graham explicita el Principio de desigualdad ante la ley? No es por cierto novedoso, pero sí novedosa su descarada exposición; lo que obviaba Biden, nos lo desnuda Graham.

La CIJ había iniciado su impugnación al inicuo comportamiento israelí en enero 2024 presentando una demanda contra el Estado de Israel por genocidio. Una acción iniciada por Sudáfrica, que ha estado contando con el apoyo de varios estados nacionales (aunque lastimosamente pocos) en el mundo entero:  Pakistán, Malasia, Turquía, Jordania, Namibia, Colombia, Bolivia, Brasil, Irlanda, Bélgica, Turquía, hasta ahora.[14]

Pese al terror ideológico que conlleva el latiguillo de “antisemita”, es de esperar que la crudeza de la realidad, a la vista de todos, tenga más fuerza.

 

Como para probar que estamos mucho peor de lo que imaginamos, que la gangrena ideológica ha ido tomando los más diversos órganos de nuestras sociedades presentes

–periodísticos, judiciales, políticos, académicos, mediáticos− acabamos de experimentar una truculenta verificación −otra− del principio de desigualdad ante la ley (no ha pasado ni dos meses).

En la ceremonia de despedida del saliente ministro de Estado de EE.UU., Anthony Blinken, de la Sala de Periodistas de la Casa Blanca, el 16 de enero de 2025, poblada por una veintena o más de periodistas, uno de ellos, Max Blummenthal, judío, empezó a preguntar interrumpiendo la alocución ministerial con puntos candentes, acusatorios; ¿por qué tanta carta  blanca a los raids genocidas de Israel en la Franja de Gaza?, ¿por qué tantos suministros de material de guerra altamente ofensivo cuando ni siquiera existe una guerra regular (ejército de ocupación israelí y población palestina asediada, arrinconada, hambreada más guerrilla llevando adelante actos violentos). Blinken eludió responder, prometiendo contestar preguntas (suponemos que en otro momento). Luego de muchos minutos, gritos y forcejeos,  Blummenthal fue sacado a pasos semiforzados de la sala.

Recuperada la calma, Blinken siguió su presentación y llegó el momento de las preguntas. Un periodista veterano, de pelo blanco (se sabría después que es de origen árabe), haciendo uso del derecho profesional a las preguntas le inquirió a Blinken muy duramente acerca del genocidio en marcha. Blinken se negó otra vez a contestar, con lo cual estaría cometiendo el-imperdonable-delito de negar el juego democrático, y desmentir su propia promesa al abrir la conferencia, de que cada quien tendría su pregunta para hacer. Pero no sólo eso, sino que tres policías rodearon al periodista, Sam Husseini, y empezaron a desplazarlo a la fuerza.

Husseini se aferraba a los asientos, aclarando que él esperó pacientemente para hacer una pregunta, y en medio del forcejeo siguiò preguntando sobre el papel y el significado de armas nucleares en la Franja de Gaza.

En un momento, con voz ahogada, Husseini le señaló a Blinken: −usted habla de libertad y no me deja formularle ni una pregunta…

Husseini no obtuvo ninguna respuesta, sólo la fuerza bruta transportando a un anciano hacia afuera del recinto que se supone reservado a exponer la información requerida por el periodismo.

Si algo nos alegra es la presencia osada, crítica, de un judío y un árabe ante tanta defección. Si algo lamentamos es el silencio, entre cómplice y abyecto, de tantos otros periodistas allí presentes. Y extrañar la voz crítica de alguien que no sea ni judío ni árabe o palestino.

 

La Sala de Prensa de la Casa Blanca y su anfitrión Anthony Blinken dio entonces otra prueba concreta del principio de desigualdad que con tanto desparpajo había expuesto el senador Lindsey Graham dos meses atrás en otro territorio –el foyer del histórico Hotel King David, de Jerusalén, volado en 1946 por los aires con palestinos, judíos, ingleses y otros extranjeros allí trabajando u hospedados, dejando un tendal de decenas de muertos a manos del terrorismo sionista.

Lugares donde estas contradicciones, por lo visto, funcionan de maravillas.□

 

[1]   La presentización de nuestra sociedad actual ha pasado a ser un rasgo dominante y de algún modo erosiona, está erosionando nuestra temporalidad (pasado-presente-futuro); los humanos somos seres básicamente históricos.

[2]   El aspecto mediático es clave: recordemos como Israel ha ido afianzando las técnicas mediáticas, con un “diccionario” de recursos persuasivos elaborado cuando mediante la operación “Plomo fundido”, en 2008 Israel aniquiló la Franja de Gaza con un bombardeo masivo y destrucción sin precedentes hasta entonces. El diccionario de frases “entradoras” fue engendrado por The Israeli Victory Project; en su tapa figuran las banderas de EE.UU., Francia, Reino Unido y Alemania. Países a recordar. Y data de 2009.

[3]   Remito a notas mías anteriores, que incursionan con cierto detalle en la historia de este proyecto colonialista que ha recubierto sus razones en recursos ajenos a los mortales comunes: “Como se desató la violencia en Palestina/Israel: imaginarios construidos y realidades escamoteadas”, abril 2009, en imagomundi, rebelion.org. Editorial Canaán publicó una selección de notas mías, El racismo de la ‘democracia’ israelí,  Buenos Aires, 2012, cuya primera parte, “Históricos”, atiende

lo que procuramos desarrollar.

[4]   Ha’avara se llamó el operativo. No confundir con has’barah; propaganda ideológica del sionismo.

[5]  EE.UU. cuenta con seis comandos planetarios con que se reparten el mundo: Africom, Eurocom, Comando Norte, Comando Sur, Comando Central y del Pacífico. Y ese “tejido” de trama mayor, a su vez, se apoya en unas 600  bases militares distribuidas también por todo el mundo, y la mayoría son denominadas nenúfares porque se las ha ido dotando de equipamientos más ligeros y movibles (que las iniciales).

Por eso, hemos tenido que escuchar a Laura Richardson, titular del Comando Sur, hablar de minerales u otras riquezas, naturales o forjadas por la humanidad, en países del sur americano, usando, con naturalidad, el plural de la primera persona del posesivo, como si fueran de “ellos”, de EE.UU.

[6]   Fundada en 1948, Los 5 Ojos son: EE.UU., R.U., Australia, Canadá, Nueva Zelandia. Con fricciones en operaciones de mercado con Francia y Alemania marginados de esa info. En los ’90, Israel es incluida en una suerte de 5 Ojos ampliada (el único estado de la red que no tiene inglés como idioma materno…  exclusivo. Tiene por el contrario, otro idioma materno que es prácticamente exclusivo de Israel… y de una comunidad religiosa).

[7]   La invocación del paper emplea la misma semántica que los militares israelíes, que designan a su ejército siempre como “Ejército de Defensa”.

[8]  Hua Bin, “Why is the US Framing Its Cold War with China as Against the Chinese Communist Party?”, https://www.unz.com/bhua/why-is-the-us-framing-its-cold-war-with-china-as-against-the-chinese-communist-party-ccp/.

[9]  Estas mayorías de miembros legislativos tan generosamente “regados” o rociados con dinerillos no es asunto meramente aritmético: habría que ver cuantos de tales parlamentarios seguirían tan a pie juntillas las orientaciones del lobby si no recibieran esos montos. Con lo cual la american democracy tiene un tinte a “comprada” que sobrecoge.

[10]    Cuando Israel quiso sacarse de encima a Saddam Hussein y su proyecto arabista pero no islámico, fue EE.UU. –Colín Powell, el que presentó las pruebas (falsas)− la palanca política que arrasó con todo el país (y de paso robarse algunas piezas arqueológicas de una de las culturas humanas más antiguas que se conoce). Pero fue también EE.UU. el que puso miles de “emprendedores” para rehacer al país de la agricultura más antigua del mundo, americanízándolo. Y tales emprendedores  fueron los que terminaron despanzurrados en las redes locales ideadas para hacer el nuevo american Irak.

Cuando Israel quiso ajustarle las clavijas a Muhammad Gadafi fue otras vez EE.UU. el que cumplió la tarea.

A veces la capacidad persuasiva de  Israel flaquea: ha tratado reiteradamente de que EE.UU. embista a Irán, hasta ahora sin resultado, pese a los varios investigadores nucleares iraníes asesinados, hasta con descaro, por Israel.

[11]     Nos referimos al período fundacional, sobre todo. Con el tiempo, el engendro inicialmente concebido dentro de la geopolítica estadounidense fue adquiriendo otras tonalidades, incluso opuestas.

[12]   Una “extraordinaria” coincidencia de los estados aludidos con los anunciados en The Israel Project for Security, Freedom and Peace, TIP, 2009  [no aparece sitio de edición].

[13]    Salim Mansur, 7 ene 2025, unz review, https://www.unz.com/article/into-the-second-year-of-israeli-genocide-in-gaza/. Docente en Canadá nacido en India, autor de varios libros, entre los más recientes: How Canada’s free press is being bought by Justin Trudeau y Multiculturalism – What does it mean to be a Canadian in the 21st Century?

[14]   Honor a los bravos europeos contracorriente: irlandeses y belgas. Y para los dignos de la América indoafrolatinoamericana: Bolivia, Colombia, Brasil.

Publicado en Centro / periferia, Cultura dominante, EE.UU., Medios de incomunicación de masas, Palestinos / israelíes, Poder mundializado

CONTAMINACIÓN: ¿RASGO PRINCIPAL DE NUESTRA CIVILIZACIÓN?

Publicada el 01/12/2024 - 01/12/2024 por luissabini

por Luis E. Sabini Fernández  /  28 noviembre 2024

 

Una vez cada tanto recibimos “el golpe” de una noticia que trastorna nuestro universo cotidiano.

El concepto del título puede tener muy variables significados, materiales, espirituales, pero estas líneas van a discurrir exclusivamente en el plano físico; vinculado con nuestros cuerpos (aunque no exclusivamente; ya sabemos todo es uno).

Con los alimentos, nuestras comidas cotidianas, las advertencias han sido reiteradas. Pero al parecer el papel persuasivo de los emporios que controlan la producción, circulación, y disposición de los alimentos que constituyen nuestra dieta habitual, es lo suficientemente poderoso como para que sigamos consumiendo lo que el mercado ofrece, independientemente de si tales alimentos son saludables o no.

Si nuestra hipótesis es certera se nos abre un abismo a causa de nuestra impotencia.

Los hábitos alimentarios de la humanidad han cambiado en el último siglo, o más acentuadamente todavía, desde la segunda mitad del siglo XX, a un ritmo que no tiene precedentes: durante siglos y hasta milenios se comió con menos modificaciones en los alimentos que todas las que se han sucedido en los últimos cien años.

¿Pasó algo entonces para haberse generado tantos cambios y modificaciones en nuestros  hábitos alimentarios?

Ciertamente. Resumidamente lo titularía: AWOL. American Way of Life.

Lo que llamamos modernidad (los historiadores suelen hacer coincidir su surgimiento con el Renacimiento, siglo xv) vino desarrollándose cada vez más intensamente a través del laicismo, la industrialización, los despliegues científicos y tecnológicos, los grandes inventos consiguientes (y la aplicación de viejos inventos, sobre todo chinos) aplicados a la producción y circulación de bienes materiales, el ensanche del mundo incorporando las Américas a la vieja globalización mediterránea (ahora atlántica), y con el paso de los siglos, una tecnificación progresivamente acelerada.

A mediados del s xx, tras el tendal dejado por la 2GM, nos encontramos con una potencia que ha ido tomando más y más poder mundial, desplazando a los parcialmente perimidos colonialismos británico y francés; EE.UU., que vanguardiza prácticamente casi todos los rubros de la modernidad. La influencia american se extiende por todo el mundo, y se afianza: energía a petróleo en lugar de carbón, abundancia en lugar de escasez, democracia en lugar de monarquías y “viejo orden”. Automóviles para los desplazamientos; y no en topolinos sino en colachatas; las ciudades norteamericanas se diseñan con más espacio del que disponía la campiña italiana, por ejemplo, para sus vides, limones, aceites. Ciudades tan “estiradas” necesitaban un vehículo de conexión como el automóvil. Y la americanization se fue globalizando.

EE.UU. siente llegada su hora. Su cultura. Diseñadores dietéticos postulan la aplicación de la ciencia a nuestras comidas; se diseñan pastillas que otorgan a cada humano todas sus nutrientes, de un modo científico, más preciso que cualquier menú tradicional.[1]

Pero si no íbamos a superar lo alimentario, íbamos sí a superar los alimentos. En EE.UU. comienza una revolución culinaria: basta de agua, vino o cerveza para acompañar comidas; un brebaje diseñado a comienzos del s xx, con algún estimulante y azucarado, será el estandarte líquido de la comida estadounidense. Y el aumento de grasas y azúcares será otro. Como el American Way of Llife tiene siempre un ojo puesto en la billetera, se ensancharán los platos (llegarán a ser de 30 cm de diámetro) para servir porciones mayores, estimulando el consumo.

Todas estas medidas tendrán su coletazo imprevisto e indeseado: el aumento de peso de los cuerpos humanos, la obesidad como anomalía cada vez más presente.

Pero los alimentos no se procesan sólo en las cocinas y en las mesas. La agroganadería estadounidense revolucionará también los piensos suministrados a los animales de crianza: se desarrolla toda una ingeniería agronómica para producir más revolucionando todas las técnicas agronómicas: ya no será sólo el agua, las piedras de cal, y algunos otros caldos, como el  bordelés; ahora los laboratorios cada vez más a cargo de la industria alimentaria, irán produciendo toda una batería de sustancias llamadas fertilizantes –para que las plantas las absorban− y de otras sustancias denominados genéricamente “fitosanitarios” o “agrotóxicos”  –para que las plagas los absorban.

Solo que el “reparto” no es tan exacto como pretendían los técnicos y cada vez más, vamos a ir verificando que los venenos no sólo envenenan a los objetivos de las aplicaciones… sino también, a los mismos alimentos, a los que aplican y a sus comensales finales.

A lo largo de las últimas décadas, muchas ya, hemos ido recibiendo diversas llamadas de atención al respecto.

Muy sucintamente: en 1962, Rachel Carson, bióloga estadounidense, escribe como  alegato, Primavera silenciosa, donde explica como los agrotóxicos, cada vez más extendidos en el medio rural (entonces norteamericano) están acabando con los insectos y otra fauna menor, fundamentalmente muchas especies polinizadoras, y las aves de ese hábitat (a las que alude en su título).

Los grandes laboratorios indirectamente aludidos iniciaron una campaña de desprestigio y presión, cuestionándole su capacidad profesional. Para muchos significó arruinarle la vida a Carson que murió con 57 años, apenas un año y medio después de la aparición de su libro.

Toda una recordatoria de lo que cuesta investigar contra los intereses corporativos.

 

Matar a la naturaleza, para que mejore…

Luego de la denuncia de Carson, la quimiquización de los campos (y consiguientemente de las ciudades, de la sociedad humana) se expandió todavía más, mucho más, de modo imparable.

A la par, la sociedad, en primer lugar la norteamericana, pero por fenómenos de expansión imperial, la sociedad occidental inmediatamente después y progresivamente, el mundo entero, fue registrando así el pasaje de la “agricultura tradicional” a la agricultura “científica” o contaminante, según valoremos el rasgo que la caracteriza.

Se fueron sucediendo nuevos capítulos de esos avances científicos o contaminantes. O mejor dicho, científicos contaminantes.

La ciencia suele ser el eslabón para mejorar nuestros saberes operacionales y en ese sentido, la ciencia no tiene porque ser acompañada de contaminación. Pero en las circunstancias históricas que venimos reseñando, la ciencia no proviene de un saber curioso que ha alimentado nuevos aprendizajes para entender el mundo y modificarlo, sino de empresas que se han dedicado a  desarrollar ciencia y técnica, mejor dicho técnica y ciencia, para incrementar rendimientos. Crematísticamente. La utilidad pasa a ser primordial, no la calidad, en este caso alimentaria.

En concreto, lo que se suele llamar modernización de la agricultura, que incorpora nuevos saberes científicos, incorpora fundamentalmente nuevos recursos tecnológicos, donde la cuestión de los costos desempeña papel primordial. Pero no un abordaje real de los costos en todos sus aspectos, sino un abordaje funcional, pragmático, de los costos inmediatos de una modernización dada: si plantar y carpir sale 130 y plantar y tender un germicida (que no afecte la plantación principal, porque por ejemplo es transgénica y está así programada) sale 110, la “solución” es clara: se opta por el germicida, más “económico”.

Si incluyéramos en los costos las intoxicaciones y enfermedades derivadas del uso de semejante tóxico, la pérdida de calidad de vida de la población afectada por el cultivo con agrotóxicos, y la pérdida de calidad alimentaria de ingerir alimentos con venenos “incorporados”, y el costo de las afecciones resultantes, entonces los costos de la agricultura “moderna”, agroindustrial”, ”inteligente” (sic!), sería apreciablemente mayor que la vilipendiada agricultura tradicional.[2]

Pero así “no se hacen las cuentas”.

Los laboratorios y las empresas de semillas y “mejoradores” tienen otra contabilidad: que las enfermedades, los envenenamientos, lo paguen las familias particulares, víctimas, o las redes asistenciales (que lo harán, generalmente mal) sin que afecte la contabilidad del consorcio que ha ignorado la salud pública.

Éste es el “santo y seña” del mundo empresario cuando genera algún “problemita”.

Las décadas del fin del siglo xx verán el debate de las redes campesinas y rurales contra la creciente contaminación.

Que dista, y mucho, de ser exclusivamente alimentaria.

 

 

La plastificación de las sociedades humanas

En 1996, otros tres biólogos, también estadounidenses, tras un relevamiento de años por diversas zonas del subcontinente norteamericano, Dianne Dumanoski, John Peterson Myers y Theo Colborn, presentan un informe con el sugerente título Nuestro futuro robado.[3]

Donde muestran y demuestran como algunos materiales plásticos se han ido infiltrando en los cuerpos de los seres vivos (porque, por ejemplo, presentan similitudes con estrógenos) y están causando atroces alteraciones en los recién nacidos (pero no solamente). Logran en primer lugar ubicar algunos de esos plásticos y plastificantes generadores de tantos daños genéticos y a  sus víctimas en la fauna silvestre: gaviotas hembras que han cambiado su comportamiento, y contaminadas, adquieren el propio de machos; cocodrilos en la Florida cuyos penes se han atrofiado tanto  por contaminación plástica que ya no pueden fecundar a las hembras, y así sucesivamente.

Curiosamente, ni el sacudón de 1962, ni el de 1996 parecen haber tenido efecto duradero. Nuestra sociedad contemporánea resulta impermeable a desafíos que incluso afectan nuestras propias vidas.[4]

Con la fabricación de plásticos, inicialmente termorrígidos, como la  bakelita, pero a poco, termoplásticos que revelarán, como la palabra lo dice, enorme plasticidad comienza un proceso que hoy caracteriza a “todo el mundo”. Los termoplásticos, obtenidos a partir de la polimerización del petróleo, irán poco a poco introduciéndose en todo. Una cualidad, que la industria petroquímica encontró y que para esa industria significó fuente de ganancias; la no biodegradabilidad, es tan extraña y ajena a nuestro hábitat que carece de una palabra para expresarlo; y por eso usamos dos.

La petroquímica expandió por el planeta su “producción”, cuidándose muy bien de averiguar su destino o consecuencias. El optimismo tecnológico que ha funcionado como verdadero “opio de sus titulares” hizo que descuidaran semejantes implicaciones. ¿Cómo si era nuevo podía ser malo? ¿Acaso no es lo viejo, lo perimido, lo premoderno lo (único) que puede ser malo?

Por la misma razón, se evita advertir cómo contaminación puede producir trastornos en nuestra sexualidad y se prefiere, en cambio, “convertirlos” en ”nuevas visiones de la sexualidad”.

Y el volumen del daño fue creciendo incontenible. Los promotores de la industria petroquímica, como la de los “fitosanitarios”[5] para el mundo rural, optaron  por la política del “que me importa”. Y con esos parámetros, se convirtió en una de las ramas industriales de mayor rentabilidad en el mundo entero. En rigor, porque tenía tamaña rentabilidad, se desechó toda política restrictiva a agrotóxicos o a plásticos.

Quedaba sin resolver el destino de un material –los plásticos− que no desaparece nunca, que sólo va cambiando de forma (se intentó en los primeros momentos su incineración, pero la toxicidad hasta del aire se hizo tan gigantesca e insoslayable que se desistió). El optimismo tecnológico permitía no  hacerse responsable de sus actos; más valía desvincularse de ellos. El recurso  del pagadiós.

Como se trataban de adelantos e inventos tecnológicos, tenían licencia garantizada de antemano (aunque nadie imaginó, seguramente, que era para matar).

Porque ante cada avance tecnológico, el ensanche incontenible de los productos químicos –el hallazgo o invento de una nueva sustancia−, se trató siempre de ver el aporte (que fuera enfriador, conservante, ignífugo, suavizante, y la innumerable variedad de funciones atractivas, pero jamás examinando sus inconvenientes o desventajas (salvo que fueran tan patentes, como, por ejemplo, un lubricante excelente que resultara altamente inflamable). De ese modo, de decenas de miles de productos químicos característicos de nuestra sociedad actual, apenas un 10% tiene una ficha de relevamiento más bien completa con ventajas y desventajas;  la inmensa mayoría de productos químicos que usamos fueron ideados para cumplir una función estimada como deseable, ignorando las más de las veces  qué otros rasgos o características tenía; por ejemplo si era asimilable por cuerpos vivos, si era alojable en órganos de mamíferos (o de insectos). Tampoco se agregaban datos sobre otros rasgos, ajenos al hallazgo tecnológico diseñado para alguna tarea particular (rasgos que podrían revelarse altamente problemáticos, que es lo que ha estado pasando con tantos nuevos productos químicos).

 

De esa manera, la humanidad, y sus centros de documentación y relevamiento no supieron o pudieron o quisieron ver la lenta pero inocultable acumulación de plásticos en los mares del planeta.

Tampoco se visualizó que esos plásticos, erosión mediante, cambiaban totalmente de aspecto (pero no desaparecían porque no se biodegradan):  se iban convirtiendo en partículas cada vez más pequeñas, microplásticos.

Las investigaciones de Mathew Savoca[6] nos introdujeron en otro camino del que los desarrollos tecnocientíficos no tenían la menor idea: los microplásticos, poblados por organismos microscópicos, resultan apetitosos para peces.

Con lo cual estamos introduciendo plásticos, muchos ya comprobadamente disruptores endocrinos, que podían ser generadores de quistes, a menudo cancerígenos, en los peces que los engullían. Y siguiendo las cadenas tróficas, esas carnes afectadas terminaban a menudo en los eslabones más “altos” de dichas cadenas; los tiburones, los osos polares, los humanos…

Los plásticos han ido extendiendo su necrosis en los más recónditos sitios y cuerpos. Hay reacciones, pero hasta ahora limitadísimas, aunque significativas: en algunos hospitales han retornado a los envases de vidrio para sangre, que son mucho más costosos pero confiables. Análogamente, en algunos lugares se ha vuelto a las mamaderas de vidrio. Se ha verificado que las industrializadas por la petroquímica, de policarbonato −hasta entonces considerado un plástico de “superior calidad”− contienen, por ejemplo, Bisfenol A, un producto probadamente cancerígeno.

Pero no hay que sorprenderse de esos “retrocesos” puntuales. Más bien hay que asombrarse que la plastificación, así como la incorporación de productos químicos a los alimentos generados desde las grandes empresas, en calidad de edulcorantes, conservantes, gelificadores, estabilizadores, floculantes, reguladores de PH, y varias otras funciones, pudiera resultar algo saludable.

En rigor, cuando se implantó industrialmente se sabía que el edulcorante jmaf [7]  es obesogénico y está detrás de enorme cantidad de población obesa (que significa población que estadísticamente es mucho más costosa por la atención médica que requiere y la cantidad de intervenciones médicas o quirúrgicas que también requieren, amén de la destrozada calidad de vida de muchos de quienes la sufren).

Pero este desprecio por los destinos personales por parte de “las fuerzas que mueven el mundo” (por ejemplo, las de “el mercado”, pero también las instituciones “públicas”) no es nuevo. También se sabía que los alimentos hidrogenados (que facilitan al mundo empresario prolongar la “vida útil” de los alimentos) son en realidad tóxicos. Y hemos tenido, tenemos, margarinas hidrogenadas, para facilitar una reposición sin esfuerzo. Lo mismo tenemos que decir de los alimentos envasados en aluminio, a menudo calentados o cocinados así, que nos “brindan” un metal que no pertenece a nuestro organismo (es decir, es veneno).

 

Para enfrentar la catarata de venenos y tóxicos agregados a la “comida moderna” se ha recurrido a los “límites de seguridad”, presentados como verdadera tabla de salvación para evitar que un material se convierta en una amenaza a nuestra salud. En rigor, se trata de una coartada para sostener con tranquilidad de conciencia que si ingerimos por debajo de ese límite, no hay problema. Algo básicamente falso porque no se evalúa cuándo y cuánto ese límite se traspasa a lo largo de tiempo –algo que pasa siempre− y cómo se sobremontan límites de seguridad aplicados a alimentos distintos. La fábula de los límites de seguridad podría funcionar si sólo se tratara de un único alimento ingerido una única vez.

Las secuelas de tóxicos en nuestros alimentos no tienen porque ser siempre tan fuertes como con las del Nemagon, el nematicida que fue usado durante buena parte de la segunda mitad del siglo xx, particularmente en América Central, cuando ya la agroindustria y el negocio agroquímico habían sentado sus reales.

Es un nematicida aplicado a los cultivos de bananas, que fue envenenando a sus operarios, esterilizándolos. El dañó alcanzó a decenas de miles de trabajadores bananeros.[8] Y por tratarse de una intoxicación oculta, y desconocida para sus propias víctimas, tardó mucho tiempo en salir a luz, tras innumerables conflictos y penosas separaciones de parejas  basadas en suposiciones equivocadas. Nadie se imaginaba estéril.

Al mejor estilo imperio-colonia, el Nemagon resumió rasgos de esa histórica y asimétrica relación.

 

En 2017, otra vez, una investigadora, Shanna Swan, escribió otro texto atrozmente preocupante y anticipatorio: Count Down (Cuenta regresiva), que hace referencia al tiempo de fertilidad que le va quedando a la humanidad, con una calidad y cualidad reproductiva cada vez más cuestionada y alterada por lo presencia de sustancias plásticas que provienen de la difusión sin control ni medida de tales materiales en nuestra vida cotidiana. Que  alcanzan la leche materna, y todos nuestro flujos corporales. Y que, como ya lo habían visto Dumanoski, Peterson Myers y Colborn, afectan los cambios de género sexual, que con lenguaje progre llamamos “fluidez de género” para no herir “las llamadas nuevas sexualidades”.

Swan sostuvo, sostiene, que la especie humana se está destruyendo a sí misma por contaminaciones sucesivas, en medio de la mayor inopia. Volvemos al profético relato de Bradbury.

Y nos golpea el cerebro el porqué.

“Pero hay su dificultad”, como nos explicaba nuestro primer payador oriental, Bartolomé Hidalgo, “Dificultad en cuanto a su ejecución”.[9]

Porque estos efectos devastadores que hemos estado repasando muy sumariamente, constituyen la fuente de rentabilidad para grandes consorcios transnacionales que tiene sus sedes en Londres, Nueva York, Tel-Aviv y otras capitales financieras del mundo.

Como ejemplificáramos con la petroquímica, de hecho un desarrollo industrial genocida pero que jamás ha rendido cuentas de los desastres ambientales (y humanos) que ha provocado.

Nuestro presente no parece tampoco propicio para enfrentar tales emporios. Porque la red de control planetario  −mediática, económica, comunicacional− que abarca las más diversas áreas de la actividad humana, como la actividad banquera, universitaria, sanitaria, de transportes, noticiosa, constituye una trama  general con puntos de roce entre distintos personajes, pero con un alto grado de coincidencias, como se vieron cuando la pandemia decretada en 2020.

Por ejemplo, desde ONU, OMS, PNUD, PNUA, OIT, PMA, UNICEF, ONU-HÁBITAT, UNFPA, UNESCO, FAO, UPU, FIDA, UNRWA, ACNUR, ONUSIDA, OACI, OMPI, UIT, OMM, y muchas más comisiones de alcance planetario.

Cuentan con grandes aliados cooptados, por ejemplo, entre elencos políticos nacionales y locales que desde 1945 para aquí son guiados o asistidos por toda la  burocracia transnacional cuyas abreviaturas hemos reseñado.

Que trabajan además conjuntamente con otras redes supranacionales que no surgieron desde la ONU, pero están íntimamente entrelazadas: OMC, FMI, CPI, BM, CMNUCC, CTBTO, OIEA, CCI, OIM, OPAQ.

ONU y sus derivados no nos preservan de tóxicos ambientales; nos lo administran. Para que no resulten tan chocantes.

Así pasó con la OMS y la pandemia decretada en 2020 (previa redefiniciòn del concepto de “pandemia” a cargo de la mismísima OMS, que tiene además una configuracion peculiar; dejó de ser una instancia con funcionarios públicos para ser un mix de públicos y privados).

Así pasó también con la CPI (particulares) y la CIJ (estados), en La Haya, respecto de los asesinatos bajo la forma inexcusable de genocidio. Al Estado de Israel incurso en tales atrocidades se le advirtió, “amonestó”, pero se los ha dejado hacer. Mostrando lo qué valen, realmente, los derechos humanos; la carta ética de la ONU.□

[1]  El proyecto alimentario “científico” tuvo que ser abandonado porque los intestinos, desocupados, constituían una pena de muerte atroz. Podríamos haber salteado tan penosa advertencia con apenas recordar lo que nos señalara Francisco de Goya; “Los sueños de la razón producen monstruos”.

[2]   Sugiero la lectura de Vandana Shiva, formidable intelectual india sobre esta cuestión de costos.

[3]   Our Stolen Future. Traducción al castellano, Nuestro futuro robado, Ecoespaña Editorial, Madrid, 2001. Que jamás pude encontrar en CABA, Argentina.

[4]  Un cuento, corto, de Ray Bradbury, parece aludir a esa estolidez, a esa indiferencia o impotencia, a ese fatalismo de nuestro mundo actual: Bradbury cuenta que una pareja de veteranos, al fin del día, escucha en el informativo que ése es el último día del planeta, porque una catástrofe sin precedentes y de alcance mayúsculo acabará con esa transmisión, con esa radio, con esa ciudad, con ese mundo… La pareja escucha en silencio y uno de ellos entonces le pregunta a su cónyuge: ¿apagaste bien las hornallas?, ¿cerraste las llaves de paso?, ¿la puerta del fondo está bien cerrada?, poniendo cuidado en llevar a cabo las rutinas de todos los días. Pero incapaces de reaccionar ante algo incomparablemente mayor, sobrecogedor, pero ajeno a las rutinas…

[5]  Porque el desarrollo tecnocientífico impuso, como siempre, su propio vocabulario y los agrotóxicos fueron bautizados fitomejoradores. Así como el lenguaje popular designó “remedio para las hormigas” los insecticidas que se espolvoreaban para combatirlas. Algunos tan, pero tan tóxicos, que pese a la ortodoxia cientificista, debieron ser abandonados ; caso del DDT (expresarlo me valió un despido laboral, de un suplemento periodístico presuntamente científico, en rigor cientificista). Disculpe el lector esta digresión personal.

[6]   https://www.nationalgeographic.es/medio-ambiente/2017/08/nuevos-estudios-concluyen-que-peces-e-invertebrados-consumen-los-microplasticos-del-oceano.

[7]   Jarabe de maíz de alta fructosa.

[8]   El episodio se hizo particularmente odioso porque las empresas bananeras eran todas estadounidenses y el personal afectado, todo centroamericano. Porque además el agrotóxico empleado en Nicaragua, Panamá, Honduras, etcétera, había sido producido primero y prohibido después en EE.UU. , y se permitió seguir usándolo “fuera de fronteras”, y porque si el agrotóxico hubiese sido manipulado con más cuidado –máscaras, guantes−, tal vez no hubiese perjudicado a tanta población que desconocía las cualidades peligrosísimas del “curador” que usaban.

[9]   “La ley es tela de araña”, una poesía gauchesca escrita en las primeras décadas del s xix. Entre 1810 y 1820 (no pude precisar fecha).

Publicado en Agronecrófilos, Centro / periferia, Ciencia, ecología, EE.UU., General, Globocolonización, Nuestro planeta, Nuestros alimentos, Salud. Y enfermedad, Sociedad e ideología, Teoría del conocimiento

OMINOSO PRESENTE II: CLAUDICACIÓN DE HUMANIDAD

Publicada el 05/06/2024 por ulises

Palestina – Israel                  

Luis E. Sabini Fernández                                                                                                                                 26 mayo 2024

 

Pasa el tiempo e Israel parece cada vez más empecinado en la política genocida que iniciaran “suavemente” con el aislamiento cerrado a cal y canto de la Franja de Gaza [en adelante FdG] en 2005, y que reafirmaron con la Directiva Hannibal del 7 de octubre ppdo., un recrudecimiento de la violencia entre el Estado de Israel y la población palestina.

Porque, afirma la dirección sionista en la persona de su ministro militar Yoav Gallant: “son animales”, criaturas vivas pero no humanas; recogiendo la visión del judaísmo más extremista. Que un analista inolvidable, Israel Shahak, junto con Norton Mezvinski  se tomó el trabajo de darnos a conocer traduciéndolo del hebreo al inglés.[1]

La “línea general» emprendida desde Israel; aprovechar el golpe de mano palestino del 7 de octubre para arrancar de cuajo a la sociedad gazatí y su gente mediante todos sus recursos: acoso, terror, política de escasez de agua, alimentos, electricidad, movilidad y muerte, mucha muerte… queriendo hacernos creer que el copamiento del 7 de octubre fue un acto traicionero, un estallido de violencia en cielo sereno.

Nada más falso. Hamás sitúa el estado de situación de manera más certera, reconociendo la historicidad del asunto:

“En primer lugar ¿Por qué la Operación Diluvio de Al-Aqsa? 1. La batalla del pueblo palestino contra la ocupación y el colonialismo no comenzó el 7 de octubre, sino hace 105 años, incluidos 30 años de colonialismo británico y 75 años de ocupación sionista.”[2]

En rigor, Israel trata de “poner a punto” lo que establecieran para la Franja de Gaza en 2005, para “disolver” la resistencia de los palestinos: control absoluto de su producción de alimentos (malogrando suelos, restringiendo los permisos de pesca y convirtiendo así una zona de proverbial calidad alimentaria en un yermo),[3] control absoluto del ingreso de alimentos (una vez vencida la soberanía alimentaria local), igual control de cualquier otro tipo de suministros, abrigos, sanitarios, edilicios; control total del desplazamiento por enfermedades a medida que lograron quebrar la autonomía sanitaria gazatí.

Lógicamente, esta seguidilla de medidas y políticas de muerte, o promoción de la muerte (de los palestinos) califica como genocidio. Y la discusión al respecto de si Israel es genocida va perdiendo sentido, a medida que cada vez más instancias lo verifican, desde el Lemkin Institute for Genocide Prevention,[4] la mismísima ONU a través de su relatora en los territorios palestinos ocupados, Francesca Albanese (“Anatomía de un genocidio”) y diversas organizaciones internacionales de derechos humanos. El Consejo de Derechos Humanos de la ONU, también condena el uso de la inanición como política e “insta” al embargo de armas a Israel, aunque uno tiene la impresión de que tales tomas de posición, desde las poltronas de la ONU, no sobrepasan la declaración.

El Tribunal Penal Internacional (TPI) “ordena” a Israel el suministro de alimentos a Gaza “sin demora”. ¡El 29 de marzo de 2024! Seis meses después de iniciada la operación de bloqueo absoluto a la FdG, que incluía ciertamente el de alimentos.  Con innumerables asesinatos desplegados por “el ejército más moral del mundo” sobre trabajadores sanitarios, alimentarios, periodistas y matando a miles de pobladores palestinos en una más que grosera política para adueñarse de la tierra… palestina, la más que tardía respuesta onusiana es un escarnio. Esa parsimonia sólo se acompasa con la deliberada “muerte a fuego lento” decidida por Israel para con los derechos y con la vida de la población palestina.

Por su parte, La Corte Penal de Justicia de La Haya, que procura ejercer justicia con las personas físicas, con igual lentitud decidió, tras ocho meses, pedir la detención de Beniamin Netanyahu y Yoav Gallant, premier y ministro de seguridad israelíes. Y mediante una igualación quimérica y un democratismo formal y táctico, violando niveles de responsabilidad e institucionalidad, al mismo tiempo decidió la detención de jefes guerrilleros palestinos, Yahya Sinwar y Mohammed Diab Ibrahim al Masri y del conocido referente político de Hamás, Ismail Haniyeh, quien  alcanzó la primera magistratura palestina en la Franja de Gaza mediante elecciones debidamente refrendadas por veedores internacionales. Es cierto que similar argumento se podría esgrimir con Netanyahu, comandando la política genocida del estado miembro de la ONU, Israel, con el “debido” respaldo institucional. Pero aun considerando ese paralelismo, resulta jurídicamente penoso poner en el mismo plano la labor institucional pública y estatal de un estado y la de una organización constituida en la resistencia a esa misma institucionalidad.

No corresponde juzgar la voluntad de exterminio que pudiera tener un grupo de resistencia porque lo que está presente, antes, es la voluntad de exterminio de una entidad ya establecida, con todos los atributos de la legalidad internacional, que constituye la causa de la reacción de esos grupos de resistencia. Porque no podemos saber si tal resistencia adoptaría su virulencia actual si no hubiera tenido que enfrentar la voluntad exterminadora del estado institucionalmente existente.

Por eso, lo que corresponde tratar es el abordaje de la política genocida realmente existente. Y ella sí, se percibe, hasta la saciedad, en Israel. Y esto se va viendo cada vez más, desde la más cruda realidad hasta desde los organismos establecidos para atender esta problemática.

Hagamos una recorrida sucinta, desde lo más patente y directo hasta lo más elaborado.

Basta ver las selfies que complacientes mujeres soldados del “ejército más moral del mundo” se sacan ante y entre los escombros de la devastación producida con el ataque israelí bombardeando las edificaciones y las ciudades de Gaza; basta ver el bloqueo permanente a la llegada de víveres a una población sometida a hambruna por decisión política israelí, la negativa terminante israelí de que llegue a la población gazatí alimentos desde los tantos rincones del mundo que han procurado ayudar; basta ver canciones infantiles como las que niños preadolescentes cantan en un país tan militarizado como Israel;

«Somos los niños de la generación de la victoria /

el otoño cae en las playas de Gaza /

y los aviones bombardean, destrucción, destrucción /

Vemos al Ejército de Defensa /

cruzando las líneas /

para aniquilar a los que llevan las esvásticas /

en un año no habrá ya nada allí /

y podremos volver con seguridad a nuestros hogares /

en un año aniquilaremos a todos /

y podremos volver a arar nuestros campos /

Y vamos a recordar a todos /

los hermosos y los puros, /

nunca dejaremos que nuestros corazones /

olviden tal amistad /

amor santificado con sangre […]”.[5]

 

Vale la pena recordar que todos los regímenes militaristas y con alta regimentación (que siempre termina siendo mental) construyen himnos para sus jóvenes y niños; los balila fascistas, el komsomol soviético, la Hitlerjugend, entre otros.

Una verdadera educación racista de pueblo señorial (tan cara a los nazis y a tantos otros racistas, sólo que menos ostentosos y explícitos que los nazis): sembrando estos vientos en cabecitas judías aparecen tempestades como en Gaza.[6]

Pero los sionistas judíos no están solos para tomar partido por “Occidente” y “sus” verdades. Véase este título de la BBC, emisora oficial del British Empire: “La historia de la Franja de Gaza, el antiguo territorio del Imperio Otomano que los palestinos consideran ‘la mayor cárcel al aire libre’ del mundo”.

¿Son los palestinos a quienes se les antoja que la FdG es ‘la mayor cárcel del mundo al aire libre’? La decisión israelí de haberla construido ni se menciona.

”Muchos de los residentes [tácita y tácticamente están descritos entonces como no permanentes] de la FdG que estos días regresan a sus hogares sólo encuentran escombros.” Con el escamoteo informativo constante, podríamos alegrarnos de que la BBC no atribuya los escombros a los palestinos.

“Y más de 100.000 personas tuvieron que huir de sus casas en la Franja, gobernada de facto por el grupo militante Hamás.” ¿Tuvieron que abandonar sus viviendas por presión o decisión de Hamás? No exactamente: por amenaza de bombardeos y bombardeos realizados por Israel: en la augusta BBC no sólo se escamotea el motivo, sino que se induce a pensar en otro.

“Casi 800.000 personas no tenían acceso a agua potable, señaló la agencia de Naciones Unidas para la infancia, UNICEF.” ¿Y a qué se debe esa falta de acceso al agua que compasivamente registra la BBC? No es el Gran Bonete. Es Israel, que desde hace décadas administra a piacere el agua que necesitan los palestinos…. para sobrevivir. Más cara que la que consume la población israelí, sin depurar, impidiendo la acumulación de agua de lluvia, dañando o anulando depósitos… todo para fragilizar todavía más la penosa vida cotidiana… de los palestinos. No de los de Hamás. De los palestinos.[7]

Jonathan Cook, con su excelente cobertura desde Palestina, residiendo desde hace décadas en Nazaret, en el mismísimo 2023 ya se preguntaba si Occidente no sería “los malos de la película”.[8] Explicablemente, porque «Los políticos occidentales han insistido en el “derecho de Israel a defenderse”», ignorando olímpica –u occidentalmente– la historia del atropello y la política de conquista sionista sobre la sociedad palestina desde hace ya más de un siglo. Ignorando que el copamiento de Hamás no es nada más ni nada menos que el recurso desesperado, resentido y violento de palestinos que vienen siendo ultrajados, discriminados, desplazados, desalojados, martirizados, sacrificados, desde hace ya tanto tiempo y particularmente cada vez con mayor ferocidad desde 2005, con la implantación del feroz cerco a la Franja de Gaza, un asedio cada vez mayor al Jerusalén musulmán[9] y un nudo corredizo sobre los suministros a la Franja de Gaza, a la vez invadida y bombardeada como si se tratara de cuarteles y barcos de guerra y no de barrios civiles y barcazas pescadoras.

El despotismo étnico, racista y religioso de Israel, cada vez más desembozado, está a su vez amparado por lo que Alastair Crooke califica como “la bestia de la ideología occidental”,[10] que, veremos, está tan sacralizada en lo que llamamos “el mundo occidental”. Nos dice Crooke: “La categoría de ‘discurso de odio’ promulgada como ley se ha vuelto tan ubicua y fluida que las críticas a la conducta de Israel en Gaza y Cisjordania se tratan ahora como una categoría de extremismo y como una amenaza al Estado. Ante las críticas a Israel, las élites gobernantes responden con furia.” (íd.) Y además, “La dura, y a menudo violenta, represión policial de las protestas estudiantiles en EE.UU. y Europa, a raíz de las continuas masacres palestinas, expone la pura intolerancia hacia quienes expresan su condena contra la violencia en Gaza.”(ibíd.)

Y la violencia en Gaza es de todo tipo: militar clásica, bombardeando, no cuarteles, ni barcos de guerra, ni pelotones de combate, sino viviendas civiles, escuelas, hospitales, mezquitas, calles de tránsito, lugares de recreo. Philippe Lazzarini, comisionado general de la UNRWA, comisión designada por la ONU para atender los campos de refugiados palestinos, declara: “el número de niños muertos en guerras en todo el mundo en los últimos cuatro años ha alcanzado los 12.193; [el de los niños] muertos en Gaza [en los últimos seis meses] ha superado los 12.300 niños. Y resume: ‘El número de niños muertos por la violencia y el hambre alcanza en Gaza cifras aterradoras.’ [11]

Esa comisión que trabaja desde hace décadas atendiendo la dificilísima vida de los campamentos palestinos, fue acusada  en esta coyuntura por Netanyahu de ser cómplice de Hamás. La acusación fue débil; denuncian que 12 de sus trabajadores (de un plantel de varios miles) colaborarían con Hamás, pero sin pesentar pruebas; ¡como si Israel no hubiera mentido nunca! Pero la acusación sin fundamento tuvo sí efecto. Explica Chris Hedges, desde largo tiempo periodista dedicado al Cercano Oriente:

“El papel de la UNRWA en la documentación del genocidio, así como en el suministro de alimentos y ayuda a los palestinos, enfurece al gobierno israelí. El Primer Ministro Benjamin Netanyahu acusó a la UNRWA […] de proporcionar información falsa a la Corte Internacional de Justicia de la ONU. Israel, que ya tenía a la UNRWA en la mira desde hacía décadas, decidió que la agencia, que ayuda a 5,9 millones de refugiados palestinos en todo el Cercano Oriente con clínicas, escuelas y alimentos, tenía que ser eliminada.”[12]

“El mundo al revés” que dejan colar los medios masivos de incomunicación es el que expresa con ironía Philip Giraldi, otro conocido analista politico estadounidense: “Tal vez algunos se sientan sacudidos por la extraña situación de que un grupo de gente que está llevando a cabo un genocidio tengan ‘pase libre’ en los circuitos mediáticos, en tanto aquellos que tratan de frenar tales asesinatos resultan golpeados, encarcelados y en algunos casos se les llegue a negar la foja curricular que han aprobado durante hasta cuatro años de cursos secundarios o universitarios.” [13]  Se refiere a la enorme cantidad de estudiantes estadounidenses que han procurado instalar campamentos en los campus universitarios criticando las matanzas israelíes en la Franja de Gaza en particular y en Palestina en general. Cometieron además “pecado mayor”: reclamaron contra la “generosa” financiación que el lobby judío estadounidense mantiene en prácticamente todas las universidades de EE.UU., condicionando sus actividades.

¿Cómo puede Israel avanzar en una política tan descaradamente asesina de vidas civiles cualesquiera dentro de Palestina?

“No entregaríamos ayuda humanitaria a los nazis”; “no existen civiles no involucrados en Gaza”, sostiene el ministro de Planeamiento israelí Amichai Eliyahu el diario Times of Israel.[14] No fue lo único que expresó el ministro y que refleja cierto universe ideológico, como lo señala la fuente que acabamos de citar; también barajó lanzar bombas atómicas sobre territorio palestino, lo cual revelaría cierta cortedad de miras respecto de su poder contaminante. A esta altura, empero, casi lo menos significativo…

Pero Eliyahu no está solo en su mentecatez. Mike Johnson, vocero de la bancada parlamentaria republicana, nada menos, ha declarado: “La batalla en Gaza es entre el Bien y el Mal.” Así de sencillo. No hace falta precisar qué encarna el Bien.[15]

 

El desprecio. No ha sido el odio, que es lo que siente el débil ante el fuerte. Es el desprecio que el fuerte siente, junto con hastío, ante el débil (o el debilitado). Es semejante actitud la que les permite a tantos israelíes ignorar el increíble sufrimiento que han provocado en la población palestina, que tuvo “el error histórico” de vivir en la tierra que un libro, no de historia sino de religión, como la Biblia, le habría concedido a quienes serían antecesores, hace miles de años, de quienes hoy reclaman esa tierra. ¿Demasiadas condicionalidades, decurso hipotético? ¿No sería lógico albergar precaución ante tantas “certezas milenarias”?

Pero la cuestión no es abordable entre seres racionales, enormemente ignorantes, sino ante fanáticos religiosos que parten de sus certezas incondicionales, absolutas… y netas.

Volvamos a Alastair Crooke para dimensionar la cesura provocada en nuestro presente con el copamiento del 7 de octubre y la reacción israelí:

“Los errores surgen de las rigideces ideológicas subyacentes en las que están atrapados los estratos gobernantes: la aceptación de un Israel bíblico transformado que hace mucho tiempo se separó de la visión del mundo actual del Partido Demócrata estadounidense; […] y la noción de que la coerción política estadounidense por sí sola puede revivir paradigmas en Israel y Medio Oriente que desaparecieron hace mucho tiempo.”

”La noción de que se pueda imponer una nueva Nakba israelí de palestinos a la fuerza en las gargantas del público occidental y global es a la vez ilusoria y apesta a siglos de viejo orientalismo.”

”¿Qué más se puede decir cuando el senador Tom Cotton publica: «Estas pequeñas Gazas son asquerosos pozos negros de odio antisemita, llenos de simpatizantes pro-Hamás; fanáticos y monstruosos?»[16]

Un reencuentro con los Eliyahus…

Nuestro ya multicitado Crooke recoge a su vez una frase del analista hiperconservador  John Gray, que, sin embargo, mantiene un buen ojo sobre lo real:  “En el fondo, el ataque liberal a la libertad de expresión [en Gaza] es una apuesta por un poder sin control. Al trasladar el centro de decisión de la deliberación democrática a los procedimientos legales, las élites pretenden aislar sus programas sectarios [neoliberales] de la contestación y la rendición de cuentas. La politización del derecho y el vaciamiento de la política van de la mano”.

“Los judíos han estado disfrutando de una especie de impunidad desde la 2ª.GM.”[17] Sabia observación de Kevin Barrett.

Despotismo absoluto y no el vapuleado por el marxismo, oriental.

Netanyahu, Shaked, Bennett, Ben Gvir, Smotrich, Gallant, Begin, Sharon, Nuland, Albright y tantos otros (y otras) no parecen haber leído nunca a Blas Pascal. Que nos dejó una lección perdurable: “El hombre es medio dios y medio bestia, y cada vez que quiere convertirse totalmente en dios, se convierte totalmente en bestia.”

 

 

Me he permitido citar y glosar a varios periodistas, analistas, y fuentes documentarias palestinas e israelíes, procurando atender lo decisivo: un genocidio a la luz del día, que ha cambiado sustancialmente su ritmo de realización, a partir, precisamente de una acción violenta de grupos armados palestinos. Parto de la base que esa acción, de la madrugada del 7 de octubre de 2023, es apenas un capítulo de una pausada y metódica toma de tierras, que el sionismo ha encarado pacientemente desde principios del s XX y que ese derramamiento de sangre, judía, ha decidido a la plana mayor del sionismo a “acabar de una vez por todas”.

Así planteadas las cosas, tengo la impresión que estamos ante una verdadera tragedia, no ya en el obvio derramamiento de sangre, sobre todo palestina, aunque también judía, sino en su sentido escatológico, de ‘fin de los tiempos’.□

[1]  Traducido al castellano: El fundamentalismo judío en Israel, Editorial Canaán, Buenos Aires, 2010.

[2]   Oficina de Prensa de Hamás, 21 enero 2024, https://drive.google.com/file/d/1GNGxrFvCDKwuRiuYyJtIvzk0GEr8vU2f/view.

[3]   Por su significado cultural, una de las “piezas mayores” de esas operaciones biocidas del sionismo en Palestina ha sido el derribo de olivos, plantas a veces centenarias y no sabemos si milenarias.

[4]   Instituto Lemkin para la prevención de genocidios, instaurado en EE.UU. en 2021, en referencia y reconocimiento a Raphael Lemkin, un judío que sufrió  muchas muertes en su familia directamente como producto de la política nazi, y que estableció en los ‘40 la definición, hoy aceptada, de genocidio.

[5]   The Friendship Song 2023. Rosenbaum Communication. Electronic Intifada / @intifada. El video fue emitido y difundido, luego borrado por @kann_news. Electronic Intifada lo retuvo y tradujo al inglés: FULL STORY: https://electronicintifada.net/blogs/ali-abunimah/watch-israeli-children-sing-we-will-annihilate-everyone-gaza.

[6]   Pocas veces tantas falsedades en tan pocas líneas; una clara muestra de lo insustancial del racismo: el primer verso muestra el deseo; las playas de Gaza, y luego, el plan; la muerte.  Las mentiras vienen en apoyo: que los atacados son nazis, y que ellos, “los buenos” podrán “volver”, es decir que quienes allí viven no podrán volver y que se asentarán los sionistas que jamás estuvieron en esas playas, y que van a arar los campos que los sionistas nunca araron: el despojo de tierras así justificado. Con sangre, desolación y terror.

[7]   https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-57180604.

[8]  ‘Are we the baddies?’ Western support for genocide in Gaza means the answer is yes”. https://www.middleeasteye.net/opinion/israel-palestine-war-baddies-western-support-genocide-gaza-yes, 27 dic. 2023.

[9]   Y también a los barrios cristianos de Jerusalén.

[10]    https://www.unz.com/article/the-beast-of-ideology-lifts-the-lid-on-transformation/, 6 may 2024.

[11]    https://es.euronews.com/2024/03/13/el-numero-de-ninos-muertos-en-gaza-por-la-guerra-y-el-hambre-alcanza-cifras-aterradoras.

[12]  The Chris Hedges Report, Let Them Eat Dirt, 8 feb. 2024.

[13]   https://www.unz.com/pgiraldi/the-enemy-is-among-us/, 2 mayo 2024.

[14]  https://www.lanacion.com.ar/el-mundo/guerra-en-medio-oriente-un-ministro-israeli-sugirio-la-posibilidad-de-tirar-una-bomba-atomica-en-nid05112023/

[15]  https://www.unz.com/aanglin/house-rushes-through-insane-working-definition-of-antisemitism-bill-that-says-anti-zionism-is-anti-semitism/, 2 mayo 2024.

[16]  Véase n. 10. El mismo artículo fue publicado en México, en castellano, con el sugerente título “Ante las críticas a Israel, las élites gobernantes responden con furia”, Agencia Católica de Noticias, 8 may 2024.

[17]  https://www.unz.com/kbarrett/palestine-vs-israel-there-has-never-been-such-a-clearcut-case-of-good-vs-evil/, 25 ene 2024.

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OMINOSO PRESENTE: UNA CLAUDICACIÓN DE HUMANIDAD

Publicada el 05/06/2024 - 05/06/2024 por ulises

ISRAEL DISPUESTO A ACABAR CON LOS PALESTINOS                                                                                          marzo 2024

por Luis E Sabini Fernández

Aunque todavía estamos en el pleno y agónico presente, a partir del operativo guerrilleril de la resistencia armada palestina en la Franja de Gaza el 7 de octubre de 2023, su gravedad, la acumulación de dolor, vesania, fake news y muerte, es tal que nos atrevemos a afirmar que, como el 11 de setiembre del 2000 con las torres neoyorquinas esfumadas, y varias otras efemérides históricas, este 7 de octubre ha forjado un tiempo nuevo. No necesariamente mejor. Más bien, ominosamente peor.[1]

Nunca antes el ejército israelí ha experimentado la muerte de dos o tres centenares de soldados en enfrentamientos con la resistencia palestina (que, como se sabe, no tiene ejército). Por ejemplo, el operativo israelí “Plomo fundido”, en 2008, que provocó miles de muertos palestinos, arrojó a su vez cinco soldados israelíes muertos. Lo mismo ha pasado en las intifadas, en las sucesivas “invasiones punitivas” o en la resistencia a los desalojos: los muertos son puestos por los palestinos, no por las tropas de ocupación, salvo excepciones y “accidentes”.[2]

La reacción israelí ante su primera derrota militar y securitaria significativa con palestinos el 7 de octubre, 2023, parece haber funcionado como “un juego de la verdad” poniendo a la luz del día, ya sin afeites más o menos diplomáticos, lo que Israel siente por Palestina, lo que los judíos israelíes consideran que tienen que hacer con los palestinos.

El trastorno ”estadístico”, el revés político y policial generado por el operativo palestino, “ayudado” o no por la seguridad israelí (una hipótesis parte de la base que la sofisticación securitaria israelí no puede haber omitido la observación y el control de preparativos que hasta los servicios egipcios registraron y advirtieron a “sus colegas” israelíes como de “inminente invasión”. Para quien esto escribe es de segundo orden saber si el operativo fue así “ayudado” o desencadenado sólo desde la misma resistencia. Porque lo importante es la huella dejada.

En ese penoso balance con soldados israelíes ejecutados el 7 de octubre, hay que anotar también los asesinados mediante la Directiva Hannibal, un criterio según el cual Israel mata incluso a sus “hijos” para que no caigan en manos de “el enemigo”, ni siquiera para un canje con preservación de vidas. En ese caso, en ese mismo 7 de octubre estamos hablando de israelíes matados… por israelíes. Israel oculta celosamente cuántos.

Una “directiva” como la Hannibal nos permite otear el alcance del orden dispuesto (e impuesto) por Israel. Si están dispuestos a matar a propios, ¿qué podemos vislumbrar para quienes son sus enemigos?

Luego de ser Palestina y los palestinos bombardeados en sus viviendas, comercios, mezquitas, escuelas, calles, usinas, universidades, hasta derribar edificaciones a veces de diez o más pisos, con el consiguiente tendal de desolación, muerte, heridos, Netanyahu rubrica semejante daño prosiguiendo el sitio: “no alimentos, no agua, no electricidad, no combustibles, no medicina.”

Tras una estudiada demora dejando a Israel hacer lo que considera necesario, es decir admitiendo el poder de Israel como superior, incombatible, prácticamente el único, aliados mediadores inician tímidamente movimientos apaciguatorios. Un mes después del 7 octubre, Anthony Blinken se atreve a recordarnos que  «demasiados palestinos han sido asesinados» en Gaza.[3] Habla entonces de cientos.

A cinco meses, diversos informes nos hablan de guarismos cercarnos a treinta mil muertos palestinos: Anna Lekas Miller menciona 27 131 asesinados en la FdG, en febrero  2024.[4]  La Union Juive Française pour la Paix (UJFP), antisionista,[5] registraba en enero 2024  “más de 30 000”. Y la TV española en marzo: “Al menos 30.878 palestinos han muerto por los ataques israelíes desde el 7 de octubre”.[6]

¿Por qué desde hace ya meses, los asesinados mediante bombardeos y derribo de gran parte de las estructuras urbanas de la principal ciudad gazatí  (y de otras como Khan Younis) siguen rondando los 30 000? Las cifras habían crecido a ritmo infernal desde los cientos de noviembre (declarados ya muy a la baja por Blinken) hasta los tan reiterados treinta mil.

Porque las cifras de muertos y heridos provenían de los hospitales gazatíes y registraban el imparable aumento de muertos provocados por los bombardeos. Pero hace ya mucho tiempo que no hay registros luctuosos porque no hay más hospitales. Israel ha pulverizado todas las instancias e instituciones sociales, además de los cuerpos individuales de lo palestino.

Y la realidad, monstruosa, supera racionalidades y rutinas. Alguien que se ha atrevido a ponderar el daño material y todos los torniquetes que Israel ha aplicado a la FdG (y también a Cisjordania y el área palestina de Jerusalén), estima los muertos palestinos hacia febrero-marzo en unos 200 000 seres humanos, hombres, mujeres, infantes. Se trata de Ralph Nader, un estadounidense de origen libanés, alguna vez candidato presidencial (aunque de partidos menores como el Verde).[7]

Con sensatez, nos recuerda lo que ya vimos, que no hay más estadísticas confiables y advierte que tanto el gobierno israelí como Hamás están, por razones distintas, interesados en “achicar” la montaña de cadáveres. Aventura un juicio que me parece digno de tener en cuenta: “Hamás subestimó demasiado la comisión de crímenes de guerra por parte del vengativo ejército de ocupación israelí; un superpoder total e incondicionalmente respaldado por el superpoder militar norteamericano.”

Pero el argumento más contundente, a mi ver, es que los números que se publicitan no se parangonan con la realidad de los bombardeos. Nader se pregunta como conciliar una cifra de muertos que apenas sobrepasa el 1% de la población expuesta al ataque inmisericorde con la devastación y el alcance que las imágenes muestran (más ajustadamente 1,5%).

Y agrega que una estimación hecha, por ejemplo en diciembre 2023, desde la cátedra de Salud Pública de la Universidad de Edimburgo, alcanzaba al orden de medio millón de palestinos matados para 2024 (mantenidas las acciones como entonces).

Hay que agregar que estos guarismos crecen progresivamente aun sin nuevos bombardeos porque Israel, empecinado en llevar adelante el genocidio palestino mantiene el sitio en todos sus órdenes: sanitario, alimentario, energético, de traslados.

La muerte en esta situación busca más a la infancia. Que es lo que brota de la escasa información que puede venir rompiendo el cerco a costa de tanto riesgo de vida.

“Israel está matando de hambre intencionalmente a los palestinos de Gaza desde el 8 de octubre”, han denunciado esta semana expertos de la ONU.

“[…] La hambruna, la fase más crítica de la inseguridad alimentaria, es ‘inminente’.[8] Salvo lo ridículo del “inminente”, cuando hace ya mucho tiempo que la tortura del hambre, las enfermedades, el desamparo y la artillería están castigando… todos los cuerpos, y la inminencia ya ha quedado muy atrás.

Acerca de la política de estrangulamiento progresivo de Israel sobre la FdG, es importante tener en cuenta la observación de Jens Laerke, vocero de la UNOCHA[9] en Ginebra: “Una vez que se declara una hambruna es demasiado tarde para mucha gente”. Nos recuerda que en Gaza, hay medio millón de personas que en la práctica ya la sufren: no hay un flujo comercial de alimentos, los camiones con ayuda humanitaria entran a cuentagotas y tienen muchas dificultades para circular ‘porque Israel derriba toda edificación y destroza toda pavimentación.’ [10]

El 2 de marzo 2024, el reportero Ishaan Tharoor del Washington Post escribió: “El grueso de los más de dos millones de habitantes de [la Franja de] Gaza enfrentan la probabilidad del hambre; un estado de cosas que implica la pérdida de nutrición a una velocidad jamás antes vista de acuerdo con trabajadores dedicados a la ayuda de emergencia. La niñez es la que entra más rápidamente en la inanición. Las redes de asistencia han puntualizado que es la restricción dispuesta por Israel sobre el flujo de asistencia al territorio, la principal causa de las carencias. Algunos jerarcas del gobierno israelí reclaman abiertamente terminar con todo el flujo.”[11]

Y Nader también transcribe el testimonio de Jan Egeland, a cargo del Consejo Noruego de Refugiados: “Digámoslo claramente: los civiles gazatíes enferman por la falta de alimentos y agua porque Israel mantiene tan severas restricciones; todas las provisiones vitales para mantenerse vivos están intencionalmente bloqueadas; y las  mujeres y la niñez sobre todo, están pagando el precio.” (ibíd.)

Esta voluntad genocida de los israelíes, que sobrepasa la furia desatada el 7 de octubre, cuando los palestinos sorprendieron guardias israelíes que “se la habían hecho fácil” y que no pudieron responder a tiempo, sobrepasa el revanchismo.

Se nutre de algo más profundo. Tiene el viejo nombre de racismo. Siempre entrelazado con todos los proyectos colonialistas. En África, en Asia en el nuevo mundo de Colón.

El racismo es un rasgo básico que a todas luces nutre al sionismo (y a tantos otros movimientos, hoy en día incluso en auge): es el nervio ideológico mediante el cual cuando Israel salva del hambre de judíos falashas (etíopes afro), sin decir nada anudan las trompas de Falopio de las mujeres so pretexto de controles ginecológicos.

Porque, como dice el excelente Jonathan Cook: “Gaza no es sólo la primera línea de la guerra genocida contra el pueblo palestino; también es una primera línea en la guerra de la élite occidental contra nuestra capacidad de pensar críticamente.” [12]

 

[1]  Fechas que en la historia moderna, ya no solo nuestra, han operado como parteaguas: 20 marzo 2003, EE.UU. y los estados que le obedecen invaden Irak; 30 abril 1975, EE.UU. abandona Vietnam; 6 de agosto 1945, EE.UU. arroja bomba atómica en Hiroshima, Japón; 19 de julio 1936, fuerzas sindicales y políticas salen al paso del golpe de estado en España (desde África, el 17 de julio); y tal vez, aunque nos falte perspectiva histórica para verlo, 24 febrero 2022, Rusia invadiendo Ucrania. Del s xix, tenemos al 1º. Mayo ante matanza de obreros del 4 de mayo de 1886 (en Chicago, EE.UU).

[2]  Hubo una excepción; la huelga general, llamando a la resistencia de la sociedad palestina ante la intromisión creciente y avasallante de sionistas, en 1936. La sociedad palestina perdió unos 5000 hombres y tuvo unos 15000 heridos. Por su parte, británicos y judíos tuvieron unos 300 muertos cada sector (que no se enfrentaron entre sí, sino que actuaron juntos contra los huelguistas y rebeldes palestinos). Israel ha sufrido sí mayores pérdidas en vida humanas en guerras con estados árabes (aunque siempre muchísimo menores que las sufridas por sus antagonistas).

[3]  https://edition.cnn.com/videos/cnn-en-espanol/2023/11/10/blinken-palestina-muertos-guerra-gaza-crisis-israel-cnn-dusa.cnn.

[4]   https://mondoweiss.net/2024/02/operation-al-aqsa-flood-day-119-israel-vows-to-push-forward-into-rafah-leaving-palestinians-with-nowhere-left-to-flee/ , 2 febrero 2024.

[5]   https://ujfp.org/ils-nassassinent-pas-seulement-les-palestinien-nes-ils-tuent-aussi-le-judaisme/?utm_source=mailpoet&utm_medium=email&utm_campaign=le-newslettertotal-communique-de-lujfp-14297.

[6]   https://www.rtve.es/noticias/20240308/gaza-guerra-israel-hamas-franja-de-gaza-estados-unidos-puerto-ayuda-humanitaria-joe-biden/16004979.shtml.

[7]   https://www.unz.com/article/how-many-gazans-have-already-died-perhaps-200000/.

[8]   https://elpais.com/planeta-futuro/2024-03-10/la-inminente-hambruna-en-gaza-como-hemos-llegado-aqui.html.

[9]    Sigla de Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios.

[10]   https://news.un.org/es/story/2024/03/1528032.

[11]   Cit. p. Ralph Nader.

[12]   “ ‘Are we the baddies?’ Western support for genocide in Gaza means the answer is yes”. (¿’Somos los malos? Que Occidente apoye el genocidio en Gaza significa que ‘nosotros somos los malos’). https://www.middleeasteye.net/opinion/israel-palestine-war-baddies-western-support-genocide-gaza-yes. 27 dic. 2023.

Publicado en Centro / periferia, Destrozando el sentido común, EE.UU., Palestinos / israelíes

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