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Categoría: Globocolonización

Contaminación omnipresente: un límite planetario olvidado

Publicada el 04/02/2025 - 04/02/2025 por raas

El número 166 de la revista Papeles de relaciones ecosociales y cambio global publica en su sección A Fondo un artículo de Joan Benach y Ferrán Muntané como pese a los múltiples y duraderos efectos nocivos para la salud humana y ambiental, la contaminación química y la alteración antropogénica de los flujos biogeoquímicos son unos de los problemas ecológicos más subestimados.

Por Joan Benach* y Ferran Muntané**
Fulhem
06-09-2024

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Publicado en Agronecrófilos, Centro / periferia, Ciencia, Conocimiento, ecología, General, Globocolonización, Los pueblos nativoamericanos, Nuestro planeta, Nuestros alimentos, Política, Salud. Y enfermedad

Israel ataca pero declara defenderse

Publicada el 08/01/2025 - 08/01/2025 por luissabini

23 dic. 2024

por Luis E. Sabini Fernández

El régimen instaurado por el sionismo en la Palestina histórica ha revelado una capacidad de daño, de impunidad, de duplicidad, de violencia,  que no registramos todo a la vez en tantas otras circunstancias atroces de atropello a la vida, a los derechos humanos que coexisten en todo el planeta.

Es fácil advertir estas manifestaciones a partir del 7 de octubre de 2023, con el inusitado ataque armado de Hamás y otras agrupaciones palestinas que al parecer aprovecharon “la oportunidad” para salir de debajo de la bota que desde hacía ya décadas el sionismo había puesto sobre toda la franja gazatí.

Pero las atrocidades sionistas no comenzaron el 7-8 de octubre de 2023, por cierto.

Tampoco en 1967, cuando  EE.UU. comienza a respetar el papel israelí como “jugador de primera”, es decir con poder militar propio. Ni siquiera en 1948, cuando violando hasta las demarcaciones onusianas, las tropas sionistas se adueñan del 78% de territorio palestino, sobrepasando el 55% que le había acordado graciosamente la ONU.

En 1936-1939, el sionismo perfectamente ensamblado con el colonialismo británico −que todavía tenía pretensiones universales− logran ahogar en sangre la huelga general palestina; una mezcla de levantamiento sin poder militar (apenas con algunos fusiles de caza) y boicot palestino contra la implantación progresiva, artera, implacable, racionalmente dirigida, del sionismo en el territorio palestino, cada vez más sajado, desmenuzado, expropiado, por el judaísmo sionista y sus finanzas en permanente expansión.[1]

Poco antes, en la primera mitad de la década del ’30, cuando empezaban a regir las leyes de Nurenberg de la Alemania nazi, de separación entre germanos y judíos, los sionistas; a la sazón la única fuerza política legal en la Alemania nazi (amén de la nazi) habían acordado con el gobierno un plan de transferencia de capitales, mediante la cual los nazis se adueñaban de los capitales judíos en Alemania, a cambio de productos alemanes de exportación que los sionistas se comprometieron ubicar en el Cercano Oriente. Ha’avara. Dicha negociación no contaba con el apoyo de la corona británica, celosa. Pero entusiasmaba al gobierno nazi  expandiendo su producción, y a los judíos sionistas emigrados de Alemania que recuperaban así sus capitales en Palestina.

La huelga general palestina y la represión subsiguiente implicó la matanza de miles de palestinos, sobre todo varones (jamás se pudo precisar, pero miles, muchos miles en una población de alrededor de un millón de habitantes…).

La administración británica de Palestina favorecida por los resultados de la IGM ligó los intereses sionistas cada vez más con los  británicos, como acabamos de ver ante la huelga/boicot de 1936-1939.

 

En la primera mitad del s xx se perfilaron dentro del sionismo dos geopolíticas opuestas entre sí: ligarse a los intereses británicos, continuando los vínculos del mismo Herzl con el British Empire (Declaración Balfour, 1917) o acercarse a los nacionalismos enfrentados al británco; el nazismo y el fascismo. Buena parte de los premiers que ha tenido Israel, pasada la primavera “socialdemócrata” de la posguera, fueron, son, de esta última procedencia (Menagem Begin, Yitzhak Shamir, Ariel Sharon, Ehud Olmert, Naftalí Bennett, Beniamin Netanyahu, actual y el que ha ejercido por más tiempo esa primera magistratura). Su mera enumeración nos muestra el peso del supremacismo fascista enntre los “primeros ministros” del engendro sionista.

Y algo más. Israel es el único estado del mundo entero en que fascistas declarados y “a mucha honra” han gobernado y representado a ese estado reiteradamente desde la derrota de los nazifascismos en 1945.

El resultado de la IIGM en 1945, con el consiguiente escrache periodístico y hollywoodense de Hitler y lo alemán (ya no sólo lo nazi) ha exonerado, ¡oh paradoja! al sionismo filofascista de rendir cuentas, pese a su identificación ideológica con el fascismo.[2]

Más aún: que saliera incólume, política y penalmente hablando.  En 1948, al mejor estilo mafioso, los grupos de tareas sionistas liquidan, al primer mediador designado por la recién fundada ONU; el conde Folke Bernadotte.

Su único pecado es haber declarado en las “conversaciones” sobre el diferendo palestino-israelí que los sionistas exigían todo y que así nada le quedaba a los palestinos… el sicario es premiado con su designación como guardaespaldadas del Ben Gurión el líder del flamante Estado de Esrael (luego de un pasaje “teatral” de apenas unas semanas por una cárcel).[3]

 

Pero si vemos cómo ya en 1948, la impunidad judeosionista perfila comportamientos abusivos, violatorios de los derechos humanos más elementales –abonada por la prescindencia de países democráticos y la aceptación del papel de chirolitas de muchas otras representaciones nacionales en la ONU−, desde el 7 octubre de 2023, esa impunidad adquiere botas de 7 leguas, y alcanza niveles que cuestra rastrear en la historia humana.

Como “armados” de una “santa indignación”, como si se tratara de víctimas, los sionistas israelíes han desatado su furia y abuso bombardeando barrios con población humana en general, arrasando con mayor facilidad todavía, campamentos más o menos improvisados de los sobrevivientes de los barrios anteriormente pulverizados en Gaza, Rafah , Khan Younis…

Por las calles, hoy, jóvenes pesadamente armados, casi imberbes, se burlan y atropellan a población civil desarmada, bajo ocupación. Y lo hacen con desprecio, desdén y si son muy teledirigidos, con furia. “Cargados” con un adoctrinamiento que a lo largo de décadas ha insuflado en sus mentes −cuanto más jóvenes, más honda la marca− las ideas, muy talmúdicas, que los goyim son “excremento”, “basura”, “animales”, “inferiores” y sobre todo, “mala gente”.

El sionismo ha hecho abandonar en sus seguidores toda noción de prójimo que vaya más allá de su estrechísimo entorno. La altanería que jóvenes israelíes, recién “cocidos” en los cuarteles, exhiben, no sólo en Palestina sino en todas partes, en todo momento, trasluce esa regimentación mental, indoctrinada.[4]

Una de las especialidades del sionismo aspirante a controlar la vida (en eso se ejercitaron durante casi dos décadas en la Franja de Gaza) son las “labores de inteligencia”. Que han ido hilvanando con los servicios secretos de EE.UU. y del Reino Unido. Por eso, algunos atentados pueden tener autores  “colectivos” o resulta difícil ubicarles autoría.

Así han matado a Qasem Soleimani. Así han matado a Ismail Hanniyeh. Así han matado a Hasan Nasrallah (con la odiosa modalidad, deliberada, de matar al “blanco” con todos los prójimos imaginables: hijos, nietos, esposas, amigos, colegas).

Así han acabado con la vida de decenas o centenares de libaneses mediante telecomunicadores portátiles que portaban explosivos en su interior y que, ahora se sabe, estuvieron “cargados” durante años, hasta que quienes idearon la máquina de matar juzgaron oportuno ponerla en marcha. Tales dispositivos habían sido adquiridos en el Líbano de supuestas firmas productoras y exportadoras de ese know how, y se fueron extendiendo en diversos usos (probablemente la carga explosiva fue colocada inicialmente para atentar y matar a miembros de Hezbollah, pero ni les importó quienes fueron los destinatarios).

Así también se han llevado a cabo muchísimos atentados de falsa bandera.

Keith Woods ha escrito un artículo formidable: “Israel´s Love Affair with Syrian Jihadis” (“El romance de Israel con los yihadistas sirios”),[5] en el que se apoya en documentos de la DIA, algunos puestos a la luz pública gracias al extraordinario aporte de Julien Assange (wikileaks). Por ejemplo, la info del agente secreto Jake Sullivan a Hillary Clinton de que: “Al Qaeda está de nuestro lado (Siria, 2012).”

El aporte del genocida Naftali Bennett es todavía más prístino: en la conferencia anual de Herzliya, durante su estadía como premier (2021-2022), Israel ha “perfeccionado” el arte de la mentira hasta niveles que no resultan habituales. Entiende este asesino múltiple de palestinos que la aparición de ISIS le facilita a Israel legitimar la anexión de los Altos de Golán; que el caos generado en Siria convierte los reclamos de Israel en “más aceptables” para “la comunidad internacional”: Bennet ilustra así lo que rinde un pragmatismo absoluto.

 

Al Qaeda, que todo habitante no dedicado al rastreo de verdad, tomará como musulmán (y fanático), es un producto acabado “made in Israel”. La DIA nos dice: “Al Qaeda condujo una cantidad de operaciones en varias ciudades sirias bajo el nombre de Jaish al Nusra para llevar adelante la guerra contra el régimen sirio, considerando que Siria tiene un régimen infiel.” [6]

Esta última calificación es  ciertamente, sugestiva. Efectivamente, en varios países árabes el Islam perdió pie. Como ha pasado con el catolicismo en varios países del sur europeo.

Argelia en su momento, Irak, Siria, Palestina, han ido constituyendo gobiernos, regímenes laicos, que el Occidente con religiosidad en baja, iba a tener dificultades para criticar.

Un mundo árabe fanáticamente musulmán era presa (ideológica) más fácil de un Occidente cada vez más laico.

 

La peripecia palestina nos da algunos elementos de ese cuadro de situación. La resistencia palestina ante la penetración sionista, sobre todo después de 1948, se fue identificando cada vez más con el anticolonialismo, el antiimperialismo y el socialismo, que hará haciendo culturalmente inviable las modalidades tradicionales. Pero ese  cambio ideológico, progresista, no da fruto; como que “el enemigo es más fuerte”.

Por un lado, EE.UU. se presenta como lo moderno ante el viejo mundo del capital burgués, y por otro, el colapso soviético deja sin carta de presentación, o con cartas muy ajadas, a una alternativa “de izquierda”.

La resistencia laica no triunfa fácilmente en el mundo colonial. Porque lo que la resistencia enfrenta en la colonia no es a la colonia sino a la metrópolis.

En Palestina, por ejemplo, surgirá entonces, una resistencia basada en valores tradicionales bien diferenciados de los del colonialismo (occidental). Y mientras el movimiento palestino de mayor enjundia en el siglo pasado −Al Fatah y la OLP− terminarán “recuperados” a través de los “Acuerdos de Oslo” y otras maniobras de RR.PP., será Hamás el que encarne el mayor obstáculo al asentamiento sionista.

Patética paradoja: la gente de Arafat aceptando convertirse en policía de los territorios palestinos –al servicio inevitablemente de Israel− e islámicos más bien ortodoxos, defendiendo la sociedad que el sionismo procura pulverizar.

Simplificadamente, diríamos, en este caso, que el Corán sirve más a la causa de pueblos colonizados que El capital de Marx… La cuestión, entonces, dista de simplificarse. Porque los libros sagrados, sean cuales fueren, no ayudan a ver y a vernos, sino más bien nos llevan los ojos a ver a dios, a Dios. Y con los ojos de él. De Él. Y no se trata de eso ni de entonar cantos de sí mismo o a sí mismo. Se trata apenas de que aprendamos a ver el mundo tal cual es.□

[1]   Vemos entonces algunas acciones de brutalidad inusitada. El sionismo había preparado mistarviim, sionistas que vestían y hablaban como palestinos, que introducían o preparaban trampas mortales en el tejido social palestino, como por ejemplo, dejar para reparación un vehículo en un taller mecánico, todo en confianza, y que al cabo de veinte minutos volara por los aires el vehículo, el taller, todos sus ocupantes y buena parte de las edificaciones circundantes. Con estos explosivos devastadores, hicieron añicos varios mercados en los momentos de mayor afluencia de gente. Esa atroz coyuntura de la historia palestina se generalizará pesadillescamente en la Franja de Gaza en 2006 y desplegará un nuevo círculo del infierno en 2023/2024.

[2]    Eso, porque la realpolitik se mueve con otros intereses; como ilustra el caso de Francisco Franco.

[3]   Y la ONU ni siquiera rinde honores a su mediador oficial, proveniente de un país con acrisolada democracia; Suecia. La tutela judeosionista en la ONU ya se sentía.

[4]   Como la actitud con que los guardiacárceles recién estrenados en regímenes de dictadura llegan al patio de las cárceles para lidiar con huelguistas y manifestantes. Lidiar, con animales.

[5]   Woods, K., https://www.unz.com/article/israels-love-affair-with-syrian-jihadis/.

[6]  Ibíd.

Publicado en Centro / periferia, Globocolonización, Medios de incomunicación de masas, Palestinos / israelíes, Para salir del repollo

CONTAMINACIÓN: ¿RASGO PRINCIPAL DE NUESTRA CIVILIZACIÓN?

Publicada el 01/12/2024 - 01/12/2024 por luissabini

por Luis E. Sabini Fernández  /  28 noviembre 2024

 

Una vez cada tanto recibimos “el golpe” de una noticia que trastorna nuestro universo cotidiano.

El concepto del título puede tener muy variables significados, materiales, espirituales, pero estas líneas van a discurrir exclusivamente en el plano físico; vinculado con nuestros cuerpos (aunque no exclusivamente; ya sabemos todo es uno).

Con los alimentos, nuestras comidas cotidianas, las advertencias han sido reiteradas. Pero al parecer el papel persuasivo de los emporios que controlan la producción, circulación, y disposición de los alimentos que constituyen nuestra dieta habitual, es lo suficientemente poderoso como para que sigamos consumiendo lo que el mercado ofrece, independientemente de si tales alimentos son saludables o no.

Si nuestra hipótesis es certera se nos abre un abismo a causa de nuestra impotencia.

Los hábitos alimentarios de la humanidad han cambiado en el último siglo, o más acentuadamente todavía, desde la segunda mitad del siglo XX, a un ritmo que no tiene precedentes: durante siglos y hasta milenios se comió con menos modificaciones en los alimentos que todas las que se han sucedido en los últimos cien años.

¿Pasó algo entonces para haberse generado tantos cambios y modificaciones en nuestros  hábitos alimentarios?

Ciertamente. Resumidamente lo titularía: AWOL. American Way of Life.

Lo que llamamos modernidad (los historiadores suelen hacer coincidir su surgimiento con el Renacimiento, siglo xv) vino desarrollándose cada vez más intensamente a través del laicismo, la industrialización, los despliegues científicos y tecnológicos, los grandes inventos consiguientes (y la aplicación de viejos inventos, sobre todo chinos) aplicados a la producción y circulación de bienes materiales, el ensanche del mundo incorporando las Américas a la vieja globalización mediterránea (ahora atlántica), y con el paso de los siglos, una tecnificación progresivamente acelerada.

A mediados del s xx, tras el tendal dejado por la 2GM, nos encontramos con una potencia que ha ido tomando más y más poder mundial, desplazando a los parcialmente perimidos colonialismos británico y francés; EE.UU., que vanguardiza prácticamente casi todos los rubros de la modernidad. La influencia american se extiende por todo el mundo, y se afianza: energía a petróleo en lugar de carbón, abundancia en lugar de escasez, democracia en lugar de monarquías y “viejo orden”. Automóviles para los desplazamientos; y no en topolinos sino en colachatas; las ciudades norteamericanas se diseñan con más espacio del que disponía la campiña italiana, por ejemplo, para sus vides, limones, aceites. Ciudades tan “estiradas” necesitaban un vehículo de conexión como el automóvil. Y la americanization se fue globalizando.

EE.UU. siente llegada su hora. Su cultura. Diseñadores dietéticos postulan la aplicación de la ciencia a nuestras comidas; se diseñan pastillas que otorgan a cada humano todas sus nutrientes, de un modo científico, más preciso que cualquier menú tradicional.[1]

Pero si no íbamos a superar lo alimentario, íbamos sí a superar los alimentos. En EE.UU. comienza una revolución culinaria: basta de agua, vino o cerveza para acompañar comidas; un brebaje diseñado a comienzos del s xx, con algún estimulante y azucarado, será el estandarte líquido de la comida estadounidense. Y el aumento de grasas y azúcares será otro. Como el American Way of Llife tiene siempre un ojo puesto en la billetera, se ensancharán los platos (llegarán a ser de 30 cm de diámetro) para servir porciones mayores, estimulando el consumo.

Todas estas medidas tendrán su coletazo imprevisto e indeseado: el aumento de peso de los cuerpos humanos, la obesidad como anomalía cada vez más presente.

Pero los alimentos no se procesan sólo en las cocinas y en las mesas. La agroganadería estadounidense revolucionará también los piensos suministrados a los animales de crianza: se desarrolla toda una ingeniería agronómica para producir más revolucionando todas las técnicas agronómicas: ya no será sólo el agua, las piedras de cal, y algunos otros caldos, como el  bordelés; ahora los laboratorios cada vez más a cargo de la industria alimentaria, irán produciendo toda una batería de sustancias llamadas fertilizantes –para que las plantas las absorban− y de otras sustancias denominados genéricamente “fitosanitarios” o “agrotóxicos”  –para que las plagas los absorban.

Solo que el “reparto” no es tan exacto como pretendían los técnicos y cada vez más, vamos a ir verificando que los venenos no sólo envenenan a los objetivos de las aplicaciones… sino también, a los mismos alimentos, a los que aplican y a sus comensales finales.

A lo largo de las últimas décadas, muchas ya, hemos ido recibiendo diversas llamadas de atención al respecto.

Muy sucintamente: en 1962, Rachel Carson, bióloga estadounidense, escribe como  alegato, Primavera silenciosa, donde explica como los agrotóxicos, cada vez más extendidos en el medio rural (entonces norteamericano) están acabando con los insectos y otra fauna menor, fundamentalmente muchas especies polinizadoras, y las aves de ese hábitat (a las que alude en su título).

Los grandes laboratorios indirectamente aludidos iniciaron una campaña de desprestigio y presión, cuestionándole su capacidad profesional. Para muchos significó arruinarle la vida a Carson que murió con 57 años, apenas un año y medio después de la aparición de su libro.

Toda una recordatoria de lo que cuesta investigar contra los intereses corporativos.

 

Matar a la naturaleza, para que mejore…

Luego de la denuncia de Carson, la quimiquización de los campos (y consiguientemente de las ciudades, de la sociedad humana) se expandió todavía más, mucho más, de modo imparable.

A la par, la sociedad, en primer lugar la norteamericana, pero por fenómenos de expansión imperial, la sociedad occidental inmediatamente después y progresivamente, el mundo entero, fue registrando así el pasaje de la “agricultura tradicional” a la agricultura “científica” o contaminante, según valoremos el rasgo que la caracteriza.

Se fueron sucediendo nuevos capítulos de esos avances científicos o contaminantes. O mejor dicho, científicos contaminantes.

La ciencia suele ser el eslabón para mejorar nuestros saberes operacionales y en ese sentido, la ciencia no tiene porque ser acompañada de contaminación. Pero en las circunstancias históricas que venimos reseñando, la ciencia no proviene de un saber curioso que ha alimentado nuevos aprendizajes para entender el mundo y modificarlo, sino de empresas que se han dedicado a  desarrollar ciencia y técnica, mejor dicho técnica y ciencia, para incrementar rendimientos. Crematísticamente. La utilidad pasa a ser primordial, no la calidad, en este caso alimentaria.

En concreto, lo que se suele llamar modernización de la agricultura, que incorpora nuevos saberes científicos, incorpora fundamentalmente nuevos recursos tecnológicos, donde la cuestión de los costos desempeña papel primordial. Pero no un abordaje real de los costos en todos sus aspectos, sino un abordaje funcional, pragmático, de los costos inmediatos de una modernización dada: si plantar y carpir sale 130 y plantar y tender un germicida (que no afecte la plantación principal, porque por ejemplo es transgénica y está así programada) sale 110, la “solución” es clara: se opta por el germicida, más “económico”.

Si incluyéramos en los costos las intoxicaciones y enfermedades derivadas del uso de semejante tóxico, la pérdida de calidad de vida de la población afectada por el cultivo con agrotóxicos, y la pérdida de calidad alimentaria de ingerir alimentos con venenos “incorporados”, y el costo de las afecciones resultantes, entonces los costos de la agricultura “moderna”, agroindustrial”, ”inteligente” (sic!), sería apreciablemente mayor que la vilipendiada agricultura tradicional.[2]

Pero así “no se hacen las cuentas”.

Los laboratorios y las empresas de semillas y “mejoradores” tienen otra contabilidad: que las enfermedades, los envenenamientos, lo paguen las familias particulares, víctimas, o las redes asistenciales (que lo harán, generalmente mal) sin que afecte la contabilidad del consorcio que ha ignorado la salud pública.

Éste es el “santo y seña” del mundo empresario cuando genera algún “problemita”.

Las décadas del fin del siglo xx verán el debate de las redes campesinas y rurales contra la creciente contaminación.

Que dista, y mucho, de ser exclusivamente alimentaria.

 

 

La plastificación de las sociedades humanas

En 1996, otros tres biólogos, también estadounidenses, tras un relevamiento de años por diversas zonas del subcontinente norteamericano, Dianne Dumanoski, John Peterson Myers y Theo Colborn, presentan un informe con el sugerente título Nuestro futuro robado.[3]

Donde muestran y demuestran como algunos materiales plásticos se han ido infiltrando en los cuerpos de los seres vivos (porque, por ejemplo, presentan similitudes con estrógenos) y están causando atroces alteraciones en los recién nacidos (pero no solamente). Logran en primer lugar ubicar algunos de esos plásticos y plastificantes generadores de tantos daños genéticos y a  sus víctimas en la fauna silvestre: gaviotas hembras que han cambiado su comportamiento, y contaminadas, adquieren el propio de machos; cocodrilos en la Florida cuyos penes se han atrofiado tanto  por contaminación plástica que ya no pueden fecundar a las hembras, y así sucesivamente.

Curiosamente, ni el sacudón de 1962, ni el de 1996 parecen haber tenido efecto duradero. Nuestra sociedad contemporánea resulta impermeable a desafíos que incluso afectan nuestras propias vidas.[4]

Con la fabricación de plásticos, inicialmente termorrígidos, como la  bakelita, pero a poco, termoplásticos que revelarán, como la palabra lo dice, enorme plasticidad comienza un proceso que hoy caracteriza a “todo el mundo”. Los termoplásticos, obtenidos a partir de la polimerización del petróleo, irán poco a poco introduciéndose en todo. Una cualidad, que la industria petroquímica encontró y que para esa industria significó fuente de ganancias; la no biodegradabilidad, es tan extraña y ajena a nuestro hábitat que carece de una palabra para expresarlo; y por eso usamos dos.

La petroquímica expandió por el planeta su “producción”, cuidándose muy bien de averiguar su destino o consecuencias. El optimismo tecnológico que ha funcionado como verdadero “opio de sus titulares” hizo que descuidaran semejantes implicaciones. ¿Cómo si era nuevo podía ser malo? ¿Acaso no es lo viejo, lo perimido, lo premoderno lo (único) que puede ser malo?

Por la misma razón, se evita advertir cómo contaminación puede producir trastornos en nuestra sexualidad y se prefiere, en cambio, “convertirlos” en ”nuevas visiones de la sexualidad”.

Y el volumen del daño fue creciendo incontenible. Los promotores de la industria petroquímica, como la de los “fitosanitarios”[5] para el mundo rural, optaron  por la política del “que me importa”. Y con esos parámetros, se convirtió en una de las ramas industriales de mayor rentabilidad en el mundo entero. En rigor, porque tenía tamaña rentabilidad, se desechó toda política restrictiva a agrotóxicos o a plásticos.

Quedaba sin resolver el destino de un material –los plásticos− que no desaparece nunca, que sólo va cambiando de forma (se intentó en los primeros momentos su incineración, pero la toxicidad hasta del aire se hizo tan gigantesca e insoslayable que se desistió). El optimismo tecnológico permitía no  hacerse responsable de sus actos; más valía desvincularse de ellos. El recurso  del pagadiós.

Como se trataban de adelantos e inventos tecnológicos, tenían licencia garantizada de antemano (aunque nadie imaginó, seguramente, que era para matar).

Porque ante cada avance tecnológico, el ensanche incontenible de los productos químicos –el hallazgo o invento de una nueva sustancia−, se trató siempre de ver el aporte (que fuera enfriador, conservante, ignífugo, suavizante, y la innumerable variedad de funciones atractivas, pero jamás examinando sus inconvenientes o desventajas (salvo que fueran tan patentes, como, por ejemplo, un lubricante excelente que resultara altamente inflamable). De ese modo, de decenas de miles de productos químicos característicos de nuestra sociedad actual, apenas un 10% tiene una ficha de relevamiento más bien completa con ventajas y desventajas;  la inmensa mayoría de productos químicos que usamos fueron ideados para cumplir una función estimada como deseable, ignorando las más de las veces  qué otros rasgos o características tenía; por ejemplo si era asimilable por cuerpos vivos, si era alojable en órganos de mamíferos (o de insectos). Tampoco se agregaban datos sobre otros rasgos, ajenos al hallazgo tecnológico diseñado para alguna tarea particular (rasgos que podrían revelarse altamente problemáticos, que es lo que ha estado pasando con tantos nuevos productos químicos).

 

De esa manera, la humanidad, y sus centros de documentación y relevamiento no supieron o pudieron o quisieron ver la lenta pero inocultable acumulación de plásticos en los mares del planeta.

Tampoco se visualizó que esos plásticos, erosión mediante, cambiaban totalmente de aspecto (pero no desaparecían porque no se biodegradan):  se iban convirtiendo en partículas cada vez más pequeñas, microplásticos.

Las investigaciones de Mathew Savoca[6] nos introdujeron en otro camino del que los desarrollos tecnocientíficos no tenían la menor idea: los microplásticos, poblados por organismos microscópicos, resultan apetitosos para peces.

Con lo cual estamos introduciendo plásticos, muchos ya comprobadamente disruptores endocrinos, que podían ser generadores de quistes, a menudo cancerígenos, en los peces que los engullían. Y siguiendo las cadenas tróficas, esas carnes afectadas terminaban a menudo en los eslabones más “altos” de dichas cadenas; los tiburones, los osos polares, los humanos…

Los plásticos han ido extendiendo su necrosis en los más recónditos sitios y cuerpos. Hay reacciones, pero hasta ahora limitadísimas, aunque significativas: en algunos hospitales han retornado a los envases de vidrio para sangre, que son mucho más costosos pero confiables. Análogamente, en algunos lugares se ha vuelto a las mamaderas de vidrio. Se ha verificado que las industrializadas por la petroquímica, de policarbonato −hasta entonces considerado un plástico de “superior calidad”− contienen, por ejemplo, Bisfenol A, un producto probadamente cancerígeno.

Pero no hay que sorprenderse de esos “retrocesos” puntuales. Más bien hay que asombrarse que la plastificación, así como la incorporación de productos químicos a los alimentos generados desde las grandes empresas, en calidad de edulcorantes, conservantes, gelificadores, estabilizadores, floculantes, reguladores de PH, y varias otras funciones, pudiera resultar algo saludable.

En rigor, cuando se implantó industrialmente se sabía que el edulcorante jmaf [7]  es obesogénico y está detrás de enorme cantidad de población obesa (que significa población que estadísticamente es mucho más costosa por la atención médica que requiere y la cantidad de intervenciones médicas o quirúrgicas que también requieren, amén de la destrozada calidad de vida de muchos de quienes la sufren).

Pero este desprecio por los destinos personales por parte de “las fuerzas que mueven el mundo” (por ejemplo, las de “el mercado”, pero también las instituciones “públicas”) no es nuevo. También se sabía que los alimentos hidrogenados (que facilitan al mundo empresario prolongar la “vida útil” de los alimentos) son en realidad tóxicos. Y hemos tenido, tenemos, margarinas hidrogenadas, para facilitar una reposición sin esfuerzo. Lo mismo tenemos que decir de los alimentos envasados en aluminio, a menudo calentados o cocinados así, que nos “brindan” un metal que no pertenece a nuestro organismo (es decir, es veneno).

 

Para enfrentar la catarata de venenos y tóxicos agregados a la “comida moderna” se ha recurrido a los “límites de seguridad”, presentados como verdadera tabla de salvación para evitar que un material se convierta en una amenaza a nuestra salud. En rigor, se trata de una coartada para sostener con tranquilidad de conciencia que si ingerimos por debajo de ese límite, no hay problema. Algo básicamente falso porque no se evalúa cuándo y cuánto ese límite se traspasa a lo largo de tiempo –algo que pasa siempre− y cómo se sobremontan límites de seguridad aplicados a alimentos distintos. La fábula de los límites de seguridad podría funcionar si sólo se tratara de un único alimento ingerido una única vez.

Las secuelas de tóxicos en nuestros alimentos no tienen porque ser siempre tan fuertes como con las del Nemagon, el nematicida que fue usado durante buena parte de la segunda mitad del siglo xx, particularmente en América Central, cuando ya la agroindustria y el negocio agroquímico habían sentado sus reales.

Es un nematicida aplicado a los cultivos de bananas, que fue envenenando a sus operarios, esterilizándolos. El dañó alcanzó a decenas de miles de trabajadores bananeros.[8] Y por tratarse de una intoxicación oculta, y desconocida para sus propias víctimas, tardó mucho tiempo en salir a luz, tras innumerables conflictos y penosas separaciones de parejas  basadas en suposiciones equivocadas. Nadie se imaginaba estéril.

Al mejor estilo imperio-colonia, el Nemagon resumió rasgos de esa histórica y asimétrica relación.

 

En 2017, otra vez, una investigadora, Shanna Swan, escribió otro texto atrozmente preocupante y anticipatorio: Count Down (Cuenta regresiva), que hace referencia al tiempo de fertilidad que le va quedando a la humanidad, con una calidad y cualidad reproductiva cada vez más cuestionada y alterada por lo presencia de sustancias plásticas que provienen de la difusión sin control ni medida de tales materiales en nuestra vida cotidiana. Que  alcanzan la leche materna, y todos nuestro flujos corporales. Y que, como ya lo habían visto Dumanoski, Peterson Myers y Colborn, afectan los cambios de género sexual, que con lenguaje progre llamamos “fluidez de género” para no herir “las llamadas nuevas sexualidades”.

Swan sostuvo, sostiene, que la especie humana se está destruyendo a sí misma por contaminaciones sucesivas, en medio de la mayor inopia. Volvemos al profético relato de Bradbury.

Y nos golpea el cerebro el porqué.

“Pero hay su dificultad”, como nos explicaba nuestro primer payador oriental, Bartolomé Hidalgo, “Dificultad en cuanto a su ejecución”.[9]

Porque estos efectos devastadores que hemos estado repasando muy sumariamente, constituyen la fuente de rentabilidad para grandes consorcios transnacionales que tiene sus sedes en Londres, Nueva York, Tel-Aviv y otras capitales financieras del mundo.

Como ejemplificáramos con la petroquímica, de hecho un desarrollo industrial genocida pero que jamás ha rendido cuentas de los desastres ambientales (y humanos) que ha provocado.

Nuestro presente no parece tampoco propicio para enfrentar tales emporios. Porque la red de control planetario  −mediática, económica, comunicacional− que abarca las más diversas áreas de la actividad humana, como la actividad banquera, universitaria, sanitaria, de transportes, noticiosa, constituye una trama  general con puntos de roce entre distintos personajes, pero con un alto grado de coincidencias, como se vieron cuando la pandemia decretada en 2020.

Por ejemplo, desde ONU, OMS, PNUD, PNUA, OIT, PMA, UNICEF, ONU-HÁBITAT, UNFPA, UNESCO, FAO, UPU, FIDA, UNRWA, ACNUR, ONUSIDA, OACI, OMPI, UIT, OMM, y muchas más comisiones de alcance planetario.

Cuentan con grandes aliados cooptados, por ejemplo, entre elencos políticos nacionales y locales que desde 1945 para aquí son guiados o asistidos por toda la  burocracia transnacional cuyas abreviaturas hemos reseñado.

Que trabajan además conjuntamente con otras redes supranacionales que no surgieron desde la ONU, pero están íntimamente entrelazadas: OMC, FMI, CPI, BM, CMNUCC, CTBTO, OIEA, CCI, OIM, OPAQ.

ONU y sus derivados no nos preservan de tóxicos ambientales; nos lo administran. Para que no resulten tan chocantes.

Así pasó con la OMS y la pandemia decretada en 2020 (previa redefiniciòn del concepto de “pandemia” a cargo de la mismísima OMS, que tiene además una configuracion peculiar; dejó de ser una instancia con funcionarios públicos para ser un mix de públicos y privados).

Así pasó también con la CPI (particulares) y la CIJ (estados), en La Haya, respecto de los asesinatos bajo la forma inexcusable de genocidio. Al Estado de Israel incurso en tales atrocidades se le advirtió, “amonestó”, pero se los ha dejado hacer. Mostrando lo qué valen, realmente, los derechos humanos; la carta ética de la ONU.□

[1]  El proyecto alimentario “científico” tuvo que ser abandonado porque los intestinos, desocupados, constituían una pena de muerte atroz. Podríamos haber salteado tan penosa advertencia con apenas recordar lo que nos señalara Francisco de Goya; “Los sueños de la razón producen monstruos”.

[2]   Sugiero la lectura de Vandana Shiva, formidable intelectual india sobre esta cuestión de costos.

[3]   Our Stolen Future. Traducción al castellano, Nuestro futuro robado, Ecoespaña Editorial, Madrid, 2001. Que jamás pude encontrar en CABA, Argentina.

[4]  Un cuento, corto, de Ray Bradbury, parece aludir a esa estolidez, a esa indiferencia o impotencia, a ese fatalismo de nuestro mundo actual: Bradbury cuenta que una pareja de veteranos, al fin del día, escucha en el informativo que ése es el último día del planeta, porque una catástrofe sin precedentes y de alcance mayúsculo acabará con esa transmisión, con esa radio, con esa ciudad, con ese mundo… La pareja escucha en silencio y uno de ellos entonces le pregunta a su cónyuge: ¿apagaste bien las hornallas?, ¿cerraste las llaves de paso?, ¿la puerta del fondo está bien cerrada?, poniendo cuidado en llevar a cabo las rutinas de todos los días. Pero incapaces de reaccionar ante algo incomparablemente mayor, sobrecogedor, pero ajeno a las rutinas…

[5]  Porque el desarrollo tecnocientífico impuso, como siempre, su propio vocabulario y los agrotóxicos fueron bautizados fitomejoradores. Así como el lenguaje popular designó “remedio para las hormigas” los insecticidas que se espolvoreaban para combatirlas. Algunos tan, pero tan tóxicos, que pese a la ortodoxia cientificista, debieron ser abandonados ; caso del DDT (expresarlo me valió un despido laboral, de un suplemento periodístico presuntamente científico, en rigor cientificista). Disculpe el lector esta digresión personal.

[6]   https://www.nationalgeographic.es/medio-ambiente/2017/08/nuevos-estudios-concluyen-que-peces-e-invertebrados-consumen-los-microplasticos-del-oceano.

[7]   Jarabe de maíz de alta fructosa.

[8]   El episodio se hizo particularmente odioso porque las empresas bananeras eran todas estadounidenses y el personal afectado, todo centroamericano. Porque además el agrotóxico empleado en Nicaragua, Panamá, Honduras, etcétera, había sido producido primero y prohibido después en EE.UU. , y se permitió seguir usándolo “fuera de fronteras”, y porque si el agrotóxico hubiese sido manipulado con más cuidado –máscaras, guantes−, tal vez no hubiese perjudicado a tanta población que desconocía las cualidades peligrosísimas del “curador” que usaban.

[9]   “La ley es tela de araña”, una poesía gauchesca escrita en las primeras décadas del s xix. Entre 1810 y 1820 (no pude precisar fecha).

Publicado en Agronecrófilos, Centro / periferia, Ciencia, ecología, EE.UU., General, Globocolonización, Nuestro planeta, Nuestros alimentos, Salud. Y enfermedad, Sociedad e ideología, Teoría del conocimiento

ANTROPOCENO, CADA VEZ MÁS PRESENTE… Y PESANTE

Publicada el 14/06/2024 - 01/11/2024 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández

10 jun 2024

Como era inevitable a la luz de la creciente complejización tecnológica; la violencia rampante en ascenso; la expansión como mancha de aceite en el tejido social de la drogadicción; el desarrollo en progresión geométrica de la manipulación mediática; la contaminación planetaria cada vez más incontenible; la medicalización de nuestras sociedades y su hermano siamés, el miedo; la intromisión cada vez mayor y más profunda de los recursos mediáticos y comunicacionales en nuestras vidas cotidianas y la correspondiente pasivización de nuestros comportamientos cada vez más mediatizados y sitiados por la sofisticación tecnológica y electrónica; la expansión ubicua del biowarfare al servicio de poderes cada vez mayores y más heterónomos, y  desde lo más reciente, con el aumento de la violencia militar anuncio de guerras cada vez más abarcativas y graves, nos encontramos en una situación que entrevemos como una disyuntiva para las sociedades contemporáneas, cada vez más simultáneamente afectadas por el cúmulo apenas sucintamente borroneado.

Cualquiera de esos ítem sería en sí mismo un problema insoluble o casi, de una gravedad en sí misma insondable. Pero la reiteración de crisis de tan diversos órdenes, hace la problemática inmensamente más grave.

Ante este panorama de largo alcance, de alto vuelo, de lento (aunque irreversible) deterioro, y aunque esos mismos deterioros sean a menudo compensados por algunos avances tecnocientíficos y desarrollos de percepciones y conocimientos de nuestras sociedades, estamos en una coyuntura que tiene giros mucho más veloces y bruscos (y por ello potencialmente catastróficos), como fue la sesgada declaración de pandemia de 2020 o la invasión militar de Rusia a Ucrania, y muy especialmente –por su intensidad y alcance– el copamiento palestino a un cuartel israelí e inmediaciones y la abrumadora, respuesta israelí que ha desencadenado un proceso abiertamente genocida.[1]

Hagamos un recorrido –siempre incompleto– por los puntos que enumeré como de conflicto para nuestro presente, humano, generalizado,  planetario. Eventualmente, podremos articular un orden de prioridades o una red de conexiones que nos permita visualizar elementos y causalidades comunes.

¿HACIA UNA SOCIEDAD SIN ESTADO? AUGE EMPRESARIO

Observamos una decadencia de sistemas de poder  puramente políticos; una traslación cada vez más visible de lo político a lo empresarial. A un universo empresarial altamente tecnologizado. Un tecnopoder. Y cada vez más, en ese desplazamiento, otro “interno” dentro del universo empresario, hacia una financierización creciente y cada vez más omnipresente.

El mundo empresarial no ha tenido jamás menos limitaciones o condicionamientos. En la época en que los estados nacionales gestionaban una sociedad (“su” sociedad), a lo más incorporaban la tarea empresarial regulándola. Así ocurría al menos en los estados soberanos, centrales. En los estados periféricos, forjados por el colonialismo travestido en neocolonial, cuando las oligarquías percibieron que el despojo tradicional había ido entrando en crisis, se le fue asignando al mundo empresario la tarea discrecional de nutrir las metrópolis y acumular las mayores plusvalías desde las periferias, pero blandiendo ahora las banderas de los flamantes estados nacionales.

El auge del universo empresarial dentro de lo que se llama “el capitalismo” ha significado que las tareas que antes el empresariado cumplía en algunos tramos y regiones, ahora se ha generalizado.

Lo empresario como eje de la actividad económica se contrapone a lo estatal y lo público. Y mientras esta última, al menos teóricamente, se encara como servicio (y su contracara, privilegios), el motor empresario tiene muy otro motor: el lucro y el No Limits. Ya sabemos que el lucro perfecciona el poder económico-financiero. Y la experiencia nos dice que ese poder no tiene sentido en sí (salvo el del disfrute de algunas comodidades), sino que expresa el poder de lo incontrolado, incontrolable. Sin más límite que sí mismo.

Ante la falsa igualdad que caracteriza un sistema democrático, el universo empresario es, en sí, el reconocimiento del verticalismo más radical: no hay nada menos democrático que el funcionamiento empresarial. El mundo empresario supera la monarquía más absoluta: porque aun ese extremo reconoce un orden político; el universo empresario, en cambio, atareado con otras funciones, ni siquiera advierte o le preocupa su condición política; si es verticalista u horizontalista, por ejemplo; es expeditivo.

CAMBIO CLIMÁTICO

Se habla demasiado de “cambio climático” o “calentamiento global” en general; grandes definiciones o áreas temáticas que suelen escamotear el origen de los denunciados trastornos, Hablar de cambio climático  sitúa la dificultad fuera de nosotros, en el planeta, en el orden celeste. Pero prácticamente siempre tales alteraciones, calentamientos, sequías, agotamientos, envenenamientos, inundaciones, sobrevienen por decisiones humanas. No de los humanos en general, sino en particular de los grandes consorcios que modelan la economía mundial y la economía humana en general; la agroindustria, por ejemplo, o la megaminería, o ciertas ramas de la química industrial. Porque la acción de grandes corporaciones, a menudo mucho más poderosas que los estados nacionales, es la que está detrás de las desertificaciones, los agotamientos minerales o boscosos, la pérdida de calidad del agua o la pérdida directamente del agua.

Claro que si uno habla de “cambio climático”, la presunta solución provendrá de algo sistémico, general, que es lo que pretende la burocracia onusiana con sus costosísimas conferencias mundiales sobre cambio climático, que en los hechos poco afectan la vida económica y empresarial vigente.  Si se advierte que la causa de una alteración climática es una inconducta empresarial (de las tantas que incansablemente acaecen), la medida tendría que ser mucho más acotada, pero a la vez más precisa. Se trata de lograr que los agentes contaminantes sean realmente ubicados y combatidos, y no con multas sino arruinándoles “el negocio” que afecta y enferma el ambiente y transitivamente a todos nosotros.

CENTRO Y PERIFERIA

Aunque nos quieran hacer creer que el mundo es de todos y para todos, con sus gadgets incluidos,  nuestro planeta sigue caracterizado por el universo de los ricos con sus pobres; en EE.UU., en Europa sobre todo Occidental, en algunos enclaves en todas partes; Singapur, Seúl, Buenos Aires, Ryad, Doha,  y el de los pobres con sus ricos, en casi toda África, América Central y regiones del mundo árabe, buena parte del continente nativoafrolatinoamericano, así como en el asiático.

Allí, en lo que a menudo se caracteriza como periferia o, hasta hace poco, “tercer mundo”, los jóvenes y los viejos siguen llevando la peor parte… y las mujeres, y la primera infancia. Víctimas directas de la exacción material: las grandes corporaciones transnacionales que se supone vienen a invertir y que en realidad vienen a “cosechar”; sesgada confusión de verbos…

IRREVERSIBILIDAD DEL DESGASTE DE LOS MATERIALES MÁS PRMARIOS

Nuestro planeta se va desgastando. Y a diferencia de las sociedades tradicionales, conservadores, el auge burgués, la fiebre socialista, la idea de progreso (muy burguesa, pero preservada sin solución de continuidad por el socialismo) han ido caracterizando cada vez más nuestro presente, el de la modernidad, el de la hipermodernidad.

La hybris que caracteriza nuestro presente ni repara ni entiende por qué habría de preservar nuestro hábitat. “Eso” caracterizaba a las sociedades tradicionales, paganas, primitivas…

Por ejemplo, se están haciendo planes agroganaderos, con expectativas altísimas de rendimiento financiero, sustituyendo la Amazonia por plantíos decididos por el hombre o por espacios de ganadería de enorme alcance. Tales planes no tienen problema en eliminar la última selva medible en millones de km2 (en terminar de eliminar, habría que decir más propiamente; una mucho más chica, considerada empero la segunda selva más grande del planeta, en Borneo, fue talada y desaparecida hace pocos años), Se estima que la Amazonia tiene unos 60-70 millones de años. Borrable del planeta, como si fuera un canterito de algún conde aburrido…

La cadena montañosa que proviene del Gran Macizo Central Sudamericano, que se extiende al sur y se sumerge, entrando al río de la Plata, luce su última grupa que llamamos Punta Ballena en el sudeste uruguayo. También se estima que tiene unos 65 millones de años. Unos señores munidos de sospechables títulos de propiedad (extendidos seguramente hace bastante menos tiempo) han decidido perforarla, triturarla, deshacerla, condicionar lo que vaya quedando de ese formidable promontorio que ingresa al mar durante unos 500 metros, para edificar sobre “su lomo” 27 edificios de unos 10 o 20 pisos de altura (para lo cual deberán extraer varios miles de cargas de camión de piedra molida, cortada, deshecha, sobrante, buscando hacer los cimientos). Punta Ballena es una construcción natural de roca que presenta (cada vez más, presentaba) una serie de parajes y paisajes únicos, una vegetación y fauna igualmente únicas, amén de formaciones rocosas exclusivas, incluidas las rompientes naturales.

Punta Ballena y Amazonia son apenas dos ejemplos, dos puntos, de la naturaleza que empresarios consideran necesario apropiárselos.

CATÁSTROFES

Siempre hubo y se las califica por su impacto (sorpresivo). Las que nos interesan en este recuento son las antrópicas, como Fukushima, Chernobyl,  Rio Doce o el agujero de ozono. El universo mediático habla mucho de ellas cuando sobreviene alguna, pero su tratamiento pierde centralidad a la misma velocidad con que fuera  inicialmente entrevista. Respecto de otras como la difusión de micropartículas plásticas en todos los mares, que pueden engendrar un impacto mucho mayor, a gatas se las observa justamente por carecer de “impacto”.

CONTAMINACIÓN GENERALIZADA

Este ítem no sólo está íntimamente ligado con el auge empresario sino que constituye una de sus consecuencias necesarias (y por tanto, inevitables). Porque el interés particular se agranda descargando la contaminación general “fuera del negocio”.

La contaminación generalizada es hoy innegable. Sin embargo, por décadas el mundo empresario, precisamente, estuvo negando sistemáticamente tanto el desmantelamiento como el envenenamiento, valido de “testigos” (comprados, obviamente), procurando pertrechar “la biblioteca en contra” de tales denuncias con estudios falsos o sesgados que siempre lleva mucho tiempo desmontar.[2] Pero el atropello llevado adelante por el USDA (Ministerio de Agricultura de EEUU.) en el caso de la soja dista de ser único.

Se han hecho tristemente famosas las falsificaciones de los grandes laboratorios para usar sin el menor respeto a la salud humana y a la verdad común y corriente, vacunas que han probado ser más patógenas que la afección que se invocaba neutralizar; las generadoras de autismo, por ejemplo, en niños pequeños y recordando apenas que en la reciente pandemia decretada por OMS mediante un nuevo “orden sanitario” mucho más invasivo que el anterior, hasta los laboratorios que hicieron su agosto vendiendo centenares de millones de dosis anticovid, han reconocido que el covid habría afectado más o menos por igual a vacunados y no vacunados. Si agregamos la cantidad de secuelas generadas con las vacunas (alteraciones sobre todo cardiacas), el resultado ha sido desde el punto de vista  médico más bien negativo, aunque financieramente muy a favor… de los laboratorios.

Los agrotóxicos envenenan ¿o apenas constituyen, según la jerga de los grandes laboratorios “fitomejoradores”? Todas las investigaciones sin fines de lucro han verificado los daños en la población más ligada al uso de “fitomejoradores”, aunque las declaraciones tantas veces reiteradas de Syngenta, Monsanto, Bayer, Novartis hayan insistido en la inocuidad de sus productos de maravilla.

Los plásticos, difuminándose inconteniblemente, hacen daño ¿o apenas se trata de una cuestión de higiene, de negligencia, que, por ejemplo, gigantescas máquinas tragaplásticos solucionarían en un periquete? Penosamente falso, por cuanto la erosión ha ido reduciendo permanentemente el tamaño de los objetos plásticos hasta hacerlos invisibles al ojo humano (pero no biodegradados; ése es el punto).

Esa misma invisibilidad se nos presenta como “solución final” a la superproducción y superabundancia de materiales plásticos (por ejemplo, con la estafa de los oxodegradables). La desaparición del problema a la vista humana no es la desaparición del problema. Es entonces que se acrecienta el problema. Ya se han “encontrado” partículas plásticas, invisibles al ojo nuestro, en la leche humana materna (y en todos los líquidos y fluidos que nos son propios). Biólogos norteamericanos; Theo Colborn, Dianne Dumanoski y John Peterson Myers,[3] tras años de trabajo de campo, han verificado muchos trastornos de comportamiento, sociales o físicos, claramente asociados con la presencia en nuestros cuerpos de partículas plásticas (p. ej., policarbonato). Entre los sociales, de conducta, han registrado la existencia de parejas de gaviotas que a diferencia de las naturales, siempre de macho y hembra, aparecen constituidas con dos hembras, solo que una cumpliendo el rol “tradicional” de hembra y la otra, el de macho. ¡Ni que las gaviotas se hubieran capacitado en cuestiones de género!

Entre los trastornos directamente anatómicos, estos investigadores pudieron rastrear la atrofia de penes entre cocodrilos del Misisipi, que hace a sus portadores incapaces de aparearse con hembras, aunque tal fuera su ímpetu o deseo.

Es que pocas situaciones presentan el alcance problemático que la producción y difusión de termoplásticos expresan. El sinsentido, la falsa ciencia, el espíritu de lucro o la rapacidad, la pretensión de cambio “superador” sin medir sus consecuencias sanitarias; en este caso, el haber contaminado, envenenado a todo el planeta y concretamente a todos los cuerpos vivos del planeta. Los responsables de ese estado de cosas se han negado a afrontar las consecuencias de un diagnóstico certero y de sus implicaciones letales. Porque ¿qué se puede argüir al tomar conciencia que la leche materna, la leche mamífera en general, tienen partículas plásticas? que nuestros cuerpos tienen plásticos alojados en los más diversos órganos, que asimismo, la naturaleza tiene en todos lados, en todos sus océanos microplásticos, que los peces todos tienen en sus tejidos material plástico. Y que esas micropartículas pueden generar alteraciones gravísimas en sus huéspedes.

La petroquímica debería ser enjuiciada por genocidio dado el alcance de la toxicidad de los plásticos en nuestras sociedades y en el mundo en general, enfermedades asociables con microplásticos pueden empezar a estimarse en millones de casos.

Un caso de negligencia criminal de los inversores mayores a escala planetaria, en la petroquímica, en las industrias generadoras de combustibles y plásticos y en los laboratorios y cámaras asociadas a la “colocación de productos altamente rentables”, por su producción “involuntaria” de víctimas.

 

MEDICALIZACIÓN DE LA SOCIEDAD. AUGE DEL BIOWARFARE

Existe un proceso simultáneo y en cierto sentido correlativo al anterior, y es la medicalización de la sociedad, cada vez más acusada y donde la impronta del miedo se ha ido haciendo cada vez más presente. Y junto con este proceso el rasgo que entiendo más acusado es el asentamiento y señorío creciente del biowarfare.

Desde fines de la 2GM, los elencos dominantes de la única potencia que emergió triunfante e indemne de la guerra, EE.UU., sintió llegada su hora. Como la única potencia mundial, la consumación del imperio en la tierra.[4]

Desde aquel entonces, desde EE.UU., así como se ha confeccionado una red de supervisión “policial” con seis comandos que se reparten el mundo entero (Eurocom, Africom, Surcom, etcétera), apoyado en bases militares “nenúfares” (pequeñas  y móviles; más de mil en el mundo entero), así como se ha diseñado al servicio del idioma inglés una red “que todo lo ve y lo oye” en todo el planeta  –“Los 5 Ojos”–, así se ha diseñado toda una red de laboratorios extendidos también por muchos países del mundo, dedicados al cultivo de la guerra en “tubos de ensayo”.[5] Inicialmente, se trataba de manejo de enfermedades, su implantación por necesidades geopolíticas, medición de la contagiosidad,[6] pero desde hace ya unas décadas con el desarrollo de la ingeniería genética, aquella red de laboratorios ha sido sustituida o complementada por una red de decenas de laboratorios de ingeniería genética, dedicadas al cultivo de microorganismos regulables y aplicables por decisión voluntaria. Persiguiendo sobre todo la construcción de quimeras; seres vivos no naturales sino “construidos” en el laboratorio.

Algunos de tales laboratorios se han hecho “tristemente” famosos como el de Wuhan, justamente de biología sintética; en el sitio que se ubica como el del origen de la peculiar pandemia que la OMS reconoció o gestó –no sabemos bien– en 2020.  Otros laboratorios de esta estirpe han sido ubicados en Ucrania, generosamente financiados por Victoria Nuland, una halcona reconocida (y a mucha honra, dirá ella), miembro clave de la craneoteca norteamericana, que ha sido todo un pivot para el  comienzo de la nueva política “occidental” en Ucrania ante Rusia desde 2014).

Respecto del covid recientemente vivido como pandemia, han ido surgiendo voces, tanto de investigadores como de estados y hasta de los mismos laboratorios protagonistas del evento, reconociendo fallos de la versión oficial e inoperancia de los pasos tomados (cuando no franca responsabilidad en las falencias asistenciales), al punto que la última reunión mundial de la OMS, finalizada el 1 junio 2024, abdicó de la pretensión inicial de establecer una reglamento general (y único) de tratamiento de pandemias. No es por cierto un triunfo de las soberanías nacionales o locales sino un resuello de la OMS para tomar impulso e imponer su agenda; de todos modos, con la fluidez informativa actual, la OMS no las tiene todas consigo…

Ligado con desarrollos científicos en la salud, pero también en ingeniería, computación y biometría, señalemos los anuncios inminentes de INTELIGENCIA ARTIFICIAL. i. a.

Baste saber, introductoriamente que no es novedad alguna sino, nada más y nada menos, que un avance más en el ya largo proceso de ampliación de la actividades cibernéticas, automáticas, digitales, en nuestra vidas  cotidianas. Como el registro bióptico, por ejemplo.

Aunque se nos presenta como avances en nuestros conocimientos, y concomitantemente avances en nuestra disponibilidad, libertad de elegir, etcétera, en realidad se trata de avances en el conocimiento de nosotros, los humanos, como objetos.

DEL SEXO AL GÉNERO

Tal vez se lo podría considerar una arista más del capítulo anterior, pero el feminismo más visible lo considera bandera insoslayable para acabar con privilegios machistas. Aun atendiendo cuestiones reales, como la desigualdad y las relaciones de poder entre los sexos, vemos la deriva al género como una estrategia de poder y no necesariamente de las mujeres.[7] Luchando por una comprensible igualdad entre los sexos, tenemos ahora la indisimulable desigualdad entre las mujeres cis y las trans, con enormes conflictos en los deportes o en las alcobas.

EL AUMENTO EN PROPORCIÓN GEOMÉTRICA DE LOS MÁS ATROCES TRÁFICOS: DE HUMANOS, DROGAS, ARMAS,  ÓRGANOS

Permanentemente estamos recibiendo noticias del camión abandonado en un desierto con cien viajeros clandestinos encerrados… y muertos. Del tráfico incesante de afros, que abandonando el continente probablemente más devastado, con sus últimos ahorros pagan el traslado a países “ricos”, y son abandonados en pésimas chalupas a veces en el medio del mar Mediterráneo y a menudo encuentran allí la muerte. Miles al año.

Con drogas y armas, las víctimas no son ya los traficados sino los destinatarios finales.

En el caso de los órganos; córneas, riñones, pulmones, corazón, la sordidez alcanza nuevas cotas. Y apenas si nos enteramos. De una red, administrada por rabinos, recientemente, en subsuelos neoyorquinos. De la extracción de órganos a condenados a muerte en China (se investigó, hace tiempo, sobre tales extracciones en ambas Chinas, la continental y la taiwanesa).

VIOLENCIAS O GUERRAS LOCALES

Siempre han existido en las más diversas latitudes del planeta.

El estado “bélico” se presenta cargado como nunca antes desde el colapso soviético, hacia 1990. Las violencias, incluso militares, hasta ahora se habían reducido a luchas internas o fronterizas entre dos estados vecinos; lo que observamos en los últimos años, meses, es un acrecentamiento de “preparativos para la guerra”, sin precedentes recientes. Preparativos como para “una tercera guerra mundial”.

Dos violencias generalizándose; una bajo la forma de guerra entre ejércitos: en Ucrania entre Rusia y una asociación Ucrania-OTAN, y la otra, en la Franja de Gaza, del ejército israelí masacrando población civil y desarmada palestina o modo de venganza, retaliación, desquite ante un golpe de mano guerrillero palestino que resultó inusitadamente costoso en vidas humanas israelíes, sobre todo de militares copados en una toma de cuartel aparentemente sorpresiva, sin precedentes en la larga ofensiva israelí contra la sociedad palestina (exceptuando la huelga general revolucionaria y armada de Palestina, 1936-1939).

El derribo de viviendas de a miles,  desocupadas o no,  el bombardeo aéreo de ciudades palestinas, devastadas, expresando un verdadero genocidio en acción y mediáticamente a la vista de “todo el mundo” ha generado una situación inédita tan aterradora que hasta el mismo Estado de Israel, que había sorteado todas las décadas desde su fundación cometiendo una interminable serie de ataques y abusos, siempre valido de su condición de víctima-que-se-defiende, con el apoyo sesgado del Occidente rico y colonizador “más o menos ex”, esta vez fue visualizado por un amplio arco de seres humanos y sociedades, como abusivo y genocida. Habitantes, referentes políticos y gobernantes de países, como Bolivia, Colombia, España, Noruega, Turquía, Portugal, México, Sudáfrica, Brasil, Irlanda, Chile, Malasia entre otros condenan la acción mortífera israelí; y grandes sectores de la población de EE.UU., el Reino Unido, y de otros países europeos también condenan la acción genocida israelí, pese a que sus gobiernos sean cómplices del accionar israelí.

La acción desencadenada por Israel tras el golpe guerrillero no es nueva. Palestina y particularmente la Franja de Gaza ha sufrido desde hace décadas varias matanzas de miles de habitantes cada una, sin que mediaran siquiera acciones “desencadenantes” como la de Hamas del 7 de octubre de 2023.

Pero la desnudez mediática que existió ante la brutal reacción israelí parece haber agotado la paciencia o debilitado el escudo ideológico del victimismo israelí.

El sofisticado engendro etnosocial del sionismo parece haber agotado su abusado crédito  de impunidad.

GENOCIDIO A CIELO ABIERTO

Lo acontecido en la Franja de Gaza e inmediaciones a partir de la madrugada del 7 de octubre de 2023, con la respuesta en horas del ejército israelí desde una constelación mundializada de poder, con eje en Israel, pero con sus grupos de apoyo en EE.UU. y asistencia permanente desde el Reino Unido, que se está llevando a cabo, impiadosamente en la Franja de Gaza (y territorios palestinos aledaños) resulte tal vez lo más notable, e inteligirlo  nos ayude a ubicar ‘el estado (actual) del mundo’.

Hemos “alcanzado” un nuevo nivel de acción genocida. En un sentido, mucho más preocupante. Ya se había logrado un cierto asordinamiento con lo acaecido en Rwanda, donde una política genocida fue tolerada desde los ámbitos internacionales, porque no se sabía exactamente, o no se quería saber, porque cierta penumbra mediático lo fue amparando… estaba tan lejos, tan otro mundo para la mirada occidental…

Pero la política práctica israelí  no nos es desconocida; desembozadamente aceleró su ritmo y parece encontrar sus límites en la tolerancia psíquica de los contemporáneos. Árabes o judíos, ateos  o budistas, jóvenes o viejos, religiosos o futbolistas, parecen haber erigido una oleada de repulsa a lo actuado por Israel.

Llama mucho la atención que jóvenes judíos estadounidenses estén entre los primeros en el rechazo, pese a la política de pinzas de los financiadores judíos de casi todas las universidades norteamericanas, que han marcado a fuego a los protestatarios, expulsándolos de los hogares estudiantiles, de las mismas universidades y desconociendo sus currículas, a veces con varios años de estudios universitarios.

El hundimiento de la Franja de Gaza en un cerco feroz, implacable, desde que votaron “equivocados” en 2006, aislados, hambreados y hostigados, hundida material, alimentaria y sanitariamente, en medio de un silencio institucional, internacional, que permitió a los israelíes actuar a su antojo, llegando al extremo de matar a varios tripulantes de una de las naves de las flotillas solidarias con Gaza que trataban, siempre infructuosamente, de acercarles comida, abrigo, medicamentos.

El mundo, sin estructuras correctivas a su alcance, observó el aislamiento, el maltrato, el parto o la muerte de parturientas en puestos de control, el desalojo violento de sus propios hogares que pasaban a ser vivienda de judíos recién llegados, usurpadores. Palestinos. Tratados como… ni animales.

Pero con el derribo de viviendas desalojadas previamente o no, a lo largo del 7 de octubre y días sucesivos, es como si la conciencia social de nuestra presente hubiese dicho, por fin, basta. Desde octubre o noviembre de 2023 son muchas las voces que recuerdan esto que repaso y mucho más. Y que ya no lo aceptan.

Tal vez, hasta Netanyahu deba rendir cuentas. Es lo que la Corte Penal de Justicia de La Haya está analizando. Y es asimismo lo que la Corte Internacional de Justicia está asimismo analizando a partir de las acusaciones de genocidio sobre la población palestina que Sudáfrica y otros estados han impulsado contra Israel.

Tal vez Palestina no esté tan, tan sola. Y los seres humanos seamos algo más que una especie que se suicida.□

notas;

[1]   No nos atenemos a las cifras, que ya son de por sí considerables –decenas de miles de víctimas mortales– sino a la modalidad represiva: bombardeo aéreo y artillería pesada sobre viviendas civiles, barrios enteros así pulverizados con o sin sus residentes adentro. La “respuesta” israelí ha deshecho los centros poblados de la Franja de Gaza; teniendo en cuenta que el operativo guerrillero ha sido a su vez respuesta a la enorme violencia institucional israelí sobre la población palestina. Israel ha hecho invivible ese territorio. No cabe otra explicación que un cierto principio supremacista, de goce sádico: las sonrisas de desprecio que algunos soldados israelíes lucen en fotos ante la devastación, las selfies que sonrientes y satisfechas mujeres soldados se han tomado entre ruinas, dejan ver ese desprecio.

[2]    Me permito ilustrar esta labor de soborno y cooptación de la ciencia con la reacción de la OMS ante la tipificación del glifosato y la consiguiente  soja transgénica con él tratada como cancerígenos por parte del IARC (International Agency for Research on Cancer); cargos devastadores para la agroindustria y laboratorios conexos, y cómo lograron “estabilizar la nave del progreso” mediante contrainformes hechos a la medida por juntas de notables sin ninguna responsabilidad institucional, pagados por la OMS  (Analizo la secuencia en el prólogo a la segunda edición de Transgénicos: la guerra en el plato, El Abasto, Buenos Aires, 2017).

[3]     Our Stolen Future (Nuestro futuro robado), EcoEspaña Editorial, 1996.

[4]    Esa percepción, a mediados de los ’40, tendría un tropezón con la bomba de hidrógeno soviética a fines de los ’40, pero “la cuestión de las dos superpotencias” tendrá un casi sorpresivo final hacia 1990 y desde entonces, quienes dirigen los destinos de EE.UU., –que no tienen porque ser los mismos que en 1940– han retomado la percepción de aquel entonces: un unicato imperial.

[5]   Test-tube war, según la expresión habitual en la jerga del ramo en EE.UU.

[6]   En otro orden de cosas, el manejo estratégico del clima también tiene sus cultores en EE.UU. por razones geopolíticas, al menos desde la 2GM. El proyecto HAARP.

[7]   Invitamos al lector a conocer la moción que Steffen Königer, diputado alemán, presentó ante el  Branderbourg Parliament en 2016: https://www.dailywire.com/news/watch-politician-hilariously-ridicule-lefts-gender-chase-stephens.

 

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OMINOSO PRESENTE II: CLAUDICACIÓN DE HUMANIDAD

Publicada el 05/06/2024 por ulises

Palestina – Israel                  

Luis E. Sabini Fernández                                                                                                                                 26 mayo 2024

 

Pasa el tiempo e Israel parece cada vez más empecinado en la política genocida que iniciaran “suavemente” con el aislamiento cerrado a cal y canto de la Franja de Gaza [en adelante FdG] en 2005, y que reafirmaron con la Directiva Hannibal del 7 de octubre ppdo., un recrudecimiento de la violencia entre el Estado de Israel y la población palestina.

Porque, afirma la dirección sionista en la persona de su ministro militar Yoav Gallant: “son animales”, criaturas vivas pero no humanas; recogiendo la visión del judaísmo más extremista. Que un analista inolvidable, Israel Shahak, junto con Norton Mezvinski  se tomó el trabajo de darnos a conocer traduciéndolo del hebreo al inglés.[1]

La “línea general» emprendida desde Israel; aprovechar el golpe de mano palestino del 7 de octubre para arrancar de cuajo a la sociedad gazatí y su gente mediante todos sus recursos: acoso, terror, política de escasez de agua, alimentos, electricidad, movilidad y muerte, mucha muerte… queriendo hacernos creer que el copamiento del 7 de octubre fue un acto traicionero, un estallido de violencia en cielo sereno.

Nada más falso. Hamás sitúa el estado de situación de manera más certera, reconociendo la historicidad del asunto:

“En primer lugar ¿Por qué la Operación Diluvio de Al-Aqsa? 1. La batalla del pueblo palestino contra la ocupación y el colonialismo no comenzó el 7 de octubre, sino hace 105 años, incluidos 30 años de colonialismo británico y 75 años de ocupación sionista.”[2]

En rigor, Israel trata de “poner a punto” lo que establecieran para la Franja de Gaza en 2005, para “disolver” la resistencia de los palestinos: control absoluto de su producción de alimentos (malogrando suelos, restringiendo los permisos de pesca y convirtiendo así una zona de proverbial calidad alimentaria en un yermo),[3] control absoluto del ingreso de alimentos (una vez vencida la soberanía alimentaria local), igual control de cualquier otro tipo de suministros, abrigos, sanitarios, edilicios; control total del desplazamiento por enfermedades a medida que lograron quebrar la autonomía sanitaria gazatí.

Lógicamente, esta seguidilla de medidas y políticas de muerte, o promoción de la muerte (de los palestinos) califica como genocidio. Y la discusión al respecto de si Israel es genocida va perdiendo sentido, a medida que cada vez más instancias lo verifican, desde el Lemkin Institute for Genocide Prevention,[4] la mismísima ONU a través de su relatora en los territorios palestinos ocupados, Francesca Albanese (“Anatomía de un genocidio”) y diversas organizaciones internacionales de derechos humanos. El Consejo de Derechos Humanos de la ONU, también condena el uso de la inanición como política e “insta” al embargo de armas a Israel, aunque uno tiene la impresión de que tales tomas de posición, desde las poltronas de la ONU, no sobrepasan la declaración.

El Tribunal Penal Internacional (TPI) “ordena” a Israel el suministro de alimentos a Gaza “sin demora”. ¡El 29 de marzo de 2024! Seis meses después de iniciada la operación de bloqueo absoluto a la FdG, que incluía ciertamente el de alimentos.  Con innumerables asesinatos desplegados por “el ejército más moral del mundo” sobre trabajadores sanitarios, alimentarios, periodistas y matando a miles de pobladores palestinos en una más que grosera política para adueñarse de la tierra… palestina, la más que tardía respuesta onusiana es un escarnio. Esa parsimonia sólo se acompasa con la deliberada “muerte a fuego lento” decidida por Israel para con los derechos y con la vida de la población palestina.

Por su parte, La Corte Penal de Justicia de La Haya, que procura ejercer justicia con las personas físicas, con igual lentitud decidió, tras ocho meses, pedir la detención de Beniamin Netanyahu y Yoav Gallant, premier y ministro de seguridad israelíes. Y mediante una igualación quimérica y un democratismo formal y táctico, violando niveles de responsabilidad e institucionalidad, al mismo tiempo decidió la detención de jefes guerrilleros palestinos, Yahya Sinwar y Mohammed Diab Ibrahim al Masri y del conocido referente político de Hamás, Ismail Haniyeh, quien  alcanzó la primera magistratura palestina en la Franja de Gaza mediante elecciones debidamente refrendadas por veedores internacionales. Es cierto que similar argumento se podría esgrimir con Netanyahu, comandando la política genocida del estado miembro de la ONU, Israel, con el “debido” respaldo institucional. Pero aun considerando ese paralelismo, resulta jurídicamente penoso poner en el mismo plano la labor institucional pública y estatal de un estado y la de una organización constituida en la resistencia a esa misma institucionalidad.

No corresponde juzgar la voluntad de exterminio que pudiera tener un grupo de resistencia porque lo que está presente, antes, es la voluntad de exterminio de una entidad ya establecida, con todos los atributos de la legalidad internacional, que constituye la causa de la reacción de esos grupos de resistencia. Porque no podemos saber si tal resistencia adoptaría su virulencia actual si no hubiera tenido que enfrentar la voluntad exterminadora del estado institucionalmente existente.

Por eso, lo que corresponde tratar es el abordaje de la política genocida realmente existente. Y ella sí, se percibe, hasta la saciedad, en Israel. Y esto se va viendo cada vez más, desde la más cruda realidad hasta desde los organismos establecidos para atender esta problemática.

Hagamos una recorrida sucinta, desde lo más patente y directo hasta lo más elaborado.

Basta ver las selfies que complacientes mujeres soldados del “ejército más moral del mundo” se sacan ante y entre los escombros de la devastación producida con el ataque israelí bombardeando las edificaciones y las ciudades de Gaza; basta ver el bloqueo permanente a la llegada de víveres a una población sometida a hambruna por decisión política israelí, la negativa terminante israelí de que llegue a la población gazatí alimentos desde los tantos rincones del mundo que han procurado ayudar; basta ver canciones infantiles como las que niños preadolescentes cantan en un país tan militarizado como Israel;

«Somos los niños de la generación de la victoria /

el otoño cae en las playas de Gaza /

y los aviones bombardean, destrucción, destrucción /

Vemos al Ejército de Defensa /

cruzando las líneas /

para aniquilar a los que llevan las esvásticas /

en un año no habrá ya nada allí /

y podremos volver con seguridad a nuestros hogares /

en un año aniquilaremos a todos /

y podremos volver a arar nuestros campos /

Y vamos a recordar a todos /

los hermosos y los puros, /

nunca dejaremos que nuestros corazones /

olviden tal amistad /

amor santificado con sangre […]”.[5]

 

Vale la pena recordar que todos los regímenes militaristas y con alta regimentación (que siempre termina siendo mental) construyen himnos para sus jóvenes y niños; los balila fascistas, el komsomol soviético, la Hitlerjugend, entre otros.

Una verdadera educación racista de pueblo señorial (tan cara a los nazis y a tantos otros racistas, sólo que menos ostentosos y explícitos que los nazis): sembrando estos vientos en cabecitas judías aparecen tempestades como en Gaza.[6]

Pero los sionistas judíos no están solos para tomar partido por “Occidente” y “sus” verdades. Véase este título de la BBC, emisora oficial del British Empire: “La historia de la Franja de Gaza, el antiguo territorio del Imperio Otomano que los palestinos consideran ‘la mayor cárcel al aire libre’ del mundo”.

¿Son los palestinos a quienes se les antoja que la FdG es ‘la mayor cárcel del mundo al aire libre’? La decisión israelí de haberla construido ni se menciona.

”Muchos de los residentes [tácita y tácticamente están descritos entonces como no permanentes] de la FdG que estos días regresan a sus hogares sólo encuentran escombros.” Con el escamoteo informativo constante, podríamos alegrarnos de que la BBC no atribuya los escombros a los palestinos.

“Y más de 100.000 personas tuvieron que huir de sus casas en la Franja, gobernada de facto por el grupo militante Hamás.” ¿Tuvieron que abandonar sus viviendas por presión o decisión de Hamás? No exactamente: por amenaza de bombardeos y bombardeos realizados por Israel: en la augusta BBC no sólo se escamotea el motivo, sino que se induce a pensar en otro.

“Casi 800.000 personas no tenían acceso a agua potable, señaló la agencia de Naciones Unidas para la infancia, UNICEF.” ¿Y a qué se debe esa falta de acceso al agua que compasivamente registra la BBC? No es el Gran Bonete. Es Israel, que desde hace décadas administra a piacere el agua que necesitan los palestinos…. para sobrevivir. Más cara que la que consume la población israelí, sin depurar, impidiendo la acumulación de agua de lluvia, dañando o anulando depósitos… todo para fragilizar todavía más la penosa vida cotidiana… de los palestinos. No de los de Hamás. De los palestinos.[7]

Jonathan Cook, con su excelente cobertura desde Palestina, residiendo desde hace décadas en Nazaret, en el mismísimo 2023 ya se preguntaba si Occidente no sería “los malos de la película”.[8] Explicablemente, porque «Los políticos occidentales han insistido en el “derecho de Israel a defenderse”», ignorando olímpica –u occidentalmente– la historia del atropello y la política de conquista sionista sobre la sociedad palestina desde hace ya más de un siglo. Ignorando que el copamiento de Hamás no es nada más ni nada menos que el recurso desesperado, resentido y violento de palestinos que vienen siendo ultrajados, discriminados, desplazados, desalojados, martirizados, sacrificados, desde hace ya tanto tiempo y particularmente cada vez con mayor ferocidad desde 2005, con la implantación del feroz cerco a la Franja de Gaza, un asedio cada vez mayor al Jerusalén musulmán[9] y un nudo corredizo sobre los suministros a la Franja de Gaza, a la vez invadida y bombardeada como si se tratara de cuarteles y barcos de guerra y no de barrios civiles y barcazas pescadoras.

El despotismo étnico, racista y religioso de Israel, cada vez más desembozado, está a su vez amparado por lo que Alastair Crooke califica como “la bestia de la ideología occidental”,[10] que, veremos, está tan sacralizada en lo que llamamos “el mundo occidental”. Nos dice Crooke: “La categoría de ‘discurso de odio’ promulgada como ley se ha vuelto tan ubicua y fluida que las críticas a la conducta de Israel en Gaza y Cisjordania se tratan ahora como una categoría de extremismo y como una amenaza al Estado. Ante las críticas a Israel, las élites gobernantes responden con furia.” (íd.) Y además, “La dura, y a menudo violenta, represión policial de las protestas estudiantiles en EE.UU. y Europa, a raíz de las continuas masacres palestinas, expone la pura intolerancia hacia quienes expresan su condena contra la violencia en Gaza.”(ibíd.)

Y la violencia en Gaza es de todo tipo: militar clásica, bombardeando, no cuarteles, ni barcos de guerra, ni pelotones de combate, sino viviendas civiles, escuelas, hospitales, mezquitas, calles de tránsito, lugares de recreo. Philippe Lazzarini, comisionado general de la UNRWA, comisión designada por la ONU para atender los campos de refugiados palestinos, declara: “el número de niños muertos en guerras en todo el mundo en los últimos cuatro años ha alcanzado los 12.193; [el de los niños] muertos en Gaza [en los últimos seis meses] ha superado los 12.300 niños. Y resume: ‘El número de niños muertos por la violencia y el hambre alcanza en Gaza cifras aterradoras.’ [11]

Esa comisión que trabaja desde hace décadas atendiendo la dificilísima vida de los campamentos palestinos, fue acusada  en esta coyuntura por Netanyahu de ser cómplice de Hamás. La acusación fue débil; denuncian que 12 de sus trabajadores (de un plantel de varios miles) colaborarían con Hamás, pero sin pesentar pruebas; ¡como si Israel no hubiera mentido nunca! Pero la acusación sin fundamento tuvo sí efecto. Explica Chris Hedges, desde largo tiempo periodista dedicado al Cercano Oriente:

“El papel de la UNRWA en la documentación del genocidio, así como en el suministro de alimentos y ayuda a los palestinos, enfurece al gobierno israelí. El Primer Ministro Benjamin Netanyahu acusó a la UNRWA […] de proporcionar información falsa a la Corte Internacional de Justicia de la ONU. Israel, que ya tenía a la UNRWA en la mira desde hacía décadas, decidió que la agencia, que ayuda a 5,9 millones de refugiados palestinos en todo el Cercano Oriente con clínicas, escuelas y alimentos, tenía que ser eliminada.”[12]

“El mundo al revés” que dejan colar los medios masivos de incomunicación es el que expresa con ironía Philip Giraldi, otro conocido analista politico estadounidense: “Tal vez algunos se sientan sacudidos por la extraña situación de que un grupo de gente que está llevando a cabo un genocidio tengan ‘pase libre’ en los circuitos mediáticos, en tanto aquellos que tratan de frenar tales asesinatos resultan golpeados, encarcelados y en algunos casos se les llegue a negar la foja curricular que han aprobado durante hasta cuatro años de cursos secundarios o universitarios.” [13]  Se refiere a la enorme cantidad de estudiantes estadounidenses que han procurado instalar campamentos en los campus universitarios criticando las matanzas israelíes en la Franja de Gaza en particular y en Palestina en general. Cometieron además “pecado mayor”: reclamaron contra la “generosa” financiación que el lobby judío estadounidense mantiene en prácticamente todas las universidades de EE.UU., condicionando sus actividades.

¿Cómo puede Israel avanzar en una política tan descaradamente asesina de vidas civiles cualesquiera dentro de Palestina?

“No entregaríamos ayuda humanitaria a los nazis”; “no existen civiles no involucrados en Gaza”, sostiene el ministro de Planeamiento israelí Amichai Eliyahu el diario Times of Israel.[14] No fue lo único que expresó el ministro y que refleja cierto universe ideológico, como lo señala la fuente que acabamos de citar; también barajó lanzar bombas atómicas sobre territorio palestino, lo cual revelaría cierta cortedad de miras respecto de su poder contaminante. A esta altura, empero, casi lo menos significativo…

Pero Eliyahu no está solo en su mentecatez. Mike Johnson, vocero de la bancada parlamentaria republicana, nada menos, ha declarado: “La batalla en Gaza es entre el Bien y el Mal.” Así de sencillo. No hace falta precisar qué encarna el Bien.[15]

 

El desprecio. No ha sido el odio, que es lo que siente el débil ante el fuerte. Es el desprecio que el fuerte siente, junto con hastío, ante el débil (o el debilitado). Es semejante actitud la que les permite a tantos israelíes ignorar el increíble sufrimiento que han provocado en la población palestina, que tuvo “el error histórico” de vivir en la tierra que un libro, no de historia sino de religión, como la Biblia, le habría concedido a quienes serían antecesores, hace miles de años, de quienes hoy reclaman esa tierra. ¿Demasiadas condicionalidades, decurso hipotético? ¿No sería lógico albergar precaución ante tantas “certezas milenarias”?

Pero la cuestión no es abordable entre seres racionales, enormemente ignorantes, sino ante fanáticos religiosos que parten de sus certezas incondicionales, absolutas… y netas.

Volvamos a Alastair Crooke para dimensionar la cesura provocada en nuestro presente con el copamiento del 7 de octubre y la reacción israelí:

“Los errores surgen de las rigideces ideológicas subyacentes en las que están atrapados los estratos gobernantes: la aceptación de un Israel bíblico transformado que hace mucho tiempo se separó de la visión del mundo actual del Partido Demócrata estadounidense; […] y la noción de que la coerción política estadounidense por sí sola puede revivir paradigmas en Israel y Medio Oriente que desaparecieron hace mucho tiempo.”

”La noción de que se pueda imponer una nueva Nakba israelí de palestinos a la fuerza en las gargantas del público occidental y global es a la vez ilusoria y apesta a siglos de viejo orientalismo.”

”¿Qué más se puede decir cuando el senador Tom Cotton publica: «Estas pequeñas Gazas son asquerosos pozos negros de odio antisemita, llenos de simpatizantes pro-Hamás; fanáticos y monstruosos?»[16]

Un reencuentro con los Eliyahus…

Nuestro ya multicitado Crooke recoge a su vez una frase del analista hiperconservador  John Gray, que, sin embargo, mantiene un buen ojo sobre lo real:  “En el fondo, el ataque liberal a la libertad de expresión [en Gaza] es una apuesta por un poder sin control. Al trasladar el centro de decisión de la deliberación democrática a los procedimientos legales, las élites pretenden aislar sus programas sectarios [neoliberales] de la contestación y la rendición de cuentas. La politización del derecho y el vaciamiento de la política van de la mano”.

“Los judíos han estado disfrutando de una especie de impunidad desde la 2ª.GM.”[17] Sabia observación de Kevin Barrett.

Despotismo absoluto y no el vapuleado por el marxismo, oriental.

Netanyahu, Shaked, Bennett, Ben Gvir, Smotrich, Gallant, Begin, Sharon, Nuland, Albright y tantos otros (y otras) no parecen haber leído nunca a Blas Pascal. Que nos dejó una lección perdurable: “El hombre es medio dios y medio bestia, y cada vez que quiere convertirse totalmente en dios, se convierte totalmente en bestia.”

 

 

Me he permitido citar y glosar a varios periodistas, analistas, y fuentes documentarias palestinas e israelíes, procurando atender lo decisivo: un genocidio a la luz del día, que ha cambiado sustancialmente su ritmo de realización, a partir, precisamente de una acción violenta de grupos armados palestinos. Parto de la base que esa acción, de la madrugada del 7 de octubre de 2023, es apenas un capítulo de una pausada y metódica toma de tierras, que el sionismo ha encarado pacientemente desde principios del s XX y que ese derramamiento de sangre, judía, ha decidido a la plana mayor del sionismo a “acabar de una vez por todas”.

Así planteadas las cosas, tengo la impresión que estamos ante una verdadera tragedia, no ya en el obvio derramamiento de sangre, sobre todo palestina, aunque también judía, sino en su sentido escatológico, de ‘fin de los tiempos’.□

[1]  Traducido al castellano: El fundamentalismo judío en Israel, Editorial Canaán, Buenos Aires, 2010.

[2]   Oficina de Prensa de Hamás, 21 enero 2024, https://drive.google.com/file/d/1GNGxrFvCDKwuRiuYyJtIvzk0GEr8vU2f/view.

[3]   Por su significado cultural, una de las “piezas mayores” de esas operaciones biocidas del sionismo en Palestina ha sido el derribo de olivos, plantas a veces centenarias y no sabemos si milenarias.

[4]   Instituto Lemkin para la prevención de genocidios, instaurado en EE.UU. en 2021, en referencia y reconocimiento a Raphael Lemkin, un judío que sufrió  muchas muertes en su familia directamente como producto de la política nazi, y que estableció en los ‘40 la definición, hoy aceptada, de genocidio.

[5]   The Friendship Song 2023. Rosenbaum Communication. Electronic Intifada / @intifada. El video fue emitido y difundido, luego borrado por @kann_news. Electronic Intifada lo retuvo y tradujo al inglés: FULL STORY: https://electronicintifada.net/blogs/ali-abunimah/watch-israeli-children-sing-we-will-annihilate-everyone-gaza.

[6]   Pocas veces tantas falsedades en tan pocas líneas; una clara muestra de lo insustancial del racismo: el primer verso muestra el deseo; las playas de Gaza, y luego, el plan; la muerte.  Las mentiras vienen en apoyo: que los atacados son nazis, y que ellos, “los buenos” podrán “volver”, es decir que quienes allí viven no podrán volver y que se asentarán los sionistas que jamás estuvieron en esas playas, y que van a arar los campos que los sionistas nunca araron: el despojo de tierras así justificado. Con sangre, desolación y terror.

[7]   https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-57180604.

[8]  ‘Are we the baddies?’ Western support for genocide in Gaza means the answer is yes”. https://www.middleeasteye.net/opinion/israel-palestine-war-baddies-western-support-genocide-gaza-yes, 27 dic. 2023.

[9]   Y también a los barrios cristianos de Jerusalén.

[10]    https://www.unz.com/article/the-beast-of-ideology-lifts-the-lid-on-transformation/, 6 may 2024.

[11]    https://es.euronews.com/2024/03/13/el-numero-de-ninos-muertos-en-gaza-por-la-guerra-y-el-hambre-alcanza-cifras-aterradoras.

[12]  The Chris Hedges Report, Let Them Eat Dirt, 8 feb. 2024.

[13]   https://www.unz.com/pgiraldi/the-enemy-is-among-us/, 2 mayo 2024.

[14]  https://www.lanacion.com.ar/el-mundo/guerra-en-medio-oriente-un-ministro-israeli-sugirio-la-posibilidad-de-tirar-una-bomba-atomica-en-nid05112023/

[15]  https://www.unz.com/aanglin/house-rushes-through-insane-working-definition-of-antisemitism-bill-that-says-anti-zionism-is-anti-semitism/, 2 mayo 2024.

[16]  Véase n. 10. El mismo artículo fue publicado en México, en castellano, con el sugerente título “Ante las críticas a Israel, las élites gobernantes responden con furia”, Agencia Católica de Noticias, 8 may 2024.

[17]  https://www.unz.com/kbarrett/palestine-vs-israel-there-has-never-been-such-a-clearcut-case-of-good-vs-evil/, 25 ene 2024.

Publicado en Centro / periferia, Destrozando el sentido común, EE.UU., Globocolonización, Palestinos / israelíes, Poder mundializado

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