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La dolarización: el mantra de una peculiar soberanía

Publicada el 18/07/2023 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández

23 mayo 2023

Javier Milei quiere dolarizar la Argentina. Una entrevista radial (La Red Informativa, 16 05 21). Y quiere “abolir” el Banco Central.

La mayoría de las monedas son malas, espantosas, dice.

Y Argentina tiene muchos pesos y pocos dólares.  Milei propone suprimir los pesos, yéndolos a cambiar por dólares. Las autoridades nacionales que procedan a semejante cambio necesitarán tener el circulante (10 mil millones de dlrs. equivalente del circulantes argentino actual) y más 30 mil millones de dólares que constituye la deuda vigente)  para proceder a ese “cambio de moneda”. Que Milei evalúa, redondeando en 500 x 1.

Y para ese “cambio fundacional” Milei propone un prestamista que le otorgue al país esos dólares (miles de millones). Privado. No da nombres. Pero asegura viabilidad y alcanzar la situación “envidiable” de Ecuador (también menciona la de Panamá…).

El periodista, totalmente subalternizado ante seguridad “tecnocientífica” de Milei alcanza a preguntar, tímidamente, si el FMI aceptaría que Argentina cambie de moneda y pase su economía “nacional” al dólar.

Y viene la respuesta inefable de Milei; -¿cuál es el problema que Argentina, haciendo ejercicio de su soberanía nacional, incorpore el dólar como su moneda?

 

Obsérvese el juego de los espejos en que hemos sido introducidos para que cueste tanto llegar a la verdad desnuda:

el FMI fue creado en 1944 como órgano de control internacional financiero de EE.UU.,  victorioso, para asentar el dominio del mundo y acceder, finalmente a un american century; un siglo bajo su batuta  tecnológica, comunicacional, idiomática, comercial, exportadora de un modelo de sociedad (auto, coca-cola, rubias y Hollywood) y muchos otros etcéteras no menos importantes.

Por supuesto que jamás se dijo de modo expreso que era para “dominio del mundo”, faltaba más: iba a ser para atender las necesidades del mundo, ante las cuales EE.UU. se ponía a disposición.

Afortunadamente hubo estrategos que siquiera en documentos reservados aludieron a la verdad de la milanesa: George Kennan, por ejemplo, una suerte de Henry Kissinger de mediados del siglo XX –el momento en que EE.UU. se vio glorioso vencedor de la 2GM, prácticamente invicto y solo– lo ponía en blanco sobre negro: “[…] Tenemos alrededor del 50% de la riqueza del planeta pero sólo el 6,3% de su población. Esta disparidad es particularmente grande, como la que tenemos nosotros mismos y los pueblos del Asia. En esta situación, no podemos dejar de ser objeto de envidia y resentimiento. Nuestra tarea más real y efectiva en el período que se aproxima es establecer un esquema de  relaciones que nos permita mantener esta posición de disparidad sin detrimento de nuestra seguridad nacional. Para hacerlo, tenemos que sacudirnos todo sentimentalismo o andar soñando despiertos; y nuestra atención tendrá que concentrarse en todas partes en nuestros objetivos nacionales inmediatos. Necesitamos no engañarnos a nosotros mismos con que podemos darnos el lujo del altruismo y de beneficiar a todo el mundo.” [1] Se advertía claramente, que el adusto Kennan no quería saber de nada con “buenas intenciones” que muchos inocentes estadounidenses tenían a granel.

Volvamos a nuestro solucionador vernáculo. Milei “nos vende” que ejercemos soberanía para dolarizarnos. Es todo un recetario fiel a lo que Étienne de la Boétie describió y denunció hace unos cinco siglos (por favor, léase bien: medio milenio): la servidumbre voluntaria.[2]

Que seamos inferiores, periféricos, adventicios, pero que lo hagamos “plenamente”.

Una verdadera cabriola ideológica. Vendernos servidumbre como emancipación.

Lo triste en este pequeño juego de imágenes es que Milei dista mucho de ser  original. Ni único.

Porque vender servidumbre en envases de emancipación ha sido uno de los rubros más colocados, vendidos, propagados, difundidos (elija el lector el participio que juzgue más apropiado o frecuente).

[1]   Cit. p. @BenjaminNorton / history state gov/historical documents/frus/1948v01p2/d4, 1948.

[2]   Ensayo sobre la servidumbre voluntaria. Escrito en 1530, publicado en latín en 1571 y en francés, en 1574.

Publicado en Argentina, Centro / periferia, Destrozando el sentido común, EE.UU., Globocolonización, Sociedad e ideología

ENVENENÁNDONOS

Publicada el 18/07/2023 - 18/07/2023 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández

30 abril 2023

SALUD Y ENFERMEDADES

José, 47 años, cáncer en área digestiva; Leticia, 36 años, cáncer de mama, es intervenida, extraído todo su sistema sexual reproductivo; Emilio, 46 años, diagnosticado con Párkinson y en etapa ya no incipiente; Leonel, 47 años, septicemia; Charles, 26 años obesidad muy avanzada; Iris, 19 años, alergia de origen desconocido; Braulio, 20 años, disfunción eréctil y atrofia testicular; bebe con espina bífida… y estamos apenas enumerando enfermados más jóvenes del medio siglo; entre los de mayor edad, la tendencia a presentar enfermedades es todavía mayor.

Conozco el caso de la ahora abuela viuda, con enormes dificultades motrices y mil achaques, que se desplaza con andadores, el hijo, de media edad, acaba de recibir diagnóstico de cáncer y cirugía inmediata, y su única nieta, emigrada…  España.

¿Con qué relacionar los enfermos y las enfermedades?

¿Y con qué las peripecias familiares?

¿Con microbios a combatir con vacunas? No lo parece. Casi todas estas enfermedades presentan no cuadros de lo que se llama contagio sino cuadros de procesamiento endógeno; algo en el sujeto afectado ha ido dejando de andar bien, o incluso, ha nacido con algo deficiente, defectuoso, insuficiente.

La mera enumeración de las enfermedades que veo expandirse entre nuestros parientes y conocidos, vecinos y compañeros de trabajo, tienen que vincularse con algo común; aire, alimentos, condiciones cotidianas de vida.

 

ALIMENTOS Y SALUD

¿Qué es lo que tienen, por ejemplo, hoy los alimentos que no tenían hace medio siglo y más? Del bicarbonato y una decena de productos químicos aplicados “al campo” hace cien años, hemos pasado a una batería de miles de productos químicos. Una selva química con efectos sinérgicos casi totalmente desconocidos. Conservantes, gelinizadores, leudantes químicos, endulzantes sintéticos, aromatizadores, colorantes, antioxidantes, espesantes, acidulantes, reguladores del ph, espesantes, emulsionantes, estabilizadores, potenciadores de sabores, antiaglomerantes y toda una batería de “mejoradores” químicos de los productos de origen natural (aunque estos últimos sean a la vez cada vez menos naturales y más difíciles de encontrar… y pagar). Comparemos apenas la ingesta de proteínas animales de hace cien años en nuestro país; perdices, patos, gallinas, corderos, peces  pescados en el mar, ríos y lagunas, liebres, ranas, mulitas, todo fresco  y hoy, pollos congelados, peces de estanque y carne de vaca… si alcanza el dinero.

En resumen, estamos comiendo con venenos. Ingiriendo materiales tóxicos  junto con los alimentos. Animales o vegetales. Que estiran su durabilidad. Su “fecha de caducidad”. A medida que la urbanización ha aumentado, hasta la megalopolización, las cadenas de frío se han hecho más imprescindibles. Compárese nuestro presente con congelados por doquier con aquella costumbre de “cazar patos”, por ejemplo, y dejarlos al aire, desvicerados, para que se oreen y comerlos como un manjar, cuatro o cinco días después…

¿Alimentarnos desde grandes redes envenenadas y envenenadoras, o procurar comer en circuitos más pequeños y en condiciones de hacerlo sin venenos o con el mínimo que en cada caso resulte inevitable? En gran escala, el veneno inevitable es el que nos dan a ingerir hoy día. Ése es el camino hacia las anencefalias, las malformaciones congénitas, la expansión de trastornos circulatorios, de párkinson, alergias, Alzheimer… y cánceres. Cada vez más, en todos los rincones de nuestros cuerpos.

Hablamos de alimentos, ¿pero qué hacer con el agua, presente en todos los alimentos, en nuestros cuerpos; sustancia madre de nuestra vida (Tales era perspicaz, en su Mileto natal).

 

CONTAMINACIÓN

Dejemos a un lado el aire, también hoy contaminado y consiguiente causa de muertes.

El agua está permanentemente envenenada por agroquímicos –combinación hoy ominosa entre plaguicidas y fertilizantes− y por efluentes industriales. Y por plásticos, que al no biodegradarse “producen”, por roturas sucesivas, microplásticos, invisibles pero no inactivos, en todas las aguas, en todos los mares.

La medicina institucional ofrece su solución: la medicalización de la sociedad. En un todo de acuerdo con la burocracia médica transnacional de la OMS y con la industria médico-aparatológica y farmacéutica: vacunas, medicamentos y controles. Abrir el mercado sanitario no ya a enfermos sino a todos; los sanos constituyen un mercado mayor que el de enfermos tradicionales. La declaracion de una pandemia asegura, por ejemplo, esa generalización.

 

MEDICALIZACIÓN DE LA SOCIEDAD

Esa política sanitaria responde a la medicina pasteuriana. Vale una remisión a orígenes. Orgullosamente, Louis Pasteur, encumbrado como primus inter pares delineó la medicina moderna, la que hoy conocemos en nuestro país, en Occidente. En lucha contra los microbios. La denominación es correcta: partículas minúsculas de vida; seres vivos micro. Descubiertos los gérmenes patógenos, agentes de muy diversas enfermedades hasta entonces existentes pero sin que la humanidad los conociera, identificara, Pasteur se empeñó en combatirlos una vez identificados. Una vía primordial: vacunas.

Mi ignorancia no me permite negar la importancia de vacunas contra enfermedades como la viruela que ha arrasado a la humanidad en muchos sitios y épocas, con tasas de mortalidad del 30% de toda una población y con abundantes secuelas entre los sobrevivientes (esterilidad, por ejemplo). Análogamente, la peste negra europea de 1348-1349, que aniquiló la vida de, se estima, un tercio de la población europea (unos 25 millones de 75), sin duda no tuvo el freno que habría representado una vacuna. Frente a fenómenos como éste, la ya mencionada viruela o la rabia, siente uno la impotencia ante semejante empuje epidémico.

Pero algo muy distinto sobreviene con la inmensa mayoría de las enfermedades, ante las cuales la industria farmacéutica y las redes médicas cada vez más “nos” proveen de vacunas.

El planteo pasteuriano generó una guerra contra las enfermedades. Se produjo una suerte de militarización de la medicina, muy en el espíritu darwinista, de “lucha por la vida”, que en economía encarnaría el liberalismo puro y duro.

Los planteos de lucha por la existencia de cada especie y de cada individuo, tan caro al darwinismo decimonónico, fue cuestionado por otro zoólogo, naturalista y paleontólogo, Piotr Kropotkin, quien destacara la importancia del apoyo mutuo en los desarrollos vitales, no solo intraespecie sino interespecies; la importancia de la cooperación, no sólo de la competencia.[1] Pero el aporte de Kropotkin no pudo penetrar la construcción ideológica del darwinismo, más acorde a los tiempos de una capitalismo invasivo y victorioso.

Pasteur, a su vez, tuvo un crítico en su tiempo; Antoine Béchamp, biólogo contemporáneo que se enzarzó en polémica con Pasteur, ya consagrado. Si los microbios son seres unicelulares, microscópicos que se encuentran por millones, no ya miles sino millones o billones en todas partes, ¿por qué, preguntaba, se contagia este ser vivo en particular y no miles y millones dada esa presencia masiva y constante de microorganismos? Béchamp ponía ejemplos con árboles del bosque: cientos, miles, y de pronto uno carcomido y literalmente comido por microorganismos y fauna menor, termina derribado. Pero los agentes microscópicos que habían invadido ese ejemplar, estaban por doquier, entre y encima de los demás árboles, que siguen vivos. Entonces, sostenía Béchamp, hay algo en el árbol carcomido y derribado; algo en ese cuerpo que dio cabida a “los microbios”.

Así mirado, el contagio, como el agente pasteuriano de afuera hacia adentro, pierde importancia, más aún; pierde sentido.

Béchamp tiende a desechar la idea de combatir agentes patógenos y realza la atención en el delicado asunto de la salud. Premonitoriamente ecologista. Impulsar la salud. Y no patrocinar campañas contra  microbios.

Como destaca la médica argentina Mónica Müller en un capítulo de su muy lúcido y crítico libro Pandemia,[2] las vacunas son el mecanismo de atención rutinario y práctico de gobiernos con recursos limitados para achicar el daño de enfermedad cuando una sociedad no puede mejorar las condiciones sanitarias y alimentarias de la población. En buen romance, nos dice que las vacunas son un sucedáneo. Que lo que importa  es la salud, que los gobiernos no aseguran. Sostiene, tácitamente, que población bien alimentada, sana, no tiene porque contraer  sarampión, varicela, hepatitis, covid. Y que cuando las contrae, sus efectos no serán devastadores sino en todo caso, generará resistencias a nuevos contagios. La tan trajinada “inmunidad de rebaño”.

Que la multiplicación de vacunas a recién nacidos no es señal de modernidad ni mejor ciencia sino una económica, pragmática vía de protección que a su vez  sustituye o descuida lo del crecimiento sano de los recién nacidos. Lo de económico es relativo: cada estado gasta millones que paga a laboratorios fabricantes de vacunas. En Uruguay para los primeros años de vida, son las obligatorias alrededor de 10; en Argentina, unas 20  (y a veces, con varias dosis).

Por otra parte, la institucionalidad médica ha generado su propio universo, su propio mercado, sus propios pacientes, médico- o remediodependientes.

Hay gente que no puede vivir sin “remedios”, sobre todo, después de los cincuenta. Y “remedios” es la palabra adecuada, como cuando tiempos atrás, se hablaba del “remedio para las hormigas”, y solían meter DDT por todos los sitios (¿cuántos cánceres habrá desencadenado el uso “libre” de DDT desde la segunda posguerra?).

“Remedio”, con su misma significación, de “veneno”, pero para nuestros cuerpos. ¿Quién no conoce a alguien “todo descangayado” que toma muchos medicamentos y… considera que no puede prescindir de ellos?

 

EDUCACIÓN Y SALUD

La prensa oficialista aplaude porque aparentemente habríamos alcanzado a la mitad de adolescentes con secundaria completa. Llegar al 50% no es para congraciarse puesto que los países “modernos” o modélicos andan por el 90% o el 95%. Es apenas porque hasta hace poco, los “secundarios completos” del país andaban en el 40%…

Pero dejemos los porcentajes y observemos la realidad cotidiana: entre los jóvenes que atienden en las ferias semanales –jóvenes de los arrabales montevideanos o hijos de chacareros− la mitad por lo menos (o más), no saben sumar. Sumandos de una o dos cifras. Manzanas, 28 pesos, zanahoria, 15, naranjas 40, una hilera no larga de artículos y el o la joven va a la única calculadora del puesto de verduras y pone allí sus numeritos o le pide al “operario” de la calculadora que se los ponga. Para cobrar 315, 650 pesos.

¿Observó el lector las veces que las cuentas en un almacén, en un boliche, en una panadería, dan mal? Al estilo de las bombas que George Orwell bautizara como “Imparciales” durante la Guerra Civil española, porque podían estallar en destino o en el mismo cañón donde se emplazaban para disparar. Pero los hispanos podían tener una disculpa ante semejante azar, porque la industria de armamento tuvo que ser reconstruida de apuro, entonces, cuando el país se partió al medio, en 1936.

La “imparcialidad” en los resultados de las cuentas cotidianas a que nos referimos, no tiene disculpa alguna en el apuro, la improvisación. Nuestros escolares,  al menos una buena cantidad, salen de la escuela sin saber sumar o restar o multiplicar o leer. ¿O ni entraron a la escuela? ¿Qué fue lo que nos partió al medio a nosotros?

Décadas atrás, los niños ricos no necesitaban la escuela para aprender a leer y escribir. Algunos, con padres intelectuales, doctorales o mediante institutrices lo hacían desde los 3  o 4 años. Y los pobres entraban a primaria analfabetos a los 6 años y a menudo, a los 9 o 10 años participaban de exámenes de idioma o matemáticas en igualdad con los niños provenientes de hogares acomodados.

La escuela entonces, mediante diversos hachazos a la creatividad infantil, mediante una regimentación verticalista –aunque a veces suavizada por la comprensión o la sabiduría de maestros (generalmente maestras, en Uruguay) otorgaba una serie de herramientas racionales a los niños, a los futuros adultos de esta tierra. Aritmética, geometría, gramática, ortografía, lectura, geografía, historia. La población escolar, entonces, iba tomando conciencia de dimensiones témporoespaciales (continentales, planetarias), entendiendo el concepto de cero, y cualquier infante egresado de primaria sabía “las 4 operaciones fundamentales” o resolver una lectura y hasta una escritura (en castellano), aunque probablemente había malogrado muchas dotes de creatividad. Porque el perfil era disciplinario; era libertad dentro del orden; no orden dentro de libertad.

El armenio vecino, que llegó hace 5 años al Uruguay, Montevideo, y que tiene su negocio gastronómico desde hace 3, me comentaba, sorprendido, apenado, que muchos repartidores no saben escribir los pedidos o hacer cuentas por sí mismos –presencié una discusión suya con uno que escribía ventinueve y él lo corregía, veintinueve−. El armenio me preguntaba qué pasaba en la escuela… preguntándose qué tsunami había arrasado el pasaje escolar.

Allí, en esas incapacidades, que son frustraciones, recaen los 5 de cada 10 que no terminan primaria. La presencia archiprobada de agrotóxicos en los cuerpos infantiles (y transitivamente en toda la población) altera las capacidades cognitivas. Como en su momento, pasó lo mismo con el plomo (plombemia que, se estimó, alcanzaba un porcentaje muy alto de la población infantil uruguaya). Un artículo reciente recaba, una vez más, el descuido criminal con que en nuestro país se “trabaja” con venenos. Sin ser EE.UU. “campeón” en la resistencia al uso de agrotóxicos (más bien al contrario), mediciones que se han estado siguiendo sistemáticamente, revelan que en Uruguay la intoxicación mediante agrotóxicos, que altera facultades mentales, el aprendizaje, por ejemplo, es diez veces más alta que en EE.UU.[3]

¿Puede un país pretenderse “casi primer mundo” con media población analfabeta? Una pretensión habitual de comentadores mediáticos, que hasta se entusiasman y ubican en el Uruguay no sé cuántas vanguardias y modernidades de quinta generación. ¿Pero, de quiénes hablan y a quiénes les están hablando? ¿A emprendedores tentados por el grado inversor uruguayo?

Lejos, muy lejos  de agotar la enumeración de malandanzas de nuestro país, el aumento crecientemente acelerado de violencia, en los barrios pobres, es otro índice más que preocupante, del que poco se habla. Porque –como pasa con la problemática carcelaria− poco le llega a las capas sociales más privilegiadas.

Es como si una cobertura de orgullo institucional y pretendidamente autosuficiente impidiera ver las dimensiones reales y efectivas de nuestras carencias.

La autolisonja no suele hacer mella en ajenos, pero además, puede engañar a propios. Con lo cual es doblemente penosa.

Una de las tasas de suicidios más alta (y en aumento) de América Lapobre, es la nuestra, junto a la de los cubanos. Sobre todo, entre varones.

Una tasa alta y en franco aumento de obesidad, particularmente infantil.

No hay mucho de qué extrañarse. Aunque desconozco estadísticas, por conocimiento directo de algunos pocos países, el Uruguay ostenta el triste privilegio de contar con el mayor número de almuerzos regados con Coca-Cola. [4] De niños, pero también de adultos. Basta ver la cantidad de bares y restaurantes equipados con sillas y carteles de Coca-Cola para advertir el carácter de sucursal cultural y adventicia atribuible al Uruguay.

Coca-Cola es mucho más que una bebida tóxica que provoca adicción, por sus ingredientes; coca y azúcar. El azúcar está ahora en franca retirada dietética, aunque los edulcorantes que tomen la posta, serán probablemente peores. Pero es más que una bebida a secas; es la ideología american en nuestra tierra. Y como corresponde a todo proyecto colonialista, es devastador para el colonizado. Caso India.[5]  En Uruguay, con una relación agua-población no tan severa, Coca-Cola se ha planteado una estrategia de RR.PP. precisamente opuesta a la encarada en la India. Aquí, Coca-Cola se ha valido de su identificación con la Alianza Uruguaya por el Agua –una red empresaria bajo el alero institucional del BID−, para presentarse como campeona de la preservación ambiental. Ya que no de la comida sana.

 

DESARROLLO EXÓGENO, ENTREGA DE BIENES NATURALES Y EL “PANTANO” INTERIOR

Nuestro origen colonial, multiplicado; España, Portugal, Brasil, Reino Unido y por último EE.UU., que se presentó en las Américas como agente emancipador contra la colonización europea, algo que les permitió a algunos poner los ojos en la nueva metrópolis, ilusionándose con falsas igualdades. El exponente mayor, tal vez por su trascendencia para el país, haya sido el batllismo que, junto a rasgos aceptables como la laicidad, el civilismo democrático al menos formal, adoptó la sumisión al panamericanismo, que vemos perdura pese al paso de las décadas. Como que en nuestro país, Brum venció a Quijano.

Los ejemplos más prístinos están a la vista: en algún cónclave de empresarios y administradores transnacionales se entendió que Uruguay (como, por ejemplo, Filipinas) eran propicios para asentar allí celuloseras, juzgando la disponibilidad de agua del país, y seguramente la escasa defensa de los bienes naturales, genuflexión ante la inversión externa

–que nunca es para beneficio del receptor sino para conveniencia del inversor−, aceptación complaciente de zonas francas; la asunción, en suma, de un globalismo supranacional del cual se aprovechan, precisamente, algunas naciones o entidades no precisamente globales.

Por los mismos motivos estuvo el intento Aratirí, felizmente malogrado, el abordaje portuario de Katoen Natie o los jugosos contratos de Pfizer, ignorando derechos de la parte contratante “Uruguay”.

Nuestra sociedad, nuestros gobiernos y capas dirigentes son las que deciden ampliar los emprendimientos transnacionales, en tanto se siguen deteriorando nuestras condiciones nacionales, interiores, locales, propias, algunas de las cuales  hemos estado rastreando.

 

CÁRCEL, LIBERTAD, FUTURO

Hemos repasado falencias en la educación y en la construcción de cultura, en la capacidad de pensar y resolver nuestros propios problemas.

¿Qué decir del proceso de encarcelamiento social, la “carcelización” de nuestra sociedad?

Las cifras aquí, también son elocuentes. Nos dicen desde el insospechable El País, de Madrid: “Uruguay triplica su cantidad de presos en veinte años y ya tiene la tasa más alta en Sudamérica.”[6] Un dato que nos habla de otra crisis indisimulable.

Aquí tenemos que agregar uno más de los frutos envenenados de la dictadura. Hasta los ’70, las cárceles estaban administradas por el MEC. Eso significaba, entre otras cosas, planes de estudio y capacitación para la población carcelaria, y aunque siempre deficientes, mantenía en pie la idea de la recuperación del preso, del exdelincuente hacia una vida útil para él y para la sociedad. Las cárceles tenían talleres. De carpintería, de herrería, textiles. Había bibliotecas. En cárceles en zona rural, actividad agraria, como era proverbial en la cárcel de pueblo Libertad antes de la edificación del pabellón gigante de reclusión sobre zancos, para evitar fugas desde dentro de la construcción, como aconteciera, y más de una vez, en la cárcel de Punta Carretas.

Es cierto que con la crisis que arranca en el segundo quinquenio de los ’50, poco a poco los servicios de recuperación en el ámbito carcelario se van desmigajando y la violencia política, junto con la social, se va a ir ahondando, dificultando aquel universo.

Pero con la dictadura no hubo duda ni agonía:  la administración carcelaria se traslada de Educación y Cultura a Interior. Y las cárceles se constituyeron en el ojo policial: iban a servir estrictamente para mantener encerrados a sus habitantes.

Los datos ahora dicen que la mitad de la población carcelaria es analfabeta, y que las adicciones afectan a la inmensa mayoría (ibíd.).

La violencia interna, institucional, también ha aumentado exponencialmente.

 

Bueno es consignar, empero, en qué sentido la sociedad se mueve, en contra de tales designios y políticas. Pienso en el crecimiento de pequeñas redes luchando por restablecer la producción de alimentos sanos, orgánicos, alejándose de los centros urbanos; en el auge del ciclismo; en las redes sociales y políticas encarando la resistencia a la globalización modernizadora y transnacional.

 

AHORA, DIGITAL PARA NO PERDER… ¿QUÉ TREN?

Hemos visto que ya perdimos varios trenes. En algún otro texto he procurado explicar el daño que ocasionó al país la crisis de los ‘60 y la emigración consiguiente.

Uruguay tiene el triste privilegio de haber tenido una red considerable de vías férreas, [7] abandonada para mayor gloria de la industria automotriz y sus camiones… estadounidenses.

En este presente, en proceso de digitalización forzosa  progresivamente acelerado, vale advertir el sentido de un pensador formidable y predigital, Paul Valéry (1871-1945); “La máquina domina. La vida humana está rigurosamente controlada, dominada por la voluntad terriblemente exacta de las máquinas. Estas creaciones humanas son exigentes. Reaccionan ahora contra su creador y lo van reconfigurando, maquinizándolo. Quieren disponer de individuos muy bien entrenados. Aplastan poco a poco toda diferencia entre seres humanos y los adaptan a su propia forma de funcionar, con su misma uniformidad. De algún modo construyen su propia humanidad, para su uso, casi casi como una réplica de ellas mismas”.

Si Valéry advertía este proceso en la primera mitad del siglo XX, ¿qué tenemos que pensar y considerar ahora, con la computación generalizada, particularmente con el celular que está arrebatando y situando a los niños en un universo absolutamente sin precedentes, y cuando la IA empieza a hacer estragos, quebrando la relación verdadero/falso que ha sido –pese a todas las dificultades que genera semejante disyuntiva− una guía permanente y fundamental de nuestro comportamiento, nuestros valores, nuestros códigos éticos?

Lo expresado por Valéry con tanta perspicacia, certero hace un siglo, hoy centuplica su significado y cuestiona todo optimismo tecnológico.

Que Valéry nos sirva como advertencia y no como mero registro o estado de situación.

[1]  El apoyo mutuo, editado por William Heinemann, Londres, 1902. El origen de las especies de Charles Darwin es de 1859.

[2]   Editorial Sudamericana, Bs. As., 2010.

[3]  https://ladiaria.com.uy/ciencia/articulo/2023/4/reportan-diez-veces-mas-metabolitos-de-pesticidas-en-alumnos-de-primer-ano-de-escuela-de-montevideo-que-en-ninos-de-estados-unidos/?utm_source=newsletter&utm_medium=email&utm_campaign=manana

[4]   En México, Suecia, Argentina, el consumo de Coca-Cola es notoriamente menor que en Uruguay.

[5]   El “capítulo India” de la Coca-Cola muestra toda esa capacidad de daño, que es mundial, pero acentuada en un país-continente con  escasa agua en relación con su población (más de 1400 millones de seres humanos). Acentúa la escasez de agua; contamina agua y suelo con sus embotelladoras; distribuye sus desechos como “fertilizante” entre campesinos, aumentando la contaminación. Por la lucha de los pobladores, muchos embotelladoras de Coca-Cola en la India han sido cerradas  o están sitiadas para obstruir su funcionamiento contaminante y expoliador de las napas freáticas. https://www.thoughtco.com/coca-cola-groundwater-depletion-in-india-1204204.

[6]  Gabriel Díaz Campanella, Madrid, 16 abr 2023.

[7]   No ilusionarse con ningún paraíso perdido: los británicos –que no fueron ni siquiera los primeros− tendieron buena parte de la red ferroviaria para satisfacer necesidades metropolitanas suyas. De todos modos, los trenes permitieron despliegues y desarrollos de la incipiente sociedad oriental.

Publicado en Agronecrófilos, Centro / periferia, Ciencia, Conocimiento, Destrozando el sentido común, Globocolonización, Nuestro planeta, Nuestros alimentos, Poder, Salud. Y enfermedad

A 75 años de la Nakba y la reacción israelí ante su conmemoración

Publicada el 18/04/2023 por luissabini

por Luis E. Sabini Fernández –

Estamos a punto de cumplir los 75 años del día en que los sionistas inician la conquista del territorio palestino, hasta entonces en disputa cada vez más sangrienta.  Cuando los ingleses retiran sus “fuerzas del orden” de la Palestina histórica que administraron como colonia, aunque siempre con una tendencia a favorecer los reclamos de los judíos sionistas y no los de la vieja comunidad judía (llamada Antiguo Yishuv) y menos todavía  a la población árabe, tenida por minusválida (homo no europeus), llega lo que para los sionistas es su “hora de la verdad”. Fecha del despojo de la sociedad palestina y fundacional para el Estado de Israel, el 14 de mayo de 1948.

El plan sionista para la toma del territorio había quedado puesto a punto el 10 de marzo de ese mismo año, con el nombre de Plan Dalet, que programaba la destrucción de más de 500 aldeas palestinas y el vaciado de varios barrios urbanos. Ese plan se tradujo en miles de palestinos matados (los ataques sionistas fueron apenas repelidos, puesto que se trataba de población civil, casi desarmada (o con escopetas de caza) y varios cientos de miles de palestinos desalojados con violencia de sus moradas, campos y territorios.

El plan (Dalet) estaba a punto, pero fue el retiro militar británico el que dio carta blanca a la acometida. Que los palestinos llaman Nakba.

Ante semejante efeméride y a la vista del agravamiento, siempre mayor del conflicto, y del arrebato cada vez más violento y desembozado de las tropas de una sociedad supermilitarizada, como la israelí, sobre los territorios palestinos, permanentemente bajo maltrato y reducción, redes palestinas han procurado recordar tan triste efeméride desde la ONU.

No deja de ser paradójico, puesto que fue la ONU la que finalmente cohonestó la solución sionista con desconocimiento radical de la presencia y la historia palestina en ese mismo territorio en disputa.

Pero es que las denominaciones, los estados de conciencia, la crítica moral, cambian con los tiempos. Es muy distinto el trámite dado en la ONU, con sus cincuenta y tantos estados miembros en 1948 a la cuestión palestina, con la guía entonces inapelable de EE.UU., el apoyo soviético, la defensa de políticas de apartheid, a lo que podemos observar hoy día, con esta “otra” ONU, con sus casi doscientos estados miembros, donde ha desaparecido el bloque soviético, el Consejo de Seguridad −ahora ligeramente ampliado− no tiene una China perteneciente al eje occidental (y lo que queda de aquella China prooccidental, hoy República de China, es Taiwan), donde ahora se condena expresamente el racismo y todo apartheid, donde ahora sí los estados árabes, −dejados de lado cuando se nombra la Comisión Especial para Palestina (UNSCOP por su sigla en inglés)− tienen cierta presencia.

Es esta ONU de los 75 años la que decidió conmemorar la Nakba.

No vaya nadie a creer que el cambio de la ONU es fuerte y radical. Más bien cosmético, pero necesario por el desgaste. Y cambio al fin. La conmemoración se aprobó apenas con el voto de 90 estados (menos de la mitad de sus componentes), con 30 en contra –una minoría de peso− y 47 abstenciones (faltando por lo tanto los que se abstuvieron hasta de abstenerse, es decir, según la nómina, otros 26).

Es cierto que de la nómina de 193 “estados miembros de la ONU” hay una larga veintena de unidades políticas nominales, con poblaciones de pocos miles de habitantes (no sabemos si no habrá incluso alguna con centenares…), muchas de las cuales tienen adhesión poco menos que permanente a algunas “grandes naciones” de las que son como apéndices. También hay que recordar que en esa nómina no figuran ni palestinos ni kurdos, ni tantas otras naciones sin reconocimiento jurídico.

Pero de cualquier modo, la presencia de, grosso modo, media ONU atenta al abuso de la ocupación sionista, calificando la relación del “Estado de conquista” [1] de Israel con la población palestina como inaceptable, nos revela cuan difícil es preservar indefinidamente un atropello impunemente, y nos permite ver la reacción sionista e israelí ante la denuncia.

Sucintamente, pasemos revista a las instancias. El 1º. de diciembre de 2022, hace apenas 4 meses, la Asamblea General de la ONU vota un reconocimiento a la Nakba, ante su inminente 75º. aniversario, el 14 de mayo de 2023 (falta menos de un mes). Con los resultados de la votacion que acabamos de ver.

Junto con ese resultado, reñido pero demoledor para la preservación de la “intocabilidad” de Israel, sobrevinieron varias otras resoluciones que atienden cuestiones claves del conflicto; por ejemplo, la que pide se  “detenga[n] todas las acciones contrarias al Derecho Internacional destinadas a alterar la composición demográfica y estatutos de los Territorios Palestinos Ocupados y el fin de las actividades en asentamientos.” [2]

Se trata del rechazo frontal a la política habitual y normal de Israel… desde hace décadas. Es como si estuviéramos viendo que el cántaro que fue tantas veces con impunidad…  se rompió.

De todos modos, como parece inherente a estas grandes estructuras burocráticas y globales, otra resolución postula, vuelve a postular, “soluciones” que se han encarado reiteradamente y que nunca solucionaron un ápice:

“La A. G. de la ONU ha aprobado una resolución en la que subraya la necesidad ‘urgente’ de realizar esfuerzos colectivos para lanzar negociaciones creíbles sobre todos los asuntos de estatus final y lograr una paz justa y duradera, fundamentada en las resoluciones del organismo internacional.”[3] Lo que ignora, deliberadamente, esta resolución y sus piadosos firmantes es que tales “esfuerzos colectivos” se hicieron a esta altura del proyecto colonizador, muchas veces –resoluciones ONU 181 (1947), 194 (1948), 242 (1967), 338 (1973), 446 (1979), 479 (1980)− y muchas más, además de las negociaciones bipartitas o tripartitas todas aclamadas como inminentes triunfos y todas fallidas; las de Camp David, de Taba, de Oslo, y un largo etcétera.

¿Por qué tales fracasos?

Sintetizando, porque ambas partes han sido irreductibles. Con una diferencia fundamental: los palestinos fueron hollados, vejados, maniobrados y ante la resistencia, matados, y eso no ha sido proclive a conversación o diálogo alguno.

Los judíos que organizaron el proyecto sionista tenían tal superioridad material, tal claridad en el proyecto político, que constituyeron siempre la parte fuerte ante una sociedad inicialmente desconcertada y que iba siendo despojada de a poco. Y por eso, nunca, entiéndase bien, nunca aceptaron retacear sus objetivos, con salidas tipo “solución de dos estados”, por ejemplo. Un proyecto colonialista niega de raíz toda equivalencia o igualdad entre colonizadores y colonizados. Forma parte de la estructura mental y material de tal tipo de proyectos.

Por eso, si estaba ‘a punto de estallar la paz’, los sionistas buscaron los resortes para agravar el conflicto. Entendámonos: un pueblo organizado y armado siempre tiene enorme, aplastante ventaja contra un pueblo desarmado, incluso cuando en ese pueblo se gesten agrupaciones armadas, guerrillas de resistencia.

Basta comparar los planteles militares del estado israelí, con decenas de miles de  hombres y mujeres armados y dispositivos militares y securitarios de enorme voltaje, con las agrupaciones armadas irregulares que se han ido creando a lo largo de las décadas entre los palestinos para ver la enorme diferencia en dispositivos militares y violentos a disposición.

Por  todo lo que hemos estado reseñando, el reconocimiento de la ONU a la Nakba constituye una amenaza inquietante al proyecto del Estado de Israel. Por ejemplo (con cierta tardanza que no hay sino que interpretar políticamente), en 2022 la ONU ha resuelto condenar la anexión israelí de los Altos de Golan, arrebatados a Siria en 1981. Cuarenta y un año después, la ONU declara “nula” esa “ampliación” territorial de Israel. Pensemos todo lo que tendría que decirse sobre el arrebato tira a tira del territorio palestino que no fuera conquistado/arrebatado en 1948.[4]

Riyad Mansur, el representante de palestinos ante la ONU, contestó a ciertas críticas elevadas por representantes de varios países que rechazan “criticar exclusivamente a Israel”, adoptando una suerte de equidistancia ante el conflicto y sus secuelas más penosas. Mansur aclaró: “Lo que señala únicamente a Israel no es la cantidad de críticas legítimas dirigidas a sus crímenes y violaciones sino el nivel de impunidad del que disfruta pese a las condenas.” [5] Touché! Mencionar la impunidad, la carta blanca de que dispone Israel, resulta auspicioso.

Mansur remató su alocución en la ONU sosteniendo  que “la única forma de acabar con la ocupación israelí es acabar con la impunidad». Me permito pensar que la única forma de acabar con la impunidad es acabar con la ocupación. Y el primer paso, mencionar “la cosa”.

Gilad Erdan, a su vez el representante israelí ante la ONU, criticó que las resoluciones aprobadas busquen «culpar a Israel de todo lo que pasa en Oriente Próximo, absolviendo a los palestinos de su responsabilidad en esta situación.”[6] En rigor, dado que el ataque a la sociedad palestina provino de un sionismo violento, hay motivo para culpar a Israel de “todo”. Recordemos que para la misma ONU el rechazo y la violencia defensiva, del atacado, tiene otro valor que la violencia del desencadenante de todo conflicto.

Erdan ha sostenido que «cada vez que se presentan propuestas de paz, los palestinos las rechazan, negándose a negociar o a ceder una pulgada”. Esto es psicológica o psiquiátricamente llamativo: que un representante del estado israelí sostenga que son los palestinos quienes jamás han cedido ni un tranco de pollo, cuando a lo largo de las décadas, si vemos una parte que jamás ha cedido un ápice, territorial, judicial, laboral, ambiental, ha sido Israel.

Erdan finalmente se quejó ante el pedido de conmemoración del 75º. aniversario de la Nakba, que es a la vez el 75º. aniversario de la creación del Estado de Israel. “Han plantado una cláusula que presenta su visión distorsionada de la verdad”. No es versión distorsionada, porque los hechos históricos a los que se refiere la Nakba son ciertos, ilevantables. Pero, eso sí, muy incómodos para que suenen junto a la conmemoración del 75o. aniversario de la creación del Estado de Israel.  “Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio.”

La exhortación final de este embajador israelí es por demás preocupante (siempre según la fuente Europa Press, 1º. dic. 2022): «Dejen de apoyar los libelos palestinos y de votar a favor de estas invenciones peligrosas».

La descalificación moral por “libelos” califica más bien al autor. Invocar “invenciones”  palestinas, cuando la ideación del Estado de Israel no provino de la realidad, sino, en todo caso, como una inferencia milenaria a partir de un libro entendido como libro de historia sin serlo,  convocando así el sionismo a corporizar un sueño o aspiración, lo que a su vez  también se lo puede considerar una invención, no deja de ser penoso.

Y si advertimos que el sionismo ha constituido una invención peligrosa, la invocación de Erdan es realmente, permítaseme el neologismo, esquizopeligrosa.

[1]   Así describe con acierto el historiador Miguel Ibarlucía el asentamiento sionista (Editorial Canaán, Buenos Aires, 2012).

[2]   Resolución de la A. G. de la ONU, 28 nov. 2022.

[3]   EUROPA PRESS INTERNACIONAL, 1o. dic. 2022.

[4]   En 1947 la UNSCOP propone por mayoría (con el rechazo de la minoría que no acepta la partición) un 52% para un estado judío y un 47% para un estado palestino (y el 1% restante como territorio internacionalizado, administrado por la ONU, en Jerusalén). Con el retiro británico, los dispositivos militares del recién inaugurado Estado de Israel se apropian del 78% de la Palestina histórica. Y a lo largo de las décadas, Israel ha ido tomando tierra de lo que fue quedando en manos palestinas, asfixiando más y más la vida material y cotidiana de la población remanente.

[5]    E P I, ob. cit.

[6]   Ibíd.

Publicado en General

Universalización de los dispositivos de control

Publicada el 11/04/2023 - 17/04/2023 por luissabini

por Luis E. Sabini Fernández –

Del otrora designado sujeto económico, al ahora objeto no designado como tal

Estamos presenciando una universalización de los dispositivos de control, de persuasión con un alcance inédito; podríamos decir que como en el juego de la mancha venenosa, el reinado de la heteronomía se extiende por todas partes, por todos los niveles, en los más inesperados aspectos.

El “sistema operativo” está actuando a la vez, de modo combinado y aleatoriamente, mediante voluntades y mediante algoritmos previamente diseñados para llevarnos, satisfacciones o miedo mediante, a una política de cancelación, info sesgada, a través de una  multiplicidad de vías, emocionales, intelectuales y omnipresencia de bots. La heterogeneidad del cuadro de situación no impide ver que en medio del caos universalizado, existen caminos u opciones de algún modo preestablecidos.

Justo cuando las fuerzas desatadas por la sociedades humanas parecen haber desbordado todos los parámetros de conducción, carismática, religiosa, estamos siendo conducidos como nunca antes.

Y por supuesto, sin invocar nunca la conducción, precisamente.

Así reina la aporofobia en una sociedad que procura rescatar a los pobres mediante ayudas.

Como el racismo, existente en una sociedad que se cree la menos racista. Así pervive la atroz herencia del racismo; lo vemos en el África llamada “negra”, en  el destino de las naciones y sociedades allí colonizadas, y tan, tan exprimidas, tan exhaustas, tan desestructuradas, que sus habitantes “eligen” el camino del mar porque la rapiña colonial les dejó detritus, y ese camino les depara, a su vez, la discriminaciòn futura o la muerte en el mar, precisamente.[1]

Aunque tengamos que escuchar en cada simposio onusiano u otanesco que  nos hallamos en el reino más pleno de lo democrático (con pequeñas falencias a superar).

Vemos esa atroz herencia en las huellas de los genocidios producidos con la colonización, precisamente.

En Haití se resume trágicamente ese devenir dentro del continente americano. Es la primera sociedad de la mal llamada América Latina,[2] que se independizó, en 1804, resistiendo las atroces condiciones generadas por una esclavitud sin límites sobre aborígenes y africanos secuestrados y transportados prisioneros al “Nuevo Mundo”, que generará a su vez una respuesta brutal; el exterminio de  los patrones blancos.

Haití no pudo permanecer libre, destrozado por las naciones coloniales blancas. De poco le sirvió su apoyo a gestas independentistas como la de Simón Bolívar. La colonialidad es gran nudo, pero el racismo es más fuerte…

Volvamos a nuestro presente: reina la desigualdad cada vez más manifiesta en una sociedad que postula la igualdad (aunque tibiamente, porque el fuego “emancipador” se dirige a la libertad que elude la cuestión de la igualdad, con lo cual termina configurándose como libertad- de-los-poderosos para seguir haciendo lo que consideran “necesario”).

Reina la censura en un universo; el de la info, que se supone irrestricto.

Facebook incursiona en la afirmaciones del Movimiento Uruguay Soberano (MUS) que plantea juntar firmas para un cambio mediante plebiscito de los artículos de la constitución nacional uruguaya que gente de este país considera(mos) abusivos porque le otorga a los llamados poderes ejecutivos del estado excesivas prerrogativas. Facebook pontifica que MUS ‘publica información falsa’ y en consonancia, con absoluta coherencia, “en defensa” de la información presuntamente verdadera, impide la circulación de la prédica de MUS. Facebook se arroga así el derecho de administrar la libertad de información. Y así llegamos al planteo totalitario tradicional; Facebook es la libertad. Lo bueno. Lo confiable.

Ya todo el mundo ha experimentado el recurrente “llamado” de los mensajes “espontáneos” que nos llegan a través de “el celular”:

−Estuve hablando con mi hijo de comprar unos pantalones y enseguida me han aparecido una serie de anuncios y reclames sobre pantalones; el otro día conversamos con mi mujer dónde pasar este fin de semana largo y me han aparecido, de inmediato, una serie de ofertas para pasar el finde…

Porque ya no se trata de escuchar los taladrantes avisos que por la radio o la tele nos inundaban y a menudo malograban cualquier programa; ahora “las formas ocultas de la propaganda” de que nos hablara Vance Packard hace décadas, se han “despertado” y vienen a nuestro encuentro. Porque si hace medio siglo el teléfono era instrumento de ricos y plantado en el hogar, ahora es “de todos” y nos acompaña todo el santo día (su carga electromagnética incluida, cuyas secuelas desconocemos). Y como, además de teléfono, hoy todo teléfono es micrófono que puede oír aunque esté apagado, cuando lo encendemos, nos “contesta” (observe el lector que al menos nos está quedando la decisión, no ya  de apagarlo, pero sí todavía, de encenderlo).

Pero Google nos tranquiliza: “Protegemos tu privacidad. Los anuncios de Gmail nunca se basan en el contenido de tus correos.” Menos mal.

¿Cómo se define info falsa y, consecuentemente, info veraz?

Siempre hubo producción y transmisión de mentiras y falsedades, incluso de modo sistemático y a escala industrial; con la digitalización, empero,  tales recursos se han multiplicado con feracidad digna de mejor causa, con trolls y bots.[3]

Persuasión, pasivización del cliente

Pongo un ejemplo: en la renovación del sistema operativo que acabo de comprar (de un Windows 7 a un 10, al abrirlo, en medio de deslumbrantes ilustraciones (que no pedí, vienen “de obsequio”) que aparecen ahora en mi monitor, también se ha hecho presente  una leyenda que nadie encargó: “LA DISTRIBUCIÓN DE VACUNAS SE HIZO MÁS FÁCIL CON AYUDA DE LA TECNOLOGÍA”

La pantalla no aclara quién o qué es dicha “tecnología” ni quién produjo “el aviso”, pero lo que sí a mí me queda claro es que “la tecnología” ha facilitada la distribución de los mensajes del pensamiento dominante (altamente tecnológico, claro).

Sin solución de continuidad, tengo que leer en “mi” pantalla (del hogar particular, sagrado e inviolable): “TECNOLOGÍA GENERA UN PUNTO DE INFLEXIÓN PARA QUE LAS VACUNAS LLEGUEN A MUCHAS MÁS PERSONAS EN TODO EL MUNDO.”

Una verificación indubitable, que nada tiene que ver, empero, con su calidad o validez científica. “Llegan a más”.

Tuve que leer, todavía, otro mensaje “iluminista”, que nos habla de la carga ideológica que viene empaquetada con la adquisición de un programita-e:

“LA DISTRIBUCIÓN DE VACUNAS SE HACE MÁS EQUITATIVA CON C O V A X, UNA INICIATIVA GLOBAL QUE AYUDA A DISTRIBUIR VACUNAS ENTRE PAÍSES DE BAJOS RECURSOS.”

Este último aviso, venía en letras más pequeñas, menos a la vista, pero dándole al lector la clave de los mensajes: es una propaganda de COVAX. Pero COVAX no es una empresita pasando su aviso; es el programa acelerador de suministros de vacunas de la OMS. Que, suponemos, incorpora sus mensajes “altruistas” donde juzgue necesario.

Si cuando uno compra un programa de actualización digital, recibe semejante “bajada de línea”, podemos vislumbrar el grado de psicopresión a que estamos sometidos, permanentemente, cotidianamente.

El sacerdocio cibernético parece muy imbuido del espíritu de Torquemada, adaptado a estos tiempos digitales… y a ciertas posiciones tomadas de antemano: −los rusos son malos, pichí-caca; los EE.UU. son garantía de democracia, paz y justicia; en consecuencia, el NordStream 2 y el 1 (y lo que venga) tienen que haber sido volados por rusos, y los aviones a las Torres Gemelas tendrían que haber sido enviados por rusos (bueno, en todo caso, árabes también vienen bien). Es un desperdicio que no podamos achacar Pearl Harbor a los rusos, porque ya estaban allí los japoneses…

La contradicción se resiste…

Diálogo con dispositivos informacionales hoy

Ustedes preguntan,

ustedes contestan.

Son muy cordiales y atentos.

Preguntan muchísimas cosas

que contestan de inmediato.

Dan tanta info que parecería de más toda pregunta

todo diálogo.

Para qué dialogar con algo/alguien tan solícito y completo.

Si no fuera que no responden ni atienden lo que

justamente, necesito

estaría todo formidable.

En un mundo cada vez más informado, registrado, pletórico de datos, la ignorancia persiste: en Uruguay, por ejemplo, se sabe cada vez menos las causas de muerte. Algo particularmente grave, porque además, han aumentado considerablemente desde la llamada “pandemia”, introduciéndose como un factor cada vez mayor y más problemático el concepto “de origen desconocido”.

Significativamente, en un mundo tan mundializado, tan intercontectado, tan digitalizado, en nuestro pequeño Uruguay, que se pretende –al menos pretenden sus políticos más encumbrados y sus aparatos mediáticos más afiatados− tan de vanguardia, tan modélico, ignoramos cada vez más causas de muerte.

En nuestro país, ahora con casi 40 mil muertes anuales[4]  (las estadísticass de mortalidad daban hasta 2020 alrededor de 33 000 muertes anuales). no se conoce la causa por la que al año mueren más de 5 mil habitantes. ¿Impericia institucional, rutina burocrática, trastornos administrativos? De algún modo −curioso, significativo− ¿no es el fenómeno de la montaña de ignorancia en que estamos sumidos, creyéndonos tan, pero tan informados?

notas:

[1]  Una vuelta de tuerca para hacer este cuadro más dantesco es recordar que hace poco más de un siglo, Nigeria −ahora uno de los países más devastados del planeta−, era considerado “la nación más rica, potente del  mundo”, por su vegetación, sus frutos… y petróleo.

[2]  Por lo menos, indoafrolatinoamericana.

[3]  Un ejemplo no precisamente magnífico de neoverdad es el Global Language Dictionary, The Israel Project, que no señala lugar de edición, pero sí fecha, 2009, tras el bombardeo y la matanza en la Franja de Gaza (2008/2009), con sus capítulos ”Words that work” [palabras que tienen efecto].

[4]  Véase “El año pasado fallecieron 5295 uruguayos cuyo motivo es un misterio”, El Observador, Montevdeo, 8 abr, 2023. Su autor es Tomer Urwicz. Las estadísticas de mortalidad daban, hasta 2020, alrededor de 33000 muertes anuales. Casi el 1%. Desde 2020 se registrarían alrededor de los 40000 muertes anuales.

Publicado en Centro / periferia, Conocimiento, Cultura dominante, Globocolonización, Medios de incomunicación de masas, Poder mundializado, Uruguay

La ONU hizo «el pastel»: difícil que pueda desmontarlo. PALESTINA 2023. MATANZAS CADA VEZ MÁS DESNUDAS

Publicada el 03/04/2023 por luissabini

por Luis E. Sabini Fernández –

El 26 ene de 2023, fuerzas israelíes penetran una vez más el campamento de refugiados de Jenin y matan en el operativo, con que se supone buscaban algo o alguien, a 9 palestinos, incluidos un niño y una sexagenaria.

Como las fuerzas de seguridad israelíes no tienen necesidad de rendir cuentas judiciales de ningún tipo, es fácil imaginar la inexistente justicia o precisión del operativo.[1]

En los dos primeros meses de 2023 los operativos “de limpieza” arrojaron una sesentena de palestinos matados en allanamientos y redadas en Cisjordania. Récor histórico. En Nablus, la seguridad israelí adujo buscar tres activistas violentos palestinos y dejó 11 muertos en dicha búsqueda; una pequeña muestra del método usado cuando Shalit y una excusa para “achicar” población que consideran sobrante.

Los colonos con sus agrupaciones fascistas de tipo israelí, es decir libres en el estado sionista (hasta con amparo policial), ejercen venganza de respuesta a la respuesta de la venganza…

El fascismo es así. Consideran legítimo atropellar, pero se indignan por la respuesta, violenta aunque sea de menor intensidad que el atropello fascista inicial.

Heba Morayef, coordinadora de Amnistía Internacional,  puntualiza: “en octubre de 2022, los colonos irrumpieron en una escuela de Huwara  (cerca de Nablus), donde rompieron ventanas y golpearon a profesores y alumnos; menos de dos semanas después, una cafetería fue incendiada y grupos de colonos atacaron a residentes palestinos con tuberías y piedras.” [2]

Philip Luther, director de Investigación y Trabajo de Incidencia para Oriente Medio y Norte de África, también de AI, sostiene: “Desde hace casi un año, el campo de refugiados de Yenín está en el centro de la escalada de represión militar de Israel. La periodista palestina Shireen Abu Akleh murió por disparos en este campo el pasado mes de mayo, y las personas que allí residen siguen siendo objeto de incesantes incursiones militares que constituyen castigo colectivo.” [3]

Y así, antes de terminar febrero 2023, colonos entran a saco al pueblo de Huwara, incendian a más de cien autos y unas treinta viviendas con daños en incursiones y un habitante palestino matado. Pocas horas antes,  dos jóvenes israelíes, en auto, habían sido baleados y matados.

 

No se puede disociar esta creciente, progresiva brutalización israelí contra los palestinos de lo que se está procesando en el el actual Israel, en sus calles.

Hasta sus seguidores y admiradores no dejan de advertir el creciente cesarismo de Beniamin Netanyahu, su autoritarismo desembozado y las pretensiones personales de impunidad.

Un punteo mínimo

Nada de que asombrarse que se estén hoy cosechando tales frutos, dada la inmunidad generalizada del comportamiento israelí, no sólo ante palestinos. Particularmente dentro de EE.UU. Inmunidad e impunidad son parientes muy, muy cercanos.

Los palestinos, inicialmente engañados con los primeros asentamientos sionistas no violentos (hay páginas maravillosas de judíos rusos advirtiendo que esas “picardías” no iban sino a dificultar las relaciones puesto que ‘los árabes no eran tontos, al contrario…’), fueron tomando conciencia del despojo al que estaban siendo sometidos desde los primerísimos años del s XX y fueron ensayando resistencias, con el paso de las décadas, cada vez más violentas; aunque nunca alcanzaron la violencia ejercida por los sionistas en el país. Mazin Qumsiyeh, palestino, repasa y ve que no hay recurso violento en el conflicto palestino-israelí que no haya sido usado antes por los sionistas.[4]

En 1946 sionistas sitúan un coche-bomba en el Hotel David, con decenas de huéspedes y personal, árabe, inglés, judío y de diversos orígenes, 91 muertos; las primeras cartas-bomba son también de origen sionista y datan de 1947.” [5]  Entre 1947 y 1948 el Irgún asesina conductores árabes de transporte colectivo en Tiberíades,[6] ya empeñados en “ahuyentar” mediante el terror a la poblacion oriunda de Palestina.

Qumsiyeh sigue recordando el origen de la violencia en Palestina/Israel: “en 1932 la Haganah hizo estallar un oleoducto iraqui, cerca de Haifa” […] el 12 de diciembre de 1954 secuestraron un avión de línea sirio [y] en 1973 Israel derriba un avión de línea libio [¡106 muertos!].  En 1944, los miembros del grupo Stern, sionista, asesinaron al ministro británico Walther Guinness, lord Moyne. Y en 1947 perpetran atentados con bombas en buses de transporte colectivo con varios muertos y muchísimos heridos. En el 48 plantan bombas en el Hotel Semiramis, palestino, matando a una veintena de personas. Minaron viviendas, hoteles, mercados, buses, trenes. Y en 1948 desencadenan el Plan Dalet, arrasando unas 500 aldeas palestinas generando varios miles de muertos (Balad el Sheik, Tantura, Deir Yassin entre las más conocidas).[7]

Con la ONU en plena abordaje del conflicto palestino-israelí, en 1948, el plenipotenciario de la ONU, Folke Bernadotte, sueco, que en las “deliberaciones oficiales” pregunta por qué todo tiene que ser a favor de los israelíes y nada para los palestinos, es asesinado. El escándalo es tal que hay que buscar a los responsables de tamaño asesinato. La investigación es sencilla y rápidamente se encuentra a los autores; grupos de choque sionistas. Que son encarcelados en el flamante Estado de Israel… para ser liberados por indulto firmado por David Ben Gurion apenas semanas después.

La ONU jamás toma cartas en el asunto, aun tratándose de su propio plenipotenciario. Con lenguaje sibilino tras las exequias se referirá a su muerte como producida por él mismo: “expresa su profunda satisfacción por los progresos realizados gracias a los buenos oficios del extinto mediador de la ONU para conseguir un ajuste pacífico de la situación futura de Palestina, causa por la cual el mediador sacrificó su vida.” [sic].[8] ¡Ni su nombre aparece en el lenguaje onusiano!

Dado la violencia habida en 1947 y 1948, que acabamos de  reseñar, hay que concluir, en ceñida lógica onusiana que el “ajuste pacífico” a que se refería la ONU para el futuro palestino, era el de la paz de los cementerios. Los palestinos, inmensa mayoría, no están de acuerdo.

Y siguen sin estarlo.

J.C. Sanz denuncia 150 “piernas segadas” de futbolistas: artero estilo de represión.[9]

Volviendo entonces a la realidad israelí actual con sus manifestaciones masivas en plena calle, en que se calcula se ha movilizado medio millón de israelíes, en un mar de banderas israelíes, tanto entre los que han salido a frenar el plan de impunidad y cesarismo de Netanyahu como entre sus partidarios, lo que vemos es un reacomodo en el mundo israelí, entre los usufructuarios del actual Estado de Israel. No vemos banderas palestinas en la calle. Tampoco judíos mizrahis, generalmente explotados por azskenazis pero a su vez usufructuarios de prebendas sobre palestinos.

El conflicto parece derivar de que capas pudientes de Israel no quieren seguir soportando a un “impresentable” como Netanyahu, acusado de una ristra de “robos para mi corona”. Muchos israelíes con buena posición y poder adquisitivo no quieren ver ampliado el cesarismo de Netanyahu como para que se afecten sus propias situaciones o privilegios.

Reparemos que Netanyahu se ha valido para alcanzar otra vez el gobierno, de fanáticos religiosos; B. Smotrich o el kahanista I. Ben-Gvir. Hasta en Israel, Meir Kahane es mala palabra…

[1]  Cuando Israel lanzó su operativo para rescatar al soldado aprisionado Gilad Shalit (2006), a lo largo de un año unos doscientos palestinos pagaron con su vida esa operación de rescate, infructuosa. Años después (2011) Shalit fue liberado, sin haber sufrido ni un rasguño, algo que confesó el mismo Shalit. ¿Se buscaba a Shalit o se usaba esa búsqueda para matar?

[2]   https://www.amnesty.org/es/latest/news/2023/03/israel-opt-impunity-reigns-for-perpetrators-of-settler-violence/.

[3]   https://www.amnesty.org/es/latest/news/2023/01/israel-opt-jenin-bloodshed-is-a-horrifying-reminder-of-the-cost-of-impunity/.

[4]   Hay una excepción: las autoinmolaciones que perpetraron alguna vez palestinos y que nunca llevaron a cabo los sionistas.

[5]   Compartir la tierra de Canaán, Editorial Canaán, Buenos Aires, 2004, p. 131 et passim.

[6]   Ilan Pappé, La limpieza étnica de Palestina, Editorial Crítica, Barcelona, 2011, p. 104.

[7]   Ibíd.

[8]   Resolución de la ONU, nro. 194, 11 dic. 1948. Palestina. Informe.

[9]  El País, Madrid, 29 dic. 2021.if

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