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Categoría: Destrozando el sentido común

Abuso, saqueo y crecimiento deformado

Publicada el 27/06/2021 - 23/05/2022 por ulises

URUGUAY: ¿MODERNIZACIÓN O ENTREGA?

por Luis E. Sabini Fernández –

Entre los exportadores mundiales de celulosa, en 2019, cuando todavía no está produciendo UPM, que será la mayor productora de celulosa en Uruguay, es decir, apenas con las dos fábricas de celulosa ya instaladas (Montes del Plata y Botnia), Uruguay ostenta el tercer lugar de producción entre los países del mundo entero.

1o. Brasil  (c:a 15 mill. ton); 2o., Indonesia (c:a 5 mill. ton); 3o. Uruguay (c:a 3 mill. ton.).[1]

¿Honroso podio o, por el contrario, reconocimiento a una neoesclavitud rampante?

La lista de países productores de celulosa continúa (en orden decreciente de los volúmenes producidos en 2019: Chile, Portugal, Canadá, España, Finlandia, EE.UU., Holanda, Rusia, Bélgica Alemania, Eslovaquia; todos ellos con menos de 1 millón de ton. anuales (salvo Chile, con una producción similar a la de Uruguay). La lista de países productores podría ampliarse con países que producen montos aun menores (Suecia, Argentina, Marruecos, Francia, Japón, Bulgaria, etcétera).

Volvamos a los primeros puestos. Y establezcamos las necesarias proporciones por la producción indicada, con otros parámetros, como extensión del país y población general.

Brasil,       210    mill. hab.  –  8,5   mill. km2   –  15 mill. ton. celulosa

Indonesia  270    mill. hab   –  2      mill. km2   –    5 mill. ton. celulosa

Uruguay       3,3  mill. hab.  –  0,18 mill. km2    –    3 mill. ton. celulosa

Veamos las dimensiones de la producción a partir de las del  número de habitantes; producción de celulosa por habitante.

Si tomamos de base a Brasil, tenemos una producción de 15 000 000 ton. por 210 millones de habitantes, que devienen 75 k. por habitante. En el caso indonesio; el otro gran productor celulosero mundial, produciendo 5 mill. ton. de celulosa  con 270 millones de habitantes, tenemos unos 19 k por hab.

Veamos Uruguay: 3 300 000 habitantes para 3 000 000 kilos, resulta casi una tonelada por habitante; algo menos, 900 k. per capita.

Interrelacionando los datos que acabamos de presentar, podemos decir que cada uruguayo carga sobre sus ambientales espaldas 12 veces más celulosa que cada indonesio  y 47 veces que más que cada brasileño.

Si consideramos la superficie de los mismos países, tenemos: Brasil, 8 500 000 km2 para 15 mill. de ton., tiene una carga de  una tonelada por 1,76  por  km2; Indonesia, con su producción de 5 mill. de ton. en 2 mill. de km2, tiene una carga de 2,5 tonelada por  por km2.

Pero Uruguay debe acomodar sus 3 millones de toneladas de celulosa en apenas 175 000 km2; debe soportar unas 18 ton. por km2.

Diez veces más que Brasil,  unas 7 veces más que Indonesia.

Finlandia, por ejemplo, que está en “el pelotón” de productores, registra en 2019, casi 800 mil toneladas de producción. Finlandia ronda los 5 millones de habitantes y unos 440 mil km2; por ende, su producción de celulosa ronda 2 toneladas por km2 (9 veces menos que Uruguay, si lo estimamos por superficie), y si la estimamos por población, no más de 7 k por hab… contra nuestros 900 k per capita.

Si ajustamos entonces las respectivas producciones de los países celuloseros, vemos que Uruguay es por lejos el país más sobrecargado con producción de celulosa en el mundo entero.

Ese tercer puesto de la tabla de ABTCP, entonces, es engañoso porque no registra la real incidencia de la producción sobre la vida cotidiana de nuestro país, ni nos orienta sobre su peso relativo y su influencia, sobre la vida (y la muerte) de sus habitantes, nosotros, por ejemplo, a partir de los desechos industriales que quedan.

Queda así patentizado el destino ajeno que sufre en este caso nuestro país. Si no hubiera otros tantos signos de lo que es la condición de país periférico, heterónomo, esta recarga desproporcional en la producción mundial de celulosa y en las secuelas que provienen de su producción, lo atestiguaría.

No pretendemos con eso excluir la responsabilidad del propio país en su condición de enajenado a intereses ajenos. A lo sumo, ver si situamos una de tantas problemáticas que nos condicionan, deforman, configuran… Porque todo país periférico y adaptado al mercado ajeno, cuenta con sectores a veces muy minoritarios, pero claves para semejantes relaciones.

Con todas las limitaciones del pensar por analogía, me voy a permitir un par de ejemplos que espero ilustren nuestra situación; esperemos que no nuestro destino.

En tiempos medievales, algunas cortes europeas se proveían de bufones “criados” por secuestradores o compradores de niños que situaban a los pequeños en, por ejemplo, jarrones.[2] Los cuerpecitos se iban  adaptando a la forma en que estaban alojados. A medida que crecían, se rompían los jarrones, los niños era realojados en nuevos más grandes para ir configurando cuerpos suficientemente deformados. Para ser “colocados” como bufones, por ejemplo, en cortes que los adquirían para risa y solaz de los cortesanos.

Un diáfano ejemplo de crecimiento heterónomo.

Hace no muchos años EE.UU. envió como su embajador de colonias a un tal James Cheek a la Argentina.

Con su tortuga extraviada, fue la comidilla entre los súbditos que ignoraban su condición. Con su simpatía, totalmente profesional, nos transmitió una imagen que grafica elocuentemente una relación de poder, hoy en día afortunadamente alterada por el avance de los derechos femeninos.

Cheek, encargado de defender y propagar los diversos derechos de pernada del imperio sobre sus colonias, hablando geopolíticamente dijo: ‘Argentina es como una adolescente de 16 años, muuuy bonita, que debemos auxiliar y guiar hacia su vida adulta.’

El sexo, la edad y el donaire que el embajador atribuye a “la chiquilla” son diáfa-nos para intuir la relación que el Sr. Cheek buscaba al cuidar a esa adolescente.

Las relaciones centro/periferia traducen hoy las viejas relaciones imperiales; en todo caso con un ajuste expresivo; centros económica, política o militarmente dinámicos se adueñan de palancas políticas o recursos económicos, jurídicos, mílitopoliciales, para asegurarse “los suministros” desde ese ancho mundo que no les es ajeno; la periferia.

Allí estamos nosotros, creyéndonos ombligo de algún mundo, pero haciendo de niño de los mandados, para que, por ejemplo, flotas pesqueras ajenas se lleven la riqueza ictícola de nuestras aguas territoriales, la agroindustria corporativizada, extranacional se lleve de nuestros campos su humedad en forma de porotos transgénicos de soja; la industria del papel se apropie de campos otrora de excelente calidad, por su irrigación, para agricultura y ganadería, alimentos sanos, para reconvertirlos en monocultivos forestales; el puerto de Montevideo, en algún momento un sitio pivot excelente, para dinamizar nuestra economía, devenido en asiento de redes privadas poco menos que inamovibles, fagocitando toda circulación de bienes para su exclusivo provecho despojando al puerto de su función benéfica para la economía local, nuestra.

Una total indefensión ante la contaminación. Más cierta complicidad por pasiva.

Todos esto, desde corporaciones ajenas a nuestra estructura económica, política y cultural local, que cosechan los beneficios que derivan a sus entidades matrices más las pequeñas comisiones para el “personal de apoyo” local.

Para el paisito, como ley de hierro, queda sólo el empobrecimiento y el envenenamiento progresivos.

notas:

[1]  fte.: ABTCP, Associaçao  Brasileira Tecnica de Celulose e Papel, 2019.

[2] Victor Hugo en El hombre que ríe se refiere a dicha “industria”.

Publicado en Agronecrófilos, Centro / periferia, Destrozando el sentido común, Nuestro planeta, Para salir del repollo, Poder mundializado, UruguayEtiquetado como contaminación ambiental, modernización, neoesclavitud

Neolengua covídea

Publicada el 13/04/2021 - 15/04/2021 por raas

Por Luis E. Sabini Fernández

Llamativo, aunque esperable, el auge de la neolengua con esta ofensiva para suprimir los contactos directos interhumanos, haciéndonos pasar toda relación a través de tamices, opciones preestablecidas, coladores, controles, registros cibernéticos, algoritmos y aplicaciones que se nos “ofrecen” para mejorar los contactos, los saberes, las calidades.

Es decir, para hacerlo “todo” mejor, y uno se pregunta sobre aquella sabia advertencia de Blas Pascal, “El hombre es medio ángel y medio bestia, y cada vez que pretende convertirse totalmente en ángel, se convierte, totalmente, en bestia.” Su dualismo cristiano le permitió tener semejante mirada.

Pero diversos optimismos han abolido esa mirada problemática y dialéctica: el optimismo tecnológico, encarnado en el American Way of Life, postulando el acceso al paraíso en la Tierra, cuyas plasmaciones se han revelado siempre pesadillescas.

Eso, dentro del optimismo burgués. Pero su presunta contracara, tan vigente a lo largo de los siglos XIX y XX; el socialismo, a su vez encarnado en experiencias como la soviética, nos mostraron igualmente los peligros de las excesivas buenas intenciones, y sobre todo, de la hybris del control absoluto. Con el estalinismo, el fascismo, el nazismo, y referentes máximos tipo Hitler, Stalin, Mao o Fidel Castro, de líderes que nunca se equivocan, hemos “cocinado” lo opuesto a lo pretendido.

Otra ideología prometiendo el bien absoluto, desplegada a lo largo del siglo XX con una mezcla de misticismo y socialismo materialista –que significativamente se conserva mucho menos cuestionada–, es el sionismo, hoy en día convertido en guía y referencia de algunos de los principales centros de poder planetario, como el Reino Unido y EE.UU., e Israel, obviamente.

El sionismo, que ha prometido el paraíso y la bienaventuranza a los judíos, forjando un infierno para los palestinos. Cumpliendo una vez más la advertencia de Pascal. Las consecuencias de todas estas ideologías de salvación han sido, son desoladoras. Unas han prometido la libertad más absoluta; otras la igualdad más radical. De todas ellas extrajo George Orwell su neolengua articulando un lenguaje del que nos presentó ejemplos, como aquel de que: “todos los animales son iguales, aunque algunos son más iguales que otros”. Estos antecedentes de la modernidad son preocupantes.

¿Estamos fuera de ellas o por el contrario resurgen con nuevos ropajes? Como bien amojona Aldo Mazzucchelli, (1) el nuevo siglo, el XXI, empieza en febrero de 2020, con la implantación de ese reinado de lo mediato, con la supresión de lo directo, lo afectivo. Y lo mediado, a través de artilugios electrónicos. Es la suspensión, o más bien la erradicación del diálogo humano, que a trancas y barrancas, caracterizó siempre a la especie; a la humanidad, como se dice habitualmente.

Desde febrero de 2020 con una pandemia decretada en “las alturas” y un miedo generalizado consiguiente, el diálogo, tan vapuleado y menospreciado por los selfmademen y por el rigor “objetivo” de los proyectos socialistas (que necesitaban hacerse, no discutirse), desapareció ahora sí, como proyecto explícito, del tejido social o fue limitado a espacios intersticiales.

Se impuso, se trató de imponer, con suerte variada, una realidad oficial como “nueva normalidad” al servicio, claro, de las mejores intenciones. Es difícil, por ejemplo, encontrar “textos de autor” más buenos que los de Bill Gates, arquetipo de filántropo contemporáneo. Hacer el bien, incondicionadamente, poniendo “toda” su fortuna y su empeño en ayudar a los pobres, los débiles, los marginados, ese otro mundo… tan ajeno al del filántropo.

Alguien se puede permitir dañar únicamente si lo hace al servicio de las mejores intenciones. Solo munidos de la mayor excelencia imaginable se puede exterminar nativos de una tierra, torturar elementos considerados subversivos; solo un “enviado” de algún dios, totalmente convencido de su bondad y de la bondad de su presunto creador, se podía permitir echarle plomo derretido en las cuencas de los ojos de un negacionista, un incrédulo, un hereje, que no “veía” la verdad. Eso, en tiempos inquisitoriales.

Ahora no se usa plomo: soldaditos norteamericanos que llevaban a Vietnam en su mochila coca-cola –como si fuera “lo más”– junto con la democracia, se permitían incendiar todos los bosques locales para quemar vivos a los guerrilleros allí escondidos.

Solamente un Padre amantísimo le hacía confesar a casi toda la vieja guardia bolchevique que tenían que aceptar la responsabilidad por delitos varios –la mayor parte inexistentes– porque era la forma de preservar la pureza, la solidez, la verdad del partido que habían forjado juntos. Ad maiorem PC gloriam.

Así, nuestros más neutros periodistas y comunicadores, brindándonos sus mejores perspectivas, nos ofrecen una pujante neolengua según la cual postulan, esperan, ansían un “pasaporte sanitario”, para reponer, dicen, “la libertad”. Portación obligatoria de vacunas (tradicionales o génicas, poco importa) contra o sobre Covid 19 para poder trabajar, ir al teatro, viajar, estudiar… en fin, ¿por qué no para salir a la plaza o a la frutería?

Nuestros periodistas a sueldo –a veces privilegiados económicos de los medios de incomunicación de masas–, nos aclaran que así evitaríamos toda limitación a nuestras libertades y alcanzaríamos la ansiada normalidad perdida.

Claro que estos periodistas, a menudo progresistas, no nos dicen que esa presunta libertad tiene que ser pagada con recibir una vacuna de la cual, lo menos que puede decirse es el diálogo de dos ratones: ¿Te vas a vacunar? –¿Estás loco?, ¿no ves que los humanos todavía están experimentando? (2) Esa nueva normalidad quiere imponerse mediante un pasaporte sanitario. Con una vacuna que fue hecha apresuradamente y significa, objetivamente el mayor negocio de la Big Pharma en las últimas décadas.

¿Cómo podemos evitar la sospecha que la problemática pandemia de la cual no se conoce ni la magnitud de los muertos reales, no fue nada más que la excusa de un gran negocio, o, aún algo más probable; la palanca de un enorme poder cuyo alcance no tiene antecedentes?

Para rematar la neolengua, se sigue hablando de que la vacuna es voluntaria. Hay una sorda impresión de que es verdaderamente resistida aunque oficialmente poco y nada se menciona en los corrillos mediáticos del periodismo televisivo.

Claro que es voluntaria, faltaba más, pero sin vacunarse nuestros paniaguados periodistas sólo nos ofrecen la parálisis y el aislamiento.

notas:
1) “El año que quisieron editar lo real desde arriba”, eXtramuros, Montevideo, marzo 2021.

2) Afortunadamente cada vez hay más médicos y profesionales de la salud que concluyen que es más dañino, y por lo tanto menos hipocrático, vacunarse que atender directamente el contagio con recursos médicos: medicación contra trombosis, por ejemplo. Véase los aportes y planteos de Thomas Dalton, Máximo Sandín, Luc Montaigner, A. Martínez Belchi, Christian Carrera, Nick Kollerstrom, Yanny Gu, Pablo Goldschmidt, Reiner Fuellmich, Joseph Mercola y tantos otros, amén de pensadores y analistas sociales como nuestro Hoenir Sarthou, Jeremy Hammond, Michel Chossudovsky, Mike Whitney, Vandana Shiva y una enorme cantidad de cabezas pensantes y voces literalmente acalladas en los medios masivos, los recintos institucionales y hasta en algunas trincheras culturales, otrora críticas y rebeldes, por lo visto totalmente cooptadas por nuestros “benefactores” pandémicos.

fuente: https://revistafuturos.noblogs.org

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Publicado en Ciencia, Conocimiento, Cultura dominante, Destrozando el sentido común, General, Medios de incomunicación de masas, Narrativa, Poder mundializado, Política, Salud. Y enfermedad, Sociedad e ideologíaEtiquetado como American Way of Life, Blas Pascal, Fidel Castro, Hitler, nazismo, optimismo burgués, sionismo, Stalin, stalinismo

COVID 19: La medicalización de la sociedad

Publicada el 04/12/2020 - 29/12/2020 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández

Tenemos una declarada pandemia que colorea todo el planeta con un problema nuevo.

Las pandemias históricas justamente no son un problema nuevo. Lo que ha sido nuevo ha sido el establecimiento de cuarentena sobre población no enferma, ni siquiera sospechable o candidata a. En casi todo el planeta. Ese rasgo configura, realmente, un problema nuevo, una pandemia sui generis.

Lo decretado por la OMS como pandemia y su peculiar tratamiento ha revelado rasgos sociales básicos.

En primer lugar, el cambio de naturaleza de la OMS: una organización pública engendrada por organismos públicos −estados− financiada y orientada desde organismos privados, como laboratorios y fundaciones…, es decir, de hecho privatizada. En la órbita de las empresas transnacionales (farmacéuticas) y apenas formalmente en la de los estados nacionales.

Otro aspecto, ya no organizativo y político sino social y psíquico, es que volvemos a ver al miedo como gran consejero de nuestros comportamientos.  Y la OMS se ha dedicado a insuflarlo cotidianamente. Dando cifras de muertos, contagiados y cuarentenados. Ha sido sobre la base de sus propios informes y autoridades científicas  conexas que se ha logrado implantar en la mayor parte del mundo una cuarentena sobre la población sana.

En base a una enfermedad virósica de aparentemente muy alta contagiosidad aunque baja mortalidad. Los agoreros anunciaron la muerte de decenas de millones de humanos en los primeros meses; al día de hoy, estamos muy lejos de eso y  la mortalidad sigue rondando el 2% (algo más que la gripe común, que se estima en el 0,5% y algo menos que la mortalidad de las neumonías, que anda más próxima al 8%).

Se ha evitado toda información que integre los datos del Covid 19 con el de otras enfermedades, que sin embargo, también siguen provocando morbilidad y mortalidad humanas y expandiendo lo que hoy, con el avance de la desocupación, se denomina el precariado mundial…

Cada vez hay más estudiosos, sanitaristas, que consideran que es mayor el perjuicio provocado por las medidas de respuesta a la pandemia –aislamiento, suspensión de actividades y relaciones económicas y de sustento, suspensión o bloqueo de otros tratamientos médicos, de actividades pedagógicas y socioafectivas, tensión y sobrecarga psíquica como consecuencia de los aislamientos− que el perjuicio directo de la llamada pandemia.

También el desconocimiento inicial de su enorme contagiosidad hizo dar palos de ciego. Y hay quienes insisten que ése es su peligro; una enfermedad  tipo “pez diablo”, que dispara falencias del cuerpo contagiado, a veces  con desenlace mortal. Pero allí, el quid está en la falencia del cuerpo contagiado. Por eso es tan falaz invocar que este virus es “democrático”, alcanza a todos…

Hoenir Sarthou en sus notas semanales en Uruguay sostiene que tenemos que ver esta declarada pandemia, bajo un cuádruple eje: financiero, sanitario, mediático y represivo.

Y Heiko Schöning, médico alemán fundador de Médicos por la Verdad, afirma a su vez que ésta es una pandemia de índole política, no médica.

Desde antes del Covid 19 se percibían rasgos crecientes de medicalización de nuestra sociedad y al respecto nos ha señalado el filósofo Iván Illich: » «La medicalización de la vida no es sino un solo aspecto del dominio destructor de la industria sobre nuestra sociedad».[1]

Y a la vista de esta declarada pandemia Giorgio Agamben nos advirtió que: «se está convirtiendo en el campo de batalla de una guerra civil mundial.” Aunque el concepto de “guerra” nos lleve a pensar en el uso generalizado de armas, las secuelas que se están gestando y consolidando nos hablan de transformaciones propias de una guerra civil, aunque sin empleo de armas tradicionales; tan significativos resultan los trastornos que estamos observando.

Esta mezcla entre política y salud (o enfermedad) da pie a muy problemáticos planteos. Por más que se haya encarado una muy saludable reacción a encontrar conspiraciones en todas partes, los sesgos que entendemos que se ven claramente en las políticas institucionales establecidas ante la pandemia, dan pie a, por ejemplo, un documentado trabajo de Ron Unz, periodista y editor estadounidense, que ha analizado con detalle la siguiente secuencia:[2] laboratorios estadounidenses investigando sobre biología sintética (formadora de las llamadas quimeras mediante ingeniería genética) para aplicarlas a la guerra biológica; han logrado diseminar partículas infectadas en Wuhan, mediante una delegación militar que fue allí por certámenes deportivos en 2019, oportunidad en que alguien o algunos de la delegación hicieron el “sembrado” en el momento pico de flujo de personas; poco antes del Año Nuevo Lunar chino, con población desplazándose de un lugar a otro del país. El régimen chino logró domeñar la expansión de la patogenia, que parece francamente reducida en toda China, mientras las cepas diseminadas se filtran hacia Occidente, donde sociedades como la de EE.UU. o Italia, por ejemplo, son tomadas por sorpresa y sus autoridades sanitarias encaran con ignorancia el problema produciendo algo cercano a un colapso económico, sanitario y hasta político.

¿Podemos decir que la visión de Unz está totalmente alejada de la realidad, que es meramente conspiranoica? Las investigaciones sobre quimeras son atrozmente ciertas.

Mientras no se hagan “bien las cuentas” de los muertos y no se reconozca que contagiados sanados son un plus, no un minus, no estaremos acercándonos con claridad  a la realidad.

Sostiene el biólogo español Máximo Sandin, que la historia médica oficial está sesgada ideológicamente para ver “la lucha contra la naturaleza”, no nuestra asociación y dependencia de ella, por disponer de “una concepción competitiva de una Naturaleza poblada de enemigos que domina la biología desde hace 200 años.”  Como dice Sandin, “los virus están en nosotros, protegen el equilibrio de nuestro organismo y son parte (la mayor parte) de nuestro genoma.” [3]

Al parecer la competencia darwiniana ha dominado el imaginario biológico y sanitario más que el asociacionismo kropotkiniano.[4]

Quiero rematar estas líneas con una afirmación, que desecha, una vez más, lo conspiranoico como hilo conductor: los palos de ciego dados durante estos 8 o 10 meses alrededor del ¿qué hacer? con el Covid 19 nos muestran claramente que la ignorancia guía (o desnortea) nuestros pasos. Basta ver la cantidad de avances y retrocesos, de vueltas y revueltas que las autoridades investidas para enfrentar la llamada pandemia han tenido: barbijos, sí; barbijos, no; barbijos a la intemperie, barbijos en habitaciones cerradas; vacunas o inmunidad natural, distancias de uno, de metro y medio, de dos metros; que los niños no contraen Covid 19, que son los más expuestos…

La definición de la OMS de pandemia es peculiar, lo mismo que las definiciones de enfermos o muertos por el Covid 19.

Los simulacros antipandémicos previos son por lo menos llamativos.

La recurrencia −de la que tan nítidamente se burla Máximo Sandin (ibíd.)− a los murciélagos, que han devenido el deus ex machina de todos los brotes epidémicos de los últimos años, nos haría reír si no fuera asunto tan grave.

La política informacional nunca muestra los muertos por todas las causas y siempre los del Covid 19; al margen de su definición sesgada, si se mostrara la mortalidad multicausal de cada sociedad, se debilitaría el concepto de pandemia Covid 19 o al menos el miedo consiguiente.

Porque una pandemia, para que merezca el nombre de tal, tiene que ocasionar muchas más muertes que la mortalidad “normal”. Y esa cuenta, cuesta hacerla…

Sobre vacunas, que suelen procesarse en por lo menos 8 años, y se están procesando para “poner en el mercado” en 8 meses,  prefiero no abrir juicio; anoto esto nomás.

notas:

[1]  Némesis médica. La expropiación de la salud, Barral, 1975.

[2]  https://www.unz.com/runz/american-pravda-our-coronavirus-catastrophe-as-biowarfare-blowback

[3]  https://ecotropia.noblogs.org/files/2020/05/Coronavirus-sobre-asesinos-y-estrategias.pdf

[4]  A fines del s. XIX y comienzos del XX, Piotr Kropotkin recopiló datos de integración biológica entre  especies, confrontando con el darwinismo, entonces, como ahora, dominante. El apoyo mutuo, 1902.

Publicado en Conocimiento, Destrozando el sentido común, Globocolonización, Medios de incomunicación de masas, Nuestro planeta, Poder mundializado, Salud. Y enfermedadEtiquetado como Covid-19, Ivan Illich, Máximo Sandin, OMS, Organización Mundial de la Salud, precariado mundial

¡Menos altivez institucional y más vergüenza ecológica!

Publicada el 28/07/2020 por ulises

URUGUAY ANTE LO AMBIENTAL

por Luis E. Sabini Fernández –

Destacamos las fortalezas que tiene Uruguay: transparencia institucional, promoción de la cultura de la calidad y de la competitividad mediante el impulso del desarrollo y de la sostenibilidad, con calidad institucional y eficiencia política implementando procesos de innovación y mejora continua, empleando buenas prácticas de preservación del medio ambiente [colaje de frases extraídas de documentación y papers varios]

 

Decía el formidable Mahatma Gandhi, «Más que los actos de los malos, me horroriza la indiferencia de los buenos», análogamente podríamos decir que el horror desplegado es mucho menos frecuente, siendo más repulsivo que el mal que se cuela en nuestra sociedad, como dicen los gallegos, “a la chita callando”.

El horror, entonces, no de los devastadores activos, de los asesinos seriales, sino de los que dejan hacer o de los que cómodamente  ignoran que la devastación es mucho más frecuente de lo que se asume.

Uruguay es visualizado desde la UE como un referente ambiental. Se le atribuye al actual presidente la tarea del cuidado ambiental regional.

¿De dónde sale tamaña idea? Del cuidadoso cultivo de mentiras y escamoteos que tantos uruguayos han hecho con la cuestión ambiental.

“Uruguay natural”

Para no remontarnos demasiado vayamos apenas a la consigna “Uruguay natural” que fue nada más que una “frase gancho” para promover turismo, a la que se le dio con el tiempo un nuevo significado de conciencia ambiental. Estupendo si fuera real, no oportunista.

Un ejemplo, apenas: la entonces ministra de Medio Ambiente, Eneida de León, perorando sobre la pureza del agua  corriente nuestra: “los últimos resultados de las muestras obtenidas arrojaron un porcentaje de agua potable superior al 99 %, […] [1] «más que admisible» al compararlo con Europa y América Latina, donde el promedio se sitúa en el 93 % y el 76 %, respectivamente.” Una pena que De León no hubiera revelado las fuentes de semejantes afirmaciones y comparaciones. Y lo más grave, que una visión tan sesgada tuviera oídos pueriles que lo creyeran.

Que crean eso o el discurso del año pasado de la misma “ecologista”, entonces ministra del gobierno que nos ha embretado en secreto con UPM, hipotecando tierras y aguas de nuestro país; en marzo de 2019 De León hizo su speech en Nairobi,[2] en el cónclave de la UNEA4 y manifestó que, aunque usted tal vez no esté enterado,  “Uruguay está profundamente comprometido con el cuidado del ambiente y la gestión de los ecosistemas” y que los desafíos correspondientes resultan “producto de un proceso de consulta ciudadana”, por el cual imagino al lector exprimiendo infructuosamente la memoria para ubicar dicho proceso, en algún lugar del país, en algún momento de su historia.

Agroindustria y contaminación

Jamás ingresó tanto en nuestro territorio la agroindustria como hoy, que hace que el campo se siga despoblando aceleradamente.

Como la agroindustria que se autocalifica de “agricultura inteligente” está a la vez contaminando a diestra y siniestra los campos, el aire y las aguas, no sólo se despuebla el campo sino que se afecta toda la biodiversidad; cada vez hay menos fauna y flora silvestres, naturales; nuestros arroyos ya casi no tienen peces;  nuestras colinas y bajíos ya casi no tienen mulitas o liebres y es ya “tarea imposible” salir a cazar perdices. Pero en rigor el exterminio masivo va mucho más allá, porque la fauna menuda, de insectos −la que solía estamparse en los parabrisas y radiadores a la vista de los autos de antaño− también ha disminuido enormemente su presencia.

Jamás, tampoco, se ha cedido tanto espacio a las grandes corporaciones transnacionales, particularmente a las factorías de celulosa (de las mineras, hemos zafado no por mérito propio sino por pérdida de interés empresario, por la baja cotización). La forestación se ensancha como una mancha venenosa; con los ingresos ofrecidos por las empresas transnacionales, logran que se planten eucaliptos en todos lados, arrebatando tierras aptas para otros usos y cultivos,  violentando las regulaciones públicas al respecto.

Jamás habíamos registrado tamaños índices de contaminación. Y nuestros estudios al respecto son increíblemente débiles, embrionarios.

El agua, otrora nuestro tesoro

Tenemos el agua de prácticamente todo el país comprometida con tóxicos.

El uso irrestricto, o casi, de agrotóxicos, tiene la mirada corta; su mirada comercial incluida. Toleramos “entre casa” venenos que el mercado mundial va desechando cada vez más; ¿por qué Italia rechazó naranjas uruguayas?, ¿por qué la miel, otrora orgullo de calidad uruguaya,  ha sido rechazada por las autoridades bromatológicas alemanas?

Ahora se ha obtenido una nueva línea exportadora de miel, a Arabia Saudita. No conocemos sus exigencias bromatológicas, pero sí sabemos que sus pautas de calidad son más bajas que las suecas.[3] Porque hoy también en Uruguay, se coloca azúcar al lado de las colmenas debido a la pérdida de prados naturales; ¡hasta el trabajo de las abejas ha devenido trabajo esclavo!

Y con la carne, el principal destino de los últimos años ha sido China. Pero en 2016 hubo rechazo de carne considerada no apta. Ya había pasado algo similar, el año anterior, con grasa animal, evaluada como en mal estado. Y en 2019, otra vez rechazo de  carne.

Hablamos de pérdida de mercados. Otra faceta relevante es la primarización de nuestra economía. Ya tenemos el caso, en plena expansión, de la forestación totalmente al servicio de pulpos celuloseros que se llevan la humedad del país y nos dejan los detritos, y todo ello casi sin pagar, usando el régimen de zonas francas, que es una reedición de la vieja extracción material que hicieron los imperios europeos en los siglos XVII, XVIII y XIX con las “economías de enclave”.

Pero hemos “avanzado” más todavía. En los ’80, Uruguay llegó a exportar ganado en pie, unas 80 mil cabezas. Si eso es negación de trabajo propio, este año la exportación de ese tipo sobrepasa las 400 mil cabezas. Cero valor agregado, cero trabajo en lechería, en carnicería, en conservación. Apenas la crianza la queda al país. Una radiografía del despojo. De otro despojo.

Cito resoluciones del MVOTMA:  “acordaron garantizar una vida sana y un planeta sostenible y seguro para todos; crear conciencia sobre la urgencia de actuar sobre los productos químicos y los desechos en todos los niveles […] lograr un sólido marco propicio para la gestión para ser respaldado por órganos políticos […] a unirse a la Alianza de Alta Ambición para fortalecer la aspiración […] un marco habilitador sólido que generará beneficio

[…] y un desarrollo sostenible para todos en todas partes.” [4]

Esperemos que esta Triple A no sea tan atroz como la argentina de los ’70, pero escuchemos el eco de estos versos: “[…] no pierden ocasión / de declarar públicamente su empeño / en propiciar un diálogo de franca distensión / que les permita hallar un marco previo / que garantice unas premisas mínimas / que faciliten crear los resortes / que impulsen un punto de partida sólido y capaz / de este a oeste y de sur a norte, / donde establecer las bases de un tratado de amistad / que contribuya a poner los cimientos / de una plataforma donde edificar / un hermoso futuro de amor y paz.” Joan M. Serrat, “Entre esos tipos y yo hay algo personal“. Tal cual.

[1]  Ag. EFE,  11 mayo 2015.

[2]  https://presidencia.gub.uy/comunicacion/comunicacionnoticias/eneida-interpelacion-agua-potable, 2019.

[3]  En los ’80, cadenas de comercialización suecas promovían miel uruguaya proveniente de prados, como muy superior a las mieles provenientes de apiarios que colocaban azúcar al lado de colmenas.

[4]   https://www.mvotma.gub.uy/novedades/noticias/item/10012222-uruguay-comprometido-ante-el-mundo-con-el-cuidado-del-ambiente.

Publicado en Agronecrófilos, Destrozando el sentido común, Nuestros alimentos, Uruguay. Qué hacer

La impugnación al programa ADN: ¿abolición de la crítica o de la realidad?

Publicada el 19/04/2020 - 12/05/2020 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández – 

Se ha suscitado, una vez más, una tormenta por declaraciones consideradas antisemitas.

El periodista Tomás Méndez, habría cometido, o no, una atrocidad, una falsedad, una calumnia [dejemos para más adelante esta precisión] en su programa ADN (C5N, Buenos Aires, 1/4/2020) abordando el origen de lo que se denomina pandemia COVID-19.

Transcribo aquí algunas frases del programa que funcionaban de apoyo a la emisión:

“Fue creado por la elite mundial”

“China y EE.UU. sabían desde 2015 que iba a haber una pandemia”

“Coronavirus, la pandemia fabricada por las potencias”

 “Hace un año, 120 empresarios se preparaban para el coronavirus”

Sostuvo que esta situación que estamos viviendo hoy en prácticamente el mundo entero, proviene de una decisión política. Méndez nos habla que una organización, Evento 201, respaldada por Bill Gates, en 2019 hizo un cónclave, donde un referente, al parecer con pertenencia a la OMS, anunciaba no ya una pandemia sino “una gran pandemia”.

Con toda lógica, a Méndez, a mí, y entiendo que a muchos, no puede dejar de llamarnos la atención semejante anuncio, encarnado en la realidad apenas poco después. Sobre todo, puesto que hay antecedentes con esto de hacer anuncios genéricos que adquieren pronta ratificación en la realidad.[1]

Méndez señala, y acusa, a “familias hipermillonarias” de patrocinar ese encuentro, esa prefiguración de la pandemia que hoy nos está condicionando.

Y refiriéndose a tales multimillonarios, los califica como “los ricos que gobiernan el mundo; unos nacidos en EE.UU., otros en Israel, otros en Europa […]”.

Se armó Troya.

Y se lo acusó de “antisemita”. Modo hecatombe. Los comedidos salieron a ofrecer disculpas a la embajadora de Israel, no así al colega de EE.UU. o a los/las de algunos países de Europa, también aludidos.

El INADI rubricó: “Los dichos de Tomás Méndez en C5N: antisemitismo y judeofobia en tiempos de COVID-19. Descargo del INADI ante los comentarios discriminatorios del periodista.”

Se advierte el apuro para que no permanezca la acusación de antisemita o judeófobo sobre una expresión periodística argentina.

El periódico digital Israel noticias rubricó: “el coronavirus fue creado por estadounidenses e israelíes ricos” (7 abr 2020). La cita, violando la convención que existe sobre las comillas, NO es textual. Aparte de la pérdida “geográfica” (de los hipermillonarios europeos), hay una supresión de eslabones que hace indigerible lo transcrito. Méndez no se refirió a los estadounidenses y los israelíes. Habló de “familias hipermillonarias”.

Dejemos un momento los atributos y calificativos y tratemos de ver la realidad: ¿Hay familias hipermillonarias en el Primer Mundo?

Sí, las hay; no sólo familias, también individuos, también empresas. ¿Los hay en la periferia planetaria? También las y los hay pero en mucha menor medida que en EE.UU., Israel o Europa (excepción periférica: ciertos estados árabigopetroleros). Además, rastreando la pertenencia de esas fortunas periféricas, vemos que mayoritariamente les pertenecen a personas, familias y empresas del Primer Mundo (con otra excepción: también a China).

El informe de INADI, a diferencia de Israel noticias, cita correctamente a Méndez. Y completa la cita con otro pasaje de Méndez que ha generado la atención de INADI: que hay “familias [que] son dueñas de una parte del oro de la Reserva Federal de los EE.UU.” El INADI no aclara algo que destaca Méndez en su programa: que la RF no es un ente público del andamiaje estatal de EE.UU., pese a ser la sede de emisión de los dólares oficiales del país, sino una entente privada (de aproximadamente los diez bancos más grandes de EE.UU.). Por eso la relevancia y la necesidad de “hipermillonarios”. Ni INADI ni ADN precisan cómo está compuesto el capital de la RF.

El informe de INADI está firmado por Emmanuel Taub, un  académico judío versado en mesianismo, y otras áreas muy vinculadas a la judeidad. Sería bueno que el INADI, para emitir juicios sobre antisemitismo y judeofobia, se basara en un abordaje hecho también por quienes no pertenecen en este caso a la comunidad judía, para evitar la suspicacia que genera  una defensa que podría malinterpretarse como “defensa propia”, cuando de lo que se trata, o debería tratarse, es de ofrecer aportes objetivos, generales y desinteresados. Pretensión teórica, sin duda, por la peculiar definición de antisemitismo, de INADI.[2]

Una organización titulada “chequeado”, que se presenta como ‘un sitio web que se ocupa de la verificación del discurso público’, hace su aporte para condenar los contenidos del vapuleado programa ADN.

Méndez puso al desnudo una investigación en biología sintética de la que periodistas de la RAI informaron en 2015: que un laboratorio chino en Wuhan, coordinando su investigación con un colega estadounidense, estaba embarcado en un diseño de quimeras.[3]

¿Cuál es el aporte de chequeado al respecto?: “Ese informe de la RAI se emitió el 18 de noviembre de 2015. Días antes, la revista científica Nature había publicado los hallazgos de un grupo de investigación que había sido capaz de «infectar con coronavirus de murciélago directamente a los humanos (en lugar de necesitar evolucionar primero en un huésped animal intermedio)». Pero el virus al que refieren en esa nota no es el que genera la COVID-19.”

Ese grupo, entonces, no infectó murciélagos ni salteó huéspedes. Pero había sí, investigadores chinos y estadounidenses capaces de infectar con coronavirus…

Y bien: ¿por qué no pueden haber continuado tales trabajos otro equipo de investigadores? Los que trajinan con quimeras no tienen porqué ser exclusivos. El desmentido de chequeado no avanza, dio un pasito y se perdió… Chequeado no niega ni desmiente las investigaciones en biología sintética. Que es lo grave. Y su carácter reservado.

Pero chequeado analiza otro pasaje.  Méndez asoció el simulacro de pandemia de 2019 a cargo de una red de personalidades con la pandemia oficialmente declarado que nos ocupa hoy. Chequeado “aclara”: “el «Evento 201» fue un «ejercicio de simulación de pandemia» realizado en Nueva York el 18 de octubre de 2019 junto con el Foro Económico Mundial y la Fundación Bill y Melinda Gates en el que no se hizo ninguna predicción sobre la situación actual del coronavirus.”[4] [la cita de chequeado contiene las comillas que a vez chequeado emplea].

¡Bueno fuera!

Volvamos a la realidad, que mal que bien subsiste pese a nuestro universalizado encierro: nadie pretende atribuirle poderes anticipatorios a Gates.

¡Pero  qué casualidad anunciar en octubre 2019 una “gran pandemia” y empezar a vivirla en noviembre de 2019. ¡Llamativa cuasisimultaneidad!

Se le pidió a Méndez una rectificación o desmentida, que el periodista ofreció.

Me permito remitir al lector a una nota que tuve que hacer en una situación comparable.[5] Por lo visto, hay que chequear a los chequeadores.

notas:

[1] La implosión del WTC, anunciada, o anhelada, doce meses antes.

[2]  Para el actual INADI, antisionismo es igual a antisemitismo. Y mediante otro salto conceptual mortal, toda crítica a Israel es antisionismo. En resumen: todo lo que tenga origen judío es incriticable. Salvo, imaginamos, lo que consientan o formulen los propios judíos.

[3]  Biología sintética es el proyecto, que entusiasmó a investigadores de Monsanto desde fines del s XX, no ya de cortar y pegar genes de una especie en otra (como es el caso de la famosa soja transgénica) sino de configurar especies nuevas mediante combinaciones transgénicas. Su misma designación revela al lado de la búsqueda de capacidad tecnológica la total ceguera en sabiduría y hasta en mitología.

[4]  https://chequeado.com/el-explicador/es-falso-que-el-nuevo-coronavirus-fue-creado-en-un-laboratorio-chino-y-que-bill-gates-financio-su-origen/

[5]  “Mentiras y medios: auge de la mentira como «verdad objetiva»”, 31 jul 2019.

Publicado en Argentina, Destrozando el sentido común, Medios de incomunicación de masas, Sociedad e ideología

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