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Categoría: Medios de incomunicación de masas

Catástrofe alimentaria: ¿indeseada o ansiada?

Publicada el 07/06/2022 - 07/06/2022 por raas

Se anuncia, un día sí y otro también, que se avecina una crisis alimentaria sin precedentes. Lo hacen analistas explicitando las dificultades para el transporte de producción, ocasionadas por los bloqueos marítimos de la guerra en y alrededor de Ucrania, y lo hacen incluso comunicadores que ni siquiera se toman el trabajo de presentar porqués, verdaderos o falsos. Estos últimos se limitan a la agorería; viene el lobo… que cada uno se parapete…

Por Luis E. Sabini Fernández
25-05-2022

Cuando uno trata de rastrear orígenes de este anuncio o preanuncio, surge claro que Putin deviene principal responsable. Porque la movida militar por él desencadenada ha ido desenvolviendo sus pasos, poniendo en peligro los transportes de alimentos, bloqueando rutas y mares:

“Vladimir Putin destruirá las vidas de muchas más personas que las que mueran en el campo de batalla, y a una escala que el mismo presidente ruso terminará lamentando.” 1 Llegados a este punto, empezamos a otear “de qué va la cosa”.

El anuncio de la hambruna universal no es sino otra forma de “echarle la culpa” de lo que pase, lo que está pasando y lo que esté pasando, a Vladimir Putin. Habiendo desencadenado semejante máquina de guerra, procurando “poner en vereda” a un estado de proporciones más que medianas, con enorme potencial económico y humano, Putin hizo una muy arriesgada movida. No es lo mismo “ordenar” Osetia del Sur, con su no más de cien mil de habitantes, incluso Chechenia, otra entidad de proporciones muy menores ante “el oso ruso” (se estima una población chechena de un millón de habitantes).

Rusia está o estaría entonces “enderezando” a la usanza tradicional al socio mayor de la Gran Rus en la vieja Federación Rusa, nada menos. Y cuando nos referimos a densidades y magnitudes, dejamos exprofeso al margen el sentido o sinsentido de los “correctivos”. Porque la ecuación tampoco es tan sencilla como para hablar de la batuta rusa procurando dirigir el concierto de “todas las Rusias”.

Es indudable que Putin sintió el embate geopolítico y directamente militar desde Ucrania, y que lo sufrió durante años. En un sangriento toma y daca, porque Rusia también aplicó tarascones al territorio ucraniano. Pero el conflicto es mucho más que uno ruso, dirimiéndose entre la Gran Rusia y la Pequeña Rusia (denominaciones tradicionales de Rusia y Ucrania)

Si algo está ya más que suficientemente probado es la actividad de los “servicios” estadounidenses e israelíes (tan imbricados entre sí) dentro de entidades “fracturables”, al decir de Samuel Huntington,2 como Ucrania.

Ya ha quedado ampliamente demostrado que Victoria Nuland, una de las capitanas de EE.UU., coautora del Project for the New American Century (set. 2000), fue la que diseñó un nuevo equipo de gobierno para una Ucrania prooccidental, para divorciarla decisivamente de Rusia (2014). Nuland, provista de miles de millones de dólares, dibujando el nuevo gobierno ucraniano, como si se tratara de designaciones de autoridades con los ediles de su barrio….). Doña Victoria no sólo distribuyó cargos y dólares (o dólares y cargos); fue decisiva en la instauración de una red de laboratorios de biología sintética en Ucrania, arma por excelencia de las nuevas guerras proyectadas –biowarfare– administrada y guiada bajo control estadounidense.

El “pasaje” de la soberanía rusa a la occidental ha sido tan alevoso y decisivo que ha generado, inevitablemente, resistencia. La que expresara Putin. Si vemos entonces el cuadro más completo, aun con los errores y horrores del modo ruso, no podemos dejar de advertir que con el colapso soviético de comienzos de la década del ’90, el mundo anglosajón recuperó la confianza en su poder mundializado que se venía asentando desde siglos atrás. Y que la URSS había puesto, siquiera apenas, en entredicho.

Con la Caída del Muro y el agotamiento soviético, el eje Londres-Tel Aviv-Pentágono volvía por sus fueros. Por eso, la OTAN, por ejemplo, no parece conformarse con nada. Actúa como un pac-man. Lo quiere “todo”.

Volviendo entonces a los insistentes anuncios de hambruna mundializada, hay que aprender a leer esos mensajes.

Lo que nos dicen los que nos hablan de lo porvenir, a veces incluso como si supieran, es que la continuación de la guerra y las acciones militares conexas, los bloqueos marítimos y las interrupciones de suministros ocasionadas por los despliegues militares, terminarán castigando poblaciones aisladas, sin provisiones, sin medios para alimentarse…

Pero esa falta de medios para alimentarse está supeditada a la guerra. La cual no sólo desencadenó Putin sino que con todo empeño y ardor la OTAN se ha dedicado a insuflar, prolongar, ensalzar. La OTAN en general, y particularmente EE.UU.

Si “estalla” la paz, quedaríamos sin guerra. Y consiguientemente, sin hambruna. Y esto sí, entendemos sería un problema para quienes apuestan al biowarfare, al dominio generalizado. En resumen, si llegamos a la hambruna prometida”, no será responsabilidad exclusiva de Putin, como nos dan a entender.

La hambruna será entonces, el fruto de los guerreristas. Y hay algo previo, ahora muy oscurecido. Y es la fragilidad del sistema alimentario mundial y en general de nuestro mundo actual, tan interrelacionado, tan interdependiente. Poblaciones que queden sin cultivos, sin granos, sin fertilizantes, sin agua, pasarán hambre, nos dicen.

Lo que no nos cuentan es el capítulo anterior, cuando esos campesinos contaban con sus medios de subsistencia que les fueron arrebatados para implantar la globalización rampante, generalizada, en que el campesinado tradicional debía desaparecer, sustituido por planteles agroindustriales mucho menores… y mucho más dependientes de los suministros de las corporaciones transnacionales (a la vez, recibiendo alimentos de mucho menor calidad alimentaria).

Y no sólo no resolviendo los problemas de la contaminación, sino agravándolos en temeraria escala geométrica. Estos eslabones de la complejidad económica no te lo cuentan.Ω

fuente: https://revistafuturos.noblogs.org

1 https://es-us.finanzas.yahoo.com/noticias/inminente-cat%C3%A1strofe-alimentaria-202932599.html, La Nación, Bs. As., 20 mayo 2022.

2 The Clash of Civilizations and the Remakingo of World Order, Simon & Shuster, 1993.

Publicado en Destrozando el sentido común, EE.UU., General, Globocolonización, Medios de incomunicación de masas, Nuestro planeta, Nuestros alimentos, Poder mundializado, PolíticaEtiquetado como biowarfare, catástrofe alimentaria, complejidad económica, EE.UU., Estados Unidos, Federación Rusa, guerreristas, hambruna, la Caída del Muro, Luis E. Sabini Fernández, menor calidad alimentaria, OTAN, Project for the New American Century, Samuel Huntington, territorio ucraniano, Vladimir Putin

Disputas geopolíticas, alianza ruso-germánica, OTAN e invasión a Ucrania

Publicada el 30/03/2022 por raas

Por Luis E. Sabini Fernández, Marzo de 2022

La invasión de Rusia a Ucrania en este mes de marzo 2022 ha desatado una serie de mecanismos mentales, ideológicos, entre los que no somos protagonistas de semejante situación. Enumerando: deshistorización sistemática, movida del tablero geopoilítico, pensamiento doble (dejemos a un lado el maniqueísmo, por intelectualmente penoso), campañas contra el intervencionismo y un largo etcétera.

Deshistorización sistemática

El 99 % de los análisis, abordajes, se remonta a lo sumo hasta 2014… al cambio de mano de la península de Crimea, la proclamación de las repúblicas rusoparlantes de Lugansk y Donetsk en la zona del Donbass. Ignorar todo el período soviético (1919-1991) es de una superficialidad o imposible de adoptar.

En tiempos zaristas, con un imperio ensanchádose (en Europa hacia el oeste y en Asia hacia el este), se hablaba de la Madre Rus, o Gran Rus, la Pequeña Rusia o Ucrania y la Rusia Blanca (Bielorrusia). La primera capital imperial fue entonces Kiev.

Hay entonces un denominador común, lo ruso, que es mucho más intenso que el habitual entre naciones distintas o diferenciadas.

A principios del s XX, diversas expresiones políticas ucranianas resistieron el avance bolchevique. Un país muy campesino. Difícil compatibilizar esa realidad campesina y el proyecto proletarista.  Por eso, cuando el nazismo inicia su invasión a la Unión Soviética, en muchas partes de Ucrania no fueron resistidos sino al contrario bienvenidos (allí podría estar el origen histórico de cierta afinidad con la extrema derecha racista en sectores de la población ucraniana).

¿Por qué los nazis podían contar con aliados entre eslavos, siendo su racismo purificador tan hostil ante “razas humanas inferiores” (como suponían la de eslavos)?

El estalinismo produjo estragos en la población, campesina ucraniana. Holodomor. Se estima que millones de ucranianos morían literalmente de hambre mientras los comisarios soviéticos requisaban hasta la última taza de harina, para mayor gloria del proletariado, es decir de ellos mismos y su claque bolchevique.

Saqueados, hambreados, asesinados (si presentaban resistencia a perder su única vaca o la reserva de alimentos para el invierno), los ucranianos sobrevivientes recibieron a los nazis como “salvadores”.

Los nazis, en plena expansión –todavía no habían llegado a Stalingrado y comenzado el principio del fin− pudieron incluso denunciar las fosas colectivas que descubrieron a su paso, que no eran las que ellos todavía no habían empezado a hacer sino las que habían dejado los bolcheviques a su paso con la implantación de la “colectivización forzosa” de 1929 y las hambrunas de la década del ’30 que constituyeron su herencia, ésa también forzosa.

De esa época viene, sin duda, cierta afinidad de población ucraniana con Lado Derecho, Maidan, Destacamento Azov, con el nazismo o cierto racismo étnico.

Porque en Ucrania se repite lo que ha pasado en tantas y tan diversas sociedades: ante las injusticias más flagrantes, hirientes, surge una rebeldía. Incluso una rebelión. Si ese movimiento, psíquico, de una población, que generalmente encarna en una ideología o política justiciera, igualitarista, de rechazo frontal a los privilegios; lo que se califica generalmente de izquierda, falla, porque se revela lo opuesto a lo que predica, entonces, una próxima oleada de insatisfacción profunda, un nuevo movimiento de rechazo social, no vendrá por el lado del igualitarismo, del democratismo, desde la izquierda, sino desde sus opuestos; movimientos autoritarios, radicales, sí,  pero verticalistas, racistas.

La prédica socialista derivó en la URSS, pero también en Ucrania, a la velocidad del rayo, en “almacenes para bolcheviques” que convertían a estos últimos en los únicos que podían comer regularmente, dada la brutal crisis alimentaria que produjo la propia implantación del “nuevo orden” sumada a la escasez ya tradicional de alimentos que castigaba antes a las capas más desguarnecidas. Y esto significó inmediatamente que los más rápidos, los más oportunistas, también se hicieran bolcheviques trastornando el sentido originario, las aspiraciones iniciales.

Esa historia “interna” de la URSS hay que integrarla, secuencialmente, con la segunda posguerra. De allí, sale EE.UU. como poder omnímodo. Sin embargo, en un primer momento se habla de otro triunfador, también: la URSS. El sistema cuatripartito que se estableció entonces, y se corporizó en la ocupación de Alemania por 4 sectores: EE.UU., Rusia, el Reino Unido y Francia. El R.U., un poco a su pesar (pero no demasiado; reconocía una estirpe) concedía el puesto de mando a su vástago y sucesor; EE.UU.

Francia, en cambio, defendió un europeísmo que resultò inconducente porque Europa había entrado en una dependencia, hasta hoy irreversible, de EE.UU.

La URSS figura entonces como una de las dos superpotencias (durante la mayor parte) del s XX. Convertida en potencia nuclear, la URSS asignará a dos de sus repúblicas constituyentes el armamento nuclear: Rusia y Ucrania.

Con el colapso soviético y el consiguiente ascenso a superpotencia única de EE.UU., todo el andamiaje “internacional” que EE.UU. creara a su servicio, la ONU, como en su momento la Sociedad de las Naciones quiso ser la caja de resonancia de la pax britannica (1919-1946), tuvo a su vez un socio principal inesperado; la URSS.

La ONU (California, 1945, sin fecha de vencimiento por ahora) tuvo así un Consejo de Seguridad o Ejecutivo con aquellos ganadores del teatro europeo; EE.UU., Rusia, Reino Unido y Francia) más China, que era la gran presencia del Este en la flamante red internacional.

China era entonces algo muy distinto a la actual, porque gobernaba un régimen occidentalista, anticomunista. Pero en 1949, ese gobierno pierde el control del 99 % del territorio y queda reducido a la isla de Taiwan e islotes adyacentes, y los “Cuatro Grandes” no tienen más remedio que zurcir el tablero mundial, dejando a Taiwan como China nacionalista fuera del Consejo de Seguridad, incorporando a la cúspide a  la República Popular China, convertido ese Consejo así en quinteto (décadas más tarde, Taiwan, la República de China) será expulsada de la ONU, sumándose así a las naciones parias no reconocidas en la ONU (y siendo entre ellas –la nación saharaui, el Tibet, los abjasios− la de mayor tamaño poblacional, con sus más de 20 millones de habitantes).

Ahora bien, el tablero mundial, zurcido, se vuelve a rasgar con el colapso soviético. Y entonces, aparece una Ucrania independiente (formalmente libre de todo poder extranjero). “Granero de Europa”. Una tierra fertilísima, de las mejores de Europa, 40 millones de habitantes, potencia regional. El ideólogo del eje anglonorteamericano, Samuel Huntington, en sus planes para mantener esa supremacía, señalará a Ucrania (y otras naciones de porte mediano-grande, como Turquía) como naciones “partibles”, fracturables. En el caso ucraniano, el período soviético hizo de esa tierra un oeste favorable a Europa y un este más ligado a Rusia. Pero esta fractura viene de antes de la misma URSS por cuanto a grandes rasgos esas mismas configuraciones caracterizaron los asentamientos católicos al oeste y los ortodoxos, al este. Sin tener en cuenta esa historia, “nuestro” presente es incomprensible.

Movidas del tablero geopolítico

El gas y en general las fuentes energéticas rusas son tentadoras para Europa. Por más automación, trascendencia de los límites físicos proporcionados por la industria hipermoderna,  la cercanía física a fuentes energéticas sigue siendo crucial. El petróleo o el gas ruso queda mucho más cerca de Alemania que el que está allende los mares.

Poco a poco se fue tejiendo la red de suministro de tales fuentes energéticas al principal motor industrial europeo; Alemania. El Nord Stream 1, con sus más de 1200 km. de tendido submarino y casi 30 mil millones de m3 de suministro anual, iniciado en 2011, iba a ser de hecho duplicado por el Nord Stream 2 proyectada su inauguración para 2022. Para el eje de la globalización general, bajo la batuta ara la Casa Blanca, el Reino Unido e Israel, este nuevo gasoducto iba a limar asperezas entre Oriente y Occidente (entre Rusia y Europa), y ese posible “estallido de paz” incomoda enormemente a los titulares de la globalización absoluta y propia.

Así que nones. Lidiando por Lugansk y Donetsk se le escapó a Biden: -Si siguen poniendo dificultades, bombardeamos el Nord Stream 2… el periodista sorprendido dijo: ¿Pero y esto qué…, ¿qué tiene que ver? Tiene mucho que ver. Al estilo del político orador de Jacques Prévert.[1]

Esta parte del tablero, sin embargo, es apenas parte. “Del otro lado” del mismo tablero, en modo “imperio”, Putin y su equipo se lanzó al agua con una operación militar desembozada, apenas amparada en el reconocimiento “legal” de dos territorios ucranianos poblados por rusos, designados como repúblicas; Lugansk y Donetsk en Ucrania oriental. Esto permitió a Zelenski ubicarse como defensor, como atacado, ignorando el hostigamiento mortal de años sobre esos territorios. Pero es difícil esperar algo más veraz del presidente ucraniano cuando ha “explicado” que si hay víctimas en la Franja de Gaza,[2] son judíos.

Pensamiento doble (¿o dúplice?)

La esquizofrenia política parece ya tan sustancial a la política que se hace difícil despegar una de otra.

Una frase aborrecible pero sincera, proclama: “Al enemigo ni justicia”. Frase que parece sufrir obsolescencia ética, arrojada al vacío de la historia en nuestra era. Por eso, cuando se inicia todo un movimiento “solidario” con la sociedad ucraniana agredida en un ataque artillado, tradicional, al mejor estilo de los desembarcos de cañoneras estadounidenses en el Caribe, los medios de incomunicación de masas se han apresurado a explicar que están contra todos los intervencionismos, todas las agresiones.

Y condenan con toda su fuerza mediática y la de los políticos y referentes que construyen desde allí sus dictámenes, a Rusia. Mediante un boicot generalizado. Pero nos recuerdan que tampoco les ha complacido el atropello a Libia, las matanzas continuas en Palestina, la hecatombe yemení… ¡vaya!, Supongo que en tales casos y situaciones, debían estar muy ocupados como para condenar, boicotear y “cancelar” (que suena como dernier cri en ética…). Pero que ahora, recapitulando, su democratismo sería tan parejo que nos lo recuerdan: condenar por igual a Putin, la OTAN, Israel, EE.UU., Arabia Saudí…

Emociona. Contra Rusia, medidas concretas. Contra OTAN, Israel, EE.UU. o Arabia Saudí… parole, parole. El pensamiento dúplice sigue gozando de muy buena salud…

notas:

[1] «Discurso sobre la paz», de Jacques Prévert:

“Hacia el final de un discurso sumamente importante el gran hombre de Estado al tropezar con una hermosa frase vacía cae dentro y desamparado abriendo mucho la boca jadeando enseña los dientes y la caries dental de sus pacíficos razonamientos deja al descubierto el nervio de la guerra; el delicado asunto del dinero.”

[2] Un territorio que jamás ha sido israelí ni se le conoce pasado judío y que, precisamente por su condición de asiento árabe ha sido particularmente castigado por la ocupación israelí que lo ha atacado repetidamente mediante artillería y bombardeos, pese a ser un enclave civil. Una sociedad, en suma. Sitiado por aire, mar y tierra desde 2006. Una nueva Numancia, celosamente ignorada.

fuente: https://revistafuturos.noblogs.org

Publicado en EE.UU., General, Globocolonización, Medios de incomunicación de masas, Poder mundializado, PolíticaEtiquetado como Estados Unidos, Holodomor, OTAN, Ucrania, Vladimir Putin

La comedia triste de Ucrania

Publicada el 23/03/2022 - 23/03/2022 por raas

Por Hoenir Sarthou
Voces
9 marzo de 2022

Todos los focos mediáticos del mundo, que durante dos años estuvieron dirigidos hacia la pandemia, apuntan hoy a la guerra entre Rusia y Ucrania. Pero no es esa la única similitud entre dos temas que aparentan ser completamente independientes entre sí.

Para los organismos internacionales y para los gobernantes y la prensa occidentales, Rusia, y particularmente Vladimir Putin, han ocupado el lugar demoníaco que hasta ayer tenía el coronavirus.

Con sus advertencias sobre el posible uso de armas nucleares, Rusia y Putin se convirtieron de pronto en la mayor amenaza para la Humanidad. Las lupas mediáticas, que antes se concentraban en escenas dantescas filmadas en los hospitales, apuntan ahora hacia las tragedias individuales que toda guerra genera, presentándolas como resultado de una inaudita maldad del gobierno ruso y de su Presidente.

Las apelaciones a “unir al mundo contra el virus” pasaron a tener como enemigo a Rusia y a Putin.

El resto no ha cambiado. Lo mismos gobernantes, los mismos organismos internacionales, las mismas agencias de información y las mismas empresas administradoras de redes sociales, hoy sólo hablan de la guerra, censuran a las fuentes informativas rusas y silencian cualquier opinión que insinúe que lo que está ocurriendo en Ucrania tiene otras causas que no sean el azar, la maldad insondable de Putin y la inocencia infinita de Ucrania y de su presidente, el mediático y financierizado comediante Volodímir Zelenski.

Desde luego, eso no es lo que está ocurriendo. Porque, para empezar, es muy difícil encontrar a algún Estado que se beneficie con esa guerra. Obviamente, la guerra no le sirve a Ucrania, que se verá inevitablemente arrasada, teniendo además casi un 40% de su población de origen ruso y con simpatía hacia Rusia. No le sirve a Europa, que depende energéticamente del gas de Rusia y vuelve a vivir conflictos militares muy cercanos, con amenazas nucleares, encarecimiento y escasez de recursos, y migraciones provocadas por la guerra.

Tampoco le sirve a Rusia, que en realidad fue forzada a reaccionar por la iniciativa de incorporar a Ucrania a la OTAN, y no sólo soporta el costo de la campaña militar sino sanciones económicas que están dañando su economía y su moneda, mientras que su eventual éxito es ante todo negativo, el de evitar que la OTAN se instale con potencial nuclear junto a sus fronteras, reduciendo así su status de potencia mundial.

Por último, no le sirve al Estado ni al pueblo de los EEUU, que, si no se involucran, podrían ver menguada su imagen de liderazgo occidental, pero, en caso de involucrarse militarmente, podrían verse arrastrados a un conflicto de consecuencias atroces, en el que, al igual que Rusia, tienen poco para ganar y mucho para perder. China es, quizá, la única potencia que, si no interviene más que declarativamente, como hasta ahora, podría beneficiarse de un conflicto serio que involucrara a Rusia, a los EEUU y a Europa, aunque tampoco eso es seguro, al menos a corto plazo, porque habría que considerar cómo se verían afectados sus mercados.

¿Quién se beneficia, entonces, con la guerra de Ucrania?

Para responder, es necesario superar los análisis de tipo decimonónico, que explicaban las guerras como consecuencia de los intereses nacionales de los Estados involucrados.

Que los intereses económicos privados son determinantes de las guerras no es ninguna novedad. Siempre lo fueron. La historia está llena de gobiernos que fueron instigados a la guerra por los sectores industriales, financieros e incluso agrícolas de sus respectivos países, interesados en ampliar mercados o eliminar la competencia extranjera. Incluso es conocido el papel de intereses financieros supranacionales, dirigidos a levantar o a hacer caer a cierta potencia en su propio beneficio.

La novedad de este Siglo XXI es que los capitales privados más grandes han alcanzado un nivel de acumulación, de desarrollo tecnológico, de desterritorialización y de coordinación de sus objetivos (es una de las funciones de lo “Fondos de Inversión”, que hoy controlan la mayor parte de la riqueza mundial), que les permite presentarle al mundo, ya no una serie de jugadas económicas más o menos disimuladas basadas en la corrupción de los gobernantes, sino un proyecto político global, que comprende la reorganización económica, política, jurídica, científica, sanitaria, ambiental, cultural y educativa del mundo.

Cualquiera que siga las declaraciones de los voceros más locuaces de ese poder económico (el Foro Económico Mundial, el Foro de Davos, la obra de Klaus Schwab, las declaraciones de Bill Gates, e incluso declaraciones de miembros prominentes de familias como los Rothschild y los Rockefeller) percibe que hay un proyecto muy claro detrás de lo que dicen.

Ese proyecto se expresa también, ya sin muchos ambages, en los documentos oficiales de los organismos internacionales (ONU, OMS, FMI, OEA, Banco Mundial, etc.) y en los tratados internacionales que se están cocinando y firmando en los últimos años.

Una noción medular del proyecto es que el mundo no puede quedar librado a las veleidades de los gobernantes nacionales, ni a la voluntad demagógicamente manejada de sus habitantes.

La idea es que el mundo enfrenta desafíos globales, epidemias, crisis ambientales, guerras, cambio climático, escasez energética y de recursos, crisis monetarias, etc.,y, como afirma Klaus Schwab en su obra “El gran reinicio”: “Los problemas globales requieren soluciones globales”.

La propuesta de un gobierno mundial es constante. Un gobierno que, obviamente, no es concebido como expresión de la voluntad democrática global, sino como un régimen tecnocrático y meritocrático, en el que el mérito parece equivaler al éxito económico y al poder que deviene de él.

¿Qué otro título tienen los autoproclamados profetas del futuro, Klaus Schwab, Bill Gates, Elon Musk, George Soros y hasta el incipiente Mark Zuckerberg, que sin embargo vaticinan y a la vez ejecutan políticas que afectan al mundo entero?

Lo que digo puede verificarse con hechos contundentes. Todos hemos visto cómo la pandemia fue manejada por –y en beneficio de – una conjunción de intereses financieros, farmacéuticos y de telecomunicacionales, usando para ello a organismos internacionales, a gobiernos y a funcionarios financieramente manejados.

Ahora, a través de la OMS y de un enigmático organismo denominado “Junta de Vigilancia de la Preparación”, se está elaborando un tratado internacional relativo a futuras pandemias, en el que se asigna a la OMS un papel vinculante, es decir con capacidad de mando a nivel mundial en casos de pandemias.

Por otro lado, en 2018 se suscribió el llamado “Acuerdo de Escazú”, suscripto por Uruguay y en vigencia desde hace un año, que permite a cualquier entidad con la capacidad económica suficiente, no sólo reclamar información, sino llevar a los Estados ante la Corte Internacional de Justicia para responder sobre sus políticas de gestión de los recursos naturales existentes en sus territorios. Es obvia la implicancia de ese acuerdo para países como Brasil, que posee la mayor parte de la Amazonia, y para Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay, que poseen el Acuífero Guaraní.

Menciono esos dos ejemplos para ilustrar cómo se va trenzando la estructura, en parte jurídica y en parte fáctica, de una “gobernanza” mundial nada democrática, que apunta a reemplazar a los gobiernos nacionales en la toma de decisiones respecto a los asuntos más importantes.

¿Es posible leer la guerra ruso-ucraniana prescindiendo de ese fenómeno?

Creo que no. Básicamente porque ninguno de los Estados involucrados obtendrá beneficios, y tampoco lo obtendrán sus economías locales.

Las guerras son buen negocio para quienes prestan dinero para financiarlas, para quienes fabrican y venden armas, y para quienes, luego de ellas, obtienen contratos ventajosos. Hablamos entonces de intereses y empresas supranacionales, para las que las guerras significan grandes traspasos de dinero y recursos públicos hacia sus arcas privadas.

Pero hay algo más. Una guerra a gran escala, que pudiese afectar nada menos que a los EEUU, a Rusia y a los países europeos, va absolutamente en línea con la idea de un gobierno mundial. Por un lado, se debilitan y desprestigian Estados poderosos (el caso de la autocrática Rusia, que no responde demasiado al poder económico occidental ni a su proyecto de gobernanza, sería paradigmático). Por otro lado, cuanto más cruenta y extendida sea la guerra, sobre todo si hay amenaza nuclear, más volcará a la opinión pública mundial a aceptar cualquier estructura de poder que prometa orden y seguridad.

Banqueros como el ucraniano-israelí- chipriota Ihor Kolomoisky, que, inspirado por otros banqueros, promovió y financió la carrera del comediante Volodímir Zelenski a la presidencia de Ucrania, sabían lo que hacían. Nadie mejor que un comediante para protagonizar una obra de enredos en que nada es lo que parece.

fuente: https://infoposta.com.ar/notas/12307/la-comedia-triste-de-ucrania

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Covid 19. Raíz de la regimentación sanitaria

Publicada el 12/08/2021 - 23/05/2022 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández –

Me voy a permitir citar un párrafo inicial que entiendo que se ajusta como el guante a la mano con la coyuntura presente (igual, nadie recordará haber leído ese párrafo al inicio de otra nota mía):

“Carlos Vaz Ferreira, nuestro filósofo de la primera mitad del siglo XX, calificó de «colonialismo mental» una actitud tan difundida en nuestra sociedad, de ver con ojos deslumbrados lo que proviene del centro planetario. Particularmente todos los «adelantos tecnológicos» reciben una aceptación incondicionada, que sin embargo a veces ni reciben en el mismísimo origen.”

Vayamos a la reciente resolución del gobierno que, preparando la reapertura de fronteras para incentivar el disminuido turismo proclamó: “[…] que aquellos propietarios extranjeros que estén vacunados puedan ingresar”.[1]

En el mismo  momento que países que han sido tan o más maltratados aún por las estadísticas de muertos en contagiados por el Covid 19 que Uruguay –EE.UU., Alemania– han remarcado que no la emprenderán con la obligatoriedad de la vacuna por la razón de artillero; porque son vacunas o mejor dicho inoculaciones  experimentales, que no han cumplido todos los requisitos para constituir obligatoriedad; en el mismo momento en que ni la misma OMS, eje fundamental de esta secuencia que se apresuró a definir como “pandemia” al Covid 19, quebrando usos anteriores de semejante concepto, se ha animado a declarar obligatoria la llamada vacunación (resolución del 7 dic. 2020).

Pero además, hay datos de la realidad que aconsejan cierta mesura en la administración de estas inoculaciones. No hay antecedentes de tantas reacciones adversas, incluida la muerte, con ninguna de las vacunas precedentes. Lo dijo el epidemiólogo (que por cierto no es antivacunas) Eric Caumes: «Nunca he visto una tasa tan alta de efectos adversos en una vacuna […] hay más [de tales efectos]  en gente joven que en personas mayores.»

Se trata de miles de casos adversos en millones de inoculaciones y aritméticamente se podría decir ‘son un porcentaje decimal no significativo, pero hay que saber que con las reacciones adversas en el curso de vacunas con los 4 niveles de experimentación aprobados, que se solían exigir, se registraban decenas de casos adversos por millón, no miles, como ahora.

Así que en este caso, la pretensión de obligatoriedad para las inoculaciones contra el Covid 19 carece del marco legal que siempre necesitaron las vacunaciones, y del sentido común que aconseja actuar precautoriamente. Sobre todo, cuando se sabe que existen diversas medicaciones para afrontar la patogenicidad del Covid 19 (aspirinas, ivermectina, antiinflamatorios como cortisona, dióxido de cloro, y varios otros medicamentos que desconozco).

La pregunta que surge ante la pretensión del gobierno uruguayo (que no es el único con estos afanes obligacionistas) es de dónde proviene ese presunto celo.

Entendemos que responde a una campaña de miedo.

Y que, eso sí, ha tenido éxito. Un éxito obsceno, pero bien real, confirmando, una vez más, cómo se mueve la población, mejor dicho cómo puede ser movida.

Veamos, si podemos seguir “el hilo de Ariadna” y arribar a alguna referencia o conclusión que nos resulte valiosa.

Algunos hitos:

• El papel de la OMS. Ha sido decisivo. Convertida en una red financiada por contribuciones de particulares, que cambió su naturaleza, de organización internacional sostenida burocráticamente por aportes de estados nacionales, a estructura de poder privatizado, de tipo mecenazgo, más acorde a estructuras conocidas en el Medioevo, por ejemplo.

• El del Big Pharma, estrechamente ligado por redes interempresarias con la OMS y por personajes como Bill Gates, elevado a la categoría de gurú sanador convertido en jugador primordial de la sociedad humana.

• Los medios de incomunicación de masas (que uno nunca sabe si funcionan solamente como polea de transmisión de las consignas del poder o incluso pretenden funcionar como usinas ideológicas), que revelaron su enorme, aplastante poder, cuando establecieron sus oficinas de chequeado mediante la cual controlar los flujos informativos y desechar todo planteo que les resultara “inconveniente” al mejor estilo de cualquier esquema totalitario de viejo cuño.

• Finalmente, los gobiernos nacionales, con mucha dependencia ideológica ante la filosofía del progreso y escasa tonicidad política para comportarse con independencia, pese a las consabidas declaraciones gubernamentales de soberanía, se revelaron magníficas correas de transmisión para lo política establecida en las sociedades mediante una heteronomía radical y más radical, justamente, por escamoteada: no existe el gobierno nacional que diga: “seguimos directivas que nos han lleg…”

Con este cuadro de situación, hemos llegado a que sólo “se habla” de vacunas y vacunaciones. Así nos “bombardean” por igual periodistas de “izquierda” y de “derecha”, encarnando aquel ácido aforismo de Nicanor Parra: “La izquierda y la derecha unidas jamás serán vencidas”.

Procuremos seguir buscando el hilo conductor de la situación actual, que podríamos denominar “Cama redonda de vacunas”.

Tratemos de rastrear el proceso históricamente.

1) Al inicio de lo que pronto se llamó pandemia de Covid 19, el Big Pharma y sus respectivos voceros locales, los gobiernos nacionales de casi todas partes, empezaron a “tranquilizarnos”, primero con promesas de vacunas y luego con vacunas, dos tomas (en casi todos los modelos de inoculación): una dosis, aligeraba la enfermedad que se contrajera; dos, eran la certeza absoluta de estar “salvado” .

2) Con los meses, empero, el cuadro de suministros se fue desdibujando, con cantidad de situaciones en que no se podía llegar a la segunda inoculacion. Y a la vez, la información sobre infectados y muertos en relación con la vacunación también se fue problematizando.

3) Algunos estados nacionales empezaron una arrebatiña de vacunas. La escasez de arribos hacía difícil cumplir los plazos establecidos. Y aparentemente el intento de mantener dosis consideradas adecuadas en cada tipo de inoculación exigía una coordinación que aparentemente el mercado mundializado no podía enfrentar (plazos, destinatarios…).

4) Pero el mundo empresario, ayudado por autoridades “sanitarias” como la OMS, encontró la solución: empezar a inocular la que estuviera a mano. Poco importa si es ARN mensajero, virus atenuado, ADN modificado… nuestros pastores sanitarios nos aseguran que todas se fortalecen entre sí con las combinaciones.

¿Y el cuerpo que las recibe, qué tal? Si ya habíamos verificado que las reacciones a las inoculaciones contra Covid 19 han  generado muchísimos más casos problemáticos que cualquier vacuna anterior procesada con las cuatro etapas de rigor, ¿qué podemos esperar de esta ensalada que ya no es sólo rusa?

Veamos lo que está pasando en La Plata, capital provincial argentina: “En el mes de julio [… 2021] registró alrededor de 140 fallecidos. El 71 % de ellos había recibido una dosis de la vacuna contra el COVID-19. Otro 19 %, había logrado acceder al calendario completo.” [2]

“El optimismo es más fuerte”. Véase lo que declarara la misma fuente, pocos días antes: “[…] las vacunas probaron ser altamente efectivas. El porcentaje de fallecidos en relación al de vacunados se mantiene por debajo del 40 % para aquellos con una dosis y del 16 % entre aquellos con el plan completo.” [3]

Obsérvese que la mayoría de los muertos en La Plata en julio 2021 son vacunados y que eso está naturalizado, pese al planteo inicial (vacuna como garantía contra la muerte).

Por eso, no extraña que el mismo medio, finalmente, luego del paréntesis optimista, se pregunte, lo mismo que nosotros: “El discurso sobre la eficacia de la vacunación es por lo menos cuestionable. Inicialmente nos explicaron que si te vacunabas, ibas a evitar enfermarte. Después, cuando vieron que esto no se condecía con la realidad, afirmaron que, aunque podías contagiarte, la vacunación evitaba que la enfermedad se torne grave. Cuando salió a la luz que entre los vacunados también existían casos de gravedad, comenzaron a asegurar que la importancia de la vacuna es evitar la muerte por COVID. Sin embargo, hoy lo cierto es que las cifras oficiales dicen todo lo contrario. “ [4]

Pero como si esto no bastara, han llegado a los circuitos mediáticos dos videos que nos muestran el revés de la trama que hemos tenido que soportar en este año y medio: declaraciones de senadores republicanos estadounidenses [5] desnudando la trama de intereses y colusiones que han generado entre otros desastres más de medio millón de muertes en EE.UU., casi todas ellas evitables (y análogamente, en el resto del mundo).

Uno escucha a esos senadores, todos presumiblemente wasp,[6] explicando la trama de intereses que ha desmantelado de hecho cualquier rasgo democrático y racional en  el enfrentamiento al Covid 19, acusando a la República Popular China de haber desatado la pandemia (no sabemos si por descuido o deliberadamente, pero en cualquier caso cerrando e paso al contagio dentro de la sociedad china; los muertos declarados por Covid 19 en todo el territorio no alcanzan a cuatro mil), y uno siente que algo “anda mal”, pero muy mal: a quienes se presumía que eran resortes de un poder mundializado hay que escucharlos como otras tantas víctimas de un operativo a escala planetaria.

El segundo video, ligado al anterior, pero ya no de alegatos sobre responsabilidades y culpabilidades, sino palabras del médico cardiólogo Peter McCullough, en  un sentido mucho más explícito, con claves para entender lo que ha pasado. No es que no lo supiéramos por entero. Varios estábamos siguiendo las huellas de lo que, magistralmente, despliega McCullough (pienso en primer lugar en Nicholas Wade y Ron Unz, pero, afortunadamente, somos muchos más.).

El video de McCullogh, https://www.youtube.com/watch?v=-eJnr8QdvQY, que es apenas de 14 minutos, desnuda la defección del mundo médico ante presiones extracientíficas; gracias a su despliegue del curso de la pandemia nos preguntamos acerca del desdoroso papel de los GACH que han proliferado en tantos países, abandonando con armas y bagajes el juramente hipocrático, y el de los equipos de editores de publicaciones pretendidamente serias, cientificistas, algo que nos muestra de modo insuperable McCullogh.

Su papel desnuda a los correveidiles del Big Pharma. Voluntarios o involuntarios.

NOTA. Los videos están hablados en inglés, pero hay leyendas optativas en inglés y en castellano.

notas:

[1] La Nación, Buenos Aires,  3 ago 2021.

[2] https://realpolitik.com.ar/nota/44806/covid-19-en-la-plata-el-71-por-ciento-de-los-fallecidos-en-julio-estaban-vacunados/, 7  ago 2021.

[3] https://realpolitik.com.ar/nota/44746/casi-la-mitad-de-los-muertos-por-covid-19-estaban-vacunados, 4  ago 2021.

[4] Ibíd., 7 ago 2021.

[5] https://www.youtube.com/watch?v=DU154vdUkZA

[6] White, anglo saxe, protestants

Publicado en Centro / periferia, Ciencia, Destrozando el sentido común, Globocolonización, Medios de incomunicación de masas, Para salir del repollo, Poder mundializado, Salud. Y enfermedad, UruguayEtiquetado como Covid-19, negacionismo mediático

Imagen, palabra: ¿extinción de la mente crítica o del diálogo humano?

Publicada el 22/06/2021 - 03/08/2021 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández –

Franco Bifo Berardi anota una cuestión clave de nuestra modernidad: “la extinción de la mente crítica”.[1]

Su sola enunciación nos da la pauta de la trascendencia de su planteo.

Berardi observa con sagacidad y precisión una serie de pautas que ilustran ese proceso de extinción.

Fundamentalmente, registra “la saturación de la atención social” dada por “la velocidad y la intensidad de la infoestimulación” que nos absorbe casi permanentemente.

Mirado etimológicamente, el fenómeno desnuda toda su gravedad: eso que nos absorbe, so pretexto de nutrirnos informacionalmente, nos deja absortos. Y por lo tanto anonadados. Y esa absorción a que somos sometidos capta nuestra mente casi ininterrumpidamente; y es lo que nos elabora ya no sólo absortos sino mentecatos. Porque el origen de esa palabreja es tener la mente captada: mente captus, mente captada. Mentecato.

imagen y/o palabra

Aun bien diagnosticado el fenómeno, entiendo hay un fallo en el abordaje de Berardi: en todo caso, observa una vía de extinción de la mente crítica, pero entiendo deja a un lado por lo menos otra, no menos importante: la sustitución de la palabra por la imagen en nuestra relación con la realidad (y su insoslayable temporalidad). Sustitución o desplazamiento que implica la presentización de nuestra relación con el mundo.

Cuando sobreviene el auge de la imagen, a mediados del s XX, había un motto que abonaba esa expansión formidable de lo comunicacional: “una imagen vale, otorga el conocimiento vivencial, más que mil palabras”.

Y es cierto. Lo que obviábamos entonces es que una palabra, la palabra, también puede brindarnos mil imágenes, enriquecer nuestro interior, mediante asociaciones, derivaciones. A diferencia de la imagen que nos impacta y a menudo nos deja “sin palabras”, la palabra no nos da la imagen sino que nos permite a nosotros “hacerla”; véase por ejemplo, esta frasecita (atribuida a Eduardo Galeano): “La realidad imita a la tele.” Todo el mundo que se abre a nuestro discurrir…

Una buena verificación de la elaboración de imágenes desde la palabra nos la da la lectura de, por ejemplo, una novela que, después de nuestra lectura, se pasa al cine y alcanzamos a ver dicha versión. Vemos entonces  cómo habíamos hecho “la película” antes, en nuestro interior; a menudo mucho más rica y variada que la confección cinematográfica.

La palabra, entonces, despierta nuestras reflexiones y consiguientes imágenes, y en los mejores casos, nos embarca en nuevas búsquedas. Abre nuestras mentes.

La imagen tiene todo el atractivo de lo visual, y por eso mismo no necesita tanto de la palabra como de la emoción desnuda. Es más elemental. Tiene enorme carga emocional, evocativa.

La palabra, en cambio, es la que caracteriza nuestra humanidad. Somos humanos porque tenemos la palabra. La imagen es algo compartido con buena parte del mundo animal.

Pero los animales viven en el puro presente porque la temporalidad, hasta donde sabemos, les es ajena, al menos relativamente ajena. Los animales que llamamos “superiores” tienen por ejemplo pasado, porque es lo que revela el ejercicio de la memoria, tan presente. Que revela su experiencia.

Pero nuestra temporalidad; pasado, presente, futuro, es algo específicamente humano. Que podemos plasmar en imagen y en palabra.

Esas dimensiones temporales, totalmente asimétricas, –por cuanto lo pasado ya no existe y lo futuro, precisamente por su condición futura, tampoco existe y por lo tanto es totalmente inasible– no nos permiten ninguna norma o ardid de simetría.

La palabra apenas si nos permite acercarnos (a lo más, asintóticamente) al pasado y, respecto de lo futuro, ni siquiera eso; ni acercarnos (salvo mediante el viejo oficio –tan atractivo– de adivinar, intuir, apostar, y en general, errar).

Berardi se concentra en el muy real fenómeno de la saturación informativa y cómo eso nos dificulta la capacidad crítica mediante el anegamiento de nuestra conciencia.

La invasión de la imagen, opera, a mi modo de ver, como otro fuerte distractor, y encierra, además, un peligro todavía mayor, porque de algún modo establece otro camino de intelección cargado emocionalmente pero empobrecido en palabras, en conceptos.

Y ante el problema que plantea Berardi como principal; “la descomposición de la mente crítica, cuyos efectos incluyen la credulidad entre las muchedumbres y la agresividad autoconfirmatoria de la multitud”, la descomposición del discurso  y su sustitución por la imagen, constituyen elementos a tener muy en cuenta.

Porque está comprobado que la falta de palabras genera una enorme frustración e irritación, y veo, precisamente en lo que Berardi califica “agresividad autoconfirmatoria de la multitud” una debilidad o ausencia de la palabra, del discurso. Debilidad o ausencia de cierta abstracción, inevitable ”cuando nos faltan las palabras”.[2]

fiebre de chequeado, verificado, comprobado

Berardi lidia en su artículo con otro fenómeno actualmente insoslayable; la proliferación de las fake news.

Y es muy escéptico ante la tarea de crear guardias o aduana conceptuales de “lo verdadero”. Coincidimos con su escaso entusiasmo ante la idea policial de preservación de la verdad, aunque no compartamos la irrelevancia que le atribuye a la verdad. De cualquier modo, no necesitamos guardias sino criterios.

La preeminencia de la imagen nos plantea otra dificultad. Relacionada con una crisis del diálogo.

El diálogo es condición sine qua non de toda posibilidad crítica.

Entendemos que la extinción de la mente crítica puede estar muy relacionada, también, con una crisis del diálogo.

Innegable el proceso de tecnologización galopante de nuestras sociedades. Con distintos ritmos e intensidades, en el mundo entero.

Este proceso coincide, se solapa o se expresa de diversos modos; modernización, automación, miniaturización, computarización, entre otros.

La crisis a que me refiero sobreviene lentamente, de manera no expresa, incluso como si se tratara de ventajas y mejoras en la comunicación humana, generalmente esgrimidas sobre la base de ventajas que se ofrecen al usuario, al particular, al comprador, al consumidor, al cliente.

Examinemos una de estas manifestaciones. Las empresas buscan siempre abaratar costos. Factor que suele tener preeminencia sobre otras consideraciones.

Ejemplo. TELEFONISTA vs. CINTA GRABADA

El complejísimo mundo de las comunicaciones telefónicas, increíblemente expandido en las últimas décadas, estuvo basado hasta hace pocas décadas, en una red de teléfonos, internos y derivados, atendidos por equipos de telefonistas.

En el mundo empresario, el cliente llamaba a un número; el telefonista lo derivaba a la sección respectiva.

Tecnologización mediante, se fueron instalando centrales o centralitas telefónicas que respondían sin voz humana, con programas de opciones. Con enorme abundancia informativa sobre una serie de puntos a aspectos totalmente ajenos e irrelevantes para quien ha intentado el contacto telefónico.

Un ejemplo prístino de “la sociedad del cansancio” del filósofo coreano Byung-Chul Han: uno tiene que gastar su tiempo escuchando opciones que de nada le sirven; una fluidez extraordinaria no garantiza movimiento real.

La oferta de opciones frente al intento de comunicación telefónica con el mundo empresario puede llevar minutos, cuartos de hora que, tratándose de llamadas internacionales pueden ser además muy onerosas para el particular. Todo ese esfuerzo  y tiempo aplicado por el cliente, el particular, el paciente        –que se ahorra la empresa– tiene un costo psíquico, no sólo material. Muy a menudo el menú ofrecido no satisface al demandante, quien en todo caso, deberá repetir la intentona comunicacional para ver con qué se queda. Porque se trata de aceptar lo que se le ofrece. Cuando uno repasa las 6, 7 u 8 opciones brindadas, a veces con habilidad logra la opción de hablar con una voz humana, y en ese caso es probable que la demora se agigante y deba prepararse psíquicamente para oír que hay 16 personas antes que él o que la demora estimada es de 35 minutos…

El mundo empresario, cada vez más atrincherado ha ido sustituyendo cualquier relación más o menos espontánea por una relación de poder.

Basado en términos comunicacionales, que procuran funcionalizar las relaciones, pero que afectan el estado anímico de los particulares, de aquellos que todavía responden con su humanidad.

Desigual, el presunto diálogo entre el particular y el robot, la cinta grabada o el dispositivo electrónico movido con algoritmos.

Los presupuestos comunicacionales de las cintas grabadas y del lenguaje-e reposan en que la intercomunicación se puede hacer con exactitud. Pero la comunicación humana no es una ciencia exacta. Por eso, por ejemplo, no existen, prácticamente sinónimos, al menos totales, totalmente equivalentes, en las lenguas que hablamos los humanos.

El lenguaje, como entidad intercomunicadora, es como un trabajo de orfebrería, se puede siempre pulir y tallar, para apenas aproximarnos. A diferencia de la comunicación electrónica, que busca, y expresa, la exactitud.

Atender a la clientela de las empresas mediante un contestador automático, con sus opciones, revela el desprecio del diseñador por el alma humana (y por los tiempos de los humanos, objeto de las empresas), frustrada en un porcentaje de casos y situaciones.

No en la mayoría, ciertamente, si el contestador automático ha sido medianamente bien programado: Podrá responder, con efectividad al 60% o al 85% o, pongamos, al 92 % de las consultas. Pero “cansará” a unos cuantos.

¿Por qué este afán tecnocratizador?

Para tener todo (cada vez más) bajo control. Para que todo lo que los humanos podamos hacer, resulte cognoscible y por lo tanto, predecible.

La erección de tales centros comunicacionales implica, aunque no se lo diga expresamente, erradicar toda comunicación no computarizable, es decir, ajena al control.

¿Qué control? El establecido por la creciente red de algoritmos, registros, opciones que ofrecen los sistemas cibernéticos para que nos movamos en una suerte de parque zoológico humano, al decir de Peter Sloterdijk.[3]

El “todo bajo control” de nuestra era cibernética deja como proyecto rudimentario un diseño como el 1984 de George Orwell.

A la vez, los gigantes GAFA,[4] titulares de las conexiones neurales de nuestro novel “cuerpo social”, han generado, con la tecnologización galopante, un negocio de dimensiones jamás entrevistas. Y una adhesión incondicional de todas las redes y los individuos que creen a pie juntillas en el poder establecido o se sienten gananciosos con ello.

Con lo cual, en última instancia, el interés crematístico y el político recaen en el mismo núcleo de poder.

Debilitamiento del  diálogo humano,  saturación progresiva de la mente crítica,  los seres humanos vamos teniendo que enfrentar  modos cada vez más complejos de dominio, cada vez más alejados de lo que tradicionalmente se había considerado el poder sobre mentes y pueblos.

El sistema de la hipermodernidad cibernética sin límites ni fronteras nos ofrece todas las ventajas, todos los placeres,  todas las oportunidades como nunca antes.

Los motores de nuestra hipertecnologizada sociedad pasan por la velocidad, el traslado, el goce. Y el desvanecimiento  de toda idea de opresión, injusticia, y rebeldías consiguientes.

La cuestión es, apenas, si a la vuelta inesperada de alguna esquina, nos toparemos con la realidad de nuestra heteronomía, cansancio, saturación, y una ya inocultable contaminación generalizada, extinguida nuestra capacidad crítica, como denunciara Franco Berardi.

notas:

[1]   “La extinción de la mente crítica”, Caja Negra, Difundido desde PostaPorteña, no. 2200, 24 abr. 2021.

[2]  Hay ejemplos dramáticos de cómo la escasez o falta de vocabulario genera irritación, frustración y de allí la violencia está a un paso: los niños que procesan una muy baja instrucción y educación, y llegan a la adolescencia con escaso vocabulario; por ejemplo, analfabetos en una sociedad alfabetizada, sufren un doble impulso a la delincuencia: carecen de las herramientas intelectuales básicas para las tareas “normales” de una sociedad y el recurso del robo se les hace casi único modo de sobrevivencia.

Y los extranjeros habitando un país con idioma desconocido, quedan mudos ante observaciones o reconvenciones de la sociedad que viven, y las sufren en un idioma que no entienden; eso, despierta enorme frustración  y agresividad.

[3]   Normas para el parque humano, Ediciones Siruela, Madrid, 2000.

[4]   “Google, Apple, Facebook y Amazon: cómo funciona el ‘grupo GAFA’». https://www.bbc.com/mundo/noticias-48542153 6 jun 2019.

Publicado en Conocimiento, Cultura dominante, Medios de incomunicación de masas, Poder, Sociedad e ideologíaEtiquetado como conocimiento vivencial, Eduardo Galeano, Franco Berardi

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