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Categoría: Sociedad e ideología

GENOCIDIO AL DESNUDO Y A LA VISTA DEL PÚBLICO

Publicada el 19/02/2025 - 05/03/2025 por luissabini

19 febrero 2025

por Luis E. Sabini Fernández

La historia muestra el  conflicto de fuerzas diversas,  a menudo contradictorias. Lo cual da paso a diálogos, a menudo ríspidos. El diálogo suele ser parte de muchísimos conflictos humanos.

Calígula, al parecer, si dialogaba, lo hacía sólo con Incitatus, su caballo. En tal caso, se ha perdido todo diálogo humano.[1] Relaciones de ese tipo existen, por ejemplo, con una noción de estado absoluto, que prescinde del diálogo: “El estado soy yo”, de la monarquía absoluta de los Borbones.

Pero en general, el desarrollo y la convivencia de diversas culturas y naciones implica cierta suerte de diálogo.

Los genocidios constituyen, en cambio,  la antítesis a todo diálogo.

Medidas genocidas, como la matanza nazi de judíos (y otras categorías de humanos también rechazadas por el nazismo), se han llevado a cabo de modo no del todo públicamente. Se sabía algo, se intuía algo, muchos sospechaban con certeza, pero no había nada abierto, explícito.

Cuando los hutus, perfectamente amparados por poderes extrarruandeses,[2] libran una matanza de tutsis que se estima puede haber llegado a ser de un millón de seres humanos, hombres, mujeres, niños, “empresa” que insumirá varios meses del año 1994, otra vez, como con el nazismo, hay barruntos, indicios, algunos tienen certezas o cuasicertezas, pero  no existe la declaración abierta, descarada, sin tapujos, de semejante política: el genocidio.

Lo que se ha desencadenado el 7 oct. 2023 en la Franja de Gaza; se ha constituido en un genocidio a cielo abierto, a la vista (y paciencia; nunca tan bien aplicado este segundo aspecto) del público.

El genocidio explícito desatado el 7 oct. 2023 no sobrevino en cielo sereno. El genocidio palestino y en particular el gazatí, venía manifestándose desde por lo menos 2005 o 2006.

El episodio disparador parece haber sido la autoevacuación de unos pocos miles de colonos sionistas que se habían instalado a la fuerza en la Franja de Gaza construyendo enclaves a todo lujo en el saqueado, magro territorio. Se retiran, tras destrozar todas las costosas instalaciones que habían montado en medio de las privaciones a que estaban sometidos los palestinos. E Israel inicia el cerco mortal a la Franja, impidiendo todo contacto de dicho territorio ni por aire (destrozan el aeropuerto de la Franja financiado en su momento por la asistencia española), ni por agua (bloquean el puerto y cercan su costa al punto que los pescadores palestinos pueden apenas pescar en la orilla (siendo baleados si entran aguas adentro), ni por tierra, adueñándose militarmente de todos los ingresos salvo los fronterizos del lado egipcio; a Egipto se le impone su política de bloqueo, que, estrangulado financieramente, acata.

Esa escandalosa mudanza, hiriendo tierras y sociedades, parece responder a un hecho político preciso: luego de años y años sin que los palestinos pudieran decidir su destino político, porque Israel bloqueaba toda salida autónoma fuera de su influencia o porque las elecciones palestinas eran cada vez más amañadas, en 2006, con la presencia de veedores internacionales confiables, como el Centro Carter, se logran elecciones con un margen aceptable de veracidad y ¡oh sorpresa! es Hamás, confesional, islámico, tradicionalista, lo que gana las elecciones. Se prueba así que los palestinos habían estado embretados por partida doble: desde el designio sionista, reinventando un país a su servicio desechando “el material humano” allí presente, y desde una dirección política que en algún momento fue de resistencia a la imposición sionista, pero que por desgaste y/o derrota fue siendo políticamente deglutida, por más que sus banderas “de izquierda o socialista”  se siguieran enarbolando y confundieran a muchos simpatizantes de la causa palestina.

Hamás se impuso categóricamente en la Franja de Gaza. Y más ceñidamente, también en Cisjordania y Jerusalén (Oriental). Inmediatamente, con “asistencia” israelí, la OLP y su liderazgo congelado procuran rehacerse del gobierno, ignorando los comicios: los candidatos votados de Hamás son detenidos y depositados en cárceles y la alianza espuria entre Israel y la ANP logra readueñarse de facto de los cargos en Cisjordania. Pero los dirigentes de ANP no pueden mantenerse dentro de la Franja de Gaza.

El resultado electoral, real, Hamás al gobierno, es lo que decide a la dirección sionista a eliminar a Gaza, derecho viejo. Claro que no se puede hacer todo “de una”…

Desde entonces, Israel inicia un cerco de hierro: todo suministro proviene exclusivamente desde Israel. Los que quieren hacer desaparecer a la Franja de Gaza y su población refractaria se constituyen en sus aprovisionadores exclusivos. La alimentación mengua y el agua empeora deliberadamente su calidad. Los viajes se dificultan. Se inicia un “trapicheo” moralmente atroz: cuando un enfermo no puede atenderse dentro de la Franja y tiene que ser internado en hospitales de, por ejemplo, Cisjordania, las autoridades chantajean al enfermo: lo dejan ir si se hace infidente.

Todo va escaseando cada vez más: alimentos, medicamentos, elementos de cultura, ladrillos, canillas, vajilla, jabón, vestimentas, y, claro, agua. Israel derriba toda alberca y balea los depósitos de reserva cerca de su  base, para vaciarlos.

Nadie enjuicia a Israel por esos comportamientos. Entre 2006 y 2023. Todos pregenocidas. Preparatorios de un desenlace que no puede no ser genocida.

Las observaciones se van apilando. Lo advertirá el noruego Richard Falk, comisionado  de la ONU ante los territorios palestinos, y recientemente la italiana Francesca Albanese, relatora de la ONU sobre la cuestión palestina.

Pero la ONU carece de ejecutividad. António Guterres, su secretario general, es un monumento ecuestre a la impotencia. Todo el diseño onusiano está cuidadosamente establecido. Porque, como han sincerado algunos privilegiados, la igualdad no es igualitaria. Las medidas se declaran para todos, pero el sagrado principio de desigualdad ante la ley preserva a algunos de cumplirla.[3]

El proceso de estrangulamiento programado por Israel, se remata  con el “Acuerdo del Siglo”, en 2020 para solucionar el “diferendo” palestino-israelí, firmado entre Israel y EE.UU., donde los palestinos ni siquiera aparecen como notificados, menos aun firmantes. Esa ausencia confirma la política de erradicación/usurpación/extinción/exterminio (proponemos al lector elegir la denominación más acorde).[4]

Así que el sionismo se dedicó a incentivar su política de negación de lo palestino. Pero matar directamente y no masivamente, solivianta. En cambio, políticas restrictivas; deterioro de salud, falta de asistencia, restricción de agua, escamoteo de alimentos nutritivos, generación de enfermedades (por ejemplo, echando material contaminante a la tierras más altas de Gaza, asegurando que lentamente se van a extender por toda su escasa superficie, camino del mar), tienen a la larga el mismo efecto. Y la política de “redención de la tierra” funciona así con menos fricciones (pero necesita más tiempo).

Algunas organizaciones políticas palestinas, como la ANP, con su seudoindependencia  vegetaban parasitariamente. Pero organizaciones enfrentadas al sionismo, como Hamás, vieron la encerrona. Y la agonía. Y la inminente extinción.

Parece ser que un estratego formidable, Yahya Sinwar, que en sus larguísimos años de cárcel llegó a conocer el modus operandi israelí y aprendió hebreo, advirtió que esta vez el asentamiento sionista avanzaba y se hacía imparable. Había conocido el amargo sabor de la represión a mansalva cuando estuvo entre quienes forjaron las Marchas por la Tierra, en 2018 y 2019, absolutamente pacíficas, que así y todo cosechó centenares de muertos y mutilados palestinos. Como tantos palestinos, vio el disfrute de las tropas de élite de Israel, haciendo su cometido; el destrozo de los cuerpos de palestinos y palestinas.

Y los más decididos entre los decididos hicieron el copamiento guerrillero del 7 de octubre, ajusticiando (nunca mejor usado el verbo) decenas de policías o soldados (hay que tener en cuenta que en un seudoestado nacional como Israel, que en rigor es un verdadero territorio de conquista –en movimiento, en realización− no hay distinción entre soldados y policías, al menos hacia la población colonizada). Y “cosecharon” unos dos centenares de rehenes para intercambiar por sus millares de presos (la mayoría “administrativos”, es decir sin delito ni juicio a la vista; únicamente sustraídos a la circulación social). Este último operativo disparó muchas situaciones de violencia porque en general los israelíes cuentan con muchos dispositivos de seguridad.

Se ha insistido mucho en el posible carácter de celada israelí, por la demora en la respuesta (nada menos que seis, casi siete horas, en un territorio diminuto y con un ejército como el israelí, proverbial en su coordinación y dispositivos de respuesta). Actuar “defendiéndose” le habilitaba un contraataque feroz.

No tenemos pruebas fehacientes. Pero ante la dificultad de aceptar tanta demora en la reacción, se tejen hipótesis, inevitablemente, procurando entender el significado del choque de colonizados expoliados y tratados como inferiores −que a su vez se sienten dignos y en modo alguno inferiores− y colonizadores racistas que habían fomentado inicialmente a estos refractarios religiosos islámicos para quitar de en medio a los movimientos palestinos laicos, socialistas y antiimperialistas.

El decurso histórico ha dado un crudo mentís a las expectativas israelíes de la primera hora, a tal punto que el mismo Israel ha cambiado su estrategia y ha convertido a fuerzas musulmanas como Hamás en su adversario principal, puesto que las principales organizaciones laicas de la “izquierda” palestina han sido al menos parcialmente deglutidas con el espejismo de un (mini)estado palestino, recibiendo su principal agrupación dinero y armas para sostener sus estructuras administrativas de personal palestino en los miniterritorios con autonomía muy relativa (para algunas tareas municipales).

El planteo de los resistentes resultaba inadmisible para Israel desde todo punto de vista. Porque procuraban, exigían, ser tratados de igual a igual. Algo que es ajeno a la mentalidad colonialista en general y sionista en particular. ¿Cómo seres inferiores, gente subhumana, puede pretender tamaño encumbramiento?

No sólo que no corresponde, sino que molestan, irritan, alegarán muchos israelíes, titulares del proyecto de ciudadanos de primera categoría.

Sinwar acertó, pagándolo con su vida. Porque Israel le mostró al mundo lo que es su hybris, perfectamente salpimentada con chutzpah.

Basta ver la foto de exteriores de una decena de soldados femeninas que combinan su gracejo juvenil, con selfies y acicalamientos, en plena calle, a la intemperie, ante lo que queda de Gaza en escombros, rodeadas de ruinas de edificios civiles con viviendas que tienen cadáveres entre sus escombros, entrecruzados con planchadas y columnas derribadas. Ellas sonríen, risueñas, coquetas, fijando un momento histórico… todo recién derribado sin duda, todavía el olor a podrido, a muerte, no ha alcanzado sus delicadas narinas…

Esa foto es la expresión más atrozmente sincera del ombliguismo, de la falta radical de diálogo, de una suerte de solipsismo que le hace creer a su titular que está solo. En el mundo. Que el mundo circundante no existe. Que no existe el prójimo.

Toda idea de diálogo en su sentido filosófico, existencial, está de más. Todo es pan con pan.

Para agregar al autismo militante que nos muestra la foto, hemos visto otros videos subidos sin más a internet con otras israelíes, haciéndose las lastimadas, remedando burlonamente a palestinas que estarían inspirando lástima, con heridas falsas. Estamos hablando de la población gazatí a la que se les ha derribado casi todas sus viviendas, arrasando cuerpos, mobiliarios, vestimentas, alimentos, instalaciones de agua y mucho más… hermanos, hijos, abuelas… esas palestinas se quejan −según las burlonas israelíes−, mintiendo.

Hay videos en que israelíes gozan tomando agua o dilapilándola. El escarnio ha sido de tal volumen que ”la Comsión Europea instó a x, meta y tiktok a eliminar [tales] imágenes.” [5]

Cuesta incluso escribirlo. Ser tan mendaz, tan sádico, tan repugnante, tan risueño y gozoso ante el mal ajeno (que has infligido tú mismo) daña el alma… hasta de quien lo escucha.

¿Cómo podemos siquiera aproximarnos a esa actitud ante seres humanos?

Como explican religiólogos con mucho fundamento –Laurent Guyénot, por ejemplo− esa enorme distancia o abismo entre los habitantes del Gran Israel y el resto de la humanidad puede intuirse a partir de un exclusivismo religioso, social, psíquico, que haya generado un abismo entre los titulares de esa religión y el resto de (¿la humanidad, el planeta, los contemporáneos?).

Un deslinde se impone: la religión de estado que se considera base ideológica del Estado de Israel no es la religión judía que profesan muchos judíos que no son sionistas ni israelíes.

Volviendo al Estado de Israel, entendemos que no tiene sentido entenderlo como un estado más, como si fuera  otro Portugal, otra Polonia, otra Malasia.

Estos últimos países, que he enumerado al azar, tienen su historia, con tramos imperiales, con tramos racistas,  con tramos de esclavitud. Sociedades, más o menos azarosamente constituidas, por humanos.

Israel es otra cosa. Sus “pergaminos” vienen celosamente dispuestos en disposiciones de “el libro”, “el libro de los libros”, como si se tratara de pruebas científicas, inapelables, tan incontrovertibles como la Gran Muralla China o la Torre Eiffel.

Y esa documentación exclusiva, en un diálogo también exclusivo con cierto dios les habría otorgado un derecho clave… como dice risueñamente el ya invocado Guyénot: “Tenemos el mismo dios, pero Él nos eligió a nosotros.”

Israel es una sociedad donde el periódico más progresista se pregunta, con total normalidad:  “¿Por qué Israel todavía no ha asesinado al líder Yahya Sinwar, en Gaza?” [6] Lo pregunta tan neutral y naturalmente como si preguntara porqué el ministro fulano de tal no concurrió al evento de ayer.

Lo expresa con claridad la Cátedra de Estudios Palestinos de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires: “[…] El desparpajo y la brutalidad con la que se anuncia semejante crimen colectivo de lesa humanidad son demostrativas de la impunidad con que operan ambos estados colonialistas [EE.UU. e Israel]  y del propósito de continuar violando en forma continua y cada vez más acentuada el derecho internacional. En particular, la Carta de las Naciones Unidas que prohíbe la conquista del territorio de otro pueblo, la Declaración Universal de los Derechos Humanos y todos los tratados que la complementan, especialmente la Convención sobre Genocidio antes citada.” (5 feb. 2025)

Las violaciones resuenan, y destaco lo del desparpajo. Que trasunta la enorme, insondable impunidad que goza tan peculiar formación política. Que no tiene Constitución, que no tiene límites. Y que confunde permanentemente, y cada vez más, su jurisdicción con la de EE.UU. (que en ciertos aspectos es como decir que se confunde con por lo menos medio mundo…).

Ese desparpajo se refuerza con la prescindencia del resto.  Jonathan Cook, el extraordinario periodista británico que viviera durante décadas en Nazaret  titula un artículo  reciente: ”Otro informe de expertos concluye que Israel está cometiendo genocidio. Occidente bosteza”.[7] (25 dic. 2024)

Caitlin A. Johnstone, en este mismo mes de febrero, revisando una encuesta del Jewish People Policy Institute (Instituto de Política del Pueblo Judío) registra que apenas el 3% de los judíos israelíes consideran inmoral el plan de expulsión masiva de palestinos[8] de la Franja de Gaza que procura llevar a cabo la sustitución de población árabe por población “del libro”, según la terminología judía ortodoxa.[9]

Desparpajo, desfachatez y el bostezo de los otros.

El lenguaje sin tapujos de la violencia y el asesinato: el ministro de Seguridad israelí (el equivalente de un ministro del Interior rioplatense) se indigna cuando periodistas preguntan por la comida deficiente para presos palestinos (porque se ha producido un terrible deterioro): −¿Comida para presos? Responde Ben Gvir: −Balas, eso es lo que merecen, ¡voy a pasar un informe para que reciban bala, no pan!

El presidente del llamado Estado de Israel, Isaac Herzog, para muchos, un moderado, es decir que no sería de andar diciendo atrocidades o bravatas, declaró: “No hay inocentes en Gaza.”  La enormidad, clínicamente genocida, de esta frase nos da la visión que Israel, los sionistas y judíos israelíes en general tienen del “problema palestino” (un problema, que ellos, justamente, crearon: hubo judíos conviviendo con árabes musulmanes durante siglos, pero no eran sionistas).

Esa actitud que hemos citado de Herzog condiciona también brutalmente la respuesta. Hace brotar la resistencia. Si alguien quería su tierra, su entorno, su idioma, pero además si se lo condena como delincuente por todo ello, ¿qué queda? Aferrarse a su tierra (y a rasgos que de pronto no son compartibles o saludables; para quien esto escribe toda religión monoteísta es potencialmente fanática y asesina, porque genera una estructura de poder vertical, y en ello incluyo a la religión judía, al cristianismo y al Islam). Pero los palestinos viven, vivían en su tierra y no quieren se expulsados como ratas o basura, porque no son ratas ni basura. Y están en su tierra.

Gaza, además, carece del pedigree bíblico otorgado a zonas como Samaria, como asiento histórico de tribus judías. Gaza fue colonia romana y con religión no judía en el tiempo de los reinados judíos cercanos. Palestina no es sino una modernización de su nombre en latín, Philistina: tierra de filisteos)

Ayelet Shani (30 ago 2024, en Haaretz), judía, ha planteado: “Creo que el sueño sionista no es viable por haberse basado en errores.” Está dicho con muchísima suavidad. Pero así y todo…

Y el rabino Avidan Freedman, que vive en Cisjordania (en la colonia judía de Efrat) declara “rechazar lo que ve como una santificación de la fuerza”. Se pregunta: “¿Quién sino un dueño de su tierra la defiende junto a sus hijos con tanta dignidad y empeño? Y se plantea que no ve el mismo amor a la tierra de sus cofrades judíos. Dice: “Si nuestro pueblo realmente hubiera valorado la tierra de Palestina, no habríamos sido testigo de estas oleadas masivas de judíos huyendo por los aeropuertos”, Y confiesa que no comparte para nada “las peores atrocidades que infligíamos a los palestinos: asesinatos, encarcelamientos, bloqueo, segregación, e incluso ahogarlos en drogas y corromper sus mentes con ideas que los alejan de su religión, como el ateísmo, el libertinaje y la perversión sexual.” [10]

La descripción citada nos permite ver la gravedad insondable de esta empecinada conquista de la triturada, despedazada, despellejada Palestina y su población.

Jonathan Cook ha estado observando la clara mengua de noticias sobre Gaza y Palestina en la prensa británica. Es indudable que eso, la represión de noticias, tiende a eliminar el tema de la agenda.

Pero la situación mediática actual no es propicia para ese tipo de “conspiración de silencio”. Porque la multiplicidad de fuentes es casi ingobernable y hasta el paralizador celular cumple en este aspecto una función removedora: cualquiera que ve un acontecimiento lo puede fotografiar, filmar, comentar y difundir.

De todos modos, como advierte el ya multicitado, Cook en la misma nota: “Ver cómo se desarrolla un genocidio semana tras semana, mes tras mes, y no poder hacer nada para detenerlo tiene un efecto terrible en nuestra salud mental.”[11]

Y advierte: “casi 15 meses después, el genocidio en Gaza se ha vuelto completamente normal, se ha convertido en otra noticia menor y rutinaria que queda sepultada en las páginas interiores.”

Una aplicación siniestra de “esta normalidad” es el plan de Trump (en rigor, de Jared Kushner) para hacer de la costa gazatí un centro de turismo de élite para milmilllonarios judíos del mundo entero.

Como en el ya citado Acuerdo del Siglo de 2020, auspiciado por el mismo yernísimo Kushner y refrendado por Netanyahu, que fuera presentado como un acuerdo de israelíes y palestinos pero estaba firmado por las direcciones políticas de EE.UU. e Israel (en rigor, se trató de un “acuerdo” entre Israel e Israel, porque Kushner es un sionista fanático, que habla de “fuerzas del bien y fuerzas del mal”, para referirse a la política): suena la voz de la trascendencia religiosa judía, no la de la política norteamericana.

¿Nos vencerá la normalidad que nos rodea y apabulla con noticias del universo onusiano, ocupándonos permanentemente o lograremos superar ese cerco mediático? □

notas;

[1] El caso del presidente argentino Javier Milei sería más complejo porque si bien  “dialogaría” con Conan, su perro clonado en varias versiones, también declara tener un diálogo humano propiamente dicho, por ejemplo, con su hermana.

[2] Uno de tales apoyos resultó ser el Estado de Israel,  como proveedor de armas y material usado en Rwanda durante el genocidio.

[3] Pido disculpas y remito a mi nota “Aplicando el sagrado principio de desigualdad ante la ley”, 22 ene 2025. En https://revistafuturos.noblogs.org.

[4] Ni siquiera se puede alegar lo que los racistas fundacionales de EE.UU. sostenían para exterminar a los nativoamericanos del norte; que se trataba de pueblos presuntamente exhaustos en comparación con el vigor intrusivo de los americans. Fue la coartada que algunos intelectuales piadosos, como Fenimore Cooper (El último mohicano), empuñaron para justificar los atropellos y robos de tierras. Pero en Palestina, con tasas de natalidad tan altas como las de los judíos ortodoxos más prolíficos… ¿qué podían alegar?

[5]  https://www.youtube.com/shorts/N3tFusXr3AI.

[6]  https://www.haaretz.com.israel-news/2024-09-18. Nota escrita por Yossi Melman.

[7] Middle East Eye, 24 dic. 2024, https://www.middleeasteye.net/opinion/gaza-israel-another-expert-report-committing-genocide-west-yawns.

[8] Que es mucho más que una expulsión: para concretar dicha expulsión, el estado sionista ha hambreado y enfermado a muchísima población, y ha herido y matado a muchos de los que resisten ser desalojados de sus viviendas, su entorno, del fruto de su trabajo.

[9] Blog  Personal Rafael Poch de Feliu, https://rafaelpoch.com.

[10] ‘I Believe That the Zionist Dream Is Not Viable as Long as It Is Based on Wrongs’ Haaretz, 29 ago 2024 (September 16, 2024).

[11] Ibíd.

Publicado en Centro / periferia, EE.UU., Palestinos / israelíes, Poder mundializado, Sociedad e ideología

CONTAMINACIÓN: ¿RASGO PRINCIPAL DE NUESTRA CIVILIZACIÓN?

Publicada el 01/12/2024 - 01/12/2024 por luissabini

por Luis E. Sabini Fernández  /  28 noviembre 2024

 

Una vez cada tanto recibimos “el golpe” de una noticia que trastorna nuestro universo cotidiano.

El concepto del título puede tener muy variables significados, materiales, espirituales, pero estas líneas van a discurrir exclusivamente en el plano físico; vinculado con nuestros cuerpos (aunque no exclusivamente; ya sabemos todo es uno).

Con los alimentos, nuestras comidas cotidianas, las advertencias han sido reiteradas. Pero al parecer el papel persuasivo de los emporios que controlan la producción, circulación, y disposición de los alimentos que constituyen nuestra dieta habitual, es lo suficientemente poderoso como para que sigamos consumiendo lo que el mercado ofrece, independientemente de si tales alimentos son saludables o no.

Si nuestra hipótesis es certera se nos abre un abismo a causa de nuestra impotencia.

Los hábitos alimentarios de la humanidad han cambiado en el último siglo, o más acentuadamente todavía, desde la segunda mitad del siglo XX, a un ritmo que no tiene precedentes: durante siglos y hasta milenios se comió con menos modificaciones en los alimentos que todas las que se han sucedido en los últimos cien años.

¿Pasó algo entonces para haberse generado tantos cambios y modificaciones en nuestros  hábitos alimentarios?

Ciertamente. Resumidamente lo titularía: AWOL. American Way of Life.

Lo que llamamos modernidad (los historiadores suelen hacer coincidir su surgimiento con el Renacimiento, siglo xv) vino desarrollándose cada vez más intensamente a través del laicismo, la industrialización, los despliegues científicos y tecnológicos, los grandes inventos consiguientes (y la aplicación de viejos inventos, sobre todo chinos) aplicados a la producción y circulación de bienes materiales, el ensanche del mundo incorporando las Américas a la vieja globalización mediterránea (ahora atlántica), y con el paso de los siglos, una tecnificación progresivamente acelerada.

A mediados del s xx, tras el tendal dejado por la 2GM, nos encontramos con una potencia que ha ido tomando más y más poder mundial, desplazando a los parcialmente perimidos colonialismos británico y francés; EE.UU., que vanguardiza prácticamente casi todos los rubros de la modernidad. La influencia american se extiende por todo el mundo, y se afianza: energía a petróleo en lugar de carbón, abundancia en lugar de escasez, democracia en lugar de monarquías y “viejo orden”. Automóviles para los desplazamientos; y no en topolinos sino en colachatas; las ciudades norteamericanas se diseñan con más espacio del que disponía la campiña italiana, por ejemplo, para sus vides, limones, aceites. Ciudades tan “estiradas” necesitaban un vehículo de conexión como el automóvil. Y la americanization se fue globalizando.

EE.UU. siente llegada su hora. Su cultura. Diseñadores dietéticos postulan la aplicación de la ciencia a nuestras comidas; se diseñan pastillas que otorgan a cada humano todas sus nutrientes, de un modo científico, más preciso que cualquier menú tradicional.[1]

Pero si no íbamos a superar lo alimentario, íbamos sí a superar los alimentos. En EE.UU. comienza una revolución culinaria: basta de agua, vino o cerveza para acompañar comidas; un brebaje diseñado a comienzos del s xx, con algún estimulante y azucarado, será el estandarte líquido de la comida estadounidense. Y el aumento de grasas y azúcares será otro. Como el American Way of Llife tiene siempre un ojo puesto en la billetera, se ensancharán los platos (llegarán a ser de 30 cm de diámetro) para servir porciones mayores, estimulando el consumo.

Todas estas medidas tendrán su coletazo imprevisto e indeseado: el aumento de peso de los cuerpos humanos, la obesidad como anomalía cada vez más presente.

Pero los alimentos no se procesan sólo en las cocinas y en las mesas. La agroganadería estadounidense revolucionará también los piensos suministrados a los animales de crianza: se desarrolla toda una ingeniería agronómica para producir más revolucionando todas las técnicas agronómicas: ya no será sólo el agua, las piedras de cal, y algunos otros caldos, como el  bordelés; ahora los laboratorios cada vez más a cargo de la industria alimentaria, irán produciendo toda una batería de sustancias llamadas fertilizantes –para que las plantas las absorban− y de otras sustancias denominados genéricamente “fitosanitarios” o “agrotóxicos”  –para que las plagas los absorban.

Solo que el “reparto” no es tan exacto como pretendían los técnicos y cada vez más, vamos a ir verificando que los venenos no sólo envenenan a los objetivos de las aplicaciones… sino también, a los mismos alimentos, a los que aplican y a sus comensales finales.

A lo largo de las últimas décadas, muchas ya, hemos ido recibiendo diversas llamadas de atención al respecto.

Muy sucintamente: en 1962, Rachel Carson, bióloga estadounidense, escribe como  alegato, Primavera silenciosa, donde explica como los agrotóxicos, cada vez más extendidos en el medio rural (entonces norteamericano) están acabando con los insectos y otra fauna menor, fundamentalmente muchas especies polinizadoras, y las aves de ese hábitat (a las que alude en su título).

Los grandes laboratorios indirectamente aludidos iniciaron una campaña de desprestigio y presión, cuestionándole su capacidad profesional. Para muchos significó arruinarle la vida a Carson que murió con 57 años, apenas un año y medio después de la aparición de su libro.

Toda una recordatoria de lo que cuesta investigar contra los intereses corporativos.

 

Matar a la naturaleza, para que mejore…

Luego de la denuncia de Carson, la quimiquización de los campos (y consiguientemente de las ciudades, de la sociedad humana) se expandió todavía más, mucho más, de modo imparable.

A la par, la sociedad, en primer lugar la norteamericana, pero por fenómenos de expansión imperial, la sociedad occidental inmediatamente después y progresivamente, el mundo entero, fue registrando así el pasaje de la “agricultura tradicional” a la agricultura “científica” o contaminante, según valoremos el rasgo que la caracteriza.

Se fueron sucediendo nuevos capítulos de esos avances científicos o contaminantes. O mejor dicho, científicos contaminantes.

La ciencia suele ser el eslabón para mejorar nuestros saberes operacionales y en ese sentido, la ciencia no tiene porque ser acompañada de contaminación. Pero en las circunstancias históricas que venimos reseñando, la ciencia no proviene de un saber curioso que ha alimentado nuevos aprendizajes para entender el mundo y modificarlo, sino de empresas que se han dedicado a  desarrollar ciencia y técnica, mejor dicho técnica y ciencia, para incrementar rendimientos. Crematísticamente. La utilidad pasa a ser primordial, no la calidad, en este caso alimentaria.

En concreto, lo que se suele llamar modernización de la agricultura, que incorpora nuevos saberes científicos, incorpora fundamentalmente nuevos recursos tecnológicos, donde la cuestión de los costos desempeña papel primordial. Pero no un abordaje real de los costos en todos sus aspectos, sino un abordaje funcional, pragmático, de los costos inmediatos de una modernización dada: si plantar y carpir sale 130 y plantar y tender un germicida (que no afecte la plantación principal, porque por ejemplo es transgénica y está así programada) sale 110, la “solución” es clara: se opta por el germicida, más “económico”.

Si incluyéramos en los costos las intoxicaciones y enfermedades derivadas del uso de semejante tóxico, la pérdida de calidad de vida de la población afectada por el cultivo con agrotóxicos, y la pérdida de calidad alimentaria de ingerir alimentos con venenos “incorporados”, y el costo de las afecciones resultantes, entonces los costos de la agricultura “moderna”, agroindustrial”, ”inteligente” (sic!), sería apreciablemente mayor que la vilipendiada agricultura tradicional.[2]

Pero así “no se hacen las cuentas”.

Los laboratorios y las empresas de semillas y “mejoradores” tienen otra contabilidad: que las enfermedades, los envenenamientos, lo paguen las familias particulares, víctimas, o las redes asistenciales (que lo harán, generalmente mal) sin que afecte la contabilidad del consorcio que ha ignorado la salud pública.

Éste es el “santo y seña” del mundo empresario cuando genera algún “problemita”.

Las décadas del fin del siglo xx verán el debate de las redes campesinas y rurales contra la creciente contaminación.

Que dista, y mucho, de ser exclusivamente alimentaria.

 

 

La plastificación de las sociedades humanas

En 1996, otros tres biólogos, también estadounidenses, tras un relevamiento de años por diversas zonas del subcontinente norteamericano, Dianne Dumanoski, John Peterson Myers y Theo Colborn, presentan un informe con el sugerente título Nuestro futuro robado.[3]

Donde muestran y demuestran como algunos materiales plásticos se han ido infiltrando en los cuerpos de los seres vivos (porque, por ejemplo, presentan similitudes con estrógenos) y están causando atroces alteraciones en los recién nacidos (pero no solamente). Logran en primer lugar ubicar algunos de esos plásticos y plastificantes generadores de tantos daños genéticos y a  sus víctimas en la fauna silvestre: gaviotas hembras que han cambiado su comportamiento, y contaminadas, adquieren el propio de machos; cocodrilos en la Florida cuyos penes se han atrofiado tanto  por contaminación plástica que ya no pueden fecundar a las hembras, y así sucesivamente.

Curiosamente, ni el sacudón de 1962, ni el de 1996 parecen haber tenido efecto duradero. Nuestra sociedad contemporánea resulta impermeable a desafíos que incluso afectan nuestras propias vidas.[4]

Con la fabricación de plásticos, inicialmente termorrígidos, como la  bakelita, pero a poco, termoplásticos que revelarán, como la palabra lo dice, enorme plasticidad comienza un proceso que hoy caracteriza a “todo el mundo”. Los termoplásticos, obtenidos a partir de la polimerización del petróleo, irán poco a poco introduciéndose en todo. Una cualidad, que la industria petroquímica encontró y que para esa industria significó fuente de ganancias; la no biodegradabilidad, es tan extraña y ajena a nuestro hábitat que carece de una palabra para expresarlo; y por eso usamos dos.

La petroquímica expandió por el planeta su “producción”, cuidándose muy bien de averiguar su destino o consecuencias. El optimismo tecnológico que ha funcionado como verdadero “opio de sus titulares” hizo que descuidaran semejantes implicaciones. ¿Cómo si era nuevo podía ser malo? ¿Acaso no es lo viejo, lo perimido, lo premoderno lo (único) que puede ser malo?

Por la misma razón, se evita advertir cómo contaminación puede producir trastornos en nuestra sexualidad y se prefiere, en cambio, “convertirlos” en ”nuevas visiones de la sexualidad”.

Y el volumen del daño fue creciendo incontenible. Los promotores de la industria petroquímica, como la de los “fitosanitarios”[5] para el mundo rural, optaron  por la política del “que me importa”. Y con esos parámetros, se convirtió en una de las ramas industriales de mayor rentabilidad en el mundo entero. En rigor, porque tenía tamaña rentabilidad, se desechó toda política restrictiva a agrotóxicos o a plásticos.

Quedaba sin resolver el destino de un material –los plásticos− que no desaparece nunca, que sólo va cambiando de forma (se intentó en los primeros momentos su incineración, pero la toxicidad hasta del aire se hizo tan gigantesca e insoslayable que se desistió). El optimismo tecnológico permitía no  hacerse responsable de sus actos; más valía desvincularse de ellos. El recurso  del pagadiós.

Como se trataban de adelantos e inventos tecnológicos, tenían licencia garantizada de antemano (aunque nadie imaginó, seguramente, que era para matar).

Porque ante cada avance tecnológico, el ensanche incontenible de los productos químicos –el hallazgo o invento de una nueva sustancia−, se trató siempre de ver el aporte (que fuera enfriador, conservante, ignífugo, suavizante, y la innumerable variedad de funciones atractivas, pero jamás examinando sus inconvenientes o desventajas (salvo que fueran tan patentes, como, por ejemplo, un lubricante excelente que resultara altamente inflamable). De ese modo, de decenas de miles de productos químicos característicos de nuestra sociedad actual, apenas un 10% tiene una ficha de relevamiento más bien completa con ventajas y desventajas;  la inmensa mayoría de productos químicos que usamos fueron ideados para cumplir una función estimada como deseable, ignorando las más de las veces  qué otros rasgos o características tenía; por ejemplo si era asimilable por cuerpos vivos, si era alojable en órganos de mamíferos (o de insectos). Tampoco se agregaban datos sobre otros rasgos, ajenos al hallazgo tecnológico diseñado para alguna tarea particular (rasgos que podrían revelarse altamente problemáticos, que es lo que ha estado pasando con tantos nuevos productos químicos).

 

De esa manera, la humanidad, y sus centros de documentación y relevamiento no supieron o pudieron o quisieron ver la lenta pero inocultable acumulación de plásticos en los mares del planeta.

Tampoco se visualizó que esos plásticos, erosión mediante, cambiaban totalmente de aspecto (pero no desaparecían porque no se biodegradan):  se iban convirtiendo en partículas cada vez más pequeñas, microplásticos.

Las investigaciones de Mathew Savoca[6] nos introdujeron en otro camino del que los desarrollos tecnocientíficos no tenían la menor idea: los microplásticos, poblados por organismos microscópicos, resultan apetitosos para peces.

Con lo cual estamos introduciendo plásticos, muchos ya comprobadamente disruptores endocrinos, que podían ser generadores de quistes, a menudo cancerígenos, en los peces que los engullían. Y siguiendo las cadenas tróficas, esas carnes afectadas terminaban a menudo en los eslabones más “altos” de dichas cadenas; los tiburones, los osos polares, los humanos…

Los plásticos han ido extendiendo su necrosis en los más recónditos sitios y cuerpos. Hay reacciones, pero hasta ahora limitadísimas, aunque significativas: en algunos hospitales han retornado a los envases de vidrio para sangre, que son mucho más costosos pero confiables. Análogamente, en algunos lugares se ha vuelto a las mamaderas de vidrio. Se ha verificado que las industrializadas por la petroquímica, de policarbonato −hasta entonces considerado un plástico de “superior calidad”− contienen, por ejemplo, Bisfenol A, un producto probadamente cancerígeno.

Pero no hay que sorprenderse de esos “retrocesos” puntuales. Más bien hay que asombrarse que la plastificación, así como la incorporación de productos químicos a los alimentos generados desde las grandes empresas, en calidad de edulcorantes, conservantes, gelificadores, estabilizadores, floculantes, reguladores de PH, y varias otras funciones, pudiera resultar algo saludable.

En rigor, cuando se implantó industrialmente se sabía que el edulcorante jmaf [7]  es obesogénico y está detrás de enorme cantidad de población obesa (que significa población que estadísticamente es mucho más costosa por la atención médica que requiere y la cantidad de intervenciones médicas o quirúrgicas que también requieren, amén de la destrozada calidad de vida de muchos de quienes la sufren).

Pero este desprecio por los destinos personales por parte de “las fuerzas que mueven el mundo” (por ejemplo, las de “el mercado”, pero también las instituciones “públicas”) no es nuevo. También se sabía que los alimentos hidrogenados (que facilitan al mundo empresario prolongar la “vida útil” de los alimentos) son en realidad tóxicos. Y hemos tenido, tenemos, margarinas hidrogenadas, para facilitar una reposición sin esfuerzo. Lo mismo tenemos que decir de los alimentos envasados en aluminio, a menudo calentados o cocinados así, que nos “brindan” un metal que no pertenece a nuestro organismo (es decir, es veneno).

 

Para enfrentar la catarata de venenos y tóxicos agregados a la “comida moderna” se ha recurrido a los “límites de seguridad”, presentados como verdadera tabla de salvación para evitar que un material se convierta en una amenaza a nuestra salud. En rigor, se trata de una coartada para sostener con tranquilidad de conciencia que si ingerimos por debajo de ese límite, no hay problema. Algo básicamente falso porque no se evalúa cuándo y cuánto ese límite se traspasa a lo largo de tiempo –algo que pasa siempre− y cómo se sobremontan límites de seguridad aplicados a alimentos distintos. La fábula de los límites de seguridad podría funcionar si sólo se tratara de un único alimento ingerido una única vez.

Las secuelas de tóxicos en nuestros alimentos no tienen porque ser siempre tan fuertes como con las del Nemagon, el nematicida que fue usado durante buena parte de la segunda mitad del siglo xx, particularmente en América Central, cuando ya la agroindustria y el negocio agroquímico habían sentado sus reales.

Es un nematicida aplicado a los cultivos de bananas, que fue envenenando a sus operarios, esterilizándolos. El dañó alcanzó a decenas de miles de trabajadores bananeros.[8] Y por tratarse de una intoxicación oculta, y desconocida para sus propias víctimas, tardó mucho tiempo en salir a luz, tras innumerables conflictos y penosas separaciones de parejas  basadas en suposiciones equivocadas. Nadie se imaginaba estéril.

Al mejor estilo imperio-colonia, el Nemagon resumió rasgos de esa histórica y asimétrica relación.

 

En 2017, otra vez, una investigadora, Shanna Swan, escribió otro texto atrozmente preocupante y anticipatorio: Count Down (Cuenta regresiva), que hace referencia al tiempo de fertilidad que le va quedando a la humanidad, con una calidad y cualidad reproductiva cada vez más cuestionada y alterada por lo presencia de sustancias plásticas que provienen de la difusión sin control ni medida de tales materiales en nuestra vida cotidiana. Que  alcanzan la leche materna, y todos nuestro flujos corporales. Y que, como ya lo habían visto Dumanoski, Peterson Myers y Colborn, afectan los cambios de género sexual, que con lenguaje progre llamamos “fluidez de género” para no herir “las llamadas nuevas sexualidades”.

Swan sostuvo, sostiene, que la especie humana se está destruyendo a sí misma por contaminaciones sucesivas, en medio de la mayor inopia. Volvemos al profético relato de Bradbury.

Y nos golpea el cerebro el porqué.

“Pero hay su dificultad”, como nos explicaba nuestro primer payador oriental, Bartolomé Hidalgo, “Dificultad en cuanto a su ejecución”.[9]

Porque estos efectos devastadores que hemos estado repasando muy sumariamente, constituyen la fuente de rentabilidad para grandes consorcios transnacionales que tiene sus sedes en Londres, Nueva York, Tel-Aviv y otras capitales financieras del mundo.

Como ejemplificáramos con la petroquímica, de hecho un desarrollo industrial genocida pero que jamás ha rendido cuentas de los desastres ambientales (y humanos) que ha provocado.

Nuestro presente no parece tampoco propicio para enfrentar tales emporios. Porque la red de control planetario  −mediática, económica, comunicacional− que abarca las más diversas áreas de la actividad humana, como la actividad banquera, universitaria, sanitaria, de transportes, noticiosa, constituye una trama  general con puntos de roce entre distintos personajes, pero con un alto grado de coincidencias, como se vieron cuando la pandemia decretada en 2020.

Por ejemplo, desde ONU, OMS, PNUD, PNUA, OIT, PMA, UNICEF, ONU-HÁBITAT, UNFPA, UNESCO, FAO, UPU, FIDA, UNRWA, ACNUR, ONUSIDA, OACI, OMPI, UIT, OMM, y muchas más comisiones de alcance planetario.

Cuentan con grandes aliados cooptados, por ejemplo, entre elencos políticos nacionales y locales que desde 1945 para aquí son guiados o asistidos por toda la  burocracia transnacional cuyas abreviaturas hemos reseñado.

Que trabajan además conjuntamente con otras redes supranacionales que no surgieron desde la ONU, pero están íntimamente entrelazadas: OMC, FMI, CPI, BM, CMNUCC, CTBTO, OIEA, CCI, OIM, OPAQ.

ONU y sus derivados no nos preservan de tóxicos ambientales; nos lo administran. Para que no resulten tan chocantes.

Así pasó con la OMS y la pandemia decretada en 2020 (previa redefiniciòn del concepto de “pandemia” a cargo de la mismísima OMS, que tiene además una configuracion peculiar; dejó de ser una instancia con funcionarios públicos para ser un mix de públicos y privados).

Así pasó también con la CPI (particulares) y la CIJ (estados), en La Haya, respecto de los asesinatos bajo la forma inexcusable de genocidio. Al Estado de Israel incurso en tales atrocidades se le advirtió, “amonestó”, pero se los ha dejado hacer. Mostrando lo qué valen, realmente, los derechos humanos; la carta ética de la ONU.□

[1]  El proyecto alimentario “científico” tuvo que ser abandonado porque los intestinos, desocupados, constituían una pena de muerte atroz. Podríamos haber salteado tan penosa advertencia con apenas recordar lo que nos señalara Francisco de Goya; “Los sueños de la razón producen monstruos”.

[2]   Sugiero la lectura de Vandana Shiva, formidable intelectual india sobre esta cuestión de costos.

[3]   Our Stolen Future. Traducción al castellano, Nuestro futuro robado, Ecoespaña Editorial, Madrid, 2001. Que jamás pude encontrar en CABA, Argentina.

[4]  Un cuento, corto, de Ray Bradbury, parece aludir a esa estolidez, a esa indiferencia o impotencia, a ese fatalismo de nuestro mundo actual: Bradbury cuenta que una pareja de veteranos, al fin del día, escucha en el informativo que ése es el último día del planeta, porque una catástrofe sin precedentes y de alcance mayúsculo acabará con esa transmisión, con esa radio, con esa ciudad, con ese mundo… La pareja escucha en silencio y uno de ellos entonces le pregunta a su cónyuge: ¿apagaste bien las hornallas?, ¿cerraste las llaves de paso?, ¿la puerta del fondo está bien cerrada?, poniendo cuidado en llevar a cabo las rutinas de todos los días. Pero incapaces de reaccionar ante algo incomparablemente mayor, sobrecogedor, pero ajeno a las rutinas…

[5]  Porque el desarrollo tecnocientífico impuso, como siempre, su propio vocabulario y los agrotóxicos fueron bautizados fitomejoradores. Así como el lenguaje popular designó “remedio para las hormigas” los insecticidas que se espolvoreaban para combatirlas. Algunos tan, pero tan tóxicos, que pese a la ortodoxia cientificista, debieron ser abandonados ; caso del DDT (expresarlo me valió un despido laboral, de un suplemento periodístico presuntamente científico, en rigor cientificista). Disculpe el lector esta digresión personal.

[6]   https://www.nationalgeographic.es/medio-ambiente/2017/08/nuevos-estudios-concluyen-que-peces-e-invertebrados-consumen-los-microplasticos-del-oceano.

[7]   Jarabe de maíz de alta fructosa.

[8]   El episodio se hizo particularmente odioso porque las empresas bananeras eran todas estadounidenses y el personal afectado, todo centroamericano. Porque además el agrotóxico empleado en Nicaragua, Panamá, Honduras, etcétera, había sido producido primero y prohibido después en EE.UU. , y se permitió seguir usándolo “fuera de fronteras”, y porque si el agrotóxico hubiese sido manipulado con más cuidado –máscaras, guantes−, tal vez no hubiese perjudicado a tanta población que desconocía las cualidades peligrosísimas del “curador” que usaban.

[9]   “La ley es tela de araña”, una poesía gauchesca escrita en las primeras décadas del s xix. Entre 1810 y 1820 (no pude precisar fecha).

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LA CONQUISTA DE PALESTINA

Publicada el 22/08/2024 - 12/09/2024 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández

Tal vez demostrando cierta predisposición a la solidaridad, a la piedad, a la justicia, muchas personas y de muy variado origen y situación condenan las atrocidades con que Israel, su gobierno y dirección política y religiosa  –con enorme apoyo popular–,  llevan a adelante la masacre del pueblo palestino.

La desfachatez de sus representantes, los Gvir, Bennett, Netanyahu, Smotrich,  nos repugnan con su sinceridad.

A la vez, y desde hace mucho, la dirección sionista ha insistido en afirmar que lo que ellos hacen en Palestina no es sino lo que los europeos del norte llevaron a cabo en la América contra los nativoamericanos que habitaban los actuales México, EE.UU., Canadá…

En primer lugar, no debemos olvidar el origen genocida con que muchos estados modernos han “nacido”. En las tres Américas, sin  ir más lejos.

Ciertamente, la implantación sionista en Palestina se parece mucho más a la de los  WASP [1] en América del Norte, por ejemplo, que a la los europeos ibéricos en todo el resto del que fuera bautizado continente americano.

Porque los wasp vinieron con sus barcos, se instalaron y se adueñaron de todo desalojando y exterminando a sus habitantes milenarios. Se quedaron con los ríos, la pesca, las planicies, los bosques, los búfalos, convertidos en juego de tiro al blanco, juego que no se permitían en su escasa Europa.

Los ibéricos procedieron de modo similar, aunque sin sentirse religiosamente perseguidos como sí se sentían cuáqueros, presbiterianos, congregacionistas y otras sectas llegadas al “Nuevo Mundo”. Pero agregaron a la cosecha mediante la cual los europeos se adueñaron de la tierra y todo lo que en ella había, también  a las mujeres, las hembras  arrebatadas a los despojados. Las de los oriundos del territorio conquistado.

Los sionistas apelan a que ellos están haciendo “apenas” lo que los europeos llevaron a cabo en América (del Norte, porque ése es el modelo para los sionistas), y pretenden incluso discurrir sobre el qué hacer con los palestinos, a ver si caben las Reservations, para preservar el recuerdo, la historia de ese territorio y su gente  (y la autoglorificación que significa mantener palestinos en vida pero sometidos). Sostienen que existen grandes similitudes en el espíritu misionero, divinizado, con el cual resultan separados radicalmente  de “los otros”. Que no es sino un espíritu supremacista.

Los sionistas pretenden, entonces, humildemente, repetir la historia.

Hay, un rasgo crucial, que derriba esa analogía que los sionistas han blandido para su propia disculpa.

Los genocidas europeos no volvían a ninguna parte.

Hicieron lo que hicieron, genocidios, por ejemplo, en tierra nueva, ajena.

A partir de la inserción de los perseguidos judíos de la Europa medieval, católica, en Inglaterra, encontraron sin duda, un remanso. Aunque esa inserción tuvo su dificultad, como lo señalara William Shakespeare en sus obras. Así y todo, judíos colonizarán America junto a los anglos. Y hay abundantes datos acerca de que fueron muy relevantes en el tráfico de esclavos que caracterizó la colonización del continente norteamericano.

EE.UU. se convirtió en la primera Jerusalén de la modernidad. Y EE.UU. sigue siendo el estado con mayor población judía del mundo entero. Y todo lleva a pensar que para los sectores más militantes de la judería estadounidense, ese país de acogida tiene atributos religiosos que le son muy caros.

1942 fue un parteaguas con el cambio de “padrino” que el sionismo adopta, bajo la dirección de Ben Gurión en el Congreso Sionista Mundial de Biltmore; se abandona la protección inglesa y se adopta la norteamericana. Ben Gurion advierte cierto cansancio o agotamiento anglo (que se hará patente en 1945) y la pujanza y el brío norteamericano.[2]

En 1945 sobreviene  otro acontecimiento que soldará aún más firmemente la nueva alianza del sionismo con EE.UU.: el juicio en Nurenberg, Alemania, a los jefes nazis.

Aunque convocado por Los Aliados tras la derrota del 3er. Reich, el juicio será administrado exclusivamente por judíos, para desconcierto, incluso de oficialidad aliada que imaginaba que se trataba de una cuestión supranacional.

Desde 1945 en adelante, con cierto cambio de la mentalidad dominante dentro de EE.UU.,  –un creciente ascenso de la intelectualidad judía norteamericana y un lento eclipse de la mentalidad WASP– resulta cada vez más pesante el sueño del No limits, tan consustancial al desarrollo formidable de la tecnoutopía estadounidense. De allí, la pretensión sionista de reeditar en Palestina lo acontecido en el norte americano.

Pero el sionismo se muerde la cola pretendiendo hacer confluir, una historia american sin pasado, puro futuro con genocidio incluido,  con un retorno, una aliah; un emplasto bíblico que se pretende histórico y procura restaurar el pasado (glorioso, va de suyo).

Si el sueño american ha resultado  para una enorme cantidad de pueblos del planeta una pesadilla, a menudo estragados con expolios y guerras incesantes, ¿cómo tenemos que calificar el proyecto sionista que se ha adueñado de  buena parte de la población judía (amén de la multitud de cristianos sionistas)[3], aunque ese delirio colonialista cuente con el rechazo de otra parte significativa de judíos que no aceptan el papel de verdugos.[4]

Porque se trata de una tortura con letra bíblica a millones de palestinos, alcanzando niveles de crueldad, desprecio, egolatría, que el despotismo, borracho en su vesanía, llega a  alcanzar.

Palestina, los palestinos están todavía, son. Estragados, hambrientos, diezmados, están, son. Ni siquiera vencidos, ni aun vencidos.

E Israel será recordado como modelo genocida. Tristísimo. □

notas:

[1] White Angle-Saxon Protestants. Fue la denominación que definió a la población políticamente dominante en EE.UU. desde su fundación hasta mediados del s XX.

[2] La “carta” de Ben Gurión jugaba en varios planos, porque en 1942 todavía estaban con mucho peso las organizaciones sionistas filofascistas y filonazis.

[3] Solo en EE.UU., alrededor de unos 40 millones de habitantes.

[4] Doy un único ejemplo, aunque me consta que hay muchos, como los de Breaking the Silence, o los judíos que se han visto obligados a abandonar Israel por el hostigamiento (como Felicia Langer o Ilan Pappé) y tantos, tantos otros, algunos amigos entrañables: un joven a la sazón sionista y haciendo el servicio militar en Israel visita un establecimiento militar y pregunta por qué hay tantas perreras. Los cofrades le comentan socarronamente que no son perreras, son, digamos, palestineras: el espacio de no más de metro y medio de altura, de largo o de ancho para tener allí doblegados a presos palestinos. Le explican sonrientes, que no fallan. Gilad Atzmon tuvo allí un sacudón, y en  contacto con palestinos prisioneros, apreció su humanidad y rompió duramente con el sionismo y abandonó el país.

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URUGUAY ANTE EL GENOCIDIO ISRAELÍ CADA VEZ MÁS “A LA VISTA DEL PÚBLICO”

Publicada el 05/08/2024 - 12/09/2024 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández
4 agosto 2024

Es sumamente penoso ver el grado de abdicación y sumisión mental (no sabemos si también material, pero con el primero ya tenemos motivos de preocupación) de los referentes y líderes de todo el espectro político principal de nuestro país –porque pese a eso sigue siendo nuestro– ante lo que durante más de un siglo se ha calificado como conflicto palestino-israelí y hoy en día, tras un furioso strip-tease político; se reconoce como el genocidio israelosionista de la población palestina, que se desenvuelve sin tapujos, al menos para quien lo quiere ver.

Es indudable que esta dependencia ideológica de los planteles políticos principales respecto de Israel tiene raíces históricas. Uruguay es uno de los poquísimos países (que yo sepa, el único periférico cuando la firma del canciller británico  Arthur Balfour a la declaración que lleva su nombre y su entrega a Walter Rothschild como “cabeza” del movimiento sionista, en 1917) presente en la persona de Alberto Guani, a la sazón representante diplomático uruguayo en Europa.

La calidad de uruguayo  es significativa dado el grado de identificación con EE.UU. y su destino que varios políticos batllistas entonces tenían. Guani fue autor de un planteo que lleva el nombre de Doctrina Guani (entre 1938 y 1941) que: “inauguró una serie de posiciones intervencionistas impulsadas por EE.UU. a partir de la Segunda Guerra Mundial inspiradas en el concepto de «seguridad continental», con el fin de mantener la unidad de los países latinoamericanos.” [1] Unidad bajo el mando norteamericano, obviamente.

Con mucha perspicacia, Francisco Claramunt en su esclarecedora nota “Hora de definiciones” registra la dificultad, vocal, de voceros “de izquierda” para abordar la monstruosidad engendrada por el sionismo en Israel: “Orsi y Cosse parecen tener dificultades para pronunciar la palabra Israel, ni que hablar de Palestina”.[2]

Llama poderosamente la atención que desde otra configuración ideológica, la Columna del 26 de Marzo, “Palestina y los problemas de no tomar posición”, se señale: “a la coalición progresista le cuesta poner en palabras lo que sucede en [la] realidad; no buscan señalar que existe un genocidio donde claramente hay un genocidio.” [3]

Entiendo la dificultad para procesar la inconmensurable usina de mentiras, atropellos, vejaciones que organizaciones que se consideran de excelencia como el sionismo (de origen laico, pero endiosado), descargan –en este caso y desde hace ya más de un siglo– sobre los palestinos, pero hasta para lograr en algún momento un reencuentro en sendas de humanidad, hay que decir las cosas claras. Como hace Chris Hedges, en sus innumerables notas con que lleva décadas documentando el proceso israelopalestino:

“Hay un placer sádico expresado por muchos israelíes por el genocidio y una oleada de llamados al asesinato o la expulsión de palestinos, incluidos aquellos en la ocupada Cisjordania y aquellos con ciudadanía israelí.

El salvajismo de los ataques aéreos y los ataques indiscriminados, el corte de alimentos, agua y medicinas, la retórica genocida del gobierno israelí, hacen de ésta una guerra cuyo único objetivo es la venganza.” [4]

El certero análisis de Hedges nos pone, una vez más, ante la escalofriante advertencia de Blas Pascal: “El hombre no es ni ángel ni bestia, y la desgracia quiere que quien haga el ángel haga la bestia.” [5]

Netanyahu nos dice siempre, como un mantra: “Ésta es una lucha entre civilización y barbarie.” Da por sentado que él, nada menos, encarna la civilización; y que los palestinos, la barbarie: Israel es hoy esa bestia que menciona Pascal.

Porque se otorgan el derecho que niegan a palestinos: baste reparar cómo honran a sus muertos, buscando partes de sus cuerpos, por ejemplo, para enterrarlos con honores,[6] mientras siguen ejecutando día tras día a palestinos, adultos y niños, mujeres y hombres, mediante bombardeos, ametrallamientos y otras atrocidades que impiden toda identificación, todo reconocimiento incluso de cadáveres, toda despedida a sus muertos, queridos.

La sociedad israelí se ha dedicado a masificar la muerte, ajena, generalizando por ejemplo, una política de inanición[7] y otras formas de muerte, cada cual más violenta que otra: desmantelamiento de todo el tejido social; viviendas bombardeadas, techos destruidos, voladuras de hospitales, suministros alimentarios o de agua aniquilados, destrucción de carreteras y medios de comunicación o de transporte, destrucción de usinas de energía, de bombeo, de depuración, contaminación de suelos… A la vez, como para desviar la atención, despliega una sarta de fake news, que debidamente difundidas genera una versión de los acontecimientos: los 40 bebes asados,  la orgía árabe con mujeres  secuestradas, o el acuchillamiento de mujeres judías embarazadas para extraerles el bebé…

Israel establece una política que mucho dificulta todo reconocimiento, toda comunión de los palestinos sobrevivientes, de los deudos con sus muertos. Muertos vejados, torturados, aniquilados, tratados por Israel como basura.

Y los vivos, apenas tratados como preámbulos de muertos. Frente a semejante “tratamiento” tenemos que volver al testimonio del médico noruego Mads Gilbert: “el pueblo palestino tiene un apego vital que lo hace, si no único en la humanidad, sí llamativamente aferrado a la vida, a lo vital.” [8]

Israel ha persistido en sus muy cerebrales, ominosas tareas, para lograr el desquicio social y psíquico de la población palestina, mediante tantas muertes, cada vez más masivas, haciendo inidentificables los muertos, impidiendo honrarlos; un último saludo que al menos deje su huella en los sobrevivientes, hermanos, padres,  hijos, cónyuges, novios, primos, tíos, abuelos, nietos, amigos….

Pero el problema no es Israel ni está en Israel (solamente). Ni siquiera en los que aplauden a Israel y sus acciones “democráticas y occidentales”.

El problema está en  “el mundo”, la sociedad humana que lo permite y tolera. La sociedad internacional. Claro que ONU se mantiene fiel al diseño que la animó, en octubre de 1945: abolición progresiva de las soberanías nacionales: EE.UU., considerándose benefactores de toda (¡!) la humanidad  van a estar dispuestos a gobernar ‘para todos nosotros’.

El diseño básico será el de la desigualdad: hay naciones adelantadas y naciones atrasadas. O con otro lenguaje, más “económico”: hay naciones desarrolladas y subdesarrolladas. Hay naciones iluminadas por dios y otras, en todo caso, por la Estatua de la Libertad.

Esta trama cultural es la que permite, autoriza, necesita, privilegios. Y rechaza lo igual(itario).

E Israel se cuenta entre los privilegiados. Por eso hay tanto silencio cómplice. Aun así, con tantos instrumentos de dominación, mediática, política, económica, mílitopolicial, la difusión cada vez más rápida –e imparable– de noticias, genera cuestionamientos, resistencias, rebeliones. Observemos qué ha pasado con jóvenes y estudiantes universitarios estadounidenses: ante la progresiva matanza de palestinos so pretexto de perseguir a Hamás: hasta de las universidades mayores y más caras de EE.UU., brotó la rebeldía y la condena a Israel.

¿Cómo logró la administración embretar la creciente rebelión? Cuanto más significativa es una universidad y su labor formativa, más fondos recibe de grandes consorcios de origen judío (es posible que también reciba de otras procedencias, pero los aportes judíos suelen ser sustanciosos y decisivos). Las redes sionistas operaron rápidamente cortando tales fondos y dejando a los decanatos prácticamente en blanco. Las direcciones de varias universidades, tras el apriete financiero, facilitaron y promovieron el ingreso de fuerzas policiales para despejar los campus, con medidas draconianas: los estudiantes que estaban en régimen de internado, no solo fueron golpeados y expulsados de las aulas y campus sino hasta de sus residencias, quedando a menudo en ciudad o país ajeno, literalmente en la calle.

Hay que consignar que de todos modos, aunque maltrecho, el movimiento estudiantil universitario estadounidense contra el genocidio abierto de palestinos, no ha desaparecido (pero parece sí haber menguado).

Acercándonos a nuestro país.

A Costa Rica, hasta hace pocos años, a su delegación ante la ONU se le había adosado un funcionario israelí que  se sentaba en segunda fila, detrás de la delegación, “para velar por el voto correcto de Costa Rica” en asuntos que se suponía “de interés común” de Costa Rica e Israel.[9]  Este “pastoricismo” revela el estatuto servil que Israel otorga a sus aliados. A nuestro país se lo “protege” y “ampara” para que acompañe a Israel, usando el lisonjero recurso de que estamos del mismo lado, de la democracia, la cultura (occidental) y, muy especialmente, la moral.

Nos apostrofa Julio María Sanguinetti: “Irán a través de sus brazos terroristas, ha puesto en jaque a Occidente al poner en cuestión su frontera geográfica y moral que es Israel.” [10] Todo ese fraseo hay que convertirlo en realidad y vemos que es a menudo su opuesto, precisamente: ha sido Occidente, y particularmente el Reino Unido y EE.UU., lo que ha tendido sus brazos terroristas durante décadas sobre Irán,[11] primero para abortar todo intento independentista como con el “escarmiento” contra Mohamad Mossadegh, depuesto mediante humillación pública en 1953 por querer nacionalizar el petróleo, y luego, aterrorizando todo intento de autonomía nacional mediante la SAVAK –una ”sucursal” de la CIA–, una de las policías políticas secretas más temidas del mundo, que no pudo subyugar a la entidad persa indefinidamente; en 1979 una rebelión dio al traste con el gobierno títere de EE.UU., su policía terrorista, –ésa sí, terrorista, señor Julio M. Sanguinetti–, terrorista al estilo de quienes pusieron en marcha el experimento político del Estado de Israel: basta inquirir qué acontecimientos precedieron el establecimiento de dicho estado. Ahogar en sangre la huelga general palestina de 1936-1939; hacer volar el Hotel David en 1946 en Jerusalén con decenas de víctimas mortales que “convencieron” al Reino Unido que era mejorar dejar “la administración” de la colonia palestina al sionismo; los asesinatos de diversos referentes internacionales o de la ONU que no se plegaban al  ceñido plan sionista, como lord Moyne, británico, o el sueco Folke Bernadotte. Hay que recordar que los autores de estos atentados eran sionistas partidarios de alianzas con el fascismo italiano o el nazismo alemán (leyó bien). Los puestos de primer ministro israelí, salvo la primavera probritánica y pronorteamericana de los primeros quinquenios israelíes, estará festonada, a lo largo de las décadas, con dirigentes de este tipo: Menagem Begin,  Yitzhak Shamir, Isaac Rabin, Ehud Barak, Beniamin Netanyahu, Ariel Sharon, Naftali Bennett. Este último, el premier que se ufanaba de haber matado a muchísimos palestinos –y ¿qué?

Con su proverbial moderación, Uruguay no ha acompañado la pretensión ultraconfesional israelí de adueñarse de Jerusalén como capital israelí. Como lo ha hecho la presidencia de Trump o países aun más satelizados por Israel como Guatemala o Kosovo. El apoyo de Uruguay a Israel ha sido incondicional, pero más atado a formulaciones modosas, menos arrebatado. Así, cuando Sudáfrica propuso en 2022 a la Asamblea General de la ONU atender el sentido (o el sinsentido) de una larga ocupación y su relación con una colonización y anexión absolutamente contraria a lo resuelto por la ONU, que recoge el voto favorable de unos 90 estados representantes…  Uruguay se abstiene.[12]

A propósito de la ONU y su permanente identificación con “la voz del amo”: luego de las votaciones que recordábamos en el párrafo anterior, –diciembre 2022– en la que Sudáfrica no obtuvo los votos necesarios para condenar el genocidio israelí en Gaza, estamos ahora a casi 10 meses de una atrozmente reforzada política genocida israelí, tras el copamiento palestino del 7 oct. 2023, para cosechar rehenes con pretensiones de canje por prisioneros (y muertes inevitables) y ajusticiamiento de un número desconocido pero muy alto de militares israelíes, prácticamente copados de sorpresa en su propio cuartel general), y Sudáfrica ha renovado su moción de condena al mismo genocidio, ahora mucho mayor… y no hay asamblea, nos hay votación, no hay condena.

Un editor estadounidense, Ron Unz, judío, se ha dedicado a desentrañar muy diversas cuestiones, y particularmente las sucesivas imposturas que caracterizan las verdades oficiales de su país. Sobre el 7 de octubre 2023; afirma: “parece muy posible que una mayoría, incluso una gran mayoría, de todos los civiles israelíes asesinados hubieran muerto a manos de sus propias fuerzas militares, ya sea por fuego amigo deliberado o accidental, e incluso muchos soldados israelíes pueden haber corrido esa misma suerte.” [13]

Unz se ha basado en la investigación in situ que han llevado periodistas, valiosísimos como Chris Hedges (a quien ya hemos citado) y Max Blummenthal:

“Hay cada vez más pruebas que en la lucha caótica establecida cuando Hamás ingresó a Israel el 7 de octubre [2023], los militares optaron por hacer blanco no solo en los luchadores de Hamás sino también en los cautivos israelíes. Tuval Escapa, miembro de la seguridad del kibutz Be’eri le dijo a la prensa (Haaretz) israelí que se montó una línea de coordinación entre los residentes del kibutz y el ejército. Escapa dijo que la desesperación se fue adueñando de él. ‘Los comandantes en el terreno tomaron decisiones difíciles, incluyendo la de hacer saltar por el aire las viviendas con sus ocupantes para poder eliminar a los terroristas, junto con los cautivos. El diario informó que los comandantes israelíes se vieron obligados a requerir ataques aéreos a sus propias instalaciones dentro de la Franja de Gaza para poder repeler a los terroristas que habían tomado el control.” [14]

La parálisis de la sociedad humana ante la matanza de palestinos (como en tantos otros casos y situaciones en el pasado, emparentables) es sobrecogedora. Porque se trata de gente como nosotros. La impotencia nos daña. Porque cuanto más sabemos de ello más somos incluidos, nos incluimos, en tamaña realidad. □

notas:

[1] Wikipedia. Fuente insospechable de izquierdismo.

[2] Brecha, Montevideo, 12 jul 2024.

[3] La Juventud, Montevideo, 27 jul-2 ago 2024.

[4] https://www-unz.com/article/israel-reopens-the-gaza-slaughterhouse/, [Israel reabre el matadero de Gaza], Chris Hedges, 1 dic. 2023.

[5] Mijail M. Krasnova, “El enigma de la caña pensante”, https://core.ac.uk/download/pdf/302188310.pdf

[6] Esto ha sido excepcional en Israel, puesto que no siempre los israelíes mueren de modo tan violento y trágico como lo acontecido el 7 oct. 2023. En cambio, la muerte en sus más atroces vías, ha sido convertida por Israel, en la rutina diaria para los palestinos.

[7] Que fue instaurada en 2006, sólo que entonces con remilgos, que dificultara percibir el carácter ominoso y genocida de las decisiones israelíes ‘ante la cuestión palestina’. ¡Cómo esto nos retrotrae a las medidas de los colonizadores europeos en los siglos xvi o xvii ante las poblaciones que habitaban los territorios conquistados, en lo que los europeos designaron “El Nuevo Continente”, o en África!

[8] Gilbert se presentó como médico voluntario para hospitales de campaña cuando la horrenda invasión militar de las poblaciones gazatíes en 2008. Y así terminó vinculado con la Franja de Gaza, atento ante el desamparo palestino.

[9] Bruno Stagno Ugarte, “Los caminos menos transitados. La administración Arias Sánchez y la redefinición de la política exterior de Costa Rica, 2006-2010”, cit. p. Nicolás Boeglin, ”Solicitud de opinión consultiva a justicia internacional sobre la situación en Palestina”, 24 ene 2023.

[10]  “La relación entre EE.UU. y nosotros”, La Nación, Buenos Aires, 27  jul 2024.

[11] Y no solo dentro de lrán. Es LA política que ha llevado adelante EE.UU. y sus segundones occidentales en Irak, en Siria, en Afganistán, en Egipto, en Sudán, en Pakistán, en Libia, en Indonesia, en Vietnam, en Corea y un largo, escalofriante etcétera.

[12] Véase María Landi, “¿Quién  ha usado la violencia sexual como arma de guerra?”, Brecha, Montevideo, 8 mar 2024.

[13] https://www.unz.com/runz/war-crimes-and-atrocity-hoaxes-in-the-israel-gaza-conflict/, l6 nov. 2023.

[14] https://braveneweurope.com/max-blumenthal-what-really-happened-in-israel-on-oct-7, 19 nov. 2023.

Publicado en Centro / periferia, Los pueblos nativoamericanos, Palestinos / israelíes, Poder mundializado, Sociedad e ideología, Uruguay

ANTROPOCENO, CADA VEZ MÁS PRESENTE… Y PESANTE

Publicada el 14/06/2024 - 01/11/2024 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández

10 jun 2024

Como era inevitable a la luz de la creciente complejización tecnológica; la violencia rampante en ascenso; la expansión como mancha de aceite en el tejido social de la drogadicción; el desarrollo en progresión geométrica de la manipulación mediática; la contaminación planetaria cada vez más incontenible; la medicalización de nuestras sociedades y su hermano siamés, el miedo; la intromisión cada vez mayor y más profunda de los recursos mediáticos y comunicacionales en nuestras vidas cotidianas y la correspondiente pasivización de nuestros comportamientos cada vez más mediatizados y sitiados por la sofisticación tecnológica y electrónica; la expansión ubicua del biowarfare al servicio de poderes cada vez mayores y más heterónomos, y  desde lo más reciente, con el aumento de la violencia militar anuncio de guerras cada vez más abarcativas y graves, nos encontramos en una situación que entrevemos como una disyuntiva para las sociedades contemporáneas, cada vez más simultáneamente afectadas por el cúmulo apenas sucintamente borroneado.

Cualquiera de esos ítem sería en sí mismo un problema insoluble o casi, de una gravedad en sí misma insondable. Pero la reiteración de crisis de tan diversos órdenes, hace la problemática inmensamente más grave.

Ante este panorama de largo alcance, de alto vuelo, de lento (aunque irreversible) deterioro, y aunque esos mismos deterioros sean a menudo compensados por algunos avances tecnocientíficos y desarrollos de percepciones y conocimientos de nuestras sociedades, estamos en una coyuntura que tiene giros mucho más veloces y bruscos (y por ello potencialmente catastróficos), como fue la sesgada declaración de pandemia de 2020 o la invasión militar de Rusia a Ucrania, y muy especialmente –por su intensidad y alcance– el copamiento palestino a un cuartel israelí e inmediaciones y la abrumadora, respuesta israelí que ha desencadenado un proceso abiertamente genocida.[1]

Hagamos un recorrido –siempre incompleto– por los puntos que enumeré como de conflicto para nuestro presente, humano, generalizado,  planetario. Eventualmente, podremos articular un orden de prioridades o una red de conexiones que nos permita visualizar elementos y causalidades comunes.

¿HACIA UNA SOCIEDAD SIN ESTADO? AUGE EMPRESARIO

Observamos una decadencia de sistemas de poder  puramente políticos; una traslación cada vez más visible de lo político a lo empresarial. A un universo empresarial altamente tecnologizado. Un tecnopoder. Y cada vez más, en ese desplazamiento, otro “interno” dentro del universo empresario, hacia una financierización creciente y cada vez más omnipresente.

El mundo empresarial no ha tenido jamás menos limitaciones o condicionamientos. En la época en que los estados nacionales gestionaban una sociedad (“su” sociedad), a lo más incorporaban la tarea empresarial regulándola. Así ocurría al menos en los estados soberanos, centrales. En los estados periféricos, forjados por el colonialismo travestido en neocolonial, cuando las oligarquías percibieron que el despojo tradicional había ido entrando en crisis, se le fue asignando al mundo empresario la tarea discrecional de nutrir las metrópolis y acumular las mayores plusvalías desde las periferias, pero blandiendo ahora las banderas de los flamantes estados nacionales.

El auge del universo empresarial dentro de lo que se llama “el capitalismo” ha significado que las tareas que antes el empresariado cumplía en algunos tramos y regiones, ahora se ha generalizado.

Lo empresario como eje de la actividad económica se contrapone a lo estatal y lo público. Y mientras esta última, al menos teóricamente, se encara como servicio (y su contracara, privilegios), el motor empresario tiene muy otro motor: el lucro y el No Limits. Ya sabemos que el lucro perfecciona el poder económico-financiero. Y la experiencia nos dice que ese poder no tiene sentido en sí (salvo el del disfrute de algunas comodidades), sino que expresa el poder de lo incontrolado, incontrolable. Sin más límite que sí mismo.

Ante la falsa igualdad que caracteriza un sistema democrático, el universo empresario es, en sí, el reconocimiento del verticalismo más radical: no hay nada menos democrático que el funcionamiento empresarial. El mundo empresario supera la monarquía más absoluta: porque aun ese extremo reconoce un orden político; el universo empresario, en cambio, atareado con otras funciones, ni siquiera advierte o le preocupa su condición política; si es verticalista u horizontalista, por ejemplo; es expeditivo.

CAMBIO CLIMÁTICO

Se habla demasiado de “cambio climático” o “calentamiento global” en general; grandes definiciones o áreas temáticas que suelen escamotear el origen de los denunciados trastornos, Hablar de cambio climático  sitúa la dificultad fuera de nosotros, en el planeta, en el orden celeste. Pero prácticamente siempre tales alteraciones, calentamientos, sequías, agotamientos, envenenamientos, inundaciones, sobrevienen por decisiones humanas. No de los humanos en general, sino en particular de los grandes consorcios que modelan la economía mundial y la economía humana en general; la agroindustria, por ejemplo, o la megaminería, o ciertas ramas de la química industrial. Porque la acción de grandes corporaciones, a menudo mucho más poderosas que los estados nacionales, es la que está detrás de las desertificaciones, los agotamientos minerales o boscosos, la pérdida de calidad del agua o la pérdida directamente del agua.

Claro que si uno habla de “cambio climático”, la presunta solución provendrá de algo sistémico, general, que es lo que pretende la burocracia onusiana con sus costosísimas conferencias mundiales sobre cambio climático, que en los hechos poco afectan la vida económica y empresarial vigente.  Si se advierte que la causa de una alteración climática es una inconducta empresarial (de las tantas que incansablemente acaecen), la medida tendría que ser mucho más acotada, pero a la vez más precisa. Se trata de lograr que los agentes contaminantes sean realmente ubicados y combatidos, y no con multas sino arruinándoles “el negocio” que afecta y enferma el ambiente y transitivamente a todos nosotros.

CENTRO Y PERIFERIA

Aunque nos quieran hacer creer que el mundo es de todos y para todos, con sus gadgets incluidos,  nuestro planeta sigue caracterizado por el universo de los ricos con sus pobres; en EE.UU., en Europa sobre todo Occidental, en algunos enclaves en todas partes; Singapur, Seúl, Buenos Aires, Ryad, Doha,  y el de los pobres con sus ricos, en casi toda África, América Central y regiones del mundo árabe, buena parte del continente nativoafrolatinoamericano, así como en el asiático.

Allí, en lo que a menudo se caracteriza como periferia o, hasta hace poco, “tercer mundo”, los jóvenes y los viejos siguen llevando la peor parte… y las mujeres, y la primera infancia. Víctimas directas de la exacción material: las grandes corporaciones transnacionales que se supone vienen a invertir y que en realidad vienen a “cosechar”; sesgada confusión de verbos…

IRREVERSIBILIDAD DEL DESGASTE DE LOS MATERIALES MÁS PRMARIOS

Nuestro planeta se va desgastando. Y a diferencia de las sociedades tradicionales, conservadores, el auge burgués, la fiebre socialista, la idea de progreso (muy burguesa, pero preservada sin solución de continuidad por el socialismo) han ido caracterizando cada vez más nuestro presente, el de la modernidad, el de la hipermodernidad.

La hybris que caracteriza nuestro presente ni repara ni entiende por qué habría de preservar nuestro hábitat. “Eso” caracterizaba a las sociedades tradicionales, paganas, primitivas…

Por ejemplo, se están haciendo planes agroganaderos, con expectativas altísimas de rendimiento financiero, sustituyendo la Amazonia por plantíos decididos por el hombre o por espacios de ganadería de enorme alcance. Tales planes no tienen problema en eliminar la última selva medible en millones de km2 (en terminar de eliminar, habría que decir más propiamente; una mucho más chica, considerada empero la segunda selva más grande del planeta, en Borneo, fue talada y desaparecida hace pocos años), Se estima que la Amazonia tiene unos 60-70 millones de años. Borrable del planeta, como si fuera un canterito de algún conde aburrido…

La cadena montañosa que proviene del Gran Macizo Central Sudamericano, que se extiende al sur y se sumerge, entrando al río de la Plata, luce su última grupa que llamamos Punta Ballena en el sudeste uruguayo. También se estima que tiene unos 65 millones de años. Unos señores munidos de sospechables títulos de propiedad (extendidos seguramente hace bastante menos tiempo) han decidido perforarla, triturarla, deshacerla, condicionar lo que vaya quedando de ese formidable promontorio que ingresa al mar durante unos 500 metros, para edificar sobre “su lomo” 27 edificios de unos 10 o 20 pisos de altura (para lo cual deberán extraer varios miles de cargas de camión de piedra molida, cortada, deshecha, sobrante, buscando hacer los cimientos). Punta Ballena es una construcción natural de roca que presenta (cada vez más, presentaba) una serie de parajes y paisajes únicos, una vegetación y fauna igualmente únicas, amén de formaciones rocosas exclusivas, incluidas las rompientes naturales.

Punta Ballena y Amazonia son apenas dos ejemplos, dos puntos, de la naturaleza que empresarios consideran necesario apropiárselos.

CATÁSTROFES

Siempre hubo y se las califica por su impacto (sorpresivo). Las que nos interesan en este recuento son las antrópicas, como Fukushima, Chernobyl,  Rio Doce o el agujero de ozono. El universo mediático habla mucho de ellas cuando sobreviene alguna, pero su tratamiento pierde centralidad a la misma velocidad con que fuera  inicialmente entrevista. Respecto de otras como la difusión de micropartículas plásticas en todos los mares, que pueden engendrar un impacto mucho mayor, a gatas se las observa justamente por carecer de “impacto”.

CONTAMINACIÓN GENERALIZADA

Este ítem no sólo está íntimamente ligado con el auge empresario sino que constituye una de sus consecuencias necesarias (y por tanto, inevitables). Porque el interés particular se agranda descargando la contaminación general “fuera del negocio”.

La contaminación generalizada es hoy innegable. Sin embargo, por décadas el mundo empresario, precisamente, estuvo negando sistemáticamente tanto el desmantelamiento como el envenenamiento, valido de “testigos” (comprados, obviamente), procurando pertrechar “la biblioteca en contra” de tales denuncias con estudios falsos o sesgados que siempre lleva mucho tiempo desmontar.[2] Pero el atropello llevado adelante por el USDA (Ministerio de Agricultura de EEUU.) en el caso de la soja dista de ser único.

Se han hecho tristemente famosas las falsificaciones de los grandes laboratorios para usar sin el menor respeto a la salud humana y a la verdad común y corriente, vacunas que han probado ser más patógenas que la afección que se invocaba neutralizar; las generadoras de autismo, por ejemplo, en niños pequeños y recordando apenas que en la reciente pandemia decretada por OMS mediante un nuevo “orden sanitario” mucho más invasivo que el anterior, hasta los laboratorios que hicieron su agosto vendiendo centenares de millones de dosis anticovid, han reconocido que el covid habría afectado más o menos por igual a vacunados y no vacunados. Si agregamos la cantidad de secuelas generadas con las vacunas (alteraciones sobre todo cardiacas), el resultado ha sido desde el punto de vista  médico más bien negativo, aunque financieramente muy a favor… de los laboratorios.

Los agrotóxicos envenenan ¿o apenas constituyen, según la jerga de los grandes laboratorios “fitomejoradores”? Todas las investigaciones sin fines de lucro han verificado los daños en la población más ligada al uso de “fitomejoradores”, aunque las declaraciones tantas veces reiteradas de Syngenta, Monsanto, Bayer, Novartis hayan insistido en la inocuidad de sus productos de maravilla.

Los plásticos, difuminándose inconteniblemente, hacen daño ¿o apenas se trata de una cuestión de higiene, de negligencia, que, por ejemplo, gigantescas máquinas tragaplásticos solucionarían en un periquete? Penosamente falso, por cuanto la erosión ha ido reduciendo permanentemente el tamaño de los objetos plásticos hasta hacerlos invisibles al ojo humano (pero no biodegradados; ése es el punto).

Esa misma invisibilidad se nos presenta como “solución final” a la superproducción y superabundancia de materiales plásticos (por ejemplo, con la estafa de los oxodegradables). La desaparición del problema a la vista humana no es la desaparición del problema. Es entonces que se acrecienta el problema. Ya se han “encontrado” partículas plásticas, invisibles al ojo nuestro, en la leche humana materna (y en todos los líquidos y fluidos que nos son propios). Biólogos norteamericanos; Theo Colborn, Dianne Dumanoski y John Peterson Myers,[3] tras años de trabajo de campo, han verificado muchos trastornos de comportamiento, sociales o físicos, claramente asociados con la presencia en nuestros cuerpos de partículas plásticas (p. ej., policarbonato). Entre los sociales, de conducta, han registrado la existencia de parejas de gaviotas que a diferencia de las naturales, siempre de macho y hembra, aparecen constituidas con dos hembras, solo que una cumpliendo el rol “tradicional” de hembra y la otra, el de macho. ¡Ni que las gaviotas se hubieran capacitado en cuestiones de género!

Entre los trastornos directamente anatómicos, estos investigadores pudieron rastrear la atrofia de penes entre cocodrilos del Misisipi, que hace a sus portadores incapaces de aparearse con hembras, aunque tal fuera su ímpetu o deseo.

Es que pocas situaciones presentan el alcance problemático que la producción y difusión de termoplásticos expresan. El sinsentido, la falsa ciencia, el espíritu de lucro o la rapacidad, la pretensión de cambio “superador” sin medir sus consecuencias sanitarias; en este caso, el haber contaminado, envenenado a todo el planeta y concretamente a todos los cuerpos vivos del planeta. Los responsables de ese estado de cosas se han negado a afrontar las consecuencias de un diagnóstico certero y de sus implicaciones letales. Porque ¿qué se puede argüir al tomar conciencia que la leche materna, la leche mamífera en general, tienen partículas plásticas? que nuestros cuerpos tienen plásticos alojados en los más diversos órganos, que asimismo, la naturaleza tiene en todos lados, en todos sus océanos microplásticos, que los peces todos tienen en sus tejidos material plástico. Y que esas micropartículas pueden generar alteraciones gravísimas en sus huéspedes.

La petroquímica debería ser enjuiciada por genocidio dado el alcance de la toxicidad de los plásticos en nuestras sociedades y en el mundo en general, enfermedades asociables con microplásticos pueden empezar a estimarse en millones de casos.

Un caso de negligencia criminal de los inversores mayores a escala planetaria, en la petroquímica, en las industrias generadoras de combustibles y plásticos y en los laboratorios y cámaras asociadas a la “colocación de productos altamente rentables”, por su producción “involuntaria” de víctimas.

 

MEDICALIZACIÓN DE LA SOCIEDAD. AUGE DEL BIOWARFARE

Existe un proceso simultáneo y en cierto sentido correlativo al anterior, y es la medicalización de la sociedad, cada vez más acusada y donde la impronta del miedo se ha ido haciendo cada vez más presente. Y junto con este proceso el rasgo que entiendo más acusado es el asentamiento y señorío creciente del biowarfare.

Desde fines de la 2GM, los elencos dominantes de la única potencia que emergió triunfante e indemne de la guerra, EE.UU., sintió llegada su hora. Como la única potencia mundial, la consumación del imperio en la tierra.[4]

Desde aquel entonces, desde EE.UU., así como se ha confeccionado una red de supervisión “policial” con seis comandos que se reparten el mundo entero (Eurocom, Africom, Surcom, etcétera), apoyado en bases militares “nenúfares” (pequeñas  y móviles; más de mil en el mundo entero), así como se ha diseñado al servicio del idioma inglés una red “que todo lo ve y lo oye” en todo el planeta  –“Los 5 Ojos”–, así se ha diseñado toda una red de laboratorios extendidos también por muchos países del mundo, dedicados al cultivo de la guerra en “tubos de ensayo”.[5] Inicialmente, se trataba de manejo de enfermedades, su implantación por necesidades geopolíticas, medición de la contagiosidad,[6] pero desde hace ya unas décadas con el desarrollo de la ingeniería genética, aquella red de laboratorios ha sido sustituida o complementada por una red de decenas de laboratorios de ingeniería genética, dedicadas al cultivo de microorganismos regulables y aplicables por decisión voluntaria. Persiguiendo sobre todo la construcción de quimeras; seres vivos no naturales sino “construidos” en el laboratorio.

Algunos de tales laboratorios se han hecho “tristemente” famosos como el de Wuhan, justamente de biología sintética; en el sitio que se ubica como el del origen de la peculiar pandemia que la OMS reconoció o gestó –no sabemos bien– en 2020.  Otros laboratorios de esta estirpe han sido ubicados en Ucrania, generosamente financiados por Victoria Nuland, una halcona reconocida (y a mucha honra, dirá ella), miembro clave de la craneoteca norteamericana, que ha sido todo un pivot para el  comienzo de la nueva política “occidental” en Ucrania ante Rusia desde 2014).

Respecto del covid recientemente vivido como pandemia, han ido surgiendo voces, tanto de investigadores como de estados y hasta de los mismos laboratorios protagonistas del evento, reconociendo fallos de la versión oficial e inoperancia de los pasos tomados (cuando no franca responsabilidad en las falencias asistenciales), al punto que la última reunión mundial de la OMS, finalizada el 1 junio 2024, abdicó de la pretensión inicial de establecer una reglamento general (y único) de tratamiento de pandemias. No es por cierto un triunfo de las soberanías nacionales o locales sino un resuello de la OMS para tomar impulso e imponer su agenda; de todos modos, con la fluidez informativa actual, la OMS no las tiene todas consigo…

Ligado con desarrollos científicos en la salud, pero también en ingeniería, computación y biometría, señalemos los anuncios inminentes de INTELIGENCIA ARTIFICIAL. i. a.

Baste saber, introductoriamente que no es novedad alguna sino, nada más y nada menos, que un avance más en el ya largo proceso de ampliación de la actividades cibernéticas, automáticas, digitales, en nuestra vidas  cotidianas. Como el registro bióptico, por ejemplo.

Aunque se nos presenta como avances en nuestros conocimientos, y concomitantemente avances en nuestra disponibilidad, libertad de elegir, etcétera, en realidad se trata de avances en el conocimiento de nosotros, los humanos, como objetos.

DEL SEXO AL GÉNERO

Tal vez se lo podría considerar una arista más del capítulo anterior, pero el feminismo más visible lo considera bandera insoslayable para acabar con privilegios machistas. Aun atendiendo cuestiones reales, como la desigualdad y las relaciones de poder entre los sexos, vemos la deriva al género como una estrategia de poder y no necesariamente de las mujeres.[7] Luchando por una comprensible igualdad entre los sexos, tenemos ahora la indisimulable desigualdad entre las mujeres cis y las trans, con enormes conflictos en los deportes o en las alcobas.

EL AUMENTO EN PROPORCIÓN GEOMÉTRICA DE LOS MÁS ATROCES TRÁFICOS: DE HUMANOS, DROGAS, ARMAS,  ÓRGANOS

Permanentemente estamos recibiendo noticias del camión abandonado en un desierto con cien viajeros clandestinos encerrados… y muertos. Del tráfico incesante de afros, que abandonando el continente probablemente más devastado, con sus últimos ahorros pagan el traslado a países “ricos”, y son abandonados en pésimas chalupas a veces en el medio del mar Mediterráneo y a menudo encuentran allí la muerte. Miles al año.

Con drogas y armas, las víctimas no son ya los traficados sino los destinatarios finales.

En el caso de los órganos; córneas, riñones, pulmones, corazón, la sordidez alcanza nuevas cotas. Y apenas si nos enteramos. De una red, administrada por rabinos, recientemente, en subsuelos neoyorquinos. De la extracción de órganos a condenados a muerte en China (se investigó, hace tiempo, sobre tales extracciones en ambas Chinas, la continental y la taiwanesa).

VIOLENCIAS O GUERRAS LOCALES

Siempre han existido en las más diversas latitudes del planeta.

El estado “bélico” se presenta cargado como nunca antes desde el colapso soviético, hacia 1990. Las violencias, incluso militares, hasta ahora se habían reducido a luchas internas o fronterizas entre dos estados vecinos; lo que observamos en los últimos años, meses, es un acrecentamiento de “preparativos para la guerra”, sin precedentes recientes. Preparativos como para “una tercera guerra mundial”.

Dos violencias generalizándose; una bajo la forma de guerra entre ejércitos: en Ucrania entre Rusia y una asociación Ucrania-OTAN, y la otra, en la Franja de Gaza, del ejército israelí masacrando población civil y desarmada palestina o modo de venganza, retaliación, desquite ante un golpe de mano guerrillero palestino que resultó inusitadamente costoso en vidas humanas israelíes, sobre todo de militares copados en una toma de cuartel aparentemente sorpresiva, sin precedentes en la larga ofensiva israelí contra la sociedad palestina (exceptuando la huelga general revolucionaria y armada de Palestina, 1936-1939).

El derribo de viviendas de a miles,  desocupadas o no,  el bombardeo aéreo de ciudades palestinas, devastadas, expresando un verdadero genocidio en acción y mediáticamente a la vista de “todo el mundo” ha generado una situación inédita tan aterradora que hasta el mismo Estado de Israel, que había sorteado todas las décadas desde su fundación cometiendo una interminable serie de ataques y abusos, siempre valido de su condición de víctima-que-se-defiende, con el apoyo sesgado del Occidente rico y colonizador “más o menos ex”, esta vez fue visualizado por un amplio arco de seres humanos y sociedades, como abusivo y genocida. Habitantes, referentes políticos y gobernantes de países, como Bolivia, Colombia, España, Noruega, Turquía, Portugal, México, Sudáfrica, Brasil, Irlanda, Chile, Malasia entre otros condenan la acción mortífera israelí; y grandes sectores de la población de EE.UU., el Reino Unido, y de otros países europeos también condenan la acción genocida israelí, pese a que sus gobiernos sean cómplices del accionar israelí.

La acción desencadenada por Israel tras el golpe guerrillero no es nueva. Palestina y particularmente la Franja de Gaza ha sufrido desde hace décadas varias matanzas de miles de habitantes cada una, sin que mediaran siquiera acciones “desencadenantes” como la de Hamas del 7 de octubre de 2023.

Pero la desnudez mediática que existió ante la brutal reacción israelí parece haber agotado la paciencia o debilitado el escudo ideológico del victimismo israelí.

El sofisticado engendro etnosocial del sionismo parece haber agotado su abusado crédito  de impunidad.

GENOCIDIO A CIELO ABIERTO

Lo acontecido en la Franja de Gaza e inmediaciones a partir de la madrugada del 7 de octubre de 2023, con la respuesta en horas del ejército israelí desde una constelación mundializada de poder, con eje en Israel, pero con sus grupos de apoyo en EE.UU. y asistencia permanente desde el Reino Unido, que se está llevando a cabo, impiadosamente en la Franja de Gaza (y territorios palestinos aledaños) resulte tal vez lo más notable, e inteligirlo  nos ayude a ubicar ‘el estado (actual) del mundo’.

Hemos “alcanzado” un nuevo nivel de acción genocida. En un sentido, mucho más preocupante. Ya se había logrado un cierto asordinamiento con lo acaecido en Rwanda, donde una política genocida fue tolerada desde los ámbitos internacionales, porque no se sabía exactamente, o no se quería saber, porque cierta penumbra mediático lo fue amparando… estaba tan lejos, tan otro mundo para la mirada occidental…

Pero la política práctica israelí  no nos es desconocida; desembozadamente aceleró su ritmo y parece encontrar sus límites en la tolerancia psíquica de los contemporáneos. Árabes o judíos, ateos  o budistas, jóvenes o viejos, religiosos o futbolistas, parecen haber erigido una oleada de repulsa a lo actuado por Israel.

Llama mucho la atención que jóvenes judíos estadounidenses estén entre los primeros en el rechazo, pese a la política de pinzas de los financiadores judíos de casi todas las universidades norteamericanas, que han marcado a fuego a los protestatarios, expulsándolos de los hogares estudiantiles, de las mismas universidades y desconociendo sus currículas, a veces con varios años de estudios universitarios.

El hundimiento de la Franja de Gaza en un cerco feroz, implacable, desde que votaron “equivocados” en 2006, aislados, hambreados y hostigados, hundida material, alimentaria y sanitariamente, en medio de un silencio institucional, internacional, que permitió a los israelíes actuar a su antojo, llegando al extremo de matar a varios tripulantes de una de las naves de las flotillas solidarias con Gaza que trataban, siempre infructuosamente, de acercarles comida, abrigo, medicamentos.

El mundo, sin estructuras correctivas a su alcance, observó el aislamiento, el maltrato, el parto o la muerte de parturientas en puestos de control, el desalojo violento de sus propios hogares que pasaban a ser vivienda de judíos recién llegados, usurpadores. Palestinos. Tratados como… ni animales.

Pero con el derribo de viviendas desalojadas previamente o no, a lo largo del 7 de octubre y días sucesivos, es como si la conciencia social de nuestra presente hubiese dicho, por fin, basta. Desde octubre o noviembre de 2023 son muchas las voces que recuerdan esto que repaso y mucho más. Y que ya no lo aceptan.

Tal vez, hasta Netanyahu deba rendir cuentas. Es lo que la Corte Penal de Justicia de La Haya está analizando. Y es asimismo lo que la Corte Internacional de Justicia está asimismo analizando a partir de las acusaciones de genocidio sobre la población palestina que Sudáfrica y otros estados han impulsado contra Israel.

Tal vez Palestina no esté tan, tan sola. Y los seres humanos seamos algo más que una especie que se suicida.□

notas;

[1]   No nos atenemos a las cifras, que ya son de por sí considerables –decenas de miles de víctimas mortales– sino a la modalidad represiva: bombardeo aéreo y artillería pesada sobre viviendas civiles, barrios enteros así pulverizados con o sin sus residentes adentro. La “respuesta” israelí ha deshecho los centros poblados de la Franja de Gaza; teniendo en cuenta que el operativo guerrillero ha sido a su vez respuesta a la enorme violencia institucional israelí sobre la población palestina. Israel ha hecho invivible ese territorio. No cabe otra explicación que un cierto principio supremacista, de goce sádico: las sonrisas de desprecio que algunos soldados israelíes lucen en fotos ante la devastación, las selfies que sonrientes y satisfechas mujeres soldados se han tomado entre ruinas, dejan ver ese desprecio.

[2]    Me permito ilustrar esta labor de soborno y cooptación de la ciencia con la reacción de la OMS ante la tipificación del glifosato y la consiguiente  soja transgénica con él tratada como cancerígenos por parte del IARC (International Agency for Research on Cancer); cargos devastadores para la agroindustria y laboratorios conexos, y cómo lograron “estabilizar la nave del progreso” mediante contrainformes hechos a la medida por juntas de notables sin ninguna responsabilidad institucional, pagados por la OMS  (Analizo la secuencia en el prólogo a la segunda edición de Transgénicos: la guerra en el plato, El Abasto, Buenos Aires, 2017).

[3]     Our Stolen Future (Nuestro futuro robado), EcoEspaña Editorial, 1996.

[4]    Esa percepción, a mediados de los ’40, tendría un tropezón con la bomba de hidrógeno soviética a fines de los ’40, pero “la cuestión de las dos superpotencias” tendrá un casi sorpresivo final hacia 1990 y desde entonces, quienes dirigen los destinos de EE.UU., –que no tienen porque ser los mismos que en 1940– han retomado la percepción de aquel entonces: un unicato imperial.

[5]   Test-tube war, según la expresión habitual en la jerga del ramo en EE.UU.

[6]   En otro orden de cosas, el manejo estratégico del clima también tiene sus cultores en EE.UU. por razones geopolíticas, al menos desde la 2GM. El proyecto HAARP.

[7]   Invitamos al lector a conocer la moción que Steffen Königer, diputado alemán, presentó ante el  Branderbourg Parliament en 2016: https://www.dailywire.com/news/watch-politician-hilariously-ridicule-lefts-gender-chase-stephens.

 

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