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Categoría: Ciencia

El estado mundial: lo que nos ofrecen los dueños del mundo

Publicada el 03/11/2022 - 25/12/2022 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández –

La globocolonización es nuestra cuestión, principal y urgente (agradeceremos siempre a Frei Betto su capacidad de síntesis).

Hace apenas medio año procuré describir ese proceso,[1] y cómo incide en nuestras vidas cotidianas, intensificadas por la plétora comunicacional y diversos aspectos, atractivos como nunca antes, aunque con una carga de destructividad también sin precedentes.

Hoy vamos a tratar de rastrear este proceso históricamente, y veremos “la solución” a los problemas del poder omnímodo que nos ofrecen quienes son sus titulares.

Porque desde hace décadas, escuchamos voces intelectuales reclamando “gobierno mundial”.

No es posible exagerar el unicato estadounidense de 1945. Ya lo subrayó, premonitoriamente James Burnham desde 1941.[2]

Si ya había elementos  como los que captara Burnham, el desenlace de la 2GM despejó totalmente posibles incógnitas: poderes colonialistas hasta entonces decisivos, como el  británico, se habían agotado (para no mencionar diversos niveles de aplastamiento de otros colonialismos europeos y del derrotado asiático; el japonés).

La Sociedad de Naciones, auspiciada desde Europa se extinguía sin grandeza y sin retorno, y la minoría con el poder en EE.UU. rediseña una nueva red internacional; la ONU, ahora a su servicio (aunque albergando una incógnita desde su mismo inicio, en una entidad política relativamente nueva; la URSS).

En 1946 un emigrado húngaro, Imre Révész, anglificado Emery Reves, biógrafo de W. Churchill y por ello con puerta franca en todos los pasillos del flamante poder mundializado, escribe un ensayo, “propio de la hora”; The Anatomy of Peace (Anatomía de la paz).[3]

Reves, representativo del espíritu de la nueva cúspide política mundial, lo tiene claro: liquidar las soberanías nacionales, “causa de la anarquía en  las relaciones internacionales”, para ceder el paso a “un orden legal universal”.

Allí está el meollo: suprimir los estados nacionales, suprimir sus soberanías; que “las naciones se regulen no por tratados, sino por ley” [sic]. Reves entiende que “bajo el presente sistema de soberanía nacional todos los países están inevitablemente orientados hacia el totalitarismo” (no sabemos porqué una ley única no nos orientaría aún más decisiva y radicalmente hacia lo totalitario….).

Reves, desde el epicentro planetario conseguido en 1945 nos “ilumina”; desde la (única) luz hacia las tinieblas. Todo el lenguaje de este servidor de la nueva ideología es el de ‘la luz contra las tinieblas’. Ingredientes: religión y ciencia, por partes iguales.

Una desenfadada exhortación a seguir la única voz legítima, la de la paz; el manido recitado de la paz de los vencedores.

Tuvimos que dejar pasar “la coexistencia pacífica”, los tiempos de Nikita Jruschev y John F. Kennedy, por ejemplo, para que con el colapso soviético, ya muy a fines de los ’80, renaciera la misma aspiración al unicato estadounidense, ahora inextricablemente unido al Estado de Israel.

Este regreso de “muertos vivos”, que el pensamiento progresista con tintes antinorteamericanos (y simpatías difusas por “el socialismo”)  había prematuramente tirado “al basurero de la historia”, reaparece  con la misma inflexión de la primera hora; dogmática e imperial.

Lo hemos visto, por ejemplo, en numerosos documentos, como los redactados por los neocons, expresión prístina de este “nuevo tiempo”,  empeñados en recuperar aquel unicato de 1945.

Tal vez el más significativo sea The Project for the New American Century, que lleva por título principal, con una semántica militar o securitaria: Rebuilding America’s Defenses. Setiembre 2000.[4]

Cuando apenas habían pasado 12 meses de la exhortación de esta craneoteca  con semejante paper, a valerse de un operativo por el estilo del de Pearl Harbor [5] (que fue el que “permitió” a EE.UU. inmiscuirse en la 2GM), sobreviene el doble atentado de las Torres Gemelas y el Pentágono (11 set. 2001). Que repercute en la instauración de una “guerra global de EE.UU. al terrorismo”, ocupando más y más áreas continentales.

Pero volvamos a 1946.

Reves pasa revista a los inabarcables cambios tecnológicos de los últimos cien años: “Por miles de años las comunicaciones de pueblo a pueblo dependieron de la fuerza animal; luego, en un siglo, vinieron el ferrocarril, el automóvil y el avión de propulsión a chorro: El cambio creado por el industrialismo no tiene paralelo en la historia de la humanidad”.

Y tras esta verificación, certera, sobreviene el diseño geopolítico: “Nuestra nación [sic] es el centro inconmovible alrededor del cual gira cuanto existe.” [sic, sic]

Un sincericidio del húngaro, devenido american. El encandilamiento producido por la modernidad galopante, seguirá todavía un tiempo hasta que las mentes más lúcidas empiecen a captar los frutos envenenados del desarrollo desenfrenado, ambientalmente nefasto.

Valido de esta fe elemental, Reves no tiene recato en proponer la abolición de las soberanías nacionales: “[…] mientras todas estas naciones soberanas retengan sus soberanías […] serán inevitables los conflictos violentos entre pueblo y pueblo y no podremos contar jamás con la esperanza de ver realizada la seguridad mundial.”

Reves, adelanta en los ’40 los “regímenes de seguridad nacional”, que difundirá el imperio norteamericano en décadas posteriores.

Intenta además avanzar basándose en lo que para él es la ciencia: “debemos tratar de llegar a un método […] más científico.” Que para Reves consiste en prescindir de “los puntos fijos creados por la imaginación  para la propia conveniencia [nacional]”. Y resume: “es necesario limitar la soberanía de las naciones y establecer un gobierno mundial.” Rubrica: “No hay la menor esperanza que podamos resolver de otra manera ninguno de los problemas vitales de nuestra generación.”

En 1946, con el ascenso de EE.UU. a la condición de líder mundial (entonces único, exclusivo, aunque ese período se cortará abruptamente con el ingreso “sorpresa” de la URSS al club atómico, en 1949), la desnudez del planteo de Reves nos señala el pensamiento oculto de los cráneos de la geopolítica estadounidense.

Un sugerente detalle que apunta Reves es que no hace falta que los estados democráticos renuncien a su soberanía por la sencilla razón de que no la tienen. “Sólo un estado totalitario o fascista es soberano”, sostenía.

También en aras de la universalidad asoma la intolerancia y el margen cero a la diferencia, porque: “ningún Estado Miembro podrá retirarse de las Naciones Unidas ni ser expulsado de la Organización”.

Con el tiempo, las competencias y las complicaciones, esa estrategia –tan prístina en 1946–, irá recubriéndose de mantos suntuosos de democraticidad y coprotagonismo. Particularmente, a través de la red de organizaciones e instancias onusianas.[6]

En 1946, podíamos todavía ver al rey desnudo. O casi. Vemos desde entonces, como el norte de un “gobierno mundial” toma un sitio relevante, parcialmente eclipsado durante el período de “las (dos) superpotencias”, y se revigoriza, como vimos, desde los ’90, ante el colapso soviético, y cómo en los muy últimos años toma nuevo impulso, ahora con la meta puesta en la Agenda 2030.

En nuestro tiempo, el Foro Económico Mundial, como “liga mundial” de los think tanks, su presidente Klaus Schwab, su secretario ideológico, Yuval Harari, junto a Bill Gates y el plantel de los billonarios –que buscan a menudo convertirse ya no solo en mecenas de nuestro tiempo sino en los administradores de la soberanía humana– están postulando un (el) gobierno mundial; reeditando por enésima vez el ya señalado anhelo. El Reves de 2022 se llama Luigi Ferrajoli y con optimismo digno de mejor causa nos quiere hacer creer que un “constitucionalismo planetario”, una “Constitución de la Tierra”, nos asegurará el fin de los padecimientos, de las hambrunas, de las sequías, de la producción de desechos cada vez más incontrolables.[7]

Desde mediados del siglo XX, y significativamente, siempre articulando el “proyecto” de un gobierno mundial con la ONU, se urdieron varios diseños y propuestas.[8] En general,  tales proyectos  postulan la creación de una conciencia mundial y planetaria, y la eliminación de nacionalismos, ideologías confrontadas y creencias religiosas exclusivistas que separan a los hombres.

Siempre la misma interrogante: ¿cómo creer que las injusticias generadas con tanta desigualdad de tratamientos como existen en el mundo, desaparecerán sólo porque habrá un único agente dispensador (de justicia, de bondad)?

En los muy últimos años ha sobrevenido un cambio sustancial. Ya no se trata de proyectos políticos teóricos o de “buenas intenciones”. La instaurada pandemia de 2020 nos muestra el alcance práctico de “un gobierno mundial” y nos deja vislumbrar sus rasgos.

En primerísimo lugar, la llamada pandemia Covid 19 ha revelado nuestra ignorancia como especie para enfrentar o atender una enfermedad, un agente patógeno jamás claramente delineado.

El gobierno mundial sanitario de la OMS se hizo sentir en buena parte del mundo; y sus medidas han expresado viejos conocidos nuestros: ignorancia, reluctancia al examen crítico y pésimo manejo.

Por cierto que la ignorancia no es delito y puede explicar muchos traspiés. Pero las instituciones sanitarias oficiales, tanto nacionales como onusianas, se han negado, por ejemplo,  a discriminar o intentar discriminar al menos cuántos muertos ha generado el Covid 19 y cuántos el desfondamiento del sistema sanitario con sus falencias asistenciales, a menudo mortales. Nos tememos que los muertos resultados del miedo, de las omisiones, ignorancias y aplazamientos, son muchos más que los diagnosticados con Covid 19 propiamente dicho. Pero es apenas una impresión; nos faltas cifras para cuantificarlo.

En resumen, esta primera plasmación de un “gobierno mundial” (aunque limitado a un área, de salud, mejor dicho de enfermedad), ha dejado a los autoasumidos benefactores de la humanidad en inmejorables condiciones para avanzar. Puesto que se ha demostrado que a la humanidad se la puede mover, llevar y traer, encerrar y dosificar, con miedo. Chocolate por la noticia. Lo nuevo, empero, es el volumen sin precedentes de tales operaciones.

En el capítulo sanitario, todavía hay muchas “cuentas pendientes”: episodios tipo muerte súbita ¿han proliferado tras la pandemia?… ¿o tras las vacunaciones?; ¿porcentaje de episodios como pulmonías, a menudo bilaterales, han aumentado también tras las vacunaciones masivas? Nos faltan otra vez estadísticas. Los recuentos parecen cosecharse de acuerdo con las convicciones de quien los haga; los superadaptados a la “verdad oficial” insisten en que si bien las inoculaciones no impiden los contagios y la difusión del Covid 19 (no son realmente vacunas y por lo tanto, han mentido) atenúa sus efectos mortales; los refractarios a una inoculación de la cual mucho más se ignora de lo que se sabe, temen que una serie de síntomas y secuelas de las inoculaciones nos deje más en territorio de enfermedad que de salud.

Hay, además, muchísimas investigaciones boicoteadas que comprueban la impudicia, la angurria, la deshonestidad intelectual de grandes corporaciones farmacéuticas en demasiados rubros, y demasiadas veces…

El mundo médico parece estar sumiéndose en una esquizofrenia de mundos paralelos: las reparticiones oficiales siguen “informándonos” de los casos y las muertes Covid y de la presunta eficacia de las inoculaciones; investigadores y médicos independientes nos informan de la colusión progresiva entre las transnacionales farmacéuticas y su rendimiento crematístico y la salud de la población. Y producen informes y abordajes que cuestionan radicalmente la medicina oficial.

Por ejemplo, hace pocos días la gobernadora de Alberta, Daniella Smith, uno de los estados constituyentes de Canadá, pidió públicas disculpas a los “no vacunados”, a los que resistieron las inoculaciones, reconociendo que habían sido decisiones políticas (vale decir, no científicas ni sanitarias). Smith se desliga ahora (más vale tarde…) de la política nacional canadiense, una de las más duras obligando a las inoculaciones para poder trabajar, por ejemplo, y que por ello mismo, tuvo más resistencia desde la población.[9] Aseguró que se lamenta «por todos los que han sido ‘inapropiadamente’ sometidos a discriminación» por el Estado. Y prometió amnistiar a quienes fueron multados o arrestados.

Por nuestras latitudes, estamos esperando: cuando un juez probo en Uruguay, pidió pruebas de solvencia científica a laboratorios bajo sospecha, el gobierno cómplice a todo mandato global y corporativo y renuente al uso del sentido común, revocó autoritariamente esa decisión judicial.

Al creciente divorcio  entre la medicina oficial y la medicina crítica, hay que agregarle una crisis asistencial en general, con plazos de atención cada vez más insensatos (y literalmente patógenos).

Y esto no es un asunto local o nacional; nos suena generalizado, como la influencia del Big Pharma en todo el planeta.[10]

Lo que llamamos esquizofrenia dentro de la medicina, entre defensores de la verdad oficial del Covid 19 y sus detractores, podemos extenderla al mundo de la ideología política.

Lo científico que enarbola la ortodoxia covídea como propia (condición que también nos damos como propia los críticos a la definición de Covid19 como pandemia), se ha desplazado a otras áreas, como la política propiamente dicha.

Porque la idea de “gobierno mundial” se pretende científica, como vimos con Reves, en los ’40.

Y vemos que la OMS y sus principales referentes como Bill Gates, se pretenden científicos.

El pensamiento crítico, de izquierda, se ha considerado también científico. Y aquella izquierda que se ha plegado ahora al Big Pharma también; combaten el terraplanismo, sostienen.

Con lo cual “el gobierno mundial” adviene por vía doble; desde la derecha más consolidada y desde una cierta izquierda. Pagan tributo a un tecnooptimsimo ingenuo, pero arrasador.

Se trata de una izquierda orgullosamente cosmopolita y transnacional que reivindica incondicionalmente “el progreso científico”. Entre otros rasgos, también hace clave ideológica de la cuestión de género (planteando una merecida crítica al machismo que deriva, empero,  en algo habitual; tirar al bebito con el agua sucia). En nuestras latitudes, lo vemos en la generalidad de los movimientos políticos progresistas (frenteamplismo en Uruguay, kirchnerismo en Argentina, Apruebo Dignidad en Chile), con significativas líneas de expansión comunicacional; Le Monde diplomatique, www.rebelion.org, Viento Sur, Página 12, para nombrar apenan algunas.

Esta peculiar izquierda, que se presenta como única, es de hecho eurocentrista y enarbola esa política de género como herramienta de achique demográfico  (aunque no explícito).[11]  Procurando resolver el desborde poblacional humano, que algunos consideramos insensato, mediante una solución atroz.

Este conglomerado progre que se autocalifica “de izquierda” feminista, y más que feminista, feministe y antiheterosexual, pandémicocientificista, se separa decisivamente de otra izquierda que advierte críticamente el giro transnacionalista y megacorporativo, que siempre enfrentó.

Esta profunda división del pensamiento otrora crítico lleva a su vez a nuevas confluencias. Una izquierda antitransnacional, defensora de “la escala humana” y enemiga de los megaproyectos” postula un cierto localismo, un rasgo que hasta recientemente había caracterizado a corrientes conservadoras, y por consiguiente de derecha. Esta izquierda antitransnacional, globalifóbica, postula cierto conservacionismo (no confundir con conservadurismo). Pero las líneas se entremezclan: así como fanáticos de los privilegios económicos se autocalifican hoy de “libertarios” (un término que hasta recientemente se ligaba a cierto democratismo político, enfrentado a opciones autoritarias), en varias cuestiones se “realinean los planetas”.

La italiana Giorgia Meloni, líder del fascismo italiano actual plantea:

“¿Por qué la familia es un enemigo? ¿Por qué la familia es tan aterradora? Hay una sola respuesta a todas estas preguntas. Porque nos define. Porque es nuestra identidad. Porque todo lo que nos define es ahora enemigo de quienes quieren que ya no tengamos identidad  […]. “Entonces atacan la identidad nacional, atacan la identidad religiosa, atacan la identidad de género, atacan la identidad familiar. No me puedo definir como italiana, cristiana, mujer, madre. no.”

“Debo ser ciudadano x, género x, padre 1, padre 2. Debo ser un número. Porque cuando sea sólo un número, cuando ya no tenga identidad ni raíces, entonces seré el perfecto esclavo a merced de los especuladores financieros. El consumidor perfecto.” [12]

La defensa de la pareja humana, de la familia humana, de la heterosexualidad, del amor al terruño, recogido por una derecha también ella globalifóbica coincide, siquiera puntualmente, con postulados “izquierdistas” del pensar globalmente, actuar localmente.

Meloni se aferra a un dios, en general ajeno al pensamiento y la crítica de izquierda, más bien renuente y refractaria a las religiones institucionalizadas, monoteístas,  pero un sentimiento religioso panteísta, en cambio, es sumamente caro a ciertas actitudes vitales de lo que se considera “izquierda”, lo cual nos hace pensar que dentro del arco de la resistencia a la globalización absoluta existen abismos pero no necesariamente infranqueables.

Tenemos que barajar conceptos y  consignas y dar de nuevo: como internacionalista no me opongo a todo nacionalismo (sólo al opresor). Y sí me opongo al cosmpolitismo indiferenciado que establece un vínculo directo entre el individuo y el “gobierno mundial”.  Difícil entrever mayor arbitrariedad, mayor abismo, mayor opresión.  La transnacionalización barre toda particularidad defendiendo una ubicuidad digital que nos transforma también a nosotros, habitantes de este planeta, en algoritmos.

A medida que se profundiza “la decadencia del imperio americano”, presenciamos un empuje de la ofensiva imperial. No necesariamente bajo la bandera de las cincuenta estrellas, también bajo ropajes globales, mundialistas, o pseudotales, como la OTAN, el FMI, la OMS, el PNUD, la UNESCO. Y  no menos importante, a través del idioma.

La lengua inglesa ha cumplido un papel fundamental en el desarrollo del imperio american.

Y junto con otras ofensivas mediáticas y sensibles a lo largo del s XX, como la fábrica de hacer mundos de Hollywood, nos hemos convertido  en cierta  medida, como el resto del mundo, en espejo (claro que deformante) del American Way of Life (Awol).

La cuestión resulta entonces cómo  sustraernos a ese canto de sirenas.

Nuestra única defensa es, una vez más, aprender a pensar. Con cabeza propia, lo más propia posible. Para eso, ni la derecha recalcitrante que ligó su destino con el imperio en constante unificación, ni la izquierda progresista, que liga su destino a todos los avances con ropaje científico (aunque a menudo sean meramente tecnológicos) producidos por el poder establecido en tiempos modernos, nos convence.

Pensar localmente ha sido bastión, en general, de pensamientos de derecha. Como los de Igor Shafarevich o Alexandre Dugin en Rusia, o de la ya citada Meloni.

Sin embargo, en esa constelación, tenemos que aprender a distinguir lo que aceptamos como valioso; un pensamiento científico pero anticientificista, la defensa de la escala pequeña para preservar el ambiente (achicando los ritmos enloquecidos de cambios tecnológicos, cada vez más ajenos a nuestras dimensiones humanas, finitas). Y más en general, una conciencia crítica que esquemáticamente hemos atribuido demasiado tiempo a “la izquierda” que ha dilapidado esa potencial intelectual. Por ejemplo, Laurent Guyénot constituye un ejemplo formidable de pensamiento crítico (no de izquierda,  más bien cristiano).

“La preponderancia estadounidense” (que un intelectual orgánico del american power, George Kennan, se afanaba en preservar en favor de EE.UU, como Noam Chomsky lo ha explicado abundantemente en sus textos), ha generado mecanismos de preservación del poder propio, instaurando o apoyando sociedades “modélicas” que funcionen como escaparates ideológicos del sistema vigente. Costa Rica en América Central, Uruguay, en la del Sur, Suecia en Europa, Taiwán o Corea del Sur en Asia, Israel en el Cercano Oriente, Sierra Leona o Liberia en África…

Sabemos que pensar con cabeza propia es más fácil decirlo que hacerlo. Este largo episodio de pandemia Covid 19 lo rubrica, una vez más. Pero también sabemos que el deterioro planetario, provocado fundamentalmente por la hybris tecnocapitalista avanza, ¡y cómo!

Seremos cada vez más puestos a prueba: si concedemos mantenernos entre algodones tecnológicos, admitiendo que la globalización siga devastando nuestro entorno, hasta ir alcanzando nuestras vidas, o si el instinto de conservación nos permitirá ver riesgos para nuestra especie, y no sólo el de nuestros techos particulares.

Si entrevemos una línea de resistencia compartida, nuestra política tendría que ser luchar por la defensa de la igualdad entre seres humanos, pero no la igualdad, sin derechos, de cuartel, sino la de la igualdad de derechos.

notas:

[1]  “Transnacionalización rampante: la globocolonización y el despeñadero planetario”, jun. 2022, en www.revistafuturos.noblogs.org; https://saltograndeextra.com/; PostaPorteña, no 2292, 22 jun 2022; https://rebelion.org/transnacionalizacion-rampante-la-globocolonizacion-y-el-despenadero-planetario/, entre otros portales.

[2]  La revolución de los directores, Editorial Sudamericana, Bs. As., 1967.

[3] Harper & Brothers, N.Y., 1946. En castellano, editado en forma condensada por Selecciones del Reader’s Digest, no 11, 1946. De allí provienen las citas.

[4]  Este documento lleva la firma de más de una veintena de intelectuales como Irving Kristol, los hermanos Fred y Donald Kagan, Thomas Donnelly, Gary Schmitt, David Epstein, Eliot Cohen, Mark Lagon, James Lasswell y otros.

[5]  La sucesión de episodios de falsa bandera es tan frondosa en la historia de EE.UU. que el ataque nipón al apostadero naval estadounidense en el archipiélago de las Hawai ha sido insistentemente tratado como una celada de los mandos norteamericanos a los japoneses, una suerte de gambito naval. Incluyendo en el costo,  la vida de miles de marineros estadounidenses.

[6]  Sobre este aspecto, es muy llamativo el cambio de la ONU, es decir de EE.UU., respecto de la Unión Sudafricana; su condición de figura clave en la fundación de la ONU resultó “inconveniente”, por su cada vez más insostenible racismo explícito. Otro sincericidio.

[7]  https://elpais.com/ideas/2020-03-27/luigi-ferrajoli-filosofo-los-paises-de-la-ue-van-cada-uno-por-su-lado-defendiendo-una-soberania-insensata.html

[8]  Una superreglamentarista de los norteamericanos G. Clark y L. Sohn (1958); otra de Bertrand Russell,  Has Man a Future? [¿Tiene futuro la humanidad?] en 1961; Iniciativa de Estocolmo para la Seguridad Global y la Gobernanza, Suecia, 1991;  propuesta ante la ONU de la comunidad Baha’i en el mismo sentido, 2018, entre otras.  Gobernanza pasó a ser la voz-anhelo del gobierno mundial, de un mundo tranquilizado.

[9]  https://davidrey.com.ar/canada-comienza-a-pedir-perdon-a-los-no-vacunados/, 26 oct. 2022.

[10]  Un capítulo aparte merece el tratamiento sufrido por un país, Haití, a manos de la ONU, de la OMS y el vergonzoso papel de sus intervenciones militares, con destacamentos de diversos estados nacionales (cuya calidad no se destaca respecto de sus realidades nacionales “de origen”). Así, un destacamento de un país periférico, Nepal, generó en Haití una epidemia de cólera con decenas de miles de muertos y millones de afectados, porque ese destacamento contaminó las aguas de lugar en que se había acantonado). ONU/OMS tardó años en reconocerlo; escalofriante ejemplo de “medicina de estado mundial”. Haití es un país pequeño con pocos millones de seres humanos en condiciones muy, muy precarias. Valga recordar para vergüenza nuestra, que en ese mismo, desgraciado país, el destacamento onusiano del Uruguay llevó a cabo variados actos de corrupción (cayendo aun más bajo que otros destacamentos nacionales, tampoco estimables).

[11]  El achique demográfico no solo se escamotea sino que presenta una contradicción: en el mismo momento, muy reciente, en que la población europea occidental está disminuyendo a pasos agigantados, esta política de género no hacen sino ahondar esa tendencia, por cierto muy distinta a la presente en las zonas más empobrecidas del planeta.

[12]   ciit.p. Kevin McDonald, https://www.unz.com/article/giorgia-meloni-as-italian-pm/it.

Publicado en Centro / periferia, Ciencia, Cultura dominante, EE.UU., Globocolonización, Salud. Y enfermedad, Sociedad e ideología

COVID19: ¿VIRUS NOVEDOSO Y NATURAL O GUERRA BACTERIOLÓGICA [BIOWARFARE]?

Publicada el 24/09/2022 por ulises

18 SETIEMBRE 2022

por Luis E. Sabini Fernández

Hagamos una pizca de historia.

La resistencia de los organismos vivos ante enfermedades producidas por virus, hongos, bacterias; suelen vencer incluso a  las más mortíferas, como fue el caso de la “peste negra” (bubónica, siglo XIV;  de unos 75 millones de europeos entonces; resultaron muertos durante un par de años, unos 25 millones). El lógico terror sembrado por la epidemia, que aniquiló la vida de un tercio de la población constituye una de las huellas más atroces y perdurables. Semejante mortandad es, empero, excepcional (también es cierto que en poblaciones más pequeñas el destrozo de vidas puede ser proporcionalmente mayor).

Pensemos que diezmar una población, hacerla trizas, física y psíquicamente, algo que se ha ejercido militarmente, pero que también ha servido para dimensionar el daño de una epidemia, es matar o afectar a uno de cada diez. La conmoción con un 10% de “alcanzados” es altísima.

Se estima que en los países más afectados con el Covid19, como EE.UU., el trastorno producido mató a un porcentaje entre  0,2% y 1%.

Por consiguiente, no estamos ante una pandemia de las más devastadoras. La mortandad en China, por ejemplo, según datos oficiales (los únicos cognoscibles), esde unos 3000 muertos para 1500 millones de habitantes, por consiguiente, es de 2 diezmilésimas de la población (0,0002).

Sabemos además que por sí y ante sí la jefatura de la OMS, sin consultar a los países que, al menos teóricamente la constituyen, cambió la definición de “pandemia”, un término que clásicamente presuponía una mortandad considerable y que cuando se la declara  por el Covid19 a comienzos de 2020, se la redefine sin el componente de “muertos por la pandemia”. Con la nueva definición cualquier resfrío que se extienda sobre una superficie considerable puede pasar o debería pasar a ser llamado y tratado como pandemia, aunque no tenga muertos (que no es el caso del Covid19 que sí los tuvo).

De todos modos, la idea del resfrío “pandémico” nos da idea del grado de persecución anímica, de suspicacia y amedrentamiento ante contagios, de terror sanitario, que conlleva una definición de pandemia.

Porque la duda que deja el rastro del Covid19, todavía presente, al parecer difuminándose, extendiéndose aunque perdiendo letalidad, es llegar a saber cuál fue el daño del virus propiamente dicho, el Covid19 y cuál el del generado por la respuesta humana ante su aparición.

Por tratarse de un virus no reconocido, la respuesta fue necesariamente cargada de ignorancia, como aquel primer intento de respuesta procurando “dar aire” a los pulmones cuando no se trataba de un patogenia respiratoria sino circulatoria; que no le faltaba el aire al contagiado sino que le sobrevenían embolias en el sistema circulatorio.

La humanidad pudo ir acercándose al diagnóstico contrariando a la OMS que había ordenado (criminalmente) suspender y prohibir las autopsias, gracias a un médico italiano, desobediente, que realizó unas 400 autopsias fuera de la ley. Así pudo saberse más del carácter de la enfermedad en danza.

En ese primer año, de ignorancia y tanteo, todavía no habíamos llegado a las (mal) llamadas vacunas.

Se tanteaba con respiradores, con hidroxicloroquina, ivermectina, aspirina (anticoagulante).

Y se discutía mucho sobre su etiología.

 

ORIGEN

Desde la negación lisa y llana de un agente patógeno (No existe el virus; es todo un plan de “reseteo” poblacional desde la OMS y el FEM) hasta los críticos de la agroindustria y el destrozo de la naturaleza a través de la conquista progresiva de todo el planeta por el señorío humano.

Los primeros fueron rápidamente criticados y anulados como conspiranoicos y se le retiró toda tribuna (salvo las arrinconadas de los núcleos más tenaces pero con escasa resonancia social); los segundos en cambio, eludieron radicalmente el calificativo de conspiranoicos y anticientíficos, y apostaron a la zoonosis: el atropello de la agroindustria, y el mundo corporativo sobre el ambiente ha facilitado la invasión de más y más hábitats silvestres por animales domesticados y han proliferado contactos entre fauna administrada por humanos (en grandes establecimientos industriales con aves, cerdos, vacas)  y los últimos rezagos de bolsones silvestres, con pangolines, civetas, hurones, murciélagos… y un virus silvestre se ha pasado a los planteles criados por humanos y así tenemos una enfermedad inesperada para la cual no tenemos una medicación prevista.

 

VACUNACIÓN O INOCULACIÓN

Apenas un año después, de la declaración pandémica y el aislamiento  consiguiente (que no fue tan generalizado como se tiende a creer), aparece “la solución”. Shots, como se dice en inglés, inoculaciones llamadas vacunas. Que por no haber cumplido todos los pasos exigidos para la aprobación en firme de una vacuna, no adquiere la calidad de obligatoria que la OMS otorga, tras los muchos años que inevitablemente requiere su aprobación con una serie de pasos a cumplir (y que en este caso, precisamente, no se han podido emplear). Por eso, las campañas de inoculación de las llamadas vacunas Covid19 se convirtieron legalmente en voluntarias, aunque muchas administraciones locales, nacionales, deportivas, sanitarias, municipales, empresarias, se arrogaron el derecho de convertirlas en obligatorias para los humanos bajo su jurisdicción.

La vacuna antivariólica ideada por Edward Jenner a fines del siglo XVIII, y todas las que, con más o menos éxito se fueron logrando, consistían en inocular un agente patógeno altamente debilitado en  el organismo, tan pero tan debilitado que no podía poner en peligro la salud del vacunado pero suficientemente activo como para poner en marcha en el organismo receptor una red de resistencia, inmunidad contra la enfermedad en cuestión.

Lo que a partir de 2020 se pone a disposición de las autoridades médicas y la población es una terapia génica, un dispositivo que enfrenta el virus en cuestión, pero sin generar esa inmunidad biológica propia en el organismo receptor. Por eso, la persona inoculada puede contraer otra vez el Covid19 (aunque, se supone que siempre más atenuado, amén de la más supina ignorancia por secuelas de tales inoculaciones).

Lo que vemos luego de haberse inoculado a la mayoría o inmensa mayoría de muchas poblaciones nacionales, por ejemplo, en los países del Conosur, es que el Covid19 sigue entre nosotros. Entre “vacunados” y entre no “vacunados”.

Que la recaída se ha hecho común y silvestre.

 

PERO, VOLVAMOS A LO DEL ORIGEN

Tal vez por cansancio, no se ha seguido, al menos mediáticamente la búsqueda del origen, del porqué del Covid19.

La temprana medida de la OMS de declarar pandemia la presencia de Covid19 y de encontrar rápidamente su origen podría despertar suspicacia, cuando sabemos que la OMS hoy día sesiona con la presencia permanente de su principal financista, William Gates, con un peso insoslayable en sus resoluciones.  Y una llamativa vigencia de sus planteos; apenas uno o dos meses antes de desatada la cuestión del Covid19, afectando al mundo entero, Gates había organizado un simulacro de pandemia: habría que concederle al menos una  extraordinaria capacidad predictiva.

Como para que no pensáramos mal (o por el contrario,  para empezar a sospechar), casi de inmediato salió un documento firmado por connotados científicos del ramo descartando la presencia de un virus modificado genéticamente, insistiendo en el origen natural, digamos casual del evento. Al frente de esta hipótesis convertida en versión oficial de la OMS estaba un connotado investigador Peter Daszak,  de EcoHealth Alliance.

Sin embargo, a mediados de 2021, sin haber podido encontrar todavía los eslabones biológicos  necesarios para abonar la tesis del pasaje natural de virus en fauna silvestre a animales bajo crianza humana, se abrió, en cambio, camino la tesis de la guerra biológica (biowarfare). Lo que tras el final de la 2GM, muchos científicos estadounidenses calificaron test tube war (una guerra con bacterias como armas). Ésa fue la hipótesis resultante para una autoridad mundial en la materia en mayo 2021, Nicholas Wade,[1] tras comprobar la falta de indicios o eslabones para entrever origen zoonótico.

Tanto el personal médico y sanitario como la prensa supuestamente especializada guardaron silencio en toda la línea.

Si entonces fue muy llamativo la pobreza de respuesta, de análisis, cuando ahora, hace menos de un mes, Jeffrey Sachs, el biólogo, reconocido mundialmente, a cargo del análisis de esta llamada pandemia en la sección respectiva de The Lancet, tal vez la más importante revista científica del planeta, confirma una vez más el origen transgénico del Covid19, un virus de fabricación humana, el silencio se ha hecho ensordecedor.

Jeffrey Sachs es una suerte de Da Vinci redivivo; no sólo está al frente de esta investigación sobre el origen de esta pandemia; ha hecho un demoledor análisis del militarismo estadounidense en el asunto Ucrania, es asesor del papa Francisco y a la vez se ha atrevido con pronósticos económicos de un país como Argentina, uno de los más habituales viajeros de la montaña rusa económica mundial.

A la luz de tanto desierto mediático, resulta acertado el juicio del periodista estadounidense, nada de izquierda, Ron Unz, de que estamos ante una “bancarrota política de los medios”. Y Unz no se refiere a los medios de incomunicación de masas domesticados, de los cuales podemos esperar poco y nada en torno a cuestiones como la verdad; no, Unz aclara expresamente: ”bancarrota de los medios alternativos”.[2]

 

TRAS TANTO SILENCIO, LAS PREGUNTAS

Aldo Mazzuchelli en la excelente extramuros que dirige, repasa algunas explicaciones sobre muertes, que indudablemente han escapado a los ritmos y a las estadísticas de mortalidad tenidos por tradicionales.

Señala Mazzucchelli con inevitable sorna cómo la prensa tradicional, la que en lugar de tener pensamiento, procura reflejar el del poder actuante, cada vez más imposibilitada de conseguir respuesta a, por ejemplo, la cantidad de muertes súbitas entre futbolistas; “1249 paros cardíacos de deportistas, problemas graves, 847 muertos, tras la inyección de COVID” [3] recurre a los subterfugios más penosos para explicar el “plus” de muertes civiles, inesperadas; dormir con calor, sestear, dietas deficientes, bebidas heladas… Remito a la revista-e extramuros y en particular a su último número. [4]

Veamos del British Medical Journal, un título y su introducción  (se trata de otra de las revistas médicas más relevantes del mundo entero):

“Las consecuencias inesperadas de la política de vacunación del Covid19: por qué la obligatoriedad, los pasaportes y otras restricciones pueden causar más daño que beneficios.” [5]

Y un párrafo de John Ziman:[6]

“[…] las muertes y las reacciones graves continuarán hasta que mueran tantas personas que sea obvio que la vacuna es de 10 a 100 veces peor que el virus que se supone que trata. Estos atletas son los canarios en la mina que nos advierten del peligro inminente. Están siendo escondidos para que la gente que no está prestando atención no vea la advertencia.” Ziman es un científico con la cabeza suficientemente despejada para entender  que ciencia y científicos no son lo mismo, y que por lo tanto, ninguna afirmación puede validarse por el mero hecho de tener como su autor a un científico.

Luis H. Anastasía Correa, biólogo uruguayo, ya en mayo de 2020 nos advertía ante las estadísticas machaconamente difundidas, que nos aturdían con muertos por el covid: “¿Cuántos millones de muertos por miedo, por protocolos de no atender pacientes o pacientes crónicos que no quieren atenderse?” [7]

Y el mismo autor, dos años después confirma ese diagnóstico y lo actualiza en unas nota en la revista extramuros que nos alegra citar otra vez: “Basándonos en la evidencia, todo indica que las medidas implementadas para, supuestamente, detener el avance de la pandemia; provocaron un exceso de muertes. Todas las consecuencias que se observen llevan a la misma conclusión: las políticas y recomendaciones de la OMS aplicadas a nivel global están llevando a la muerte no esperada de millones de personas.” [8]

 

CONCLUSIONES PROVISORIAS QUE NO SE PRETENDEN CIENTÍFICAS PERO SÍ RACIONALES

  • Falta saber cuántos seres humanos han sufrido y hasta muerto por el Covid19 y cuántos por la declaración de pandemia que alteró tantas coberturas sanitarias, desparramó el miedo en enormes bolsones de la sociedad y reordenó las consultas, a menudo postergando sine die tratamientos hasta entonces considerados urgentes.
  • La terminología “vacuna”, que lleva en su semántica la idea de agente patógeno generando resistencia no corresponde con las inoculaciones basadas en la actividad de ácidos nucleicos. La enorme cantidad de secuelas registradas, aunque muy minoritarias respecto del total de inoculados, ha resultado muy superior a las secuelas que han acompañado a la generalidad de vacunas aprobadas hasta ahora.
  • Hay un malestar fisiológico postinoculación que despierta desconfianza.
  • ¿Qué es, finalmente, el Covid19?
  • ¿Qué penoso papel cumplen los medios de incomunicación de masas?

[1]  Aun formulado como pregunta, ya rompe la versión oficial de la OMS y Las autoridades médicas norteamericanas de entonces: ”¿Cuál es el origen de COVID? ¿La gente o la naturaleza abrieron la caja de Pandora en Wuhan?”, 2 mayo 2021. https://nicholaswade.medium.com/origin-of-covid-following-the-clues-6f03564c038.

[2]  “Covid and the Political Bankruptcy of the Alternative Media”, unz.review, 12 set. 2022.

[3]  extramuros, no. 57, set. 2022. En la misma nota se informa que el promedio de tales eventos, hasta ahora no pasaban de 60 al año.

[4]  Ibíd.

[5]  Kevin Bardosh et al., vol.7, ed. 5.

[6]  Real Science, Cambridge University Press, 2000.

[7]  https://www.uypress.net/Columnistas/Luis-Anastasia-uc104617.

[8]  extramuros, no 57, Montevideo, set. 2022.

Publicado en Ciencia, Conocimiento, Cultura dominante, Globocolonización, Poder mundializado, Salud. Y enfermedad, Sociedad e ideología, Uruguay. Qué hacer

Time is money… y la vida ¿qué es?

Publicada el 08/09/2022 - 14/09/2022 por ulises

Apotegma del mundo empresario: A propósito de un juicio al consorcio Dupont.

por Luis E. Sabini Fernández –

Dark Waters

Una película norteamericana reciente, ganadora de premios y reconocimientos, Dark Waters, de 2019, producida y actuada por Mark Ruffalo –basada en una historia contada por Mario Correa y Matthew M. Carnahan  de un abogado en la vida real, Robert Bilott–, expone claramente el trasfondo de la ideología dominante en EE.UU.  Algo que se desenvuelve más allá del contenido expreso de la película y por el cual ha sido muy estimada.

Bilott, abogado de un estudio de los llamados corporativos, dedicados a defender el mundo de los negocios, él mismo proveniente de Virginia Occidental, se entera que un vecino de su abuela, está enfrentando unas muertes inaceptables de vacas que cría. Lleva 190 vacas muertas, que él inicialmente enterraba “como de la familia”, le cuenta  a Bilott, pero a medida que el daño desconocido se expande, el granjero ve cada vez más claro que hay un envenenamiento de las aguas de las cañadas locales, y se ve obligado a quemar grupalmente a los cadáveres.

Linda con terrenos de un laboratorio, Dupont, y dado que ya nos hallamos en la segunda mitad del s XX, inevitablemente el granjero se pregunta qué veneno proviene de ese terreno.

El papel del protagonista de la película es inicialmente ambiguo: honestamente, quiere ayudar al vecino de su abuela (que es además el anfitrión de un hogar que él conoció bien de niño), un ganadero mediano, Wilbur Tennant, pero sus colegas del buffet le advierten de lo insensato que sería “pelear” contra Dupont. Así que Bilott procura hacer una demanda limitada, como para corregir desprolijidades que, por otra parte, él mismo no entiende.

El abogado que representa a Dupont, viejos compinches del mundillo de las ordenanzas y reglamentos, no acepta ningún abordaje, ni siquiera  el que tímidamente Bilott pensaba hacer.

El abogado defensor y la empresa

Y la incursión de Bilott en la maraña de disposiciones empresariales y  legales lo va  introduciendo en el universo de tóxicos y venenos usados con impunidad. Va advirtiendo que los estudios y análisis que se hacen, tanto los propios de la empresa como los ajenos encargados revelan daños, que Dupont sin embargo pasa por alto. Amparada por dictámenes “científicos” (en rigor, firmados por científicos) que atestiguan inocuidad o daño ligero de los productos  químicos investigados.

Bilott se va dando cuenta que la calidad de “cómodo para evitar adherencias”, de un plástico diseñado inicialmente para uso militar y que se ha introducido al mercado hogareño para facilitar y modernizar la vida cotidiana, es un arma mortal; que toda la maravilla deslumbrante del teflón –porque de ese “adelanto tecnológico” se trata– en rigor va siendo más y más asociado a enfermedades como cáncer y malformaciones congénitas.

No es novedad.  El teflón repite el tendal sanitario que han dejado muchos otros polímeros de alto rendimiento comercial, económico y financiero.

Esta maravilla tecnológica fue descubierta “por casualidad” en 1938 por  Roy J. Plunkett (como la inmensa mayoría de los derivados plásticos del petróleo, acaecidos en la primera mitad del siglo XX)

Y en 1945 se lo patentó y salió como mercancía:

“Desde que se registró entonces, la marca Teflon™ se ha tornado inmensamente popular y reconocida en todo el mundo por sus propiedades antiadherentes.[1] Se emplea en: “Recubrimientos para utensilios de cocina; telas y productos textiles antimanchas y que repelen la suciedad; recubrimientos para entornos productivos e industriales difíciles.”

Tal vez en recubrimientos industriales habría sido usado sin el potencial patógeno que reveló al aplicarlo a ollas y sartenes, en contacto directo con nuestros alimentos.

”Plunkett recibió el reconocimiento de la comunidad científica, académica y civil de todo el mundo por su contribución. Ingresó al Salón de la Fama de los Plásticos en 1973 y al Salón de la Fama de Inventores de la Nación en 1985.”

Por lo transcripto vemos que el teflón formó parte del tecnooptimismo  empresario que no estaba dispuesto a perder el negoción por algunos afectados.

El tesón de Bilott y, particularmente el de Tennant, que aun enfermo (porque no fueron solo sus vacas las intoxicadas y muertas) seguirá empeñado en ubicar la fuente del daño. Así, cuando Dupont procure apaciguar las aguas con una miniindemnización  de 16 millones de dólares a una serie de damnificados, apoyándose en una resolución de la EPA (Environmental Protection Agency, Agencia de Protección Ambiental de EE.UU.) en el momento en que la empresa seguía embolsando unos mil millones de dólares de venta anual de sus “fantásticos productos” y el mismo Bilott se tienta, Tennant no se pliega e insiste en luchar contra Dupont. Ya está él mismo enfermo de cáncer, como su pareja.

Tennant no sólo tuvo que enfrentar la empresa contaminante, falsificadora y asesina; tampoco contó con el apoyo comarcal, porque sus vecinos le rehuyeron todo contacto, criticado porque mordía la mano de quienes modernizaban el lugar con un establecimiento modelo…

Wilbur Tennant y su formidable perseverancia es comparable con la lucha que tuviera un agricultor contaminado con glifosato contra otro consorcio gigante, Monsanto. Percy Schmeiser, canadiense, que también terminó ganando un juicio tras años y décadas de contaminación, vejámenes, atropellos y chicanas.

Los tóxicos irán, a la larga, enfermando a otros vecinos de Tennant y a trabajadores de la planta, en Parkersburg, Virginia Occidental.

Aunque Bilott tarda años en conseguir algún resultado que merezca ese calificativo, hacia 2006 surgen datos, ya irrefrenables, contra la inocuidad del teflón y de su planta procesadora.

Bilott debió “pagar” consigo mismo su decisión de defender la verdad y enfrentar el abuso. Su carrera como “abogado corporativo” sufre un fuerte deterioro (como su salud), aunque tuvo “la fortuna” de no ser abandonado ni despedido.

El teflón empieza a “estar en la picota”, pero sigue férreamente defendido por quienes se aprovechan de su aplicación.

Las voces empresarias

En 2011 decía un fabricante sin empacho:[2]

“[El] PTFE (sigla en inglés de politetrafluoroetileno). […] es [un polímero] muy conocido por su resistencia, […] no se limita a las altas temperaturas. El teflón virgen es sumamente resistente a los daños que la mayoría de los agentes químicos pudieran provocar en su estructura.

”El teflón virgen resulta ser prácticamente inerte. Esta característica hace que no reaccione con otras sustancias químicas, aunque en algunos casos excepcionales llega a suceder. Al no reaccionar con ninguna sustancia se convierte en un material prácticamente libre de toxicidad, lo que permite que tenga múltiples aplicaciones.”

¿En qué quedamos? ¿Reacciona con algunas sustancias químicas o con ninguna? Ambas afirmaciones, no. El atributo de “inerte” es redondamente falso, al no mencionar las (escasas y difíciles) condiciones en que es tal.

”Aplicaciones:

”- Revestimiento de aviones y naves espaciales, por su resistencia a altas temperaturas – Fabricación de prótesis – Operaciones estéticas – Producción de vasos sanguíneos y tejidos artificiales – Pinturas – Revestimiento de materiales sometidos a ambientes corrosivos – En utensilios de cocina como sartenes u ollas, debido a su antiadherencia y a su baja toxicidad.” [sic]

Todavía alardean de baja toxicidad, como si fuera verdadd.

Veamos una presentación en México, todavía exaltado como excelente material en 2012. Pero…[3]

“La mayor ventaja de las cazuelas, sartenes y otros utensilios de teflón es que no requieren, necesariamente, de ningún tipo de grasa para freír o cocinar los alimentos, así como lo fácil que resulta limpiarlas al finalizar la faena.

”[No] se debe cortar la carne, ni ningún otro alimento directamente dentro de las cazuelas o sartenes, pues las rayaduras y el desgaste que esa acción produce, deterioran la superficie de teflón provocando la pérdida de sus propiedades antiadherentes. […] la mayor desventaja del uso de utensilios de teflón es que no se debe superar nunca los 260 º C de temperatura […] sobrepasar los 342 º C de temperatura, punto de fusión medio donde el teflón comienza a liberar gases altamente nocivos para la salud.”

No sabemos si a 260 o  a 342, pero el daño resulta ya inocultable.

En 2015 se hace un teflón sin PFOA (ácido perfluorooctanoico), porque sucesivas pruebas advierten la toxicidad del PFOA.[4]

TECNOLOGÍA DEL RIEGO [porque todavía se ofrecen estas tecnomaravillas para regar vegetales o producción acuática…]

“[…] resistente a la intemperie y a los rayos solares, presenta una buena resistencia a la abrasión, al desgaste y a las altas temperaturas (de hasta 180ºC), es buen aislante eléctrico y es auto-extinguible con buena resistencia al fuego.”

Después de 2015, con el juicio a toda máquina de Bilott contra Dupont, todavía vemos las pretensiones corporativas (industrias finishes no presenta fecha). [5] Eso sí, niega todo parentesco entre PTFE y PFOA:

“Ventajas de rendimiento y beneficios medioambientales [sic].

” […] Comprometido con el cumplimiento de los principales organismos reguladores.

”Nunca se fabrica con PFOA o PFOS.” Ahora, aunque es bueno recordar que se lo fabricó durante  décadas con PTFE y PFOA.

Y a continuación, la folletería nos ofrece testimonio de cómo cumple la empresa con los reguladores públicos, como nuestra penosamente conocida EPA:

”[…] Cumple con el Programa de Administración del PFOA de la  […] EPA. 2010/15.

En 2018, la versión empresaria ha empalidecido bastante. La investigación de Bilott era ya archiconocida  e incluso la película que se basaba en semejante denuncia estaba en marcha.

La voz oficial del mundo empresario nos dice entonces: [6]

”No hay estudios totalmente concluyentes sobre la toxicidad real de esta sustancia, pero el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (IARC) lo ha clasificado como «posible carcinógeno» en el grupo 2B, es decir, en el grupo de sustancias de baja [sic!] probabilidad cancerígena para el hombre.” No es tan baja, más bien intermedia.

”También se sabe que tiene una gran persistencia en el medio ambiente y se ha encontrado en la sangre de animales y personas.

”El PTFE es un material inerte, estable y sin riesgos, siempre que no se caliente por encima de casi 300ºC. Nadie debería cocinar nunca a esta temperatura y, en caso de que lo hiciera, lo que pasaría sería que el teflón se degradaría y desprendería unos gases que, aunque no son muy peligrosos [otra vez sic], tampoco hay motivo para inhalarlos innecesariamente.”

Confróntense las dos últimas frases, penosamente incongruentes:

”Y por lo que se refiere al PFOA, es muy importante recalcar que en su momento se utilizaba sólo para aplicar el recubrimiento a los utensilios de cocina antiadherentes. Así que cuando el producto acabado llegaba al hogar del consumidor el PFOA era ya prácticamente indetectable. Por eso en realidad cocinar con un producto recubierto con un antiadherente PTFE (o teflón) con PFOA no era peligroso para el consumidor.”

Pese a eso, suponemos que no será por capricho, lo que se dice a continuación:

”se ha eliminado del proceso de aplicación del PTFE en los recipientes de cocina […] en julio de 2020 su uso queda prohibido en España y en todos los países que han firmado el Convenio de Estocolmo y su producción está restringida a nivel mundial.”

Y en 2020, con el escándalo ya expandido, llegamos a la supresión de los sartenes con teflón, ya sea PTFE  o PFOA o sin él:

La empresa DIDE [7] declara:

“Si bien el teflón se ha ganado un nombre en la industria de la cocina, los servicios de revestimiento de teflón brindan muchos más usos en diversas industrias. […]

“El teflón es un material que funciona a la perfección sin que necesite de un mantenimiento, es más, cuando lo aplicas te olvidas de que existes. [sic]!” Esta última observación, de que uno ya no existe usando teflón, ¿es una confesión involuntaria o apenas una confusión de palabras?

 Las personas en entredicho

Hemos procurado mostrar cómo el lucro cegó las observaciones y verificación de daños. Minimizándolos, bagatelizándolos.

Y cómo la lucha enconada por probar la existencia de materiales tóxicos, en este caso al menos, llegó finalmente a buen puerto.

¿A buen puerto?

El juicio  terminó demostrando que Dupont había primero negado la contaminación, luego la había minimizado y sus abogados habían llegado a transigir en pagar una multa equivalente al 1,5 % de sus ingresos brutos anuales que ya vimos fue rechazada. Y  Bilott empieza a llevar a juicio uno por uno a los miles de demandantes  (unos 3500) a quienes se les probó deterioros de salud a veces atroces (como malformaciones congénitas), y empieza ganando los primeros juicios con resarcimientos de cientos de miles de dólares por cada afectado (2016). Dupont se apresura entonces a firmar un reconocimiento colectivo, con un ajuste de cuentas multimillonario que se traduce, sin embargo, en montos menores para cada demandante.

Con lo cual, Dupont “salva la ropa”. Pero sigamos un paso más.

Supongamos que Dupont hubiese tenido que pagar por cada uno de los 3500 demandantes el importe máximo que tuvo que desembolsar en el primero o en el segundo juicio de los que perdió individualmente.

¿Habríamos entonces llegado a buen puerto?

Dupont, tal vez involuntariamente, por pura negligencia o tecnooptimismo, dañó de por vida a miles de seres humanos y a otros miles de seres vivos.

Falsificó los resultados de investigaciones sobre contaminación. Hizo escarnio de resultados científicos. En  complicidad con ciertas autoridades públicas que se avinieron a sus criterios empresariales para cuidar dividendos y no la salud ambiental o social.

¿Pueden compensarse tamaños delitos con dinero? Dupont, pagando indemnizaciones, lo que hizo fue salir libre de todo delito que tendría que habérsele imputado.  En rigor, compró su libertad, su inocencia.

¿Se puede comprar la inocencia?

La cultura estadounidense  y la modernidad en general matrizó el viejo apotegma “El tiempo es oro”. Tenemos así una monetarización de nuestras vidas.

Pero la vida es impagable. Y su daño puede ser irreparable y en consecuencia no se “arregla” con dinero. La empresa que contamina comete delitos. ¿Se le deja a un delincuente delinquir?

¿Las personas físicas pueden matar pagando? Parecería que no, pero sí lo hacen; contratan sicarios, no sólo individuales; se han  organizan batallones de “limpieza social” como lo hicieran comerciantes cariocas en convenio con policías, para “despejar” las calles de garotos da rua, contratando a quienes los han matado. A veces, ni siquiera mediante pagos especiales: las propias fuerzas  legales profesionales acaban con vidas humanas no deseadas, como militares israelíes acabando con la vida de palestinos de modo totalmente “desprolijo”;  quieren matar a un presunto terrorista y cumplen el cometido matando a 5 o a 14 vecinos, parientes, niños, lo que hay cerca del “blanco”. A veces, reciben pago especial siendo miembros de cuerpos represivos, como ha pasado con militares colombianos presentando su cosecha de “falsos positivos”.

Son, de todos modos, casos excepcionales.

¿Y las personas jurídicas? Al parecer, ellas sí, pueden matar pagando, al parecer de un modo mucho más irrestricto.

Empresas en EE.UU, por ejemplo, han terminado pagando indemnizaciones por contaminación con desenlace mortal: en ningún caso, han visto afectados los destinos las personas físicas (los seres humanos concretos) actuando desde la empresa; no sólo sin cárcel ni con pena de muerte; ni siquiera procesados.

Las multas son aplicables tanto a personas físicas como jurídicas. Penas más severas que se aplican a personas físicas, ¿cómo considerarlas ante personas jurídicas? ¿Suspensión de la actividad de la persona jurídica empresarial equivaldría a prisión, finalización de la personería jurídica (equivaldría a pena de muerte)?

Las personas jurídicas, como vemos, tienen muchos privilegios, como ante esta demanda por envenenamiento ambiental, respecto de nos, simples mortales.

Es que las personas jurídicas son de hecho la pantalla de algunas personas físicas.

notas:

[1]  https://www.teflon.com/es/news-events/history. [s/f, pero indudablemente reciente]

[2]  https://www.quiminet.com/articulos/el-teflon-virgen-y-sus-ventajas-2637352.htm.

[3]  https://www.elsiglodedurango.com.mx/noticia/2012/ventajas-y-desventajas-del-teflon.html. 4 dic. 2012.

[4]  https://www.traxco.es/blog/tecnologia-del-riego/viton-o-teflon

[5]  https://www.teflon.com/es/industries-and-solutions/solutions/consumer-applications/textile-finishes/how-fabric-protector-works/environmental-advantages

[6]  https://www.castey.com/es/pfoa-que-es-el-teflon

[7]  https://www.distribuidoraindustrialdeempaques.com/blog/articles/teflon. 11 ago 2020.

Publicado en Centro / periferia, Ciencia, Conocimiento, EE.UU., Nuestro planeta, Salud. Y enfermedad

Uruguay. VACUNAS COVID: ¿CIENCIA O NEGOCIO?

Publicada el 25/08/2022 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández

El estilo que hemos denominado de “rey sol”, del presidente de nuestro país, Luis Lacalle Pou, ha hecho otro round ante una resolución judicial  reciente, del juez Alejandro Recarey, disponiendo suspender la “vacunación” antiCovid19 para menores de 6 años.

En rigor, lo que hizo Recarey fue introducir en el tema de la vacunación contra el Covid19 los diversos resortes de información propios de toda actividad democrática; Recarey procuraba que se aplicara en Uruguay un  método democrático de investigación, verificación y crítica. Se basó para su resolución en la serie de investigaciones, de muy diversa procedencia, que registra daños biológicos asociados a estas vacunaciones.[1] Y con sensatez, aplicando lo que se llama en medicina preventiva y en ciencias ambientales, “principio precautorio”, se limitaba a una suspensión  para mejor observar el estado científico de la situación. Por eso, la acusación del Poder Ejecutivo de que ‘cuestionaba el rol de la ciencia’ es inicua.

En cuanto al contenido material de las inoculaciones, Recarey solicitó un informe antes de seguir inoculando en la ignorancia. O en la fe. Porque el poder político parece creer lo que los laboratorios han informado sobre las inoculaciones.[2] Aunque en rigor, frecuentemente los laboratorios borran la info que no los benefician; no practican ciencia sino celo comercial. Confundir al Big Pharma con la ciencia es conceptualmente penoso. Confundir incluso a un científico con la ciencia es también penoso: ¡cuántas veces un científico ha tenido que criticar una verdad oficial sostenida por otros científicos para acercarnos más seriamente a la verdad!

Nos parece temerario o excesiva confianza creer a pie juntillas las declaraciones empresarias.[3] Primero y principal, porque históricamente se conoce que muchísimas empresas falsean los contenidos reales y efectivos de sus declaraciones (al fisco, a la competencia, al público, etcétera): es buena parte de la historia de las comercializaciones.[4]

Pero además, porque varias investigaciones, con métodos rigurosos, han encontrado partículas y elementos no declarados en la composición de estas vacunas, y por último –tal vez lo principal–, porque diversas autoridades médicas en demasiado países  –como para conside-rarlo pura coincidencia– han encontrado una cantidad de reacciones y secuelas imprevistas tras las dosificaciones de vacunas (de distintos laboratorios) contra Covid19; como las que repasamos en n. 1, incluso desencadenando enfermedades autoinmunes y muertes súbitas.

«La actuación del juez constituyó una clara violación a la separación de poderes, invadiendo potestades sanitarias, a cargo del Poder Ejecutivo», remata un comunicado del Ministerio de Salud Pública (5 jul. 2022). No se entiende. ¿No son precisamente las interacciones entre los diversos poderes del estado lo que asegura el devenir democrático? El Poder Ejecutivo debería alegrarse al ver funcionar al Poder Judicial como instancia de control.

El mismo comunicado alega que “la vacuna no solo es eficaz, sino también segura, aprobada por el Ministerio de Salud Pública y por las principales agencias sanitarias del mundo». Una petición de principio, que intelectualmente avergüenza porque obligaría a un maestro como Carlos Vaz Ferreira tener que pedirle otro fundamento al ministro, que no se fundamente en sí mismo… para evitar, incluso que se note que andamos tan flojos de lógica. Nos tiene que explicar, más bien, cómo fue aprobada, siguiendo qué protocolos, ¿o sólo se confió en los informes dados por la suministradora de vacunas?

 

A las vueltas con la lógica

Acabamos de ver un penoso discurrir. Por lo visto es contagioso. Tres médicos argentinos expresaron su preocupación: a partir de sus prácticas médicas se preguntaron si no habían aumentado las muertes súbitas.[5] Pero tenemos el aporte de otro colega  (en el mismo sitio) que nos tranquiliza… Pablo Andrés Álvarez, también médico, nos aclara: “La miocarditis leve sí es un efecto secundario de las vacunas Covid19, y la miocarditis grave causa muerte súbita. En esa frase ya hay dos matices: es leve la miocarditis provocada por las vacunas y es grave la que causa muerte súbita.”

Lógica impecable la de Álvarez: si es leve la provoca la inocluación, si es grave la provoca, no sé qué. Así es fácil, ¿no? Como explicaba una Ley de Murphy: “Los problemas complejos, tienen soluciones erróneas sencillas y fáciles de entender.”

Por ejemplo, y para darle mayor seguridad a los inoculados, nos dice otra viróloga uruguaya: «La epidemia pasa a ser ahora un problema de los no vacunados y, dentro de los no vacunados, tenemos a los niños», explicó Pilar Moreno, investigadora del Instituto Pasteur de Montevideo.[6] Moreno no ha escuchado de inoculados con recaídas en Covid19. ¿En qué planeta vive?

Ya hemos visto ejemplos de criterios y actuación médica en Argentina y Uruguay. Veamos en Colombia. La Universidad Javeriana ilustra un cálculo probabilístico sobre lo que pueda pasar con el suministro de las vacunas de los laboratorios que en el país se han contratado: “es más probable que te caiga un rayo o que te ganes la lotería de Navidad a que hagas trombos por efecto de la vacuna.” [sic]

” […] en esta emergencia es que las farmacéuticas, especialmente Pfizer y Moderna, han exigido a los países la cláusula de indemnidad, una condición que exime de responsabilidad a las compañías farmacéuticas en caso de que haya efectos adversos de gravedad […]”.[7]

Es decir, que para este centro médico colombiano son muchísimo menos frecuentes complicaciones con estas inoculaciones que con el virus, por ejemplo.

Uruguay tiene estadísticas bien disímiles: durante el primer año (largo) de pandemia oficial, hasta marzo de 2021, en que comienzan las inoculaciones, Uruguay tuvo menos de 400 muertos oficiales por Covid19. Sin embargo, desde que se inicia la vacunación oficial en esa fecha, el primer año registra la friolera de 6000 muertes. Se conoció una causa de muerte coasociada a las inoculaciones: cuando quien va a recibir la inyección está incubando la enfermedad, estos vectores se refuerzan mutuamente y agravan el cuadro sanitario, que puede así llegar a ser mortal. Ese fenómeno se tradujo en una política restrictiva para inocular: no hacerlo hasta estar totalmente curado, abrir una ventana de por lo menos dos semanas.

Esa inesperada, anómala situación, fue precisamente otro de los elementos que amparó la petición del juez: el aumento de fallecimientos por Covid19 a partir de marzo de 2021 en relación al año anterior, en el que no se habían aplicado las dosis.[8]

Me voy a permitir citar in extenso al médico Medardo Ávila Vázquez, cofundador de la formidable Red de Pueblos Fumigados en Argentina:

“Las vacunas son las preferidas de la Big Pharma, sus consumidores son los sanos, muchos más numerosos que los enfermos que sólo en esa condición necesitan un medicamento. La historia está llena de dolorosas y trágicas experiencias. En la Argentina los médicos Héctor Abate y Miguel Tregnaghi fueron condenados por la muerte de 16 bebes de familias de bajos recursos vacunados en pruebas de un laboratorio que hoy es Pfizer.

”Las vacunas han generado una controversia mundial entre defensores y detractores sobre todo desde que la Big Pharma y Bill Gates lograron controlar los comités claves de la OMS y la FDA norteamericana. Un tufillo a negocios poco éticos rodea todo el tema, y una de las más preciadas herramientas de la medicina moderna es puesta en duda, muchísimas veces con razón, porque ha sido absolutamente prostituida. Los médicos, sobre todo los pediatras honestos (que somos la inmensa mayoría) necesitamos construir una Vacunología Crítica que pueda separar la paja del trigo en un campo muy revuelto.

”Vacunas maravillosas pararon la poliomielitis, la viruela y el tétanos. Otras mataron miles de personas. La tragedia reciente de SANOFI es esclarecedora y no queremos que se repita frente a las vacunas para coronavirus. La empresa de origen francés desarrolló una vacuna para el Dengue, la Dengvaxia°, que logró autorizaciones en EE.UU. y en la OMS de la mano del doctor Antony Fauci, el epidemiólogo jefe en el gabinete de Trump y uno de los más fuertes lobistas de la Big Pharma. Esa vacuna, cuya patente parece estar también a nombre del doctor Fauci, se aplicó en 600.000 filipinos entre 2016 y 2017; el problema fue que en la epidemia que sufrieron en 2018 y 2019 muchas de las personas previamente vacunadas desarrollaron la forma grave del Dengue, y recién cuando los niños muertos llegaron a 600 el derechista presidente filipino Rodrigo Duterte prohibió la vacuna.” [9] Ávila Vázquez ilustra dolorosamente el alcance a menudo trágico de anteponer el negocio a la salud.

Los informes respecto de las estafas criminales del Big Pharma abundan, aunque los medios de incomunicación de masas los ignoren. Naomi Wolf, médica, ejemplifica con el logro de arrancarle el secreto a material de análisis y estudio que Pfizer había prometido exponer al público tras por lo menos tres generaciones humanas: “[…] los 55.000 documentos internos de Pfizer que la FDA había pedido a un tribunal mantener en secreto durante 75 años. Por orden judicial, estos documentos fueron revelados a la fuerza. Los editores,[10] Daily Clout.io [han] abierto al público por decisión judicial esos secretos de Pfizer. El equipo que “traduce” tales documentos en “términos sencillos” está constituido por unos 3.000 médicos, enfermeras, bioestadísticos, clínicos de laboratorio e investigadores de fraude médico y científicos.

Parece que en nuestras latitudes, a diferencia de lo actuado en EE.UU. por Daily.Clout.io la ley o el  gobierno se empeñan en proteger a los laboratorios que expiden su producción, con cláusulas de confidencialidad y disposiciones de indemnidad…

Vivimos mundos paralelos. El gobierno de nuestro país así como el argentino y hemos visto algo del colombiano, se afanan por proteger los intereses del Big Pharma. Escuchemos lo que nos dice un médico estadounidense, Peter McCullough, y estamos recogiendo declaraciones relativamente recientes, noviembre 2021: “Los estadounidenses están muertos de miedo…. La gente está abandonando el trabajo, no porque quieran perder sus trabajos, ¡pero no quieren morir a causa de la vacuna!… Dicen: ‘Escucha, no quiero morir. Por eso, no me voy a poner la vacuna. . Es así de claro.” [11]

En Israel, hacia fines de 2021: “[…] un brote nosocomial de la enfermedad entre un grupo de individuos, 96.2% totalmente vacunados; catorce de los totalmente vacunados desarrollaron enfermedad severa o murieron, mientras que los únicos dos pacientes no vacunados sólo tuvieron síntomas leves.” [12]

”No se ha cumplido la expectativa de que en poblaciones con altas tasas de vacunación fuesen a reducirse los contagios de la enfermedad.” El tema de contraer Covid19 aun estando vacunado se acrecienta.

Veamos una nota reciente en La Prensa de Buenos Aires:[13]  “El negacionismo se ha convertido en uno de los signos de estos tiempos, en especial entre médicos e investigadores que pretenden ignorar por completo, o hacerse los distraídos, ante fenómenos que ponen en entredicho el discurso que la mayoría de ellos ha repetido en los últimos casi tres años.

”Un ejemplo de esto son los casos bien documentados de personas que presentan síntomas de ‘covid largo’ sin siquiera haber contraído la enfermedad.

”Lo que es imposible de soslayar es que estos cuadros se presentan en aquellos que se han vacunado contra el Covid19. El hecho de que ‘muchos médicos e investigadores evitan cuidadosamente hablar de esta cuestión’ fue reconocido hasta por la revista Science en enero último, según lo hace notar la doctora Yuhong Dong, en un artículo que titula «¿Por qué se parecen tanto el covid largo y las lesiones por vacunas?”

Aunque los datos, objetivos, sobre la poca “limpieza” en “los efectos maravillosos de las vacunas” se acumulan sospechosa y peligrosamente, tenemos siempre la versión optimista del gran triunfo sobre el Covid19 que nos prodiga Bill Gates, quien opina como primus inter pares en la OMS aunque no es ni médico ni infectólogo, ni enfermero, ni biólogo, ni microbiólogo. Sencillamente por su condición de mecenas, un título, llamémosle nobiliario medieval…

 

Volvamos al paisito. Y al esforzado capítulo que procuró atender el juez Recarey.

Pidió estudios que demuestren la «inocuidad» de «la sustancia llamada ARN mensajero», y a su vez que se revelen los términos de los contratos firmados entre el gobierno y Pfizer para comprobar si contienen cláusulas «de indemnidad civil o impunidad penal de los proveedores» respecto a eventuales efectos adversos.

Este otro recaudo del juez  en términos puramente democráticos y de funcionamiento no requiere explicación alguna; es una potestad del poder judicial ante otro poder estatal. Pero se puede complementar o reforzar la demanda en que se sabe que laboratorios transnacionales como Pfizer han exigido firmar contratos secretos para su propia preservación ante eventuales reclamos por secuelas inesperadas de las vacunaciones, dejando toda responsabilidad penal a cargo del estado anfitrión.

Los requisitos y pedidos del juez pudieron ser un magnífico ejemplo de democracia funcionando. Pero el PE consideró que se trataba de planteos deleznables y anticientíficos. Y perdimos una oportunidad de ejercer instancias verdaderamente democráticas.

Como las que se necesitan, por ejemplo, para abordar la lucha contra el narcotráfico y evitar las complacencias y las complicidades.

¿Estuvimos ante una demasía judicial o estamos ante una demasía del Ejecutivo?

 

[1]  https://espanol.cdc.gov/coronavirus/2019-ncov/vaccines/safety/adverse-events.html:

“La anafilaxia posterior a la vacunación contra el Covid19 es muy poco frecuente, y el índice de casos es de aproximadamente 5 por cada millón de dosis administradas.[…]

”El síndrome de trombosis con trombocitopenia (TTS, por sus siglas en inglés) posterior a la vacunación contra el Covid19 con J&J/Janssen es poco frecuente, con aproximadamente 4 casos por cada millón de dosis administradas.[…]

”El síndrome de Guillain-Barré (SGB) en personas que recibieron la vacuna contra el Covid19 J&J/Janssen es poco frecuente. El SGB es un trastorno poco frecuente [¡hay que insistir en la baja frecuencia!] en el cual el propio sistema inmunitario de la persona daña las neuronas y causa debilidad muscular y a veces parálisis. Se han notificado casos de SGB principalmente en hombres de 50 años de edad o más […]

”Miocarditis y pericarditis: los casos de miocarditis y pericarditis después de la vacunación contra el Covid19 son poco frecuentes. La mayoría de los casos notificados fueron después de recibir las vacunas contra el Covid19 de Pfizer-BioNTech o Moderna (vacunas de ARNm), particularmente en varones adolescentes y adultos jóvenes.

”De 12 a 15 años (70.7 casos por cada millón de dosis de Pfizer-BioNTech)

”De 16 a 17 años (105.9 casos por cada millón de dosis de Pfizer-BioNTech)

”De 18 a 24 años (52.4 y 56.3 casos por cada millón de dosis de las vacunas de Pfizer-BioNTech y Moderna, respectivamente).[…]

”Los informes de muertes después de la vacunación contra el COVID-19 son poco frecuentes. La FDA exige a los proveedores de atención médica que notifiquen al VAERS cualquier fallecimiento posterior a la vacunación contra el Covid19, incluso si no se sabe con certeza si se debió a la vacuna. […] para 606 millones de vacunaciones, se registran 15930 muertes.” Hasta aquí, la información médica claramente inclinada a aprobar los pasos dados por la medicina oficial y el BigPharma.

Mi observación: casi tres muertes cada diez mil vacunaciones. Entiendo que no son cifras desechables. Son más altas que con alteraciones y reacciones, y aquí se trata de muertes. Pero además, el CDC que presenta este informe dice que de las 15930 muertes, «se identifican 9 muertes con una relación de causalidad con la vacuna.” ¿Tenemos que entender que hay 15921 muertes que NO tienen que ver con la vacuna? ¿Con qué tienen que ver, ¿mera simultaneidad?

[2]   https://www.cronista.com/informacion-gral/alerta-covid-las-vacunas-de-pfizer-moderna-y-astrazeneca-que-se-aplican-en-argentina-aceleran-la-aparicion-de-nuevos-efectos-secundarios/Recibidos

[3]  Siguiendo la teoría de María Julia Alsogaray, ministra argentina menemista que defendía la calidad moral de las declaraciones empresarias que tomaba por verdaderas. En rigor, no se trataba ni siquiera de credulidad; era complicidad pura y simple con los intereses empresarios. Si era puramente ideológica o le reportaba un beneficio material lo dejamos al margen.

[4]  Véase n. 4 de mi artículo “Uruguay al galope hacia el pasado: la restauración de la monarquía absoluta”.

[5]   https://www.lanueva.com/nota/2022-6-12-6-30-56-las-vacunas-contra-el-covid-pueden-causar-muerte-subita-la-opinion-de-3-especialistas-bahienses. Los cardiólogos en cuestión: Nadia Budassi, Rubén Rodríguez Vidal y Walter Zukerman.

[6]   https://www.elpais.com.uy/informacion/salud/pilar-moreno-epidemia-pasa-problema-vacunados-ahi-ninos.html.

[7]  https://saludconlupa.com/comprueba/vacunas-covid-19-las-razones-que-exoneran-a-las-farmaceuticas-de-pagar-indemnizaciones/.

[8]  https://www.telesurtv.net/news/uruguay-justicia-exige-gobierno-acuerdos-pfizer-20220704-0028.html.

[9]  https://www.elcohetealaluna.com/vacuna-para-coronavirus/, 19 jul. 2020.

[10] https://mail.google.com/mail/u/0/?pli=1#inbox/FMfcgzGpGTGCFttHkQcQKlpdJVwMDKlh

[11]  Mike Whitney,  https://www.unz.com/mwhitney/lethal-injection-frontline-e-r-doctor-gives-chilling-account-of-unusual-vaccine-induced-illness/20 de noviembre de 2021.

[12]  Günter Kampf,  eXtramuros, Montevideo, 7/12/21.

[13]  Agustina Sucri, https://infoposta.com.ar/notas/12599/covid-largo-sin-haber-padecido-covid-el-tema-del-que-evitan-hablar-investigadores-y-m%C3%A9dicos/.

Publicado en Ciencia, Medios de incomunicación de masas, Poder mundializado, Salud. Y enfermedad, Uruguay

Transnacionalización rampante: la globocolonización y el despeñadero planetario

Publicada el 21/06/2022 - 22/06/2022 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández –

¿A qué se debe que a fines del s. XX Argentina, con su gobierno elegido en elecciones constitucionales, aprobara, con los pasos formalmente requeridos, el ingreso de alimentos transgénicos a la mesa  de los argentinos y sobre todo a los campos de cultivo de Argentina y que todo el proceso diz que democrático de aprobaciones legales contara con los fundamentos en inglés (tan apurados los mandantes que ni a traducción recurrieran)?

¿A qué se debe que a comienzos del s. XXI, Uruguay con su gobierno, también  él perfectamente elegido en elecciones legales, aprobara un proyecto de industrialización venido desde medio planeta de distancia a aplicar sobre una producción por lo menos “recién llegada”, rubricado, el convenio, con una coda digna de Marx, pero Groucho: escrito el convenio en inglés y en castellano, se establece que en caso de duda  prevalecerá la versión en castellano, y cuando sobreviene una diferencia en los respectivos textos, prevalece la versión inglesa?

Cualquiera de esos episodios, llamémosle avanzadas del centro planetario mundial sobre la periferia,  esbozos de un gobierno transnacional mundializado, revelan el desplazamiento de las soberanías nacionales, por definición locales y limitadas. Mencioné apenas un par de ejemplos que conozco sobradamente pero me consta que no son exclusivos de la región platense. Lo mismo, con el denominador común de estas “vergüenzas” locales; el idioma inglés.

Estos episodios no son novedosos. Están íntimamente ligados a la periferia planetaria y prácticamente desde su constitución. Sólo que han ido cambiando “los envoltorios”; de las economías de extracción bruta de materia prima en los albores del industrialismo metropolitano al desarrollo, más cerca nuestro, de industrias adventicias, periféricas, las zonas francas, y en los últimos tiempos, a la computarización más o menos forzosa, más o menos universalizada.

Todo ese proceso de formación de un mercado mundializado fue acompañado de progresos reales o supuestos, en la legislación, en la cultura, en la vida cotidiana, a menudo presentándose el mercado mundial como protector de lo que legislaciones nacionales habían ignorado.

El proceso de traspaso de políticas desde un ámbito nacional a entornos supranacionales ha operado en varios niveles: empresas locales “igualadas” con consorcios transnacionales, que no soportan dicha competencia, porque esos grandes consorcios bajan costos mediante una manopla de recursos mucho mayor (y en general, de menor calidad). Y porque la tendencia a acumular poder engarza mejor con unidades económicas mayores.

Por eso, los grandes aglomerados agroindustriales han ido despedazando a campesinos, productores familiares o cooperativos de alcance local. Sin mejorar la calidad alimentaria, en rigor empeorándola (pese a la propaganda en contrario). Apelando a aditivos casi siempre tóxicos, pero consiguiendo con ellos estimular la demanda y aumentar la escala de producción. En ese deterioro alimentario, cada vez más generalizado, los transgénicos ocupan un lugar relevante, como décadas antes lo hicieran los biocidas, bajo el perverso nombre de “revolución verde”.

Tal vez, resumiendo, el rasgo más característico, estructuralmente necesario, para la rentabilidad verificable en este último medio milenio, sea el de la tendencia sostenida al aumento de escala para la producción junto con la expansión de los mercados; ambivalente situación, porque el aumento de escala deteriora calidad, pero la expansión mercantil permite el acceso a más seres humanos. Se trata de una expansión no lineal sino progresiva, que va expandiendo no sólo la producción, los mercados y sus modalidades, sino también el ritmo con que se produce la misma expansión.

– unidades productivas, de aprovisionamiento y procesamiento, cada vez más grandes y consiguiente consumo creciente de materias primas y recursos,

– inversión de las relaciones entre economía y finanzas y entre ciencia y tecnología; las finanzas toman preeminencia sobre la economía y la tecnología y sus centros de producción sobre la ciencia,

– contrarreforma agraria en marcha, expulsión o ahogo de campesinos, despoblando campos, formando unidades de producción agraria o agropecuaria cada vez mayores e industrializantes (borrando diferencias entre la elaboración de ropas o vajilla, por ejemplo, con la crianza de patos y plantas),

– megalopolización urbana y contaminación cada vez más fuera de control,

– recambio más o menos permanentemente acelerado de objetos de producción y consumo; obsolescencia programada.

Tomemos un único ejemplo.

PESCA. La humanidad se ha nutrido desde tiempo inmemorial de peces y seres vivos acuáticos. Se estima que el 60% de las proteínas animales consumidas por la humanidad ha provenido, históricamente, de la pesca. El otro tercio de proteínas animales ha sido provisto por los animales de tierra o aire. Aves, cérvidos, liebres, cabras, cerdos, vacas, cuises, y el larguísimo etcétera que va variando de región en región. La pesca se ha estado industrializando desde hace siglos. Y “perfeccionando” sus técnicas al punto que al día de hoy, con sus redes de arrastre, sus bombas de profundidad y tantos otros recursos, los pescadores están en condiciones técnicas de vaciar el mar. Cada mar que “visitan”.

Sería un éxito deslumbrante si no fuera por el pequeño detalle de que la pesquería está logrando así serruchar la rama donde está asentada.

Sus técnicas de arrastre son tan “perfectas” como para no dejar intocado los fondos marinos. Que son, precisamente, la base nutricia de muchísimos circuitos vitales. Las redes son tan rendidoras que no perdonan ni siquiera a los más pequeños peces, puesto que los barcos engullen los peces grandes para comida humana y los pequeños como masa nutricia para animales criados o cultivados por el hombre, peces en estanque incluidos.

Tanta calidad técnica y ceguera natural o crisis del sentido común, ha hecho que la pesca haya desaparecido por ejemplo de todo el entorno europeo. El Mar Mediterráneo,  otrora asiento de apetitosos atunes y tantas otras especies que han alimentado milenariamente a las poblaciones costeras, es ahora poco más que el sumidero de los desechos de los países que lo circundan. El Báltico, por ejemplo, está tan contaminado que sus especies marinas han disminuido dramáticamente su fecundidad. Por estar interconectado no desaparece, como el mal llamado Mar de Aral (el sexto lago más grande del planeta, hoy reducido a una charca salobre gracias al “milagro soviético”): permanece entonces, pero cada vez más sin vida, como tantos otros mares o lagos en el mundo.

Desde hace unos años, las dotaciones pesqueras europeas se dedican a saquear las costas africanas, como la somalí, donde la impunidad es grande por la falta de un estado local en condiciones de defenderse.

Si revisáramos la actividad avícola o suina, veríamos el mismo cuadro, desolador; pollos o cerdos agigantados que no pueden tenerse sobre sus patas; las deyecciones gigantescas de establecimientos avícolas con millones de cabezas no permiten ya incorporarlas como abono y –gran festín para laboratorios que suministrarán “el fertilizante”– se depositan en lagos que apestan kilómetros a la redonda.

Así remataba la oenegé GRAIN un informe donde desnudaba el verdadero origen de la gripe aviar de 2011 y el sistema industrial de cría de animales:

“Una interrogante candente es por qué los gobiernos y las agencias internacionales como la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) no hacen nada para investigar cómo las granjas industriales y sus productos, tales como estiércol y raciones, extienden el virus. Por el contrario, están usando la crisis como una oportunidad para profundizar la industrialización del sector. Se multiplican las iniciativas para prohibir la producción de pollos al aire libre y eliminar a los pequeños productores, y reponer las granjas con pollos genéticamente modificados. La red de complicidad con una industria involucrada en una sarta de mentiras y encubrimientos parece completa.”

«Los campesinos están perdiendo sus medios de vida, sus razas de pollos nativos están siendo expulsadas del mercado, y algunos expertos dicen que estamos al borde de una pandemia humana que podría matar millones de personas […]. ¿Cuándo se darán cuenta los gobiernos que para proteger a los pollos y a las personas de la gripe aviar, necesitamos protegerles de la industria avícola mundial?»

¿Por qué los humanos hemos descubierto e inventado tantas cosas formidables que nos han ayudado, como la molienda o el pulido y las consiguientes herramientas que lo habilitaron, estamos ahora con esta problemática? El vidrio, por ejemplo, inventado hace miles de años mantiene la propiedad de su reversibilidad; hecho con arena y agua, puede volver a sus elementos originarios; como pasa con los elementos vivos; “renace”, en cierta forma (mediante “la muerte” de lo previo).

Con la modernidad, poco a poco, parece haberse roto esa doble vía entre lo elaborado por humanos y su entorno.

Demos un ejemplo de lo que quiero decir con “modernidad” y sin atarnos en modo alguno con medievalistas ultramontanos. En el esplendor romano, hace más de dos mil años, los privilegiados de entonces querían disponer de agua en abundancia. En Roma y en la Punta del Este de entonces, en Pompeya. Marco Vitruvio Polión, un arquitecto romano de entonces, planeó las canalizaciones correspondientes. Eligiendo, según tramos y otras características físicas, hacerlas en piedra, mampostería, cerámica y madera. Descartó el plomo, que era toda una tentación por su maleabilidad fundible a relativamente pocos grados (300). Vitruvio desaconsejó su uso  porque la frecuencia de saturnismo entre los mineros que extraían tan codiciado metal, lo puso alerta.[1]

Técnicos entonces de la era precristiana no aceptaron el plomo para las cañerías de agua.[2]  Una situación no lineal, ciertamente. Otra gran ciudad de la época, como Mohenjo-Daro, en el actual Paquistán, usó para el tendido de las redes de agua potable barro cocido, cerámica, madera, cemento, roca, plomo, bronce…

La negativa al uso de plomo en Roma y Pompeya se realza en el marco cultural de entonces, por la resistencia al uso meramente pragmático de un material.

Peguemos un salto de más de milenio y medio…

Si hace dos mil años, era insensato hacerlo, ¿qué pasó en los siglos de despliegue industrial y colonial (vienen juntos) con el Reino Unido y Europa Occidental a la cabeza?  A comienzos del s. XIX, Glasgow, en Escocia, comienza el tendido de redes de agua potable para toda la ciudad; la primera ciudad europea moderna que despliega esa ingeniería… y lo hace con plomo.

La advertencia sanitaria de los romanos dos mil años antes se había esfumado en el galope tendido de la civilización occidental, europea, moderna. Y cuando hace menos de cien años las redes de cañerías de plomo extienden masivamente su uso al agua también caliente, cuando todos los hogares de alta sociedad y cada vez más los de las capas medias, pasan a disponer como algo normal de “agua corriente y caliente” en las viviendas, Vitruvio parecía definitivamente olvidado.

Pero no había pasado ni otro siglo, con el agua caliente “perfectamente instalada”, que la realidad empezó a descargarse sobre la sociedad, sus habitantes. El agua caliente “se come” el plomo, y es fácil imaginar quién  “come” realmente el plomo de cañerías perdiendo grosor. Pensemos que esa agua, “en casa” se usa como ingrediente alimentario. La insensatez había tomado dimensiones demenciales. Nunca se sabrá, y los sistemas médicos se cuidan mucho de investigarlo, si una serie de dolencias, como atrasos madurativos, dolores de cabeza, déficit intelectuales, calambres, atrofias musculares, no son sino manifestaciones de la temida plombemia. Que Vitruvio evitó a propietarios romanos.

Esto es lo que ha pasado en las ciudades occidentales a lo largo del siglo XX.

Como para mostrarnos que no aprendemos nada, en ese mismo momento histórico, de crisis de los caños de plomo y sustitución por otros materiales,[3] muy específicos conglomerados empresariales, administradores del agua, como Coca-Cola, optan por persuadir a la gente que la solución más cómoda es tener siempre agua consigo y para ello… botellitas de plástico. Muy marcadas excepciones hubo, como Roma y su gobierno municipal, que se empeñó en evitar botellitas de plástico ofreciendo en todas sus plazas bebederos públicos en buen estado. Estábamos alrededor del 2000.  Veinte años después, con la paranoia por el Covid, sólo quedaría la botellita “para sí”.

Cómo ingresa en nuestras vidas el “tren” de la modernización tecnocrática

Jonathan  Cook[4] nos da una explicación que nos parece muy digna para tener en cuenta: que el sistema de construcción tecnocrático se ha convertido en religión, con la sacralización consiguiente.

Eso es lo que nos pasó: fuimos entrando en una nueva religión, casi sin darnos cuenta por más que se lo haya dicho tantas veces; una religión del progreso, con sus sacerdocios mayores; la ciencia y la tecnología.

El mundo empresario, apurando ganancias, estimulado por una escala siempre creciente, pivoteando sobre el colonialismo, el despojo de tierras y materias primas y el más abyecto racismo, hizo prevalecer la ganancia sobre la calidad alimentaria y el poder sobre la naturaleza. Los alimentos fueron cambiando, con empleo de  mejoradores, colorantes, floculantes, conservantes,  emulsionantes, espesantes… fosfato monosódico, polisorbatos, grasas hidrogenadas, jarabe de maíz transgénico de alta fructosa, y mil aditivos más de los que apenas se conoce una propiedad (refrigerante o antioxidante, por ejemplo) y se desconocen todas sus otras potencialidades (benignas o tóxicas) dando sin más rienda suelta a  una producción cada vez más contaminante.

Ante semejante invasión literal de modernidad galopante, la división entre conservadores y progresistas se redujo en la mayor parte de los casos, a que los primeros querían la apropiación privada y los últimos, la estatal. Pero todos, casi todos, aceptando alegremente (o al menos sin chistar), en este caso, la contaminación alimentaria.

Para asegurarse, el mundo empresario, cada vez más transnacionalizado, se valió de la designación de oficinas –provinciales, nacionales, regionales, internacionales– de control, supervisión o evaluación, públicas; “para todos”. Una esfera estatal que se hizo rápidamente cómplice de los “progresos”.

Así entraron, por ejemplo, los alimentos transgénicos a nuestras mesas. Por resolución ministerial, pero por decisión de grandes consorcios transnacionales.

Luddismo

Algunos académicos se han preguntado  si los conflictos sudamericanos no están teñidos de luddismo.[5] Por la oposición a la tecnología nuclear, a los transgénicos, a los gasoductos, a la minería a cielo abierto…

Nada más equivocado. No ha habido ni rastros de luddismo; en todo caso, luddismo es lo que nos ha faltado atemorizados por una izquierda tecnocrática que ha tipificado a los ludditas como meros rompedores de máquinas,  de puro retardatarios. Porque esa izquierda, progresista, jamás quiso salirse de la “senda del progreso”, empeñados en ver un único y necesario devenir histórico. Han apostado al agua corriente en plomo antes que a la sabiduría y sensatez de milenios atrás, con el progreso perdidas.

Y todos esos conflictos señalados por académicos provienen del daño, el malestar y el rechazo que provoca el despojo que ejercen los núcleos poderosos sobre  las sociedades periféricas (a las centrales, hasta ahora al menos, se las distraía con otros recursos). Se sabe que esas mismas “realizaciones técnicas” se desarrollan en países “industrializados” con menos abuso que el que las mismas empresas se arrogan en tierras periféricas.

Como explica Dorothy Nelkin,[6] los titulares de esos megaproyectos “trabajan en términos de un cálculo de eficiencia que sólo incorpora costos” que estos titulares evalúan, y dejan de lado “otros” costos que en todo caso afecten a poblaciones civiles y a sus entornos sociales, ambientales, sanitarios.

En buen romance, que a las empresas las tiene sin cuidado que sus proyectos productivos enfermen a criaturas ajenas a la empresa, contaminen agua ajena a la de sus circuitos, perjudiquen el hábitat donde se asientan exclusivamente para extraer una producción.

Todo este cuadro de situación nos impele a preguntarnos porqué, pese a una crisis cada vez mayor; sanitaria, alimentaria, psíquica, ambiental, a la conciencia social creciente de que los políticos no son sino “firmaplanos” que otros dibujan, el pensamiento y la acción, críticas, vuelan tan bajo, sin atreverse a “sacar los pies del plato”.

Están, “estamos” los objetores de este curso, carentes de “masa crítica”. Y están “los optimistas de siempre” que tratan de persuadirnos que estamos en el mejor de los mundos, en todo caso peor que el que vendrá mañana.

Eppur si muove; hay muchas señales sobre una crisis terráquea…

La contaminación avanza, está generalizada y fuera de todo control.

La idea de pocos años atrás de lanzar al mar océano enormes barcos “tragaplásticos” para retirar las toneladas de tales arrojados a los mares del planeta ha caído en la más penosa obsolescencia desde que se sabe, hace ya muchos años, que los plásticos sufren una erosión marítima permanente que no los biodegrada pero sí los desmenuza, convirtiendo los trozos plásticos en unidades cada vez más pequeñas, hasta alcanzar dimensiones microscópicas. Así, sin biodegradarse, esas partículas reciben la adherencia de seres vivos microscópicos, de los que se sabe que algunos al menos generan un fuerte atractivo hacia peces. Que engullen tales micropartículas con sus colonias como manjares.

Nos falta saber qué funciones podrán cumplir tales micropartículas en los cuerpos anfitriones. De peces, mamíferos, humanos incluidos. Sabemos sí, que algunas de dichas partículas son cancerígenas.

Pero antes de incursionar en la problemática sanitaria y los posibles efectos adversos de semejante metástasis, sobreviene una pregunta previa: ¿cómo pudo concebirse y aprobarse la “construcción” de sustancias no biodegradables? Porque no es un descubrimiento, es una invención ante la cual ni el idioma tiene una palabra para describirlas: no biodegradables. ¿Cómo no darse cuenta que construyendo tal tipo de sustancia corrompíamos la naturaleza, generábamos una dificultad irresoluble? ¿Qué imaginaban ser los científicos, técnicos, gerentes de los grandes laboratorios inventándolo? ¿Dioses? Se podría replicar: ¿Quién no conoce una formidable aplicación del material plástico? Claro que las hay, y muchas. Pero su peculiar “naturaleza”, que no es tal, nos debería haber advertido y ser cautos. Pero, otra vez, como jugando a ser dioses, si algo hemos expandido fuera de control en todo el planeta ha sido, precisamente, el material plástico.

De todos modos, lo de las micropartículas plásticas hoy repartidas en toda la superficie planetaria es apenas un ejemplo del sistema de construcción que una modernidad cada vez más ciega a la naturaleza nos ha generalizado.

Nuestro futuro robado

Dos  biólogos y una periodista especializada, estadounidenses, a fines del siglo XX redactaron un informe sobrecogedor: Our Stolen Future [7] (con que titulamos nuestro subcapítulo). En que demuestran, a través de un enorme despliegue de trabajo de campo, una crisis de la sexualidad, animal y humana en progresivo avance, sin ninguna duda asociada a la contaminación. En el caso de varones (las mediciones están hechas solo con estadounidenses, pero las causas traspasan claramente fronteras, aunque puedan tener diversa intensidad en distintas latitudes y regiones), las mediciones revelan que década a década durante la segunda mitad del s XX, la capacidad espermática ha disminuido. Sin excepciones, sin curva alguna “hacia arriba”. Entre animales, las investigaciones también resultaron desasosegantes; desde cocodrilos con penes tan pequeños que no podían acceder, propiamente copular con la hembra; a gaviotas hembras que cumplían funciones proveedoras (que suelen hacer los machos, aquí faltantes) a hembras que cloquean; hasta peces que naturalmente son sexuados, machos y hembras, pero que se presentaban bisexuados…

Nos parece que la investigación de los nombrados biólogos nos da otra faceta de la problemática, que entendemos crítica del “estado de las cosas”.

Y uno de los fenómenos que cada vez vemos más claramente: cada avance tecnológico trae consigo un debilitamiento de nuestras raíces, tanto las sociales como las biológicas.  Y ese proceso parece únicamente acentuarse, avanzando. y multiplicándose ocupando cada vez más áreas de nuestras vidas y el planeta.

El arqueólogo e historiador chileno, Miguel Fuentes lo dice nítidamente. Refiriéndose a un motivo de preocupación de la ecología oficial y la burocracia internacional, que es el avance, al parecer imparable, de la presencia de dióxido de carbono en nuestra atmósfera (recalentamiento de la corteza terrestre entre otras manifestaciones) afirma:

“La magnitud de este problema habría rebasado ya hace mucho tiempo, […], la ‘esfera de competencia’ de los sistemas económicos y tecnológicos para desplazarse al ámbito de las relaciones geológicas y biofísicas del planeta en su conjunto, poniendo desde aquí en entredicho las propias capacidades tecnocientíficas […] de la civilización contemporánea. […] El problema que representarían los actuales niveles de dióxido de carbono en la atmósfera (cercanos ya a los 420 ppm), no vistos en millones de años en la Tierra, o bien los relacionados a los avances sin precedentes de la acidificación marina, del deshielo del Ártico o de las tasas de derretimiento del permafrost, constituirían hoy desafíos cuya solución escaparía en gran medida a cualquiera de nuestros desarrollos técnico-científicos y capacidades técnicas.” [8]

La tesis de Fuentes advierte la gravedad del camino emprendido por la humanidad, por un sector apenas, pero es el que ha resultado decisivo para imprimir el destino a nuestra especie; al haber convertido, como recuerda Cook, a la ciencia en religión y sobre todo, a su capítulo utilitario; la tecnología devenida tecnociencia, una suerte de tecnosacralización. Y lo más penoso: las más de las veces ha sido el lucro o e éxito el motor que impulsó esos desarrollos.

Con una coda al parecer inevitable: convertida en religión, la humanidad pierde capacidad crítica, se siente desautorizada para hacer cualquier crítica. Y así sí somos pasto de los consorcios transnacionales de presunta o presumida vanguardia.

Fuentes da otros datos afligentes; con todos los despliegues tecnológicos con que nos atosigan los medios de incomunicación de masas un día sí y otro también; el control  y hasta la disminución de CO2 atmosférico está muy lejos de alcanzarse: “las llamadas “plantas de absorción” de CO2, […] no han sido capaces todavía de remover ni siquiera una pequeña fracción […] de las más de 40 mil millones de ton. de CO2 emitidas cada año por la sociedad industrial.” (ibíd.) Y Fuentes nos recuerda que lo del CO2 no es un caso aislado; lo mismo pasa con la acidificación de los mares o con la chatarra espacial. Y que en general es tonto recurrir al auxilio tecnológico cuando es precisamente lo tecnológico invasivamente desplegado lo que nos ha situado en la crisis ambiental en que estamos.

Con imaginación casi poética Fuentes sostiene que enfrentamos problemas tan insolucionables como los que se le plantean a quien busque  “restaurar a su estado original una olla de arcilla o una botella de vidrio luego de que ésta haya sido rota en mil pedazos […]. ¿Restaurar una copa del más fino cristal luego de ser molida en pedazos? ¡Ni siquiera con la inversión de diez, cien mil PIB mundiales sería posible! ¡Esto es justamente lo que hemos hecho con el mundo, el más bello de los cristales planetarios de nuestro sistema solar, volado en mil pedazos por el industrialismo ecocida!” (con lo cual, de paso, se burla, y con razón, de quienes especulan acerca del porcentaje, 2%, 3%, 4% del PBI mundial, que alcanzaría para reencauzar el estado planetario (como si se tratara de solucionar los desajustes ambientales con unos pocos remiendos de circunstancias).

Nos vemos en camino a un mundo cada vez más desmejorado en condiciones vitales. Ya se estima, en nuestro presente, que la generación de nuestros hijos recibe un mundo peor que el que recibiéramos de nuestros progenitores…

Tendremos que reaccionar ante un fideísmo ante la ciencia como en su momento, hubo quienes pudieron y supieron reaccionar contra el fideísmo religioso medieval, validos de un pensamiento laico, pero crítico.

El sobreuso de nuestros medios materiales, alegremente “cubierto” con ardides tecnológicos, nos ha cegado para poder ver que estamos agotando literalmente el planeta; su aire, agua, suelo.

Que la construcción de megalópolis, por ejemplo, resulta suicida, aunque de modo mediato. Lo mismo podríamos decir de los desplazamientos de las capas con alto poder adquisitivo, quienes se sienten, y son “locales” en todo el planeta.

La civilización rampante que “perfeccionó” nuestra ruina cada vez más a la vista fue, a mi modo de ver una variante de lo que llamamos Occidente, para muchos, la culminación o vanguardia civilizatoria mundial. Su expresión más acabada. Una sociedad que extremó tales rasgos hasta hacerlos patéticos, carentes de todo equilibrio, de toda complejidad; de ying y yang, dirían los orientales: la cultura dominante de EE.UU., el american way of life.

Con este “sistema” o “estilo de vida”  los humanos perdimos sabiduría ganando eficacia. Perdimos la noción de escasez, intoxicados culturalmente (y sobre todo, mediáticamente) por una abundancia apabullante.

Pero esta derrota cultural no proviene de este último capítulo; ya estaba incubada en el pensamiento de la modernidad burguesa, occidental.

Una eficacia altanera, autosuficiente. Indiferente, insensible, por ejemplo a la contaminación. Cegados, como dirían antiguos dioses si existieran, hasta que resulta demasiado tarde. Porque, como dice Fuentes, no podemos ahora recuperar “el paraíso viviente”, perdido.

Apenas ver si podremos salvar “partes del naufragio” planetario.

Es con este desarrollo arrasador del industrialismo, la colonización generalizada, el racismo acaparador, nuevas invasiones (semánticamente salvaguardadas como “avances de la frontera del progreso”), exterminando flora y fauna sin pausa y sometiendo con diversas modalidades, esos otros humanos tan a menudo considerados subhumanos (aunque la fraseología democrática ha ido corriendo las exclusiones hasta hacerlas desaparecer literalmente, al menos si no de la realidad, de la cosmovisión ideológica oficial).

Y seguimos, cada vez más de prisa, construyendo una tecnosfera que imaginábamos salvadora y paradisíaca, aunque cada mañana percibimos, oscuramente, que es la nave mayor, la nave insignia, la que está averiada…

Por eso dijimos inicialmente que lo que nos faltó fueron ludditas y, que en lugar de ello, arropados en ideologías progresistas o literalmente egoístas, amparadas en la modernidad,  nos fuimos entregando o fuimos entregados, siempre deslumbrados ante “los cada vez más impresionantes desarrollos tecnocientíficos”.

Vayan unas grajeas ilustrativas de ese pensamiento dominante:

· Ante la ya indubitable crisis de las abejas, alterada su orientación, no sabemos si por la creciente carga electromagnética atmosférica, por la presencia cada vez más pesante de agrotóxicos o por la invasión de “soluciones” biocidas, Monsanto se puso “a disposición”, invitándonos a usar drones que ellos confeccionarían para hacer “el trabajo” que las especies amenazadas o exterminadas iban a dejar de hacer, creyendo o haciéndonos creer que drones podrían cubrir la formidable y menudísima tarea que llevan a cabo los insectos libadores.

No  tuvieron, no expresaron, claro, el más mínimo pensamiento hacia los costos. Si el costo de esa neopolinización imposible llegara a salir mil veces mayor que la clásica, “natural”, Monsanto podría frotarse las manos a la vista de esos miles de millones…

· Oceanógrafos comprobaron el derretimiento del casquete polar ártico y  que dicho casquete es cada vez menos grueso. Algunas compañías navieras de transporte de combustibles festejaron ese adelgazamiento porque calcularon que bajaban sus fletes… La interdependencia, bien gracias.

· Trabajos de megaminería en  algunas laderas andinas afectaron glaciares. Caballerosamente, algunas compañías mineras se ofrecieron a cambiarlos de sitio… ¿Cómo se imaginan que se forman los glaciares? ¿Qué alguien dibuja en alguna oficina de diseño el sitio y luego se lleva allí un poco de hielo?

Cualquiera de esos tres ejemplos nos muestra que la relación del mundo empresario con la naturaleza es ya, no pobre, esquemática, sino de una ignorancia insondable… La podríamos llamar fideísmo hacia la ciencia (en rigor, hacia la tecnología, que es lo que el capital y sus titulares tienen interés supremo en dominar).

Pero ese fideísmo (como cualquier otro) presenta un enorme peligro a nuestra especie: somos seres vivos y esa condición vital es radicalmente distinta a los rasgos de los objetos, que carecen de vida.

Hay grandes investigaciones que están superando esa dicotomía. Con buenas razones, porque se trata de una muy esquiva frontera. El panteísmo nos ha mostrado cómo todo, de algún modo, vive.

Pero aun así, lo orgánico tiene cualidades que no tiene lo inorgánico.

Y la modernización en sus últimos tramos, la cibernética derramándose sobre todas o casi todas nuestras actividades; el celular como un alter ego; la saturación como un proceso invertido al del viejo mundo de la escasez, nos está haciendo relacionar a los humanos con objetos, como nunca antes. Sin la mediación con otro, cada vez más directamente mediante “diálogo” con la aparatología cibernética. Alcanzando objetivos ya no “a dos voces”, como tradicionalmente, sino “a una sola voz”. Moverse en un mundo de inteligencia artificial, de objetos. Claro que todo “mucho mejor y más rápido”. ¿Significa algo la pérdida del diálogo, voces entre humanos? Tengo para mí que, toda esta invasión cada vez mayor de dots, trolls, spots, algoritmos-e, ocupando la mayor parte del nuestro tiempo humano debilita el diálogo entre humanos, y que, consiguientemente al llevar adelante objetivos “a una sola voz”, vamos, nosotros también, resultando objetos (esto pasa y desde “siempre” con “los nadies”, los desheredados “de siempre”). Como vemos, la condición de objeto no es novedad para buena parte del género humano; la pregunta es qué significa su generalización.

Un dato reciente: hasta hace muy pocos años, el teléfono era el nexo entre el particular y la empresa. El mundo empresario computarizó ese nexo, obteniendo una serie de ventajas materiales; de tiempo, precisión. Y de ahorro, de personal. Pero en tales cálculos no entra el tiempo social perdido por “los particulares” abriéndose paso, o no en los sitios-e. Aunque es mucho mayor que el ahorro empresarial, ese tiempo, desperdiciado, carece de valor para el mundo empresario. El tempo de Los nadies.

Todo el seguidismo que atribuíamos en otras civilizaciones a los dioses, en la laica civilización moderna lo atribuimos a la ciencia (y su hija dilecta, la tecnología). Pero aquella ceguera, que “veíamos” en culturas destrozadas por la civilización occidental se reprodujo entre nosotros, sólo alegando otras falsas certezas y nuevas fidelidades.

Ya lo anunció hace medio siglo el psicólogo Stanley Milgram con su pícara experimentación sobre dolor: la gente acepta casi cualquier monstruosidad si le dicen que es “por la ciencia”. Así fue como “enfrentamos” la pandemia decretada por la OMS.

Si no nos sacudimos de este nuevo fideísmo tan generalizado, estamos aen camino de perder no ya una elección, no las comodidades cibernéticas que tanto nos han complacido, sino  el mundo, tal cual lo conocemos. □

notas:

[1] Los aportes de Vitruvio fueron muy considerados hasta la modernidad, aunque al parecer por allí caducan; su hombre cósmico fue todavía retomado por Leonardo de Vinci, convirtiéndolo en pintura inolvidable con sus brazos y piernas duplicados y extendidos y armando con ellos un círculo y un cuadrado perfectos.

[2] Aunque agotada, hubo una ficha de mi autoría en la Facultad de Filosofía y Letras, (UBA); ¿Ecología en la política o para otra política?, ¿crisis ambiental o crisis civilizatoria?, 2014.

[3] Hubo un material muy usado que validó la máxima “La enmienda resultó peor que el soneto: el PVC.

[4] “En nuestro apuro por conquistar la naturaleza y la muerte, hemos creado una nueva religión de la  ciencia“. https://ecotropia.noblogs.org/2022/05/6290. 19 abril 2021.

[5] Se asocia al luddismo con un sabotaje mediante “violencia a las cosas”; rompían telares industriales. Sin entrar a analizar todos sus rasgos, entiendo decisivo uno: su lucha encarnizada contra el aumento de la escala de producción. En cierto sentido, fueron muy perceptivos. Y los titulares de los poderes mayores y centrales, también, puesto que encararon su exterminio. Legalmente: todos ellos fueron condenados a la horca.

[6] Cit. p. Ana M. Vara, ”¿Una ola del ludismo en América Latina?”, UNSAM, 28 ago 2009.

[7] Theo Colborn, John Peterson Myers y Dianne Dumanoski.

[8] Miguel Fuentes, https://latamerica-journal.ru/s0044748x0018353-7-1.

Publicado en Ciencia, Cultura dominante, Globocolonización, Nuestro planeta, Poder mundializado, Sociedad e ideología

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